OBJETOS DEL TIEMPO

Antología digital elaborada dentro del programa social Talleres de Artes y Oficios Comunitarios 2022, en el taller Fábrica de libros: literatura y autoedición, impartido en el PILARES Francisco J. Múgica de la Alcaldía Coyoacán.
Autores textos:
Aarón Barraza Hernández
Diana Laura Barraza Hernández
María Teresa González Olivares
Yolanda Arce Araujo
Edición: Carolina Becerril
Presentación pág. 2
El oro Celslaia pág. 3
El pueblo de Zaaschila pág. 6
El bazar de antigüedades pág. 10
La tienda de antigüedades pág. 14
¿Qué es el tiempo? pregunta sencilla que implica muchas respuestas. El camino fácil para definirlo seria diciendo que es la herramienta que tenemos para medir la duración de los sucesos, también lo podríamos llamar como la sucesión de acciones, pensamientos, estados, y de todo lo que compone una vida.
La presente antología reúne 4 diferentes historias escritas por los alumnos del taller Fábrica de libros, cada texto surge de un mismo lugar: una tienda de antigüedades, y la trama parte de la siguiente premisa: ¿Qué pasaría si uno de los objetos de dicha tienda fuera una máquina para viajar en el tiempo? Cada uno de los escritores respondió esta pregunta de un modo distinto: desde civilizaciones antiguas, historias familiares, recuerdo de la infancia, hasta pueblos fantasmas.
Los objetos del tiempo nos pueden llevar a épocas pasadas o a eventos futuros, sirva este libro como máquina para viajar en el tiempo, sólo basta un lector curioso... ¿estás listo?
La tienda era rústica y descuidada, el olor penetrante a humedad era casi imposible de ignorar, caminé a las estanterías, todas casi llenas de cosas inútiles, como tazas para gente con bigote de 1960, un cactus bailarín roto de 1980, y… ¡¿eso es una espada?! Como sea, la dueña de la casa de empeño, Katia (que de seguro es más vieja que lo que vende) me miró con cara de pocos amigos sobre su revista de: “las mil y un formas de re-arreglar tu vida”.
Continué recorriendo la casa de empeño, ¡es impresionante la cantidad de cosas que uno puede encontrar!, como por ejemplo:
Un bate eléctrico, una figura de nomerraft deforme, una planta de galleta, el apéndice disecado de un ratón… ¡¿ESO ESTÁ A LA VENTA?!
Estuve a punto de vomitar, lo único que me detuvo fue la nueva mirada fulmínate de la señora Katia, quien ahora alimentaba a Larry, el gato gordo de la tienda que lo único que hacía era comer.
Eso y que vi algo muy genial y padre, UNA FIGURA DE ORO DE IOSAVCO un dios de una cultura tami que se llamaba Celslaia.
Ooooooobviamente la compré y me fui, mientras la señora Katia acomodaba una manzana con ojos humanos la cual se veía muy asquerosa; pero bueno, dejando eso de lado, me fui a mi casa con la figura, pero algo muy raro pasó, empecé a ponerme transparente, intenté gritar, pero
nada salió de mi boca, incluso una persona pasó a través de mí pero sin chocar, como si me hubiera convertido en un fantasma y la figurilla de Iosavco empezó a brillar, dejándome cegado por unos segundos.
Cuando recuperé la vista, noté que aparecí en un llano seco, ya normal y sin estar transparente, miré a mi alrededor, todo era muy extraño, un tipo de fusión de ornitorrinco y oso bailaba la macarena, no olía a contaminación y unos extraños hombres me empezaron a aventar piedras y palos.
Tuvimos la siguiente conversación: —hombre1: y ut enqui rese? * —yo: ¿qué rezo qué? hombre2: euq rora blasha ** (que raro hablas) yo: ehmmm ¿tedesus tupidos dosto nos quia?*** (ustedes estúpidos todos son aquí?) —claro que me di cuenta que usaban palabras más o menos al revés… creo hombre3: ntoto rese ut johi ed al gradafre**** (tonto eres tu hijo de la fregada) —yo: sí, mejor me voy. Intenté salir de ahí, pero más hombres me bloquearon el paso.
En un intento desesperado por huir, les lancé mi figurita de losavco, y en ese instante se detuvieron a ver la figurilla,
*Y tú, ¿quién eres? **Qué raro hablas ***Ustedes estúpidos son aquí ****Tonto eres tú, hijo de la fregada
luego me voltearon a ver, creo que me noquearon, porque después de eso solo sé que desperté en una cueva con dibujos escalofriantes.
Un hombre con traje de hojas, me saludó en lenguaje de señas (le entendí porque tomé un curso de lenguaje de señas en pilares) pero dejando eso de lado , me dijo que un ser llamado Gobierno crearía una entidad que destruiría a todos, mostrándome una pintura de una especie de criatura muy larga, totalmente de color negro, encorvada en 4 patas, con visible desnutrición, ya que se le veían los huesos, tenía dientes afilados, ojos rojos y alas de murciélago.
Según el hombre (que me dijo que se llamaba Dozamen) yo era el elegido y tendría que destruir a la criatura con el entrenamiento que debían darme, pero no término de decir lo que iba a decir, porque una especie de gigante deforme con manos en forma de cuatro empezó a decirme queeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeee
ERASED DATA.
“Antigüedades Nora”
Eso es lo que se veía escrito con letras negras en un letrero colgante de madera.
Éste, indicaba el nombre de un viejo local, en un pueblo completamente abandonado, olvidado por el mismísimo Dios.
Un oscuro silencio reinaba en ese lugar… Aunque eso no duraría mucho…
—Aquí bajamos, gracias.— Dijo John al conductor del autobús.
No sé cómo me convenciste de hacer esto. Mencionó Esteban en un murmuro, aunque lo suficientemente alto como para que su amigo lo escuchara.
Es que soy…. Irresistible. John usó un tono burlón mientras ambos descendían del transporte.
—Muy bien. ¿Dónde está tu misterioso pueblo fantasma?—
Preguntó Esteban observando los alrededores. Mmm…Por allá. Su amigo comenzó a caminar, siendo guiado por un pequeño mapa.
—Está al revés…— Esteban hizo todo lo posible para contener su escandalosa risa.
John rápidamente volteó el mapa y habló: —Ya sabía. Sólo quería ver si estás atento. Cualquier cosa puede pasar en un pueblo fantasma. Es por allá.- Concluyó.
Una hora después, ambos chicos, ya cansados, vieron a lo lejos un conjunto de viejas casas.
Eso es un pueblo, ¿verdad? Preguntó Esteban.
Creo que sí. Aunque… en el mapa no aparece ninguno cerca de nuestra ubicación.— Dijo John comenzando a emocionarse.
Es ese. Puedo sentirlo. Es el pueblo fantasma del que leí. Agregó.
—Hm. Parece que no estás loco después de todo.— Esteban retomó el camino hasta su misterioso lugar de destino, con John dando pequeños saltos de alegría detrás de él.
En la entrada del pueblo, un gran cartel los recibía: “Bienvenidos a Zaaschila. Estábamos aquí antes de que llegaras, estaremos aquí cuando caigas.”
Wow. Qué agradables sujetos. Algo que caracterizaba a Esteban era su amor por el sarcasmo.
Los amigos se adentraron al lugar. Todo estaba viejo y….vacío.
—¿Exactamente, ¿por qué está abandonado este pueblo? El cerebro de Esteban era carcomido por la duda.
Pues…no se sabe en realidad. Existen muchas teorías. Le respondió John.
—La más popular es la de la máquina del tiempo— Mencionó.
¿Máquina del tiempo? Esteban estaba visiblemente interesado en el tema.
—Se cuenta que este lugar estaba habitado por personas muy peligrosas. Comenzó a narrar John.
-Ex convictos, ladrones, asesinos, psicópatas incluso.
Dicen que el gobierno los envió aquí con la intención de que no fueran un peligro para otros. Sólo para ellos mismos.
Un día, una mujer llegó al pueblo. Cuentan que era inventora, así que con sus extraños artefactos mantenía a los habitantes a raya. No la molestaban de ninguna forma.
Hace unos años, algunos comerciantes tomaban rutas que pasaban cerca de aquí, y todos aseguran que se alcanzaban a percibir destellos azules de vez en cuando. Incluso, uno de ellos dijo que fue de los pocos valientes que se acercaron a ver qué ocurría. Menciona que vio algo que lo dejó bastante sorprendido…
Una enorme máquina metálica que desprendía chispas y rayos, ruidos monstruosos y se movía frenéticamente. Cuenta que la mujer se adentró al extraño aparato, el cual se cerró , y luego de unos segundos, desapareció. El lugar quedó completamente vacío.— Toda su población fue desapareciendo sin dejar rastro. Quizá los mandó al pasado. O al futuro. Quién sabe. A lo mejor los mató y ya. —El caso es que nunca más aparecieron.- Terminó John. Eso es… Esteban no pudo decir nada más. Ambos chicos siguieron explorando el pueblo. Encontraron algunas cosas como viejos periódicos y registros…
De la nada, destellos azules comenzaron a percibirse, provenientes de una casa del lugar. Seguido de esto, la voz de una joven mujer gritó:
¡Funcionó! ¡Funcionó!-
Esteban, recordando la historia que anteriormente le había sido contada, comenzó a correr lo más rápido que sus piernas le permitían.
John, luego de unos segundos de asimilar todo, siguió los pasos de su amigo. Ninguno de los dos quería averiguar si la vieja leyenda era real.
Una risa macabra resonó por todo el lugar.
Una mujer joven y hermosa, vestida completamente de negro, caminaba lentamente por el lugar, disfrutando el haber vuelto.
Al llegar a su destino, abrió con cuidado la vieja puerta del que anteriormente había sido su hogar.
Recorrió los pasillos y las habitaciones, cubiertas de sangre.
Cuadros de felicitaciones colgaban en las paredes. Había sido una gran científica.
Fue muy lamentable lo que le sucedió… Esquizofrenia e inicios de psicopatía…
¿Quién lo diría?
La chica recordaba todos y cada uno de los asesinatos que había cometido años atrás.
Aunque para ella habían sido solo minutos…. Un suspiro se percibió por toda la casa.
Pero no era uno triste. Para nada…
Con una sonrisa diabólica, la chica habló: He vuelto…-
En la casa de antigüedades, “Las Mil y Una Historias”, se pueden encontrar objetos de lo mas simple a lo mas raro y complejo que te puedas imaginar y todo tan viejo como el dueño del bazar.
El tío Pedro, como le dicen todos los que lo conocen, es un hombre octogenario de larga y delgada figura, en su rostro refleja siempre una sonrisa y cuando levanta la cejas, en su frente se forman varios surcos profundos como los de los campos que están listos para la siembra y siempre se le ve sacudiendo todos los objetos de su tienda con un viejo y destartalado plumero.
Al tío Pedro lo visita frecuentemente su sobrino Ricardo que, al salir de la escuela, se dirige al bazar que le queda de paso hacia su casa; las visitas de Ricardo son breves y la plática que entablan siempre está dirigida hacia uno de los objeto que más llama la atención del chico; un viejo teléfono que cuelga de uno de los muros de la tienda y es que este aparato le parece muy simpático pues su forma y diseño solo los había visto en las película mudas que disfrutaba con su abuela.
El tío Pedro le contaba que el teléfono era de los años veintes del siglo pasado y Ricardo quería saber cómo había llegado a sus manos y por qué no lo había vendido ya que era tan bonito, el viejo siempre le contestaba que algún día le platicaría la historia del “Teléfono del Tiempo”.
Ricardo abría los ojos todo lo que podía en señal de asombro
Ahora ve a tu casa tal vez mañana sea ese día le dijo Sí, tío Pedro, hasta mañana contestó el muchacho Y con mochila al hombro se dirigió a su casa corriendo y dando graciosos saltitos, sabía por cuál de ellas inclinarse más.
Al día siguiente Ricardo se levantó temprano como siempre para ir a la escuela, tomo el desayuno que su mama le preparo y antes de salir se dirigió a su mama.
—Tal vez hoy llegue un poco más tarde, pasaré al bazar del Tío Pedro, me prometió que hoy me contaría todo sobre su magnífico y misterioso “Teléfono del Tiempo” –. ¿Sí puedo mamá, sí me dejas?
Su mama sonrió y acento con la cabeza, el chico salió a toda prisa y ya en la escuela se notaba algo distraído y sentía algo de culpa pues sabía que en realidad el tío no le había prometido nada pero tenía la corazonada de que hoy seria ese día para él tan esperado y ya no veía la hora de salir de clases.
El tiempo se le hizo eterno pero al fin pudo dirigirse al encuentro con el Tío, al entrar encontró lo encontró detrás del mostrador y de inmediato le indico que cerrara la puerta, el obedeció de inmediato, el corazón le latía a toda prisa pues supo que estaba a punto de conocer algo mágico.
El Tío Pedro le señalo una silla y tomo asiento sin apartar la mirada de él y este giro hacia la pared de donde colgaba el teléfono que tanto inquietaba al muchacho.
—Ayer te dijo que este teléfono es del siglo pasado y tiene 100 años— comenzó diciendo el viejo en voz baja y con un aire misterioso.
También me preguntaste por qué no lo había vendido, pues te diré que nunca lo voy a vender ya que lo herede de mi madre quien a su vez lo recibió de su madre, o sea, tu bisabuela Y continúo diciendo:
¿Qué es lo que tiene de especial aparte de lo viejo? Bueno, pues este teléfono te lleva a viajar por el tiempo pasado y futuro A lo que increpó el chico. —¿Eso para que puede servir? —Así puedes saber la verdad de lo que pasó o pasara, solo tiene que marcar seis números y la máquina del tiempo se conectara a tu mente y viajaras ese momento.
—¿Puedo intentarlo?
Antes tienes que saber que puedes correr el peligro de no regresar, de que tu mente quede atrapada en ese tiempo—Eso no me pasará, tendré cuidado; ya quiero viajar. —¿A que tiempo quieres ir?
Al futuro del año 3000¿Por qué al futuro y no al pasado?—El futuro nadie lo conoce realmente, mientras que el pasado ya lo registraron y no tiene nada que se pueda cambiar. El tío Pedro alargo el brazo y tomo el auricular del aparato ofreciéndolo al chico; este dudo un instante pero finalmente lo tomo colocándolo en su oído. Su dedito tembloroso marco tres veces el número tres y tres veces el número cero.
Ricardo cerró los ojos y luego de unos segundos emitió una larga expresión de asombro.
El viejo impresionado no se atrevía a interrumpir aquella escena, unos instantes después el chico abrió los ojos, se levantó de la silla donde acababa de vivir esa experiencia, coloco el auricular en el gancho del teléfono, tomo su mochila y se dirigió a la puerta de salida. El tío Pedro lo tomo del brazo preguntándole por que se iba sin decir algo.
El chico giró su cabeza hacia el viejo, su mirada parecía lejana, profunda.
—Cuéntame ¿Qué fue lo que viste, a donde te llevo la máquina del tiempo?
Ricardo respondió con voz tranquila, segura, mirando fijamente al viejo
—El tiempo en el tiempo carece de tiempo, se extingue sin haber existido.
¿Qué quieres decir?, es muy confuso, no entiendo nada.
—Algún día te platicaré de la Máquina del Tiempo.
Isabel tocó a la puerta de la habitación que ocupa su amiga Clara. El propósito de su visita era convencerla para que juntas fueran a curiosear a una tienda de esas donde venden objetos antiguos.
A Clara no le atraían las antigüedades, le parecía que por la buena calidad de las mismas, eran caras, además ese olor intenso como a humedad que impera en ese lugar decía no era de su agrado.
Erróneamente se imaginaba la clase de personas que en el pasado habían usado esos objetos y según ella, ahora no sabría darle utilidad a alguno de ellos.
A pesar de las críticas negativas de su amiga, Isabel terminó por convencerla para ir. Era un día espléndido con un sol tan brillante que invitaba a salir. Pronto llegaron a un establecimiento ubicado en el centro de la colonia Roma, era una casona grande y señorial con una fachada muy bien conservada, al entrar se acercó a ellas solícita una mujer alta, delgada, ya de cierta edad, vestida de manera un tanto elegante, llevaba un turbante que le cubría el cabello, a ambas amigas les intrigó su profunda y misteriosa mirada, que impresionadas se voltearon a ver entre sí. Ella sonriendo les informó, ¡Soy la encargada del lugar, mi nombre Xiomara, sean bienvenidas, estoy a sus órdenes!
La señora hizo un ademán con la mano para indicar que pasaran. ¿buscan algo en específico? Les instó, a lo que ellas solo atinaron a negar moviendo la cabeza. Les sugirió: ¡pueden ir directo al fondo de la tienda ahí se encuentran objetos interesantes que les podrán gustar!
Se dieron a la tarea de recorrer el lugar de palmo a palmo, este era bastante amplio y grande, se percataron que había todo tipo de muebles, escudos, figuras y muñecas de porcelana, espejos, imágenes restauradas de santos y ángeles, lámparas, cuadros, libros, monedas, múltiples cosas que engolosinaban la vista. Isabel y Clara comentaban en voz baja ¡Qué cosas tan locas vende la gente! Y, ¿Quién puede venir a comprar esto? ¡me parece absurdo!
Ahí pasaron buena parte del día, hasta que un objeto llamó la atención de Clara, descubrió que era una pequeña caja decorativa de color azul, rectangular, sin brillo, muy maltratada por el paso del tiempo, que ella reconoció enseguida y para cerciorarse la tomo entre sus manos, hizo girar la cuerda que había debajo, al abrirla recordó aquella melodía y contempló a la pareja que bailaba dando vueltas al compás de esa música.
Clara palideció de pronto al constatar que era esa la misma cajita musical con la que jugaba cuando era una niña su tía se la prestaba para distraerla. Ella creció y no supo que fue de aquella cajita. Su querida tía había muerto hace años, pero era inolvidable esa melodía para ella. Al ver que ambas mujeres se habían detenido con interés en aquel objeto, se acercó la vendedora y les dijo:
¡Esa pieza es un completo misterio, cuando todo esta en calma, en completo silencio y ya entrada la noche, sin que nadie accione la cuerda comienza a sonar sola, aún cuando la cajita se encuentra cerrada!
La señora continúo diciendo: ¡Resulta que un día se presentó un hombre, este vino a ofrecerla creo yo solo para deshacerse de ella, ya que no aceptó retribución monetaria por ella!, ¡pero reveló que la última dueña de esa cajita, había fallecido después de una larga y penosa enfermedad que la postró mucho tiempo en cama.
Lo único que pedía era tener con ella esa caja para darle cuerda y escuchar una y otra vez esa dulce melodía que algo le hacía recordar.
Al conocer la trágica historia de la poseedora de esa cajita, ahora comprendo porque aún el alma de esa pobre dama llega todas las noches aquí a oír esa inconfundible melodía, tal vez sea para calmar su dolor o su tristeza. Al escuchar aquel espeluznante relato, Isabel tomó el brazo de su amiga al tiempo que le preguntaba: ¿en verdad deseas llevarte esa antigüedad a casa? Clara la miró y solo sonrió.
Los objetos del tiempo nos pueden llevar a épocas pasadas o a eventos futuros, sirva este libro como máquina para viajar en el tiempo, sólo basta un lector curioso... ¿estás listo?
Fábrica de libros: literatura y autoedición