“La clase”, de Karin Salvador (4º ESO) “Todo el pasado se quiere apoderar de mí y yo me quiero apoderar del futuro, me dislocan la cabeza para que mire hacia atrás y yo quiero mirar hacia adelante.” Unos versos tan conocidos que dieron final a algo tan trágico. Quién me lo iba a decir, que hasta los periódicos la llorasen cuando ni siquiera conocieron su forma de sonreír cuando todo iba mal. Manteniendo esa Fe tan suya; y ahora solo nos quedan unos pasillos oscuros, la culpa rondando por cada cabeza de todos los que ayer se negaron a verlo. Recuerdo ese día como la palma de mi mano, recuerdo esa sensación que oprimía su pecho cada vez que sonaba el despertador, esa angustia y esa fuerza que siempre volvía a mover sus piernas hasta conseguir levantarse de la cama. Recuerdo cómo agachaba la cabeza en clase y prefería centrarse en escribir todo lo que acabó siendo un recuerdo, la solución del caso abierto. Un cuaderno con escritos que retumbaba en las paredes de todas y cada una de las clases del instituto cuando salieron a la luz. Y, ¡Dios! Era tan sencillo darse de cuenta, era tan sencillo mirarla y notar cómo hasta sus ojos estaban rotos… Ella estaba rota. La rompieron día tras día. Rompieron todo aquello que radiaba hermosura y sencillez: La vida; se la rompieron todos aquellos que creían bromear y que repetían a diario que nunca serviría para nada, no la dejaban pasar página a pesar de que sus gritos silenciosos se escucharon en todo Madrid. Nadie hizo nada y eso es lo que más me duele, ¿por qué todos apartaron la mirada cuando “sin querer” caía al suelo en mitad del aula? ¿Por qué ahora piensan que pueden ir diciendo que lo sienten? ¿Lo sienten realmente? ¿Sabían acaso lo que sufrió? No. Claro que no. No les importa lo más mínimo cómo creía ser culpable de todo lo que le pasaba.