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Presentación

PRESENTACIÓN

La Gacepa cumple su segundo año, fruto de la ilusión y del trabajo de profesores y alumnos que al inicio de la pandemia creamos un espacio para compartir experiencias y pequeños escritos que nos ayudaban a confraternizar con aquellas personas de las que la COVID-19 nos había alejado pero que seguían presentes en nuestras vidas.

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Desde aquí, nuestro afectuoso recuerdo para todos aquellos que se marcharon para siempre, para sus familiares y amigos, y para todos los que siguen sufriendo las consecuencias de un virus que cambió nuestro modo de vida pero que no ha exterminado nuestra ilusión y nuestras ganas de superarnos día a día.

La Gacepa, como nuestro alumnado, tiene carácter internacional, fruto de las diversas culturas que conviven en el CEPA y que enriquecen nuestras aulas. Sus aportaciones son pequeñas instantáneas que tomamos cuando abrimos sus ventanas y nos asomamos a su mundo, dando una vuelta en un clic, compartiendo la experiencia en el Laboratorio de Culturas Urbanas, asistiendo al teatro o a la “Yincana”, leyendo a los ganadores del concurso literario, cocinando o compartiendo las emociones que nos trasmiten los alumnos en sus poemas y relatos.

Gracias por haber participado y compartido vuestras experiencias e inquietudes, por dejarnos formar parte de vuestro mundo.

Antes de despedirme, me gustaría deciros que todas las primaveras, ya cercano el fin de curso, y, como probablemente habréis observado, el patio de nuestro centro nos sorprende con el nacimiento de alguna florecilla entre los montones de hojarasca que el viento acumula aquí y allá, a su antojo. Las hojas caídas de los árboles, ya de color marrón, no desaprovechan ni una brizna de su útil vida, y la arropan y alimentan, como si de un hijo se tratase. La florecilla solitaria crece y se eleva desde su tallo como una torre vigía, observando su hábitat, sintiéndose insignificante y pequeña, abandonando la inseguridad que seguramente le produce la gigantesca presencia del árbol que le prestó sus hojas en los últimos instantes. Bella, fuerte, arrogante, va extendiendo sus pétalos hasta alcanzar su talla de flor adulta. Exhibiéndose, atrayendo las miradas curiosas de otros seres que le pueden resultar extraños, inquietantes… a veces, peligrosos, a veces, seductores… va cumpliendo su misión de flor antes de fundirse con la broza y alimentar la vida de una nueva florecilla si el tiempo lo permite y el tórrido calor del verano que está llegando no la agosta.

Todos los cursos, nuestras florecillas atraviesan por primera vez la puerta del CEPA, quizás con cierta timidez o incertidumbre, llenos de sueños y de vida por delante, que, como nuestra efímera florecilla, poco a poco van extendiendo sus pétalos y se marchan, ya crecidos, hacia el final de la primavera, habiendo cumplido con su tarea de haber sido nuestros alumnos, el tesoro más apreciado de nuestro centro que dará vida a posteriores generaciones y llenará los cursos por llegar de nuevas ilusiones y sueños.

María Eugenia López Directora CEPA Arganzuela.

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