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Trabajo de investigación

Informesíntesis Cartografíade loscuidados

AUTOR: SANTIAGO COMES

Rol:Antropólogo –Investigador

Institución: Brisa Salud y Bienestar

Octubre 2025 – BuenosAires, Argentina Versión: v1.0

Cartografía de los CuidadosInforme Integrado

De las estadísticas a las experiencias: qué nos dicen los enfermeros sobre su trabajo y desafíos

Autor:SantiagoComes

Rol:Antropólogo–Investigador

Institución:BrisaSaludyBienestar

Octubre2025–BuenosAires,Argentina

Versión:v1.0

Agradecimientos

Queremosexpresarnuestroagradecimientoatodoslosenfermerosqueparticiparonde esteestudio,compartiendogenerosamentesutiempo,experienciasyreflexiones.Sin susvoces,estainvestigaciónnohabríasidoposible.

Consideraciones Generales

Esteinformetienefinesdedifusióneinvestigaciónacadémica.Losresultadosaquí presentadosreflejanlasexperienciasypercepcionesdelosparticipantesentrevistados ynoconstituyennecesariamenteunageneralizaciónalconjuntodelaprofesión.Los hallazgosbuscanaportarelementosdeanálisisydiscusión,ydebenserinterpretados enconjuntoconlosdemásproductosdelproyecto(encuestacuantitativa,dashboard interactivoeinformestécnicos).

Cómo citar

Comes,S.(2025). Cartografía de los Cuidados – Informe de Integrado. De las estadísticas a las experiencias: qué nos dicen los enfermeros sobre su trabajo y desafíos Brisa.

Resumen Ejecutivo

Este informe presenta los principales hallazgos del proyecto Cartografía del Cuidado, orientado a explorar cómo los enfermeros perciben barreras sociales y culturales en su práctica diaria. La encuesta a 926 profesionales reveló que las dimensiones más señaladas fueron clase social (40%) y origen (31%), seguidas por edad, religión y género. Los patrones estadísticos mostraron perfiles específicos más propensos a identificar estas barreras, mientras que las entrevistas en profundidad (23 casos) aportaron matices clave: las tensiones centrales no se originan en la relación enfermero–paciente, sino en condiciones estructurales como la sobrecarga laboral, la escasa valoración social, los conflictos entre colegas y la falta de representación política.

El estudio subraya que mejorar las condiciones de vida y trabajo de los enfermeros es condición indispensable para garantizar un cuidado de calidad. Los hallazgos dieron lugar a un documento específico de recomendaciones prácticas, disponible en la plataforma Brisa+.

Introducción

El proyecto Cartografía del Cuidado nació con un objetivo central: comprender cómo las variables sociales y culturales como la clase social, el origen, la edad, la religión o el género influyen en la práctica cotidiana de la enfermería en América Latina. La propuesta buscó iluminar no solo las dificultades que enfrentan los enfermeros en la relación con los pacientes y sus familias, sino también las condiciones estructurales que configuran su trabajo y sus posibilidades de cuidado.

La investigación combinó dos enfoques complementarios:

• La etapa cuantitativa, basada en una encuesta respondida por 926 enfermeros de distintos países de la región, que permitió identificar patrones y tendencias en la percepción de barreras sociales y culturales. Este primer mapa exploratorio aportó señales estadísticas sobre qué perfiles profesionales y contextuales están más expuestos a reconocer obstáculos.

• La etapa cualitativa, desarrollada a partir de 23 entrevistas en profundidad a enfermeros de diversas provincias argentinas y de otros países de la región. Esta segunda fase permitió poner voz a los datos: explorar experiencias, emociones y significados que subyacen a las tendencias detectadas en la encuesta, y revelar aspectos invisibles para el análisis numérico.

En conjunto, ambas etapas no deben leerse como compartimentos aislados, sino como un proceso articulado. Los datos cuantitativos ofrecieron un panorama amplio, mientras que las entrevistas permitieron profundizar, matizar y en ocasiones reorientar las interpretaciones. El resultado es una mirada integrada que combina la amplitud del análisis estadístico con la densidad del relato etnográfico.

Más allá de las diferencias entre ambos enfoques, el proyecto converge en una constatación fundamental: cuidar a los enfermeros es condición para cuidar mejor a los pacientes. Las desigualdades sociales y culturales atraviesan la práctica clínica, pero son las condiciones laborales, el reconocimiento social y la cohesión interna de la profesión los factores que, en última instancia, determinan cómo los enfermeros logran desplegar su capacidad humanista y brindar un cuidado de calidad.

Métodos

Este estudio se desarrolló en dos etapas complementarias, cuantitativa y cualitativa, con el fin de captar tanto patrones generales como significados y experiencias en profundidad.

En mayo y junio de 2025 se aplicó una encuesta en línea a una base de datos de la Fundación Brisa, integrada por aproximadamente 25.000 enfermeros y enfermeras que habían participado en congresos previos. Se recibieron 926 respuestas completas, con representación mayoritaria de Argentina, Paraguay, Venezuela y Colombia.

El cuestionario consistió en preguntas cerradas sobre la percepción de barreras en la atención de pacientes y familias (clase social, origen, edad, género y religión), junto con variables sociodemográficas y laborales. También se incluyó una pregunta abierta, cuyos resultados no forman parte de este informe.

El análisis se realizó mediante modelos de regresión logística binaria, procesados en Power BI. Cada eje de barrera se modeló en función de covariables como edad, género, nivel de formación, país de residencia y tipo de institución (pública/privada, rural/urbana, niveles de complejidad). Los resultados se expresan en términos de probabilidades relativas (ej. x1.24), traducidas a porcentajes para facilitar su comprensión.

Entre julio y septiembre de 2025 se realizaron 23 entrevistas semiestructuradas a enfermeros y enfermeras de distintas regiones de Argentina (Chubut, Buenos Aires, CABA, Catamarca, Salta, Jujuy y Santa Fe) y de Chile y Venezuela. La muestra combinó un criterio teórico derivado de los hallazgos de la encuesta seleccionando perfiles que pudieran profundizar tendencias detectadas y la técnica de bola de nieve.

Las entrevistas, de entre 40 y 90 minutos, se realizaron de manera presencial (8) y virtual (15). Todas fueron registradas con consentimiento informado, transcritas y codificadas temáticamente. Se garantizó el anonimato y la confidencialidad de los participantes.

Hallazgos Resumidos y Articulados

1. Lo cuantitativo

La encuesta aplicada a 926 enfermeros permitió identificar patrones diferenciales en la percepción de barreras. Cada dimensión mostró tendencias particulares:

Clase social

Fue la barrera más señalada: 367 enfermeros (39,6%). El análisis reveló que los varones tienen un 24,5% más de probabilidades de percibirla respecto de las mujeres (x1.24). Una hipótesis es que, al ser minoría en una profesión feminizada, los varones estén más atentos a dinámicas de poder y desigualdad. En contraste, los jóvenes de 18 a 25 años presentan un 45% más de probabilidades de no percibirla (x1.45). Esto podría deberse a menor experiencia acumulada o a que aún no han desarrollado marcos analíticos para identificar desigualdades sociales en la práctica. Asimismo, los auxiliares de enfermería mostraron un 31% más de probabilidades de no reportarla (x1.31), posiblemente por desempeñarse en roles más operativos y en entornos institucionales más homogéneos.

Origen

Fue señalada por 290 enfermeros (31,3%). El grupo de 56 a 65 años tuvo un 35% más de probabilidades de percibirla (x1.35), lo que puede asociarse a trayectorias laborales más largas, mayor exposición a tensiones interculturales y marcos generacionales más rígidos respecto de la diversidad. Por el contrario, los auxiliares presentan un 21% más de probabilidades de no percibirla (x1.21), reforzando la hipótesis de que menor formación se asocia a menor problematización de las diferencias sociales. Finalmente, los enfermeros en Venezuela mostraron un 19% más de probabilidades de no identificarla (x1.19), lo que podría explicarse por menor diversidad migratoria en comparación con países receptores de inmigración.

Edad

Mencionada por 236 enfermeros (25,5%). El caso más notable fue el de Guatemala, donde los encuestados tuvieron 112% más de probabilidades de percibirla (x2.12). También destacaron Ecuador (90% más, x1.90), Costa Rica (75%), Honduras (60%), Nicaragua (57,1%) y República Dominicana (50%). Esto sugiere que en Centroamérica y parte de Sudamérica las tensiones intergeneracionales son especialmente visibles, posiblemente ligadas a estructuras sanitarias más jerárquicas y a patrones de cultura particulares con respecto a lo intergeneracional. Además, los enfermeros de 35 a 46 años registraron un 25% más de probabilidades de señalar esta barrera (x1.25), probablemente por su posición intermedia: atienden tanto a pacientes jóvenes como a mayores, enfrentando tensiones desde ambos extremos.

Religión

Reportada por 234 enfermeros (25,2%). El dato más fuerte se observó en Perú, donde los profesionales tuvieron 81% más de probabilidades de percibirla (x1.81). Una hipótesis es el contacto con comunidades indígenas cuyas cosmovisiones de la salud difieren de la biomédica, lo que genera tensiones en comunicación y valores. Entre quienes señalaron la religión como barrera, los problemas más mencionados fueron dificultades de comunicación, diferencias de valores y creencias, además de una alta proporción en “otras dificultades”, lo que muestra la complejidad del fenómeno.

Género

Fue la barrera menos reportada: 96 enfermeros (10,4%). Sin embargo, los hallazgos estadísticos fueron sólidos. En Guatemala, los profesionales tuvieron 357% más de probabilidades de percibirla (x4.57), en Honduras un 292% más (x3.92), en Panamá un 270% más (x3.70) y en México un 149% más (x2.49). La incidencia regional apunta a dinámicas culturales específicas en Centroamérica y México. Además, los varones duplicaron la probabilidad de percibirla (x2.0), mientras que las mujeres tuvieron un 10% más de probabilidades de no hacerlo (x1.1). Una posible explicación es que las mujeres, más expuestas a desigualdades estructurales, pueden haber naturalizado ciertas tensiones, mientras que los varones, al insertarse en un campo históricamente femenino, notan con mayor fuerza choques de roles y expectativas.

2. Lo cualitativo

Las 23 entrevistas en profundidad ofrecieron un giro decisivo: mostraron que las principales tensiones no se encuentran en la interacción directa entre enfermero y paciente, sino en las condiciones estructurales, sociales y políticas que atraviesan a la enfermería. De allí surgieron seis ejes centrales:

Imaginarios sociales y discursivos

Los enfermeros señalaron que persiste un imaginario cultural que define a la profesión como “vocación natural” más que como un campo técnico y profesional. Esto se traduce en frases como “la enfermera no tiene feriados ni familia” o en la asociación entre cuidado y feminidad, lo que invisibiliza la formación académica y perpetúa salarios bajos. Esta narrativa, además, es reproducida tanto por la sociedad como por las instituciones educativas, lo que genera un círculo de desvalorización difícil de romper.

Relación entre enfermeros, médicos y entorno laboral

En muchos testimonios surgió la experiencia de competencia interna, jerarquías según títulos y antigüedad, y prácticas de maltrato. Enfermeros jóvenes relataron sentirse deslegitimados por colegas con más años de experiencia, mientras que licenciados cuestionaron que técnicos o auxiliares sin credenciales accedan a puestos de jefatura. La relación con médicos fue descrita en dos sentidos: algunos destacaron el respeto y el aprendizaje mutuo, mientras otros reportaron gritos, delegación abusiva de tareas e indiferencia de las autoridades frente a los reclamos. La falta de cohesión gremial y de solidaridad entre colegas aparece como un obstáculo clave para el fortalecimiento colectivo.

Bienestar de los enfermeros

El desgaste físico y emocional fue un tema recurrente. El poliempleo, las guardias prolongadas y la baja paga obligan a los enfermeros a acumular horas en múltiples empleos, lo que repercute en la paciencia, la sensibilidad y la calidad del cuidado. Varios entrevistados mencionaron la necesidad de chequeos psicológicos periódicos para detectar desgaste o burnout, aunque también señalaron que pedir licencia psiquiátrica suele dejar una “mancha” en su legajo, lo que desalienta a quienes necesitan ayuda. Este dilema entre el cuidado de sí mismos y la presión institucional refuerza la idea de que el sistema erosiona las habilidades más humanísticas del oficio.

Estado laboral, político y liderazgo

La falta de reconocimiento como “trabajadores de planta” apareció como uno de los reclamos más fuertes. Muchos enfermeros continúan en condiciones de contratación precaria (monotributistas, contratados) que los dejan sin estabilidad ni beneficios. A esto se suma la fragmentación administrativa que existe n algunos lugares. Por ejemplo, mientras en CABA existe un marco más homogéneo, en el conurbano cada municipio tiene regulaciones distintas, lo que complica la organización colectiva. Además, quienes intentaron presentar proyectos de mejora o denunciar situaciones de violencia relataron que no fueron escuchados, lo que refuerza la percepción de que la voz de la enfermería tiene poco peso político dentro de las instituciones de salud.

Deseos y necesidades

Al ser consultados sobre qué consideran más urgente, los enfermeros expresaron el deseo de ser reconocidos como profesionales plenos y no como asistentes subordinados. Subrayaron que su aporte va más allá de lo técnico: son quienes acompañan, traducen y adaptan la indicación médica al contexto del paciente. Ejemplos relatados, como el de dibujar soles y lunas en cajas de medicación para un paciente analfabeto, muestran el valor agregado de su rol. Sin embargo, demandan que ese trabajo diferencial sea visibilizado, valorado socialmente y sostenido con mejores salarios, condiciones de trabajo y espacios de formación continua.

Claves de diferencia (edad y clase social)

Las entrevistas confirmaron que la edad puede ser fuente de fricciones, especialmente en la atención a adultos mayores, quienes a veces proyectan prejuicios de clase, nacionalidad o género sobre el enfermero. En cuanto a la clase social, varios señalaron que las familias de mayores recursos tienden a delegar responsabilidades y a cuestionar decisiones profesionales, mientras que las de menos recursos pueden no animarse a repreguntar por sentirse en una relación de subordinación. A la vez, la falta de recursos económicos de muchos pacientes genera reingresos evitables y obliga a los enfermeros a improvisar soluciones. Esto muestra que, aunque el trato con la diversidad está incluido en su formación, las condiciones estructurales muchas veces los colocan frente a dilemas imposibles.{

3. Integración

La estrategia mixta de este estudio mostró con claridad el valor de articular enfoques cuantitativos y cualitativos. La encuesta permitió mapear patrones generales y establecer qué grupos de enfermeros son más propensos a percibir determinadas barreras (según edad, género, país, nivel de formación, etc.). Sin embargo, los resultados estadísticos, por sí solos, no bastaban para comprender en profundidad los motivos detrás de esas percepciones.

El tramo cualitativo aportó esa profundidad. Las entrevistas revelaron que las tensiones más importantes no radican en la interacción directa entre enfermero y paciente, sino en las condiciones de trabajo, las relaciones con colegas y médicos, el reconocimiento social y político, y el propio bienestar de los profesionales. Es decir, los problemas que los enfermeros enfrentan cotidianamente son de orden estructural y sistémico, y es ese desgaste el que termina erosionando las habilidades humanísticas empatía, sensibilidad, paciencia, solidaridad necesarias para atender con eficacia y humanidad a pacientes y familias en contextos diversos.

La integración de ambos tramos ofrece un hallazgo clave: las diferencias sociales y culturales con los pacientes no constituyen en sí mismas la principal fuente de conflicto. Los enfermeros tienen formación, experiencia y disposición para manejarlas. Lo que vuelve estas diferencias más difíciles de abordar es el desgaste generado por otros frentes: largas jornadas, baja paga, poliempleo, falta de reconocimiento, tensiones con médicos y colegas, y ausencia de canales de liderazgo y representación política. En contextos de mayor sobrecarga y malestar, incluso las diferencias menores de clase, origen, edad, género o religión se exacerban y se convierten en barreras más pesadas.

En síntesis, lo cuantitativo señaló dónde y en quiénes aparecen las percepciones de barrera; lo cualitativo explicó por qué y cómo se producen esas tensiones. La combinación de ambos tramos permitió pasar de una mirada centrada en la relación enfermero-paciente a una comprensión más amplia: las fricciones no surgen principalmente de esa relación, sino de las condiciones estructurales que deterioran la capacidad de los enfermeros para desplegar sus recursos profesionales y humanos.

Limitaciones y transferibilidad

Este estudio tiene limitaciones que es necesario reconocer. La encuesta se aplicó a una base de datos de asistentes a congresos de Brisa, lo que significa que los resultados no son estadísticamente representativos del universo de enfermeros de América Latina. Los hallazgos deben interpretarse como exploratorios y orientativos, más que como generalizaciones concluyentes.

Del mismo modo, la etapa cualitativa 23 entrevistas en su mayoría realizadas en Argentina no pretende ser exhaustiva ni representativa. Su valor radica en la profundidad de los relatos y en la diversidad de trayectorias recogidas, lo que permite iluminar dimensiones que los datos cuantitativos no captan.

En cuanto a la transferibilidad, los hallazgos pueden ser útiles para interpretar situaciones en contextos similares: profesiones feminizadas, sistemas de salud atravesados por precarización y escaso reconocimiento, y escenarios donde la diversidad cultural impacta en la atención. Sin embargo, su aplicación a otras realidades debe hacerse con cautela, considerando que las condiciones laborales, sociales y políticas de los enfermeros varían entre países y regiones.

Conclusión

El estudio permitió iluminar cómo los enfermeros perciben y experimentan las barreras sociales y culturales en su trabajo, integrando una mirada amplia que combina patrones estadísticos y relatos en profundidad. Los hallazgos muestran que las fricciones con pacientes de diferente clase social, edad, origen, género o religión existen, pero no son el núcleo del problema. El verdadero peso recae en las condiciones estructurales y relacionales que atraviesan la práctica: falta de reconocimiento, poliempleo, tensiones con colegas y médicos, desvalorización social y escasa representación política.

En este marco, las diferencias sociales y culturales se vuelven más difíciles de gestionar no porque los enfermeros carezcan de herramientas, sino porque esas herramientas se desgastan en un entorno laboral exigente y poco cuidado. El desafío no es solo atender la diversidad de los pacientes, sino cuidar a quienes cuidan, para que puedan sostener las competencias humanas y profesionales que su tarea requiere.

Este informe constituye un paso clave dentro de la iniciativa Cartografía de los Cuidados, al ofrecer una base de evidencia sólida y situada. A partir de aquí, el camino se orienta hacia la construcción de recomendaciones prácticas y políticas más justas y efectivas, que serán desarrolladas en documentos específicos para enfermeros, instituciones y tomadores de decisión.

Relevancia y proyección de recomendaciones

Este estudio no se limita a describir barreras y tensiones en la práctica de la enfermería: su valor principal radica en que los hallazgos permiten generar recomendaciones prácticas y accionables. A partir de la evidencia recogida, se elaboró un documento específico de recomendaciones dirigido a distintos públicos: enfermeros, instituciones de salud, tomadores de decisiones políticos y gestores institucionales. El objetivo es mejorar la calidad de vida y de trabajo de los profesionales, y con ello, la calidad de los servicios de cuidado.

Las recomendaciones en concreto se encuentran disponibles en un documento aparte, publicado en la plataforma Brisa+, que ofrece guías claras y aplicables para transformar la práctica cotidiana y fortalecer a la enfermería en distintos niveles. De esta forma, la investigación no solo aporta conocimiento, sino que lo convierte en herramienta para la acción.

Créditos y agradecimientos

Este estudio fue posible gracias al apoyo de Brisa Salud y Bienestar, que facilitó los recursos técnicos, logísticos y financieros necesarios para su realización. Agradecemos especialmente a los 926 enfermeros que respondieron la encuesta y a los 23 que participaron en entrevistas en profundidad, quienes compartieron su tiempo, su experiencia y su voz. Sin su participación generosa y comprometida, esta investigación no habría sido posible.

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