Donde nace la luz | Boletín Salesiano - Diciembre 2025

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SUMARIO

03

CARTA DEL INSPECTOR

Confiamos, ¡es Navidad!

08

CONFIAMOS EN CADA PASO

Querido patio: me acompañaste en cada etapa

04 ¡SÍ, HAY ALGO NUEVO BAJO

EL SOL!

Pasar la posta, una forma de crecer

07SINTONIZANDO CON DON BOSCO

Donde el cielo se encuentra con la tierra

18 AQUÍ Y AHORA

Las horas que cambiaron el mundo

23 SABOR A BUENAS NOCHES

Esos regalos que llegan sin avisar

27 SINTONIZANDO CON DON BOSCO

Nos precedió la gracia

14 CON NOMBRE Y APELLIDO

“El mejor regalo que Dios hizo en la historia es su presencia”

22 PANTALLA INTERIOR

Los gestos silenciosos donde habita la vida

24 DEL ÁRBOL SALESIANO

El sueño vuelve a empezar

28 LA CIVILIZACIÓN DEL AMOR

26 LATIDOS DEL EVANGELIO

Mucho para agradecer

10 VALE LA PENA VIVIR ASÍ La vida pudo más ¡Felices vacaciones!

Dar gracias por el camino recorrido

31 EN POCAS PALABRAS

Revista de información sobre la Familia Salesiana y de cultura religiosa

Director: Lic. Juan José Malvárez

Editor responsable: Lic. Gonzalo Martínez

Columnistas: P. Juan Algorta sdb, Victoria Casal, Hna. Chiara Cazzuola, Juan Manuel Fernández sdb y Franco Grispino.

Equipo de redactores: Fabián Caffa, Elisa Juambeltz y Ramiro Pisabarro.

Fotografías: Sofía Cayota, Iglesia Católica de Montevideo, Lucas López, Pixabay, Unsplash y archivo del BS.

Corrección: Manuela Harretche

Diseño: Gustavo Baumann

Impresión: Mosca

Departamento Comercial: Luis Gómez

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Boletín Salesiano

Conamos, ¡es Navidad!

Todo en la Navidad invita a confiar. Dios confió en la humanidad. También confió en la respuesta de María y en la fidelidad de José.

Dios confió en cada uno de nosotros. Cada figura que colocamos en el pesebre recuerda esa invitación a confiar. Confiar nos hace más humanos y nos acerca a la propuesta de Jesús. Nos llama a confiar con la simpleza de un niño. A ponernos con fe en las manos de Dios. A confiar también en quien camina a nuestro lado.

Que esta Navidad sea para vos, para tu familia y para tu comunidad una oportunidad para renovar esa confianza que sostiene la vida y hace posible lo nuevo. Y, mientras vivimos este tiempo, te invito a recorrer este Boletín Salesiano y a descubrir en sus páginas rostros, gestos y experiencias donde esa confianza también se vuelve historia y gratitud.

P. Francisco Lezama Inspector

PASAR LA POSTA, UNA FORMA DE CRECER

La transición en la conducción del Sector Escolar une dos caminos marcados por décadas de vida salesiana. Eduardo Romero concluye su servicio y Pierino Rava inicia el suyo, en un proceso trabajado con tiempo, escucha y comunidad. La conversación con ellos permite asomarse a continuidades, aprendizajes y nuevos comienzos.

Dar paso a lo nuevo es siempre un crecimiento. Eduardo Romero deja su cargo como encargado del Sector Escolar y Pierino Rava, integrante del equipo de dirección del Colegio Salesiano de la Costa, toma su lugar. Se conocen desde hace años y conversar con ellos es una oportunidad de recoger la pasión educativa del carisma salesiano.

Eduardo tiene 66 años y hace 58 que está vinculado a la familia salesiana. Está casado, tiene dos hijos y una nieta de tres años. Su historia en el carisma de Don Bosco empezó siendo estudiante en el Maturana. Pasó por el Instituto Juan XXIII y continuó su trayectoria durante varios años como educador, animador, referente pastoral y subdirector de la casa salesiana ubicada sobre Bulevar Artigas.

Su formación acompañó este recorrido: asistente social familiar, estudios en comunicación, un posgrado en Gestión de Centros Educativos y un profesorado en Filosofía.

Aceptó el desafío de ser encargado del Sector Escolar salesiano hace cuatro años. En su momento tenía un foco claro en reconfigurar la propuesta y el equipo, y a mí me encanta pensar fuera de la caja e innovar con sentido, explica Eduardo, a la distancia, sobre aquellos días cuando ni siquiera había asumido el rol y todo era ilusión.

Con una vida de trabajo a cuestas y

no exento de la emoción que significa dar un paso al costado en un lugar donde gastó la vida, a Eduardo le toca pasar la posta.

Quien asume la responsabilidad también es una persona vinculada hace varios al carisma salesiano. Pierino ingresó a Maturana cuando Romero trabajaba allí y se acuerda de que él fue quien los recibió cuando cruzaron la puerta por primera vez. Su experiencia reúne 15 años en Talleres Don Bosco y otros 15 en el Salesiano de la Costa, donde forma parte del equipo fundador y de dirección.

Educador de vocación y padre de tres hijos, Pierino se define como una persona profundamente salesiana y, para él, asumir este nuevo rol implica salir de la zona de confort, aunque no aceptó el desafío por motu proprio. La decisión fue familiar y también hizo parte del proceso a la comunidad del colegio de la Costa: hicimos un discernimiento y entendimos que esto nos iba a ayudar a madurar como institución, cuenta.

El traspaso de este rol no fue improvisado, ni de un día para el otro. De hecho, el proceso de preparación llevó varios meses. Después de una consulta a los distintos equipos de dirección y con todos los postulantes sobre la mesa, el P. Francisco Lezama llamó a Pierino para comentarle esta posibilidad. Me sorprendió, pero enseguida empezamos a conversar sobre el desafío, recuerda.

Desde entonces, las conversaciones, los tiempos de oración y de discernimiento han estado presentes tanto como para Eduardo como para Pierino, que asumen este paso como una oportunidad. Lo hacen con la confianza de que es lo que tiene que ser y con la tranquilidad de contar el uno con el otro.

DEDICACIÓN, CONFIANZA Y COMPROMISO

Eduardo mira hacia atrás con serenidad y gratitud. Lo primero que me surge es agradecer por la confianza que recibí todos los días y por la experiencia vivida con salesianos y laicos, con quienes he compartido mi vida en distintos roles, dice.

Tampoco oculta las dificultades, pero entiende que fueron oportunidades de aprendizaje: Siempre me sentí acompañado, agrega. Estoy contento de que sea Pierino quien vaya a ocupar este rol porque sé que es de

buena madera y estoy convencido de que una mirada fresca y con formación en educación es algo bueno, dice Eduardo, que viene teniendo varias charlas con Pierino, con el fin de ser parte de su proceso y hacer que el cambio sea lo más amable posible.

Pierino llega al rol con entusiasmo, pero, a la vez, con una mirada realista sobre el desafío que supone tal oportunidad. Me visualizo trabajando en red con todos los equipos de dirección de todos los colegios salesianos del país, dice. Tengo el reto de ser útil para esta tarea, pero creo que tengo características para que así sea, agrega.

Se define con transparencia como una persona muy apasionada, sensible y democrática en la toma de decisiones: Pongo todo mi ser en lo que hago y eso contagia, pero a veces puede ser un poco avasallante,

por eso trato de cuidarlo, reconoce.

En las charlas que han tenido durante este tiempo, Eduardo ha compartido varios consejos con Pierino. Uno de ellos es que es importante macerar las decisiones. Lo que decimos o decidimos hoy, capaz en una semana, con reflexión, oración o a través de conversaciones, puede cambiar, dice. En esto no hay acción-reacción. Los procesos son grupales y llevan tiempo de maduración, agrega.

La posta está dada y todo está listo para que empiece una nueva etapa del mismo sueño. Quien entrega agradece lo vivido. Quien recibe lo hace con entusiasmo, humildad y mucha pasión. Y, así, con lo mejor del espíritu salesiano sobre la mesa, la comunidad crece y se vuelve escuela viva de un carisma que sigue buscando la mejor formación para las distintas generaciones.

Pierino Rava
Eduardo Romero

Mensaje desde Valdocco

Don Fabio Attard - XI Sucesor de Don Bosco

Donde el cielo se encuentra con la tierra

El misterio de la Navidad comienza con un escándalo de amor: el Grande que se hace pequeño. No es una imagen poética, sino la realidad más desconcertante de la historia humana.

Dios, el infinito, elige hacerse finito; el omnipotente elige la fragilidad de un recién nacido que aún no sabe hablar, caminar, ni defenderse. Es la gratuidad pura que se manifiesta: un don que no pide nada a cambio, ni pone condiciones de acceso.

RECONOCER LA GRATUIDAD

La gruta de Belén es el cruce humano más humilde que se pueda imaginar No es un palacio, ni un templo majestuoso, ni siquiera una casa digna. Un pesebre, un refugio para animales, donde el frío penetra y el olor es el de la tierra y la paja. Aquí no hay barreras de entrada, no se necesita invitación ni un vestido especial. La puerta está abierta a todos: a los pastores con sus mantos gastados, a los pobres, a los excluidos, a quienes no tienen nada que ofrecer salvo su humanidad herida.

El Creador del universo se despoja de su gloria y viene como quien sirve, como quien se pone en el último lugar.

Esa gratuidad nos interpela profundamente. En un mundo donde todo tiene un precio, donde cada relación parece basarse en un intercambio, donde el amor mismo se vuelve a menudo condicional, la Navidad nos recuerda que existe un don completamente gratuito. Reconocerlo significa aceptar que somos amados sin méritos.

INTERPRETAR LA CERCANÍA

El segundo movimiento de la Navidad es el de la cercanía radical. Dios no observa la historia humana desde lejos, como un espectador indiferente. Entra al mundo con sus protagonistas tal como son: imperfectos, contradictorios, frágiles. José con sus dudas, María con sus temores, los pastores con su marginación social, los magos con su búsqueda inquieta.

Nuestra historia personal, con todas sus sombras, forma parte de su historia. No somos extraños ni huéspedes indeseados. Somos hijos e hijas, parte de una familia que Dios nunca rechaza. La Navidad nos dice que Dios no desprecia su creación, ni mira a sus criaturas con disgusto o decepción. Al contrario, las abraza en su realidad concreta.

Dios nos encuentra exactamente donde estamos, no donde quisiéra-

hay una invitación, renovada cada día, en cada instante: ¿Quieres elegirme? Es la libertad humana, frágil y poderosa a la vez, la que debe decidir. Podemos cerrar la puerta, fingir que no oímos, posponer la respuesta. O podemos abrir.

Elegir la acogida significa reconocer nuestra indigencia. Así como aquel pesebre era un espacio vacío dispuesto a ser llenado, también nosotros debemos vaciarnos de nuestras pretensio-

mos estar Abraza al alcohólico en su bar, al preso en su celda, a la madre agotada en su cocina, al estudiante en su soledad, al anciano en su silencio.

Pero esta cercanía no es estática. Dios nos encuentra donde estamos para llevarnos a donde merecemos estar, no por nuestros esfuerzos o virtudes, sino por nuestra condición de hijos amados. Merecemos la plenitud de la vida, la alegría profunda, la dignidad recuperada, las relaciones sanadas. La cercanía de Dios es dinámica: es una mano tendida, una presencia que camina a nuestro lado hacia horizontes más luminosos.

ELEGIR LA ACOGIDA

La verdad, ese niño recién nacido, llama a la puerta de nuestra libertad. ¡Qué asombrosa paradoja! Quien lo ha creado todo nos pide a nosotros, sus criaturas, que le hagamos sitio. Solo

nes y autosuficiencias. La acogida requiere espacio interior. No podemos acoger a Dios si estamos llenos de nosotros mismos.

Pero cuando elegimos abrir esa puerta, cuando decimos nuestro sí, sucede el milagro. El pesebre se convierte en catedral de luz. Nuestra vida ordinaria se convierte en lugar de presencia. Nuestras fragilidades se transforman en espacios donde la gracia puede actuar.

En la gruta de Belén, como en el pesebre de nuestro corazón, se decide todo. Cada Navidad es la oportunidad de responder, una vez más, a aquella pregunta antigua y siempre nueva: ¿Hay sitio para Él?.

Querido patio: me acompañaste en cada etapa

Hay momentos en la vida en los que uno mira hacia atrás y se pregunta: ¿cómo pasó tan rápido el tiempo? Eso mismo pensé yo hace unos días, en ese último recreo de mi pasaje por el liceo. Fue justamente en ese instante cuando todo cobró sentido.

¿Cómo llegué ahí? Todo empezó gracias al Maturana, el colegio que me acompañó desde los tres hasta los 14 años. Un lugar que, con el paso de los años, se transformó en mi casa. Gracias al Maturana conocí el carisma salesiano, que, por más que lo describan, se termina de entender al vivirlo. Una forma de vivir la espiritualidad cotidiana que se refleja sobre todo en un espacio: el patio.

Ese patio, ubicado en el centro del colegio, repleto de verde, con canchas para el que le gusta moverse y bancos para el que prefiere estar tranquilo; un espacio donde cada uno tiene su lugar, en el que uno es capaz de vivir de lleno el espíritu de este carisma, pero, sobre todo, un lugar que te encuentra con el otro. No solo con un saludo, sino también con un truco, un mate, una charla.

Algo que me fascinó siempre del patio salesiano es que se adapta al estado de ánimo del momento. Había veces que tenía tanta energía que corría por todos lados, persiguiendo a un amigo o pidiendo el pase para meter gol. Otras veces prefería quedarme sentado en esos bancos o en el pasto, charlando con amigos o educadores.

El patio también fue el primer lugar donde experimenté la animación, los G.A.P. (Grupos Asociativos Primaria). Los sábados de mañana mamá nos llevaba a mí y a mis hermanos al Matu, y cuando llegábamos, el patio tenía un color distinto, como si de un día para el otro algo se transforlleno de risas, cuerdas, aros y alegría.

on el pasaje al liceo, aquellos G.A.P. se transformaron en os grupos, con otras edades y otras formas de acomY fue en medio de esa transición, entre lo que cambiaba y lo que permanecía, que la animación empezó a llamarme de verdad, como un hilo que seguía uniendo todas mis etapas.

Más adelante, llegó la decisión compleja de cambiarme de liceo, y ahí me fui al Juan. Llegar a un olegio nuevo nunca es fácil, pero hubo algo que hizo que la transición fuera mucho más fácil: el patio.

Este espacio se hizo presente nuevamente y me ecibió con la misma familiaridad que años anterioes en el Matu. Todo era diferente: caras, lugares. Pero el corazón del colegio otra vez te hacía aflojar y tomar un respiro. Gracias a eso entendí que el cambio no era una ruptura, sino una continuidad; que había algo que me acompañaba en cada etapa.

Hoy, volviendo la mirada hacia atrás, al cerrar mi etapa liceal, le agradezco al patio salesiano. Porque fue más que un espacio, porque me acompañó en cada etapa y me permitió descubrir cosas nuevas. Porque me hizo quien soy

vale la pena vivir asÍ
Historias que inspiran

La vida pudo más

Nicolás Vieites sufrió una leucemia que lo llevó al filo de la muerte. El joven de 19 años venció diagnósticos terminales de que no pasaba la semana y hoy procura terminar sus estudios en Maturana para formarse como administrador de empresas. Su madre Cecilia le agradece a Dios y a la Virgen y ambos se emocionan por el respaldo firme de amigos y conocidos que empujaron desde cada rincón por la recuperación de Nicolás.

Cuando Nicolás Vieites entró a la emergencia del Casmu por un supuesto cuadro viral en agosto de 2023, ya no volvió a su casa hasta febrero de 2024. Sus padres oyeron los peores diagnósticos: primero, que no pasaba de la semana, que tuvo un paro cardiorrespiratorio, que debían decidir entre un fallecimiento seguro o una operación incierta que por lo menos mantenía una esperanza

Sobreviví y eso es lo lindo, sonríe él mismo, que no recuerda casi nada de toda esa etapa. Esto me genera algo positivo, debo decir que he llorado por la emoción. Por la gente creyendo en mí, ayudándome. Me parece muy lindo. Agradecerle a todo el mundo, a Dios

Nicolás Fernando como el ídolo de Peñarol, aclara acaba de cumplir los 19 años y quiere terminar el liceo. Lo está haciendo en el Maturana, su casa desde los tres años, después de un breve pasaje por el Juan XXIII, interrumpido en 5.º por la enfermedad. Este lugar me tuvo toda la vida y me emociona. A fines del 2024 me preguntaron '¿qué preferís, Maturana o Juan?'. Yo vi mi carné del Juan y dije: '¡Maturana!'

Salvo algunas materias que pudo revalidar, hubo muchas que el Juan pese a las gestiones con Secundaria no pudo congelar y tuvo que bajarle la nota durante la internación hasta mandarlo a examen, por lo que tuvo que volver a empezar.

El buen humor y la espontaneidad de Nicolás son una constante para contar lo que deja atrás y cómo salió adelante. Por suerte no me acuerdo de nada. Qué lindo, ¿no? Ahora está contento de volver al Maturana para cerrar una etapa y apuesta de grande a ser administrador de empresas

ENTRE DOS CASAS

Nicolás sabe la historia por lo que le cuentan: que no tuvo muchas ganas de cambiarse al Juan en 4.º y que le costó el cambio, pero que se adaptó por su buena habilidad para hacer amigos, relata su mamá, Cecilia. En 5.º, empezaron los dolores de cabeza y los vómitos.

Un día de agosto se quedó en casa porque empezó a hacer fiebre. Llamamos varias veces al médico y nos decían que era un cuadro viral. Pero, sobre todo, lo que llamaba la atención era que no paraban los vómitos. Hasta que en un momento empezó a decir incoherencias y nos lo llevamos enseguida para la puerta del Casmu. En principio, lo seguían tratando como si fuese un cuadro viral hasta que finalmente, cuando no respondía a nada, llamaron a un cirujano pensando que era apendicitis.

El doctor lo descartó y lo pasó con urgencia al tomógrafo. Salió el sangrado en el cerebro. De ahí ya salió derecho para el CTI, donde estuvo ocho meses, revive Cecilia. Le llevaron el oso peluche de su infancia y se quedaron día y noche

con él, hasta que tuvieron que ceder al cansancio y empezar a dormir en casa, también bajo la recomendación de estar descansados para cuando lo pasaran a sala.

Si bien la enfermedad era la leucemia, la complicación inmediata fue la presión sobre el cerebro. Una de las decisiones más sensibles fue la cirugía para una descompresión, para lo que tuvieron que sacarle un pedazo del hueso del cráneo. Si lo dejaban así, era seguro que iba a fallecer Y con la operación no se sabía, pero por lo menos había una esperanza. Y decidimos que lo operen, narra Cecilia.

Nicolás pasó su cumpleaños y las fiestas de fin de año en el CTI. Fue muy angustiante para toda la familia, para todos los amigos, recuerda su madre. Él no quiere ni imaginarse, por ejemplo, lo que habrá sido para sus abuelos.

AGRADECER

Pero en plena tormenta aparecieron sostenes, personas que pusieron de lo suyo para colaborar, tantos que no bastan los caracteres.

El 11 de noviembre, el día del cumpleaños de Nicolás, el personal del Casmu le decoró el box, le hicieron globos con los guantes y hasta una colecta para regalarle una pedalera, para que empezara a recuperar la movilidad. Era el chiquito del CTI, lo tenían entre algodones. Nicolás bromea: ¿Vos sabés que todo el Casmu me conoce?. Hoy considera amiga a una de las enfermeras que lo cuidó.

Joselo Morillo, director del Maturana, iba casi todas las semanas: rezaba con ellos, le hizo a Nicolás la Unción de los enfermos y estaba siempre al teléfono para los padres. También iba a visitarlo el entonces director del Juan, Hugo Espinosa; su profesora de Matemáticas, Karina Tejera; además de docentes de las dos casas y una maestra del Maturana que les llevó agua bendita.

El Maturana y el Juan hicieron un comunicado conjunto para pedir donantes de sangre. Un día saturaron el Casmu. Los iban llamando por lista, increíble cómo se movieron todos, nunca había visto nada igual. Ahora Nico es un poquito de cada uno de ellos

A Nicolás le emociona escuchar que su amigo Matías Grundel iba al hospital y lloraba por él. Varios amigos más también lo visitaron, incluso cuando no los dejaban pasar a verlo por ser menores de edad.

Cecilia recuerda a las madres de compañeros que trabajaban en el Casmu y que le dejaban el teléfono

por cualquier cosa. Circularon cadenas de oraciones y hasta hubo quienes, sin creer en Dios, se concentraban en Nicolás a modo de reiki para pasarle energía positiva para su recuperación.

Es emocionante ver cómo se movió todo el mundo para que se recuperara, agradece su madre. Que Nico esté así es gracias a la comunidad salesiana y muchos amigos más que, tal vez no siendo creyentes, ayudaron igual con un pasaje de energía positiva. Agradecerle a Dios y a la Virgen.

En febrero de 2024 le dieron el alta, pero una infección por bacteria resistente lo hizo convulsionar en la casa y volvió grave al CTI. No saldría hasta el 18 de mayo. Ahí fueron valiosos los consejos de los compañeros de trabajo de los padres de la Facultad de Química, con colegas de Microbiología que les dieron la tran-

quilidad de que no iba a haber problema con un tratamiento que aún es experimental en el país. También tuvieron que viajar a Argentina a conseguir un antibiótico especial y no les faltó una amiga que les indicó el laboratorio específico al que acudir

El hermano de Nicolás, Guillermo, que hoy está en 3.º en Maturana, también sufrió su parte. Bajó todas las notas acá en el liceo, pero la coordinadora de grupo, Alejandra, lo contenía muchísimo. Pobre Guillermo, vivía como solo, porque estábamos cuidándolo a Nicolás, dice su madre. Nicolás tiene de oídas que Guillermo le hacía cosquillas y hasta se le tiraba arriba para animarlo durante su internación. Me enteré que una enfermera le dijo que me jodiera así me movía

Me contaron que a mi padre le dijeron que me iba a morir, que no iba a caminar ni a hablar Y estoy caminando, estoy hablando y estoy vivo, puede sonreír hoy.

Nicolás llegó a estar gravísimo y no faltaron en el Juan y en el Maturana horas decisivas de oración en las que se esperaba lo peor. En el liceo se hablaba entonces de que, si lograba superarlo, era un milagro

Hoy concede esta entrevista junto a su madre. Él bromea con que desde arriba alguien dijo: Es jovencito, es creyente, dejémoslo un ratito más porque no lo queremos traer y que nos joda

“El mejor regalo que Dios hizo en la historia es su presencia”

El padre Daniel Kerber recita de memoria pasajes del Evangelio, sin interrupciones y sin alterar una sola palabra. Va desde el Magníficat al relato de la Navidad, con las cartas de Pedro y de Juan en el medio. Son líneas que, si uno se detiene en ellas, hablan de gratitud, una palabra que cerca de fin de año empieza a sonar de otra manera.

Para Kerber de 63 años, sacerdote del clero de Montevideo desde 1998 y doctor en Teología la gratitud se enlaza con el desafío de la novedad, algo que comprobó en su propia vida al asumir como párroco de Stella Maris, en el barrio Carrasco, el pasado mes de marzo.

En diálogo con el BS, el sacerdote reflexiona sobre la gratitud en el Evangelio y en los tiempos de Adviento y Navidad. A continuación, un resumen de la entrevista.

¿Cómo entiende la Iglesia la gratitud?

¿Por qué es un gesto que aparece tantas veces en el Evangelio?

Pablo dice: Fuimos salvados por gracia. La obra de Dios es una gracia para nosotros, y esa gracia, que es

regalo, despierta algo en nosotros cuando la acogemos. La respuesta a esa gracia es la gratitud. La gratitud para con Dios y la gratitud para con nuestros hermanos se manifiesta en el amor. La carta de Juan dice: En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó primero Y ese amor primero de Dios es gratuito. Esa gratuidad de Dios despierta en nosotros, como correspondencia, la gratitud. Un punto culminante de nuestra capacidad de agradecer es la Eucaristía, que viene de eu y xarij, que quieren decir acción de gracias: Jesús, como cabeza, celebra con su cuerpo la acción de gracias al Padre.

Como sacerdote acompaña muchas realidades humanas. ¿Qué cambia en la vida de una persona cuando empieza a mirar desde la gratitud? Hay veces que no es fácil descubrir la gratitud, sobre todo cuando hay momentos de sufrimiento. Pero incluso en esas etapas es cuando la gente se siente acompañada. Señor, estoy acá, estás conmigo y te agradezco que estés conmigo. Creo que en este tiempo de hiperconectividad, una polaridad que contrasta con la

poca comunicación humana y presencial, estamos superconectados con mil aplicaciones, pero otra cosa es sentarse y saberse escuchado personalmente por alguien. Esa dimensión intrínsecamente humana es tremendamente consoladora y despierta gratitud.

Dios no viene a lo perfecto, gracias a Dios, sino que viene a los necesitados, que somos nosotros.

El Adviento es un tiempo de preparación para la Navidad. ¿Cómo puede vivirse este período desde una mirada agradecida?

Cuidado con reducir el Advierto exclusivamente a la expectación de la Navidad, porque históricamente la Navidad es pasada: Jesús nació. Si bien cada año celebramos la Navidad, celebramos el nacimiento histórico de Jesús. Por eso la Iglesia habla del Adviento en clave de venida. Cuando tenés a una persona que querés mucho y hace tiempo que no ves, y

El sacerdote Daniel Kerber profundiza en la gratitud como modo de mirar la fe, el Adviento y la Navidad, y de reconocer el nacimiento de Jesús como un gesto de acción de gracias

viene, te sentís agradecido. ¿Por qué? Porque esa venida provoca alegría. Yo tengo tres hermanos que viven en el exterior desde hace 40 años. Antes venían más seguido. Ahora, cuando vienen, para mí el simple hecho de que vengan es una alegría, y se los agradezco. El encuentro provoca alegría y esa alegría gratuita por el encuentro provoca gratitud.

La Navidad suele presentarse como tiempo de regalos. ¿Cómo recuperar la idea de la gratitud como regalo en sí mismo?

Dentro de la secularización, nuestra cultura rescata lo peor de la Navidad. La Navidad es regalo, lo cual me parece lindísimo, pero se reduce a un mensaje: Te permito comprar esto en cuotas para facilitarte que compres los regalos Ahí, me parece, se pervierte el sentido propio del regalo. El mejor regalo que Dios hizo en la historia es su presencia: Dios en medio de nosotros. El Evangelio de Juan dice: Tanto amó Dios al mundo que le dio a su único Hijo para que todo aquel que cree en él no muera sino que tenga vida eterna. Cuando percibimos que nuestra vida es un regalo, y que lo que Dios hace en medio de nosotros también lo es, eso despierta gratitud, que no es contradictoria con los desastres históricos que vivimos cotidianamente. A veces la clave del pesebre la romantizamos y decimos: ¡Ay, qué lindo dónde puso la Virgen a Jesús!... ¡Es un desastre! Una madre nunca quiere poner a su hijo en un pesebre, el lugar donde comían los animales. Pero ahí, cuando los demás no lo querían recibir, Dios nace igual. El nacimiento del Señor no es un no me doy cuenta de las cosas malas que suceden, sino un me doy cuenta, pero Dios nace igual para dar respuesta a esas situaciones. Dios no viene a lo perfecto, gracias a Dios, sino que viene a los necesitados, que somos nosotros.

En la escena del pesebre, ¿qué gesto de Jesús, María o José le habla de gratitud que se juega en lo sencillo? El Evangelio es muy parco en la descripción de sentimientos. Por ejemplo, de José no conservamos ninguna palabra. De María tampoco. Lo que sí aparece antes, cuando visita a su prima Isabel, es el Magníficat: Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios mi Salva-

dor. De alguna manera, podríamos comprender el Magníficat como una anticipación del pesebre. El hecho de que María haya dado a luz a su primogénito, lo haya envuelto en pañales y lo haya recostado en un pesebre puede entenderse como un gesto bellísimo de una madre, y también como el dolor de una mujer que ofrece lo mejor que tiene aunque ese mejor sea un lugar pobre. Es un gesto de gratitud realista, no idealista: Nene, lo mejor que tengo en este momento es un pesebre, me encantaría darte algo más, pero te doy lo mejor que tengo, que es lo mío. Me parece que eso enraíza la Navidad en la realidad.

¿Por qué la gratitud es una manera de reconocer el ministerio de un Dios que nace y se hace hombre? La gratitud es reconocer el don. Muchas veces nos cuesta eso porque exige levantar un poco la cabeza. Una vez leía un artículo sobre el cerebro

reptiliano, esas conexiones más antiguas que tenemos, que explicaba que los humanos más primitivos, sabían que si salían de noche se los comían las fieras. Por lo tanto, registraban con mucha más atención el peligro que la belleza de la noche. A veces nosotros tenemos un cerebro reptiliano porque quedamos fijados en las cosas negativas. Para tener gratitud hay que levantar un poquito la cabeza y ver cómo en medio de las cosas negativas hay una cantidad de cosas positivas, como por ejemplo, Dios que nace y es metido en un pesebre, y no busca el mejor hospital de Belén. Dios busca meterse en la mitad de nuestra historia y, muchas veces, en la mitad pobre de nuestra historia para hacerse presente también hoy. Descubrir a Dios en las situaciones complejas no despierta la gratitud, pero reconocer su presencia en medio de lo difícil exige levantar la cabeza y ser capaz de ver lo positivo en medio de lo negativo.

La gratitud es reconocer el don. Muchas veces nos cuesta eso porque exige levantar un poco la cabeza.

LAS HORAS QUE CAMBIARON EL MUNDO

Termina 2025 y, con él, despedimos el primer cuarto de siglo.

¿Qué acontecimientos han dejado una huella en nuestras vidas en este tiempo?

Cuando las copas brinden, las personas se abracen y los fuegos artificiales estallen en el cielo en la noche de Año Nuevo, el planeta entero atravesará un umbral silencioso, imperceptible, acaso trascendente y singular Los últimos días de diciembre significarán el crepúsculo del primer cuarto de siglo: dos décadas y media que dejarán atrás una estela de transformaciones profundas y, encima, aceleradas.

Esta porción del universo que llamamos mundo será muy distinta, la noche del 31 de diciembre, a la que conocimos en los albores del milenio.

En 25 años, las tecnologías habrán pasado de lo inimaginable a lo concreto. Los sistemas políticos se habrán visto sacudidos por conflictos que habrán redefinido la noción misma de seguridad. Las crisis sanitarias habrán expuesto la fragilidad que alcanza, incluso, a los países más desarrollados. Los modos de comunicación habrán mutado en tiempo real. Las formas de trabajar, aprender y vincularse, también.

Y en medio de ese torbellino, las sociedades habrán vacilado en la sutil contradicción de un mundo más próximo y más frágil, más individua-

lista y, a la vez, más interconectado. ¿Cuáles fueron los acontecimientos que marcaron el pulso en esta hora de la historia? En el BS elegimos cuatro.

EL ATENTADO QUE MARCÓ EL SIGLO CUANDO APENAS COMENZABA 11 de setiembre de 2001. Y no hace falta decir más. La imagen que se transmitió por televisión aquel martes de comienzos de siglo quedó grabada en la retina de todos y torció el rumbo de un milenio que recién comenzaba. Ese día, las Torres Gemelas de Nueva York ardieron y se

derrumbaron frente a un mundo incrédulo y fuertemente conmocionado por los ataques terroristas perpetrados en el corazón financiero y simbólico de Estados Unidos.

El filósofo y sociólogo Jürgen Habermas sostuvo que se trató del primer acontecimiento histórico mundial La presencia de las cámaras y de los medios hicieron que un hecho local se volviera internacional, y convirtieron a la población mundial en un testigo pasmado de una cruel realidad

El atentado se cobró la vida de casi 3000 personas y marcó el inicio de una guerra sin precedentes en la historia reciente. Un análisis de la BBC recordaba en 2021 que el 11S inauguró un conflicto en el que el enemigo ya no era un estado-nación y cuyos contornos, más que geográficos, pasaron a ser difusos, móviles y transnacionales. Aquel día marcó el inicio de la llamada guerra global contra el terrorismo, pero también modificó estructuras políticas, jurídicas y diplomáticas de largo alcance.

Las medidas de seguridad aeroportuaria que hoy parecen naturales nacieron esa mañana de 2001. También el incremento de discursos islamófobos y un debate mundial más insistente sobre los límites y las garantías de los derechos humanos.

LA PRESENTACIÓN DEL IPHONE

Seis años más tarde, otro acontecimiento esta vez tecnológico volvió a modificar la vida cotidiana. Los noticieros del mundo no enfocaron sus cámaras sobre él el 9 de enero de 2007, pero esa mañana Steve Jobs presentó un objeto que, con el tiempo, pondría todo del revés. En el escenario del Moscone Center, en California, el director ejecutivo de Apple anunció que tres dispositivos un teléfono, un iPod y un comunicador de internet serían, en realidad, uno solo. Lo llamó iPhone.

Era un dispositivo negro, compacto, de poco menos de tres pulgadas,

dominado por una superficie lisa que respondía al tacto. El usuario no precisaba lápices ni mouses porque el mejor dispositivo de apuntado ya lo traía puesto cada persona y eran los propios dedos. Aquel discurso era, nunca mejor dicho, sencillamente revolucionario.

El iPhone no solo fue un éxito comercial de una empresa norteamericana, sino que marcó el inicio de una revolución cultural y tecnológica sin precedentes llamada smartphones. Decenas de hábitos culturales se vieron atravesados, de allí en más, por los teléfonos inteligentes de los que hoy hay más de 7200 millones de ejemplares en el planeta.

Con esos aparatos como intermediarios, las redes sociales se convirtieron en una nueva plaza pública donde la vida personal y colectiva se volvieron prácticamente la misma cosa. Las distancias entre las personas se perforaron y se abrieron posibilidades antes inimaginadas. También enormes riesgos.

QUEDATE EN CASA

El 13 de marzo de 2020 es otro día difícil de olvidar. Seguramente te acordarás qué estabas haciendo cuando el entonces presidente Luis Lacalle Pou anunció en conferencia de prensa, y con su gabinete en pleno, la confirmación de los primeros casos de covid-19 en Uruguay.

Durante meses, ese virus respiratorio le puso freno al devenir de la historia y vació las calles, cerró las escuelas, frenó el consumo y clausuró los aeropuertos. El mundo entero asistió a la consumación, nunca tan literal, de un planeta absolutamente interconectado e interdependiente, lo que en palabras del sociólogo francés Edgar Morin es la intersolidaridad de la salud, lo económico, lo social y todo lo humano y planetario

El papa Francisco, en tanto, condensó toda esa reflexión en aquella expresión de que nadie se salva solo.

La crisis sanitaria tuvo todo tipo de coletazos. Hubo más de 7 millones de muertos y el miedo al contagio redefinió la organización de las ciudades, alteró la economía mundial con caídas masivas en el PBI, expuso la

fragilidad de los sistemas de salud incluso en países considerados modelo y forzó a las personas a un estrés emocional que muchos señalaron, luego, como otra pandemia.

LA LLEGADA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Pero el mundo siguió cambiando. Y, si bien los historiadores suelen advertir que hace falta algo de distancia para comprender el alcance real de los acontecimientos, el impacto que ha tenido en nuestras vidas la masificación del uso de la inteligencia artificial generativa es, sin dudas, otro de los acontecimientos del siglo. A partir de 2022, distintas plataformas demostraron que podían producir textos, imágenes, voces y videos en apenas unos instantes con niveles de precisión y fluidez que antes parecían exclusivos de los humanos.

Con la llegada de la IA, la tecnología empezó a imitar procesos complejos del pensamiento, y empujó a millones de personas a replantearse qué significa crear, estudiar, trabajar o, incluso, comunicarse. Se estima que el 80 % de la población ha utilizado alguna vez herramientas de IA y que 6 de cada 10 lo hace regularmente.

Las consecuencias ya están a la vista. Las escuelas, los puestos de trabajo y los modos de producir conocimiento y verificar la verdad asisten, mientras se escriben estas líneas, a un momento de hondas transformaciones. Su expansión sigue generando todo tipo de debates y dilemas éticos de gran escala, de los que recién se podrá sacar conclusiones en unos cuantos años. La historia, como siempre, tendrá que seguir escribiéndose.

EL SIGLO XXI EN CINCO DATOS

2024 +123 M

fue el año más caluroso de la historia, con una temperatura media 1,55 °C por encima del nivel preindustrial.

de desplazados en 2025 debido a conflictos bélicos, crisis humanitarias y desastres vinculados al cambio climático.

de esperanza de vida a nivel mundial desde los años 2000. + 6 años

838 M 4

de personas viven en situaciones de pobreza, aunque el número ha descendido desde comienzos de siglo.

sucesores de Pedro ha tenido la Iglesia Católica en lo que va del milenio: Juan Pablo II, Benedicto XVI, Francisco y León XIV.

Película: La vida ante sí (2020) Disponible Netflix

Los gestos silenciosos donde habita la vida

Llega diciembre y, casi sin buscarlo, empezamos a frenar No mucho, apenas un poco. Lo suficiente para mirar lo que fue pasando en estos meses que corrieron, muchas veces, más rápido de lo que quisimos. A veces, el balance es amable. A veces, duele. A veces, simplemente nos muestra que hicimos lo posible. En esa mezcla tan humana, La vida por delante se vuelve una compañía silenciosa porque trae una historia que pone la lupa en algo que suele escaparse entre las manos: la gratitud.

Momo y Madame Rosa no se eligen. La vida los empuja a convivir desde un lugar áspero, lleno de grietas, donde ninguno llega entero. Pero justamente ahí, en ese terreno frágil y roto, empieza a crecer algo que no se explica con discursos ni promesas. Hay gestos que sostienen, miradas que desarman, pequeñas acciones que abren un respiro. La gratitud en la película no está en grandes escenas, sino que habita lo cotidiano. Está en la olla que se comparte, en el abrigo que se ofrece sin preguntar, en la presencia que acompaña aunque no tenga todas las respuestas.

Y, al mirarlos, inevitablemente uno se mira. Porque también en nuestro año hubo esas manos que nos levantaron cuando veníamos cayendo un poco. Esos mensajes que llegaron justo a tiempo. Esas personas que se quedaron a nuestro lado, incluso cuando no teníamos mucho para ofrecer. Quizás no lo dijimos en voz alta, pero sabemos lo que significó.

La gratitud tiene ese misterio: empieza siendo un recuerdo y termina siendo una forma de mirar. No niega lo que dolió, no inventa lo que no fue, pero ilumina lo que sí estuvo. Y ahí, en ese ejercicio humilde y honesto, aparece algo que nos hace bien, que es darnos cuenta de que no

caminamos solos. Que nuestro año no es solo una suma de logros o heridas, sino también la acumulación de acompañamientos que nos sostuvieron.

A veces, agradecer es simplemente detenerse un minuto y reconocer que alguien nos dio lugar cuando más lo necesitábamos. Que alguien confió en nosotros sin tener motivos. Que alguien nos cuidó con un pequeño y silencioso gesto que quizá nunca sabremos cómo devolver. La película nos enseña que la gratitud crece en lo discreto, en lo que pasa casi desapercibido, pero cambia la vida.

Y tal vez ese sea el gesto más valioso para cerrar el año: abrir el corazón y dejar que aparezcan los nombres que nos acompañaron. Los de quienes hicieron el camino menos duro, los de quienes nos regalaron un poco de paz, un poco de esperanza o un poco de fe. Los de quienes nos sostuvieron en la fragilidad. Nombres que, al recordarlos, despiertan genuina ternura.

Cuando uno se permite ese gesto simple, profundo, sincero entiende que la vida se arma así, con vínculos que nos humanizan. Y que llevar esos nombres en el corazón es, en definitiva, lo que nos hace verdaderamente agradecidos.

Ojalá podamos terminar el año con esa certeza suave de que mucho de lo que somos hoy lo debemos al amor recibido. Que nuestra felicidad, en gran parte, tiene rostro, tiene voz, tiene historia. Que la gratitud no es un deber, sino un respiro que nos devuelve a lo esencial. Y que, al mirar hacia atrás, podamos recordar todos esos nombres y dejar que sigan latiendo en nosotros como una forma silenciosa de decir gracias.

Esos regalos que llegan sin avisar

Hoy quiero compartirles algo muy personal, pero que creo que puede ayudarnos a todos. Me gustaría que lo reciban como un regalo de Navidad de esos inesperados que, sin buscarlos, nos iluminan un poco la vida.

Hace un par de semanas recibí uno de los regalos más lindos y significativos que me tocó vivir. En la casa salesiana donde acompaño, un gurí al que llamaré Sebastián me contó que se iba a bautizar y que quería que fuera su padrino. Hacía mucho tiempo que no sentía una alegría tan honda. La verdad: no lo veía venir. Tengo mucho vínculo con todos los gurises, pero que alguien me pidiera acompañarlo en un momento tan profundo para la fe y para la vida fue un regalo que vino directo del Cielo.

Cuando me lo dijo me quedé unos segundos en silencio. Lo abracé y le agradecí por el regalo gigante que me estaba haciendo: invitarme a caminar con él en su fe y en su historia. Me salió preguntarle por qué había pensado en mí para algo tan grande. Me respondió tres cosas: porque siempre estás conmigo, porque tenemos buen vínculo y porque quiero que este vínculo dure para siempre. ¿Para siempre? ¡Para siempre! Así, sin vueltas.

Su respuesta me dejó todavía más en silencio. Lo miré atónito, agradeciéndole a Dios y a la vida por ese momento. Desde ese día sigo pensando qué habré hecho yo en la vida de Sebastián para que me pidiera ser su padrino. Y se me hace difícil responderlo, pero tal vez ni tenga que hacerlo. Los vínculos no se explican demasiado: se tejen.

Se tejen con presencias, con aciertos y con errores, con aprendizajes compartidos, sin estrategia ni discurso. Y

mientras se tejen, van generando cosas en cada uno que uno ni se imagina hasta que aparece un gesto como este, que revela todo lo que fue creciendo en silencio.

A veces necesitamos que alguien nos sorprenda para descubrir cuánto bien se venía gestando sin darnos cuenta. La sorpresa nos despierta y nos revela lo que somos para otros, y lo que otros son para nosotros. Y en ese descubrimiento sencillo nace una gratitud honda, de esas que brotan del corazón y nos hacen mirar la vida con más verdad.

Esta historia tan personal y tan atravesada por lo que significan Sebastián y los gurises de esa casa salesiana en mi vida es el regalo que quiero hacerles en este cierre de año a ustedes, que mes a mes nos acompañan en el Boletín Salesiano.

Déjense sorprender por lo inesperado. Por esos regalos que llegan sin buscarlos, sin preverlos y hasta sin desearlos. Regalos que vienen para que los abracemos con gratitud, para que nos muevan la estantería interior y para que, mirando al Cielo, podamos decir simplemente: ¡gracias!

Juan Manuel Fernández SDB

El sueño vuelve a empezar

A 150 años de la primera expedición misionera salesiana a América, el grupo asociativo EcoBosco del Colegio San Isidro de Las Piedras viajó a Buenos Aires para reencontrarse con las raíces carismáticas. Fueron cinco días de misión, convivencia y oración que dejaron en el corazón la gratitud de ser parte del sueño de Don Bosco, que sigue vivo allí donde los jóvenes se animan a compartir y entregar su vida por los demás.

Este año se cumplen 150 años de la llegada de los primeros salesianos a América. En un rincón de Buenos Aires empezó el sueño de Don Bosco fuera de Turín, un camino que sigue dando frutos en más de 130 países en los cinco continentes.

Inspirado por este aniversario, y por las ganas de seguir haciendo crecer la llama que Don Bosco encendió en cada uno de ellos, integrantes del grupo EcoBosco del Colegio San Isidro cruzaron el charco para una misión de cinco días que quedó marcada en el corazón de todos.

El grupo nació este año como un espacio de profundización en la fe y como una forma de acercarse al Sistema Preventivo de Don Bosco. Algo que empezó entre mates y meriendas para los estudiantes de segundo y tercero de Educación Media Superior fue tomando forma y se consolidó como un lugar para caminar comunitariamente.

La idea de llevar a cabo esta misión al otro lado del Río de la Plata surgió en uno de los espacios comunitarios, al leer una de las cartas que Don Bosco envió a sus hermanos salesianos. Lucas López, animador de EcoBosco, cuenta al BS que los jóvenes se organizaron rápidamente para darle forma a la idea. Vendieron pizzas y organizaron algunas instancias de cantina para juntar dinero y financiar lo necesario.

El viaje tuvo lugar en octubre y duró cinco días, en los que los chicos conocieron distintas obras salesianas de Buenos Aires, fueron alojados por comunidades, convivieron, participaron activamente de oratorios y recorrieron la capital argentina con los ojos de Don Bosco como guía, gracias a algunos anfitriones de lujo.

Tadeo, uno de los chicos que viajó, lo explica así: El viaje lo resumiría como un tiempo de misión, en el que la amistad y el carisma salesiano se

mezclaron para marcarnos a todos Desde el primer tramo en el ómnibus, los gestos de los chicos hablaban claro: Me acuerdo de darme vuelta y ver que había surgido espontáneamente una merienda entre todos, dice. El ambiente de familiaridad típicamente salesiano ya estaba ahí.

UN ESPÍRITU MÁS ALLÁ DE LAS FRONTERAS

Una vez en la capital argentina, los chicos se alojaron en el colegio María Auxiliadora y la sensación de acogida fue inmediata: Nos recibieron muy bien, recuerda Tadeo. Fue el encuentro con los demás lo que marcó la diferencia.

Los 15 integrantes de la comunidad recorrieron parroquias, basílicas y colegios. Conocieron la historia viva del Instituto María Auxiliadora de Almagro, escucharon testimonios y se encontraron con jóvenes que, como ellos, entregan su tiempo y corazón por los demás. En el oratorio de La Boca, en particular, fue impresionante ver cómo, del otro lado del charco, está el mismo espíritu salesiano y sentir que no solo acompañaban, sino que eran parte, explica Lucas. Toda esa experiencia fue para él un gran sacudón: Está zarpado ver que después de 150 años hay algo que sigue vivo, que hay en otro país gurises que sienten igual que nosotros y que eligen gastar su tiempo por los demás, subraya.

EXPRIMIR CADA SEGUNDO

Cada noche de esa semana terminó con una típica buenas noches que sirvió como espacio para decantar la experiencia a través de reflexiones, cuentos y agradecimientos. La convivencia fue una de las cosas más lindas del viaje. De hecho, después del cierre, nos quedábamos jugando al truco o a algún juego de mesa. Eso nos acercó mucho, cuenta Lucas en entrevista con el BS.

Fueron cinco días que transformaron e hicieron crecer a un grupo de jóvenes que elige vivir la vida con Jesús y Don Bosco como guía. EcoBosco volvió a Uruguay ya no solamente

Está zarpado ver que después de 150 años hay algo que sigue vivo, que hay en otro país gurises que sienten igual que nosotros y que eligen gastar su tiempo por los demás
Lucas López

como un grupo, sino como una comunidad. Se afianzaron vínculos y se acercaron mucho, dice Lucas, y Tadeo lo confirma: Hoy somos más unidos y seguimos en contacto más allá del colegio, agrega.

Los educadores también volvieron renovados: Me motivó mucho esta experiencia, me dio viento en la camiseta y me hizo sentir que esto vale la pena. Es cansador, porque dejamos horas de trabajo, estamos mucho tiempo armando todo, pero es un cansancio lindo, reflexiona el animador de ese espacio.

ANIMARSE A SOÑAR

La experiencia que EcoBosco realizó en Buenos Aires se enraizó en una búsqueda por conocer y descubrir la originalidad del carisma. En ese sentido, para Lucas, estos días com-

partidos son, también, una forma de agradecer el legado salesiano de tantas generaciones desde aquellos primeros misioneros.

Los gurises agradecen a Don Bosco por haberse animado a soñar, cuenta Lucas, y esta experiencia ha renovado el compromiso de continuar esa historia. Saber que alguien gastó la vida por los demás hace que ellos quieran hacer lo mismo, explica el animador

Volver a casa también es algo para agradecer y, en los siguientes encuentros, el grupo lo confirmó. Con alegría por lo vivido y con las ganas renovadas, ahora, la comunidad del colegio prepara la misión que tendrá lugar en diciembre y lo hace con la misma intención de seguir gastando la vida por los demás.

latidos del evangelio

Espiritualidad

Mucho para agradecer

El 9 de marzo de 2025, el cardenal Daniel Sturla publicó su Carta anual 2025, en la que, entre muchas inquietudes eclesiales y pastorales, nos enumeraba una serie de acontecimientos que eran, para la Iglesia y la sociedad uruguaya, signos de amor de nuestro Dios, los cuales se harían efectivos en la medida que supiésemos corresponder a tanto amor

En ese contexto, el cardenal decía que el 2025 era un año especial para la Iglesia, el mundo y el Uruguay. El año santo de la esperanza, el de los cambios a nivel mundial en los que debíamos descubrir los signos de los tiempos cuyo discernimiento no resulta fácil, el año de cambio de gobierno donde se planteaban también nuevas oportunidades y desafíos. Un tiempo de celebración por los sucesos de 1825 y el sínodo de los obispos sobre la sinodalidad.

Con memoria agradecida, el arzobispo recordaba también a los colaboradores que han trabajado en la Iglesia de acuerdo a sus posibilidades como el clero secular y religioso y los nuevos presbíteros y diáconos. A su vez, celebraba el acompañamiento cordial de sus principales colaboradores en la pastoral y los encuentros fraternos a todos los niveles, que habían sido encuentros de gran riqueza espiritual en un compartir con mucha confianza que fortalece la vocación.

Este año también fue la oportunidad de renovar la consagración al Sagrado Corazón de Jesús, hecha por el beato Jacinto Vera en el año santo de 1875, y de celebrar la peregrinación nacional a la Virgen de los Treinta y Tres, rememorando el bicentenario de la instalación del gobierno provisorio, el 14 de junio, y de la Declaratoria de la Independencia, el 25 de agosto.

El cardenal recordaba, a su vez, que era el año de la esperanza y el tiempo de la creación, además del aniversario 1700 del primer Concilio Ecuménico (Concilio de Nicea), en el que, como decía Sturla, la Iglesia clarificó su fe y elaboró el credo que luego fue contemplado en el Concilio de Constantinopla

Pero más allá de esos acontecimientos que señalaba nuestro arzobispo, todavía podemos enunciar otros acontecimientos que son signos del amor de Dios para nosotros.

El incansable trabajo del Papa Francisco, hasta la entrega de su vida llena de confianza y esperanza; la elección del Papa León XIV como sucesor de Francisco en la Cátedra de San Pedro y su primera exhortación Dilexi te. La actitud respetuosa del pueblo uruguayo en tiempos de elecciones, las distintas muestras de cordialidad, respeto y solidaridad que se dan entre nosotros, y el hecho de reconocer a nuestra Iglesia, como dice Daniel, como pobre y libre, pequeña y hermosa. También la capacidad de reconocer, cada día, tantos santos de la puerta de al lado, el gusto de despedir el día contemplando la puesta de sol, la belleza de ser amigos y experimentar una amistad sana y positiva.

¡Qué maravilloso es gozar esta polifonía que nos brinda la realidad! Nuestro Dios no se guarda nada. Quedamos nosotros que debemos corresponder a este proyecto amoroso de Dios y ser cocreadores de un mundo auténticamente humano desde lo poco que podemos hacer. O ser egoístas y destructores del proyecto de Dios, que Jesús llamaba Reino.

P. Juan Algorta sdb

sintonizando con don bosco

Mensaje de la Madre General

Nos precedió la gracia

Mirar el año compartido y descubrir el paso de Dios por nuestra vida

Amigos de la familia salesiana de Uruguay:

Al llegar al final de un año especial y sagrado, durante el que el Jubileo de la Esperanza ha guiado nuestros pasos y nuestro camino de conversión personal y comunitaria, surge espontáneamente la necesidad de expresar nuestra gratitud.

Las palabras de San Pablo nos invitan a vivir la gratitud como una forma de adoración y reconocimiento de Dios, fuente de todo bien, como una manera de expresar fe en su presencia y reconocer su grandeza en nuestras vidas «No dejen de dar gracias a Dios por todo, porque esta es su voluntad para con ustedes en Cristo Jesús» (Rm 8,28).

Aprendamos a ser agradecidos siempre, no esporádicamente, porque el objetivo de nuestra alabanza es «bendecir al Señor en todo momento» (Sal 34,1). La oración de acción de gracias siempre comienza así: reconociendo que la gracia nos precedió. Fuimos pensados antes de que aprendiéramos a pensar; fuimos amados antes de que aprendiéramos a amar; fuimos deseados antes de que un deseo floreciera en nuestros corazones. Si miramos la vida de esta manera, la acción de gracias se convierte en el principio rector de nuestros días, como decía el papa Francisco.

La gratitud es también una virtud fundamental para la familia, la comunidad y la vida civil. Nos ayuda a crear relaciones sanas y auténticas, nos hace mejores, nos permite reconocer el valor de los demás y nos permite dar lo mejor de nosotros mismos. La gratitud tiene un impacto beneficioso en las relaciones interpersonales; es un don precioso que podemos dar y recibir en comunidad y en la misión. Tiene el poder de animar y motivar, abre las puertas del corazón y ayuda a fomen-

tar un clima de confianza y de compartir empático. Se manifiesta a través de los pequeños gestos y los detalles cotidianos. Expresar gratitud puede crear vínculos más fuertes y significativos, abrirnos a la humildad y a la colaboración, y fomentar el perdón y la comprensión. Cuando agradecemos lo que recibimos, es más fácil perdonar y comprender el estado de ánimo de quienes nos rodean, de quienes nos encontramos en el trabajo y de quienes compartimos la misión salesiana. La gratitud, de la que somos memoria viva y profecía, nos devuelve al presente, al don que somos, a los dones

actitud, además de ser conceptualmente obtusa por estar alejada de la verdad de la vida, cierra el corazón a cualquier tipo de relación.

Al final de un año tan importante en la historia de nuestras vidas, también nosotros podemos rezar como el salmo: «Bendice, alma mía, al Señor No olvides ninguno de sus beneficios».

Hemos recibido muchísimos regalos y bendiciones. Si intentamos enumerar todos los signos de la presencia de Dios, los dones de su bondad, la ayuda recibida de quienes nos aman y a

que recibimos cada día. Anima y colorea nuestra existencia.

Lo opuesto a la gratitud es la ingratitud. En el Evangelio, esta es una de las actitudes que más entristece a Jesús, quien, en cambio, siempre da gracias al Padre. Consideremos, por ejemplo, la curación de los diez leprosos: «Jesús respondió: ¿No quedaron limpios diez? ¿Dónde están los otros nueve?». O pensemos en la parábola de los invitados a la boda, del evangelista Lucas, que se vuelve más dramática en Mateo, donde la reacción del rey es tan inevitable que envía a sus tropas a matarlos e incendiar su ciudad.

Quizás sea cierto que la ingratitud puede ser una forma de arrogancia, la de darlo todo por sentado por quienes creen que no necesitan a nadie. Esta

quienes amamos, nos daremos cuenta de que dar las gracias nunca es suficiente. Por mucho que expresemos nuestra gratitud, siempre estaremos en deuda, sobre todo, con Dios Padre.

Encomendémonos, entonces, a su amor infinito. Pongamos nuestras vidas bajo la protección de María para que nos ayude a no desperdiciar el precioso don del tiempo en palabras vacías y banales, en acciones sin sentido, en quejas infructuosas.

Que podamos lograrlo durante la Navidad y a lo largo del año 2026. Este es mi deseo, acompañado de oración y afecto, para toda la familia salesiana de Uruguay.

¡Felices vacaciones!

Luego de un año de intensas y lindas actividades, nuestras obras sociales y educativas van llegando al final del 2025. Damos gracias a Dios por la vida de los niños, niñas y adolescentes que han recorrido, jugado y estudiado en nuestras aulas y patios. También por los educadores que han acompañado, con corazón salesiano, a cada uno de los chicos y chicas que se nos han confiado. ¡Nos vemos el año que viene!

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Donde nace la luz | Boletín Salesiano - Diciembre 2025 by Boletín Salesiano - Uruguay - Issuu