Boletín Finisterre n°31

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CONEXIONES Apertura a un decir “Ojos abiertos no son todo vigilia ni toda la vigilia. A cosas de nuestra alma vigilia llama sueños. Pero hay de esta también un despertar que la hace ensueño: la critica del yo, la Mística. (…) Despierta el alma, vigente en dormido cuerpo, son los ensueños. Y a veces rige sobre la vigilia; hace esperar en el umbral a la Realidad. Sin fantasía es mucho el Dolor; se hace, más de lo que es, fantástico” Comienzo este escrito citando algunos fragmentos del inicio de la obra “No toda es vigilia la de los ojos abiertos” de Macedonio Fernández (1928). Apelando a destacar el modo estético de su escritura, podemos apreciar como el autor, nos hace trastabillar en lo que conservamos como seguro en nuestro decir, en nuestra cotidianeidad, introduciendo de un modo artístico una critica a la razón, a la lógica en que el ser humano se embarca en su día a día, inserto en su red lingüística. Lacan plantea, en el seminario “El reverso del psicoanálisis” , que la verdad es siempre un medio decir. Afirmando que un paso dado por el análisis es hacernos plantear que el sujeto no es un sujeto univoco. En este punto, resulta fundamental pensar en la concepción de sujeto desde la cual parte el Psicoanálisis: el sujeto del lenguaje. “Forma de medio decir al que se ciñe la verdad, otra

cosa es esta división del sujeto que se aprovecha de ello para disfrazarse. Si donde no es piensa, y donde no piensa es, es precisamente porque está en los dos lugares” (Jacques Lacan. El seminario. Libro 17. 1969-1970). Siguiendo al autor, en la estructura llamada del discurso del analista este le dice al sujeto: “venga,

diga todo lo que se le ocurra, por muy dividido que esté, por mucho que demuestre que usted no piensa o que usted no es nada en absoluto, la cosa puede funcionar, lo que produzca siempre será recibido” (Lacan op cit). En esta estructura, el saber hace función de verdad. A su vez estamos condenados a no denunciar nada si no es con un medio decir. Por el mismo decir, quedara un parte por fuera, oscura. Por lo que puede hacerse una elección sobre lo que se trata de esclarecer. El espacio analítico invita al sujeto a saber lo que no sabe, sabiéndolo. En este sentido, vemos como el espacio analítico intenta alojar el sufrimiento del sujeto de un modo particular; implicándolo en su decir. Se puede pensar, que se intenta arrojar luz sobre la elección del decir. Elección no casual, que representa al sujeto en el lenguaje. Recorte de verdad sobre la que el sujeto puede sentir que tiene un saber, un saber sobre eso que lo marca en su subjetividad y le otorga un modo particular de pensarse y posicionarse en relación a su deseo y a su sufrimiento. Esta invitación a la palabra, diferencia al Psicoanálisis de otros discursos donde, de ante mano se marca al sujeto y se impone un modo de gozar y de sufrir que le es ajeno. Ante lo cual me encuentro con el siguiente interrogante: ¿Como alojar algo que no es propio? Macedonio Fernández ya nos advertía en 1928: “Hay que consumar la crítica de la contingencia o

Mundo por Psicologías y Astronomías constructivas. En tren de recomendar, recomiéndese también una Psiquiatría Constructiva que procure a cada uno el grado y tipo de locura que ayude a vivir ilusionado; un 10 por ciento de demencialidad, euforia y analgesia por mitades, que nos deshorrorice algo el vivir, que nos desperfile la fiereza del encarnamiento que nos pone la vida, en lugar de perder el tiempo en inútiles clasificaciones forzadas…” . Lic. Rocío Cabrera


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