Alkarren Barri nª269 (Urria/Octubre)

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MISIOAK-MISIONES ALKARREN BARRI 269 URRIA 2020

Jaione López, misión en Kaikor

“LA MAYOR ENFERMEDAD DE KENIA NO ES LA HAMBRUNA, SINO LA CORRUPCIÓN” Hablamos con Jaione López, joven de Elorrio recién llegada de Kenia. La disculpa para ir fue su Trabajo de Fin de Grado tras finalizar los estudios de Magisterio, pero la realidad es que ya había quedado enamorada del lugar en su primera visita en 2018. Entonces estuvo un mes en Kaikor y cuando volvió “tenía claro que esa no iba a ser la única vez que fuese a ese maravilloso lugar”. Y así fue, el último año de carrera se especializó en educación intercultural y decidió profundizar sobre la educación en Kenia y concretamente en la tribu Turkana. Allí ha estado conviviendo con las Hermanas Marianitas. ¿Cómo reaccionó tu familia ante la noticia? Creo que al principio mi familia no me creía del todo. Sabían que me quería ir, pero creían que no lo haría. En un principio me iba a ir en abril para presentar el TFG (trabajo de fin de grado) en julio, pero al darme cuenta que me tenía que volver un mes antes, decidí irme en marzo. Todo fue muy rápido y me fui justo al principio de la pandemia. Mi familia estaba asustada porque era la primera vez que me iba tan lejos sola. Además, ellos no conocían a la hermana Consuelo, ni conocen Kenia. Tampoco sabíamos si me iba a poder comunicar, así que estaban bastante preocupados, sobre todo por la sanidad que hay allí, aunque ellos no querían hacérmelo ver. Para mí ellos lo son todo y siempre me apoyan en

mis decisiones, aunque no les guste. Yo sé que les gustaría más que me quedara aquí, pero no puedo pensar en ello. Aun así, sé que están orgullosos de mi vocación misionera. Durante todo el viaje he sabido que Kaikor era sin duda el sitio donde debía estar, sino el viaje hubiese estado previsto para abril y no me habría ido. Como dicen en Kaikor, “Dios proveerá”. Fuiste para tres meses, pero por la situación del Covid la estancia se ha alargado ¿Cómo has vivido estos meses extra? Una semana después de que yo llegara a Kenia, se dio el primer caso de Covid-19 allí. Gracias a Dios, es un país que sabe lo que tiene. Saben que no serían capaces de afrontar otra enfermedad más, y menos una que estaba causando tantas muertes en Europa (en ese momento). Así que inmediatamente el presidente dio

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la voz de alarma y cerró todos los colegios. Unas semanas después, los casos en Nairobi (capital de Kenia) empezaron a subir, así que el presidente cerró todas las comunidades. No se podía salir ni entrar de una comunidad a otra, y menos del país. Esto hizo que empezase a llagar menos comida a Turkana, ya que la mayoría de la comida llegaba en camiones desde Tanzania. Al no llegar esa comida, la que llegaba estaba muy cara, lo que hacía que las personas apenas pudiesen comprar. Todas querían ir a las ciudades, ya que allí las cosas son más baratas (debido al transporte), pero tampoco tenían dinero para el transporte. En la comunidad, empezó a cundir el miedo. Nadie sabía lo que podía llegar a hacer el virus, y menos en una tribu en la que no hay ni agua ni jabón, así que era imposible cumplir las medidas de higiene. Estuvimos un mes sin salir del recinto de las hermanas o de los curas. Los trabajadores también tuvieron que dejar de venir. Todo era un caos. Un mes después, los casos seguían estando lejos de Turkana y las comu-


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