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03
CARTA DEL INSPECTOR
Confiamos, ¡es Navidad!

08
CONFIAMOS EN CADA PASO
Querido patio: me acompañaste en cada etapa

04 ¡SÍ, HAY ALGO NUEVO BAJO
EL SOL!
Pasar la posta, una forma de crecer


07SINTONIZANDO CON DON BOSCO
Donde el cielo se encuentra con la tierra


18 AQUÍ Y AHORA
Las horas que cambiaron el mundo

23 SABOR A BUENAS NOCHES
Esos regalos que llegan sin avisar

27 SINTONIZANDO CON DON BOSCO
Nos precedió la gracia

14 CON NOMBRE Y APELLIDO
“El mejor regalo que Dios hizo en la historia es su presencia”

22 PANTALLA INTERIOR
Los gestos silenciosos donde habita la vida

24 DEL ÁRBOL SALESIANO
El sueño vuelve a empezar

28 LA CIVILIZACIÓN DEL AMOR

26 LATIDOS DEL EVANGELIO
Mucho para agradecer

10 VALE LA PENA VIVIR ASÍ La vida pudo más ¡Felices vacaciones!
Dar gracias por el camino recorrido
31 EN POCAS PALABRAS
Revista de información sobre la Familia Salesiana y de cultura religiosa
Director: Lic. Juan José Malvárez
Editor responsable: Lic. Gonzalo Martínez
Columnistas: P. Juan Algorta sdb, Victoria Casal, Hna. Chiara Cazzuola, Juan Manuel Fernández sdb y Franco Grispino.
Equipo de redactores: Fabián Caffa, Elisa Juambeltz y Ramiro Pisabarro.
Fotografías: Sofía Cayota, Iglesia Católica de Montevideo, Lucas López, Pixabay, Unsplash y archivo del BS.
Corrección: Manuela Harretche
Diseño: Gustavo Baumann
Impresión: Mosca
Departamento Comercial: Luis Gómez
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salesianosuy






Todo en la Navidad invita a confiar. Dios confió en la humanidad. También confió en la respuesta de María y en la fidelidad de José.
Dios confió en cada uno de nosotros. Cada figura que colocamos en el pesebre recuerda esa invitación a confiar. Confiar nos hace más humanos y nos acerca a la propuesta de Jesús. Nos llama a confiar con la simpleza de un niño. A ponernos con fe en las manos de Dios. A confiar también en quien camina a nuestro lado.
Que esta Navidad sea para vos, para tu familia y para tu comunidad una oportunidad para renovar esa confianza que sostiene la vida y hace posible lo nuevo. Y, mientras vivimos este tiempo, te invito a recorrer este Boletín Salesiano y a descubrir en sus páginas rostros, gestos y experiencias donde esa confianza también se vuelve historia y gratitud.




La transición en la conducción del Sector Escolar une dos caminos marcados por décadas de vida salesiana. Eduardo Romero concluye su servicio y Pierino Rava inicia el suyo, en un proceso trabajado con tiempo, escucha y comunidad. La conversación con ellos permite asomarse a continuidades, aprendizajes y nuevos comienzos.
Dar paso a lo nuevo es siempre un crecimiento. Eduardo Romero deja su cargo como encargado del Sector Escolar y Pierino Rava, integrante del equipo de dirección del Colegio Salesiano de la Costa, toma su lugar. Se conocen desde hace años y conversar con ellos es una oportunidad de recoger la pasión educativa del carisma salesiano.
Eduardo tiene 66 años y hace 58 que está vinculado a la familia salesiana. Está casado, tiene dos hijos y una nieta de tres años. Su historia en el carisma de Don Bosco empezó siendo estudiante en el Maturana. Pasó por el Instituto Juan XXIII y continuó su trayectoria durante varios años como educador, animador, referente pastoral y subdirector de la casa salesiana ubicada sobre Bulevar Artigas.
Su formación acompañó este recorrido: asistente social familiar, estudios en comunicación, un posgrado en Gestión de Centros Educativos y un profesorado en Filosofía.
Aceptó el desafío de ser encargado del Sector Escolar salesiano hace cuatro años. En su momento tenía un foco claro en reconfigurar la propuesta y el equipo, y a mí me encanta pensar fuera de la caja e innovar con sentido , explica Eduardo, a la distancia, sobre aquellos días cuando ni siquiera había asumido el rol y todo era ilusión.
Con una vida de trabajo a cuestas y
no exento de la emoción que significa dar un paso al costado en un lugar donde gastó la vida, a Eduardo le toca pasar la posta.
Quien asume la responsabilidad también es una persona vinculada hace varios al carisma salesiano. Pierino ingresó a Maturana cuando Romero trabajaba allí y se acuerda de que él fue quien los recibió cuando cruzaron la puerta por primera vez. Su experiencia reúne 15 años en Talleres Don Bosco y otros 15 en el Salesiano de la Costa, donde forma parte del equipo fundador y de dirección.
Educador de vocación y padre de tres hijos, Pierino se define como una persona profundamente salesiana y, para él, asumir este nuevo rol implica salir de la zona de confort, aunque no aceptó el desafío por motu proprio. La decisión fue familiar y también hizo parte del proceso a la comunidad del colegio de la Costa: hicimos un discernimiento y entendimos que esto nos iba a ayudar a madurar como institución , cuenta.
El traspaso de este rol no fue improvisado, ni de un día para el otro. De hecho, el proceso de preparación llevó varios meses. Después de una consulta a los distintos equipos de dirección y con todos los postulantes sobre la mesa, el P. Francisco Lezama llamó a Pierino para comentarle esta posibilidad. Me sorprendió, pero enseguida empezamos a conversar sobre el desafío , recuerda.

Desde entonces, las conversaciones, los tiempos de oración y de discernimiento han estado presentes tanto como para Eduardo como para Pierino, que asumen este paso como una oportunidad. Lo hacen con la confianza de que es lo que tiene que ser y con la tranquilidad de contar el uno con el otro.
DEDICACIÓN, CONFIANZA Y COMPROMISO
Eduardo mira hacia atrás con serenidad y gratitud. Lo primero que me surge es agradecer por la confianza que recibí todos los días y por la experiencia vivida con salesianos y laicos, con quienes he compartido mi vida en distintos roles , dice.
Tampoco oculta las dificultades, pero entiende que fueron oportunidades de aprendizaje: Siempre me sentí acompañado , agrega. Estoy contento de que sea Pierino quien vaya a ocupar este rol porque sé que es de

buena madera y estoy convencido de que una mirada fresca y con formación en educación es algo bueno , dice Eduardo, que viene teniendo varias charlas con Pierino, con el fin de ser parte de su proceso y hacer que el cambio sea lo más amable posible.
Pierino llega al rol con entusiasmo, pero, a la vez, con una mirada realista sobre el desafío que supone tal oportunidad. Me visualizo trabajando en red con todos los equipos de dirección de todos los colegios salesianos del país , dice. Tengo el reto de ser útil para esta tarea, pero creo que tengo características para que así sea , agrega.
Se define con transparencia como una persona muy apasionada, sensible y democrática en la toma de decisiones: Pongo todo mi ser en lo que hago y eso contagia, pero a veces puede ser un poco avasallante,
por eso trato de cuidarlo , reconoce.
En las charlas que han tenido durante este tiempo, Eduardo ha compartido varios consejos con Pierino. Uno de ellos es que es importante macerar las decisiones. Lo que decimos o decidimos hoy, capaz en una semana, con reflexión, oración o a través de conversaciones, puede cambiar , dice. En esto no hay acción-reacción. Los procesos son grupales y llevan tiempo de maduración , agrega.
La posta está dada y todo está listo para que empiece una nueva etapa del mismo sueño. Quien entrega agradece lo vivido. Quien recibe lo hace con entusiasmo, humildad y mucha pasión. Y, así, con lo mejor del espíritu salesiano sobre la mesa, la comunidad crece y se vuelve escuela viva de un carisma que sigue buscando la mejor formación para las distintas generaciones.
Mensaje desde Valdocco
El misterio de la Navidad comienza con un escándalo de amor: el Grande que se hace pequeño. No es una imagen poética, sino la realidad más desconcertante de la historia humana.
Dios, el infinito, elige hacerse finito; el omnipotente elige la fragilidad de un recién nacido que aún no sabe hablar, caminar, ni defenderse. Es la gratuidad pura que se manifiesta: un don que no pide nada a cambio, ni pone condiciones de acceso.
RECONOCER LA GRATUIDAD
La gruta de Belén es el cruce humano más humilde que se pueda imaginar No es un palacio, ni un templo majestuoso, ni siquiera una casa digna. Un pesebre, un refugio para animales, donde el frío penetra y el olor es el de la tierra y la paja. Aquí no hay barreras de entrada, no se necesita invitación ni un vestido especial. La puerta está abierta a todos: a los pastores con sus mantos gastados, a los pobres, a los excluidos, a quienes no tienen nada que ofrecer salvo su humanidad herida.
El Creador del universo se despoja de su gloria y viene como quien sirve, como quien se pone en el último lugar.
Esa gratuidad nos interpela profundamente. En un mundo donde todo tiene un precio, donde cada relación parece basarse en un intercambio, donde el amor mismo se vuelve a menudo condicional, la Navidad nos recuerda que existe un don completamente gratuito. Reconocerlo significa aceptar que somos amados sin méritos.
INTERPRETAR LA CERCANÍA
El segundo movimiento de la Navidad es el de la cercanía radical. Dios no observa la historia humana desde lejos, como un espectador indiferente. Entra al mundo con sus protagonistas tal como son: imperfectos, contradictorios, frágiles. José con sus dudas, María con sus temores, los pastores con su marginación social, los magos con su búsqueda inquieta.
Nuestra historia personal, con todas sus sombras, forma parte de su historia. No somos extraños ni huéspedes indeseados. Somos hijos e hijas, parte de una familia que Dios nunca rechaza. La Navidad nos dice que Dios no desprecia su creación, ni mira a sus criaturas con disgusto o decepción. Al contrario, las abraza en su realidad concreta.
Dios nos encuentra exactamente donde estamos, no donde quisiéra-
hay una invitación, renovada cada día, en cada instante: ¿Quieres elegirme? Es la libertad humana, frágil y poderosa a la vez, la que debe decidir. Podemos cerrar la puerta, fingir que no oímos, posponer la respuesta. O podemos abrir.
Elegir la acogida significa reconocer nuestra indigencia. Así como aquel pesebre era un espacio vacío dispuesto a ser llenado, también nosotros debemos vaciarnos de nuestras pretensio-

mos estar Abraza al alcohólico en su bar, al preso en su celda, a la madre agotada en su cocina, al estudiante en su soledad, al anciano en su silencio.
Pero esta cercanía no es estática. Dios nos encuentra donde estamos para llevarnos a donde merecemos estar, no por nuestros esfuerzos o virtudes, sino por nuestra condición de hijos amados. Merecemos la plenitud de la vida, la alegría profunda, la dignidad recuperada, las relaciones sanadas. La cercanía de Dios es dinámica: es una mano tendida, una presencia que camina a nuestro lado hacia horizontes más luminosos.
ELEGIR LA ACOGIDA
La verdad, ese niño recién nacido, llama a la puerta de nuestra libertad. ¡Qué asombrosa paradoja! Quien lo ha creado todo nos pide a nosotros, sus criaturas, que le hagamos sitio. Solo
nes y autosuficiencias. La acogida requiere espacio interior. No podemos acoger a Dios si estamos llenos de nosotros mismos.
Pero cuando elegimos abrir esa puerta, cuando decimos nuestro sí, sucede el milagro. El pesebre se convierte en catedral de luz. Nuestra vida ordinaria se convierte en lugar de presencia. Nuestras fragilidades se transforman en espacios donde la gracia puede actuar.
En la gruta de Belén, como en el pesebre de nuestro corazón, se decide todo. Cada Navidad es la oportunidad de responder, una vez más, a aquella pregunta antigua y siempre nueva: ¿Hay sitio para Él? .

Hay momentos en la vida en los que uno mira hacia atrás y se pregunta: ¿cómo pasó tan rápido el tiempo? Eso mismo pensé yo hace unos días, en ese último recreo de mi pasaje por el liceo. Fue justamente en ese instante cuando todo cobró sentido.
¿Cómo llegué ahí? Todo empezó gracias al Maturana, el colegio que me acompañó desde los tres hasta los 14 años. Un lugar que, con el paso de los años, se transformó en mi casa. Gracias al Maturana conocí el carisma salesiano, que, por más que lo describan, se termina de entender al vivirlo. Una forma de vivir la espiritualidad cotidiana que se refleja sobre todo en un espacio: el patio.
Ese patio, ubicado en el centro del colegio, repleto de verde, con canchas para el que le gusta moverse y bancos para el que prefiere estar tranquilo; un espacio donde cada uno tiene su lugar, en el que uno es capaz de vivir de lleno el espíritu de este carisma, pero, sobre todo, un lugar que te encuentra con el otro. No solo con un saludo, sino también con un truco, un mate, una charla.
Algo que me fascinó siempre del patio salesiano es que se adapta al estado de ánimo del momento. Había veces que tenía tanta energía que corría por todos lados, persiguiendo a un amigo o pidiendo el pase para meter gol. Otras veces prefería quedarme sentado en esos bancos o en el pasto, charlando con amigos o educadores.
El patio también fue el primer lugar donde experimenté la animación, los G.A.P. (Grupos Asociativos Primaria). Los sábados de mañana mamá nos llevaba a mí y a mis hermanos al Matu , y cuando llegábamos, el patio tenía un color distinto, como si de un día para el otro algo se transforlleno de risas, cuerdas, aros y alegría.

on el pasaje al liceo, aquellos G.A.P. se transformaron en os grupos, con otras edades y otras formas de acomY fue en medio de esa transición, entre lo que cambiaba y lo que permanecía, que la animación empezó a llamarme de verdad, como un hilo que seguía uniendo todas mis etapas.
Más adelante, llegó la decisión compleja de cambiarme de liceo, y ahí me fui al Juan. Llegar a un olegio nuevo nunca es fácil, pero hubo algo que hizo que la transición fuera mucho más fácil: el patio.
Este espacio se hizo presente nuevamente y me ecibió con la misma familiaridad que años anterioes en el Matu. Todo era diferente: caras, lugares. Pero el corazón del colegio otra vez te hacía aflojar y tomar un respiro. Gracias a eso entendí que el cambio no era una ruptura, sino una continuidad; que había algo que me acompañaba en cada etapa.
Hoy, volviendo la mirada hacia atrás, al cerrar mi etapa liceal, le agradezco al patio salesiano. Porque fue más que un espacio, porque me acompañó en cada etapa y me permitió descubrir cosas nuevas. Porque me hizo quien soy



Nicolás Vieites sufrió una leucemia que lo llevó al filo de la muerte. El joven de 19 años venció diagnósticos terminales de que no pasaba la semana y hoy procura terminar sus estudios en Maturana para formarse como administrador de empresas. Su madre Cecilia le agradece a Dios y a la Virgen y ambos se emocionan por el respaldo firme de amigos y conocidos que empujaron desde cada rincón por la recuperación de Nicolás.
Cuando Nicolás Vieites entró a la emergencia del Casmu por un supuesto cuadro viral en agosto de 2023, ya no volvió a su casa hasta febrero de 2024. Sus padres oyeron los peores diagnósticos: primero, que no pasaba de la semana , que tuvo un paro cardiorrespiratorio, que debían decidir entre un fallecimiento seguro o una operación incierta que por lo menos mantenía una esperanza