

SAVVY MAGAZINE
Editorial
Amenudo he pensado que debería haber

nacido en otra época.
Siempre me ha atraído el pasado, sus historias, su estética, la simplicidad de una vida sin tantas cosas, sin tantas prisas.
Por supuesto, soy consciente de que el tiempo ha traído muchos cambios positivos. Avances médicos y tecnológicos que hacen nuestra vida más fácil, y también avances sociales, una mayor igualdad y respeto por la diversidad.
Pero ciertos avances hay que saber gestionarlos, sin perder de vista lo importante.
En una sociedad que avanza a tanta velocidad, echar una mirada atrás parece proporcionarnos una conexión con lo conocido y lo genuino.
De hecho, hoy más que nunca, lo retro y lo vintage ocupan un lugar importante. La moda vintage, los discos de vinilo, las cámaras analógicas, los muebles de estilo clásico, han regresado con fuerza. Y no es por casualidad. Esa vuelta al pasado es también una búsqueda de emociones y experiencias que nos devuelvan esa sensación de pertenencia.
En este número de Savvy celebramos lo retro, no solo como tendencia estética, sino como una forma de honrar las historias que han construido nuestro presente. Te invitamos a redescubrir lo clásico, y a preguntarte qué es lo que te hace sentir nostalgia, y por qué. A veces lo que anhelamos no es el pasado, sino lo que representaba, la autenticidad y la magia de lo simple. Como novedad este mes, introducimos nuestro “Savvy Radar”, con últimas tendencias en distintos ámbitos. Porque el pasado es importante, pero el presente lo es más.

En clave de estilo

En la moda, existe una tendencia a buscar
inspiración en el pasado, lo que en cierta forma nos proporciona seguridad. La moda sigue ciclos, por la propia naturaleza repetitiva de las influencias estéticas y culturales.
La música y el cine juegan un papel importante a la hora de traer de vuelta el pasado, y las generaciones actuales redescubren estilos a través de remakes de películas o series.
Los diseñadores reinterpretan y modernizan viejas tendencias, mezclándolas con elementos contemporáneos, y aprovechan ciertas modas especialmente impactantes, que siguen captando nuestra atención, como el estilo boho de los 70, los colores y las siluetas llamativas de los 80, o el grunge de los 90.
Esto resulta en una moda innovadora, pero a la vez accesible y sostenible, que nos permite dar una nueva
vida a prendas antiguas, incluso de nuestras madres y abuelas, si es que tenemos la suerte de conservarlas. En esta sección hacemos un viaje en el tiempo para recordar las principales tendencias en moda desde los años 50 a nuestros días, a través de fotogramas de películas icónicas de cada época. Después, te proponemos ideas para recrear, con prendas actuales, esos looks retro que tanto nos gustan.
50s
Durante esta década predominan las siluetas de reloj de arena, con vestidos ajustados a la cintura y faldas amplias. También los colores pastel, los estampados florales y el uso de accesorios, como perlas, sombreros o gafas de pasta de colores. La influencia de Dior, con su “New Look”, fue clave, Tras una época marcada por la escasez económica provocada por las dos guerras mundiales, esta corriente devolvió a las mujeres el gusto por el glamour, el lujo y la feminidad

“La Vallée des poupées”

“La ventana indiscreta”
Sus elementos distintivos son las minifaldas, los vestidos trapezoidales, las botas altas y los colores vibrantes
Se imponen el estilo “mod” (surgido en Inglaterra y caracterizado por la elegancia, como declaración de rebelión contra la austeridad de la generación anterior) y el look futurista de André Courrèges, que popularizó los pantalones pirata, los tejidos técnicos, el charol o el neopreno
70s
En estos años destaca el estilo boho y hippie, con faldas largas, chalecos de flecos, y blusas de gasa.
También el disco, con pantalones de campana y telas brillantes, al más puro estilo “Fiebre del sábado noche” Y Diane Keaton populariza en “Annie Hall” el estilo masculino, que se volverá a ver en décadas posteriores.

“Annie Hall”

“Buscando a Susan desesperadamente”
80s
Es muy representativo de esta década el “ power dressing” (moda de poder), con grandes hombreras, telas brillantes, colores neón y estilo aerobic, con leggings y calentadores.
Aparece también la moda punk, con cuero, tachuelas y un look rebelde, muy bien representado por Madonna.
Durante estos años las tendencias fueron muy variadas, desde el “grunge” (vaqueros rotos, camisas de franela y botas militares), hasta la moda pop popularizada por las “girl bands” (minifaldas, crop tops y accesorios como chokers y gafas de sol mini, en colores neón), pasando por el estilo “preppy” universitario (faldas de cuadros, cárdigans y mocasines), o un estilo más sensual, con vestidos lenceros.


2000s
El estilo Y2K (año 2000) se caracteriza por los pantalones de tiro bajo, tops cortos y colores metálicos.
Se mantiene el estilo glamour pop, con ropa ajustada de colores brillantes, como la que visten las celebridades de la época.
2010-20s
La moda de los últimos años está marcada por la sostenibilidad, con un mayor peso de los materiales reciclados y la ropa de segunda mano. Sigue estando muy presente la nostalgia por décadas pasadas, como el boho de los 70, y ganan protagonismo las prendas unisex y la ropa deportiva y oversize, primando la comodidad.
“Clueless”
“Bar Coyote”
NUESTRA SELECCIÓN
AÑOS 50


Gafas de sol cat eye (Parfois, 10,99€))

Pañuelo estampado (Mango, 9,99€/2 uds)

Vestido Catalina (Carmen Modas, 44,95€)
Zapatos Mary Jane burdeos (Milanoo, 51,59€)
AÑOS 60


AÑOS 70



Minifalda estampada (Mango, 25,99€)
Botas altas tacón (Stradivarius, 49,99€)
Camisa estampada lazo (Mango, 35,99€)
Blusa volantes (Zara, 29,95€)
Vaqueros de campana (Pull&Bear, 25,99€)
AÑOS 80



(Mango, 22,99€)
AÑOS 90



Bailarinas tachuelas (Parfois, 35,99€)
Vaqueros mum rotos (Pull&Bear, 25,99€)
Camiseta hombros descubiertos (Mango, 17,99€)
Camisa franela cuadros (Inside, 17,99€)
Botín Chelsea Biker (Pull&Bear, 39,99€)
AÑOS 2000


Top halter lentejuelas (Zara, 22,95€)
Sandalias plataforma (Bershka, 29,99€)
AÑOS 2010/20



Vaqueros tiro bajo (Bershka, 29,99€)
Deportivas serraje (Parfois, 49,99€)
Sudadera capucha (Parfois, 35,99€)

Pantalón punto (Parfois, 32,99€)

Próximo destino
En este número de homenaje al pasado,

no podíamos proponer un destino de viaje mejor que San Sebastián, ciudad señorial donde las haya, y destino vacacional de la reina Isabel II, lo que atrajo a la aristocracia y la alta sociedad española del siglo XIX. Durante finales de este siglo y principios del XX, la ciudad vivió una etapa de esplendor conocida como la “Belle Époque”.
San Sebastián no sufrió tantos daños en la Guerra Civil como otras ciudades españolas, y durante el franquismo fue también una de las sedes oficiales de veraneo del régimen. Desde 1953, la ciudad alberga el Festival Internacional de Cine, uno de los más prestigiosos del mundo. A lo largo de los años ha acogido a grandes figuras del cine internacional, que por unos días pasean por la ciudad como cualquier otro turista.
En 2016, San Sebastián fue nombrada Capital Europea de la Cultura, como reconocimiento a su vibrante vida cultural y a su historia como lugar de encuentro entre diferentes culturas.
DOS DÍAS EN... SAN SEBASTIÁN
Precio: a partir de 250€/persona (vuelo + hotel)
Vuelos: desde Madrid, Barcelona, Valencia, Málaga, Sevilla y Gran Canaria
Alojamiento: María Cristina (5*), Londres (4*), Sercotel Europa (3*), Pensión La Perla (2*), Pensión Amaiur (1*)
DÍA 1

Una buena forma de empezar el día es con
un desayuno en el Café de la Concha, con vistas a la playa del mismo nombre.
Después, un paseo por el Casco Antiguo, con sus calles empedradas, para descubrir lugares como la Plaza de la Constitución (que solía ser una plaza de toros), la Iglesia de San Vicente (la más antigua de la ciudad, de estilo gótico) o la Basílica de Santa María del Coro (de estilo barroco).
A continuación, puede resultar muy agradable una subida al Monte Urgull, clave
en la historia militar de la ciudad, con el Castillo de la Mota, el Museo de la Historia de San Sebastián, y en la cima, la estatua del Sagrado Corazón, desde donde tendrás una vista impresionante de la ciudad y la bahía Bajando de nuevo al casco antiguo, encontrarás múltiples bares en los que poder disfrutar de unos pintxos, como Gandarias o La Cepa (tristemente conocida por haber sido el escenario del fatal atentado contra Gregorio Ordóñez en 1995, y
que tiene el premio al mejor bocadillo caliente de jamón ibérico y queso).
Dedica la tarde a pasear por el Paseo de la Concha, bordeando la bahía hasta llegar al Palacio de Miramar, antigua residencia de la reina María Cristina
Si tienes ocasión, puedes reservar para cenar en Arzak (con tres estrellas Michelín), o si prefieres algo más informal, pero también excepcional, en Narru, que ofrece una cocina contemporánea vasca en un ambiente moderno.
DOS DÍAS EN... SAN SEBASTIÁN
DÍA 2
Comienza el segundo
día con un desayuno
clásico en Bideluze, y dedica la mañana a pasear por el Monte Igueldo, donde puedes subir en el antiguo funicular (de 1912) para visitar el parque de atracciones clásico, o simplemente caminar y disfrutar de las vistas.
Al bajar del Monte Igueldo, aprovecha para visitar la famosa escultura El Peine de los Vientos, de Eduardo Chillida, donde las esculturas de acero se integran con las rocas y el mar.
De vuelta en el centro, disfruta de un almuerzo en

algún restaurante que llame tu atención, porque en San Sebastián, se come muy bien en cualquier lugar Una muy buena opción es La Espiga, cerca de la playa de la Concha, donde podrás probar unas anchoas o un revuelto de bacalao con cebolla caramelizada, almendra y pasas, deliciosos. Si te gusta el dulce, tienes que probar la famosa tarta de queso, típica de la ciudad, muy cremosa. Por la tarde dirígete al Kursaal, al otro lado del Puente de Zurriola, auditorio centro de congresos diseñado por Rafael Moneo
Después, pasea por el barrio de Gros, más moderno y bohemio, con tiendas, galerías de arte y bares de pintxos.
Para la cena, te recomendamos la Bodega Donostiarra, donde preparan una ensaladilla rusa muy buena, y un pintxo que llaman “Indurain”, con guindilla, bonito, anchoa, cebolla y aceituna rellena.
¡Agur, Donostia!

Eco & Deco
El estilo retro está también de moda en decoración, evocando nostalgia y calidez, tanto en muebles, como en accesorios decorativos, textiles, e incluso pequeños
electrodomésticos, u otros objetos funcionales

Una buena alternativa es mezclar piezas vintage, que quizá conservas de generaciones anteriores (y que incluso puedes restaurar tú misma, si eres habilidosa), con elementos modernos.
Aquí encontrarás algunas ideas para poder hacerlo con estilo, y a precios razonables
MEZCLA DE ESTILOS EN MOBILIARIO
Puedes mezclar un sofá moderno y cómodo, preferiblemente en un tono neutro, con una silla vintage (real o de imitación, más económica) de un color llamativo, por ejemplo, tapizada en terciopelo.
Sofá borreguito Marta (Sklum, 499,95€)

Mesa entro vintage nogal (Maisons du Monde, 129,99€)

Butaca vintage Hermann (Maisons du Monde, 339€)
Otra alternativa es usar una mesa de centro de madera antigua o metal envejecido para añadir un toque vintage a la estancia
PAREDES E ILUMINACIÓN CON TOQUES RETRO
Una buena manera de incorporar elementos vintage en la decoración es vistiendo alguna pared con láminas o posters vintage, o incluso, con un espejo antiguo con un marco ornamentado o desgastado, que añadirá profundidad y elegancia a la estancia con un bajo presupuesto.

Posters vintage 30x40 (Desenio, 19,95€)

También puedes jugar con la iluminación, combinando una lámpara de pie moderna, minimalista o de estilo industrial, con una lámpara de mesa retro, con base de cerámica o metal envejecido, de un color más llamativo

Lámpara de pie Louise (Sklum, 49,95€)

Lámpara de mesa Morel (Themasie, 18,95€)
TEXTILES Y OTROS ELEMENTOS
DECORATIVOS
Puedes recurrir a alfombras vintage o de inspiración retro, con patrones geométricos o florales (combinadas con muebles en torno neutros, de líneas simples), y a cojines y mantas con estampados antiguos y texturas cálidas


Tocadiscos vintage (Create, 54,95€)
Pack cojines Bite (Kenay, 32,90€)

Alfombra Ida (Benuta, 79,95€)
Introducir pequeños objetos decorativos, como jarrones de cerámica retro, libros viejos, tocadiscos o radios vintage, es una buena solución para darle un toque retro a tu hogar, a un módico precio.
Usar un baúl vintage como mesa auxiliar puede ser también una buena idea, práctica y estética.
Y una caja de madera antigua puede utilizarse para almacenar revistas, o como soporte para plantas.

Historias de la piel
Una mirada al pasado también en el ámbito del cuidado de la piel, nos descubrirá numerosos remedios para tratar ciertas dolencias utilizando ingredientes naturales, que
en ocasiones han demostrado ser incluso más efectivos (y respetuosos para la piel) que otros componentes más modernos.
Si eres de las que prefieren lo natural, o tienes una piel especialmente sensible, seguramente te sonarán los siguientes remedios naturales para tratar las afecciones cutáneas que más nos preocupan. ¡Pero échales un vistazo, porque puede que alguno te sorprenda!
ACNÉ
El aceite de árbol de té, conocido por sus propiedades antimicrobianas y antiinflamatorias, se ha utilizado durante siglos para tratar determinadas infecciones cutáneas, incluido el acné. Se pueden aplicar pequeñas cantidades, diluidas en agua, directamente sobre la piel.
Y la arcilla verde, utilizada a modo de mascarilla, absorbe el exceso de grasa y limpia los poros, ayudando también a reducir el acné.

Aceite coco Arganour (Primor, 4,7€)

Aceite árbol de té Arganour (Primor, 4€)
ECZEMA Y DERMATITIS
Se dice que los antiguos griegos ya utilizaban la avena para calmar la irritación de la piel. La avena coloidal, que se obtiene tras moler los granos de avena hasta conseguir un polvo fino, es la más apropiada para estos fines.
Por otra parte, ciertas culturas del sudeste asiático recurrían al aceite de coco, rico en ácidos grasos, como hidratante natural con propiedades antimicrobianas

de argán virgen Qerlan (Jabonarium, 3,90€)
CIMIENTO
as principales preocupaciones, en lo que piel se refiere, es la aparición de arrugas.
ereberes llevan siglos utilizando el aceite en vitamina E y ácidos grasos, que ayudan iel y reducir la aparición de arrugas. No en cuenta que si tienes tendencia acneica, e producto no sea el más adecuado para ti.
s de clara de huevo también pueden tensar la piel, ya que las claras contienen promueven la elasticidad. En el Antiguo acían, y de hecho, es posible que Cleopatra de esas mascarillas mientras se bañaba rra...
CICATRICES
Es de todos conocido que el aceite de rosa mosqueta tiene propiedades regenerativas, y puede ayudar a mejorar el aspecto de las cicatrices, gracias a sus ácidos grasos esenciales y vitamina C. Se dice que los pueblos indígenas de Chile lo utilizaban ya hace siglos.
La caléndula también puede utilizarse con esos mismos fines, ya que ayuda a cicatrizar, desinflamar, y también a dar elasticidad a la piel.

Aceite de caléndula Qerlan (Jabonarium, 3,99€)
Aceite
MANCHAS
A muchas nos preocupan esas molestas manchas que salen en la piel, a causa de la exposición solar, factores genéticos, la edad, o desajustes hormonales (por ejemplo, durante el embarazo).
La raíz de regaliz se usa en la medicina tradicional china para inhibir la producción de melanina, ayudando a reducir manchas y uniformar el tono de la piel.
El zumo de limón también ha sido utilizado durante siglos como aclarador natural de la piel por su alto contenido en vitamina C y propiedades exfoliantes, aunque debe usarse con precaución porque puede aumentar la sensibilidad al sol, provocando un efecto contrario al deseado

Aceite esencial de extracto de raíz de regaliz (Amazon, 10,59€)

Gel aloe vera Bio Glow (Primor, 2,98€)
QUEMADURAS LEVES
El gel de aloe vera ha sido utilizado durante miles de años, por sus propiedades calmantes y cicatrizantes. De hecho, los egipcios llamaban al aloe “la planta de la inmortalidad”.
La miel, además de estar riquísima, también es un potente antimicrobiano y calmante que griegos y romanos usaban para tratar quemaduras y heridas. Aplicar una fina capa sobre el área afectada puede prevenir infecciones y acelerar la cicatrización

Rituales wellness
La salud mental y su evolución
Hoy en día, nadie duda de la importancia de la salud mental. Existe una mayor concienciación y sensibilización social, y la felicidad y autorrealización son ahora valores prioritarios. Pero desgraciadamente, no siempre ha sido así.
En este viaje al pasado que estamos haciendo, puede ser interesante analizar, en esta sección sobre bienestar, la evolución que ha experimentado la percepción sobre la salud mental, a lo largo del último siglo
1900-1950
A principios del siglo XX, la salud mental se asociaba principalmente con trastornos graves como la esquizofrenia o la psicosis, y se consideraba un problema espiritual, más que médico. Las personas con trastornos mentales eran frecuentemente estigmatizadas y apartadas de la sociedad.
El tratamiento habitual era su internamiento en psiquiátricos, donde las condiciones eran deficientes y se aplicaban prácticas inhumanas como la lobotomía y el aislamiento total.

“De repente, el último verano”
¿Has visto la película “De repente, el último verano”, protagonizada por Elizabeth Taylor y Montgomery Clift? El guión lo escribió Tenessee Williams (autor de “Un tranvía llamado deseo”), inspirándose en la historia de su hermana Rose, que fue lobotomizada en los años 40 para tratar de sanar su esquizofrenia, intervención que la dejó incapacitada de por vida.
1950-1980
Con el desarrollo de la psicología y la psiquiatría como campos más formales, se comenzó a ver la salud mental como un problema médico Freud (tan influyente como polémico), con su teoría del psicoanálisis, tuvo un papel muy relevante
Aparecen los primeros fármacos psicotrópicos, y el enfoque psicoanalítico y las terapias habladas ganaron popularidad, aunque seguía existiendo un fuerte estigma hacia los problemas de salud mental.
¿Sabías que Hemingway sufrió también severos problemas de salud mental? El autor intentó tratarse, y se sometió a terapia electroconvulsiva, que solo le provocó alteraciones de memoria. Finalmente se quitó la vida, en 1961.
También el célebre modisto Yves Saint Laurent sufrió diversos trastornos psiquiátricos, y estuvo incluso ingresado en una clínica, tras sufrir un fuerte ataque al ser reclutado por el Ejército francés durante la guerra argelina.
1980-2000
Con el auge de la psiquiatría biológica y la neurociencia, la salud mental empezó a entenderse más como una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales.
Se desarrollan más terapias cognitivo-conductuales (TCC), para tratar trastornos como la depresión o la ansiedad, y surgen movimientos para integrar a las personas con este tipo de trastornos en la comunidad, en lugar de mantenerlas aisladas.
¿Has oído hablar de la teoría de los perros de Pavlov? Pavlov fue el precursor de las TCC, ya a finales del siglo XIX, ideando unos sencillos experimentos con perros: al darse cuenta de que al ponerle comida a un perro, este salivaba, empezó a hacer sonar una campana cada vez que le servía comida, de modo que, nada más escuchar la campana, sin llegar a ver la comida, el perro comenzaba a salivar. Parece algo básico, pero en su momento fue toda una revelación.
DESDE 2000
Hoy en día, la salud mental se percibe de manera integral, y se aboga por la normalización y aceptación de los trastornos mentales.
En su tratamiento se combinan medicamentos, psicoterapias, y cada vez más, estrategias basadas en hábitos saludables (ejercicio, alimentación, mindfulness, etc). Hay un creciente énfasis en la prevención y educación sobre este tema, aunque es cierto que aún persisten barreras de acceso y estigma en algunas sociedades.
EN EL FUTURO...
No es ciencia ficción. Ya se está recurriendo a herramientas como el análisis genético para ayudar a identificar predisposiciones y determinar la respuesta a ciertos medicamentos, o el análisis de biomarcadores para diagnosticar rápidamente la depresión o la ansiedad.
También están empezando a utilizarse terapias de estimulación cerebral no invasiva para tratar la depresión y otros trastornos, como los TOC o el dolor crónico
Y la inteligencia artificial se está desarrollando para predecir la aparición de trastornos mentales, analizando patrones de lenguaje para identificar episodios depresivos o maníacos, o monitorizando el riesgo de suicidio a partir del comportamiento en redes sociales.
Avances muy interesantes, que contribuirán a la prevención y a un tratamiento más personalizado de las enfermedades mentales, lo que mejorará nuestra calidad de vida

Camino a la cultura

En el “camino a la cultura”, la mirada al pasado,
columna vertebral de este número de Savvy, es fundamental.
En primer lugar, nos ayuda a comprender nuestra identidad, pero también nos conecta con nuestras raíces, y nos proporciona un marco de referencia para interpretar el presente, y tratar de evitar cometer los mismos errores del pasado. Muchos de los conflictos y logros actuales tienen su origen en él, y conocerlo nos
da el contexto necesario para entender las dinámicas políticas, sociales y culturales del presente.
Además, las fuentes artísticas de etapas anteriores nos inspiran, y fomentan la creatividad.
Revisitar obras de otras épocas nos ofrece una ventana a diferentes contextos históricos, valores, formas de vida y estilos
En esta sección, hemos preparado una selección de varios libros y películas, de
cada una de las últimas décadas, que nos han emocionado, aportado una nueva perspectiva, o simplemente, entretenido.
Muchas de estas referencias las conocerás, pero quizá descubras alguna nueva que te llame la atención, y que logre inspirarte, emocionarte y entretenerte a ti también.
AÑOS 50
Para leer: “Los gozos y las sombras” (Torrente Ballester), “La Colmena” (C.J. Cela), “Hijos de nuestro barrio” (Naguib Mahfuz)
Para ver: “Anatomía de un asesinato” (Otto Preminger), “Vértigo” (Hitchcock), “Sabrina” (Billy Wilder)

AÑOS 70

AÑOS 60
Para leer: “Cien años de soledad” (García Márquez); “Matar a un ruiseñor” (Harper Lee), “Edad prohibida” (Torcuato Luca de Tena)
Para ver: “El apartamento” (Billy Wilder), “El graduado” (Mike Nichols), “La calumnia” (William Wyler)
Para leer: “Los renglones torcidos de Dios” (Torcuato Luca de Tena); “La tía Julia y el escribidor” (Vargas Llosa); “84 Charing Cross Road” (Helene Hanff)
Para ver: “Chinatown” (Polanski), “La huella” (Mankiewicz), “Grease” (Kleiser)

AÑOS 80
Para leer: “La sonrisa etrusca” (J.L. Sampedro); “De parte de la princesa muerta” (Kenizé Mourad), “En lugar seguro” (Wallace Stegner)
Para ver: “Cinema Paradiso” (Tornatore), “La princesa prometida” (Reiner), “Fanny y Alexander” (Ingmar Bergman)

AÑOS 2000

AÑOS 90
Para leer: “La casa de los espíritus” (Isabel Allende); “Ensayo sobre la ceguera” (José Saramago), “Caperucita en Manhattan” (Carmen Martín Gaite)
Para ver: “Forrest Gump” (Zemeckis), “Eduardo Manostijeras” (Tim Burton), “La cena de los idiotas” (Veber)
Para leer: “Once minutos” (Paulo Coelho), “La amiga estupenda” (Elena Ferrante), “Sobre la belleza” (Zadie Smith)
Para ver: “El hijo de la novia” (Campanella), “Los chicos del coro” (Barratier), “Good bye, Lenin!” (Becker)


Moda Belleza
La última tendencia en moda se llama “demure”. Significa “recatada”, y aboga por la elegancia, con cortes sofisticados, tejidos de calidad y colores neutros

¿Has oido hablar del “dark espresso”? Es lo último en color de cabello, e incluso labios y uñas, y combina tonos oscuros y castaños profundos con un toque cálido
SAVVY RADAR

Acaba de abrir en Chamberí el restaurante italo-argentino Dantte, del ex Bulli Dante Liporace, con una preciosa terraza.

El 11 de octubre se estrenó “Disclaimer” en AppleTV, una prometedora serie de Alfonso Cuarón con Cate Blanchett como protagonista.

Manos en acción

Durante mi infancia y juventud, tuve la suerte
de poder pasar mucho tiempo con mis dos abuelas (tristemente, mis abuelos fallecieron demasiado pronto). Hablaba mucho con ellas, y aunque surgían los inevitables “choques” generacionales, eso nos enriquecía. En una sociedad que valora la juventud, la belleza y la productividad, y con avances tecnológicos tan rápidos, nuestros mayores han quedado relegados
Existe un estigma cultural que asocia el envejecimiento con la decadencia y la enfermedad, lo que lleva a percibir a las personas mayores como “ una carga”, en lugar de como fuentes de sabiduría y experiencia. Nuestro ritmo de vida, tan acelerado, hace que tengamos menos tiempo para interactuar con los mayores, cuando en realidad tenemos mucho que aprender de ellos. Es necesario que nos replanteemos nuestra concepción de la vejez, y esto
pasa por fomentar el contacto con ellos. Por una escucha activa, que será positiva para ellos, haciéndoles sentir útiles, valorados, importantes, y también para nosotros, permitiéndonos absorber sus experiencias vitales.
A continuación encontrarás una buena alternativa de voluntariado con mayores. ¡Pruébalo! Porque, con algo de suerte, todos llegaremos a ahí, y seguro agradeceremos ese cariño y compañía
“ADOPTA UN ABUELO”

Con menos de 30 años, Alberto Cabanes dejó su trabajo en una de las grandes consultoras a nivel internacional para fundar “Adopta Un Abuelo”, una empresa social en la que han colaborado, desde 2016, más de 12 500 voluntarios, en 50 ciudades distintas, y que ha conseguido hasta el momento más de 2 millones de euros de financiación.
Fue Bernardo, un hombre de 90 años, sin estudios y sin descendencia, la persona que cambió su vida, y le hizo tomar la decisión de dedicarse a conectar generaciones, y aliviar la soledad de los mayores.
Alberto perdió sus ahorros, se endeudó, tuvo que dejar Madrid y volver a casa de sus padres. Pero nunca se ha arrepentido de su decisión, ya que comprendió que su verdadera vocación no era la de consultor, sino la de emprendedor social
Puedes colaborar con ellos de forma presencial, visitando a un abuelo en una residencia una vez por semana (siempre con el acompañamiento del equipo de Adopta Un Abuelo), o telefónica (por supuesto, garantizan la protección de los datos de contacto).
También puedes hacer una donación económica, con la que el equipo de Adopta Un Abuelo organizará actividades con ellos (muchas dirigidas a reducir la brecha digital), celebrar sus cumpleaños, ofrecerles asistencia psicológica, o ayudarles a cumplir sus sueños Y a finales de noviembre comenzará la campaña navideña “Una carta para un abuelo”, a través de la que podrás escribir unas letras a uno de los muchos mayores que viven en residencias, y no reciben visitas. Seguro que las recibirán con mucha ilusión.

Mujeres que transforman

María Isabel tiene una mirada limpia Y no lo
digo únicamente por el color de sus ojos, de un azul muy claro. Toda ella desprende serenidad, bondad, alegría. Tiene 83 años, pero su actividad diaria, incansable, es la de una mujer mucho más joven A pesar de que un herpes, que se le manifestó hace ya algunos años, en forma de calambres en un brazo, no le permite hacer todo lo que le gustaría.
Por ejemplo, ir a la piscina a nadar varias veces a la
semana, como hacía hasta hace muy poco.
Sí puede conducir, y sigue haciéndolo, porque le gusta y le da libertad Y es evidente que tiene buenos reflejos.
María Isabel es enfermera por vocación, y también maestra.
Ha vivido en ciudades grandes, y también en zonas rurales muy deprimidas
Ha sido requerida, en diversas ocasiones, para resolver problemas y suavizar conflictos, por su carácter dulce, abierto y conciliador.
No dudó en acudir a ayudar, como enfermera, en un conflicto bélico a miles de kilómetros de distancia, pero ante el que sentía que no podía quedarse de brazos cruzados.
Y, en definitiva, ha estado, y sigue estando, siempre al servicio de los demás, y especialmente de los más necesitados, como miembro de la Congregación de Religiosas de la Asunción.
Maria Isabel (izquierda), con una de sus hermanas
Yo: Háblame un poco sobre tu infancia y primera juventud, María Isabel. Haberla vivido en los años 40, recién terminada la Guerra Civil, y durante la Segunda Guerra Mundial, no tuvo que ser nada fácil.
MI: Efectivamente, yo nací en junio de 1941, en Madrid, aunque no recuerdo esos conflictos, yo era muy pequeña, y vivía tranquila y protegida en el seno de una familia muy unida, que afortunadamente nunca pasó apuros económicos.
Mi padre se dedicaba a la política, aunque nunca supimos exactamente lo que hacía, porque no nos hablaba de ello Solo sé que antes de nacer yo, estuvo un tiempo en la cárcel.
Mi madre nos cuidaba a mis cinco hermanos y a mí, aunque la pobre siempre estuvo enferma. Murió de una afección cardíaca cuando yo tenía tan solo once años. Mis abuelos maternos, que vivían muy cerca, se volcaron con nosotros, y ayudaron mucho a mi padre en aquellos años.
MI: Lo que más me gustaba era el deporte, sobre todo el baloncesto. Jugaba en el equipo femenino de mi colegio, el de la Asunción Estábamos federadas, e incluso ganamos varias competiciones a nivel europeo.
Me pasaba las tardes jugando al baloncesto, me encantaba. Sin embargo, estudiar no me gustaba nada, me aburría. Tenía muchas amigas que sí eran muy estudiosas, pero no era mi caso, yo iba aprobando con dificultad. Tuve una infancia y adolescencia muy felices. Antes era todo mucho más tranquilo que ahora, nos complicábamos menos. Nuestra vida eran el colegio, el deporte y las amigas. Mi grupo de amigas siempre ha estado muy unido, y de hecho nos seguimos viendo, una vez al mes o cada dos, para comer y ponernos al día.
Yo: Eso es una maravilla. ¿Y ya entonces pensabais en vuestro futuro? ¿Cómo imaginabas que sería tu vida?
Sabíamos que eso es lo que nos haría felices, y así ha sido. De hecho, de mi grupo de amigas más cercanas, cinco nos hicimos religiosas, tres de nosotras, de la Asunción.
Yo: ¿Cómo se lo tomó tu familia? ¿Les sorprendió tu decisión, a una edad tan temprana?
MI: La verdad es que no, de alguna manera se lo esperaban, y me apoyaron desde el principio. Lo único que me advirtieron fue que tendría que aprender a comer de todo, yo siempre había sido muy especial para la comida, había muchas cosas que no me gustaban ¡Y efectivamente, no me quedó más remedio que acostumbrarme!
Yo: ¿Alguna vez has sentido dudas, o nostalgia de otro tipo de vida? ¿Hay alguna experiencia que te gustaría haber vivido, y no has tenido la oportunidad?
Yo: ¿Qué era lo que más te gustaba hacer de niña? ¿Cómo eras?
MI: Pues sí, hablábamos de lo que era importante para nosotras, que ya en esos años teníamos muy claro que era la ayuda a los demás.
MI: Me considero una mujer privilegiada. Nunca he dudado del camino que he elegido
A veces no he estado de acuerdo con la forma de plantear ciertas cosas en mi Congregación, eso sí. Pero siempre he expresado mis opiniones e ideas, desde el respeto, y he sabido aceptar el resultado, aunque no lo compartiera.
Yo: Esa es una muy buena filosofía de vida Tener la fortaleza y la coherencia para manifestar tus opiniones, siempre intentando “construir”, pero no desgastarse en batallas inútiles por cosas sin demasiada importancia, aunque no estemos muy de acuerdo. De esta forma vives más en paz. Y cuéntame, de las diferentes etapas de tu vida, ¿de cuál guardas un recuerdo especial?
MI: Todos los destinos fueron especiales, y fui feliz en cada uno de ellos, desempeñando funciones principalmente de enfermera, pero también de “formadora”, tanto con niños como con sus padres, dándoles consejos para el cuidado y educación de sus hijos.
Comencé en Sarria, y a los pocos años pedí el traslado a las Hurdes, que era una de las zonas más deprimidas de España, en los años 60. Yo acababa de sacarme la oposición como enfermera, y recuerdo que se sorprendieron mucho de que hubiera elegido ese destino, cuando por mis calificaciones podría haberme ido a otro sitio. Pero eso era lo que yo quería hacer, y allí fui muy feliz, durante cinco años. Nos costó ganarnos la confianza de los lugareños. Estaban escarmentados, tras haber sido puestos en el punto de mira en un documental que se había hecho sobre ellos unos años antes La realidad es que era un pueblo muy endogámico, se casaban entre familiares, y eso había traído como resultado muchas enfermedades mentales. Estaban muy poco formados, además de mal nutridos, porque su alimentación se limitaba a lo que se cosechara en cada momento, era muy poco variada [El documental al que hace referencia María Isabel es “Las Hurdes, tierra sin pan”, de Buñuel que, aunque
originalmente fue mudo, se sonorizó posteriormente, con una voz en off narrando en francés. De acuerdo con él, el principal ingreso para este pueblo era el subsidio del Gobierno que recibían por admitir a niños huérfanos En el documental se muestra a un pueblo aparentemente indiferente a su situación extrema, lo que contrasta con las exageradas descripciones del narrador sobre la miseria en la zona].
Yo: Tuvo que ser muy duro, pero a la vez, gratificante. ¿Dónde fuiste después de eso? ¿Te apetecía un cambio?
MI: No, yo me habría quedado más tiempo, pero hacía falta nuestra presencia en otro lugar, Murias de Paredes, un pueblo de León en el que fundamos una guardería y una enfermería, que solo se mantuvieron algunos años, por la climatología tan extrema de la zona. Luego me enviaron a Salamanca, a formar a las religiosas más jóvenes
Fue una época muy alegre y divertida. Hasta que me plantearon un proyecto que en un inicio no me apetecía nada y, de hecho, dudé mucho si aceptar.
Yo: ¿De qué se trataba? Después de lo que ya habías vivido, sobre todo en tu etapa en Las Hurdes, no se me ocurre qué se te podía hacer tan cuesta arriba.
MI: Pues me propusieron como administradora provincial, para llevar las cuentas de la Congregación. Para alguien como yo, que siempre había aborrecido las matemáticas, era un puesto muy poco atractivo. Pero la realidad es que no me eligieron a mí por mis habilidades con los números, sino por mis habilidades relacionales En ese momento había una situación complicada, y confiaban en mi mano izquierda para poder resolverla
Me tomé unos días para pensármelo, pero finalmente dije que sí. Y me quedé nada menos que diecisiete años en ese puesto, desde Salamanca, Almería y Madrid.
Yo: En el fondo era un reto para ti, una oportunidad para demostrar tus capacidades, allí donde otros habían fracasado
MI: Yo no lo vi como un reto, sino más bien, como algo que debía hacer por la comunidad, que en ese momento me necesitaba allí.
Yo: Esa es una señal de humildad, desde luego. ¿Y cuál dirías que ha sido tu experiencia vital más impactante? ¿La que más te ha marcado?
MI: Sin ninguna duda, el mes que pasé, en el verano de 1994, en Ruanda, durante el conflicto entre hutus y tutsis.
Yo: Recuerdo ese conflicto… ¿Estuviste allí? ¿Te envió tu Congregación?
MI: Fue más bien una decisión mía. Un día estaba viendo las noticias en la televisión, estaban hablando del conflicto, y de la necesidad de voluntarios en la zona, y me dije: “¿Y qué estoy haciendo yo aquí, viviendo tan tranquila, cuando allí están sufriendo
tanto?” Y allá me fui, durante mi mes de vacaciones.
Yo: Tuvo que ser una experiencia terrible. ¿Cómo era tu día a día?
MI: Me alojaba en una residencia de los carmelitas, allí nos recogía un jeep cada día a las seis de la mañana, y nos llevaba al “hospital”, que no era más que una zona en mitad del campo, cubierta en parte por una tela sujeta con estacas, en la que los enfermos de cólera estaban hacinados, directamente sobre el suelo, sin más tratamiento posible que algo de suero, para evitar que murieran deshidratados No podíamos hacer mucho más, con los medios que teníamos. Era muy frustrante ver cada día, durante nuestro trayecto en el jeep, los cuerpos de los fallecidos, envueltos en esteras, abandonados en los caminos.
Un par de semanas después hubo que evacuar uno de los colegios que la Asunción tenía en Ruanda, con más de cincuenta niñas internas, que tuvieron que huir por la montaña Nosotras las recibimos y nos ocupamos de ellas.
Lo único que podíamos cocinar era arroz, que hacíamos en grandes bidones, y sin sal Era un engrudo Bebíamos té en agua siempre hervida, por miedo a enfermar, puesto que la traían de un lago donde se lavaba la ropa, y se bañaban y jugaban los niños.
A los diez días nos avisaron de que había llegado algo de sal, y me enviaron a recogerla en un coche. Me fui yo sola, en plena guerra, y sorprendentemente, ni siquiera estaba asustada. Al volver con la sal, y con algunas medicinas, me pararon los militares, y me pidieron que saliera del coche, a punta de ametralladora. No sé de dónde saqué fuerzas, pero en un francés muy pobre, les dije que no iba a bajar, y les enseñé mis papeles. Les sentó muy mal, pero me dejaron seguir adelante, no querían arriesgarse a tener problemas con una cooperante extranjera. Cuando llegó el momento de volver a España, me pidieron que ayudase a salir del país a una de las Hermanas, que era de la etnia hutu y estaba amenazada, porque se había significado mucho durante el conflicto.
La pararon en la primera aduana, decían que no tenía las vacunas necesarias. Por suerte, yo llevaba algo de dinero, y tal y como me habían avisado, con eso se arregló todo.
Aun así, no la dejaron subir al avión, por lo que tuve que gestionar con unas religiosas que estaban establecidas allí que se quedara con ellas, hasta que pudieron arreglar su huida a Francia.
Yo: Es una experiencia impactante, tuvo que marcarte mucho. Fue un mes, pero equivale a varios años, imagino. Para terminar, me gustaría preguntarte por algún consejo vital, que pueda ayudarnos a tener cuanto menos una parte de esa paz que tú transmites El mundo actual es complicado, siempre lo ha sido, pero ahora quizá más. Se percibe en la gente mucha tristeza, falta de motivación, incluso ira. Parece que nunca estamos satisfechos, siempre queremos más.
Es cierto que, teniendo tantos hermanos, que a su vez han tenido tantos hijos, he tenido siempre mucho contacto con las nuevas generaciones, y sí noto diferencias importantes. Yo diría que es importante ser agradecido con lo que cada uno tenemos, valorarlo, y disfrutar de las pequeñas cosas del día a día ¡No descubro nada nuevo con esto!
También, ser coherente, luchar por lo que queremos, defender nuestras ideas, pero siempre desde el cariño, la educación y la humildad. Con mano izquierda y humildad se consigue mucho más. La paciencia también es una virtud importante, saber esperar, y buscar el momento apropiado para plantear las cosas. Lo mejor de la vida, lo más valioso, se hace esperar
Yo: Me ha encantado charlar contigo, María Isabel.
Muchas gracias por este rato, ojalá sigas teniendo salud para seguir haciendo tanto bien como haces
MI: No me atrevo a dar lecciones, solo puedo hablar de mi experiencia.
Entre líneas

¿Te gustaría poder leer cartas escritas por tus antepasados? ¿Crees que te reconocerías en ellas, que podrían ayudarte a conocerte mejor, e incluso, a valorar más lo que tienes?
Cartas para ellas
Era un día de mucho calor. Lo habitual en Cuba, aunque María no ha logrado acostumbrarse todavía.
A lo lejos se divisan ya las primeras casas de la colonia, construidas sobre pilotes, al estilo americano, y sus calles polvorientas, por donde circulan libremente gallos, gallinas y cerdos
Cuando llegó a Guantánamo en 1910, hace ya dos años, pensó que, al fin y al cabo, la vida allí tampoco iba a ser tan distinta de la que llevaban en la aldea asturiana que los vio nacer a sus padres, a sus ocho hermanos y a ella misma.
Allí vivían en una casa también muy sencilla, pero tenían, además, su propio huerto Y el paisaje era mucho más verde y frondoso, gracias a la lluvia que, un día sí y otro también, bañaba aquellas tierras. ¡Lo echaba tanto de menos!
Pero su padre estaba convencido de que en Cuba les aguardaba un futuro mejor, con muchas más oportunidades de las que tenían en España.
Uno de sus hermanos fue el primero en emigrar a Cuba, siete años atrás. Con solo diecisiete años, los mismos que ella tiene ahora, se metió como polizón en un barco que partía hacia la isla, sin dinero y sin más pertenencias que un hatillo liado con algo de ropa, y un poco de pan Algunos años más tarde, el resto de la familia se había unido a él en Guantánamo, para trabajar en las plantaciones de caña de azúcar, donde siempre estaban faltos de gente y donde pagaban buenos salarios.
Haber emigrado a Cuba había tenido también sus cosas buenas Y para ella, la principal era, sin duda, poder ir a la escuela.
Durante esos dos años, había aprendido mucho más que en toda su vida. De hecho, si sabía leer y escribir desde bien pequeña era debido exclusivamente a su insistencia para que su hermano mayor, que sentía debilidad por ella, le enseñase al menos una parte de lo que él aprendía.
Porque en su aldea, la gran mayoría de las mujeres, entre ellas su propia madre, no sabían leer ni escribir
María llega a su casa, sumida en estos pensamientos, y lo primero que hace es ir a saludar a su madre. Ese día la nota especialmente cansada, triste y apagada. Al parecer tiene algo que decirle, y no sabe cómo hacerlo
Es muy consciente -su padre se encarga de recordárselo casi a diario- de que, a sus diecisiete años, ya debería empezar a pensar en el matrimonio.
Y sabe que su padre ya ha mantenido algunas conversaciones en este sentido con el hijo de uno de los miembros más apreciados de la colonia, casi diez años mayor que ella.
Y María intuye que, desde ese día, su vida cambiará para siempre.
María llega a su casa, cansada después de un duro día de trabajo en la oficina. Sin duda, el año 2020 ha empezado fuerte para la multinacional de tecnología en la que trabaja desde que terminó sus estudios universitarios, hace unos años.
Pero hoy, además de cansada, se siente frustrada, y muy enfadada Acaba de enterarse de que no le han dado el puesto de directora al que aspiraba. Lo ha conseguido otro compañero, con prácticamente la misma trayectoria, experiencia y cualificación que ella, pero varón.
Llama a su madre para darle la noticia. Y su madre intenta consolarla, diciéndole que debe seguir trabajando duro, y que todo esfuerzo tiene su recompensa.
Para ella es fácil decirlo. Estudió una carrera de letras, rodeada de mujeres, así que no tuvo que enfrentarse a prejuicios absurdos, y desde que la tuvo a ella, no volvió a ejercer su profesión.
Ella, en cambio, lo ha tenido todo más difícil. Ahora hay mucha más competencia, mucha gente tiene carrera, masters, hay un exceso de cualificación, y sin embargo, el trabajo que se ofrece no es de calidad, motivo por el cual la gente buena se está yendo a otros países. Es similar a lo que había ocurrido el siglo pasado, emigrantes en busca de mejores oportunidades, aunque ahora mucho mejor preparados. Sus propios tatarabuelos habían emigrado a Cuba, donde trabajaron en plantaciones de azúcar.
Una hora después, llaman a la puerta. Es su madre, que viene cargada con una misteriosa carpeta negra. Las dos se sientan en el sofá, con una taza de café. El café nunca ha faltado en su casa. Su abuela tenía la cafetera siempre encendida, y se tomaba al menos cinco cafés diarios, lo que sorprendentemente no le impedía dormir como una bendita toda la noche. Siempre decía que su madre -la bisabuela de María- había traído esa costumbre de Cuba, y que ella no podría vivir sin él. Su madre abre la carpeta, y comienza a sacar papeles. Papeles amarillentos, algunos con borrones de tinta, otros bastante arrugados; algunos con una buena caligrafía, y otros escritos con letra casi ilegible, y con faltas de ortografía. Y entonces, su madre le dice que ha llegado el momento de contarle una historia.
La historia de una María de diecisiete años que, aunque es asturiana, vive en Cuba, y a la que un día su madre le dice que tiene que casarse con un hombre al que ha visto tan solo un par de veces.
Ese día, le pide a su hija un favor Quiere dictarle unas palabras, que las escriba en su nombre, y que guarde esa carta siempre con ella. Quiere que María escriba su propia carta, y que tanto sus cartas como la de su madre, se las entregue a sus futuras hijas. Y quiere que María le pida lo mismo a su hija, y ésta a la suya, y así sucesivamente.
Para dejar constancia, a las generaciones venideras de mujeres de la familia, de lo que ellas han vivido, y darles fuerzas para luchar por sus sueños.
14 de abril de 1912
Escribo esta carta en nombre de mi madre, María Aladro. Mi madre nació en 1866 en una aldea asturiana, en España. Desde muy pequeña ayudaba a mantener limpia la casa, y se encargaba también de cuidar a los animales que criaba su familia. Nunca fue a la escuela, y nadie la enseñó a leer, escribir, sumar o restar. Tampoco tenía amigos. Su vida eran su casa y el campo.
Se casó a los diecinueve años con un hombre al que apenas conocía, pero que tenía tratos con su padre Por suerte, resultó ser un hombre bueno, que nunca le puso una mano encima, ni le levantó la voz.
Tuvo nueve hijos, cuatro varones y cinco hembras. A sus hijos los mandaba a la escuela, mientras que sus hijas se quedaban con ella, ayudándola con todas las tareas que diariamente tenía que hacer.
Con cuarenta y cuatro años se fue a Cuba, con su marido y sus hijos, y su vida allí es bastante buena. Durante estos años han podido ahorrar algo de dinero, y ella está feliz al ver que sus hijos han crecido sanos, y están empezando a formar sus propias familias
Hoy ha sido un día entre feliz y triste para mi madre, porque yo, su hija, voy a casarme. Por un lado, piensa que el hombre que mi padre ha elegido para mí es bueno, y me tratará bien. Por otro, le gustaría que esperase un poco antes de casarme, y que yo misma pudiera elegir con quién hacerlo Elegir a alguien con quien me sienta a gusto, que me haga reír, me cuide y me respete. Como lo han hecho mis hermanos.
Mi madre me aconseja que no tenga prisa en tener hijos, y que siga aprendiendo cosas, que lea todo lo que pueda, y que cuando tenga ahorros suficientes, vuelva a España, la tierra que me vio nacer.
Ahora mismo está muy emocionada, y no puede seguir hablando.
Se despide con un abrazo para las mujeres de la familia que lean esta carta.
28 de diciembre de 1918
Hace ya más de seis años desde que mi madre me dictó la primera carta. Fue justo el día -nos enteramos varias semanas después- en que se hundió el ‘Titanic’, un barco enorme, el más grande que habían construido jamás, llevándose consigo a más de mil personas
Y el día en que me comunicaron que estaba prometida con el que ahora es mi marido.
En este tiempo han pasado muchas cosas.
Me he casado con un hombre que, como mi madre anticipaba, me cuida, me respeta, y me quiere. Y he tenido dos hijas preciosas, nacidas en Guantánamo.
Hace solo algunas semanas, mi marido, mis hijas y yo hemos regresado a España para montar nuestro propio negocio, una tienda de ultramarinos, en un pequeño pueblo de Galicia, cerca de donde nació mi marido
Sabemos que son momentos muy complicados. El mundo acaba de salir de una guerra terrible, que ha durado cuatro años. Millones de personas han muerto, muchas ciudades están destrozadas, y la gente no tiene ni para comer. Pero confiamos en poder salir adelante.
Me gustaría que mis hijas fueran a la escuela, aunque parece que en este lugar ninguna niña lo hace, y no me gustaría que nos señalasen por ello. Tal vez sea mejor empezar enseñándolas en casa.
Además, he traído bastantes libros de Cuba, que quiero que lean en cuanto tengan edad para ello. También nos hemos traído un buen cargamento de café, que me encanta. Empezamos esta nueva etapa llenos de ilusión y esperanza.
20 de agosto de 1956
Hoy hace diez años que mi madre me entregó todas sus cartas, y también la primera que le dictó mi abuela, estando todavía en Cuba. Y hace nueve años que mi madre falleció, con solo cincuenta y dos, víctima de la tuberculosis.
Recuerdo que me emocionó mucho escuchar su historia, y más aún leer las palabras que con tanto mimo habían escrito.
Yo nací en 1926, en el mismo pueblo al que volvieron mis padres hace casi cuarenta años, justo después de la Primera Guerra Mundial
Me crie en la tienda de ultramarinos de mi familia, y les ayudaba a atender a los clientes, y a organizar el almacén. Las cosas de la casa nunca me han gustado, prefería estar en la tienda, y cada vez que tenía un rato libre, me escondía en algún rincón a leer. Porque, aunque mi padre era muy bueno con nosotras, no le gustaba mucho vernos “sin hacer nada”
De hecho, fue mi madre la que nos enseñó a leer y escribir. Ninguna de las hermanas pudimos ir a la escuela del pueblo, que estaba reservada para los chicos. Es cierto que las mujeres hemos hecho avances. Por ejemplo, ya podemos votar. Pero no podemos trabajar sin el permiso de nuestros maridos, ni conducir, ni tener nuestro propio dinero en el banco.
No tuvo que ser fácil para mi padre vivir en una casa con seis mujeres. Sé que le habría encantado tener un varón, y creo que por eso siempre tuvo prisa por casarnos a todas Mi hermana mayor fue la primera. Mi padre acordó su matrimonio con un hombre muy guapo, pero que la hizo muy desgraciada. Murió con solo veintinueve años, nunca supimos exactamente cómo. Lo que sí sé es que mis padres no quisieron volver a verlo nunca más. Yo he tenido mucha más suerte Con diecisiete años conocí a un hombre maravilloso, del que me enamoré en cuanto lo vi, y con el que me casé a los pocos meses. Con él he tenido dos niños y una niña, que ha nacido hace solo unos meses, y a la que también he llamado María. Hemos pasado años muy duros. Una guerra civil, la Segunda Guerra Mundial, y un largo período de hambre y miseria, del que no terminamos de salir.
Yo paso los días en casa, con los niños. Hago las tareas básicas, pero intento que siempre me sobren al menos un par de horas para leer. Es mi pasión.
Me habría encantado haber podido ir a la escuela, e incluso haberme ido a vivir a la ciudad, y haber estudiado en la universidad.
Mi hija María sí podrá hacerlo, y lo hará. Yo me ocuparé de eso.
24 de abril de 1987
Mi madre ha estado esta tarde en casa. En principio venía a ver a mi niña, María, que tiene solo unos meses, pero creo que el objetivo principal de su visita era otro bien distinto.
Me ha contado una historia sorprendente, y me ha dejado aquí una carpeta negra, llena de cartas. Me he pasado parte de la noche en vela, leyéndolas todas, y aquí sigo, ahora escribiendo la mía.
El mundo ha cambiado mucho en las últimas décadas, sobre todo para la mujer. Recuerdo a mi madre llorar de emoción el día que me saqué el carné de conducir También me acompañó a abrir mi primera cuenta en el banco, con sus mejores galas y una sonrisa de oreja a oreja.
Yo sí he podido estudiar en la universidad, y tenía muchas compañeras. Bien es cierto que estudiábamos una carrera de letras, mientras que las de ciencias nos estaban casi vetadas. A las pocas chicas que se atrevían a matricularse las miraban como bichos raros, e incluso tenían dificultades para encontrar pareja.
Mi madre siempre ha pasado largas temporadas conmigo en la ciudad. Pero desde que falleció mi padre, hace diez años, se ha instalado aquí definitivamente. Le encanta pasear, tomarse un café en alguna terraza, con un libro en las manos. Siempre a primera hora de la mañana, porque no soporta el calor. Según parece, a mi abuela también le costó mucho acostumbrarse al de Cuba, cuando llegó a la isla
Yo llevo varios años trabajando como documentalista en la biblioteca. Y aunque me gusta lo que hago, la maternidad me ha hecho plantearme muchas cosas.
Hoy mismo le he comentado a mi madre que quizá deje el trabajo durante una temporada, para ocuparme de María. Creo que no está de acuerdo, pero es demasiado respetuosa como para decirme nada, más allá de que lo piense bien.
La niña acaba de empezar a llorar, voy a ver qué le pasa. Seguiré escribiendo… 11 de octubre de 2020
Casi nueve meses han pasado desde el día en que mi madre me dejó la carpeta negra con todos los escritos de las mujeres de mi familia. Y en estos meses han ocurrido muchas cosas. Demasiadas
Si yo no hubiera leído esas cartas, y alguien me pidiera que escribiera unas líneas sobre la situación actual de la mujer, sin duda habría hablado, con gran indignación, de lo difícil que es para las mujeres de hoy desarrollar una carrera profesional exitosa, de las diferencias salariales que aún existen, del ‘techo de cristal’ que nos impide ascender, de la necesidad de fomentar entre las mujeres la educación en materias de ciencia y tecnología, para las que somos tan capaces o más que los hombres. Y de la indefensión de miles de mujeres, víctimas de la violencia de género.
Pero, aunque esto es una realidad, también lo es que ahora disfrutamos de mucha más libertad y más oportunidades de las que tuvieron nuestras predecesoras.
El testimonio de las mujeres de mi familia -habiendo sido ellas mismas afortunadas, para los tiempos que les tocó vivir, me ha hecho valorar más y agradecer lo que tengo
Soy una mujer libre de decidir cómo quiero vivir mi vida, con quién quiero compartirla -si ése es el caso-, en qué quiero gastar mi dinero, cómo quiero vestir. Y aunque debemos seguir luchando por la igualdad total, tenemos que ser conscientes de todo lo que otras, antes que nosotras, hicieron para conseguirlo
Dicho esto, durante estos meses ha pasado algo que lo está cambiando todo.
Mi tatarabuela, mi bisabuela y mi abuela vivieron varias guerras. Creo que esa es una de las cosas más duras que puede vivir una persona.
Ahora nos enfrentamos a algo completamente diferente. Una pandemia sin precedentes, que ha afectado a todos por igual, sin discriminar entre ricos y pobres, blancos y negros, mujeres y hombres.
Es imposible valorar todavía las consecuencias de todo esto, pero lo que sí sabemos es que ni la economía, ni la sociedad, ni nuestra forma de ver la vida, volverán a ser como antes.
Pobreza, paro, soledad, depresión, incertidumbre. La idea -que todos conocemos, pero que muchas veces olvidamos- de que hay muchísimas cosas que escapan a nuestro control, y en realidad, no podemos nada más que vivir cada día como si fuera el último
Solo espero que todo el sufrimiento que esta pandemia ha traído dé sus frutos y salgamos reforzados, siendo capaces de construir algo todavía mejor sobre las ruinas que deje esta crisis. Tal y como hemos hecho siempre en el pasado.

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