Lidia Vallés García 6ºA La Ilíada 14 de abril de 2016 El pasado jueves, 7 de abril, los estudiantes de primero de bachillerato del instituto Las Musas tuvimos el placer de asistir a una de las representaciones matinales de la adaptación del poema homérico La Ilíada. Esta adaptación ha sido escrita por el dramaturgo catalán Guillem Clua y forma parte del llamado ``Proyecto Homero´´ que lleva a cabo La Joven Compañía. La compañía fue creada por José Luis Arellano y David R. Peralto y en ella trabajan jóvenes de entre 18 y 25 años profesionales de las artes escénicas. Homero, en su epopeya La Ilíada, nos cuenta un ficticio origen de la Guerra de Troya: el rapto de Helena, mujer de Menelao y reina de Esparta, por Paris, hijo de Príamo, rey de Troya. La guerra durará nueve años y el décimo, el final de la batalla, será narrada por Homero desde la ira de Aquiles y el resto de personajes. Los personajes de la decenal Guerra de Troya sacan su lado más humano en la obra homérica y el amor, el odio y la ambición son los verdaderos protagonistas. Unas gradas, una plataforma giratoria y un fondo negro recrean, en el pequeño teatro del centro de Madrid, los grandes espacios de la epopeya. Menos es más. Con la ayuda de unas cuantas varas, quince actores –perdón, actorazos– son capaces de dar vida a griegos y troyanos abriéndonos las ventanas hacia el interior de éstos. Destacables son la grandiosidad con la que algunos expresaban los sentimientos de su personaje o la naturalidad con lo que hacían fácil lo difícil. María Romero (Helena) o Javier Ariano (Patroclo) fueron dos de los actores que más me gustaron; María es fuerza y sentimiento, en cambio Javier representa la serenidad y la elegancia sobre el escenario. Días antes en clase nos surgían dudas de cómo resolverían las escenas de lucha, una de las partes más significativas de la epopeya, y fue una gran sorpresa encontrar un acróbata que simbolizase los movimientos y las batallas. Otra vez, menos es más. ¿Qué decir de la gran comparación que han conseguido con la situación actual? Troyanos como occidentales, vestidos con trajes y ropas habituales en nuestra sociedad. Griegos, en cambio, como militares. Ulises con palestina y cinturón de balas y todos con botas y camisetas negras en las que la sangre no parece tan visible. De nuevo, La Joven Compañía ha logrado causar en los jóvenes una satisfacción enorme al ir a ver teatro. Nos demuestran que el teatro no tiene por qué ser tan lejano a nosotros, que también podemos disfrutar frente a un escenario. Si tuviese que elegir, me quedo con la dificultad de tragar que se me creaba al escuchar los monólogos y las ganas de aplaudir al final de la representación. Yo, otra vez, he vuelto a casa con ganas de más, queriendo volver a disfrutar como espectadora del gran arte del teatro.