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Dos ciudadanos con una

Fernando Eleta Almarán y Gabriel

Lewis Galindo fueron dos hombres adelantados a sus tiempos, un dúo de caballeros llenos de fe en su país y en las capacidades de su gente. Se atrevieron a soñar con imposibles y estaban convencidos de los valiosos aportes que Panamá tiene para ofrecer al mundo. Coincidían en la educación como herramienta indispensable para el desarrollo de un país y la idea de crear un espacio como Ciudad del Saber es testimonio de esta visión individual y conjunta que tanto Don Fernando como Don Gabriel compartían.

Don Fernando Eleta Almarán fue un hombre visionario. La oportunidad de estudiar en prestigiosas universidades en Estados Unidos le abrió la mente a una perspectiva global, lo que a su vez le sirvió de inspiración para impulsar el crecimiento de su país a través de múltiples iniciativas. Su singular formación académica, mezcla de ciencia y humanismo, se vio reflejada a lo largo de su vida en la multiplicidad de empresas y proyectos que desarrolló, siempre con la excelencia como el común denominador. Creó gremios y asociaciones como: APEDE, ANCÓN, COSPAE. Sirvió a su país como Ministro de Hacienda y Tesoro y como Ministro de Relaciones Exteriores. Fue pionero en prácticas de desarrollo sostenible y responsabilidad social empresarial mucho antes de que estos conceptos se popularizaran. Aun después de celebrado el centenario de su natalicio su legado sigue vivo entre nosotros, y nos recuerda el proverbio griego que dice: “Una sociedad crece bien cuando las personas plantan árboles cuya sombra saben que nunca disfrutarán”.

En lo que hoy constituye el área de Los Lagos, se encuentran las esculturas del artista Brooke Alfaro en homenaje a estos grandes hombres. El sillón de Don Fernando y el bote de Don Gabriel, nos recuerdan junto a los ya crecidos árboles plantados en esta “Plaza de Los Fundadores”, que debemos continuar construyendo día a día sobre su legado.