Lectura continuada 2014

Page 1

LECTURA CONTINUADA 2014 BIBLIORIBEIRA IES RIBEIRA DO LOURO


1ªSESIÓN 2ºESO B RAYA, DORADO SOL Raya, dorado Sol, orna y colora del alto monte la lozana cumbre; sigue con agradable mansedumbre el rojo paso de la blanca Aurora; suelta las riendas a Favonio y Flora, y usando, al esparcir tu nueva lumbre, tu generoso oficio y real costumbre, el mar argenta, las campañas dora, para que desta vega el campo raso borde saliendo Flérida de flores; mas si no hubiese de salir acaso, ni el monte rayes, ornes, ni colores, ni sigas de la Aurora el rojo paso, ni el mar argentes, ni los campos dores. Luis de Góngora 2ºB 3ª hora­1ª


Mi vida con la ola Cuando dejé aquel mar, una ola se adelanto entre todas. Era esbelta y ligera. A pesar de los gritos de las otras, que la detenían por el vestido flotante, se colgó de mi brazo y se fue conmigo saltando. No quise decirle nada, porque me daba pena avergonzarla ante sus compañeras. Además, las miradas coléricas de las mayores me paralizaron. Cuando llegamos al pueblo, le expliqué que no podía ser, que la vida en la ciudad no era lo que ella pensaba en su ingenuidad de ola que nunca ha salido del mar. Me miro seria: “Su decisión estaba tomada. No podía volver.” Intente dulzura, dureza, ironía. Ella lloró, gritó, acarició, amenazó. Tuve que pedirle perdón. Al día siguiente empezaron mis penas. ¿Cómo subir al tren sin que nos vieran el conductor, los pasajeros, la policía? Es cierto que los reglamentos no dicen nada respecto al transporte de olas en los ferrocarriles, pero esa misma reserva era un indicio de la severidad con que se juzgaría nuestro acto. Tras de mucho cavilar me presente en la estación una hora antes de la salida, ocupé mi asiento y, cuando nadie me veía, vacié el depósito de agua para los pasajeros; luego, cuidadosamente, vertí en él a mi amiga. Octavio Paz 2ºB 3ª hora­2ª


De, Veinte poemas de amor y una canción desesperada TE recuerdo como eras en el último otoño. Eras la boina gris y el corazón en calma. En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo. Y las hojas caían en el agua de tu alma. Apegada a mis brazos como una enredadera, las hojas recogían tu voz lenta y en calma. Hoguera de estupor en que mi sed ardía. Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma. Siento viajar tus ojos y es distante el otoño: boina gris, voz de pájaro y corazón de casa hacia donde emigraban mis profundos anhelos y caían mis besos alegres como brasas. Cielo desde un navío. Campo desde los cerros. Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma! Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos. Hojas secas de otoño giraban en tu alma. Pablo Neruda 2ºB 3ª hora­3ª


El amor en los tiempos del cólera Fermina Daza llegó aterrorizada, y apenas se dio tiempo para admirar los tamarindos homéricos donde El Libertador colgaba su hamaca de moribundo, y para comprobar que la cama donde murió, tal como se lo habían dicho, no sólo era pequeña para un hombre de tanta gloria, sino inclusive para un sietemesino. Sin embargo, otro visitante que parecía saberlo todo dijo que la cama era una reliquia falsa, pues la verdad era que al Padre de la Patria lo habían dejado morir tirado por los suelos. Fermina Daza estaba tan deprimida con lo que vio y oyó desde que salió de su casa, que en el resto del viaje no se complació en el recuerdo del viaje anterior, como tanto lo había añorado, sino que evitaba el paso por los pueblos de sus nostalgias. Así los preservó y se preservó ella misma de la desilusión. Oía los acordeones desde los atajos por donde se escapaba del desencanto, oía los gritos de la gallera, las salvas de plomo que lo mismo podían ser de guerra que de parranda, y cuando no había más recurso que atravesar el pueblo, se tapaba la cara con la mantilla para seguir evocándolo como era antes. Una noche, después de mucho eludir el pasado, llegó a la hacienda de la prima Hildebranda, y cuando la vio esperando en la puerta estuvo a punto de desfallecer: era como verse a sí misma en el espejo de la verdad. Estaba gorda y decrépita, y cargada de hijos indómitos que no eran del hombre que seguía amando sin esperanzas, sino de un militar en uso de buen retiro con el que se casó por despecho y que la amó con locura. Pero por dentro del cuerpo devastado seguía siendo la misma. Fermina Daza se recuperó de la impresión con pocos días de campo y buenos recuerdos, pero no salió de la hacienda sino para ir a misa los domingos con los nietos de sus cómplices díscolas de antaño, chalanes en caballos magníficos, y muchachas bellas y bien vestidas, como sus madres a la misma edad, que iban de pie en las carretas de bueyes, cantando a coro, hasta la iglesia de la misión en el fondo del valle. Sólo pasó por el pueblo de Flores de María, donde no había estado en el viaje anterior porque no pensaba que pudiera gustarle, pero cuando lo conoció se quedó fascinada. Su desgracia, o la del pueblo, fue que después no logró recordarlo jamás como era en realidad, sino como se lo imaginaba antes de conocerlo. Gabriel García Márquez 2ºB 3ª hora­4ª


SERÁN CENIZA... Cruzo un desierto y su secreta desolación sin nombre. El corazón tiene la sequedad de la piedra y los estallidos nocturnos de su materia o de su nada. Hay una luz remota, sin embargo, y sé que no estoy solo; aunque después de tanto y tanto no haya ni un solo pensamiento capaz contra la muerte, no estoy solo. Toco esta mano al fin que comparte mi vida y en ella me confirmo y tiento cuanto amo, lo levanto hacia el cielo y aunque sea ceniza lo proclamo: ceniza. Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora, cuanto se me ha tendido a modo de esperanza.

José Ángel Valente

2ºB 3ª hora­5ª


CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros. «Siempre soñaba con árboles», me dijo Plácida Linero, su madre, evocando 27 años después los pormenores de aquel lunes ingrato. «La semana anterior había soñado que iba solo en un avión de papel de estaño que volaba sin tropezar por entre los almendros», me dijo. Tenía una reputación muy bien ganada de interprete certera de los sueños ajenos, siempre que se los contaran en ayunas, pero no había advertido ningún augurio aciago en esos dos sueños de su hijo, ni en los otros sueños con árboles que él le había contado en las mañanas que precedieron a su muerte. Tampoco Santiago Nasar reconoció el presagio. Había dormido poco y mal, sin quitarse la ropa, y despertó con dolor de cabeza y con un sedimento de estribo de cobre en el paladar, y los interpretó como estragos naturales de la parranda de bodas que se había prolongado hasta después de la media noche. Más aún: las muchas personas que encontró desde que salió de su casa a las 6.05 hasta que fue destazado como un cerdo una hora después, lo recordaban un poco soñoliento pero de buen humor, y a todos les comentó de un modo casual que era un día muy hermoso. Nadie estaba seguro de si se refería al estado del tiempo. Muchos coincidían en el recuerdo de que era una mañana radiante con una brisa de mar que llegaba a través de los platanales, como era de pensar que lo fuera en un buen febrero de aquella época. Pero la mayoría estaba de acuerdo en que era un tiempo fúnebre, con un cielo turbio y bajo y un denso olor de aguas dormidas, y que en el instante de la desgracia estaba cayendo una llovizna menuda como la que había visto Santiago Nasar en el bosque del sueño. Yo estaba reponiéndome de la parranda de la boda en el regazo apostólico de María Alejandrina Cervantes, y apenas si desperté con el alboroto de las campanas tocando a rebato, porque pensé que las habían soltado en honor del obispo. G.GARCÍA MÁRQUEZ 2ºB 3ª hora­6ª


3ºESO B CONFIANZAS se sienta a la mesa y escribe «con este poema no tomaras el poder » dice «con estos versos no harás la Revolución » dice «ni con miles de versos harás la Revolución » dice y más: esos versos no han de servirle para que peones maestros hacheros vivan mejor coman mejor o el mismo coma viva mejor ni para enamorar a una le servirán no ganara plata con ellos no entrara al cine gratis con ellos no le darán ropa por ellos no conseguirá tabaco o vino por ellos ni papagayos ni bufandas ni barcos ni toros ni paraguas conseguirá por ellos si por ellos fuera la lluvia lo mojara no alcanzara perdón o gracia por ellos «con este poema no tomaras el poder » dice «con estos versos no harás la Revolución » dice «ni con miles de versos harás la Revolución » dice se sienta a la mesa y escribe Juan Gelman

3ºB 3ª hora­1ª


EL JUEGO EN QUE ANDAMOS Si me dieran a elegir, yo elegiría esta salud de saber que estamos muy enfermos, esta dicha de andar tan infelices. Si me dieran a elegir, yo elegiría esta inocencia de no ser un inocente, esta pureza en que ando por impuro. Si me dieran a elegir, yo elegiría este amor con que odio, esta esperanza que come panes desesperados. Aquí pasa, señores, que me juego la muerte. Juan Gelman

3ºB 3ª hora­2ª


ARTE POÉTICA Entre tantos oficios ejerzo éste que no es mío, como un amo implacable me obliga a trabajar de día, de noche, con dolor, con amor, bajo la lluvia, en la catástrofe, cuando se abren los brazos de la ternura o del alma, cuando la enfermedad hunde las manos. A este oficio me obligan los dolores ajenos, las lágrimas, los pañuelos saludadores, las promesas en medio del otoño o del fuego, los besos del encuentro, los besos del adiós, todo me obliga a trabajar con las palabras, con la sangre. Nunca fui el dueño de mis cenizas, mis versos, rostros oscuros los escriben como tirar contra la muerte. Juan Gelman

3ºB 3ª hora­3ª


Nancy Flor bailará siempre "Nancy Flor bailará siempre porque Johnny ya murió. Un bribón le dio la muerte, nadie sabe a dónde huyó. Fue testigo un pistolero rey en los bares de New York, pasado luego a carcelero contó la historia en un block. Jim, Johnny y Nancy Flor tres personajes de antología, de apología, extraña historia del terror. Ella tenía los ojos grises, Johnny pintaba flores de azahar, Jim era dulce, un soñador. Ella bailaba todas las noches, Jim la soñaba en un bazar rodeada de otros muñecos que la adoraban por su candor. Eran hermanos los dos adoradores de Nancy Flor. Por la calle caminaban los tres en silencio, mas el corazón no calla, traidor. Y Jim lo supo. Daban las doce en el cuco. Caía el sol en la acera y Dulce Jim vio un gran amor en las dos sombras de Johnny y Nancy Flor unidas a ras de tierra. El dolor apenas quema cuando nada queda en el hueco de un antiguo corazón. El asesino huyó de la justicia pero le persigue el eco de una loca ilusión que con diabólica malicia persiste en tener razón.


Una flor era Nancy para Jim, mas una flor pintada antaño por un solo enamorado que no fue Jim, sino John." Ana María Moix

3ºB 3ª hora­4ª


Contigo

¿Mi tierra? Mi tierra eres tú. ¿Mi gente? Mi gente eres tú. El destierro y la muerte para mi están adonde no estés tú. ¿Y mi vida? Dime, mi vida, ¿qué es, si no eres tú? Luis Cernuda

3ºB 3ª hora­5ª


Te quiero Te quiero. Te lo he dicho con el viento, jugueteando como animalillo en la arena o iracundo como órgano impetuoso; Te lo he dicho con el sol, que dora desnudos cuerpos juveniles y sonríe en todas las cosas inocentes; Te lo he dicho con las nubes, frentes melancólicas que sostienen el cielo, tristezas fugitivas; Te lo he dicho con las plantas, leves criaturas transparentes que se cubren de rubor repentino; Te lo he dicho con el agua, vida luminosa que vela un fondo de sombra; te lo he dicho con el miedo, te lo he dicho con la alegría, con el hastío, con las terribles palabras. Pero así no me basta: más allá de la vida, quiero decírtelo con la muerte; más allá del amor, quiero decírtelo con el olvido.

Luis Cernuda

3ºB 3ª hora­6ª


1º BACHARELATO A A seguir, imos ler dous retrincos dunha peza teatral escrita por Vicente Risco en 1926, O bufón de El-Rei. Esta é unha obra ambientada na Idade Media que contén algunhas das escenas de amor máis intensas e apaixonadas do teatro galego. Trátase ademais dun amor adúltero, xa que se produce entre a raíña Iolanda e un cabaleiro do Rei chamado Guindamor. O bufón de El-Rei, de Vicente Risco PASO PRIMEIRO - ESCENA CUARTA (...) IOLANDA: Por que tanto recelo? GUINDAMOR: Señora, eu ámote faltando á lealdade dos meus xuramentos... IOLANDA: Lancelote amou coma ti... GUINDAMOR: Señora, eu ámote agardando sempre, longamente, anguriosamente, a dita que non chega... IOLANDA: Así agardou Amadís. GUINDAMOR: Señora, eu ámote dun xeito que soamente a morte pode encher a cobiza do meu corazón... IOLANDA: Dese xeito amou Tristán... GUINDAMOR: Angurioso estou coma Tristán, ansioso coma Amadís, desleal coma Lancelote... IOLANDA: Desleal!... E non é fermoso amar dese xeito?... Eu quérote querer así, culpablemente, contra o meu deber, contra a miña conciencia, condenándome por causa túa... Eu quérote querer pecando, pecando por ti..., sen ter máis lei que a lei que che teño, sen ter máis fe que a que che xurei a ti, cando che dei hai pouco o meu anel... GUINDAMOR: Iolanda, por ese anel que me deches, polo noso amor, pola nosa fe xurada para sempre, pola miña pena, polo meu degaro inesquecente, dime: cando vai ser a hora en que me deas o premio de tantas bágoas, de tanta inquedanza, de tantos pesares? Dimo, Iolanda! IOLANDA: Mañá. GUINDAMOR: Mañá? IOLANDA: Mañá, El-Rei ten corte na vila. GUINDAMOR: Xa o sei; mais eu irei con el, e botaremos alá oito días... IOLANDA: Mais pola noite, El-Rei ha de ir á festa do concello... Alí, entre o rebulicio, aínda que non esteas non se han decatar... Montarás a cabalo..., non é moito camiño, e estarás aquí antes das doce da noite... Entrarás pola poterna de abaixo, que estará aberta; eu agárdote na terraza do


xardín... As escaleiras están gardadas, mais ti agatuñarás pola muralla. GUINDAMOR: Iolanda! Agora, que importa xa o xuramento e a honra, e as bágoas?... Que importa todo, cando hai amor? IOLANDA: (Erguéndose). Abonda, Guindamor. Demoreime xa moito. Deica mañá... Virás? GUINDAMOR: Aínda que morrera despois! IOLANDA: Deus te garde! GUINDAMOR: Deus cho pague! (Vaise cada un polo seu carreiro) 1ºBach. A 3ª hora­1ª PASO SEGUNDO – ESCENA SEGUNDA A Raiña inclínase na varanda e mira ansiosa cara ó parque. Hai un longo silencio. A VOZ DE GUINDAMOR: Iolanda! A RAÍÑA: Guindamor! A VOZ DE GUINDAMOR: A lúa vístese de prata, miña Raíña, envólvete nun veo de noiva! Bótame os teus cabelos como a princesa prisioneira dun xigante, e que eles sexan a miña escada para chegar onda ti! A RAÍÑA: Guindamor! A VOZ DE GUINDAMOR: Que outra escada para rubir á dita dos teus brazos, Iolanda?... Mais non, que sangren as miñas mans e os meus pés, e que eu merque a dita coa miña dor! A RAÍÑA: Guindamor! GUINDAMOR: (Aparecendo do outro lado da varanda) Iolanda! (Abrázanse apaixonadamente. Guindamor fica dentro da terraza). Iolanda, ti toda estás por fin nos meus brazos: o teu bico, os teus cabelos, os teus ollos..., para facelos meus para sempre, para sempre, para sempre...! IOLANDA: Ouh, Guindamor, ten coraxe deica a fin; lévame de aquí, andemos acocharnos moi lonxe, cos piratas das illas cubertas de brétema... Eu teño moito medo aquí... GUINDAMOR: Iolanda, meu amor, desbota os teus temores... Agora tremes ti, cando o meu corazón está cheo de dita. Xa nada temo, e soamente para ti, para o meu amor, vivo. Non dicías que era a dita túa, a túa ledicia, condenarte nos meus brazos?... Pois ben, eu amaría a morte nos teus brazos... E se agora nos viñeran sorprender, se agora nos matasen, Iolanda, ti nos meus brazos, teu peito no meu peito, teus bizos nos meus, e o noso amor eternizado pola morte, non sería o gran triunfo, non sería a gran dita, Iolanda? IOLANDA: Si, Guindamor; mais fuxir lonxe, moi lonxe, acochar o noso amor ós ollos de todos, que fora só para nós os dous... Morrer, si; mais morrer de dita, de ledicia, de gozo, ou de que fora


tan grande o noso degaro que non houbera xa cariño nin arroubamento para satisfacelo... Sabes, Guindamor? O meu amor é xa así... Ai, se ti o sentiras deste xeito, se o sentiras así tamén! GUINDAMOR: Iolanda: esta é a noite suprema, a noite única. A lúa bota riba de nós os seus cendais, e infúndenos o delirio envolvéndonos na súa casta e fría luz de prata... Sinto como alentas, como tremes, como o teu corazón latexa arelante como unha pomba ferida, que estivera morrendo de amor... Adiviña logo a miña loucura. O misterio rompeu... Esta debera ser a derradeira noite. IOLANDA: (Nun desmaio de arroubamento) Guindamor!

1ºBach. A 3ª hora­2ª


1º COMERCIO INTERNACIONAL

DO NOT LET (Poem attributed to Walt Whitman) Do not let the day end without having grown a bit, without being happy, without having risen your dreams. Do not let overcome by disappointment. Do not let anyone you remove the right to express yourself, which is almost a duty. Do not forsake the yearning to make your life something special. Be sure to believe that words and poetry it can change the world. Whatever happens, our essence is intact. We are beings full of passion. Life is desert and oasis. We breakdowns, hurts us, teaches us, makes us protagonists of our own history. Although the wind blow against the powerful work continues: You can make a stanza. Never stop dreaming, because in a dream, man is free. Do not fall into the worst mistakes: the silence. Most live in a dreadful silence. Do not resign escape. “Issued by my screams roofs of this world,” says the poet. Rate the beauty of the simple things. You can make beautiful poetry on little things, but we can not row against ourselves. That transforms life into hell. Enjoy the panic that leads you have life ahead. Live intensely, without mediocrity. Think that you are the future and facing the task with pride and without fear. Learn from those who can teach you. The experiences of those who preceded us in our “dead poets”, help you walk through life. Today’s society is us “poets alive”. Do not let life pass you live without that.

1ºCOMERCIO INTERNACIONAL 3ª hora­1ª


THE GREAT GATSBY (CHAPTER VI) – F. SCOTT FITZGERALD …One autumn night, five years before, they had been walking down the street when the leaves were falling, and they came to a place where there were no trees and the sidewalk was white with moonlight. They stopped here and turned toward each other. Now it was a cool night with that mysterious excitement in it which comes at the two changes of the year. The quiet lights in the houses were humming out into the darkness and there was a stir and bustle among the stars. Out of the corner of his eye Gatsby saw that the blocks of the sidewalks really formed a ladder and mounted to a secret place above the trees­ he could climb to it, if he climbed alone, and once there he could suck on the pap of life, gulp down the incomparable milk of wonder.

His heart beat faster and faster as Daisy's white face came up to his own. He knew that when he kissed this girl, and forever wed his unutterable visions to her perishable breath, his mind would never romp again like the mind of God. So he waited, listening for a moment longer to the tuning­fork that had been struck upon a star. Then he kissed her. At his lips' touch she blossomed for him like a flower and the incarnation was complete.

Through all he said, even through his appalling sentimentality, I was reminded of something­an elusive rhythm, a fragment of lost words, that I had heard somewhere a long time ago. For a moment a phrase tried to take shape in my mouth and my lips parted like a dumb man's, as though there was more struggling upon them than a wisp of startled air. But they made no sound, and what I had almost remembered was uncommunicable forever. 1ºCOMERCIO INTERNACIONAL 3ª hora­2ª


THE RED TREE. Sometimes the day begins with nothing to look forward to, and things go from bad to worse. Darkness overcomes you. Nobody understands. The world is a deaf machine, without sense or reason. Sometimes you wait, and wait and wait, and wait, and wait, and wait, and wait, but nothing ever happens. Then all your troubles come at once. Wonderful things are passing you by. Terrible fates are inevitable. Sometimes you just don´t know what you are supposed to do, or who you are meant to be, or where you are. And the day seems to end the way it began. But suddenly, there it is bright and vivid, quietly waiting, just as you imagined it would be.

By Shaun Tan.

1ºCOMERCIO INTERNACIONAL 3ª hora­3ª


2ªSESIÓN 1º ESO C ESMERALDA Herba pequerrechiña que con medo sorrís ó sol que vai nacendo e morrendo sen ti, ¿ Por qué de ser pequena te me avergonzas ti? O Universo sería máis pequeno sin ti! DÍAZ CASTRO, José María, Nimbos

1ºC 4ª hora­1ª


BARBIE GIRL O noso universo é rosa. Rosas son os muros da prisión das princesas. Rosa o amor e o estampado dos vestidos. As fadas, as bonecas, a luz, a laca de unllas, as máscaras, son todas rosas. As portadas das revistas que nos deseñan os soños, feitas están tamén co fulgor tan delicado do rosa. e eu, pequena larva, afogando entre estas catro paredes eternamente de rosa. CARLOS NEGRO, Penúltimas tendencias 1ºC 4ª hora­2ª


A que sabe o amor? A porta sen casa. A vento do norte. A cabo do mundo. A luz de tormente. A planta carnívora. A zume de zucre. A laña nos labios. A cuarto escuro. A mar de fondo. A eclipse de lúa. A pupa no dedo. A luns sen clase. A día sen hora. A tempo perdido. CARLOS NEGRO, Penúltimas tendencias 1ºC 4ª hora­3ª


ROEDORES DO CAUCHO Chegan de noite queimando goma, flipados de euforia e decibelios, coa gasolina inxectada na vea. Logo, malotes de discoteca, descenden so carro maqueado. co seu toque bakala na fala, arrastrando o ese como serpes, coa roupa axustada ás tatuaxes, marcando paquete e territorio, feroces como galos de pelexa. Hoxe, drogados de adrenalina, eternamente con dezaoito anos, sóñanse duros e invencibles, alleos ao tributo do destino: irán ficando aos poucos na cuneta, coa morte a rondar o seu cerebro, as neuronas gripadas para sempre. CARLOS NEGRO, Makinaria 1ºC 4ª hora­5ª


Cidades de mapa Cando choro, fágoo sempre sobre os mapas, para que chova sobre as cidades preferidas. As cidades dos mapas, aquelas que se poden percorrer co perfil perdido da mirada, e viaxar dunha a outra nun segundo, abarcalas todas, ou vivir en todas e en ningunha. Son as cidades dos mapas, as urbes sobre as que sempre choro cando estou desconsolado. FRAN ALONSO, Cidades 1ºC 4ª hora­6ª


En todas as cidades hai historias que contar. Na miña podería contarvos a historia dun tolo triste, que se amarra cunha corda aos semáforos, e fala con eles. Os domingos dille a todo o mundo que marcha de viaxe. E vai á estación, a ver saír o tren e logo volve ao semáforo, a conversar. Bartolo é un triste tolo, un tolo louco semafórico. Cando lle falas ponse colorado. Cando che fala ponse verde. Cando conversa co semáforoo póñenselle ollos laranxa intermitente, ollos de Bartolo, o tolo. FRAN ALONSO, Cidades 1ºC 4ª hora­7ª


Cando chega a chuvia parece de fideos. Na cidade chove en amarelo, e cando chove nada se ve. A min gústame correr baixo a chuvia de fideos, e sentir como me enchoupan o pelo, como me mollan os pés de amarelo, e como saben a canela e azafrán. E logo gústame marchar para a cama a soñar co seu sabor ata que sae o sol.

FRAN ALONSO. Cidades

1ºC 4ª hora­8ª


Os camións entran na cidade pola estrada principal abaneando o seu corpo torpe de elefantes feridos buscando malembe. Gústame velos no porto, ó atardecer, enchendo de sardiña os seus estómagos baleiros. FRAN ALONSO. Cidades 1ºC 4ª hora­9ª


O meu gato non ten a pata mala: tena chea de lama. O meu gato non me pediu paso: pediume sopa. O meu gato non se queixa do seu amo: quéixase da súa moa. O meu gato non perseguiu un camiño: perseguiu unha miñoca O meu non viaxou nun tomo: viaxou nunha moto. O meu gato non abriu un cabo: abriu a boca. FRAN ALONSO. O meu gato é un poeta 1ºC 4ª hora­10ª


4ºESO A TERRA SUCADA Terra sucada, poemas de cen versos na outonía! Orballa na cal, no escuro camiño de tantas vidas... Ferve o gráu, pulo enterrado da espranza, nena dormida. Terra do céio arrincada! Chora a terra desterrada, terra arada, nai perdida. "Nimbos", Xosé María Díaz Castro 4ºA 4ª hora­1ª


Areas movedizas Advírtenme outra vez do perigo. Que teña coidado ao saír de noite, que non estrague ese lindo vestido ao que lle din un futuro por diante. Repiten en conxunto o mesmo rito, poñen caras e acenos protectores, ton de voz fondamente preocupado. Contesto axiña, actriz esaxerada: Non vou ser tan parva, xa sabedes. Non quero ser a bonequiña rota. pero no fondo non estou tan segura. pero no fondo hai augas que se enturban. Xusto aí, a un milímetro do medo. Xusto aí, entre os adverbios de dúbida que penduran das perchas do meu cuarto. CARLOS NEGRO, Penúltimas tendencias 4ºA 4ª hora­2ª


Non teño ganas de ti Fai favor, vai liscando. Provócasme inapetencia. Vas a saco pola vida, con ese xeito de andar que arrasa con todo, hormonas, piercing e camiseta axustada. mais cando falas, convérteste en sapo, reduces as palabras a sílabas descosidas. E a min, meu little boy, ponme a mil esa boca cunha curva tan suave, mais non me abonda se detrás deses labios non ofreces máis nada que tres ou catro frases tan falsas como as pelis de malotes supercachas con bíceps de deseño e lingua de estropallo. CARLOS NEGRO, Penúltimas tendencias 4ºA 4ª hora­3ª


POWER RACING LOVE Estou por ti, disme coa voz cromada de sorrisos, e noto entón como me soa un resorte debaixo do capó do peito nun incómodo habitáculo onde cada sentimento é unha peza misteriosa, un complexo mecanismo de palabras oxidadas que non sei como se din Estou por ti, repites, e entón comprendo que iso que chaman amor é a postura máis difícil da parte de atrás do corazón a única postura que non sae nin se aprende nas pelis porcas dos sábados á madrugada.

CARLOS NEGRO, Makinaria 4ºA 4ª hora­4ª


Non sabes que merquei a bicicleta azul do escaparate e que agora regreso de apañar cereixas coloradas no cestiño de vimbio, que aprendín a tecer e coñecer o amor, que rematei o Ulises e aluguei unha casa para min, e que a ninguén lle falo de todas esas cousas que me cambiaron por dentro, para que ti regreses e aínda me recoñezas. BERTA DÁVILA, Raíz de fenda.

4ºA 4ª hora­5ª


Roupa Hoxe vestín a cidade como todos os días e saín polas rúas procurando un abrigo Non consigo saber onde puxen o día de onte Quizá estexa no armario da habitación reformada da casa ou no patio onde cultivei os meus primeiros cuarenta anos secretos A Cidade constantemente adolescentes pola mañá sen maquillar repasa as miñas medidas nas obras que todos os días comezan nos aotos de horizontes perpendiculares na chuvia que tinxe a terra de cor do meu chapeu para vestirme coa roupa tentadora dos trinques cos ollos vacunos dos televisores e dos viciños do cotidiano domingo que non ven, que non poden ver, que nunca crerían que visen como vou tan núa pola rúa. LUÍSA VILLALTA, En concreto. 4ºA 4ª hora­6ª


4ºESO B

Me parece igual a los dioses el hombre que ahora está frente a ti sentado, y tu dulce voz a tu lado escucha y reírte con amor. Esto, no miento, no, me sobresalta en mi pecho el corazón, pues te miro apenas y ya no puedo decir una palabra. Se me hiela la lengua y, sutil, un fuego me recorre la piel, mis ojos no ven nada, y oigo sólo un zumbido, me destila un frío sudor y entera un temblor me agita todo el cuerpo cual la hierba pálida estoy y siento que me falta poco para quedarme muerta... Safo


4ºB 4ª hora­1ª Amor,invencible en el combate, Amor, que en las riquezas te precipitas, que pasas la noche en las tiernas mejillas de la joven y frecuentas el mar y las rústicas cabañas. Nadie puede escapar de ti, ni aun los dioses inmortales; ni tampoco ningún hombre, de los que un día vivimos; Y el que te tiene, enloquece. Tú vuelves injustos a los justos y los lanzas a la ruina; tú, que, entre hombres de la misma sangre, también esta discordia has promovido, cuando vence el encanto que brilla en los ojos de la novia al lecho prometida. Tú, asociado a las sagradas leyes que rigen el mundo; mientras va haciendo su juego, sin lucha, la divina Afrodita. Sófocles, coro de la Antígona

4ºB 4ª hora­2ª


2º BACHARELATO A Posibilidades Prefiro o cine. Prefiro os gatos. Prefiro os carballos á beira do Warta. Prefiro Dickens a Dostoiesvski. Prefiro que me guste a xente a amar a humanidade. Prefiro ter á man fío e agulla. Prefiro non afirmar que a razón é a culpable de todo. Prefiro as excepcións. Prefiro saír antes. Prefiro falar de outra cousa cos médicos. Prefiro as vellas ilustracións a raias. Prefiro o ridículo de escribir poemas ao ridículo de non escribilos. Prefiro no amor os aniversarios non exactos que se celebran todos os días. Prefiro os moralistas que non me prometen nada. Prefiro a bondade astuta que a demasiado crédula. Prefiro a terra vestida de civil. Prefiro os países conquistados aos conquistadores. Prefiro ter reservas. Prefiro o inferno do caos ao inferno da orde. Prefiro os contos de Grimm ás primeiras planas do xornal. Prefiro as follas sen flores á flor sen follas. Prefiro os cans coa cola sen cortar. Prefiro os ollos claros porque os teño escuros. Prefiro os caixóns.


Prefiro moitas cousas que aquí non mencionei a moitas outras tampouco mencionadas. Prefiro o cero só ao que fai cola nunha cifra. Prefiro o tempo insectil ao estelar. Prefiro tocar madeira. Prefiro non preguntar canto me queda e cando. Prefiro tomar en conta a posibilidade de que o ser ten a súa razón. Xente na ponte, 1986 Wisława Szymborska 2º BAC A 4ª hora­1º


PENÉLOPE Un paso adiante i outro atrás, Galiza, i a tea dos teus sonos non se move. A espranza nos teus ollos se esperguiza. Aran os bois e chove. Un bruar de navíos moi lonxanos che estrolla o sono mól coma unha uva. Pro tí envólveste en sabas de mil anos, i en sonos volves a escoitar a chuva. Traguerán os camiños algún día a xente que levaron. Deus é o mesmo. Suco vai, suco vén, Xesús María!, e toda a cousa ha de pagar seu desmo. Desorballando os prados coma sono, o Tempo vai de Parga a Pastoriza. Vaise enterrando, suco a suco, o Outono. Un paso adiante i outro atrás, Galiza!

DÍAZ CASTRO, José María, Nimbos

2º BAC A 4ª hora­2º


E non podías irte porque ti eras todo canto podiamos chamar casa; e sen ti ficariamos espidas á intemperie, diluídas na chuvia, soas, e sen pasado. BERTA DÁVILA, Raíz de fenda 2º BAC A 4ª hora­3º


teciches esta rebeca de la portuguesa punto a punto para mamá. Agora póñoa eu cando me invade o frío de dentro a fóra, cando preciso que me golpeen as tempas como un tambor, cando confío unicamente na calidade da la portuguesa atravesando as décadas para aquecerme agora BERTA DÁVILA, Raíz de fenda 2º BAC A 4ª hora­4º


Mira qué pobre amante, incapaz de meterse en una fuente para traerte un pescadito rojo. Julio Cortázar Querido Julio: veño de deixarche dúas flores sen nome no cemiterio branco de Montmartre, a primeira por min, que aprendín a meter as mans na fonte e tamén a aceptar as engurras dos vestidos e as faltas de estilo a segunda por ela, que me ensinou a amar a insubmisión, e a dar a vida por un peixiño vermello.

BERTA DÁVILA, Raíz de fenda 2º BAC A 4ª hora­5º


A VOLTA DOS NOVE Avoa, que son esas cruces? Sonche fillo, a marca do crime, da infamia e a luz taquigráfica que levanta acta para o auditorio da historia. Ah, que baixo falas, avoa. Non levantes a voz, neno, que non terás palabras para os teus versos. Tanto ten, avoa, agora sei; é unha historia covarde de horror e de espanto co silencio do mar, testemuña de cargo, batendo sobre as rochas e as penas, entre a brétema dun cabo: cabo castigo, cabo tristura, cabo rocha cun exército necrófago, oficiando na estrada as cunetas da Bombardeira. As cruces son as cicatrices da terra, o berro anónimo que se converte en rapsoda da traxedia desde aquel mencer de outubro do 36, cando unhas mans riscan o chan e serigrafían a lembranza que agora se abraza na árbore dos heroes. E quen as fai, avoa? A xente, que disque non se fan soas e non levantes a voz, neno, que non terás palabras para os teus versos. Ah, son as pegadas da rabia, da rebelión que perpetúa ao vento a memoria coma unha zanfona. As cruces, nove; unha por cada corpo sen vida: nove na Volta dos Nove. Nove para esconxurar a infamia e convocar as vítimas: o Manuel, o Felicísimo, o Ghonda, o Lijó, o Rei Chiquito, o Fidel, o Pelonio, o Ferreiro do Burgo, o Generoso. E a música, avoa? Son as voces dos presos de Oia, que cantan coa tripa e non levantes a voz, neno, que non terás palabras para os teus versos. Son nove, avoa, nove imborrables cruces con nomes de goma, nove pingas con que a acordanza grava a metraxe inmedible dun crime


impune. Escoita, avoa, son as cruces as que levantan a voz, e o seu eco de sangue érguese máis alá da dor, máis alá do medo, máis alá do mar, máis alá do tempo. FRAN ALONSO, Transición

2º BAC A 4ª hora­6º


3ª SESIÓN 1º ESO B FLORALBA, de Manrique Fernández Imos ler o inicio dunha peza teatral do escritor Manrique Fernández, que se ideou como libreto dunha ópera do compositor gulanés Rogelio Groba. A obra toma como base unha lenda que ten como escenario o castelo do Sobroso. Nela nárranse os amores adúlteros de Floralba, esposa de don Fiz Sarmiento, cun romeiro que é acollido no castelo na súa peregrinaxe a Santiago, e o dramático final ao que se ven abocados os dous amantes. Así comeza a obra: A VOZ DOS TEMPOS:

para subir ó castelo?

"A onde irá aquel romeiro

o romeiro a onde irá.

¡Vixía! ¡Mire quen é!

(Dirixíndose ó GARDA)

Camiño de Compostela non sei se alá chegará ... " O GARDA: NARRADOR:

¡Don Fiz! ¡Parece un romeiro!

Noite escura, noite fría:

Vén co hábito e o caxato ...

chuvia, lóstregos e vento,

¡E semella moi famento!

e un camiñante que intenta loitar contra os elementos

DON FIZ SARMIENTO:

para chegar a un castelo

Pois entón ábralle as portas ...

no que pedirá sustento.

Pero mire ben que sexa

É o castelo do Sobroso

o que ese home aparenta.

do conde don Fiz Sarmiento. O GARDA: DON FIZ SARMIENTO: (Escudriñando a ladeira do monte)

¡Fago o que o Señor ordena! (Ó forasteiro)

¿Quen será ese camiñante

¿Quen gabea polo monte?

que entre lóstregos e ventos

¿Quen sobe pola ladeira?

vén gabeando polo monte


O ROMEIRO:

para botar a moraima.

Son un romeiro, Señor,

Pero atenderá ó que pida

camiño de Compostela.

a miña dona, Floralba.

Se é temeroso de Deus, ábrame a porta, lle pido,

O ROMEIRO:

e permita que esta noite

(Intenta axeonllarse ós pés do Conde, que non

poida pasala ó abrigo.

llo permite) Polo ben que dispensades,

DON FIZ SARMIENTO: (Dirixíndose ó forasteiro)

por acoller a un romeiro famento e desconsolado

Xa que vai a Compostela,

Deus bendiga o seu castelo!

un afán tan nobre e pío,

Que dos malditos infieis

recupere aquí as súas forzas

teña por ben protexelo

antes de seguir camiño.

e que torne victorioso,

(O GARDA deixa cruzar a porta ó ROMEIRO, meu Señor, don Fiz Sarmiento. que entra no castelo.) NARRADOR: NARRADOR:

Foi xusto naquel momento,

O propio Conde o levou

segundo din os que o viron,

a carón dunha lareira,

que Floralba entrou na estancia:

sentouno preto do lume

xove, linda, talle fino,

e mandou que lle trouxeran

ollos tristeiros e doces,

un tazón de leite e mel.

e nos labios un sorriso.

DON FIZ SARMIENTO: Quédese o tempo que queira:

A VOZ DOS TEMPOS:

meu fogar é o seu fogar

El mirouna enfeitizado,

miña mesa é a súa mesa.

ela perdeu un suspiro.

Mañá, cando o galo cante, eu marcharei a Granada

ESCENA II

co peito enchido de fe

(Porta do castelo e ladeira do monte.

e cun milleiro de espadas,

Madrugada).

que os Reis pediron axuda


DON FIZ SARMIENTO:

Pero don Fiz, lembre sempre

(Agarimoso)

que neste recuncho queda

Cóidese, miña Floralba;

o corazón de Floralba

cóidese que logo veño.

esnaquizado de pena.

FLORALBA:

DON FIZ SARMIENTO: .

E vostede, señor Conde,

Xa o sei, Floralba, xa o sei,

non esqueza que aquí o espero.

que tamén o meu se marcha embriagado da tristura

DON FIZ SARMIENTO:

que brota das vosas bágoas;

¡Hei de gravar o teu nome

e non trocará en acougo,

no peito dos sarracenos!

en sentar na miña alma, ata que algún día volva

FLORALBA:

con estas mans a abrazala.

¡Protéxase, señor Conde, das cimitarras do demo!

FLORALBA: Quedo pedíndolle a Deus

DON FIZ SARMIENTO:

por que volvades comigo,

Non se apure a miña dona,

que xa boto en falta ó Conde

que non sufra o meu amor,

aínda que non é partido.

que aínda que xa non son novo

Prego ó Deus que defendedes

levo aquí dentro a calor

que protexa ó meu amigo,

que desprenden os seus ollos.

que na distancia lembredes

Coidade do meu honor

que o meu amor segue V1VO.

acollendo a ese romeiro que ás nosas portas chegou.

DON FIZ SARMIENTO: Floralba, miña Floralba

FLORALBA:

de cabeleira dourada ...

Estará ben atendido

Floralba de ollos tristeiros ...

xa que vostede o ordena:

Ogallá non te deixara ...

recuperará as súas forzas antes de ir a Compostela.

FLORALBA:


¡Don Fiz, don Fiz ... ! ¡Meu amado!

Nin sequera sospeitaba

Ficarei desventurada ...

que a traizón buscaba acougo

Ata o día do reencontro

no fogar que el deixara.

non me verei aliviada.

Cabalga don Fiz Sarmiento pola estepa castellana.

DON FIZ SARMIENTO: (Nun susurro)

Un romeiro enfeitizado por unha inxenua mirada

Floralba de ollos tristeiros ...

dunha dama sempre soa

De cabeleira dourada ...

que chora desacougada. O romeiro, día a día,

F LORALBA:

vai buscando a súa compaña

(Nun susurro)

e con verbas sedutoras

¡Don Fiz, don Fiz ... ! ¡Meu amado!

ela cae engaiolada ...

Non me verei aliviada ...

Cabalga don Fiz, cabalga polo camiño a Granada ...

A VOZ DOS TEMPOS:

Pola estepa castellana

Don Fiz Sarmiento cabalga

cabalga don Fiz, cabalga ...

e hai unha bágoa nos ollos esborrexendo ata os beizos

O ROMEIRO:

do amo e señor do Sobroso.

Floralba, miña Floralba

Floralba fica na porta.

de cabeleira dourada;

Ten unha bágoa nos ollos

Floralba, ollos de lume,

de desacougo e tristura

meixelas de lúa clara ...

que a fai ficar de xeonllos. ESCENA III

FLORALBA: (Sorprendida)

(Unha estancia no interior do castelo. De día). Vállame Deus, cabaleiro! Como ousades dicir iso? A VOZ DOS TEMPOS:

Non vedes que son a dona

Cabalga don Fiz, cabalga

do conde don Fiz Sarmiento?

polo camiño a Granada á fronte dos seus soldados.

O ROMEIRO:


Floralba, beizos de mel,

(Sorríndolle ó ROMEIRO e cedendo.)

miña flor abandonada.

¡Peregrino adulador!

Floralba de ollos tristeiros ...

¡Ti si sabes conquistar!

Floralba, miña Floralba.

(Para si) ¡Se Deus me fixo tan feble

FLORALBA:

Deus me sabrá perdoar!

(Setíndose adulada) Agradézolle os afagos,

NARRADOR:

as verbas e galanteos,

A Condesa, engaiolada

pero son muller casada

por unha presa de verbas

e non debería atendelos.

daquel galán fachendoso logo esqueceu as promesas que na súa despedida

O ROMEIRO: .

ó conde don Fiz fixera

Floralba, doce sorriso

E xuntos, coma se fosen

e lixeiro camiñar.

a esposa e o home dela

Este amor que rexeitades

deixan á paixón que os guíe

responde á lei natural...

por espiñosas vereas.

FLORALBA: (Dubidando)

A VOZ DOS TEMPOS:

¡Meu Deus! ¡Cale, cabaleiro,

"A onde irá aquel romeiro

que xa me fai vacilar!

o romeiro a onde irá. '

A paixón coa que me tenta ...

Camiño de Compostela

¡Non a poido dominar ... !

non sei se alá chegará ... "

O ROMEIRO:

ESCENA IV (Patio do castelo. De día).

Floralba, miña Floralba, de feiticeiro mirar...

NARRADOR:

Non permitas que un recordo

Pasan os días e chegan

che impida volver a amar ...

novas que enturbian a calma daquel desleal romeiro

FLORALBA:

e a pecadora Floralba:


o conde don Fiz Sarmiento

dende a torre ó portalón

como vencedor cabalga

cunha punzada na alma .

polo camiño ó Sobroso,

(...) Continuará

polo camiño á súa casa. A Condesa, segundo din, vagaba desacougada dende o portalón á torre sen dicir unha palabra. Pasa o día. Chega a noite. A Condesa aínda vagaba

1ºB 5ª hora­1ª


2º ESO A RAYA, DORADO SOL Raya, dorado Sol, orna y colora del alto monte la lozana cumbre; sigue con agradable mansedumbre el rojo paso de la blanca Aurora; suelta las riendas a Favonio y Flora, y usando, al esparcir tu nueva lumbre, tu generoso oficio y real costumbre, el mar argenta, las campañas dora, para que desta vega el campo raso borde saliendo Flérida de flores; mas si no hubiese de salir acaso, ni el monte rayes, ornes, ni colores, ni sigas de la Aurora el rojo paso, ni el mar argentes, ni los campos dores. Luis de Góngora 2ºA 5ª hora­1ª


Mi vida con la ola Cuando dejé aquel mar, una ola se adelanto entre todas. Era esbelta y ligera. A pesar de los gritos de las otras, que la detenían por el vestido flotante, se colgó de mi brazo y se fue conmigo saltando. No quise decirle nada, porque me daba pena avergonzarla ante sus compañeras. Además, las miradas coléricas de las mayores me paralizaron. Cuando llegamos al pueblo, le expliqué que no podía ser, que la vida en la ciudad no era lo que ella pensaba en su ingenuidad de ola que nunca ha salido del mar. Me miro seria: “Su decisión estaba tomada. No podía volver.” Intente dulzura, dureza, ironía. Ella lloró, gritó, acarició, amenazó. Tuve que pedirle perdón. Al día siguiente empezaron mis penas. ¿Cómo subir al tren sin que nos vieran el conductor, los pasajeros, la policía? Es cierto que los reglamentos no dicen nada respecto al transporte de olas en los ferrocarriles, pero esa misma reserva era un indicio de la severidad con que se juzgaría nuestro acto. Tras de mucho cavilar me presente en la estación una hora antes de la salida, ocupé mi asiento y, cuando nadie me veía, vacié el depósito de agua para los pasajeros; luego, cuidadosamente, vertí en él a mi amiga. Octavio Paz 2ºA 5ª hora­2ª


De Veinte poemas de amor y una canción desesperada TE recuerdo como eras en el último otoño. Eras la boina gris y el corazón en calma. En tus ojos peleaban las llamas del crepúsculo. Y las hojas caían en el agua de tu alma. Apegada a mis brazos como una enredadera, las hojas recogían tu voz lenta y en calma. Hoguera de estupor en que mi sed ardía. Dulce jacinto azul torcido sobre mi alma. Siento viajar tus ojos y es distante el otoño: boina gris, voz de pájaro y corazón de casa hacia donde emigraban mis profundos anhelos y caían mis besos alegres como brasas. Cielo desde un navío. Campo desde los cerros. Tu recuerdo es de luz, de humo, de estanque en calma! Más allá de tus ojos ardían los crepúsculos. Hojas secas de otoño giraban en tu alma. Pablo Neruda 2ºA 5ª hora­3ª


El amor en los tiempos del cólera Fermina Daza llegó aterrorizada, y apenas se dio tiempo para admirar los tamarindos homéricos donde El Libertador colgaba su hamaca de moribundo, y para comprobar que la cama donde murió, tal como se lo habían dicho, no sólo era pequeña para un hombre de tanta gloria, sino inclusive para un sietemesino. Sin embargo, otro visitante que parecía saberlo todo dijo que la cama era una reliquia falsa, pues la verdad era que al Padre de la Patria lo habían dejado morir tirado por los suelos. Fermina Daza estaba tan deprimida con lo que vio y oyó desde que salió de su casa, que en el resto del viaje no se complació en el recuerdo del viaje anterior, como tanto lo había añorado, sino que evitaba el paso por los pueblos de sus nostalgias. Así los preservó y se preservó ella misma de la desilusión. Oía los acordeones desde los atajos por donde se escapaba del desencanto, oía los gritos de la gallera, las salvas de plomo que lo mismo podían ser de guerra que de parranda, y cuando no había más recurso que atravesar el pueblo, se tapaba la cara con la mantilla para seguir evocándolo como era antes. Una noche, después de mucho eludir el pasado, llegó a la hacienda de la prima Hildebranda, y cuando la vio esperando en la puerta estuvo a punto de desfallecer: era como verse a sí misma en el espejo de la verdad. Estaba gorda y decrépita, y cargada de hijos indómitos que no eran del hombre que seguía amando sin esperanzas, sino de un militar en uso de buen retiro con el que se casó por despecho y que la amó con locura. Pero por dentro del cuerpo devastado seguía siendo la misma. Fermina Daza se recuperó de la impresión con pocos días de campo y buenos recuerdos, pero no salió de la hacienda sino para ir a misa los domingos con los nietos de sus cómplices díscolas de antaño, chalanes en caballos magníficos, y muchachas bellas y bien vestidas, como sus madres a la misma edad, que iban de pie en las carretas de bueyes, cantando a coro, hasta la iglesia de la misión en el fondo del valle. Sólo pasó por el pueblo de Flores de María, donde no había estado en el viaje anterior porque no pensaba que pudiera gustarle, pero cuando lo conoció se quedó fascinada. Su desgracia, o la del pueblo, fue que después no logró recordarlo jamás como era en realidad, sino como se lo imaginaba antes de conocerlo. Gabriel García Márquez 2ºA 5ª hora­4ª


SERÁN CENIZA... Cruzo un desierto y su secreta desolación sin nombre. El corazón tiene la sequedad de la piedra y los estallidos nocturnos de su materia o de su nada. Hay una luz remota, sin embargo, y sé que no estoy solo; aunque después de tanto y tanto no haya ni un solo pensamiento capaz contra la muerte, no estoy solo. Toco esta mano al fin que comparte mi vida y en ella me confirmo y tiento cuanto amo, lo levanto hacia el cielo y aunque sea ceniza lo proclamo: ceniza. Aunque sea ceniza cuanto tengo hasta ahora, cuanto se me ha tendido a modo de esperanza.

José Ángel Valente

2ºA 5ª hora­5ª


CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5.30 de la mañana para esperar el buque en que llegaba el obispo. Había soñado que atravesaba un bosque de higuerones donde caía una llovizna tierna, y por un instante fue feliz en el sueño, pero al despertar se sintió por completo salpicado de cagada de pájaros. «Siempre soñaba con árboles», me dijo Plácida Linero, su madre, evocando 27 años después los pormenores de aquel lunes ingrato. «La semana anterior había soñado que iba solo en un avión de papel de estaño que volaba sin tropezar por entre los almendros», me dijo. Tenía una reputación muy bien ganada de interprete certera de los sueños ajenos, siempre que se los contaran en ayunas, pero no había advertido ningún augurio aciago en esos dos sueños de su hijo, ni en los otros sueños con árboles que él le había contado en las mañanas que precedieron a su muerte. Tampoco Santiago Nasar reconoció el presagio. Había dormido poco y mal, sin quitarse la ropa, y despertó con dolor de cabeza y con un sedimento de estribo de cobre en el paladar, y los interpretó como estragos naturales de la parranda de bodas que se había prolongado hasta después de la media noche. Más aún: las muchas personas que encontró desde que salió de su casa a las 6.05 hasta que fue destazado como un cerdo una hora después, lo recordaban un poco soñoliento pero de buen humor, y a todos les comentó de un modo casual que era un día muy hermoso. Nadie estaba seguro de si se refería al estado del tiempo. Muchos coincidían en el recuerdo de que era una mañana radiante con una brisa de mar que llegaba a través de los platanales, como era de pensar que lo fuera en un buen febrero de aquella época. Pero la mayoría estaba de acuerdo en que era un tiempo fúnebre, con un cielo turbio y bajo y un denso olor de aguas dormidas, y que en el instante de la desgracia estaba cayendo una llovizna menuda como la que había visto Santiago Nasar en el bosque del sueño. Yo estaba reponiéndome de la parranda de la boda en el regazo apostólico de María Alejandrina Cervantes, y apenas si desperté con el alboroto de las campanas tocando a rebato, porque pensé que las habían soltado en honor del obispo. G.GARCÍA MÁRQUEZ

2ºA 5ª hora­6ª


3º ESO C Miseria de la poesía Me pregunto qué puedo hacer contigo Ahora que han pasado tantos años, Cayeron los imperios, La creciente arrasó con los jardines, Se borraron las fotos Y en los sitios sagrados del amor Se levantan comercios y oficinas (con nombres en inglés naturalmente). Me pregunto qué puedo hacer contigo Y hago un pseudo poema Que tú nunca leerás ―o si lo lees, En vez de una punzada de nostalgia, Provocará tu sonrisita crítica. © José Emilio Pacheco

3ºC 5ª hora­1ª


El silencio La vida, más feroz que toda muerte. Jorge Guillén, Clamor La silenciosa noche. Aquí en el bosque No se escuchan rumores. Los gusanos trabajan. Los pájaros de presa hacen lo suyo. Pero yo no oigo nada. Sólo el silencio que da miedo. Tan raro, Tan escaso se ha vuelto en este mundo Que ya nadie se acuerda de cómo suena, Nadie quiere Estar consigo mismo un instante. Mañana Dejaremos la verdadera vida para mañana. No asco de ser ni pesadumbre de estar vivo: Extrañeza De hallarse aquí y ahora en esta hora tan muda. Silencio en este bosque, en esta casa A la mitad del bosque. ¿Se habrá acabado el mundo? © José Emilio Pacheco

3ºC 5ª hora­2ª


Fin de mundo <<El 18 de mayo del 50 Se va a acabar el mundo. Confiésate y comulga y encomienda tu alma A la misericordia de Dios Padre Y pídele a la Virgen que ruegue por nosotros.>> Todo esto me dijeron varias personas. El 18 de mayo esperé el terremoto, El diluvio de fuego, la bomba atómica. Como es obvio, no pasó nada. Hay otras fechas para el fin del mundo. © José Emilio Pacheco

3ºC 5ª hora­3ª


Tierra de nadie En la ignorancia a medias de un idioma, Ya que el dominio es imposible, Las palabras demuestran estar hechas De la esencia del mundo y la poesía. Pienso en diré, por ejemplo: <<barro, lodo, tierra, Polvo, suelo, mugre, Suciedad, obscenidad, Bajeza, vileza.>> Suciedad de la tierra, tumba y matriz. Basura sagrada Que amasaron plantas y huesos. Putrefacción en que nos da la vida la muerte. Extraño llamar <<Tierra>> al planeta errante En donde navegamos siempre en tinieblas Y a la materia de la que sale todo Y todo regresa. La tierra baldía, la tierra prometida, La tierra de nadie. © José Emilio Pacheco

3ºC 5ª hora­4ª


1º BACHARELATO B A seguir, imos ler dous retrincos dunha peza teatral escrita por Vicente Risco en 1926, O bufón de El­Rei. Esta é unha obra ambientada na Idade Media que contén algunhas das escenas de amor máis intensas e apaixonadas do teatro galego. Trátase ademais dun amor adúltero, xa que se produce entre a raíña Iolanda e un cabaleiro do Rei chamado Guindamor. O bufón de El­Rei, de Vicente Risco PASO PRIMEIRO ­ ESCENA CUARTA (...) IOLANDA: Por que tanto recelo? GUINDAMOR: Señora, eu ámote faltando á lealdade dos meus xuramentos... IOLANDA: Lancelote amou coma ti... GUINDAMOR: Señora, eu ámote agardando sempre, longamente, anguriosamente, a dita que non chega... IOLANDA: Así agardou Amadís. GUINDAMOR: Señora, eu ámote dun xeito que soamente a morte pode encher a cobiza do meu corazón... IOLANDA: Dese xeito amou Tristán... GUINDAMOR: Angurioso estou coma Tristán, ansioso coma Amadís, desleal coma Lancelote... IOLANDA: Desleal!... E non é fermoso amar dese xeito?... Eu quérote querer así, culpablemente, contra o meu deber, contra a miña conciencia, condenándome por causa túa... Eu quérote querer pecando, pecando por ti..., sen ter máis lei que a lei que che teño, sen ter máis fe que a que che xurei a ti, cando che dei hai pouco o meu anel... GUINDAMOR: Iolanda, por ese anel que me deches, polo noso amor, pola nosa fe xurada para sempre, pola miña pena, polo meu degaro inesquecente, dime: cando vai ser a hora en que me deas o premio de tantas bágoas, de tanta inquedanza, de tantos pesares? Dimo, Iolanda! IOLANDA: Mañá. GUINDAMOR: Mañá?


IOLANDA: Mañá, El­Rei ten corte na vila. GUINDAMOR: Xa o sei; mais eu irei con el, e botaremos alá oito días... IOLANDA: Mais pola noite, El­Rei ha de ir á festa do concello... Alí, entre o rebulicio, aínda que non esteas non se han decatar... Montarás a cabalo..., non é moito camiño, e estarás aquí antes das doce da noite... Entrarás pola poterna de abaixo, que estará aberta; eu agárdote na terraza do xardín... As escaleiras están gardadas, mais ti agatuñarás pola muralla. GUINDAMOR: Iolanda! Agora, que importa xa o xuramento e a honra, e as bágoas?... Que importa todo, cando hai amor? IOLANDA: (Erguéndose). Abonda, Guindamor. Demoreime xa moito. Deica mañá... Virás? GUINDAMOR: Aínda que morrera despois! IOLANDA: Deus te garde! GUINDAMOR: Deus cho pague! (Vaise cada un polo seu carreiro) 1ºBAC B 5ª hora­1ª PASO SEGUNDO – ESCENA SEGUNDA A Raiña inclínase na varanda e mira ansiosa cara ó parque. Hai un longo silencio. A VOZ DE GUINDAMOR: Iolanda! A RAÍÑA: Guindamor! A VOZ DE GUINDAMOR: A lúa vístese de prata, miña Raíña, envólvete nun veo de noiva! Bótame os teus cabelos como a princesa prisioneira dun xigante, e que eles sexan a miña escada para chegar onda ti! A RAÍÑA: Guindamor! A VOZ DE GUINDAMOR: Que outra escada para rubir á dita dos teus brazos, Iolanda?... Mais non, que sangren as miñas mans e os meus pés, e que eu merque a dita coa miña dor! A RAÍÑA: Guindamor! GUINDAMOR: (Aparecendo do outro lado da varanda) Iolanda! (Abrázanse apaixonadamente. Guindamor fica dentro da terraza). Iolanda, ti toda estás por fin nos meus brazos: o teu bico, os teus cabelos, os teus ollos..., para facelos meus para sempre, para sempre, para sempre...! IOLANDA: Ouh, Guindamor, ten coraxe deica a fin; lévame de aquí, andemos acocharnos


moi lonxe, cos piratas das illas cubertas de brétema... Eu teño moito medo aquí... GUINDAMOR: Iolanda, meu amor, desbota os teus temores... Agora tremes ti, cando o meu corazón está cheo de dita. Xa nada temo, e soamente para ti, para o meu amor, vivo. Non dicías que era a dita túa, a túa ledicia, condenarte nos meus brazos?... Pois ben, eu amaría a morte nos teus brazos... E se agora nos viñeran sorprender, se agora nos matasen, Iolanda, ti nos meus brazos, teu peito no meu peito, teus bizos nos meus, e o noso amor eternizado pola morte, non sería o gran triunfo, non sería a gran dita, Iolanda? IOLANDA: Si, Guindamor; mais fuxir lonxe, moi lonxe, acochar o noso amor ós ollos de todos, que fora só para nós os dous... Morrer, si; mais morrer de dita, de ledicia, de gozo, ou de que fora tan grande o noso degaro que non houbera xa cariño nin arroubamento para satisfacelo... Sabes, Guindamor? O meu amor é xa así... Ai, se ti o sentiras deste xeito, se o sentiras así tamén! GUINDAMOR: Iolanda: esta é a noite suprema, a noite única. A lúa bota riba de nós os seus cendais, e infúndenos o delirio envolvéndonos na súa casta e fría luz de prata... Sinto como alentas, como tremes, como o teu corazón latexa arelante como unha pomba ferida, que estivera morrendo de amor... Adiviña logo a miña loucura. O misterio rompeu... Esta debera ser a derradeira noite. IOLANDA: (Nun desmaio de arroubamento) Guindamor! 1ºBAC B 5ª hora­2ª


4ª SESIÓN 1º ESO A FLORALBA, de Manrique Fernández Imos ler o inicio dunha peza teatral do escritor Manrique Fernández, que se ideou como libreto dunha ópera do compositor gulanés Rogelio Groba. A obra toma como base unha lenda que ten como escenario o castelo do Sobroso. Nela nárranse os amores adúlteros de Floralba, esposa de don Fiz Sarmiento, cun romeiro que é acollido no castelo na súa peregrinaxe a Santiago, e o dramático final ao que se ven abocados os dous amantes. Así comeza a obra: A VOZ DOS TEMPOS: "A onde irá aquel romeiro o romeiro a onde irá. Camiño de Compostela non sei se alá chegará ... "

O GARDA: ¡Fago o que o Señor ordena! (Ó forasteiro) ¿Quen gabea polo monte? ¿Quen sobe pola ladeira?

NARRADOR: Noite escura, noite fría: chuvia, lóstregos e vento, e un camiñante que intenta loitar contra os elementos para chegar a un castelo no que pedirá sustento. É o castelo do Sobroso do conde don Fiz Sarmiento.

O ROMEIRO: Son un romeiro, Señor, camiño de Compostela. Se é temeroso de Deus, ábrame a porta, lle pido, e permita que esta noite poida pasala ó abrigo.

DON FIZ SARMIENTO: (Escudriñando a ladeira do monte) ¿Quen será ese camiñante que entre lóstregos e ventos vén gabeando polo monte para subir ó castelo? (Dirixíndose ó GARDA) ¡Vixía! ¡Mire quen é! O GARDA: ¡Don Fiz! ¡Parece un romeiro! Vén co hábito e o caxato ... ¡E semella moi famento! DON FIZ SARMIENTO: Pois entón ábralle as portas ... Pero mire ben que sexa o que ese home aparenta.

DON FIZ SARMIENTO: (Dirixíndose ó forasteiro) Xa que vai a Compostela, un afán tan nobre e pío, recupere aquí as súas forzas antes de seguir camiño. (O GARDA deixa cruzar a porta ó ROMEIRO, que entra no castelo.) NARRADOR: O propio Conde o levou a carón dunha lareira, sentouno preto do lume e mandou que lle trouxeran un tazón de leite e mel. DON FIZ SARMIENTO: Quédese o tempo que queira: meu fogar é o seu fogar miña mesa é a súa mesa. Mañá, cando o galo cante, eu marcharei a Granada


co peito enchido de fe e cun milleiro de espadas, que os Reis pediron axuda para botar a moraima. Pero atenderá ó que pida a miña dona, Floralba. O ROMEIRO: (Intenta axeonllarse ós pés do Conde, que non llo permite) Polo ben que dispensades, por acoller a un romeiro famento e desconsolado Deus bendiga o seu castelo! Que dos malditos infieis teña por ben protexelo e que torne victorioso, meu Señor, don Fiz Sarmiento. NARRADOR: Foi xusto naquel momento, segundo din os que o viron, que Floralba entrou na estancia: xove, linda, talle fino, ollos tristeiros e doces, e nos labios un sorriso. A VOZ DOS TEMPOS: El mirouna enfeitizado, ela perdeu un suspiro. ESCENA II (Porta do castelo e ladeira do monte. Madrugada). DON FIZ SARMIENTO: (Agarimoso) Cóidese, miña Floralba; cóidese que logo veño. FLORALBA: E vostede, señor Conde, non esqueza que aquí o espero. DON FIZ SARMIENTO: ¡Hei de gravar o teu nome no peito dos sarracenos!

FLORALBA: ¡Protéxase, señor Conde, das cimitarras do demo! DON FIZ SARMIENTO: Non se apure a miña dona, que non sufra o meu amor, que aínda que xa non son novo levo aquí dentro a calor que desprenden os seus ollos. Coidade do meu honor acollendo a ese romeiro que ás nosas portas chegou. FLORALBA: Estará ben atendido xa que vostede o ordena: recuperará as súas forzas antes de ir a Compostela. Pero don Fiz, lembre sempre que neste recuncho queda o corazón de Floralba esnaquizado de pena. DON FIZ SARMIENTO: . Xa o sei, Floralba, xa o sei, que tamén o meu se marcha embriagado da tristura que brota das vosas bágoas; e non trocará en acougo, en sentar na miña alma, ata que algún día volva con estas mans a abrazala. FLORALBA: Quedo pedíndolle a Deus por que volvades comigo, que xa boto en falta ó Conde aínda que non é partido. Prego ó Deus que defendedes que protexa ó meu amigo, que na distancia lembredes que o meu amor segue V1VO. DON FIZ SARMIENTO: Floralba, miña Floralba de cabeleira dourada ... Floralba de ollos tristeiros ...


Ogallá non te deixara ... FLORALBA: ¡Don Fiz, don Fiz ... ! ¡Meu amado! Ficarei desventurada ... Ata o día do reencontro non me verei aliviada. DON FIZ SARMIENTO: (Nun susurro) Floralba de ollos tristeiros ... De cabeleira dourada ... F LORALBA: (Nun susurro) ¡Don Fiz, don Fiz ... ! ¡Meu amado! Non me verei aliviada ... A VOZ DOS TEMPOS: Don Fiz Sarmiento cabalga e hai unha bágoa nos ollos esborrexendo ata os beizos do amo e señor do Sobroso. Floralba fica na porta. Ten unha bágoa nos ollos de desacougo e tristura que a fai ficar de xeonllos. ESCENA III (Unha estancia no interior do castelo. De día). A VOZ DOS TEMPOS: Cabalga don Fiz, cabalga polo camiño a Granada á fronte dos seus soldados. Nin sequera sospeitaba que a traizón buscaba acougo no fogar que el deixara. Cabalga don Fiz Sarmiento pola estepa castellana. Un romeiro enfeitizado por unha inxenua mirada dunha dama sempre soa que chora desacougada. O romeiro, día a día, vai buscando a súa compaña e con verbas sedutoras

ela cae engaiolada ... Cabalga don Fiz, cabalga polo camiño a Granada ... Pola estepa castellana cabalga don Fiz, cabalga ... O ROMEIRO: Floralba, miña Floralba de cabeleira dourada; Floralba, ollos de lume, meixelas de lúa clara ... FLORALBA: (Sorprendida) Vállame Deus, cabaleiro! Como ousades dicir iso? Non vedes que son a dona do conde don Fiz Sarmiento? O ROMEIRO: Floralba, beizos de mel, miña flor abandonada. Floralba de ollos tristeiros ... Floralba, miña Floralba. FLORALBA: (Setíndose adulada) Agradézolle os afagos, as verbas e galanteos, pero son muller casada e non debería atendelos. O ROMEIRO: . Floralba, doce sorriso e lixeiro camiñar. Este amor que rexeitades responde á lei natural... FLORALBA: (Dubidando) ¡Meu Deus! ¡Cale, cabaleiro, que xa me fai vacilar! A paixón coa que me tenta ... ¡Non a poido dominar ... ! O ROMEIRO: Floralba, miña Floralba, de feiticeiro mirar... Non permitas que un recordo


che impida volver a amar ... FLORALBA: (Sorríndolle ó ROMEIRO e cedendo.) ¡Peregrino adulador! ¡Ti si sabes conquistar! (Para si) ¡Se Deus me fixo tan feble Deus me sabrá perdoar! NARRADOR: A Condesa, engaiolada por unha presa de verbas daquel galán fachendoso logo esqueceu as promesas que na súa despedida ó conde don Fiz fixera E xuntos, coma se fosen a esposa e o home dela deixan á paixón que os guíe por espiñosas vereas. A VOZ DOS TEMPOS: "A onde irá aquel romeiro o romeiro a onde irá. '

Camiño de Compostela non sei se alá chegará ... " ESCENA IV (Patio do castelo. De día). NARRADOR: Pasan os días e chegan novas que enturbian a calma daquel desleal romeiro e a pecadora Floralba: o conde don Fiz Sarmiento como vencedor cabalga polo camiño ó Sobroso, polo camiño á súa casa. A Condesa, segundo din, vagaba desacougada dende o portalón á torre sen dicir unha palabra. Pasa o día. Chega a noite. A Condesa aínda vagaba dende a torre ó portalón cunha punzada na alma . (...) Continuará 1ºA 6ª hora­1ª


3º ESO A

A NOITE É NECESARIA Hai homes cheos de sombra, homes a contralús que che fan ver a Deus coma unha mar de lus. A noite é necesaria pra que ti poidas ver sobre o medo e o mal as estrelas arder. DÍAZ CASTRO, José María, Nimbos 3ºA 6ª hora­1ª


Guapa y a la última Esas revistas de quisco tan superpop e megafashion nunca permiten que me poña guapa con seseo e con gheada. Esas revistas de quisco tan superpop e megafashion nunca aconsellan que probe un vestido coas cores das xestas. Esas revistas de quisco tan superpop e megafashion nunca comprendsen que ande descalza e coa lingua solta.

CARLOS NEGRO, Penúltimas tendencias 3ºA 6ª hora­2ª


ES UNHA CHICA CHIC? (AUTOCUESTIONARIO) Mordes as unllas ou lévalas á última? As unllas úsoas para rabuñar a pel dos peluches. Prefires barra de labios ou brillo? Prefiro óxido na lingua, cuspe e dinamita. Cal é a túa pose favorita? A posición dunha percha no armario. Estás apuntada a clases de dance? Estou apuntada a unha danza de contradicións. Gústanche os gatiños como mascotas? Escollo o negro da pel da pantera. Canto tempo pasas fronte aos espellos? Procuro esquivalos para que non me devoren. Cal é o teu mellor truco de beleza? Dubidar, non sentirme evax fina y segura. Como imaxinas a un chico dez? Case tan perdido coma min, pero sen tetas. Es feliz? Nin se me pasa pola cabeza ser un parrulo no estanque. CARLOS NEGRO, Penúltimas tendencias 3ºA 6ª hora­3ª


GAME OVER Si. Esa foi a túa curva derradeira. Tranquilo.Non te asustes. Xa non tes nada que temer. Non fagas por moverte. Non podes. punto final. Game over. Mira. Aquel é o teu corpo deitado na cuneta. A escena tivo sangue. Tivo berros. Tivo néboa. Tamén dor. Mírate un chisco máis tarde. Ambulancia. Urxencias. Asfixia. Unha mesa de quirófano. Un anaco inerte de carne. Non, xa non che é posible falar. Non tes boca. Nin aire nos pulmons. Nete lugar o osíxeno é un luxo innecesario. Neste lugar xa non precisas nada en absoluto. nin moito menos a ninguén. Mira. teu pai a petar co puño nos azulexos brancos. Inútil. Túa nai cos ollos desenfocados pola sombra. inútil. Acouga. Non es quen de impedir. Non podes regresar.


Só acompañarme amablemente. Pousarme na man o importe do billete. Sumarte aos pasaxeiros en tránsito. No punto d destino non vai haber ansias. Non vai haber cerimonias de culpa. Si, sombra. Si, silencio. Si, calma. Como nunha discoteca onde bailan as estatuas. Mira un momento o que deixas atrás. Aquilo que nunca volve ao seu sitio. Aquilo que se esvae e non deixa rastro. Imaxes que podrecen como mazás con bicho. Imaxes esmagadas como mosquitos contra o parabrisas. Xa non. Xa non bicos con lingua. Nin mensaxes no móbil. Nin partidos de fubito. Nin cubatas cos colegas. Nin derrapaxes pola grava. Nin xogos na consola. nin tecno nos oidos. Nin noites de sábado. Nin outra madrugada. Só unha néboa mesta e etrna. esa curva trazada da memoria. A milésima fracción dun instante de euforia. Sange. Chatarra. Cristais. Ven. Senta.


É tempo de partir. Hora en punto. Tempo de sombra. Imos xa. CARLOS NEGRO, Makinaria 3ºA 6ª hora­4ª


Escribín o teu nome sobre a primeira liña coa miña caligrafía imperfecta. Gustoume facerme dona de ti ­como a man que aperta o pan­ trazarte do meu xeito. Eu, que fora prisioneira tantas veces, que tantas veces ensaiara as vogais do teu nome sobre as pautas da escola, no papel observei as grafías que te designa, que xa non recoñezo fóra da vertixe. nome propio BERTA DÁVILA, Raíz de fenda 3ºA 6ª hora­6ª


Tódolos bebés son tu e ningún coma ti. Tódolos nenos son tu e ningún coma ti. Tódolos adolescentes son tu e ningún coma ti. Tódolos mozos son tu en ningún coma ti. Tódolos anciáns son tu e ningún coma ti. Tódalas nais son eu e todas, como min, saben que es único. XELA ARIAS de Darío a diario, 1996 3ºA 6ª hora­7ª


A unidade componse. Da desorde. Desordénome, amor, e dou co punto único do centro dos abrazos. Abrazo a desorde das ideas e sei que a unidade se compón. A unidade componse. Da desorde. XELA ARIAS . Intempériome

3ºA 6ª hora­8ª


2º BACHARELATO B Historia de un cronopio Un cronopio pequeñito buscaba la llave de la puerta de calle en la mesa de luz, la mesa de luz en el dormitorio, el dormitorio en la casa, la casa en la calle. Aquí se detenía el cronopio, pues para salir a la calle precisaba la llave de la puerta.

Julio Cortázar

2ºBACH B 6ª hora­1ª


Aplastamiento de las gotas Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol. Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós. Julio Cortázar

2ºBACH B 6ª hora­2ª


La foto salió movida Un cronopio va a abrir la puerta de calle, y al meter la mano en el bolsillo para sacar la llave lo que saca es una caja de fósforos, entonces este cronopio se aflige mucho y empieza a pensar que si en vez de la llave encuentra los fósforos, sería horrible que el mundo se hubiera desplazado de golpe, y a lo mejor si los fósforos están donde la llave, puede suceder que encuentre la billetera llena de fósforos, y la azucarera llena de dinero, y el piano lleno de azúcar, y la guía del teléfono llena de música, y el ropero lleno de abonados, y la cama llena de trajes, y los floreros llenos de sábanas, y los tranvías llenos de rosas, y los campos llenos de tranvías. Así es que este cronopio se aflige horriblemente y corre a mirarse al espejo, pero como el espejo esta algo ladeado lo que ve es el paragüero del zaguán, y sus presunciones se confirman y estalla en sollozos, cae de rodillas y junta sus manecitas no sabe para que. Los famas vecinos acuden a consolarlo, y también las esperanzas, pero pasan horas antes de que el cronopio salga de su desesperación y acepte una taza de té, que mira y examina mucho antes de beber, no vaya a pasar que en vez de una taza de té sea un hormiguero o un libro de Samuel Smiles. Julio Cortázar

2ºBACH B 6ª hora­3ª


El Diario a Diario Un señor toma un tranvía después de comprar el diario y ponérselo bajo el brazo. Media hora más tarde desciende con el mismo diario bajo el mismo brazo. Pero ya no es el mismo diario, ahora es un montón de hojas impresas que el señor abandona en un banco de la plaza. Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que un muchacho lo ve, lo lee, y lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Apenas queda solo en el banco, el montón de hojas impresas se convierte otra vez en un diario, hasta que una anciana lo encuentra, lo lee, y lo deja convertido en un montón de hojas impresas. Luego lo lleva a su casa y en el camino lo usa para empaquetar medio kilo de acelga, que es para lo que sirven los diarios después de estas excitantes metamorfosis. Julio Cortázar

2ºBACH B 6ª hora­4ª


Las líneas de la mano De una carta tirada sobre la mesa sale una línea que corre por la plancha de pino y baja por una pata. Basta mirar bien para descubrir que la línea continúa por el piso de parqué, remonta el muro, entra en una lámina que reproduce un cuadro de Boucher, dibuja la espalda de una mujer reclinada en un diván y por fin escapa de la habitación por el techo y desciende en la cadena del pararrayos hasta la calle. Ahí es difícil seguirla a causa del tránsito, pero con atención se la verá subir por la rueda del autobús estacionado en la esquina y que lleva al puerto. Allí baja por la media de nilón cristal de la pasajera más rubia, entra en el territorio hostil de las aduanas, rampa y repta y zigzaguea hasta el muelle mayor y allí (pero es difícil verla, sólo las ratas la siguen para trepar a bordo) sube al barco de turbinas sonoras, corre por las planchas de la cubierta de primera clase, salva con dificultad la escotilla mayor y en una cabina, donde un hombre triste bebe coñac y escucha la sirena de partida, remonta por la costura del pantalón, por el chaleco de punto, se desliza hacia el codo y con un último esfuerzo se guarece en la palma de la mano derecha, que en ese instante empieza a cerrarse sobre la culata de una pistola. Julio Cortázar

2ºBACH B 6ª hora­5ª


Ancho en París Al que extraño es al viejo león del zoo, siempre tomábamos café en el Bois de Boulogne, me contaba sus aventuras en Rhodesía del Sur pero mentía, era evidente que nunca se había movido del Sahara. De todos modos me encantaba su elegancia, su manera de encogerse de hombros ante las pequeñeces de la vida, miraba a los franceses por la ventana del café y decía "los idiotas hacen hijos". Los dos o tres cazadores ingleses que se había comido le provocaban malos recuerdos y aun melancolía, “las cosas que hace uno para vivir" reflexionaba mirándose la melena en el espejo del café. Sí, lo extraño mucho, nunca pagaba la consumición, pero indicaba la propina a dejar y los mozos lo saludaban con especial deferencia. Nos despedíamos a la orilla del crepúsculo, él regresaba a son bureau, como decía, no sin antes advertirme con una pata en mi hombro "ten cuidado, hijo mío, con el París nocturno". Lo extraño mucho verdaderamente, sus ojos se llenaban a veces de desierto pero sabía callar como un hermano cuando emocionado, emocionado, yo le hablaba de Carlitos Gardel. Juan Gelman

2ºBACH B 6ª hora­6ª


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.