El Camino #3

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El Maestro y El Poder de su palabra GM Manuel Echevarria

EL MAESTRO Y EL PODER DE SU en el alumno. Este proceso se sostiene, muestra, demuestra y se lleva a la PALABRA La tarea del maestro involucra muchas dimensiones, pero podemos reconocer que una de las más importantes es su ejemplaridad. El maestro debe ser consciente de que él constituye un ejemplo de vida para sus alumnos. Al asumir esto, él puede conducir todos sus esfuerzos hacia su perfeccionamiento y hacia la manera en que el trabajo de su autotransformación pueda tener un impacto positivo en sus alumnos. Cuando el alumno inicia su camino en el arte marcial tiene en su experiencia lo que podemos llamar una “tesis”, una afirmación sobre sí mismo. La enseñanza del maestro se presenta entonces como otra afirmación que pone a prueba la del alumno al exigirle confrontarla a otra manera de pensar, sentir y hacer, a esto llamamos “antítesis”. Entre la tesis del alumno y la antítesis que aporta el maestro se da una interacción, un diálogo fructífero en que ambas resultan enriquecidas, a esto lo llamamos “síntesis”. El maestro parte, desde su experiencia y sus propias búsquedas formativas, de una visión, un ideal o un concepto, para provocar un proceso de cambio

experiencia en el lenguaje. El lenguaje es importante para saber quiénes somos. El lenguaje es lo que nos hace humanos, como decía el filósofo alemán Hans Georg Gadamer: “saber entrar en diálogo, es lo que nos hace realmente humanos.” Para este pensador, vivir es interpretar. Leemos el mundo en diálogo con los otros. Y formar parte de este diálogo, en que podemos enriquecer nuestra experiencia, es lo que nos humaniza. Si pensamos en el desarrollo de los niños, podemos ver cómo se va formando su identidad a medida que los vamos iniciando en el lenguaje. Adquieren palabras y cada palabra nueva les permite descubrir el mundo y tomar su propia postura en él. Reflexionan en la medida en que el lenguaje les abre la posibilidad de darse cuenta de sí mismos, de su entorno y de los otros. Por eso es tan emocionante y significativo escuchar sus primeras palabras, el mundo vuelve a nacer con ellas. Así, cada que nosotros, al entrar a una nueva disciplina, tenemos que aprender sus palabras, sus tecnicismos. En el arte marcial tenemos muchas palabras que vamos haciendo nuestras para ampliar

nuestra experiencia y enriquecerla. Esas nuevas palabras, nos permiten pensar, sentir y hacer el arte de nuevas maneras. Se van integrando como trasfondo de nuestro vivir, como parte de nuestra identidad y de la comunidad que somos. Los valores: como el honor, el servicio a los otros, la lealtad, el respeto y la integridad, por mencionar algunos de nuestros más importantes ejes de desarrollo, y los principios éticos, nacen de esas semillas que son las palabras. Las palabras son el comienzo, de ellas tendrán que surgir conceptos y acciones coherentes. Porque si digo una cosa y hago la contraria, entonces pierden todo valor y sentido mi decir y mi hacer. El maestro cuida sus palabras porque son esas semillas que necesitan ser óptimas, para cultivar en sus alumnos lo que los hace mejores. Tienen la máxima importancia porque son el primer indicio del camino que construimos. Podemos entonces preguntarnos: ¿cómo deben ser esas palabras?, ¿cómo se expresa el maestro para dar sentido a la educación? Compartimos algunas claves a continuación, con el afán de abrir el diálogo y que cada uno de nosotros contribuya con sus propuestas. 1. La palabra del maestro se basa

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