Suplemento Precario Nº1

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Desde un comienzo, mi intención fue encontrar algún trabajo que tenga cierta relación con la carrera que estoy estudiando, aunque varias veces me he preguntado que trabajo puedo hacer siendo estudiante de sociología (pregunta odiosa que a todos los estudiantes de sociología y de sociales nos hacen a menudo: ¿De que trabajan los sociólogos? ¿Qué haces después de que te recibís?) Así, durante meses observé detenidamente las ofertas que caían a mi casilla de mail provenientes de la bolsa de trabajo de la facultad, pero siempre vi muy remotas las posibilidades de conseguir algo por ese medio. Sería una cuestión de desconfianza, baja autoestima, no lo sé. Hoy me encuentro trabajando en una Estación de Servicio Shell como operario/ vendedor de playa. Poco tiene que ver con la carrera de sociología, y poco tiene que ver, incluso, con cualquier otra carrera universitaria. No es menospreciar el trabajo, que es digno como cualquier otro, sobre todo al ver a mis compañeros como defienden su puesto de trabajo, mas allá de estar descontentos con el trato y las condiciones de explotación que se generan en la estación, sino que es ver a un trabajo que es muy lejano a las pretensiones laborales y de formación de una persona que

estudia una carrera universitaria. Al no tener la chance de conseguir un trabajo que tenga alguna relación con mi estudio, debí ampliar mi búsqueda hacia cualquier otro rubro. Es por eso que en mi búsqueda laboral termine por presentarme a cualquier oferta que encontraba en el diario o salía publicada por alguna de las páginas de internet. Cuando me llamaron para comunicarme que me presente tal día a tal hora para empezar a hacer los trámites, prueba médica y demás cosas para Shell, pensé que solo sería un trabajo transitorio y me serviría para juntar algo de experiencia y ahorrar algo de dinero. Ya llevo 27 meses ahí. Tuve la idea de poder recibirme dedicando todo mi tiempo y energía a la carrera. Mas no pude, ni puedo. Las condiciones económicas familiares no me lo permitían ni me lo permiten. Por esta razón tuve que agarrar el primer trabajo que se me presentó. Como muchas otras personas, no tenía muchas opciones, por lo que no podía desperdiciar la oportunidad que se me había presentado. Habla de cómo funciona la Universidad, una anécdota muy cómica, que roza el limite con lo grotesco, que me ocurrió una mañana de sábado de 2004. Voy


a atender a un cliente más, de todos los que vienen. Le veo cara conocida. Lo observo mejor y le identifico la voz cuando escucho que me dice “20 litros de Súper”. Le digo “como no profesor”. A lo que él, asombrado por la respuesta, me dice ¿Cómo?. ¿Usted no es el profesor Ricardo Sidicaro?, le respondo. No lograba comprender como un playero de una estación de servicio lo conocía. Lo cual me hacia pensar, en un comienzo, que no era tan soberbio como aparentaba ser. En ese momento yo le expliqué que era estudiante de sociología y que meses atrás había cursado su materia. Quedó realmente sorprendido, y ahí comenzó a ser el que yo conocía. Mientras yo le cargaba litro por litro de los 20 que me había pedido, lo escuchaba mientras me preguntaba o mejor dicho, me afirmaba, que al estar trabajando en las entrañas mismas del capitalismo salvaje, podía comprender, en la práctica, las relaciones de explotación y de sometimiento que ejercía el capital sobre las personas, y podía lograr una mayor comprensión de la defragmentación social que azotaba a la sociedad de los últimos años. Éstas, más otra serie de frases que había escuchado tal cual en sus clases, eran escuchadas por mis compañeros al pasar por al lado, a lo que luego me preguntaron “¿y ese quién carajo era?”. Luego de su pseudo discurso político, me saludó estrechando mi mano, y se fue. En ese hecho puede observar lo ajena que está la universidad de los trabajadores, por así decirlo. Mis compañeros, que no estudian en la universidad, no comprendieron lo que el intelectual decía con sus palabras “difíciles”. Seguramente lo que me comentaba Sidicaro, tenga razón. Pero nadie lo entendió. La sensación que me dio a mí fue que no se puede cambiar las cosas de ese modo, con palabras que solo se comprenden en un ámbito académico. Recuerdo también una vez cuando se dio, extrañamente, un paro de personal de Estaciones

de Servicio, de las que eran franquicias, no de las que pertenecían directamente a las grandes empresas, como la que estoy yo. Me acuerdo que propuse seriamente (aunque en el fondo lo hacia probando a ver que me contestaban) adherirnos al paro, a lo que muchos me acusaban de “piquetero”. Varios de ellos, casados, con hijos, alquilando y con una vida totalmente limitada al trabajo, no conciben la posibilidad de poner en riesgo su trabajo, exigiendo cosas que ellos saben que son justas, pero que se resignan a que sigan así, o que alguna vez, las suerte se ponga de su lado, y ganen el Telekino, como muchos dicen. Me resulta muy extraño moverme en dos ambientes tan diferentes como son este trabajo y el universitario. Las diferencias que percibo entre el lenguaje al interior de la facultad, básicamente teñido por las posiciones de izquierda, y en el que se hablan de cosas tan, pero tan diferentes de las que veo y escucho no sólo en mis compañeros de trabajo, sino también de muchos de los clientes que vienen. Todas posiciones impregnadas por un sentido de común de derecha que tanto se critica en la universidad y por los sociólogos en particular. Muchas veces escuché a varios clientes que dicen “y como querés que estemos mejor si el presidente que tenemos es zurdo” o otras frases celebres como “con Carlitos estábamos mejor, las cosas no aumentaban, esto es un desastre” o lo que es peor, “con los milicos estábamos mejor, había más orden, más seguridad”. ¿Qué se le puede contestar a esa gente…? Al escuchar esas cosas, que vienen por gran parte de la sociedad, la impotencia me gana y la resignación y la apatía me vuelven. No puedo evitarlo. Las condiciones de trabajo no son nada buenas. En el aspecto legal, es absolutamente todo en blanco. Tengo vacaciones, los feriados son pagos, tengo días de examen, aunque siempre ponen obstáculos para darlos. Pero


la macdonalización del mercado laboral se puede ver como en cualquier otra empresa multinacional, lo que hace que sea un trabajo absolutamente inhumano en otros aspectos. En el resto de los aspectos de mi vida, me resulta difícil mantener el ritmo que venia teniendo antes de empezar a trabajar. No es nada fácil, por lo menos para mí, cursar tres materias (más inglés extracurricular) y trabajar 48 hs. semanales, que a veces suelen ser 72 hs semanales, ya que al tener francos rotativos, muchas veces se alarga la cantidad de días de un franco a otro. En su mayoría los francos suelen ser en días de semana, trabajando absolutamente todos los sábados (ya que al estar en el turno mañana, ese día es el de mayor cantidad de trabajo, por lo tanto, no otorgan días franco los sábados por la mañana) y trabajo gran cantidad de domingos. Sin embargo, ese día si suelen otorgar francos cada tanto, convirtiéndose, lógicamente, en el objeto más preciado por todos los playeros. Además de los francos rotativos, hay turnos rotativos, por lo tanto, una vez cada cinco semanas tengo que trabajar en el turno noche, toda una semana entera (de lunes por la noche hasta domingo a la noche inclusive) con lo cual se me complica, y mucho, para poder ir a la facultad (además de complicarme para seguir con el curso normal de mi vida, ya que al hacer un cambio tan radical de horarios, uno no logra adaptarse del todo al

nuevo régimen de horarios, manteniendo un cansancio permanente sin poder dormir bien). Todo esto, sin contar que en las 8 hs de trabajo, nos exigen estar “a full” constantemente, sin tener momentos de relajación, ya que, como nos dicen nuestros inteligentes jefes, somos la cara visible de la empresa en el país, y no nos podemos dar esos lujos de hablar entre nosotros o apoyar nuestros cuerpos sobre algún surtidor. El régimen de trabajo esta muy militarizado. Tenemos que estar rígidamente parados en las punteras de los surtidores, pelo bien corto, nada de barba, ropa absolutamente limpia libre de cualquier tipo de manchas. Todo de forma muy poco flexible a que ciertas cosas, algún día, no se cumplan del todo bien. Se pone el acento en la imagen del personal más que en otras cosas. Siempre me costo mantener la imagen que el sistema me exige tener para ser “exitoso” dentro de él, mas nunca le di importancia a la imagen, pero por ello fue muy dificultoso tener que adaptarse de un momento a otro a un lugar en el que la “buena imagen” es fundamental. Y quienes nos exigen que todas estas cuestiones se cumplan son personas que solo están un escalón mas arriba que nosotros, y pretenden cumplir a rajatabla los que los altos mandos de la empresa les piden, hasta tal punto que llegan a ser “mas papistas que el papa”, sin darse cuenta que solo son un numero más en la empresa que tanto aman. Por suerte, uno de los elementos que incorporé a mi personalidad a partir de este trabajo, es la capacidad que tengo para


que estas cosas, como otras, me resbalen como sobre una mantequilla. Sino, viviría agobiado por la presión de la gente, de los encargados, de los administradores, etc. No podría seguir soportando la presión. Hay muchos compañeros, creo yo, que no tienen esa capacidad de que todo “les chupe un huevo”, por algo se enferman tan seguido, y canalizan el estrés y los nervios que este trabajo genera, a través del cuerpo, somatizando las presiones enfermándose. Por ejemplo, un compañero que empezó más o menos en el mismo tiempo en el que empecé yo, se ausento varias veces por estar enfermo (estrés y depresión incluida) y un mes que tuvo varias faltas por enfermedad, no se le creyeron sus motivos, y fue castigado por los encargados poniéndolo un mes

seguido en el turno noche (turno en el que nadie quiere estar, ya que el hecho de trabajar en ese horario, mas allá de estar castigado, se percibe como tal) En definitiva, mirando para atrás, en lo que tiene que ver con el trabajo y la facultad, siento haber bajado mi rendimiento en el estudio, debido al cansancio y a la gran cantidad de horas semanales que estoy en el trabajo. Desde que estoy trabajando en las entrañas del capital, parafraseando a un gran intelectual, pude comprender en la práctica la explotación de la que tanto hablan los libros. Seguramente ese intelectual, tenga razón….

Ser reclutado por una repartición estatal para operativos relámpago de censos o encuestas puede ser a la vez un curso intensivo y exhaustivo sobre formas de flexibilización y precarización laboral. Varios brumarios que están tratando de parar la olla, pagar sus deudas y alimentar a sus desnutridos currículums hicieron la prueba y volvieron para contarlo. Pero a no desesperar, que el relato de los padecimientos viene sazonado con el balance de las incipientes experiencias de resistencia.

también se dan en los trabajos para empresas privadas, pero lo que nos interesa destacar aquí es que: 1) El Gobierno ha adoptado como política de Estado la contratación bajo las características que mencionaremos a continuación, es decir, no son casos aislados o excepciones, sino que es la forma habitual y sistemática que utilizan cuando necesitan contratar (y luego descartar) “mano de obra”. 2) La Facultad de Ciencias Sociales de la UBA es cómplice de tal política, ya que colabora con la difusión de tales búsquedas laborales, presta sus instalaciones para que se realicen las capacitaciones, selecciona a los/ as estudiantes que van a trabajar, e incluso en algunas ocasiones brinda asistencia técnica para planificación de los operativos, llegando al extremo de ser la facultad misma la contratante (bajo desastrosas condiciones) en el caso de Ciudadanía Porteña y Ficha Social. Claro esta, todo esto sin siquiera

Ya señalamos algunas características de los trabajos precarios (ver “Y vos ¿de qué laburás?”). Ahora quisiéramos destacar algunas de las características que en su mayoría se repiten cuando se trata de un trabajo para el Estado, sea Nación, o el GCBA. Muchas de ellas

Buenos Aires, 2006


emitir una sola declaración publica criticando las condiciones laborales a las que se somete a sus estudiantes. Teniendo en cuenta los últimos empleos que ha ofrecido la facultad: Censo Docente, Censo Nacional Económico, Ficha Social, Ciudadanía Porteña (Con Todo Derecho) parte 1, y Ciudadanía Porteña parte 2 (RUB), podemos mencionar las siguientes características comunes a la mayoría de los mismos: •Contratación como monotributista, o “asalariados fraudulentos”. El mismo gobierno “progre”, que ofrece condiciones laborales forjadas por la flexibilización laboral menemista, define como “asalariados fraudulentos” a “los empleados a los que el establecimiento en el que trabajan les exige la entrega de una factura (como autónomos o monotributista) a cambio de su salario” (Manual para Capacitación, Registro Único de Familias Beneficiarias del Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, p. 107). Es decir, nos hacen pasar por cuentapropistas cuando en realidad es una clara relación de dependencia, mediante lo cual consiguen que no haya n i n g ú n tipo de protección s i n d i c a l , ni convenios colectivos en los cuales ampararse, lo cual facilita cualquier tipo de abuso posterior. •Gastos y descuentos varios. Una de las consecuencias de esta forma de contratación, es tener que ingresar en el

maravilloso mundo de Rentas y AFIP. Con suerte poder anotarse como monotributista eventual y pagar “solo” $35 por mes trabajado, sino, son $90 y la imposibilidad de darse de baja por un par de años. A eso hay que sumarle unos $15 pesos mensuales de ingresos brutos. Y una vez terminado el trabajo, la lucha contra la burocracia de Rentas y AFIP para poder darse de baja para evitar tener que pagar en los momentos de inactividad. O directamente nunca pagar y esperar a que algún día nos vayan a buscar por evasores. El complemento de todo esto… tener que facturar! Ideal sobre todo si es de tus primeros laburos y tenés que hacer un talonario que sale unos $20, para utilizar tan solo una factura. Ah, y hay que sumar otros $25 pesos por mes para el seguro de vida. Gastos nada despreciables ya tu salario seguramente estará por debajo de la línea de pobreza. •Trabajo a destajo. En muchos de los trabajos, sobre todo en los que implican la realización de encuestas, suelen no pagar un sueldo fijo por mes, sino un precio determinado por encuesta realizada, llegando al extremo como en el caso del ultimo trabajo del RUB, de poner una cláusula estipulando


que si uno no realizaba un mínimo de 75 encuestas, no se pagaría absolutamente nada por el trabajo realizado. Las desventajas de este tipo de pago son muchas: uno no tiene asegurado un monto fijo a cobrar a fin de mes, y comienza a trabajar sin tener idea de cuanto lograra cobrar, ya que desconoce cuantas encuestas podrá hacer; además, la remuneración esta totalmente atada a la productividad por lo que si uno “baja el ritmo” indefectiblemente bajara su sueldo; peor aun, si uno se enferma, o no puede salir a trabajar porque llueve y no puede acceder a la zona de trabajo, esos días no tendrá ingreso alguno; también se puede generar competencia entre los/as trabajadores/as cuando se trata de un numero limitado de casos a encuestar, debido a que si uno aumenta mucho su producción, le estará sacando trabajo al otro. Paradójicamente (y lamentablemente) muchos estudiantes de sociales han naturalizado e internalizado esta modalidad de trabajo, llegando a expresar en asambleas que “no podemos reclamar un sueldo fijo, ya que es un trabajo de encuestador, y por lo tanto se paga por encuesta”. •Inestabilidad La duración del trabajo suele ser de entre uno y dos meses, tras el cual se vuelve a ser desocupado/a hasta encontrar otro igual de corto, lo cual implica una constante discontinuidad laboral. •Retrasos prolongados en la firma de contratos. Firma de contrato luego de iniciado el trabajo, e incluso en algunos casos, luego de finalizado el mismo (claro… solo para cumplir con la formalidad). Con lo cual uno debe confiar en la palabra de los empleadores de que van a respetar las condiciones “pautadas” (impuestas), y salir a trabajar sin tener nada asegurado por escrito, generándose en algunos casos confusiones sobre cuantas horas y cuantos días debe uno trabajar, como en Ciudadanía Porteña, donde pretendieron que trabajemos horas extras gratuitamente

. De todas formas cuando uno llega a firmar el contrato y se encuentra con una cláusula que dice “El presente contrato podrá se rescindido por el GOBIERNO, sin expresión de causa o motivo, previa notificación fehaciente a EL LOCADOR”, no puede hacer mas que preguntarse ¿de que nos sirve a los trabajadores un contrato que el empleador puede rescindir en cualquier momento y sin causa? De nada, es un sinsentido! •Capacitaciones no pagas. En la mayoría de los casos capacitaciones de 3 a 5 días, 8 horas por día, teniendo que viajar y almorzar, todo a costa de nuestro bolsillo. Es toda una semana que uno/a termina estando a su disposición, y por la cual no hay remuneración alguna. •No se pagan los viáticos. En algunos trabajos los viáticos insumen una gran cantidad de dinero, debido a que hay que tomar más de un medio de transporte, por lo alejado de las zonas de trabajo, como en el caso de la Ficha Social en el que había que ir hasta Tigre. Todo esto implica que uno debe poseer de antemano una suma importante de dinero para poder viajar durante todo el mes. •Distinto sueldo para la misma tarea. No es extraño encontrarse con que otros compañeros están realizando la misma tarea para la cual uno va a ser contratado, y tienen otras condiciones de trabajo, otro sueldo, etc. O incluso que en años anteriores se ha pagado más por la misma tarea (con el agravante del contexto inflacionario nacional). •Pago diferido. El pago por el trabajo nunca es “a mes vencido”, ni hay fecha de pago estipulada. Como veremos, la fecha de cobro depende mucho de la lucha por el mismo… cobrar un mes o mes y medio después de haber terminado el trabajo es cobrar rapidísimo, en muchos casos se tarda 3 meses en cobrar, y en otros pueden llegar a ser 5 o 6 tranquilamente.


Como resistir: algunas experiencias de organización Trabajo precario no solo significa condiciones de trabajo precarias sino también protección sindical precaria o mejor dicho nula. El estar contratados como monotributistas en lugar de en relación de dependencia, deja “legalmente” a los/as trabajadores/as precarios/as fuera del convenio sindical y su protección, situación posible gracias a la complacencia de la burocracia sindical. Sumado a esto, la breve duración de los trabajos, y la organización descentralizada de los mismos, son obstáculos adicionales a la organización de los/as trabajadores/as. No este el momento ni el lugar de entrar en el debate sobre como encarar una lucha contra las burocracias sindicales, ni sobre cual seria la forma adecuada de organización sindical para los/as trabajadores/as precarios/as. Cierto es que junto a las formas tradicionales de organización del trabajo, han aparecido otras nuevas formas; no es posible saber ahora si permanecerán, si se generalizaran del todo, o si se pueden revertir dichos cambios; pero de permanecer o generalizarse, será necesario encontrar nuevas formas de organización de los/as trabajadores/as que permitan enfrentar a la clase explotadora de la forma mas eficaz. No podemos saber cuales serán estas formas, que no saldrán de la cabeza de ningún

iluminado, sino de las experiencias mismas que vayamos realizando los/as trabajadores/ as precarios/as. Por eso nos permitimos reflexionar acerca de las experiencias de organización en las que participamos, que no han sido muchas, pero tampoco pocas; no se han logrado grandes triunfos, pero se han conseguido pequeñas cosas que indican que la organización da sus frutos, y que es necesario rescatar las experiencias y aprender de ellas para no comenzar siempre desde cero. Podemos mencionar entonces algunas cosas que se pueden hacer cuando nos encontramos frente a este tipo de trabajos para el Estado. Por empezar, hemos aprendido que la organización de los/as trabajadores/as es importante en los distintos momentos del trabajo: antes de comenzar estrictamente con el mismo (durante la capacitación), durante el trabajo, y luego de terminar con este. Suena obvio, pero nuestra capacidad para reclamar algo, depende del grado de organización y la cantidad de trabajadores/ as que se involucren. La descentralización, y en muchos casos el no ver por días a los/ as compañeros/as de trabajo, dificultan cualquier tipo de organización, por eso resulta fundamental la etapa de capacitación, dado que es el momento en el que todos/as los/ as futuros/as trabajadores/as se encuentran juntos/as en un mismo lugar. Es cuando uno/ a puede contactarse, intercambiar e-mails o teléfonos con el resto de los/as compañeros/ as, y en este sentido las listas de correo electrónico han resultado herramientas mas que útiles para poder mantenerse en contacto. Pero además durante la capacitación, cuando uno/a empieza a enterarse realmente como va a ser el trabajo y bajo que condiciones lo va a realizar, es cuando comienzan a escucharse las primeras quejas, y es el momento indicado para intentar hacer un primer reclamo. En algunos casos hemos logrado interrumpir la capacitación y realizar asambleas para


presentar nuestros reclamos colectivamente. Si bien los resultados no han sido los mejores, se pueden conseguir pequeñas cosas como la eximición de tener que facturar o de pagar ingresos brutos, que la contraparte se encargue de pagar el seguro de vida, que se firme el contrato antes de comenzar a trabajar, alguna pequeña mejora en el pago por encuesta, etc. Resulta fundamental poder seguir comunicados/as con los/as compañeros/as una vez comenzado el trabajo para poder enfrentar colectivamente cualquier tipo de inconveniente que surja. No es poco frecuente que intenten cambiar ciertas condiciones de las que se habían pactado, o cambios que habían “prometido”, sobre todo cuando se comienza a trabajar sin firmar contrato. Mas aún si se viene de un conflicto no resuelto durante la etapa de capacitación, es probable que sea necesario tomar alguna medida de fuerza durante el trabajo, y las acciones individuales nunca conducen a buenos resultados. Mencionábamos también la importancia de estar organizados/as incluso luego de terminado el trabajo, ya que el pago por el mismo nunca se realiza a mes vencido. La demora en el pago suele ser inversamente proporcional a la fuerza que tengamos los/as trabajadores/as para presionar. Como ejemplo de esto tenemos lo ocurrido con el Censo Nacional Económico: quienes trabajamos en la ciudad de Buenos Aires nos mantuvimos organizados realizando todas las semanas una asamblea en la entrada de la dirección general de estadística y censos, y reclamando constantemente fecha de pago, así logramos

cobrar aproximadamente un mes después de finalizado el trabajo. Digo “logramos”, porque los/as compañeros/as que trabajaron en la provincia de Buenos Aires que no pudieron organizarse ni mantener un reclamo constante, terminaron cobrando seis meses después de finalizado el trabajo. Estos pequeños logros, lejos de significar la imposibilidad de ofrecer alguna resistencia, muestran que la lucha y la organización son el camino, y que aprendiendo de nuestras experiencias podremos mejorar nuestros métodos para enfrentar con cada vez más fuerza a la clase explotadora y sus representantes de turno.

Hasta aquí nos hemos referido a los trabajos para el Estado y no a los que se realizan para consultoras privadas. Probablemente al tratarse de situaciones y condiciones diferentes, las formas en que se puede dar la lucha son distintas. Excede el marco de esta nota tratar dicho tema, pero queremos destacar la existencia del Sindicato de Encuestadores (SENCUE): un grupo de encuestadores y encuestadoras en lucha que decidieron organizarse para unificar sus reclamos y necesidades, para pelear por sus derechos, contra la precarización de las condiciones laborales. Para contactarse con el SENCUE pueden escribirles a: sencue@yahoo.com.ar.


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