La Gaceta de Chozas 32

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La Gaceta de Chozas OTOÑO-INVIERNO 2016 Asociación Cultural Chozas de la Sierra www.chozasdelasierra.org

Tras las huellas de Marco Polo

Número 32

Ejemplar gratuito

Un apasionante viaje en bicicleta por Europa y Asia


Asociación Cultural “Chozas de la Sierra”

Equipo de redacción: Ana Aranda

Raquel G. Rojas Marian Lorenzo

José B. Luna Recuero Colaboran en este número: Yolanda Morcillo José A. Neila

Equipo A de Arqueología

Fernando Colmenarejo García Rosario Gómez Osuna

Alfonso Pozuelo Ruano

Roberto Fernández Suárez Elvira García Aragón

Ricardo Vindel Gómez

Olayo Reynaud Spendeler Cristina Minguillón Paloma López

Taller de escritura creativa Junta directiva

José Bernardo Luna Recuero Concepción Araujo

Julio García Carapeto Yolanda Morcillo

María José Bernabé Juan Barrado

María José Aguirre de Cárcer Ana Aranda Lomeña

Inmaculada Contreras Manuel Fernández

Sumario Mujeres viajeras (tercera parte)................................ 3

El rastrillo de Soto................................................... 6 Los orígenes de las Chozas pajizas del Real de Manzanares ........................................... 7

El chorco de los lobos .............................................. 10

Tras las huellas de Marco Polo ................................. 11 Los macchiaioli ...................................................... 13

India. La danza sagrada de la muerte ....................... 16

Rosita la del Maipo. Un relato del taller de escritura creativa ............................................... 18

Cuentahílos. El programa de radio de la Asociación Cultural Chozas de la Sierra............. 21 Entre pucheros ....................................................... 22

Editorial ................................................................ 23

Lawrence Sudlow

Publicidad y contacto en La Gaceta gaceta@chozasdelasierra.org

La Gaceta de Chozas no se hace responsable de las opiniones expresadas por sus

colaboradores o en las cartas a la redacción recibidas de nuestros lectores Tirada: 600 ejemplares

Imprime: Saxoprint.es


Mujeres viajeras (tercera parte)

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Viajeras de la cultura: las primeras “erasmus” españolas ecordemos que junto a las viajeras de artículos anteriores hemos visitado diferentes siglos y continentes, atravesando ríos, montañas y desiertos inhóspitos. Ellas emprendieron sus viajes con un afán de huida o empujadas por la persecución: querían evadirse del ambiente asfixiante que se respiraba en la vieja Europa y perseguían la libertad de descubrir horizontes vírgenes y lugares desconocidos. En este tercer artículo, último de esta miniserie de viajeras, haremos un periplo cultural con maestras e investigadoras españolas de principios del siglo XX. Su viaje no fue una huida, al contrario, querían conocer de primera mano lo que “se cocía” en otros países europeos para implicarse, a su regreso, en la remodelación de la educación, la ciencia y la investigación de su propio país. Pero, ¿quiénes fueron estas mujeres? Mujeres muy bien preparadas en su mayoría, con un excelente expediente académico, a las que se concedió una beca-pensión para viajar fundamentalmente por Europa entre 1907 y 1936, con la intención de empaparse de las nuevas teorías y métodos implantados en otros países europeos en los diferentes ámbitos del saber. Se las llamaba “pensionadas” y a mí me gusta considerarlas las primeras “erasmus” españolas. Y ¿cuál fue su motivación para, a comienzos del siglo XX, abandonar casa y familia y viajar a Francia, Bélgica, Suiza o Estados Unidos? Eran profesionales procedentes tanto de familias burguesas de clase media-alta como de familias humildes, con un inmenso afán de aprender y de cambiar lo que no les agradaba de su país. Pero, para entenderlas mejor, hemos de saber apreciar también el momento y las circunstancias en que vivían. El panorama social y cultural de la España de comienzos del siglo XX era desolador: el aislamiento, arrastrado desde hace siglos, junto con las altas cifras de analfabetismo, mantenían al país en el oscurantismo. Sin embargo, había esfuerzos por salir de las sombras: desde la segunda mitad del siglo XIX hasta los años treinta del XX comenzaron a surgir una serie de organismos, instituciones y movimientos reformistas que buscaban modernizar la ciencia, la investigación y la cultura en nuestro país. Me refiero a la creación de organismos como la Institución Libre de

En enero de 1907 se decretó la creación de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE).

Y es que, gracias también a las leyes introducidas por los gobiernos del momento, la educación de las mujeres en España a principios del siglo XX experimenta una notable mejoría. Muchos sectores sociales y culturales estaban de acuerdo en que la mujer debía tener una participación más activa en la sociedad, en la política y en la cultura y, para ello, era necesaria una mayor participación en la educación. Dos fueron las órdenes promulgadas desde el Gobierno que faLa educación de las mujeres en España a principios cilitaron este cambio: las Reales Órdenes del 8 del siglo XX experimenta una notable mejoría. de marzo y 2 de septiembre de 1910 del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes. La Enseñanza (1876), la Junta para la Ampliación de Estudios (JAE) primera permitió que las mujeres pudieran matricularse como (1907), la Residencia de Estudiantes y la de Señoritas (1910 y alumnas oficiales en todos los niveles de enseñanza y asistir a las 1915), las Misiones Pedagógicas (1931) y toda una serie de insti- clases en las mismas condiciones que los varones (sin embargo, tutos y centros que colaboraron en este intento de despegue cul- es cierto que tendría que pasar cierto tiempo para que las pocas tural, y digo intento porque pronto se vería truncado por la Gue- universitarias que acudían a clase lo hicieran sin la compañía del rra Civil y la larga dictadura. profesor y pudieran sentarse mezcladas con sus compañeros). La 3


segunda orden legislativa permitía a las mujeres ejercer su profesión si poseían el título académico correspondiente pues, hasta ese momento, les estaba vetado el acceso al mundo laboral. Estas medidas supusieron el primer intento de modernizar y europeizar nuestro país en materia educativa y cultural, junto con la aparición de la ya mencionada Junta para la Ampliación de Estudios, el mejor vehículo para llevarlo a cabo desde 1907 a 1936. ¿En qué consistían estas becaspensiones? Las becas pretendían que los docentes, investigadores e intelectuales de diversos lugares del país establecieran contacto con las tendencias europeas en las diferentes áreas del saber: ciencia, educación, cultura... En definitiva, impregnarse de los nuevos aires que corrían por Europa para tratar de cambiar en España el panorama educativocultural-científico, que se encontraba estancado y obsoleto. El organismo encargado de conceder estas ayudas fue la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), dependiente del Ministerio de Instrucción y Bellas Artes. Concedió más de 1.700 pensiones en las diferentes áreas del conocimiento, 410 estuvieron destinadas a temas pedagógicos y casi un centenar del total a mujeres. Las becas eran de diferente tipo: individuales o grupales. Las primeras iban dirigidas a profesionales con buen currículo que querían dedicarse al estudio de un tema concreto en un centro específico. Estas tenían, por tanto, una mayor duración y cuantía económica. Las grupales consistían en viajes cortos de unas diez personas, acompañadas de una persona experta, para visitar y conocer el funcionamiento de diferentes centros educativos y de investigación pioneros en su ámbito. Duraban dos o tres meses y la cuantía económica era menor. En ningún caso eran viajes improvisados: los itinerarios y centros estaban bien elegidos para aprovechar al máximo el tiempo de la estancia. 4

Las pensiones pedagógicas Como hemos visto más arriba, fue bastante menor el número de mujeres que obtuvieron estas pensiones, porque menor fue el número de peticiones femeninas. Los motivos se podrían resumir en: condicionamientos socioculturales (no estaba bien visto que una mujer viajara sola, y menos fuera de España) y restricciones legislativas (pocas mujeres ejercían una profesión y por tanto no podían solicitar dicha pensión).

familias acomodadas. Según cuentan en sus anotaciones de viajes, llevaban una vida muy austera: compartían pisos pequeños, reducían sus gastos al mínimo, por lo que la calefacción o coger un autobús eran un lujo que no se podían permitir en muchas ocasiones. Sobre la influencia que estas becas tuvieron en los cambios posteriores en el ámbito educativo, se ha escrito mucho. Para los estudiosos del tema es difícil de cuantificar. Parece ser que tuvo una doble vertiente: por un lado, la influencia que

Estas becas pretendían que los docentes, investigadores e intelectuales del país establecieran contacto con las tendencias europeas en las diferentes áreas del saber.

Con diferencia, fue el ámbito de la pedagogía el que obtuvo una mayor representación de mujeres pensionadas. En el primer tercio del siglo XX escasas eran las mujeres arquitectas o químicas, pero sí que las había maestras o dedicadas al mundo educativo. En estas últimas me centraré. Las pensiones pedagógicas tenían como objetivo aprender todo lo necesario para renovar y modernizar la educación en España: teorías educativas, fundamentación psicológica y pedagógica, psicología infantil… Pero también otras cuestiones sociales, como la educación de la mujer o la situación de los niños más desfavorecidos con problemas de adaptación, la hoy llamada “diversidad”. Visitaron centros de investigación, comedores escolares, granjas-escuela, bibliotecas infantiles, colonias de verano… y se empaparon de una educación cooperativa, no discriminatoria, en contacto con la naturaleza, que utilizaba recursos modernos, como los audiovisuales, y que integraba el cuerpo y el espíritu. Una enseñanza, en definitiva, muy alejada de “la letra con sangre entra”. Evidentemente, la experiencia fue muy enriquecedora, pero las condiciones en las que viajaban no eran iguales para todas: la cuantía económica era baja y las mujeres con escasos recursos tuvieron mayores dificultades que aquellas que procedían de

pudieron ejercer las inspectoras y directoras de centros a través de sus publicaciones, inspecciones, conferencias, etc., y por otro lado la huella que las maestras rurales y de pequeñas ciudades dejaron en conocidos y familiares, pero sobre todo en su alumnado, al contarles todo lo que vieron y vivieron durante sus viajes. Entre el centenar de mujeres que fueron pensionadas encontramos figuras que posteriormente tendrían un peso relevante en el panorama cultural y político: Maruja Mallo, María de Maeztu, Clara Campoamor, Carmen de Burgos, Victoria Kent... y otras muchas mujeres que pasarían desapercibidas para la historia, pero que dejaron una huella inolvidable en su alumnado. En estas últimas, las menos conocidas, me gustaría detenerme para darles su merecida visibilidad pero, como siempre, no estarán todas. Conozcamos a algunas de estas “erasmus” Carmen Abela y Espinosa de los Monteros (1875-¿?). Fue maestra, especializada en lo que hoy llamamos la “atención a la diversidad”. Consiguió una licencia para ser profesora en un centro pionero de la moderna pedagogía, el Sanatorio Marítimo de Pedrosa, en Santander. Fue haciendo currículo con el objetivo de solicitar


la pensión de la JAE que le fue concedida en 1920 en la Universidad de La Sorbona. Allí, estudiando con los mejores psicólogos del momento en pedagogía experimental, aprendió sobre psicomotricidad, discapacidad, problemas de audición y lenguaje, y sobre un instrumento imprescindible para medir la capacidad intelectual: la escala de inteligencia. Esto suponía que cada niño pudiera recibir su tratamiento adecuado. Aunque no publicó sus investigaciones, dejó una profunda huella en su alumnado, al que dio la oportunidad de poder aprender de otra manera y de aumentar su autoestima, al tener más presentes las necesidades especiales de cada niño. María Barbeito (1880-1970). Aprobó las oposiciones a maestra en 1901 en A Coruña y llegaría a ser inspectora en el 1933. Dos años más tarde obtuvo la pensión de la JAE para viajar por Francia, Bélgica y Suiza. Fue autora de diferentes obras sobre pedagogía y temas sociales. Destacó por su defensa de la escuela laica, la coeducación y la lengua gallega, motivos por los que sería apartada del servicio en 1937. Mercedes Rodrigo (1891-1982). Maestra e investigadora en Madrid, recibió la pensión en dos ocasiones entre 1920 y 1923. Estudió en Suiza, donde fue compañera del famoso pedagogo Jean Piaget. Obtuvo la diplomatura en Psicología por la Universidad de Ginebra y se especializó en educación especial. Como les ocurrió a muchos intelectuales y docentes, tras la Guerra Civil se tuvo que exiliar a Colombia, donde fundó la carrera de Psicología. Años después se marchó a Puerto Rico, donde terminaría sus años profesionales como profesora y psicóloga. Allí murió y allí está enterrada. María Sánchez Arbós (1889-1976). Comenzó su carrera con una plaza de maes-

Por suerte, el legado de estas mujeres no habrá quedado irremisiblemente en el olvido gracias a la labor de investigación y recuperación, la publicación de biografías, estudios y artículos de todo tipo en los útlimos tiempos.

tra en La Granja de San Ildefonso, en 1912. Al salir de una conferencia de Bartolomé Cossío diría: “Me animó para conseguir la escuela con la que yo soñaba”. Fue una de las maestras que más se implicaría en la renovación pedagógica y cultural del primer tercio del siglo XX. Años después, será encarcelada en la prisión de Ventas, donde no cesó de ejercer su pasión pues creó una escuela en la que enseñaba a leer y escribir a muchas de las reclusas. Una vez libre será expulsada del magisterio, hasta que en 1952 pudo volver a dar clases hasta su jubilación. Escribió infinidad de publicaciones sobre pedagogía. Matilde Huici (1890-1965). Aunque su carrera profesional comenzó como tantas otras pensionadas como maestra, su espíritu inquieto la llevó a ejercer de abogada, política, inspectora de prisiones y reformatorios. Le interesaba especialmente la infancia marginada, por lo que en 1924 viajó como pensionada a EE. UU., donde se acababan de crear los primeros tribunales de menores. Años más tarde será nombrada inspectora de reformatorios y

participará en la creación del Centro de Estudios Penales, con lo que contribuyó a la inserción social y laboral de jóvenes que se encontraban en situación marginal. Acabó exiliada en Francia y luego en Chile, donde retomaría la docencia. La institución que promovió y concedió estas pensiones, la JAE, fue disuelta por decreto en 1940, ya finalizada la Guerra Civil. La mayoría de las mujeres y los hombres que se formaron en ella tuvieron que exiliarse, por lo que la sociedad apenas se pudo beneficiar de sus conocimientos. A día de hoy, salvando las distancias, en otro contexto histórico bien distinto y con una terrible crisis económica que está provocando la marcha de miles de jóvenes en busca de un futuro mejor, no puedo evitar preguntarme: ¿ocurrirá lo mismo con nuestros erasmus del siglo XXI? ¿Podrá nuestro país, algún día, recuperar esos talentos emigrados? Yolanda Morcillo

Bibliografía

• CORTIJO, Paloma Alcalá; RODRIGÁÑEZ, Capi Corrales; GIRÁLDEZ, Julia López. Ni tontas ni locas: las intelectuales en el Madrid del primer tercio del siglo XX. Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología, FECYT, 2009.

• ECED, Teresa Marín. La renovación pedagógica en España (1907-1936): los pensionados en Pedagogía por la Junta para Ampliación de Estudios. Editorial CSIC-CSIC Press, 1990.

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El rastrillo de Soto

Una iniciativa de Amigos de la Tierra Madrid Norte y la Asociación Cultural Chozas de la Sierra para reducir los residuos

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l domingo 29 del pasado mes de mayo se celebró el primer “rastrillo de Soto”. Este proyecto ha sido ideado y desarrollado por Amigos de la Tierra Madrid Norte en colaboración con la Asociación Cultural Chozas de la Sierra para dar respuesta a la urgente necesidad de la reducción y reutilización de residuos. Aparte de las directivas europeas, que nos obligan en un plazo cercano a tomar medidas drásticas para solucionar el problema de los residuos, creemos que hay que fomentar nuevos hábitos de consumo y poner en cuestión el “comprar, usar (poco) y tirar”. Es cierto que estamos sometidos por la publicidad a un bombardeo intensivo que nos incita a consumir compulsivamente productos útiles o inútiles, con colores, innovaciones, diseños, etc. que al poco tiempo dejamos de usar por razones diversas. El 60 % de los productos que compramos los empezamos a abandonar a los seis meses, ¡haced una lista y comprobadlo! Muchos de esos productos se quedan arrinconados en el trastero y después, casi nuevos, los tiramos al punto limpio o directamente a la basura. Una gran cantidad de ellos pueden tener una nueva vida; si están en buen estado, otras personas los pueden “lucir y disfrutar” de nuevo.

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El rastrillo, además, es un lugar de encuentro, de charla, de sorpresas y del aperitivo del domingo con amigos o conocidos. Y lo más importante es que comprar o vender en el rastrillo fomenta hábitos de consumo responsable. Mirad en vuestros armarios, estanterías, trasteros o garajes y antes de tirar cosas indiscriminadamente, pensad que alguien

por falta de medios las puede necesitar o simplemente pueden gustar a otras personas que las quieran reutilizar. El rastrillo de Soto se celebra todos los últimos domingos de mes en el Parque de los Morales en Soto del Real. ¡Os esperamos! José A. Neila


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Los orígenes de las Chozas pajizas del Real de Manzanares Piezas de un puzle incompleto sobre la historia de Soto del Real

n el actual siglo, el futuro de las poblaciones de la Sierra de Guadarrama pasa por volver de nuevo la vista al pasado. Tras el estallido de la burbuja que nos llevó tan alto y tan lejos, la hermosa naturaleza que nos rodea, las actividades tradicionales y artesanas, el patrimonio cultural, histórico y arqueológico, el ocio y el deporte son los nuevos motores del desarrollo local sostenible que se promueven en toda la zona. Los orígenes del poblamiento en Soto del Real Difícil tarea la de condensar en mil palabras las raíces históricas de un municipio de poblamiento tan amplio y antiguo como Soto del Real. Los primeros restos arqueológicos se remontan a la Prehistoria. El hermoso bifaz en sílex blanco de Navalmojón es evidencia de un poblamiento paleolítico en la zona del que conocemos muy poco por las escasas investigaciones realizadas en la sierra madrileña. El aprovechamiento de los recursos naturales y geológicos de la zona en las edades de los metales favorecen la colonización y el establecimiento de las primeras poblaciones. Los poblados en altura controlarán el espacio y los túmulos funerarios serán hitos en el paisaje como elementos de identidad y señalizadores. Soto del Real puede contar con uno de ellos, aún por estudiar, junto al arroyo de La Parra. Ya en la Edad del Bronce proliferarán los enclaves y serán de catacter más estable. La zona arqueológica de Los Aljibes, a caballo entre los términos de Soto del Real y Manzanares el Real, es buena prueba de ello hacia occidente. Las pinturas rupestres en granito allí y en caliza hacia oriente, en el vecino Guadalix de la Sierra, tienen una misma técnica y tipología. Numerosos grabados en roca jalonan el territorio y sus raíces se hunden en estas épocas. La Peña de Los Vaqueros, junto al arroyo Mediano, es una de ellas. El trasiego de gentes y ganados es una actividad ancestral en la sierra y las huellas de su antigüedad son cada vez más numerosas. Los límites territoriales

Bifaz de Navalmojón. (Equipo A)

administrativos de la actualidad no eran válidos para esas gentes, su espacio era mucho mayor que el que tenemos ahora como referencia. Dando un salto, encontramos lápidas, restos arquitectónicos, cerámicas y estructuras que son evidencia de poblamiento romano en el entorno de Soto del Real. Los Aljibes en altura y quizá una villa en el llano son los elementos conocidos aún por estudiar. Formarían parte de esa vía de comunicación que, desde la Prehistoria, discurre por el pie de sierra comunicando territorios de forma transversal, mientras otras vías cruzan la sierra y ponen en contacto ambas mesetas. Las dos estelas funerarias romanas conservadas en Soto del Real, una en el centro cultural Pedro de Lorenzo y otra en un domicilio particular, se unen al remate, probablemente también sepulcral, que se exhibe en el jardín del centro de mayores. La antigüedad tardía, entre los siglos VI y VIII d.C., va a protagonizar la segunda gran colonización de la sierra. Son nume-

rosos los yacimientos arqueológicos en la zona, entre los que se encuentran, en el término municipal de Soto del Real, los de Navalmojón y la Dehesa Boyal, y en el límite con Manzanares el Real, San Blas de la Herrería. Se trata de aldeas con un número variable de edificios y de densidad y extensión desiguales. El de la Dehesa de Soto del Real estaría entre los de tipo mediano, junto con Navalvillar (Colmenar Viejo) o el Cancho del Confesionario (Manzanares El Real). Navalmojón (Soto del Real), la Cabilda (Hoyo de Manzanares) o el Grajal (Colmenar Viejo) estarían entre los más pequeños. Viven de actividades artesanales como la cantería o la minería, complementadas con una actividad agropecuaria fundamentalmente ganadera. Los edificios se levantan con alzados de mampostería y morteros de tierra. Las cubiertas son, en general, de teja curva, aunque también hay ejemplos de tejados vegetales. En muchas de las tejas aparecen marcas de peines, dedos o instrumentos romos que dibujan ondas o líneas entrecruzadas. Estos tipos se han documentado

Peña de los Vaqueros. (Equipo A)

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en yacimientos tardoantiguos como Navalvillar, Navalahija o la Cabilda o en la Dehesa de Soto del Real. Las estructuras se agrupan en conjuntos familiares, alternando con espacios vacíos destinados a cultivos, recintos de animales o actividades diversas. Respecto al mundo funerario y religioso, tenemos que remitirnos a las excavaciones arqueológicas practicadas en la necrópolis de Remedios (Colmenar Viejo). Es un centro cultual y sepulcral de estas primeras comunidades rurales cristianas en el centro de la comunidad madrileña. El entorno de la iglesia parroquial de Soto del Real podría ser el espacio devocional de estas primeras gentes locales, pues han aparecido tumbas de cista con un ritual funerario igual al documentado en Remedios. Las situaría cronológicamente en la antigüedad tardía (siglos VI-VIII d.C.).

Lápida encontrada en los años sesenta en el Cancho del Confesionario. (Caballero Zoreda)

Durante el periodo andalusí la zona de la cabecera del Manzanares y las áreas serranas, con escasa articulación demográfica y desarrollo económico, las situará como zonas fronterizas sin límites bien definidos, aunque tenemos todavía muy pocos datos de estos momentos. La conquista de Toledo (1085) transformará las aldeas campesinas de la vertiente sur del Guadarrama tras pasar de ser zona defensiva a posición de retaguardia. Se consolida su repoblación y la implantación de las redes feudales, en las que las parroquias van a desempeñar un papel importante en esta concentración aldeana y en la nueva reorganización del poblamiento. 8

Tumbas aparecidas junto a la torre de la iglesia parroquial de Soto del Real. (Caballero Zoreda)

Surge en el concejo de Segovia el interés por apropiarse de espacios al sur de la sierra del Guadarrama cuando aumenta su cabaña ganadera ovina y necesita la extensión de su trashumancia. La mala calidad de la tierra y su escaso rendimiento productivo en épocas frías en el norte invitan a buscar tierras de pasto para sus ganados en zonas más cálidas. La caballería villana, como grupo poderoso del concejo segoviano, pone sus ojos en el sur de la Sierra de Guadarrama. Los núcleos de población que formaron la villa de Chozas La formación de la actual población se remonta a San Blas de la Herrería o San Blas el Viejo, enclave establecido en la zona hoy conocida como los Cierros del Bailarín, en término municipal de Manzanares el Real, en la linde entre ambos términos en el Hueco de San Blas. Con escasas estructuras visibles por la fuerte transformación de este lugar, lo más significativo son los abundantes restos de escorias de fundición que revelan una actividad relacionada con el topónimo de la antigua población: ferrería/herrería. El despoblamiento de este lugar y la repoblación de la aldea de las Chozas se citan en la documentación histórica con motivo de un conflicto entre Chozas y Madrid. Afirman que “antiguamente la población

de las dichas Chozas era y fue en San Blas de la herrería, que es arriba en la sierra”, donde tenían sus casas y heredamientos, con sus prados, linares, huertos y frutales. Pocos años después, tan solo quedaban los restos de sus cimientos, aunque aún podían reconocerse los de su iglesia, con su pila bautismal y sus campanas. De ahí su nuevo apelativo de San Blas “el viejo”, tal y como se registra en la documentación posterior para diferenciarlo de la ermita que levantaron los vecinos de Miraflores de la Sierra en su término municipal. Las razones para desplazarse desde este lugar hacia el sur se deben a que se trataba de un lugar más llano, que contaba con mayores y mejores posibilidades para

Reparto de Quiñones en las Chozas del Real de Manzanares, año 1302. (Equipo A)


el desarrollo agrícola: “(...) más en lo llano (...) e por poder labrar en ello (...)” y “(...) que se habían bajado los vecinos del dicho lugar de Chozas porque era más término e más población”. En el documento de 1443 en el que se recoge la compra a los quiñoneros de sus terrenos, por parte del concejo de Chozas, se indica que no había ninguna población “más de unas casas paxijas donde estavan los rrenteros de los quiñoneros que se llamaban las choças”. Estarían ubicadas en una zona inferior, con mejores condiciones medioambientales para su desarrollo aldeano. Un estudio sobre el espacio hidráulico de los arroyos Mediano Grande, Mediano Chico, en Soto del Real, y Santa Ana, en Manzanares el Real, permitió levantar el plano de los restos de una aldea en la Dehesa Boyal. Este asentamiento se organiza a ambos lados de una pequeña vaguada en ladera suave. Aparecen estructuras de planta rectangular y cuadrada, orientadas a mediodía y, en algún caso, asociadas a cerramientos de espacios anejos. Están construidas con mampostería de granito y gneis, con sillarejos en las esquinas y vanos. En algunas de ellas aparecen abundantes fragmentos de tejas curvas con marcas onduladas. La escasa cerámica recogida era de factura tosca y sin decoración, pero destaca la ausencia de tipos plenamente modernos. Se podría hacer un planteamiento histórico inicial apuntando a que el yacimiento de la Dehesa de Soto del Real podría ser una de las pueblas fundadas por los quiñoneros segovianos, que se abandonaron tras la adquisición del terreno por parte de la aldea de Chozas de la Sierra hacia los años centrales del siglo XV. Posteriormente la población se agruparía en torno al núcleo actual

Una de las estructuras de la aldea de la Dehesa Boyal. (Equipo A)

de Soto del Real. La ya comentada existencia en el actual núcleo urbano de inhumaciones con ritual tardoantiguo o visigodo en el entorno de la iglesia parroquial podría indicar un poblamiento más antiguo de lo que los documentos atestiguan. Por ello, este yacimiento ofrece un notable interés para estudiar la evolución del poblamiento en la zona y quizá colocar una de las piezas del puzle del origen histórico de la localidad. Fernando Colmenarejo García Rosario Gómez Osuna Alfonso Pozuelo Ruano Roberto Fernández Suárez Elvira García Aragón (Equipo A de Arqueología)

Para saber más: Chozas de la Sierra. La construcción del espacio del agua. (Equipo A de Arqueología, 2012) equipoadearqueologia@gmail.com

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El chorco de los lobos

finales del siglo XIX y principios del XX, la comarca de la vertiente madrileña de la Sierra de Guadarrama albergaba grandes rebaños de ovejas, cabras y vacas. Gracias a la calidad de los pastos la comunidad ganadera fue creciendo exponencialmente y asentándose en estos términos de forma indefinida. Todo era prefecto, excepto un problema que se extendía por todas las sierras de España. El lobo. El lobo, por su naturaleza, atacaba los rebaños y reses que tenía a su alcance, haciendo verdaderas escabechinas que llegaban incluso a afectar la economía de los ganaderos. Tal fue la sangría que produjeron, que los ganaderos tenían que montar guardia durante la noche para ahuyentarlos y que no atacasen al ganado. Algunos ganaderos reconvirtieron algunas estructuras obsoletas como trampas para cazar a los lobos, esto fue una solución muy práctica y utilizaban estas trampas como punto de reunión para comentar las novedades que pudiera haber de cara al comercio del ganado, incluso las utilizaron para llegar a acuerdos comerciales. La trampa que tenemos en Soto del Real es el más conocido como molinillo de papel, por su forma, era perfecto, e incluso idéntico a los ya conocidos en las tierras de León, exactamente el de Valdeón. Existen cientos de ellos repartidos por toda la geografía española. Según los abuelos, la trampa consistía en colocar un cebo (un cordero) dentro del pozo principal, en la parte inferior estaba la entrada al pozo, y mediante jaras, piornos y arbustos, conseguían hacer un embudo que culminaba en el emboquille del pozo, cuando el lobo se adentraba, se extraía el cordero para ponerlo a salvo. Una vez el lobo se hallaba en el interior, se cerraba el acceso mediante una trampilla y quedaba atrapado. La parte siguiente la dejo para la imaginación de los lectores. Ricardo Vindel Gómez

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Molino reconvertido en chorco: molinillo de papel de Soto del Real.

Chorco de Valdeón, Picos de Europa (León).


Tras las huellas de Marco Polo Once meses en bicicleta

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n 1275, tras un viaje de cuatro años, Marco, Niccolò y Maffeo, tres venecianos miembros de la familia Polo, llegaron a Mongolia y se convirtieron en los primeros europeos en completar la Ruta de la Seda. 726 años más tarde, con 17 años, la misma edad con la que había empezado Marco, decidí emprender el mismo viaje y aventurarme hacia el este desde Europa occidental, aunque no utilicé veleros ni camellos, sino una bicicleta. Mi viaje duró once meses en total, durante los cuales estuve en diecisiete países distintos (España, Francia, Italia, Eslovenia, Croacia, Montenegro, Albania, Macedonia, Grecia, Turquía, Irán, Uzbekistán, Tayikistán, Kirguistán, China, Malasia y Tailandia). Una de las cosas que más me preguntan es cómo se me ocurrió hacer un viaje así. He de decir que la idea no fue mía, el que me motivó a salir fue mi profesor de matemáticas de 2.º de ESO, Miguel Ángel Díaz, quien ya había viajado en bicicleta cuando era más joven (entre otros trayectos, había hecho uno bastante parecido al que he hecho yo, cuando tenía 26 años,

Como no podía cruzar las montañas del Pamir (Tayikistán) en pleno invierno, dividí el viaje en dos partes, una durante agosto, septiembre, octubre y noviembre hasta Teherán (Irán), y otra durante marzo, abril y mayo, desde Teherán hasta China. Por cuestiones de visados, no me podía quedar en Irán esperando durante todo el invierno, así que me fui a Malasia a trabajar de voluntario en un albergue durante dos meses y luego recorrí Tailandia en autoestop durante un mes.

que lo llevó hasta el Himalaya). Miguel Ángel organizó unas charlas en Soto en las que cicloturistas contaban su viaje, y desde entonces decidí que tenía que hacer algo así. Cuando acabé la Prueba de Acceso a la Universidad, en vez de comenzar una carrera, le puse alforjas a la bicicleta y empecé a pedalear hacia el este. La verdad es que al principio no tenía ni idea de hasta dónde iba a llegar, pero once meses y doce mil kilómetros más tarde, casi sin dame cuenta, estaba en Kashgar, China.

En realidad, la vida sobre la bicicleta es más simple de lo que la gente suele pensar. Incluso yo me imaginaba que iba a estar casi al borde de la muerte continuamente (sobre todo por lo que la gente me decía antes de irme). Pero solo hay que encontrar un sitio bueno para acampar todas las noches e intentar avanzar un poco todos los días, tener comida y agua suficiente y procurar que no se te mojen las cosas cuando llueve; no hay mucho más misterio. La ducha diaria puede ser

un río, el mar, un bidón de agua o, cuando hace más frío, toallitas de bebé. Evidentemente, también hay momentos difíciles, sobre todo cuando las condiciones climáticas no están de tu parte, pero son parte del viaje y sería casi aburrido si no los hubiese. ¿Dónde está la aventura si es demasiado fácil?

Con la misma edad que Marco Polo cuando emprendió su viaje, decidí seguir sus pasos y aventurarme hacia el este en bicicleta.

Conocí a un francés en Albania con el que acabé pedaleando más de dos meses. Y los dos decidimos que dormir era un derecho humano y que nunca pagaríamos por ello, lo cual acabó funcionando bastante bien: en total, en todo el viaje en bici debí 11


de quedarme en un albergue unas cinco o seis noches (contando tres en Uzbekistán donde tuve que hacerlo por ley). Enseguida noté que en cuanto uno sale de Europa, la actitud de la gente hacia los turistas es muy distinta y pasé de ser el típico “guiri” a una superestrella (hay que decir que en muchos sitios, como Irán, algunas personas no han visto un extranjero en su vida). Por lo general, cuanto más pobre era un país, mejor acogido estaba; recuerdo Uzbekistán, donde había gente que incluso me ofrecía dinero cuando ellos nunca habrían tenido la posibilidad de irse a la otra punta del mundo, ya sea en bici o no. Turquía e Irán, donde estuve casi seis meses en total, son los países de los que guardo los mejores recuerdos: todo el mundo era muy amable e intentaba ayudarme. Sobre todo en Irán. Es donde hice

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más amigos, y los mejores, aprendí un montón de cosas sobre la cultura persa e incluso un poquito de farsi. Con toda esta gente pude hablar y aprender mucho sobre el país, sobre la dura opresión política y religiosa que sufren y que muy pocos recuerdan la Revolución Islámica de 1979 como un acontecimiento histórico positivo. Sorprendentemente, muchísimos iraníes son ateos en secreto (declararlo abiertamente es motivo de pena de muerte). También me gustó mucho cruzar Asia central y los “estanes”, todos esos países de los que nunca nadie ha oído hablar. Los tres en los que yo estuve, Uzbekistán, Tayikistán y Kirguistán, son muy parecidos: en cuanto a la pobreza (muchísimas casas no son más que una habitación vacía con una estufa a un lado y nada más); la personalidad de la gente (la curiosidad

que todo el mundo siente por ti o la manía de mirarte fijamente a cincuenta centímetros de tu cara, sin ninguna discreción posible); o el paisaje maravilloso, sobre todo en la cordillera del Pamir, donde subí a puertos de más de 4.600 metros de altura (ya se empezaba a notar la falta de oxígeno). Se sigue notando mucha influencia de la rusa comunista. Quizá no haya estado tanto tiempo fuera de casa, pero estoy seguro de que he crecido muchos años entre el 31 de julio de 2015, día en que puse el culo por primera vez en el sillín, y el 24 de junio de 2016, cuando tras 329 días de viaje regresé a mi querido Soto del Real. Olayo Reynaud Spendeler


Los macchiaioli

Primeras revoluciones artísticas a mediados del siglo XIX “La discusión es la vida del arte”, Telemaco Signorini. Gazzettino delle arti del disegno, 1867

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lorencia, 1852. Como cada tarde, un grupo de jóvenes pintores se reúne en el Caffè Michelangiolo de la Via Cavour. Son compañeros de profesión y aventuras que proceden de diferentes pueblos italianos y están impacientes por cambiar el mundo. Contemplando su imagen, se puede escuchar la alegría de los saludos, sus carcajadas, el tintineo de las copas, las melodías entonadas a voz en grito y las encendidas discusiones sobre arte y política entre vapores de vino, café con ron y humo de cigarro. Se sientan a la mesa Giovanni Fattori, Sivestro Lega, Telemaco Signorini, Giuseppe Abbati, Giovani Boldini, Odoardo Borrani... todos en torno al que será su mentor y mecenas, Diego Martelli, que

Los macchiaioli en el Caffè Michelangiolo, foto de 1856.

los apoyará financiando exposiciones, comparando sus obras o introduciéndolos entre sus contactos. Les ofrece también su villa en Castiglioncello, un pequeño pueblo pesquero en la costa del

Los macchiaioli se interesan por las investigaciones científicas sobre el color y la óptica y las aplican para simplificar la visión de la realidad y conseguir nuevos efectos artísticos.

mar Tirreno, para poder pintar en libertad según estas nuevas ideas revolucionarias, escenario que el grupo alternará con estancias en Livorno, La Spezia y Piagentina, localidad en la que se refugiarán, en una segunda etapa de más intimidad, Lega, Borrani y Signorini. Luchan contra las reglas académicas que encorsetan el arte y discuten con vehemencia sobre el rumbo que deberán seguir los pintores hacia el nuevo siglo mientras buscan soluciones artísticas al-

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Giovanni Fattori (1825-1908). La Rotonda di Palmieri, 1866. Óleo sobre madera. Galleria d'Arte Moderna (Florencia)

ternativas basadas en la honestidad y la sencillez. Pintan al aire libre, juntos, respirando y disfrutando de la brisa marina, del sol de la Toscana y de su amistad. Defienden la pincelada suelta y rápida, la frescura del acabado abocetado frente a las terminaciones relamidas de tradición flamenca, para conseguir plasmar la esencia de un determinado lugar, en un preciso momento del año y a una hora concreta del día. Inmersos en el realismo, se centran en temas cotidianos, sencillos, de su entorno más inmediato, muchas veces carentes de interés y que dotan en sus obras de dignidad, belleza y poesía. Lo hacen dejando que el dibujo se disuelva bajo las manchas de color distribuidas en franjas horizontales y el contraste de luces y sombras que modela las formas de figuras y muros. La mancha es lo que define la realidad en la lejanía, simplificándola, aligerándola de detalles innecesarios. Los macchiaioli, como harían después los impresionistas, se interesan por las investigaciones científicas sobre el color y la óptica, aplicándolas de forma que

cado o de barcas que encuentran en la orilla de la playa o en el puerto, devueltas y erosionadas por el mar. Madera de desecho, humilde, con historia que, sin tratamiento previo ni imprimación, deja ver su textura a través del óleo. Recuerdan estos soportes a las predelas florentinas del Trecento y el Quattrocento, aquellas que enmarcan retablos o tablas más importantes y relatan de forma muy gráfica y sencilla vidas de santos o episodios bíblicos. En 1855 se forma oficialmente este movimiento, que será un claro precedente de los impresionistas franceses que asumirán sus premisas y ganas de cambio. Algunos de sus representantes, Edgar Degas, Èdouard Manet y James Tissot, serán visitantes asiduos y amigos de los manchistas, puente imprescindible entre Florencia y París en un momento de intercambio de ideas y descubrimientos. Parecen claras la influencia y la transición entre estos dos grupos. En 1862 el periódico Gazzeta del Popolo publica un artículo anónimo que habla de ellos y que, de forma despectiva, los denomina macchiaioli. No podían definir-

les ayudan a simplificar la visión de la realidad y a conseguir nuevos efectos artísticos. Trabajan sobre lienzo y en caballete y también en pequeñas tablillas apaisadas de unos 15 centímetros, restos de embalajes de puros o de cajas de pes-

los mejor, lo aceptan encantados porque la mancha es la esencia de su camino de búsqueda. Este episodio recuerda, inevitablemente, al que dio nombre a los impresionistas a partir del comentario despectivo del crítico de arte Louis Leroy ante el

Aunque el origen del término macchiaioli es despectivo, no podrían haberlos definido mejor: la mancha es la esencia de su camino de búsqueda.

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cuadro Impresión, sol naciente de Claude Monet o a los fauvistas, cuando en 1905 Louis Vauxcelles describió la tercera exposición del Salón de Otoño en el Gran Palacio de París como Donatello chez les fauves (Donatello entre las fieras). O a aquel otro en el que Matisse comentó al mismo crítico que los cuadros de L’Estaque presentados por Georges Braque en el Salón de Otoño de 1908 estaban “llenos de cubitos”, dando nombre así al movimiento cubista. El compromiso de estos jóvenes del Michelangiolo con la renovación artística está intrínsecamente unido a su anhelo

Silvestro Lega (1826-1895). Ragazza di Crespina. Óleo sobre lienzo

político de conseguir una nueva Italia, unida en una sola patria e independiente de imperios y monarquías absolutistas, un ideal que impregna en ese momento a toda la sociedad italiana. Muchos de estos artistas florentinos participan como voluntarios en las tres guerras de la independencia italiana, siguen a Garibaldi y reflejan en sus obras escenas de batalla en las que captan el movimiento, la violencia, la crueldad y el cansancio, la derrota, el hastío y la frustración ofreciendo así una mirada diferente y valiente, una nueva estética, una visión plástica del Risorgimento como testigos privilegiados, y la enfrentan a los gritos belicistas que elogian a héroes y mártires.


la luz, los paisajes abiertos y desérticos y el exotismo de su cultura. Comienza a realizar pequeños cuadros de gabinete con los que consigue un enorme éxito y una fortuna. Responder a la demanda creada y la exigencia de su marchante francés le impiden cambiar de estilo, algo que él ya estaba preparado para hacer, como prueban los apuntes y pequeñas obras de los últimos años de su vida, especialmente los paisajes marinos de Portici, una pequeña población costera italiana, imbuidos de la magia de la mancha y de la pincelada y la luz impresionistas. Su muerte en Roma en 1874, a los 36 años, acabó con la trayectoria que lo estaba acercando a los impresionistas que, ese mismo año, agrupados en

Giovanni Fattori (1825-1908). In vedetta, 1872. Óleo sobre lienzo.

En una segunda etapa, los macchiaioli pasan por una menor experimentación y espontaneidad, centrándose en el retrato realista, en el que cuidan que los modelos aparezcan de forma relajada, inmersos en alguna actividad, con naturalidad y sencillez. Algunos de ellos se retiran a Piagentina, una zona tranquila y elegante donde realizan retratos de familias de la burguesía, destinada según ellos a ser la clase dominante de la nueva Italia. Estas escenas destilan orden, equilibrio, confianza y serenidad recordando al Quattrocento florentino como seña de identidad de esta nueva patria y base para un arte nacional.

Mariano Fortuny y Marsal (1838-1874). Simonetti con Roma al fondo, 1873-74. Óleo sobre lienzo.

En su primer viaje a Italia en 1858 conoció, entre otros artistas italianos, a Attilio Simonetti, que lo acercará al arte

En España, la conexión entre los macchiaioli y el grupo de impresionistas encabezado por Sorolla pasa por Mariano Fortuny y Marsal.

En España la conexión entre los macchiaioli y el importante grupo de impresionistas encabezado por Joaquín Sorolla pasa, necesariamente, por Mariano Fortuny y Marsal.

nuevo y al que Fortuny retrata en Roma con pinceladas ágiles y cargadas. Viaja a África enviado como cronista gráfico a la Primera Guerra de Marruecos y queda deslumbrado por la intensidad de

Sociedad anónima de pintores, escultores y grabadores, expusieron en los salones del fotógrafo Nadar. Años después, su hijo Mariano Fortuny y Madrazo compró el Palazzo Pesaro degli Orfei en Venecia. Otra vez Italia. Cristina Minguillón

Cristina Minguillón da clases de arte contemporáneo en el centro cultural Pedro de Lorenzo de Soto del Real. Puedes escuchar una entrevista con Cristina en el podcast del programa de radio de la Asociación, “Cuentahílos”, del mes de noviembre, en la página web de Radio Soto (www.radiosoto.es) o en La Telaraña Radio (www.latelarañaradio.es).

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India

La danza sagrada de la muerte

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ecientemente celebramos el día de Todos los Santos, en España fiesta nacional. La Iglesia llama santos a aquellas personas que han sido “canonizadas”. El “día de los difuntos”, sin embargo, es una fiesta religiosa con una tradición ancestral de origen pagano que tiene un simbolismo religioso y a la vez ecléctico. Este día es el “día de los muertos”, cuyo objetivo es orar por las almas que ya han terminado su vida terrena y seguir la tradición de llevarles flores y velas a sus tumbas. Actualmente en nuestro país se importa la fiesta de Halloween con un culto de origen celta que celebraba la llegada de los días de oscuridad con la creencia de que el dios de la muerte hacía volver a los muertos para que los druidas pudieran comunicarse con sus antepasados. Este día era el día de “Hallow´s Even” (vigilia de los muertos), que nada tiene que ver con las actuales fiestas importadas de disfraces y pasajes de terror. La naturaleza de la muerte se vive de muy diferentes maneras según los países, culturas y tradiciones.

La ciudad sagrada de Benarés se considera en la India el lugar más propicio para morir o ser incinerado.

Los generadores de esta sucesión son: el dios Brahma, el dios Vishnu y el dios Shiva. En el principio de los tiempos Brahma fue el creador de los demás dioses, luego a él se le atribuye el principio de la creación, principio que se encuentra en todas las manifestaciones de la vida. Vishnu, el dios mantenedor, es la energía de la conservación, principio que se observa en

En la India, la vida y la muerte conviven y se dan la mano, ya que la muerte forma parte de la danza de la vida.

En la India, la vida y la muerte conviven y se dan la mano, ya que la muerte forma parte de la danza de la vida. La danza sagrada está relacionada con las tres deidades del hinduismo, la religión más extendida del país. La Trimurti hindú o la tríada que mantiene el mundo en constante movimiento. Según el hinduismo, esta tríada de deidades nos muestra la sucesión entre vida y muerte como un proceso natural al que se rinde culto. 16

toda manifestación de la existencia. Es el guardián de la humanidad, lucha al lado del bien para proteger el universo. Shiva es la tercera forma de la existencia. Todo lo que nace y se mantiene está sujeto a la ley de la muerte. Por tanto el dios Shiva es el destructor y con él se completa el sistema de todo lo que consideramos las formas de vida.

¿Qué es primero, la vida o la muerte? Como podemos observar, estas tres energías o deidades están interactuando en todo lo que está presente en nuestras vidas: en las estaciones, una muere para que la otra pueda nacer igual que el día da paso a la noche. El karma es la ley que para los hinduistas es la causa de nuestro destino particular, es como si cada acción que hacemos tuviera una reacción a la que es imposible escapar. Esta ley nos recuerda que nos convertimos en lo que pensamos o hacemos y acumulamos los hechos y sus consecuencias una vida tras otra quedando sujetos al resultado de las mismas. Para comprender esta ley, se debe creer en la reencarnación. Las acciones de nuestra vida presente determinan nuestro destino en las vidas futuras. Siempre estaremos sometidos a ellas, sin embargo no siempre tiene por qué ceñirse a un resultado negativo. El deseo del alma o Atman es experimentarse a sí misma vida tras vida. Según el hinduismo esta rueda o cadena de


Es muy frecuente ver cuerpos sin vida entre las llamas, envueltos en telas rojas y doradas con collares de caléndulas naranjas.

reencarnaciones es infinita, se denomina Samsara. Una de las maneras de salir de ese karma es la práctica de la acción desinteresada, es decir, actuar sin esperar la recompensa de nuestros actos. El hinduismo considera que cada vez que hacemos el bien a alguien, estamos haciendo una ofrenda a nuestros dioses, este acto nos lleva al denominado dharma, que significa “actuar tomando conciencia de todos los hechos de nuestra vida”. La muerte se compara a menudo con el sueño de una noche antes de la reencarnación. Igual que somos las mismas personas al despertar por la mañana a pesar de haber tenido noción de ausencia por la noche, del mismo modo el alma pasa suavemente de un cuerpo a otro mientras la conciencia se duerme. Solo muere el cuerpo que es como un ropaje temporal cuyos componentes vuelven a sus orígenes cuando arden por medio de la cremación. Devolver el aliento al aire y el cuerpo al sol: esta es la ley.

Representación en piedra de las tres deidades principales del hinduismo, Brahma, Vishnu y Shiva (siglo X).

El alma sin embargo nunca muere, por ello en la liturgia funeraria nunca se habla de la persona que ha fallecido sino que se habla directamente de su alma. En el hinduismo se cree que el alma del fallecido se mantiene en el plano terrenal los trece días posteriores a su muerte acompañando a sus familiares y haciendo la despedida de su vida. Durante este periodo sus familiares ofrecen oraciones en torno a un altar donde lo recuerdan. Pasado este tiempo, el alma transita su camino y nunca más podrá volver atrás. Los familiares no deberán invocarlo ya. La cremación es el medio que se considera idóneo para transportar el alma hasta la nueva vida, ya que el fuego transforma y libera todo lo que la materia ha retenido. La ciudad sagrada de Benarés es el lugar más propicio para morir o ser incinerado. Muchos hindúes viajan allí para morir o los familiares llevan sus cuerpos para incinerarlos. Es muy frecuente ver cuerpos sin vida en carros, envueltos en-

tre telas rojas y doradas con collares de caléndulas naranjas mientras sus familiares los acompañan con música de percusión y oraciones. Benarés está lejos de lo terreno, es una ciudad que toca los umbrales celestiales, es el lugar donde el Ganges permite que se lave el karma de las almas liberándose de él y rompiendo la rueda de la reencarnación. Miles de cenizas son llevadas a este lugar, el Ganges siempre recoge con ternura el último aliento. Sobre él es fácil ver flotando cuerpos que fueron de santones, niños o embarazadas, que se consideran puros. La muerte busca la vida y la vida busca la muerte, nada hay más hermoso que observar el orden perfecto de nuestro destino. Paloma López

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Rosita la del Maipo

Un relato de nuestro taller de escritura creativa

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llí estaba la tía Mila, aunque de figura menuda, presidiendo el salón ya casi vacío desde el fondo de un gran butacón orejero, como si fuera una emperatriz niña en la sala del trono de un antiguo castillo. Bueno, en realidad aquella mujer no era exactamente su tía, sino hermana de su abuelo, pero la había criado como a una hija, al igual que había cuidado de su madre cuando llegaron las dos solas desde Argentina huyendo de la dictadura de Videla. A sus abuelos, los padres de su madre, no había podido conocerlos: desaparecieron una noche en Buenos Aires, en algún punto entre su casa y las “instalaciones” de Automotores Orletti. Así que era su tía-abuela, o su “retía” como decían allí en el pueblo, si bien eso de los parentescos siempre le había parecido un galimatías un tanto absurdo: no tenía abuelos, su padre había actuado siempre como si ella no existiera y su madre… ¿qué sentido tenían todas aquellas etiquetas? Esa viejecilla que ahora se hundía en el sillón era la única con la que tenía una verdadera relación de afecto. Y ahora se empeñaba en hacer como si ya no le importara su “pendejita”, como solía llamarla de niña. Inés no podía creer el esfuerzo que les había costado convencer a su tía de que dejara aquella vieja y lóbrega casona y se fuera a Madrid para estar más cerca de ella y mucho mejor atendida en la residencia. Sobre sus huesudas rodillas descansaba una vieja caja de latón llena de papeles amarillentos, cartas quizás, y algunas fotografías. La anciana había cogido una de ellas y la sostenía con suma delicadeza, como si tuviera miedo de que se deshiciera entre sus manos como una hoja seca. No había oído a Inés entrar en la habitación. —¿Quién es la mujer de la foto, tía?

Mila levantó la vista y pareció no reconocerla al principio. Tenía los ojos brillantes y apenas la miró un segundo antes de volver a concentrarse en la foto.

—Tu abuela… Rosita la del Maipo… —tarareó siguiendo una melodía incierta que parecía conmoverla, ignorando la mano tendida de Inés, que tuvo que acercarse y ponerse detrás de ella, apoyada en el respaldo del sillón, para poder ver la fotografía más de cerca. —¿Esta era la madre de mi madre? ¡Qué guapa!

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Mila pareció recuperar de repente la compostura y levantó un poco el retrato, como si estuviera mostrándoselo a un auditorio invisible. —Y la que mejor cantaba… creo que mi hermano nunca llegó a entender la suerte que tuvo, ¡todo el que conocía a Rosita acababa enamorado de ella! —¿Dónde está hecha la foto? Parece que está como muy oscura. —En el Maipo. Esa noche nos colamos después del cierre y ella se subió al escenario y me cantó un tango de Gardel. —¿Os colasteis? —Inés se sentó en el brazo del sillón y la miró sonriendo, para animarla a seguir hablando.

Por un momento, el destello de las lágrimas en sus ojos se intensificó con la emoción y el dolor de los recuerdos que acudían en tropel a su memoria. *

*

*


Cuando Rosita y ella se colaron aquella noche por la puerta trasera del Maipo, justo antes de que cerraran, Mila pensó que ese era sin duda el día más feliz de su vida. Estaba tan nerviosa que apenas podía contener la risa mientras corría detrás de su cuñada por los pasillos en penumbra, arrastrando la bolsa con el nuevo vestido que había terminado de coser hacía solo unas horas. Aún quedaba algún hilván en una de las mangas que, con las prisas, no había podido quitar, pero tenían que hacerlo esa noche, era probable que no hubiera otra oportunidad como aquella. Por fin llegaron al patio de butacas. Aquella sala era tan impresionante que Rosita había frenado el paso y ahora avanzaba despacio, con la boca abierta y la cabeza mirando al techo mientras iba palpando los bordes de los asientos para no tropezar en mitad de aquella semioscuridad. Mila intentaba seguirla muy de cerca y podía distinguir sus lindos dientes, pequeños y apretados, por la comisura de su boca entreabierta de admiración. Llevaba los labios pintados con el mismo carmín de siempre, que olía a cerezas, y de vez en cuando rozaba como sin querer, como si ella también estuviera intentando no tropezar, su cálida y delicada mano.

saber nunca si su marido habría conseguido pasar a Francia cuando ellos embarcaron en el Stanbrook rumbo a Orán, desde donde más tarde cruzarían el Atlántico en busca de una vida mejor, libre de los sobresaltos de la guerra. En cuanto Mila fue capaz de enhebrar una aguja, tuvo que ayudar a su madre a coser para las señoras de los barrios ricos y, cuando murió, ella se fue a vivir con la familia de su hermano. Desde entonces, aportaba todo lo que podía de lo que ganaba haciendo arreglos. No es que le sobrara el dinero, pero si alguna vez podía hacerse con alguna tela bonita, la aprovechaba para hacerle un hermoso vestido a Rosita, para que pudiera llevarlo a sus actuaciones en los cabarets. Y ese era tan especial que habían decidido que tenía que probárselo en un escenario de verdad, uno de los grandes, y le había prometido que allí le cantaría un tango de Gardel. No quería ni pensar en lo que diría su hermano si descubriera lo que estaban haciendo y que, además, le habían cogido su cámara fotográfica. El vestido era discreto, pero se ceñía al cuerpo de Rosita como si quisiera abrazarla, y con el pelo recogido dejaba al descubierto un coqueto lunar que tenía en el cuello. Mientras Mila la ayudaba a abrochárselo, un olor mezcla de perfume y sudor empezó a marearla. Nunca

“A sus abuelos, los padres de su madre, no había podido conocerlos: desaparecieron una noche en Buenos Aires, en algún punto entre su casa y las “instalaciones” de Automotores Orletti.” —¿Viste, Mila? ¡Qué sitio tan relindo! —¿Seguro que no van a descubrirnos? —¡Ay, Mila! ¡No seás boluda! Te digo que esta es nuestra noche. Pasáme el vestido, ¿querés? La madre de Mila había recalado en Buenos Aires a principios de los años cuarenta, sola y con dos hijos, sin

la había tenido tan cerca, aunque había visto muchas veces, a hurtadillas desde la puerta de su habitación, cómo su hermano realizaba aquella misma operación. Cuando estuvo preparada, Rosita le indicó con la mano que se sentara en el escenario y empezó a cantar, con voz muy queda para que no las descubrieran. En la imaginación de Mila, ella siempre era la protagonista de todas aque-

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llas canciones, y ahora la tenía ahí delante, estaban solas y cantaba solo para ella. No podía ser más feliz. Cuando regresaban a casa, aún no habían pensado en qué le contarían a Gonzalo para explicar cómo habían roto la cámara. Estaban tan concentradas en el tango que no se habían percatado de que alguien se acercaba por el pasillo central con una linterna. Al oír gritar al guarda, se asustaron y salieron corriendo y la cámara se golpeó contra una de las butacas del teatro. Por suerte, parecía que Gonzalo aún no había llegado, así que probablemente tendrían una noche más para inventar alguna historia convincente. Al cerrar la puerta de su habitación, la tensión se deshizo y cayeron las dos riendo sobre la cama de Rosita, recordando la cara hinchada y roja de rabia del guarda que las había echado del teatro entre gritos y amenazas de llamar a la policía. La carrera había hecho que Rosita sudara más, y el olor que desprendía su perfume era cada vez más intenso. Por primera vez, y aunque no se llevaban tantos años, Mila sintió que ya no la trataba como esa chiquilla pecosa que había conocido cuando su hermano la llevó a casa de su madre para anunciar que se casaban. Emocionada y sin pensar, se dejó llevar por esa especie de alegría ingenua del momento y por ese aire de complicidad de las travesuras compartidas, y la besó en los labios. La cara de Rosita era más de sorpresa que de enfado, eso seguro, pero no tuvo tiempo de averiguar qué se le habría pasado exactamente por la cabeza. Gonzalo llegaba ya silbando por el pasillo, con el buen humor que solía traer de esas reuniones a horas intempestivas de las que rara vez hablaba, y Mila se fue corriendo, frustrada y avergonzada, al cuarto que compartía con su sobrina Luisa.

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Aquella noche, escondida con la niña mientras los militares se colaban por la puerta de atrás de la casa para llevarse a su hermano y a su cuñada, Mila pensó que ese podría haber sido el día más feliz de su vida. *

*

*

—Inés, ¿dónde está la tía? Dile que tenemos que irnos ya. —Se ha quedado dormida en la butaca del salón. —Pues habrá que despertarla, el taxi está a punto de llegar. ¿Lo tiene todo preparado? —No. —La anciana apareció en ese momento por la puerta de la cocina, y de repente parecía más fuerte, más alta, erguida sobre el apoyo del bastón—. Yo no me voy a Madrid, Luisa. —Pero tía, por favor, si ya lo hemos hablado… —No quiero ir. No quiero ir. No quiero ir a una residencia… —La cogió del brazo y apretó con fuerza la vieja fotografía delante de ella—. No he escapado de guerras y dictaduras para acabar metiéndome yo solita en una jaula, por muy cómoda que sea. Lady Vanguard (Este relato, que aquí se publica firmado con pseudónimo por expreso deseo de su autor, formará parte del próximo libro recopilatorio editado

por el taller de escritura creativa y autoedición de la Asociación Cultural Chozas de la Sierra. © Todos los derechos reservados.)


Cuentahílos

El programa de radio de la Asociación Cultural Chozas de la Sierra

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ace ya un año y medio que nos embarcamos en esta nueva aventura: montar un programa de radio cultural con la colaboración de los socios y amigos que estén dispuestos y tengan ganas y cosas que contar, y hasta la fecha hemos emitido un total de diez. En ellos hemos tratado temas diversos, como lo son las inquietudes que mueven nuestro proyecto: hemos hecho radioteatro, hemos hablado con muchísima gente interesante sobre redes profesionales, arqueología, mindfulness, arte, abejas, literatura, fotografía, música, historia, poesía... y hemos aprendido, sobre todo hemos aprendido muchísimo, a la vez que nos divertíamos y experimentábamos en un medio nuevo de difusión. Este medio, tan vuestro como nuestro, está a disposición de todos para recoger nuevas propuestas. Si estáis interesados en participar en esta actividad, no dudéis en escribirnos un correo electrónico a: cuentahilos@chozasdelasierra.org Cuantos más seamos, más variado y enriquecedor será el contenido que podamos ofreceros. Por si aún no conocéis el programa, os animamos a escuchar alguno de los podcast que podéis encontrar en nuestra página web (www.chozasdelasierra.org). A continuación os dejamos un breve resumen sobre algunos programas, para que podáis encontrar rápidamente lo que más os apetezca escuchar en cada momento. - Primeras puntadas: arte y radio. En este primer Cuentahílos os presentamos a un pintor afincado en la zona norte de Madrid, Andrés Lobato Diz, cuya obra ha visitado museos tan importantes como el Louvre y ha llamado la atención de la crítica a través de su técnica de pintar a bolígrafo. Además, el grupo de teatro aficionado de la Asociación Cultural Chozas de la Sierra ha preparado una versión radioteatral de La guerra de los mundos. - Pespunte y punto atrás. Radioteatro: “La guerra de los mundos” (2º episodio). Entrevista: charlamos con los autores de

La sierra convulsa. Segunda República, Guerra Civil y primer Franquismo al norte de Madrid. La columna: “Llanto por doña Razón Sánchez Mejías” (R. Borge) - Hilvanes y cadenetas. Sabremos por fin cómo acaba la trepidante aventura de La guerra de los mundos, nuestro primer radioteatro por entregas. Además, nuestro compañero Rafa nos lleva de viaje al increíble mundo de las abejas, de la mano del apiterapeuta Pedro Pérez, quien nos tiene reservadas sorpresas como que las abejas son anarquistas, a pesar de tener reina, o que tocan la guitarra al ritmo de Jimi Hendrix. - Rehilando. Nos colamos en el ensayo del trío musical formado por Jean-Philippe (piano), Alfredo (flauta travesera) y Juan Carlos (guitarra) para disfrutar de una tarde de jazz y bossa nova, y aprendemos qué es (de verdad) LinkedIn y cómo sacarle el máximo partido de la mano de Emilio Burgos, especialista en esta plataforma. - Un pasado muy presente. La Asociación Cultural Chozas de la Sierra entrevista al Equipo A de Arqueología para dar a conocer su labor, y además, para pasar un rato divertido, recordamos los famosos “consultorios sentimentales” con un particular homenaje de ficción de la mano de nuestra amiga Penélope. - Memoria de una ciudad. Un vecino de Soto, Txemi Martínez, nos habla de su participación en la muestra colectiva titulada: “Madrid Activismos (1968-1982)” de La Casa Encendida de la capital. Además, Ana acompaña como narradora a sus alumnos del taller infantil de teatro en las aventuras de El sastrecillo valiente. - Mente, arte, inspiración. Entrevista con Javier Ibáñez sobre mindfulness; Cristina Minguillón nos habla de arte contemporáneo y Julia García Lenberg nos presenta su novela Desde las profundidades del mar.

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Entre pucheros

Hablemos de setas

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mpecemos por aclarar que yo personalmente, y aunque me encantan, jamás voy a recoger setas como no sea acompañada por alguno de esos buenos conocedores que en la Asociación tenemos. Porque haberlos haylos. Y no solo son buenos conocedores sino que además tienen vista de lince. ¡Ahí hay un edulis! —gritan emocionados— y tú solo ves hierba, hojas secas, matojos. Y no se equivocan. Efectivamente hay un maravilloso boletus edulis muy camuflado para despistar, pero resignado a pasar a la cesta. Y quien encuentra un boletus encuentra lo que se proponga. Yo, siempre en la inopia, solo veo algún níscalo que tímido emerge entre las púas del pino, alguna lepiota orgullosa y esbelta o las humildes y riquísimas senderuelas jugando al corro en un prado. Ahora, eso sí, busco y busco hasta que siento que las cervicales me chirrían. Mi maravillosa cesta setera siempre es la más pobre al final de la recogida. Pero siempre como setas. Los demás son buena gente y me regalan algunas para cocinar. Y las cocino, por ejemplo, con espaguetis. Rehogo cebolla y ajos, albahaca, jamón picadito y níscalos. Chorrito de je-

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rez. Y sigo rehogando. Pimienta negra. Y vierto el sofrito sobre los espaguetis cocidos. Ralladura generosa de queso parmesano y ¡a servir! Los boletus edulis cortaditos tal cual en carpaccio, regados con aceite de oliva y adornados con queso rallado están de muerte. Las senderuelas dan a las patatas guisadas un sabor fantástico. Y otra cosa. Si coges muchas senderuelas, sécalas al sol,

sin lavar, y cuando estén bien secas las metes en un tarro de cristal con un puñado de arroz (evita la humedad) y podrás tener senderuelas hasta la siguiente temporada. Y comer patatas guisadas, claro. ¿Qué os ha deparado a vosotros este otoño? Ana Aranda


Editorial

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os esfuerzos por unir no siempre se ven recompensados a la primera. Juntar es complementario, restar es divisorio. Cuando hace ya dos años decidimos embarcarnos en proyectos comunes con otras asociaciones de la zona, sabíamos que el viaje sería difícil pero nos entusiasmaba la idea de los resultados que vislumbrábamos al idear los proyectos. Una vez puestos en marcha, comprobamos que lo que a muchas entidades les asusta es el primer paso; sin embargo, una vez que ven cómo se trabaja en conjunto comienzan a querer participar, lo cual es un gran motivo de alegría. Muchas veces nos centramos solo en nuestra actividad y en la tendencia que esta lleva o que la acompaña, y desdeñamos lo que hacen los demás con el vano argumento de “no es como yo lo veo o no es como yo lo haría...”. Superar esta barrera permite aunar esfuerzos y obtener gratas recompensas. Las nuestras, las recompensas, han sido la puesta en marcha de distintos proyectos en colaboración con otras asociaciones culturales vecinas que nos han llevado a tener, por ejemplo, un certamen de narrativa que ya no solo convoca la Asociación cultural Chozas, sino cuatro asociaciones culturales de cuatro pueblos distintos: Miraflores de la Sierra, Tres Cantos, Manzanares el Real y Soto del Real. Una actividad que año tras año cambia de lugar y visita una de estas localidades y hace confluir a distintas personas. Y sí, las une la cultura. Tan buen sabor de boca nos dejó esta experiencia que no hace mucho nos unimos también a Amigos de la Tierra para montar juntos el Rastrillo de Soto, donde se intercambian, se regalan o se ofertan objetos a los que otras personas pueden dar un nuevo uso para evitar así que acaben en la basura y que se generen más y más residuos. Y sí, una vez más la unión de esfuerzos ha dado sus frutos y los domingos de final de mes el parque de Los Morales se convierte en un ir y venir de gente, puestos... Un pueblo de mercadillos, dicen algunos despectivamente; un pueblo vivo, pensamos otros. Así pues, una vez abres las puertas a la cooperación entre entidades surgen ideas que tú solo jamás te hubieras lanzado a poner en marcha o que, simplemente, no se te hubieran pasado por la cabeza por pensar que eran muy complicadas. Pues no, siempre se puede. Muestra de ello ha sido nuestra estrecha colaboración con el Equipo A de Arqueología con el que, gracias a su inestimable ayuda, hemos podido dar vida a una exposición fotográfica sobre el patrimonio histórico de Soto del Real y a una

conferencia previa que llenó el salón de actos de la casa de la cultura de gente ávida por conocer los principales hitos históricos de nuestra localidad. Durante más de un mes la exposición ha estado abierta para que todo el que pasara por allí la viera y la intención es replicarla en otros lugares como el Instituto Sierra de Guadarrama; el colegio El Pilar o el Hogar de los jubilados. Sitio, este último, en el que nos encantaría que se pudiera quedar definitivamente, pues pensamos que alrededor de estas fotos se pueden propiciar muchas charlas y recuerdos de nuestros mayores... Una vez más, la suma y no la resta esperamos que facilite que este proyecto se difunda lo máximo posible en Soto. Podríamos hablar también del proyecto conjunto de radio o el de poesía, y por qué no, el de salidas al campo y senderismo... pero preferimos que os paséis y disfrutéis de todo ello con nosotros. Ahora bien, las entidades culturales de la localidad hacemos esfuerzos por sacar adelante proyectos con muy poco, nos intentamos unir, como hemos contado, a otras de otros pueblos para hacer más robustos y atractivos nuestros proyectos, pero nos encontramos con un problema que arrastramos desde hace años y al que no parece que se quiera poner solución: ¿dónde desarrollamos nuestras actividades? Otras entidades del pueblo cuentan con espacios óptimos para el desarrollo de sus proyectos, sin embargo, las asociaciones culturales hasta el momento no han contado nunca con espacios destinados a ellas y a propiciar el movimiento cultural entre los vecinos. Sin un espacio común (no se reclaman espacios individuales, esa no es la idea) es mucho más difícil montar cualquier cosa, porque no me dirán que se puede convocar un taller, por ejemplo, en un armario... Es un ejemplo irónico, pero la realidad es que consideramos que nuestro pueblo tiene una escasez notoria de espacios destinados al desarrollo de actividades de las asociaciones culturales (y no nos referimos al futuro centro multiusos, que no sabemos cómo funcionará, ni a la ya existente casa de la cultura, que no es suficiente). Para propiciar el verdadero encuentro entre las muy distintas entidades culturales locales hacen falta puntos de reunión donde todas ellas, por distantes que sean, se vean y se relacionen y poco a poco se sientan cercanas para construir cosas en común. Quizás así no desaparecerían entidades culturales del pueblo con años de recorrido y se fomentaría la aparición de otras nuevas. Aprovechamos la ocasión para desear a nuestros lectores unas felices fiestas en las fechas que se avecinan.

La Gaceta de Chozas quiere ser un medio de difusión de cultura pero también de todo tipo de inquietudes sociales, medioambientales, etc.

Por eso nuestras páginas están abiertas a cualquier vecino que quiera participar en este proyecto, así que no lo dudes, si tienes algo que decir, ¡escríbenos un correo a gaceta@chozasdelasierra.org y cuéntanoslo, en forma de artículo, carta a la redacción, o lo que se te ocurra!

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