De Repente... por Adriana Germán Sentada esperando mi turno en un local cobranza, observo la cotidiana realidad de un día común sin altibajos. Gente que va y viene, saluda, abona, cobra, se queja mientras los empleados repiten constantemente siguiente, siguiente con un tono muy particular que denota su rutina. A mi lado una madre amanta a su bebe y detrás dos señoras comentan sus trámites jubilatorios algo tan simple como el significado de la vida, el principio y casi el final de la carrera. Transcurridos unos 25 minutos entra un vendedor de comida a lo cual los empleados le comunican que no está permitido vender alimentos dentro del local. Surgen los entredichos de porque no, porque si, a lo que el vendedor objeta me estoy ganando el pan, aquí no hay democracia… resulta que el vendedor no es coterráneo mío es un inmigrante, palabras que escucho y repito ciertas y falsas, frías y repetitivas; Ciertas no tenemos la misma nacionalidad,
Falsas vivimos en el mismo planeta, Frías pero claro le decimos inmigrantes y lo repetimos también, me había olvidado que América se pobló con inmigrantes y casi todos europeos entonces recuerdo que desciendo de ellos pero sin embargo le digo inmigrante a un semejante mío. La gente murmura: en su país hay guerra y hambre, habrá dejado su familia, tendrá donde vivir, etcétera. El vendedor rendido se retira, las señoras pre jubilatorias comentan a los nuestros les pasa lo mismo cuando van a otro país. Me pregunto será que la sociedad actual perdió valores o siempre fue así. Estos estigmas sociales que tenemos tratando de inferior a otro semejante, en que se fundan, tienen derecho a juzgar o criticar y los hay en todos los ámbitos de la vida raciales, de clases sociales, en los deportes, en el trabajo, en la religión, pero de repente no queremos reconocer que criticar al otro no me hace mejor, obvio claro
somos diferentes, pero también iguales todos humanos, todos del mismo planeta, pero existen las fronteras, los idiomas, si pero todos comemos , y también cumplimos el mismo ciclo de vida. De repente te surgen todas esas cosas con solo observar, que no estas valorando la vida, la salud, los momentos, la familia, el techo, el trabajo, que sos infinitamente rico. Y no me hace mejor persona el observar, solo pienso que debe de ser duro comenzar en otro suelo, con desconocidos, a veces dejando a los tuyos y además ni siquiera reconocen que lo haces dignamente como para que todavía te destraten. Y de repente… te das cuenta la vida es un instante creciste, tus hijos crecieron, ya tienes nietos y corriste y te ocupaste de cosas innecesarias, recapacita y vive, perdona y ama…. De repente… es solo un instante.
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