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5.2. Eslabón de recolección
5.2. Eslabón de recolección
Se debe dividir al eslabón de recolección en dos tipos de actores. 1) Cuando se trata de tierras privadas o concesiones, es el empresario barraquero quien organiza a los recolectores para ingresar a las zonas de castaña. A quienes trabajan para el empresario se les llama zafreros. 2) Cuando la tierra no es privada, se trata especialmente de familias indígenas que viven en las comunidades alrededor de los ríos y el bosque. En algunos casos, son tioc que pertenecen al pueblo indígena al que fueron dotadas, y es ese grupo indígena el que se organiza para distribuir los castañales. También puede tratarse de campesinos que viven en una tierra que no ha sido dotada ni a barraqueros ni a indígenas (nuevo asentamiento).
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En ambos casos, la comunidad conoce las zonas con castaña y se organiza para que cada familia tenga acceso a una zona con árboles de castaña en proporciones equitativas. El objetivo de la organización es múltiple, pues no solo se busca que todos en la comunidad se beneficien, sino que además se espera que haya unidad para proteger al bosque contra algunos no-comunarios que deseen cosechar la castaña de esas zonas. Los nuevos asentamientos reconocidos por el inra cuentan con una dotación promedio, por familia, de 75 ha.
Dada la compleja realidad de la propiedad de la tierra descrita anteriormente, no es factible saber cuántos de los recolectores son nuevos asentamientos, cuántos son indígenas que han sido titulados como tioc y cuántos son zafreros. Se sabe, por entrevistas y opiniones de expertos, que el grueso de los recolectores son zafreros. El cronograma agrícola de la castaña se presenta en la tabla 2:
Tabla 2 Cronograma agrícola anual de la castaña
Meses Dic. Ene. Feb. Mar. Abril Mayo Jun. Jul. Ago. Sept. Oct. Nov.
Mantenimiento de las sendas de ingreso al bosque
Traslado de las familias al bosque
Acopio de castaña
Beneficiado
Exportación Fuente: Elaboración propia.
Las actividades de recolección de castaña son comunes tanto entre indígenas como entre campesinos y zafreros; la diferencia está en la forma de relacionamiento con los barraqueros o mayoristas. Mientras
los indígenas tienen una relación comercial con las barracas, los zafreros tienen una relación compleja: las barracas no hacen tratos con los zafreros, ellas contratan a un “contratista”, quien debe hacerse cargo de contratar a los zafreros; de esta manera, no existe relación laboral entre barraca y zafrero, aunque en los hechos están contratados para realizar la explotación de una zona concedida a una barraca.
De esta manera, algunos barraqueros eluden la Ley 3274, que se describe más adelante y que norma los derechos laborales de los trabajadores de la castaña. Otro factor que distorsiona el análisis es que el contratista solo hace contratos con el varón de cada hogar, pese a que se sabe que ingresará con toda su familia. Esto se hace con un motivo: el barraquero quiere deslindarse de la responsabilidad de cubrir la alimentación y transporte de toda la familia, o de los accidentes que puedan ocurrirles; es más, en algunos casos, el contrato del zafrero prohíbe el trabajo infantil, pese a que se sabe que el zafrero ingresará con toda su familia, incluyendo a sus hijos. Desde el punto de vista de los barraqueros, se suele argumentar que nadie obliga al zafrero a llevar a su familia y que es parte de los “usos y costumbres”, lo cual también es cierto. En los hechos, el zafrero ingresa con su familia para poder hacer su trabajo más rápido, gracias a la mano de obra extra.
La cantidad recolectada por unidad familiar varía mucho entre fuentes. Según la Asociación Boliviana para la Conservación de Ecosistemas Andino Amazónicos (aceaa), 9 cada familia indígena del norte de La Paz recolecta, en promedio, 126 bolsas de castaña por año, lo que equivale a 8.6 toneladas de castaña. Coria (2018) estima que la familia promedio de Santa Rosa del Abuná (Pando) recolecta entre 40 y 50 bolsas, lo que equivale a 2,7-3,4 toneladas. Algunas familias indígenas o campesinas que trabajan en tierras comunitarias contratan mano de obra para recolectar castaña, esto depende del capital con que cuenten para financiar la mano de obra subcontratada y de la cantidad de árboles o superficie que reciban en dotación comunal.
El mantenimiento de sendas de ingreso al bosque se realiza en época seca, vale decir, entre abril y noviembre. Los zafreros son contratados por jornal para este trabajo, mientras que los comunarios lo deben hacer para habilitar sus propias entradas al bosque. Suele hacerse una vez cada dos meses dependiendo del crecimiento del bosque.
La recolección de castaña se hace en los meses de lluvia y requiere que cada familia, con todos sus miembros, se interne en el bosque durante tres
9 Sistema de Monitoreo aceaa 2018-2020. Datos de la tioc Tacana ii, norte de La Paz.
a cuatro meses. La internación es realizada tanto por zafreros como por comunarios. El acopio se hace en “payoles”, que son una especie de galpón.
Los payoles o almacenes están ubicados cerca de un arroyo o río para poder transportar la castaña a los centros de acopio mayoristas, salvo que exista un camino carretero. Para la recolección ingresa toda la familia y todos ayudan en el proceso. Escóbar y compañía (2010) estiman que el 74% de la población mayor a 7 años, en esta región, trabaja en la castaña; vale decir que los niños, niñas y adolescentes que ingresan al bosque con sus familias también deben recolectar cocos de castaña. Esto forma parte de un proceso educativo no formal que servirá al futuro adulto como medio de sustento.
Una práctica común en el proceso de recolección de castaña se denomina “habilito”. Consiste en que un rescatista o barraquero entrega un crédito o adelanto a una familia, usualmente en especie, para su estadía en el bosque durante meses. Esto no evita que las familias también realicen pesca o caza, pero ayuda a concentrar la mano de obra en la recolección de cocos. Quien entrega el habilito está dando, en el fondo, un crédito o anticipo que se paga con la entrega de castaña. Si se trata de un barraquero a un zafrero, es un adelanto de su paga; si se trata de un proveedor de víveres, es un crédito. En cualquier caso, el control del valor monetario total del “habilito”, lo decide quien lo entrega. Según Poveda (2019), el sobreprecio en la entrega de víveres es de un 37% con relación al mercado.
Parte del proceso de negociación entre barraquero y zafrero consiste en fijar el precio de la caja de castaña, el monto del habilito y algunas condiciones para el traslado a los campamentos de la barraca. Entonces, suele haber una relación desfavorable para las familias: sobreprecio en los víveres o insumos necesarios (bolsas), y un bajo precio por la castaña en la época de mayor abundancia de materia prima.
La familia cuenta con muy pocas herramientas o implementos de trabajo: bolsas de recolección (para el acopio) y machetes (para partir el coco y abrir la senda). En el caso de los zafreros, estos implementos los entrega la empresa, pero se los descuenta de su paga. Cada bolsa de propileno carga 69 kilos de castaña y el transporte desde el bosque hasta los payoles se realiza usualmente a pie y lo hace el jefe de familia, o en moto, si es que las sendas lo permiten. La castaña se mide en cajas de 23 kilos o bolsas de 69 kilos, también denominadas barricas. La cantidad acopiada por cada familia depende de su composición, la densidad de árboles por hectárea y la cantidad de cocos.
Los cocos se recogen del suelo, una vez que han caído maduros. Existe el riesgo de que un coco caiga cuando la familia hace la recolección,
por eso se espera a la primera mitad de diciembre, momento en que se estima que el 80% de los cocos ya ha caído. Prácticamente no existen implementos de seguridad contra la caída de cocos, y el único que hay contra la mordedura de víboras, es el uso de botas de hule. Fuera de ello, el acopiador no tiene equipos de protección ante su ambiente.
Primero se acopian los cocos, y cuando la cantidad es suficiente, se los golpea con el machete para sacar las semillas. Suele ser un trabajo para las mujeres de la familia, mientras los hombres acopian cocos en otras zonas. Una vez extraídas las semillas, se procede al traslado a los payoles que también se encuentran en el bosque.
Típicamente, la infraestructura de acopio es rudimentaria y no tiene la ventilación óptima para sacar toda la humedad del fruto. Esto puede derivar en pérdidas si no se controla la presencia de hongos productores de aflatoxinas. Según Coria (2018), las pérdidas producidas por mal almacenamiento dentro del bosque varían entre 5% y 10% de lo recolectado. Por otro lado, mientras más tiempo está el coco en el suelo sin ser recolectado, más probable es que el mismo se pudra o aparezcan hongos. Según el ibce,
las mejores almendras son las recolectadas como máximo hasta fines de enero con 92% de castañas sanas, en abril el promedio de semillas perdidas es de aproximadamente el 50% debido a la entrada del agua de lluvia por el opérculo del fruto.
Una manera de controlar la humedad es construir un payol que, a diferencia del almacén tradicional, esté elevado del suelo y sea ventilado. Algunos comunarios transportan la castaña hasta sus comunidades, donde hay menos humedad que en el bosque, pero esto depende de la cercanía y las vías de comunicación. La mayor parte realiza todo el trabajo dentro el bosque durante tres a cuatro meses. Si bien no existe una norma para la recolección de castaña, la investigación de algunas ong y la práctica de algunas barracas (en un proceso más del tipo learning by doing o aprender haciendo) ha permitido generar conocimientos de buenas prácticas que se transmiten entre los acopiadores más activos y que inciden en la calidad final del producto. Se describen las más importantes:
– Los payoles en campo deben estar levantados del suelo para que la humedad no pudra la castaña. Esto tiene incidencia en la merma del eslabón. – Los payoles deben ser construidos de manera que el viento pase a través de ellos y elimine la humedad de la castaña recolectada.
– Las bolsas de castaña deben colocarse intercaladas, de manera que permitan el paso del viento entre bolsas; es decir, no deben formar una trinchera o muro, sino deben permitir que el viento circule. – La lluvia y el viento definen la temporada de recolección. Los recolectores conocen el momento idóneo para entrar y recolectar la mayor cantidad de cocos del suelo y minimizar la cantidad que cae desde los árboles. – Debido a que el acopiador compra la materia prima sin un análisis detallado, algunos recolectores entregan el producto que ha quedado del año pasado, o ponen piedras en las bolsas, o las mojan para aumentar su peso. Es recomendable hacer al menos una inspección aleatoria.
5.2.1. Aspectos laborales, sostenibilidad ambiental y género
La Ley 3274, Ley del Trabajo Asalariado del Beneficiado de Castaña de 2005, regula las relaciones laborales de dependencia en la castaña; y si bien presenta algunos lineamientos del trabajo de los zaferos, se ha modificado poco y continúa siendo la ley que peores condiciones laborales presenta. El zafrero debe internarse a un campamento establecido por el barraquero o al bosque, dependiendo de las distancias desde el punto de recolección hasta su centro de acopio. Si bien la ley representa parte de la lucha de los zafreros por mejores condiciones, su aplicación no es total porque los barraqueros tienen el poder de contratación, y también, en parte, porque algunos artículos tampoco son “convenientes” para los zafreros. Concretamente, la ley especifica que, así como deben recibir el equivalente a un salario mínimo nacional y beneficios sociales (aguinaldo, finiquito e indemnización), los zafreros también deben aportar para su seguro social a largo plazo (a las Administradoras de Fondos de Pensiones [afp]). En síntesis, ambas partes tienen interés en que la ley no se cumpla a cabalidad (Escóbar et al., 2010).
Si bien existen organizaciones gremiales de los zafreros, poco han logrado hacer con relación al contrato laboral y el cumplimiento del mismo por parte de los barraqueros. La organización más antigua es la Federación Sindical Única de Trabajadores Gomeros y Castañeros de Bolivia (fsutgc-b), que se crea en 1983 en Riberalta. Existen otras organizaciones en Pando y La Paz que trabajan en sus departamentos, pero debido a que la actividad está fuertemente concentrada en Riberalta, la fsutgc-b es la de mayor importancia.
Se ha pretendido negociar un precio mínimo por caja de castaña entre el Ministerio de Trabajo, la asociación de barraqueros y la fsutgc-b.
Estos acuerdos usualmente son incumplidos por los barraqueros y el Ministerio no cuenta con personal para velar por el cumplimiento en campo, vale decir, en el bosque. Los barraqueros cuentan con mayor poder de negociación, en parte, por la atomización de los zafreros y, en parte, porque son ellos quienes disponen de la tierra. Muy diferente es la situación de los campesinos o indígenas que entran a tierras comunitarias y que trabajan según su propio interés y capacidad; algunos también reciben habilito, otros no, pero no tienen relación laboral con la barraca o el contratista.
Tanto el zafrero como el indígena viajan con su familia y trabajan en el bosque sin seguro médico y corriendo el riesgo de ser atacados por animales locales (usualmente víboras y alacranes que se encuentran en los cocos caídos de los árboles, aunque también jaguares) o incluso de recibir el golpe de un coco cayendo desde 20 o 30 metros. Asimismo, no tienen jornada laboral, cuando es usual que se trabaje por jornadas de 12 a 14 horas. En el caso del zafrero, se trabaja para cumplir con un cupo de producto que compense el dinero entregado como habilito.
La Ley 3274 también prohíbe el funcionamiento de pulperías que se usaban para entregar el habilito en especie y, en muchos casos, con un valor mayor al del mercado. Al finalizar la zafra, el zafrero debe pagar su habilito. Su contrato especifica que, si al terminar la zafra, su salario es menor que lo recibido como habilito, el zafrero pagará ese saldo con la próxima zafra, generando un espiral de deuda para el zafrero. El barraquero entrega tanto efectivo como bienes en el marco del habilito. Parte del problema es que el zafrero consume de la pulpería casi sin importarle el sobreprecio de la misma, y no solo productos de primera necesidad, sino también alcohol o cigarrillos. Al saldar cuentas, algunas veces se da cuenta de que ha gastado más de lo que ha ganado, lo que genera que “deba” trabajar la siguiente zafra prácticamente gratis.
Por otro lado, si bien se prohíbe el trabajo a menores de 14 años, en los hechos, la familia entra al bosque y todos trabajan en la medida de sus capacidades en la recolección de cocos. El resto del año, el grueso de los zafreros vive en Riberalta u otros centros urbanos y se dedica a actividades propias de la ciudad: trabajan como mototaxistas, albañiles, mecánicos y electricistas, en el caso de los varones, y vivanderas, lavanderas o amas de casa, en el caso de las mujeres (Poveda, 2019). Si bien el zafrero y el indígena recolector se consideran mano de obra no calificada, hay una serie de conocimientos que deben tener para poder trabajar en el bosque, por ejemplo:
– Deben poder cazar y pescar porque el habilito no incluye carne para toda su estadía.
– Deben poder manejar un rifle para prevenir el ataque de jaguares y saber manipular los cocos para no ser atacados por alacranes o víboras. – Deben poder manipular el machete para romper los cocos sin quebrar las semillas. Más de una persona pierde un dedo o varios por la mala manipulación del machete. – Son pocos los zafreros que usan cascos de protección ante la posible caída de un coco de castaña. La mayoría no tiene protección y los contratistas tampoco la proveen. – La vida en el bosque es compleja, no hay agua potable, baños, ni camas, además de que la humedad es muy elevada. Tampoco hay postas de salud, por lo que los zafreros y los indígenas saben usar las plantas locales para curar algunos problemas leves: fiebres, malestar gastrointestinal, algunos dolores musculares, etc. – Es necesario conocer algunos productos locales para tratar los síntomas de enfermedades endémicas, como la malaria y leishmaniasis, entre las más importantes.
Tanto barraqueros como zafreros y comunarios tienen interés en mantener el bosque. Si la recolección se realiza en un área protegida o reserva, las normas para el buen manejo del bosque son explícitas y las hace cumplir personal del Servicio Nacional de Áreas Protegidas (sernap). Fuera de estas zonas, son usualmente los mismos comunarios y zafreros los que tienen prácticas ambientales neutrales o poco dañinas: la caza y pesca son en pequeña escala, y el uso de madera para payoles o para leña es mínimo. El mayor problema de la internación del recolector está en introducir plástico al bosque, ya sea porque se lleva agua o refrescos. Algunas comunidades exigen que quienes lo hacen saquen también el plástico hacia las comunidades donde puede ser enterrado o almacenado; pero esto no siempre se cumple. La escala en que se realiza esta actividad aún no genera todavía en las ong ambientales, pero a medida que las comunidades crecen, es un tema que se considera más y más relevante.
En los roles de género, se reconoce que las mujeres tienen básicamente dos roles en el eslabón de recolección:
– Cocinar la comida para el alimento de la familia cuando se encuentra en el bosque. – Romper los cocos acopiados por los varones de la familia. Este trabajo se realiza con el machete y requiere sumo cuidado, pues