Amor en pandemia

Por: Dorys Feres

¿Cuántas preguntas nos hemos hecho acerca de este confinamiento que estamos obligados a vivir desde hace dos años?, ¿por qué nos encerraron?, ¿quién nos quitó nuestra libertad? y ¿ahora qué hacemos con nosotros mismos? ¿Cómo vamos a convivir, mañana, tarde y noche con la persona que elegimos para envejecer juntos?, ¿y con nuestros hijos que todavía dependen de nosotros?

Si hacemos una reflexión con honestidad muy en el fondo de nuestro ser, esta pandemia de covid19 ha sido todo un aprendizaje de vida. No nos confinamos por obedientes a un orden mundial, sino que nuestro instinto de conservación nos hizo a los conscientes protegernos y cuidarnos para no morir, esto nos indica que amamos la vida, a nosotros mismos y a los que están en nuestro entorno.

Al cuidarnos y resguardar a los nuestros, también hemos tomado la decisión correcta con quién y para quién vivir… descubrimos nuestro sentido de vida. La libertad la hemos tenido siempre, se lleva dentro de nuestro ser, pero cada individuo que vive apegado a lo material cree que perdió su libertad y sale a buscarla fuera del seno familiar… sin darse cuenta que está encerrado en su propia jaula mental…

Esto nos da una lección: el desapego, porque nada nos llevaremos de este mundo, más que el amor que hayamos dado en vida.

Esta pandemia nos ha obligado a estar con uno mismo, bajo un techo que se llama paraíso, que cada uno construye para su bienestar, nuestro hogar… ese lugar sagrado que representa la paz, seguridad, armonía y está hecho con pilares de amor.

No soslayo las pérdidas de los seres queridos ni tampoco que hay un destino manejado por nuestro poder superior que los alcanzó, esto ha sido devastador y nuestro espíritu ha decaído. La mayoría en depresión, con enojo, pero tenemos una fuerza interna que emana de nuestro espíritu que debemos seguir… y es aprender a vivir nuevamente, aun sin los seres que partieron y que tanto amamos.

Yo me pregunto, ¿cómo vamos a regresar a una “nueva” normalidad los que sobrevivimos?, ¿quiénes somos hoy, después de lo vivido y que aún no termina?, ¿con qué instrumentos morales y emocionales podemos comenzar de nuevo, siendo mejores personas?, ¿nuestros hijos y nietos tendrán la misma conciencia del ayer, si la vida pende de un hilo y en cualquier momento ya no estamos? Aprendimos realmente quién ha estado con nosotros de nuestra mano siempre, quién no y quién nunca… es triste, pero al mismo tiempo es de agradecer a la adversidad que nos haya hecho fuertes, capaces de vencer todo el miedo que habita por momentos en la humanidad desprotegida, herida…

Es momento de dejar a un lado la soberbia, la ambición, la mentira, la ingratitud, no nos deja nada, sólo la propia destrucción… ya no tenemos tiempo… únicamente de amar y dar lo mejor de nosotros, de sonreír a pesar de las crisis y seguir creciendo para llegar a tener sabiduría y plenitud, con la certeza de que lo único que sostendrá nuestro espíritu, será el amor que hayamos brindado en cada instante de la vida y nos recordarán por ello, aun trascendiendo a otra dimensión de vida, justo por eso, por el amor…

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