
4 minute read
TAN NEGRO COMO ALETARGADO Maestro Javier Acosta Serrano
TAN NEGRO COMO ALETARGADO...
Maestro Javier Acosta Serrano
Advertisement
TAN NEGRO COMO ALETARGADO...
DOJO: (del japonés) Academia o escuela Frecuentemente escuchamos decir que determinado CINTA NEGRA que no asiste a sus prácticas de DOJO es buen individuo, cuenta con espíritu indomable pero tiene mucho trabajo que no le permite seguir aprendiendo, es un hombre ocupado. Rara vez concordamos con esa forma de enfrentar el problema: siempre pensamos que es una benevolencia errónea, que daña al gremio y hace mal al el resto. Sencillo es decir “YO SOY CINTA NEGRA” y desentenderse de lo demás. ¿Qué sucedería si todos actuáramos igual? ¿Si a la hora de las prácticas siempre estuviéramos viendo televisión, de fiesta, leyendo, con amigos o durmiendo? A estos CINTAS NEGRAS tan buenos se deben esas organizaciones anémicas que a duras penas llenan los principales puestos para funcionar, que en medio de un general e inevitable aburrimiento arrastran una vida marcial penosa y lamentable. Para ser CINTA NEGRA no basta un certificado, es necesario arder a diario en la llama de la acción y la militancia. Esos CINTAS NEGRAS muy buenos aniquilan la base del arte marcial y ya se sabe que la grandeza del arte marcial radica en su base, es decir, en sus practicantes, en cada uno de nosotros. Así la el arte marcial no progresa, no se fortifica, así no cumple con su deber. En cuanto al CINTA NEGRA si no asiste no puede vibrar con nosotros, no siente el ímpetu de la vida del DOJO, perceptible o no pero real y verdadera. ¿Qué mensaje se envía? ¿Qué interés? ¿Qué estimulo pueden sentir el maestro o los demás practicantes que concurren regularmente?. Se podrá llamar CINTA NEGRA pero no se puede serlo sin asistir a las prácticas. Pero hay más; no se puede ser CINTA NEGRA si no se integra al CUERPO MENTAL y al plano espiritual del Dojo. Cuando el maestro dice “ATENCION PIES JUNTOS” se crea un cuerpo mental colectivo que nos envuelve a todos. Es entonces cuando la fraternidad, nos abraza, palpita, se humaniza, nos libera y nos une. Nos libera del lastre de la vida diaria, de las fuerzas negativas que actúan en nosotros mismos y nos une en un plano superior de bondad, de fraternidad, de igualdad, de tolerancia, de superación, es decir, nos une y eleva a un nivel que no se puede alcanzar en otros lados. Esta emoción no la puedo sentir yo ni nadie si estoy sentado en mi hogar, leyendo, de fiesta, con amigos o durmiendo entre otras cosas. Si desconocemos cómo opina el Dojo sobre determinado problema, si no nos formamos en a fuego, si no conocemos el manejo del arte marcial, ¿cómo vamos a influir sobre quienes debemos influir? Se dice siempre que no deben traerse al DOJO las pequeñeces que nos separan de la vida cotidiana, pero si se deben llevar hacia afuera la comprensión, la tolerancia, el respeto, la fraternidad que prevalece en nuestra convivencia. ¿Cómo
vamos a llevar hacia afuera esas buenas prácticas si empezamos por dejar de practicarlas? Si queremos influir en el mundo como CINTAS NEGRAS tenemos que asistir al DOJO, por muy buenos que seamos.
En arte marcial elige a sus hombres, los educa, los mejora, los transforma, pero ese proceso no se improvisa, no se opera por milagro, no se opera por el solo hecho de estar en nuestros registros, por muy buenos que seamos. La filosofía marcial tiene ese proceso perfectamente organizado desde el primero hasta el último grado. Entre nosotros nada responde a la casualidad o a la suerte, todo está cifrado en la verdad, la razón y en el análisis. Es un sistema físico, moral y filosófico “velado por el misterio y embellecido por los símbolos” es uno de los más perfectos sistemas, que el hombre ha creado para su convivencia y formación, pero ese sistema no funciona con ficciones, nombres escritos en certificados. ¡NO! Ese sistema funciona con hombres y mujeres de carne y hueso y esos mismos son su arma, su instrumento y su victoria. Para que ese sistema funcione es necesaria la práctica incesante. Lo que aumenta la libertad del hombre aumenta su responsabilidad. El arte marcial en plenitud, para el que lo entiende, aumenta la libertad interior, ayuda a pensar y en consecuencia aumenta y compromete su responsabilidad. Y uno de los primeros deberes que son inherentes a esa cuota de responsabilidad es el de asistir a tus prácticas a tu academia. ¿Dónde está el mundo marcial que hemos escogido libremente, la esencia de sus enseñanzas? ¿Estarán en la oficina, en la fábrica, en el estudio o consultorio o en la calle? NO. Están en el DOJO y bajo sus entrenamientos. Alguien podrá llamarse CINTA NEGRA, decir que figura en nuestros registros, pero nadie puede ser CINTA NEGRA si no vive nuestra vida marcial y para eso es imprescindible concurrir al DOJO. Puedo resumir y sintetizar todo lo dicho en los siguientes términos: la finalidad más allá del arte marcial, el ideal más puro y la ambición más noble y a la vez, la tarea más difícil, la superación del individuo, la planificación del mismo, la incesable victoria de la verdad, la construcción individual, eso, mis lectores no se obtendrá nunca con CINTAS NEGRAS que no asisten a Dojo.
Francisco Javier Acosta Serrano JUNIO 2021
