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Fiesta, musica y baile Esta página se refiere a la lectura del Evangelio según San Lucas (15, 1-3. 11-32) proclamado en la Misa del 31 de marzo, Domingo IV de Cuaresma.
Nos puede pasar con algunos pasajes de la Biblia lo mismo que con algunos temas musicales: los escuchamos tanto y tan seguido que a veces perdemos noción de lo que dicen. Es como si apenas los comenzáramos a escuchar, nuestro cerebro decidiese no emplear trabajo en prestarle atención, y se pone a hacer otras cosas. Una de las lecturas con las que creo que nos pasa esto es con la así llamada del “hijo pródigo”. Cuando en una Misa, o en una celebración penitencial, escuchamos “Un hombre tenía dos hijos…”, enseguida algo en nosotros se desconecta: la P. Francisco Lezama sdb historia ya la conocemos. Pero esto es peligroso, al menos por dos mo vos: primero, porque siempre la Palabra de Dios ene una novedad para el momento de la vida que estamos viviendo. Segundo, porque siempre hay detalles en los textos
que nos pueden ayudar a profundizar o descubrir aspectos realmente novedosos. Por eso al comentar esta lectura, propongo centrarnos en un detalle, en dos palabras, que creo que aportan un elemento interesante. En el versículo 25, al volver el hermano mayor desde el campo a la casa, nos dice Lucas que escucha el sonido “de la música y las danzas”. Estas dos no son palabras cualesquiera en el griego original del evangelio. La primera es “symfonía”, una palabra que significa originalmente “poner juntos los sonidos”, y de allí la definición que aún hoy ofrece la Real Academia Española: "Conjunto de voces, de instrumentos, o de ambas cosas, que suenan acordes a la vez". En la armonía y la diversidad de estos sonidos es que confluye este producto. Lucas entonces nos está dando el dato importante de que no era cualquier música la de la fiesta por el regreso del hijo pródigo: no había un solista tocando un instrumento o cantando a capela, sino un grupo que armonizaba sus instrumentos y voces. Vale remarcar que, en el idioma de los
evangelios, existía un verbo derivado de esa palabra (algo así como “sinfonear”), que significaba "ponerse de acuerdo", "actuar en conjunto". Así, por ejemplo, en el famoso dicho de Jesús: "Si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la erra para pedir cualquier cosa, mi Padre del cielo se la concederá", literalmente dice que eso sucederá si dos de ustedes "sinfonean", "suenan juntos"... La segunda palabra es “joros”, que está en el origen de nuestra "coreografía", es decir, un baile coordinado entre varias personas, por lo que empezamos a ver que la idea de fondo es la misma: la vida nueva del Reino, la realidad reconciliada por Jesús, se parece a la combinación de sonidos de una orquesta, o al paso coordinado de una coreografía. “La verdad es sinfónica”, decía Hans Urs von Balthasar, uno de los mayores teólogos del siglo XX. Y también están llamadas a ser “sinfónicas” y “coreográficas” nuestras comunidades, nuestras familias, toda nuestra acción pastoral. ¡No nos quedemos afuera de la fiesta!
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