ABBA, UNA ORACIÓN INACABADA - José Manuel López Yuste

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ABBA UNA ORACIÓN INACABADA

José Manuel López Yuste



ABBA UNA ORACIÓN INACABADA

José Manuel López Yuste


Diseño de la cubierta:

Víctor Armenteros

Diagramación del interior:

Ramon C. Gelabert

Edita: AULA7ACTIVA‐AEGUAE Barcelona E‐mail: redaccion.aula7activa@gmail.com info@aeguae.org Web site: https://aula7activa.adventista.es www.aeguae.org

Primera edición en español, 2018 Segunda edición revisada en español, 2022 Es propiedad de: 2018, 2022, José Manuel López Yuste 2022, Aula7activa‐AEGUAE, en español para todo el mundo

López Yuste, José Manuel Abba, una oración inacabada / José Manuel López Yuste / 2.ª ed. / Barcelona: Aula7activa‐ AEGUAE, 2022. xiv págs.; 530 págs.; 23 x 15,5 cm Materia: Oración ‐ Cristianismo ‐ Biblia ‐ Antiguo Testamento ‐ Nuevo Testamento. CDD: 242‐7

BY (Attribution / Atribución): La reproducción total o parcial de esta publicación requiere la atribución de la obra a su autor y editores. NC (Non‐Commercial / No Comercial): La obra no puede ser utili‐ zada con fines comerciales. ND (No Derivative Works / No Derivadas): No se permite modificar de forma alguna la obra, es decir, los archivos informáticos de la obra no pueden ser manipulados bajo ningún concepto


Dedicado de todo corazón: A mi esposa, Elisabeth, y a nuestros hijos, Alex, Ariadna y Jon. A mis padres, Francisco y Palmira, y a mis suegros, Orestes y Roser. Al resto de mi familia tanto de sangre como de fe. Soli Deo Gloria.



Índice Agradecimientos ..................................................................................... xi Introducción. Abba, una relación evocadora ................................................. 3 Parte I. MI DIARIO DE ORACIÓN .............................................................13 Capítulo I. La narrativa de mi vida a la luz de las respuestas divinas ........... 15 De la credulidad infantil al desencanto adolescente.......................... 15 Segundas oportunidades .................................................................... 18 Orar para encontrar mi pareja sentimental ....................................... 22 Mi vocación, mi profesión .................................................................. 24 Mis tres hijos: mis motivos de oración prioritarios ............................ 31 Confiando en Dios las pérdidas .......................................................... 38 Aprendiendo a objetivar las oraciones ............................................... 38 Capítulo II. En el valle de la desesperación .................................................. 49 Parte II. ORACIONES EN LA BIBLIA HEBREA .............................................67 Capítulo III. El Pentateuco ............................................................................ 67 Referencias en el libro de Génesis...................................................... 68 Referencias en el libro de Éxodo ........................................................ 80 Referencias en el libro de Levítico ...................................................... 88 Referencias en el libro de Números ................................................... 89 Referencias en el libro de Deuteronomio ........................................ 100 Capítulo IV. Los libros históricos ................................................................ 111

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Referencias en el libro de Josué .......................................................111 Referencias en el libro de Jueces ......................................................115 Referencias en el libro de Rut ...........................................................123 Referencias en los dos libros de Samuel...........................................123 Referencias en los libros de los Reyes ..............................................154 Referencias en los libros de Crónicas ...............................................189 Referencias en el libro de Esdras ......................................................217 Referencias en el libro de Nehemías ................................................221 Referencias en el libro de Esther ......................................................228 Capítulo V. Los libros poéticos ................................................................... 231 Referencias en el libro de Job ...........................................................231 Referencias en el libro de los Salmos ...............................................237 Referencias en el libro de los Proverbios..........................................256 Referencia única en el libro de Eclesiastés .......................................258 Referencia metafórica en el libro del Cantar de los Cantares ..........259 Referencias en el libro de Lamentaciones ........................................262 Capítulo VI. Los libros proféticos ................................................................ 269 Referencias en el libro de Isaías .......................................................269 Referencias en el libro de Jeremías ..................................................287 Referencias en el libro de Ezequiel ...................................................302 Referencias en el libro de Daniel ......................................................304 Referencias en el libro de Oseas .......................................................316 Referencias en el libro de Joel ..........................................................322 Referencias en el libro de Amós .......................................................324 Referencias en el libro de Jonás .......................................................325 Referencias en el libro de Miqueas ..................................................331 Referencias en el libro de Nahúm.....................................................332 Referencias en el libro de Habacuc...................................................333 Referencias en el libro de Zacarías ...................................................333 Referencias en el libro de Malaquías ................................................337

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Parte III. ORACIONES EN EL NUEVO TESTAMENTO ................................ 343 Capítulo VII. Los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles ....................... 343 Referencias en Mateo ...................................................................... 343 Referencias en Marcos, Lucas, Juan y los Hechos de los Apóstoles . 367 Capítulo VIII. Las epístolas paulinas ........................................................... 391 Referencias en la epístola a los Romanos ........................................ 391 Referencias en las epístolas a los Corintios ...................................... 398 Referencias en la epístola a los Gálatas ........................................... 409 Referencias en la epístola a los Efesios ............................................ 411 Referencias en la epístola a los Filipenses ........................................ 415 Referencias en la epístola a los Colosenses...................................... 416 Referencias en las epístolas a los Tesalonicenses ............................ 417 Referencias en las epístolas de Timoteo .......................................... 421 Referencias en la epístola a Tito....................................................... 423 Referencias en la epístola a Filemón ................................................ 425 Referencias en la epístola a los Hebreos .......................................... 426 Capítulo IX. Las epístolas apostólicas ......................................................... 431 Referencias en la epístola a Santiago ............................................... 431 Referencias en las epístolas de Pedro .............................................. 435 Referencias en las epístolas de Juan ................................................ 440 Referencia en la epístola a Judas...................................................... 442 Capítulo X. Apocalipsis ............................................................................... 445 Parte IV. LA ORACIÓN COMO ALABANZA ............................................. 445 Capítulo XI. Salmos, himnos y cantos en el Nuevo Testamento .............. 453 Parte V. ORACIONES Y REFLEXIONES DE CREYENTES CÉLEBRES ............ 453 Capítulo XII. Creyentes célebres ................................................................ 493 Conclusión .................................................................................................. 499 Anexo I. ORACIONES EN LOS LIBROS DE JEREMÍAS Y LAMENTACIONES . 505

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Desesperación, espera y encuentro ...........................................................505 Anexo II. ORACIONES EN EL LIBRO DE JONÁS ....................................... 465 La odisea de Jonás ...................................................................................... 517

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Agradecimientos En primer lugar, quiero manifestar públicamente mi gratitud a las personas que me han acompañado en esta aventura llamada libro. A riesgo de dejar de nombrar a alguna de ellas, enumeraré un listado de gran valor afectivo para el que suscribe estas páginas. A Rubén Sánchez, por creer en mí y animarme a que escribiera artículos para AEGUAE –mediante la publicadora online Aula7activa–1 en colaboración con Spectrum, en la sección correspondiente de Caféhispano. Sin su plena confianza posiblemente nunca me habría planteado escribir. A Roberto Badenas, por su amabilidad desde el primer momento en que le comuniqué mi proyecto sobre la oración que ahora ve la luz. Nunca he olvidado un consejo oportuno que me dijo cuando me planteé este reto: escribe diariamente. Hay que hacerse eco de la exhortación divina dada a los escritores bíblicos. ¡Escribe! Desde esta perspectiva asumo que la escritura se entiende como una excelente forma de encuentros.

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Aula7activa. https://aula7activa.adventista.es/ [consulta: 18 septiembre

2022].

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A mis buenos amigos y colegas de profesión Anma Troncoso y Manel López. Ambos han sido de ayuda por sus habilidades como lectores y correctores en cuanto a algunos aspectos de revisión ortográfica. Ambos han compartido con buena disposición mi entusiasmo sobre este tema. A mis apreciados exalumnos, Marc Ortega y David Márquez, por sus constantes muestras de complicidad en frecuentes y variadas conversaciones sobre lo humano y lo divino. Los dos manifestaron interés en ver acabada y publicada esta ópera prima. De igual manera, siempre atesoraré en lo más profundo de mi corazón los comentarios positivos efectuados tanto por Juan María Tellería como por Mercedes Gascón. Así mismo, aprecio diferentes conversaciones y sugerencias sobre el tema tratado con Alfredo Catalán, Jarib Sánchez, Esther Fernández, Esther Gómez, Maite Albertón, Marc Lapedriza, Isaac Llopis, Esther Giménez, Fran Hernández, Maira Posse, Diego Calvo, Ramon Gelabert, Josep M. Prat y José A. Martínez. Doy gracias a Dios por permitir que nuestros caminos se hayan entrelazado a lo largo de nuestras vidas. A la institución para la que trabajo y sirvo, el Col·legi Urgell. A su director, Antonio Polo, por su gran aporte a la mejora de algunos aspectos del texto tanto en forma como en contenido con sus oportunísimas sugerencias. También por su valoración personal del libro colaborando a que este proyecto siga creciendo. Además, tanto él como la profesora Isabel Prieto me han facilitado bibliografía en torno a alguna cuestión puntual. Hacia ambos tengo una deuda de cariño y gratitud por la confianza mostrada. xii


Mención aparte merece el aporte que Josep Antoni Álvarez ha tenido en cuanto a aspectos de carácter formal. Gracias por resolver las dudas de un neófito en cuestiones tipográficas. Gracias por tu paciencia y sapiencia en este arte de hacer libros. Me considero un privilegiado de tenerte como colega de profesión, pero por encima de todo como un gran amigo. De manera especial, quiero destacar a Víctor Armenteros por su cariño y respeto mostrado con la lectura del texto. Por sus eficaces y brillantes sugerencias, muy tenidas en consideración a fin de mejorar el resultado final. Por su implicación en que este trabajo pueda ver la luz online. Nunca tendré suficientes palabras de gratitud por la confianza mostrada. ¡Qué alguien con su calidad humana, y su incontestable trayectoria intelectual, haya querido asesorarme se ha convertido en una grandísima bendición! A ti, querido lector, que dedicarás parte de tu tiempo a abrir estas páginas y sumergirte en una búsqueda del tema propuesto. Me dirijo a ti con la mayor humildad y honestidad posible. Me confieso un discípulo permanente del Maestro galileo, Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios y el Hijo del Hombre. Sin Él, nada de lo dicho aquí tendría sentido. Todo mi afecto, gratitud, y adoración a su persona. Y a Dios Padre, por no dejarnos huérfanos, adoptándonos mediante su Santo Espíritu para enamorarnos de su Hijo Jesucristo, el que –vive de entre los muertos–. Al ÚNICO que describir, –escribiendo sus maravillas en la vida de los hombres–, para seguir disfrutando así del Dios vivo que nos oye, y se hace enigmáticamente respuesta real. xiii



La fe es madre de la oración; pero hay ocasiones en las que las hijas tienen que alimentar a las madres. Søren Kierkegaard Diarios XII A 531, en Jounal IV. París: Gallimard, 1954-1963, pp. 145-146.



Introducción

Abba, una relación evocadora Esta no es una introducción al uso. Se trata más bien de situar la temática del libro desde una narrativa poética. Sin más, os dejo con la lectura de uno de mis escritos preferidos: «Abba, una relación evocadora».

Abba, papá, papito, grito de pertenencia, según culturas enseñadas; liberación del amor expresado en un vocablo; expresión de la ternura en las cuerdas vocales del niño o la niña hacia su progenitor masculino. Su pareja, su homólogo, Imma, mamá, mamita. Más íntimo, menos expuesto, más carencia pública, al no ser escrito por los apóstoles en los evangelios, al ser enunciado en la presencia del hogar. Abba, en boca de Jesús, anuncio provocador de que Yahvé, Elohim, el Señor, se ha acercado a nosotros. Anuncio de sus intenciones de ser reconocido siempre como Hijo de Dios, pese a que le vaya en ello su sudor, sus lágrimas, su prestigio social y su líquido rojizo, símbolo de la vida, llamado sangre.


4| Abba, una oración inacabada Abba, eslogan irreverente que movió al escándalo a las jerarquías sacerdotales, esclavizadas en formas litúrgicas más distantes y reconocidas. Ruptura con las formas muertas de las relaciones monótonas y repetitivas. Abba, vínculo directo, espontáneo, familiar, cercano, mediante el que construir nuestras emociones confiadas a la intimidad del Padre. Expresividad de mutuo reconocimiento y compromiso con el Otro. La impronta del Otro –del progenitor– en uno mismo. Abba no es presunción del orgullo humano sino relación en disposición de escucha. Abre las compuertas comunicativas de nuestro cerebro ante el decir del que nos guía, y nos enseña desde su autoridad moral, legal y social. Se instala, dicha palabra, en nuestras inquietudes obsesivas para calmarlas en la quietud de las tranquilas aguas y demás fluidos corpóreos de nuestro organismo. Abba, un espacio de relación privada hecha sonido, y eco público ante los ojos de los que ocupan junto a nosotros el ágora, el espacio de afirmaciones y discusiones verdaderas, preñadas de teodiceas. Abba, destino compartido, referencia compasiva, oportuna oportunidad. Énfasis en la necesidad mayúscula de seguridad para náufragos humanos en los terribles océanos del llanto, y en las desérticas tierras de infelicidad. Abba, el último grito, testimonio de que nuestro desgarro interno tiene un testigo. Sufrimiento compartido. Dios Padre, comprometido en la cotidiana existencia. Solidaridad silenciosa con su


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Hijo, desgarrado en la cruz. Amarga respetuosidad del dolor unísono. Evocación hecha denuncia de la injusticia disfrazada, y causada para disfrute del Sádico Antiguo y torturador de los mártires, hermanos. Esteban y Pablo. Enemigo vencido de Dios, en apocalípticos pasajes de resucitada esperanza. Abba, conmoción conmovida, declaración de vida imprescindible a nuestro favor. Sentido eterno de nuestro efímero vivir. Abba, espero de ti lo imposible para mí aquí. Pese a toda circunstancia contingente, ancla mi llamado en tu corazón trascendente. Elevo la voz de mi mente al optimismo de tu bondad empática ante lo tétrico; de tu belleza creadora ante lo lúgubre; y de lo justo ante lo corrupto y funesto. Abba, mi debilidad corporal apela a tu fuerza imperecedera. Polvo y cenizas, transformado a su debido tiempo en luz incorruptible, en corporeidad inmortalizada, sin fecha de caducidad. Siempre llevada a la velocidad de la existencia, hecha presencia y presente permanente. Abba, clamor utópico e idílico del marginado en el madero. Lucha titánica contra el menosprecio verbalizado en despectivos insultos. Perdón resignado, renuncia a la tentación de ser Dios, y nos Hijo del Hombre, ante el umbral del valle de tinieblas mortales (Salmo 23), propiedad de su enemigo. Hipoteca a liquidar a favor nuestro. Abba, visión de la Santa Cena, del festín de felicidad en el Nuevo Pacto. Vuelta al hogar del desheredado.


6| Abba, una oración inacabada Abba, compendio de gratitud, respeto y cariño, sean cuales sean los avatares intrínsecos a nuestro devenir cristiano. Apelación lógica a la sabiduría escatológica, triunfantemente realizada en las primicias maravillosas del Rey de Gloria (Salmo 24). Abba, corrección divina al infinito deseo protagórico, prometeico, narcisista y autocomplaciente de ser dioses frágiles en sí mismos. Abba nos instala en un brazo de la palanca como una carga, o resistencia, elevada fácilmente por el brazo motor de Dios Padre. Y es el punto de apoyo que hace levitar nuestra vida de carga, o las cargas de nuestra vida, soportando todo sin rupturas ni dobleces. Abba nos aporta la capacidad de Dios para manejar nuestras crisis de fe, causas de grandiosos hundimientos en los banquetes de la culpabilidad, causa de renuncias a paraísos prometidos. Abba es escuchar con nuestros oídos a nuestros labios suspirar por ver a su Hijo regresar en su triunfante día, en el alba de la dichosa esperanza. Ser eternos okupas en la casa del Padre. Sin frustración para nuestra autoestima. Abba, los latidos de tu corazón son música y ritmo, danza alegre, que te atraen hacia nosotros, tus redimidos. Gozaremos de libertad universal sin virus pandémicos ni murallas violentas de intolerancia. Lugar donde la ingratitud no volverá a hacer su guarida nunca, jamás.


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Abba, estructura fraternal, expresión dialógica, palabra comedida que limpia nuestra mente de pensamientos abstractos, superfluos y vacuos respecto de los intentos de teorizar sobre Dios. Abba, habla que tu hijo e hija escuchan limitada, imperfecta pero decididamente enamorados de tu fantástico existir. Abba rompe los límites del silencioso espacio etéreo, llamado aire o cielo, para expandir cual radio sus ondas moduladas de frecuencia amorosa invencible. Reclama suplir la carencia, que confina la vida a una alienación desinteresada por lo básico, amar en el rostro del otro, los rasgos infinitos del Creador. Abba, símbolo semiótico rico en semántica privilegiada, que me hermana con lazos de amistad espiritual con mi semejante desemejado. Igualdad conceptual ante los que sienten con cara y ojos, melenudos o calvos, pescadores o mecánicos, oficinistas o empresarios, amas de casa o samaritanas, junto al pozo de Jacob, ricos banqueros o pensionistas y desempleados. Abba, sentimientos para todos, aspiraciones y expectativas, sueños por cumplir, pesadillas desterradas para los que se instalan en el futuro ideal de las bienaventuranzas. Verdaderas promesas de ilusiones acariciadas en el nuevo amanecer de la Jerusalén esperada. Abba, Jesús de Nazaret, hermanado con esta caída humanidad, maestro de eternidad, artista de la moral, aprendiz en la carrera de sobreponerse a los conflictos, mediador en las disputas irracionales del fanatismo extremo, sabio batallador para iluminar la huida del


8| Abba, una oración inacabada reino de Hades, tránsfuga de las sombras terrenales a las corrientes estelares de auroras celestiales. Abba, metáfora de asociaciones y correspondencias sabidas: Como la tinta al papel le hace ser útil, como la hoja es transportada al azar por el huracán hecho viento, como el poeta escribe un verso imaginado, así necesito tu llamado. Como el bebé se adormece saciado en el pecho, como el futbolista es motivado por su afición, como el delantero necesita el gol, así necesito de tu fuerza y valor. Como el banquero necesita los bonos, las acciones y los intereses crediticios, así necesito inspiración en los lirios del campo y en las aves salvajes para ser humilde ante tu providencia. Como el cántico de Moisés y el Cordero, como el silbido matutino de los pájaros en la arboleda, como pez en el Mediterráneo que escapa de las redes tiránicas, así necesito asumir tu cantar, símbolo de alegría y paz. Como Barcelona presume de su Sagrada Familia, como Londres de su Big Ben, como París de su Torre Eiffel, como Atenas de su Acrópolis, como Roma de su Coliseo, así necesito ser tu obra de arte, esculpiendo, Tú, en mi personalidad tu infinita bondad. Como el bombero necesita escapar de las llamas del incendio tras su manguera, como el accidentado necesita oír el sonido de la ambulancia abrirse espacio entre el fluir del tránsito, como el infartado necesita de su corazón en el quirófano, así necesito, Padre celestial, de la presencia de tu Espíritu Santo.


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Abba, en boca de Jesús en la cruz, proyecto comprometido, verbo hecho acción, texto amoroso, predicación confiada, compañía esperada, (salmo 22), salvación realizada y ejecutada. Abba, necesidad solucionada, soledad acompañada, locura creíble, Buena Nueva anunciada, resurrección afirmada. Abba, «los límites de mi lenguaje son los límites de mi conocimiento», diría el segundo Wittgenstein. Los límites de mi lenguaje son los límites de mi descripción acerca de ti hoy. Ofrenda de labios escrita sobre documento de Word. Cabe precisar que la estructura del libro está concebida para ayudar a que pueda ser leído de manera independiente una parte de otra, al mismo tiempo que se reflexiona y se invita a poner en práctica la oración. Sin prisas, recreándose momento a momento en la comunicación con el Padre celestial. Se dialoga desde nuestro presente con cada escritor bíblico a fin de crecer en el vínculo con su Hijo Jesucristo de manera viva y eficaz.



No les ocultaremos estas verdades a nuestros hijos; a la próxima generación le contaremos de las gloriosas obras del Señor, de su poder y de sus imponentes maravillas. Salmos 78, 4



Parte I MI DIARIO DE ORACIÓN



Capítulo I

La narrativa de mi vida a la luz de las respuestas divinas De la credulidad infantil al desencanto adolescente Como cualquier niño con una madre temerosa de Dios se me educó en la fe de mis mayores. Tengo recuerdos tiernos e inocentes de la época de mi infancia donde mi madre, Palmira, me decía que era buena opción rezar por las noches. También antes de tomar la confirmación en la fe católica, me aprendí de memoria el Padrenuestro, el Avemaría y el Gloria. Este último era mi preferido por ser brevísimo, y estar dedicado al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Después con la adolescencia vino el desengaño, la culpabilidad, el desencuentro y el desencanto apático con la fe mayoritaria de la sociedad española. Me dejé llevar por el deseo de mi corazón, sin tener en cuenta la obediencia a la ley de Dios, ni tampoco una relación de admiración hacia el conocimiento del Altísimo. Me alejé de todo edificio religioso y de sus ritos. Sin embargo, ante


16| Abba, una oración inacabada problemas y dificultades propias de la edad, siempre clamaba pidiendo socorro a Dios como benefactor de la humanidad y de mis circunstancias personales. Para mi sorpresa pareciera que estos gritos interiores de petición eran oídos, y mi suerte cambiaba a mejor. Pareciera que el favor de Dios era una prolongación del amor y la protección de mis queridísimos padres. Ellos fueron siempre la mejor expresión de la comprensión del amor divino en aquella etapa de formación de mi carácter. Recuerdo que tras la muerte de mi padre, Francisco –papá para mí–, busqué entre sus notas y libretas, en las que apuntaba los textos bíblicos estudiados con el pastor Julián García –perteneciente a la Iglesia Cristiana Adventista del Séptimo Día–. Al final siempre anotaba una oración escueta, y repetitiva. El contenido de la misma se refería a sus hijos. En mi mente siempre me martilleaba la misma pregunta: ¿qué pide por nosotros? Ese deseo expresado a Dios no lo sé. Solo me queda imaginarlo. Seguramente ese secreto se lo llevó a la tumba aquella gélida tarde invernal. Trágico lunes accidentado que al anochecer anunció densas sombras en mi temprana existencia adolescente. Quince años de felicidad sacudidos por un instante de descarga eléctrica de alto voltaje. Esa traumática pérdida transformó mis estructuras de sentido de tres maneras. Primero, aprendí que la muerte es el principal problema a resolver y a afrontar en nuestra existencia. Siempre llama a la puerta sin ser invitada ni imaginada siquiera. Seguidamente, te das cuenta de que nadie es imprescindible en ningún trabajo ni en ninguna empresa, puesto que en cualquier


Parte I: Mi diario de oración |17

momento la vida se desvanece como neblina, y se nos escapa a traición el último aliento. Dejamos de ser. En tercer lugar, nadie se muere de pena si tiene alguien a quien amar, y solo para la familia somos irremplazables. El vacío afectivo que nos deja la pérdida es tan intenso e inabarcable. Mi maestra espiritual fue mi madre. Lloró. Se esforzó. Luchó. Se deprimió emocionalmente. Se superó a sí misma. Se refugió en el Dios de Jacob. Como una leona amenazada, decidió que sus hijos, Francisco, José Manuel y Clara, la necesitaban más que nunca. Clamó desde el dolor al Dios de Job, y a su Hijo, el Señor Jesús de Nazaret, para que su Santo Espíritu trajese consuelo y paz en las vidas rotas de su mutilada familia. No fue fácil. Ella acababa de abrazar la fe evangélica en Dios –junto a su difunto marido– hacía unos meses. Se había integrado en la comunidad de cristianos protestantes adventistas del séptimo día de mi ciudad natal, Puerto de Sagunto, bañada por las cálidas aguas valencianas del Mediterráneo, y supervisada por las ruinas romanas del castillo, conquistado por Aníbal en la Segunda Guerra Púnica. Casus belli entre Cartago y Roma. Mi madre nos leía cada mañana el libro de los Proverbios –antes de que nos fuésemos a trabajar con dieciséis años–. A mí me molestaba profundamente porque estaba enfadado con Dios. Creía que era un juez severo que coartaba mi libertad. Deseaba ahogar mis penas en el escapismo. Mi conciencia me decía que tenía que hablar con Dios, pero mis ansias de felicidad, y mi búsqueda de sentido, no las depositaba ni las apostaba a la carta ganadora. Dios


18| Abba, una oración inacabada se me manifestaba distorsionado, lejano, transcendente, y extrañamente comprensivo conmigo. Me concedió una esperanza desde el primer minuto de la muerte de mi papá para no sufrir por él. Sabía que había fallecido en paz con Dios. Sabía que resucitaría en la resurrección de los justos. Sabía que era muy amado por Dios, y por los que lo conocíamos. Sabía que podía algún día volver a vivir con él en la Nueva Tierra –descrita en Apocalipsis capítulos 21 y 22–. Ahora bien, ¿cuál sería mi destino eterno?, ¿cuál sería mi decisión? En esos contradictorios años una pregunta se adueñaba de mi mente: ¿seré buena tierra según la parábola del sembrador contada por Jesús? ¿Podré amar al Padre celestial y vivir en paz? ¿Seré capaz de divertirme algún día participando en las actividades de la iglesia a la que asiste los sábados mi madre? ¿Podré cambiar mi estilo de vida? ¿Lo entenderán mis dos mejores amigos: Carlos y Josemari?

Segundas oportunidades Un viernes noche llamé desde la sala de urgencias del hospital a mi casa. Mi pierna estaba vendada. Por suerte para mí solo fue un susto. La moto quedó debajo del coche. Yo iba de «paquete». No se utilizaba casco porque en el año 1986 no había legislación pertinente que obligase. Quince días de reposo en cama. El apóstol Pablo cayó al suelo camino de Damasco, y vio la luz que le permitió encontrarse con Jesús de Nazaret. Yo no vi ninguna luz ni oí


Parte I: Mi diario de oración |19

ninguna voz. El accidente tuvo lugar a la altura del antiguo sanatorio que me vio nacer físicamente en un día veraniego al ocaso del mayo francés del 68. Aquella noche algo nació en mi interior. Me responsabilicé ante Dios de entregarle mi vida, y de preocuparme por conocerle. No podía darle más largas. Mañana podía ser tarde. Le dije al Señor que si me amaba como me decía mi madre, era el momento de hacer imposibles humanamente hablando conmigo. Le concedía la oportunidad de abrir mi corazón al estudio de la Biblia con un pastor de la Iglesia Cristiana Adventista del Séptimo Día. Una tarde-noche se presentó en mi casa un joven vasco licenciado en teología, cuyo primer destino fue la iglesia de mi ciudad. Juanmari escuchó mi inquietud, y supo responder magistralmente a mis interrogantes. En especial, al primero que formulé: ¿cómo puedo amar más a Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios? Su amistad, y la de su querida familia, formará siempre parte de dicha respuesta divina. Esta etapa se convirtió en una reorientación de mi vocación. Toda mi felicidad se basaba en aprender día a día de la Palabra de Dios, y entender la vida espiritual. Nací a la esperanza de la resurrección por la gracia de Cristo. Morí a una vida sin sentido ni compromiso con el Señor del universo. Pedí ser bautizado por inmersión como Jesús en el Jordán. Esa navidad –un 27 de diciembre de 1986– me tocó la mejor lotería posible. Me convertí a mis dieciocho años de edad en un bebé del Reino de los Cielos. La paz, la esperanza, el amor y la vida del Espíritu de Dios fluían en mi torrente sanguíneo. Mi corazón palpitaba desbordado de alegría.


20| Abba, una oración inacabada Quería dejar de trabajar en el taller de chapa y pintura del automóvil en el que se iba consumiendo mi juventud hasta mi reclutamiento militar obligatorio. Anhelaba volver a estudiar de nuevo, y ser útil como pastor al Padre de mi Señor Jesucristo. Estando en Paterna, sirviendo en el ejército, convalidé estudios de FP1 a Bachillerato. Actualmente todavía me sigo preguntando si puedo amar al Rabí de Galilea más y mejor. De ahí esta necesidad de narrar mi relación con el Dios del cielo por lo que ha hecho por mí y conmigo hasta este momento. Le agradezco la amistad de su Hijo Jesús, nuestro sumo pontífice e intercesor celestial. A Él sea dada toda la honra, y gloria, por su amor hacia mi persona. Mi amor a Dios me llenó de cariño a mis semejantes. Durante el servicio militar fui llevado a crecer en relaciones como testimonio vivo del poder de Dios. Era rara avis. Mi lectura de las Escrituras les sorprendía. Mi mentalidad les provocaba respeto y curiosidad. Algunos mandos militares como mi teniente o mis sargentos primeros de la Compañía de Carburantes –presté servicio en el taller de chapa y pintura del Escalón– inquirían para saber sobre mis creencias debido a mi talante y a mi personalidad. Recuerdo un compañero que hacía de armero que me confesó sus prejuicios religiosos. Para él cualquier creyente en Dios era tildado de ignorante supersticioso. Mi manera de ser le incomodaba debido a su ateísmo confeso. Había corregido la prueba de cultura general. Aquel viernes por la mañana nos formaron para acceder al comedor. Allí sentados se nos pasó la prueba de nivel. Antes de entrar le pedí al Señor


Parte I: Mi diario de oración |21

Jesús que me ayudase a darle honra a su persona. Le rogué –después de algunos años sin estudiar– que pudiese hacer un buen examen. Este compañero meses después necesitaba por fin decirme que al ver mi nota se sorprendió favorablemente. Decidió que no podía ser que mantuviese su prejuicio hacia mí teniendo una de las notas más altas. Yo no le di importancia porque habíamos aprendido a llevarnos bien, aunque me alegré al saberlo como confirmación de la respuesta del Señor a la petición de mi corazón. Fue en ese año que convalidé estudios de Formación Profesional a Bachillerato a distancia (INBAD). Quería prepararme académicamente para ser útil a mi Dios, a mí mismo y a mi prójimo. Solicité el pase pernota para ir desde las 19:00h a las 21:00h a clase. Ahora sé que los dones que Dios nos da son su regalo de amor para nosotros, pero lo que hacemos con estos sirviendo al prójimo es nuestra ofrenda de amor a Él. Años más tarde me sucedió algo parecido cuando me saqué el carnet de conducir. Siempre he puesto a Dios en mis retos cotidianos. También en la prueba de selectividad le pedí obtener un diez en latín por agradecimiento hacia alguien que me enseñó a amar esa lengua muerta, y a traducirla. Así sucedió. Expresé aquella petición en voz alta delante de mis amigos Juanmari y Rosa. Recuerdo que estábamos cenando en su casa. El único diez en selectivo de mi promoción en latín fue el mío. Así le devolví todo mi reconocimiento a este prodigioso intelectual, que no solo me enseñaba a amar la Palabra de Dios sino también el estudio en general, y las lenguas clásicas en particular. Así recibí con gratitud la felicitación


22| Abba, una oración inacabada del que era mi actual profesor en COU, Miguel Ángel Roig, a la vez que pudo ser felicitado el CAS2, por la buena labor realizada en dicha área.

Orar para encontrar mi pareja sentimental Estas pequeñas respuestas e intranscendentes para cualquiera que no sea yo, han ido retroalimentando mi confianza cotidiana en el Dios invisible e inaudible. Sin ellas, quizá mis dudas se habrían agigantado en los momentos de silencio divino. Desde aquí seguiré narrando una de las peticiones más transcendentes que le hice a mi Dios. Encontrar a mi compañera sentimental, Elisabeth, mi amada, mi mujer, mi amiga, mi cómplice, mi amante, la madre de mis hijos, mi alter ego, mi esposa, mi confidente, mi media naranja, es decir, mi amor. Recuerdo oraciones escritas a solas con Dios y lanzadas hechas pedacitos pequeños de papel al mar –tras leer sus promesas expresadas en los salmos–. Le decía que sentía la soledad de Adán. Le decía que me había enamorado de aquella joven catalana en tierras valencianas. Nos conocimos en el CAS (Colegio Adventista de Sagunto). Actualmente CEAS. Siempre estará en mi corazón esta institución educativa. Mi deuda de gratitud a toda la comunidad educativa es eterna. Oré a Dios por esta chica, y un día me inspiré en la petición que el hombre de confianza de Abraham suplicó a YHWH para encontrar esposa adecuada para Isaac. Rebeca abrevó a los camellos y le dio de beber a él primero. En mi caso, 2

Colegio Adventista de Sagunto, actualmente denominado CEAS.


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pedí que, si al día siguiente comíamos juntos sin que mi voluntad nada tuviese que ver, sabría que era aprobada mi elección sentimental por mi Dios. No quería equivocarme. Sentía pánico y vértigo ante tamaña responsabilidad. Era consciente de que podía ser un pequeño paraíso aquí, o un verdadero infierno la convivencia en pareja. Aquel día ella, por pura coincidencia –debido a una situación concreta–, terminó comiendo en la casa a la que yo estaba invitado. De esa mala noticia recibida en ese día tan especial, ella necesitó el consejo de una amiga común, y allí ocasionalmente tenía que comer yo, sentado a la mesa la miraba. Así lo supe. Tres años de paciencia, y tensa espera, hasta que me decidí a explicarle por carta manuscrita y por teléfono fijo –no existían ni los móviles ni las redes sociales– mi sentir en una declaración de amor. Nos hicimos novios, y desde entonces, hemos superado muchas situaciones favorables y adversas, en las que el amor de Dios ha crecido en nuestro hogar de manera recíproca. Hemos sabido disfrutarnos, alegrarnos, reírnos, discutirnos, pelearnos, perdonarnos, respetarnos y potenciarnos el uno al otro, amándonos. Nos sabemos dependientes de la voluntad amorosa del Señor Jesús, y de su presencia espiritual en nosotros para educar a nuestros hijos, Alex, Ariadna y Jon, en sus enseñanzas, conforme a sus mandamientos. Estos veintitrés años juntos los considero increíbles, y fuente de gran bendición. Son muchísimos los días luminosos, y pocas las noches oscuras. Siempre hemos hecho caso al Maestro galileo cuando sentenció que no ha de ponerse el sol sobre nuestro enfado, y que


24| Abba, una oración inacabada vale la pena tender puentes de reconciliación a la persona amada, pese a sentirse dolido u ofendido puntualmente. Aquí radica la importancia de saberse parte del propósito de los planes de Dios para la edificación de su reino de los cielos en las conciencias.

Mi vocación, mi profesión Ser profesor en un colegio cristiano de la religión que profeso ha sido un reto de fe hecho realidad. Así puedo desarrollar el pensamiento anteriormente expresado. Me ha permitido y me posibilita un compromiso de servicio activo con mi prójimo, en especial, con la adolescencia, ya que imparto clases en la etapa de Educación Secundaria Obligatoria en el Col·legi Urgell de Barcelona. Ahora ya hace dieciocho años desde que comencé. Era el verano de 1998 cuando tuve respuesta a una oración escrita hacía años. Mis desalientos, y mi calvario laboral tocaban a su fin. Mi desierto espiritual comenzaba a ser regado, y a fructificar en mi mente la esperanza. Estudiar filosofía había valido la pena. Gracias a la cultura clásica, y a la ética filosófica, comencé este descubrimiento vocacional. Fueron mis primeras materias impartidas a la primera promoción de la ESO cuando cursaban 3º. Siempre agradeceré a Manel López, mi jefe de estudios de entonces, y al director Antonio Polo, por esa oportunidad dada a un inexperto docente como era mi caso. Todo lo aprendido en la universidad como templo del saber humano, y todo lo forjado en experiencias profesionales varias en


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los sectores primario, terciario, y secundario –de este último fui rescatado a mis treinta años de edad– han permitido moldear rasgos de mi personalidad, y afinarla como un arpa capaz de producir una atmósfera celestial a través del espacio en el que se mueven sus ondas de influencia. Como otros gigantes de la fe, José, Moisés, y Pablo –a quienes admiro profundamente– podía dedicar mi tiempo laboral a trasmitir desde «púlpitos de tiza» y «pizarras de amor» las enseñanzas del Señor Jesús en los corazones de mis alumnos. Así he integrado la fe en Dios como perspectiva educativa en cualquier materia, área o asignatura del currículum. Ríos de agua viva brotaban de nuevo en mis redes neuronales, y en mis relaciones con la comunidad educativa a la que todavía pertenezco. ¡Dios me ha manifestado tanta bondad gratuita, y tanta consideración hacia mi persona! Deseo la eternidad solo para abrazarlo en la persona de su Hijo Jesucristo. Deseo darle gracias, y mil gracias, por tamaña bendición en este valle de inapetencia intelectual, crisis global y generación desenfocada en el mundo esperpéntico de las pantallas. Amo mi vocación profesional y me ofrezco como ofrenda viva y activa a Dios, a fin de poder favorecer e influir positivamente en las vidas de chicos y chicas de toda procedencia geográfica, sociocultural, racial, ideológica y religiosa, que han compartido mis aulas, y enriquecen mi actual tutoría de 2º de ESO. Nunca podré expresarles totalmente mi más sincera gratitud, pues hay sentimientos y emociones para los que las lágrimas de alegría a solas son la única expresión posible.


26| Abba, una oración inacabada Me gustaría explicar mis dudas, mis inseguridades, mis miedos, los silencios divinos durante años, y mi salto al vacío por fe, en lo que creí entender como el paso necesario para obtener la respuesta a mi oración –mantenida en esperanza contra toda esperanza desde el año 1995 hasta el 1998–. Es cierto que fue más en concreto el curso académico 1999-2000 el año de prueba superada. Desde aquí mi reconocimiento a mis primeros alumnos, y a mi primera tutoría de 3º de ESO. Sin su colaboración y reconocimiento profesional, me habría perdido en lo accesorio del proceso educativo. Quizá la primera cita bíblica del apóstol Pablo a la iglesia de Corintios –compartida con ellos en mi primera clase como profesor de Biblia– fue toda una declaración de intenciones. Les dije que aceptaba el reto de ser su tutor en base a la promesa del Señor Jesús: «bástate mi gracia porque mi poder se perfecciona en tu debilidad». Entendí esta sentencia como carencia de experiencia, y oficio –que no de ilusión y dedicación exhaustiva– para ocuparme de dicha etapa existencial, cuya etimología sorprendentemente significa carecer; adolecer del potencial al que están destinados en su proceso madurativo –según las etapas evolutivas de Piaget–; o la concreción de la potencia en acto del ser –en lenguaje metafísico aristotélico–, sustancialmente esencial para devenir persona en plenitud. Comenzaré a relatar los hechos –groso modo como fueron percibidos por mí– durante el proceso de la respuesta divina esperada, y cómo fui capaz de inspirarme en la prueba de reducción al absurdo que llevó a término el juez bíblico Gedeón. También incidiré


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en cómo fue vivenciada por mi entorno. De nuevo mi mente formada en la filosofía entendía a este héroe de la fe desde la lógica formal aplicada a la vida cotidiana. Pasada dicha reducción al absurdo, supe en mi interior que sería profesor en el Col·legi Urgell. El denominador común otra vez como se puede intuitivamente adivinar pasa porque mi voluntad no pueda ser parte activa en la confirmación de la respuesta divina. Sí en el proceso contingente de la verificación de las condiciones de posibilidad. Me explico. Tres eran las condiciones sugeridas a Dios por mí para creer que mi deseo de abandonar mi infierno laboral, llamado fábrica, tocaba a su fin, tras dos durísimos años de resistencia psíquica llevada al límite, ya que mi trabajo consistía en estar metafóricamente «encadenado» a la soledad de la incomunicación, bajo el aplastante ruido de las prensas hidráulicas, desmanteladas en agosto de 2013 debido a la gran crisis del sector industrial. Así me pasaba horas, días, meses, y un año tras el otro, esperando ser liberado por mi Dios –antes de que los días de mi esclavitud moderna fuesen «oídos»–, y me encontrase en pleno proceso de desmoralización interior y cuestionamiento del sentido de mi existencia. Los silencios de Dios no son fáciles de soportar para sus hijos mientras duran, y nada significativo ocurre a nuestro alrededor. Me encanta la expresión dicha por Moisés a faraón: «YHWH el Dios de los hebreos nos ha encontrado y quiere que salgamos de la esclavitud y vayamos al desierto a adorarle». Al desierto fue llevado Jesús a ganar la batalla de la tentación al que tiraniza a las naciones, Satanás, pues suyas son según Mateo en el capítulo 4. Allí ganó el


28| Abba, una oración inacabada Señor el derecho de la libertad de conciencia para adorar a Dios, su Abba. Por ello, me gusta pensar que me sacó al desierto económico del desempleo para ocuparme de que los jóvenes se acercasen en libertad a Él, sin ningún tipo de impedimento. Por ello, agradeceré a Gedeón que su vida, y su encuentro con el Señor Jesús, el Ángel de Dios, Miguel, me hayan servido de guía para transformar mi realidad laboral histórica. Su vida fue para mí fuente de inspiración motivacional para ver mi lamento convertido en alegre entusiasmo. Supe que no encajaba en aquella fábrica, a pesar de que muchos otros eran felices allí. Decía que mis tres condiciones secretas, basándome en una realidad y su contraria –léase «lana seca o mojada» en relación con el «rocío nocturno»– fueron las siguientes: 1ª- Que mi suegro Orestes, mi madre y mi mujer me apoyasen moralmente en la decisión de dejar el trabajo, habiendo estrenado la paternidad –mi primogénito, Alex, tenía cuatro meses–. Ellos no sabían que sus decisiones eran una condición de mi fe en la voluntad divina. 2ª- Que mi tío Aurelio y mi prima Pilar, me permitiesen un capital económico para durante un año poder pagar la hipoteca mientras conseguía ser profesor, y cobrar un sueldo de la Generalitat para podérselo devolver. Así ocurrió. Siempre estaré agradecido al Dios del cielo por ellos. Su generosidad, ayuda y confianza depositada en mí me han cambiado la vida. Me honra quererlos, y decirles lo mucho que han hecho para que yo sea lo que soy. Mi familia –no distingo entre la mía o la de


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mi mujer– es una gran bendición. En lenguaje actual, un gran activo humano incalculable e impresionantemente maravilloso. Hubo momentos de gran expectativa como cuando mi suegro Orestes le dijo a mi querido primo, José, sobrino suyo, mi encargado en la fábrica, que merecía el derecho a intentar ser profesor, y si me salía mal, pues que ya buscaría otro trabajo en otra empresa que no fuese esa fábrica. Decisión salomónica de alguien con un sentido común, y buen juicio, que muchos que profesan una vida de piedad quisiesen para sí mismos. Tanto conmigo como con mi cuñado, Alfredo, se ha comportado siempre como un segundo padre aquí en la tierra. Una de las grandes bendiciones del Señor para mi necesidad de huérfano paterno sin duda. Nunca quiso ocupar ese puesto. Se lo regalé por apostar por mí desde el primer minuto como posible esposo de su hija. Yo tan solo era un estudiante de filosofía sin oficio ni beneficio aparente. Mi primo –y jefe mío– me dijo que no dejase un trabajo fijo. Me consta el mucho cariño y complicidad que nos unía. Durante años la seguimos manteniendo. Entendí que a ojos humanos era una locura. Pasé a cobrar mucho menos. En el colegio tampoco sabían si yo encajaría, y por supuesto, me encargué de comunicar a las esferas correspondientes que mi decisión de no compatibilizar la fábrica y la escuela –pese a las facilidades horarias por ambas partes– era mi exclusiva decisión personal.


30| Abba, una oración inacabada En ningún caso mi ética me permitía que se entendiese como una manera sibilina de chantaje emocional, o presión adicional latente encubierta. Informé a las personas correspondientes que para ese verano ya había encontrado trabajo en una fábrica de pinturas. Se trataba de una multinacional inglesa con sede en Badalona. Lo conseguí a través de una empresa de colocación temporal. El director de la institución educativa me corroboró que contaba conmigo para que fuese profesor y tutor en septiembre. Por la fe yo ya lo esperaba, pero necesitaba como agua de mayo su aprobación y corroboración. La reducción al absurdo me había descargado de la ansiedad de que fuese un producto de los planes humanos, y no parte del plan de Dios para mi vida. Sin embargo, el que tuviese ese verano trabajo me dignificó delante de mis propios ojos. Me supuso un nuevo aprendizaje en la escuela de la vida, en donde se construye el valor del esfuerzo, la obediencia responsable, la capacidad de aprendizajes nuevos, la adaptación a otro tipo de personas, dinámicas relacionales variopintas y la humildad de saberte amado muchísimo, al ser preparado para servir en las tareas más despreciadas por los oficiales como limpiar con disolvente todo el suelo manchado de pigmento, resinas, y demás productos químicos que componen la fórmula de las pinturas. Me dignificó. Lástima que la sociedad política profesional declare superflua a tanta gente honrada; trabajadora, privada de su autoestima profesional y personal, como consecuencia de la codicia de unos pocos ejecutivos de las finanzas globalizadas, privados de la magnanimidad moral, proporcionalmente inversa a sus


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desmanes y tejemanejes bursátiles a beneficio de inventario. Eso sí, en nombre de la mano invisible que mueve la tiranía del mercado.

Mis tres hijos: mis motivos de oración prioritarios Quiero –haciendo un salto en el tiempo– situarme en el 1 de octubre de 2006. El día de alegría se nos convirtió en llanto. Nació mi benjamín, mi regalo inesperado del cielo, mi hijo Jon. Cuando fue dado a luz, Alex, ocho años antes, todo fue felicidad. Los sueños deseados se cumplían. Las oraciones por él se habían hecho realidad. Nuestros sentimientos amorosos se multiplicaban exponencialmente en nuestras células hasta irradiar una constante sonrisa, plasmada en una actitud de asombro, de admiración y de ternura permanente. Entendí a Dios como nunca. Adoré al Señor Jesús por enseñarme que el Dios de lo existente es para mí ante todo mi Padre celestial, sin por ello restarle un ápice su sensibilidad acogedora materna. Ver a mi bebé en los brazos de su madre provocaba en mí seguridad, quietud, deseos de superación. Por otro lado, quisiera hacer alusión al nacimiento de Ariadna. Supe por fe, antes de que la ecografía lo corroborase científicamente, que sería niña. Lo intuí un sábado al acabar el servicio de adoración a Dios en mi entonces iglesia de Badalona. Mi mujer deseaba tanto una niña como yo había disfrutado de tener a mi primogénito varón. El parto de Ariadna, a diferencia del primer


32| Abba, una oración inacabada alumbramiento de su hermano, fue prácticamente sin dolor. Sin hacer ruido, silencioso, sin provocar alaridos, mientras conversábamos tranquilamente con la doctora. Sin embargo, tuvimos un contratiempo puesto que nos preocupó que Ariadna al nacer tuviese un foramen en la parte superior de la oreja izquierda. Si estaba conectado, y no era un orificio ciego, sufriría una inmadurez en algún órgano. La enfermera que nos atendió en la maternidad aquella noche tenía uno idéntico e incomunicado con el resto de su organismo. El doctor que un mes más tarde nos confirmó la falsa alarma, y nos enseñó la prueba médica de que estaba ciego el orificio, también tenía uno. Casualidades de la vida. Pese a todo ello, lo vivimos con tranquilidad, pues Ariadna, bondadosa ella como su nombre indica, dormía plácidamente y se alimentaba a la perfección. A veces pequeños problemas nos enseñan para no desesperar ante grandes adversidades. Recuerdo que Jon a diferencia de sus hermanos no lloró. Es la única vez que he deseado desesperadamente que lo hiciese. Algo no iba bien. Comenzaron a aspirar sus vías respiratorias, pidiéndome que saliese, por favor, de la sala de partos. Entró una comadrona sin siquiera ponerse la bata pues era cambio de turno. Mi mujer es enfermera en Sant Pau. El equipo médico ya nos había llevado en el parto de Ariadna. Cuando el niño lloró vi que los rostros del personal sanitario se relajaron y nos felicitaron. Un niño precioso. Le habíamos puesto ese nombre en eusquera porque nos encantaba su significado y su pronunciación. Mismo criterio seguido


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para la elección del nombre de sus hermanos. Este era de procedencia hebrea, y los otros griegos, como única diferencia. Los otros hijos los planificamos y oramos para que todo fuese bien. Este pequeño venía con un gemelo cuyo embrión se perdió en un aborto natural al quitar el DIU, método anticonceptivo recién revisado hacía un mes cuando quedó en enero engendrado. Supimos que –pese a no planificar su nacimiento– era un regalo que nuestro Dios nos hacía. Volvimos a reestructurar todos nuestros planes de nuevo debido a dicha sorpresa. Habíamos regalado todos los muebles de bebé. Nos habíamos quedado sin infraestructura física, y tampoco de mentalización andábamos sobrados. Cambios corporales drásticos cuando ella había vuelto a recuperar la figura tras dos embarazos. Pañales; disciplina horaria a tres velocidades; estrés, y vuelta a comenzar. Ya teníamos la parejita. Nuestro entorno de familiares y amigos no estaban criando. En fin, los que sois padres y madres de hijos muy amados pero inesperados –siempre deseados porque forman parte de nuestra existencia, y decisión moral a favor de dar vida digna– os lo podéis imaginar. Todos esos pensamientos sopesándolos en un día trágico, cuando Jon fue ingresado urgentemente con veinte horas de vida porque no respiraba y estaba morado. La auxiliar se lo llevó cogido de las piernas cabeza abajo, corriendo desesperadamente de la habitación a la sala de control. De allí inmediatamente con respiración asistida a neonatos. Desde aquí mi homenaje y mi corazón rendido en gratitud eterna. Le salvaron la vida. Lo tuvieron que remontar alguna vez más en el proceso de aquellos tensos días. Una


34| Abba, una oración inacabada semana donde el tiempo se ralentiza. Los otros hijos te enseñan a sacar fuerzas de flaqueza. La familia, el Col·legi Urgell, la iglesia y los amigos se vuelcan como la mayor expresión sentimental posible de amor divino en la tierra. Los otros se te hacen prójimo. Sufres infinito, y más allá. Esa noche doparon con estupefacientes a mi mujer. El dolor emocional –quizá el peor– era insufrible. Las felicitaciones de las antiguas compañeras del Banco de Sangre pasaron a convertirse en acciones apesadumbradas, mientras preparaban bolsas de sangre para la posible hemorragia masiva que ese martes mañana o tarde –a lo más tardar– pudiese originarse en el quirófano. Rompí a llorar como un bebé. No podía más. Las lágrimas eran mi único lenguaje sentimental. Aquella noche previa –sobre las tres de la madrugada– me dejaron visitarlo. Entre pabellón y pabellón del viejo hospital, hablé con Dios, y entendí el relato de Jacob. Luché con todas mis fuerzas contra mis miedos apelando al Señor Jesús. Todo pasaba en mi mente, no en mi campo de percepción objetiva, sino en mi subjetividad. Le dije a Dios: ¡dale vida! Déjame enseñarle como a sus hermanos tu existencia y tu compasión. Le hemos puesto Jon porque lleva el rasgo de tu ser que más te identifica. Devuélvenoslo de las garras de la muerte. ¡Qué no triunfe la parca con su guadaña para segar su sonrisa! Caminaba con los ojos como charcos opacos. De repente en mi mente acudió el pasaje del lloro de María cuando le dijo al hor-


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telano que no encontraba a su Señor para enterrarlo con los honores que según la costumbre judía requería. Antígona de Sófocles es una tragedia griega que nos ilustra la magnitud de ese sentir. Pues bien, le decía al Dios invisible, ¿qué me quieres decir? Lo resucitarás en el día último cuando tu Hijo vuelva como aprendí en el Credo católico, y conforme a la inmensidad de la promesa hecha por Jesús de Nazaret a la iglesia apostólica del siglo I. Esa es tan abundante que recorre todo lo largo, ancho y profundo del Nuevo Testamento. ¿Qué me estás diciendo, Señor? Vengo de silbar himnos de alabanza en una sala de neonatos con lágrimas en los ojos. Me da igual lo que puedan pensar de mí las enfermeras. He silbado con las manos metidas en la incubadora acariciándolo. Si mañana muere, si su estómago no puede ser conectado a su esófago, le habré cantado mediante un silbo apacible como Tú, Señor, hiciste con Elías en la peña, en la cueva. Le he silbado que fije sus ojitos moribundos en ti, Señor Jesús, tan lleno de gracia y amor, y lo terrenal sin valor será. Cuando me lavaba las manos para salir de allí, y volver con mi mujer a la habitación, he tenido una extraña conversación con ese joven médico con barba castaña. No he entendido su pregunta. ¿Qué importancia puede tener que no sea mi único hijo? Es mi hijo. El amor aumenta con cada nacimiento exponencialmente. Creo haberlo «despreciado» por inexperto en la paternidad. Si fuese padre o madre, no me podría haber preguntado eso. Tampoco me ha dado garantías a mi pregunta. ¿Puedes garantizarme que mañana la operación será un éxito? ¿Puedes garantizarme que mi hijo vivirá? No ha podido. Solo me ha dicho que es


36| Abba, una oración inacabada una práctica médica habitual la de operar. Por eso acudo en mi desgarro a ti como Job. Yo no te negaré pase lo que pase. Te ruego, mi Dios, me ayudes a mantenerme firme en esta decisión. Como el apóstol Pedro, ¿a quién iré? Si mi hijo Jon muere, solo tú Señor Jesús tienes palabras de vida eterna junto a ti, donde veré a mi padre, y a toda la humanidad que te ama –rescatada del imperio de la muerte, aunque no te conozca vivencialmente como yo–, si ha tomado partido por el principio del amor al prójimo. Solo Tú, Señor Jesús, sabes quién estará contigo en tu presencia. Aquel martes 3 de octubre de 2006, hacia las 11h aproximadamente, recibí una llamada. Mi pastor entonces, Fernando Bosqued, nos dijo que si lo deseábamos –el cuerpo pastoral de las iglesias cristianas de la Unión Adventista del Séptimo Día reunidos en su convención anual– podían orar por nuestro bebé. Así sucedió. Sé que muchas otras personas creyentes muy queridas también por nosotros se solidarizaron, y oraron por nuestra situación familiar durante aquellos días. A todos ellos siempre estaremos agradecidos por su cariño sincero. En dos horas cambió el diagnóstico médico. Cuando nos citó la doctora para informarnos de la intervención quirúrgica, la sonrisa de su cara era incomprensible y enigmática. Intentábamos descifrarla cuando nos informó que no tenían que operarlo. No sabían que le ocurría a Jon, pero la buena noticia es que en una última prueba de contraste el esófago y el estómago estaban conectados. Había paso. Después de una semana nos lo llevábamos a casa con reflujo, ya que la válvula del estómago no se cerraba bien, y teníamos que


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añadir espesante en los biberones. Debería dormir con una inclinación gracias a las alzas colocadas en la cuna. Recuerdo que le pregunté a la doctora si no era muy extraño que tuviese un diagnóstico tan contrario al de la primera noche. No me supo dar respuesta médica. Tan solo alegrarse de que todo había salido bien. Yo recordé que Jacob quedó cojo después de su lucha con el ángel. También que el pueblo de Israel puso piedras erigiendo un altar para no olvidar el cruce del río Jordán. Quizá así nosotros durante dos años no olvidaríamos esa respuesta divina que tanta felicidad nos trajo en ese momento. Además, por su formación científicosanitaria mi mujer era reacia a no considerar todo lo sucedido como un mero error médico de diagnóstico. Cualquier estadística podría apoyar este argumento. Mi fe es más ingenua, y por mi formación humanística tiendo a necesitar creer en las ideas, en los ideales y en el Dios de lo imposible a simple vista. Para mí fue fácil interpretar todo esto como una respuesta a mi diálogo con Dios. No así para mi esposa. Tardó como el apóstol Tomás un año en acariciar la idea de que no había habido error de diagnóstico. Se encontró con una enfermera de neonatos que le dijo que ella, y todo el equipo habían intentado sondar al bebé aquella noche, y fue imposible. Que la radiografía efectuada así lo indicaba, y lo corroboraba. Como Tomás ha tenido cinco años después que experimentar en su propia carne una situación triste de salud para creer que a veces el Señor actúa en nuestro favor –más allá de las soluciones humanas también en ese ámbito–. Su escepticismo profesional en ese caso concreto se desvaneció.


38| Abba, una oración inacabada Sin embargo, la cruda realidad de cualquier hospital enseña que la muerte está siempre batallando en la sala de cardiología para cubrir con sus densas sombras de infelicidad al prójimo.

Confiando en Dios las pérdidas También hemos recibido varias negativas del Señor Jesús a nuestras oraciones. También el apóstol Pablo nos narra que por tres veces le fue dicho por Dios: «bástate mi gracia, mi poder se perfecciona en tu debilidad»3. Mi amor es la solución a tu debilidad humana ante las duras exigencias de la dramática realidad. En noviembre de 2012 perdimos en tres meses a mi cuñada Mireia de cáncer terminal. Escribí un artículo titulado En el valle de la deses-

peración en spectrumcafehispano.org. Más adelante queda narrado para quien quiera saber cómo confiamos en la gracia de Dios, y cómo estuvo con nosotros, pese a que esta vez sufrimos tan querida pérdida aquí, pero guardada para su reino en el día de su venida prometida en gloria, poder y majestad como Señor del universo.

Aprendiendo a objetivar las oraciones Quiero dar un giro copernicano a lo escrito hasta ahora. Mostraré la manera en que he ido escribiendo oraciones datadas a lo largo de los últimos dieciocho años de mi vida. Así se podrá observar de manera retrospectiva la espera en el favor divino, cuando el Abba del Cielo todavía no las había respondido, y mi corazón las 3

2 Corintis 12, 8-9.


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deseaba como la Antártida sus icebergs helados, o como los nómadas del desierto las palmeras con sus oasis. Además. servirá como documento escrito capaz de fortalecer nuestra esperanza ante las pruebas presentes, y futuras, en esta situación de crisis globalizada. Espero también observar cómo ha ido evolucionando, y transformándose, mi manera de expresar mi relación con el Señor. También los anhelos de mi corazón desde la fe sencilla en sus planes bondadosos para darme un futuro, y una esperanza, en los asuntos espirituales que dan sentido a mi existencia –según la promesa expresada por el profeta Jeremías. Tras el verano de 1998 escribí la siguiente oración: Te doy gracias por la oportunidad de disfrutar de ti, y de tus obras. La vista es preciosa. Me hace pensar en lo pequeño que soy, lo grande que nos hace tu Espíritu. Disfrutar contigo es gratis. Perdona mi egocentrismo innato. Tu voluntad me ha hecho un gran bien. Espero que esta paz y quietud también le guste a Alex. Me cuesta hablarle a mi hijo porque no me responde debido a su edad. Supongo que por la misma razón asimétrica para comunicarme contigo necesito la Biblia, papel y bolígrafo. Gracias por la paz de espíritu. Enséñame a disfrutar de tus bendiciones: la naturaleza, el tiempo libre, la relación contigo, el deporte, el tiempo que dedico a Alex, el carnet de socio del Barça, y el cariño de mi mujer.

A principios del verano de 1999, un 1 de junio, efeméride del aniversario de mi fallecido padre, pero también de mi querido sobrino, Daniel, le expresaba así mis vivencias a mi Dios:


40| Abba, una oración inacabada Señor Jesús, gracias por la belleza de este paraje. Es preciosísimo. Si mi espíritu puede gozar de esta paz, qué cosa será la Nueva Tierra. »Hagamos de este valle un lugar de encuentro para recibir tu consejo, tu ayuda y tu fortaleza. Sé conmigo en espíritu y en verdad. Ábreme tus bendiciones para que seas glorificado aquí por mi prójimo. Aparta la tentación, y la pasión del corazón rebelde. Pon tu paz y tu sabiduría. Ayúdame a compartirte con otros de manera agradable y honrada. Gracias porque ya has provisto un trabajo para mí durante este verano. Dame humildad para aceptarlo, y sabiduría para disfrutarlo. Gracias por poner en mí tus deseos y tus propósitos. En tu compañía me siento seguro. Gracias por librarme de la fábrica. Gracias por mi familia. Dame sabiduría para educar a Alex. Compromete mi voluntad para seguirte en el camino de amar al ser humano. Sé tú a través de mí para que así sea yo en ti. Gracias por este tiempo de relación íntima y personal. Gracias por darme de beber palabras de vida eterna.

Durante el viaje a Madrid con los alumnos de mi tutoría de 2º de ESO, un 20 de abril de 2001, escribí lo siguiente: Padre celestial, te doy las gracias porque maravillosas y formidables son tus obras y mi alma lo sabe muy bien». Señor, lloraría de felicidad por dispensar con tanto cariño tu cuidado sobre nosotros. Señor, soy indigno de ti y por ello estoy más enamorado de lo mejor de ti: tu amor por las personas queridas para mí. Gracias


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por tu perdón, señor Jesucristo, y por concedernos tu Santo Espíritu. Gracias por poder aceptarlo en nuestros corazones ya que así somos íntegros en nuestro sentir. Límpianos y guárdanos de todo mal. Permíteme priorizar lo espiritual frente a lo social. Quiero esforzarme para amarte con todo mi amor, con todo el corazón y con toda mi mente, sin despreciar para nada mi corporeidad. Ayúdame en el reto de ser padre y esposo. Concédenos tu gracia para educar a Alex en tus enseñanzas. Enséñanos a depender de ti en la tarea de vivir honradamente, y con humildad la vida que nos das. Gracias por Alex, gracias por el reto de poder educarlo espiritualmente.

De 2003 he encontrado tres oraciones. La primera surge tras reflexionar sobre 1Corintios 14, 37; 39-40. Esto es lo que Tú, Señor, me mandas para mi relación personal contigo. Dependo de tener un referente para entregarme a ti. Lo siento, pero gracias por aceptarme pecador como soy y darme la seguridad de tu amor protector. ¡Ven pronto! Perdona mi indignidad intrínseca y gracias por tu perdón extrínseco en Jesucristo. ¡Qué tu Espíritu guíe mi voluntad a la tuya! Gracias por las personas que nos aman aquí. Señor, gracias por no tener en cuenta nuestras equivocaciones, malos pensamientos llenos de miedos, angustias y orgullo. Hazme humilde de corazón para asumir las realidades cotidianas. Arranca de mí toda posibilidad de envidia que me perjudique en la relación con mi prójimo. Gracias por recordarme que disfruto hoy la oración contestada del ayer. Gracias por los amigos que me apoyan en los momentos


42| Abba, una oración inacabada difíciles. Gracias por mi mujer y mis hijos. Gracias por tu amor manifestado en nuestro Señor Jesucristo. Amén. Hoy tengo ganas y necesidad de ti. Dame amor al trabajo para que «la paz y la rectitud se besen» sin que dejen de «darse cita el amor y la verdad». Padre celestial, perdóname por mi alejamiento y apatía. Consagra mi corazón y fortalece mi voluntad para hacer la tuya aquí. Glorifica a tu Hijo utilizando mi vida, mi pensamiento, mi corporeidad. Ven pronto para que el dolor desaparezca y sea restablecido tu reino de paz y ternura en la Tierra. Líbranos del mal y de los violentos. Todo ello te lo pido en el nombre de Jesús, tu hijo amado, en quien tenemos complacencia. Él es nuestra esperanza. Ayúdanos a perdonar y a pedir perdón de corazón. Amén. Bendice a Elisabeth, mi mujer y a mis hijos, Alex y Ariadna. Prospera su educación; el tiempo compartido en pareja; mi trabajo con todas sus interacciones; el proyecto de escribir un libro o estudiar un doctorado. Compaginar todo esto con sabiduría y fuerza de voluntad, es lo que te pido. Además, gracias por proteger nuestra salud como hasta ahora, y fortalece a los enfermos del tipo que sea.

La primera oración que quiero compartir de 2006 junto al mar Mediterráneo, al que llevo en mi corazón, como bien cantó Joan Manuel Serrat, dice así: Señor Jesucristo, y Dios Padre, os doy las gracias por la presencia del Santo Espíritu en mi vida, y en la de mi familia.


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Os doy las gracias por vuestra protección constante. Ayuda a mis amigos a recibir de ti lo mejor. Me gustaría compartirte con ellos. Me gustaría escribir acerca de ti. Me gustaría recibir sabiduría de lo alto, rebuscando entre libros de filosofía, y releyendo tu Palabra. Gracias por conducir mi vida con maestría, y llenarme de felicidad. Gracias por mi mujer, mis hijos, mi madre y demás familia. Guárdalos en tu nombre, Señor. Gracias por la nueva criatura que se está gestando. Gracias por todo. Enséñame a corregir mis errores de carácter en la relación con mi prójimo. Diluye en tu amor el soluto de maldad que se encuentre en nuestro recipiente. Haznos aptos para reflejarte aquí en esta época de la historia. Ven pronto, por favor. Haznos sabios respecto de este gran acontecimiento. Danos valentía para anunciarlo hasta que vengas. De un hijo que te quiere. Gracias por tu perdón. Gracias por tu amor. Gracias por ser así. Amén.

Un 31 de julio de 2006, estando mi mujer embarazada de nuestro hijo Jon, que nacería el 1 de octubre, escribí la siguiente oración: Señor, ya hacía meses que no me comunicaba de esta manera contigo. Me acuerdo de la carta de amor a Eli. Enséñame a entender los tiempos de mi efímera vida para que sea útil a tu causa. Vacía mi interior de maldad, y céntrame en acciones transcendentes.


44| Abba, una oración inacabada Gracias por estos momentos de soledad contigo. Te he encontrado a faltar, y me he sentido confuso en mí mismo. Gracias por mis suegros, mi madre, y demás familia. Gracias por este templo de quietud en un mundo en guerra. Despierta mi conciencia a ti, y que yo sea un guía de los míos hacia ti, mi Dios. Mi vacío se sacia en ti. La oración es la memoria relacional contigo, Señor. Bendice a Jon, que ha de nacer, para que no se generen celos ni inseguridades en los demás. Señor, te acuerdas de la mili y de aquel examen, también de la carrera, del catalán. Dame la convicción de poder aportar algo interesante. Este año te pido un corazón de tu agrado para relacionarme con ellos con tu amor, disciplina la estrictamente necesaria y con los mínimos tonos de voz elevados. Ayúdame a no hacer acepción de personas, y a apoyarme en ti. Sin ti no soy, pero contigo mi existencia queda afirmada en la eternidad cotidiana. Gracias por los viajes y la desconexión. Te entrego mis proyectos de leer libros y escribir sobre ellos. Reafirmar mi relación de amor a ti, mi Dios, como requisito imprescindible para este nuevo curso escolar. Seguir educando en el culto familiar a mis hijos, Alex, Ariadna y Jon desde antes de nacer. Recibir alegría de corazón para compartirla con mi prójimo.


Parte I: Mi diario de oración |45

Gracias por tu amor protector, y ayúdame a saber respetarte, puesto que tú, Señor Jesús, lo mereces.

Estoy acabando este capítulo, pero lo quiero hacer con un par de oraciones escritas en 2007 y en 2008. Esta oración nace un 25 de julio como reflexión veraniega a la luz de la luna tras la lectura sobre la epístola del apóstol Judas. Señor, leyendo tu Palabra encuentro mi vida falta de ti. Guíame en oración a través de tu Espíritu para algún día, recibiendo tu perdón, ser presentado ante ti con alegría y sin mancha. Judas nos advierte de la gran dificultad que el ser humano tiene para controlar los deseos y las pasiones de carácter sexual. Esto para Judas es un claro síntoma de los últimos tiempos, y de los falsos maestros de religiosidad. Gracias por el don del dominio propio, y por tus enseñanzas sobre este tema de salud sexual. Es una epístola práctica en sus advertencias cuando describe seres humanos privados de buen juicio, y buenas palabras, sin jactarse. Señor, cúrame de sueños infructuosos. Gracias por no dejarme caer en el dios de esta sociedad que corre tras el afán ansioso de ganar dinero a toda costa. No dejes que me pueda rebelar contra tus leyes desde un egocentrismo inerte. Gracias por disciplinar mediante la temperancia el gusto por la comida y la bebida. Gracias por enseñarnos a ser abstemios. Haznos capaces de tener visión de futuro para vivir contigo. Señor, lo pido en tu nombre. Ayúdame por favor. Vigila lo que escriba para que el tono, y el contenido de las palabras sean de tu gusto, y tengan tu aprobación. Si no ha de ser así, que no caiga en la tentación de perseguir la vanidad de la nada.


46| Abba, una oración inacabada En esta epístola ofreces una cura y una amonestación. Gracias por restaurarme de mis caídas y liberarme de mis miedos. Por respeto a mi Señor Jesucristo, hazme aceptar su autoridad como antes lo hiciste, Padre celestial. Ahora que también sea así, y por siempre. Amén.

Trascurría el sábado 26 de julio de 2008 en una localidad valenciana, Gilet, antes de la comida del mediodía, cuando tuve en medio del Monte de las Ardillas, más conocido por los lugareños como Santo Espíritu, la necesidad anímica de escribir esta oración de acción de gracias: Dios mío, gracias por el camino de entrega, renuncia y amor que Jesús, tu unigénito, nos ha abierto. Gracias por acogernos como hijos tuyos de nuevo en Cristo. Gracias por este momento de reflexión y familia. Gracias por la tarde-noche de ayer. Gracias por este sentimiento de paternidad responsable. Gracias por el viento y la sombra de los árboles. Gracias por el agua y la luz del sol. Gracias por tus enseñanzas y tu Palabra. Gracias por mi mujer y mis hijos. Gracias por mi madre, mis hermanos y demás familia. Gracias por el regalo de tu amistad y paternidad responsable para conmigo. Gracias, Señor, por tu iglesia en todo el mundo, pero en especial por tu iglesia catalana. Gracias por Barcelona. Gracias por mi salvador Jesucristo, tu amado Hijo. Gracias por perdonarme, y mejorarme al permitir que viva aquí con un sentido transcendente.


Oratio est religionis actus. La oración es la puesta en acto, el ejercicio de la fe. Tomás de Aquino

Romano Guardini la ha llamado hermosamente «esa íntima apertura indefensa que se llama orar». J. Martín Velasco Orar para vivir. Madrid: PPC, 2009.



Capítulo II

En el valle de la desesperación Hace el tiempo de un embarazo aproximadamente, que dejé de escribir artículos para esta página tan querida.4 No tenía tiempo para sufrir y pensar con claridad. A veces la vida nos golpea con situaciones de enfermedad en nuestro entorno que nos exigen dedicación plena. Después es como si un desierto de arena nos llenase por dentro, y ahogase nuestro corazón. Entonces necesitamos reconstruirnos de dentro hacia fuera en intimidad con nuestro Dios, y estrechar lazos con nuestros familiares. El verano anunció la tragedia que el invierno enterró. Ninguna pérdida inesperada es fácil de asumir. Gracias a la acción de Cristo en nuestro favor las lágrimas no son estériles ni definitivas. Nublan la visión pero no la esperanza. Ver a una hija de Dios morir en paz, y expresando perdón por sus errores, y perdonando los ajenos, enternece los sentimientos propios de gratitud que nos quedan pese a todo. Gracias al cielo por su amor para con la raza mortal.

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Spectrum.cafehispano.org, 18 de abril de 2013.


50| Abba, una oración inacabada Al mismo tiempo que nuestra hecatombe personal, y familiar, ha hecho estragos, padezco como anestesiado por la incapacidad de sufrir más, bajo los efectos devastadores de una crisis socioeconómica como nunca antes en mis cuarenta y cuatro años he visto. Soy europeo, español de nacimiento, y catalán de adopción, ya que llevo veinte años en esta tierra junto al Mediterráneo, disfrutando de su gente, de su sol y de su fútbol. Mi vocación es tomarme la vida con filosofía cristiana, y en la medida de lo posible vivir en paz con las personas de toda índole. Mi deuda es de amor ya que «para mí el vivir es Cristo»,5 pero no puedo callar ante el dolor y la injusticia de los poderosos de esta sociedad posmoderna. Se crean víctimas, se tiranizan las naciones, se desmantelan los derechos humanos, y tan solo queda el dinero como ídolo sacrosanto ante el que sacrificar al ser humano sufriente. Tras varios pensamientos surgidos en el vacío de la desesperación, recibía su medicina carísima para paliar el cáncer mi cuñada. Lo mejor de esa situación, sin duda, los equipos humanos de la sanidad pública. Trabajan más que nunca sacrificándose en su amor al paciente sin obtener beneficios económicos como antes, y con menos derechos laborales, y más miedos ante la incertidumbre de los balances económicos. Más burocracia, más cargas, menos reconocimiento social. Los han devaluado como si de enfermos contagiosos se tratase. Los medios de comunicación hacen bien su labor de adiestrar las conciencias en la sumisión al poder.

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Filipenses 1, 21.


Parte I: Mi diario de oración |51

Tras el duelo, ahora vuelve a florecer en mi interior. Vuelvo a tener ganas de gritar que hay una vida mejor junto a Aquel que nos ha acompañado siempre en cualquier terrible circunstancia de nuestra efímera existencia. Él es el Buen Pastor, nuestro Señor, nuestro hermano y amigo, Alfa y Omega, Resurrección y Vida. El que ha de venir a rescatarnos de los rescates insufribles. Nuestro Juez, Defensor de los oprimidos. Mi esperanza compartida ante la soledad del valle de la desesperación. Hemos podido ver su amor en el pastor de nuestra iglesia local, Jarib Sánchez. Hemos visto como la palabra de Dios en su boca transformaba el miedo a la muerte en seguridad en la Nueva Tierra junto al Señor. Hemos sentido el cariño compasivo de la familia. Tanto de la fe como de sangre. Desde aquí mi gratitud a la iglesia de Badalona, y a los amigos, amigas, compañeros, compañeras de nuestros respectivos ámbitos laborales. Para mí el Col·legi Urgell, con sus alumnos adolescentes y su gran equipo humano, ha sido, y sigue siendo, mi bálsamo en las heridas cicatrizadas de mi apesadumbrado corazón. Debido a todo este malestar, sin ser poeta ni nada parecido, siguiendo una costumbre de la cultura catalana, cada mes de abril hay un día célebre dedicado a la pareja. Se regala una rosa a la mujer como símbolo de amor comprometido, y ella regala un libro como símbolo del valor de la educación en el varón. Amor y educación, es lo que Dios a través de los Salmos me ha trasmitido, e inspirándome en ellos, quiero compartir con todo aquel que se identifique con este mensaje. No deja de ser una queja social y personal. También un grito desgarrado de esperanza. Se la expreso


52| Abba, una oración inacabada a mi Padre celestial por sostenerme y asistirnos con su presencia en el nombre de su Hijo, ministrándonos el Santo Espíritu. ORACIÓN DESESPERADA Como piscina sin agua, como océano sin barcos, como agua desaguada, como cocodrilo sin charcos, así desespero yo, mi Dios, sin ti. Como dromedario sin jorobas, como jorobado globalizado, como juez sin ley ni toga, como derecho deslegitimado, así desespero yo, mi Dios, sin ti. Como creyente sin doctrina, como dogma adoctrinado, como persona que trina, como cristiano desenfocado, así desespero yo, mi Dios, sin ti. Como humorista sin chistes, como humano malhumorado como recluso y funcionaria tristes, como indignado silenciado, así desespero yo, mi Dios, sin ti. Como niño sin pelota, como pelota apelotonada, como pelotón chipriota, como banca desalmada, así desespero yo, mi Dios, sin ti.


Parte I: Mi diario de oración |53

Como monje sin hábito, como hábito deshabitado, como político inhabilitado, como desahuciado cabreado, así desespero yo, mi Dios, sin ti. Como coche sin dirección, como motor sin presión, como caballo veloz caído, como vegetal frugal raído, así desespero yo, mi Dios, sin ti. Como estómago desmayado, como guiso desaguisado, como venas desangradas, como sangre orchatada, así desespero yo, mi Dios, sin ti. Como teólogo silenciado, como intelectual parado, como hijo desheredado, como padre agraviado, así desespero yo, mi Dios, sin ti. Como cerebro anestesiado, como descerebrado alocado, como pulmón ahogado, como huracán desairado, así desespero yo, mi Dios, sin ti. Como tumbas sin lápidas, como mortales lapidados, como epitafio menospreciado,


54| Abba, una oración inacabada como profesor ignorado, esta es mi oración hoy, mi Dios a ti.

Esta ha sido por el momento mi última contribución a la página citada,6 ya que amaneció en mí el deseo de escribir este libro que nos ocupa. En relación con ello, decir que siempre he necesitado escribir mediante bolígrafo y papel mis diarios de oración. Tengo guardados centenares de páginas escritas de diferentes tamaños, y diferentes colores. La gran mayoría tan solo han servido para expresar en ese momento mi vínculo con Dios y con mi Señor Jesucristo. Siempre serán un memorial de nuestra relación. Sin embargo, no me resisto a la tentación de desvelar algunas de estas conversaciones a fin de poder compartir su grandeza y su fidelidad hacia alguien tan desvalido en todos los sentidos como yo. Necesito contextualizar que un 27 de diciembre del año 2011 cumplí 25 años del pacto hecho con Dios mediante las aguas bautismales por inmersión –tal y como hizo Jesús de Nazaret en el evangelio–. Le pedí en nuestras bodas de plata un regalo espiritual que me acercase más a su corazón, y, por lo tanto, me enamorase más de su Hijo Jesucristo a fin de reflejar mejor su imagen en mí. Solo así podría ser de gran ayuda a mi prójimo, y servirle para expandir sus buenas noticias de salvación eterna. Con el sentido del humor que caracteriza a Dios, así lo hizo, y me llevó a ser consciente de mi ignorancia relacional. Iluminó un punto ciego de mi personalidad. Me explico. Yo nunca había entendido el ayuno bíblico por

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Me he referido a spectrum.cafehispano con anterioridad.


Parte I: Mi diario de oración |55

mucho que había leído la Biblia repetidas veces, y en diversas versiones. Me reí de mí mismo. Crecí en humildad. Rebajó mi falsa autoestima espiritual que flirteaba con rasgos de orgullo encubierto. Me demostró de manera precisa y reconocible que el regalo funcionaba a la perfección. Prediqué sobre el tema, y leí libros de otros creyentes que practicaban esa enseñanza del Maestro. Me sentí privilegiado por la acción del Señor en mi favor. Me hizo dependiente como un niño. Los discípulos oyeron sobre la resurrección, y no entendieron hasta que les fue abierto el entendimiento conversando con el Resucitado. La predicación teórica y profetizada asumida desde el ámbito vital, palpable y comprobable. Así somos. Mi iglesia convocaba días especiales de ayuno que yo ni había seguido ni me había sentido interpelado a asumirlo como una práctica propia. Sin embargo, ahora entendía la oración y el ayuno como las dos caras de la misma moneda. Ahora mi debilidad física, se convertía en fortaleza espiritual. Algunos jóvenes a los que prediqué sobre este tema ponían las mismas caras de incertidumbre y escepticismo que yo mismo había dibujado con anterioridad. Me sentí como Pablo en Atenas cuando le dicen que ya le escucharán otro día. Siempre hay Dionisios y Dámaris afortunadamente que creen, aceptan y comprueban lo dicho. En esa misma línea de pensamiento mi círculo íntimo familiar ha crecido con este don. Esto me cautiva de amor por Cristo, su gracia, y su señorío en mi vida. Nada más lejos de la meritocracia


56| Abba, una oración inacabada –prejuicio que como mecanismo de defensa bloqueó esta enseñanza en mi mente media vida–. Hay específicamente un fruto del Espíritu Santo que se desarrolló mejor mediante este regalo. Se trata, como es fácil de adivinar, del dominio propio. Un gran anclaje muy saludable como antídoto contra gran clase de males, y distorsiones de la personalidad. Un gran potenciador de todo logro exitoso en cualquier esfera del carácter. En definitiva, se crece en humildad y reconocimiento a las gestas del Señor Jesús mediante este regalo divino: el ayuno como forma de oración integral. En este marco de búsqueda amorosa permanente de diálogo crédulo con Dios Padre, y el Señor Jesús, decidí hace un año exactamente –puesto que hoy es 21 de julio de 2015–, declararme en ayuno bíblico durante tres días de duración. Lo escribí así en mi diario de color verde de la siguiente manera: Padre de mi Señor Jesús de Nazaret, Dios contigo, y Señor mío en el Espíritu, Me declaro en ayuno espiritual hoy y durante mínimo de tres días, y máximo de diez. 1.- Solo beberé agua. 2.- Haré oración toda cuanto pueda. 3.- Leeré la Palabra. 4.- Escribiré una hora diaria. 5.- Dedicaré una hora a pasear o jugar con mis hijos. Mis motivos son los siguientes: 1.- Crecer en amor a ti, Padre celestial, mediante Cristo, y expandir su reinado aquí mediante la unción del Espíritu Santo.


Parte I: Mi diario de oración |57

2.- Mi mujer y mis hijos que reciban bendiciones tuyas. Tu presencia en ellos. 3.- La venta de una propiedad para ayudar a solucionar una situación complicada. Llevábamos casi un año sin ninguna posibilidad de que se pudiese vender. Ese mismo septiembre se vendió. 4.- La dación en pago de una propiedad de mi cuñada fallecida en base al Salmo 133. La entidad bancaria se había negado a negociar, pero ahora ha aceptado el proceso de dación tras dos duros años. Por fin el 30 de diciembre de 2015 se firma la dación en pago. 5.- Gratitud por la iglesia de Badalona. 6.- Inspiración para el culto de sábado con dos jóvenes de la iglesia mencionada: Aarón e Irving. 7.- Por un banquete de celebración familiar en agosto, y liberación de esta prueba de agobio económico. 8.- Por crecer en la misión de amar al prójimo. 9.- Por el libro de la oración, y por la sección de artículos de aula7activa.org 10.- Escribí dos motivos más que prefiero que queden en la intimidad por respeto a las dos personas. Uno fue contestado, y lo he sabido este mes de julio de 2015. Otro todavía no que yo sepa. Te agradezco este mes de vacaciones, pero ahora quiero vivirte y servirte más y mejor. Se acabó dilapidar el tiempo sin objetivos claros. Céntrame en ti. Te entrego mi voluntad para que la santifiques en tu Palabra. Te necesito. Descúbreme tus planes. Por amor al Nombre de tu Hijo, Jesús de Nazaret. Amén.


58| Abba, una oración inacabada Yo te invoco, Señor Jesús, y así crea en mí todo lo necesario para glorificar al Padre del Cielo en mi efímera existencia. Gracias por la satisfacción de poder ser perdonado y disfrutar de tu vida en mí. Protégenos de nuestra propia rebelión, maldad, y torpeza. Amén. Te amo con todo lo que soy, y gracias por ser mi pastor, maestro, y hermano mayor.

El segundo día de ayuno fue datado así: Dosrius, 22 de julio de 2014. Padre Celestial, amo a tu Hijo con todo lo que soy. Te amo a ti con todo el amor que tu Espíritu pone en mí. No sé cuantificarlo, solo sé que está muy dentro de mí. Ayúdame a ser respuesta para suplir las necesidades espirituales de la iglesia. Por Cristo Jesús. Amén.

Tercer, y último día de ayuno. Dosrius, 23 de julio de 2014. Padre celestial y Señor Jesucristo unidos en propósito de amor en el Espíritu conmigo para que yo sea uno con vosotros, y con mi prójimo. Aquí estoy necesitado de ti en ayuno y oración. Quiero amarte y servir a mis semejantes como si fuese el único objetivo para crecer en ti. Quiero ser ungido con sabiduría de lo alto, y resistencia al mal. Quiero dar gloria a tu Nombre, y edificar a tu


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pueblo. Quiero recibirte, y sobreabundar de tu Espíritu vivo, amoroso, bondadoso, y compasivo. Dame capacidad de servir a mi familia; a mis alumnos; a mis vecinos; a mis hermanos en la fe. Enamórame de ti, Señor, como un niño de pecho se enamora del pezón y la piel materna. Enamórame de ti, Señor, como un adolescente se enamora de su grupo de amigos/as para cobrar identidad afectiva, y seguridad en su necesidad de expandir sus llamados a la libertad. Enamórame de ti, Señor, ahora que soy adulto, y necesito sentir que mi vida es útil a tu reinado del Reino de los cielos para que muchos te conozcan y te amen. Enamórame, Señor, para afirmar mi vida en ti, y para ser epístola viva del Espíritu asemejándome más, y mejor, a tus sueños para mí. Revélamelos, y escríbelos en mi mente, sangre y carne. Muéstrame tu misión para mí hoy, y mientras viva. Déjame ver tu gloria en el Espíritu. Sáname de rebelión, entretenimiento, y pecado. Hazme sensible a tu voluntad, y establécela en mí, y en mi mujer Eli, y mis hijos: Alex, Ariadna y Jon. Bendícelos en el Espíritu. Bendice a todos mis sobrinos y sobrinas. A sus padres y madres. Me ofrezco a ti desde el estómago. Ayúdame a crecer, y a multiplicar tus dones en mí. Abre mis ojos, mi entendimiento, y mis oídos a tu rostro; a tus pensamientos; y a tu voz poderosísima. Úngeme. Sé con toda la comunidad educativa tanto a nivel mundial como nacional. Respóndeme Señor y abre la puerta de la venta. Hazme humilde para no ser un obstáculo de tus maravillosos planes en favor de esta familia.


60| Abba, una oración inacabada Capacítame para ser uno contigo en adoración, en espíritu y en verdad. Capacítame para ser uno con mis hermanos/as de fe. Capacítame para ser tu luz. tu voz. tus manos, tu sal, tu levadura, tu mosto, tu pan para el necesitado de salvación, y, sobre todo, tu justicia pacífica, santa y reparadora de las opresiones del Diablo, y sus demonios. Optimízame para tu servicio. Gracias por tus obras de amor en mí. Bendice el proyecto de aula7activa, artículos. Sé con mis amigos en la fe. Gracias por sus felicitaciones, y sus muestras de cariño. Gracias por la conversación con Araceli de Sevilla. Líbrame de la idolatría, y mantenme sobrio y despierto para edificar tu presencia en nuestros corazones. Llévame a ti e inúndame como un río de gran caudal. Despierta mi conciencia a la presencia de tu voz. Enséñame con tu sabiduría a reflejar en mis ojos tu mirada. Te amo tal y como soy. ¡Quiero imitarte y ponerme a tu disposición más allá de mis zonas de falsa religiosidad ritual, vacía y no fértil para la vida que el Espíritu quiere engendrar! Señor, oye esta oración: no permitas que ninguna bendición ni el éxito en tu servicio me aparte de ti, Abba. Utiliza tu poder para abrir esta puerta y cerrar la de la infidelidad, indiferencia idolátrica o vanidad farisaica. Abre la puerta de mi ser como hiciste con los héroes de la fe. Quiero contarle a Gedeón que la entidad bancaria se avino a la dación en tu Nombre y que no se han quedado con la vivienda y el trabajo de mis suegros. Quiero en tu Nombre amar a mi familia política como hijos e hijas tuyas en ti, Señor.


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Líbrame de la rebelión innata del miedo a perder estatus económico, social, religioso para que tu obra no deje de avanzar en mí, y los tuyos-míos o míos-tuyos. Te amo y quiero anunciar tu salvación. Líbrame con tu presencia de las fortalezas ocultas que mi naturaleza caída les ofrezca a tus enemigos, sean hombres o demonios. Recrea tu vida y tu ser en mí como tú, Señor, deseas y has prometido. Gracias Señor Jesús. Señor escucha los ruegos del Espíritu Santo por mí para que sea dueño de todo mi ser y me guíe a la plenitud de tu amor. Padre en tu amado Hijo, Jesús de Nazaret, solo Tú con tu poder puedes recrearme y transformarme de gloria en gloria. Fija mi mirada en mi Señor Jesús como fijaste la de Moisés en el Invisible con los ojos del Espíritu mediante la fe. Mi ser te anhela más que a la comida física y al agua. Aquí estoy, te doy alabanza y gratitud por permitirme seguir el ejemplo de grandes hijos tuyos en entrega total. Vacíame de mi pecado y lléname de tu santidad. Acércate a mí Señor, y fija en mi mente tu promesa y las respuestas a los momentos de ayuno y oración. Profundízame. Hazme ver con los ojos de la fe las cosas que ya me has concedido a mí y a los míos. Quiero amarte muchísimo hasta que tu voluntad sea la que guíe mis decisiones. Sálvame de mí mismo. Ven a ayunar ahora conmigo y dame pan de vida y agua de la que prometiste a la samaritana ahora que voy a abrir tu Palabra. Santifícame en ella. Acepta este intento tosco de consagración y abre mi ser al tuyo.


62| Abba, una oración inacabada Gracias por amarme tal como soy para que pueda ser tal como Tú quieres que sea. Te ama tu hijo José Manuel López Yuste muchísimo. Con todo lo bueno tuyo en mí, y todo lo malo por consecuencia de la caída, Señor. Restáurame como pieza de museo celestial. En tu Nombre Señor, y por tu amor vivido hasta la muerte de Cruz, la resurrección y la ascensión. Auméntame la fe en tu realidad pendiente de alguien como yo. Aquí y ahora, tres días mínimos acabó el ayuno. Señor, lo siento. Ayúdame a que mi mente esté protegida por tu amor hecho aceptación como el pródigo de la parábola. Te doy gracias por poder volver a comer. Ayúdame a trabajar para paliar el hambre y la sed. En Jesús. Amén.


Oh Señor, escucha mi clamor; dame la capacidad de discernir que me prometiste. Escucha mi oración; rescátame como lo prometiste. Que la alabanza fluya de mis labios, porque me has enseñado tus decretos. Que mi lengua cante de tu palabra. Salmos 119, 169-172



Parte II ORACIONES EN LA BIBLIA HEBREA



Capítulo III

El Pentateuco Sorprende el comienzo del libro de Génesis, origen de todos los otros, porque durante 20 capítulos no se ora propiamente como entendemos actualmente el tema. Hay más adoración directa ante la manifestación del ángel de Dios. Hay más relación cara a cara, y menos mediada entre Dios y sus hijos. La primera oración explícita de todas las Escrituras es esta que citamos a continuación. Es curioso que se ponga explícitamente en boca de Abraham, el padre de la fe, de Israel y de Ismael. Es significativo que este patriarca nos enseñe a orar al Dios único, intercediendo por terceras personas con las que se han producido malos entendidos y conflictos. Orar por el prójimo que desconoce la relación estrecha que nosotros podemos tener con Dios a fin de que puedan vivir más plenamente, y respetarnos mutuamente mejor al ser el resultado de la oración un beneficio para ellos del favor divino. Orar por aquellos que pueden llegar a extorsionarnos y ame-


68| Abba, una oración inacabada nazar nuestros sentimientos de amor en cualquier ámbito de nuestra vida. Orar por nuestros desemejantes a nivel sociocultural y religioso.

Referencias en el libro de Génesis Génesis 20, 17 Entonces Abraham oró a Dios, y Dios sanó a Abimelec, a su esposa y a sus siervas para que pudieran tener hijos.

Esta oración por un poderoso enemigo hará que se convierta, si no en amigo, al menos en vecino pacífico. En este episodio se establece un pacto de no agresión a Abraham por el pueblo de Abimelec que se corresponde a la voluntad de Dios de protegerlo tal y como le prometió al salir de Ur. Ese camino de distancia entre la idolatría y la fe se llena con respuestas divinas a peticiones humanas a favor de nuestras vidas, y de las que nos rodean. Génesis 24, 12-14 Oh Señor, Dios de mi amo, Abraham —oró—. Te ruego que hoy me des éxito y muestres amor inagotable a mi amo, Abraham. Aquí me encuentro junto a este manantial, y las jóvenes de la ciudad vienen a sacar agua. Mi petición es la siguiente: yo le diré a una de ellas: “Por favor, deme de beber de su cántaro”; si ella dice: “Sí, beba usted, ¡y también daré de beber a sus camellos!”, que sea ella la que has elegido como esposa para Isaac. De esa forma sabré que has mostrado amor inagotable a mi amo.


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Todo el capítulo tiene que ver con esta tipología de relación de los visibles, los hombres, con el Invisible. A mí la fe me ha transformado y potenciado el vínculo relacional con Dios, Padre de mi Señor Jesucristo. Este hecho me hace sentir especial y humilde como el hombre de confianza de la casa de Abraham. Dios se preocupa hasta en los más insignificantes detalles para señalarnos cual es el camino adecuado en las grandes decisiones de nuestra vida como es el matrimonio, caso que nos ocupa en este texto citado. Sé que es un conocimiento demasiado maravilloso y sorprendente para comprenderlo. Tan solo –a la manera del salmista– cabe regocijarse por semejante gracia divina, y disfrutar de ser hijos adoptivos de Dios, y formar una nueva familia para su reinado celestial aquí en esta tierra que pueda engendrar nuevos hijos e hijas que lo amen incondicionalmente. Escuchar, educar, repetir, creer y enseñar son los verbos que forman nuestro vínculo de responsabilidad espiritual con nuestra prole. Este tipo de acciones divinas que se entrelazan con nuestras emociones, generan respuestas de sincera adoración como la del mayordomo, amigo y sirviente de Abraham. También en mi caso cuando me casé tras consultar mi elección sentimental con Dios, y recibir su aprobación por la fe, concretada evidentemente por medio del sí quiero pronunciado de los labios de mi mujer, tuve muy presente este pasaje que sirvió de base para el sermón de la boda. Cuando se concreta una oración en realidad es como oír música celestial en nuestros oídos que inundan nuestro ser de gratitud y alegría.


70| Abba, una oración inacabada Génesis 24, 26-27 El hombre se inclinó hasta el suelo y adoró al Señor. —Alabado sea el Señor, Dios de mi amo, Abraham —dijo—. El Señor ha mostrado amor inagotable y fidelidad a mi amo, porque me ha guiado directamente a los parientes de mi señor.

Me llama la atención el hecho de que cuando pedimos dirección al Señor, se encarga de planificar encuentros con maestría precisa que producen frutos de justicia para su reinado en nuestros corazones. Oración de petición y respuesta ocurrieron al instante en esta ocasión. Simultaneidad en el eje espacio-temporal más allá de todas las leyes conocidas de la física. Ubicación encontrada sin vía satélite. Plis-plas. Dios no se hace de rogar cuando es el momento adecuado. Ante semejante acción divina solo cabe la respuesta humana de la adoración. Nuestro reconocimiento ante el Señor carga nuestra memoria relacional de intención no de indefinición cósmica azarosa. Génesis 24, 42-46 Así que cuando llegué al manantial, hice esta oración: «Oh Señor, Dios de mi amo, Abraham, te ruego que me des éxito en esta misión. Mira, aquí estoy, parado junto a este manantial, y esta es mi petición: cuando venga una joven a sacar agua, yo le diré: “Por favor, deme de beber un poco de agua de su cántaro”; si ella dice: “Sí, beba usted, y también sacaré agua para sus camellos”, que sea ella la que has elegido para ser la esposa del hijo de mi amo».


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Antes de terminar de orar en mi corazón, vi a Rebeca saliendo con un cántaro de agua al hombro. Ella descendió hasta el manantial y sacó agua. Entonces yo le dije: «Por favor, deme de beber». Enseguida ella bajó el cántaro del hombro y dijo: “Sí, beba usted, ¡y también daré de beber a sus camellos!». Así que bebí, y después ella dio de beber a los camellos. Entonces le pregunté: «¿De quién es hija usted?», y ella contestó: «Soy hija de Betuel, y mis abuelos son Nacor y Milca». Así que puse el anillo en su nariz y las pulseras en sus muñecas. Después me incliné hasta el suelo y adoré al Señor. Alabé al Señor, Dios de mi amo, Abraham, porque me había guiado directamente a la sobrina de mi amo, para que ella sea la esposa de su hijo.

Necesidad de volver a relatarlo otra vez, y respetar la libertad personal de Rebeca. Cada vez que lo relata, lo revive, se genera en este hombre un estado emocional intenso. Este sentimiento de gratitud, por haber sido oído, lo lleva de nuevo a adorar cuando acceden a que Rebeca se case con Isaac. La respuesta de Dios ha seguido abriendo los corazones al triunfo del amor. Así lo interpretan la madre y el hermano de Rebeca cuando le piden parecer y ella afirma que confía en ese hombre de Dios y en su relato subjetivo de la elección divina, hecho realidad e historia autobiográfica ya para ellos. Saber que eres objeto y sujeto por igual de la consideración divina para llevar en esta tierra a término sus planes y proyectos de salvación. Génesis 24, 66-67 Y el siervo le contó a Isaac todo lo que había hecho.


72| Abba, una oración inacabada Luego Isaac la llevó a la carpa de Sara, su madre, y Rebeca fue su esposa. Él la amó profundamente, y ella fue para él un consuelo especial después de la muerte de su madre.

Cada encuentro significativo con los protagonistas de este enlace matrimonial es narrado como la respuesta de Dios para ellos. Sus posibles dudas desaparecen, y encuentran un triple vínculo de unión: sus voluntades, y la dirección del Cielo, dando su aprobación, garantía de su éxito amoroso. Cabe entender pese al silencio textual de las Escrituras que también se lo contaría a su amo, amigo y líder espiritual, Abraham. De obvio, se silencia. Así se honra la fe depositada en el ángel del Señor cuando le encomienda tan específica misión, y le hace jurar poniendo la mano debajo del muslo –según la costumbre de aquella época y cultura–. Génesis 25, 21 Isaac rogó al Señor a favor de su esposa, porque ella no podía tener hijos. El Señor contestó la oración de Isaac, y Rebeca quedó embarazada de mellizos.

Han pasado veinte años de desesperada paciencia. Es el tiempo que media entre la boda, y la paternidad de este matrimonio. Isaac había aprendido y había sido educado en el valor de la paciencia para alcanzar las promesas divinas. Dios tiene designios en nuestra vida que nos someten temporalmente a su grandeza como Señor del tiempo vital nuestro. No sabemos cuántas veces oró por este motivo. Sabía por su propio nacimiento que Dios relativiza nuestras ansiedades y prisas por vivir rápido, respondiéndonos en el mejor momento. Sin pausas innecesarias. Su diseño


Parte II: Oraciones en la Biblia Hebrea |73

avanza hacia el cumplimiento de sus promesas en nuestro diario existir. Sabía que Dios atendería su petición. Sabía que en Dios podía confiar la esterilidad de su esposa como había solucionado la de su propia madre. Para Dios no era imposible. El daba fe de ello. Su vida era la encarnación de todo ello. Génesis 30, 22-24 Después Dios se acordó de la dificultad de Raquel y contestó sus oraciones permitiéndole tener hijos. Ella quedó embarazada y dio a luz un hijo. “Dios ha quitado mi deshonra”, dijo ella. Y le puso por nombre José, porque dijo: “Que el Señor añada aún otro hijo a mi familia”.

Las oraciones de Lea y Raquel por la fertilidad no tienen desperdicio. Ante su deseo de aliviarle su sufrimiento por no ser amada por Jacob, Dios le concede el don natural de ser madre. Es fecunda y fértil. Así cree que Dios la exalta frente al menosprecio sentimental de Raquel y Jacob. Así cree que recibirá más cariño. Por otro lado, el dolor por ser estéril lleva a Raquel a una situación límite. Le exige a Jacob que le dé hijos. Pide desde la obsesión que raya la locura. Dios en su compasión por Jacob y Raquel, les regala la posibilidad de engendrar y educar a José. Este será el hijo de su corazón. Tras serle arrebatado por los odios y envidias fratricidas encubiertas, nacerá Benjamín, el hijo de su vejez. Así Raquel entendió que los ídolos paternos no podían quitarle la deshonra cultural y espiritual, pero el Dios de toda vida inteligente sí. Así quedó exaltada su autoestima como hija de Dios en aquella sociedad patriarcal tan diferente a la nuestra occidental.


74| Abba, una oración inacabada Génesis 32, 9-13 Entonces Jacob oró: «Oh Dios de mi abuelo Abraham y Dios de mi padre Isaac; oh Señor, tú me dijiste: “Regresa a tu tierra y a tus parientes”. Y me prometiste: “Te trataré con bondad”. No soy digno de todo el amor inagotable y de la fidelidad que has mostrado a mí, tu siervo. Cuando salí de mi hogar y crucé el río Jordán, no poseía más que mi bastón, ¡pero ahora todos los de mi casa ocupan dos grandes campamentos! Oh Señor, te ruego que me rescates de la mano de mi hermano Esaú. Tengo miedo de que venga para atacarme a mí y también a mis esposas y a mis hijos. Pero tú me prometiste: “Ciertamente te trataré con bondad y multiplicaré tus descendientes hasta que lleguen a ser tan numerosos como la arena a la orilla del mar, imposibles de contar”».

Tú me prometiste. No soy digno de todo tu amor para conmigo. Es un hecho innegable. Toda una actitud y manera de hacer frente a nuestros miedos. Estos son nuestra gran amenaza vital imaginada o real. Tener memoria de las promesas hechas por Dios Padre en Cristo Jesús nos motiva para obtener paz y bendición. Jacob busca con determinación y desesperación a Dios. Nadie divino ni humano puede quitarle la promesa de la primogenitura. Se agarra a la ropa del ángel de Dios como si le fuese literalmente su último aliento, y el de su clan. Su tara en la cadera se traducirá en una lesión física permanente. Es curioso que el lugar de su corporeidad elegido por el ángel de Dios, tiene mucho de pacto cultural –recordemos a Abraham y su siervo poniendo su mano debajo de su muslo. Además, esta cojera genera compasión en su hermano Esaú. Ya no lo percibe como un igual con el que pelear sino


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como un minusválido para ejercer su oficio. Cada paso a partir de aquí le recordará que el violento, vengativo y furioso corazón de Esaú fue aplacado, movido a fraternidad y lazos pacíficos de familiaridad. La venganza ha dejado paso, y ha dado pie, al abrazo bañado por ríos de lágrimas en sus rostros curtidos por la dureza del paso del tiempo al aire libre. Jacob ha sobrevivido por la acción de la gracia inmerecida de Dios. Cada paso ha dado cuenta en el nuevo caminar junto al Dios de sus padres. La anormalidad física se ha convertido en excelencia de encuentro con el Dios vivo, y de su nueva vida espiritual. Esta pequeña dificultad lo protege de esa gran amenaza y rencilla familiar. Cuatrocientos jinetes dan buena fe de ello. La humildad conseguida y la blanda respuesta –léase regalos varios y elogios todos– llegan a restablecer el honor herido de su hermano mayor. Finalmente, la oración intercesora de Jacob nos enseña con sabiduría los beneficios de que Dios se nos haga respuesta. Toda su familia fue salvada, y muchísimas más a través de ella para el Reino de los Cielos. De su simiente vino el mayor don del Padre celestial a la humanidad, Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios. Génesis 43, 14 Que el Dios Todopoderoso les muestre misericordia cuando estén delante del hombre, para que ponga a Simeón en libertad y permita que Benjamín regrese. Pero si tengo que perder a mis hijos, que así sea.


76| Abba, una oración inacabada Oración para encomendarse al saberse atrapado por lo inevitable, y esperar tan solo en aquel, Dios con nosotros, que pueda evitar las mayores pérdidas emocionales que puede sufrir el ser humano creyente y amoroso: los hijos. Se los encomienda al Dios Todopoderoso para que el amor de la familia triunfe mediante la solidaridad. La supervivencia física, económica y espiritual vuelve a estar en entredicho por las circunstancias dramáticas del hambre. El amor a Benjamín es entregado a la misericordia divina para romper el ídolo de la desconfianza, y los recuerdos pasados, dramáticos, fantasmagóricos debido a la pérdida de José. En su misericordia más grande de lo que pedimos e imaginamos, el Señor no solo le traerá de vuelta a Simeón y Benjamín, sino a José y sus nietos, Efraín y Manasés. Admiración y adoración. Dios Todopoderoso en amor revive a Jacob en la fuente de su inteligencia emocional. A veces nos quejamos de las circunstancias, pero estas en manos de Dios juegan a favor del bien común y del reinado de Dios en nuestras mentes, cuerpos y corazón. A Él le podemos encomendar nuestra familia siempre. Génesis 46, 1-4 Entonces Jacob emprendió el viaje a Egipto con todas sus posesiones. Y cuando llegó a Beerseba, ofreció sacrificios al Dios de su padre Isaac. Durante la noche, Dios le habló en una visión. —¡Jacob! ¡Jacob! —lo llamó. —Aquí estoy —respondió Jacob. —Yo soy Dios, el Dios de tu padre —dijo la voz—. No tengas temor de descender a Egipto, porque allí haré de tu familia una


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gran nación. Yo descenderé contigo a Egipto y te volveré a traer. Morirás en Egipto, pero José estará contigo para cerrar tus ojos.

Es admirable como Dios lee los miedos inconscientes, sufridos y callados de Jacob. El gran Yo Soy, el Señor, siempre toma la iniciativa de acercársele en Beerseba –como en Betel–. Hay lugares especiales de encuentro y revelación que nos acercan a Él para tomar grandes, transcendentes y significativas decisiones. Para Jesús era el Monte de los Olivos, mirando al Templo y su ciudad amada, Jerusalén. Para mí también hay un lugar desde el monte menos elevado de Cataluña a orillas del Mediterráneo, Montgat. Luego mi hogar en Dosrius –mirando el nuevo día abriéndose paso entre las hojas de la arboleda del bosque–. Todos tenemos un Betel al principio y a la mitad de nuestra vida. Todos recibimos el gran sueño de Dios para nosotros, Jesús de Nazaret, y poder ser transformados a su imagen para llegar a ser una gran nación, los ciudadanos de la Nueva Jerusalén. Esta es nuestra finalidad. Él es nuestro «José» que cerrará nuestros ojos a través de las manos de nuestros seres queridos. Él nos los volverá a abrir. Solo Él puede hacerlo también, y a la vez, a nuestros «Josés», en el día de la resurrección. Dios en Cristo se ha hecho hombre descendiendo a nosotros, a nuestros abismos reales para traernos de nuevo a su hogar. Dios siempre nos llama por nuestro nombre, «¡“Jose” Manuel, “Jose” Manuel!» –así me llaman mi madre y mi mujer cuando quieren que preste atención con los cinco sentidos–. Y sí, la pronuncian llana y no aguda. Me encanta ese sonido porque he crecido al calor emocional de esas voces tan peculiares –nacidas en una preciosa aldea


78| Abba, una oración inacabada del Rincón de Ademuz una, y la otra bañada por el oleaje melódico de la pronunciación catalana–. Dios no lo llamó Israel, –nombre otorgado por Él– sino con el eco de la –voz materna –¡Jacob! ¡Jacob! –. La voz de su añorada y llorada madre, Rebeca, entrelazada a la solemnidad de la voz paternal divina, se abrió paso en su subconsciente adormilado. Se removieron recuerdos vinculados a promesas divinas confirmadas de nuevo. Es otra manera de enfocar la comunicación, la oración como visión nocturna acariciando la almohada, esperando en la iniciativa divina para darle cumplimiento a nuestros sueños desde nuestra conciencia, que está en relación íntima con lo más profundo de nuestro ser, en el momento oportuno, y en nuestro lugar predilecto. Dios nos busca personalmente como a hijos. Dios abre su bondad hacia nosotros como un consejero maravilloso. Él da solución a todos nuestros dilemas interiores. Dios se nos hace voz de alguna manera que se entrelaza con nuestra permanente voz interior, y como Jacob, es increíble decirle aquí estoy sin miedos, gracias a la sabiduría de tus mandatos, enseñanzas, atenciones para conmigo y mis seres queridos. Génesis 50, 6-9; 12-14 El faraón concedió la petición de José y le dijo: «Ve y entierra a tu padre, tal como él te hizo prometer». Entonces José partió para enterrar a su padre. Lo acompañaron todos los funcionarios del faraón, todos los ancianos de la casa del faraón, y todos los oficiales de alto rango de Egipto. José llevó a los de su propia casa y a sus hermanos y a los de sus casas, pero dejó en la tierra de


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Gosén a los niños pequeños y a los rebaños y a las manadas. Una gran cantidad de carros de guerra con sus conductores acompañaron a José. […] Así que los hijos de Jacob hicieron tal como él les había ordenado. Llevaron su cuerpo a la tierra de Canaán y lo enterraron en la cueva que está en el campo de Macpela, cerca de Mamre. Esa es la cueva que Abraham le había comprado a Efrón el hitita como lugar de sepultura permanente. Después de haber enterrado a Jacob, José regresó a Egipto junto con sus hermanos y todos los que lo habían acompañado al entierro de su padre.

Dios puede prometer y cumplir más allá de nuestra comprensión de la perspectiva histórica, política, social y económica. Dios no está atado como nosotros a nuestras carencias, sino que las puede suplir según su propósito de amor para nuestras vidas, y en nuestra muerte. Este texto así lo acredita y lo atestigua. Así acaba el tema de la oración en este libro. Dios es verdadero y tiene poder para ser digno de depositar confianza en sus palabras de vida en nuestra biografía. Jacob antes de morir adoró al Señor y pastor de su existencia. Tenía una historia –entretejida en forma de escalera con el mundo invisible y celestial– que contar en su cama rodeado de los suyos. Tenía bendiciones del Altísimo que se hizo bajísimo para que pudiera obedecerlo, respetarlo y amarlo. Adorar es confiar sin reservas en el favor de Dios para con nosotros. Favor carísimo para Dios en coste emocional y personal, pero gratamente gratuito para nosotros. Todo un tesoro: su amor hecho perdón, y ofrecido en un cofre hecho sarcófago, capaz de


80| Abba, una oración inacabada enterrar lo peor del ser humano, la violencia odiosa. Solo así nos resucita a la esperanza de una vida perfecta, plena y feliz a su lado. Solo así esta caverna dejará de ser una tierra que entierra a sus muertos permanentemente. Su Regreso es nuestra garantía de ser príncipes y sacerdotes para Dios en su corte celestial. Adiós a lo marcial sin lucha de clases ni privilegios meritocráticos por fin. Fraternidad eterna como destino compartido la de los que hemos llorado la muerte de nuestro Dios hecho hombre, nuestro Padre eterno, nuestro Príncipe de Paz, en el rostro de cualquier prójimo.

Referencias en el libro de Éxodo Éxodo 2, 23-25 «Con el paso de los años, el rey de Egipto murió; pero los israelitas seguían gimiendo bajo el peso de la esclavitud. Clamaron por ayuda, y su clamor subió hasta Dios, quien oyó sus gemidos y se acordó del pacto que había hecho con Abraham, Isaac y Jacob. Miró desde lo alto a los hijos de Israel y supo que ya había llegado el momento de actuar».

Moisés será su respuesta para esta actuación libertadora de la violencia, y el sufrimiento sistemático, que pretendía erradicar las posibilidades genéticas reproductoras para que de esta nación esclavizada en Egipto pudiese venir el Hijo de Dios. Esta promesa a Adán y a los patriarcas no podía dejar de actuar a favor de su pueblo predilecto. Ahora había llegado el momento de Dios. Ahora YHWH podía invitar a alguien para que fuese capaz de dejar su


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estatus de bienestar bucólico, y arriesgarlo todo a favor de sus semejantes. Ocasión histórica insólita para realizar sus prodigios en una situación límite para Israel. Momento de restablecer el pacto de la libertad religiosa confirmado a los patriarcas. Momento de ver el cumplimiento real de la profecía de José. Dios conoce los tiempos y no se olvida de su pueblo. Hay un tiempo correcto para cada situación y Dios, en cuanto que Señor del tiempo, siempre está en el momento adecuado dispuesto a revertir la situación. Éxodo 4, 13 «Pero Moisés suplicó de nuevo: ¡Te lo ruego, Señor! Envía a cualquier otro».

Moisés es invitado por el Señor para llevar a término su voluntad con Israel. Ese sueño de hace cuarenta años olvidado bajo la arena del desierto y la lana de las ovejas, ahora es el sueño de Dios que cobra en su agenda prioridad absoluta. Ha llegado alguien que puede entender el corazón de Dios como ni el propio Moisés es todavía consciente. Hay alguien dispuesto a aprender a obedecer e interceder por su pueblo en lengua egipcia. Hay alguien que sabe valorar la paz, la justicia, el perdón y la libertad para el prójimo sin importarle sus limitaciones. Él no lo sabe, pero el que lee los corazones sí. Dios quiere que ese pueblo adore en tierra espaciosa sin dioses falsos que lo confundan. Afortunadamente el Señor no atiende ese ruego, y al igual que al apóstol Pablo le dirá que no. Su presencia, su gracia, su poder es suficiente. Dios capacita al que


82| Abba, una oración inacabada llama, y sí, a veces llama a los más capaces como en estos dos casos. Pese a sus grandes dones genéticos, ellos se ven incapaces para la dimensión de la misión. Esta es condición sine qua non para recibir el llamamiento divino. Desde esta actitud de dependencia, Dios puede guiar a sus líderes para bien de su pueblo. No desde la falsa modestia ni desde la autocomplacencia, o el narcisismo enfermizo. Dios nos desoye a veces por nuestro propio bien, convirtiendo nuestras pésimas y cómodas excusas en una oportunidad para enseñarnos a conocernos mejor. En su gran bondad, y magnífica compasión –llena de sabiduría celestial–, le concede poder sobrenatural para hacer señales y milagros excepcionales. Primero los experimentará en su propio ser corporal, y así su mente natural nunca cuestionará semejante don sobrenatural. Además, le concede una ayuda ejemplarizante y locuaz ante el pueblo, Aarón, hermano de sangre y de ministerio. Sin embargo, no le concede quedarse encadenado e inmóvil en sus propios miedos, alimentados por la frustración de sus recuerdos. El Señor elige bien para instaurar su reinado en nosotros mediante la justicia social y la libertad de culto en espíritu y verdad. Éxodo 5, 22-23; 6, 1 Entonces Moisés fue ante el Señor y protestó: —Señor, ¿por qué trajiste toda esta desgracia a tu propio pueblo? ¿Por qué me enviaste? Desde que me presenté ante el faraón como tu vocero, él se ha vuelto aún más brutal contra tu pueblo, ¡y tú no has hecho nada para rescatarlos! Entonces el Señor le dijo a Moisés:


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—Ahora verás lo que le haré al faraón. Cuando él sienta el peso de mi mano fuerte, dejará salir al pueblo. De hecho, ¡él mismo los echará de su tierra!

Moisés se queja de la inacción de Dios, y su no manifestación de poder libertador ante las nuevas medidas desmesuradas, crueles, opresoras laboralmente. Se queja de que el pueblo sea sometido a trabajos forzados, y de que la misión divina de ser su vocero no vaya secundada por su poder. Ellos han hecho su parte, pero si Dios no hace la que le es exclusiva, nada cambiará a mejor. Dios lo tiene desconcertado. Sin más dilación le expresa su queja amargamente desde su sinceridad al ver que todo empeora exponencialmente. Dios le dice que su decisión de salvarlos es firme e inamovible. El propio faraón les pedirá que se vayan. Los expulsará. Nadie puede cerrar la puerta que Dios decide abrir ni demonio que lo intente contradecir. Y viceversa. La puerta de la libertad exterior se ha abierto, y la de la esclavitud se ha cerrado definitivamente para esa generación. Los días nefastos de la esclavitud con toda su indignidad han tocado a su fin. Lo afirma El-Shaddai, Dios Todopoderoso en los corazones, y en la realidad sociopolítica. Su reino no se levantará sobre la barbarie ni la esclavitud sino desde la libertad de amar en conciencia libremente. Éxodo 8, 8-11 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón, y les suplicó: —Rueguen al Señor que quite las ranas de mí y de mi gente. Yo dejaré salir a su pueblo para que ofrezca sacrificios al Señor.


84| Abba, una oración inacabada —¡Tú fija la hora! —respondió Moisés—. Dime cuándo quieres que ore por ti, por tus funcionarios y por tu gente. Entonces tú y tus casas se librarán de las ranas, y estas quedarán solo en el río Nilo. —Háganlo mañana mismo —dijo el faraón. —De acuerdo —respondió Moisés—, se hará como has dicho. Entonces sabrás que no hay nadie como el Señor nuestro Dios. Las ranas se alejarán de ti y de tus casas, de tus funcionarios y de tu gente. Quedarán solamente en el río Nilo.

Éxodo 8, 28-29 —Está bien, pueden ir —contestó el faraón—. Los dejaré ir al desierto para ofrecer sacrificios al Señor su Dios, pero no se alejen demasiado. Apúrense y oren por mí. —En cuanto salga de tu presencia —le respondió Moisés—, oraré al Señor, y mañana mismo la nube de moscas desaparecerá de ti, de tus funcionarios y de toda tu gente.

Éxodo 9, 28-33 Entonces el faraón enseguida mandó llamar a Moisés y a Aarón. —Esta vez he pecado —confesó—. El Señor es el justo, y mi pueblo y yo estamos equivocados. Por favor, supliquen al Señor que ponga fin a este granizo y a estos truenos tan aterradores. ¡Basta ya! Los dejaré salir; no tienen que quedarse más tiempo. —Muy bien —respondió Moisés—. En cuanto salga de la ciudad, levantaré mis manos y oraré al Señor. Entonces los truenos y el granizo cesarán, y sabrás que la tierra pertenece al Señor. […] Entonces Moisés se fue del palacio del faraón y salió de la ciudad.


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Cuando elevó sus manos al Señor, los truenos y el granizo cesaron, y se detuvo la lluvia.

Éxodo 10, 16-19 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón de inmediato. «He pecado contra el Señor su Dios y contra ustedes —les confesó—. Perdonen mi pecado una vez más, y rueguen al Señor su Dios para que aleje de mí esta muerte». Moisés salió del palacio del faraón y rogó al Señor. El Señor le respondió y cambió la dirección del viento, y el viento fuerte del occidente se llevó las langostas y las echó en el mar Rojo. No quedó ni una sola langosta en toda la tierra de Egipto.

Los dioses egipcios se han vuelto contra sus adoradores. Sus dioses son falsos porque no pueden salvarlos. Caos socio-religioso para deshonra del hijo de Ra en la tierra, pues cada vez faraón es más cuestionado por la crisis económica sufrida. El Dios verdadero en esta ocasión exige obediencia como prueba de fe: la Pascua. Acepta a cualquiera que deposite confianza en Moisés, su mensajero, profeta, vocero e hijo amado. No distinguirá entre etnias ni razas ni clases sociales, sino que por fe serán salvos obedeciendo sus mandatos dados a su servidor. No hay dudas ni casualidades. Horas convenidas para recibir respuestas a oraciones y peticiones sugeridas por la caprichosa y desesperada voluntad faraónica. La guerra espiritual la ha ganado el Dios de los esclavos. El monoteísmo al politeísmo. La verdad a la magia espiritista zoomórfica.


86| Abba, una oración inacabada Éxodo 14, 10; 15-16 Mientras el faraón se acercaba, los israelitas levantaron la vista y se llenaron de pánico al ver que los egipcios los alcanzaban. Entonces clamaron al Señor. […] Luego el Señor le dijo a Moisés: «¿Por qué clamas a mí? ¡Dile al pueblo que se ponga en marcha! Toma tu vara y extiende la mano sobre el mar. Divide las aguas para que los israelitas puedan pasar por en medio del mar, pisando tierra seca».

Dios crea unas condiciones favorables como salida a dicha persecución y al posible exterminio de su pueblo. Oramos desde nuestras situaciones límites llenas de pánico por el horror de perder la vida. Dios siempre divide las aguas que nos impiden avanzar hacia la libertad de encontrarnos a salvaguarda. Nos ha enseñado que tras la muerte existe como posibilidad real la resurrección, gracias a la vara y al cayado de Jesucristo, nuestro buen pastor. Éxodo 16, 7-10 «Por la mañana, verán la gloria del Señor, porque él oyó las quejas de ustedes, que son contra él y no contra nosotros. ¿Qué hemos hecho para que ustedes se quejen de nosotros?». Luego Moisés añadió: «El Señor les dará de comer carne por la tarde y los saciará con pan por la mañana, porque él oyó todas sus quejas contra él. ¿Qué hemos hecho nosotros? Así es, las quejas de ustedes son contra el Señor, no contra nosotros». Después Moisés le dijo a Aarón: «Anuncia lo siguiente a toda la comunidad de Israel: “Preséntense ante el Señor, porque él ha oído sus quejas”». Mientras Aarón hablaba a toda la comunidad


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de Israel, miraron hacia el desierto, y allí pudieron ver la imponente gloria del Señor en la nube”. Luego el Señor le dijo a Moisés: «He oído las quejas de los israelitas. Ahora diles: “Por la tarde tendrán carne para comer, y por la mañana tendrán todo el pan que deseen. Así ustedes sabrán que yo soy el Señor su Dios”».

No es fácil dirigir a una comunidad de creyentes sea de la confesión que sea. No es fácil dirigir a un pueblo religioso. No lo fue ni en el pasado de Israel ni lo es en el presente de ninguna nación, tribu o pueblo. No es fácil estar expuesto a la queja permanente de las otras lenguas que piensan como estar más satisfechos y mejor atendidos. La queja es el lenguaje que manifiesta a veces insatisfacción por los caprichos no obtenidos. La queja nace del pensamiento de que cualquier tiempo pasado fue idealizado en nuestra mente. Borramos lo peor de aquellas sensaciones, y recordamos lo más sublime de esas experiencias. Dicen los que han emigrado o se han exiliado que lo más difícil de olvidar son los olores, y los sabores de la comida. Somos cultura culinaria. Israel fue tentado desde sus ollas egipcias sin caer en la cuenta de sus duras fatigas para conseguirlas. A veces en las iglesias se idealiza un pasado o una época de ciertos dirigentes como caballo de batalla contra cualquier decisión de los que asumen responsabilidades en la actualidad. En este caso histórico, Dios mismo solucionó la queja proveyendo con un cambio de aires los caprichos del pueblo que cuestionaba su manera de educar sus gustos. La comida de nuevo se


88| Abba, una oración inacabada convirtió en terreno abonado para el conflicto, y la idolatría. Dios, sin embargo, siguió demostrándoles que sus mentes no eligen los alimentos más saludables para su salud deteriorada por siglos de esclavitud. Despreciaron el pan del cielo, el maná, símbolo del propio Dios encarnado, y del rito de la Alianza que podía curarlos de la codicia, avaricia y mejorar sus condiciones orgánicas. El maná fue tan importante en sus vidas que tras este episodio de queja se convirtió en algo tan especial como para ser guardado en el Arca de la Alianza, junto a las tablas de la Ley y la vara florecida de Aarón. Símbolo de la providencia divina de Dios como Padre que provee para sus hijos su supervivencia de manera milagrosa durante los cuarenta años del desierto. Símbolo de la corporeidad de Jesús cuando llamó la atención sobre comer su carne y su sangre, pese a la maldición de llevar tal acción literalmente según la Torah. Su lenguaje figurado no lo entendieron tras la multiplicación de los panes y los peces, y muchos escandalizados, cuestionaron su liderazgo –quejándose de su cordura a los dirigentes del Templo, guardianes estrictos del Pentateuco–.

Referencias en el libro de Levítico Levítico 1, 1-2 El Señor llamó a Moisés desde el tabernáculo[a] y le dijo: «Da las siguientes instrucciones al pueblo de Israel».

Todo son leyes ceremoniales y prescripciones. Debido a sus contenidos rituales no se recoge ninguna oración. No hay fórmulas mágicas ni misteriosas. La oración está en otra clave: la relacional.


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No está ni ritualizada ni estipulada u otorgada al clero por encima de ninguna otra clase social u oficio religioso. La oración es comunicación espontánea de cualquier tú a YHWH, el único otro –que se nos manifiesta como el gran Yo soy–. Queda descentrada y desubicada de este libro. La oración es apertura infinita y encuentro permanente. Comunicación asimétrica que deja huellas afectivas del encuentro entre lo humano y lo divino en nuestra biografía personal. No está vinculada exclusivamente a la soteriología. Abarca lo cotidiano y lo sacro por igual. Se enmarca en lo sagrado, pero también en lo profano espaciotemporal. Me maravilla que el mismo Dios y Señor llame a Moisés para transmitirle la paideia, su proyecto educativo para formar ciudadanos competentes. Dios tiene necesidad de intercambiar con Moisés su sabiduría. Dios nos llama a escucharlo.

Referencias en el libro de Números Números 6, 22-27 Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Diles a Aarón y a sus hijos que bendigan al pueblo de Israel con la siguiente bendición especial: “Que el Señor te bendiga y te proteja. Que el Señor sonría sobre ti y sea compasivo contigo. Que el Señor te muestre su favor y te dé su paz”.


90| Abba, una oración inacabada Cada vez que Aarón y sus hijos bendigan al pueblo de Israel en mi nombre, yo los bendeciré».

No se trata de una oración propiamente, sino de una bendición. YHWH quiere que el pueblo asocie la imagen del sumo sacerdote a una función específica que conlleva un gran beneficio para todos. Los verbos de acción que se invocan sobre el pueblo determinan una tarjeta de presentación del emisor sobre el receptor. Se busca el acercamiento sin crear rechazo. Una imagen de seguridad plena colectiva e individual. Se ensalza a Dios como el ser más tierno, amoroso y protector que puede pacificarnos con su trato favorable. Jesucristo, siglos más tarde, encarnará esa bendición. Su corporeidad manifestará esa imagen impecable del Abba celestial. De ahí, la necesidad del libro de Hebreos para justificar su ministerio como Sumo Sacerdote. No existe mayor atracción ni magnetismo que el de una sonrisa sincera para atraer a las personas hacia una imagen empática de Dios. Jesucristo lo expresaba con maestría porque hasta los niños sonreían y jugueteaban en su presencia, escuchando los misterios del Reino de los Cielos. Números 11, 1-3 Poco después el pueblo comenzó a quejarse de las privaciones que enfrentaba, y el Señor oyó todo lo que decían. Entonces el enojo del Señor se encendió contra ellos y envió un fuego que ardió entre ellos y destruyó a algunos en las afueras del campamento. Así que el pueblo pidió ayuda a gritos a Moisés, y cuando


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él oró al Señor, el fuego se apagó. Después, ese lugar fue conocido como Taberá (que significa «lugar del fuego que arde»), porque el fuego del Señor ardió allí entre ellos.

Pasaje contradictorio. Dios escucha las quejas y «castiga» según la mentalidad de esa época. Moisés ora y Dios perdona al pueblo haciendo de bombero. Primero le atribuyen un incendio por su mala conciencia relacional, como si Dios fuese un pirómano. Parece que cualquier cosa excepcional que les pasase era una acción de Dios directa. Quizá tendríamos que leer este pasaje a la luz del libro de Job, y la desautorizada enseñanza de la justicia retributiva. Según la fórmula de la bendición sacerdotal dada al sacerdocio levita, Dios solo quiere ser invocado para hablar bien de nosotros como de Enoc, y de los demás héroes de la fe,7 protegernos como una madre a sus hijos, o una gallina a sus polluelos, a fin de hacernos sonreír cuando su amor nos baña desde dentro. Nos quiere hacer favores y darnos paz en nuestras tiendas, ciudades, escuelas, países y medio ambiente. Ese sí que es Dios en estado puro, apagando los fuegos que la humanidad por sus malas acciones le atribuye. Ese es más parecido al Padre Celestial del que Jesús de Nazaret se hará imagen y semejanza. Debido a ello, no quiso bajar fuego del cielo cuando los hijos del trueno querían echar hogueras no solo por la boca cual dragón, sino llamaradas por los ojos. Su presencia fue pacífica hacia aquella desagradecida aldea de samaritanos.

7

Hebreos 11.


92| Abba, una oración inacabada Números 11, 9-20 Durante la noche, el maná caía sobre el campamento juntamente con el rocío. Entonces Moisés escuchó los lloriqueos de las familias a la entrada de sus carpas y el Señor se enfureció. Moisés también estaba muy molesto, y le dijo al Señor: —¿Por qué me tratas a mí, tu servidor, con tanta dureza? ¡Ten misericordia de mí! ¿Qué hice para merecer la carga de todo este pueblo? ¿Acaso yo los engendré? ¿Los traje yo al mundo? ¿Por qué me dijiste que los llevara en mis brazos como una madre a un bebé de pecho? ¿Cómo puedo llevarlos a la tierra que juraste dar a sus antepasados? ¿De dónde se supone que voy a conseguir carne para toda esta gente? No dejan de quejarse conmigo diciendo: «¡Danos carne para comer!». ¡Solo no puedo soportar a todo este pueblo! ¡La carga es demasiado pesada! Si esta es la manera como piensas tratarme, sería mejor que me mataras. ¡Hazme ese favor y ahórrame esta miseria! Entonces el Señor le dijo a Moisés: —Reúne delante de mí a setenta hombres que sean reconocidos como ancianos y jefes de Israel. Llévalos al tabernáculo para que permanezcan junto a ti. Yo descenderé y allí hablaré contigo. Tomaré del Espíritu que está sobre ti y lo pondré sobre ellos también. Llevarán la carga del pueblo junto contigo, y de esa manera no tendrás que soportarla tú solo. También dile al pueblo: «Purifíquense, porque mañana tendrán carne para comer. Ustedes gemían y el Señor oyó sus quejidos: “¡Oh, un poco de carne! ¡Estábamos en mejores condiciones en Egipto!”. Ahora, el Señor les dará carne y tendrán que comérsela. Y no será solo un día, ni dos, ni cinco, ni diez, ni aun veinte. La


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comerán durante un mes entero, hasta que les produzca náuseas y estén hartos de tanta carne. Pues han rechazado al Señor que está aquí entre ustedes y han lloriqueado diciendo: “¿Por qué dejamos Egipto?”».

Lenguaje de quejas como un fuego cruzado. Dios escucha el lenguaje de la frustración de sus hijos, y de aquellos que los gobiernan con un corazón como el de Moisés. No había otro más paciente, humilde y semejante a YHWH en ese desierto. Incluso él se sintió sin fuerzas para satisfacer demandas imposibles y caprichosas. A veces trabajar con otras personas se vuelve eclesiásticamente insatisfactorio. Nos sentimos oprimidos, agobiados y solos. Nos quemamos en el intento y deseamos la muerte incluso si caemos en una depresión. Abrimos la puerta de la ingratitud permanente. Por suerte para nosotros, Dios actúa poniendo personas que colaboran con nosotros a fin de formar un liderazgo compartido y eficaz. La carga así se hace más llevadera, y los imposibles del yo personalista se hacen posibles en el nosotros intersubjetivo. En la vida de las comunidades religiosas es necesario sentirse unido por una misión, y por unos objetivos que nos exceden la mayoría de las veces. Es de humildes reconocer nuestra insuficiencia, y buscar en los otros la respuesta que viene de Dios. El Señor promete cuidar del éxito de sus proyectos pese a nuestras flaquezas y lágrimas. Ese canto de victoria se produce como consecuencia de su acción en nuestro favor. Esta siempre nos deja esperanzados, admirados y satisfechos hasta «reventar». Su generosidad no tiene límites para


94| Abba, una oración inacabada favorecernos como hijos muy amados. Somos iglesia, y la necesitamos para llegar a la Nueva Jerusalén. Mejor juntos que por separado. Así se aprende a caminar en la ley de Cristo, amándonos unos a otros. Incluso en base a ese amor podemos soportarnos mutuamente con paciencia. No olvidemos nunca como Dios nos comprende, simpatizando con nuestra situación pese a nuestras carencias e imperfecciones. Números 12, 13-14 Entonces Moisés clamó al Señor: ¡Oh Dios, te suplico que la sanes! Pero el Señor le dijo a Moisés: —Si el padre de Miriam tan solo la escupiera en la cara, ¿no duraría su contaminación siete días? Por lo tanto, mantenla fuera del campamento durante siete días y después podrá ser aceptada de nuevo.

El contexto sigue con críticas al liderazgo de Moisés. Sus hermanos Aarón y Miriam por casarse con una no israelita, es decir, una cusita. Moisés prioriza la persona como compañera sentimental, pero su familia le critica su falta de identidad nacional y su no prejuicio salvaguardador de la superioridad étnica, dando así un mal ejemplo de patriotismo. Dios mismo sale en defensa de Moisés y confirma que es muy especial a sus ojos. Ellos dos no le llegan pese a sus privilegios a la suela de los zapatos. Él habla con Dios cara a cara con total claridad y lo conoce perfectamente. Dios corrige en Miriam esa actitud de soberbia espiritual a través de una humillación pasajera de siete


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días. Aislándola del campamento por leprosa, enseña pedagógicamente lo dañina que es la lengua. La crítica injusta, arbitraria y destructiva es como la lepra física que todo lo que toca lo pudre y lo marchita, haciendo que se produzca un rechazo. Hay que aislarse de las críticas negativas para gozar de buena salud social, no dando pábulo a esas lenguas viperinas. Lo destacable de ese episodio autobiográfico es que Dios se dice padre de Miriam también, y por eso accede a la petición de Moisés ya que es conforme al sentir del corazón de Dios. “Castigo” corrector pero para edificación de un mejor carácter. ¿Qué padre o madre no disciplina a sus hijos si hacen daño a otro hermano? En absoluto, jamás se les corrige desde la ira ni la venganza, sino desde la compasión, y la justicia equitativa, para que haya paz que dé frutos de buena convivencia entre ellos. Números 14, 17-19 «Por favor, Señor, demuestra que tu poder es tan grande como lo has declarado. Como lo has dicho: “El Señor es lento para enojarse y está lleno de amor inagotable y perdona toda clase de pecado y rebelión; pero no absuelve al culpable. Él extiende los pecados de los padres sobre sus hijos; toda la familia se ve afectada, hasta los hijos de la tercera y la cuarta generación”. En conformidad con tu magnífico e inagotable amor, por favor, perdona los pecados de este pueblo, así como lo has perdonado desde que salió de Egipto».

El contexto de dicha petición se produce por la rebelión contra Dios, Moisés, Aarón, Josué y Caleb. El pueblo amenaza con apedrearlos en un linchamiento sin precedentes. Ante tamaña injusticia


96| Abba, una oración inacabada y confusión del pueblo –que cree sin más el informe de los otros diez espías–, el Señor amenaza con actuar contundentemente a favor de sus hombres de fe. Moisés intercede para que el nombre del Señor no sea puesto en ridículo en boca de las demás naciones como los pueblos cananeos o los egipcios. Apela a la memoria histórica, por un lado, y también a la esencia de Dios que es amorosa y perdonadora. Moisés recibe la respuesta de Dios como afirmativa, pero en cuanto que es sabio y justo debe proteger a ese pueblo del pecado de incredulidad. Ejecuta un doble juicio. Castigo para toda la generación con mentalidad de esclavos, y aterrorizada por la presencia del otro humano superior físicamente. Les concede vivir y morir en el desierto. Juicio inmediato de pena de muerte por plaga sobre los diez espías para que el pueblo distinga entre lo correcto y lo incorrecto. En contraposición, promesas de bendición terrenal futura en la tierra prometida para Caleb, y Josué, por haber creído en la acción salvadora y protectora de Dios en la conducción hacia la liberación plena. Esa bendición se extenderá a sus descendientes. Ejercer confianza en quién es Dios sin hacer un cálculo racional, medible y tangible de lo que puede o no puede hacer en nuestro favor, y por nuestra causa, es condición indispensable para que Él pueda actuar conforme a su bondad hacia sus hijos e hijas. La fe focaliza la acción divina a nivel relacional, priorizando el sentir amoroso de Dios. La incredulidad deja a Dios fuera de nuestra afectividad, empequeñeciéndolo como a un ídolo del tamaño de nuestra


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pequeñez argumentativa. No se puede racionalizar el problema con sus dificultades imposibles para nuestras fuerzas, inteligencia, o recursos humanos del ámbito que sean, hasta el punto de desistir, dejando al Todopoderoso fuera de nuestras vidas de facto. Números 16, 15; 22-24 Entonces Moisés se enojó mucho y le dijo al Señor: «¡No aceptes sus ofrendas de grano! Yo no les he quitado ni siquiera un burro, ni jamás he lastimado a ninguno de ellos». […] Pero Moisés y Aarón cayeron rostro en tierra y rogaron: ¡Oh Dios, tú eres el Dios que da aliento a todas las criaturas! ¿Tienes que enojarte con todo el pueblo cuando solo un hombre peca? Y el Señor le dijo a Moisés: —Entonces dile a todo el pueblo que se aleje de las carpas de Coré, Datán y Abiram.

Según esta época histórica la pena de rebelión se pagaba con la muerte. Tristemente es el único lenguaje que el pueblo obedecía. Los juicios de Dios fulminantes siempre están relacionados con el respaldo al liderazgo de Moisés y Aarón –como intercesores y guías espirituales del pueblo–. Este espíritu de crítica dañina suponemos que ponía en peligro la propia salvación eterna del pueblo. De ahí lo dramático y trágico del desenlace. Más de lo mismo. Los culpables quieren hacer el mal sin sufrir las consecuencias de su codicia, envidia y altivez. Afortunadamente esto no fue así en aquella ocasión.


98| Abba, una oración inacabada Números 21, 2-3; 6-7 Entonces Israel hizo un voto al Señor: «Si entregas a este pueblo en nuestras manos, destruiremos por completo todas sus ciudades». El Señor oyó la petición de los israelitas y les dio la victoria sobre los cananeos. […] Entonces el Señor envió serpientes venenosas entre el pueblo y muchos fueron mordidos y murieron. Así que el pueblo acudió a Moisés y clamó: «Hemos pecado al hablar contra el Señor y contra ti. Pide al Señor que quite las serpientes». Así pues, Moisés oró por el pueblo. Entonces el Señor le dijo a Moisés: «Haz la figura de una serpiente venenosa y átala a un poste. Todos los que sean mordidos vivirán tan solo con mirar la serpiente». Así que Moisés hizo una serpiente de bronce y la ató a un poste. ¡Entonces los que eran mordidos por una serpiente miraban la serpiente de bronce y sanaban!

Esta respuesta a la oración de Moisés tiene un gran valor sincrónico y diacrónico. Ocurrió allí, pero se proyectará en esa acción simbólica Jesús de Nazaret para explicar el significado de la Cruz. Así se tragará la tierra su cadáver para desde sus polvorientas entrañas resucitar glorificado8 como vencedor de entre los muertos. Así se acabarán nuestras rebeliones y pecados por lo que fue literalmente molido a latigazos, burlas y escarnio.9 Así aprendemos el precio de la reconciliación con Dios. Precio de sangre que tuvo que pagarle al ángel rebelde, Satanás, la serpiente antigua, el diablo. Así desearemos como Moisés y Aarón ser hijos de fe. Solo a través 8

1 Corintios 15.

9

Isaías 53.


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de esta confianza en Cristo Jesús podemos ser sanados de la picadura de una serpiente que nos ha envenenado los corazones de maldad, odio, indiferencia, soberbia y, lo peor de todo, de falsos dioses que frustran nuestro deseo del paraíso perdido y el acceso al árbol de la vida pacífica imperecedera. Soñamos con los días de la eternidad. También nosotros debemos interceder por esta humanidad para que sea sanada por medio del Hijo de Dios y del Hombre. Solo Él es nuestro maná. Solo Él es el pan de vida eterna y ha hablado palabras al corazón para sanarlo con su amor y perdón. Este es, fue y será su antídoto más allá de nuestra torpeza teológica, o toda la incomprensión que se deriva de nuestra precaria teodicea. Números 27, 15-21 Entonces Moisés le dijo al Señor: —Oh Señor, tú eres el Dios que da aliento a todas las criaturas. Por favor, nombra a un nuevo hombre como líder de la comunidad. Dales a alguien que los guíe dondequiera que vayan y que los conduzca en batalla, para que la comunidad del Señor no ande como ovejas sin pastor. El Señor le respondió: —Toma a Josué, hijo de Nun, en quien está el Espíritu, y pon tus manos sobre él. Preséntalo al sacerdote Eleazar ante toda la comunidad y públicamente encárgale que dirija al pueblo. Entrégale de tu autoridad para que toda la comunidad de Israel lo obedezca. Cuando se necesite dirección del Señor, Josué se presentará ante el sacerdote Eleazar, quien usará el Urim —uno de los sorteos sagrados que se hacen ante el Señor— para determinar


100| Abba, una oración inacabada su voluntad. De esta manera Josué y el resto de la comunidad de Israel decidirán todo lo que deben hacer.

Nosotros seguimos creyendo en la imposición de manos para conferir autoridad eclesiástica con la única finalidad de servir a la comunidad de creyentes en nuestra Iglesia Cristiana Adventista del Séptimo Día. Más allá del rito y de esta costumbre mantenida por la iglesia apostólica, se ha de destacar la respuesta de Dios de elegir a personas de fe para las tareas más nobles, pero también de suma responsabilidad para educar al pueblo en el vínculo de obediencia y dirección adecuada al proyecto de Dios en cada época, sea la circunstancia que sea. Trabajo cooperativo entre líderes y el resto de la comunidad, llamada al sacerdocio universal en Cristo, según el apóstol Pedro.

Referencias en el libro de Deuteronomio Deuteronomio 1, 42-45 Pero el Señor me encargó que les dijera: «No ataquen, porque yo no estoy con ustedes. Si insisten en ir solos, serán aplastados por sus enemigos». Eso fue lo que les dije, pero ustedes no quisieron escuchar. En cambio, se rebelaron otra vez contra la orden del Señor y marcharon con arrogancia a la zona montañosa para pelear. Entonces los amorreos que vivían allí salieron a atacarlos como un enjambre de abejas. Los persiguieron y los vencieron por todo el camino desde Seir hasta Horma. Luego ustedes regresaron y lloraron ante el Señor, pero él se negó a escucharlos.


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A veces queremos hacer nuestra voluntad a toda costa en contra de la voluntad divina. Menospreciamos al Señor como en este episodio, y pensamos que así obtendremos su favor y conseguiremos grandes logros que ofrecerle. Sin embargo, la falta de obediencia nos genera insatisfacción, pesar, lamentos y lágrimas por nuestras malas decisiones. Entonces sufrimos las consecuencias y deseamos que Él nos libere de ese yugo. En su libertad, el Señor también puede optar por el silencio o la negación a actuar con la finalidad de que en otra ocasión futura seamos más humildes, cautos y recordemos la lección del pasado para buscar con mejor disposición su voluntad, que siempre provee lo mejor para nuestro caminar con Él. Tras una decisión de Dios siempre hay una buena razón para nosotros. Hemos de educar nuestra mente en sus pensamientos de bondad hacia nosotros por medio de las respuestas que recibimos. Hemos de creer en la oración como el mecanismo que hace de Dios, el omnisapiente, y a nosotros, sus seguidores. El emite y nosotros recibimos sus mensajes hechos respuestas afirmativas o, como en este caso, negativas. Dios no se deja manipular por el chantaje emocional nacido de una actitud altiva y engreída. Él es el único libre para ejecutar su voluntad. Deuteronomio 3, 23-28 En aquel tiempo, le rogué al Señor: «Oh Señor Soberano, a mí, tu siervo, recién has comenzado a mostrar tu grandeza y la fuerza de tu mano. ¿Acaso hay otro dios en el cielo o en la tierra que pueda hacer cosas tan grandes y poderosas como las que haces tú? Te pido, por favor, que me permitas cruzar el Jordán para ver esa


102| Abba, una oración inacabada tierra maravillosa que hay del otro lado, la bella zona montañosa y los montes del Líbano». Pero el Señor estaba enojado conmigo por culpa de ustedes y no quiso escucharme. «¡Ya basta! —exclamó—. Ni una sola palabra más sobre ese asunto. Pero sube a la cima del monte Pisga y mira la tierra en todas las direcciones. Mírala bien, pero no cruzarás el río Jordán. Por lo tanto, encarga a Josué y dale ánimo y fuerzas, porque él guiará al pueblo en el cruce del Jordán. Les dará como posesión toda la tierra que ahora ves frente a ti».

Es curiosa, cuanto menos, la respuesta. Siempre le ha contestado afirmativamente a Moisés. Siempre ha sabido aplacar su enojo ante la injusticia, y que triunfe su amor, pues así es Dios, lento para enojarse y magnánimo, raudo en sentir compasión de sus criaturas. ¿Cómo deja a Dios su negativa ante la petición de Moisés? ¿Por qué ese empecinamiento divino en no consentir a su elegido? Por la fe en la epístola de Judas10 y en los evangelios11 sabemos que Dios quería llevárselo a la verdadera tierra prometida, su hogar, el cielo, la eternidad junto a Él en ese lugar del universo que Dios habita junto a Cristo Jesús, y millares de millones de ángeles. De Dios tras un no, siempre hemos de suponer por fe, y no por vista, un sí mejor, y más acorde con sus pensamientos que con nuestro raquítico razonamiento acerca de lo que nos conviene de verdad. Somos sus bebés y siempre estamos en una disposición de

10

Judas 9.

11

Marcos 9, 2-8.


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carencia ante su capacidad de discernir qué es lo bueno para nosotros. Se lo llevó a su gloria eterna. No quería que el pueblo lo idolatrara, y lo rebajó a la condición de hijo que comete rebeliones, y paga por ello con el destierro de la tierra prometida terrenal. Le esperaba disfrutar la alegría definitiva de ver a Dios en toda su inmensidad. Tras un no del Señor se esconde un sí, que transfigura su imagen distante en favorable. Lo amaba demasiado como para condenarlo a semejante respuesta negativa. Ni la crueldad ni la arbitrariedad caprichosa tienen cabida en la naturaleza compasiva del Creador. Deuteronomio 5, 28-31 «Ve tú y escucha lo que dice el Señor nuestro Dios. Luego ven a contarnos todo lo que él te diga, y nosotros escucharemos y obedeceremos». Él Señor oyó la petición que me hicieron y dijo: «He oído todo lo que los israelitas te dijeron, y tienen razón. ¡Oh, si siempre tuvieran un corazón así, si estuvieran dispuestos a temerme y a obedecer todos mis mandatos! Entonces siempre les iría bien a ellos y a sus descendientes. Ve y diles: “Regresen a sus carpas”. Pero tú quédate aquí conmigo, para que te dé todos mis mandatos, decretos y ordenanzas. Enséñaselos al pueblo, para que los obedezcan en la tierra que les doy como posesión».

Dios se manifiesta en gloria y poder. Nuestro miedo edénico aparece ante su majestuosidad. Nos sentimos morir, pero no de amor, sino de terror. Ante esa presencia, el ser humano necesita ocultarse como nuestros primeros padres hicieron. En el desierto no hay jardines con árboles tras los que ocultarse. Deciden que sus


104| Abba, una oración inacabada tiendas o carpas pueden ser el mejor sitio posible a nivel paisajístico. En su intimidad la potente voz de Dios se hace susurro mediado para convertirse en recuerdo olvidado. Me encanta con qué delicadeza le concede a Moisés esa petición para el pueblo, pero al mismo tiempo le exhorta para que al menos él se atreva a permanecer junto a Dios en la casa de este, la cima de la montaña del Sinaí. Allí recibirá sabiduría en forma de sentencias, leyes e instrucciones. Allí recibirá tal revelación que el ser humano no acabe animalizado por la violencia, sino ennoblecido por su obediencia. Deuteronomio 9, 18-20; 25-29 Luego me postré hasta el suelo delante del Señor y estuve allí otros cuarenta días y cuarenta noches. No comí pan ni bebí agua, debido al pecado tan grande que ustedes habían cometido al hacer lo que el Señor odiaba, con lo cual provocaron su enojo. Tuve miedo de que ese enojo tan intenso del Señor, que lo volvió en contra de ustedes, lo llevara a destruirlos; pero una vez más, él me escuchó. El Señor estaba tan enojado con Aarón que también quería destruirlo a él; pero oré por Aarón, y el Señor le perdonó la vida. Por esa razón, me postré hasta el suelo delante del Señor y estuve allí durante cuarenta días y cuarenta noches, porque el Señor dijo que iba a destruirlos. Oré al Señor y dije: «Oh Señor Soberano, no los destruyas; son tu propio pueblo. Son tu posesión más preciada, los que redimiste de Egipto con tu gran poder y tu mano fuerte. Te ruego que no les tomes en cuenta su terquedad ni su terrible pecado, y que recuerdes, en cambio, a tus siervos


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Abraham, Isaac y Jacob. Si tú destruyes a este pueblo, los egipcios van a decir: “Los israelitas murieron porque el Señor no pudo llevarlos a la tierra que había prometido darles”. O también podrían decir: “Los destruyó porque los odiaba; los llevó al desierto a propósito para aniquilarlos”. Pero los israelitas son tu pueblo y tu posesión más preciada, los que sacaste de Egipto con tu gran fuerza y tu brazo poderoso».

Decía el filósofo Immanuel Kant que lo único constante en el ser humano es su ánimo inconstante. Podemos entender ánimo de manera polisémica como el corazón –órgano generador de los sentimientos–, la mente –órgano generador de nuestros pensamientos– o la voluntad, –órgano etéreo asociado al brazo y la mano o al conjunto de las extremidades que nos hacen ejecutar decisiones–. Evidentemente que esta explicación no es científica sino cultural. Sin embargo, sea como fuere, la cita del pensador alemán sigue siendo el mejor comentario para decirnos tristemente en relación con la manifestación del Señor Dios. Sin procesos de intimidad con Él, estamos incapacitados para que nuestras alegrías religiosas o festividades rituales tengan su aprobación. De todo hacemos ídolos como ideas sustitutorias de ese encuentro de sumisión a su bondad, sabiduría y acompañamiento. Buscamos nuestra satisfacción a nuestra manera y lo desterramos de nuestras celebraciones en su propio Nombre u honor. Paradoja de paradojas. Becerro de oro. Apis, el buey sagrado. Solo Moisés que ha intimado con Dios sabe cómo es, y qué gran reputación merece por concedernos su atención, elección y favor. Solo Él sabe cuánto nos perjudica el mal,


106| Abba, una oración inacabada cuán aborrecible es menospreciar su proyecto de mejora para la humanidad, como le sucedió a Israel al pie de la falda del Sinaí. Deuteronomio 24, 14-15 Jamás te aproveches de los obreros pobres y desamparados, ya sean hermanos israelitas o extranjeros que vivan en tu ciudad. Debes pagarles lo que les corresponde al final del día, antes de que caiga el sol, porque son pobres y cuentan con esa paga para vivir. De lo contrario, ellos podrían clamar al Señor en tu contra, y tú serías culpable de pecado.

Resuena este pasaje en la epístola del apóstol Santiago12 y también en toda la teología o filosofía de la liberación. El centro oprimiendo a la periferia sin caer en la cuenta de que cualquier nación o imperio siempre acaba siendo sucedido por otro. De igual manera, la sociedad clasista prioriza el beneficio económico sacrificando a sus pobres como excedente o residuo. La filosofía neodarwinista justifica a esta clase de superhombres que cierran su corazón a los parias de la globalización económica. El juicio de Dios en la escatología neotestamentaria cobra significado no a partir ni de los dogmas o doctrinas ni ritos religiosos sino en base a la ética del rostro: parábola del buen samaritano. Como diría Emmanuel Lévinas, por actuar con compasión hacia el otro que se me hace semejante en su necesidad. Su vida no me es indiferente ni tampoco sus carencias que sufre intensamente, debatiéndose entre ser o dejar de existir. Así pasa a tener significado

12

Santiago 5, 1-6.


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como el tú que es, y nos da sentido como el yo que somos. Así podemos asemejarnos, asemejándonos mutuamente en el proceso humanizador con el Rabí galileo que narró dicha parábola, y sirvió de inspiración a este filósofo –judío como él, pese a su doble nacionalidad, lituana y francesa–. Deuteronomio 26, 6-9 «Cuando los egipcios nos oprimieron y nos humillaron al hacernos sus esclavos, nosotros clamamos al Señor, Dios de nuestros antepasados. Él oyó nuestro clamor y vio las privaciones, el trabajo pesado y la opresión que pasábamos. Y así el Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo poderoso, con terror aplastante y con señales milagrosas y con maravillas. ¡Nos trajo hasta este lugar y nos dio esta tierra donde fluyen la leche y la miel! Y ahora, oh Señor, te traigo las primicias de las cosechas que me has dado de la tierra». Luego coloca las primicias ante el Señor tu Dios y póstrate ante él en adoración.

Es muy importante mantener viva la memoria histórica en nuestra relación con Dios. Somos seres olvidadizos y necesitamos decirnos por escrito a nosotros mismos, y a nuestra descendencia como familia, iglesia, o sociedad que Dios nos ha oído y nos ha respondido con brazo poderoso, sacándonos de nuestras esclavitudes personales o colectivas. Es muy importante saberse agradecido por el lugar que ocupamos en nuestra empresa, ya que así reconocemos su bondad para con nuestra actividad productiva, mejorando con nuestras ofrendas la vida de la sociedad en general; y con los


108| Abba, una oración inacabada impuestos al Estado contribuimos al mantenimiento de sus infraestructuras y dificultamos su desmantelamiento como estado del bienestar. Adorar a Dios pasa por ser solidario con el bien común y no caer en la política nepotista del «pillo» o del aprovechado. Dad al Estado lo que es del Estado, y a Dios lo que es suyo, siempre refuerza en nuestra conciencia su señorío como benefactor de la humanidad. Imitar al codicioso, al avaro o al corrupto mediante la estafa, el ocultamiento de bienes o la evasión de impuestos es menospreciar la vida ajena y al Creador. Justificarse en paraísos fiscales de la extorsión que demasiados políticos hacen con sus leyes recaudatorias no deja de ser un juicio subjetivo, que crea indefensión objetivamente en el resto de la sociedad asalariada, dependiente o parada. Creer que Dios provee mejores condiciones de vida como respuesta a nuestras oraciones, está en el origen de la libertad del pueblo hebreo. Bendijo a los patriarcas, bendijo a Israel, ayudándolos a ser nación y Estado propio más allá del yugo de la esclavitud antigua y de sus circunstancias históricas. Ningún pueblo debería someter o condenar a otros pueblos a la indefensión económica porque esto es una ofensa y atenta contra el concepto de justicia social, enseñado por los principios del amor al prójimo. No hay que olvidar que se habla también del extranjero. ¿Por qué hay tanto empeño en desmantelar el estado de bienestar europeo? ¿Cuántos beneficios económicos de todos pasarán del bien común a las manos de pocas fortunas propietarias de multinacionales en


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el ámbito de la salud, la educación y las pensiones? ¿Cuántos banqueros seguirán cazándonos y devorándonos en esta jungla de asfalto como si fuésemos energía que mueve sus corazones codiciosos? El hombre no debe ser una bestia sino un hermano para el hombre. Reconocer al Padre celestial es darnos una oportunidad de no poner nuestra esperanza en el dinero sino en el Dios que regala un nuevo paraíso gratis, pese a cómo hayamos valorado sus propuestas en este infierno económico, llamado crisis, desaceleración económica, inflación o deflación. ¿A quién servimos a Dios o al dinero? Dependerá de nuestra actitud en la respuesta que seremos verdaderos adoradores. A los ricos de este mundo se les dirá que pongan sus ganancias a favor de los pobres, y no en paraísos fiscales. Que contribuyendo al bien común se hacen un buen nombre en las moradas eternas no para salvarse sino como consecuencia de la actuación del amor de Dios –guarda del débil y oprimido–. De esta manera los ricos son advertidos para no caer en la tentación de la codicia –fuente de todos los males temporales y eternos–. Sacrifican la mentalidad de atesorar como primicia, a fin de que sean felices haciendo tanto bien a tantos otros de manera inmediata.



Capítulo IV

Los libros históricos Referencias en el libro de Josué Josué 7, 7-15 Entonces Josué clamó: —Oh Señor Soberano, ¿por qué nos hiciste cruzar el río Jordán si vas a dejar que los amorreos nos maten? ¡Si tan solo nos hubiéramos conformado con quedarnos del otro lado! Señor, ¿qué puedo decir ahora que Israel tuvo que huir de sus enemigos? Pues cuando los cananeos y todos los demás pueblos de la región oigan lo que pasó, nos rodearán y borrarán nuestro nombre de la faz de la tierra. Y entonces, ¿qué pasará con la honra de tu gran nombre? Pero el Señor le dijo a Josué: —¡Levántate! ¿Por qué estás ahí con tu rostro en tierra? ¡Israel ha pecado y ha roto mi pacto! Robaron de lo que les ordené que apartaran para mí. Y no solo robaron, sino que además mintieron y escondieron los objetos robados entre sus pertenencias. Por esa razón, los israelitas huyen derrotados de sus enemigos. Ahora Israel mismo será apartado para destrucción. No seguiré más con


112| Abba, una oración inacabada ustedes a menos que destruyan esas cosas que guardaron y que estaban destinadas para ser destruidas. —¡Levántate! Ordénale al pueblo que se purifique, a fin de prepararse para mañana. Pues esto dice el Señor, Dios de Israel: «En medio de ti, oh Israel, están escondidas las cosas apartadas para el Señor. Nunca derrotarás a tus enemigos hasta que quites esas cosas que tienes en medio de ti». —Mañana por la mañana, deberán presentarse por tribus, y el Señor señalará a la tribu del culpable. Esa tribu, con sus clanes, deberá dar un paso al frente, y el Señor señalará al clan culpable. Entonces ese clan dará un paso al frente, y el Señor señalará a la familia culpable. Por último, cada miembro de la familia culpable deberá dar un paso al frente, uno por uno. El que haya robado de lo que estaba destinado para ser destruido será quemado con fuego, junto con todo lo que tiene, porque ha roto el pacto del Señor y ha hecho algo horrible en Israel.

Josué necesita entender el porqué Dios no actúa en su favor. Josué sabe que sin Dios su misión es imposible. Sabe que solo a través de la oración Dios se puede dar respuesta concreta a la situación adversa. Josué tiene que aprender que un líder debe enseñar a respetar los pactos sagrados, y lo más triste, imponer las penas estipuladas por incumplir los valores éticos. Cada época requiere de un compromiso honesto. La codicia humana nunca ha sido una buena compañera de viaje. No se debe ni puede extrapolar esa medida extrema hacia el culpable para cualquier caso. No cabe establecer paradigma contra el culpable. No después de Jesús de Nazaret.


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Josué 10, 12-14 El día que el Señor les dio a los israelitas la victoria sobre los amorreos, Josué oró al Señor delante de todo el pueblo de Israel y dijo: «Que el sol se detenga sobre Gabaón, y la luna, sobre el valle de Ajalón» Entonces el sol se detuvo y la luna se quedó en su sitio hasta que la nación de Israel terminó de derrotar a sus enemigos. ¿Acaso no está registrado ese suceso en El libro de Jaser? El sol se detuvo en medio del cielo y no se ocultó como en un día normal. Jamás, ni antes ni después, hubo un día como ese, cuando el Señor contestó semejante oración. ¡Sin duda, ese día el Señor peleó por Israel!

Inexplicable para mi entendimiento. Inimaginable para Newton. Creíble para ambos que hemos abrazado por fe la inspiración de las Escrituras. Mudo como filósofo racionalista abocado al escepticismo si me lo encontrase en otra fuente. Imaginativo eclipse. Ni idea. El caso es que un mortal como yo, pero tan diferente a mí, Josué, es capaz de pedir más horas de luz para poder derrotar a los enemigos en un lugar concreto, Gabaón y El valle de Ajalón. Estoy a años luz de una petición tan inconcebible para mí. Sin embargo, alguien como este líder no solo la concibió y cursó semejante petición, sino que, en un acto majestuoso, el Creador y Señor del universo demuestra su favor para con los hijos de Israel como nunca antes lo había hecho. Este hombre había cultivado una relación con Dios –que hace imposibles humanos en posibles divinos–. Le pidió no conforme a su sentido de lo posiblemente irreal para


114| Abba, una oración inacabada el ser humano sino de lo posiblemente real para Dios –en base a sus atributos divinos; en base a la esencia de cómo es Dios–. Oró desde la más absoluta necesidad, y fue así como obtuvo una victoria de fe que se tradujo en una victoria en el campo de batalla. Hago una salvedad sobre la finalidad de la petición. No entro a valorar la acción militar per se o la matanza posterior. No sé. No puedo. Jesús de Nazaret es mi razón fronteriza, mi límite a cualquier tipo de violencia armada. Sin embargo, esta es la fe que gusta a Dios13 porque le permite acercarse a nosotros de una manera radical e increíble, poniendo toda la creación al servicio de sus hijos e hijas. Esta fe de Josué me interpela porque nadie llega a concebir en su mente dicha petición si no conoce cuanto es posible para Dios hacer para demostrarnos su amor, y atender a nuestras súplicas. La buena noticia es que Dios no se limita al concedernos respuestas extrañas pero que edifiquen su reino en esta tierra. Jesús de Nazaret es su más vivo ejemplo como respuesta a la necesidad humana. Conquistó este planeta con su Sol al hacerse luz de los seres humanos, enseñándonos a orar para que las tinieblas dejen de oscurecer y apagar nuestra existencia. Así acampar junto a Dios en su reino será posible porque habitará en el interior de nuestra conciencia. Así se hace primicia que la luz del Señor siempre por la eternidad brillará en la Nueva Tierra y en la Nueva Jerusalén. En ella habitaremos más allá de las contingencias espaciotemporales de las órbitas celestes.

13

Hebreos 10, 22.


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Referencias en el libro de Jueces Jueces 3, 9-11 Pero cuando el pueblo de Israel clamó al Señor por ayuda, el Señor levantó a un libertador para salvarlos. Se llamaba Otoniel, hijo de Cenaz, un hermano menor de Caleb. El Espíritu del Señor vino sobre él, y comenzó a ser juez de Israel. Entró en guerra contra Cusán-risataim, rey de Aram, y el Señor le dio la victoria sobre él. Y hubo paz en la tierra durante cuarenta años.

Jueces 3, 15; 30 Sin embargo, cuando el pueblo de Israel clamó al Señor por ayuda, el Señor nuevamente levantó a un libertador para salvarlos. Se llamaba Aod, hijo de Gera, quien era un hombre zurdo, de la tribu de Benjamín. Así que Israel conquistó a Moab en aquel día, y hubo paz en la tierra durante ochenta años.

Jueces 4, 3; 14 Sísara, quien tenía novecientos carros de guerra hechos de hierro, oprimió a los israelitas sin piedad durante veinte años, hasta que el pueblo de Israel clamó al Señor por ayuda. Entonces Débora le dijo a Barac: «¡Prepárate! Hoy es el día en que el Señor te dará la victoria sobre Sísara, porque el Señor marcha delante de ti»».

Jueces 6, 6; 12-16 Así que Israel se moría de hambre en manos de los madianitas. Entonces los israelitas clamaron al Señor por ayuda.


116| Abba, una oración inacabada «Entonces el ángel del Señor se le apareció y le dijo: —¡Guerrero valiente, el Señor está contigo! —Señor —respondió Gedeón—, si el Señor está con nosotros, ¿por qué nos sucede todo esto? ¿Y dónde están todos los milagros que nos contaron nuestros antepasados? ¿Acaso no dijeron: «El Señor nos sacó de Egipto»? Pero ahora el Señor nos ha abandonado y nos entregó en manos de los madianitas. Entonces el Señor lo miró y le dijo: —Ve tú con la fuerza que tienes y rescata a Israel de los madianitas. ¡Yo soy quien te envía! —Pero, Señor —respondió Gedeón—, ¿cómo podré yo rescatar a Israel? ¡Mi clan es el más débil de toda la tribu de Manasés, y yo soy el de menor importancia en mi familia! El Señor le dijo: —Yo estaré contigo, y destruirás a los madianitas como si estuvieras luchando contra un solo hombre.

Jueces 10, 9-16 Los amonitas también cruzaron al lado occidental del Jordán y atacaron a Judá, a Benjamín y a Efraín. Los israelitas estaban muy angustiados. Finalmente clamaron al Señor por ayuda y dijeron: —Hemos pecado contra ti, porque te hemos abandonado como nuestro Dios para servir a las imágenes de Baal. El Señor respondió: —¿Acaso no los rescaté yo de los egipcios, los amorreos, los amonitas, los filisteos, los sidonios, los amalecitas y los amonitas? Cuando ellos los oprimían, ustedes clamaban a mí por ayuda, y


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yo los rescataba. Sin embargo, ustedes me abandonaron y sirvieron a otros dioses. Así que ya no los rescataré más. ¡Vayan a clamar a los dioses que han escogido! ¡Que los rescaten ellos de este momento de angustia! Pero los israelitas rogaron al Señor diciendo: —Hemos pecado. Castíganos como bien te parezca, pero rescátanos hoy de nuestros enemigos. Entonces los israelitas dejaron los dioses ajenos para servir al Señor, y él se entristeció a causa del sufrimiento que experimentaban.

Este fragmento sintetiza la pauta y el patrón de relación entre Dios, los dioses falsos circundantes y el pueblo escogido. En todo el libro se oscila de la esclavitud penosa idolátrica a la libertad de los hijos del Dios Altísimo, mediante su justicia liberadora que actúa como mecanismo protector y defensor de la paz social. Así se salvaguarda la alianza hecha a los patriarcas y a Moisés mediante estas figuras carismáticas, suscitadas por elección divina para hacer más llevadera esta época de oscuridad y rebeldía a las enseñanzas de la Torah. Oraciones de petición de ayuda extrema por irles la supervivencia literalmente como clanes, familias, tribus y nación. Dios siempre responde como puede a través de personas comprometidas por fe con sus propuestas de salvación, que desafían la lógica militar y el sentido común de cualquier pacto político de conveniencias. Hombres sin culpas de conciencia y con la valentía suficiente para no conformarse al statu quo tiránico tanto económico como religioso.


118| Abba, una oración inacabada Vidas con sentido para favorecer la compasión de Dios por su pueblo. ¡Ojalá sepamos pelear la buena batalla del evangelio! ¡Ojalá no demos nuestra conciencia a la connivencia con formas adictivas al mal! ¡Ojalá dediquemos todas nuestras fuerzas a servir al Señor Jesucristo como Él nos enseña aquí! Siempre pensemos en liberar de falsas creencias la enemistad entre Dios y el hombre. ¡Ojalá seamos epístolas vivas de su amor poderoso que pacifica las guerras de las malas tendencias del corazón humano! Jueces 13, 8-10 Entonces Manoa oró al Señor diciendo: «Señor, te pido que el hombre de Dios vuelva a nosotros y nos dé más instrucciones acerca del hijo que nacerá». Dios respondió a la oración de Manoa, y el ángel de Dios se le apareció otra vez a la esposa mientras estaba sentada en el campo; pero Manoa, su esposo, no estaba con ella. Así que, enseguida ella fue corriendo a contarle a su esposo: «¡El hombre que se me apareció el otro día está aquí de nuevo!».

Dios responde a la petición de Manoa que quiere saber más del proyecto educativo y de la misión liberadora que su hijo llevaría a término. Acepta el mensaje de su mujer sin cuestionarlo, pero pide poder compartir con ella ese mismo privilegio. Dios se acerca en la figura del hombre de Dios y luego del ángel de Dios. Se prioriza una forma humana pero no se limita esta aparición a la misma. Sufre una transformación que conlleva la siguiente reflexión dispar por parte del matrimonio.


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Jueces 13, 20-25 Cuando las llamas del altar se elevaron hacia el cielo, el ángel del Señor ascendió en medio del fuego. Al verlo, Manoa y su esposa se postraron rostro en tierra. El ángel no volvió a aparecerse a Manoa y a su esposa. Entonces Manoa finalmente se dio cuenta de que era el ángel del Señor, y le dijo a su esposa: ¡Seguramente moriremos, porque hemos visto a Dios! Pero su esposa dijo: —Si el Señor hubiera querido matarnos, no habría aceptado nuestra ofrenda quemada ni nuestra ofrenda de grano. No se nos hubiera aparecido, ni habría dicho algo tan maravilloso, ni hecho estos milagros. Así que cuando nació su hijo, ella lo llamó Sansón. Y el Señor lo bendijo, y el niño creció. Y el Espíritu del Señor comenzó a manifestarse en él.

Se impone la voz maternal y femenina del sentido común. La psicología masculina choca con el obstáculo del miedo a la divinidad, pero la intuición femenina acoge ese regalo desde lo más profundo de sus entrañas. Solo tiene palabras de gratitud, adoración y reconocimiento ante tal maravilla de Dios en sus vidas. El corazón atemorizado de Manoa recobra el equilibrio de la calma, la paz interior, mediante las palabras de su mujer, que actúan como un masaje balsámico en su modo de entender la relación con Dios. Quizá explica este hecho el porqué de la aparición primero a ella, y después también. El proverbio cobra realidad y verdad cuando nos dice que el corazón del esposo confía en el de su mujer virtuosa.


120| Abba, una oración inacabada La oración genera encuentro como respuesta y este encuentro con Dios conlleva diferentes y simultáneas actitudes. Pavor, por un lado, ante su majestuosidad, y adoración sincera, por otro, ante su transcendernos ontológicamente. Gran privilegio el de este matrimonio, y gran sentido de la responsabilidad educativa de su retoño para que se supiese un milagro en sí mismo desde su nacimiento, crecimiento y edad adulta. Jueces 15, 18-19 Después Sansón tuvo mucha sed y clamó al Señor: «Has logrado esta gran victoria por medio de la fuerza de tu siervo, ¿y ahora tengo que morir de sed y caer en manos de estos paganos?». Entonces Dios hizo que brotara agua a chorros de un hoyo en el suelo de Lehi, y Sansón se reanimó al beber. Luego llamó a ese lugar «Manantial del que Clamó», el cual todavía se encuentra en Lehi hasta el día de hoy.

Este héroe de Israel no está mitificado, ya que después de una lucha tiene sed. Se siente morir por deshidratación. Se siente humillado por su propio cuerpo carente de líquidos. Su fuerza le ha dado motivo de satisfacción para conseguir llevar a buen término la misión para la que se sabe llamado. Defensor de Israel del ataque filisteo. Sin embargo, sin tiempo para alegrarse y recrearse en la victoria de su Dios, clama a Él para que abastezca su cuerpo de agua de vida. El Creador, y Señor de Sansón e Israel, crea una fuente desde el subsuelo en dicho lugar. Me encanta la inmediatez de Dios en la respuesta en esta ocasión. El tiempo es la clave aquí.


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El lugar también recibe un nombre que evocará siempre no a esa victoria militar, sino a esa oración hecha respuesta. Somos seres que ocupamos en nuestro diario existir una dimensión espacio-temporal. Es en esta dimensión que cobra relevancia la respuesta de Dios para nuestra memoria. Para no caer en el olvido semejante acto milagroso para Sansón, o casual para un geólogo moderno incrédulo –se nos puede argumentar– se nos dice que brotó dicha fuente como consecuencia no fortuita o azarosa sino como respuesta al clamor de Sansón y de su desfallecimiento. Bebió del agua, y brotaron nuevas fuerzas espirituales y físicas en su corporeidad. Así pudo seguir instalado en una dependencia del Altísimo y Todopoderoso mediante el agradecimiento. Así se nos deja claro que no es un relato fantástico, exagerado ni mítico sino real como la sed misma y trágico como la misma sensación de morir en vida por falta de recursos básicos. Sin dicha oración tampoco se habría llamado ese manantial así. ¿Hay manantiales en nuestra existencia que nos han procurado vida cuando desfallecíamos sin fuerzas? ¿Les hemos puesto nombres como este? Manantial del que Clamó al Señor. Esta es quizá una victoria diferente. No es contra el otro conceptualizado como enemigo sino contra nuestra propia naturaleza carente y preñada en su fragilidad química de mortalidad. No le pone su nombre sino su acción. No es el Manantial de Sansón sino del que desgarró su voz elevándola en grito al trono de Dios.


122| Abba, una oración inacabada Jueces 16, 28-31 Entonces Sansón oró al Señor: «Señor Soberano, acuérdate de mí otra vez. Oh Dios, te ruego que me fortalezcas solo una vez más. Con un solo golpe, déjame vengarme de los filisteos por la pérdida de mis dos ojos». Entonces Sansón apoyó las manos sobre las dos columnas centrales que sostenían el templo; las empujó con ambas manos y pidió en oración: «Déjame morir con los filisteos». Y el templo se derrumbó sobre los gobernantes filisteos y todos los demás presentes. De esa manera, Sansón mató más personas al morir, que las que había matado durante toda su vida. Más tarde, sus hermanos y otros parientes descendieron a la ciudad para recoger su cuerpo. Lo llevaron de regreso a su tierra y lo enterraron entre Zora y Estaol, donde estaba enterrado Manoa, su padre. Sansón fue juez de Israel durante veinte años.

Oración de un hijo de Dios, humano, demasiado humano. Oración de alguien que se ha hecho pródigo y desea volver a su identidad vital, ser un héroe de guerra. Un mundo desconocido en mentalidad para nosotros los cristianos no de labios sino de corazón. Una mala interpretación sería relacionar el texto con ser mártir por una causa. No es el caso. Él va a ser sacrificado a los ídolos filisteos. Él clama por su identidad, ejemplificada y proyectada en esa fuerza sobrenatural. Así puede morir como un ser humano perdonado por Dios. Sansón no desea ser torturado y escapa de esa situación dándose a sí mismo una muerte compasiva, rápida pero trágica. Necesita ofrecerse a Dios, y saber que el gran error de su vida –que lo ha llevado a semejante situación– puede ser perdonado por YHWH. Como efecto colateral morirán sus enemigos con él. Suena


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a venganza por la crueldad sufrida pero su mayor deseo es no ser un trozo de carne humana sacrificada, para deshonra de su Dios, a las estatuas religiosas, productos de la imaginación religiosa falsa cananea. Él no decide autoinmolarse arbitrariamente, sino que escapa por su apego a la vida digna de esa humillación. Decide morir libre porque lo van a ejecutar como a un esclavo. Clama a Dios para ser Sansón, su hijo arrepentido que se entrega tal y como está viviendo una situación límite, la última de su vida aquí. Muere extendiendo sus brazos como templo del Dios vivo y para ser abrazado por Él como su niño amado más allá de la desorientación, la culpa y la rebelión congénitas, sufridas y expresadas en sus acciones. Nada que ver con los terroristas religiosos actuales que se suicidan para matar y sembrar el dolor de manera indiscriminada a los que califican de infieles, según sus propios criterios fanatizados.

Referencias en el libro de Rut Ningún texto habla de la oración explícitamente en esta bellísima historia de amor compasivo y de solidaridad familiar.

Referencias en los dos libros de Samuel 1 Samuel 1, 9-11; 19 Una vez, después de comer lo que fue ofrecido como sacrificio en Silo, Ana se levantó y fue a orar. El sacerdote Elí estaba sentado en su lugar de costumbre junto a la entrada del tabernáculo. Ana, con una profunda angustia, lloraba amargamente mientras oraba al Señor e hizo el siguiente voto: «Oh Señor de los Ejércitos Celestiales, si miras mi dolor y contestas mi oración y me das un hijo,


124| Abba, una oración inacabada entonces te lo devolveré. Él será tuyo durante toda su vida, y como señal de que fue dedicado al Señor, nunca se le cortará el cabello». […] Al día siguiente madrugaron y, después de adorar al Señor, volvieron a casa en Ramá. Luego Elcaná se unió a su esposa Ana, y el Señor se acordó de ella. Ana concibió y pasado un año, dio a luz un hijo y le puso por nombre Samuel, pues dijo: «al Señor se lo pedí».

Tras celebrar la mesa del encuentro, Ana se siente desubicada, sola en su pena interior, y francamente frustrada por su insatisfacción personal. Abre al Todopoderoso su dolor más íntimo, su angustia emocional a solas en su casa de oración. Este sentimiento o lo canaliza hacia Dios en oración, o puede ser altamente disruptivo, dañino y desorientador en sus relaciones sociales. Dice el Talmud que el lenguaje de las lágrimas siempre llega como oración directa al trono de YHWH, Señor de los Ejércitos Celestiales. Ana nos conmueve con su petición pero más con su voto. Al igual que el ángel del Señor le comunicó a Manoa y a su esposa, jamás le cortará el pelo como símbolo de su consagración. Ella se proyecta en esa costumbre de la Torah para explicarle a Dios su generosidad si le quita esa maldición social ante los ojos que la menosprecian en su cultura. También ante su propia mirada hacia sí misma, pues se ve, aunque no quiere, con las gafas defectuosas de sus contemporáneos. El amor declarado y fiel pero corporalmente compartido de su marido, no es razón suficiente en un mundo competitivo femenino si no puede dar a la luz a un hijo varón –para mayor honra y bendición divina, debido al machismo en el que se mueve, respira y existe–. Una mujer no podía ser sacerdotisa en Israel, sí profetisa


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o juez como Débora. Esta madre no solo le pide un hijo a Dios sino un proyecto vocacional para servirlo. Samuel será el más grande profeta de su tiempo y quizá no habrá otro tan paradigmático como él. Dios contesta con gran generosidad las peticiones de una mujer estéril que se sabía capacitada mentalmente para ser una excelente madre. 1 Samuel 1, 26-27 «Señor, ¿se acuerda de mí? —preguntó Ana—. Soy aquella misma mujer que estuvo aquí hace varios años orando al Señor. Le pedí al Señor que me diera este niño, y él concedió mi petición».

Ana cumplió con su promesa a Dios. Hay tantos beneficios en cumplir con la palabra dada al Señor. Hay tanto agradecimiento en su corazón que lo necesita decir y comentar a Elí. También al artífice y Señor de su vida. Ella jamás olvidará ni atribuirá ese nacimiento a otra causa que no sea la acción divina como respuesta afectiva a su problema expresado en oración. Su memoria histórica no falla. Su relación con Dios y con su hijo le ha dado una realización plena como madre e hija de Dios. Su estado de ánimo rebosa alegría y felicidad en esa separación de Samuel. Sabe que en las manos de Dios y de Elí prosperará para llevar a cabo sus planes de bondad. Sabe que es un milagro divino. Sabe que no le pertenece como un objeto. No dice este es mi niño, mi primogénito, mi heredero, mi fortaleza en la vejez. Sabe que primero es de Dios y Él ha tenido a bien concedérselo. ¡Yo también concibo así a mis hijos! ¡Hay tanto amor y sabiduría en esta manera de enfocar la relación


126| Abba, una oración inacabada con los hijos! Hay mucha paz en la oración que expresa en forma de cántico Ana. 1 Samuel 2, 1-10 Luego Ana oró: «¡Mi corazón se alegra en el Señor! Él Señor me ha fortalecido. Ahora tengo una respuesta para mis enemigos; me alegro porque tú me rescataste. ¡Nadie es santo como el Señor! Aparte de ti, no hay nadie; no hay Roca como nuestro Dios. ¡Dejen de ser tan orgullosos y altaneros! ¡No hablen con tanta arrogancia! Pues el Señor es un Dios que sabe lo que han hecho; él juzgará sus acciones. El arco de los poderosos está quebrado, y los que tropezaban ahora son fuertes. Los que estaban bien alimentados ahora tienen hambre, y los que se morían de hambre ahora están saciados. La mujer que no podía tener hijos ahora tiene siete, y la mujer con muchos hijos se consume. El Señor da tanto la muerte como la vida; a unos baja a la tumba y a otros levanta. El Señor hace a algunos pobres y a otros ricos; a unos derriba y a otros levanta. Él levanta al pobre del polvo y al necesitado del basurero. Los pone entre los príncipes


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y los coloca en los asientos de honor. Pues toda la tierra pertenece al Señor, y él puso en orden el mundo. Él protegerá a sus fieles, pero los perversos desaparecerán en la oscuridad. Nadie tendrá éxito solamente por la fuerza. Los que pelean contra el Señor, serán destrozados. Él retumba contra ellos desde el cielo; el Señor juzga en toda la tierra. Él da poder a su rey; aumenta la fuerza de su ungido».

La fuerza del amor maternal es reflejo de la energía amorosa y todopoderosa que mueve la existencia divina. La tierra y la vida de los seres humanos le pertenecen por derecho de creación y de redención. Juzgará el caos que hemos organizado con la codicia del corazón y la violencia de las armas. El éxito del amor triunfará sobre la dialéctica del odio, del rencor y de la desigualdad de facto ante el poder económico. Jesús se hará eco de la oración de esta madre de Israel en su discurso maestro, el Sermón del Monte. Citará el versículo quinto en forma de bienaventuranza escatológica. Felicidad futura restablecida en la nueva creación. Recuperación del orden perdido. Desaparición de la rebelión hacia la ley de Dios en el conflicto cósmico. Las cosas serán de nuevo conforme a la voluntad ideal del Creador. La libertad de la criatura armonizará con la responsabilidad de seguir la santidad, la bondad, la justicia y la fraternidad expresadas en la regla de oro: amor esencial como forma de vida


128| Abba, una oración inacabada existencial e inacabable. Solo el amor de Dios permanece. Solo el amor de Dios pasa la prueba del tiempo histórico transcendiéndolo en tiempo de eternidad. Amar es disfrutar de la vida sin más. Teología de la liberación como juicio final en manos del Señor Jesús. Solo Dios puede desempeñar esta acción sin empeorar las cosas. Solo Dios conoce y tiene acceso al corazón para dejarnos en la no existencia del mal o levantarnos a su proyecto de amar como razón exclusiva de nuestro aliento de vida. 1 Samuel 7, 5; 8 Después Samuel les dijo: «Reúnan a todo Israel en Mizpa, y yo oraré al Señor por ustedes». […] «¡No dejes de rogarle al Señor nuestro Dios que nos salve de los filisteos!», le suplicaron a Samuel.

Purificación del pueblo y ayuno en Mizpa para elevar esta petición de protección y liberación de un enemigo poderosísimo y opresor. El profeta intercede por su pueblo. 1 Samuel 8, 5-9 «Mira, Samuel —le dijeron—, ya eres anciano y tus hijos no son como tú. Danos un rey para que nos juzgue así como lo tienen las demás naciones». Samuel se disgustó con esta petición y fue al Señor en busca de orientación. «Haz todo lo que te digan —le respondió el Señor—, porque me están rechazando a mí y no a ti; ya no quieren que yo siga siendo su rey. Desde que los saqué de Egipto me han abandonado continuamente y han seguido a otros dioses. Y ahora te tratan a ti de la misma manera. Haz lo que te


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pidan, pero adviérteles seriamente acerca de la manera en que reinará sobre ellos un rey».

Israel elige fatal. Dios no quería la monarquía como sistema político pero se adapta a esta petición que va en detrimento de su autoridad. Sin embargo, como buen padre o madre, le enseña por medio de advertencias a su pueblo los males que conlleva esa petición para sí mismos. Nuestro orgullo y nuestros complejos de querer ser como los demás nos ciegan. Llevamos mal marcar diferencias en positivo. A veces no queremos brillar ni alumbrar con la sabiduría de Dios al resto de naciones ni de personas de nuestro entorno. No queremos ser rechazados ni ser etiquetados de rara

avis. Ser contracultural no siempre es fácil. Diluirse en lo normal por anormal que sea nos parece como en este caso un beneficio, y no un daño estructural. Creemos que Dios no sabe manejar las cuestiones como nosotros. Somos cegados por la prepotencia. No siempre la mayoría tiene las razones verdaderamente significativas para la vida en común. A veces desterramos a Dios de los ámbitos de poder decisorio y político. Exaltamos lo humano convirtiéndolo en autoridad divina. Patria, rey y finalmente, Dios adaptado a nuestros deseos. Así nos suele ir. Dios desde la conciencia personal y desde la libertad en buena convivencia fraternal, nos motiva a desarrollar un sistema igualitario de oportunidades para mejorar la concepción ciudadana actual. Sin hombres por encima de otros convirtiéndolos en un producto de sus caprichos innobles.


130| Abba, una oración inacabada La historia es rica en ejemplos de las razones de Dios. La Revolución Francesa es paradigmática tristemente del abuso del Antiguo Régimen sobre el pueblo que conllevó su rebelión contra dicha institución, propiciando su abolición. 1 Samuel 12, 17-23 Ahora quédense aquí y vean la maravilla que el Señor está a punto de hacer. Ustedes saben que nunca llueve en esta época del año durante la cosecha de trigo. Le pediré al Señor que hoy envíe truenos y lluvia. ¡Entonces se darán cuenta de qué tan perversos han sido al pedirle al Señor un rey! Entonces Samuel clamó al Señor, y ese mismo día envió truenos y lluvia. Y todo el pueblo quedó aterrado del Señor y de Samuel. ¡Ora al Señor tu Dios por nosotros o moriremos! —le dijeron a Samuel—. A nuestras faltas hemos agregado el pecado de pedir un rey. No teman —los tranquilizó Samuel—, de verdad han hecho mal, pero ahora asegúrense de adorar al Señor con todo el corazón y no le den la espalda. No vuelvan a rendir culto a ídolos despreciables que no pueden ayudarlos o rescatarlos, ¡son completamente inútiles! El Señor no abandonará a su pueblo, porque eso traería deshonra a su gran nombre. Pues le agradó al Señor hacerlos su pueblo. En cuanto a mí, ciertamente no pecaré contra el Señor al dejar de orar por ustedes. Y seguiré enseñándoles lo que es bueno y correcto.

Samuel hace un recordatorio de la fidelidad de Dios y su compasión inmerecida para con su pueblo infiel. Él atiende cada súplica


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cuando caen en manos enemigas. Les señala el error de la monarquía como estructura política, pero les insta a pasar página de la idolatría. El pueblo se reconoce indigno de Dios como Creador. Se ve pequeño ante la majestuosidad de la respuesta a la inverosímil, peculiar, absurda y extraña petición efectuada por Samuel mediante la oración. Los dioses falsos son inútiles porque no sienten ni tienen corazón ni oídos. Son elementos de decoración religiosa construidos por el hombre, no pueden alterar las estaciones ni traer la lluvia a destiempo. Un rey no por ser rey tendrá privilegios de clase respecto del culto o la intercesión ante Dios por el pueblo. Esa mentira es semejante a la de ser representante político en la tierra de la divinidad. No habrá en Israel un hijo de Ra como en Egipto por el solo hecho de ser legitimado por su cuna. Jamás han de pensar en términos de clase, pues esto es idolatría antropomórfica. Un rey habrá de estar sujeto al pacto de adoración al Señor y seguir sus mandamientos. 1 Samuel 14, 41-42 Entonces Saúl oró: —Oh Señor, Dios de Israel, por favor, muéstranos quién es culpable y quién es inocente. Entonces hicieron un sorteo sagrado, y Jonatán y Saúl fueron señalados como los culpables, y los demás declarados inocentes. Después dijo Saúl: —Ahora hagan otro sorteo para señalar si es Jonatán o soy yo. Entonces, Jonatán fue indicado como el culpable.


132| Abba, una oración inacabada El fanatismo religioso de Saúl le llevaba a situaciones incoherentes como la que se nos narra aquí. Capaz de imponer muchos obstáculos a sus súbditos y de matar a su propio hijo Jonatán por desobedecer una orden no oída. El fanático ora para imponer su criterio abusivo de lo justo y sagrado a los demás. Afortunadamente el miedo del ejército no fue lo suficientemente poderoso como para paralizar el sentido común. Se interpusieron y salvaron una vida de ser ajusticiada desproporcionadamente. La palabra del rey no se obedecerá por encima de la ley de Dios. Esta actuará limitando el abuso de cualquier tipo de poder. Jonatán era un hombre de Dios, y sus hazañas de fe habían beneficiado el reinado de su justiciero padre pero también a su ejército. Saúl no entendía que la esencia de Dios es el amor y la compasión, no la ira santa, mecanismo arbitrario de violencia. Jesús en la cruz perdonará los pecados de ignorancia. Cuán lejos estaba el corazón de Saúl del corazón de Jesús de Nazaret, por muy oída y respondida que fuese esa oración para depurar responsabilidades. Saúl tuvo a regañadientes, y desmoralizado, que aprender que solo era un hombre sin criterio para imponer a toda costa la obediencia a sí mismo como si su palabra fuese la de Dios en la tierra. Dios le contestó, pero no lo contentó. Esto el fanatismo no lo acepta y así nos va tristemente. Saúl era rey pero en esta ocasión no reflejó bien la imagen del Rey de reyes y Señor de señores. Menospreció los lazos de fraternidad y paternidad básicos por miedo a ser maldecido por Dios. ¡Qué distorsión!


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1 Samuel 15, 10-11 Luego el Señor le dijo a Samuel: «Lamento haber hecho a Saúl rey, porque no me ha sido leal y se ha negado a obedecer mi mandato». Al oírlo, Samuel se conmovió tanto que clamó al Señor durante toda la noche.

A veces pensamos que nuestra oración por otros cambiará las decisiones de su corazón. Sin embargo, en esta ocasión no fue así. Las Escrituras nos invitan constantemente a orar por amigos, e inclusive por los enemigos. Moisés había intercedido en ocasiones críticas por el pueblo ante Dios y este había decidido a favor de sus peticiones en un gran acto de bondad condescendiente. Sin embargo, Dios le recuerda a Samuel que solo la libertad humana de Saúl puede decidir aceptar a Dios. Solo por esa razón Saúl se autoexcluirá por terco y desobediente. Esta revelación del corazón de Saúl le costó muchísimo a Samuel de aceptar. Constantemente lloró con pena esa rebelión interna del rey Saúl. ¿Cuánto más Dios llora no solo por Saúl sino por nuestras terquedades y desobediencias? De nuevo Saúl creía que Dios se había de contentar con las ofrendas de los ritos públicos oficiados en forma de sacrificios de carneros. Religiosidad no es espiritualidad. La obediencia a su autoridad para el bien de Israel no puede ser compatible con la desautorización, el menosprecio e incluso cuestionamiento sistemático de las precisas órdenes divinas.


134| Abba, una oración inacabada 1 Samuel 23, 9-12 Pero David se enteró de los planes de Saúl y le dijo a Abiatar el sacerdote que trajera el efod para consultar con el Señor. Entonces David oró: —Oh Señor, Dios de Israel, he oído que Saúl piensa venir a Keila y destruirla porque yo estoy aquí. ¿Me traicionarán los líderes de Keila y me entregarán a él? ¿Y de verdad vendrá Saúl, como me han informado? Oh Señor, Dios de Israel, te ruego que me digas. Y el Señor le dijo: —Él vendrá. De nuevo David preguntó: ¿Me traicionarán los líderes de Keila a mí y a mis hombres para entregarnos a Saúl? Y el Señor le contestó: —Sí, ellos los traicionarán.

Texto de enlace entre los motivos de oración de David en contraposición con Saúl, su enemigo acérrimo e implacable. Saúl en la línea de su corazón rebelde y David cimentando su supervivencia a través de la oración. David no se fía de ningún humano y pone en Dios su plena confianza. No basa su seguridad en la información recabada por sus servicios de espionaje ni de inteligencia militar ni por los pactos políticos o por las leyes culturales de hospitalidad. Sabe que la respuesta del Señor es abierta. No pide que le evite esa traición o que Saúl deje de perseguirlo, sino que le conceda la verdad sobre esas circunstancias para saber conducirse haciendo de Dios su baluarte, su escudo y su protección constante. Sabe que de Dios se puede fiar de todo corazón pero que ha de seguir el


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procedimiento establecido del efod mediante el sacerdote. Sigue los mandatos dados por Dios a Moisés. Lección de obediencia humilde interiorizada. 2 Samuel 5, 19-24 Entonces David le preguntó al Señor: ¿Debo salir a pelear contra los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos? El Señor le contestó a David: —Sí, adelante. Te aseguro que te los entregaré. Entonces David fue a Baal-perazim y allí derrotó a los filisteos. «¡El Señor lo hizo! —exclamó David—. ¡Él irrumpió en medio de mis enemigos como una violenta inundación!». Así que llamó a ese lugar Baal-perazim (que significa «el Señor que irrumpe»). Los filisteos abandonaron allí sus ídolos, y David y sus hombres los confiscaron. Pero poco tiempo después, los filisteos volvieron y de nuevo se desplegaron en el valle de Refaim. De nuevo David le preguntó al Señor qué debía hacer. «No los ataques de frente —le contestó el Señor—. En cambio, rodéalos y, cerca de los álamos, atácalos por la retaguardia. Cuando oigas un sonido como de pies que marchan en las copas de los álamos, ¡mantente alerta! Esa será la señal de que el Señor va delante de ti para herir de muerte al ejército filisteo».

Más allá de la situación de guerra, David le pregunta de nuevo cómo afrontar estas realidades concretas, y decide obedecer con precisión militar la orden recibida por Dios. Estas respuestas afirmativas a sus oraciones también se basaban en la seguridad de que


136| Abba, una oración inacabada el Señor era su juez, por lo tanto, su defensor. Me encanta el Dios capaz de mediar en un conflicto así a través de una estrategia de rodeos, retaguardias y factor sorpresa. La contraseña dada es una exhortación: ¡Mantente alerta! ¡Escucha el sonido de mi presencia abrirte camino en tu vida hacia el éxito! En este momento histórico David vivía entre la dialéctica de matar o morir. Era hombre manchado con crímenes de guerra. Quizá no deseada o buscada sino sobrevenida. La revelación del Padre celestial le queda lejos y para este soldado la imagen de Dios como el Señor de los ejércitos de Israel le es más acorde a las vicisitudes sobrevenidas. Explican mejor su visión de Dios a la luz de su biografía. No seré yo el que juzgue una situación histórica e ideológica tan diferente a la mía como hombre europeo neotestamentario del siglo XXI. Dios no rechaza inmiscuirse en lo que para nosotros es vital, importantísimo y transcendente. Gran noticia. La oración está situada en una ética relacional con sus hijos e hijas. No hay un marco previo de situaciones ideales desde las que puede o no responder favorablemente. Ve y escucha a las personas que deciden ponerlo como Dios de sus contingencias más allá de nuestros juicios de valor antropológicos, culturales y teológicos. Existe en, para y por nosotros. Esto cabe destacarlo, está a favor de su pueblo siempre. Dios con sus respuestas es el único ser libre que crea espacios más habitables para nosotros. Nos permite seguir adelante, y rechazar a nuestros enemigos de la forma más eficaz posible, dada la situación. Dios especifica sus respuestas a David, que no le falló en su confianza depositada, dada esta ocasión tan dramática.


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2 Samuel 7, 18-29 Entonces el rey David entró y se sentó delante del Señor y oró: «¿Quién soy yo, oh Señor Soberano, y qué es mi familia para que me hayas traído hasta aquí? Y ahora, Señor Soberano, sumado a todo lo demás, ¡hablas de darle a tu siervo una dinastía duradera! ¿Tratas a todos de esta manera, oh Señor Soberano? ¿Qué más puedo decirte? Tú sabes cómo es realmente tu siervo, Señor Soberano. Debido a tu promesa y según tu voluntad hiciste todas estas grandes cosas y las diste a conocer a tu siervo. ¡Qué grande eres, oh Señor Soberano! No hay nadie como tú. ¡Nunca hemos oído de otro Dios como tú! ¿Qué otra nación sobre la tierra es como tu pueblo Israel? ¿Qué otra nación, oh Dios, has redimido de la esclavitud para que sea tu pueblo? Te hiciste un gran nombre cuando redimiste a tu pueblo de Egipto. Realizaste imponentes milagros y expulsaste a las naciones y a los dioses que le impidieron el paso. Hiciste de Israel tu pueblo para siempre y tú, oh Señor, llegaste a ser su Dios. Y ahora, oh Señor Dios, yo soy tu siervo; haz lo que prometiste respecto a mí y a mi familia. Confírmalo como una promesa que durará para siempre. Que tu nombre sea honrado para siempre, de modo que todos digan: “¡El Señor de los Ejércitos Celestiales es Dios sobre Israel!”. Que la casa de tu siervo David permanezca delante de ti para siempre. Oh Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel, yo me he atrevido a elevarte esta oración porque le revelaste todo esto a tu siervo con las siguientes palabras: “Construiré una casa para ti, ¡una dinastía de reyes!”. Pues tú eres Dios, oh Señor Soberano; tus palabras son verdad, y le has prometido estas cosas buenas a tu siervo. Ahora que te complazca bendecir la casa de tu siervo


138| Abba, una oración inacabada para que permanezca para siempre delante de ti. Has hablado, y cuando concedes una bendición a tu siervo, oh Señor Soberano, ¡es una bendición eterna!».

David quiere construirle una casa, un templo, que le dé honra a Dios, y que sea digno de la grandeza de su Nombre, Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel. Epíteto que exalta su majestad y dominio sobre toda nación, tribu, lengua y pueblo. Natán, el profeta cree que Dios estará contento y verá con buenos ojos el deseo de David. Sin embargo, recibe una visión nocturna con un mensaje para David que desautoriza dicho proyecto. Natán humildemente decide desdecirse y reconocer que por muy profeta que sea, le estaba dando a David su opinión, parecer y punto de vista particular. Ahora no. Ahora le habla con la autoridad de la visión divina. Ahora David queda deslegitimado por ser hombre de guerra. No obstante, hay buenas noticias para David –más allá de este deseo insatisfecho– como consecuencia de la rectitud de su motivación al querer dar a Dios la importancia debida a su Nombre. Esta oración de David me conmueve como lo hacen muchos de sus salmos de reconocimiento y alabanza ante las acciones de Dios por él y los suyos. Quisiera destacar algunas preguntas y afirmaciones que me generan asombro. La presencia y los mensajes de Dios siempre nos interpelan a lo más íntimo de nuestra identidad. David se ve desemejante con su Creador como para ser colmado de tantas atenciones, misericordias y bendiciones. Sin embargo, desea ser como Dios lo ve y desea vivir para contentarlo como manifestación de su agradecimiento personal, aunque su mente caída en el


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pecado no llegue a comprender –por estar limitada de facto– la gracia del amor divino. Él se ofrece a sí mismo con toda su pequeñez a la soberanía de su Dios. Él desea que reine en su conciencia y en la de su descendencia. David hace preguntas dignas de cualquier filósofo, pero inevitables cuando dialogamos como criaturas ante el Señor del universo. La primera: «¿Quién soy yo, oh Señor Soberano, y qué es mi familia para que me hayas traído hasta aquí?». A través de algunas páginas de este viaje llamado libro, he intentado responderme desde la mirada de Jesús de Nazaret. Espero que mi familia encuentre también en ellas motivos de agradecimiento, y sorpresa, por traernos hasta aquí con su gran amor. Autoconocimiento como búsqueda de la identidad es un camino no hacia la interioridad socrática o narcisista, sino diálogo existencial como camino verdadero hacia la eternidad, compartida con los seres queridos. Ecos de la gran obra: El peregrino de Juan Bunyan acuden a mi mente como pie de página a esta gran pregunta. Mi familia lo es todo para mí como lo era para David. Sin ella no podemos ser quienes somos. Al igual que David procedía de un origen social humilde, yo también tengo ese inmenso privilegio. También Dios escogió para Jesús de Nazaret una condición social trabajadora y pobre, pero de una gran calidad ética y de inmejorable compromiso espiritual. María y José, las personas más bondadosas de esa época, prudentes y temerosas de Dios. La segunda: «¿Tratas a todos de la misma manera, oh Señor Soberano?».


140| Abba, una oración inacabada Su amor es el mismo, pero su manera de hacérnoslo percibir debe ser a través de un trato específico. Como educador sé que la atención ha de ser personalizada y que jamás hemos de caer en partidismos ni favoritismos arbitrarios. Dios no hace acepción de personas sino invitaciones a entrar en tratos con su particular modo de ser para nosotros en Cristo Jesús. Su regalo es para toda la humanidad sin ninguna restricción más que la de nuestra aceptación. Justicia en el marco de la gracia es relación cooperativa sin competitividad ni luchas de clases. Sin castas ni estamentos religiosos privilegiados. La tercera: «¿Qué más puedo decirte?». No hay lenguaje capaz de comunicar un sentimiento intenso. Necesitamos el tacto: abrazos, caricias, lágrimas, risas y caer rendidos de rodillas en adoración ante la majestuosidad y grandeza de su amor por nosotros. El lenguaje de la corporeidad como encuentro definitivo. En castellano se dicen dos frases hechas: «no tengo palabras» para decir que estamos admirados por alguien o algún acontecimiento espectacular que acabamos de ver; o «sobran las palabras» que es una expresión similar. La cuarta: «¿Qué otra nación es como tu pueblo Israel?». Pablo, apóstol de Jesucristo, dice lo siguiente de ellos –que no es poco con una perspectiva histórica más completa– pero con igual sentimiento de pertenencia que el rey David: «Con Cristo de testigo hablo con toda veracidad. Mi conciencia y el Espíritu Santo lo confirman. Tengo el corazón lleno de amarga tristeza e infinito dolor por mi pueblo, mis hermanos judíos. Yo estaría dispuesto a


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vivir bajo maldición para siempre –¡separado de Cristo!– si eso pudiera salvarlos. Ellos son el pueblo de Israel, elegidos para ser los hijos adoptivos de Dios. Él les reveló su gloria, hizo pactos con ellos y les entregó su ley. Les dio el privilegio de adorarlo y de recibir sus promesas maravillosas. Abraham, Isaac y Jacob son los antepasados de los israelitas, y Cristo mismo era israelita en cuanto a su naturaleza humana. Y él es Dios, el que reina sobre todas las cosas, ¡y es digno de eterna alabanza! Amén».14 Ante esta afirmación ¿Cuál ha de ser la actitud de los otros pueblos ante este pueblo? ¿Cuál la de los pueblos cristianos? Pablo, apóstol a los gentiles o paganos, dedica una buena extensión de la última parte de esta citada epístola –Romanos 9 al 15– a desarrollar este tema. La historia del cristianismo tristemente la ha obviado por la teología de la sustitución o por la doctrina del dispensacionalismo moderno. Tampoco ayuda por el lado del judaísmo el sionismo exclusivista. Pese a estos extremos ideológicos, Pablo –bajo la inspiración– dejó una enseñanza esperanzadora para todos, aludiendo a Deuteronomio 32, 43 para reconciliarnos a cristianos y judíos: Por lo tanto, acéptense unos a otros, tal como Cristo los aceptó a ustedes, para que Dios reciba la gloria. Recuerden que Cristo vino a servir a los judíos para demostrar que Dios es fiel a las promesas que les hizo a los antepasados de ellos. También vino para que los gentiles le dieran la gloria a Dios por la misericordia que Él tuvo con ellos. A eso se refería el salmista cuando escribió: “Por eso, te alabaré entre los gentiles,

14

Romanos 9, 1-5


142| Abba, una oración inacabada cantaré alabanzas a tu nombre”. Y en otro lugar está escrito: “Alégrense con su pueblo, oh gentiles”. Y además: “Alaben al Señor, todos ustedes, los gentiles. Todos los pueblos de la tierra, alábenlo”. Y en otro lugar Isaías dijo: “El heredero del trono de David vendrá y reinará sobre los gentiles.15 Ellos pondrán su esperanza en él”. Le pido a Dios, fuente de esperanza, que los llene completamente de alegría y paz, porque confían en Él. Entonces rebosarán de una esperanza segura mediante el poder del Espíritu Santo.16

La aportación judía a la disciplina filosófica y al pensamiento ha sido importantísima. Grandes filósofos como Spinoza, Husserl, Wittgenstein, Cohen, W. Benjamin, M. Horkheimer, H. Marcuse, T. Adorno, Georg Lukács, Lévinas, Hannah Arendt, e incluso un genio como Albert Einstein17 son un botón de muestra; pero Kant, Hegel, Nietzsche, Schopenhauer, Heidegger, entre otros, evidencian

15

En otras versiones la cita es más clarificadora: «Retoñará la raíz de Jesé, el

vástago reinará sobre las naciones. Las naciones esperarán en él». Globalización sin exclusivismos. 16

Romanos 15, 7-13.

17

Sus escritos sociales son dignos de su privilegiada inteligencia no solo

utilizada para cuestiones científicas. Su preocupación por el conflicto palestino y el desarme nuclear son cuestiones de primer orden.


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equivocadamente –a mi juicio– el paradigma de la superioridad filosófica alemana sobre la tradición judía, que desembocará en La Solución Final, llevada a cabo en la Alemania del partido nazi. Quizá por todo lo expresado por el apóstol, y desoído históricamente por mentes interesadas en el orgullo de raza o de procedencia, sea Israel el pueblo más amenazado, perseguido y excluido. Quizá por ser destino del amor de Dios en Jesús, el Príncipe de este mundo, Satanás, el Diablo lo haya odiado a perpetuidad. Quizá por ello también el verdadero pueblo de Dios, que sigue los mandamientos y la fe de Jesús, siempre haya padecido bajo formas de religiosidad opresoras exclusivistas. En esta percepción de ser víctimas de este ser invisible angelical debemos unirnos, y hermanarnos los seres humanos. En esta percepción debemos defendernos y protegernos en el Mesías predicado por Pablo y los doce. En esta perspectiva debemos exaltar la libertad de conciencia, aunque nos silencie la ley de la violencia y del revólver, pues no dejamos de ser para Dios ovejas entre lobos. Sin embargo, somos seres vivos llenos de esperanza segura –mediante el Espíritu Santo– para rebosar alegría y paz en la espacio-temporalidad que somos y habitamos. Quinta y última pregunta: «¿Qué otra nación oh Dios, has redimido de la esclavitud para que sea tu pueblo?». La oración es relación desde la memoria de la acción liberadora de nuestras esclavitudes. Adicciones varias y de todo tipo; sistemas políticos y económicos indignos con los derechos humanos; sistemas de pensamiento que no le encuentran sentido a la existencia


144| Abba, una oración inacabada sino por razones pragmáticas; y otros que la declaran absurda directamente, caprichosa y aleatoria; pasiones preñadas de codicia son algunas de las liberaciones de las que Dios nos ha librado en nuestra historia personal. Sin embargo, como raza humana, Cristo nos ha rescatado de la no existencia eterna, y de que nuestro nombre desaparezca por siempre, abriéndonos el camino de la resurrección18 y del hogar eterno. Aunque la ley del pecado nos condena a morir, la gracia de Cristo y el pacto del bautismo nos promete nueva vida junto a Él por siempre. Seremos exiliados de nuevo de este planeta caduco a la Nueva Tierra, y a los nuevos cielos que Dios tiene preparados para los que hemos sido liberados por Cristo. Él ha transformado la servidumbre de una vida de odio a una vida libre llena de amor, paz y justicia. En esta oración, registrada en el segundo libro de Samuel 7, 18-29, hay hasta trece afirmaciones de reconocimiento del poder y la naturaleza de Dios: 1.- Se le reconoce su pleno conocimiento de nuestra interioridad sin puntos ciegos. «Tú sabes realmente cómo es tu siervo, Señor Soberano». 2.- Dios cumple sus promesas y nos lo hace saber en nuestras vidas. «Debido a tu promesa y según tu voluntad hiciste todas estas grandes cosas, y las diste a conocer a tu siervo». 3.- Su grandeza es única e inenarrable.

18

1Corintios 15.


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«¡Qué grande eres, oh Señor Soberano!». 4.- Es incomparable ya que ningún producto de la imaginación humana puede concebirlo. Ningún Dios moriría por sus criaturas, en todo caso las aceptaría en sacrificios cruentos. La Cruz es escándalo y humilla a la mente humana. Dios se sacrifica a sí mismo por amor al querer cambiar nuestro destino. A fe que lo ha conseguido. «No hay nadie como tú». 5.- No hay religión comparada ni fenomenología de la misma que pueda concebir a Jesús de Nazaret. Es una revelación venida de fuera, anunciada por ángeles y creída en este mundo. «Nunca hemos oído de otro Dios como tú». 6.- El Nombre de Dios es poder para salvación. Hasta el mundo infernal se sometió a los discípulos en el Nombre del Hijo de Dios, Jesús de Nazaret. Su Nombre se hace acción histórica en nuestro favor. Su Nombre no puede ser menospreciado por ningún faraón de turno que lo ningunee. No hay otro nombre en el que encontremos protección y honra. «Te hiciste un gran nombre cuando redimiste a tu pueblo de Egipto». «Qué tu nombre sea honrado para siempre».19

19

Filipenses 2, 9-11 «Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le

confirió el nombre que es sobre todo nombre, para que al nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en el cielo, y en la tierra, y debajo de la tierra, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre».


146| Abba, una oración inacabada 7.- Su poder hace obras milagrosas en la historia de su pueblo. Si Dios no respaldara sus promesas con su poder, sería una quimera, un charlatán, pero Dios dice y hace. Las naciones lo verán venir en gloria, tal y como las naciones de la antigüedad vieron su presencia junto a su pueblo hacia la Tierra Prometida. «Realizaste imponentes milagros expulsando a las naciones y a los dioses que les impedían el paso». 8.- El Creador del universo inteligente es el Dios de Israel, y de un ser humano concreto como David. «¡El Señor de los Ejércitos Celestiales es Dios sobre Israel!». 9.- Dios es, existe, como un tú para un yo. Interpelación. Diálogo. Reciprocidad. Evocación. Relación personal, y transcendente. No es lo mismo Dios es Dios, tautología lógica, que esta sentencia: «Tú eres Dios, oh Señor Soberano». 10.- Cristo no dice solo afirmaciones ciertas, sino que Él es el verdadero Dios y la fuente de toda realidad existente y verdadera. Él llama a lo que no existe a la existencia. Sus enseñanzas son las mejores tanto lingüística como ontológicamente. Validan la bondad de la realidad como ética y escatología. Los efectos devastadores de la mentira no tienen nada que ver con su esencia. La mentira en cuanto que asesina del ser caerá en la aniquilación de la permanencia en la nada. Realidad ficticia preñada de autoaniquilación como proyecto metafísico. No hay lugar al subjetivismo ni relativismo epistemológico. Cristo es ejemplo de honestidad y autenticidad como soporte de toda la teoría del conocimiento del Padre celestial y de su reino eterno.


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«Tus palabras son verdad» 11.- Dios es bueno y sus promesas nos hacen felices ya aquí, y en sentido escatológico. «Le has prometido cosas buenas a tu siervo» «Has hablado, y cuando concedes una bendición a tu siervo, oh Señor Soberano, ¡es una bendición eterna!». Aceptación de su autoconciencia ante Dios, y gratitud inmensa por elegirlo para desarrollar una misión a favor del reino de Dios en la Tierra. Natán ha sido enviado para comunicarle esa promesa para él, y su dinastía, a través de esas palabras. Le llegan tan hondo al corazón que acaba la oración repitiéndolas dos veces. Se convierten en un proceso de fe, confianza y seguridad propia. Dios promete y su promesa se convierte en una sentencia afirmativa más allá de nuestra estrecha comprensión circunspecta. Permanecer delante de Dios eternamente ese es nuestro destino.20 «Que la casa de tu siervo David permanezca delante de ti para siempre». 20

2 Corintios 1, 19-23 «Pues Jesucristo, el Hijo de Dios, no titubea entre el

“sí” y el “no”. Él es aquel de quien Silas, Timoteo y yo les predicamos, y siendo el “sí” definitivo de Dios, él siempre hace lo que dice. Pues todas las promesas de Dios se cumplieron en Cristo con un resonante “¡sí!”, y por medio de Cristo, nuestro “amén” [que significa “sí”] se eleva a Dios para su gloria. Es Dios quien nos capacita, junto con ustedes, para estar firmes por Cristo. Él nos comisionó y nos identificó como suyos al poner al Espíritu Santo en nuestro corazón como un anticipo que garantiza todo lo que él nos prometió. Ahora pongo a Dios por testigo de que les digo la verdad».


148| Abba, una oración inacabada «Ahora que te complazca bendecir la casa de tu siervo para que permanezca para siempre delante de ti». 2 Samuel 12, 13-20 Entonces David confesó a Natán: —He pecado contra el Señor. Natán respondió: —Sí, pero el Señor te ha perdonado, y no morirás por este pecado. Sin embargo, como has mostrado un total desprecio por la palabra del Señor con lo que hiciste, tu hijo morirá. Después que Natán regresó a su casa, el Señor le envió una enfermedad mortal al hijo que David tuvo con la esposa de Urías. Así que David le suplicó a Dios que perdonara la vida de su hijo, y no comió, y estuvo toda la noche tirado en el suelo. Entonces los ancianos de su casa le rogaban que se levantara y comiera con ellos, pero él se negó. Finalmente, al séptimo día, el niño murió. Los consejeros de David tenían temor de decírselo. «No escuchaba razones cuando el niño estaba enfermo —se decían—, ¿qué locura hará cuando le digamos que el niño murió?». Cuando David vio que susurraban entre sí, se dio cuenta de lo que había pasado. ¿Murió el niño? —preguntó. —Sí —le contestaron—, ya murió. De inmediato David se levantó del suelo, se lavó, se puso lociones y se cambió de ropa. Luego fue al tabernáculo a adorar al Señor y después volvió al palacio donde le sirvieron comida y comió.

Creo que es un texto que desde nuestra perspectiva es fácil criticarlo y cuestionarlo. Más si no nos ha pasado algo así. Creo que


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una crítica posible tiene que ver con la imagen que David tiene de Dios. Este de nuevo es quien más pierde en esta situación. Para unos el texto es literal. Dios castiga a David en su hijo recién nacido por ser fruto del pecado. Para otros que saben cómo es Dios a la luz de Jesús de Nazaret, no se trata de un castigo sino de una actitud compasiva hacia David, Betsabé y el propio recién nacido. Dios puede regalarle la eternidad a ese niño, víctima del pecado de sus padres, y salvado por la misericordia divina, ahorrándole mucha afrenta y dolor en los entresijos de la corte davídica. Para David el bien y el mal están en las manos de Dios. El mal está sometido al mecanismo del poder divino para que la justicia y la paz sean restablecidas. En muchos salmos David invoca el día de la venganza de Dios sobre sus enemigos. Él interpreta cualquier mensaje del Dios de los ejércitos de Israel, y Señor del universo, como una orden militar. No se cuestiona si lo que Natán le dice no es la voluntad de Dios sino una declaración de lo que sucederá por otras múltiples causas de enfermedad o dificultad del parto. David apela al Todopoderoso desde su reconocimiento de culpabilidad al declararse pecador por su vil asesinato de Urías y anterior adulterio con su mujer. Se humilla ante Dios para interceder por la vida de un inocente indefenso, su hijo bastardo, pero no oye respuesta. El cielo guarda silencio. Dios no actúa ni hay mensaje profético de Natán. Dios lo perdona pero no modifica las consecuencias trágicas sobre la vida terrenal de su hijito. ¿Quién ama más a ese niño David o el Padre celestial de Jesús de Nazaret? Creo que, durante ese ayuno extremo y ese duelo en vida durante esa


150| Abba, una oración inacabada semana, David se levantó con una más clara comprensión del corazón y la voluntad divina. Aceptó con serenidad la realidad y adoró a Dios por ser más sabio y mejor que cualquier ser pecador por muy creyente que sea. Gran lección de confianza y de humildad la que extrajo el rey David. La primera característica que destaca de Dios es que actuase con compasión hacia David, y creo que Dios actuó con compasión, pero no desde la perspectiva egocéntrica de los sentimientos de David, sino de todos los implicados, incluido el mismo niño, y los suyos propios en cuanto que Creador y Salvador personal de la humanidad, y de este pequeño en particular. Salomón será la respuesta a esta petición de David en estos días en los que obtuvo un no por respuesta. Dios soporta, nuestras incomprensiones y limitaciones al relacionarnos con Él, hasta quedar deformado por nuestras escuálidas perspectivas en su imagen. Prefiere que pensemos mal de Él a que lo dejemos de lado y lo acabemos negando. Se hace cargo de nuestras limitaciones y nos invita a ir despojándonos de ellas, deconstruyéndolas mediante su revelación progresiva. 2 Samuel 15, 25-26 Luego el rey le dio instrucciones a Sadoc para que regresara el arca de Dios a la ciudad: «Si al Señor le parece bien —dijo David—, me traerá de regreso para volver a ver el arca y el tabernáculo; pero si él ha terminado conmigo, entonces dejemos que haga lo que mejor le parezca».

Absalón le ha declarado la guerra. David debe huir de Jerusalén pero decide no involucrar el arca de la Alianza, símbolo del Pacto


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entre Dios e Israel. Más que una oración explícita es un ofrecerse sin condiciones a los planes que Dios pueda tener en el futuro para él. Se expresa el dolor por abandonar la ciudad de David, capital de Israel, y el deseo del exiliado por motivos políticos de volver a ella. En este caso Dios no le habla a David como en otras ocasiones. Tendrá que alejarse hacia el Monte de los Olivos para encontrar respuestas a su petición desesperada. 2 Samuel 15, 31-36 Cuando alguien le dijo a David que su consejero Ahitofel ahora respaldaba a Absalón, David oró: «¡Oh Señor, haz que Ahitofel le dé consejos necios a Absalón!». Al llegar David a la cima del monte de los Olivos, donde la gente adoraba a Dios, Husai el arquita lo estaba esperando. Husai había rasgado sus ropas y había echado polvo sobre su cabeza en señal de duelo. Pero David le dijo: «Si vienes conmigo solamente serás una carga. Regresa a Jerusalén y dile a Absalón: “Ahora seré tu consejero, oh rey, así como lo fui de tu padre en el pasado”. Entonces podrás frustrar y contrarrestar los consejos de Ahitofel. Sadoc y Abiatar, los sacerdotes, estarán allí. Diles todo lo que se está planeando en el palacio del rey, y ellos enviarán a sus hijos Ahimaas y Jonatán para que me cuenten lo que está sucediendo».

Dios responde a David con un gran consejero fiel, Husai, el amigo de David. A veces pedimos absurdos a Dios como que un sabio consejero se vuelva necio. No obstante, el Señor entiende lo que necesitamos y traza mejores planes, ofreciéndonos personas más capaces que nos ayudan a mejorar nuestra situación. Así sucedió con este espía de la corte del joven Absalón. Sin el consejo de


152| Abba, una oración inacabada Husai, y su gran inteligencia política, David habría sido aniquilado tal y como pretendía Ahitofel. Dios nos puede responder en nuestro Jordán particular mediante buenos hijos e hijas suyos que marcan con sus palabras para bien nuestra vida para siempre. Todos necesitamos amigos así. Dios se nos hace amigo en otros rostros llenos de amor fraternal, y fieles a la amistad como la brújula al Polo Norte. 2 Samuel 24, 10-17; 25 Pero después de haber levantado el censo, a David le comenzó a remorder la conciencia, y le dijo al Señor: «He pecado grandemente por haber hecho este censo. Señor, te ruego que perdones mi culpa por haber cometido esta tontería». A la mañana siguiente, la palabra del Señor vino al profeta Gad, quien era el vidente de David, y le dio este mensaje: «Ve y dile a David: “Esto dice el Señor: te doy tres opciones; escoge uno de estos castigos, y yo te lo impondré”». De modo que Gad fue a ver a David y le preguntó: —¿Vas a elegir siete años de hambre en toda la tierra, o tres meses de huir de tus enemigos, o tres días de una terrible plaga por todo el país? Piénsalo bien y decide qué respuesta debo darle al Señor, quien me envió. — ¡Estoy en una situación desesperada! —le respondió David a Gad—. Mejor que caigamos nosotros en las manos del Señor, porque su misericordia es grande, y que no caiga yo en manos humanas. Por lo tanto, el Señor mandó una plaga sobre Israel esa mañana que duró tres días. Un total de setenta mil personas murieron en toda la nación, desde Dan en el norte hasta Beerseba en el sur. Sin embargo, cuando el ángel se disponía a destruir Jerusalén, el Señor desistió y le dijo al ángel de la muerte:


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«¡Detente! ¡Ya es suficiente!». En ese momento el ángel del Señor estaba junto al campo de trillar de Arauna el jebuseo. Cuando David vio al ángel, le dijo al Señor: «¡Soy yo el que pecó e hizo el mal! Pero estas personas son tan inocentes como ovejas, ¿qué han hecho? Que tu enojo caiga sobre mí y mi familia». […] Allí David edificó un altar al Señor y sacrificó ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Y el Señor contestó la oración que hizo por la tierra, y se detuvo la plaga que azotaba a Israel.

Aquí hay una inversión de la lógica de cómo Dios actúa con Israel a lo largo de su historia hasta la monarquía. Pareciese que, en el Éxodo, Dios quiere castigar al pueblo por sus pecados y Moisés con su oración intercesora lo evitase. En la vida de la monarquía unida israelita es al revés. El rey peca y por sus errores el pueblo es castigado con plagas. No me cuadra con la máxima revelación que es Cristo Jesús. Sin embargo, David queda en una situación de pirómano metido a bombero. Parecería que la manera de interpretar esta oración está más en las advertencias de Jesús a los discípulos antes de Getsemaní, cuando les dice aquello de Satanás os ha pedido… De este ser sí que me cuadra que suframos consecuencias dolorosas por nuestras transgresiones de la voluntad divina. De todas maneras, su poder es bastante silenciado hasta que Jesús viene a poner su principado en jaque mate con su misión intercesora en nuestro favor, y trayendo a nuestras vidas la paz, el amor y la esperanza en la victoria de su Reino de los Cielos. A partir de David y después de Salomón para mí llega la edad oscura de la monarquía dividida. La imagen de Dios está tan distorsionada que aparecerá


154| Abba, una oración inacabada el profetismo para alumbrar esa época de predominio de las tinieblas. Podría ser interpretado el mensaje de Dios a Gad como una advertencia paradigmática que intentase frenar el desenfreno ególatra e idólatra de los monarcas del reino del Norte y del Sur. Dios actuaría compasivamente siempre sea cual fuese la situación, pero no así los hombres que podemos ser verdaderos demonios en el trato a los que consideramos enemigos, si no brilla el amor de Dios en nuestras mentes y rigen los principios de la ley de Dios en nuestro comportamiento ético. En cualquier caso, Dios es nuestra mejor opción siempre. Esta lección la podemos aprender por vía de la experiencia –como David– por mucha teodicea que queramos escribir y sobre la que podamos debatir. Gran enseñanza del rey David compartida con Gad el profeta y legada a nosotros. Dios es justo, compasivo y libre para actuar conforme a su sabiduría soberana y no a nuestros esquemas preconcebidos. Cura de humildad para todos los que teorizamos filosóficamente sobre Dios como objeto teorético y no como sujeto presencial, actor principal y Padre amante en la vida sentimental de sus hijos.

Referencias en los libros de los Reyes 1 Reyes 3, 5-15 Esa noche, el Señor se le apareció a Salomón en un sueño y Dios le dijo: ¿Qué es lo que quieres? ¡Pídeme, y yo te lo daré! Salomón contestó:


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—Tú mostraste gran y fiel amor hacia tu siervo David, mi padre, un hombre transparente y leal, quien te fue fiel. Hoy sigues mostrándole este gran y fiel amor al darle un hijo que se siente en su trono. Ahora pues, Señor mi Dios, tú me has hecho rey en lugar de mi padre, David, pero soy como un niño pequeño que no sabe por dónde ir. Sin embargo, aquí estoy en medio de tu pueblo escogido, ¡una nación tan grande y numerosa que no se puede contar! Dame un corazón comprensivo para que pueda gobernar bien a tu pueblo, y sepa la diferencia entre el bien y el mal. Pues, ¿quién puede gobernar por su propia cuenta a este gran pueblo tuyo? Al Señor le agradó que Salomón pidiera sabiduría. Así que le respondió: —Como pediste sabiduría para gobernar a mi pueblo con justicia y no has pedido una larga vida, ni riqueza, ni la muerte de tus enemigos, ¡te concederé lo que me has pedido! Te daré un corazón sabio y comprensivo, como nadie nunca ha tenido ni jamás tendrá. Además, te daré lo que no me pediste: riquezas y fama. Ningún otro rey del mundo se comparará a ti por el resto de tu vida. Y si tú me sigues y obedeces mis decretos y mis mandatos como lo hizo tu padre David, también te daré una larga vida. Entonces Salomón se despertó y se dio cuenta de que había sido un sueño. Volvió a Jerusalén, se presentó delante del arca del pacto del Señor y allí sacrificó ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Luego invitó a todos sus funcionarios a un gran banquete.

Salomón se destaca por su corazón humilde. Se sabe hijo de alguien muy querido por Dios. Reconoce que para cierta élite aris-


156| Abba, una oración inacabada tocrática y militar no era la primera opción para la sucesión davídica. Su hermanastro contaba con mejores apoyos políticos. Sin embargo, el rey David inspirado por Dios había promulgado a tiempo su coronación abdicando en él, joven e inexperto. Le pesa no poder o no saber estar a la altura de la responsabilidad del momento. Le motiva no defraudar las expectativas colocadas sobre él por alguien que siempre ha admirado por su vínculo honesto con Dios, su Señor. De su padre David ha aprendido a relacionarse con YHWH y amar a su pueblo. Quiere ser compasivo y justo, pero parece que estas dos caras de la moneda se disocian cuando se toman decisiones desde el poder. Quiere que el pueblo esté éticamente bien dirigido y juzgado. A lo bueno que no se lo confunda con estructuras opresoras fruto de la conveniencia utilitarista. ¡Enorme desafío! Lo malo promulgado por la ley mosaica y los profetas, debe ser censurado ejemplarmente. Le obsesiona estar cegado en su criterio. Ante la oportunidad brindada en el sueño, aparece su gran preocupación: la ley de amor a los súbditos no en cuanto que ciudadanos del Israel político sino espiritual. Es decir, tratarlos como hijos del Altísimo para que se acerquen sinceramente en adoración y compromiso activo, cumpliendo la misión de ser luz para las naciones. Se ve impotente en sí mismo pero ese es su sueño despierto y dormido, como en esta ocasión. Dios se enternece ante ese deseo, hecho petición, declaración, programa político porque será lo mismo que luego ejemplificará Jesús de Nazaret cuando venga a vivir entre nosotros y a salvarnos de nuestras


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equivocaciones egoístas en torno a la imagen de Dios Padre. Gracia verdadera es la que recibe Salomón. El mejor regalo: un corazón más sabio que ninguno en el conocimiento del Señor Dios. Además, por añadidura recibirá el aurea mediocritas: salud, fama, riquezas y paz completa en su reino. Un pequeño gran imperio. Dios cumple lo que dice, y actualmente todo el mundo sabe quién fue Salomón por su sabiduría en juzgar asuntos difíciles e impartir justicia con imparcialidad. No sabemos cómo se llamaba la reina de Saba pero ha quedado inmortalizada su presencia histórica por su visita a la corte salomónica. Como una placa solar que no genera luz sino por transferencia, así ella recibe fama por acercarse a Salomón. Desprendía las bendiciones de Dios irradiando su reino y a sus coetáneos. Todo gobernante que quiere ser famoso necesita de una gran construcción que quede como legado de su paso por esta tierra. Salomón construyó por mandato divino el primer Templo. Magnífico y esplendoroso. Supo quién era la madre verdadera –en el caso de las dos madres que reclamaban el bebé para sí mismas respectivamente– y así acuñó un término ético: decisión salomónica como sinónimo de justicia y compasión al unísono. Sin embargo, todo ello está sujeto a su libre albedrío de permanecer en una actitud de aprendizaje constante y vínculo permanente del Señor, su Dios. Tristemente cayó en un narcisismo idolátrico y un politeísmo errático para contentar a sus muchas mujeres de diferentes etnias, religiones y culturas. Siguió su propio rumbo


158| Abba, una oración inacabada sin consultar a Dios con la actitud adecuada, cambiando la humildad por la soberbia que lo tiranizó en su edad madura. Fijó su mirada más en lo que no había pedido que en su única petición. Se extravió de su sueño, acarició demasiados cuerpos soñadores de otros mortales horizontes vacíos de sentido existencial y transcendencia eterna. No está entre los héroes de la fe en Hebreos 11 el constructor del Templo pero sí su padre David. Curioso hecho con toda la importancia litúrgica que este edificio tuvo, ha tenido y tiene en la historia del Israel antiguo y moderno. Es para lamentarse por la nostalgia que nos sobrecoge frente a las ruinas humanas de este viejo rey –al ver difuminarse la actitud vital del joven Salomón en muros de relativismo del todo vale si yo lo promulgo–. Acabó sin sabiduría compasiva oprimiendo con grandes cargas fiscales a su propio pueblo. Da pena cuando creemos que las bendiciones de Dios nos pertenecen por derecho divino o por herencia genética. Sus dones son para servir y vivir mirando hacia los demás desde Él. Eso nos protege de nuestra naturaleza desenfocada de su imagen y semejanza. ¡Qué pesar cargar consigo mismo sin Dios! El peso de sus errores se acumulaba en su mal de conciencia sin el alivio necesario. 1 Reyes 8, 12-13 Entonces Salomón oró: «Oh Señor, tú dijiste que habitarías en una densa nube de oscuridad. Ahora te he construido un templo glorioso, ¡un lugar donde podrás habitar para siempre!».

Necesitaremos de Jesús de Nazaret para darnos cuenta de lo equivocado que está con este comentario pretencioso, y efímero,


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el joven Salomón. El verdadero templo es la corporeidad de Cristo Jesús, Mesías.21 Así nos lo interpreta su apóstol Juan en el capítulo 2, 18-22 del evangelio: Pero los líderes judíos exigieron: — ¿Qué estás haciendo? Si Dios te dio autoridad para hacer esto, muéstranos una señal milagrosa que lo compruebe. — De acuerdo —contestó Jesús—. Destruyan este templo y en tres días lo levantaré. — ¡Qué dices! —exclamaron—. Tardaron cuarenta y seis años en construir este templo, ¿y tú puedes reconstruirlo en tres días? Pero cuando Jesús dijo «este templo», se refería a su propio cuerpo. Después que resucitó de los muertos, sus discípulos recordaron que había dicho esto y creyeron en las Escrituras y también en lo que Jesús había dicho.

21

Hebreos 10:5-10 «Por eso, cuando Cristo vino al mundo, le dijo a Dios: “No

quisiste sacrificios de animales ni ofrendas por el pecado. Pero me has dado un cuerpo para ofrecer. No te agradaron las ofrendas quemadas ni otras ofrendas por el pecado”. Luego dije: ‘Aquí estoy, oh Dios; he venido a hacer tu voluntad como está escrito acerca de mí en las Escrituras’. Primero, Cristo dijo: “No quisiste sacrificios de animales, ni ofrendas por el pecado, ni ofrendas quemadas ni otras ofrendas por el pecado; tampoco te agradaron todas esas ofrendas” (aun cuando la ley de Moisés las exige). Luego dijo: “Aquí estoy, he venido a hacer tu voluntad”. Él anula el primer pacto para que el segundo entre en vigencia. Pues la voluntad de Dios fue que el sacrificio del cuerpo de Jesucristo nos hiciera santos, una vez y para siempre».


160| Abba, una oración inacabada Este ni siquiera era el primer templo, sino el segundo reconstruido por Nehemías sobre las ruinas dejadas por los ejércitos babilónicos. Roma daría buena cuenta de este templo postexílico. La historia volvía a repetirse con otros actores –las legiones del general Tito en el año 70 de nuestra era– como protagonistas en el mismo escenario litúrgico. Solo dejaron el muro de contención del terraplén que sustentaba la plataforma del Templo –magnificado arquitectónicamente por Herodes el Grande–. Pero de alguna forma ese deseo salomónico de que Dios habite para siempre con su pueblo será recuperado en la escatología del Apocalipsis joánico, cuando describe los cielos nuevos y la nueva tierra que contienen la ciudad de Dios, la Nueva Jerusalén, mostrada en el capítulo 21, 22-27: No vi ningún templo en la ciudad, porque el Señor Dios Todopoderoso y el Cordero son el templo. La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna, porque la gloria de Dios ilumina la ciudad, y el Cordero es su luz. Las naciones caminarán a la luz de la ciudad, y los reyes del mundo entrarán en ella con toda su gloria. Las puertas nunca se cerrarán al terminar el día porque allí no existe la noche. Todas las naciones llevarán su gloria y honor a la ciudad. No se permitirá la entrada a ninguna cosa mala ni tampoco a nadie que practique la idolatría y el engaño. Solo podrán entrar los que tengan su nombre escrito en el libro de la vida del Cordero.

Esos reyes serán también los sacerdotes del Altísimo y del Cordero. Cualquier humano que habite allí. No habrá clases sociales


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fruto de la desigualdad del pecado. El mismo libro apostólico lo explica en relación coherente con las cartas de Pedro.22 1 Reyes 8, 23-61 Luego Salomón, de pie ante el altar del Señor y frente a toda la comunidad de Israel, levantó las manos al cielo y oró: «Oh Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú arriba en el cielo ni abajo en la tierra. Tú cumples tu pacto y muestras amor inagotable a quienes andan delante de ti de todo corazón. Has cumplido tu promesa a tu siervo David, mi padre. Pronunciaste esa promesa con tu boca y hoy la has cumplido con tus propias manos. Ahora, oh Señor, Dios de Israel, lleva a cabo la otra promesa que le hiciste a tu siervo David, mi padre, cuando le dijiste: “Si tus descendientes cuidan su comportamiento y me siguen con fidelidad, así como tú lo has hecho, siempre habrá uno de ellos sentado en el trono de Israel”. Ahora, oh Dios de Israel, cumple esta promesa que le hiciste a tu siervo David, mi padre. ¿Pero es realmente posible que Dios habite en la tierra? Ni siquiera los cielos más altos pueden contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido! Sin embargo, escucha mi oración y mi súplica, oh Señor mi Dios. Oye el clamor y la oración que tu siervo te eleva hoy. Que noche y día tus ojos estén sobre este templo, este lugar del cual tú has dicho: “Mi nombre estará allí”. 22

1 Pedro 2:9 «Pero ustedes no son así porque son un pueblo elegido. Son

sacerdotes del Rey, una nación santa, posesión exclusiva de Dios. Por eso pueden mostrar a otros la bondad de Dios, pues él los ha llamado a salir de la oscuridad y entrar en su luz maravillosa.»


162| Abba, una oración inacabada Que siempre oigas las oraciones que elevo hacia este lugar. Que atiendas las peticiones humildes y fervientes de mi parte y de tu pueblo Israel cuando oremos hacia este lugar. Sí, óyenos desde el cielo donde tú vives y, cuando nos escuches, perdona. Si alguien agravia a otra persona y se le exige que haga juramento de inocencia ante tu altar en este templo, oye entonces desde el cielo y juzga entre tus siervos, entre el acusador y el acusado. Castiga al culpable según su merecido y absuelve al inocente debido a su inocencia. Si tu pueblo Israel cae derrotado ante sus enemigos por haber pecado contra ti, pero luego vuelve a ti y reconoce tu nombre y eleva oraciones a ti en este templo, oye entonces desde el cielo y perdona el pecado de tu pueblo Israel, y hazlo volver a esta tierra que diste a sus antepasados. Si los cielos se cierran y no hay lluvia porque tu pueblo ha pecado contra ti, y si luego ellos oran hacia este templo y reconocen tu nombre y se apartan de sus pecados, porque tú los has castigado, oye entonces desde el cielo y perdona los pecados de tus siervos, tu pueblo Israel. Enséñales a seguir el camino correcto y envía lluvia sobre tu tierra, la tierra que diste a tu pueblo como su preciada posesión. Si hay hambre en la tierra, o pestes, o plagas en los cultivos, o ataques de langostas u orugas, o si los enemigos de tu pueblo invaden el territorio y sitian las ciudades —cualquiera sea el desastre o la enfermedad que ocurra—; si luego tu pueblo Israel ora por sus dificultades con las manos levantadas hacia este templo, oye entonces desde el cielo donde vives y perdona. Haz con tu pueblo según merecen sus acciones, porque solo tú conoces


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el corazón de cada ser humano. Entonces ellos te temerán mientras vivan en la tierra que diste a nuestros antepasados. En el futuro, los extranjeros que no pertenezcan a tu pueblo Israel oirán de ti. Vendrán de tierras lejanas a causa de tu nombre, porque oirán de tu gran nombre, de tu mano fuerte y de tu brazo poderoso. Cuando ellos oren en dirección a este templo, oye entonces desde el cielo donde vives y concédeles lo que te pidan. De esa forma, todos los habitantes de la tierra llegarán a conocerte y a temerte, igual que tu pueblo Israel. También sabrán que este templo que he construido honra tu nombre. Si tu pueblo sale a donde tú lo envías a luchar contra sus enemigos, y si ora al Señor en dirección a esta ciudad que has escogido y hacia este templo que yo he construido para honrar tu nombre, oye entonces desde el cielo sus oraciones y defiende su causa. Si ellos pecan contra ti (¿y quién nunca ha pecado?), tal vez te enojes con ellos y permitas que sus enemigos los conquisten y los lleven cautivos a su tierra, ya sea cerca o lejos. Sin embargo, tal vez en esa tierra, donde estén desterrados, se vuelvan a ti arrepentidos y oren así: “Hemos pecado, hemos hecho lo malo y hemos actuado de manera perversa”. Si ellos se vuelven a ti con todo el corazón y con toda el alma en tierra de sus enemigos, y oran en dirección a la tierra que diste a sus antepasados —hacia esta ciudad que escogiste y hacia este templo que he construido para honrar tu nombre—, oye entonces sus oraciones y su petición desde el cielo donde vives, y defiende su causa. Perdona a tu pueblo que ha pecado contra ti. Perdona todas las ofensas que haya cometido en tu contra. Haz que sus captores le tengan compasión, porque es tu pueblo —tu posesión más preciada— que sacaste de Egipto, ese horno para fundir hierro.


164| Abba, una oración inacabada Que tus ojos estén abiertos a mis peticiones y a las peticiones de tu pueblo Israel. Que los oigas y les respondas cada vez que clamen a ti. Pues cuando sacaste a nuestros antepasados de Egipto, oh Señor Soberano, le dijiste a tu siervo Moisés que habías apartado a Israel de todas las demás naciones de la tierra, para que fuera tu posesión más preciada». Cuando Salomón terminó de elevar estas oraciones y peticiones al Señor, se puso de pie frente al altar del Señor, donde estaba arrodillado con las manos levantadas al cielo. De pie bendijo en voz alta a toda la congregación de Israel diciendo: «Alabado sea el Señor, quien ha dado descanso a su pueblo Israel, tal como lo prometió. No ha faltado ni una sola palabra de todas las promesas maravillosas que hizo mediante su siervo Moisés. Que el Señor nuestro Dios esté con nosotros como estuvo con nuestros antepasados; que nunca nos deje ni nos abandone. Que ponga en nosotros el deseo de hacer su voluntad en todo y de obedecer todos los mandatos, los decretos y las ordenanzas que dio a nuestros antepasados. Y que esta oración que hice en la presencia del Señor esté delante de él continuamente, de día y de noche, para que el Señor nuestro Dios haga justicia conmigo y con su pueblo Israel, según las necesidades de cada día. Entonces gente de todo el mundo sabrá que el Señor es el único Dios y que no hay otro. Que ustedes sean totalmente fieles al Señor nuestro Dios; que siempre obedezcan sus decretos y mandatos, tal como lo están haciendo hoy».

Sintetizo las ideas principales: 1.- Dios es único. 2.- Tiene palabra y la cumple.


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3.- Muestra amor inagotable a sus hijos. 4.- Le hizo dos promesas a David: a) La primera se cumple a través de Salomón y la construcción del Templo. b) La segunda tendrá plenitud de cumplimiento en el Hijo de David: Jesús de Nazaret, también llamado Hijo del Altísimo e Hijo del Hombre –como lo describe la apocalíptica del profeta Daniel–. Con las notas aclaratorias sobre la relación de Jesús y el Templo queda comentada esta idea. 5.- Imposibilidad física de que el Templo pueda contener al mismo Dios. 6.- Petición de que mire hacia el Templo y escuche su oración actual y las futuras que se hagan. 7.- Que escuche las oraciones del pueblo para otorgar perdón cuando este lo pida de todo corazón con arrepentimiento. 8.- Que los escuche en sus peticiones y les responda para que se dé la interacción recíproca porque Israel es su posesión más preciada. 9.- Ante el trono de la gracia de Dios, de igual manera se pueden trasladar nuestras oraciones de petición por cualquier persona, componga o no la iglesia, siendo esta el cuerpo de Cristo de la cual Él, y ningún otro ser humano mortal, es la cabeza. 10.- Con esta oración profética –quizá autobiográfica– y escatológica se acaban las oraciones registradas de Salomón en las Escrituras.


166| Abba, una oración inacabada 1 Reyes 17, 20-24 Después Elías clamó al Señor: «Oh Señor mi Dios, ¿por qué le has traído desgracia a esta viuda que me abrió su casa, al provocar la muerte de su hijo?». Entonces Elías se tendió sobre el niño tres veces y clamó al Señor: «¡Oh Señor mi Dios, te ruego que le devuelvas la vida a este niño!». El Señor oyó la oración de Elías, ¡y la vida volvió al niño, y revivió! Entonces Elías bajó al niño de la habitación en el piso de arriba y se lo entregó a su madre. ¡Mira —le dijo—, tu hijo vive! Entonces la mujer le dijo a Elías: Ahora estoy convencida de que usted es un hombre de Dios y que de verdad el Señor habla por medio de usted.»

Elías, el más grande profeta de Israel para muchos, es víctima de una situación paradójica a nivel relacional. Ha obedecido a Dios yendo a Sarepta, y ahora se encuentra en una encrucijada terrible a nivel emocional. Esta viuda –que ha actuado compasivamente con él– pierde todo lo que tiene, y por lo único que le vale la pena seguir viviendo, su joven hijo. Elías no se resigna. No da un sermón ni un culto de reflexión ni una clase magistral de teología exegética ni siquiera doctrinal. Le importa muy poco aclarar si el bien y el mal vienen de la misma fuente como cree el ser humano cuando sufre pérdidas o recibe bendiciones en esa cultura –siglo IX a. C.–. Elías sabe que Dios está haciendo un milagro continuo multiplicando la harina y el aceite, símbolos de bendición de la presencia divina. Hay ecos a pequeña escala de cómo Dios mantuvo con vida a Israel en el desierto con el maná. También Jesús en la multiplicación de


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los panes y los peces, hará un milagro para que se den cuenta de que es el Mesías que anunció la tradición profética. Me encanta el paralelismo entre este primer milagro archiconocido, y el segundo que se desprende como fruto de la desesperación. Me explico. Cuando una madre se queja, no es momento de dar explicaciones de su pérdida sentimental ni de racionalizar el caos, sino de actuar en su favor. Elías no se enemistó con ella ni la acusó de loca ingrata infiel. Al contrario, le pidió que le entregase el niño muerto. Le pidió que le hiciese entrega de su pérdida. Colocó las palabras de esa mujer tal cual, expresadas en su propia boca de profeta, y quizá también él las pensaba así. No importa su desenfoque conceptual teológico. No se quedó en ese límite de resignación pasiva. Elías también sabía que Dios era capaz de dar vida en abundancia y rescatar a un muerto para el reino de los vivos. Elías no se dedicó a ir por cualquier lugar exhibiendo sus poderes curativos. Lejos de él semejante idolatría. Sin embargo, consideró tan valioso lo que Dios había hecho por esta familia, que quiso contarlo para que quedase registrado en este libro. Hay un paralelismo con la resurrección de la hija de Jairo. Israel había de saber que el espíritu de Elías y su ministerio de intercesión a favor de judíos y gentiles estaban siendo excelentemente representados por Jesús de Nazaret, el Mesías. La resurrección corpórea es la doctrina angular del cristianismo, no la inmortalidad del alma. Solo a través de ella podemos cambiar nuestros conceptos relacionales con la tragedia de nuestra carencia biológica, las pérdidas de los seres queridos. Solo a través del triunfo del amor en la vida de los que más queremos, la familia,


168| Abba, una oración inacabada podemos entender que Dios envía a los profetas –como Elías– a nuestra vida para hacernos el bien. Solo así crecemos a una mejor imagen y semejanza con Dios. Solo así otros reconocerán –convencidos– que Dios habla por medio de su Hijo, el Resucitado. Solo así también verdaderamente se darán cuenta, y declararán que lo hace por nosotros que somos hombres y mujeres hermanados con Elías. Sin el poder de la resurrección evidenciado, el cristianismo habría nacido muerto en las entrañas infértiles del judaísmo helenizado. Dios no permitió esa desgracia en el ministerio profético de Elías en Sarepta ni en la Jerusalén por la que caminaron Jesucristo y sus discípulos. Ni en la Atenas paradigmática de la inmortalidad del alma y del dualismo antropológico platónico, dejó de alumbrar la verdad del Resucitado, Jesús de Nazaret. Esta era la buena nueva a las naciones de todo el orbe conocido por medio del ministerio apostólico de Pablo. Finalmente, destacar un hecho insólito en las Escrituras: la primera resurrección datada no es a un israelita sino a una viuda pobre y extranjera, alejada del pacto hecho a los patriarcas. Dios necesitó que Elías depositara su intrepidez y su valentía en el poder vinculado a su nombre, El Señor. Tenía una relación capaz de pedirle lo imposible y nunca visto hasta entonces. Quizás solo intuido e imaginado por Abraham en su angustia vital ante Isaac, ofrecido en ese altar, tal y como la tradición se había encargado de contarlo generación tras generación. A la tercera vez fue la vencida se dice hoy. Persistió y Dios lo realizó. Insólito e íntimo. Aprendizaje ejemplar


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para futuras situaciones como las que vivirán Eliseo o Jesús. También la resurrección de todos los hijos e hijas de Dios en el día de su venida en gloria, juicio y majestad. 1 Reyes 18, 36-38 A la hora que solía hacerse el sacrificio vespertino, el profeta Elías caminó hacia el altar y oró: «Oh Señor, Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, demuestra hoy que tú eres Dios en Israel y que yo soy tu siervo; demuestra que yo he hecho todo esto por orden tuya. ¡Oh Señor, respóndeme! Respóndeme para que este pueblo sepa que tú, oh Señor, eres Dios y que tú los has hecho volver a ti». Al instante, el fuego del Señor cayó desde el cielo y consumió el toro, la leña, las piedras y el polvo. ¡Hasta lamió toda el agua de la zanja! Cuando la gente vio esto, todos cayeron rostro en tierra y exclamaron: «¡El Señor, él es Dios! ¡Sí, el Señor es Dios!».

Oración nacida en la necesidad de confirmación divina delante del pueblo. Espaldarazo divino a fuego de su ministerio profético. El Monte Carmelo será el escenario de esta cura idolátrica. El pueblo afirmará que el Señor es el único Dios. Sin trampa ni cartón, el agua se evaporó junto con todo lo ofrecido. Frustración de los sacerdotes de Baal e ira manifiestamente desatada del pueblo sobre ellos. Sin embargo, el propósito de Dios era reconciliar a los israelitas con el Dios vivo, Creador de todos los elementos de la naturaleza. Quería curarlos de dioses zoomórficos tan muertos como ese sacrificio consumido. ¡Hasta dónde está dispuesto Dios por reconciliarnos auténticamente con Él, lo pone de manifiesto este hecho! Jesús no quiso atender la petición de dos discípulos suyos, los


170| Abba, una oración inacabada hijos del trueno, justo para enseñarles que ninguna criatura estaba excluida de los afectos divinos. Era cuestión de tiempo que Samaria lo aceptase como Mesías, haciendo bajar fuego del cielo, pero no en ese sentido aniquilador del enemigo religioso sino el fuego del Espíritu que quemaba cualquier barrera étnica como experimentó Felipe, misionero en Samaria tras Pentecostés. 1 Reyes 18, 42-46 Elías, en cambio, subió a la cumbre del monte Carmelo, se inclinó hasta el suelo y oró con la cara entre las rodillas. Luego le dijo a su sirviente: —Ve y mira hacia el mar. Su sirviente fue a mirar, y regresó donde estaba Elías y le dijo: —No vi nada. Siete veces le dijo Elías que fuera a ver. Finalmente, la séptima vez, su sirviente le dijo: —Vi una pequeña nube, como del tamaño de la mano de un hombre, que sale del mar. Entonces Elías le gritó: —Corre y dile a Acab: «Sube a tu carro y regresa a tu casa. ¡Si no te apuras, la lluvia te detendrá!». Poco después el cielo se oscureció de nubes. Se levantó un fuerte viento que desató un gran aguacero, y Acab partió enseguida hacia Jezreel. Entonces el Señor le dio una fuerza extraordinaria a Elías, quien se sujetó el manto con el cinturón y corrió delante del carro de Acab todo el camino, hasta la entrada de Jezreel.


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Elías era un hombre sujeto a las mismas pasiones que las nuestras. Tuvo miedo de perder la vida ante el abuso militar de los gobernantes. También podía pasar por ser un integrista religioso capaz de matar a sus enemigos por un celo desmedido –para mi entendimiento equivocado desde la luz que nos revela Cristo–. Sin embargo, Elías perseveraba produciendo a través de la oración acciones específicas –para que hasta el rey Acab pudiese darse cuenta del poder divino–. La lluvia ordinaria era ahora un fenómeno meteorológico extraordinario. Además, se le atribuyen una resistencia y velocidad fuera de lo común para anunciar la voluntad divina, corriendo en paralelo al carro del rey. Sin lugar a dudas, esta oración de Elías es la que más inspira a Santiago.23 Asociada al ministerio de curación de enfermos físicos, y de reconciliación espiritual de personas alejadas de Dios. Asociada como la lluvia a la vida de los campos, el ganado y las personas. Quiero destacar su humildad y paciencia. Siete veces es el número de la divinidad para los hebreos como Elías. Implica plenitud y perfección por ser número divino. De rodillas a la manera musulmana actual, replegado sobre sí mismo en actitud humilde, no obstante habla con su criado o discípulo aventajado, quizá Eliseo. Sabe que la respuesta está llegando, pero persiste para no dejar nada al azar. Dios necesita la fe de su profeta para conceder autoría a sus

23

Santiago 5, 17 «Elías era tan humano como cualquiera de nosotros; sin

embargo, cuando oró con fervor para que no cayera lluvia, ¡no llovió durante tres años y medio!».


172| Abba, una oración inacabada actos coincidentes con las coordenadas tiempo y espacio adecuados, convenientes, convergentes con lo anunciado con anterioridad por su propia revelación, hecha promesa. 2 Reyes 1, 13-17 Por tercera vez, el rey envió a un capitán con cincuenta hombres; pero esta vez el capitán subió a la colina, se arrodilló ante Elías y le suplicó: —Hombre de Dios, por favor, perdone mi vida y también la vida de estos cincuenta siervos suyos. Sabemos que cayó fuego del cielo y destruyó a los primeros dos grupos; pero ahora, ¡le ruego que me perdone la vida! Entonces el ángel del Señor dijo a Elías: «Desciende con él y no le tengas miedo». Así que Elías se levantó y fue con el capitán a ver al rey. Así que Elías dijo al rey: «Esto dice el Señor: “¿Por qué enviaste mensajeros a Baal-zebub, dios de Ecrón, a preguntarle si te recuperarías? ¿Acaso no hay Dios en Israel para contestar tu pregunta? Ahora, porque hiciste esto, nunca te levantarás de la cama donde estás; ten por seguro que morirás”». Así que Ocozías murió como el Señor lo había anunciado por medio de Elías.»

No es fácil compaginar la creencia en un Dios de amor tal como Jesús de Nazaret enseñó, y nos sigue enseñando por medio de su Espíritu Santo, y comentar estos hechos tan alejados de nuestra realidad. Cuando los discípulos quisieron actuar así en una aldea samaritana, el Mesías, el Príncipe de Paz, reprendió a sus más aventajados discípulos, los hijos del trueno, o, mejor dicho, los hijos del


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día de la vergüenza vengada. Sin embargo, no me atrevo a cuestionar que sucediese así para salvar la vida de Elías de la violencia militar gratuita. Sé que la imagen de Dios no queda a salvaguarda e inmaculada de nuevo. No seré yo tampoco el que se crea capaz de negar los juicios divinos en la historia de su pueblo Israel. No seré yo tampoco el que mate al mensajero, echándole la culpa, puesto que crearía un problema mayor para creer en la acción de Dios como guía y salvaguarda de la inspiración revelada. Tampoco me sirve el azar o la casualidad. Un rayo, otro rayo, y ya tenemos la superstición atribuida a la divinidad. Pues va a ser que no cuela. Nos guste o no, la acción es consecuencia de la causa. Así lo interpretó el tercer capitán y sus cincuenta hombres. Se acerca desde el convencimiento de que la lógica de la fuerza militar no le sirve. Se arrodilla y le pide misericordia. Si no quiere ir, el rey lo matará, y si enfada al profeta, Dios puede actuar en su legítima defensa. Se acerca con la humildad del perdedor y del pecador que no se atreve a elevar su petición. Dios intercede y libera a Elías del miedo. Todo lo que pasa aquí es extraño, cuando menos para mí, ya que no tengo todas las respuestas, pero no podemos teorizar sobre los límites de Dios ya que solo Él es verdaderamente libre, sabio, y bueno, para actuar sin que el poder lo corrompa. Su imagen se ha dañado y ensuciado al querernos tanto como para no abandonarnos a ídolos demoniacos como Baal-zebub, dios de Ecrón. Esta falsa idolatría paralizaba la vida física y religiosa del rey Ocozías. Murió como vivió, dándole la espalda al Dios verdadero.


174| Abba, una oración inacabada Se me ocurre pensar que quizá sea una oración tipo de cómo acabará la historia de la humanidad. El día de la venida en gloria del Señor Jesús, su luz será como fuego caído del cielo para los malvados, y fuerza transformadora, purificadora del miedo heredado a Dios –que llevamos desde la caída– para todo aquel que lo ama y vive en paz con su prójimo, sin actos violentos a sus espaldas. 2 Reyes 2, 8-14 Luego Elías dobló su manto y con él golpeó el agua. ¡El río se dividió en dos y ambos cruzaron sobre tierra seca! Cuando llegaron al otro lado, Elías le dijo a Eliseo: —Dime qué puedo hacer por ti antes de ser llevado. Y Eliseo respondió: —Te pido que me permitas heredar una doble porción de tu espíritu y que llegue a ser tu sucesor. —Has pedido algo difícil —respondió Elías—. Si me ves en el momento en que sea llevado de tu lado, recibirás lo que pediste; pero si no me ves, no lo recibirás. Mientras iban caminando y conversando, de pronto apareció un carro de fuego, tirado por caballos de fuego. Pasó entre los dos hombres y los separó, y Elías fue llevado al cielo por un torbellino. Eliseo lo vio y exclamó: «¡Padre mío! ¡Padre mío! ¡Veo los carros de Israel con sus conductores!». Mientras desaparecían de su vista, rasgó su ropa en señal de angustia. Entonces Eliseo tomó el manto de Elías, el cual se había caído cuando fue llevado, y regresó a la orilla del río Jordán. Golpeó el agua con el manto de Elías y exclamó: «¿Dónde está el Señor, Dios de Elías?». Entonces el río se dividió en dos y Eliseo lo cruzó.


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De este pasaje, y de esta experiencia única, se ha hecho doctrina: el rapto o el arrebatamiento. Incluso se ha explotado la idea comercialmente en una serie de éxito en EE.UU. Los inconvenientes son muchos como pone de manifiesto la trama, puesto que así se pueden justificar cualquier tipo de crímenes como secuestros, asesinatos y desapariciones por diferentes motivos. La imagen que se proyecta de Dios es patética. Se le trata como si hiciese las cosas más bonitas de la manera más vil y cruel. Se le trata como si fuese un ladrón. Lejos de Él esa calumnia. Jesús no vino para robar, matar y destruir sino para que tengamos vida en abundancia. Esa vida está emplazada al día de su venida en gloria, tal y como promete el Nuevo Testamento. Prácticamente todas las cartas o epístolas hablan de ese encuentro donde todo ojo humano lo verá a la vez. Los muertos que se han guiado por la regla de oro resucitarán, y los vivos –que vivan manifestando la ley del amor al prójimo– serán transformados a su imagen gloriosa. Pablo dice que no sucederá una acción sin la otra. Después de ese evento y día de juicio divino, entonces sí a la manera descrita seremos llevados a otro lugar del universo, donde habitaremos en la presencia de Dios Padre. Hecha esta salvedad, destacaré la petición de Eliseo, y su deseo inconformista de ser útil al Señor, queriendo seguir el ejemplo de Elías. Se trata de convertirse en su sucesor en la misión profética. Se trata de la reclamación del derecho de primogenitura respecto de otros compañeros de las llamadas escuelas de los profetas. Su deseo nace de una gran vocación de servicio activo por su pueblo. Elías se queda gratamente sorprendido por lo intrépido de dicha


176| Abba, una oración inacabada petición. Hay osadía en ello. Ser bendecido con el mismo espíritu. Entregarse de todo corazón a los planes del Señor. Esto no está en la mano de Elías otorgarlo sino en Dios que lee los corazones, y sabe de las disposiciones de nuestra mente espiritual. Sin su ungimiento nada podemos hacer. No heredamos la fe por decreto ni derecho de linaje. Heredamos la misión por la ejemplaridad de otros coetáneos que nos acercan a Jesús de Nazaret, y por establecer un vínculo personal con Él, alimentado a través de nuestras oraciones valientes. Estas son respondidas amorosamente por su gracia compasiva. La antorcha profética siguió iluminando a Israel en tiempos de Eliseo, sin embargo, él no fue trasladado al cielo como su antecesor, y sigue a la espera de la resurrección. Quizá el baptista, William Carey (1761-1834) –misionero en la India durante los últimos cuarenta años de su vida y que pudo traducir la Biblia a 25 lenguas y dialectos locales– fue tan intrépido como Eliseo cuando afirmó: «Esperad grandes cosas de Dios; intentad grandes cosas por Dios».24 2 Reyes 4, 31-36 Giezi se adelantó apresuradamente y puso la vara sobre el rostro del niño, pero no pasó nada. No daba señales de vida. Entonces regresó a encontrarse con Eliseo y le dijo: «El niño sigue muerto». En efecto, cuando Eliseo llegó, el niño estaba muerto, acostado en la cama. Eliseo entró solo, cerró la puerta tras sí y oró al Señor. Después se tendió sobre el cuerpo del niño, puso su boca sobre Peter Stanford. 50 cosas que hay que saber sobre la religión. Barcelona: Ariel, Ed Planeta, 2011, p. 78.


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la boca del niño, sus ojos sobre sus ojos y sus manos sobre sus manos. Mientras se tendía sobre él, ¡el cuerpo del niño comenzó a entrar en calor! Entonces Eliseo se levantó, caminó de un lado a otro en la habitación, y se tendió nuevamente sobre el niño. ¡Esta vez el niño estornudó siete veces y abrió los ojos! Entonces Eliseo llamó a Giezi y le dijo: «¡Llama a la madre del niño!». Cuando ella entró, Eliseo le dijo: «¡Aquí tienes, toma a tu hijo!». Ella cayó a los pies de Eliseo y se inclinó ante él llena de gratitud. Después tomó a su hijo en brazos y lo llevó abajo.

Me suscribo a lo dicho en el comentario hecho debido a la resurrección efectuada por Elías. No hay talismanes ni intermediarios válidos como Giezi. A veces Dios obra de una manera muy especial por un profeta como en este caso. Hay diversidad de dones, y Eliseo tenía el de hacer milagros en el nombre del Dios de Israel pero orando a solas en la intimidad. Dios es vida y esa madre supo a quién buscar según su mentalidad. Supo interceder por lo que más quería y manifestar gratitud por su hijo. Hay tanta compasión y confirmación de cómo es Dios en este pasaje, que es fácil caer de rodillas ante sus actos maravillosos en nuestro favor. 2 Reyes 6, 17-23 Luego le avisaron: «Eliseo está en Dotán». Así que una noche, el rey de Aram envió un gran ejército con muchos caballos y carros de guerra para rodear la ciudad. Al día siguiente, cuando el sirviente del hombre de Dios se levantó temprano y salió, había tropas, caballos y carros de guerra por todos lados. ¡Oh señor! ¿Qué vamos a hacer ahora? —gritó el joven a Eliseo.


178| Abba, una oración inacabada —¡No tengas miedo! —le dijo Eliseo—. ¡Hay más de nuestro lado que del lado de ellos! Entonces Eliseo oró: «Oh Señor, ¡abre los ojos de este joven para que vea!». Así que el Señor abrió los ojos del joven, y cuando levantó la vista vio que la montaña alrededor de Eliseo estaba llena de caballos y carros de fuego. Cuando el ejército arameo avanzó hacia él, Eliseo rogó: «Oh Señor, haz que ellos queden ciegos». Entonces el Señor los hirió con ceguera, tal como Eliseo había pedido. Luego Eliseo salió y les dijo: «¡Ustedes vinieron por el camino equivocado! ¡Esta no es la ciudad correcta! Síganme y los llevaré a donde está el hombre que buscan», y los guió a la ciudad de Samaria. Apenas entraron en Samaria, Eliseo pidió en oración: «Oh Señor, ahora ábreles los ojos para que vean». Entonces el Señor les abrió los ojos, y se dieron cuenta de que estaban en el centro de la ciudad de Samaria. Cuando el rey de Israel los vio, gritó a Eliseo: ¿Los mato, padre mío, los mato? —¡Claro que no! —contestó Eliseo—. ¿Acaso matamos a los prisioneros de guerra? Dales de comer y de beber, y mándalos de regreso a su casa, con su amo. Entonces el rey hizo un gran banquete para ellos y luego los mandó de regreso a su amo. Después de este incidente, los saqueadores arameos se mantuvieron lejos de la tierra de Israel.

Tristemente no todos los conflictos bélicos ni toda opresión comienzan y acaban así. Este fragmento de la vida del reino del Norte nos sitúa ante un hecho excepcional en toda dinámica de fuerzas


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desatadas. Sin vista, no hay posibilidad de hacer la guerra por inutilidad manifiesta. Al igual que el apóstol Pablo, camino de Damasco queda cegado e inutilizado como inquisidor de cristianos en nombre del Sanedrín, así también este ejército. Su vista fue abierta como la del joven siervo de Eliseo. Ambos tuvieron visiones del mundo sobrenatural. Sus vidas no fueron las mismas como tampoco la de estos soldados. Será el apóstol a los gentiles el que acuñará la sentencia siguiente: «No dejen que el mal los venza, más bien venzan el mal haciendo el bien».25 Lejos de la mentalidad del rey que quiere pasarlos por las armas y ajusticiarlos, Eliseo propone que Israel sea pionero en no cometer por una vez crímenes de guerra. En esta ocasión los trata como a amigos, aplicando el principio ético de la regla de oro. Ante semejante trato tan extraño por inhabitual durante un tiempo hubo paz en Israel. La única posibilidad de hacer pensar a alguien que nos odia y nos declara sus enemigos es el buen trato. Quizá así pueda cambiar su parecer. No hay otra. El amor puede revolucionar la conciencia. Amar a los enemigos, tal y como se explica aquí, tiene que ver no con sentimientos sino con decisiones a favor de la vida del otro. No porque lo merezca, que no era el caso, sino porque así se refleja en nuestra conducta la grandeza del perdón de Dios y su deseo de paz para todo ser humano. Solo la oración de fe nos adentra en la visión de la realidad de Dios y sus ángeles protectores, más allá de nuestro pánico a ser aniquilados por las iras de nuestros enemigos si fuese el caso. Solo 25

Romanos 12, 21.


180| Abba, una oración inacabada cuando nos son abiertos los ojos del entendimiento a la realidad espiritual, somos capaces de superarnos, venciendo nuestras limitaciones que emiten juicios nacidos por los sentidos y la lógica natural. De ahí que las respuestas a las tres peticiones de Eliseo sean un milagro por la excepcionalidad de la situación. No se aplicó la ley del talión ni la de la siembra y la cosecha. A hierro quieres matar, a hierro debes morir. Se entró en el territorio de la gracia y del perdón, ilustrado por Jesucristo siglos después clavado en la cruz del Calvario. El verdadero prototipo de crimen contra la humanidad. Un Estado, Roma, ajusticiando a un inocente por intereses estrictamente político-religiosos. No se trata del número sino del hecho cualitativo. De sus labios solo habían salido expresiones como la comunicada por Eliseo al rey de Israel en Samaria. Nuestro Dios es grande en misericordia, perdón y compasión. También en vencer por la fuerza del amor inmerecido a sus enemigos. Así le abrió los ojos al ciego de nacimiento para que la ceguera del fariseísmo fuese curada, pero a veces nos empeñamos en cerrar los ojos no a la religión intelectualizada, ritual, previsible y domesticada en nuestra zona de confort, sino a los milagros de las oraciones que nos sitúan en una relación de dependencia, carencia, incertidumbre y vivencia directa ante Dios que nos sorprende llevándonos más allá de nuestros prejuicios –como afirmó el ciego o el mismo Pablo a Ananías–. Me encanta la expresión dicha a la religión oficializada y exclusivista del fariseísmo coetáneo del Rabí galileo: «Desde el principio del mundo, nadie ha podido abrir los ojos de un ciego de nacimiento. Si este hombre no viniera de parte de Dios, no habría


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podido hacerlo».26 Eliseo tampoco abrió los ojos a ningún ciego de nacimiento, esa situación estaba reservada a Dios hecho hombre, Jesús de Nazaret, la verdadera imagen revelada del carácter de Dios. El verdadero hombre a imagen del Creador, el Abba celestial. ¡Qué privilegio que los ojos de la fe en Cristo Jesús nos sean abiertos a nosotros! A veces estamos tan cegados por tantos prejuicios culturales, políticos, científicos, económicos, sociológicos y religiosos. A veces entramos en realidades conflictivas con la inspiración profética por la sencilla razón de que nuestros ojos no han sido todavía abiertos a esa experiencia. Sin embargo, hasta Pablo y el rey de Israel se rindieron a la revelación del Dios de amor a los enemigos. 2 Reyes 13, 4-5 Entonces Joacaz pidió en oración la ayuda del Señor, y el Señor oyó su oración, pues veía la cruel opresión que el rey de Aram ejercía sobre Israel. Así que el Señor envió a un hombre para rescatar a los israelitas de la tiranía de los arameos. Después Israel vivió a salvo otra vez como en tiempos anteriores.

Muchísimas veces la injusticia, la opresión y el poder militar oprimen al pueblo de Dios en el Antiguo Pacto o Testamento. Sin embargo, Dios frecuentemente responde en positivo a estas oraciones hechas desde la necesidad de ser ayudados para ser liberados de la crueldad como en el caso de Joacaz. Incluso aunque no hubiese hecho lo bueno a sus ojos, con sus respuestas favorables

26

Juan 9, 32-33.


182| Abba, una oración inacabada intenta acercarlos a sus enseñanzas y realidad relacional. Sin embargo, el egoísmo demasiadas veces demuestra que se ha buscado a Dios por sus bendiciones y no por entender su amor, su esencia. En este caso, aunque se derive un bien de sus acciones en nuestro favor, nos podemos perder lo mejor, a Dios mismo. 2 Reyes 19, 3-4; 14-20 Ellos le dijeron: «El rey Ezequías dice: “Hoy es un día de dificultad, insulto y deshonra. Es como cuando un niño está a punto de nacer, pero la madre no tiene fuerzas para dar a luz. Tal vez el Señor tu Dios haya oído al jefe del Estado Mayor asirio, que fue enviado por el rey para desafiar al Dios viviente, y lo castigue por sus palabras. ¡Te rogamos que ores por los que hemos quedado!”». […] Después de recibir la carta de mano de los mensajeros y de leerla, Ezequías subió al templo del Señor y desplegó la carta ante el Señor. En presencia del Señor, el rey hizo la siguiente oración: «¡Oh Señor, Dios de Israel, tú estás entronizado entre los poderosos querubines! Solo tú eres el Dios de todos los reinos de la tierra. Solo tú creaste los cielos y la tierra. ¡Inclínate, oh Señor, y escucha! ¡Abre tus ojos, oh Señor, y mira! Escucha las palabras desafiantes de Senaquerib contra el Dios viviente. Es cierto, Señor, que los reyes de Asiria han destruido a todas esas naciones. Han arrojado al fuego a los dioses de esas naciones y los han quemado. ¡Por supuesto que los asirios pudieron destruirlos, pues no eran dioses en absoluto! Eran solo ídolos de madera y de piedra, formados por manos humanas. Ahora, oh Señor nuestro Dios, rescátanos de su poder; así todos los reinos de la tierra sabrán que solo tú, oh Señor, eres Dios».


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Después, Isaías, hijo de Amoz, le envió a Ezequías el siguiente mensaje: «Esto dice el Señor, Dios de Israel: “He oído tu oración con respecto al rey Senaquerib de Asiria, y el Señor ha pronunciado estas palabras en su contra: ‘La hija virgen de Sión te desprecia y se ríe de ti. La hija de Jerusalén menea la cabeza con desdén mientras tú huyes’”».

Respuesta contundente. Milagro. Ofensa terrible. Acusación directa de que YHWH no hará nada en favor de Judá como quedó patente para los asirios cuando derrotaron a las tribus de Israel y sometieron al exilio a sus habitantes arrancándolos de Samaria, la capital. Sus dioses son más violentos y fuertes. Sin embargo, conocemos la actuación del ángel de Dios como en los tiempos de la salida de Egipto. Así nos llega ese hecho histórico traducido a casi a más de 2400 lenguas actualmente. Impensable el recorrido de las palabras pronunciadas por Isaías para Senaquerib, pero Dios responde a otro nivel porque sus pensamientos y el poder de sus palabras son de otra dimensión. Tal y como nos enseña su profeta y sacerdote Isaías en otra parte de sus escritos. En el plano de la sensibilidad escenográfica, me encanta personalmente como el rey se siente ofendido y sin poder para defenderse de ese acoso, encomienda la carta con la calumnia al Dios del cielo, desplegándola como sabiendo por fe que Dios oye, y escucha, pero también lee los escritos, y comprende nuestros sentimientos producidos por las malas palabras en su contra. Ezequías


184| Abba, una oración inacabada hizo un acto de fe. Se convirtió en sujeto agente motivando e interpelando a Dios a actuar en su favor. Pese a que no lo podía ver físicamente, no por ello le negó su autoridad en la creación de los cielos y la tierra. Solo Él es el Dios vivo y tiene legítima autoridad moral sobre los reinos de la tierra. En este caso defendió a su ciudad, Jerusalén, como si fuese su hija virginal a punto de ser violada, abusada y sometida. La oración mueve los recursos de Dios en nuestro beneficio, pese a que no se pueda entender por leyes lógicas ni sentido común. Muchas veces nacen nuestras peticiones de las circunstancias desesperadas y estas son transformadas en circunstancias favorables y extrañamente de manera inverosímil nos enriquecen en nuestro vínculo con Dios. Él mira, Él oye y Él nos comunica por sus seguidores la respuesta de salvación y restauración conciliadora como en este caso. No hay situación imposible para Dios. NO PODEMOS APRESAR O PREDETERMINAR SU LIBERTAD en base a nuestras expectativas doctrinales, sino en base a su necesidad de amarnos, y hacérnoslo saber. 2 Reyes 20, 2-5 Cuando Ezequías oyó el mensaje, volvió su rostro hacia la pared y oró al Señor: «Acuérdate, oh Señor, que siempre te he sido fiel y te he servido con singular determinación, haciendo siempre lo que te agrada»; y el rey se echó a llorar amargamente. Sin embargo, antes de que Isaías saliera del patio central, recibió este mensaje de parte del Señor: «Regresa y dile a Ezequías, el líder de mi pueblo: “Esto dice el Señor, Dios de tu antepasado David: ‘He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a sanarte y en tres días te levantarás de la cama e irás al templo del Señor.


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Te añadiré quince años más de vida y te rescataré del rey de Asiria junto con esta ciudad. Defenderé esta ciudad por mi propia honra y por amor a mi siervo David’”».

Hay un dicho talmúdico que afirma que el lenguaje de las lágrimas tiene a todas horas acceso al cielo, al lugar habitado por YHWH, ya que es el lenguaje supremo de la oración. Siempre hay una puerta abierta para esas peticiones nacidas desde la más absoluta precariedad de nuestra situación circunstancial. Si no creyésemos que Dios puede oírnos, –e intervenir de alguna manera en nuestras vidas– de nada valdría la pena derramar nuestras lágrimas amargas delante de su trono de gracia. Somos invitados con el ejemplo de Ezequías a no conformarnos en un plano de indiferencia emocional apática. Involucrarlo es un acto de fe y de amor que le honra. La respuesta del Señor es contundente. El cambia nuestro destino aquí y eternamente. Actúa en la historia de sus hijos y a través nuestro en los destinos de nuestras ciudades, familias y entornos variopintos. Me encanta la expresión «te rescataré del rey de Asiria junto con esta ciudad». Libertad política y religiosa le ofrece como respuesta a sus lágrimas. Quince años más de errores cometidos dirán sus críticos, pero también quince años más de adoración, alabanza y sacrificios de acción de gracias por el amor recibido y por la salud restablecida. Quince años más de estado de bienestar, llamado paz social. He quedado seducido, enamorado y rendido a sus pies tantas veces en oración pero nunca nadie se ha vuelto a mí y de modo


186| Abba, una oración inacabada audible mediante un profeta me ha reconfortado diciéndome: «He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Voy a sanarte». Sin embargo, a veces en algunas ocasiones he tenido el convencimiento interior de que Dios en Cristo Jesús accedía a mis peticiones y que tenía que depositar confianza hasta que la respuesta se hiciese realidad, transformando positivamente mis circunstancias personales y disfrutando de un estado de paz interior. A veces he experimentado la sensación de ser liberado de ese problema que amenazaba con destruir nuestra felicidad y de repente el enfoque estaba por encima de esa preocupación como en el caso que aquí comentamos del rey Ezequías e Isaías. Es importante el vínculo comunicativo de manera personal e intransferible con el Padre celestial y su Hijo Jesucristo. La oración tiene las características de los Derechos Humanos. Ningún humano que clame a Dios dejará de ser oído porque es el vínculo más universal e integrador que hay. Nadie tiene la exclusiva ni los derechos de autor sobre Dios. Ninguna religión se lo puede atribuir restringiéndolo. Jesús así lo evidencia en los evangelios. Tampoco nos hace indignos el hecho de hablar de nuestras emociones y expectativas con Dios, sino más bien al contrario, nos reconcilia con la mejor versión de la vida –como el caso comentado en esta etapa de la monarquía de Judá–. Para mí la oración es un acto irrenunciable e inalienable porque me convierte en sujeto no en objeto pasivo, delante del poder todopoderoso de Dios. Al contrario, la interacción recíproca me mejora porque no se sujeta a una dinámica de fuerzas sino a un acto creativo de la compasión divina en mi favor. Por otro lado, es indivisible ya


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que, aunque pida al Padre de mi Señor Jesucristo, pido auxiliado por el Espíritu Santo27, y siempre estoy invitado a relacionarme mediante la oración de petición –o de cualquier otro tipo en el nombre de Cristo Jesús–.28 Estamos diseñados cerebralmente para de manera innata –e intuitiva– clamar y buscar la apertura al Dios que nos transciende en el tiempo, y en la categoría del ser, pero que puede oírnos y vernos en nuestras alegrías y desgracias porque nos ha hecho a su imagen y semejanza, dándonos de su aliento de vida buena. De ahí nuestro inconformismo ante la injusticia que nos esclaviza, nos envilece y amenaza con aniquilarnos. De ahí, nuestras lágrimas de compromiso con los principios de Dios y nuestros lloros existenciales por asirnos de su presencia. Solo ante Él encontramos la paz verdadera y la quietud del ser. Solo su legislación es eterna porque es el fundamento de toda bondad, belleza relacional y justo gobierno legitimado.

27

Romanos 8, 26 «Además, el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad.

Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras.» 28

Jn 14, 12-14 «Les digo la verdad, todo el que crea en mí hará las mismas

obras que yo he hecho y aún mayores, porque voy a estar con el Padre. Pueden pedir cualquier cosa en mi nombre, y yo la haré, para que el Hijo le dé gloria al Padre. Es cierto, pídanme cualquier cosa en mi nombre, ¡y yo la haré!»


188| Abba, una oración inacabada 2 Reyes 22, 18-20 «Vayan a ver al rey de Judá, quien los envió a buscar al Señor, y díganle: “Esto dice el Señor, Dios de Israel, acerca del mensaje que acabas de escuchar: ‘Estabas apenado y te humillaste ante el Señor al oír lo que yo pronuncié contra esta ciudad y sus habitantes, que esta tierra sería maldita y quedaría desolada. Rasgaste tu ropa en señal de desesperación y lloraste delante de mí, arrepentido. Ciertamente te escuché, dice el Señor. Por eso, no enviaré el desastre que he prometido hasta después de que hayas muerto y seas enterrado en paz. Tú no llegarás a ver la calamidad que traeré sobre esta ciudad’”».

Ídem. Otro rey de Judá fiel al Señor de Israel, Josías. Parecida situación emocional ante su responsabilidad como gobernante del pueblo de Dios. Lágrimas por la infidelidad, el abandono idolátrico y la desesperación por vislumbrar la tragedia de la guerra –la madre de todas las maldades– y el exilio babilónico profetizado como juicio divino de corrección a la conducta de su pueblo. Respuesta compasiva de Dios, que no tiene corazón para enviar o siquiera permitir, que crean que la enviará tras el propósito de enmienda del rey y, por lo tanto, del pueblo. Validación de la ley mosaica. Círculo de protección prometido en su historia personal, y política como rey fiel. Dios escucha de nuevo y actúa modificando circunstancias temporales por el bien de ese hijo suyo. Ralentiza el tiempo de dificultad como si desease que nunca tuviésemos que sufrirlo pero sabiendo que a veces es inevitable caer en las malas dinámicas históricas.


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Sin embargo, la oración marca la diferencia de los hijos e hijas de Dios siempre. Nada más que añadir a la actitud de orar para agradar a Dios, y derramar lágrimas de desesperación cuando nos veamos alejados de sus planes de futuro y esperanza para desarrollar su reinado celestial en nosotros, aquí y ahora, pues somos emails vivos en la era de la comunicación. Somos su lenguaje comunicativo prioritario. Ama convertirnos en templos vivos de su espíritu de santidad. Yo me ofrezco como su red social para enlazar y agrupar corazones para su reino celestial –como Josías aunó voluntades en la restauración del templo y la festividad de la Pascua–. Yo quiero compartir el significado de Cristo crucificado y expresar la alegría de la resurrección, y su pronto regreso en gloria, tal y como prometió, a fin de hacer nuevas todas las cosas y a todas las personas que así lo queramos. Sí, Señor, ven a mi corazón y restáuralo como artista de la Creación y máximo autor de la vida, de mi espiritualidad.

Referencias en los libros de Crónicas 1 Crónicas 4, 9-10 Había un hombre llamado Jabes, quien fue más honorable que cualquiera de sus hermanos. Su madre le puso por nombre Jabes porque su nacimiento le causó mucho dolor. Él fue quien oró al Dios de Israel diciendo: «¡Ay, si tú me bendijeras y extendieras mi territorio! ¡Te ruego que estés conmigo en todo lo que haga, y líbrame de toda dificultad que me cause dolor!»; y Dios le concedió lo que pidió.


190| Abba, una oración inacabada En primer lugar, se hace perentorio comentar que esta breve oración se encuentra como una aclaración hecha al nombre de Jabes enmarcado en una genealogía insulsa para nosotros como lectores no eruditos de las Escrituras. Sin embargo, dentro del mundo protestante occidental es muy conocida debido a la obra escrita por Bruce Wilkinson, La oración de Jabes: Cómo entrar a una vida

de bendición.29 Para cualquiera que quisiera profundizar en esta oración queda la referencia bibliográfica. Quisiera destacar unas cuantas ideas compartidas e interesantes: 1.- Debe ser un drama que tu nombre te recuerde constantemente que has hecho sufrir a tu madre. Hoy en día se hablaría de maltrato psicológico al menor ponerle un nombre como Caín. Sin embargo, en aquella cultura era común vincular el nombre propio a una acción pasada, a un horizonte esperanzador, o al nombre de Dios como bendición permanente. Jabes se rebeló contra su destino. No fue a un juzgado a cambiarse el nombre, sino que acudió delante de Dios en oración. 2.- En intimidad pidió que su vida estuviese bendecida con la presencia constante de Dios en todas sus actividades físicas, económicas, sociales, psicológicas y espirituales. Quiso ser famoso no por su nombre sino por su vida a favor de sí mismo, y de su prójimo. Quiso ser recordado como un hombre de oración, es decir, de vínculo con Dios.

29

Editorial Unilit, 2001.


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3.- Jabes nos propone la victoria de toda dificultad que nos cause dolor. Evidentemente ser librado se puede entender desde dos perspectivas diferentes. En primer lugar, como ausencia del mismo totalmente. Esta es imposible en el mundo que vivimos pues con solo nacer ya estamos bajo sus efectos como débiles mortales que somos. Sin embargo, podemos entenderla en sentido de atravesar en la compañía de Dios cualquier situación dolorosa de la vida, cual Getsemaní o Calvario, sin perder la identidad con su amor, fe y esperanza. Jesús nos ilumina este sentido inmanente, y nos proyecta hacia la realización plena en el día de la renovación de todas las cosas. 4.- Hay un campo semántico que transciende la propia biografía de Jabes, y enlaza con la escatología. Sin embargo, podemos decir que dejando de lado ese plano transcendental, Jabes disfrutó de lo que humanamente consideramos una buena vida. Hijos, salud mental, paz social, éxito empresarial y una conciencia agradecida hacia su benefactor, y sabias elecciones para no causarse ni causar a los demás dificultades ni sufrimiento gratuito. 5.- Jabes deseó, no exigió, pero verbalizó su reconocimiento al Creador y Dios de Israel que podía interaccionar con él para hacerle la vida más agradable a su prójimo y, por lo tanto, también a sí mismo. 1 Crónicas 5, 20 Clamaron a Dios durante la batalla, y él contestó su oración porque confiaron en él. De modo que derrotaron a los agarenos y a todos sus aliados.


192| Abba, una oración inacabada En el contexto en el que se encuentra esta oración parece que tanto la victoria como la derrota se le atribuyen a Dios. Hemos aludido anteriormente a dicha mentalidad de entender las guerras del pueblo de Israel, pero si de algo estamos seguros es que solo a través de Cristo, y de su mensaje de la no violencia en su nombre, debemos guardar silencio ante estos textos. En ningún caso, se puede distorsionar la imagen de Dios sin filtrarla por Jesús de Nazaret. También es cierto que cualquier superviviente de una batalla debe creer que tiene motivos para agradecer a Dios el hecho de seguir estando vivo. De esta oración se destaca la confianza como causa necesaria para que Dios actúe en nuestro favor sea cual sea nuestra situación. Esta idea sí que es enseñada por el Hijo de Dios tal y como ha quedado registrada y atestiguada por los cuatro evangelistas. 1 Crónicas 14, 9-16 Los filisteos llegaron y realizaron una incursión en el valle de Refaim. Entonces David le preguntó a Dios: ¿Debo salir a pelear contra los filisteos? ¿Los entregarás en mis manos? El Señor le contestó: —Sí, adelante. Te los entregaré. Entonces David y sus tropas subieron a Baal-perazim y allí derrotó a los filisteos. «¡Dios lo hizo! —exclamó David—. ¡Me utilizó para irrumpir en medio de mis enemigos como una violenta inundación!». Así que llamó a ese lugar Baal-perazim (que significa «el


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Señor que irrumpe»). Los filisteos abandonaron sus dioses allí, así que David dio órdenes de que fueran quemados. Poco tiempo después, los filisteos volvieron y de nuevo hicieron una incursión en el valle. Una vez más David le preguntó a Dios qué debía hacer. «No los ataques de frente —le contestó Dios— . En cambio, rodéalos y, cerca de los álamos, atácalos por la retaguardia. Cuando oigas un sonido como de pies que marchan en las copas de los álamos, ¡entonces sal a atacar! Esa será la señal de que Dios va delante de ti para herir de muerte al ejército filisteo». Entonces David hizo lo que Dios le ordenó e hirió de muerte al ejército filisteo desde Gabaón hasta Gezer.

Me gustaría destacar la necesidad que tiene David de no confiar en su ejército ni en su fuerza o destreza para la guerra, sino en el vínculo con YHWH. No se sitúa en un acto de fe y confianza plena evocando el recuerdo de su combate contra Goliat, héroe filisteo. David desea saber si puede contar con Dios una vez más y si Él le puede garantizar otra victoria religiosa. Sus ídolos fueron abandonados y quemados. En la segunda ocasión, David debe esperar y atacar con una estrategia muy concreta. La obediencia le genera el triunfo. Dios está con David de nuevo. Sus huellas sobre el viento de los álamos hecho sonido arriba en las copas de esos árboles es toda una declaración de intenciones. Dios pelea a nuestro favor, y va delante de nosotros para vencer al último «filisteo», nuestra mortalidad biológica. Cristo Jesús con su resurrección nos ha abierto el camino a la nuestra. Dependemos de su acción en nuestro favor, ya que no podemos atacarla de frente sino dando un rodeo, esperando que


194| Abba, una oración inacabada la voz del Hijo de Dios nos llame a la existencia definitiva. La casa de los cipreses perderá su simbolismo como testigos mudos de nuestra enterrada derrota. 1 Crónicas 17, 16-27 Entonces el rey David entró y se sentó delante del Señor y oró: «¿Quién soy yo, oh Señor Dios, y qué es mi familia para que me hayas traído hasta aquí? Y ahora, oh Dios, sumado a todo lo demás, ¡hablas de darle a tu siervo una dinastía duradera! Hablas como si yo fuera una persona muy importante, oh Señor Dios. ¿Qué más puedo decirte acerca de la forma en que me has honrado? Tú sabes cómo es realmente tu siervo. Señor, por amor a tu siervo y según tu voluntad, hiciste todas estas grandes cosas y las diste a conocer. Oh Señor, no hay nadie como tú. ¡Nunca hemos oído de otro Dios como tú! ¿Qué otra nación sobre la tierra es como tu pueblo Israel? ¿Qué otra nación, oh Dios, has redimido de la esclavitud para que sea tu pueblo? Te hiciste un gran nombre cuando redimiste a tu pueblo de Egipto. Realizaste imponentes milagros y expulsaste a las naciones que le impidieron el paso. Elegiste a Israel para ser tu pueblo para siempre y tú, oh Señor, llegaste a ser su Dios. Y ahora, oh Señor, yo soy tu siervo; haz lo que prometiste respecto a mí y a mi familia. Que sea una promesa que dure para siempre. Que tu nombre sea afirmado y honrado para siempre, de modo que todos digan: “¡El Señor de los Ejércitos Celestiales, el Dios de Israel, es Dios de Israel!”. Que la casa de tu siervo David permanezca delante de ti para siempre.


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Oh Dios mío, me he atrevido a elevarte mi oración porque has revelado a tu siervo que construirás una casa para él, ¡una dinastía de reyes! Pues tú eres Dios, oh Señor, y le has prometido estas cosas buenas a tu siervo. Ahora te ha complacido bendecir la casa de tu siervo para que permanezca para siempre delante de ti. ¡Pues cuando tú concedes una bendición, oh Señor, es una bendición eterna!».

Comentada ampliamente en 2 Samuel 7, 18-29 que aparece citada por primera vez. 1 Crónicas 21, 26-28 Allí David edificó un altar al Señor y sacrificó ofrendas quemadas y ofrendas de paz. Cuando David oró, el Señor le contestó enviando fuego desde el cielo para quemar la ofrenda sobre el altar. Luego el Señor le habló al ángel, quien envainó la espada. Cuando David vio que el Señor había contestado su oración ofreció sacrificios allí, en el campo de trillar de Arauna.

Esta solución compasiva es la respuesta a la oración que David realiza. La situación se encuentra contextualizada en el error que supone censar a Israel sin la autorización divina correspondiente. Comentada en 2 Samuel 24, 10-17; 25. 1 Crónicas 29, 10-18 Luego David alabó al Señor en presencia de toda la asamblea: «¡Oh Señor, Dios de nuestro antepasado Israel, que seas alabado por siempre y para siempre! Tuyos, oh Señor, son la grandeza, el poder, la gloria, la victoria y la majestad. Todo lo que hay en los


196| Abba, una oración inacabada cielos y en la tierra es tuyo, oh Señor, y este es tu reino. Te adoramos como el que está por sobre todas las cosas. La riqueza y el honor solo vienen de ti, porque tú gobiernas todo. El poder y la fuerza están en tus manos, y según tu criterio la gente llega a ser poderosa y recibe fuerzas. ¡Oh Dios nuestro, te damos gracias y alabamos tu glorioso nombre! ¿Pero quién soy yo, y quién es mi pueblo, para que podamos darte algo a ti? ¡Todo lo que tenemos ha venido de ti, y te damos solo lo que tú primero nos diste! Estamos aquí solo por un momento, visitantes y extranjeros en la tierra, al igual que nuestros antepasados. Nuestros días sobre la tierra son como una sombra pasajera, pasan pronto sin dejar rastro. ¡Oh Señor nuestro Dios, aun estos materiales que hemos reunido para construir un templo para honrar tu santo nombre vienen de ti! ¡Todo te pertenece! Yo sé, mi Dios, que tú examinas nuestro corazón y te alegras cuando encuentras en él integridad. Tú sabes que he hecho todo esto con buenas intenciones y he visto a tu pueblo dando sus ofrendas por voluntad propia y con alegría. Oh Señor, Dios de nuestros antepasados Abraham, Isaac e Israel, haz que tu pueblo siempre desee obedecerte. Asegúrate de que su amor por ti nunca cambie. Dale a mi hijo Salomón el deseo de obedecer de todo corazón tus mandatos, leyes y decretos, y de hacer todo lo necesario para edificar este templo, para el cual he hecho estos preparativos».

Soy creacionista como David. La materia es creación divina pero ni lo sé razonar ni puedo explicarlo científicamente. Es un axioma de pensamiento a priori imposible de justificar desde la fi-


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losofía de la ciencia. Tampoco ningún otro paradigma si somos honestos intelectualmente hablando, claro está. Tampoco puedo justificar su existencia ni entretenerme con pruebas de razonamiento

a posteriori. Esa necesidad ya la suplí hace algunas décadas en las aulas de la universidad. Para mí es un axioma válido y verdadero sobre el que he construido mi perspectiva, o, mejor dicho, la cosmovisión propuesta por el pueblo hebreo al resto de naciones y épocas históricas. Creo haber edificado mi estructura mental de manera clara y precisa al estar bien puesto el fundamento. Estoy agradecido por la vida que tengo. No aspiro a grandes lujos ni éxitos financieros ni de ningún tipo que no sean los vinculados a la amistad. No vivo para acumular sino para disfrutar compartiendo por voluntad propia, y con alegría, una parte de mi nómina. Espero con esta actitud poder ayudar a sembrar buenos proyectos en favor de las personas. Me gusta ser solidario con las causas filantrópicas porque sé que nada es mío. Aspiro a pertenecerte a ti, mi Dios, y a ofrecerte los días de mi breve existencia. Tú no necesitas nada de mí pero hay otros conciudadanos más desfavorecidos que sí. Gracias por aceptarme como colaborador de tu reino en esta tierra, y poder construir así tus sueños para mejorar sustancialmente nuestra realidad. Tú cambias con tu grandeza, tu poder, tu gloria, tu victoria y tu majestad la vida de cualquiera que hace pacto de amistad contigo. Lo sé de muy buena tinta. Según David, nuestra vida es un momento, todos por igual respiramos la mortalidad por doquier –como una sombra pasajera que cae en el olvido–. La vida eterna es tu regalo de amor. Yo lo acepto


198| Abba, una oración inacabada alegremente. Te doy gracias y te alabo por este futuro inmensamente inacabable junto a ti. En esta exaltación también me identifico con el cantor de Israel. Solo deseo amarte como expresa aquí David. Solo deseo que mi amor por ti no cambie y engendre obediencia a todo buen acto de solidaridad, justicia y paz. Ojalá que al igual que el joven Salomón encontró en ti sabiduría, mis hijos la encuentren también, para edificar la vida contigo en los templos de sus corporeidades. Todo ser humano posee un vacío interior tan inmenso que solo puede ser completado por la presencia de tu Santo Espíritu –tal y como nos prometió tu Hijo Jesucristo–. Este deseo es tan innato. Entiendo el rol protector de David hacia el joven Salomón y lo siento como él. Que tus enseñanzas sean el tesoro más grande que anide siempre en el corazón de mis hijos, y de la comunidad de creyentes a la que asistimos, y de todo tu pueblo en la redondez de la tierra. Ojalá y los dones que tú les has dado sean puestos al servicio de la humanidad para que a través de ellos muchos deseen adorarte y edificarte un altar con sus vidas. Tú nos has facilitado los materiales educativos necesarios de gran valor para edificar en ellos la vida de fe, amor y esperanza. Ellos siguen a día de hoy construyéndose y formándose académicamente para ser útiles. Ojalá y te den gloria siempre por comportarse como tú nos propones con tu ejemplo, Señor Jesús. Ojalá y sus pensamientos, sentimientos, actos y hábitos estén entrelazados para que otros te amen al relacionarse con ellos. La obra de Salomón arquitectónicamente era inmensa y novedosa. Marco un hito en la historia. La de ellos en una sociedad


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adictiva al ocio no es menor. Se puede considerar éticamente de titánica y vertiginosa por la rapidez con la que quedan obsoletos los conocimientos. Ayúdalos a que sean capaces de marcar un hito con sus vidas ofrecidas a ti. Haznos como tú, generosos, fuertes, y sabios moralmente para amarte con eficiencia, eficacia y buena intención. Somos aliento de vida que deseamos respirar el aire eterno junto a ti y junto a todos nuestros antepasados que te han puesto por referencia salvadora sean de la ascendencia, nacionalidad, clase social, raza o religión que sean. Te amo muchísimo y solo deseo cantarte salmos y canciones de gratitud que llenen mi interior de ti, mi Señor Jesucristo. De tu forma de ver la vida con alegría para que mis cuerdas vocales emitan sonidos de alabanza. No se puede decir mejor de ninguna manera. David lo afirma con la extensión y precisión exacta de preciosas verdades, llamadas ideas. Es una loa perfecta esta oración de reconocimiento, acción de gracias, y petición intercesora. Me encanta la primera persona con la que David se dirige a ti, su segunda persona, su tú, receptor y destinatario de estas preciosas palabras de amor. 2 Crónicas 1, 7-12 Esa noche Dios se le apareció a Salomón y dijo: ¿Qué es lo que quieres? ¡Pídeme, y yo te lo daré! Salomón le contestó a Dios:


200| Abba, una oración inacabada —Tú mostraste gran y fiel amor a David, mi padre, y ahora me has hecho rey en su lugar. Oh Señor Dios, ¡te ruego que sigas manteniendo la promesa que le hiciste a David mi padre, pues me has hecho rey sobre un pueblo tan numeroso como el polvo de la tierra! Dame la sabiduría y el conocimiento para guiarlo correctamente, porque, ¿quién podrá gobernar a este gran pueblo tuyo? Dios le dijo a Salomón: —Por cuanto tu mayor deseo es ayudar a tu pueblo, y no pediste abundancia ni riquezas ni fama ni siquiera la muerte de tus enemigos o una larga vida, sino que has pedido sabiduría y conocimiento para gobernar a mi pueblo como es debido, ciertamente te daré la sabiduría y el conocimiento que pediste. ¡Pero también te daré abundancia, riquezas y fama como nunca las tuvo ningún otro rey antes que tú y como ninguno las tendrá en el futuro!

Me parece oportuno comenzar a comentar esta oración de Salomón de la siguiente manera: quiero lo prometido en Cristo Jesús; quiero vivir para mostrar a los demás tu existencia; quiero amarte incluso en aquellos que no me quieren, me calumnian, me desprecian, o sencillamente, mi personalidad no les aporta gran cosa por lo que pueden prescindir fácilmente de mi conversación e incluso de mi presencia física; quiero agradecerte la alegría que me aportan mis vecinos, mis compañeros de trabajo, mis amigos, mis familiares, y en especial, nuestro vínculo relacional –aunque no me hables en un sueño nocturno como a Salomón–; también quiero ser objeto de tu amor como lo fue él y tener esas respuestas que tanta felicidad y entusiasmo generan en tu corazón para colmar de toda bendición mi vida.


Parte II: Oraciones en la Biblia Hebrea |201

Tras casi dos décadas como profesor y tutor en un colegio cristiano, te doy gracias por todos mis alumnos. Te doy gracias por habernos permitido formar parte de sus vivencias entrañables, difíciles y esperanzadoras, a fin de conseguir ser mejores personas. Gracias por concederme sabiduría y conocimientos profesionales competentes para empatizar, y mantener el feeling pese al paso del tiempo, con los adolescentes año tras año. Gracias por renovar y actualizar día a día nuestra ilusión para acercarnos a ti en las clases de Biblia, a fin de ser más semejantes a tu imagen, Señor Jesucristo. Gracias por darnos un buen nombre –que es de más valor emocional que el dinero30– entre nuestros exalumnos y alumnado actual. Gracias por enseñarnos a guiarlos con rectitud de corazón para que puedan desarrollar sus dones, capacidades y sueños. Solo así podrán llegar a ser excelentes personas en todos los ámbitos de su vida. Gracias por la abundancia de alumnos y la lista de espera que tenemos, deseando participar de esta aventura llamada vida académica. Gracias por mostrarles a través de tus valores y enseñanzas que las metas son alcanzables e irrenunciables tanto en el plano sociológico como en el ético. Me siento tan afortunado por tener salud para seguir en esta misión educativa que no me cambiaría ni por un momento por cualquier otro profesional. Gracias por actualizar tu gracia como don amoroso hecho agapismo en instituciones educativas, médicas y de asistencia social, a fin de colaborar

30

Proverbios 22, 1 «Elige una buena reputación sobre las muchas riquezas;

ser tenido en gran estima es mejor que la plata o el oro». En otras versiones dice el buen nombre.


202| Abba, una oración inacabada en la mejora de esta tu humanidad y convertirnos en seguidores de tus redes sociales, los evangelios, con sus propuestas hechas vivencias de felicidad auténtica. Gracias por los deseos altruistas traídos en oración por el joven Salomón. Hay expectativas geniales en el interior de nuestros alumnos que necesitan expresarte. Transforma la generación ni-ni en una generación sí-sí para que canten loas a la autorrealización sin necesidad de convertir la relación contigo en una terapia psicológica. Qué sus trayectorias vitales sean espectaculares según su diversidad de posibilidades –como lo fue la época de Israel bajo la influencia de este monarca humilde cuando caminó utilizando su libertad, y poder político, a tu servicio–. ¡Qué todos tomemos la sabia decisión de invertir nuestra vida en ser para acoger al otro en nuestros sentimientos de fraternidad responsable en un plano de democrática igualdad! Que esta descripción en parte vinculada a lo utópico, plano de lo posible y deseable pero no realizable mayoritariamente en los seres humanos, pueda cobrar topos, terrenos en nuestro sentir y posicionamiento práctico en las cuestiones de interrelación cotidiana. 2 Crónicas 6, 1-42; 7, 1-3 Entonces Salomón oró: «Oh Señor, tú dijiste que habitarías en una densa nube de oscuridad. Ahora te he construido un templo glorioso, ¡un lugar donde podrás habitar para siempre!». Luego el rey se dio vuelta hacia toda la comunidad de Israel, que estaba de pie ante él, y después de bendecir al pueblo, dijo: «Alabado sea el Señor, Dios de Israel, quien cumplió la promesa que le hizo


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a mi padre David; pues le dijo a mi padre: “Desde el día en que saqué a mi pueblo de la tierra de Egipto, nunca escogí una ciudad de ninguna de las tribus de Israel como el sitio donde se construyera un templo para honrar mi nombre. Tampoco elegí a un rey para que guiara a mi pueblo Israel; pero ahora he elegido a Jerusalén como el lugar para que mi nombre sea honrado, y he elegido a David para que sea rey de mi pueblo Israel”». Después Salomón dijo: «Mi padre David quería construir este templo para honrar el nombre del Señor, Dios de Israel. Pero el Señor le dijo: “Tú querías construir el templo para honrar mi nombre; tu intención es buena, pero no serás tú quien lo haga. Será uno de tus hijos quien construya el templo para honrarme”. Ahora el Señor ha cumplido la promesa que hizo, porque he llegado a ser rey en lugar de mi padre y ocupo el trono de Israel, tal como el Señor lo prometió. He construido este templo para honrar el nombre del Señor, Dios de Israel. Allí he colocado el arca, la cual contiene el pacto que el Señor hizo con el pueblo de Israel». Luego Salomón, de pie ante el altar del Señor y frente a toda la comunidad de Israel, levantó las manos en oración. Ahora bien, Salomón había hecho una plataforma de bronce de dos metros con treinta centímetros de largo, dos metros con treinta centímetros de ancho y un metro con cuarenta centímetros de altura, y la había colocado en el centro del atrio exterior del templo. Se puso de pie sobre la plataforma y después se arrodilló frente a toda la comunidad de Israel y levantó las manos hacia el cielo. Oró así: «Oh Señor, Dios de Israel, no hay Dios como tú en los cielos ni en la tierra. Tú cumples tu pacto y muestras amor inagotable a quie-


204| Abba, una oración inacabada nes andan delante de ti de todo corazón. Has cumplido tu promesa a tu siervo David, mi padre. Pronunciaste esa promesa con tu boca y hoy la has cumplido con tus propias manos. Ahora, oh Señor, Dios de Israel, lleva a cabo la otra promesa que le hiciste a tu siervo David, mi padre, cuando le dijiste: “Si tus descendientes cuidan su comportamiento y siguen mi ley con fidelidad, así como tú lo has hecho, siempre habrá uno de ellos sentado en el trono de Israel”. Ahora, oh Señor, Dios de Israel, cumple esta promesa que le hiciste a tu siervo David». ¿Pero es realmente posible que Dios habite en la tierra, entre seres humanos? Ni siquiera los cielos más altos pueden contenerte, ¡mucho menos este templo que he construido! Sin embargo, escucha mi oración y mi súplica, oh Señor mi Dios. Oye el clamor y la oración que tu siervo te eleva. Que día y noche tus ojos estén sobre este templo, este lugar del cual tú has dicho que allí pondrías tu nombre. Que siempre oigas las oraciones que elevo hacia este lugar. Que atiendas las peticiones humildes y fervientes de mi parte y de tu pueblo Israel cuando oremos hacia este lugar. Sí, óyenos desde el cielo donde tú vives y, cuando nos escuches, perdona. Si alguien agravia a otra persona y se le exige que haga juramento de inocencia ante tu altar en este templo, oye entonces desde el cielo y juzga entre tus siervos, entre el acusador y el acusado. Paga al culpable según su merecido; absuelve al inocente debido a su inocencia. Si tu pueblo Israel cae derrotado ante sus enemigos por haber pecado contra ti, pero luego vuelve y reconoce tu nombre y eleva


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oraciones a ti en este templo, oye entonces desde el cielo y perdona el pecado de tu pueblo Israel, y hazlo volver a esta tierra que diste a ellos y a sus antepasados. Si los cielos se cierran y no hay lluvia porque tu pueblo ha pecado contra ti, y si luego ellos oran hacia este templo y reconocen tu nombre y se apartan de sus pecados, porque tú los has castigado, oye entonces desde el cielo y perdona los pecados de tus siervos, de tu pueblo Israel. Enséñales a seguir el camino correcto y envía lluvia sobre tu tierra, la tierra que diste a tu pueblo como su preciada posesión. Si hay hambre en la tierra, o pestes, o plagas en los cultivos, o ataques de langostas u orugas, o si los enemigos de tu pueblo invaden el territorio y sitian las ciudades —cualquiera sea el desastre o la enfermedad que ocurra—; si luego tu pueblo Israel ora por sus dificultades con las manos levantadas hacia este templo, oye entonces desde el cielo donde vives, y perdona. Haz con tu pueblo según merecen sus acciones, porque solo tú conoces el corazón de cada ser humano. Entonces ellos te temerán y andarán en tus caminos mientras vivan en la tierra que diste a nuestros antepasados. En el futuro, los extranjeros que no pertenezcan a tu pueblo Israel oirán de ti. Vendrán de tierras lejanas cuando oigan de tu gran nombre, de tu mano fuerte y de tu brazo poderoso. Cuando ellos oren en dirección a este templo, oye entonces desde el cielo donde vives y concédeles lo que te pidan. De esa forma, todos los habitantes de la tierra llegarán a conocerte y a temerte, igual que tu pueblo Israel. También sabrán que este templo que he construido honra tu nombre.


206| Abba, una oración inacabada Si tu pueblo sale a donde tú lo envías a luchar contra sus enemigos, y si ora a ti en dirección a esta ciudad que has escogido y hacia este templo que yo he construido para honrar tu nombre, oye entonces desde el cielo sus oraciones y defiende su causa. Si ellos pecan contra ti (¿y quién nunca ha pecado?), tal vez te enojes con ellos y permitas que sus enemigos los conquisten y los lleven cautivos a una tierra extranjera, ya sea cerca o lejos. Sin embargo, tal vez en esa tierra, donde estén desterrados, se vuelvan a ti arrepentidos y oren así: “Hemos pecado, hemos hecho lo malo y hemos actuado de manera perversa”. Si ellos se vuelven a ti con todo el corazón y con toda el alma en la tierra en la que estén cautivos, y oran en dirección a la tierra que diste a sus antepasados —hacia esta ciudad que escogiste y hacia este templo que he construido para honrar tu nombre—, oye entonces sus oraciones y sus peticiones desde el cielo donde vives, y defiende su causa. Perdona a tu pueblo que ha pecado contra ti. Oh Dios mío, que tus ojos estén abiertos y tus oídos atentos a todas las oraciones que se eleven a ti en este lugar. Ahora levántate, oh Señor Dios, y entra en tu lugar de descanso, junto con el arca, símbolo de tu poder. Que tus sacerdotes, oh Señor Dios, se vistan de salvación; que tus leales servidores se alegren en tu bondad. Oh Señor Dios, no rechaces al rey que has ungido. Recuerda tu amor inagotable hacia tu siervo David».

Destacar sencillamente que habla con Dios desde la memoria de su pasado inmediato, el recuerdo de las promesas hechas por un acto incomprensible de amor efectuadas al rey David acerca de


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edificar un espacio arquitectónico, llamado templo, que dará autoestima espiritual e identidad salvífica al pueblo. Para mí es importante prestar atención al cambio temporal que se produce mientras está orando. Pasa a convertirse en una referencia profética del devenir de la relación de Israel con su Dios. Por un lado, se hace eco de las futuras rebeliones humanas más que posibles –fácticas diríamos con mirada histórica retrospectiva sobre Israel– pero por otro, exhorta a Dios a ser como Él es por esencia, perdonador y restaurador de la moral en base a sus leyes de amor (Diez Mandamientos, p. ej.), haciendo hincapié en la importancia del arrepentimiento como toma de conciencia del cambio de rumbo que libremente debemos tomar. Arrepentirse es poner de nuevo a Dios como destino final de nuestro camino existencial. Es volver a la autopista de la vida cuya casa es la Nueva Jerusalén, y cuyo templo es la corporeidad de Cristo –tal y como ya se ha desarrollado y citado en otras partes de este libro–. Menciono de manera anecdótica la escenografía de este altamente significativo momento fundacional de la inauguración, y dedicación de este templo. Se subió a la plataforma para ser visto, y así desde la ejemplaridad poder manifestar respeto reverente ante la majestuosidad del Dios Creador, y Salvador de Israel como nación. Elevó los brazos al cielo tanto de pie como de rodillas. Cuando Dios se hace presencia espiritual, necesitamos caer de rodillas por nuestra propia conciencia moral de no estar a su altura. Sin embargo, Él siempre nos levanta tendiéndonos la mano de la aceptación, pues lo que más ama es nuestro abrazo al igual que


208| Abba, una oración inacabada nosotros abrazamos físicamente para decir emociones, sentimientos profundos que las palabras complementan pero solas no completan. No importa tanto la forma de nuestras oraciones –todas son legítimas y culturalmente asimiladas– como el contenido de las mismas. Lo destacable es que somos un cuerpo que comunica sus propios movimientos desde su lenguaje gestual haciéndose signo visible esta interacción. Me sugiere que quiso abrazar el cielo con sus propios brazos, y lanzando su mirada hacia la inmensidad del horizonte celestial, por ser aliento vital, atmósfera espiritual, Ruah, palpitación divina. Sin embargo, inmediatamente después reconoce su inmensa trágica debilidad humana cayendo de rodillas hacia el suelo de la plataforma, hacia la tierra, pues de ella fuimos formados. Entre nuestro destino transcendente y nuestra realidad trágica inmanente, quedamos retratados paradójicamente en esta acción de orar salomónica. 2 Crónicas 13, 14-15 Cuando los de Judá se dieron cuenta de que los estaban atacando por delante y por detrás, clamaron al Señor por ayuda. Entonces los sacerdotes tocaron las trompetas, y los hombres de Judá empezaron a gritar. Al sonido de su grito de batalla, Dios derrotó a Jeroboam y a todo Israel. Los derrotó de forma aplastante delante de Abías y del ejército de Judá.

Se han comentado oraciones de esta tipología. Me ciño a lo enunciado con anterioridad en otros pasajes de este libro.


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2 Crónicas 14, 11-13 Entonces Asa clamó al Señor su Dios: «¡Oh Señor, nadie sino tú puede ayudar al débil contra el poderoso! Ayúdanos, oh Señor nuestro Dios, porque solo en ti confiamos. Es en tu nombre que hemos salido contra esta inmensa multitud. ¡Oh Señor, tú eres nuestro Dios; no dejes que simples hombres prevalezcan contra ti!». Entonces el Señor derrotó a los etíopes en presencia de Asa y del ejército de Judá, y el enemigo huyó. Asa y su ejército los persiguieron hasta Gerar, y cayeron tantos etíopes que no pudieron reagruparse. El Señor y su ejército los destruyeron; y el ejército de Judá se llevó un enorme botín.

Ídem. 2 Crónicas 18, 31 Entonces, cuando los comandantes arameos de los carros vieron a Josafat en sus vestiduras reales, comenzaron a perseguirlo. «¡Allí está el rey de Israel!», gritaban; pero Josafat clamó, y el Señor lo rescató. Dios lo ayudó, apartando a sus atacantes de él.

Más de lo mismo. Tan solo destacar la simultaneidad de la respuesta entre la petición de Josafat y la acción divina en su favor. Todos en situaciones parecidas actuaríamos como este rey pero también es verdad que Dios es soberano, sabio y tiene respuestas últimas, para actuar así o de otras maneras imperceptibles. En todo caso, siempre le queda la carta infalible de presentación única: nuestra resurrección en el día de Jesucristo.


210| Abba, una oración inacabada Solo Él sabe los días de huéspedes que vivimos en esta tierra, preñada de asesinos de hombres por cualquier causa, sea esta nacional, política, económica, psicológica, racial o religiosa para mayor tristeza y desespero del corazón divino. Por ejemplo, salvó a Pablo de una conspiración asesina de los fanáticos del Templo, y contrariamente a lo esperado, abrió los cielos en visión ante el martirio sufrido por Esteban –sin liberación milagrosa al uso–. Solo Él es libre –sin condicionamientos de ningún modo– para actuar en un sentido o en otro. Creo que tanto ante el peligro como en situaciones calmadas siempre tiene su lugar hablar dirigiéndonos a Dios, aunque la adrenalina actúe marcando la diferencia de nuestro volumen sonoro. Juzgar a Dios y sus acciones u omisiones no es el sentido del acto de orar ni de relacionarse con Él, pese a que como Job podemos quejarnos ante Él, y acogernos a su voluntad. 2 Crónicas 30, 18-20 La mayoría de los que habían venido de Efraín, Manasés, Isacar y Zabulón no se habían purificado. Sin embargo, se les permitió comer la cena de Pascua aunque estuviera en contra de las exigencias de la ley, porque Ezequías oró por ellos diciendo: «Que el Señor, quien es bueno, perdone a los que han decidido seguir al Señor, Dios de sus antepasados, aunque no estén debidamente purificados para la ceremonia»; y el Señor escuchó la oración de Ezequías y sanó a la gente.

Esta oración sí que aporta una luz interesante en el desarrollo del tema que venimos comentando. La oración no se sujeta a lo prescrito por la ley. No hay mandato en la Torah que invalide el


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acercamiento de un ser humano creyente a la mesa del encuentro, a la mesa de la amistad, a la mesa de la alegría liberadora de nuestra condición caída en pecado, a la mesa de nuestras raíces religiosas judías –como en este caso del rey Ezequías– o cristianas como seguidores de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios y nuestra esperanza escatológica. El Señor no está limitado ni por la formulación de sus propias leyes. Se nos olvida con mucha frecuencia, y de manera interesada, que solo Él es el Creador de nuevos caminos, y nuevas rutas a nuestra condición caída. Pretender limitar a Dios a sus propias normas es cosificarlo, y poner bajo llave una taxonomía de con quién y de qué manera se puede relacionar. Dicho de otro modo, nos creemos como los amigos de Job, guardianes de todo lo bueno que hay en sus mandamientos y cerramos el acceso al que consideramos diferente desde una visión religiosa. Esta actitud no fue la del líder de este pueblo sino más bien la contraria. Optó por orar para que Dios aceptase tal y como estaban a sus prójimos en una condición ritual inadecuada. Jesús de Nazaret pone en clave de sol esta actitud de acogida sin juicios ceremoniosos. Creó caminos de paz y perdón al corazón humano porque se movió en la ley espiritual del amor al prójimo como ofrenda de amor a su Padre. No había disonancia cognitiva entre la gracia y la ley. Personificó la acogida a su mesa comiendo con gente de mala reputación moral a ojos de los que se tenían por ritualmente puros, sacerdotes y fariseos. Tampoco excluyó de su


212| Abba, una oración inacabada compañía a estos indignos ignorantes por haber caído en el pecado de la identidad religiosa como formalismo exclusivista, nacido en el sentimiento de orgullo espiritual que desea ser reconocido por méritos de consagración. Ezequías supo que venían de una etapa histórica de confusión idolátrica, y valoró la oración de intercesión no para cambiarlos previamente sino para hacerlos sentir amados por Dios, sentados a su mesa. Fue inmensa la alegría y se renovó así el deseo de servir a Dios desde lo profundo del corazón. Esta debería ser la misión de la iglesia. Acoger y orar porque Dios actúe en la transformación de la percepción que tenemos del otro cuando participa en sus ritos, no en nuestros ritos cultuales. De nuevo la oración nos abre una perspectiva paradójica de la acción divina como acción de acogida sin límites legalistas. 2 Crónicas 30, 27 Luego los sacerdotes y los levitas se pusieron de pie y bendijeron al pueblo, y Dios escuchó su oración desde su santa morada en el cielo.

Cuando los religiosos o creyentes hablamos bien de los demás creyentes Dios nos presta especial atención y se complace en nuestras palabras, charlas, diálogos, sermones, prédicas o discursos teológicos. Es tan fácil contentar sus expectativas y al mismo tiempo tan difícil.31 En esta ocasión cumplieron bien con su oficio

31

Santiago 3, 5-12 «De la misma manera, la lengua es algo pequeño que

pronuncia grandes discursos. Así también una sola chispa puede incendiar todo


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de hablar bendiciones a su pueblo, o hablar bien ante Dios de su pueblo por ese deseo de vivir en armonía entre todos. Solo así se genera motivación para mejorar. Una buena palabra puede mejorar una vida. Ese es su poder. Creo en la logoterapia como Viktor E. Frankl la desarrolla en su obra El hombre en busca de sentido. La Palabra de Dios es medicina para nuestra vida. Eso sí, siempre desde la buena comprensión compasiva. Es más importante en este caso el emisor que el propio mensaje. Este se debe interpretar a la luz de su intérprete, Jesús de Nazaret, y su actualización hoy –poniéndonos al servicio del Espíritu Santo– para reflejar sus sentimientos. Creo que las emociones también se educan con canciones. Creo que la poesía divina ennoblece nuestra mirada introspectiva, haciéndola en un segundo movimiento luminosamente extrovertida. Nos permite pasar de lo íntimo a lo público transitando las

un bosque. De todas las partes del cuerpo, la lengua es una llama de fuego. Es un mundo entero de maldad que corrompe todo el cuerpo. Puede incendiar toda la vida, porque el infierno mismo la enciende. El ser humano puede domar toda clase de animales, aves, reptiles y peces, pero nadie puede domar la lengua. Es maligna e incansable, llena de veneno mortal. A veces alaba a nuestro Señor y Padre, y otras veces maldice a quienes Dios creó a su propia imagen. Y así, la bendición y la maldición salen de la misma boca. Sin duda, hermanos míos, ¡eso no está bien! ¿Acaso puede brotar de un mismo manantial agua dulce y agua amarga? ¿Acaso una higuera puede dar aceitunas o una vid, higos? No, como tampoco puede uno sacar agua dulce de un manantial salado.»


214| Abba, una oración inacabada avenidas del corazón con metáforas cargadas de autenticidad, riqueza sapiencial y sentido orientativo estratégico ante las circunstancias cambiantes de la vida. 2 Crónicas 32, 20-23 Entonces el rey Ezequías y el profeta Isaías, hijo de Amoz, clamaron en oración al Dios del cielo. Entonces el Señor envió a un ángel que destruyó al ejército asirio junto con todos sus comandantes y oficiales. Senaquerib se vio obligado a regresar a su propia tierra avergonzado; y cuando entró al templo de su dios, algunos de sus propios hijos lo mataron allí mismo a espada. Así es como el Señor libró a Ezequías y al pueblo de Jerusalén del rey Senaquerib de Asiria y de todos los demás que los amenazaban. Entonces hubo paz por todo el país. A partir de entonces el rey Ezequías fue muy respetado entre las naciones vecinas, y llegaron a Jerusalén muchos obsequios para el Señor junto con valiosos regalos para el rey Ezequías.

Comentada en 2 Reyes 19, 3-4; 14-20. Texto paralelo. 2 Crónicas 32, 24 Por ese tiempo Ezequías se enfermó gravemente. Así que oró al Señor, quien lo sanó y le dio una señal milagrosa.

Comentada en 2 Reyes 20, 2-5. Texto paralelo. 2 Crónicas 33, 12-18 Pero cuando estaba sumido en profunda angustia, Manasés buscó al Señor su Dios y se humilló con sinceridad ante el Dios de sus antepasados. Cuando oró, el Señor lo escuchó y se conmovió


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por su petición. Así que el Señor hizo que Manasés regresara a Jerusalén y a su reino. ¡Entonces Manasés finalmente se dio cuenta de que el Señor es el único Dios! Después de esto, Manasés reconstruyó la muralla exterior de la Ciudad de David, desde el occidente del manantial de Gihón en el valle de Cedrón, hasta la puerta del Pescado, y continuó alrededor de la colina de Ofel; edificó la muralla muy alta. Además colocó a sus oficiales militares en todas las ciudades fortificadas de Judá. Manasés también quitó los dioses ajenos y el ídolo del templo del Señor. Derribó todos los altares que había construido en el monte donde estaba el templo y todos los altares que había en Jerusalén, y los arrojó fuera de la ciudad. Después restauró el altar del Señor y allí sacrificó ofrendas de paz y ofrendas de acción de gracias. También alentó al pueblo de Judá para que adorara al Señor, Dios de Israel. Sin embargo, la gente seguía ofreciendo sacrificios en los santuarios paganos, aunque solo los ofrecía al Señor su Dios. Los demás acontecimientos del reinado de Manasés, su oración a Dios y las palabras que los videntes le hablaron en nombre del Señor, Dios de Israel, están registrados en El libro de los reyes de Israel.

Siempre hay esperanza para el peor de los criminales si decide abandonar sus maldades. Este es el caso de Manasés, capaz de matar a sus propios hijos en ritos de carácter cultual demoniaco. Sin embargo, cuando paso de ser cruel a sufrir la crueldad de otros, buscó ser liberado de su mal de conciencia y culpabilidad desde lo más profundo de su mente. Allí decidió orar a Dios y entregarle su voluntad. Allí le suplicó una segunda oportunidad para demostrarle


216| Abba, una oración inacabada sus obras de arrepentimiento verdadero. Allí fue escuchado por lo auténtico de su deseo que consistía en la elección de una buena vida moral, y así poder hacer del Dios de sus antepasados su Dios. Volvió para poder restablecer el culto al único Dios verdadero, YHWH. Volvió para ser ejemplo de piedad, fidelidad, y libertad religioso-política. Lo intentó con esmero desmarcándose de cualquier práctica cultual no idónea. Amó a Dios tanto o más que antes lo había aborrecido. Muy a su pesar no fue capaz de revertir la inercia socioreligiosa del todo. A veces los efectos de nuestros errores siguen perjudicando a otros que deciden motu proprio hacerlos suyos, y convertirlos en decisiones equivocadas. 2 Crónicas 34, 19-21; 26-28 Cuando el rey oyó lo que estaba escrito en la ley, rasgó su ropa en señal de desesperación. Luego dio las siguientes órdenes a Hilcías; a Ahicam, hijo de Safán; a Acbor, hijo de Micaías; a Safán, secretario de la corte y a Asaías, consejero personal del rey: «Vayan al templo y consulten al Señor por mí y por todo el remanente de Israel y de Judá. Pregunten acerca de las palabras escritas en el rollo que se encontró. Pues el gran enojo del Señor ha sido derramado sobre nosotros, porque nuestros antepasados no obedecieron la palabra del Señor. No hemos estado haciendo todo lo que este rollo dice que debemos hacer». [...] »Vayan a ver al rey de Judá, quien los envió a buscar al Señor y díganle: “Esto dice el Señor, Dios de Israel, acerca del mensaje que acabas de escuchar: ‘Estabas apenado y te humillaste ante Dios al oír las palabras que él pronunció contra la ciudad y sus


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habitantes. Te humillaste, rasgaste tu ropa en señal de desesperación y lloraste delante de mí, arrepentido. Ciertamente te escuché, dice el Señor. Por eso, no enviaré el desastre que he prometido hasta después de que hayas muerto y seas enterrado en paz. Tú mismo no llegarás a ver la calamidad que traeré sobre esta ciudad y sus habitantes’”». De modo que llevaron su mensaje al rey.

Diferente situación pero parecido resultado. Esta vez la maldad se disfraza de ignorancia de las leyes divinas. Josías revierte a través de la oración una posible realidad negativa en positiva, apelando a la acción favorable de Dios. Siempre que Dios nos escucha –ya hemos hablado de las lágrimas en otra ocasión– obtenemos beneficios de su gran generosidad, y hace nuestra realidad más llevadera. Sinceridad y reconocimiento hacia quién es Él y cómo quiere tratarnos es la clave. No focalizar el problema que nos agobia sino al Dios que tiene recursos infinitos a nuestro alcance para que seamos alcanzados –valga la redundancia– por sus óptimas soluciones.

Referencias en el libro de Esdras Esdras 8, 21-23 Allí, junto al canal de Ahava, di órdenes de que todos ayunáramos y nos humilláramos ante nuestro Dios. En oración le pedimos a Dios que nos diera un buen viaje y nos protegiera en el camino tanto a nosotros como a nuestros hijos y nuestros bienes. Pues me dio vergüenza pedirle al rey soldados y jinetes que nos acom-


218| Abba, una oración inacabada pañaran y nos protegieran de los enemigos durante el viaje. Después de todo, ya le habíamos dicho al rey que «la mano protectora de nuestro Dios está sobre todos los que lo adoran, pero su enojo feroz se desata contra quienes lo abandonan». Así que ayunamos y oramos intensamente para que nuestro Dios nos cuidara, y él oyó nuestra oración.

He tenido el privilegio de predicar esta oración en la que por más de una década fue mi iglesia en Badalona. Esdras es consecuente con el Dios al que ora y que sabe lo que puede hacer en su favor. Esdras es un escriba sabio, entrenado en su cultura religiosa como si de un marine se tratase o de una deportista de élite de natación sincronizada. Esdras asume ante el rey persa que solo en Dios puede depositar su confianza. Le hubiese gustado no asumir ese reto de fe en la providencia divina y jugar con un comodín –llamado ejército– para su seguridad psicológica sin ninguna duda. Ahora bien, ¿cómo podía salir bien parado de esta situación? ¿Y si el rey detectaba que era una mentira lo que había dicho del Dios de su pueblo, el Invisible, por sus propios miedos? ¿Realidad o fantasía? ¿Discurso teológico o poder de Dios para salvación y defensa física? ¿Cómo salir con un gran tesoro sin escolta de una ciudad amurallada? ¿Cómo enfrentarse a un viaje largo y lleno de peligros caminando al paso de personas mayores y niños? ¿Acto de fe responsable en una misión superior o delirios de grandeza de un gurú ante su pueblo? Todas las dudas que pudiese tener decide ofrecerlas en un acto de consagración sin parangón. Ayunar y buscar


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que Dios esté en sus vidas a la altura de lo que esperan de su poder, ya que si no nada de su discurso y testimonio sobre Dios valdrá la pena. Me encanta la ternura protectora de Esdras hacia su pueblo. Son múltiples los beneficios del ayuno como oración completa. Jesús utilizó esta metodología en el desierto para enfrentarse a la tentación del camino fácil e infértil para su misión. Nos invitó a seguir su ejemplo también en situaciones parecidas que debemos afrontar. Siempre se deriva de ello si se hace con responsabilidad humilde, gran paz y alegría espiritual. Nos predisponemos hacia Dios acercándonos intensamente a fin de que él también pueda hacerse presencia vigorosa en nosotros. Siempre que se ayuna vale la pena apuntar los motivos por los que lo hacemos debido a nuestra facilidad para olvidar cuando volvemos a estar inmersos en nuestro ritmo frenético laboral en nuestras sociedades industrializadas y posmodernas, bombardeadas constantemente con infinitud de estímulos sensoriales. He aprendido de Esdras y de sus motivos de oración. Cada día le pido que cuide de nosotros, mis seres queridos, en especial por mis hijos y por los bienes que de él recibimos como medio para seguir amándolo en el viaje hacia la patria celestial. Siempre le pido vivir en paz y protección de los enemigos que puedan aparecer en nuestra vida. Siempre le pido no ser vencido por mis propios miedos ante los retos de fe ni creerme más de lo que soy como persona creyente. Siempre le he pedido que no se tenga que avergonzar de


220| Abba, una oración inacabada mí nadie que forme mi entorno. He visto sus respuestas transformando situaciones amenazantes en situaciones atesoradas en mi mente como pruebas de su misteriosa manera de cuidarnos mediante la fe depositada de esta manera en él. Ojalá y ese deseo de consagración por nosotros, nuestros hijos, y nuestros bienes –aurea

mediocritas aristotélica, resumida en todos los componentes de una buena vida– sean siempre una motivación real para avanzar hacia sus planes filantrópicos. Esdras 10, 1 Mientras Esdras oraba y hacía esa confesión llorando y postrado rostro en tierra delante del templo de Dios, una gran multitud de Israel —hombres, mujeres y niños— se congregó y lloró amargamente con él.

Cierto que para una sociedad endogámica como esa los matrimonios mixtos –en ese contexto cultural e histórico– suponía un verdadero trauma humano y un gran retroceso en la concepción identitaria religiosa que se quería construir conceptualmente mediante el dogmatismo al unísono con la ya realizada edificación de las murallas y del templo de Jerusalén. Soluciones drásticas de gran peaje emocional a nivel familiar el despedir a los hijos nacidos de mujeres no judías, paganas y etiquetadas de idólatras. Los nacionalismos imponen su concepción de la pureza de sangre siempre cobrándose víctimas en un sentido u en otro. Se quiso gobernar teocráticamente. Había todo un caldo de cultivo desde Sansón a Salomón de la debilidad del corazón masculino para ser arrastrado por la fuerza encantadora del corazón femenino. Son las mujeres


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las que educan a los hijos en la consagración a YHWH. También tenían en ese sentido un gran recorrido ejemplarizante desde Rebeca hasta Ana, la madre del profeta Samuel. Esta responsabilidad ante la perspectiva del devenir histórico provocó el lloro coral del pueblo, y no dejó de ser un nuevo capítulo de la primera oración comentada junto al río Ahava, de querer ser librados de los enemigos. En este caso que nos ocupa el enemigo se disfraza de malas decisiones nacidas en los gustos propios masculinos disonantes con lo prescrito por la ley mosaica.

Referencias en el libro de Nehemías Nehemías 1, 3-11 Me dijeron: «Las cosas no andan bien. Los que regresaron a la provincia de Judá tienen grandes dificultades y viven en desgracia. La muralla de Jerusalén fue derribada, y las puertas fueron consumidas por el fuego». Cuando oí esto, me senté a llorar. De hecho, durante varios días estuve de duelo, ayuné y oré al Dios del cielo, y dije: «Oh Señor, Dios del cielo, Dios grande y temible que cumples tu pacto de amor inagotable con los que te aman y obedecen tus mandatos, ¡escucha mi oración! Mírame y verás que oro día y noche por tu pueblo Israel. Confieso que hemos pecado contra ti. ¡Es cierto, incluso mi propia familia y yo hemos pecado! Hemos pecado terriblemente al no haber obedecido los mandatos, los decretos y las ordenanzas que nos diste por medio de tu siervo Moisés. Te suplico que recuerdes lo que le dijiste a tu siervo Moisés: “Si me son infieles los dispersaré entre las naciones; pero si vuelven


222| Abba, una oración inacabada a mí y obedecen mis mandatos y viven conforme a ellos, entonces aunque se encuentren desterrados en los extremos más lejanos de la tierra, yo los volveré a traer al lugar que elegí para que mi nombre sea honrado”. El pueblo que rescataste con tu gran poder y mano fuerte es tu siervo. ¡Oh Señor, te suplico que oigas mi oración! Escucha las oraciones de aquellos quienes nos deleitamos en darte honra. Te suplico que hoy me concedas éxito y hagas que el rey me dé su favor. Pon en su corazón el deseo de ser bondadoso conmigo». En esos días yo era el copero del rey.

Cuando sentimos el peso en nuestro corazón por el pueblo de Dios –cualquier humano es candidato– que sufre y oramos por una situación en concreto tal y como hizo Nehemías en esta ocasión, corremos el riesgo y el inmenso privilegio de que Dios nos conceda la gracia de ser parte de su respuesta para solucionar dicha realidad. Dios es acción no un teorema matemático ni una disquisición teorética. Conozco testimonios de personas que se identifican con esta manera de responder del Señor Jesucristo. Nehemías 2, 4 El rey preguntó: —Bueno, ¿Cómo te puedo ayudar? Después de orar al Dios del cielo, —contesté:

Nehemías entrega su miedo psicológico debido a su procedencia social para encomendar su causa al Dios del cielo, pero sabe que su rey terrenal puede tratarlo con simpatía por su manera de


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comportarse durante años en la corte. El rey sabe que lo ha servido con fidelidad, pero ahora quiere ser útil a su pueblo desterrado edificando Jerusalén. Ahora lo mueve la voluntad de hacer algo grandioso en favor de YHWH. Orar a Dios implica salir de nuestra zona de confort para cumplir nuestra misión en el reinado de Dios. Nehemías así lo entendió al desafiar constantemente sus barreras y techos de cristal a fin de avanzar hacia su sueño espiritual. Él era una persona de una pieza y de palabra. Persona íntegra, honesta y humilde para orar a Dios en el momento preciso. Nehemías 9, 1-37 El 31 de octubre el pueblo volvió a reunirse en asamblea. Esta vez ayunaron, se vistieron de tela áspera y se echaron polvo sobre la cabeza. Los de ascendencia israelita se separaron de todos los extranjeros para confesar sus propios pecados y los pecados de sus antepasados. Permanecieron de pie en el mismo lugar durante tres horas mientras se les leía en voz alta el libro de la ley del Señor su Dios. Luego confesaron sus pecados y adoraron al Señor su Dios durante tres horas más. Los levitas —Jesúa, Bani, Cadmiel, Sebanías, Buni, Serebías, Bani y Quenaní— estuvieron de pie en la escalera de los levitas y clamaron al Señor su Dios en voz alta. Luego los jefes de los levitas —Jesúa, Cadmiel, Bani, Hasabnías, Serebías, Hodías, Sebanías y Petaías— llamaron al pueblo: «¡Levántense y alaben al Señor su Dios, porque él vive desde la eternidad hasta la eternidad!». Entonces oraron: «¡Que tu glorioso nombre sea alabado! ¡Que sea exaltado por sobre toda bendición y alabanza!


224| Abba, una oración inacabada Solo tú eres el Señor. Tú hiciste el firmamento, los cielos y todas las estrellas; hiciste la tierra, los mares y todo lo que hay en ellos. Tú los preservas a todos, y los ángeles del cielo te adoran. Eres el Señor Dios, quien eligió a Abram y lo sacó de Ur de los caldeos y le dio un nuevo nombre, Abraham. Cuando demostró ser fiel, hiciste un pacto con él para darle a él y a sus descendientes la tierra de los cananeos, de los hititas, de los amorreos, de los ferezeos, de los jebuseos y de los gergeseos; y has cumplido lo que prometiste, porque tú siempre eres fiel a tu palabra. Tú viste la miseria de nuestros antepasados en Egipto y escuchaste sus lamentos cuando estaban junto al mar Rojo. Realizaste señales milagrosas y maravillas contra el faraón, sus funcionarios y su pueblo, porque tú sabías con cuánta arrogancia trataban a nuestros antepasados. Tú tienes una gloriosa reputación que jamás ha sido olvidada. ¡Dividiste el mar para que tu pueblo pudiera cruzarlo por tierra seca! Luego arrojaste a sus perseguidores a las profundidades del mar. Se hundieron como piedras en aguas turbulentas. Guiaste a nuestros antepasados mediante una columna de nube durante el día y una columna de fuego durante la noche para que pudieran encontrar el camino. Bajaste al monte Sinaí y les hablaste desde el cielo. Les diste ordenanzas e instrucciones justas, y decretos y mandatos buenos. Les diste instrucciones acerca de tu sagrado día de descanso. Además, por medio de tu siervo Moisés, les ordenaste que obedecieran todos tus mandatos, decretos e instrucciones. Les diste pan del cielo cuando tenían hambre y agua de la roca cuando tenían sed. Les ordenaste que fueran y tomaran posesión de la tierra que habías jurado darles.


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Sin embargo, nuestros antepasados fueron arrogantes y tercos, y no prestaron ninguna atención a tus mandatos. Se negaron a obedecerte y no se acordaron de los milagros que habías hecho a favor de ellos. En cambio, se pusieron tercos y nombraron a un líder para que los llevara de regreso a su esclavitud en Egipto; pero tú eres Dios de perdón, bondadoso y misericordioso, lento para enojarte y rico en amor inagotable. No los abandonaste, ni siquiera cuando se hicieron un ídolo en forma de becerro y dijeron: “¡Este es tu dios que te sacó de Egipto!”. Cometieron terribles blasfemias. En tu gran misericordia no los abandonaste para que murieran en el desierto. La columna de nube todavía los guiaba de día, y la columna de fuego les mostraba el camino durante la noche. Enviaste tu buen Espíritu para que les enseñara, y no dejaste de alimentarlos con maná del cielo ni de darles agua para su sed. Durante cuarenta años los sustentaste en el desierto, y nada les faltó. ¡No se les desgastó la ropa, ni se les hincharon los pies! Luego ayudaste a nuestros antepasados a conquistar reinos y naciones, y colocaste a tu pueblo en todos los rincones de la tierra. Se apoderaron de la tierra del rey Sehón de Hesbón, y de la tierra del rey Og de Basán. Hiciste que sus descendientes fueran tan numerosos como las estrellas del cielo y los llevaste a la tierra que habías prometido a sus antepasados. Entraron y tomaron posesión de la tierra. Tú sometiste naciones enteras delante de ellos. ¡Hasta los cananeos, que habitaban esa tierra, se sintieron impotentes! Tu pueblo pudo hacer lo que quiso con esas naciones y con sus reyes. Nuestros antepasados conquistaron ciudades fortificadas y tierras fértiles. Se apoderaron de casas llenas de cosas buenas, con cisternas ya cavadas y viñedos y


226| Abba, una oración inacabada olivares, además de frutales en abundancia. De modo que comieron hasta saciarse y engordaron y disfrutaron de todas tus bendiciones. Sin embargo, a pesar de todo esto, fueron desobedientes y se rebelaron contra ti. Dieron la espalda a tu ley, mataron a tus profetas, quienes les advertían que volvieran a ti, y cometieron terribles blasfemias. Así que los entregaste en manos de sus enemigos, quienes los hicieron sufrir; pero en sus momentos de angustia clamaron a ti, y desde el cielo los escuchaste. En tu gran misericordia, les enviaste libertadores que los rescataron de sus enemigos. No obstante, apenas tenían paz, volvían a cometer maldades ante tus ojos, y una vez más permitiste que sus enemigos los conquistaran. Sin embargo, cada vez que tu pueblo volvía y nuevamente clamaba a ti por ayuda, desde el cielo tú lo escuchabas una vez más. En tu maravillosa misericordia, los rescataste muchas veces. Les advertías que regresaran a tu ley, pero ellos se volvieron orgullosos y obstinados, y desobedecieron tus mandatos. No siguieron tus ordenanzas que dan vida a quienes las obedecen. Tercamente te dieron la espalda y se negaron a escuchar. En tu amor fuiste paciente con ellos durante muchos años. Enviaste tu Espíritu, quien les advertía por medio de los profetas. ¡Pero aun así no quisieron escuchar! Entonces nuevamente permitiste que los pueblos de la tierra los conquistaran; pero en tu gran misericordia no los destruiste por completo ni los abandonaste para siempre. ¡Qué Dios tan bondadoso y misericordioso eres tú! Ahora, Dios nuestro —Dios grande, poderoso y temible que cumple su pacto de amor inagotable—, no permitas que todas las privaciones que hemos sufrido te parezcan insignificantes. Grandes


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dificultades cayeron sobre nosotros, nuestros reyes, nuestros líderes, nuestros sacerdotes, nuestros profetas y nuestros antepasados —todo tu pueblo—, desde los días cuando los reyes de Asiria por primera vez nos vencieron hasta el día de hoy. Cada vez que nos castigaste actuaste con justicia. Hemos pecado grandemente, y nos diste solo lo que merecíamos. Nuestros reyes, líderes, sacerdotes y antepasados no obedecieron tu ley ni prestaron atención a las advertencias de tus mandatos y leyes. Aun cuando tenían su propio reino no te sirvieron, a pesar de que derramaste tu bondad sobre ellos. Les diste un territorio grande y fértil, pero ellos se negaron a abandonar su perversidad. Por eso, ¡hoy somos esclavos en esta tierra de abundancia que diste a nuestros antepasados para que la disfrutaran! Somos esclavos aquí en esta buena tierra. Los abundantes productos agrícolas de esta tierra se amontonan en las manos de los reyes que has puesto sobre nosotros por causa de nuestros pecados. Ellos ejercen su poder sobre nosotros y nuestros animales. Les servimos según su antojo, y pasamos por mucho sufrimiento».

Esta manera de orar desde el hundimiento en las raíces de la memoria histórica del devenir de Dios como Creador, y Libertador de Israel, fruto de su arbitraria elección concretada en el pacto con la casa de Abraham, pone de manifiesto –al igual que la ya comentada de Salomón– la paradoja histórica de este pueblo mediante sus idas y venidas hacia el compromiso con su Dios. Alternancia entre épocas de escasa fidelidad y demasiada rebelión tras falsos dioses. Pese a todo este reconocimiento de la injusticia humana y la misericordia fiel divina, no es una oración diferente a la de Esdras por el tema de los matrimonios mixtos –ya comentada–. Es en ese


228| Abba, una oración inacabada contexto que queda enmarcada. Ambos, Nehemías y Esdras, son los líderes político y religioso en este período de restauración. Como coincidencia casual también un 31 de octubre de 1517 Martin Lutero emprendió una misión de restauración clavando sus 95 tesis en la puerta de la iglesia de Wittenberg para devolver el evangelio de la salvación gratuita a su pueblo en su propia lengua vernácula. También nosotros los cristianos protestantes tenemos motivos de celebración por dicho hito significativo. Reconocer nuestros errores es la única posibilidad de superarlos, y así mejorar nuestra autoconciencia relacional con lo sacro.

Referencias en el libro de Esther Esther 4, 3 A medida que la noticia del decreto real llegaba a todas las provincias, había más duelo entre los judíos. Ayunaban, lloraban y se lamentaban, y muchos se vestían con tela áspera y se acostaban sobre ceniza.

Ante malas noticias extremas con peligro de ser aniquilados, sin posibilidad de defenderse de sus agresores, claman según sus costumbres más radicales al Dios del cielo. No hay otra forma cuando la tristeza nos embarga. Ayuno y oración. Mensaje que relativiza cualquier otra prioridad pues solo queda esperar en la respuesta divina, venga de donde venga y a través de las personas que sea por inverosímil, absurdo y contradictorio que parezca.


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Esther 4, 15-17 Entonces Ester envió la siguiente respuesta a Mardoqueo: «Ve y reúne a todos los judíos que están en Susa y hagan ayuno por mí. No coman ni beban durante tres días, ni de noche ni de día; mis doncellas y yo haremos lo mismo. Entonces, aunque es contra la ley, entraré a ver al rey. Si tengo que morir, moriré». Así que Mardoqueo se puso en marcha e hizo todo tal como Ester le había ordenado.

Sin tener la exclusividad en absoluto de los exterminios históricos bajo el sol, las purgas y los genocidios, cabe destacar algo que pone de manifiesto este texto. Si hay un pueblo amenazado históricamente de aniquilación por antonomasia no deja de ser otro que el pueblo judío. El nazismo es su episodio más oscuro con el Holocausto que todavía no ha acabado, puesto que hay víctimas vivas con sus traumas y pesares tatuados a flor de piel. Es como si por el hecho de ser el pueblo elegido por Dios, se hubiesen convertido en un pueblo maldito para Satán –según las Escrituras, ostenta pese a su invisibilidad los dominios de las naciones, instaladas en la erótica del dominio, y de la ley del más fuerte, haciendo realidad el ideal ético de Maquiavelo–. Los gobiernos han de ser temidos no amados por sus súbditos. Un pueblo apátrida hasta pasada la mitad del siglo anterior. Un pueblo en una guerra permanente. Sin embargo, al igual que en este momento descrito bajo el Imperio Persa, Dios utiliza a sus hijos, Ester y Mardoqueo, junto al resto de sus fieles en Susa, y demás ciudades del imperio, para convertirse en supervivientes. Digno de alabar esa actitud de desprendimiento de Ester, y digno de elogio el modelo educativo en


230| Abba, una oración inacabada valores impartido por su tío y maestro. Valores transcendentes altruistas que supeditan los valores inmanentes egoístas en base a la felicidad eterna en el paraíso. Así pudo seguir cumpliéndose la promesa hecha a Adán del Mesías, Jesús de Nazaret, según la tradición judeocristiana apostólica. La promesa hecha a los patriarcas es una puerta abierta en el cielo que nadie puede cerrar en la tierra por más que a veces parezca entornada. La fiesta de Purim –devenida en una fiesta de disfraces lúdica en el Estado de Israel en la actualidad; y en una lectura amena del libro de Ester en las sinagogas– viene a conmemorar esta respuesta liberadora como confirmación del amor de YHWH a estos días de ayuno y oración. Celebrar es recordar. Celebrar es la mejor manera de rememorar la acción divina en nuestro favor, ya sea como individuos o como nación religiosa.


Capítulo V

Los libros poéticos Referencias en el libro de Job Job 1, 20-21 Job se levantó y rasgó su vestido en señal de dolor; después se rasuró la cabeza y se postró en el suelo para adorar y dijo: «Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo estaré cuando me vaya. El Señor me dio lo que tenía, y el Señor me lo ha quitado. ¡Alabado sea el nombre del Señor!».

Adoró tras las mayores pérdidas que un ser humano puede sufrir en breve tiempo y de manera inesperada. Afirmó roto de dolor y humillado, echado en el suelo: «Alabado sea el Nombre del Señor». No comprendía el porqué de tanta desgracia. El mal siempre pretende romper nuestra confianza no en la bondad de Dios sino en que esa bondad repercuta en una buena vida para cada uno de nosotros. Atribuyó directamente a Dios tanto la antigua como la nueva situación, bien por acción o bien por omisión. Su concepto


232| Abba, una oración inacabada de Dios está enmarcado en una cultura y época determinada por la justicia retributiva del pacto –léase las bendiciones y maldiciones mosaicas–. Job 22, 27 Orarás a él, y te escuchará.

Certeza, seguridad, ley comunicativa entre el Creador y la criatura. Horizonte ontológico inevitable. Futuro abierto al encuentro dialógico. Job 30, 20-23 Clamo a ti, oh Dios, pero no respondes; estoy delante de ti, pero ni siquiera miras. Te has vuelto cruel conmigo; utilizas tu poder para atormentarme. Me lanzas al torbellino y me destruyes en la tormenta. Y sé que me envías a la muerte, el destino de todos los que viven.

Queja amarga e irreverente por la no respuesta entendida como tortura de Dios. Está depresivo. Desea la muerte. Dejar de existir. Detalle significativo. El creyente no soporta el silencio divino ante la injusticia arbitraria, absurda y vacua. La imagen de Dios hecha añicos por el sufrimiento intenso de no soportar no ser oído. La peor de las pesadillas si creemos en un Dios compasivo. Paradoja sentimental que nos destroza por dentro como es su caso, y el de cualquier ser humano que pase por lo mismo. No soportamos


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la indiferencia en ninguna de sus formas, pero menos cuando la realidad nos aplasta en nombre de Dios, y este parece que se inhibe de sus promesas poderosas en favor nuestro. Job 42, 1-13 Entonces Job respondió al Señor: «Sé que todo lo puedes, y que nadie puede detenerte. Tú preguntaste: “¿Quién es este que pone en duda mi sabiduría con tanta ignorancia?”. Soy yo y hablaba de cosas sobre las que no sabía nada, cosas demasiado maravillosas para mí. Tú dijiste: “¡Escucha y yo hablaré! Tengo algunas preguntas para ti y tendrás que contestarlas”. Hasta ahora solo había oído de ti, pero ahora te he visto con mis propios ojos. Me retracto de todo lo que dije, y me siento en polvo y ceniza en señal de arrepentimiento». Después de que el Señor terminó de hablar con Job, le dijo a Elifaz el temanita: «Estoy enojado contigo y con tus dos amigos, porque no hablaron con exactitud acerca de mí, como lo hizo mi siervo Job. Así que, tomen siete toros y siete carneros, vayan a mi siervo Job y ofrezcan una ofrenda quemada por ustedes mismos. Mi siervo Job orará, y yo aceptaré la oración a favor de ustedes. No los trataré como se merecen, a pesar de no haber hablado de mí con exactitud, como lo hizo mi siervo Job». Así que Elifaz el temanita, Bildad el suhita y Zofar el naamatita, hicieron lo que el Señor les mandó y el Señor aceptó la oración de Job.


234| Abba, una oración inacabada Cuando Job oró por sus amigos, el Señor le restauró su bienestar. Es más, ¡el Señor le dio el doble de lo que antes tenía! Entonces todos sus hermanos, hermanas y anteriores amigos vinieron y festejaron con él en su casa. Lo consolaron y lo alentaron por todas las pruebas que el Señor había enviado en su contra; y cada uno de ellos le regaló dinero y un anillo de oro. Así que el Señor bendijo a Job en la segunda mitad de su vida aún más que al principio. Pues ahora tenía catorce mil ovejas, seis mil camellos, mil yuntas de bueyes y mil burras. Además dio a Job otros siete hijos y tres hijas.»

Job orará por sus amigos y ellos ofrecerán una ofrenda quemada por sus pecados (siete toros y siete carneros). Job llegó a decirles poco menos que eran torturadores molestos y fanáticos religiosos de un Dios cruel, castigador e implacable como una piraña que devora a su víctima. Sus ofensas fueron desmedidas. Como botón de muestra Elifaz le recrimina «que ahora que las desgracias te acosan, te desanimas; te llenas de miedo cuando te afectan a ti […]. La experiencia me dice que los que siembran problemas y cultivan el mal, eso cosecharán. Un soplo de Dios los destruye y se desvanecen con una ráfaga de su enojo».32 «¿Acaso él te acusa y trae juicio contra ti porque eres tan piadoso? ¡No! ¡Se debe a tu maldad! ¡Tus pecados no tienen límite! […] Debes haber negado agua a quien tenía sed y comida al hambriento. Probablemente pienses que la tierra es de los poderosos, […] debes haber

32

Job 4, 5; 8.


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despedido a las viudas con las manos vacías y acabado con las esperanzas de los huérfanos».33 «Si renuncias a tu codicia del dinero, […] orarás a él, y él te escuchará».34 Su otro amigo Bildad le escupe sin tapujos a la cara que seguramente «tus hijos pecaron contra él, y por eso el castigo estaba bien merecido».35 «¡Habla con sentido si quieres que te respondamos!».36 «El terror rodea a los malvados y les causa problemas a cada paso».37 «La enfermedad les carcome la piel».38 «No tendrán hijos ni nietos, ni habrá sobrevivientes donde habitaban».39 «Desaparecerá de la tierra todo recuerdo de su existencia».40 Otra perla que tienen que soportar sus oídos dicha por Zofar: «¡Escucha! ¡Sin duda Dios te está castigando mucho menos de lo que mereces!».41 «Abandona tus pecados y deja atrás toda iniquidad».42 «En medio de la abundancia, caerán en dificultades y el sufrimiento se apoderará de ellos. Que Dios les llene la vida de problemas; que Dios haga llover su enojo sobre ellos».43

33

Job 22, 4-9.

34

Job 22, 24;27.

35

Job 8, 4.

36

Job 18, 2.

37

Job 18, 11.

38

Job 18, 13.

39

Job 18, 19.

40

Job 18, 17.

41

Job 11, 6.

42

Job 11,14.

43

Job 20, 22-23.


236| Abba, una oración inacabada La oración de Job y la ofrenda sacrificial de sus amigos nos indica la capacidad que tiene Dios de perdonar y hacer que olvidemos todas las palabras destructivas que nos pudren por dentro. La mejor medicina es ver al otro a la luz del amor compasivo del Señor Jesús. Me fascina y me deja atónito al observar el gran valor que Dios concede a la amistad. En ningún momento invita a Job a romper los lazos fraternales con sus equivocados amigos, instrumentalizados por Satanás como inquisidores de la maldad humana y defensores justicieros a ultranza de la santísima bondad divina. Mediante este acto de reconciliación con sus semejantes, y tras llevarse a buen término o puerto, Job fue restaurado, protegido y bendecido el doble de sus muchos pesares sufridos. Llegó a recibir el doble de todo lo que había amado y había tenido. En primer lugar, amaba la seguridad y el consuelo, que solo Dios da –ya que sus hijos asesinados serán levantados del polvo de la tumba a una vida en la presencia del Altísimo el día de la resurrección–. Muy amada es la muerte de sus hijos e hijas para el Señor, según nos revela Juan en el último libro de las Escrituras. Esta es una arriesgada suposición interpretativa mía –en base al devenir de los acontecimientos satánicos– de esas víctimas queridísimas. A un padre que entierra a sus hijos, este es el único gran posible consuelo ofrecido por el Dios Padre de la vida eterna. Todo lo otro, Job sabía que solo eran propiedades y las cosas pueden ser sustituidas por otras más lujosas, abundantes y de mayor disfrute. Su capacidad intelectual, y relacional, para hacer próspero su negocio le fue de-


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vuelta al igual que su maltrecha salud física, y social. Su piel se rejuveneció conforme sus días avanzaban, ya que llegó a ser padre de tatarabuelo. Es decir, llegó a vivir una vida plena, y larga de ciento cuarenta años, tras esta trágica situación narrada. Esta oración intercesora de perdón en obediencia a Dios fue poderosísima. Un ejemplo a seguir conforme a las enseñanzas de Jesús de Nazaret en los evangelios. Orad por los que no hablan bien de vosotros y os odian para que comprendan el amor de Dios. Ese fue su ejemplo hasta su último suspiro. Esa es su viva propuesta, hoy más que nunca desde su trono de la gracia, irradiando aceptación, compasión maternal y ternura ilimitada.

Referencias en el libro de los Salmos Todo un compendio de oraciones magistrales para cualquier estado de ánimo, cualesquiera sea la circunstancia en la que estemos o atravesemos. También es sabido que gran parte de ellos se cumplen proféticamente en el ministerio mesiánico de Jesús de Nazaret. Caso ejemplar de lo dicho, se nos muestra mediante la trilogía siguiente: Salmo 22, la Crucifixión; Salmo 23, el ungimiento mesiánico; Salmo 24, la ascensión gloriosa desde el monte de los Olivos en la Jerusalén histórica a la Nueva Jerusalén celestial. Debo apuntar que he seleccionado arbitrariamente un buen número de textos –sin por supuesto agotar ni mucho menos toda la riqueza de los salmos– respecto al tema que nos ocupa. En este capítulo del libro nos centraremos exclusivamente en las expresiones más reiterativas con las que invocan Asaf, Herman


238| Abba, una oración inacabada y David al Dios de Israel, o al Señor de la vida, o al Dios de dioses, o al Todopoderoso, o al Altísimo. Estos excelentes poetas y cantores creen que puede establecerse una relación de comunicación eficazmente recíproca entre el creyente con sus gritos desgarradores –debido a su necesidad más extremadamente desesperada de salvación– y el Dios invisible que se revela en estas palabras preñadas de plenitud, presencia, esperanza escatológica, contentamiento compasivo y alegría existencial –pese a las contingencias humanas que experimentamos–. Salmo 4,1 Libérame de mis problemas; ten misericordia de mí, y escucha mi oración.

Me refiero a este versículo del salmo por considerarlo un tipo de oración que necesitamos hacer a lo largo de nuestra vida. ¿Qué humano está libre de problemas? Son tan apremiantes que el salmista se dirige a Dios en tono exhortativo. Tanta desesperación sufrimos al estar inmersos en ellos que podemos perdernos y llegar a ser un reflejo de los mismos. El salmista me enseña a romper ese círculo. Yo no soy un problema andante irresoluble. En tus manos, Señor, mi oración por mis problemas se reducen a la misericordia que tienes conmigo. No siempre somos hábiles para no meternos en problemas. Sin embargo, sí podemos desear ser eficaces en la resolución de los mismos cuando los encomendamos confiadamente a Dios.


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Salmo 5,1-3 Oh Señor, óyeme cuando oro; presta atención a mi gemido. Escucha mi grito de auxilio, mi Rey y mi Dios, porque solo a ti dirijo mi oración. Señor, escucha mi voz por la mañana; cada mañana llevo a ti mis peticiones y quedo a la espera.

La oración de petición funciona muchas veces como un grito desgarrador que lucha titánicamente desde nuestra indigencia para ser liberado, mientras expresa el temor ante una amenaza inminente. Necesitamos saber que somos oídos por Dios. Por nuestro Dios. El salmista hace énfasis en los pronombres posesivos. Sin una relación de pertenencia mutua nada tiene sentido. Me encanta ser invitado cada mañana al amanecer a llevarle a mi Dios mis peticiones, sean del tipo que sean, hechas voz. Salmo 10,1 Oh Señor, ¿Por qué permaneces tan distante? ¿Por qué te escondes cuando estoy en apuros?

La distancia emocional se nos hace insufrible cuando el mal amenaza con destruir todo lo bueno que nos rodea. Casi siempre Dios es el garante de la mejor idea de bondad que poseemos. En ese momento, el agobio –sea del tipo que sea– se hace tan intenso que Dios en su bondad nos parece distante como si desease jugar al escondite y no captase nuestras urgencias. Sabemos cognitivamente que eso es imposible, pero nuestro cerebro emocional vin-


240| Abba, una oración inacabada culado al sistema nervioso se impacienta. Se distorsiona la percepción del tiempo y nos apresuramos inquiriendo que Dios salga al paso para revertir en favor nuestro la situación. Salmo 10, 17 Señor, tú conoces las esperanzas de los indefensos; ciertamente escucharás sus clamores y los consolarás.

Ecos de esperanza que entroncan con las bienaventuranzas en boca del Hijo de Dios. Garantía de que la injusticia no triunfará. Tantos muertos sin ser escuchados en la historia de los hombres. Tantas víctimas entrando en los hornos crematorios con una oración en los labios y en el corazón. Tantos seres humanos desengañados mediante leyes injustas opresoras que favorecen al statu

quo. Solo en Dios esos últimos deseos serán hechos realidad. Así se lo prometió Jesús de Nazaret al «buen ladrón» de la cruz antes de morir. Prototipo de esperanza para cualquier otro que las circunstancias adversas lo han sometido a pérdidas extremas. Salmo 12, 1 ¡Auxilio, oh Señor, porque los justos desaparecen con rapidez! ¡Los fieles se han esfumado de la tierra!

Es curioso como los justos del Israel histórico para el salmista se desvanecen como neblina. Ecos de profetas como Jeremías y Elías en el valle de la depresión espiritual por las constantes traiciones al Dios del pacto. También si se hace un análisis literal, el nazismo convirtió el aire en tumbas a través de sus chimeneas. Crueldad supina la de privar de un lugar físico al que ir a recordar a los


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muertos. Sin cementerios. Siempre con rapidez el odio elimina al bueno, al justo, al que invoca a su Dios para que esto no sea así definitivamente. Siempre las guerras son el caldo de cultivo para el exterminio por no respetarse ningún derecho básico, amparándose en la ley más irracional. La ley de la jungla. Salmo 13 Oh Señor, ¿hasta cuándo te olvidarás de mí? ¿Será para siempre? ¿Hasta cuándo mirarás hacia otro lado? ¿Hasta cuándo tendré que luchar con angustia en mi alma, con tristeza en mi corazón día tras día? ¿Hasta cuándo mi enemigo seguirá dominándome? Vuélvete hacia mí y contéstame, ¡oh Señor, mi Dios! Devuélvele el brillo a mis ojos, o moriré. No permitas que mis enemigos se regodeen diciendo: «¡Lo hemos derrotado!» No dejes que se regodeen en mi caída. Pero yo confío en tu amor inagotable; me alegraré porque me has rescatado. Cantaré al Señor porque él es bueno conmigo.

Grandes preguntas cargadas de negatividad, reproche, acusándolo de indiferente. De hacerse el desinteresado, o peor aún, el ídolo mudo hecho estatua o escultura hierática, impasible. Grandes quejas ante el dominio de la poderosa voz del mal y el aparente olvido autista divino. Solitud. En contraposición, la segunda parte del salmo expresa con gran confianza el carácter auténtico de Dios, y destaca su poderoso


242| Abba, una oración inacabada amor, causa de todo nuestro bien y fundamento de nuestros estados de ánimo felices como la alegría, consecuencia de saberse salvado de estas angustias y tristezas que a veces se nos pegan como sanguijuelas al alma –para alimentarse de nuestra energía positiva– y secarnos por dentro poco a poco la esperanza. No hay como saberse rescatado de los miedos interiores, o amenazas externas, para alegrarse por la acción protectora y amorosa de nuestro Señor Jesús, uno con el Abba celestial. Salmo 14, 4 ¿Será posible que nunca aprendan los que hacen el mal? Devoran a mi pueblo como si fuera pan y ni siquiera piensan en orar al Señor.

Aviso para navegantes creyentes. Dejar a Dios de lado y no comunicarle nuestro instinto de supervivencia es una forma de menosprecio práctico –producida por la incredulidad y falta de fe en sus promesas. Terrible tragedia la de los que se autodenominan pueblo de Dios de boca para fuera, y se disfrazan de religiosidad vacía, llena de resignación autodestructiva, haciéndose el haraquiri espiritual, aislándose en celdas de incomunicación sin clamar al Dios y Señor de Abraham, Isaac y Jacob. Su pueblo debe orar pese a las opresiones que los poderosos lancen contra ellos. El cielo quiere saber de nuestro espíritu de entrega confiada pese a lo circunstancial del mal. Salmo 15, 1 Señor, ¿quién puede adorar en tu santuario?


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¿Quién puede entrar a tu presencia en tu monte santo?

Solo Cristo. Por su favor, también aquellos que viven aquí por la fe en él y desean poner en práctica sus mandamientos de amor: ayudando al prójimo sin usuras ni excesos de ningún tipo; haciendo negocios limpios; respetando la reputación y el bienestar de sus vecinos, familiares y amigos. Ese es el sentir del salmista en el resto del salmo. Salmo 16, 2-4 Le dije al Señor: «¡Tú eres mi dueño! Todo lo bueno que tengo proviene de ti». Los justos de la tierra son mis verdaderos héroes! ¡Ellos son mi deleite! A quienes andan detrás de otros dioses se les multiplican los problemas.

La sociedad capitalista turboconsumidora de fase III –según Lipovetsky– se caracteriza porque no vamos a consumir a los establecimientos como en las fases I y II solamente, sino que es el consumo quien se ha infiltrado autoinvitándose en nuestros hogares y cualesquiera actividades que realicemos a cada segundo de nuestro tiempo. Es un gran desafío expresar con el salmista que somos del Señor en la riqueza o en la absoluta miseria. ¡Qué los nadies de la sociedad –como la parábola evangélica del rico y Lázaro, el indigente, que hasta los perros le comían las llagas a las puertas de la mansión de su magnate vecino– pueden ser los justos, los héroes


244| Abba, una oración inacabada y mi fuente de superación para compartir con ellos toda clase de bienes. Otros siguen prefiriendo ser esclavos del estatus económico, lo tengan o lo deseen. El amor al dinero, verdadero dios para muchos, es causa de grandísimas maldades de las que los telenoticias cada día nos bombardean con su narrativa tragicómica. Algunos se apegan tanto a esta tierra que se olvidan de lo fundamental: el hombre no nació para ser ni hacer el bestia con sus semejantes. Sí, Señor, libérame del miedo a morir en el pecado de Sodoma y Gomorra, hartura de pan, orgullo y ser incapaz de ayudar al pobre, tal y como nos lo explica el profeta Ezequiel. Sé tú mi dueño para valorar la vida ajena que se muere de hambre, tirada en el suelo sin fuerzas para apartarse «los buitres», los perros o las moscas –devorada como Lázaro en la parábola–. ¿Hasta dónde y hasta cuándo se nos multiplicarán los problemas por seguir la codicia de banqueros, mafiosos o cargos públicos corruptos en pos del dios Mamón –el dinero o capital–? El Tercer y el Cuarto mundo de los excluidos también son visibles. Las zonas de confort a lo Elysium –como la película– son paraísos existentes terrenales perecederos. Sé tú, Señor, mi dueño –y no ellos– para ser libre de tal indignidad y seguir sembrando caridad en el ser humano; misericordia para aliviar la miseria de aquellos que no pueden –ni podemos– ya ni soliviantarnos ante tamañas injusticias opresoras. Siempre les han llamado en abstracto «crisis económicas». ¡Qué engaño! ¡Qué estafa! Animalizar lo humano. Matematizar el drama humano para distanciarlo de rostros que nos hacen de espejo. «Burrocratizar»,


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sinónimo inmoral de burocratizar. Es decir, envolver mediante montañas de solicitudes, balances estadísticos, datos económicos, instancias y papeles oficiales a los sin papeles –para que se tapen con sucias hojas de periódicos abandonados a la suerte del trajín ciudadano en cualquier rincón de la urbe, y por todo el orbe–. Haznos divinos –como Jesús de Nazaret– para morir dignamente reflejando su imagen. Así podremos vislumbrar tu reinado de eternos deleites atemporales e imperecederos. Consúmenos en favor de los necesitados. Conviértenos en propuestas de futuro esperanzador para que consuman como turboconsumidores de fase III tus maravillas eternas. Un mundo de justos felices deleitándose a la mesa de Dios en un mundo nuevo es posible –tal y como nos promete Jesús de Nazaret–. Allí el dueño será nuestro familiar, nuestro Hermano mayor, que nos enseñó que la verdadera grandeza de espíritu es servir y ser útil al más pequeño en el escalafón social. Sin jerarquías ni luchas de poder absurdas. Fraterna amistad. Sí, Señor te acepto desde mi libertad de conciencia concienzudamente como mi dueño, y tus justos son causa de gran felicidad en mi caminar hacia a Ti día a día aquí ya en esta tierra. Son faros que me alumbran tu existencia maravillosa con tu sabiduría de lo alto, procedente de Ti, Padre de las luces. Salmo 17, 6-7 Oh Dios, a ti dirijo mi oración porque sé que me responderás; inclínate y escucha cuando oro. Muéstrame tu amor inagotable de maravillosas maneras.


246| Abba, una oración inacabada Con tu gran poder rescatas.

No podemos dudar, aunque sus respuestas tarden en llegar años o en un mero instante fugaz simultáneo a nuestra petición realizada. Ama y lo manifiesta de formas que nos pueden sorprender maravillosamente. Es libre, sabio y poderoso. ¡Estamos de enhorabuena! ¡Felicidades por existir, y ser así, oh Dios de mi Señor Jesús de Nazaret, uno igual a Él, y con Él! Salmo 19, 12-13 ¿Cómo puedo conocer todos los pecados escondidos en mi corazón? Límpiame de estas faltas ocultas. ¡Libra a tu siervo de pecar intencionalmente! No permitas que estos pecados me controlen. Entonces estaré libre de culpa y seré inocente de grandes pecados.

En lenguaje freudiano, líbrame del inconsciente insatisfecho –ello– que lucha por emerger contra el verdadero ego, construido este último a fuerza de elecciones concienzudas que han devenido en la adquisición de hábitos. Estos han fortalecido y dotado de dominio propio a nuestro carácter para no caer en el pecado de ceguera, subliminada en el superego, cual Narciso o Ulises, vanidosos y orgullosos petulantes. Actitud ofensiva a sus dioses, productos de la imaginación humana –según predicó el apóstol de Tarso a los atenienses–. Petición para escapar del pecado contra el Espíritu Santo. Jesús amonestó a aquellos superhombres religiosos de Jerusalén. Ellos


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podían cometer ese error intencional por no creerse necesitados del poder divino, hecho oferta gratuita perdonadora. Se creían mejores que cualquier publicano, paria moral de la época o de cualquier palestino actual, o samaritano de la Palestina del siglo primero. Depositarios de todo lo malo para la mentalidad ultraderechista. Las adicciones también pueden estar dormidas para violentarnos hacia imágenes diabólicas en lo sacro. Cualquier adicción estropea la imagen de libertad que Dios nos regala en Cristo Jesús. Hemos de sabernos débiles para vivir con la fortaleza del Espíritu en nuestro interior. Nuestra mente racional, y cerebro emocional, son dados a las falsas suposiciones, y equivocadas asociaciones de datos sensibles –como se encargaron Descartes y Hume de discutir–. Salmo 19, 14 Que las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón sean de tu agrado, oh Señor, mi roca y mi redentor.

¡Qué tus palabras alimenten mis neuronas y mi memoria las fije como respuesta consciente e inconsciente para gloria tuya que no mía! Menos es más en tus matemáticas divinas. El camino de la humildad nos eleva hasta tu reinado en los lugares celestes. Paradojas del superego. La autoexaltación lleva a la aniquilación de la vida del Espíritu en nosotros, mortales todos caídos en el reino de las tinieblas. Las sombras adictivas mencionadas nos conducen a la enfermedad mortal. La autoexaltación de una raza, clase social o


248| Abba, una oración inacabada un sexo sobre el otro lleva a la autodestrucción humana. El mal es homicida. Las formas de maldad no son parte de mi ideario ni de mi cosmovisión cristiana. Excluyo de mi forma de pensar las formas exclusivas de excluir al otro. Incluyo en mi discurso el honor de dar voz de nuevo al discurso maestro del Rabí galileo, Jesús de Nazaret –junto al lago de Genesaret–, proyectando sus ondas para que hiciesen eco al acariciar suavemente los oídos de la multitud. Tuvo cuidado de no perturbar con su volumen ningún maltratado tímpano. Pero seguro que sacudió alguna conciencia que otra, empezando por la de sus más acérrimos jóvenes seguidores, sus doce apóstoles. ¿Qué pensarían Judas o Simón el zelote sobre la lectio

magistri –matutina– del amor al enemigo? ¿Qué pensó el Imperio de semejante rey pacifista? Historia magistra vitae –Roma dixit– ca-

sus belli. A la cruz con él. Sin embargo, felices los que trabajan por la paz, aunque sufran agresiones o sean exterminados en guerras sin atentar contra la imagen divina en el otro. Ellos serán habitantes del reino celestial. Verán besarse metafóricamente la Paz y la Justicia, pues ambas son encarnadas en Jesús de Nazaret, Rey de reyes, Señor de señores. El día del Hijo del Hombre vendrá –la escatología llegará a su fin– y se declarará con voz angelical el fin de la historia. También del capitalismo, pese a Fukuyama. ¡Qué cada palabra escrita en este libro sea una ofrenda de labios y corazón sinceramente enamorado de ti, Señor! ¡Qué cada clase de Biblia, reflexión, conferencia, charla motivacional, o predicación en la iglesia acerca de tu persona, y tu historia de búsqueda


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amorosa salvífica por nosotros, tu amada humanidad, te glorifique, mi roca sobre la que edifico el templo de mi corporeidad! ¡Tuya es mi plena adoración a Ti mi Dios! Ríos de sonrisas llenan mi interior y emergen a mi rostro inclinado ante Ti, mi Maestro nazareno. Lágrimas de plenitud existencial surcan mis ojos a solas contigo, mi Jesús de Nazaret, llevándome al éxtasis del encuentro contigo en el Espíritu. ¡Qué todas y cada una de mis células te alaben cuando leo en la celulosa de la Palabra el escrito está: tu sentir y declaración amorosa por mi rescate! Y el de cualquiera que libremente se adhiera a tu oferta, disfrutándola como un regalo de incalculable valor. Costó precio de sangre. Ningún mafioso deja rehenes en libertad sin intentar matar antes a los que vienen a liberarlos. Satán también se cobró su precio cual vampiro de lo humano. Tú, Hijo de Dios, eres nuestro redentor, salvador y rescatador a costa de sudar sangre literalmente. Por eso te proclamo mi dueño y mi libertador. Conviérteme en un auténtico cristiano. Rebose mi interior gratamente en adoración ante tu magnífica presencia. Salmo 20, 5b Que el Señor conteste a todas tus oraciones.

Siempre y cuando estén en armonía con su voluntad. Así se afirma nuestro proyecto existencial en una vida de servicio activo a favor del reinado de Dios en las relaciones interpersonales en los trabajos, el hogar, la iglesia a la que asistimos y la sociedad de la que formamos parte para aportarle valor. Entusiasmo por vivir aquí


250| Abba, una oración inacabada y ahora anticipando el encuentro con Dios en Cristo. Esto le da la posibilidad al Espíritu Santo de dulcificar con su poder creador nuestros pensamientos, al poner los suyos en nuestra mente, asemejándonos a la mentalidad del Señor Jesús, confiriéndonos carácter y personalidad. Esto afirma nuestra salud emocional, y genera espacios abiertos para que el mal retroceda en nuestras relaciones. Nos hace más compasivos, empáticos y comprensivos en nuestra percepción del otro. Potencia nuestra autoestima sana al cultivar los dones otorgados para la misión encomendada en la viña del Señor. Seguidamente se citarán unas cuantas peticiones con las oraciones que suscribo del poeta, que se comentan por sí solas: Salmo 25, 1 Oh Señor, te entrego mi vida. ¡Confío en ti, mi Dios!

Entrega total y confianza pase lo que pase. Amar es una decisión personal basada en la esencia de quién es Dios para mí. Es desde esta perspectiva que Dios puede hacer grandes cosas con nosotros por haberlas hecho en nosotros. Me encanta e inspira cuando con tan breve oración se dice tantísimo. Salmo 27, 4 Lo único que le pido al Señor —lo que más anhelo— es vivir en la casa del Señor todos los días de mi vida, deleitándome en la perfección del Señor y meditando dentro de su templo.


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Todos los objetos inagotables del conocimiento humano producen tanta bibliografía como granos de arena hay en el desierto o gotas de lluvia en una tormenta tropical. Es decir, nuestro saber es infinito en cuanto a líneas de investigación. ¿Qué será conocer a Dios en sí mismo? No me refiero a la ciencia teológica que razona sobre el ser divino, sino a vivir con Jesucristo, el Creador. Toda la sabiduría adecuada para que todo cerebro pueda recrearse en la eternidad al conocer su obra y su esencia. Dios como fuente inagotable de saber que provocará nuestro entusiasmo por descubrir nuevos avances epistemológicos en cualquier disciplina. Salmo 40, 1-3 Con paciencia esperé que el Señor me ayudara, y él se fijó en mí y oyó mi clamor. Me sacó del foso de desesperación, del lodo y del fango. Puso mis pies sobre suelo firme y a medida que yo caminaba, me estabilizó. Me dio un canto nuevo para entonar, un himno de alabanza a nuestro Dios. Muchos verán lo que él hizo y quedarán asombrados; pondrán su confianza en el Señor.

Si no vemos en nuestra vida la acción de Dios en nuestro favor, poco podemos cantar y alabar. Al contrario, cuando por fe creemos en Dios y lo ponemos en el centro de nuestras circunstancias más dolorosas, otros pueden dejarse impresionar no por un dios menor, idea conceptualizada con mayor o menor fortuna, sino por el Dios


252| Abba, una oración inacabada que nos conoce por nombre y nos saca a lugar espacioso. Cuando caminamos con estabilidad, sin adicciones, otros encuentran motivos para a su vez invocar al Dios que nos hace libres. Algunos somos seres que necesitamos como el apóstol Tomás tocar y palpar para creer. Salmo 72, 12-14; 18-20 Rescatará a los pobres cuando a él clamen; ayudará a los oprimidos, que no tienen quién los defienda. Él siente compasión por los débiles y los necesitados, y los rescatará. Los redimirá de la opresión y la violencia, porque sus vidas le son preciosas. […] Alaben al Señor Dios, el Dios de Israel, el único que hace semejantes maravillas. ¡Alaben su glorioso nombre por siempre! Que toda la tierra se llene de su gloria. ¡Amén y amén! (Aquí terminan las oraciones de David, hijo de Isaí).

Una profecía que Jesús de Nazaret, el Mesías esperado y profetizado por David, proyecta como la principal misión. No habla aquí de relación política ni de gobierno, sino de compasión, ayuda, rescate como opción prioritaria por las personas que sufren necesidad. Leer los evangelios es alabar al Señor Dios de Israel por permitir que su único Hijo viviese entre los hombres de su época llenando la tierra de su gloria desde Judea hasta Galilea, y por extensión los cinco continentes. No hay ningún hombre como Jesús. Nadie ha dignificado tanto al Dios del cielo. Nadie ha dado


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tanta esperanza ante la mortalidad humana. Jesús de Nazaret es un escándalo porque invierte nuestra forma de vivir. Le da la vuelta a nuestra taxonomía y a nuestros valores. Nos transciende y nos invita a imitarle en las relaciones complejas con nuestros semejantes. Salmo 75, 1 ¡Te damos gracias, oh Dios!, te damos gracias porque estás cerca; por todas partes, la gente habla de tus hechos maravillosos.

Gratitud, eterna gratitud porque Dios Todopoderoso es como Jesús de Nazaret nos lo ha acercado y revelado. Gratitud, inmenso agradecimiento. Ríos de lágrimas llenas de palabras buenas se derraman de muchos rostros a los que Dios ha mejorado, salvado y educado mediante sus hechos maravillosos en nuestro favor. Ser agradecido es de bien nacido. Nacer de Dios mediante su Espíritu de santidad engendra una vida que apuesta por la gratuidad. Cualquier meritocracia personal se enmarca en el marco de la acción de gracias para ser curados de la tendencia congénita a la petulancia de la mirada orgullosa narcisista. La acción de gracias ofrecida a Dios implica servirlo con todo lo que como hijo suyo soy. Nos cura de la enfermedad de la vanidad y de la codicia que solo busca atesorar y no dar. Salmo 130, 1-8 Desde lo profundo de mi desesperación, oh Señor, clamo por tu ayuda. Escucha mi clamor, oh Señor.


254| Abba, una oración inacabada Presta atención a mi oración. Señor, si llevaras un registro de nuestros pecados, ¿quién, oh Señor, podría sobrevivir? Pero tú ofreces perdón, para que aprendamos a temerte. Yo cuento con el Señor; sí, cuento con él; en su palabra he puesto mi esperanza. Anhelo al Señor más que los centinelas el amanecer, sí, más de lo que los centinelas anhelan el amanecer. Oh Israel, espera en el Señor; porque en el Señor hay amor inagotable; su redención sobreabunda. Él mismo redimirá a Israel de toda clase de pecado.

Entiendo este salmo muy bien. Siempre ha sido vinculado a mi experiencia de soldado haciendo el servicio militar obligatorio en Paterna (Valencia). Las largas vigilancias nocturnas en la soledad del puesto de guardia hay que vivirlas para saber la lentitud del tiempo. Así espero, con ese deseo que acelera mi percepción del tiempo histórico, el nuevo amanecer –la Segunda Venida del Señor Jesucristo–, cuando cese el reino del pecado, incluso en nosotros que no queremos conformarnos a su lógica malvada y destructiva que como un virus padecemos. Cuando podamos ver a Dios mirándolo a la cara en toda su gloria y en toda su luminosidad radiante.


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Una aclaración: creo que el campo semántico de ‘temer’ se ha de actualizar a la luz de la revelación de Jesús de Nazaret. A mí me parece que tendría que ser sustituido en castellano por una perífrasis: tener en consideración. Quizás también serviría respetar, pero creo que se queda corto. Salmo 134, 2-3 Levanten manos santas en oración, y alaben al Señor. Que el Señor, quien hizo el cielo y la tierra te bendiga desde Jerusalén.

Para mí desde la Nueva Jerusalén descrita en Apocalipsis 21 y 22. La vieja no es más que otra ciudad sumida en terrible violencia entre israelies y palestinos. Eso sí a suertes desiguales. Tal y como la lloró Jesús, sigue sumida en el fruto de la intolerancia, y el odio ancestral. ¡Qué pena me da la franja de Gaza!44 Muerte y destrucción de hogares. Bombardeos de civiles a ambos lados. ¡Ojalá pusiesen en marcha el ejemplo de Jesús de Nazaret unos y otros! Seres humanos que lloran a otros seres queridos fallecidos. Por eso vale la pena orar al Dios que no quiere la muerte del que muere, y ofrece vida eterna como hemos escrito. Lazos de perdón ofrecidos incluso a los enemigos.

44

Descripción sin parangón la que lleva a término Noam Chomsky en su libro

La (des)educación (Barcelona: Ed. Crítica, 2001).


256| Abba, una oración inacabada

Referencias en el libro de los Proverbios Proverbios 15, 8 El Señor detesta el sacrificio de los perversos, pero se deleita con las oraciones de los íntegros.

Concepto retributivo de la oración perteneciente a la mentalidad del Pacto. Se enfatiza el contraste mediante la figura literaria de la antítesis. Proverbios 15, 29 El Señor está lejos de los perversos, pero oye las oraciones de los justos.

Texto en paralelo con el anterior que sirve para enfatizar la misma idea. Proverbios 28, 9 Dios detesta la oración del que no hace caso de la ley.

Estas tres son las únicas referencias explícitas en todo el libro de la sabiduría popular de Israel. Quedaría gravada esta idea en la memoria colectiva del pueblo desde bien niños. Hasta este momento de la Revelación se sigue en la idea de la retribución. Jesús de Nazaret ampliará, deconstruirá, desautorizará y contextualizará a la luz de toda su compasión dicha idea. Ejemplo nos dio con la parábola del fariseo y el publicano. Debió sonar a cuerno quemado según la tradición más puritana.


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Esta figura literaria de pensamiento antitético y reiterativo nos debe hacer pensar como creyentes que las únicas oraciones oídas son las que Jesús, el justo de Dios, pueda hacer por nosotros. Estaríamos dentro de la petición de Juan capítulo 17. Su deseo de que nos proteja del maligno; de que su palabra, la verdad, nos santifique para que seamos uno tal y como ellos lo son, Padre e Hijo, y estemos protegidos por el poder del nombre del Padre del Señor Jesús. El seguirá acompañándonos con su amor constante, e inagotable, para que podamos compartirlo gratuitamente a fin de que muchos vean su gloria anterior a la creación del mundo. Otra posibilidad de comentario es que les ha salido una buena navaja para afilar la barba y el rostro de los caraduras que utilizan el nombre de Dios para sus propios fines mezquinos o interesados. Recordemos a los sacerdotes, maestros de la moral religiosa y multitudes fanatizadas con sus líderes sociales que condenaron a muerte a Cristo, el ungido de Dios. Yo he visto monedas en las que se gravaba la imagen de un dictador que decía «por la gracia de Dios». Pero no es posible validar semejante culto a sí mismo, según esta sencilla máxima escrita en este libro. No se pueden justificar guerras, matanzas, racismos, exclusiones de cualquier tipo que atenten contra el no matarás, o el no codiciarás y pensar que estamos siendo no solo oídos sino bendecidos como individuos o pueblo por ser mejores que otros. No es cierto, lo diga quien lo diga. A Pedro le dijo que guardase su espada. Ya no era un defensor violento de sus ideas religiosas sino una amable luz que invitaba a


258| Abba, una oración inacabada mirar a otros para que viesen las virtudes del Príncipe de todos los obispos, pastores o laicos. Así lo escribió en su epístola. Ninguna religión se puede atribuir el poder de la gracia de Dios, y su favor, si no pide conforme a los principios de los Diez Mandamientos. Ellos son en gran medida la base fundacional de los Derechos Humanos. Solo cuando el publicano pidió perdón, se comenzó a interesar por amar a alguien más que a algo. Ejemplo tenemos en Zaqueo compartiendo mesa con Jesús, más allá de las sombras sobrantes de los sicomoros. Este enano físico creció cuando su petición comenzó con una confesión pública de perdón, seguida de un deseo generoso de reparación del daño causado a sus semejantes. Así alejamos las actitudes en las que Dios jamás se complace cuando algunos le piden venganza y no capacidad de curación del odio que la motiva. Recordemos orar en armonía con el espíritu de compasión divino, que nos sitúa necesariamente en la lógica del perdón terapéutico –como si fuese una medicina– cuando lo ofrecemos a otros. También como antídoto cuando lo pedimos para que la culpabilidad no nos destruya nuestro amor por las relaciones personales ni los vínculos establecidos.

Referencia única en el libro de Eclesiastés Eclesiastés 5, 1-2 Cuando entres en la casa de Dios, abre los oídos y cierra la boca. […] No hagas promesas a la ligera y no te apresures a presentar tus asuntos delante de Dios. Después de todo, Dios está en el cielo, y tú estás aquí en la tierra. Por lo tanto, que sean pocas tus palabras.


Parte II: Oraciones en la Biblia Hebrea |259

Jesús aludió a este pasaje cuando enseñó a orar a sus discípulos y les dijo que no hiciesen largas oraciones de falsa autojustificación meritocrática para demostrar su apariencia de piedad pública. Esa forma de orar no agrada y no dinamiza la relación comunicativa con el Padre nuestro, y de todos. No en vano el más grande mandamiento para Israel, el Shemá, pone al creyente en modo silencio. Dios habla a tu vida porque te conoce y sabe de ti. Dios siempre nos dice lo mismo cuando toma la iniciativa de emisor: escucha, oh hijo mío, no tengas miedo; estoy contigo para amarte sin límites. Incluso para traerte de nuevo de la desintegración de tus cenizas –menudo cenizo el enemigo– hasta la recreación de los resucitados en el perenne amanecer glorioso. Escucha, hijo mío, no temas a la muerte porque yo he resucitado gracias a YHWH, el que es, será y ha de venir con su voz a darte como a tantos héroes de la fe la vida eterna. Habla, Señor mío y mi Dios, pues quiero vivir pendiente de tus mensajes de voz.

Referencia metafórica en el libro del Cantar de los Cantares La oración queda explicitada en las descripciones, ruegos, y exhortaciones que mutuamente llevan a cabo el Amado –Cristo Jesús– y la Amada –el Israel espiritual– la humanidad creyente. Es decir, el joven príncipe pastor, y la bella princesa sulamita. Se está en sintonía como libro con los evangelios en los que se vuelve a escuchar de manera explícita la oración del Hijo del Hombre por su novia, su pueblo de toda nación, tribu, lengua y pueblo.


260| Abba, una oración inacabada También por su incipiente iglesia, su viña, su rebaño, sus seguidores, discípulos y apóstoles. El Cantar se enmarca en una atmósfera de una impaciente espera por parte de la novia ante el gran acontecimiento de ser desposada por el novio. En esas idas y venidas, encuentros y desencuentros de la negociación –dote–, se destaca el gran amor que se tienen. Él la llamará esposa, amiga, pero para ella decir el Amado, o el Deseado de todas las gentes, será música celestial. Miel a su paladar. Desde esta perspectiva romántica, la humanidad por boca del personaje de la amada sulamita le expresa la siguiente petición desesperada a su Gran Pastor: Cantares 1, 4 ¡Llévame contigo, ven!

La gran esperanza prometida es una exhortación de la persona creyente a Dios. Él siempre cumple sus promesas a la humanidad. Ya queda menos, pero es el motivo por excelencia por el que nos dirigirnos a nuestro Señor Jesucristo. Ecos del último capítulo de la Biblia. Cantares 2, 16-17 Mi amado es mío, y yo soy suya. Él apacienta entre los lirios. Antes de que soplen las brisas del amanecer y huyan las sombras de la noche, regresa a mí, amor mío, como una gacela


Parte II: Oraciones en la Biblia Hebrea |261

o un venado joven sobre montes empinados.

Así acaba la revelación de Jesucristo dada a las iglesias por medio de su último apóstol vivo, Juan: «¡Ven, Señor Jesús! ¡Amén!»45. Mientras este deseado encuentro se produce –y dicha petición se lleve a término transformando nuestra realidad histórica–, conforme a la promesa de su segunda venida en gloria, poder y majestad como novio que desposará eternamente a su prometida, nosotros ¿qué debemos hacer? Ser respuesta a su oración. Se arrodilló y sudó sangre por Pedro y todos los demás amigos suyos, zarandeados como trigo por el sádico amo de este mundo, Satanás. Esta petición queda expresada magistralmente con una dulzura exquisita. Este ruego derrite de ternura nuestros más toscos sentimientos indiferentes. Esta súplica hacia el sentimiento huérfano de cualquier rostro nos interpela permanentemente. Sin más: Cantares 8, 13 Amada mía, tú que te entretienes en los jardines, tus compañeros tienen la dicha de oír tu voz. ¡Déjame oírla también!

Como dice el apóstol Pedro, de esta manera podremos mostrar a otros «la bondad de Dios […] y entrar en su luz maravillosa».46 Hay una boda que celebrar y amores eternos que disfrutar. Hay un triunfo que cantar sobre cualquier maldad. Somos la voz del cielo 45

Apocalipsis 22, 20.

46

1 Pedro 2, 9.


262| Abba, una oración inacabada en los infiernos terrestres. La salvación se encarna en los creyentes. Somos los hijos de Dios llamando al prójimo a la celebración más espectacular del universo. Somos su denominación de origen. Su publicidad. Somos presencia evangélica. Somos buenas noticias sin fin.

Referencias en el libro de Lamentaciones Lamentaciones 1, 9 Señor, mira mi sufrimiento —gime—, el enemigo ha triunfado.

Lamentaciones 1, 11 Oh Señor, mira —se lamenta— y observa cómo me desprecian.

Lamentaciones 1, 16 Por todas estas cosas lloro; lágrimas corren por mis mejillas.

Lamentaciones 1, 20 ¡Señor, mira mi angustia! Mi corazón está quebrantado y mi alma desespera porque me rebelé contra ti. En las calles la espada mata, y en casa solo hay muerte.

Lamentaciones 1, 22 Señor, mira todas sus maldades.


Parte II: Oraciones en la Biblia Hebrea |263

Castígalos como me castigaste a mí por todos mis pecados. Son muchos mis gemidos y tengo el corazón enfermo de angustia.

Lamentaciones 2, 18 ¡Lloren a viva voz delante del Señor, oh murallas de la bella Jerusalén! Que sus lágrimas corran como un río, de día y de noche. No se den descanso; no les den alivio a sus ojos.

Lamentaciones 2, 19 Levántense durante la noche y clamen. Desahoguen el corazón como agua delante del Señor. Levanten a él sus manos en oración, y rueguen por sus hijos.

Lamentaciones 2, 20 ¡Oh Señor, piensa en esto! ¿Debieras tratar a tu propio pueblo de semejante manera? ¿Habrán de comerse las madres a sus propios hijos, a quienes mecieron en sus rodillas? ¿Habrán de ser asesinados los sacerdotes y los profetas dentro del templo del Señor?

Lamentaciones 2, 22 El enemigo mató a todos los niños


264| Abba, una oración inacabada que llevé en mis brazos y crié.

Lamentaciones 3, 41-45 Levantemos nuestro corazón y nuestras manos al Dios del cielo y digamos: «Hemos pecado y nos hemos rebelado, y no nos has perdonado. »Nos envolviste en tu enojo, nos perseguiste y nos masacraste sin misericordia. Te escondiste en una nube para que nuestras oraciones no pudieran llegar a ti. Nos desechaste como a basura y como a desperdicio entre las naciones».

Lamentaciones 3, 55-60 Pero desde lo profundo del hoyo invoqué tu nombre, Señor. Me oíste cuando clamé: «¡Escucha mi ruego! ¡Oye mi grito de socorro!». Así fue, cuando llamé tú viniste; me dijiste: «No tengas miedo». ¡Señor, tú eres mi abogado! ¡Defiende mi caso! Pues has redimido mi vida. Viste el mal que me hicieron, Señor; sé mi juez y demuestra que tengo razón. Has visto los planes vengativos que mis enemigos han tramado contra mí.


Parte II: Oraciones en la Biblia Hebrea |265

Lamentaciones 5, 1-5 Señor, recuerda lo que nos ha sucedido. ¡Mira cómo hemos sido deshonrados! Se entregó nuestra herencia a extraños; nuestras casas, a extranjeros. Somos huérfanos, sin padre, y nuestras madres son viudas. Tenemos que pagar por el agua que bebemos, y hasta la leña es costosa. Los que nos persiguen nos pisan los talones; estamos agotados pero no encontramos descanso.

Lamentaciones 5, 15-16 «La alegría abandonó nuestro corazón; nuestras danzas se convirtieron en luto. Cayeron las guirnaldas de nuestra cabeza. Lloren por nosotros porque hemos pecado. Tenemos el corazón angustiado y cansado, y nuestros ojos se nublan por las lágrimas, porque Jerusalén está vacía y desolada; es un lugar donde merodean los chacales. ¡Pero Señor, tú serás el mismo para siempre! Tu trono continúa de generación en generación. ¿Por qué sigues olvidándonos? ¿Por qué nos has abandonado por tanto tiempo? ¡Restáuranos, oh Señor, y haz que regresemos a ti! ¡Devuélvenos la alegría que teníamos antes! ¿O acaso nos has rechazado por completo? ¿Todavía estás enojado con nosotros?»


266| Abba, una oración inacabada Opto por no hacer énfasis interpretativo de cada texto citado, sino que de igual forma serán comentados como un todo, pues describen el horror vivido cuando el terror y la furia se desatan contra una ciudad en época de guerra. La caída de Jerusalén en el 587 a. C. fue un baño de sangre que se podía haber evitado si se hubiese hecho caso a su profeta verdadero, Jeremías. Ya hemos hablado de la autoría equivocada respecto de las guerras históricas padecidas que Israel carga a beneficio de inventario sobre el Señor Todopoderoso. La dialéctica histórica entre el bien y el mal proceden en última instancia de la misma fuente. Esta cultura semita así lo escritura y así lo eleva a creencia. Eso sí, de manera equivocada y distorsionada cuanto menos, como ellos mismos llevarán a cabo una deconstrucción derridiana conceptual y vivencialmente, mediante otras experiencias registradas en el Tanaj. La revelación divina va en aumento hasta que el día adquiere toda su luz vital. Esta será una metáfora absoluta, metáfora de metáforas en Yeshúa de Nazaret, Hijo del Altísimo y del Hombre, Mesías enviado a deshacer las tinieblas sobre la imagen de Yahvé, el Oculto, su Abba. Su ministerio profético se asemejará en parte al del profeta llorón. Se han de salvar las distancias no tanto históricas solamente –lloró sobre la inminente destrucción del Segundo Templo a cargo de una potencia invasora, Roma– como ontológicas y salvíficas. Las Lamentaciones contienen un contenido trágico con carácter funerario. Se trata con tono apesadumbrado de concebir una elegía para la ya mencionada destrucción del Templo salomónico y


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sus adoradores, víctimas de sus propias elecciones políticas. Este canto fúnebre tiene la estructura literaria de una oración larga a fin de poder desahogarse exhaustivamente ante Dios. Llega a esbozar la pérdida como un sufrimiento indescriptible pese a la increíble fuerza plástica que adquieren sus deprimentes imágenes que hielan y petrifican los sentimientos. Estado de secuestro emocional por el impacto de la barbarie más animalizada. Hundimiento contemplativo de las acciones llevadas a término por los soldados babilonios convertidos en asesinos sanguinarios, lobos esteparios, devoradores de cualquier intrínseca imagen bondadosa divina en lo corpóreo. Militares airados, desatados y asalvajados para provocar el horror del dolor como el estado de naturaleza propio del animal humano sobre su enemigo. En atención a su composición formal las lamentaciones son tristes lamentos lamentables que solo pueden salvar las dudas del alejamiento divino mediante una apelación lacrimógena ante Adonai, Señor de Israel, para que no se autoexilie del pacto prometido a los patriarcas. Se apela desde la desesperación de un yo débil a un Tú fuerte. Se apela desde la radical necesidad salvífica humana al trono celestial de la gracia perdonadora. Se apela a Yahvé para que su actuación restauradora vuelva pronto al pueblo del exilio babilónico. El libro de Job actúa como caja de resonancia sonora con todos sus interrogantes y tono apelativo dialógico en estas oraciones. Paradójicamente, las lamentaciones ponen el acento explicativo sobre lo ocurrido en el abrazo idolátrico a la falsa religiosidad. También se ahonda en la rebeldía convertida en suicidio colectivo


268| Abba, una oración inacabada histórico. Ahora bien, entre bambalinas se sugiere la esperanza incondicional en la actuación compasiva del Dios de Abraham. Israel mediante sus profetas humaniza a Yahvé, a veces haciéndolo humano en su ira o en su indiferencia emocional, demasiado humano, pero jamás adquiere una antropomorfización a la manera helénica. No podemos leer textos proféticos ni históricos fuera del espíritu clemente y compasivo que le son propios por esencia amorosa a YHWH, pues así lo expresó ante su presencia el mismísimo Moisés y así lo registró en la Torah. Más que mostrar un Dios antropomórfico Israel nos enseña un ideal del hombre teomórfico, característica esencialmente fidedigna al dictum –así dice el Señor– pronunciado por Yahvé, mediante el profetismo hebraico. El mal nada tiene que ver con su ser porque es propio de las elecciones nacidas en el libre arbitrio de sus criaturas, cuando deciden transgredir y romper con su bondadosa presencia. La oscuridad es la ausencia de luz. El mal es la ausencia de bondad. Dios es bueno, justo y compasivo per se siempre. Ante la luz de su rostro, el mal moral desaparece y todo se ilumina de placentero bienestar. Por eso Jeremías apela a que les devuelva la alegría de vivir una verdadera vida digna de ser vivida, conforme a sus planes bondadosos que atisban un futuro esperanzador. Oramos pese a toda contingencia para no resignarnos a no alcanzar la meta. Esta consiste en conseguir los sueños de Dios para nosotros como humanidad tanto individual como colectivamente.


Capítulo VI

Los libros proféticos Referencias en el libro de Isaías Isaías 1, 15 Cuando levanten las manos para orar, no miraré; aunque hagan muchas oraciones, no escucharé, porque tienen las manos cubiertas con la sangre de víctimas inocentes.

Este texto sitúa la oración en un marco crítico y ético. Dios se desmarca de la sociedad religiosa del profeta. Les invita a seguir el vínculo con el prójimo a través del sexto mandamiento, no matar. Las respuestas divinas están vinculadas a su poder transformador a fin de asemejarnos a su Hijo, Jesucristo, que como decía Wittgenstein, es la verdadera fuente de toda ética relacional saludable.47

47

«Al final, en realidad de verdad, la ética, como superación de todo lenguaje

y asombro mudo ante lo místico, ha de ser la Palabra, el Hijo de Dios. [...] Dios Padre ha creado el mundo, Dios Hijo (o la Palabra que proviene de Dios) es lo ético»

(REGUERA,

I.

:«Wittgenstein

I:

la

filosofía

y

la

vida»


270| Abba, una oración inacabada No se puede esperar recibir atención divina para seguir pisoteando deliberadamente las condiciones de vida de personas inocentes. Dios no se encuentra en nuestras rimbombantes oraciones llenas de buenas palabras por fuera, pero nacidas de intenciones asesinas y cainitas. No solo no encuentra Israel respuestas, sino que Dios hará caso omiso de sus oraciones, no pudiendo quedar estas legitimadas ni por su forma salomónica respetuosa de levantar las manos para orar, ni mucho menos por su inmovilismo moral que era caldo de cultivo de una conducta inadecuada. Isaías 19, 20 Éste servirá de señal y de testimonio de que se adora al Señor de los Ejércitos Celestiales en la tierra de Egipto. Cuando el pueblo clame al Señor por ayuda contra quienes lo oprimen, él enviará un salvador que lo rescatará.

Israel nos sitúa siempre en relación con la historia de la salvación en un marco escatológico. Dios enviará a su Hijo para liberarnos de toda opresión histórica. Él nos rescatará definitivamente como respuesta a la oración, nacida en nuestro clamor ante la opresión que sufrimos en cualquiera de sus formas. Tener esta seguridad nos sitúa en un marco optimista, victorioso, al final de los tiempos de la humanidad sobre esta tierra, sea cual sea nuestro presente.

(https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/2045641.pdf 2016]).

[consulta:

26

julio


Parte II: Oraciones en la Biblia Hebrea |271

Isaías 19, 22b Los egipcios se volverán al Señor, y él escuchará sus súplicas y los sanará.

Toda una invitación a que su pueblo no caiga en prejuicios de superioridad étnica ni por su pasado histórico ni por su identidad religiosa. Con esta sentencia se está desplazando el foco del orgullo nacional. Se trata de toda una declaración con gran carga emocional e intencional para provocar una catarsis en la mentalidad fijista y ritualista de Israel. Por otro lado, democratiza y expande la oración como modelo de acogida incluso a pueblos históricamente enemigos. El Dios abierto que no hace acepción entre sus criaturas. La clave está en volverse desde la necesidad de ser sanado de nuestras circunstancias opresivas. Los egipcios encontrarán al Señor, pues también son personas dignas de su atención y de su salvación. Sin embargo, dado el formalismo exclusivista de la religiosidad superflua para Israel sonaba esta afirmación profética como si de un adulterio divino se tratase. Todo un lenguaje de desesperada provocación. Habían cosificado a Dios haciéndolo a imagen de su Templo, encerrándolo en su altar y demás mobiliario, oscureciendo así su carácter y sus ansias de dar vida abundante. Isaías 26, 16-17 Señor, en nuestra angustia te hemos buscado; bajo la carga de tu disciplina hemos orado. Como la mujer encinta se retuerce y grita de dolor mientras da a luz,


272| Abba, una oración inacabada así estábamos en tu presencia, Señor.

La oración sincera ante Dios engendra la vida del Espíritu. Se llena nuestra mente de buenos propósitos y óptimos planes amorosos a favor de la vida con mayúsculas. Decía Sócrates que él ayudaba a dar a luz las ideas en las mentes de sus conciudadanos atenienses al igual que su madre, comadrona o matrona, favorecía con el buen hacer de su oficio que otros seres humanos pudiesen contemplar la luz física viniendo a este mundo. Me encanta la imagen de reconocimiento a la mujer encinta. Me encanta el elogio de su sufrimiento a favor de la vida desde su corporeidad. Engendrar en la presencia de Dios equivale a expresarle nuestra angustia emocional por el peso de la vida o cuando esta se nos convierte en un peso que debemos transformar en un nuevo horizonte lleno de alegría. Así se siente una madre cuando da a luz en condiciones normales. Se llena de satisfacción plena por ser portadora de una nueva vida a la humanidad. Así se siente el Espíritu Santo cuando nos lleva a ser engendrados, mediante el nuevo nacimiento en Cristo Jesús. La mujer encinta palpa, siente, imagina y desea cambiar ontológicamente de estatus al convertirse en mamá. Sufre por haber traspasado los límites de lo personal subjetivo a lo interpersonal. Ya no es una sola sino mínimo dos en un mismo cuerpo unidos a un cordón umbilical. Esto es la oración, como metáfora de nuestro cordón umbilical que nos mantiene biológica y espiritualmente unidos. Un vínculo amoroso emocionalmente invisible, pero observa-


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ble por sus hechos incondicionales para que se desarrolle en crecimiento holístico su bebé. Así nos enriquece la oración, llevándonos de un estado de insatisfacción a uno de placidez. De riesgo alimentado por el miedo a la muerte de nuestros proyectados sentimientos en la carne de nuestra carne, los hijos, a confianza saciada, paz psicológica en presencia del abrazo materno del Altísimo. Isaías 37, 3-7 Ellos le dijeron: «El rey Ezequías dice: “Hoy es un día de dificultad, insulto y deshonra. Es como cuando un niño está a punto de nacer, pero la madre no tiene fuerzas para dar a luz. Tal vez el Señor tu Dios haya oído al jefe del Estado Mayor asirio, que fue enviado por el rey para desafiar al Dios viviente, y lo castigue por sus palabras. ¡Te rogamos que ores por los que hemos quedado!” […], el profeta respondió […], «“Esto dice el Señor: ‘No te alteres por ese discurso blasfemo que han pronunciado contra mí los mensajeros del rey de Asiria. ¡Escucha! Yo mismo actuaré en su contra…’”».

Isaías 37, 14-20 Ezequías subió al templo del Señor y desplegó la carta ante el Señor. En presencia del Señor, el rey hizo la siguiente oración: «¡Oh Señor de los Ejércitos Celestiales, Dios de Israel, tú estás entronizado entre los poderosos querubines! Sólo tú eres el Dios de todos los reinos de la tierra. Sólo tú creaste los cielos y la tierra. ¡Inclínate, oh Señor, y escucha! ¡Abre tus ojos, oh Señor, y mira! Escucha las palabras desafiantes de Senaquerib contra el Dios viviente. Es cierto, Señor, que los reyes de Asiria han destruido a


274| Abba, una oración inacabada todas esas naciones. Han arrojado al fuego los dioses de esas naciones y los han quemado. ¡Por supuesto que los asirios pudieron destruirlos, pues no eran dioses en absoluto! Eran sólo ídolos de madera y de piedra, formados por manos humanas. Ahora, oh Señor nuestro Dios, rescátanos de su poder; así todos los reinos de la tierra sabrán que sólo tú, oh Señor, eres Dios».

Isaías 37, 21-37 Isaías, hijo de Amoz, le envió a Ezequías el siguiente mensaje: «Esto dice el Señor, Dios de Israel: “Ya que oraste respecto al rey Senaquerib de Asiria, el Señor ha pronunciado estas palabras en su contra: (…) Sus ejércitos no entrarán en Jerusalén; ni siquiera lanzarán una sola flecha contra ella. No marcharán fuera de sus puertas con sus escudos ni levantarán terraplenes contra sus murallas. El rey regresará a su propia tierra por el mismo camino por donde vino. No entrará en esta ciudad —dice el Señor—. Por mi propia honra y por amor a mi siervo David, defenderé esta ciudad y la protegeré”». Esa noche el ángel del Señor fue al campamento asirio y mató a ciento ochenta y cinco mil soldados. Cuando los asirios que sobrevivieron se despertaron a la mañana siguiente, encontraron cadáveres por todas partes. Entonces Senaquerib, rey de Asiria, levantó campamento y regresó a su propia tierra. Volvió a Nínive, la capital del reino, y allí se quedó.


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Comentadas estas oraciones en sus homólogas citadas en el libro de 2 Reyes 19 y en 2 Crónicas 30-32, 1-21. Isaías 38, 1-8 Ezequías se enfermó gravemente, y el profeta Isaías, hijo de Amoz, fue a visitarlo. Le dio al rey el siguiente mensaje: «Esto dice el Señor: “Pon tus asuntos en orden porque vas a morir. No te recuperarás de esta enfermedad”». Cuando Ezequías oyó el mensaje, volvió su rostro hacia la pared y oró al Señor: «Acuérdate, oh Señor, que siempre te he sido fiel y te he servido con singular determinación, haciendo siempre lo que te agrada»; y el rey se echó a llorar amargamente. Luego Isaías recibió este mensaje de parte del Señor: «Regresa y dile a Ezequías: “Esto dice el Señor, Dios de tu antepasado David: ‘He oído tu oración y he visto tus lágrimas. Te añadiré quince años más de vida y te rescataré del rey de Asiria junto con esta ciudad. Así es, defenderé esta ciudad’”. Esta es la señal del Señor para demostrar que cumplirá lo que ha prometido: “¡Haré retroceder diez grados la sombra del sol en el reloj solar de Acaz!”». Así que la sombra se movió diez grados hacia atrás en el reloj solar.

Isaías 38, 14b-20 Se me cansaban los ojos de mirar al cielo en busca de ayuda. Estoy en apuros, Señor. ¡Ayúdame! Pero ¿qué podía decir? Pues él mismo envió esta enfermedad. Ahora caminaré con humildad durante el resto de mis años a causa de esta angustia que he sentido.


276| Abba, una oración inacabada Señor, tu disciplina es buena, porque lleva a la vida y a la salud. Tú restauras mi salud y me permites vivir! Sí, esta angustia ha sido buena para mí, porque me has rescatado de la muerte y has perdonado todos mis pecados. Pues los muertos no pueden alabarte; no pueden levantar la voz en alabanza. Los que bajan a la tumba ya no pueden esperar en tu fidelidad. Sólo los vivos pueden alabarte como yo lo hago hoy. Cada generación le habla de tu fidelidad a la siguiente. Imagínense: el Señor está dispuesto a sanarme. Cantaré sus alabanzas con instrumentos todos los días de mi vida en el templo del Señor.

Comentadas estas oraciones en sus homólogas citadas en el libro de 2 Reyes 20, 2-5 y 2 Crónicas 32, 24. Isaías 45, 20 ¡Qué necios son los que llevan consigo sus ídolos de madera y dirigen sus oraciones a dioses que no pueden salvarlos!

Es obvio lo que dice el profeta de parte del Señor. Lo difícil es aceptarlo. Hay un deseo de representar lo divino en el ser humano, para acercar al Invisible, y poderlo manipular desde el tacto, invocarlo con los ojos físicos, y no ejercitar los de la fe. Hay, ha habido y habrá siempre religiones que expresan sus rituales utilizando esas


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imágenes, producto del arte humano, sacándolas a pasear con las masas enfervorecidas. Le dan un rol de acercamiento a la divinidad de manera representativa, sustitutoria e intercesora entre el mundo visible nuestro y la invisibilidad espiritual. Contra esta línea de pensamiento no solo se opone Isaías sino Pablo en Éfeso, al criticar las imágenes escultóricas metálicas de Diana. También el padre de la Reforma protestante, Lutero, y todos sus herederos, entre los que me encuentro formando parte de la comunidad de creyentes adventistas del séptimo día. Sin embargo, ¿qué diría hoy el profetismo hebreo contra las esculturas de imágenes en 3D, ofrecidas en plasma o LED? ¿Qué diría del culto permanente a las imágenes colgadas en Instagram de seres humanos endiosados por la fama pasajera del instante? Si fuésemos una flor, elegiríamos ser un mítico «Narciso» griego atrapado en la cámara cristalina de un iPhone última generación. Esta servidumbre encadena nuestra mentalidad colectiva a una actitud creadora y consumidora de ídolos contemporáneos. La serpiente cambia de piel, pero no de naturaleza. Ofrendamos nuestro tiempo a estos seres del entretenimiento de masas, consumiendo cual espectador de la caverna platónica nuestro cotidiano vivir. No apaguemos nuestra sed en aguas que no calman el deseo de eternidad y de libertad auténtica. Satisfagamos la necesidad de participar en actos de adoración con quien nos ha hecho, para sentirnos uno en una dimensión superior de interdependencia mutua. Él es el Creador de la vida. Nosotros criaturas que participan de la misma. Solo el Hijo de Dios que sufrió la muerte, y ha resucitado para vida eterna, puede


278| Abba, una oración inacabada hacernos el inmenso regalo de salvarnos de la muerte eterna. Solo él sabe transitar ese camino que guía a la verdadera experiencia alegre de vivir en otro mundo posible. Adorar es conceder reconocimiento, atención, y nuestro tiempo, a alguien porque su acción a favor nuestro lo hace digno de ello. Solo Jesús de Nazaret en su gloria –junto al Padre celestial– puede hacernos capaces de ser verdaderos y felices adoradores en el Espíritu Santo sin decepcionarnos ni corrompernos, sin histerias ni desmayos ni estridencias colectivas. Solo él puede recibir adoración en forma de oración sin esclavizar, tiranizar ni instrumentalizar a ningún humano, pues por lo que sufrió ha aprendido a amarnos para que seamos la mejor versión de nosotros mismos. Esa es la verdadera adoración que muchos jóvenes, y mayores, buscan desesperadamente sin saberlo tras el pulgar en cada instantánea desenfocando segundo a segundo su autoconcepto. Trágica suerte infértil a ojos de la transcendencia la del ser humano convertido en adorador adorado. No hay idolatría más seductora que esta, pero tampoco tan fatídica en el día de Jesucristo –su segunda venida– cuando reclame este mundo para su gloria eterna como juez del universo. Desde esta perspectiva sigue nuestro profeta Isaías motivándonos a llamar al Dios invisible. Isaías 56, 7 Los llevaré a mi monte santo de Jerusalén y los llenaré de alegría en mi casa de oración. […] porque mi templo será llamado casa de oración para todas las naciones.


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La acción de Dios confluye en un encuentro profetizado, que se da en el futuro en la ciudad de Jerusalén. Además, tiene carácter universal. La máxima que se destaca a través del profeta es la alegría. La casa de Dios, su templo, Cristo mismo, enseñará que la religión es un compromiso con la oración. Hablar con Dios llena de vida y sentido nuestra mente. Dios celebra con fiesta existencial cada vez que se encuentran en su casa personas de todos los continentes. Así se cumple en presente continuo la gran comisión. Con esta se despidió de sus discípulos. La iglesia es un espacio de adoración, comunión, fraternidad; no va de edificios artísticos majestuosos, sino de vínculos fraternales nacidos para gloria de Dios. Somos destellos de su esencia expresados en vivencias. Jesús hizo un uso de esta profecía contra el abuso de los que habían distorsionado la finalidad del Templo, y, por lo tanto, de lo sagrado. Isaías 58, 6-9 «¡No! Esta es la clase de ayuno que quiero: pongan en libertad a los que están encarcelados injustamente; alivien la carga de los que trabajan para ustedes. Dejen en libertad a los oprimidos y suelten las cadenas que atan a la gente. Compartan su comida con los hambrientos y den refugio a los que no tienen hogar; denles ropa a quienes la necesiten y no se escondan de parientes que precisen su ayuda. Entonces su salvación llegará como el amanecer, y sus heridas sanarán con rapidez;


280| Abba, una oración inacabada su justicia los guiará hacia adelante y atrás los protegerá la gloria del Señor. Entonces cuando ustedes llamen, el Señor les responderá. “Sí, aquí estoy”, les contestará enseguida. Levanten el pesado yugo de la opresión; dejen de señalar con el dedo y de esparcir rumores maliciosos. Alimenten a los hambrientos y ayuden a los que están en apuros. Entonces su luz resplandecerá desde la oscuridad, y la oscuridad que los rodea será tan radiante como el mediodía. El Señor los guiará continuamente, les dará agua cuando tengan sed y restaurará sus fuerzas. Serán como un huerto bien regado, como un manantial que nunca se seca».

Sobran las palabras y se precisan acciones compasivas. Cruz Roja, ADRA, Caritas, Ayuda en Acción, UNICEF… y muchísimas otras ONG que invierten capital humano y económico en favorecer desde la más absoluta generosidad sus proyectos filantrópicos, sean de la convicción ideológica que sean, todos ellos respetables. Las parábolas escatológicas del juicio se dirimen en clave ética no ideológica. El segundo mandamiento48 en boca del Señor Jesucristo igualado en autoridad moral con el primero.

48

Mt 22, 37 «Jesús contestó: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con

toda tu alma y con toda tu mente”. Este es el primer mandamiento y el más importante. Hay un segundo mandamiento que es igualmente importante: “Ama


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Isaías 59, 1-2 ¡Escuchen! El brazo del Señor no es demasiado débil para no salvarlos, ni su oído demasiado sordo para no oír su clamor. Son sus pecados los que los han separado de Dios. A causa de esos pecados, él se alejó y ya no los escuchará.

El profeta denuncia el statu quo sociopolítico del pueblo de Israel en el s. VIII a.C. Critica el abuso de poder que sufren los más desfavorecidos. Critica la falta de amor por la ley divina. Han pisoteado los Diez Mandamientos. Esa transgresión genera desigualdad, opresión, asesinatos, mentiras, calumnias y denuncias injustas en tribunales desahuciados de la justicia y del derecho. La corrupción, el poder del dinero que compra jueces, la violencia estructural del sistema de clases socioeconómicas que lo dominan todo desde la crueldad de la ley del fuerte, esclavizando y marginando colectivos, evitan una dinámica de encuentro entre Dios y su pueblo. Evitan un período de paz. Dios se aleja por respeto a la libertad de sus criaturas que no se rigen por sus leyes religiosas de carácter ético. Le sobran las leyes cultuales que sirven de falsa autoconciencia para creerse puros. A Dios se le encuentra en el rostro del necesitado de pan y afecto; de justicia y solidaridad. Es decir, poniendo en el plano sociorreligioso sus mandamientos como

a tu prójimo como a ti mismo”. Toda la ley y las exigencias de los profetas se basan en estos dos mandamientos.»


282| Abba, una oración inacabada acciones que guían las relaciones del sistema. La persona es el centro y no su pertenencia a un pueblo, nación o religión. Lejos de Dios, las oraciones se convierten en palabrería supersticiosa del

homo religiosus. Ecos de voz sin destinatario que son tragados por la inmensidad del espacio gravitatorio terráqueo. No transcienden y evitan la posibilidad de la respuesta divina. Ahora bien, quizá el «escuchen» del profeta Isaías no solo es explicativo de la queja del pueblo sobre el silencio divino sino también una motivación para que se arrepientan de ese estilo de vida, y vuelvan desde el trato con el prójimo a actualizar la presencia de Dios en sus vidas. Así Dios se hará voz y acción al unísono. Así las oraciones trascenderán más allá de nuestro cielo hasta el Padre celestial. Isaías 62, 1-2 Debido a que amo a Sión, no me quedaré quieto. Debido a que mi corazón suspira por Jerusalén, no puedo quedarme callado. No dejaré de orar por ella hasta que su justicia resplandezca como el amanecer y su salvación arda como una antorcha encendida.

Ecos de exiliados a Babilonia –como Nehemías y Esdras– que volvieron debido a sus oraciones, dándole cumplimiento a esta profecía que llega a su máxima expresión con el ministerio mesiánico de Jesús de Nazaret. Su punto álgido cuando llora por ella al no conocer su tiempo de visitación.


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Isaías 62, 6-7 Oh Jerusalén, yo he puesto centinelas en tus murallas; ellos orarán continuamente, de día y de noche. No descansen, ustedes que dirigen sus oraciones al Señor. No le den descanso al Señor hasta que termine su obra, hasta que haga de Jerusalén el orgullo de toda la tierra.

La insistencia de orar sin cesar del Nuevo Pacto ya aparece en este pasaje. Orar para colaborar en la obra que Dios quería ver realizada en su pueblo. Jerusalén repeliendo milagrosamente un ataque sin precedentes. No con ejército ni con fuerza, sino mediante la petición de su rey Ezequías y el propio profeta Isaías. Ecos futuros mediante saltos diacrónicos en el tiempo que nos sitúan en Getsemaní, haciendo de Jerusalén, ciudad de referencia para toda la tierra. Isaías 63, 15-19 Señor, mira desde el cielo; míranos desde tu santo y glorioso hogar. ¿Dónde están la pasión y el poder que solías manifestar a nuestro favor? ¿Dónde están tu misericordia y tu compasión? ¡Ciertamente tú sigues siendo nuestro Padre! Aunque Abraham y Jacob nos desheredaran, tú, Señor, seguirías siendo nuestro Padre. Tú eres nuestro Redentor desde hace siglos. Señor, ¿por qué permitiste que nos apartáramos de tu camino? ¿Por qué nos diste un corazón terco para que dejáramos de temerte?


284| Abba, una oración inacabada Regresa y ayúdanos, porque somos tus siervos, las tribus que son tu posesión más preciada. Por poco tiempo tu pueblo santo poseyó tu lugar santo, y ahora nuestros enemigos lo han destruido. Algunas veces parece como si nunca te hubiéramos pertenecido; es como si nunca hubiéramos sido conocidos como tu pueblo.

Se invoca a Dios para que ponga su mirada sobre su pueblo Israel desde el cielo, lugar de su santidad gloriosa. Además, el profeta se hace eco de las preguntas que apelan a los atributos más significativos de Dios: su pasión y poder para beneficiarlos como depositarios históricos de su misericordia y compasión. Para ellos Dios es por encima de todo Padre y Salvador que lleva a su pueblo de las contingencias históricas a la perenne eternidad de su existencia. Por otro lado, Isaías reconoce la asimetría de nuestra naturaleza rebelde a sus propuestas de amor, hechas voz y susurros preñados de conocimiento a fin de convertirlos en sus servidores. Tras entonar el mea culpa de la infidelidad y la desmemoria colectiva, se apela al legado histórico de la promesa hecha a los patriarcas para que Dios se haga presencia a través de la oración. Se le pide ayuda contra los enemigos que destruyen el Templo. Isaías 65, 16 Todos los que invoquen una bendición o hagan un juramento lo harán por el Dios de la verdad. Dejaré a un lado mi enojo y olvidaré la maldad de los tiempos pasados.


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Dirigirse a Dios implica recibir bendiciones verdaderas. No hay lugar a dudas, especulaciones, o falsas interpretaciones. No hay cabida a un politeísmo absurdo y engañoso. Dios es el Dios vivo. Jesucristo es el camino, la verdad y la vida auténtica. Dios es como Jesús de Nazaret no como el Dios enfadado y cruel que a veces nos han pintado. YHWH deformado parecería ser una imagen muy alejada de Jesús de Nazaret, Dios con Dios e Hijo de Dios. YHWH no deformado es Jesús de Nazaret, encarnado, muerto, resucitado, aparecido, ascendido y glorificado junto a Dios Padre, inmensamente rico en perdón y garante de la justicia eterna en base a la ley del amor. Nunca ningún tiempo pasado fue mejor porque todo ser humano padece los mismos dolores y sus vidas están marcadas por idéntica fragilidad trágica que desemboca en la no permanencia en el ser. Tampoco desde un punto de vista no tanto historicista –como apunta el texto–, sino psicológico lleva a nada recrearse en pensamientos de culpabilidad, pues son como termitas que carcomen nuestra fe en el perdón de Dios y en su voluntad de concedernos nuevas oportunidades a nivel histórico, pero también con la suma de canas que adornan nuestro discurrir transitorio. Isaías 65, 24-25 Les responderé antes que me llamen. Cuando aún estén hablando de lo que necesiten, ¡me adelantaré y responderé a sus oraciones! El lobo y el cordero comerán juntos. El león comerá heno, como el buey;


286| Abba, una oración inacabada pero las serpientes comerán polvo. En esos días, nadie será herido ni destruido en mi monte santo. ¡Yo, el Señor, he hablado!

Isaías acaba poniendo en boca del propio Dios su gran deseo de comunicación solícita con su pueblo histórico y actual. Trasfiere la imagen de estar volcado sobre nuestras necesidades de manera simultánea. Somos los receptores de sus acciones que van por delante de nosotros como humanidad para facilitarnos un nuevo hogar donde todo sea conforme al plan original del Creador y no conforme a los deseos engañosos de su enemigo que alteró su creación y nos sometió a la maldición de la violencia. Alteró todo el ecosistema creado para sus criaturas, y en especial a su obra maestra, el ser humano, creando distancias físicas salvables por fe en la oración de petición. Dios vela por nosotros desde siempre, ahora y por la eternidad, preparándonos cielos nuevos y una tierra nueva, en la que el mal no tendrá presencia nunca más. Así se encarga Isaías de anunciarlo gráficamente con una imagen poderosísima del mundo animal. La ley del fuerte y del depredador no existirá, sino más bien todo lo contrario, la vida armónica en completa convivencia pacífica de los ahora enemigos naturales. Ese es el milagro y esa ha de ser nuestra petición. ¡Qué venga su reino como nos enseñó Jesús, el Mesías Príncipe! Él se adelantó encarnándose para hermanarse con nosotros, morir por nuestras culpas y resucitar para ofrecernos la victoria ganada a nuestro favor. Dios en Cristo va delante como respuesta a nuestra más íntima necesidad emocional, física y existencial. Dios en Cristo va delante preparándonos


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ese hermoso hogar donde su gloria todo lo llenará de plena felicidad.

Referencias en el libro de Jeremías Jeremías 2, 27-29 A una imagen tallada en un trozo de madera le dicen: «Tú eres mi padre». A un ídolo esculpido en un bloque de piedra le dicen: «Tú eres mi madre». Me dan la espalda, pero durante tiempos difíciles me suplican: «¡Ven y sálvanos!». Pero ¿por qué no invocas a esos dioses que has fabricado? Cuando lleguen los problemas, ¡que ellos te salven si pueden! Pues tú tienes tantos dioses como ciudades hay en Judá. ¿Por qué me acusas de hacer el mal? Ustedes son los que se han rebelado —dice el Señor—.

Cualquier religión basada en imágenes del tipo que sean está abocada al fracaso. No podemos menospreciar el mandamiento de hacernos imágenes sustitutorias porque son inútiles. Nada puede ocupar el lugar que nuestro Creador nos reclama. Estar vinculado a Él no pasa por adorar esculturas físicas como hacía en momentos de rebeldía el Israel de la época del profeta.


288| Abba, una oración inacabada Jeremías 7, 16-19 Jeremías, no ores más por este pueblo. No llores ni ores por ellos y no me supliques que los ayude, porque no te escucharé. ¿Acaso no ves lo que están haciendo en las ciudades de Judá y en las calles de Jerusalén? ¡Con razón estoy tan enojado! Mira cómo los hijos juntan leña y los padres preparan el fuego para el sacrificio. Observa cómo las mujeres preparan la masa para hacer pasteles y ofrecérselos a la reina del cielo. ¡Y derraman ofrendas líquidas a sus otros dioses-ídolos! ¿Soy yo al que ellos perjudican? —pregunta el Señor—. Más que nada se perjudican a sí mismos, para su propia vergüenza.

Un Dios así qué debe sentir. Ver como su pueblo, la niña de sus ojos, los sentimientos de amor que atesora en sus entrañas quedan vilipendiados por el fanatismo idólatra. El hombre religioso inventa formas de acceder a dioses y diosas mediante ofrendas líquidas. Actualmente la posmodernidad también exige formas de pensamiento líquido, que la mayoría de las veces pone como dogma el antropomorfismo descreído. Se niega al Dios de Jesús por considerarlo un ser que coarta la libertad y nos convierte en heterónomos. Nuestra ética autónoma paradójicamente nos ofrece una imagen de libertad sacrosanta, divina. Sin embargo, la ética no puede salvarnos de la necesidad de establecer un vínculo afectivo espiritual. Es importante pero no determinante. Ecos del mito del eterno retorno de la rebelión humana ante Dios. Samuel ya lo había vivido para su propia tristeza con Saúl. Duras, muy duras palabras si algún día las tuviésemos que oír de


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nuevo. Dios ama más y mejor que nosotros. No caeré en la desvergüenza de cuestionar este mensaje ni al Señor. No me perjudicaré con falsa hipocresía a mí mismo. Soy mucho peor amando a su pueblo que su profeta o Él. No pueden nuestras oraciones intercesoras ir más allá de cierto límite que solo Dios conoce. La libertad humana convertida en tozudez es irritante cuando de menospreciar a Dios –garante de todo lo bueno– se trata. Jeremías 10, 23-24 Yo sé, Señor, que nuestra vida no nos pertenece; no somos capaces de planear nuestro propio destino. Así que corrígeme, Señor, pero, por favor, sé tierno; no me corrijas con enojo porque moriría.

Es importante en la vida contar con unos conocimientos que nos sitúan ante nosotros mismos, y ante nuestra sociedad como personas cualificadas. Sin embargo, el profeta destaca como más importante la sabiduría del límite. ¡Qué importante es la razón fronteriza! Acuden ecos a mi mente de la filosofía de Eugenio Trías, pero resuenan de otra manera sus conceptos en mis oídos creyentes. Sabemos nuestros límites: nuestra mortalidad absorbida por la vida eterna ofrecida en Jesucristo. Tampoco muchos son capaces de vivir sus sueños por las luchas fratricidas y homicidas en las que han sido condicionados por las guerras políticas; por las propias adicciones a sustancias químicas o a las nuevas tecnologías que pueden acabar atrofiándonos. Nos roban los planes de vivir una


290| Abba, una oración inacabada vida digna. Cualquier noticiario da buena fe de ello. Huracanes que arrasan todo a su paso tanto física como espiritualmente. Delante de nuestra propia estupidez que nos aleja del destino planificado por Dios para sus hijos e hijas, el profeta en un acto de entrega sin parangón le suplica a YHWH que lo corrija con toda la ternura que de su naturaleza divina se deriva. Un trato afectuoso surge más y mejor efecto cuando se nos dicen los defectos que debemos enmendar. Como profesional de la educación sigo esta pauta cada vez que uno de mis alumnos, y de mis hijos, se equivoca. Corregir implica no destruir, sino rectificar la tendencia o acción equivocada que nos destruye o paraliza avanzar hacia un destino inmejorable. Jeremías 11, 14 Jeremías, no ores más por este pueblo. No llores ni pidas por ellos porque yo no los escucharé cuando clamen a mí en su angustia.

Este libro es una buena prueba de la importancia que Dios concede a nuestras oraciones. El Señor le pide a Jeremías que su amor por Israel no le produzca más dolor ni que sus ojos se encharquen. Dios pone límite a la angustia de su profeta, descargándolo de la más antipática de sus funciones: la oración intercesora por la rebelión de los seres queridos, nuestros conciudadanos, familiares, y amigos. Dios quiere que la oración sea relación recíproca, ya que Él no se considera a sí mismo de manera reduccionista, ni su actuación queda exclusivamente acotada a una sola función egoísta:


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nuestra petición de emergencia. Dios no asume el rol que al hombre le interesa, sino que desea hacerse atractivo e interesante más allá de nuestras situaciones emergentes en la emergencia. Jeremías 11, 20 Oh Señor de los Ejércitos Celestiales, tú juzgas con justicia, y examinas los secretos y los pensamientos más profundos. Déjame ver tu venganza contra ellos, porque te he entregado mi causa.

En primer lugar, en el cielo que Dios habita no hay tribunales corruptos, sino justicia de la buena, sin favoritismos de ningún tipo. Allí no se ha desahuciado ni dejado de lado los criterios divinos que se atienen a su propia ley de amor. Allí nuestra causa es examinada con indiferencia de los prejuicios ideológicos, personales, raciales y demás variedad humana que nos hacen daño aquí, convirtiéndonos unos a otros en enemigos. Allí la venganza es reivindicar la ley de la vida justa, buena, amorosa y pacífica. La vida de Jesucristo es el paradigma y un buen ejemplo histórico en el que fijarnos. Un violento que odie no tiene cabida ni lugar pues viviría un insufrible castigo sin poder hacer sus crímenes, bajo la poderosa verdadera justicia divina incorruptible en sí misma, y garante de todo derecho legítimo. De ahí la expectativa del profeta llorón de que Dios puede examinar los secretos más íntimos y profundos de nuestra interioridad. No hay anillo de Giges que nos convierta en invisibles ante Dios. Lo secretos serán perdonados y borrados, pero


292| Abba, una oración inacabada no quedan ocultos a su escrutinio en el día de Jesucristo, según el apóstol Pablo. Jeremías 14, 11 Luego el Señor me dijo: —Ya no ores más por este pueblo. Cuando ellos ayunen no les prestaré atención. Cuando me presenten sus ofrendas quemadas y las ofrendas de grano, no las aceptaré. En cambio, los devoraré con guerra, hambre y enfermedad.

Más de lo mismo. Hartazgo divino ante la vaciedad ritualista de la religiosidad hipócrita. Jeremías 14, 19-22 Señor, ¿has rechazado por completo a Judá? ¿Verdaderamente odias a Jerusalén? ¿Por qué nos has herido sin la menor esperanza de recuperarnos? Esperábamos paz, pero la paz no llegó; esperábamos un tiempo de sanidad, pero solo encontramos terror. Señor, confesamos nuestra maldad y también la de nuestros antepasados; todos hemos pecado contra ti. Por el honor de tu fama, Señor, no nos abandones; no deshonres tu propio trono glorioso. Por favor, recuérdanos, y no rompas tu pacto con nosotros. ¿Puede alguno de los inútiles dioses ajenos enviarnos lluvia? ¿O acaso cae del cielo por sí misma? No, tú eres el único, ¡oh Señor nuestro Dios!


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Solo tú puedes hacer tales cosas. Entonces esperaremos que nos ayudes.

¿Preguntas injustas? ¿Preguntas incómodas? ¿Preguntas distorsionadas para nuestra imagen del Dios de Jesús? ¿Preguntas dudosas? ¿Preguntas tautológicas? El ser humano que sufre necesita vaciar su dolor ante las posibilidades que Dios posee para revertir su malestar. Jeremías confiesa la frustración que siente por las expectativas no realizadas. Asume su pecado y el de su pueblo en confesión, pero no quiere imaginarse ni puede a Israel abandonado definitivamente por el Dios del Pacto. El hombre falla, pero YHWH permanece fiel a sí mismo por amor a su glorioso Nombre. Jeremías apuesta por la esperanza y la espera en la ayuda divina. Solo Dios es capaz de dar bien por mal. Solo su amor engendra vida única y auténtica que nos vuelve a recordar lo importante que somos para Dios. Él nos tiene en su memoria eterna, más allá de nuestras vidas incoherentes sumidas en absurdas y extrañas contingencias. Jeremías 15, 10-21 Luego dije: —¡Qué aflicción tengo, madre mía! ¡Oh, si hubiera muerto al nacer! En todas partes me odian. No soy un acreedor que pretende cobrar ni un deudor que se niega a pagar; aun así todos me maldicen. El Señor respondió:


294| Abba, una oración inacabada —Yo cuidaré de ti, Jeremías; tus enemigos te pedirán que ruegues a su favor en tiempos de aflicción y angustia. ¿Puede un hombre quebrar una barra de hierro que proviene del norte o una barra de bronce? Sin que a ellos les cueste nada, entregaré tus riquezas y tesoros a tus enemigos como botín, porque el pecado corre desenfrenado en tu tierra. Les diré a tus enemigos que te lleven cautivo a una tierra extranjera. Pues mi enojo arde como un fuego que quemará para siempre.

El profeta padece “bullying” espiritual por sus contemporáneos religiosos. Se queja hasta el punto de no desear haber vivido. La vida le pesa. Dios le promete protección contra sus enemigos más allá de lo desesperante de su situación actual. Dios se implica en primera persona para cuidar con sus recursos infinitos a su fiel amigo finito. Luego dije: —Señor, tú sabes lo que me sucede. Por favor, ayúdame. ¡Castiga a mis perseguidores! Por favor, dame más tiempo; no dejes que muera joven. Es por tu causa que sufro. Cuando descubrí tus palabras las devoré; son mi gozo y la delicia de mi corazón, porque yo llevo tu nombre,


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oh Señor Dios de los Ejércitos Celestiales. Nunca me uní a la gente en sus alegres banquetes. Me senté a solas porque tu mano estaba sobre mí y me llené de indignación ante sus pecados. ¿Por qué, entonces, continúa mi sufrimiento? ¿Por qué es incurable mi herida? Tu ayuda parece tan incierta como el arroyo estacional, como un manantial que se ha secado. Esto responde el Señor: —Si regresas a mí te restauraré para que puedas continuar sirviéndome. Si hablas palabras beneficiosas en vez de palabras despreciables, serás mi vocero. Tienes que influir en ellos; ¡no dejes que ellos influyan en ti! Pelearán contra ti como un ejército en ataque, pero yo te haré tan «seguro como una pared de bronce fortificada. Ellos no te conquistarán, porque estoy contigo para protegerte y rescatarte. ¡Yo, el Señor, he hablado! Sí, te mantendré a salvo de estos hombres malvados; te rescataré de sus manos crueles.

No hay frase más poderosa que saber que Dios está con uno, pese a lo doloroso que pueda sernos el presente. Promete victoria sobre el enemigo cruel. Así sucedió en la vida del profeta. Así puede ocurrir en nuestra historia personal. Dios nos restaura al generar con su compromiso un estado mental positivo en nosotros.


296| Abba, una oración inacabada Ni la muerte ni la depresión pueden derrotarnos definitivamente, aunque se nos dañe con ahínco. Dios nos convierte en supervivientes de los infiernos que los hombres crean. La crueldad de los hombres malvados, la corte del rey, no tuvo ni siquiera la última palabra en la situación tan terrible que afrontó Jeremías en la cisterna del patio del palacio cuando el agua le llegaba hasta el cuello. Dios se valió de hombres piadosos para rescatarlo con la máxima delicadeza posible. Jeremías 29, 11-14 Esto dice el Señor: «Ustedes permanecerán en Babilonia durante setenta años; pero luego vendré y cumpliré todas las cosas buenas que les prometí, y los llevaré de regreso a casa. Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza. En esos días, cuando oren, los escucharé. Si me buscan de todo corazón, podrán encontrarme. Sí, me encontrarán —dice el Señor—. Pondré fin a su cautiverio y restableceré su bienestar. Los reuniré de las naciones adonde los envié y los llevaré a casa, de regreso a su propia tierra».

Daniel oró por sabiduría para entender esta profecía. Buscó a Dios de todo corazón y con plena determinación. Dios fue fiel a su promesa de dejarse encontrar como la brújula al polo. El Señor se hizo eco de las oraciones de los exiliados que anhelaban un regreso a Jerusalén para reconstruir sus murallas y volver a adorar en el segundo Templo. Planes de bien y no de mal


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para darles un futuro color esperanza. Planes para transformar la vergüenza de un pueblo en dignidad sociorreligiosa. No hay nada que nos dé mayor identidad que nuestro hogar de la infancia por mundo que recorramos. Jeremías 32, 16-24 Después que le di los documentos a Baruc, oré al Señor: «¡Oh Señor Soberano! Hiciste los cielos y la tierra con tu mano fuerte y tu brazo poderoso. ¡Nada es demasiado difícil para ti! Muestras un amor inagotable a miles, pero también haces recaer las consecuencias del pecado de una generación sobre la siguiente. Tú eres el Dios grande y poderoso, el Señor de los Ejércitos Celestiales. Tú posees toda la sabiduría y haces grandes y maravillosos milagros. Ves la conducta de todas las personas y les das lo que se merecen. Realizaste señales milagrosas y maravillas en la tierra de Egipto, ¡cosas que se recuerdan hasta el día de hoy! Y sigues haciendo grandes milagros en Israel y en todo el mundo. Así has hecho que tu nombre sea famoso hasta el día de hoy. Tú sacaste a Israel de Egipto con señales poderosas y maravillas, con mano fuerte y brazo poderoso, y con un terror aplastante. Le diste al pueblo de Israel esta tierra que habías prometido hace mucho tiempo a sus antepasados, tierra donde fluyen la leche y la miel. Nuestros antepasados vinieron, la conquistaron y vivieron en ella, pero rehusaron obedecerte o seguir tu palabra. No hicieron nada de lo que les ordenaste. Por eso enviaste este terrible desastre sobre ellos. ¡Miren cómo han construido rampas de asalto contra las murallas de la ciudad! Por medio de guerra, hambre y enfermedad la ciudad será entregada a los babilonios, que la conquistarán. Todo


298| Abba, una oración inacabada ha sucedido tal como lo dijiste. Y aun así, oh Señor Soberano, me has ordenado comprar el terreno —hasta pagué mucho dinero en presencia de estos testigos— aunque la ciudad pronto será entregada a los babilonios».

Me llama la atención la manera de estructurar el mensaje que se le envía a Dios como receptor del mismo. En primer lugar, se destaca el poder del Señor como creador de lo visible, cielos y tierra. Después, se pone el énfasis en que nada es demasiado difícil para él, aunque para nosotros como para Jeremías fuese un imposible humanamente hablando. Se apela a su amor inagotable como la luz del Sol que lo llena todo. Se le reconoce todo el poder que se deriva de esa su esencia: la sabiduría. En segundo lugar, necesitamos cuando oramos convencernos a nosotros mismos de lo siguiente: Dios no ha sido en el pasado ni lo es ni lo será en el futuro, indiferente a nuestro devenir histórico. Orar desde la memoria individual, pero también de la colectiva como comunidad de creyentes, como pueblo o iglesia. Recordar sus hechos prodigiosos en nuestro favor. Finalmente, dar pasos concretos de fe para transmitir esperanza pese a la crudeza de las circunstancias que describe. Se trata de vivir con miras puestas en la voluntad transmitida por el Eterno. Tener la seguridad de que la peor de las situaciones pasará, incluso cuando estemos bajo sus efectos devastadores. Jeremías pone su dinero al servicio del mensaje divino. No busca su beneficio, sino crear un estado de confianza en que Dios


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hará que su Palabra se cumpla, aunque sea incomprensible para el hombre sumido en la dinámica de la lógica de los imperios. Jeremías 33, 2-3 Esto dice el Señor, el Señor que hizo la tierra, que la formó y la estableció, cuyo nombre es el Señor: pídeme y te daré a conocer secretos sorprendentes que no conoces acerca de lo que está por venir.

El Señor nos invita a descubrir mediante la oración de petición su sabiduría para corregir nuestras falsas suposiciones. Se presenta como el Creador capaz de ayudarnos a obtener verdadero conocimiento. Su fuente es inagotable. Curación para nuestra soberbia intelectual. Reto apasionante para no andar a tientas sobre la meta a la que nos dirigimos como humanidad. Además, relación dialéctica. Respuesta garantizada. Desea profundamente que mantengamos esa dependencia familiar para vernos crecer paso a paso resolviendo

la

angustia

de

la

incertidumbre

histórica

o

autobiográfica. Jeremías 37, 3-4 No obstante, el rey Sedequías envió a Jehucal, hijo de Selemías, y al sacerdote Sofonías, hijo de Maaseías, a pedirle a Jeremías: «Por favor, ora por nosotros al Señor, nuestro Dios». Todavía no habían encarcelado a Jeremías, por lo tanto, se movía con total libertad entre la gente.


300| Abba, una oración inacabada Concreción de una promesa hecha a Jeremías. Sus enemigos serían vencidos religiosamente por cuanto el único Dios vivo, y Señor de Israel, tenía una relación estrecha de estar y ser con su profeta. Estas respuestas, precisas y concretas potencian nuestra admiración, amor y confianza en el Dios de Jesús de Nazaret. Jeremías 42, 1-4 Entonces los líderes guerrilleros, incluidos Johanán, hijo de Carea, y Jezanías, hijo de Osaías, junto con todo el pueblo, desde el menos importante hasta el más importante, se acercaron a Jeremías el profeta y le dijeron: —Por favor, ora al Señor tu Dios por nosotros. Como puedes ver, somos un pequeño remanente comparado con lo que éramos antes. Ora que el Señor tu Dios nos muestre qué hacer y adónde ir. —Está bien —contestó Jeremías—, oraré al Señor su Dios, como me lo han pedido, y les diré todo lo que él diga. No les ocultaré nada.

Esta debería de ser la disposición de corazón correcta para hablar con Dios pidiendo dirección y ocupación. Bajar a Egipto o permanecer en Israel teniendo miedo a las posibles represalias por considerarlos culpables de sedición contra los babilonios. Jeremías no desiste de la misión encomendada, pero advierte que será transparente en decir la voluntad de Dios, y no decirles lo que deseen oír, según sus preferencias preconcebidas. Jeremías 42, 19-22 «Escuchen, ustedes que forman el remanente de Judá. El Señor les ha dicho: “¡No se vayan a Egipto!”. No olviden la advertencia


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que hoy les di. Pues no fueron sinceros cuando me enviaron a orar al Señor su Dios por ustedes. Dijeron: “Solo dinos lo que el Señor nuestro Dios dice ¡y lo haremos!”. Hoy les he transmitido exactamente lo que él dijo, pero ahora ustedes no obedecerán al Señor su Dios más que en el pasado. Así que tengan por seguro que morirán por guerra, enfermedad y hambre en Egipto, donde ustedes insisten en ir».

A veces podemos llegar a pensar en autoengaños como el sucedido a estos supervivientes. Creemos que, si Dios respondiese a nuestras oraciones a través de un profeta, todo cambiaría modificando la obediencia en nuestra relación con Él. Tristemente este texto nos denuncia esa falsedad. No solo hace falta declarar con los labios y confesar que queremos seguir la voluntad de Dios, sino que hay que aceptarla incluso cuando no es la respuesta a los planes que le proponemos. Debido al tono dialógico empleado entre Yahvé y Jeremías, podemos afirmar que la oración es utilizada como mensaje de exhortación, amonestación, queja y advertencia profética, convertida en sentencias contrastadas. Me gustaría acercar al lector un escrito actualizado e identificativo del sentir expresado por el profeta llorón. Queda adjuntado como anexo al final del libro a fin de no provocar una ruptura drástica con la estructura del texto hasta ahora mantenida, sino más bien una variación que agilice su lectura.


302| Abba, una oración inacabada

Referencias en el libro de Ezequiel Ezequiel 4, 12-15 Después el Señor dijo: «¡Así comerán los israelitas pan contaminado en las naciones gentiles adonde los expulsaré!». Entonces dije: «Oh Señor Soberano, ¿es necesario que me contamine con excremento humano? Pues nunca me he contaminado. Desde que era niño hasta ahora, jamás comí ningún animal que muriera por enfermedad o que fuera muerto por otros animales. Jamás probé ninguna carne prohibida por la ley». «Está bien —dijo el Señor—. Puedes cocinar tu pan con estiércol de vaca en vez de excremento humano».

El Señor Dios baja al detalle minucioso de cómo debe enseñar mediante este acto un rechazo a la idolatría al quedar asociada a nuestros desechos orgánicos, es decir, defecaciones. Sin embargo, me encanta la variante que nos presenta aquí la oración como límite negociador de nuestros propios escrúpulos y tabúes personales, fabricados desde nuestra propia concepción de lo bueno, lo correcto y lo aceptable. Dios quiere provocar un escándalo como llamada de atención a la manera de los maestros cínicos griegos para que Israel reaccione. Sin embargo, acepta el límite psicológico de su profeta Ezequiel, siendo escrupulosamente escrupuloso con los escrúpulos culinarios mencionados. Es capaz exquisitamente de cambiar ese combustible fósil por amor a Ezequiel, aunque el mensaje pierda fuerza en su reclamo. De todas maneras la idolatría es un desecho humano que fabricamos con el estómago no con el corazón. La idolatría no puede ser el fuego que alimente ni cocine


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nuestra espiritualidad verdadera, sino que pudre el vínculo con nuestro Dios y Señor, transformándolo en putrefacto, vomitivo, repulsivo y maloliente. Es un sucedáneo alimenticio religioso que como decía Mircea Eliade satisface vacuamente la dimensión de lo sagrado que todos llevamos incorporado como un elemento estructural en nuestra conciencia humana.49 Ezequiel 36, 37 «Esto dice el Señor Soberano: estoy dispuesto a escuchar las oraciones de Israel y a aumentar su población como un rebaño. Los israelitas serán tan numerosos como los rebaños sagrados que llenan las calles de Jerusalén en tiempos de los festivales. Las ciudades que estaban en ruinas estarán repletas de gente una vez más y todos sabrán que yo soy el Señor».

Escuchará las oraciones de Nehemías, Zorobabel, Esdras, Jeremías, Daniel e innumerables judíos fieles, censados o anónimos, que anhelarán la reconstrucción de las murallas de Jerusalén con su templo salomónico. Querrán dar cumplimiento a esta profecía volviendo de la diáspora al hogar. Así disfrutarán de esta alegría inenarrable, solemne y divina. Así sabrán sus enemigos que hay Dios sobre el devenir histórico de Israel. Así sabrán que Dios construye su ciudad amada porque sus promesas se mantienen más allá del bien y del mal imperiosamente acuñado por los imperios humanos. Estos son vaho que se disipa ante su respiración, su aliento

49

49.

José Antonio Marina. Por qué soy cristiano. Barcelona: Anagrama, 2005, p.


304| Abba, una oración inacabada de vida sobre Israel. Tras la peor Catástrofe sufrida en el siglo pasado en Europa bajo la Alemania nazi, Yahvé sigue alegrándose de que su pueblo se haya podido reponer demográficamente en Jerusalén, y en el moderno estado político de Israel. Sus promesas atraviesan los tiempos humanos acercándonos la esperanza del tiempo divino, su eón, su eternidad.

Referencias en el libro de Daniel Daniel 2, 18-23 Entonces Daniel regresó a casa y contó a sus amigos Ananías, Misael y Azarías lo que había ocurrido. Les rogó que pidieran al Dios del cielo que tuviera misericordia y les revelara el secreto, para que no fueran ejecutados junto con los demás sabios de Babilonia. Esa noche el misterio le fue revelado a Daniel en una visión. Entonces alabó al Dios del cielo y dijo: «Alabado sea el nombre de Dios por siempre y para siempre, porque a él pertenecen toda la sabiduría y todo el poder. Él controla el curso de los sucesos del mundo; él quita reyes y pone otros reyes. Él da sabiduría a los sabios y conocimiento a los estudiosos. Él revela cosas profundas y misteriosas y conoce lo que se oculta en la oscuridad, aunque él está rodeado de luz. Te agradezco y te alabo, Dios de mis antepasados, porque me has dado sabiduría y fortaleza. Me revelaste lo que te pedimos y nos diste a conocer lo que el rey exigía».


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En primer lugar, me gustaría que el lector se familiarizase –en caso de que no lo esté ya– con el excelente libro de Jacques B. Doukhan, Los secretos de Daniel.50 Algunas de las ideas que irán apareciendo en los comentarios a las siete oraciones de este profeta, hombre de oración sin duda, beben de esta citada fuente. Todo lo que pueda apuntar no dejará de ser un pie de página al concepto de la oración desarrollado en esta gran obra. Esta destaca por aunar tanto el conocimiento erudito como una claridad expositiva exquisita que la convierten en una verdadera joya de la sabiduría bíblica. Sin más, citaré toda una declaración de intenciones de su autor acerca de cómo interpretar el libro de Daniel. En realidad, la estructura del libro de Daniel relaciona estrechamente lo sensacional con el ritmo diario de oración. Algunas son más implícitas por el gesto tradicional de postrarse hacia Jerusalén. Otras son más explícitas y enunciadas. Profundas y de una belleza conmovedora, siempre originadas en un acontecimiento histórico, en la experiencia humana. La más larga de las oraciones aparece en el capítulo noveno, precisamente entre dos profecías: una acerca de los 70 años de Jeremías, que anuncia el regreso de Israel del exilio; la otra, de 70 semanas, que habla de la restauración de Jerusalén y de la salvación del mundo. Este entrelazamiento de oraciones con acontecimientos históricos es típico del concepto bíblico de lo espiritual. En la Biblia, encontrarse con lo divino no implica desprenderse de lo real. Al contrario, las dos

50

Jacques B. Doukhan, Los secretos de Daniel, Florida: APIA, 2008.


306| Abba, una oración inacabada experiencias están interrelacionadas. La historia descansa en manos de la oración.51

Destacaré la osadía de Daniel («Dios es mi juez», entendido como defensor); Ananías («gracia de Dios»); Misael («quién es como Dios») y Azarías («Yahvé ha ayudado») al creer que su Dios a diferencia de los dioses paganos sí puede no solo hacerle soñar el sueño de Nabucodonosor, sino revelarle el secreto de su interpretación. El «Dios vivo» lleva las situaciones a imposibles humanos para que los seres humanos que lo conocen puedan mostrar sus respuestas como señales y prodigios de su existencia. Así se testimonia acerca del «Dios del cielo», el Invisible, en el mundo visible babilónico que culturalmente no lo conoce. ¿Qué diría Freud? Prefiero sospechar del psicoanálisis freudiano que del Padre celestial de estos judíos esclavizados en palacio. Dios no es el «gran Padre» que queremos «matar» metafóricamente para ocupar su trono. En este caso ese rol de violencia lo manifestaba por la frustración de su ello este rey babilónico llevado por un superego caprichosamente desatado en la furia irracional. Dios revela el secreto como fuente garante de las vidas de sus hijos exiliados de todo –manjares culinarios reales– menos de la oración confiada. Daniel no se cree superior ni a sus amigos ni a nadie. Ni siquiera al mismo rey, sino más bien al contrario cree que lo importante es la gracia de Dios hacia Nabucodonosor para que lo reconozca y

51

Ibidem, p. 10.


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pueda ser salvado como hombre. Ningún Dios babilonio es comparable en sabiduría al autor de la Creación. Ningún sabio babilónico o de cualquier nacionalidad puede ser salvado por sus dioses fabricados con su imaginación. De nada les sirve la religiosidad. La relación de Daniel con el «Dios de sus padres, YHWH» es personal. Se le habla desde las circunstancias históricas al Dios que se hace respuesta histórica porque el tiempo no lo silencia, ya que no esconde secretos para Él. Ante esta experiencia real con Dios, Daniel no solo convierte la oración de petición en un motivo de gratitud, sino de alabanza desatada por cómo ha actuado a favor de esta corte. Su Dios es garante del poder y de la sabiduría que traen vida donde antes amenazaba la pena de muerte. La oración salvó muchas vidas que se creían intocables por su rol de consejeros en esta corte despótica. Nabucodonosor, con más desacierto que aciertos, acabará alzando su mirada al Dios del cielo y reconociendo que solo hay un Dios de todos los hombres, ya que negarlo o creerse hijo de los dioses extraños, puede animalizar literalmente nuestra mente, llevándola a quedar recostada sobre el sillón de cualquier psicoanalista moderno. Ironías del animal humano divinizado. Daniel oró para que su fe en Dios pudiese marcar la diferencia entre la voluntad del Rey de reyes, y Señor de señores, y la de cualquier imperio humano pasajero. Su oración fue ofrecida como una oportunidad nacida en su historia personal, a fin de que Dios mostrase toda su compasión en la historia de esos súbditos. Motivos de reflexión tuvieron para mirar con otros ojos al Dios de un pueblo


308| Abba, una oración inacabada conquistado por las armas, pero no por el conocimiento, pese a todos los doctorados cursados en la lengua, cultura y ciencias religiosas caldeas. Charlatanería vacía de contenido vital cuando las cosas se ponen realmente feas. Solo el Dios de los patriarcas hebreos podía hacer lo inhumano para humanizar con su respuesta a tanto engreído y endiosado intelectual. Así se marca la diferencia porque la palabra que trae la respuesta divina, engendra por ser palabra creadora vida buena. Daniel 6, 7-23 Así que los administradores y los altos funcionarios se presentaron ante el rey y dijeron: «¡Que viva el rey Darío! Todos nosotros —administradores, autoridades, altos funcionarios, asesores y gobernadores— nos hemos puesto de acuerdo en que el rey apruebe una ley que se haga cumplir estrictamente. Ordene usted que, en los próximos treinta días, todo aquel que ore a quien sea, divino o humano —excepto a usted, su Majestad—, sea arrojado al foso de los leones. Ahora bien, su Majestad, emita y firme esta ley de tal modo que no pueda ser alterada, una ley oficial de los medos y de los persas que no puede ser revocada». Así que el rey Darío firmó la ley. Sin embargo, cuando Daniel oyó que se había firmado la ley, fue a su casa y se arrodilló como de costumbre en la habitación de la planta alta, con las ventanas abiertas que se orientaban hacia Jerusalén. Oraba tres veces al día, tal como siempre lo había hecho, dando gracias a su Dios. Entonces los funcionarios fueron juntos a la casa de Daniel y lo encontraron orando y pidiéndole a Dios


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que lo ayudara. De manera que fueron directo al rey y le recordaron el decreto. —¿No firmó usted una ley por la cual, durante los próximos treinta días, todo aquel que ore a quien sea, divino o humano —excepto a usted, su Majestad—, sea arrojado al foso de los leones? —Sí —contestó el rey—, esa decisión sigue en pie; es una ley oficial de los medos y de los persas que no puede ser revocada. Entonces le dijeron al rey: —Ese hombre Daniel, uno de los cautivos de Judá, no hace caso a usted ni a su ley. Sigue orando a su Dios tres veces al día. Al oír esto, el rey se angustió mucho y procuró encontrar un modo de salvar a Daniel. Pasó el resto del día buscando una manera de librarlo de ese aprieto. Por la noche, los hombres volvieron a presentarse ante el rey y dijeron: «Su Majestad, usted sabe que según las leyes de los medos y los persas, ninguna ley firmada por el rey puede ser modificada». Entonces, finalmente el rey ordenó que arrestaran a Daniel y lo arrojaran al foso de los leones. El rey le dijo: «Que tu Dios, a quien sirves tan fielmente, te rescate». Así que trajeron una piedra y la colocaron sobre la boca del foso. El rey selló la piedra con su sello real y los sellos de sus nobles para que nadie pudiera rescatar a Daniel. Luego el rey regresó al palacio y pasó la noche en ayuno. Rechazó sus entretenimientos habituales y no pudo dormir en toda la noche. Muy temprano a la mañana siguiente, el rey se levantó y fue deprisa al foso de los leones. Cuando llegó allí, gritó con angustia: —¡Daniel, siervo del Dios viviente! ¿Pudo tu Dios, a quien sirves tan fielmente, rescatarte de los leones?


310| Abba, una oración inacabada Y Daniel contestó: —¡Que viva el rey! Mi Dios envió a su ángel para cerrarles la boca a los leones, a fin de que no me hicieran daño, porque fui declarado inocente ante Dios y no he hecho nada malo en contra de usted, su Majestad. El rey se alegró mucho y mandó que sacaran a Daniel del foso. No tenía ningún rasguño, porque había confiado en su Dios.

Ante la confabulación de la alta política antisemita, Daniel opone su política de oración como estilo de vida. Sabe que el edicto será irrevocable. Se sabe condenado por un rey amigo, Darío, manipulado en su superego cual Nabucodonosor anteriormente. Cambian los personajes históricos, los imperios –Darío es medo-persa– pero no las situaciones nacidas en el odio al que manifiesta una religión o cultura diferente. Se desprecia lo no autóctono como inferior y se lo condena a la esfera del oscurantismo más vergonzoso. Sin embargo, el anciano Daniel atesora sabiduría y experiencia suficiente con su Dios, como para no modificar su estilo de vida pese a la desesperación. Orará según la oración de Salomón hacia el oeste, lugar del derruido Templo israelita. Toda una declaración de intenciones que manifiesta su tristeza espiritual, pese a las grandes manifestaciones de Dios con su círculo de fieles y los privilegios de la corte. La oración nos libera de las emociones negativas que nos pueden llegar a paralizar el sistema nervioso por la amenaza de la pérdida inminente total de todo lo que amamos. Daniel sabe que a Yahvé, autor de la vida terrenal y eterna, no lo pueden matar los imperios humanos. Decide vivir en oración con su Dios. Sobre su conciencia religiosa manda su Creador, y será


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adorado como siempre lo ha hecho, dándole públicamente todo su reconocimiento, honor y gloria por encima de cualquier clase o posición político-religiosa. Abrirá las ventanas para que la luz del sol llegue acariciando su cuerpo, tal y como la luz del conocimiento del Altísimo sigue iluminando mediante esta actitud su mente, templando su carácter santo y heroico para el martirio. Aceptará las consecuencias del decreto real, siendo posible carnaza devorada por leones hambrientos y por otros «leones codiciosos», deseosos de eliminarlo insuflando airados aires que apaguen su estrella para siempre. Curioso que se le pida adoración como a Jesús de Nazaret, el Mesías Príncipe profetizado por él, se le pidió por otro «león rugiente» en el desierto de Judea. Ambos por la gracia y determinación de sus voluntades entregadas al Dios del cielo, lograron hacer historia para el reinado de Dios Padre sobre la humanidad, cada uno según sus posibilidades. Dios tenía otros planes para demostrar la inocencia de Daniel. Darío ayunó para que el Dios de Daniel hiciese gala de su poder. Así Dios, amorosamente compasivo, podría destrozar el ídolo del legalismo injusto de esos sátrapas. Así la cultura persa caería ante el Dios que envía su ángel a tapar la boca de los leones. Así Daniel llevaría en su nombre la petición de su oración. Dios es su juez y defensor. Así este pecado del ególatra, manipulado y violento Darío no tendría la víctima inocente que había sellado por decreto, sino más bien la de los enemigos de Daniel. Dios perdona por igual al rey y a su súbdito fiel. Dios oye la oración de Daniel sin desoír la


312| Abba, una oración inacabada tristeza hecha ayuno de Darío. El ayuno es liberador del poder restaurador de Dios pudiendo muchas injusticias ser transformadas en un óptimo estado de bienestar –como se ha comentado en el libro de Esther, p. ej. –, Darío opone más violencia castigadoramente gratuita a los manipuladores y falsos aduladores por sentirse y saberse utilizado para un fin injusto. Los leones tristemente sí abrieron la boca. La lógica natural volvía a dominar las mentes religiosas de estos consejeros que habían hecho de Darío su único dios al que dirigirse. Su falsa religiosidad se cobraba la no posibilidad de apelación legal por el mismo procedimiento sancionado en contra de Daniel. El ángel de Dios salió del foso junto a Daniel, volviendo este a quedar a merced de los estómagos felinos allí presentes. Cito de nuevo al profesor Doukhan comentando esta oración: Si Daniel no sucumbe a su dura prueba, es debido a la estructura que le dio a su oración. En su casa apartó un “piso superior” para su oración diaria, un lujo que solo tenían pocos funcionarios de muy alto rango (2 Rey. 1:2; 4:10, 11, NVI). La oración se asocia con un lugar, lo que facilita dejar otras preocupaciones en el umbral. Además, Daniel mantenía su vida de oración por medio de la disciplina. El profeta ora “tres veces al día” (Dan. 6: 10, 13). La oración no debería depender solamente de esos “indicios del alma” que van y vienen según nuestro humor o la calidad de la luz de la luna. El ejemplo de Daniel nos enseña que debemos integrar la oración en el mismo ritmo de la vida. La oración es vida. Debe ser alimentada, debe ser atendida, debe permitírsele respirar. Un suspiro, una añoranza del alma, la oración es una ne-


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cesidad básica que debemos practicar incluso cuando los sentimientos no estén presentes. Nuestra vida de oración debe ser una parte de nosotros tanto como las comidas, el trabajo y otros compromisos. Solo entonces seremos lo suficientemente fuertes para enfrentar la dura prueba cuando llegue.52

Daniel 9, 3-4 Así que dirigí mis ruegos al Señor Dios, en oración y ayuno. También me puse ropa de tela áspera y arrojé cenizas sobre mi cabeza. Oré al Señor mi Dios y le confesé: «¡Oh Señor, tú eres un Dios grande y temible! Siempre cumples tu pacto y tus promesas de amor inagotable con los que te aman y obedecen tus mandatos; pero hemos pecado y hemos hecho lo malo. Nos hemos rebelado contra ti y hemos despreciado tus mandatos y ordenanzas. Nos hemos rehusado a escuchar a tus siervos, los profetas, quienes hablaron bajo tu autoridad a nuestros reyes, príncipes, antepasados y a todo el pueblo de la tierra. Señor, tú tienes la razón; pero como ves, tenemos el rostro cubierto de vergüenza. Esto nos sucede a todos, tanto a los que están en Judá y en Jerusalén, como a todo el pueblo de Israel disperso en lugares cercanos y lejanos, adondequiera que nos has mandado por nuestra deslealtad a ti. Oh Señor, nosotros y nuestros reyes, príncipes y antepasados estamos cubiertos de vergüenza porque hemos pecado contra ti. Pero el Señor, nuestro Dios, es misericordioso y perdonador, a pesar de habernos rebe-

52

Ibidem, p. 91.


314| Abba, una oración inacabada lado contra él. No hemos obedecido al Señor nuestro Dios, porque no hemos seguido las instrucciones que nos dio por medio de sus siervos, los profetas. Todo Israel ha desobedecido tus instrucciones, te ha dado la espalda y ha rehusado escuchar tu voz. Entonces ahora, a causa de nuestro pecado, se han derramado sobre nosotros las maldiciones solemnes y los juicios escritos en la ley de Moisés, siervo de Dios. Tú cumpliste tu palabra e hiciste con nosotros y nuestros gobernantes tal como habías advertido. Nunca hubo una calamidad tan grande como la que ocurrió en Jerusalén. Se han cumplido todas las maldiciones de la ley de Moisés escritas contra nosotros. Sin embargo, nos hemos rehusado a buscar la misericordia del Señor nuestro Dios al no reconocer su verdad ni abandonar nuestros pecados. Por lo tanto, el Señor nos ha enviado la calamidad que había preparado. El Señor nuestro Dios tuvo razón en hacer todas esas cosas, porque no lo obedecimos. Oh Señor nuestro Dios, al rescatar a tu pueblo de Egipto con gran despliegue de poder, le diste honor perpetuo a tu nombre; pero hemos pecado y estamos llenos de maldad. En vista de tus fieles misericordias, por favor, Señor, aparta tu enojo y furor de tu ciudad, Jerusalén, tu monte santo. Todas las naciones vecinas se burlan de Jerusalén y de tu pueblo por causa de nuestros pecados y de los pecados de nuestros antepasados. ¡Oh Dios nuestro, oye la oración de tu siervo! Escucha mientras te hago mis ruegos. Por amor a tu nombre, Señor, vuelve a sonreírle a tu desolado santuario.


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Oh Dios mío, inclínate y escúchame. Abre tus ojos y mira nuestra desesperación. Mira cómo tu ciudad —la ciudad que lleva tu nombre— está en ruinas. Esto rogamos, no porque merezcamos tu ayuda, sino debido a tu misericordia. Oh Señor, óyenos. Oh Señor, perdónanos. ¡Oh Señor, escúchanos y actúa! Por amor a tu nombre, no te demores, oh mi Dios, porque tu pueblo y tu ciudad llevan tu nombre». Yo seguí orando y confesando mi pecado y el pecado de mi pueblo, rogándole al Señor mi Dios por Jerusalén, su monte santo. Mientras oraba, Gabriel, a quien había visto en la visión anterior, se me acercó con rapidez a la hora del sacrificio vespertino. Él me explicó: «Daniel, he venido hasta aquí para darte percepción y entendimiento. En cuanto comenzaste a orar, se dio una orden y ahora estoy aquí para decírtela, porque eres muy precioso para Dios. Presta mucha atención, para que puedas entender el significado de la visión.»

Hay interacción entre lo humano terrenal y lo divino celestial. Es posible la comunicación. Dios lee los deseos de nuestro corazón. Dios envía respuestas contundentes. No solo Daniel profetiza sobre la acción futura del plan de Salvación en Jesús de Nazaret, su propio Hijo, Dios con Dios, sino que determina los tiempos de los imperios humanos en los que se llevará a cabo. Daniel, quizá moribundo o pronto a morir por su ancianidad, sigue deseando que su pueblo vuelva a ver la libertad profetizada por Jeremías. Dios no le concede verlo, sino creerlo y saludarlo de lejos. Nuestra mente sometida a la espacio-temporalidad y a la mortalidad debe depositar confianza en que el Señor de nuestra


316| Abba, una oración inacabada vida cuida de que su Reino de los cielos llegue a su plenitud al final de la historia humana.

Referencias en el libro de Oseas Oseas 8, 1-6 «¡Toquen alarma! El enemigo desciende como un águila sobre el pueblo del Señor, porque rompieron mi pacto y se rebelaron contra mi ley. Ahora Israel me suplica: “¡Ayúdanos, porque tú eres nuestro Dios!”. Pero es demasiado tarde. Los israelitas rechazaron lo bueno, y ahora sus enemigos los perseguirán. El pueblo de Israel nombró reyes sin mi consentimiento y príncipes sin mi aprobación. Fabricaron ídolos de plata y oro para sí mismos y así provocaron su propia destrucción. Oh Samaria, yo rechazo este becerro, este ídolo que te has hecho. Mi furia arde contra ti. ¿Hasta cuándo serás incapaz de estar sin culpa? Este becerro que adoras, oh Israel, ¡lo hiciste con tus propias manos! ¡No es Dios! Por lo tanto, debe ser hecho pedazos».

Religiosidad nacida en el orgullo de la asimetría irrespetuosamente irresponsable. Rituales vacíos de sentido a ojos divinos, ado-


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ración a becerros viles con toda la carga semántica repulsiva y alusiva a la rebelión histórica de Israel narrada en el libro del Éxodo. Se desprotegieron libremente al dejar de lado la voluntad legisladora de Dios. En este período histórico se anuncia la caída de Samaria (722 a.C.) por medio del profeta Oseas. Dios se negará a quedar objetivado y cosificado como si de una solución mágica se tratase el orar a Él. La deportación y esclavización hacia Asiria serán las consecuencias naturales a sus libres decisiones. Se trata del devenir tiránico no casual sino causal. La inapetencia de la monarquía israelita por enseñar la fidelidad y el amor a la Torah; la nula consideración al Templo de Jerusalén; la idolátrica adoración a los Beteles y su templo como religión de Estado –en la capital del Reino del Norte–; la poderosa lógica imitativa de la superstición convertida en bienestar socioeconómico; y la pasividad del pueblo con su ciego conformismo hacia las estructuras de poder religioso, son el desencadenante que hace que siembren estos vientos huracanados y recojan bajo el principio de responsabilidad colectiva las tempestades que conlleva. Dios es libre de desmarcarse de la oración de petición cuando no busca una finalidad que nos lleve a una mejora en nuestra relación existencial con Él. No se deja chantajear convirtiéndose como posibilidad idolátrica caprichosa de nuestra egocéntrica voluntad voluble. La falsa religiosidad –demasiadas veces convertida en Cristiandad y no en cristianismo, como Kierkegaard y el marxismo criticaron– miente sobre Dios al deformar su imagen. También cuando descalifica a los voceros o profetas del Altísimo que viven con sus


318| Abba, una oración inacabada vidas los sentimientos de afecto por las verdaderas enseñanzas de la ley divina, entrenándose en conciencia para renunciar al elogio, pues en demasía son tildados de locos –caso de Oseas– por la experiencia vivida en el encuentro real con el Señor de Israel. La idolatría no cree que la mirada del Dios misterioso sea un misterio que nos contempla. La idolatría genera discurso sobre la divinidad, pero no decisiones humildes de aprecio comprometido. La idolatría es indiferencia por cubrir la necesidad del necesitado. La idolatría no cree que invocar a Dios vaya más allá de ser bajado de una cruz sin asumir que igual nuestras malas decisiones en la vida ética nos llevan a semejantes formas de crueldad con nosotros mismos y con el prójimo. Jesús de Nazaret desoyó al asesino zelote en su propia cruz. La idolatría provoca la respuesta del silencio divino ya que, aunque se lo nombre o invoque, no se desea oír su respuesta. Para el idólatra Dios está muerto porque sus oraciones nunca son respondidas satisfactoriamente. Son entenebrecidas en un círculo no dialógico sino monológico que no transcienden más allá del eco de su voz. Este tipo de oración de petición raya el ateísmo metodológico por utilizarse como ejemplos del desinterés de Dios por la humanidad. Sin sinceridad no hay invocación que llegue al corazón de Dios convertida en oración de petición o súplica. Dios desea esa verdadera metamorfosis en nuestro diálogo con Él.53 Se trata de cambiar

53

«¡Qué aflicción les espera a los que me han abandonado! Déjenlos morir

porque se han rebelado contra mí. Yo deseaba redimirlos pero han dicho mentiras de mí. En lugar de invocarme con corazón sincero se quedan sentados en sus


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los tiempos del egoísmo desvergonzado del ser religioso por los tiempos del amor demostrado al Señor. Se trata de elegir a Dios pese a cualquier bien por ser sentido último de todo nuestro ser, devenido este en temporalidad. Oseas 14, 2-4 Regresa, oh Israel, al Señor tu Dios, porque tus pecados te hicieron caer. Presenta tus confesiones y vuélvete al Señor. Dile: «Perdona todos nuestros pecados y recíbenos con bondad para que podamos ofrecerte nuestras alabanzas. Asiria no puede salvarnos, ni nuestros caballos de guerra. Nunca más diremos a ídolos que hemos hecho “Ustedes son nuestros dioses”. No, solamente en ti los huérfanos encuentran misericordia». El Señor dice: «Entonces yo los sanaré de su falta de fe; mi amor no tendrá límites, porque mi enojo habrá desaparecido para siempre».

sillones y se lamentan. Se hacen cortaduras en el cuerpo y suplican grano y vino nuevo a dioses ajenos y se alejan de mí. Yo los entrené y los hice fuertes, pero ahora, traman maldades en mi contra. Miran en todas partes menos al Altísimo. Son tan inútiles como un arco torcido» (Oseas 7, 13-16).


320| Abba, una oración inacabada Agradezco a Dios que tome la iniciativa en la oración para apelar a nuestro estado de conciencia relacional. Dios emplea la oración de petición y desea que volvamos a Él. Dios nos pide que validemos sus planes, sentimientos y deseos de compartir su existencia con nosotros, sus amadas criaturas y amados hijos e hijas en Jesús de Nazaret. Dios apela a nuestra malvada o depravada situación para que tomemos nota de qué hemos hecho, y cómo podemos ser librados de esa culpa personal. Dios desea perdonar porque es la mejor victoria. Convertir lo moralmente infértil en fértil. Hacernos hijos dignos de su luz gloriosa de nuevo mediante la enseñanza de su amor. Solo al que tiene necesidad de perdón le puede interesar volver a la fuente de toda compasión. Sin entender la oración como reconocimiento íntimo de nuestra culpa intrínseca, más allá de nuestra conducta, bloqueamos el camino de nuestra libertad interior para que Cristo Jesús sea el camino de reconciliación con todas las rupturas esclavistas, que el mal provoca en nosotros y en nuestro universo. Amar a Dios por sí mismo es la gran oración de confesión que disipa como neblina la culpa de la rebelión. Amarlo en su Hijo es recibir su amor sin límites de comprensión, pues se ha acercado haciéndose uno con nosotros y sanando nuestra falta de fe en el Abba celestial, Padre amado.54

54

«Pues Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el

que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él» (Juan 3, 1617).


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Ningún gobierno basado en la fuerza militar puede garantizar el imperio sempiterno del Creador. Sus reglas del juego entre el bien y el mal se dirimen sobre la base de la ética del amor. Esto excede nuestro modo maquiavélico e idolátrico de concebir el poder político. Poder ser liberado de culpa y volver en confesión a Dios, tiene mucho que ver con resistir estas fuerzas sociales convergentes en dinámicas actuales de opresión ciudadana. Orar es tratar de reconocer que a veces el huérfano de papeles y el pobre son «etiquetados» simultáneamente para ser higienizados por los que convierten la patria del consumo en el nuevo ídolo religioso. Oseas 14, 8-9 «¡Oh Israel, mantente lejos de los ídolos! Yo soy el que contesta tus oraciones y te cuida. Soy como un árbol que siempre está verde; todo tu fruto proviene de mí». Que los sabios entiendan estas cosas. Que los que tienen discernimiento escuchen con atención. Los caminos del Señor son rectos y verdaderos, los justos viven al andar en ellos…

Solo el gran YHWH, el gran Yo soy, el Eterno, contesta nuestras oraciones en presente continuo como prueba de su cuidado y ternura hacia nosotros. No sé ni me interesa cómo se puede explicar científicamente, pues asumo por fe que Dios es Dios, y solo Él podría explicarlo según la demanda de las ciencias exactas, pero un niño de tres años, aunque no sepa todo lo que saben sus padres sobre la comunicación humana ni sus muchos conocimientos, no


322| Abba, una oración inacabada deja de comunicarse de facto y en verdad con ellos. Estos a su vez desean que crezca para que el diálogo sea más completo. La oración es fuente vital en nuestra sabia educación en los caminos del Señor. La oración como relación emana un proceder ético como signo de sus respuestas en nuestra conducta con el prójimo. Siempre fructífero y vigoroso este encuentro nos renueva constantemente. Entendida así la oración se nos convierte en una sana adicción que nos sitúa ante las expectativas del Creador.

Referencias en el libro de Joel Joel 1, 14; 19 Proclamen un tiempo de ayuno; convoquen al pueblo a una reunión solemne. Reúnan a los líderes y a toda la gente del país en el templo del Señor su Dios y allí clamen a él. […] ¡Señor, ayúdanos!

Ante la amenaza del desastre ecológico que sufría Judá, y por extensión la que padecemos con nuestras políticas medioambientales en la actualidad en nuestro planeta, creo que los cristianos deberíamos organizarnos y defender con insistencia la vida sostenible tanto o más que cualquier otro colectivo, llámese, por ejemplo, Greenpeace. A veces no nos damos cuenta de que la propia Creación gime con dolores de parto ante la vertiginosa explotación de sus recursos sin darle tiempo a que pueda regenerarlos. A veces no queremos confesar este pecado de codicia que nos lleva a una


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neurosis consumista a corto plazo, presa de la terquedad ciega del hombre narcisista que gobierna las multinacionales y que no ve más allá de su sociedad de bienestar material en la que como ciudadanos participamos activamente. Señor, llévanos a los beneficios de ayunar para que intervengas en nuestras decisiones, curándonos de esta falta de respeto a ti como Creador. No hemos respetado como pueblos cristianos tus leyes del Levítico,55 dadas para un mejor uso y reparto económico de la tierra. Señor, ayúdanos porque se puede agotar la vida sobre la tierra debido al cambio climático. Señor, ayúdanos mediante el ayuno a ser curados del pecado de soberbia que menosprecia la vida del prójimo sobre el globo terráqueo. Señor, somos responsables del abuso a tu creación tanto físico como humano. Señor, ayúdanos a proclamar justicia social global. Señor, ayúdanos para cumplir con los protocolos dados en cumbres mundiales que pueden paliar esta catástrofe mundial.

55

Ver José Manuel López, «Como ovejas en medio de la globalización

económica»,

spectrum.cafehispano,

22

de

septiembre

de

(https://spectrummagazine.org/article/caf%25C3%25A9hispano/2008/09/22/%25E2%2580%259Ccomo-ovejas-en-medio-de-laglobalizaci%25C3%25B3n-econ%25C3%25B3mica%25E2%2580%259D [consulta: 11 septiembre 2022]).

2008


324| Abba, una oración inacabada

Referencias en el libro de Amós Amós 7, 2-3 En mi visión las langostas se comieron todo lo verde que se veía. Entonces dije: —Oh Señor Soberano, por favor, perdónanos o no sobreviviremos, porque Israel es tan pequeño. Así que el Señor se retractó de ese plan y dijo: —No lo haré.

Tanto en el profetismo como en la apocalíptica y otros géneros literarios –caso de la primera oración de Salomón–, se dialoga con Dios en visión nocturna o incluso a veces diurna. Se hace aflorar la revelación en una estructura dialógica donde el profeta no solo hace de sujeto pasivo contemplando el anuncio de la acción futura de Dios con Israel, sino que se implica activamente interpelando a Yahvé para que modifique su juicio de condenación o castigo, transformándolo en un juicio de protección que salvaguarde a su pueblo. Así se da por dos veces en este capítulo, bajo símbolos distintos como las langostas y el fuego. Se produce el cambio de planes como respuesta divina que accede a la petición de Amós que busca la supervivencia de Israel. Hay ecos de las oraciones intercesoras de Moisés por su pueblo ante Dios. Amós sigue este sentimiento de amor intercesor por Israel ante la posibilidad de que sufran el riesgo de la aniquilación por sus pecados de rebeldía. Todo el profetismo denuncia la idolatría como fuente de gran rebelión pecaminosa; intercede por el pueblo ante Dios para que


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su misión fructifique en arrepentimiento del pueblo israelita; denuncian la opresión socioeconómica de las clases dirigentes sobre el pueblo. Esto causa alejamiento de la Torah y sus enseñanzas éticas que garantizan la vida digna de cualquier hijo de Israel. Difícil oficio el de profeta pues la mayoría de las veces oran desde la desesperación, debido a la conducta temeraria en la que incurren sus conciudadanos.

Referencias en el libro de Jonás Jonás 1, 5-6; 14 Temiendo por sus vidas, los desesperados marineros pedían ayuda a sus dioses y lanzaban la carga por la borda para aligerar el barco. Todo esto sucedía mientras Jonás dormía profundamente en la bodega del barco, así que el capitán bajó a buscarlo. «¿Cómo puedes dormir en medio de esta situación? —le gritó—. ¡Levántate y ora a tu dios! Quizá nos preste atención y nos perdone la vida». […] Entonces clamaron al Señor, Dios de Jonás: «Oh Señor —le rogaron—, no nos dejes morir por el pecado de este hombre y no nos hagas responsables de su muerte. Oh Señor, has enviado esta tormenta sobre él y solo tú sabes por qué».

El dilema ético aristotélico apuntado en su Ética a Nicómaco ya había sido resuelto por estos marineros deshaciéndose de la carga en un primer momento. Sin embargo, las situaciones extremas no se resuelven nunca de manera fácil ni supersticiosa. Tampoco con engaños, estados de ánimo insolidarios o maniacodepresivos.


326| Abba, una oración inacabada Duerme el que no ama su vida. Velar para mejorar la necesidad del prójimo es una acción responsable que mejora sus posibilidades de supervivencia. Jonás representa al Dios desconocido. El capitán piensa que es mejor orar a otro dios que perecer ahogados por el furor de las olas. Además, sus dioses no oyen o no pueden solucionar sus problemas inmediatos. Cuando nos alejamos de Dios, nuestra existencia se convierte en una pesada carga a ojos de los demás en situaciones límite. Jonás sobraba en ese barco, pero no su Dios capaz de calmar la peor tormenta que nos pueda amenazar física y espiritualmente. Dios aprovecha cualquier decisión nuestra por equivocada que sea para darse a conocer a los demás que nos tratan y a nosotros mismos con segundas oportunidades. Convierte nuestro drama personal en luz y salvación. Así otros pueden hacer votos de reconocimiento de su inmenso poder a favor de los hombres. Jonás 2, 1-10 Entonces Jonás oró al Señor su Dios desde el interior del pez y dijo: «En mi gran aflicción clamé al Señor y él me respondió. Desde la tierra de los muertos te llamé, ¡y tú, Señor, me escuchaste! Me arrojaste a las profundidades del mar y me hundí en el corazón del océano. Las poderosas aguas me envolvieron; tus salvajes y tempestuosas olas me cubrieron. Entonces dije: “Oh Señor, me has expulsado de tu presencia;


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aun así volveré a mirar hacia tu santo templo”. Me hundí bajo las olas y las aguas se cerraron sobre mí; las algas se enredaban en mi cabeza. Me hundí hasta las raíces de las montañas. Me quedé preso en la tierra, cuyas puertas se cierran para siempre. Pero tú, oh Señor mi Dios, ¡me arrebataste de las garras de la muerte! Cuando la vida se me escapaba, recordé al Señor. Elevé mi oración sincera hacia ti en tu santo templo. Los que rinden culto a dioses falsos le dan la espalda a todas las misericordias de Dios. Pero yo te ofreceré sacrificios con cantos de alabanza, y cumpliré todas mis promesas. Pues mi salvación viene solo del Señor». Entonces el Señor ordenó al pez escupir a Jonás sobre la playa.

La terquedad del profeta lo lleva según el imaginario religioso de Israel a las entrañas del mal, al abismo, hundido en el interior del Mar Mediterráneo. Visita la casa de los que morirán alejados del Altísimo que no deja de ser guarida de demonios. La terquedad del profeta se basa en la concepción de YHWH como el Misericordioso y no como el Justiciero. Quiere la ley del ojo por ojo. Muerte por muerte. Aniquilación del enemigo y exclusivismo de las bendiciones divinas prometidas a Israel en el Deuteronomio. No es posible que el enemigo histórico se convierta en amigo eterno de


328| Abba, una oración inacabada Dios. No quiere desatar ese poder en los asirios. No quiere Jonás que esto ocurra hasta que experimenta su propia muerte dentro del pez. Entonces sí. Entonces acepta la compasión incluyendo lo imposible culturalmente para él, al pueblo ninivita. Entonces la oración cambia su huida cobarde, su escapismo, en entrega valiente. La oración desesperadamente sincera nos devuelve las ganas altruistas de confiar en que los planes divinos son nuestra mejor opción no solo para nosotros, sino para cualquier otro. La oración nos trae una nueva adoración. La oración es acción comprometida y comprometedora para Jonás. La oración es afirmación cantada hacia la vida sin prejuicios ni favoritismos. La oración vence hasta el más profundo de nuestros prejuicios basados en la meritocracia humana y no en la gracia divina. La oración nos declara que solo en Dios el Señor hay salvación inmanente y transcendente ontológicamente consistente, aunque para ello deba enviar un animal llamado pez en auxilio del desvarío de su profeta. Cristo aludirá a la señal de su Resurrección en clave universal, pero también en clave profética –aludiendo al ministerio de Jonás– para establecer el Nuevo Pacto de paz con el Dios de Israel. Este será ofrecido también a todos los pueblos gentiles, extranjeros, que por herencia carnal no provenimos de los patriarcas ni la circuncisión. Jesús de Nazaret se compadece no solo del Israel histórico, sino del Israel espiritual. El bautismo por inmersión en clave de memoria histórica simboliza esta señal de morir al pecado para vivir a Jesucristo, el Hijo de Yahvé resucitado. En definitiva, las mi-


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sericordias de Dios nos permiten alabarlo al convertir nuestra oración como señal ineludible de nuestra resurrección en el Día Último del Juicio Final, anunciado por el profetismo hebreo y por las parábolas escatológicas del Reino de los Cielos, contadas por el Rabí galileo. Jonás es un ejemplo diáfano de ello. Jonás 3, 7-10 Entonces el rey y sus nobles enviaron el siguiente decreto por toda la ciudad: «Nadie puede comer ni beber nada, ni siquiera los animales de las manadas o de los rebaños. Tanto el pueblo como los animales tienen que vestirse de luto y toda persona debe orar intensamente a Dios, apartarse de sus malos caminos y abandonar toda su violencia. ¡Quién sabe!, puede ser que todavía Dios cambie de parecer, contenga su ira feroz y no nos destruya». Cuando Dios vio lo que habían hecho y cómo habían abandonado sus malos caminos, cambió de parecer y no llevó a cabo la destrucción con que los había amenazado.

Dios ve y advierte. Dios ve y se alegra salvando a sus criaturas. Dios se compadeció de seres humanos y animales como Creador de todas las posibilidades de vida sobre esta ciudad. La inminencia de la muerte por un juicio divino trae alarma en las clases políticas dirigentes. Esta situación tan solo cambiará si hacen ayuno radical, oración intensa, compromiso ético por la paz y la justicia. Ellos se dan cuenta de que necesitan ser de otra manera en sus relaciones sociales. La crueldad engendra una espiral de muertos por terror psicológico ya que nadie quiere ser asesinado primero. La crueldad conlleva en sí misma el germen de la aniquilación. El rey no quiere


330| Abba, una oración inacabada ser exterminado por un castigo divino de un Dios ajeno a su cultura. Gran milagro y grandísima señal la respuesta al mensaje de este profeta. Dios no solo quería perdonar a Nínive, sino abrirle nuevos territorios a la mentalidad estrecha de miras de Jonás. Jesús citará a Nínive como ejemplo correcto de arrepentimiento sincero ante el Dios de Israel. Hay alegría en el corazón de Dios cuando ciudades violentas se convierten en ejemplo de buena convivencia por su aceptación del mensaje del Evangelio de Jesucristo. Hay alegría en el corazón de Dios cuando el ser humano abandona el camino que lo destruye aquí y lo inhabilita para vivir eternamente allí. Hay alegría en el corazón de Dios cuando mediante la oración hay aceptación de su propuesta. Esta pasa por ser sus hijos amorosos, justos, garantes de todo lo bueno, poderosos contra toda forma de violencia y decididamente compasivos al mismo tiempo con los que la padecen. La oración humana acoge el mensaje profético vigente de Jonás. Nuestro tiempo también sufre todo tipo de violencia desatada de unos contra otros. Nuestro tiempo tampoco camina en los buenos caminos del compromiso intenso con Dios a través de la oración como muestra de acciones favorables hacia nuestros enemigos. Jonás odiaba Nínive, cuna de toda forma miserable de esclavismo para Israel. También hoy se necesitan cristianos, judíos, musulmanes, budistas, hinduistas, marxistas, ateos e innumerables otros etiquetados que dejen toda enemistad alimentada por razones ideológicas de lado para que Dios pueda complacerse en este planeta que camina caóticamente y con rumbo incierto.


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Nunca estamos a la altura de los desafíos que Dios piensa llevar a cabo con –y en– nosotros hasta que la oración nos adentra en las respuestas maravillosas del Creador hacia sus criaturas. Por si algún lector desea profundizar más, adjunto un artículo sobre Jonás en el Anexo 2 al final del libro.

Referencias en el libro de Miqueas Miqueas 7, 7-8 En cuanto a mí, busco la ayuda del Señor. Espero confiadamente que Dios me salve, y con seguridad mi Dios me oirá. ¡Enemigos míos, no se regodeen de mí! Pues aunque caiga, me levantaré otra vez. Aunque esté en oscuridad, el Señor será mi luz.

La búsqueda de la ayuda del Señor en oración siempre produce esperanza confiada y seguridad en que Dios nos escucha. El resultado de esa acción divina consiste en iluminarnos con la certeza de su salvación sobre nuestros enemigos, siendo como ya se ha comentado anteriormente la muerte biológica el mayor de ellos. Hay victoria en la resurrección. La mayor victoria a través de la oración es que no nos conviertan en seres esclavizados por el odio y las ganas de cobrar venganza, sino todo lo contrario, en personas capaces de morir incluso perdonando como Esteban, el primer diácono apedreado a las


332| Abba, una oración inacabada afueras de las calles de Jerusalén, capaz de emular al Maestro, encarnando su ética de la compasión hacia sus verdugos –tal y como se evidenció en el Monte Calvario mediante el último suspiro del Maestro galileo crucificado–.

Referencias en el libro de Nahúm Nahúm 1, 7-8 El Señor es bueno, un refugio seguro cuando llegan dificultades. Él está cerca de los que confían en él. Pero arrasará a sus enemigos con una inundación arrolladora. Él perseguirá a sus enemigos en la oscuridad de la noche.

La noche más oscura fue la del entierro en las afueras de Jerusalén del Hijo de Dios. Ese valle sombrío heló el corazón de la Trinidad. Así derrotó al enemigo de toda vida humana. Así se gestó la resurrección de los justos. Así se demostró que Dios es bueno y nos ama aun siendo sus enemigos para traernos a la seguridad de su Reino de los Cielos, convertido en ciudad de refugio eterno. Siempre cercano a nuestras dificultades cuando oramos con confiada fe en su acción favorable, buena y poderosa para con nosotros. Dios se nos hace prójimo mediante la oración y estrecha su vínculo invisible mediante sus acciones. Jesús de Nazaret es la respuesta a este deseo de proximidad afirmado en esta declaración


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profética. El mal y sus seguidores con todos sus efectos lamentables dejarán de existir en su presencia gloriosa. Solo el BIEN tiene vocación de eternidad.

Referencias en el libro de Habacuc Habacuc 3, 1 Esta oración fue entonada por el profeta Habacuc: «He oído todo acerca de ti, Señor. Estoy maravillado por tus hechos asombrosos. En este momento de profunda necesidad, ayúdanos otra vez como lo hiciste en el pasado. Y en tu enojo, recuerda tu misericordia».

Invocación a Dios desde la memoria histórica. Invocación a Dios desde la más profunda necesidad de ayuda contra fuerzas amenazantes que ya han sido vencidas en el pasado, pero que persisten en contra de la semilla de Jacob, a la manera del mito del eterno retorno, generación tras generación. La oración de nuevo actúa como un catalizador de lo oído en presente vivido, proyectándose hacia un porvenir esperanzador. Apelación a la naturaleza compasiva de la acción favorable en la historia de Dios con Israel.

Referencias en el libro de Zacarías Zacarías 1, 12-13 Al escucharlo, el ángel del Señor elevó la siguiente oración: «Oh Señor de los Ejércitos Celestiales, durante los últimos setenta años has estado enojado con Jerusalén y con las ciudades de


334| Abba, una oración inacabada Judá. ¿Cuánto tiempo más pasará para que vuelvas a mostrarles compasión?». Entonces el Señor le habló palabras buenas y consoladoras al ángel que conversaba conmigo.

Curiosa imagen profética. Insólita. El mismísimo ángel del Señor apelando al Señor de los Ejércitos Celestiales e intercediendo por Jerusalén. El profeta siendo testigo privilegiado de esta escena celestial. Dios hablando a través de su ángel para construir la esperanza, buena y compasiva, mediante sus palabras enmarcadas en una conversación amigable. Zacarías así lo percibe y de esta manera lo describe. Está en otra clave la oración. Esta enlazaría con la función paulina que es atribuida al Espíritu Santo, cuando intercede por nosotros y presenta nuestras oraciones ante Dios Padre e Hijo. Aquí aparece esa semilla en cuanto posibilidad, pues ningún ángel ora por ningún humano en las Escrituras hasta ese momento, aunque sí muestran mensajes de parte de Dios o actúan en favor de Israel. Aparece un efecto sorpresa en la narrativa hermenéutica descrita hasta ahora. La escena enriquece todo lo sabido y nos obliga a mantener siempre una actitud de apertura ante la libertad divina. Dios tiene la capacidad de sorprendernos de manera inaudita. En cuanto al contenido semántico de la oración nada diferente. Declaración a gritos del amor divino, intenso y ferviente por Jerusalén con su consabido Monte Sion, verdadero símbolo de su entrega incondicional en Cristo. Se asegura que fruto de esa condescendencia Jerusalén volverá a ser reconstruida, es decir, su templo reedificado y sus murallas levantadas. Dios habitará en ella de


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nuevo, seguirá siendo su ciudad predilecta. La profecía anunciada por Jeremías que tanto estudiaba Daniel en Babilonia se cumplirá. Zacarías 7, 13-14 «Así como ellos se negaron a escuchar cuando los llamé, tampoco yo los escuché cuando clamaron a mí —dice el Señor de los Ejércitos Celestiales—. Como con un torbellino, los dispersé entre las naciones lejanas, donde vivieron como extranjeros. La tierra quedó tan desolada que nadie pasaba por allí. ¡Convirtieron su hermosa tierra en un desierto!».

Diferentes posibilidades de interpretación de esta declaración sobre la oración. La primera, la retributiva en función de la conducta de Israel. Dios se desvincula de sus oraciones en este momento histórico porque ellos así lo han hecho con él. En segundo lugar, la pedagógica que presupone que no los escucha para que sepan que han tomado malas decisiones, y, por lo tanto, no les queda otra que asumir las consecuencias históricas. Ellos menosprecian a su Dios y a sus profetas, razón por la cual se rompe el vínculo comunicativo protector, produciéndose una reacción de oración inconsecuente. La oración de emergencia para evitar las consecuencias negativas. Oración sumamente interesada. No se busca a Dios sino el ídolo del bienestar ante la amenaza de las pérdidas que conllevan las guerras. Si no hubiese más textos del profeta sobre la oración, tendríamos una imagen pésima de Dios. Afortunadamente, tras esta negativa a no escuchar hay otros textos en sentido positivo que citamos a continuación.


336| Abba, una oración inacabada Zacarías 12, 10 «Entonces derramaré un espíritu de gracia y oración sobre la familia de David y sobre los habitantes de Jerusalén. Me mirarán a mí, a quien atravesaron, y harán duelo por él como por un hijo único. Se lamentarán amargamente como quien llora la muerte de un primer hijo varón».

Profecía que apela al verdadero espíritu de la oración encarnado por Jesús de Nazaret. Apuntes sobre la crucifixión del Unigénito de Dios en el Monte Calvario. Vislumbres del espíritu de oración vivido por los primeros discípulos en el aposento alto.56 Zacarías 13, 9 «A este último grupo lo pasaré por el fuego y los haré puros. Los refinaré como se refina la plata y los purificaré como se purifica el oro. Invocarán mi nombre y yo les responderé. Les diré: “Este es mi pueblo”, y ellos dirán: “El Señor es nuestro Dios”.»

Clave y clímax interpretativo. Final feliz. Dios nos manifiesta sin equívocos su deseo de respondernos siempre que se invoque el nombre de su Hijo, nuestro Señor y Dios. No comentaremos ninguna de las oraciones atendidas por Jesús de Nazaret en los cuatro

56

Hechos 4, 24-31.


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evangelios. Ninguna persona fue desatendida por su condición moral ni social ni sexual ni espiritual. Cualquiera que fuese a su encuentro en actitud humilde y le expresase su necesidad, recibió su escucha atenta, y como resultado su vida fue transformada para bien, fuese salud física, mental o espiritual. Algunos quisieron ser sus seguidores en señal de gratitud hacia su persona única. Otros tan solo se llevaron las bendiciones, olvidándose del Hijo de Dios que caminaba junto a ellos sintiéndose uno con sus desgracias, y aliviándolas con espíritu de gracia y oración –que honra a Dios al mejorar su imagen en nosotros sus criaturas–. Jesús se anuncia como el verdadero mediador en ese abismo comunicativo entre YHWH y el ser humano en las condiciones actuales que padecemos. Final expectante y abierto a la encarnación del Mesías Príncipe tal y como los profetas lo habían anunciado.

Referencias en el libro de Malaquías Malaquías 1, 9 «¡Adelante, supliquen a Dios que sea misericordioso con ustedes! Pero cuando llevan esa clase de ofrendas a él, ¿por qué debería tratarlos bien?”, pregunta el Señor de los Ejércitos Celestiales». Profecía que apela al verdadero espíritu divino. La auténtica ofrenda a Dios tiene que ver con la disposición del propio corazón, invitando a Dios a que nos tome como ofrenda viva para representarlo aquí en esta vida, siguiendo la estela de Jesús de Nazaret. Nos apela también y exhorta a vivir desde la coherencia. Hemos de ser consecuentes sin caer en ritualismos vacíos ni tradicionalistas que enmascaren el verdadero sentido de la relación


338| Abba, una oración inacabada con Dios: darnos mutuamente; compartir recíprocamente la existencia y dedicarnos tiempo de calidad, emocionalmente enriquecedor.


Gott ist nur ein Gebet lang von uns entfernt. [Dios se encuentra del hombre a la distancia de una oración]

Johannes Hasselhorn Evangeliums-Rundfunk, 26 de mayo de 1989.



Parte III ORACIONES EN EL NUEVO TESTAMENTO



Capítulo VII

Los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles Referencias en Mateo Mateo 5,44 «Pero yo digo: ¡ama a tus enemigos! ¡Ora por los que te persiguen! De esa manera, estarás actuando como verdadero hijo de tu Padre que está en el cielo».

Esta máxima ética, Jesús de Nazaret la validó no desde el Sermón de la Montaña sino desde la cruz del Calvario. La llevó a su máxima expresión como oración sublime de su amor universal y filantrópico. El Rabí galileo encarnó sus enseñanzas con ejemplaridad atrapado en el más absoluto de los dolores, la tortura arbitraria e injustificada, preñada de sinrazón. Desde ese reconocimiento a su honestidad, cabe apuntar bien poco. Jesús sabe de la contrariedad que supone su enseñanza para una naturaleza caída como la nuestra. Por ello, la relaciona con la-


344| Abba, una oración inacabada zos de pertenencia y familiaridad con el Padre celestial. Es un explícito de su voluntad, y queda reforzado por lo explicado en las bienaventuranzas. Felices los pacificadores. La perfecta compasión y bondad divina queda patente en esta declaración por aquellos que todavía no han entendido el problema del mal y siguen engañados en la lógica del fanatismo religioso exclusivista, el odio atroz y la burla soez que desean aniquilar la verdadera imagen divina en esta tierra. La oración por los enemigos permite que seamos protegidos de lo peor que llevamos dentro y no seamos destruidos por nuestra propia incapacidad para amar. También supedita nuestra tendencia natural a la autodefensa conceptual dicotómica entre buenos y malos. Se nos presenta a los enemigos como víctimas de sí mismos al estar más necesitados del amor. Se encuentran más lejos afectivamente del Dios de Jesucristo y más cerca efectivamente del valor idolátrico del dios grecorromano Ares o Marte, la violencia hacia el otro expresada en la guerra. Solo el amor puede marcar la diferencia y reflejar su gloria. Solo Jesús en la Cruz llevó a la perfección la práctica ética de esta esencia divina. Solo así pudo el centurión replantearse ese acontecimiento del perdón divino. ¿A cuántos habría llevado a la cruz y mandado dar tormento? ¿Por qué este enemigo del Imperio Romano llamó poderosamente su atención? ¿Por qué no maldecía? ¿Por qué no insultaba como cualquier judío proscrito? Sí, la oración de Jesús fue semilla de salvación en el corazón de sus enemigos. Tanto como lo fue la de Esteban para el maltrecho


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Saulo, jefe de asesinos lapidarios. Demasiadas veces hay Pablos que han sido Saulos. Tristemente por no entender la lógica de la gracia ofrecida a todos por igual sin meritocracias exclusivistas. Sin embargo, la oración de este tipo siempre viene en alivio de la conciencia para redirigirla y aliviarla de su podredumbre interior. Sin la costumbre del pago retributivo basado en premios y castigos el derecho romano quedaba a merced de la anarquía. Sin embargo, allí había un judío perdonando un crimen de Estado y ofreciendo eternidad por igual a un crucificado enemigo de Roma que, reconociendo la ley del Talión como las reglas del juego de la vida entre humanos, no se conformaba a la maldición de la muerte, sino que se acogía por fe a la ley viva de Cristo. Amor, solo amor. Pura gracia. Restablecer la paz en las relaciones imposibles. Trabajo del Dios hecho hombre, y trabajo de cualquier hombre hecho nuevamente a imagen de Dios. Mateo 6, 5-13 «Cuando ores, no hagas como los hipócritas a quienes les encanta orar en público, en las esquinas de las calles y en las sinagogas donde todos pueden verlos. Les digo la verdad, no recibirán otra recompensa más que esa. Pero tú, cuando ores, apártate a solas, cierra la puerta detrás de ti y ora a tu Padre en privado. Entonces, tu Padre, quien todo lo ve, te recompensará. Cuando ores, no parlotees de manera interminable como hacen los seguidores de otras religiones. Piensan que sus oraciones recibirán respuesta solo por repetir las mismas palabras una y otra vez. No seas como ellos, porque tu Padre sabe exactamente lo


346| Abba, una oración inacabada que necesitas, incluso antes de que se lo pidas. Ora de la siguiente manera: Padre nuestro que estás en el cielo, que sea siempre santo tu nombre. Que tu reino venga pronto. Que se cumpla tu voluntad en la tierra como se cumple en el cielo. Danos hoy el alimento que necesitamos, y perdónanos nuestros pecados, así como hemos perdonado a los que pecan contra nosotros. No permitas que cedamos ante la tentación, sino rescátanos del maligno».

Ríos de tinta se han escrito a lo largo de dos milenios sobre esta oración. Algunas religiones han hecho de ella su bandera, y su máxima expresión litúrgica. Sin embargo, tan solo se comentará desde una perspectiva personal en cuanto a las implicaciones ideológicas, éticas y espirituales que se derivan: 1.- La oración no es para lucimiento social sino para estrechar vínculos con Dios. 2.- No hay necesidad de repetir y reiterarse en las mismas palabras. 3.- La mejor oración a ojos de Dios es la que hacemos en nuestra intimidad a solas con Él en nuestra HABITACIÓN, o lugar predilecto en el que encontramos la pausa necesaria para acallar los ruidos y la agitación de nuestros ritmos de vida frenéticos en la mayoría de las sociedades posmodernas.


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4.- Es un compromiso ético y toda una declaración de principios: «Padre nuestro celestial santificado sea tu nombre». Implica transcendencia, objetividad, familiaridad, creador, alteridad, y referencia. ¿Qué implica para mí hoy santificar su nombre? ¿Qué significó para Jesús de Nazaret? Para Jesús ser condenado a muerte por supuesta “blasfemia”. En lo ético: amar al prójimo amigo y enemigo. En lo filosófico: ser creacionista y también invocar el nombre de Dios para usos debidos, es decir, enseñados por su propio Hijo en los evangelios. 5.- «Venga tu reino». Expresión de un deseo, anhelo; de una necesidad; de una esperanza; de un porvenir mejor. Solución al sufrimiento humano en forma de crisis económica, caos sociopolítico mundial, destrucción del autor del mal, Satanás, y de sus seguidores. Resurrección de los creyentes muertos, y transformación gloriosa de los creyentes vivos a su imagen gloriosa inmortal e incorruptible. Establecimiento de la ley de amor, justicia, paz, alegría, y bondad en nuestros corazones. Recreación del planeta en una Nueva Tierra paradisíaca. ¿Qué implica para mí hoy? ¿Qué significó para Jesús de Nazaret? Para Jesús ser el MESÍAS profetizado, resucitado, y glorificado. En el ámbito de lo ético: la libertad de conciencia para obedecer a Dios antes que los principios injustos y violentos del mal. No todo vale en función del fin tal y como nos muestran los apóstoles en Hechos 4, 19-20. En el ámbito de lo filosófico: amar los principios


348| Abba, una oración inacabada del reino de Dios y anunciar su Segunda Venida, en base a la promesa que recorre todo el Nuevo Testamento de manera exhaustiva. Así podríamos analizar todo lo que sigue de esta hoja de ruta que Dios nos enseñó a través de su Hijo. Todo un estilo de vida que asumir de manera irrenunciable. Todo un camino que recorrer como proyecto pedagógico que mostrar en nuestras relaciones interpersonales tan fácilmente dañadas por las ofensas. Perdonar es liberar y mejorar a los demás en su autoestima al darles valor con segundas oportunidades. Ese mismo valor que Dios nos muestra en el perdón ofrecido por Jesús de Nazaret a cada una de sus criaturas. Mateo 7, 7-11 «Sigue pidiendo y recibirás lo que pides; sigue buscando y encontrarás; sigue llamando, y la puerta se te abrirá. Pues todo el que pide, recibe; todo el que busca, encuentra; y a todo el que llama, se le abrirá la puerta. Ustedes, los que son padres, si sus hijos les piden un pedazo de pan, ¿acaso les dan una piedra en su lugar? O si les piden un pescado, ¿les dan una serpiente? ¡Claro que no! Así que si ustedes, gente pecadora, saben dar buenos regalos a sus hijos, cuánto más su Padre celestial dará buenos regalos a quienes le pidan».

Invitación a persistir ante la aparente indiferencia emocional de Dios según nuestra limitada comprensión del tiempo y la consiguiente actitud derrotista. Se puede llegar a pensar que Dios no


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nos oye o no le interesan nuestras búsquedas, peticiones o llamadas de atención por lo que nos preocupa. Sin embargo, el sentido común es utilizado como argumento demoledor. Dios se manifiesta como un padre y una madre que desea contentar a sus hijos para que crezcan con sus necesidades bien cubiertas. Nadie en su sano juicio muestra crueldad gratuita con sus hijos, cuanto menos podemos dudar del amor de Dios en nuestra vida.57 Mateo 8, 1-13 Al bajar Jesús por la ladera del monte, grandes multitudes lo seguían. De repente, un leproso se le acercó y se arrodilló delante de él. —Señor —dijo el hombre—, si tú quieres, puedes sanarme y dejarme limpio. Jesús extendió la mano y lo tocó. —Sí quiero —dijo—. ¡Queda sano! Al instante, la lepra desapareció. —No se lo cuentes a nadie —le dijo Jesús—. En cambio, preséntate ante el sacerdote y deja que te examine. Lleva contigo la ofrenda que exige la ley de Moisés a los que son sanados de lepra. Esto será un testimonio público de que has quedado limpio. Cuando Jesús regresó a Capernaúm, un oficial romano se le acercó y le rogó: —Señor, mi joven siervo está en cama, paralizado y con terribles dolores. —Iré a sanarlo —dijo Jesús.

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Romanos 8, 28-39.


350| Abba, una oración inacabada —Señor —dijo el oficial—, no soy digno de que entres en mi casa. Tan solo pronuncia la palabra desde donde estás y mi siervo se sanará. Lo sé porque estoy bajo la autoridad de mis oficiales superiores y tengo autoridad sobre mis soldados. Solo tengo que decir: “Vayan”, y ellos van, o: “Vengan”, y ellos vienen. Y si les digo a mis esclavos: “Hagan esto”, lo hacen. Al oírlo, Jesús quedó asombrado. Se dirigió a los que lo seguían y dijo: «Les digo la verdad, ¡no he visto una fe como esta en todo Israel! Y les digo que muchos gentiles vendrán de todas partes del mundo —del oriente y del occidente— y se sentarán con Abraham, Isaac y Jacob en la fiesta del reino del cielo. Pero muchos israelitas —para quienes se preparó el reino— serán arrojados a la oscuridad de afuera, donde habrá llanto y rechinar de dientes». Entonces Jesús le dijo al oficial romano: «Vuelve a tu casa. Debido a que creíste, ha sucedido». Y el joven siervo quedó sano en esa misma hora.

Casos prácticos de lo predicado por Jesús respecto a la oración que han quedado como ejemplos de la universalidad de su mensaje. La oración rompe barreras rituales y cultuales. La oración hermana a los pueblos política y militarmente enemigos, en amigos de Dios por igual. No hay banderas ni razas sino necesidades personales ante el dolor y la tiranía de las enfermedades comunes a todo ser humano que lo someten a humillación, pesar emocional y un horizonte trágico que lleva a la posible separación de los seres queridos, la muerte.


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Mateo 8, 25-27 Los discípulos fueron a despertarlo: —Señor, ¡sálvanos! ¡Nos vamos a ahogar! —gritaron. —¿Por qué tienen miedo? —preguntó Jesús—. ¡Tienen tan poca fe! Entonces se levantó y reprendió al viento y a las olas y, de repente, hubo una gran calma. Los discípulos quedaron asombrados y preguntaron: «¿Quién es este hombre? ¡Hasta el viento y las olas lo obedecen!».

Jesús denuncia nuestros miedos a perder la vida como el gran obstáculo para creer en su misión de salvarnos pese a las circunstancias amenazantes que conforman nuestra realidad inmanente –sea esta en forma de tormenta física como en el caso que se nos narra o de cualquier otra índole–. Por otro lado, las respuestas inmediatas de Dios en nuestro favor siempre generan paz y admiración. Es decir, exceden nuestro entendimiento y nos sitúan en la dimensión de la criatura que somos ante el Dios Creador omnipotente. Siempre la acción de Cristo genera la misma pregunta: ¿Quién es este hombre tan igual por fuera en su humanidad a nosotros? Y ¿quién este hombre tan semejante al Dios Creador que dice y es hecho? El Segundo Adán, hombre crédulo, en sintonía con Dios, y caballero de la fe –en lenguaje del filósofo existencialista danés Søren Kierkegaard–. Mateo 9, 18 Mientras Jesús decía esas cosas, el líder de una sinagoga se le acercó y se arrodilló delante de él. «Mi hija acaba de morir —le


352| Abba, una oración inacabada dijo—, pero tú puedes traerla nuevamente a la vida solo con venir y poner tu mano sobre ella».

Un padre angustiado se acerca en su máxima desesperación ante un maestro itinerante galileo. Se arrodilla porque la muerte de un vástago nos humilla desde dentro. La vida merece ser vivida pese a su enemiga, la muerte. La vida es verdadera vida cuando los hijos suceden a los progenitores, y no a la inversa. Nuestros liderazgos religiosos, al igual que el de este líder judío, solo sirven para adorar y suplicar al Señor de la vida. Solo son útiles si nos acercan a la eternidad que emana de las manos de Jesús de Nazaret. Solo mediante el contacto de su ser con el nuestro se produce nuevamente la celebración de la resurrección. Tú puedes curar nuestra necesidad con solo venir otra vez tal y como has prometido. Tu mano nos lleva de lo inexplicable a la alegría de lo posible. Mateo 9, 20-22 Una mujer quien hacía doce años que sufría de una hemorragia continua se le acercó por detrás. Tocó el fleco de la túnica de Jesús porque pensó: «Si tan solo toco su túnica, quedaré sana». Jesús se dio vuelta, y cuando la vio le dijo: «¡Ánimo, hija! Tu fe te ha sanado». Y la mujer quedó sana en ese instante.

No hay poder mágico en la túnica ni en las reliquias religiosas, sino en nuestra actitud de fe abrazándonos al Señor, tocándolo, interpelándolo, como la única gran prioridad vital necesaria para ser sano de nuestros problemas irresolubles científicamente. Estos hechos son milagros pasajeros en cuanto que primicias del reinado


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de Dios en y entre nosotros. Apuntan al hecho definitivo como anticipo de que en un instante toda la humanidad será sanada y renovada. Se detendrán los flujos continuos de sangre por enfermedad, accidentes múltiples y violencia en forma de crímenes, guerras... Esta fe en Dios hará que Jesús invierta, y le dé la vuelta a los principios que rigen el statu quo de los reinos de este mundo. La paz será la atmósfera que respiraremos y que circulará por nuestras venas. Solo la actitud de fe accede a lo que otros tocándolo, oprimiéndolo o incluso sorteando sus vestidos no tuvieron acceso. Para estos últimos era un cualquiera metido a Rabí. Para ella, Jairo, y nosotros los creyentes, Dios con nosotros, Enmanuel. En la misma línea de pensamiento situamos el milagro de la curación de los dos ciegos. Mateo 9, 27-30 Cuando Jesús salió de la casa de la niña, lo siguieron dos hombres ciegos, quienes gritaban: «¡Hijo de David, ten compasión de nosotros!». Entraron directamente a la casa donde Jesús se hospedaba, y él les preguntó: —¿Creen que puedo darles la vista? —Sí, Señor —le dijeron—, lo creemos. Entonces él les tocó los ojos y dijo: —Debido a su fe, así se hará. Entonces sus ojos se abrieron, ¡y pudieron ver!


354| Abba, una oración inacabada Ellos aportaron su fe en el Invisible, Jesús les regaló la vista para hacerse completamente visible a sus maltrechos ojos. Ellos se alegraron contemplándolo. Ellos vieron lo que otros no veían: la compasión de Dios como horizonte desvelado en el rostro de su Hijo. Ellos desafiaron la creencia popular que los clasificaba como personas inferiores a los demás, malditos e indignos de ser oídos por el Dios de los escribas, saduceos y fariseos. Ellos no se vieron a sí mismos como un producto estéril de la religión dominante sino con los ojos de Jesús. Sus hechos y sus enseñanzas les permitieron elevarse por encima de su estigma sociorreligioso para fijar sus pupilas en el que era, es y será la luz verdadera que alumbra a todo hombre –como dirá su discípulo Juan en el prólogo de su evangelio–. Mateo 9, 36-38 Cuando vio a las multitudes, les tuvo compasión, porque estaban confundidas y desamparadas, como ovejas sin pastor. A sus discípulos les dijo: «La cosecha es grande, pero los obreros son pocos. Así que oren al Señor que está a cargo de la cosecha; pídanle que envíe más obreros a sus campos».

Inspirador. Motivacional. La oración es un mecanismo de capacitación para la misión. ¡Cuántas vocaciones pastorales, musicales, médico-sanitarias, pedagógicas, administrativas, asistenciales… se han generado en cualquier ámbito de la obra de Dios a favor del ser humano confundido y desamparado! Los nadie para Dios son alguien, dignos de la atención de aquellos que buscan saber sus planes, sus sueños y sus proyectos nacidos en el amor ágape. No


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se trata de ir a una comunidad eclesiástica solamente por costumbre sino de ser iglesia de Cristo para y por los otros. ¿Cuántas vidas dedicadas al evangelismo en otras latitudes no se habrán inspirado en esta invitación? En páginas precedentes ya he dado fe de la importancia de este pensamiento del Rabí galileo en mi vida y en la de muchos otros de mis familiares, amigos e incluso conocidos. Mateo 14, 23 Después de despedir a la gente, subió a las colinas para orar a solas. Mientras estaba allí solo, cayó la noche.

Tras la trágica noticia del más grande ser humano hasta el momento, la decapitación de Juan el Bautista, su profeta y precursor, el Señor Jesús, poderoso en ejecutar milagros, necesita aislarse en intimidad con su Padre del cielo para comunicarle como le afecta esa tristeza, duelo y pesar. Siempre el mal nos sorprende a traición en situaciones de posible jaque mate existencial. Bañado por los últimos rayos del sol, la noche se abre paso con toda su oscuridad amenazante en lo alto de la cumbre. Jesús no estaba minutos sino horas comunicándose con Dios. Lo difícil para él era no recrearse en dicha compañía tanto como quisiese, pues siempre había tormentas que calmar y lecciones que enseñar a sus aventajados, valientes, esforzados y aterrorizados discípulos, peleándose contra el oleaje del lago de Genesaret. Caso de Pedro, uno de los doce, que tuvo la fe osada de desafiar las leyes de la gravedad newtoniana por un breve instante de ciega confianza.


356| Abba, una oración inacabada Mateo 14, 26-33 Cuando los discípulos lo vieron caminar sobre el agua, quedaron aterrados. Llenos de miedo, clamaron: «¡Es un fantasma!». Pero Jesús les habló de inmediato: —No tengan miedo —dijo—. ¡Tengan ánimo! ¡Yo estoy aquí! Entonces Pedro lo llamó: —Señor, si realmente eres tú, ordéname que vaya hacia ti caminando sobre el agua. —Sí, ven —dijo Jesús. Entonces Pedro se bajó por el costado de la barca y caminó sobre el agua hacia Jesús, pero cuando vio el fuerte viento y las olas, se aterrorizó y comenzó a hundirse. —¡Sálvame, Señor! —gritó. De inmediato, Jesús extendió la mano y lo agarró. —Tienes tan poca fe —le dijo Jesús—. ¿Por qué dudaste de mí? Cuando subieron de nuevo a la barca, el viento se detuvo. Entonces los discípulos lo adoraron. «¡De verdad eres el Hijo de Dios!», exclamaron.

La oración de petición en este caso le permite a Pedro visualizar la solución al problema del miedo interior nacido por las circunstancias externas que lo alimentan. Se focaliza en la divinidad de su amigo, pero cuando la fe queda racionalizada por los elementos que han provocado el miedo, provocan su hundimiento mental. Soy solo un hombre y esto es imposible que salga bien. Yo no soy él. De ahí su grito de pánico que en un segundo fue calmado por el tacto de una mano bien conocida para Pedro. Una mano extendida, amigable, firme, segura para salvar y elevar su cuerpo de las


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aguas profundas. Ecos de Jonás. Manos destinadas a ser heridas y maltrechas como profetizó de ellas Zacarías.58 Mateo 18, 19 «También les digo lo siguiente: si dos de ustedes se ponen de acuerdo aquí en la tierra con respecto a cualquier cosa que pidan, mi Padre que está en el cielo la hará. Pues donde se reúnen dos o tres en mi nombre, yo estoy allí entre ellos».

Todas las oraciones narradas en el comienzo del libro de los Hechos de los apóstoles dan buena prueba de ello. Hay dependencia solidaria en la oración en grupo o como iglesia. Como muestra un botón. Pedro fue milagrosamente liberado de la prisión custodiada por todo un cuerpo de guardia. El derramamiento o la unción del Santo Espíritu que los capacitó para no temer la coacción, la prisión, la tortura ni la violencia ejecutada desde la autoridad eclesiástica del Sanedrín a fin de silenciar la Resurrección del crucificado Maestro e Hijo del Hombre. Pidieron valentía para comunicar la Buena Noticia del Mesías Príncipe, y la recibieron con creces como demostró Esteban. Sus promesas para nosotros hoy están vigentes como iglesia si vivir la voluntad de Dios se convierte en nuestra primera y más inmediata prioridad. No se trata de pedir por el paraíso en la tierra sino por los principios del reino de Cristo en nuestros corazones

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«Y si alguien pregunta: “¿Entonces qué de esas heridas en tus manos y en

tu costado?”. Él responderá: “¡Me hirieron en casa de mis amigos!”» (Zacarías 13, 6).


358| Abba, una oración inacabada para tenerlo a Él como uno más entre nosotros. Así otros desearán ser parte de su propuesta y habitar junto a Dios eternamente, sin exclusiones de ningún tipo. Plena garantía de éxito como persona creyente pero también como comunidad cristiana. Mateo 19, 13-14 Cierto día, algunos padres llevaron a sus niños a Jesús para que pusiera sus manos sobre ellos y orara por ellos. Pero los discípulos regañaron a los padres por molestar a Jesús. Pero Jesús les dijo: «Dejen que los niños vengan a mí. ¡No los detengan! Pues el reino del cielo pertenece a los que son como estos niños». Entonces les puso las manos sobre la cabeza y los bendijo antes de irse.

Los niños no contaban en el ámbito público de aquella cultura. Tristemente siguen en muchas sociedades sin contar pese a los Derechos Humanos que muchos estados modernos profesan, pero no respetan. Niños soldados, esclavitud sexual, infanticidios, hambrunas… son denunciadas con este gesto por Jesús. La educación religiosa bien entendida conlleva la bendición y la unción del Creador. Conlleva una educación rica en inteligencia espiritual que entrelaza tanto con la inteligencia emocional como con las demás áreas de la inteligencia humana. No lo castra ni mutila intelectualmente a priori en ninguna esfera de su ser, puesto que le enseña a crecer holísticamente en armonía entre la apertura transcendente y el compromiso inmanente. Cultura religiosa entrelazada de tradición histórica. Dios y prójimo como fundamentos de la responsabilidad ética tanto en el plano vertical como horizontal. La buena vida


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libre feliz versus la esclavitud de la muerte como tema a reflexionar. Mortalidad y eternidad dilema a abordar. Sin oposición entre método científico y filosofía de la religión. Homo sapiens versus Imago

Dei como posibilidades a contemplar. Paradigma cosmovisional a considerar sin menosprecios apriorísticos. Según Jesús, ninguna autoridad ajena a los padres debería mediar en acercar los niños a Él. No debemos confiarlos a terceras personas sin más. Nosotros hemos de estar pendientes de cómo viven desde el hogar ese vínculo tan especial y tan extraordinario. Los padres como paterfamilias. Modelos y ejemplos que les presentan a Jesucristo sin rodeos. Tierno, cercano, afectivo, sabio y atento a la dinámica propia de dicha etapa evolutiva. De no ser ciudadanos ni súbditos en sí mismos sino en potencia para Roma o Jerusalén, Jesús les concedió pleno derecho de ciudadanos del reino de los cielos, poniéndolos en el centro de su enseñanza. Llevó a cabo un elogio de la infancia y aplaudió a esos padres creyentes pioneros que desafiaron el statu quo. Enseñar al niño a amar a Dios y a sus semejantes como lo hizo el Maestro galileo tiene que ver con depositar plena confianza en las nuevas generaciones, pues serán guiadas con la esperanza de imitar la bondad con la que han sido tratados por sus progenitores. La infancia como garante de un estilo de vida cristiano que posibilita tener a Jesús de Nazaret como principio y fin de la existencia. Solución definitiva y auténtica al problema humano en esta su tan cuestionada creación.


360| Abba, una oración inacabada Mateo 21, 13 Les dijo: «Las Escrituras declaran: “Mi templo será llamado casa de oración”, ¡pero ustedes lo han convertido en una cueva de ladrones!».

Ser seguidor de Cristo implica ejercer la capacidad crítica a nivel de funcionamiento eclesiástico cuando se alteran los objetivos, convirtiendo los fines en medios. La usura y el amor al dinero del

homo religiosus ha generado escepticismo en todas las épocas y culturas. Los negocios per se tienen una dinámica propia que debe tener vigilante al hombre de oración. Había un mítico entrenador de fútbol que decía que el dinero del club debía estar activo en el campo de fútbol no en las cuentas bancarias para especular o engordar los egos de los ejecutivos de turno. Con dicho símil pretendo acercar la idea de Jesús acerca de que el dinero debe estar bien administrado para acercar la iglesia a su verdadero fin: acompañar a los creyentes en su encuentro con Dios sin sentirse mal representados por su clero. Ayudar a paliar la necesidad de las personas en riesgo de exclusión económica defendiendo la justicia social. Mateo 21, 21-22 Entonces Jesús les dijo: —Les digo la verdad, si tienen fe y no dudan, pueden hacer cosas como esa y mucho más. Hasta pueden decirle a esta montaña: “Levántate y échate al mar”, y sucederá. Ustedes pueden orar por cualquier cosa, y si tienen fe la recibirán.


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La duda metódica cartesiana sirvió para llegar a demostrar filosóficamente con argumentos tanto de carácter gnoseológico –teoría del conocimiento– como ontológico, la existencia de Dios. Sin embargo, la duda que desautoriza Jesús no es de este tipo. Se trata más bien de otra duda que nos instala en el escepticismo que puede afirmar un Dios teórico, distante, deísta e incluso objeto teorético propio de la tradición académica o de eso llamado Occidente cristiano. No se trata de orar al Dios inoperante, muerto de

facto para nuestras circunstancias vitales por no poder inmiscuirse en las mismas. El reto que Jesús nos pone es que hay poder a nuestra disposición en Dios para que a través de nuestro acto de apertura a él seamos transformados. El dicho: yo soy yo y mis circunstancias conmigo –que apuntaba Ortega y Gasset– puede ser transformado en: «Yo soy yo y mis circunstancias contigo presentadas en oración ante el gran Yo Soy, YHWH, tu Dios que vive para ti». Así nos adentramos en el poder que se convierte en devenir y respuesta divina transformadora de nuestra biografía. La fe es la clave para vencer el miedo a que Dios no nos responda o lo expongamos con nimiedades como pueden ser nuestras contingencias aquí y ahora. Creo con este texto que el reto es educarnos en la fe que engendra confianza y seguridad sin parálisis ni sombras de incredulidad dubitativa. Mateo 23, 5 «Todo lo que hacen es para aparentar. En los brazos se ponen anchas cajas de oración con versículos de la Escritura, y usan túnicas con borlas muy largas».


362| Abba, una oración inacabada Orar es amar no aparentar. Solo quien ama desesperadamente y sin condiciones habla e interpela a Dios de igual manera. Ya hemos dicho que Jesús deconstruye el discurso religioso de su época. Alcanza a verlo desde otra perspectiva preñada de unos conceptos más auténticos y rebosantes de intimidad con el Padre celestial. Libera de la hipocresía religiosa y de la jerarquía eclesiástica al querer enmarcar la oración en un plano de confraternidad, igualdad y libertad de conciencia. Espero que esta manera de narrar la oración sea una navaja de Ockham59 a la luz de este texto, ya que no es la finalidad aparentar una falsa relación con Dios, sino más bien reconocerle todo lo que ha hecho conmigo, mi familia y su pueblo desde el Israel de los patriarcas hasta el Israel espiritual o la iglesia como cuerpo de Cristo –invisible y visible de creyentes sin que medie la acepción

59

«La denominación de navaja de Ockham apareció en el siglo XVI, y con ella

se expresaba que mediante ese principio, Ockham “afeitaba como una navaja las barbas de Platón”, ya que de su aplicación se obtenía una notable simplicidad ontológica, por contraposición a la filosofía platónica que «llenaba» su ontología de entidades (además de los entes físicos, Platón admitía los entes matemáticos y las ideas). Desde una perspectiva ontológica, pues, la aplicación de este principio permitió a Ockham eliminar muchas entidades, a las que declaró innecesarias. De esta manera se enfrentó a muchas tesis sustentadas por la escolástica, en especial, rechazó la existencia de las especies sensibles o inteligibles como intermediarias en el proceso del conocimiento, y rechazó también el principio de individuación…»

(«Navaja

de

Ockham»,

Wikipedia,

ed.

esp.,

https://es.wikipedia.org/wiki/Navaja_de_Ockham [consulta: 15 diciembre 2017]).


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de personas–. Eliminar del tema de la oración la especulación superflua, vacua e innecesaria para degustarla en el verdadero y sencillo acto del encuentro con Dios. Mateo 26, 36-45 Entonces Jesús fue con ellos al huerto de olivos llamado Getsemaní y dijo: «Siéntense aquí mientras voy allí para orar». Se llevó a Pedro y a los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y comenzó a afligirse y angustiarse. Les dijo: «Mi alma está destrozada de tanta tristeza, hasta el punto de la muerte. Quédense aquí y velen conmigo». Él se adelantó un poco más y se inclinó rostro en tierra mientras oraba: «¡Padre mío! Si es posible, que pase de mí esta copa de sufrimiento. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía». Luego volvió a los discípulos y los encontró dormidos. Le dijo a Pedro: «¿No pudieron velar conmigo ni siquiera una hora? Velen y oren para que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil». Entonces Jesús los dejó por segunda vez y oró: «¡Padre mío! Si no es posible que pase esta copa a menos que yo la beba, entonces hágase tu voluntad». Cuando regresó de nuevo adonde estaban ellos, los encontró dormidos porque no podían mantener los ojos abiertos. Así que se fue a orar por tercera vez y repitió lo mismo. Luego se acercó a sus discípulos y les dijo: «¡Adelante, duerman y descansen! Pero miren, ha llegado la hora y el Hijo del Hombre es traicionado y entregado en manos de pecadores».


364| Abba, una oración inacabada Dice el libro de Hebreos que se encomendó al que era poderoso para salvarlo de ese estado de ánimo que lo hundió en un pozo sin fondo de pesar, tristeza y dolor emocional interior. Clamó con gritos desgarradores por todas las maldades que pesaban sobre Él como si de un chivo expiatorio se tratase, según la pedagogía cultual de Israel desde la tienda o tabernáculo del desierto hasta el eco en su mente de las palabras de Juan que lo señalaban como el cordero de Dios. Con temor reverente, es decir, como criatura mortal tenía que despojarse de la posibilidad de ser Dios en ese eje espaciotemporal. No podía bajo ningún concepto utilizar consciente o inconscientemente ese poder para someter a favor del hombre las consecuencias del reino infernal de su enemigo, el ángel engañador rebelde. Lucha titánica desigual. Pidió ayuda al ser humano amigo y discípulo suyo con los que quería compartir la Nueva Jerusalén. Se durmieron como si estuviesen hipnotizados. El duelo de Getsemaní pareciera que no iba con ellos, aunque paradójicamente era por el bien eterno de ellos y por el de muchos otros nacidos de mujer. Jesús pidió fuerzas para que esa ansiedad no desencadenase un infarto en su corazón, muriendo allí mismo fulminado sin poder ir a la cruz. Según la profecía que no la teología más dada a lo especulativo, si era alzado en el madero (Génesis 3, 14-15; Salmo 22-24; Isaías 53; Zacarías 13, 6 entre otros) a todos atraería a sí mismo como Moisés levantó la serpiente simulando ese acontecimiento escatológico en el que la Serpiente Antigua sería vencida


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definitivamente. Ese ataque de Getsemaní lo combatió en condiciones diferentes físicas al del desierto al principio de su ministerio mesiánico. Un ángel vino a darle fuerzas físicas y emocionales para poder sobrevivir a las siguientes horas. Satanás tendría que esperar a su último aliento. La cruz no estaba diseñada para que el Hijo de Dios renunciase por amor a sí mismo a la humanidad, su creación buena y bella, convertida en deicida, homicida y fratricida por la astucia de Satán. A riesgo de estar equivocado, me parece oportuno comentar que la tentación de la cruz del Calvario estaba destinada a Dios Padre y a Dios Espíritu Santo. Ver a su Hijo sufrir injustamente como hombre mortal, desposeído de toda su divinidad, era una provocación a todo el afecto infinito de la Divinidad para que viniese a poner fin a tanta locura arbitraria en la maldita hora de las tinieblas. Además, se verbaliza semejante invocación de manera burlesca, irónica y soez por los propios jefes religiosos del pueblo de la Alianza. ¡Si es Hijo de Dios… y lo salve! Amo a Dios en Cristo por semejante dominio propio. La mortalidad llegó al corazón de la divinidad para que la inmortalidad, la eternidad, llegue al corazón de la humanidad y sea la muerte sorbida en victoria en el Nombre del Resucitado, el único Dios inmortal que ha velado por nosotros cuando nosotros no pudimos velar por Él ni con Él. Mateo 27, 46 A eso de las tres de la tarde, Jesús clamó en voz fuerte: «Eli, Eli, ¿lema sabactani?», que significa «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».


366| Abba, una oración inacabada Jesús está deshidratado y desarrollando posiblemente un infarto cerebral por la sintomatología descrita. Carente de fuerzas físicas y con la lengua pegada al paladar. Todo descrito exhaustivamente en el Salmo 22. Jesús se encomienda a su Padre, nuestro Padre adoptivo, gracias a Él, recitando este canto de victoria en su estribillo. Cualquier niño contemporáneo de Jesús sabía que hablaba del triunfo sobre el enemigo. Dios Padre estaba con Cristo reconciliándonos en Cristo. Se hizo semejante con nuestra desemejanza. Así nos liberó del miedo traído desde Adán a su presencia y se nos mostró velado en su Hijo AMADO ofreciéndonos una imagen apacible y humilde. Sin embargo, como Dios Todopoderoso, omnisapiente y omnipresente, Elohim, provoca en su creación la denuncia del crimen cometido con el texto citado a continuación. Así defendió la causa de su Hijo que no es otra que traernos de vuelta a su hogar para habitar cara a cara con él como fue en el principio antes de hacer un mal uso del libre arbitrio y provocar el mal moral, la enfermedad mortal, como consecuencia. Mateo 27, 50-54 Entonces Jesús volvió a gritar y entregó su espíritu. En ese momento, la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. La tierra tembló, las rocas se partieron en dos, y las tumbas se abrieron. Los cuerpos de muchos hombres y mujeres justos que habían muerto resucitaron. Salieron del cementerio luego de la resurrección de Jesús, entraron en la santa ciudad de Jerusalén y se aparecieron a mucha gente. El oficial romano y los otros soldados que estaban en la crucifixión quedaron aterrorizados por el terremoto y por todo lo que había


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sucedido. Dijeron: «¡Este hombre era verdaderamente el Hijo de Dios!».

Murió como vivió su humanidad, sin dejar de invocar a gritos, si fuese necesario, al Abba celestial una vez tras otra hasta el último suspiro. Persistir para volver a conseguir resistir. Grito de: «¡No actúes Padre! ¡Ya lo he hecho!». Consumado es el plan de rescate al precio de sudar sangre. Nuestro horizonte camina confiadamente en la satisfacción y felicidad presente, pasada y porvenir que ha conseguido para esta humanidad. Aceptar su amistad es el pasaporte a la eternidad. Orar

hic et nunc (aquí y ahora) para celebrar la victoria de nuestra tumba cuando quede vacía en el día de la Segunda Venida prometida.60

Referencias en Marcos, Lucas, Juan y los Hechos de los Apóstoles A continuación, tan solo se mostrarán los textos referidos al tema tratado de la oración en estos cuatro libros. No se comentarán uno a uno como venimos haciendo en el evangelio de Mateo salvo que alguno nos parezca pertinente a fin de no ser reiterativos. Creemos que esto agilizará la lectura en esta parte tan única por estar Jesús de Nazaret entre sus coetáneos y posteriormente darse el derramamiento del Espíritu Santo sobre la iglesia apostólica en la fiesta de Pentecostés.

60

1 Corintios 15, 35-58.


368| Abba, una oración inacabada Marcos 1, 35 A la mañana siguiente, antes del amanecer, Jesús se levantó y fue a un lugar aislado para orar.

Marcos 6, 46 Después de despedirse de la gente, subió a las colinas para orar a solas.

Marcos 9, 29 Jesús contestó: —Esa clase solo puede ser expulsada con ayuno y oración.

Marcos 11, 17 Les dijo: «Las Escrituras declaran: “Mi templo será llamado casa de oración para todas las naciones”, pero ustedes lo han convertido en una cueva de ladrones».

Marcos 11, 24-25 Les digo, ustedes pueden orar por cualquier cosa y si creen que la han recibido, será suya. Cuando estén orando, primero perdonen a todo aquel contra quien guarden rencor, para que su Padre que está en el cielo también les perdone a ustedes sus pecados.

Marcos 14, 32-39 Fueron al huerto de olivos llamado Getsemaní, y Jesús dijo: «Siéntense aquí mientras yo voy a orar». Se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan y comenzó a afligirse y a angustiarse profundamente. Les dijo: «Mi alma está destrozada de tanta tristeza, hasta el punto de la muerte. Quédense aquí y velen conmigo».


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Se adelantó un poco más y cayó en tierra. Pidió en oración que, si fuera posible, pasara de él la horrible hora que le esperaba. «Abba, Padre —clamó—, todo es posible para ti. Te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía». Luego volvió y encontró a los discípulos dormidos. Le dijo a Pedro: «Simón, ¿estás dormido? ¿No pudiste velar conmigo ni siquiera una hora? Velen y oren para que no cedan ante la tentación, porque el espíritu está dispuesto, pero el cuerpo es débil». Entonces Jesús los dejó otra vez e hizo la misma oración que antes. Cuando regresó de nuevo adonde estaban ellos, los encontró dormidos porque no podían mantener los ojos abiertos. Y no sabían qué decir.

Marcos 15, 34 Luego, a las tres de la tarde, Jesús clamó con voz fuerte: «Eloi, Eloi, ¿lema sabactani?», que significa «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?».

La presencia de Jesús ablandaba poco a poco su incomprensión con los milagros que hacía en el nombre de Dios, su Abba. Corazones con tendencia natural a la incredulidad por el peso del pesimismo se transformaban en crédulos. El sentido común secuestrado para ejercer fe debido a la adaptación que tenemos para aceptar las fatalidades que provoca el mal, de nuevo puesto al servicio de la relación con su Creador. Jesús se les manifestaba como sorpresa maravillosa pues convertía los problemas reales en soluciones divinas. Así nos enseña a no caer en el conformismo que adormece nuestras conciencias, ya que, al ser abrazadas por las


370| Abba, una oración inacabada sombras de Morfeo, se pueden convertir en una trágica pesadilla para cualquier vida. Velar en oración pese a todo es el grito irrenunciable del que ama, y desea activar nuestro compromiso ético con cualquier acción filantrópica. Lucas 1, 10 Mientras el incienso se quemaba, una gran multitud estaba afuera orando. Y mientras Zacarías estaba en el santuario, se le apareció un ángel del Señor, de pie a la derecha del altar del incienso.

Lucas 1, 13-17 —¡No tengas miedo, Zacarías! Dios ha oído tu oración. Tu esposa, Elisabeth, te dará un hijo, y lo llamarás Juan. Tendrás gran gozo y alegría, y muchos se alegrarán de su nacimiento, porque él será grande a los ojos del Señor. No deberá beber vino ni ninguna bebida alcohólica y será lleno del Espíritu Santo aun antes de nacer. Y hará que muchos israelitas vuelvan al Señor su Dios. Será un hombre con el espíritu y el poder de Elías; preparará a la gente para la venida del Señor. Inclinará el corazón de los padres hacia los hijos y hará que los rebeldes acepten la sabiduría de los justos.

Lucas 5, 16 Así que Jesús muchas veces se alejaba al desierto para orar.

Lucas 6, 12-13 Cierto día, poco tiempo después, Jesús subió a un monte a orar y oró a Dios toda la noche. Al amanecer, llamó a todos sus discípulos y escogió a doce de ellos para que fueran apóstoles.


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Lucas 6, 27 Bendigan a quienes los maldicen. Oren por aquellos que los lastiman.

Lucas 9, 18 Cierto día, Jesús se alejó de las multitudes para orar a solas.

Lucas 9, 28-31 Cerca de ocho días después, Jesús llevó a Pedro, a Juan y a Santiago a una montaña para orar. Y mientras oraba, la apariencia de su rostro se transformó y su ropa se volvió blanca resplandeciente. De repente aparecieron dos hombres, Moisés y Elías, y comenzaron a hablar con Jesús. Se veían llenos de gloria. Y hablaban sobre la partida de Jesús de este mundo, lo cual estaba a punto de cumplirse en Jerusalén.

Lucas 10, 2 Y les dio las siguientes instrucciones: «La cosecha es grande, pero los obreros son pocos. Así que oren al Señor que está a cargo de la cosecha; pídanle que envíe más obreros a sus campos».

Lucas 18, 1-8 Cierto día, Jesús les contó una historia a sus discípulos para mostrarles que siempre debían orar y nunca darse por vencidos. «Había un juez en cierta ciudad —dijo—, que no tenía temor de Dios ni se preocupaba por la gente. Una viuda de esa ciudad acudía a él repetidas veces para decirle: “Hágame justicia en este conflicto con mi enemigo”. Durante un tiempo, el juez no le hizo caso, hasta que finalmente se dijo a sí mismo: “No temo a Dios ni me


372| Abba, una oración inacabada importa la gente, pero esta mujer me está volviendo loco. Me ocuparé de que reciba justicia, ¡porque me está agotando con sus constantes peticiones!”». Entonces el Señor dijo: «Aprendan una lección de este juez injusto. Si hasta él dio un veredicto justo al final, ¿acaso no creen que Dios hará justicia a su pueblo escogido que clama a él día y noche? ¿Seguirá aplazando su respuesta? Les digo, ¡él pronto les hará justicia! Pero cuando el Hijo del Hombre regrese, ¿a cuántas personas con fe encontrará en la tierra?».

Lucas 18, 9-14 Luego Jesús contó la siguiente historia a algunos que tenían mucha confianza en su propia rectitud y despreciaban a los demás: «Dos hombres fueron al templo a orar. Uno era fariseo, y el otro era un despreciado cobrador de impuestos. El fariseo, de pie, apartado de los demás, hizo la siguiente oración: “Te agradezco, Dios, que no soy un pecador como todos los demás. Pues no engaño, no peco y no cometo adulterio. ¡Para nada soy como ese cobrador de impuestos! Ayuno dos veces a la semana y te doy el diezmo de mis ingresos”. En cambio, el cobrador de impuestos se quedó a la distancia y ni siquiera se atrevía a levantar la mirada al cielo mientras oraba, sino que golpeó su pecho en señal de dolor mientras decía: “Oh Dios, ten compasión de mí, porque soy un pecador”. Les digo que fue este pecador —y no el fariseo— quien regresó a su casa justificado delante de Dios. Pues los que se exaltan a sí mismos serán humillados, y los que se humillan serán exaltados».


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Lucas 19, 46 Les dijo: «Las Escrituras declaran: “Mi templo será una casa de oración”, pero ustedes lo han convertido en una cueva de ladrones».

Lucas 20, 47 «Sin embargo, estafan descaradamente a las viudas para apoderarse de sus propiedades y luego pretenden ser piadosos haciendo largas oraciones en público. Por eso, serán castigados con severidad».

Lucas 21, 36 «Manténganse siempre alerta. Y oren para que sean suficientemente fuertes para escapar de los horrores que vendrán y para presentarse delante del Hijo del Hombre.»

Lucas 22, 17-19 Luego tomó en sus manos una copa de vino y le dio gracias a Dios por ella. Entonces dijo: «Tomen esto y repártanlo entre ustedes. Pues no volveré a beber vino hasta que venga el reino de Dios». Tomó un poco de pan y dio gracias a Dios por él. Luego lo partió en trozos, lo dio a sus discípulos y dijo: «Esto es mi cuerpo, el cual es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria de mí».

Lucas 22, 31-32 «Simón, Simón, Satanás ha pedido zarandear a cada uno de ustedes como si fueran trigo; pero yo he rogado en oración por ti, Simón, para que tu fe no falle, de modo que cuando te arrepientas y vuelvas a mí fortalezcas a tus hermanos».


374| Abba, una oración inacabada Lucas 22, 39-45 Luego, acompañado por sus discípulos, Jesús salió del cuarto en el piso de arriba y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos. Allí les dijo: «Oren para que no cedan a la tentación». Se alejó a una distancia como de un tiro de piedra, se arrodilló y oró: «Padre, si quieres, te pido que quites esta copa de sufrimiento de mí. Sin embargo, quiero que se haga tu voluntad, no la mía». Entonces apareció un ángel del cielo y lo fortaleció. Oró con más fervor, y estaba en tal agonía de espíritu que su sudor caía a tierra como grandes gotas de sangre. Finalmente se puso de pie y regresó adonde estaban sus discípulos, pero los encontró dormidos, exhaustos por la tristeza. «¿Por qué duermen? —les preguntó—Levántense y oren para que no cedan ante la tentación».

Lucas 23, 41-49 «Nosotros merecemos morir por nuestros crímenes, pero este hombre no ha hecho nada malo.» Luego dijo: —Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Jesús respondió: —Te aseguro hoy que estarás conmigo en el paraíso. Ya era alrededor del mediodía, y la tierra se llenó de oscuridad hasta las tres de la tarde. La luz del sol desapareció. Y, de repente, la cortina del santuario del templo se rasgó por la mitad. Después Jesús gritó: «Padre, ¡encomiendo mi espíritu en tus manos!». Y con esas palabras dio su último suspiro. Cuando el oficial romano encargado de la ejecución vio lo que había sucedido, adoró a Dios y dijo: «Este hombre era inocente de verdad». Y cuando todas las multitudes que habían venido a


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observar la ejecución vieron lo que había sucedido, regresaron a casa con gran dolor; pero los amigos de Jesús, incluidas las mujeres que lo habían seguido desde Galilea, se quedaron mirando de lejos».

Cabe hacer énfasis en algunos detalles de los textos citados. El paralelismo entre incienso y oración concretándose en un doble plano: en el templo de Jerusalén y en la presencia de Dios. Simultaneidad de funciones sincronizadas pese a las leyes de la física tal como las medimos los hombres actualmente. ¡Qué misión tan especial la de Juan el Bautista! ¡Deseo tanto que mis hijos vivan para compartir con las personas la segunda venida del Señor! Ni más ni menos que cualquier padre o madre creyente. Orar es desarrollar la compasión más allá de nuestros conformismos. Orar es recuperar la imagen deteriorada de Dios en nosotros para que aquellos que odian violentamente a los cristianos puedan ver un cariño sobrenatural en sus víctimas que los hagan reflexionar, dándose cuenta de sus equivocaciones, entre la que se encuentra su deseo extremo de creerse superiores, siendo más bien demasiado vulnerables ante el juicio de Dios. Por otro lado, se vincula la oración a las parábolas para extraer dos ideas fundamentales: orar para que suceda lo que es justo desde la paciencia y constancia humana pertinentes. Dios es digno de espera porque nunca se desentiende de las injusticias que sufrimos. Para él cuentan. Además, no es por nuestra meritocracia religiosa ni mucho menos debido a nuestro origen denominacional que podemos venir ante su trono de gracia, sino por los méritos de


376| Abba, una oración inacabada Cristo. Orar desde nuestras incoherencias, pésima autoestima dañada por nuestras acciones o palabras erróneas, e incluso conciencia transgresora de lo bueno, la ley del amor se nos impone como una necesidad interna que es capaz de vencer la vergüenza de la culpabilidad. Empatizamos con el Dios de Jesús que no desprecia al publicano apesadumbrado. Nos convertimos en templos vivos, oraciones andantes en constante retroalimentación con el Señor Jesús. Somos en esas ocasiones puentes comunicativos entre el cielo y la tierra. Nos convertimos en la respuesta divina a un mundo sufriente acercando palabra, esperanza, acción práctica solidaria y aceptación de la alteridad del otro sin condiciones. Nuestras iglesias deben ser casas de oración, de encuentro y no solo de predicación satisfactoria. No podemos caer en el autobombo recreándonos en una supuesta piedad farisaica. Nadie es mejor que nadie. Todos somos necesarios pertenezcamos al grupo de creyentes que sea para desarrollar el reino de Dios en esta sociedad contemporánea. Orar es intimar con el Creador. Orar es habitar por fe en su presencia. Orar es percibirse como objetivo civil que Satanás querrá intentar a toda costa destruir. Orar es recordar que Jesús intercede por nosotros para curarnos esas fatídicas heridas de guerra espiritual como a Pedro. Orar es volverse inconformista con nuestra propia maldad y debilidad. Orar como Jesús es darse sin reservas, en agradecimiento a Dios por convertirnos en don hacia los demás como nos recuerda la Santa Cena. Orar es anticiparse a lo que vendrá para que pese a todo nunca se rompa el lazo con Jesucristo, ni su misión con nosotros a favor de nuestro entorno de influencia.


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Jesús oró con pasión hasta sudar sangre literalmente en la hora más espeluznante que vivió en la más absoluta debilidad. Se identifica con cualquier tipo de situación que podamos experimentar y lleno de sabiduría nos puede comprender en nuestras precariedades existenciales por vivirlas en su propio cuerpo previamente. Orar es interceder con poder. Gran lección de radical confianza en Dios cuando aparentemente el mal gana a ojos humanos la partida. Siempre habrá un canto de victoria escatológica a la manera de Jesús en la sala de torturas, el patíbulo y la cruz, símbolos de la tiranía política romana. Juan 6, 11 Luego Jesús tomó los panes, dio gracias a Dios y los distribuyó entre la gente. Después hizo lo mismo con los pescados. Y todos comieron cuanto quisieron.

Juan 11, 22 Marta le dijo a Jesús: —Señor, si tan solo hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto; pero aun ahora, yo sé que Dios te dará todo lo que pidas. Jesús le dijo: —Tu hermano resucitará.

Juan 11, 41-44 Así que corrieron la piedra a un lado. Entonces Jesús miró al cielo y dijo: «Padre, gracias por haberme oído. Tú siempre me oyes, pero lo dije en voz alta por el bien de toda esta gente que está aquí, para que crean que tú me enviaste». Entonces Jesús gritó:


378| Abba, una oración inacabada «¡Lázaro, sal de ahí!». Y el muerto salió de la tumba con las manos y los pies envueltos con vendas de entierro y la cabeza enrollada en un lienzo. Jesús les dijo: «¡Quítenle las vendas y déjenlo ir!».

Juan 14, 13-17 «Pueden pedir cualquier cosa en mi nombre, y yo la haré, para que el Hijo le dé gloria al Padre. Es cierto, pídanme cualquier cosa en mi nombre, ¡y yo la haré! Si me aman, obedezcan mis mandamientos. Y yo le pediré al Padre, y él les dará otro Abogado Defensor, quien estará con ustedes para siempre. Me refiero al Espíritu Santo, quien guía a toda la verdad».

Juan 15, 16-17 «Ustedes no me eligieron a mí, yo los elegí a ustedes. Les encargué que vayan y produzcan frutos duraderos, así el Padre les dará todo lo que pidan en mi nombre. Este es mi mandato: ámense unos a otros».

Juan 16, 23-24 «Ese día, no necesitarán pedirme nada. Les digo la verdad, le pedirán directamente al Padre, y él les concederá la petición, porque piden en mi nombre. No lo han hecho antes. Pidan en mi nombre y recibirán y tendrán alegría en abundancia.»

Juan 17, 1-25 Después de decir todas esas cosas, Jesús miró al cielo y dijo: «Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo para que él, a su vez, te dé la gloria a ti. Pues le has dado a tu Hijo autoridad sobre todo ser humano. Él da vida eterna a cada uno de los que tú le has


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dado. Y la manera de tener vida eterna es conocerte a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien tú enviaste a la tierra. Yo te di la gloria aquí en la tierra, al terminar la obra que me encargaste. Ahora, Padre, llévame a la gloria que compartíamos antes de que comenzara el mundo. Te he dado a conocer a los que me diste de este mundo. Siempre fueron tuyos. Tú me los diste, y ellos han obedecido tu palabra. Ahora saben que todo lo que tengo es un regalo que proviene de ti, porque les he transmitido el mensaje que me diste. Ellos aceptaron el mensaje y saben que provine de ti y han creído que tú me enviaste. Mi oración no es por el mundo, sino por los que me has dado, porque te pertenecen. Todos los que son míos te pertenecen, y me los has dado, para que me den gloria. Ahora me voy del mundo; ellos se quedan en este mundo, pero yo voy a ti. Padre santo, tú me has dado tu nombre; ahora protégelos con el poder de tu nombre para que estén unidos como lo estamos nosotros. Durante el tiempo que estuve aquí, los protegí con el poder del nombre que me diste. Los cuidé para que ni uno solo se perdiera, excepto el que va camino a la destrucción como predijeron las Escrituras. Ahora voy a ti. Mientras estuve con ellos en este mundo, les dije muchas cosas para que estuvieran llenos de mi alegría. Les he dado tu palabra, y el mundo los odia, porque ellos no pertenecen al mundo, así como yo tampoco pertenezco al mundo. No te pido que los quites del mundo, sino que los protejas del maligno. Al igual que yo, ellos no pertenecen a este mundo. Hazlos santos con tu verdad; enséñales tu palabra, la cual es verdad. Así como tú me enviaste al mundo, yo los envío al mundo. Y me entrego


380| Abba, una oración inacabada por ellos como un sacrificio santo, para que tu verdad pueda hacerlos santos. No te pido solo por estos discípulos, sino también por todos los que creerán en mí por el mensaje de ellos. Te pido que todos sean uno, así como tú y yo somos uno, es decir, como tú estás en mí, Padre, y yo estoy en ti. Y que ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno, como nosotros somos uno. Yo estoy en ellos, y tú estás en mí. Que gocen de una unidad tan perfecta que el mundo sepa que tú me enviaste y que los amas tanto como me amas a mí. Padre, quiero que los que me diste estén conmigo donde yo estoy. Entonces podrán ver toda la gloria que me diste, porque me amaste aun antes de que comenzara el mundo. Oh Padre justo, el mundo no te conoce, pero yo sí te conozco; y estos discípulos saben que tú me enviaste. Yo te he dado a conocer a ellos y seguiré haciéndolo. Entonces tu amor por mí estará en ellos, y yo también estaré en ellos».

Juan 20, 24-29 Tomás, uno de los doce discípulos (al que apodaban el Gemelo), no estaba con los otros cuando llegó Jesús. Ellos le contaron: —¡Hemos visto al Señor! Pero él respondió: —No lo creeré a menos que vea las heridas de los clavos en sus manos, meta mis dedos en ellas y ponga mi mano dentro de la herida de su costado.


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Ocho días después, los discípulos estaban juntos de nuevo, y esa vez Tomás se encontraba con ellos. Las puertas estaban bien cerradas; pero de pronto, igual que antes, Jesús estaba de pie en medio de ellos y dijo: «La paz sea con ustedes». Entonces le dijo a Tomás: —Pon tu dedo aquí y mira mis manos; mete tu mano en la herida de mi costado. Ya no seas incrédulo. ¡Cree! —¡Mi Señor y mi Dios! —exclamó Tomás. Entonces Jesús le dijo: —Tú crees porque me has visto, benditos los que creen sin verme.

A modo de resumen, Jesús comienza con una oración de acción de gracias por los alimentos sencilla y directa. No se extendió a la manera farisaica. No perdió el tiempo en pasar a la acción de saciar una necesidad. Ser discípulo de Jesús era estar abierto ante lo inesperado como el milagro de la multiplicación de los panes y los peces. Ser cristiano es agradecer compartiendo con otros sus enseñanzas, verdaderas palabras de vida eterna. Por otro lado, Juan vuelve a relacionar la oración con lo que Jesús sabe del Padre, y por ello, destaca su gratitud por su solicitud en llevar a cabo las peticiones que Jesús le hace para que los discípulos sepan cómo orar cuando ya no esté con ellos. Además, los exhorta con insistencia a que se involucren con el Padre celestial, pues ahora sus peticiones obtendrán respuestas en el nombre de Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios Padre. Es más, recibirán una ayuda idónea que será el Espíritu Santo como garantía necesaria para no dudar de la verdad de esta relación tan peculiar.


382| Abba, una oración inacabada La finalidad de esta novedad de pedir al Padre en el nombre de Jesús será continuar su manera de vivir aquí los principios del reino. Estas respuestas reales se traducen en hechos objetivos. Estos generan que los seres humanos puedan dar gloria al Dios del cielo al ver la alegría sobreabundante que se obtiene como consecuencia de las oraciones. Estos hechos divinos a favor del ser humano producen un vínculo permanente entre Dios y sus hijos e hijas. Sintetizando la oración sacerdotal del capítulo 17, cabe destacar las siguientes ideas-peticiones con el poder que le otorga ser una de las últimas lectio magistri sobre el tema: 1.- Glorificar al Hijo aquí en la tierra para que el Padre sea glorificado en el Universo. 2.- Reconocimiento que como Mesías Príncipe tiene autoridad en el nombre de YHWH para ofrecer la vida eterna a la raza humana. 3.- Volver junto al Padre en su gloria eterna. 4.- Todo el ministerio de Jesús de Nazaret es un regalo que proviene del amor del Padre celestial. 5.- Ser discípulo pasa por aceptar estas premisas anteriores. 6.- Su oración es que vivamos como él vivió para que otros se reconcilien con Dios, y vivan en amistad con él, sin miedos ni temores. Esto le da gloria al Padre, Abba. Rasgo de familiaridad e íntima cercanía.


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7.- Pide protección para nosotros del Maligno, Satán, mediante la apelación al poder que hay en su nombre como Hijo de Dios. Mantiene la coherencia con toda la enseñanza mostrada sobre este principio. Destacado y mantenido este enfoque en todo este evangelio. 8.- Pide que ninguno nos perdamos la vida eterna. Somos únicos en nuestro valor existencial ante su mirada. Somos irreemplazables en su corazón. 9.- Pide que el Padre sea nuestro pedagogo que nos muestre en su Palabra y mediante esta la verdad de nuestra existencia y del amor que es su esencia. 10.- Pide por sus apóstoles y amigos en la Palestina del siglo I, pero en un acto de grandeza ilimitado también por el resto de los que creerán generación tras generación hasta su segunda venida debido a sus ministerios. Desea que para ello su mensaje se actualice en cada ser humano que crea, transformándonos así en cartas vivas, en testamentos vitales, en actores presenciales de lo divino en lo humano. Desea que su legado perdure entre nosotros tan humanos. 11.- Pide que estemos unidos a su ser como ellos lo están entre sí, siendo a su vez tres personas en una unidad esencial. Trinidad entrelazada con la humanidad por medio del espíritu de santidad. Misterioso nacimiento explicado a Nicodemo para alumbrar su oscuridad. 12.- Los mensajes de Cristo tienen la capacidad de traer la alegría necesaria para obtener sentido vital más allá de lo terrible del


384| Abba, una oración inacabada mal con su sinsentido. La unión con Dios en Cristo Jesús nos lleva a la unidad en la diversidad como comunidad de fe. Cualquier otro se nos convierte en prójimo y viceversa. Esta es la manera de concebir la iglesia en un plano de sacerdocio universal vinculado a su naturaleza espiritual a fin de contar las virtudes del Mesías. Finalmente, agradezco a Tomás su incredulidad porque exigió un acto de compasión único. Jesús se hizo respuesta carnal para que este discípulo cambiase su paradigma de fe. No se conformará con ver u oír que el Maestro ha resucitado, sino que necesita palparlo. Experimentar a Dios. Utilizar los sentidos presupone aquí anticipar el empirismo como fuente válida de conocimiento religioso seguro. Sin embargo, Jesús de Nazaret avisa a Tomás, y al resto de los futuros creyentes, que las reglas de la creencia serán otras: creer sin ver. Es decir, experimentar la fe sin evidencias previas sensoriales para descabalgar la incredulidad innata. Orar es desear que Dios se nos haga respuesta viva pese a nuestras más absolutas limitaciones –como en el caso que nos ocupa de este discípulo incrédulo, convertido en apóstol de la resurrección empírica–. Hechos 1, 24-26 Después todos ellos oraron: «Oh Señor, tú conoces cada corazón. Muéstranos a cuál de estos hombres has elegido como apóstol para que tome el lugar de Judas en este ministerio, porque él nos ha abandonado y se ha ido al lugar que le corresponde». Entonces echaron suertes, y Matías fue elegido para ser apóstol con los otros once.


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Hechos 1, 24-26 Todos los creyentes se dedicaban a las enseñanzas de los apóstoles, a la comunión fraternal, a participar juntos en las comidas (entre ellas la Cena del Señor), y a la oración.

Hechos 6, 4; 6 «Entonces nosotros, los apóstoles, podremos dedicar nuestro tiempo a la oración y a enseñar la palabra». A todos les gustó la idea y eligieron a Esteban (un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo), a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás de Antioquía (quien anteriormente se había convertido a la fe judía). Estos siete hombres fueron presentados ante los apóstoles, quienes oraron por ellos y les impusieron las manos.

Hechos 7, 59-60 Mientras lo apedreaban, Esteban oró: «Señor Jesús, recibe mi espíritu». Cayó de rodillas gritando: «¡Señor, no los culpes por este pecado!». Dicho eso, murió.

Hechos 8, 14-15 Cuando los apóstoles de Jerusalén oyeron que la gente de Samaria había aceptado el mensaje de Dios, enviaron a Pedro y a Juan allá. En cuanto ellos llegaron, oraron por los nuevos creyentes para que recibieran el Espíritu Santo.

Hechos 8, 24 —¡Oren al Señor por mí! —exclamó Simón—. ¡Qué no me sucedan estas cosas terribles que has dicho!


386| Abba, una oración inacabada Hechos 9, 11-12 El Señor le dijo: —Ve a la calle llamada Derecha, a la casa de Judas. Cuando llegues, pregunta por un hombre de Tarso que se llama Saulo. En este momento, él está orando. Le he mostrado en visión a un hombre llamado Ananías que entra y pone las manos sobre él para que recobre la vista.

Hechos 9, 40 Pero Pedro les pidió a todos que salieran del cuarto; luego se arrodilló y oró. Volviéndose hacia el cuerpo, dijo: «¡Tabita, levántate!». ¡Y ella abrió los ojos! Cuando vio a Pedro, ¡se sentó! Él le dio la mano y la ayudó a levantarse. Después llamó a las viudas y a todos los creyentes, y la presentó viva.

Hechos 10, 2-4 Era un hombre devoto, temeroso de Dios, igual que todos los de su casa. Daba generosamente a los pobres y oraba a Dios con frecuencia. Una tarde, como a las tres, tuvo una visión en la cual vio que un ángel de Dios se le acercaba. —¡Cornelio! —dijo el ángel. Cornelio lo miró fijamente, aterrorizado. —¿Qué quieres, señor? —le preguntó al ángel. Y el ángel contestó: —¡Dios ha recibido tus oraciones y tus donativos a los pobres como una ofrenda!


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Hechos 10, 9; 11, 5 Al día siguiente, mientras los mensajeros de Cornelio se acercaban a la ciudad, Pedro subió a la azotea a orar. Era alrededor del mediodía.

Hechos 12, 5; 12 Pero, mientras Pedro estaba en la cárcel, la iglesia oraba fervientemente por él. [...] Cuando se dio cuenta de esto, fue a la casa de María, la madre de Juan Marcos, donde muchos se habían reunido para orar.

Hechos 13, 3 Cierto día, mientras estos hombres adoraban al Señor y ayunaban, el Espíritu Santo dijo: «Consagren a Bernabé y a Saulo para el trabajo especial al cual los he llamado». Así que, después de pasar más tiempo en ayuno y oración, les impusieron las manos y los enviaron.

Hechos 14, 23 Pablo y Bernabé también nombraron ancianos en cada iglesia. Con oración y ayuno, encomendaron a los ancianos al cuidado del Señor, en quien habían puesto su confianza.

Hechos 16, 13 El día de descanso nos alejamos un poco de la ciudad y fuimos a la orilla de un río, donde pensamos que la gente se reuniría para orar, y nos sentamos a hablar con unas mujeres que se habían congregado allí.


388| Abba, una oración inacabada Hechos 16, 16; 25-26 Cierto día, cuando íbamos al lugar de oración, nos encontramos con una joven esclava que tenía un espíritu que le permitía adivinar el futuro. Por medio de la adivinación, ganaba mucho dinero para sus amos. [...] Alrededor de la medianoche, Pablo y Silas estaban orando y cantando himnos a Dios, y los demás prisioneros escuchaban. De repente, hubo un gran terremoto y la cárcel se sacudió hasta sus cimientos. Al instante, todas las puertas se abrieron de golpe, ¡y a todos los prisioneros se les cayeron las cadenas!

Hechos 20, 36-37 Cuando Pablo terminó de hablar, se arrodilló y oró con ellos. Todos lloraban mientras lo abrazaban y le daban besos de despedida.

Hechos 21, 5-6 Cuando regresamos al barco al final de esa semana, toda la congregación, incluidos las mujeres y los niños, salieron de la ciudad y nos acompañaron a la orilla del mar. Allí nos arrodillamos, oramos y nos despedimos.

Hechos 22, 17-21 Después de regresar a Jerusalén y, mientras oraba en el templo, caí en un estado de éxtasis. Tuve una visión de Jesús, quien me decía: «¡Date prisa! Sal de Jerusalén, porque la gente de aquí no aceptará tu testimonio acerca de mí». «Pero Señor —argumenté—, seguramente ellos saben que, en cada sinagoga, yo encarcelé y golpeé a los que creían en ti. Y


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estuve totalmente de acuerdo cuando mataron a tu testigo Esteban. Estuve allí cuidando los abrigos que se quitaron cuando lo apedrearon». Pero el Señor me dijo: «¡Ve, porque yo te enviaré lejos, a los gentiles!».

Hechos 26, 29 Pablo contestó: —Sea en poco tiempo o en mucho, le pido a Dios en oración que tanto usted como todos los presentes en este lugar lleguen a ser como yo, excepto por estas cadenas.

Hechos 28, 8-10 Dio la casualidad de que el padre de Publio estaba enfermo con fiebre y disentería. Pablo entró a verlo, oró por él, puso sus manos sobre él y lo sanó. Entonces todos los demás enfermos de la isla también vinieron y fueron sanados. Como resultado, nos colmaron de honores y, cuando llegó el tiempo de partir, la gente nos proveyó de todo lo que necesitaríamos para el viaje.

Cristo ha resucitado. La vida se desborda. Los miedos a la tortura, el fanatismo y la pena de muerte no desaparecen pero la oración los somete. Esta se convierte en el tema prioritario de una iglesia naciente. Toda su fuerza vital transforma la realidad. El mundo invisible se hace visible. Los cielos se abren en visión para contemplar la verdadera vida eterna, y así dar consuelo al que suspira dolor ensangrentado por las heridas causadas a pedradas. Ante la presencia de Dios en gloria hasta los homicidios religiosos son perdo-


390| Abba, una oración inacabada nados. Saulo se transformará en Pablo. Las suertes se echan sometiéndolas a la oración. Se organizan ministerios de evangelismo oyendo la voz del Espíritu Santo, mediante el ayuno y la oración. Dios es real. Las promesas de expandir su mensaje por todo el globo terráqueo también. La palabra de Dios no puede ser encadenada, aunque sí sus amigos y apóstoles. Conexión total con la humanidad.


Capítulo VIII

Las epístolas paulinas Referencias en la epístola a los Romanos Romanos 1, 9-10 Dios sabe cuántas veces los recuerdo en mis oraciones. Día y noche hago mención de ustedes y sus necesidades delante de Dios, a quien sirvo con todo mi corazón anunciando la Buena Noticia acerca de su Hijo. Algo que siempre pido en oración es que, Dios mediante, se presente la oportunidad de ir por fin a verlos. Pues tengo muchos deseos de visitarlos para llevarles algún don espiritual que los ayude a crecer firmes en el Señor.

Orar es recordar repetidamente a los seres queridos delante de nuestra conciencia cuando nos comunicamos con Dios. Pablo ora de este modo para que se cumpla el deseo de ir a visitarlos que hasta la fecha no le ha sido posible. Así podrá edificarlos en la fidelidad al Señor. Esta visita les será provechosa para que no se estanquen, y puedan crecer con los dones espirituales que Pablo ha recibido.


392| Abba, una oración inacabada Romanos 8, 26-30 «Además, el Espíritu Santo nos ayuda en nuestra debilidad. Por ejemplo, nosotros no sabemos qué quiere Dios que le pidamos en oración, pero el Espíritu Santo ora por nosotros con gemidos que no pueden expresarse con palabras. Y el Padre, quien conoce cada corazón, sabe lo que el Espíritu dice, porque el Espíritu intercede por nosotros, los creyentes, en armonía con la voluntad de Dios. Y sabemos que Dios hace que todas las cosas cooperen para el bien de quienes lo aman y son llamados según el propósito que él tiene para ellos. Pues Dios conoció a los suyos de antemano y los eligió para que llegaran a ser como su Hijo, a fin de que su Hijo fuera el hijo mayor de muchos hermanos.»

Incapacidad y debilidad humana manifiesta para orar sin el apoyo asistencial del Espíritu Santo, ya que intercede por nosotros con gemidos más allá de nuestro precario código lingüístico. Así podremos vivir en armonía con la voluntad del Padre del cielo. Así podremos ser algún día como Jesús, nuestro hermano mayor. Esa ha de ser la petición prioritaria. Ese es un horizonte infinito como el propio Dios en esencia es. La oración nos hermana como humanidad con la divinidad, pero también nos introduce en los designios divinos para ir descubriendo nuestra utilidad en favor de otros para que lleguen a ser seguidores de Cristo. Romanos 10, 1 Amados hermanos, el profundo deseo de mi corazón y mi oración a Dios es que los israelitas lleguen a ser salvos.


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Ora para que los israelitas lleguen a ser salvos. Nosotros deberíamos orar para que toda nuestra nación, y denominación religiosa cristiana, llegue a disfrutar de la gracia de Dios mediante la salvación expresada en su Hijo. Descentrados de nosotros mismos, abriendo la universalidad del mensaje desde nuestra cultura hacia otras realidades sociológicas diferentes sin caer en puntos de vista etnocéntricos. Romanos 12,12 «Alégrense por la esperanza segura que tenemos. Tengan paciencia en las dificultades y sigan orando.»

Todo un manual de valores prácticos. Hay veces que tardamos años para que la esperanza segura fructifique. Esta nos libera de las dificultades. Deja de ser. Se transforma en realidad. Cuando la esperanza deviene en presente, transforma la fe deseada en respuesta bondadosa confirmada. Así se retroalimenta la vida de oración con Dios. Cabe acogerse a la paciencia para no caer en la desesperanza durante las circunstancias adversas. Orar significa una actitud de dependencia constante, pero también de reconocimiento de que Dios maneja los tiempos de nuestra vida por terribles o inasumibles que nos parezcan las situaciones. Orar es ofrecerle la oportunidad al Señor Jesús de que actúe con pleno derecho, sin transgredir nuestras decisiones, ni violentar nuestra libertad de conciencia. También de que nos pueda proteger de otras voluntades enemigas suyas y nuestras.


394| Abba, una oración inacabada La esperanza nos otorga el privilegio de mirar con alegría el futuro. El reino de las tinieblas pasará. Todo es cuestión de tiempo. La paciencia nos es necesaria mientras esperamos que todo lo malo acabe. Esta virtud siempre mira hacia Dios como Señor del tiempo histórico para que sea dueño absoluto del tiempo eterno. La paciencia engendra la esperanza de atravesar el silencio del valle de muerte. La paciencia es instrumento de siembra para el reinado de Dios. Sin su paciencia, el Señor no podría entrelazar su compasión con su justicia. Sin su paciencia, no podríamos degustar este misterio. La paciencia de Dios permite relativizar nuestras prisas, premuras y aceleración estresante del tiempo cronometrado, medido y compartimentado. La paciencia desarrolla en nuestro carácter humildad, resiliencia y amor necesario para alcanzar las promesas del Señor por la fe. Cuanto más deseamos una situación que se hace esperar, más empeño ponemos en conseguirla, y más la cuidamos

a posteriori. Orar es decirle a Dios que confiamos más en su bondad futura que en la maldad presente. Orar es prestar atención a los posibles de Dios que transforman nuestros imposibles reales, arraigados en el aquí y ahora. En las dificultades tengamos paciencia y sigamos orando para sobreponernos mediante la alegría de la segurísima esperanza en Cristo –como nos dice el apóstol a los gentiles–. Romanos 12, 14 Bendigan a quienes los persiguen. No los maldigan, sino pídanle a Dios en oración que los bendiga.


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Todo un ideal de vida. Pedid a Dios en oración que bendiga a los que nos persiguen por identificarnos con Jesús de Nazaret, y para que ellos lleguen a ser cristianos. Vivencia autobiográfica. Pablo tiene en su memoria histórica el proceso a Esteban en Jerusalén, y su manera de pedir perdón –como cristiano– por sus enemigos religiosos, saduceos y fariseos, caídos en la violencia del fanatismo más cruel e intolerante del que Saulo fue su abanderado hasta el encuentro con la gloria del Señor Jesús camino de Damasco. Nada fácil e imposible sin el derramamiento del Espíritu de santidad en nosotros. Cuando amamos tanto como Dios, deseamos que los enemigos se hagan nuestros amigos para que reine el principio de vida fraternal en la convivencia. Como decía Primo Levi, cuando alguien pide perdón por los crímenes cometidos, se está haciendo amigo de la humanidad. Declara que nunca más levantará en su mente las barreras del odio intolerante ni del prejuicio racial. Afirma que nunca más actuará así. Le pesa y le pena su pasado. Anhela un futuro fraternal para todos. Destierra de su mente el falso concepto de superioridad para sentirse uno con los otros en igualdad. Ya no los califica, sino que los cualifica en sus afectos, estableciendo vínculos de generosidad lingüística amable. Creo que hay que desterrar de nuestro vocabulario el exclusivismo religioso tan manido tristemente entre las naciones religiosas. Se tratan como enemigos deshonrando al Dios de amor. Al Creador le gusta vernos reflejar su armonía en nuestros vínculos personales en cualquier ámbito que nos toque vivir.


396| Abba, una oración inacabada Romanos 15, 13 Le pido a Dios, fuente de esperanza, que los llene completamente de alegría y paz, porque confían en él. Entonces rebosarán de una esperanza segura mediante el poder del Espíritu Santo.

Ora para que la iglesia de Roma sea más feliz. Los ingredientes de la buena vida que quiere para ellos son magistralmente seleccionados: alegría y paz para rebosar esperanza por nuestra confianza en Dios, y la presencia del Espíritu Santo en ellos. No hay persona capaz de ser inmune a esta vivencia. En un tiempo donde se disfruta del placer de ver derramar sangre en el anfiteatro romano Pablo sitúa la verdadera plenitud del disfrute de la vida en otros valores diametralmente opuestos. En una sociedad que exalta la guerra, y la habilidad para asesinar de los gladiadores en la arena –máximo espectáculo de la plebs y los patricios–, Pablo habla de la paz y de la esperanza como el arma más poderosa del Espíritu Santo a nuestro alcance. Entender esta vivencia es para no dejar de reír. No hay que olvidar que la sangre de los mártires cristianos con sus cantos de plena esperanza en Dios, y la vida eterna prometida, retumbaban en esos oídos habituados a los gritos desgarrados de seres mutilados, moribundos y llenos de dolor, como brilla una luz en el corazón de la oscuridad. Sin la alegría de la esperanza en la resurrección, no habrían podido mirar a la muerte dibujando pacíficamente un corazón afectuoso en sus pupilas. Sin esa alegría desbordada, sus conciencias no habrían sido despertadas a los cánticos celestiales ni su imaginación invadida por el deseo de ser así de felices.


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Romanos 15, 30-31 Mis amados hermanos, les pido encarecidamente en el nombre de nuestro Señor Jesucristo que se unan a mi lucha orando a Dios por mí. Háganlo por el amor que me tienen, ese amor que el Espíritu Santo les ha dado. Pídanle que me libre de los que están en Judea que se niegan a obedecer a Dios. Pídanle también que los creyentes de allí estén dispuestos a aceptar la ofrenda que llevo a Jerusalén.

La última petición a la iglesia de Roma es que ore encarecidamente en el nombre de Jesucristo por él –ya que le tienen amor en el Espíritu Santo– para que se le concedan dos objetivos en su ministerio actual. El primero consiste en ser librado de los judíos rebeldes a Dios. Sabe de lo que habla porque él había sido uno de ellos. Sabe cómo piensan, con que determinación lo odian, y le dificultan que edifique iglesias en las ciudades del Asia Menor. El segundo motivo es para que no se ofendan los judíos cristianos por la ofrenda de los macedonios ni de los acayos. Según Pablo, los pueblos gentiles expresan de esta manera su deuda de gratitud a los judíos de Jerusalén. Esta ciudad ha recibido la bondad divina, hecha carne y sangre en la persona de Jesús, y de los primeros nazarenos, –cristianos para la posteridad– arruinados por el deseo de consumir todas sus propiedades en favor de los necesitados, y de la misión global del reinado del Mesías Príncipe. Extender la Gran Comisión evangelizadora hasta el último rincón del mundo conocido por ellos es su máxima de vida.


398| Abba, una oración inacabada

Referencias en las epístolas a los Corintios Trataremos el tema como un continuo, aunque citaremos distinguiendo entre la primera carta y la segunda para facilitar las referencias. El objeto de análisis se nos presenta por primera vez hacia mitad de la epístola. No es un problema para dicha comunidad de creyentes enredados en otras cuestiones de mayor urgencia, y gravedad, para la buena salud de la iglesia. Citaremos pues sin más dilación. 1 Corintios 7,5 No se priven el uno al otro de tener relaciones sexuales, a menos que los dos estén de acuerdo en abstenerse de la intimidad sexual por un tiempo limitado para entregarse más de lleno a la oración. Después deberán volverse a juntar, a fin de que Satanás no pueda tentarlos por la falta de control propio.

Nos apunta la sexualidad como un freno a la vida de oración. Habla de pactar en el matrimonio momentos breves para consagrarse a la entrega de la comunicación con Dios, y su voluntad, de manera más intensa. Se trata de dormir los deseos más inmediatos para abrirnos al Dios que actúa por medio del Espíritu Santo en nosotros potenciando uno de sus rasgos: el autocontrol, temperancia, dominio propio o fuerza de voluntad. Si entendemos el ayuno bíblico como oración, entonces la relación entre sexualidad y oración se incrementa exponencialmente. Cuando falta el agua o el alimento físico, también aparece la inapetencia sexual entre otros


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tipos de sensaciones que producen en la mente una verdadera lucha contra la codicia. Se nos revela la profundidad de nuestra naturaleza a desemejanza de Cristo, pero paradójicamente nos encontramos creciendo desde este acto de la propia conciencia personal en la vida del espíritu. Sus prioridades menos egocéntricas mediante este tipo de abstinencias consensuadas, y compartidas en la vida conyugal, nos capacitan para crecer en altruismo y entrega desinteresada a los proyectos divinos para nuestra existencia. Como apunta el sabio en el libro de Eclesiastés, hay un tiempo o momento oportuno para toda acción agradable que se lleva a cabo bajo el cielo. También para su contraria, y hacer el amor con la persona amada y deseada es altamente gratificante, pero vivir momentos de intimidad con el Dios del cielo, y ser lleno de su amor, todavía es un camino más excelente para los hijos e hijas del Padre de toda compasión. Una cosa es necesaria sin dejar de menospreciar la otra. Hacer el amor se ha mitificado y banalizado. Disfrutar de momentos de plenitud en oración con el Señor Jesús al que no vemos sino por la fe, y la actuación de su Espíritu en nuestro espíritu está a años luz de una sociedad que ha hecho de la sexualidad el súmmum de la mercancía en la economía hedonista del intercambio de fluidos líquidos como nos apunta Zygmunt Bauman. La sexualidad se encuentra en una realidad mediática en la que los pensamientos placenteros están entremezclados de cierta pa-


400| Abba, una oración inacabada sión asimétrica con la ley de Dios. El adulterio también cobra presencia en el mundo imaginado de los estímulos sexuales innatos a una naturaleza codiciosa en su alejamiento del plan divino original. Jesús dijo aquello de que cualquiera que piensa sexualmente en otra mujer, o viceversa como apunta Salomón en el libro de Proverbios, ya entra en la pendiente de culpabilidad, distancia y alejamiento del Señor. No por causa de él sino por automatismos connaturales a nuestra imagen averiada que de Dios ha provocado el pecado. Aparece el animal humano. Las guerras con la violencia padecida por las víctimas mediante abusos sexuales dan buena prueba del lado oscuro, y tenebroso, que, de dicho don divino, el lobo es un lobo para el hombre,61 ha convertido en dolor, angustia y pesar. La bendición sexual convertida en maldición por falta de autodominio compasivo. El mayor órgano sexual es la mente humana. El mayor privilegio de amar a Dios y al prójimo también se concibe en nuestro corazón, el pensamiento, según el apóstol hebreo a los griegos. 1 Corintios 11, 3-5 El hombre deshonra a su cabeza si se cubre la cabeza mientras ora o profetiza. En cambio, la mujer deshonra a su cabeza si ora o profetiza sin cubrirse la cabeza, porque es como si se rapara.

Texto extraño para nuestra sociedad posmoderna. Pablo argumenta desde la gloria que se refleja así según el orden de la crea-

61

«Homo homini lupus», Thomas Hobbes en El Leviatán (1651).


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ción. El hombre refleja la gloria de Dios y se mantiene bajo su autoridad. La mujer de la misma manera refleja la gloria de ser la compañera ideal para el varón. Estos son los argumentos esgrimidos por el apóstol. Además, pone como testigos de esta realidad en la iglesia primitiva a los ángeles que contemplan nuestras vidas sujetas a la autoridad divina por derecho de creación, y reconocimiento amoroso. El apóstol sabe que puede ser un tema polémico, y cierra toda opción de discusión apelando a que así es como actúan por costumbre entre sus coetáneos en las iglesias del Asia Menor o de Jerusalén. En definitiva, cubrirse para ellas, y descubrirse para ellos la cabeza, se asocia al concepto de autoridad ontológica. Memorial respetuoso con el mundo angelical, y con la imagen divina en nosotros. Es curioso, ya que él mismo apunta por revelación esa idea tan novedosa democráticamente hablando, y tan de nuestras sociedades del bienestar occidentales de «no hay hombre ni mujer, siervo ni libre... en Cristo Jesús.»62 1 Corintios 14, 13-15 Si oro en lenguas, mi espíritu ora, pero yo no entiendo lo que digo. […] Oraré en el espíritu, y también oraré con palabras que entiendo.

Hay algunas denominaciones religiosas que han elevado este texto a un rasgo de identidad como si de un sello o una marca se tratase. Se han centrado en la primera parte de la oración condicional, obviando el sentido y la finalidad de la segunda parte de la

62

Gálatas 3, 28.


402| Abba, una oración inacabada oración, o consecuente. En todo proceso comunicativo lo importante no es orar en lenguas ni angélicas ni divinas. No hay ningún mérito ni privilegios ni elitismo espiritual. No es una prueba objetiva de la abundancia de los frutos del Espíritu Santo en el creyente. Ni mucho menos. No es más grande esa realidad paulina que su canto al amor en el capítulo 13 que precede a este texto. El habla nos distingue como especie y nos asemeja al Creador. Nos capacita para comprendernos, explicarnos, y describir la realidad de manera inteligible. Somos voz, logos, razón, inteligencia discursiva, palabra, y con ellas construimos sentimientos relacionales, o desocultamos esferas del saber, trayéndolas de la no existencia a la luz de la vida intelectual. De lo posible a lo factible o real. No es Dios quien necesita mi oración, sino que soy yo quien necesita abrirme a Él en un acto amigable de conversación fluida desde mi autoconciencia hecha mundo lingüístico. Como apuntó el segundo Wittgenstein, los límites de mi lenguaje son los límites de mi conocimiento. De cualquier conocimiento incluso el de Dios. De ahí que Juan insista que Dios se hizo hombre en Jesús y predicase audible y sonoramente en lenguaje entendible del pueblo, arameo, los misterios que el Abba, YHWH, le había dado a conocer por medio del Espíritu Santo que habitaba plenamente en su corporeidad. Jesús no oraba para ser sino para que los que lo oyesen creyeran en Dios Padre y Señor de Israel. Por extensión de toda la humanidad. De esta manera viendo sus obras se podían sentir seguros y vencían su miedo al Dios desconocido, distante y desenfocado por siglos de vacua religiosidad, apresada en ritos muertos.


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Es cierto que el lenguaje corporal también trasmite inputs de información que desde nuestro mundo inconsciente traspiramos hacia los otros y viceversa. Desde los otros rostros se nos envían esas señales hacia nuestras pupilas. Dicen los entendidos que este lenguaje no engaña. Los políticos y actores triunfan si controlan al máximo posible este mundo comunicativo. Se ejercen en líderes empáticos por su lenguaje no hablado más que por el traducido a sonidos. Quizá orar en el espíritu es orar así sin subterfugios desde nuestra corporeidad. Jesús nos enseña que oró en el espíritu sudando gotas de sangre, arrodillado y con la mirada erguida hacia el horizonte velado de la presencia divina. La noche más oscura, rodeada de tinieblas opresoras en busca de una víctima inocente a la que torturar. También en el espíritu había sido llevado al desierto para ser afligido por cuarenta días de privaciones corporales sin probar bocado. De nuevo su cuerpo fisiológicamente envió señales sinceras de mucha hambre que soportó solo para derrotar al tentador, Satán, como ofrenda intercesora en el cumplimiento de su misión en cuanto que ungido defensor de la humanidad. 2 Corintios 1, 10-11 Efectivamente él nos rescató del peligro mortal y volverá a hacerlo de nuevo. Hemos depositado nuestra confianza en Dios, y él seguirá rescatándonos, y ustedes nos están ayudando al orar por nosotros. Entonces mucha gente dará gracias porque Dios contestó bondadosamente tantas oraciones por nuestra seguridad.

En la ética habermasiana –tan apreciada en nuestras sociedades occidentales democráticas– se alude al concepto filosófico de


404| Abba, una oración inacabada la intersubjetividad para fundamentar las reglas y los acuerdos dialogados. Estos preservarán el proyecto –tan amenazado actualmente– del estado de bienestar. Para Pablo esta interdependencia es recíproca con los demás creyentes. De ahí la consideración en la que los tiene como ciudadanos competentes del reino celestial. Parece que Dios oye a todos por igual, sin acepciones de clase religiosa, misión, ni predilecciones jerarquizadas de arriba hacia abajo. Pablo destaca la ayuda mutua por medio de la oración pues los peligros son intensos, mortales, ya que ha enfadado al que reina en la oscuridad y opacidad de las tinieblas. Pablo se siente como un enano desafiando el reino infernal de la violencia demoniaca. Pablo sabe que, sin la ayuda proveniente del Dios del cielo, y sin la oración como metodología dialógica, su seguridad para llevar los principios del reino de los cielos a las conciencias no provocaría el auténtico estado de bienestar aquí y en la edad venidera. Debido a que Dios actúa bondadosamente muchos tenemos motivos de gratitud histórica por la vida de Pablo, pero también podemos darle gracias a Dios hoy por cuidar nuestras vidas como seguidores suyos. 2 Corintios 2, 15 Nuestras vidas son la fragancia de Cristo que sube hasta Dios, pero esta fragancia se percibe de una manera diferente por los que se salvan y los que se pierden.

Nuestra autoestima espiritual no depende de los que no pueden entender el misterio de la encarnación de YHWH en Jesús de Nazaret, ni de este en nosotros por medio de su presencia a través


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de su Espíritu Santo, Dios con ellos. Esto para muchos seres inteligentes que aplican el método científico a todas las posibilidades del conocimiento es locura. Para muchos seres inteligentes que aplican el razonamiento del sentido común es una irrealidad por no decir una estafa intelectual. Sin embargo, para nosotros que somos partícipes del estilo de ser y hacer de Cristo somos más valiosos que cualquier delicado y patentado perfume. Es decir, nuestros actos pueden generar una atmósfera amorosa para gloria de Dios si somos capaces de expresar su bondad encarnándola en nuestra personalidad. Como el buen perfume no pasa desapercibido para nadie, tampoco la vida de fe traducida en buenas obras pasa de incógnito para el Padre de todas las luces. 2 Corintios 3, 2-3 La única carta de recomendación que necesitamos son ustedes mismos. Sus vidas son una carta escrita en nuestro corazón; todos pueden leerla y reconocer el buen trabajo que hicimos entre ustedes. Es evidente que son una carta de Cristo que muestra el resultado de nuestro ministerio entre ustedes. Esta «carta» no está escrita con pluma y tinta, sino con el Espíritu del Dios viviente. No está tallada en tablas de piedra, sino en corazones humanos.

2 Corintios 9, 14 Y ellos (creyentes de Jerusalén) orarán por ustedes (griegos de Corinto) con un profundo cariño debido a la desbordante gracia que Dios les ha dado a ustedes.


406| Abba, una oración inacabada 2 Corintios 13, 7; 9 Pedimos a Dios en oración que ustedes no hagan lo malo al rechazar nuestra corrección. […] Nuestra oración es que lleguen a ser maduros.

Brevemente comentar que la oración por los demás no es ni más ni menos que para ayudar a los otros a que depositen su confianza en el Señor, y generar la expectativa confiada en Dios que las oye, que actúa en consecuencia. Así se generan cadenas de gratitud entre los creyentes. Así se incrementa el agradecimiento al Dios del cielo por sus bondadosas respuestas. Así nos convertimos en vidas de oración agradables a Dios, y llenos de sus obras encontramos motivos para pelear la buena batalla contra toda adicción interior que deforma su imagen en nosotros como pródigos en esta sociedad. Es curioso que la mayor satisfacción que un padre o una madre pueden tener es ver crecer a sus hijos con madurez, entendida esta como armonía responsable ética. Es decir, un guía, un pedagogo, un educador, un maestro encuentra sentido no en el paternalismo enfermizo, y sobre protector, hacia sus educandos o alumnos, sino en la interiorización de lo bueno y verdadero en ellos. En el uso inteligente de su raciocinio para validar la propuesta divina en comunión con la acción del Espíritu. Respetar implica ser maduro. Eso se manifiesta cuando no hay supervisión constante sino confianza extrema en que el proyecto tiene validez en sí mismo, pues se vive en apertura permanente hacia la comunión con el Dios de Jesús.


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Pablo no quiere ser un mensajero de la autoridad divina cual sumo sacerdote. Se aleja de dicho rol y escoge el de agricultor. Su satisfacción es ver al creyente y a la iglesia de Corinto plenamente autónoma en su crecimiento a imagen de la cabeza de la comunidad cristiana, Cristo Jesús. Eso le da una grandísima satisfacción por el trabajo bien hecho. Aquí se potencia el principio de la oración como riego del espíritu para que las iglesias desprendan la fragancia de la personalidad, y la cosmovisión del Rabí galileo. Como padre, anciano de iglesia local y educador de adolescentes hago mía la máxima relacional de Pablo. Ni abandono indiferente ni sobreprotección. Ocuparse en la humilde distancia de la vida mediadora en oración por los que amamos es una necesidad llevadera. Les deseamos todo bien y, en definitiva, que deseen elegir ser «facebooks», enamorados del rostro del Señor Jesucristo. Así el mal perderá presencia permitiéndonos construir muros públicos en los que leer nuestros votos, elogios y declaraciones escritas de amor hacia los otros. Así potenciamos el inmenso cariño de Dios por ellos. Así el Señor nos podrá enviar como respuesta implícita a sus vidas desde la invitación pero jamás de los jamases desde la manipulación, el autoritarismo opresor y la insensible ciega legalidad formal. Pablo ora para potenciar la autonomía responsable de cada comunidad. La vida del Espíritu es la vida escrita en las neuronas de nuestra conciencia intersubjetiva. Somos ocupándonos de los otros en oración. Esto potencia la libre fraternal unión. Sin ahogos ni im-


408| Abba, una oración inacabada posiciones homicidas. Esto fortalece estructuras vinculantes y escaleras que unen el mundo visible de la realidad cotidiana, con el mundo invisible de la esperanza futura celestial en el plano inmanente en el que se produce la conexión espiritual. Así desaparecen las falsas idolatrías hacia los maestros de religión. Así se recupera la máxima de la Reforma protestante luterana de solus Christus como autoridad mediadora. Así potenciamos que su mente individual y su idiosincrasia como iglesia local, nacional o mundial mire hacia su Creador para que entiendan la magnitud de su misericordia y santidad, recibiendo de su bondad dones espirituales. Nos iguala y nos hace dependientes por igual. Nos ocupamos sin agobios ni ansiedades desmedidas esperando su crecimiento diario e infinito como su propia realidad ontológica nos permite ser. Madurar es permanecer fiel a Dios como lo hizo Jesús en Getsemaní o en las tentaciones del desierto. Como la brújula lo es al Polo Norte, y las estrellas a la oscuridad de la noche. Como el ciervo a las corrientes de las aguas refrescantes cristalinas o la hormiga a su tarea recolectora en beneficio de la comunidad de su hormiguero. Madurar es no dejarse llevar por una religión de espectaculares vientos doctrinales que desplacen lo construido en la Roca de la Eternidad, y lo quieran suplantar como mediador de la Humanidad. Israel cayó en semejante inmadurez al creer en la mediación de una casta saducea que se atribuía el ámbito de lo cultual. Lo sacro pertenece al Espíritu y ¿a quién no lo dará a conocer si ama a todos por igual en Jesús? Madurar es crecer en libertad de culto sin clases sociorreligiosas que nos infantilicen como hacen


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los gobiernos con sus súbditos o nuestros modernos señores feudales gestionando la deuda del país. Somos imagen de Dios y es de justicia reconocérselo. Nos quiere hermanos en Jesús, su Hijo. No hay un título mayor que este doctorado espiritual. Madurar es aceptar el vínculo de familiaridad con el Unigénito del Abba, Papá celestial. Madurar es decirle hablamos de los que siguen a Jesús por dondequiera que vaya por fe y con la carta de presentación del respeto a su ley de amor, verdadera herramienta del Espíritu de la santidad transformadora divina. Madurar es orar para que los nuestros-suyos o los suyos-nuestros amen al único Dios verdadero y a su enviado, el Señor Jesucristo, con todo lo que son, mente espiritual o espíritu corpóreo, en base a sus fuerzas diarias. Sabiendo que esta oración es una coimplicación y podemos recibir sus beneficios como emisores pero al igual que Pablo al comienzo de esta carta como receptores. Hay fraterna horizontalidad que no verticalismo estructural ontológico humano. Madurar es entender el poder como servicio de utilidad al prójimo para alegrar el corazón y el olfato divino desde nuestra más radical elección libre.

Referencias en la epístola a los Gálatas Gálatas 4, 6 Y debido a que somos sus hijos, Dios envió al Espíritu de su Hijo a nuestro corazón, el cual nos impulsa a exclamar «Abba, Padre».

No es cosa baladí ser hijos del Todopoderoso y participar de sus pensamientos y creatividad espiritual. No es poca cosa darle honra y tenerlo en consideración. No es poca cosa saberse sabio y


410| Abba, una oración inacabada creer que sus enseñanzas nacen del amor familiar que nos profesa en Cristo, su Hijo. No es poca cosa ser templo del Espíritu Santo, y ser lleno de su autoridad para dominar nuestra naturaleza caída ante la tentación. No es poca cosa llamar a Dios padre, papá o papito, según culturas. Se trata de una comunicación de plena intimidad confiada. Todo don perfecto viene de mi Padre celestial. Su luz alumbra mi vida y la de todo aquel que le llama Padre. Es curioso, hay religiosos que nunca le llaman papá sino Señor. Jesús dijo que se escandalizará de ellos en el día del juicio porque Dios era demasiado poderoso y distante en su imaginario sociorreligioso. No era cercano a sus vidas sino solo a sus labios para mostrar su poder en forma de milagros o de meras predicaciones que buscaban la admiración de otros seres revestidos de cómoda religiosidad vacua. ¡Qué gran regalo tener acceso al Abba, papá, Padre de Jesucristo! Así podemos adquirir ayuda, consuelo y misericordia para nuestra orfandad espiritual y existencial. Seremos saga inmortal del eterno Padre celestial en el día que lo corruptible se vista de incorruptible y Dios nunca más sea distorsionado en nuestra mente, espíritu y cuerpo. Gracias Abba por amarme muchísimo más generosamente de lo que yo amo a Alex, Ariadna y Jon. ¡Y los amo con todo mi ser! De un hijo que ha recibido tu amor en su corazón a través de la acción del Espíritu.


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Referencias en la epístola a los Efesios Efesios 1, 15-21 Desde que me enteré de su profunda fe en el Señor Jesús y del amor que tienen por el pueblo de Dios en todas partes, no he dejado de dar gracias a Dios por ustedes. Los recuerdo constantemente en mis oraciones y le pido a Dios, el glorioso Padre de nuestro Señor Jesucristo, que les dé sabiduría espiritual y percepción, para que crezcan en el conocimiento de Dios. Pido que les inunde de luz el corazón, para que puedan entender la esperanza segura que él ha dado a los que llamó —es decir, su pueblo santo—, quienes son su rica y gloriosa herencia. También pido en oración que entiendan la increíble grandeza del poder de Dios para nosotros, los que creemos en él. Es el mismo gran poder que levantó a Cristo de los muertos y lo sentó en el lugar de honor, a la derecha de Dios, en los lugares celestiales. Ahora Cristo está muy por encima de todo, sean gobernantes o autoridades o poderes o dominios o cualquier otra cosa, no sólo en este mundo sino también en el mundo que vendrá.

En resumen, agradece por su fe en el Señor y amor al pueblo de Dios. Los tiene constantemente en sus oraciones para que crezcan en sabiduría, entendimiento, percepción espiritual, luz y poder para ser testigos de la gloria de Cristo en el mundo que Él traerá tras su venida como Señor de señores. Además, ora para que ellos sean una auténtica esperanza que no defraude a nadie que se introduzca en el vínculo del tiempo divino. Sabemos que estamos abiertos al futuro pero al mismo tiempo se nos presenta como lí-


412| Abba, una oración inacabada mite, debido a nuestra percepción del tiempo finito biológico. Pablo ora para que se entienda la estructura del tiempo a la luz de la resurrección de Cristo. Esta idea nos libera de la pérdida absoluta, del límite temporal como frontera ontológica ya que nos sitúa en la libertad escatológica del tiempo de Dios. Rompe con la idea temporal de la metafísica griega del mito del eterno retorno como manera de entender el tiempo humano, sometido al fatum, al destino fatal que nos esclaviza irremediablemente de manera irracional. Aquí se pide por la esperanza que sitúa a Cristo como referente último de la temporalidad. Los tiempos limitados del hombre en su devenir histórico acaban y empiezan en los tiempos históricos de Cristo que trae la luz de la eternidad. La esperanza cree en el poder del que ha creado la temporalidad para recubrirla de eternidad. Esta desemejanza, entre los días del hombre y Dios, por fin en Cristo se fusionará para siempre. La muerte está muy por debajo en importancia cuando nos adentrarnos en el destino que representa la temporalidad infinita. No hay ya límite absoluto del tiempo como mortalidad, sino la ruptura que la esperanza nos trae en el día de Jesucristo al situarnos en el poder de la vida ilimitada que Él representa ahora para el que cree. Efesios 3, 12; 18 Gracias a Cristo y a nuestra fe en él, podemos entrar en la presencia de Dios con toda libertad y confianza. Por eso les ruego que no se desanimen a causa de mis pruebas en este lugar. Mi sufrimiento es por ustedes, así que deberían sentirse honrados.


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Cuando pienso en todo esto, caigo de rodillas y elevo una oración al Padre, el Creador de todo lo que existe en el cielo y en la tierra. Pido en oración que, de sus gloriosos e inagotables recursos, los fortalezca con poder en el ser interior por medio de su Espíritu. Entonces Cristo habitará en el corazón de ustedes a medida que confíen en él. Echarán raíces profundas en el amor de Dios, y ellas los mantendrán fuertes.

En Éfeso Pablo sufrió acoso. Lo quisieron linchar. Le armaron la mundial. Tuvo que huir para que la multitud se calmase. Por la fe en Cristo podemos obtener libertad y confianza para disfrutar en la presencia de Dios. Desde esta perspectiva, todo el problema del sufrimiento humano queda relativizado porque no tiene la última palabra. Pablo cae de rodillas ante el Padre en oración para que la comunidad de Éfeso no se desanime en el vínculo con Cristo por como le va a su apóstol. No quiere que mal piensen de Dios, sino que se dejen ayudar por el Espíritu Santo a fin de establecer una raíz profunda que los sostenga más allá de lo contingente, unidos al Señor Jesús como lo está él mismo por el que está dispuesto a sufrir si la ocasión lo requiere. Dios es poderoso para salvar, sustentar y crear espacios de libertad interior indestructibles. Confiar en Cristo Jesús más allá del dolor implica una confianza ciega en que nada ni nadie es más poderoso que Él, ni ha sufrido tanto por amor. Su capacidad de entrega es inmensamente motivadora para Pablo que sigue los pasos de su Maestro en su ministerio a los gentiles. También para nosotros la oración es la llave de los inagotables recursos divinos a fin de que nuestro devenir sea fructífero para los demás.


414| Abba, una oración inacabada Efesios 6, 18-20 Oren en el Espíritu en todo momento y en toda ocasión. Manténganse alerta y sean persistentes en sus oraciones por todos los creyentes en todas partes. Y oren también por mí. Pídanle a Dios que me dé las palabras adecuadas para poder explicar con valor su misterioso plan: que la Buena Noticia es para judíos y gentiles por igual. Ahora estoy encadenado, pero sigo predicando este mensaje como embajador de Dios. Así que pidan en oración que yo siga hablando de él con valentía, como debo hacerlo.

Persistir es conseguir en la espacio-temporalidad que la oración por los otros nos haga más generosos en nuestra intencionalidad hacia ellos. Persistir en presente continuo implica no distraerse de explicar el misterio divino de salvación universal. Pablo se sabe adoptado para la misión de expandir por el Imperio Romano la Buena Noticia. Sabe que, si no se predica a Cristo Jesús, nadie creerá en un Dios capaz de morir a manos de sus criaturas para en su abatimiento acercárseles afectivamente a fin de perdonar sus culpas. Sabe que la gran gesta de ser representante del cielo en la tierra no es fácil porque somos un material dañado por el mal. Sin embargo, desea que Dios hable de sí mismo. Desea, como la iglesia de Jerusalén del aposento alto, vencer sus miedos interiores para que Cristo y solo Cristo pueda liberarnos del mal y de la extinción eterna. Desea ser valiente para que la maldad en muchas de sus formas no lo derrote. Esta gesta es divina en él, pero la oración para que se lleve a cabo es humana, a nivel personal, y tam-


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bién compartida por el conjunto de creyentes. Ese sentir de la responsabilidad que nos excede cuando compartimos la FELIZ NOTICIA DEL AMOR DE DIOS es más que entendible y elogiable como aquí se nos recuerda.

Referencias en la epístola a los Filipenses Filipenses 1, 3-6; 9-11 Cada vez que pienso en ustedes, le doy gracias a mi Dios. Siempre que oro, pido por todos ustedes con alegría, porque han colaborado conmigo en dar a conocer la Buena Noticia acerca de Cristo desde el momento que la escucharon por primera vez hasta ahora. Y estoy seguro de que Dios, quien comenzó la buena obra en ustedes, la continuará hasta que quede completamente terminada el día que Cristo Jesús vuelva. [...] Le pido a Dios que el amor de ustedes desborde cada vez más y que sigan creciendo en conocimiento y entendimiento. Quiero que entiendan lo que realmente importa, a fin de que lleven una vida pura e intachable hasta el día que Cristo vuelva. Que estén siempre llenos del fruto de la salvación —es decir el carácter justo que Jesucristo produce en su vida —porque esto traerá mucha gloria y alabanza a Dios.

Peticiones parecidas ya comentadas en la comunidad de Éfeso para que crezcan en amor. Este conlleva el deseo de superación ética, adecuándose esta a la voluntad divina, reflejada en la vida justa de Jesús de Nazaret. A diferencia de otras comunidades cristianas fundadas por Pablo, ora con alegría. Esta carta nombrada así, lo es por la buena voluntad con la que recibieron y practicaron el evangelio de Jesucristo desde el primer minuto. Cabe recordar


416| Abba, una oración inacabada la experiencia vivida en la cárcel de Filipos. Los recuerdos agradables de nuestros amigos que colaboran y trabajan con nosotros generan motivos de gratitud y satisfacción plena que posibilitan nuestros mejores deseos para ellos delante de Dios, sabiendo que la respuesta a estos pasa por su acción transformadora en nuestro ser a fin de modelar nuestra mejor versión vital.

Referencias en la epístola a los Colosenses Colosenses 1, 3-4; 9-12 Siempre oramos por ustedes y le damos gracias a Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, porque hemos oído de su fe en Cristo Jesús y del amor que tienen por todo el pueblo de Dios. Así que, desde que supimos de ustedes, no dejamos de tenerlos presentes en nuestras oraciones. Le pedimos a Dios que les dé pleno conocimiento de su voluntad y que les conceda sabiduría y comprensión espiritual. Entonces la forma en que vivan siempre honrará y agradará al Señor, y sus vidas producirán toda clase de buenos frutos. […] También pedimos que se fortalezcan con todo el glorioso poder de Dios para que tengan toda la constancia y la paciencia que necesitan. Mi deseo es que estén llenos de alegría y den siempre gracias al Padre. Él los hizo aptos para que participen de la herencia que pertenece a su pueblo, el cual vive en la luz.

Destacar las mismas finalidades, deseos compartidos y preocupaciones ya comentadas en las epístolas anteriores. Pablo no ha fundado la comunidad de Colosas sino Epafrodito, colaborador suyo. De ahí que ore por ellos con gratitud por la acción divina


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pasada, presente y futura en su favor como comunidad cristiana. La felicidad por la que ora el apóstol comporta una actitud de agradecimiento que produce plenitud, alegría, satisfacción y autorrealización. La vida llena de sentido positivo al ser guiados por la sabiduría divina. Esta se traduce en buenas decisiones relacionales que mejoran la atmósfera social en la que somos y desarrollamos nuestro trabajo.

Referencias en las epístolas a los Tesalonicenses 1 Tesalonicenses 1, 2-3 Siempre damos gracias a Dios por todos ustedes y continuamente los tenemos presentes en nuestras oraciones. Al orar a nuestro Dios y Padre por ustedes, pensamos en el fiel trabajo que hacen, las acciones de amor que realizan y la constante esperanza que tienen a causa de nuestro Señor Jesucristo.

Mismas ideas. ¿Falta de originalidad? No. Necesidad de expresar un modo de ser y pastorear las diferentes comunidades incomunicadas entre sí. No pensó las cartas para que circulasen en un grupo interconectado a modo de nuestro Internet. De ahí, que vistas recopiladas nos den la impresión de hacerse monótono y reiterativo, sin embargo, en su oración están los cristianos de modo prioritario, aunque no exclusivo ni mucho menos. Preocuparse por ellos es presentarlos en oración para que el Señor supla todo aquello que necesiten en la nueva aventura que han comenzado. Pablo sabe que Dios lo oye y que tiene poder real para que la misión


418| Abba, una oración inacabada avance más allá de su entrega total pero condicionada por la categoría espaciotemporal. En Dios deposita su confianza, su intercesión, como acto de amistad y hermandad para recobrar la esperanza de ver las respuestas divinas de facto. 1 Tesalonicenses 3, 9-10 ¡Cuánto le agradecemos a Dios por ustedes! Gracias a ustedes tenemos gran alegría cuando entramos en la presencia de Dios. Día y noche oramos con fervor por ustedes, pidiéndole a Dios que nos permita volver a verlos y completar lo que falte en su fe.

Ídem. Apreciar un detalle. Pablo desea ser respuesta a su oración por la comunidad de Tesalónica si esta es la voluntad de Dios. Orar implica ponernos a disposición para que seamos soluciones eficaces en la medida que las circunstancias lo posibilitan o Dios las pueda modificar para que se lleve a buen puerto la vida de fe. 1 Tesalonicenses 5, 16-25 Estén siempre alegres. Nunca dejen de orar. Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús. No apaguen al Espíritu Santo. No se burlen de las profecías, sino pongan a prueba todo lo que se dice. Retengan lo que es bueno. Aléjense de toda clase de mal. […] Amados hermanos, oren por nosotros.»

De manera concisa y directa el apóstol insta a los tesalonicenses a orar siempre desde la alegría del agradecimiento más allá de la máxima de Ortega y Gasset: «yo soy yo y mis circunstancias con-


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migo». Nunca antes se asume tan a pecho descubierto la contingencia humana sin miedo. En la voluntad de Dios hay un triunfo escatológico para nosotros en la dimensión transcendente, pero también en el plano inmanente de nuestro devenir cotidiano, manteniéndonos en el cultivo de la relación obediente a Dios. Esto se consigue avivando mediante la práctica los dones que el Espíritu Santo nos ha regalado para la misión de comunicar a otros las buenas nuevas de salvación en Cristo Jesús. Esto pasa –como decía Tomás de Aquino– por comprender que «la oración es la puesta en acto, el ejercicio de la fe. Oratio est religionios actus». Es decir, por abrir nuestras carencias íntimas desde la indefensión de nuestra condición caída, a la buena voluntad del Padre celestial de nuestro Señor Jesús de Nazaret. Solo así se entiende que Pablo el superapóstol a los gentiles, –griegos en esta ocasión– les inste a orar por él y sus apreciados amigos, compañeros de fatigas incansables en favor de la gran comisión evangelizadora por el vasto Imperio Romano. En la segunda carta, se repiten los motivos por los que Pablo ora por esta comunidad de creyentes para que sean ejemplo de cristianismo auténtico. De igual manera los anima a orar para que la misión avance con celeridad, y así, el Señor Jesús sea honrado, tenido en consideración, y sea apreciado su Nombre para felicidad eterna en aquellos humanos que todavía viven de espaldas a la ley del amor al prójimo. Estos actúan encadenados a la violencia como forma de autoafirmación patética. Pablo pide ser librado de este


420| Abba, una oración inacabada tipo de gente malvada e incrédula. Citaremos a continuación las dos alusiones a las explicaciones ofrecidas. 2 Tesalonicenses 1, 11-12 Así que seguimos orando por ustedes, pidiéndole a nuestro Dios que los ayude para que vivan una vida digna de su llamado. Que él les dé el poder para llevar a cabo todas las cosas buenas que la fe los mueve a hacer. Entonces el nombre de nuestro Señor Jesús será honrado por la vida que llevan ustedes, y serán honrados junto con él. Todo esto se hace posible por la gracia de nuestro Dios y Señor, Jesucristo.

Por la gracia de Dios poder vivir una vida en lo familiar y profesional que dé buen nombre a mi Señor Jesús. Saber ser y saber estar a la altura del llamado divino. Hechos son amores y no solo buenas razones. No estamos solos en este empeño. Dios sopla sobre nosotros vientos favorables para no naufragar en las cuestiones importantes. 2 Tesalonicenses 3, 1-2 Finalmente, amados hermanos, les pedimos que oren por nosotros. Oren para que el mensaje del Señor se difunda rápidamente y sea honrado en todo lugar adonde llegue, así como cuando les llegó a ustedes. Oren, también, para que seamos rescatados de gente perversa y mala, porque no todos son creyentes.

¡Ojalá y este libro sea una respuesta dilatada en el tiempo, pero entrelazada con esta petición paulina! Esta también es mi motivación y mi finalidad.


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Referencias en las epístolas de Timoteo 1 Timoteo 2, 1-4; 8 En primer lugar, te ruego que ores por todos los seres humanos. Pídele a Dios que los ayude; intercede en su favor, y da gracias por ellos. Ora de ese modo por los reyes y por todos los que están en autoridad, para que podamos tener una vida pacífica y tranquila, caracterizada por la devoción a Dios y la dignidad. Esto es bueno y le agrada a Dios nuestro Salvador, quien quiere que todos se salven y lleguen a conocer la verdad. […] Deseo que en cada lugar de adoración los hombres oren con manos santas, levantadas a Dios, y libres de enojo y controversia.

Orar desde la perspectiva de los Derechos Humanos. Orar para poder vivir en democracias que respeten la libertad de culto y de conciencia. Vivir en vivo y en directo el Fórum de las Culturas y de las Religiones en la ciudad de Barcelona con toda su diversidad. Entender que por diferentes caminos se converge en la Regla de Oro, no solo agrada al homo religioso, sino que lo dignifica delante de su Creador. Una utopía para el apóstol Pablo, pero una realidad disfrutada en 2004. 1 Timoteo 4, 4 Dios creó esos alimentos para que los coman con gratitud las personas fieles que conocen la verdad. Ya que todo lo que Dios creó es bueno, no deberíamos rechazar nada, sino recibirlo con gratitud. Pues sabemos que se hace aceptable por la palabra de Dios y la oración.


422| Abba, una oración inacabada Sin entrar en terrenos que no me competen acerca de la salud y las dietas más convenientes, sigo con la buena costumbre de agradecer a Dios por cada comida que alimenta mi estómago. Para mí es importante más allá de la rutina en la que se puede convertir porque expreso mi dependencia del Autor y sustentador de todas las posibilidades de vida. 1 Timoteo 5, 5 Ahora bien, una verdadera viuda —una mujer que realmente está sola en este mundo— es aquella que ha puesto su esperanza en Dios. Día y noche ora a Dios pidiéndole su ayuda, pero la viuda que solamente vive para el placer está espiritualmente muerta en vida.

He visto encarnarse este texto y cobrar vida en mi madre Palmira. Su vida de oración día y noche seguro que ha sido decisiva para que mis hermanos y yo seamos actualmente mejores personas, y más comprometidas con Dios y con el prójimo. Retrospectivamente he visto como Dios ha contestado a sus oraciones. La respuesta del Señor ha sido decisiva. Mi madre se ha dedicado a hacer lo bueno y de las buenas obras ha hecho su alegría placentera. No buscó satisfacer su necesidad emocional, sino que hizo –y sigue haciendo de Dios– su prioridad durante estas tres décadas de viudedad. Criar hijos y nietos. Trabajar en el hogar y fuera de él como mujer de limpieza. Visitar enfermos. Mantener el proyecto de vida soñado para los suyos es –y ha sido– su motivación. Ha depositado su esperanza en el Dios vivo, que tanto la ayudó a superarse a sí misma desde su semianalfabetismo. Mi madre se sacó el carnet de


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conducir superando lágrimas, fracasos y múltiples complejos arraigados en el miedo por no saber. Pablo habla verdadera sabiduría porque con su ejemplo de espiritualidad mi madre ha inspirado mi devenir existencial. Me enseñó que la fe es necesaria para superarse y acercarse al Todopoderoso, Señor y Padre, pese a ser un joven confundido y desorientado espiritualmente como era mi caso. 2 Timoteo 1, 3 Timoteo, doy gracias a Dios por ti, al mismo Dios que sirvo con la conciencia limpia tal como lo hicieron mis antepasados. Día y noche te recuerdo constantemente en mis oraciones.

Hoy sé que estas mismas palabras las podría decir mi madre por mí como yo y mi mujer las hacemos nuestras por nuestros hijos. Ellos tienen el privilegio de tener bisabuelos y abuelos cristianos de limpia conciencia. ¡Qué gran riqueza!

Referencias en la epístola a Tito Tito 2, 7 Y sé tú mismo un ejemplo para ellos al hacer todo tipo de buenas acciones.

Vivir ejemplarmente una vida de fe es imposible sin cultivar el campo de la oración. Hay que abonarse y abandonarse, en el sentido de «perder el tiempo», para disfrutar de ser con Dios, prestando oído a sus respuestas.


424| Abba, una oración inacabada Tito 2, 12-14 En este mundo maligno, debemos vivir con sabiduría, justicia y devoción a Dios, mientras anhelamos con esperanza ese día maravilloso en que se revele la gloria de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo. Él dio su vida para liberarnos de toda clase de pecado, para limpiarnos y para hacernos su pueblo, totalmente comprometidos a hacer buenas acciones.

Es cierto que el apóstol no le dice a Tito –su verdadero hijo en la fe compartida– nada explícito sobre la oración, pero sí mediante la alusión a la verdadera vida sabia de devoción a Dios. No se puede ser creyente sin seguir el ejemplo de Jesús de Nazaret o de los apóstoles –como el mismo Pablo– sin dedicar tiempo a escuchar y hablar con Dios. Es querer respirar sin oxígeno, o remar sin agua en el cauce del riachuelo. La vida de oración es el mejor ejemplo porque nos hace tener en consideración el respeto por la relación viva con Cristo Jesús y el Abba celestial, para que su vida sea derramada en nosotros por medio de la presencia de su Espíritu Santo. Mediante la oración nos adentramos en la voluntad divina para ser un reflejo de su acción aquí a favor de la bondad, la justicia social y la esperanza del día en que regrese a liberarnos de todo mal terrenal. Hasta en el Credo así es enseñado –pese a la contradicción de la inmortalidad del alma que para un servidor se ha infiltrado en el cristianismo desde la mitología griega, utilizada en los diálogos platónicos–.


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Referencias en la epístola a Filemón Filemón 4-6; 22 Filemón, siempre le doy gracias a mi Dios cuando oro por ti porque sigo oyendo de tu fe en el Señor Jesús y de tu amor por todo el pueblo de Dios. Pido a Dios que pongas en práctica la generosidad que proviene de tu fe a medida que comprendes y vives todo lo bueno que tenemos en Cristo. […] Otra cosa: por favor, prepárame un cuarto de huéspedes, porque espero que Dios responda a las oraciones de ustedes y que me permita volver a visitarlos pronto.

La oración no es tan solo de petición sino de confirmación mediante la acción de gracias por la generosidad de vidas amigas en Cristo Jesús. Se dice que quien tiene un amigo tiene un tesoro en esta vida. Yo digo que quien tiene amigos o amigas cristianas tiene tesoros no solo en esta vida terrenal e imperfecta, sino en una vida perfecta, la vida eterna junto al mejor amigo posible, nuestro Señor Jesús, el Cristo enviado a nosotros en calidad de Amigo con mayúsculas. Así se despidió de sus compañeros galileos denominados apóstoles o discípulos. Así nos califica como Pablo a Filemón. Todos tenemos amigos a los que no podemos visitar siempre que queremos por las circunstancias de esta vida contingente, pero es bueno orar para ser bendecido con momentos especiales en los que disfrutar de ellos mediante la providencia divina. Saber que cualquier pérdida de un amigo cristiano no es definitiva sino temporal, es un consuelo que marca diferencias más llevaderas. Acoger y ser acogido es sentirse parte de ese hogar. Ser hospitalario es


426| Abba, una oración inacabada tener abierta siempre la puerta del corazón a la presencia amigable de esa segunda familia que encontramos, y elegimos, para dar sentido a nuestra afectividad.

Referencias en la epístola a los Hebreos Hebreos 4, 14-16 Por lo tanto, ya que tenemos un gran Sumo Sacerdote que entró en el cielo, Jesús el Hijo de Dios, aferrémonos a lo que creemos. Nuestro Sumo Sacerdote comprende nuestras debilidades, porque enfrentó todas y cada una de las pruebas que enfrentamos nosotros, sin embargo, él nunca pecó. Así que acerquémonos con toda confianza al trono de la gracia de nuestro Dios. Allí recibiremos su misericordia y encontraremos la gracia que nos ayudará cuando más la necesitemos.

Comentario sobre las dinámicas de grupo para dejar adicciones. Jesús sabe de lo que habla porque es nuestro ejemplo vivo. Nuestro guía y líder. Nos ofrece compasión gratuita para ayudarnos a ser restablecidos en nuestras carencias sean del tipo que sean. No destaca el poder de la ley respecto del trono sino la confianza de ser familia de Dios en Cristo, nuestro mediador emocional. Es el libro de la fe y de los personajes de esta actitud confiada en el Señor, su Dios, YHWH. Nos invita a desarrollar el lenguaje del encuentro con el Dios Invisible al ojo humano. Sin meritocracia ni obras que ofrecer sino la disposición de querer, sea cual sea la dificultad que tengamos entre manos en ese momento. Dios tiene mecanismos de respuesta para convertirnos en su misericordia viva aquí en la tierra. Así puede amarnos y amar a otros que necesitan


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de esta relación de verdadera amistad afectuosa con Dios, y su Sumo Sacerdote. Solo Jesús entre Dios y un ser imperfecto como yo. Ningún mortal puede atribuirse esa distinción sacerdotal. No hay templo ni edificio religioso por bello que sea tan espectacular como el cielo mismo, donde se encuentra el santuario celestial y son escuchadas y contestadas nuestras oraciones. Este Sumo Sacerdote, único en su origen no levítico sino angelical, ha vencido a la tumba, al horror de la tortura y el sufrimiento extremo, a los miedos más internos. Desde aquí nos comprende. No nos censura ni critica porque sabe la dificultad que llevamos encima en nuestro pesar existencial. Ofrece cariño, afecto, amor y aceptación para mejorar nuestra autoestima espiritual. Cambia el miedo y la dificultad de orar como seres débiles que somos en encuentro privilegiado con su Padre, y Dios nuestro, también. Nos insta y motiva al lenguaje de la confianza en él. Nuestras vidas le son preciosas. Nos quiere potenciar en la enseñanza del perdón que, aunque gratis para nosotros, le costó carísimo. Hebreos 5, 7-8 Mientras estuvo aquí en la tierra, Jesús ofreció oraciones y súplicas con gran clamor y lágrimas al que podía rescatarlo de la muerte. Y Dios oyó sus oraciones por la gran reverencia que Jesús le tenía. Aunque era Hijo de Dios, Jesús aprendió obediencia por las cosas que sufrió.

Tres veces derramó lágrimas y sudor ensangrentado en Getsemaní. Solo él sabía que es enfrentarse en desventaja ontológica con el peor sádico, Satanás, el enemigo angelical maléfico. En el


428| Abba, una oración inacabada cielo cuando se rebeló contra el trono de Dios ya fue derrotado y desterrado aquí. Cuando vino Jesús como hombre mortal a rescatar la raza perdida creada a semejanza suya –de la divinidad–, le exigió vaciarse en el dolor y la frustración de la incomprensión. Lo molió a palos mediante la crueldad de los legionarios romanos y sus orgullosos látigos que contaminaban mediante ondas sonoras desgarradoras la atmósfera. Le hizo acoso emocional religioso dejándolo en la más absoluta soledad al ser abandonado por sus íntimos, amigos y discípulos terrícolas. Sus enseñanzas y milagros fueron oscurecidas en la mente de las criaturas pertenecientes a la administración política del Imperio Romano. Prefirieron obedecer al César que al Mesías Príncipe de paz eterna. Idolatraron para no idolatrar según la letra de la ley mosaica. ¡Qué estúpida e inteligente trampa intelectual! ¡Qué inteligente paradoja! Fue muerto sin honores de guerra como un vulgar criminal. En tierra hostil y tierra de nadie como un cualquiera. Como un don nadie. Como un rey apátrida. Jesús no instrumentalizó el fanatismo violento religioso, pues su reino no era de este mundo enfermo de odio sino del mundo nuevo celestial. Sin embargo, cualquier víctima puede apelar a este Rey de Reyes pues Él sabe cuánto vale cada lágrima o gota de sangre perdida en este principado de las tinieblas y de las sombras poderosamente alargadas de los violentos. Paradójicamente cualquier verdugo puede derramar la culpa de su fea conducta ante Él y liberar su conciencia, renovándola en una trasformación sin parangón. Puede convertirse en filántropo, en oveja y renunciar a la ley de la jungla ante la belleza de la ley de amor.


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La imagen de Jesús en nosotros es el mayor clamor por el que podemos pedir a fin de iluminar con buenas noticias de salvación a los que tarde o temprano vamos camino de los hornos crematorios o de los gusanos habitantes del polvo perecedero. Podemos vencer a la muerte. Podemos alcanzar con nuestra actitud de súplica sus oídos para salir triunfantes en la batalla por la vida sin límites temporales de caducidad. Podemos vivir para siempre con Dios en su presencia a salvo del infierno que es esta vida injusta tal y como la hemos gestionado con guerras, hambrunas, pandemias, torturas y la codicia del dinero en manos de unos pocos lobbies económicos. Jesús aprendió obediencia a los principios de la vida en sintonía plena con las leyes dadas a Moisés. Donde su representante desobedeció y se hizo mortal, Él obedeció haciéndonos aptos para la eternidad. No fue fácil ni siquiera para el Hijo de Dios hecho hombre. Al menos podemos expresarle nuestros sufrimientos cuando nos duele la vida por cualquier agente que nos lleva a territorios no deseados ni agradables para la buena vida humana. Hebreos 7, 24-25 Pero dado que Jesús vive para siempre, su sacerdocio dura para siempre. Por eso puede salvar —una vez y para siempre— a los que vienen a Dios por medio de él, quien vive para siempre, a fin de interceder con Dios a favor de ellos.

Este texto está comentado junto al anterior como una misma unidad de sentido y de propósito ante el mal que nos corroe la existencia.


430| Abba, una oración inacabada Hebreos 13, 18-19 Oren por nosotros, pues tenemos la conciencia limpia y deseamos comportarnos con integridad en todo lo que hacemos. Y oren especialmente para que pueda regresar a verlos pronto.

El autor de la carta pide humildemente a la comunidad que oren a Dios para que sigan siendo ejemplo en buen comportamiento. Asegura que su equipo de trabajo misionero tiene la característica principal de vivir respetándose a sí mismos, y su vínculo con el Señor Jesús, en conciencia; es decir, atesorando la sabiduría práctica en su ética personal y eclesial. Su mayor deseo es ser auténticos en la acción y no tener nada que reprocharse según los mandamientos de amor a Dios y al prójimo. Se trata de orar para seguir siendo no solo de palabra sino de hecho una carta abierta a los que deseen leer el buen hacer y proceder del equipo de Pablo a favor del cristianismo por comparativa con el judaísmo. Finalmente, siempre late el deseo de poner su futuro inmediato en oración. Así les expresa que su posible regreso para visitarlos se pueda producir desde la voluntad divina y no solo desde los planes humanos. Les está recordando que verlos cara a cara es un privilegio mutuo y muy especial para ambas partes. Cuando tenemos familiares distantes por trabajos o estudios en diferentes ciudades, nos puede servir de motivación el orar por momentos de afectividad completa cara a cara en el futuro, sin estar limitados a una relación mediada por las tecnologías y desvirtuadas por mutilar el sentido del tacto con sus abrazos a favor de lo audiovisual. Bueno es esto último, pero mejor todavía el vivir sin limitaciones de facto las relaciones.


Capítulo IX

Las epístolas apostólicas Referencias en la epístola a Santiago Santiago 1, 5-6 Si necesitan sabiduría, pídansela a nuestro generoso Dios, y él se la dará; no los reprenderá por pedirla. Cuando se la pidan, asegúrense de que su fe sea solamente en Dios, y no duden.

La sabiduría en las Escrituras tiene que ver con la fe en Dios. También con el amor, la bondad, la paz y la esperanza que tenemos en el Señor Jesucristo a nuestra disposición. La sabiduría en la Biblia no cuestiona su existencia, sino que es una verdad revelada a través de la fe que nos adentra en el misterio divino. No hay meritocracia en la inteligencia natural o en la capacidad para razonar con argumentos o pruebas de su existencia, sino en la búsqueda de establecer un vínculo con Dios que le haga justicia a su esencia. Este trabajo apologético en todo caso será un a posteriori que expandirá el axioma revelado a priori. Siempre es sabio el que reconoce que hay conocimiento a su disposición que no ha captado ni


432| Abba, una oración inacabada comprendido todavía. Hablamos del Creador, infinito en sus posibilidades y modos de darse a conocer. Hablamos del que nos posibilita la necesidad saciada. Santiago destaca la cualidad de la generosidad como un rasgo característico importantísimo del desprendimiento de Dios. Es decir, una señal inequívoca de la identidad divina en su relación con nosotros. Si se da el caso de que nos sentimos confundidos, ignorantes y limitados en nuestra manera de explicarnos nuestra vida como creyentes o de percibirlo, podemos pedirle dirección, encuentro, ayuda, conocimiento de cómo es y qué representamos para él aquí y ahora. Dios desea cubrir esa necesidad que hay en nosotros de sus enseñanzas. Su sabiduría nos engendra en una unión total con él mediante su Espíritu. Se genera un proceder práctico, vinculado a la conducta en todas las dimensiones de los modos pertenecientes a la inteligencia, no tan solo a un razonamiento teórico o especulativo. La duda en este caso no está desacreditada en cuanto que duda constructiva, sino en cuanto que desconfía de la generosidad divina y de su capacidad para darnos importancia por torpes o lentos para entender que seamos. A mí como padre y progenitor no me gusta que mis hijos duden de mi palabra ni de las promesas que les hago o pueda hacer. Cuanto menos a Dios. A mí como educador y profesor me gusta disfrutar enseñando mis materias y resolviendo las dudas que compartan conmigo mis alumnos, pues cuanto más a Dios que es perfecto en posibilidades cognitivas, y


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más si Él es el tema de nuestras dudas, se recreará abundantemente con eficaces explicaciones en nuestro favor. Es de recibo que disfrute resolviendo nuestras inquietudes para que crezcamos a su imagen. Es penoso no pedirle soluciones o desconfiar de su solicitud. También a mí me deja fuera de cobertura cuando alguien no confía en mí y duda de que me quiera molestar en resolver su carencia académica, siguiendo con el ejemplo explicado. De esa duda dañina habla el apóstol, la que deja a Dios al margen de nuestros criterios epistemológicos, éticos y ontológicos. Santiago 4, 2-3 No tienen lo que desean porque no se lo piden a Dios. Aun cuando se lo piden, tampoco lo reciben porque lo piden con malas intenciones: desean solamente lo que les dará placer.

La teología de la prosperidad puesta en entredicho como manifestación del sueño americano revestido de barniz teológico, y, por ende, no podemos pintar la vida de oración de peticiones para satisfacer un consumismo alocado. Nada más lejos de la voluntad divina. Orar a Dios pasa más por pedirle que nos adecue a sus intenciones que no lo contrario. El placer es importante entendido como la satisfacción plena de ser amado por Dios en toda circunstancia y contingencia que vivamos en esta sociedad. La vida fácil, placentera, que no quiere más que preservar su burbuja sin que nada la pueda pinchar, no parece que sea una buena petición por la irrealidad que representa para los tiempos posmodernos de los

mass media, como no lo era para la época pretérita de los anfiteatros romanos, caídos afortunadamente ya en el olvido.


434| Abba, una oración inacabada Santiago 5, 13-18 ¿Alguno de ustedes está pasando por dificultades? Que ore. ¿Alguno está feliz? Que cante alabanzas. ¿Alguno está enfermo? Que llame a los ancianos de la iglesia, para que vengan y oren por él y lo unjan con aceite en el nombre del Señor. Una oración ofrecida con fe, sanará al enfermo, y el Señor hará que se recupere; y si ha cometido pecados, será perdonado. Confiésense los pecados unos a otros y oren los unos por los otros, para que sean sanados. La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos. Elías era tan humano como cualquiera de nosotros; sin embargo, cuando oró con fervor para que no cayera lluvia, ¡no llovió durante tres años y medio! Más tarde, cuando volvió a orar, el cielo envió lluvia, y la tierra comenzó a dar cosechas.

Varias ideas: 1.- Los milagros son posibles por medio de la oración a Dios y en dependencia de su voluntad. Todo el cristianismo es un milagro que va más allá de la lógica humana. La medicina es nuestra manera de enfrentarnos al dolor pero no a la muerte ya que no hay solución científica pero sí la promesa de que alguien ha resucitado y ha ascendido a la eternidad en los cielos. Este es el milagro de la vida, llamado Jesús de Nazaret que va más allá de nuestra razón con todos sus métodos de conocer y proceder. Desde esta perspectiva no saber explicar científicamente un hecho o no tener pruebas evidentes, no elimina el factor divino como posible sorpresa, caso favorable que falsa la inducción, tal y como explicó Popper.


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2.- No hay superhéroes de la fe, sino personas humanas demasiado dañadas por el mal que nos condiciona pero también con peticiones fuera de lo común, como nos muestra Santiago a través del profeta Elías. 3.- La oración es poder de Dios para no conformarnos al fatalismo ni al pesimismo existencial. No nos deja en la indigencia ni arrojados como las mitologías griegas en manos del Destino o las Parcas. En definitiva, posibilidad divina frente a carencia humana mediante el acto de orar para alcanzar la libertad llevando a término buenas causas maravillosas.

Referencias en las epístolas de Pedro 1 Pedro 1, 17 Recuerden que el Padre celestial, a quien ustedes oran, no tiene favoritos.

Más allá de la acepción de personas, clases socioeconómicas y meritocracia espiritual, llena de marcas o etiquetas eclesiásticas, se encuentra el Padre celestial. Un romano como Cornelio fue oído para sorpresa de un judío como Santiago o el propio Pedro. Esta sentencia es un buen pie de página a todo el evangelio y, por extensión, a las Escrituras. La óptica de la oración nos desnuda en humildad ante Dios, pues de una manera u otra los criterios de esta sociedad quedan relegados por la necesidad de la carencia con la que nos acogemos al destinatario de nuestra petición. Dios es generoso en su acogida y totalmente abierto sin arbitrariedades ni


436| Abba, una oración inacabada tratos de favor hacia ninguna casta ni nacionalidad político-religiosa. 1 Pedro 2, 2-3 Como bebés recién nacidos, deseen con ganas la leche espiritual pura para que crezcan a una experiencia plena de la salvación. Pidan a gritos ese alimento ahora que han probado la bondad del Señor.

El mayor grito del recién nacido lo provoca el hambre física que se convierte en dolor por la supervivencia del organismo. De igual manera, el mayor desgarro en nuestro ser tiene que ver con la enseñanza viva de nuestra salvación. Entender plenamente el acto de entrega por nosotros del Señor Jesús es comprender la bondad con la que Dios puede afirmar nuestra mente, carácter y personalidad en el reino espiritual como personas estables y maduras, semejantes a la imagen de su Hijo. Es un privilegio vivir creciendo siempre en la práctica del servicio a Dios y al prójimo. Es un imperativo relacional de primera magnitud. Una metáfora preñada de fuerza vital que apela al instinto más inmediato de permanecer en el flujo de la vida. 1 Pedro 3, 7 De la misma manera, ustedes maridos, tienen que honrar a sus esposas. Cada uno viva con su esposa y trátela con entendimiento. Ella podrá ser más débil, pero participa por igual del regalo de la nueva vida que Dios les ha dado. Trátenla como es debido, para que nada estorbe las oraciones de ustedes.


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Un gran texto contra aquellos que defienden la primacía del machismo religioso. Un gran pensamiento contra aquellos que cegados por sus prejuicios caen en el menosprecio a su mujer. Un gran texto para motivar a entender que primero es vivir la verdadera religión en el ámbito doméstico para así vivirla en el ámbito de los primeros cuatro mandamientos de la ley. No tratar a la mujer como Cristo nos trató a todos es menospreciar su enseñanza y vivir falseando el mensaje de la buena nueva. Es poner cadenas a nuestras propias oraciones para que se queden presas de la atmósfera enrarecida de nuestro sexismo. Este pensamiento lo dice un apóstol casado que cree en la igualdad de misión ante las nuevas reglas del reino celestial. Todos sin rol de sexo participan igual del regalo divino: Cristo Jesús. La gracia todo lo restaura. Ellas recibieron la mejor noticia: la resurrección de Jesús de Nazaret por revelación de ángeles. Ellos estaban demasiado tristes y hundidos en sus miedos como para participar del don de Dios en Cristo. Por ellas entró la esperanza, y ellos fueron traídos a dicha y predicha experiencia religiosa con el resucitado. 1 Pedro 3, 12 Los ojos del Señor están sobre los que hacen lo bueno, y sus oídos están abiertos a sus oraciones. Pero el Señor aparta su rostro de los que hacen lo malo.

Contraposición de ideas utilizando la antítesis como figura literaria dentro de la tradición poética de los salmos. En este caso se cita el Salmo 34, 15-16. Pedro lo interpreta desde la perspectiva de


438| Abba, una oración inacabada la resistencia ante el sufrimiento por ser cristiano. Lo utiliza como fuente de motivación para desmarcarse de la ley del talión. Invita a vivir para el Señor con independencia de la ética del malvado que impone a veces la violencia y la coacción para intentar que el bueno se trasforme a imagen y semejanza del Príncipe de este mundo, y no del Hijo de Dios. Destaca la recompensa de la mirada y de la escucha activa por parte del Señor a los que desean sus mandamientos. Dios no puede mirar lo malo para darle su aprobación. Su mirada no puede recrearse en las diferentes formas de maldad humana. Apartar la vista es un gesto de delicadeza, dignidad y desaprobación por conductas impropias de su ley de amor responsable. Dios deja de mirar y la vida se oscurece hasta desaparecer. En su luz vemos la luz de la buena vida. En su bondad hay eternidad. El Señor aparta los cinco sentidos de los que creen que practicar toda injusticia y violencia contra el prójimo los hace superiores. 1 Pedro 4, 7 El fin del mundo se acerca. Por consiguiente, sean serios y disciplinados en sus oraciones.

Con la coletilla se refuerza la idea de ser consecuentes con la demostración del amor al prójimo, que pasa según el contexto de la epístola por entender el hogar cristiano como un centro de ayuda mutua y hospitalidad hacia el indigente. Así nuestra predicación en público cobra la fuerza de la presencia divina, pues es como si hablásemos no solo en su nombre sino como si Él mismo estuviese hablando a otros por medio de nuestras obras de compasión a los demás. Esto repercute directamente en dar gloria a Dios Padre por


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medio del Señor Jesús, ya que andamos como Él anduvo entre nosotros. Ser serio y disciplinado pasa por no dormirse y velar como el Señor Jesús les instó a llevar a cabo sus oraciones en Getsemaní. El propio Pedro lo había aprendido de la manera más dramática posible. Es fácil caer en extremismos y fundamentalismos proféticos de carácter catastrofista sobre el fin del mundo. También es fácil caer en el desinterés por los principios del reinado de Dios y abandonarse a la idolatría de una sociedad consumista y a la ética impuesta por el dinero que a todo cree ponerle precio de mercado. Abandonar la fe en busca de los placeres de esta sociedad y de su bandera: la conveniencia o lo políticamente correcto a ojos del poder. Hemos de pedir equilibrio para creer que está cerca, a las puertas, el retorno del Hijo de Dios y el consiguiente doble juicio final. Hemos de vivir en oración para que Dios mantenga encendida esa llama en nosotros. No hemos de dejarnos llevar por la impaciencia ante la dilación del acontecimiento más relevante en el trascurrir del tiempo histórico: su Segunda Venida prometida. Creer que vendrá sin poner fechas ni hacer suposiciones, cábalas ni cálculos requiere de fe y disciplina relacional. De esta última podemos aprender mediante dos ejemplos que vivían para ver la Primera Venida del Mesías: Simeón y Ana, la profetisa viuda. Dos personas que habían basado la finalidad de su existencia en ser guiados a una vida de servicio en los alrededores del Templo de Herodes. Se dejaron


440| Abba, una oración inacabada impresionar por la vida del Espíritu Santo que los llevó a poder coger al niño en brazos, y proclamar la salvación de la humanidad. Este gran regalo nos permite obtener la verdadera liberación. Como ellos hemos de seguir el consejo de Pedro y esperar cielos nuevos y una tierra nueva donde habite la justicia de Dios: Cristo Jesús, según la promesa de Apocalipsis 21 y 22. A este premio consagro todas mis capacidades y mis días bajo el Sol. Lo prefiero como lo prefiere un deportista que se entrena para ganar una medalla olímpica. Grandes talentos del deporte dejaron de conseguir éxito por la falta de disciplina y seriedad profesional. No marcaron una época ni serán recordados en la historia de su disciplina como los mejores por dejarse enredar por otros objetivos y planes. Su fin de ciclo llegó. El nuestro está a las puertas con nuestro Señor que vuelve. Nuestra disciplina no son las matemáticas ni la historia, sino la ética del Reino de Dios, cuyo eje trasversal es su propia naturaleza divina: el amor a todo ser humano a fin de que sea advertido de este gran acontecimiento: Dios vuelve, hay esperanza para la buena vida. El paraíso es nuestro futuro hogar. El mal no tiene la última palabra, dejará de ser por ser inconsistente en sí mismo y homicida de sí mismo. Aniquilador y autodestructivo como un cáncer sin organismo vivo. La bondad habita la eternidad.

Referencias en las epístolas de Juan 1 Juan 5, 14-16 Y estamos seguros de que él nos oye cada vez que le pedimos algo que le agrada; y como sabemos que él nos oye cuando le


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hacemos nuestras peticiones, también sabemos que nos dará lo que le pedimos. Si alguno de ustedes ve que otro creyente comete un pecado que no lleva a la muerte, debe orar por él, y Dios le dará vida a esa persona. Pero hay un pecado que lleva a la muerte, y no digo que se ore por quienes lo cometen.

Hay situaciones de pecado que Juan ya dice que es mejor no orar porque ya se ha rechazado al Espíritu Santo. Esto provoca más pesar en el Padre celestial. Esto provoca más frustración innecesaria, pues la persona ya se ha determinado haciendo caso omiso a las innumerables advertencias de salvación. Sin embargo, cualquier pecado que es trasgresión de las leyes de Dios puede ser perdonado por feo que nos parezca. Y somos instados e interpelados para que deseemos que Dios sane esa relación potenciándolo en el conocimiento de su perdón, la fortaleza del valor, la amistad fiel, el dominio propio y la prudencia como mecanismo para crecer en vínculo sabio con Dios y los demás. Yo quiero orar según tu buena voluntad para ser la mejor versión a ojos tuyos, Señor. Sé que por tu gracia y acción soy el que soy en el reino de tu Padre y tuyo. Sé que la presencia de tu Espíritu con sus dones espirituales ha engendrado vida en mí para amar más allá de mi propia naturaleza caída con sus miserias, contrarias a tu ley eterna.


442| Abba, una oración inacabada

Referencia en la epístola a Judas Judas 20-21 Pero ustedes, queridos amigos, deben edificarse unos a otros en su más santísima fe, orar en el poder del Espíritu Santo y esperar la misericordia de nuestro Señor Jesucristo, quien les dará vida eterna. De esta manera, se mantendrán seguros en el amor de Dios.

Orar en el poder del Espíritu Santo quiere decir que Dios habla a Dios desde nosotros. Es decir, que Dios actúa poderosamente en nuestra vida. Nos capacita para la misión encomendada mediante sus dones y su presencia. De dicha respuesta y actuación divina, nosotros recibimos edificación como iglesia y cuerpo de Cristo, estableciéndonos en el entorno de la fe que nos abre los ojos a las realidades celestiales. Solo la fe nos permite esperar a que la compasión del Señor Jesucristo favorezca nuestras vidas aquí, y definitivamente, nos lleve a disfrutar de su reino eterno. No hay fuerza más poderosa que el amor de Dios, pues es capaz de vencer todos nuestros miedos interiores y exteriores. Sufrimos patológicamente miedos a lo divino, a la violencia humana, al medio ambiente y al medio socioeconómico pero su amor es más poderoso que nuestros temores y debilidades. Su amor nos hace fuertes y nos da seguridad eterna. Fortalece nuestro carácter dotándolo de dominio propio para desafiarnos a nosotros mismos en nuestras renuncias. Así lo experimentaron todos sus apóstoles y muchos cristianos sometidos a torturas violentas y arbitrarias sin renunciar al amor a los enemigos, y pidiendo perdón por sus malas acciones. Así murió


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Cristo como ejemplo de fortaleza, e integridad amorosa a sus verdugos. Los guardias romanos, cierto, pero también a todos los hijos de Adán, entre los cuales estamos tú y yo. Su amor es nuestro salvoconducto en tierra hostil hasta que lleguemos ante su presencia en la Tierra Nueva. Nos mantendrá, significa acción presente que permanece proyectándose en nuestro futuro. Su amor no nos ha dejado huérfanos pues lo hace establecer un vínculo permanente en el poder del Espíritu Santo. Dios en nosotros para deshacer las obras del mal en nuestras tendencias de carácter y así ir siendo transformados a la imagen del Señor Jesús por contemplación de su vida.



Capítulo X

Apocalipsis Apocalipsis. 5, 8-14 Y cuando tomó el rollo, los cuatro seres vivientes y los veinticuatro ancianos se postraron delante del Cordero. Cada uno tenía un arpa y llevaba copas de oro llenas de incienso, que son las oraciones del pueblo de Dios. Y cantaban un nuevo canto con las siguientes palabras: «Tú eres digno de tomar el rollo y de romper los sellos y abrirlo. Pues tú fuiste sacrificado y tu sangre pagó el rescate para Dios de gente de todo pueblo, tribu, lengua y nación. Y la has transformado en un reino de sacerdotes para nuestro Dios. Y reinarán sobre la tierra». Entonces volví a mirar y oí las voces de miles de millones de ángeles alrededor del trono y de los seres vivientes y de los ancianos. Ellos cantaban en un potente coro: «Digno es el Cordero que fue sacrificado, de recibir el poder y las riquezas y la sabiduría y la fuerza


446| Abba, una oración inacabada y el honor y la gloria y la bendición». Y entonces oí a toda criatura en el cielo, en la tierra, debajo de la tierra y en el mar que cantaban: «Bendición y honor y gloria y poder le pertenecen a aquel que está sentado en el trono y al Cordero por siempre y para siempre». Y los cuatro seres vivientes decían: «¡Amén!». Y los veinticuatro ancianos se postraron y adoraron al Cordero.

En la primera escena del mundo angelical que aparece el término oración se equiparan a las copas de oro llenas de incienso. Jesús es el principio y la finalidad de toda oración de su pueblo durante los días de su peregrinaje a la patria celestial. Jesús tras su nacimiento recibió dos regalos de estos materiales altamente simbólicos: oro e incienso. Es decir, su valor como Rey de reyes, y Señor de señores, lo simboliza el oro. Ahora bien, su valor como Sumo Sacerdote, y único Pontífice, –puente entre el cielo y la tierra– lo simboliza su vida de oración intercesora mediante el incienso. Su vida es una obra de arte relacional con el Abba celestial y de su poder compasivo enmarcado en la ética del amor divino hacia el necesitado de salvación auténtica. Juan 17 –la oración intercesora a nivel cósmico– se hace eco en esta escena de felicidad cantada. Los cantos explican muy bien los motivos de oración que podemos esgrimir como pueblo de Dios ahora, sabiendo que serán recogidos en esas copas símbolo de celebración, poder y acogida celestial. Nuestras oraciones no son indiferentes a nuestro Dios. Mi deseo es estar entonando estas estrofas allí, y vivir por la fe ya aquí,


Parte III: Oraciones en el Nuevo Testamento |447

orando por esta realidad futura histórica, avanzada como primicia ya en los tiempos revelados de la eternidad de Dios y del Cordero. Apocalipsis. 8, 3-4 Entonces vino otro ángel con un recipiente de oro para quemar incienso y se paró ante el altar. Se le dio una gran cantidad de incienso para mezclarlo con las oraciones del pueblo de Dios como una ofrenda sobre el altar de oro delante del trono. El humo del incienso, mezclado con las oraciones del pueblo santo de Dios, subió hasta la presencia de Dios desde el altar donde el ángel lo había derramado.

Nuestras oraciones de nuevo simbolizadas con el incienso se ofrecen como una ofrenda derramada en el altar y desde allí suben en santidad hasta la presencia del autor de todo lo existente, Dios Padre. ¡Ojalá y nuestra vida sea derramada día a día como olor agradable a nuestro Señor Jesucristo, nuestro verdadero altar y templo! Acerquémonos a Él en diálogo y petición para ser hijos e hijas que sean oídos delante de su trono de gracia y compasión poderosa.



Cuando oráis a Dios con salmos e himnos, vivid en el corazón lo que decís con la voz. Agustín de Hipona Regla 2,31.



Parte IV LA ORACIÓN COMO ALABANZA



Capítulo XI

Salmos, himnos y cantos en el Nuevo Testamento Es evidente que la alegría se expresa mediante el canto. Cualquier estudio antropológico, histórico y fenomenológico así nos lo muestra. Si hacemos alusión a la fenomenología de la religión, observaremos que la adoración a lo divino se ha revestido de himnos sacros. La música es connatural al ser humano hasta el grado de transcender cualquier ámbito de relación con su influencia. En nuestra cultura occidental, enraizada en la mezcolanza de la tradición judeocristiana y grecorromana, nos ha llegado el salterio del pueblo hebreo. Es curioso como los salmistas intentan expresar mediante el canto lo humano ante el ser divino. Si se destaca alguna función en estas composiciones musicales, no hay ninguna duda de que es la apelativa. La llamada al Padre de toda compasión y amor inagotable. El salmo es un producto de la necesidad humana más variopinta con un denominador común, saciarla en la seguridad del amor de Dios. Vincularnos a YHWH, Adonai, el Se-


454| Abba, una oración inacabada ñor, en una relación de familiaridad inquebrantable ante el problema del mal o nuestro deseo más desesperado de bienestar. ¡Qué la justicia triunfe y el reinado de Dios sea nuestra gloria eterna! Cantos proféticos de liberación universal. No hay característica ni dogma de fe que no haya sido entonado en esta magistral descripción que del Dios vivo se lleva a término en este paradójico y maravilloso himnario. No hay carencia ni precariedad ni desnudez de cualquiera aspiración del creyente que no haya sido descrita en esa recopilación levítica, músicos inspirados por el Espíritu de Dios, que no por ningunas musas homéricas del Parnaso. El primero instalado en el monte Sion, y la ciudad del gran rey celestial, Jerusalén. Las segundas nacidas en la imaginación griega de nuestra terrena mortalidad. Apelamos –a la manera del joven pastor David– al espíritu de la creatividad artística divina para que sople el aliento de vida en nuestra mente. Solo de esta manera sesgada, arbitraria y exhaustivamente podremos citar el gran abanico de oraciones que se presentan ante el ser humano contemporáneo. Sin más nos adentramos en la poesía de la vida. En los himnos se atisba al Señor de la gloria eterna. Música angelical hecha luz y verdad sin par, singularmente comunicada mediante cuerdas vocales, ancladas en los abismos tormentosamente tempestuosos de las pasiones más bajas. Clamor por el miedo que llevamos pegado a flor de Edén tras el árbol epidérmico, nuestra piel. Los salmos son útiles para decodificar la distancia emocional entre Dios y la raza caída en desgracia. Cuando ambos juegan a


Parte IV: La oración como alabanza |455

esconderse y a encontrarse mutuamente se produce la risa de la presencia compartida. El alboroto divino es respondido por la algarabía humana. Lo más triste de dicho juego es cuando una de las dos partes la humana ya se ha cansado buscando al que se ha escondido con la ilusión de ser encontrado por su amigo. Dios llora como el niño que ya no es buscado por su compañero porque no comprende su indiferencia afectiva. De esto van los cantos que cito a continuación, mis maestros de oración. Fuente de toda descripción amorosa de mi señor Jesucristo. Sin embargo, no citaremos sino salmos del Nuevo Testamento, o lo que es lo mismo las letras de algunos himnos y poesías religiosas actuales. Verdaderas joyas expresivas humanas para describir artísticamente la aproximación empática con las revelaciones divinas. El Magníficat: canción de alabanza de María «Eres bendita porque creíste que el Señor haría lo que te dijo». María respondió: —Oh, cuánto alaba mi alma al Señor. ¡Cuánto mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador! Pues se fijó en su humilde sierva, y de ahora en adelante todas las generaciones me llamarán bendita. Pues el Poderoso es santo y ha hecho grandes cosas por mí. Él muestra misericordia de generación en generación a todos los que le temen. ¡Su brazo poderoso ha hecho cosas tremendas!


456| Abba, una oración inacabada Dispersó a los orgullosos y a los altaneros. A príncipes derrocó de sus tronos y exaltó a los humildes. Al hambriento llenó de cosas buenas y a los ricos despidió con las manos vacías. Ayudó a su siervo Israel y no se olvidó de ser misericordioso. Pues lo prometió a nuestros antepasados, a Abraham y a sus descendientes para siempre.63

Creer desarbola la razón humana porque la sitúa dentro de sus límites fronterizos. No todo lo existente se puede razonar con el método científico. Hay realidades metafísicas, caso de la revelación transcendente que nos ocupa a la virgen María, cuyo método cognitivo es una actitud de fe. Esta apertura nos adentra en una espera activa que no depende tanto de nosotros como de lo que sabemos de Dios, y de sus promesas, a favor del ser humano. La fe decodifica la acción divina antes de que ocurra ya que no se pregunta por el cómo del proceso, sino por el quién lo llevará a buen término. Creer es confiar en ese ser que nos excede. Entre sus atributos cantados por la joven hebrea se destacan los siguientes: Su fijarse en la humildad de querer servirlo incondicionalmente. Su poder es su santidad. La encarnación del niño Jesús, Dios con nosotros, es la mayor evidencia de su amor hecho compasión eterna.

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Lucas 1, 45-55, Nueva Traducción Viviente (NTV).


Parte IV: La oración como alabanza |457

Dios cumple sus promesas en la historia de los hombres y de su pueblo Israel. Dios no se olvida de ser garante de la verdadera justicia para «los nadie» de la historia, poniendo los puntos sobre las íes en el día de su Segunda Venida. Los poderosos no saldrán indemnes de sus desmanes, puesto que Dios invertirá el orden socioeconómico al no dejar en el olvido a las víctimas indefensas de tantas tropelías y atropellos, nacidos en la sinrazón de la crueldad opresora. Otro aspecto que se deriva de la fe tiene que ver con la transformación de nuestro estado de ánimo. María se considera feliz, alegre, favorecida, admirada por cualquier futura madre por cuanto Dios la ha elegido para una obra maravillosa, singular, única que entronca con dar a luz al Deseado de todas las gentes. Este había sido profetizado y prometido a los patriarcas. La felicidad consiste en ver encarnarse la bondad divina en nuestra corporeidad a fin de ir más allá de nuestra influencia contemporánea. Poder transcendernos en la historia. En una palabra, alabar a Dios es la máxima expresión de plenitud existencial instantánea. No depende de nosotros ni de nuestro propio autoconcepto, sino de captar su esencia, su manera de ser y de comportarse con nosotros para hacernos mejores seres humanos. El canto de Zacarías: Benedictus Entonces su padre, Zacarías, se llenó del Espíritu Santo y dio la siguiente profecía: «Alaben al Señor, el Dios de Israel,


458| Abba, una oración inacabada porque ha visitado y redimido a su pueblo. Nos envió un poderoso Salvador del linaje real de su siervo David, como lo prometió mediante sus santos profetas hace mucho tiempo. Ahora seremos rescatados de nuestros enemigos y de todos los que nos odian. Él ha sido misericordioso con nuestros antepasados al recordar su pacto sagrado, el pacto que prometió mediante un juramento a nuestro antepasado Abraham. Hemos sido rescatados de nuestros enemigos para poder servir a Dios sin temor, en santidad y justicia, mientras vivamos. Y tú, mi pequeño hijo, serás llamado profeta del Altísimo, porque prepararás el camino para el Señor. Dirás a su pueblo cómo encontrar la salvación mediante el perdón de sus pecados. Gracias a la tierna misericordia de Dios, la luz matinal del cielo está a punto de brillar entre nosotros, para dar luz a los que están en oscuridad y en sombra de muerte, y para guiarnos al camino de la paz».64

En gran parte hay una similitud entre la alabanza de María y Zacarías. Se hace énfasis en el Mesías prometido en base al pacto y la promesa hecha a Abraham. 64

Lucas 1, 67-79, NTV.


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La idea que me interesa destacar en este canto profético es la de que gracias a Jesús de Nazaret, el pueblo hebreo en primer lugar y los gentiles, es decir, cualquier pueblo no perteneciente al linaje de Jacob, se relacionarán con Dios desde el amor respetuoso que genera admiración y adhesión a su imagen. Se reconcilia nuestra ruptura edénica librándonos del pánico a lo divino. Se deconstruye la imagen del Dios de la ira, puesto que en ninguna oración –ni petición expresa de sus discípulos– el Hijo de Dios enseñó a dirigirse ni a invocar con estos arcaísmos a YHWH, sino como el Abba celestial que tiene especial cuidado en amar a sus criaturas. Servir es una actitud positiva y desinteresada. Esto implica la santidad y la justicia. Este es el privilegio de Juan el Bautista. Nadie lo entendió tan bien como su padre Zacarías. Nadie se alegró tanto por este regalo. Jesús de Nazaret dio cumplimiento a este canto profético que iluminó la oscuridad personal del más grande de los hombres del AT, y del más privilegiado de todos los profetas. En aquella prisión tenebrosa de Herodes, el ministerio de Juan, que bautizaba en las aguas del Jordán para el perdón de pecados, había caído en descrédito y ostracismo, pero Jesús brilló con sus enseñanzas revestidas de pragmatismo ético, para ser su «pastor» en el valle de sombra de muerte –por decapitación, despidiéndolo con toda la paz celestial posible–. Esperanza escatológica del triunfo del bien sobre el mal. Ya así lo había profetizado Isaías 35, 5-6; 10: Se abrirán los ojos de los ciegos y se destaparán los oídos de los sordos;


460| Abba, una oración inacabada saltará el cojo como un ciervo, y gritará de alegría la lengua del mudo. […] los alcanzarán la alegría y el regocijo, y se alejarán la tristeza y el gemido.

De nuevo la compasión divina siente la necesidad de Zacarías, la hace suya y responde a su oración transformando su estado de ánimo en una alabanza que desvela el nombre de su hijo, Juan. Dios es misericordioso, compasivo, afectuoso y asequible. Ese es Jesús de Nazaret, la imagen del Dios que protege y salva a su pueblo por siempre. Tema principal de este canto. La anunciación a los pastores: Gloria De pronto, se unió a ese ángel una inmensa multitud los ejércitos celestiales que alababan a Dios y decían: «Gloria a Dios en el cielo más alto y paz en la tierra para aquellos en quienes Dios se complace». Cuando los ángeles regresaron al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: «¡Vayamos a Belén! Veamos esto que ha sucedido y que el Señor nos anunció».65

Los pastores eran las redes sociales de la época. La noticia del nacimiento fue anunciada para que nadie dejase de saber que el tiempo del Mesías había llegado. Ellos fueron a comprobar lo dicho por los cantos celestiales. Lo divino se desveló en la percepción humana espaciotemporal. Belén es la ubicación destacada en el GPS divino. Nuestra paz, nuestra Pascua, nuestro todo, Jesús de

65

Lucas 2, 13-15.


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Nazaret, el niño dado a los seres humanos es motivo de alabanza angelical, pero también de movernos a la acción en favor de la verdad en cuanto comprobación empírica. El canto de Simeón: Nunc dimittis. Ese día, el Espíritu lo guió al templo. De manera que, cuando María y José llegaron para presentar al bebé Jesús ante el Señor como exigía la ley, Simeón estaba allí. Tomó al niño en sus brazos y alabó a Dios diciendo: «Señor Soberano, permite ahora que tu siervo muera en paz, como prometiste. He visto tu salvación, la que preparaste para toda la gente. Él es una luz para revelar a Dios a las naciones, ¡y es la gloria de tu pueblo Israel!».66

Cuantas veces el Espíritu Santo toma la iniciativa de llevarnos al lugar adecuado, significativo y necesario para situarnos en un encuentro único e irrepetible que tiene que ver con la historia de la salvación divina de manera objetiva. El otro rostro siempre nos interpela. Subjetivamente Simeón sabía por la fe que Dios le había prometido ser testigo privilegiado de este acontecimiento profético, enmarcado en los ritos legales del pueblo. Sin embargo, entrar en los planes de YHWH implica pensar a lo grande. Se trata de crecer

66

Lucas 2, 27-32.


462| Abba, una oración inacabada en la perspectiva global. Simeón canta la dimensión universal futura de Jesucristo, el Señor. En primer lugar, el Hijo de Dios es para todas las gentes sin excepción ni acepción. Evidentemente la luz de Dios no puede quedar atrapada porque brilla iluminándolo todo tal y como la luz física del Sol no hace distinción entre las naciones. Finalmente, el cristianismo tiene una deuda histórica de reconocimiento con el pueblo de Israel por cuanto su líder nació, vivió y murió como judío. Roma no crucificaba romanos. La gloria de Israel no será solo la ley y los profetas, sino su encarnación revelada en Emmanuel. Jesús se convertirá aquí en la imagen gloriosa del Dios invisible. Su paz despidió a Simeón en su muerte camino del cementerio, como lo sigue haciendo hoy en día con infinidad de seres humanos. Su luz mantiene la esperanza de la vida eterna mediante la prometida y esperada resurrección. Prólogo del evangelio de Juan: El verbo encarnado, Jesucristo En el principio la Palabra ya existía. La Palabra estaba con Dios, y la Palabra era Dios. El que es la Palabra existía en el principio con Dios. Dios creó todas las cosas por medio de él, y nada fue creado sin él. La Palabra le dio vida a todo lo creado, y su vida trajo luz a todos. La luz brilla en la oscuridad, y la oscuridad jamás podrá apagarla. […]


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Aquel que es la luz verdadera, quien da luz a todos, venía al mundo. Vino al mismo mundo que él había creado, pero el mundo no lo reconoció. Vino a los de su propio pueblo, y hasta ellos lo rechazaron; pero a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios. Ellos nacen de nuevo, no mediante un nacimiento físico como resultado de la pasión o de la iniciativa humana, sino por medio de un nacimiento que proviene de Dios. Entonces la Palabra se hizo hombre y vino a vivir entre nosotros. Estaba lleno de amor inagotable y fidelidad. Y hemos visto su gloria, la gloria del único Hijo del Padre».67

Dios dice y es hecho. La palabra concibe la realidad. El ser humano se hace discurso, voz y acción. La fe nos dice que lo visible provino de lo invisible mediante el acto creador divino. El logos de Dios comienza y acaba en Jesucristo. El Espíritu Santo como si de una madre adoptiva se tratase nos vuelve a engendrar en el útero espiritual –valga la metáfora– para ser hijos de Dios. Desde una perspectiva filosófica o metafísica, se nos sitúa en una petición de principio. Dios es anterior existencialmente a nosotros. No hay explicación posible para la criatura. Hay un axioma previo a partir del cual razonar, investigar, especular y describir el acto creador de Dios.

67

Juan 1, 1-5; 9-14.


464| Abba, una oración inacabada En el principio Dios existía, estaba y era fuera de la creación de nuestras categorías de comprensión espaciotemporales. Esto es un misterio que nos inspira. Sin embargo, las asumió para hacerse vida verdadera entre nosotros. El agapismo fue su bandera ideológica. Murió torturado sin dejar que el odio, la ira, el deseo de venganza o cualquier forma de mal, pudiese recaer sobre sus verdugos in situ en una manifestación de amor inagotablemente fiel a cualquiera de sus semejantes. No importaba para él más que iluminar sus conciencias con el amor perdonador. Solo así un enemigo se puede liberar de esas prisiones psicológicas, galerías y pozos oscuros interiores. Platón hablaba de contemplar el mundo de las ideas, pero Jesucristo es la Idea máxima que podemos contemplar de lo divino. Nadie ha hablado y vivido con su coherencia e integridad. Amar así desde el desprendimiento y la entrega absoluta, genera la buena vida en cualquier tipo de vínculo humano. Solo quien camina amando así al prójimo encuentra la vía del reino de los cielos, porque convierte a Jesucristo en su «camino» en este deambular lleno de contingencias imprevisibles. Himno litúrgico bautismal de la iglesia primitiva, según alguna confesión cristiana actual como la anglicana: …porque la luz hace todo visible. Por eso se dice: «Despiértate, tú que duermes; levántate de los muertos, y Cristo te dará luz». […] En cambio, sean llenos del Espíritu Santo


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cantando salmos e himnos y canciones espirituales entre ustedes, y haciendo música al Señor en el corazón. Y den gracias por todo a Dios el Padre en el nombre de nuestro Señor Jesucristo.68

El contexto explica la necesidad para Pablo de cantar como forma vital de consagración a Dios, y de ser agradecidos por su gran don: la luz de Cristo que nos resucita aquí, y por toda la eternidad. El bautismo simboliza ese tránsito de muerte a vida. De oscuridad a la luz del Espíritu Santo. Himno de la encarnación del siervo de Dios, Jesucristo Tengan la misma actitud que tuvo Cristo Jesús. Aunque era Dios, no consideró que el ser igual a Dios fuera algo a lo cual aferrarse. En cambio, renunció a sus privilegios divinos; adoptó la humilde posición de un esclavo y nació como un ser humano. Cuando apareció en forma de hombre, se humilló a sí mismo en obediencia a Dios y murió en una cruz como morían los criminales. Por lo tanto, Dios lo elevó al lugar de máximo honor y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres para que, ante el nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra, y toda lengua declare que Jesucristo es el Señor 68

Efesios 5, 14-20.


466| Abba, una oración inacabada para la gloria de Dios Padre.69

Hablábamos de la grandeza de Juan el Bautista cuando quiso empequeñecerse y entregarse en adoración ante la presencia de Jesús de Nazaret. Comentamos su disposición a perder protagonismo en su ministerio público, en aras de un bien infinitamente superior. Además, lo movió el mismo espíritu de humildad y renuncia personal que llevó a la máxima expresión su anunciado y confirmado Mesías. Esta es una actitud vital que engrandece a Cristo Jesús. Esta experiencia nos motiva a saber dar un paso atrás en el protagonismo sociorreligioso. Cualquier progenitor que sea responsable desea que su prole llegue a cotas más elevadas que él mismo. Con esta actitud se ponen en jaque mate a nuestra enfermedad mortal, alimentada por el orgullo, la calumnia, el desprecio, el odio y la envidia. ¡Cuántas lecciones de este anonadamiento en favor del ser humano por voluntad divina! Aquí queremos a toda costa construir paraísos de cualquier tipo, basándonos en criterios de meritocracia profesional, ascendencia nobiliaria, plutocracia e influencia mediática, a fin de que una minoría viva explotando a la gran población mundial, enajenándola y declarándola superflua, esclava de un sistema capitalista salvaje. Solo hay que observar los flujos migratorios actuales con sus gritos y desgarros por la supervivencia.

69

Filipenses 2, 5-11.


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La voluntad de poder se ha establecido como un arma política de destrucción masiva y lucha por su cuota de pantalla con sus actores protagonistas en cada telediario. Este sistema de vida dejará de ser tal y como promete el canto. El bien, Jesucristo mismo, triunfará sobre todo tipo de mal, sometiéndolo tanto en la raza humana como en la angelical. Invocar el nombre de Jesucristo como Señor consiste en decir sí, a existir sin guerra de tronos en el universo. La paz perpetua será la mayor libertad humana y la mejor manifestación de la gloria del Padre de toda luz. Hay grandes seguidores de Jesucristo que han vivenciado esta enseñanza cantada. Se me ocurre nombrar a Zaqueo, Francisco de Asís, Abbé Pierre, pero también Pascal, Martin Luther King y Teresa de Calcuta se posicionaron en esta lista inagotable. También en todas las ideologías hay personas impregnadas de este espíritu de servicio y renuncia en favor del otro. Himno de la preexistencia del Hijo Cristo es la imagen visible del Dios invisible. Él ya existía antes de que las cosas fueran creadas y es supremo sobre toda la creación porque, por medio de él, Dios creó todo lo que existe en los lugares celestiales y en la tierra. Hizo las cosas que podemos ver y las que no podemos ver, tales como tronos, reinos, gobernantes y autoridades del mundo invisible.


468| Abba, una oración inacabada Todo fue creado por medio de él y para él. Él ya existía antes de todas las cosas y mantiene unida toda la creación. Cristo también es la cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo. Él es el principio, supremo sobre todos los que se levantan de los muertos. Así que él es el primero en todo. Pues a Dios, en toda su plenitud, le agradó vivir en Cristo, y por medio de él, Dios reconcilió consigo todas las cosas. Hizo la paz con todo lo que existe en el cielo y en la tierra, por medio de la sangre de Cristo en la cruz.70

Cristo es el espejo en el que Dios se mira. Su aproximación visible. Su finalidad última. Su enlace armónico con todo lo existente en el universo. Su silogismo transitivo entre su transcendencia y nuestra inmanencia. Dios se revela y se dice plenamente en él, para que no haya nunca más ninguna ruptura traumática entre el Creador y las criaturas. Cristo es nuestro enlace, nexo y puente con otra realidad. Cristo es la ética amorosa de Dios que no se conforma con nuestras malas decisiones, sino que nos intenta rescatar a precio de sangre de cruz si es necesario. Cristo es el amor de Dios en acción pacífica a nuestro favor. Cristo es nuestra eternidad. La paz que Dios hizo costó precio. Muchos tratados de paz a lo largo de la historia se han firmado desde la lógica del vencedor 70

Colosenses 1, 15-20.


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sobre el vencido tras derramar mucha sangre tanto de civiles indefensos como de soldados alistados o incluso mercenarios. ¿Cómo Dios en la persona de su Hijo podía evitar la tragedia de la guerra contra su enemigo? ¿Cómo el ser humano habituado a sociedades violentas iba a validar su propio rescate de otra forma? Amar hasta la última gota de su sangre vertida en la cruz era el lenguaje más pedagógico que en su sabiduría Dios encontró para demostrarnos nuestra valía ante sus ojos. Restablecer la paz es imposible entre naciones sin víctimas de guerra. A estas se las exalta como héroes altruistas que lo dieron todo, a sí mismos, sus sueños y proyectos futuros, en vistas de un bien mayor al servicio de sus conciudadanos supervivientes. También Jesús de Nazaret será exaltado así delante de todas las naciones de esta tierra. Así nos ha recuperado para siempre. Así disfrutaremos de la paz perpetua. Por esta finalidad se dejó matar como acto inapelable de entrega afectiva plena. Su declaración de compromiso con la especie humana se ha identificado con la sangre del justo Abel. También con la de cada ser humano que fruto de cualquier avatar ha visto su vida perderse por una hemorragia inevitable, manchando el suelo del líquido rojizo más precioso, símbolo de vida. Mi Dios no me dijo como vencer a la violencia desde un cielo pacífico, sino que generosamente permitió estoicamente ser torturado, manchando el suelo, su piel y el madero de sangre por mí y por ti. Sé que no es educado citarse primero, pero en este caso quiero destacar la fuerza de la identificación personal para


470| Abba, una oración inacabada desde el compromiso con Él, y desde este, poder extender a cualquier otro los beneficios de la cruz. Nada minó su decisión. Ni la peor de las muertes inventadas por los espíritus diabólicos que habitan en el sofisticado animal humano, cuando odia a un enemigo. Ese sacrificio sirve para absorber semióticamente a todos los vencidos de la historia humana. Fuente de inspiración que nos lleva más allá del valor relativo de nuestra vida en este planeta. Fuente de perdón para validar la ley de Dios que apuesta rotundamente por otra forma de vida en plenitud. Dos himnos litúrgicos, y una doxología ¡Que todo el honor y toda la gloria sean para Dios por siempre y para siempre! Él es el Rey eterno, el invisible que nunca muere; solamente él es Dios. Amén.71 Sin duda alguna, el gran misterio de nuestra fe es el siguiente: Cristo fue revelado en un cuerpo humano y vindicado por el Espíritu. Fue visto por ángeles y anunciado a las naciones. Fue creído en todo el mundo y llevado al cielo en gloria.72

La fe como misterio es que Cristo es el ministerio de la bondad divina en un cuerpo humano sensible a nuestras sensibilidades y limitaciones. Regido por nuestra propia mortalidad, Él que de per

71

1 Timoteo 1, 17.

72

1 Timoteo 3, 16.


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se es inmortal. Alterando su esencia en nuestra existencia para que esta se revista de nuevo de su esencia inmortal y gloriosa. Me encanta la concatenación o catarata de verbos en pasado histórico para aludir desde la fe a este eje concreto de la vida de Jesús de Nazaret. Nadie podemos creer en un ser humano divino en su origen, sino es por revelación. Es una antinomia kantiana que se sitúa más allá de la racionalidad científica. Representa la revelación un espacio de libertad a otras realidades que la limitada razón no puede abarcar. La revelación es territorio peligroso lleno de arenas movedizas para el ancla pesada de la razón humana. La revelación sigue una lógica espiritual. Primero Jesús de Nazaret no es Jesús el Cristo hasta el bautismo en el río Jordán ante Juan, su profeta precursor del mensaje del reino. Saliendo de esas aguas –que se deslizan en forma de gotas desde su melena morena por su rostro–, oirá la voz de Dios su padre decirle –parafraseo: ánimo hijo para esto recibes la plenitud del Espíritu en forma de paloma, es decir, de pacto pacífico–. Ecos de Noé de darle una segunda oportunidad esta vez no ya al planeta, sino de manera más específica a su bien más preciado, la herida y maltrecha humanidad. Pedro también recibirá dicha revelación no por su inteligencia científica ni filosófica, sino por estar identificado con la persona de su maestro galileo. Un acto divino de pura gratuidad sin mediar meritocracia humana en absoluto. Los ángeles celestiales están presentes en el ministerio de Cristo desde su anunciación a los pastores en tierras de Judá hasta


472| Abba, una oración inacabada su duelo con las sombras de muerte como mortal, velada su divinidad de motu proprio, fortaleciéndolo en el huerto de Getsemaní, sin escatimar tampoco los alimentos servidos en el desierto tras derrotar al Tentador, el ángel caído, Satanás y sus secuaces, denominados demonios. Ellos también vieron lo que el ojo humano no puede apreciar sin revelación del Espíritu de Dios. Por esa razón le declararon enemigo universal especial. No hay nación a la que no se haya anunciado la historia de la salvación humana en Cristo Jesús, el único Dios verdadero, creador de toda forma de vida existente. El precio de este anuncio ha sido carísimo. La historia de los mártires llena los cinco continentes porque es la historia sellada a sangre, fuego, burla, incomprensión y torturas por verse amenazadas sus ancestrales creencias religiosas. Sus identidades patrias por el primer mensaje transcultural y globalizado. No hay nación que no haya sido visitada o vaya a serlo por personas crédulas en Jesucristo. La historia de las misiones da prueba de este mandato evangélico anunciado a sus amigos por el Hijo de Dios resucitado y glorificado. Delante de este hecho extraordinario gentes ordinarias recorrieron mar y tierra en obediencia ciega para llevar esta buena noticia a todo hombre mortal. La muerte ha sido derrotada. Hay esperanza eterna. Dios en Cristo Jesús ha prometido que regresa. El mal será destruido por siempre. Dios nos regala un nuevo mundo. Su hogar será el nuestro. Vale la pena creerlo en tu idioma y desde tu cultura. El Espíritu Santo es libre de puntos de vista etnocéntricos


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occidentalizados. Jesús es el rey, gobernante, maestro, creador y el que te salva de tu precariedad ontológica, preñada de maldad. Creer en Jesús implica que el valor absoluto e irreductible de todo no es nuestra vida tal y como la vivimos aquí en un plano de inmanencia finito, sino ver nuestra identidad desde un plano de transcendencia infinitamente mejor en todas sus dimensiones. Pues, en el momento preciso, Cristo será revelado desde el cielo por el bendito y único Dios todopoderoso, el Rey de todos los reyes y el Señor de todos los señores. Él es el único que nunca muere y vive en medio de una luz tan brillante que ningún ser humano puede acercarse a él. Ningún ojo humano jamás lo ha visto y nunca lo hará. ¡Que a él sea todo el honor y el poder para siempre! Amén».73

Apelo al comentario anterior para evitar ser repetitivo y cansino con las ideas principales de este canto. Tan solo destacar una idea poderosísima que nos dice que Dios se hará visible en Cristo otra vez en nuestra datación histórica. Esta vez al igual que la otra en la Palestina del siglo primero será revelado, pero con una grandísima diferencia, no como hombre, sino como Todopoderoso, Rey de reyes y Señor de todos los grandes de esta tierra. Esta vez vendrá a pedir explicaciones de cómo se ha vivido la ley de amor al prójimo. Esta vez no vendrá a dar discursos religiosos, enseñanzas sublimes ni a hacer curaciones. Esta vez vendrá a volver a crear y recrearnos a su imagen y semejanza conforme a su plan original. Esta vez se-

73

1 Timoteo 6, 15-16.


474| Abba, una oración inacabada remos libres de todo mal por haberle entregado libremente nuestra vida, sirviendo en amor a nuestros semejantes. Ser gobernado por alguien bueno implica sentirnos y sabernos respetados en nuestra más íntima dignidad. Nada que ver con la desfachatez con la que somos gobernados por los señores de este mundo. Eso sí, el énfasis que quiero recalcar tiene que ver con el reloj divino. A su debido tiempo Cristo volverá y será más visto por todos que la luz del Sol. Sin excusas. Sin secretismos. Sin reservas de ningún tipo. En el momento preciso, ya determinado en los tiempos de Dios, Cristo aparecerá como relámpago que ilumina desde oriente a occidente. Su gloria transformará e inundará todo el planeta. Principio de nuestra perenne eternidad y fin de nuestra efímera mortalidad. Alteración definitiva del statu quo actual. Liturgia católica romana actual La siguiente declaración es digna de confianza: Si morimos con él, también viviremos con él. Si soportamos privaciones, reinaremos con él. Si lo negamos, él nos negará. Si somos infieles, él permanece fiel,


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pues él no puede negar quién es.74

Su permanecer fiel a quien era le llevó a la cruz pero también a la resurrección en nuestro favor. Como dice el apóstol Pablo para mí el vivir es Cristo. Es decir, para mí la manera de vivir es una afirmación de los principios de Cristo y sus enseñanzas. Él es en lenguaje filosófico mi esencia y mi existencia. En lenguaje afectivo Cristo es el centro de mi inteligencia emocional, mi corazón late por contentarlo sentimentalmente. Actúo siempre pensando cómo lo harías Tú, mi Señor y mi Dios. Vivo hermanado y entrelazado con tu alto valor concedido a nuestra amistad. En esta historia de amor siempre Tú permaneces fiel a nuestro vínculo, pero pese a mi naturaleza caída en la rebelión, negación o pecado, cuento con tu gracia que me anima a no rendirme y continuar los días de confusa oscuridad. Siempre disipas las nieblas de mi mente para que te pueda ver con mayor claridad. Eso me sigue enamorando de ti, la fidelidad de tu mirada mostrada a Pedro, tu amigo y apóstol. La sensibilidad de dejarte tocar por alguien caído en incredulidad como Tomás. Siempre triunfa tu cercanía para con nuestras limitaciones congénitas. Siempre salvas nuestro autoconcepto verdadero diciéndonos quienes somos ante ti. AMIGOS, HIJOS ADOPTIVOS, HERMANOS y nuevas creaciones en manos de tu Santo Espíritu prometido. Fragmento de un himno antiguo, según manuscritos griegos El Hijo irradia la gloria de Dios

74

2 Timoteo 2, 11-13.


476| Abba, una oración inacabada y expresa el carácter mismo de Dios, y sostiene todo con el gran poder de su palabra. Después de habernos limpiado de nuestros pecados, se sentó en el lugar de honor, a la derecha del majestuoso Dios en el cielo.”75

Síntesis de todo el ministerio del Hijo de Dios. ¿Cómo es Dios? No como cuentan o contamos los hombres religiosos, sino como Jesús de Nazaret, el Hijo de Dios. ¡Cuánta atracción deconstructivista me sugiere a la manera derridiana todo discurso religioso no tamizado ni filtrado por los evangelios! Dios no es un Dios que se desentienda de su creación, sino que ha establecido leyes y principios para sostenerla. En última instancia todo procedimiento que sustenta la vida procede de su PALABRA. De su sí. Él dice y ocurre. Su voz es poder que crea y transforma. Él habita en un lugar velado al más potente telescopio que debido a la inmensidad e inaccesibilidad al ojo humano, se denominaba cielo. Connotativamente se desprende la impecabilidad de ese lugar y todo honor supremo. Allí habita el Crucificado tras PERDONAR Y RECONCILIAR el cielo con la tierra, y viceversa. Desde allí volverá en poder y majestad. Jesucristo es literalmente la metafísica de Dios. Él es cualquier tipo de prueba demostrativa ontológica divina. Jesús de Nazaret es existencialismo extremo y la hermenéutica divina mostrada al entendimiento humano. Aúna todas las posibilidades de modos de existir ampliándonos nuestro 75

Hebreos 1, 3.


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Dasein. Ese estar arrojado a la precariedad de nuestro pecado mortal ha sido revestido de inmortal impecabilidad escatológica para alegría del mismísimo Heidegger, o triste lamento sospechoso del celebrado Nietzsche. Dios no está muerto. La nada no es una propuesta seria. El amor compasivo es el vestido del superhombre pues nunca deja de engendrar vida. Nunca deja de ser. La nada por definición es la ausencia de vida. El destino de toda filosofía que se aboque ha dicho concepto como centro de su epistemología, léase posmodernos, tiene como horizonte su propia desaparición. El ser es y se dice en Jesucristo. Himno inspirado en Isaías 53, el siervo sufriente Él nunca pecó y jamás engañó a nadie. No respondía cuando lo insultaban ni amenazaba con vengarse cuando sufría. Dejaba su causa en manos de Dios, quien siempre juzga con justicia. Él mismo cargó nuestros pecados sobre su cuerpo en la cruz, para que nosotros podamos estar muertos al pecado y vivir para lo que es recto. Por sus heridas, ustedes son sanados. Antes eran como ovejas que andaban descarriadas. Pero ahora han vuelto a su Pastor,


478| Abba, una oración inacabada al Guardián de sus almas.76

El símbolo del pastor en la Biblia tiene que ver con el poder político y militar. Esto nos lo han enseñado algunos trabajos arqueológicos actuales que estudian dichas culturas. Jesús está más allá de una lógica relacional de estímulo respuesta. Jesús se domina como hombre para no reaccionar por impulsos violentos ni engañosos. Él es exaltado por ser un ejemplo ético contracultural. Él nos visualizó no como somos ahora, sino como llegaremos a ser. Él creó el camino del perdón como sendero al corazón humano. Desde allí puso rumbo a nuestras vidas protegiéndolas de infinidad de posibles peligros para que valoremos el vivir rectamente, es decir, en base a su ejemplaridad. Él nos enseña a depositar en Dios Padre toda posible injusticia sufrida para que por medio de su actuación mesiánica nos pueda rehabilitar. Ser partícipe al entender lo que dice aquí el himno implica experimentar una profunda alegría indescriptible. Cristo es tan contracultural que asusta al desafiarnos a salir de nuestros preconceptos adquiridos desde la lógica de acción-reacción, tan propia de las relaciones conductuales en nuestras sociedades actuales. Himnos en el Apocalipsis o Revelación de Jesucristo a su siervo Juan ¡Miren! Él viene en las nubes del cielo. Y todos lo verán, incluso aquellos que lo traspasaron.

76

1 Pedro 2, 21-24.


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Y todas las naciones del mundo se lamentarán por él. ¡Sí! ¡Amén!77 «Santo, santo, santo es el Señor Dios, el Todopoderoso, el que siempre fue, que es, y que aún está por venir». […] «Tú eres digno, oh Señor nuestro Dios, de recibir gloria y honor y poder. Pues tú creaste todas las cosas, y existen porque tú las creaste según tu voluntad».78 Y cantaban un nuevo canto con las siguientes palabras: «Tú eres digno de tomar el rollo y de romper los sellos y abrirlo. Pues tú fuiste sacrificado y tu sangre pagó el rescate para Dios de gente de todo pueblo, tribu, lengua y nación. Y la has transformado en un reino de sacerdotes para nuestro Dios. Y reinarán sobre la tierra». Entonces volví a mirar y oí las voces de miles de millones de ángeles alrededor del trono y de los seres vivientes y de los ancianos. Ellos cantaban en un potente coro: «Digno es el Cordero que fue sacrificado, de recibir el poder y las riquezas la sabiduría y la fuerza y el honor y la gloria y la bendición». Y entonces oí a toda criatura en el cielo, en la tierra, debajo de la tierra y en el mar que cantaban:

77

Apocalipsis 1, 7.

78

Apocalipsis 4, 8; 11.


480| Abba, una oración inacabada «Bendición y honor y gloria y poder le pertenecen a aquel que está sentado en el trono y al Cordero por siempre y para siempre». Y los cuatro seres vivientes decían: «¡Amén!». Y los veinticuatro ancianos se postraron y adoraron al Cordero.»79 Después de esto vi una enorme multitud de todo pueblo y toda nación, tribu y lengua, que era tan numerosa que nadie podía contarla. Estaban de pie delante del trono y delante del Cordero. Vestían túnicas blancas y tenían en sus manos ramas de palmeras. Y gritaban con gran estruendo: «¡La salvación viene de nuestro Dios que está sentado en el trono y del Cordero!». Y todos los ángeles estaban de pie alrededor del trono y alrededor de los ancianos y de los cuatro seres vivientes; y se postraron rostro en tierra delante del trono y adoraron a Dios, cantando: «¡Amén! ¡La bendición y la gloria y la sabiduría y la acción de gracias y el honor y el poder y la fuerza pertenecen a nuestro Dios por siempre y para siempre! Amén».80 «Entonces el séptimo ángel tocó su trompeta, y hubo fuertes voces que gritaban en el cielo: «Ahora el mundo ya es el reino de nuestro Señor y de su Cristo, y él reinará por siempre y para siempre». Los veinticuatro ancianos que estaban sentados en sus tronos delante de Dios se postraron rostro en tierra y lo adoraron, diciendo: «Te damos gracias, Señor Dios, el Todopoderoso,

79

Apocalipsis 5, 9-14.

80

Apocalipsis 7, 9-12.


Parte IV: La oración como alabanza |481

el que es y que siempre fue, porque ahora has tomado tu gran poder y has comenzado a reinar. Las naciones se llenaron de ira, pero ahora el tiempo de tu ira ha llegado. Es tiempo de juzgar a los muertos y de recompensar a tus siervos, los profetas, y también a tu pueblo santo y a todos los que temen tu nombre, desde el menos importante hasta el más importante. Es tiempo de destruir a todos los que han causado destrucción en la tierra».81 Luego oí una fuerte voz que resonaba por todo el cielo: «Por fin han llegado la salvación y el poder, el reino de nuestro Dios, y la autoridad de su Cristo. Pues el acusador de nuestros hermanos el que los acusa delante de nuestro Dios día y noche ha sido lanzado a la tierra. Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y por el testimonio que dieron. Y no amaron tanto la vida como para tenerle miedo a la muerte. Por lo tanto, ¡alégrense, oh cielos! ¡Y alégrense, ustedes, los que viven en los cielos! Pero el terror vendrá sobre la tierra y el mar,

81

Apocalipsis 11, 15-18.


482| Abba, una oración inacabada pues el diablo ha descendido a ustedes con gran furia, porque sabe que le queda poco tiempo».82 Todos tenían arpas que Dios les había dado y entonaban el canto de Moisés, siervo de Dios, y el canto del Cordero: «Grandes y maravillosas son tus obras, oh Señor Dios, el Todopoderoso. Justos y verdaderos son tus caminos, oh Rey de las naciones. ¿Quién no te temerá, Señor, y glorificará tu nombre? Pues solo tú eres santo. Todas las naciones vendrán y adorarán delante de ti, porque tus obras de justicia han sido reveladas».83 Después de esto, oí algo en el cielo que parecía las voces de una inmensa multitud que gritaba: «¡Alabado sea el Señor! La salvación, la gloria y el poder le pertenecen a nuestro Dios. Sus juicios son verdaderos y justos. Él ha castigado a la gran prostituta que corrompió a la tierra con su inmoralidad. Él ha vengado la muerte de sus siervos». Y otra vez, sus voces resonaron: «¡Alabado sea el Señor! ¡El humo de esa ciudad subirá por siempre jamás!».

82

Apocalipsis 12, 10-12.

83

Apocalipsis 15, 2-4.


Parte IV: La oración como alabanza |483

Entonces los veinticuatro ancianos y los cuatro seres vivientes se postraron y adoraron a Dios, que estaba sentado en el trono. Exclamaron: «¡Amén! ¡Alabado sea el Señor!». Y del trono salió una voz que dijo: «Alaben a nuestro Dios todos sus siervos y todos los que le temen, desde el más insignificante hasta el más importante». Entonces volví a oír algo que parecía el grito de una inmensa multitud o el rugido de enormes olas del mar o el estruendo de un potente trueno, que decían: «¡Alabado sea el Señor! Pues el Señor nuestro Dios, el Todopoderoso, reina. Alegrémonos y llenémonos de gozo y démosle honor a él, porque el tiempo ha llegado para la boda del Cordero, y su novia se ha preparado. A ella se le ha concedido vestirse del lino blanco y puro de la más alta calidad». Pues el lino de la más alta calidad representa las buenas acciones del pueblo santo de Dios.84

Alabar es experimentar a Dios desde sí mismo sin equivocaciones, limitaciones ni estados de ánimo contrarios a la felicidad que de su presencia emana. Estos cantos tan preñados de alegría, algarabía universal, nacen en la manifestación del amor al ser hu-

84

Apocalipsis 19, 1-8.


484| Abba, una oración inacabada mano que Dios en Cristo Jesús nos ha revelado. Son cantos de júbilo. La vida de la humanidad rescatada por Jesucristo acaba en la eternidad con boda por todo lo alto. Este es nuestro destino definitivo. Nos encantan las historias de amor con final romántico. Nos encanta cantar victoria en cualquier ámbito de nuestra vida. Nos encanta volver a ser dignos de ser amados. El amor nos renueva

per secula seculorum. Solo deseo vivir siempre visualizando ese horizonte como destino hasta que pueda decir allí, sí te quiero como mi Todo, Señor Jesús. Ahora te adoro sin interferencias en plena armonía sentimental con toda forma de variada existencia, nacida en tu corazón. Quiero ser parte y tener un lugar en ese festín celestial. Himnos de la tradición cristiana primitiva fuera del canon bíblico Así vemos que el rito romano del bautismo descrito en la Tradición apostólica de Hipólito contiene este Credo: Credo in Deum patrem omnipotentem Et in Christum Iesum, filium Dei. Qui natus de Spiritu Sancto ex María Virgine Et crucifixus sub Pontio Pilato et mortuus est et sepultus, Et resurrexit die tertia vivus a mortuis, Et ascendit in caelis, Et sedit ad dexteram patris, Venturus iudicare vivos et mortuos Et in Spiritum Sanctum et sanctam ecclesiam, Et carnis resurrectionem.


Parte IV: La oración como alabanza |485

Tertuliano conocía ya este Símbolo romano primitivo a fines del siglo II, y hay razones más que suficientes para creer que fue compuesto mucho antes del tiempo en que oímos hablar de él por vez primera.85 El mejor ejemplar de esta himnología gnóstica es el himno de los naasenos, conservado por Hipólito (Philosophoumena 5, 10, 2). No es, pues, mera coincidencia que Clemente de Alejandría, que se esforzó por reconciliar el cristianismo con la cultura y luchó por un gnosticismo católico, compusiera un himno métrico en anapestos en honor de Cristo. El himno a Cristo Salvador se halla al fin de su Paidagogos. En él se alaba a Cristo como: Rey de los santos, Verbo todopoderoso Del Padre, Señor altísimo, Cabeza y príncipe de la sabiduría, Alivio de todo dolor; Señor del tiempo y del espacio, Jesús, Salvador de nuestra raza.

El famoso Himno vespertino Fos Hilarion (Luz Serena), que aún subsiste en el oficio vespertino de la liturgia de los presantificados de la Iglesia griega, es del siglo II: Luz serena de la gloria santa del Padre Eterno, ¡oh Jesucristo!: Habiendo llegado a la puesta del sol,

85

«I.

El

símbolo

de

los

apóstoles».

Conoze.

http://www.conoze.com/doc.php?doc=2985#c47 (consulta: 29 junio 2015).


486| Abba, una oración inacabada y viendo aparecer la luz vespertina, alabamos al Padre y al Hijo y al Santo Espíritu de Dios. Es un deber alabarte en todo tiempo con santos cánticos, Hijo de Dios, que has dado vida; por eso el mundo te glorifica.»86

Sin comentarios. Se destaca el papel tan importante para nosotros de Jesucristo como Mesías y fuente de eterna salvación. Se nombra al Dios trino en base al lugar que ocupan y la función que desarrollan en la historia de nuestra redención, haciéndose eco del Jesús histórico, pero no limitándose solo a su vida en la tierra. Mirando al cielo vivirás En todo momento y lugar, con Dios has de hablar En todo momento y lugar, sus mensajes recibirás En todo momento y lugar, hacia el cielo te has de orientar En todo momento y lugar, respuesta tu oración obtendrá En todo momento y lugar, Jesucristo te enseñará En todo momento y lugar, su comprensión te alumbrará En todo momento y lugar, su inspiración te trasformará En todo momento y lugar, autopista de la comunicación celestial serás En todo momento y lugar, su amor por ti y por mí no fallará En todo momento y lugar, su gloria en ti y en mí manifestará En todo momento y lugar, al servicio de la humanidad estarás

86

«1.

Los

primeros

himnos

cristianos».

http://www.conoze.com/doc.php?doc=3034 (consulta: 29 junio 2015).

Conoze.


Parte IV: La oración como alabanza |487

En todo momento y lugar, adorad al Abba podrás con alegría existencial En todo momento y lugar, Jesucristo uno contigo y conmigo tu dolor calmará En todo momento y lugar, Jesucristo resucitado la muerte vencerá En un momento de la historia dado, Jesucristo enamorado volverá y su pueblo esperanzado lo verá. En un momento de la historia dado, Jesucristo glorificado regresará y a su pueblo confiado resucitará En un momento de la historia dado, Jesucristo cara a cara nos abrazará y al reino de su Abba nos llevará En un momento de la historia dado, Jesucristo su promesa cumplirá, del mal memoria no habrá y por la eternidad se disfrutará.

Una poesía nacida en mi mente tras estar una madrugada de sábado en oración. Recuerdo con total claridad que estaba pidiendo dirección para que la predicación de aquella mañana se convirtiese en un culto de adoración al Señor Jesús. La escribí en un par de minutos. La compartí esa misma mañana con la comunidad de la iglesia de Urgell a la que asisto y pertenezco. A mí me gusta llamarla mi credo actual que me anima a continuar hasta que se haga plenamente realidad.



Orar es el acto de abrir nuestro corazón a Dios como a un amigo. No es que se necesite esto a fin de que Dios sepa lo que somos, sino para capacitarnos para recibirle. La oración no baja a Dios hacia nosotros, antes bien nos eleva a él. Ellen G. White El Camino a Cristo (Mountain View, California: Pacific Press), p. 93.



Parte V ORACIONES Y REFLEXIONES DE CREYENTES CÉLEBRES



Capítulo XII

Creyentes célebres Agustín de Hipona Soy plenamente consciente y no tengo la menor duda de que te amo, Señor. Has herido mi corazón con tu palabra y te he amado. Pero también el cielo y la tierra y cuanto hay en ellos me andan diciendo desde todas partes que te ame. Y no cesan de decírselo a todos, para que no tengan excusa posible (Rom 1, 20) (Confesiones X, 6, 8, p. 315).

Francisco de Asís Señor, haz de mi un instrumento de tu paz. Que allá donde hay odio, yo ponga el amor. Que allá donde hay ofensa, yo ponga el perdón. Que allá donde hay discordia, yo ponga la unión. Que allá donde hay error, yo ponga la verdad. Que allá donde hay duda, yo ponga la fe. Que allá donde desesperación, yo ponga la esperanza. Que allá donde hay tinieblas, yo ponga la luz. Que allá donde hay tristeza, yo ponga la alegría.


494| Abba, una oración inacabada Oh Señor, que yo no busque tanto ser consolado, cuanto consolar, ser comprendido, cuanto comprender, ser amado, cuanto amar. Porque es dándose como se recibe, es olvidándose de sí mismo como uno se encuentra a sí mismo, es perdonando, como se es perdonado, es muriendo como se resucita a la vida eterna (Autoría atribuida a San Francisco de Asís).

Martín Lutero Señor Jesús. Tú eres mi justicia, así como yo soy tu pecado. Has tomado sobre Ti todo lo que soy y me has dado y cubierto con todo lo que Tú eres. Tomaste sobre Ti lo que Tú no eres y me diste lo que yo no soy (basada en 2 Corintios 5, 21).

Blaise Pascal Dios ha instituido la oración para conferir a sus criaturas la dignidad de ser causas.

Rabindranath Tagore Mi oración, Dios mío, es esta: Hiere, hiere la raíz de la miseria en mi corazón. Dame fuerza para llevar ligero mis alegrías y mis pesares. Dame fuerza para que mi amor dé frutos útiles. Dame fuerza para no renegar nunca del pobre, ni doblar la rodilla al poder del insolente. Dame fuerza para levantar mi pensamiento


Parte V: Oraciones y reflexiones de creyentes célebres |495

sobre la pequeñez cotidiana. Dame fuerza, en fin, para rendir mi fuerza enamorado, a tu voluntad (de Cuentos elegidos, Rabindranath Tagore).

Teresa de Calcuta Amaos los unos a los otros, como Jesús os ama. No tengo nada que añadir al mensaje que Jesús nos dejó. Para poder amar hay que tener un corazón puro y rezar. El fruto de la oración es la profundización en la fe. El fruto de la fe es el amor. Y el fruto del amor es el servicio al prójimo. Esto nos trae la paz (Teresa de Calcuta, agosto 1997). P. ¿Por qué entran tantas jóvenes en su congregación? Teresa de Calcuta: Creo que aprecian nuestra vida de oración. Rezamos cuatro horas al día. Además, ven lo que hacemos por los pobres. No es que sean trabajos importantes o impresionantes. Lo que hacemos es muy discreto, pero nosotras lo hacemos por los más pequeños.87

C. S. Lewis Creemos, cuando efectivamente creemos, que la relación entre nuestra oración y el acontecimiento no es mera coincidencia […]. Solo la fe garantiza la conexión.88

87

«El último mensaje de la madre Teresa de Calcuta». Aciprensa.

https://www.aciprensa.com/teresadecalcuta/teresa5.htm (consulta: 18 julio 2016). 88

C. S. Lewis, Si Dios no escuchase (3ª edición, Madrid: Rialp, 2008), p. 66.


496| Abba, una oración inacabada Martin Luther King «Señor, pienso que la causa que nos mueve es justa. Mas debo confesar que hoy me siento débil, me estoy derrumbando, estoy perdiendo coraje. Pero no puedo dejar que la gente me vea así, porque si me ven débil y desanimado, también ellos van a empezar a debilitarse. Dame la fuerza necesaria para que pueda presentarme mañana por la mañana ante el comité ejecutivo con una sonrisa». En ese instante, explicará más adelante, sube en él una voz interior, una voz que afirma irresistiblemente esta imperiosa misión: «¡Martin Luther King, levántate! ¡Levántate en pro del derecho, de la justicia, de la verdad! Y yo estaré contigo hasta el fin del mundo».89

Víctor Frankl La oración es para mí más bien una consagración, ver las cosas en una perspectiva que les confiere potencialmente un sentido, a pesar de todas las atrocidades. Cabría decir que el hombre es el ser que ha inventado las cámaras de gas, pero también el ser que ha entrado en esas mismas cámaras de gas con una oración en los labios; por ello me veo obligado a preguntar: ¿qué habrían podido pedir para sí estos hombres, qué habrían podido implorar, suplicar? Nada en absoluto, pues sabían muy bien que no hay noticia de que una muerte en la cámara de gas se haya suspendido alguna vez en el último momento. Pero esa era la verdadera

89

Martin Luther King, Contra todas las exclusiones (Bilbao: Desclée de

Brouwer, 1995), p. 31.


Parte V: Oraciones y reflexiones de creyentes célebres |497

oración, ese fiat, ese amén, la incondicionalidad que ahí se expresa.90

90

Victor Frankl, Búsqueda de Dios y sentido de la vida (Barcelona: Herder,

2005), p. 140.



Conclusión Cualquier texto escrito queda indefenso ante la interpretación que de este llevará a término el lector, tal y como decía Platón. Cualquier texto es una propuesta de encuentro compartido entre el emisor y el receptor. Este libro pretende –con todas sus limitaciones de facto– reconocer con gratitud las respuestas de Dios a las oraciones ajenas enmarcadas en la Biblia, y también a las propias que explican mi devenir autobiográfico. He intentado dar honra y gloria a Dios y reflexionar humildemente desde mi compromiso personal con mi Señor y Maestro, Jesús de Nazaret. Este es mi paradigma cosmovisional para reinterpretar cada oración comentada. Reconozco que algunas arrojan una imagen de YHWH muy distante del Abba celestial revelado por su Hijo Amado, Jesucristo, para los creyentes cristianos. No pretendo establecer ni una casuística ni una meritocracia ni un nivel de santidad o conciencia superior sobre el tema de la oración. No tengo respuestas ni argumentos explicativos del porqué de las acciones divinas en nuestra historia. Es tan solo una cuestión de amor


500| Abba, una oración inacabada recíproco. Sé que la acción invisible divina se hace visible en el marco de la oración como estructura intersubjetiva. No importa tanto que lo que le pidamos a Dios nos lo conceda afirmativamente como que Él se nos convierta en encuentro, en respuesta más allá de lo que podamos siquiera desear con la imaginación. Cuando esto ocurre nos convertimos en un reflejo de su amor filántropo. Este reto personal me ha afirmado en algo que ya sabía. Dios es libre, poderoso, sabio, respetuoso, y pese a que se limita en su vínculo con nosotros, jamás se oculta definitivamente en el silencio, el misterio o la distancia insalvable, aunque también se pueda manifestar así en ciertas ocasiones. Nos invita a relacionarnos desde nuestra contingencia, necesidad y anhelos de ser útiles a la humanidad. Nos concede de sus recursos ilimitados para que no decaigamos en un pesar existencial carente de futuro esperanzador. La conclusión más satisfactoria que he obtenido es que Dios necesita de nuestras oraciones para que no lo confundamos con un ídolo mudo. Nos invita constantemente a orar. Escribir mis oraciones son un reconocimiento al Dios vivo ya que me han ayudado a ir objetivando lo subjetivo. La fe es creer en lo que se espera y tener la convicción de lo que no se ve.91 No hay poderes mágicos en nuestra mente. De hecho, escribir las oraciones sirve para ser conscientes de que nuestras dificultades, imposibles, y circunstancias

91

Hebreos 11,1.


Conclusión |501

incómodas, pueden ser alumbradas, transformadas y mejoradas por el Creador de todo lo bueno, bello y verdadero. Jesús de Nazaret se levantaba de madrugada a orar, es decir, a hablar con su Padre. Cuando recibió la noticia de la muerte de Juan el Bautista, necesitó refugiarse a solas en oración en lo alto de una montaña y así expresar su tristeza por ese crimen arbitrario. Cuando eligió a sus discípulos, pasó la noche entera en comunicación directa con el Dios transcendente. No hubo un solo momento o situación importante en su vida que no la presentase ante la autoridad divina en oración. A veces derramó gritos, lágrimas y dolor. Otras, una expresión de alabanza, gratitud y plena alegría. Cualquier milagro efectuado era para dar honra, gloria y reconocimiento a YHWH. Liberó a las personas del dolor, el autoengaño, el pesimismo, mientras les acercaba escuchándolos la acción favorable de su Abba, a fin de que se enamoraran de Él y se convirtieran en ciudadanos libres de su Reino de los cielos. Murió como vivió, hablando con su Dios y Padre. Resucitó y ascendió junto al Eterno, para desde su trono celestial administrar gracia y compasión a personas caídas en el mal, satisfaciendo nuestros anhelos de salvación y eternidad feliz. Sin más, a modo de despedida, dejo al lector con la siguiente cita que sintetiza mi sentir sobre la oración: De singular importancia en el estilo educativo de Jesús, era la importancia que le daba a la oración, junto a las manifestaciones concretas de la misericordia divina que demostraba, vivía y afir-


502| Abba, una oración inacabada maba. No solo el Señor enseñó la teoría y las virtudes de la oración (Mt 6, 5-6), sino que vivió una vida de oración, y dejó ese modelo como uno de los elementos principales en la forma de vida que incentivaba a sus seguidores. En sus oraciones Jesús ponía de manifiesto su concepto de Dios, que era la fuerza vital que le movía a responder con sabiduría, a los reclamos más hondos e inmediatos de la gente en necesidad, como las personas enfermas, marginadas, oprimidas y cautivas. De acuerdo con los relatos evangélicos, Jesús encontró en la oración espacios para hablar con Dios asuntos de importancia capital (p. ej., el reino de Dios y el perdón), que posteriormente se convierten en los temas principales de sus mensajes, enseñanzas y parábolas.92

92

Samuel Pagán, Jesús de Nazaret, vida, enseñanza y significado (Terrassa:

Clie, 2012), p. 97.


Anexo I ORACIONES EN LOS LIBROS DE JEREMÍAS Y LAMENTACIONES



Desesperación, espera y encuentro Alguien llora. Alguien sufre. Alguien gime. Alguien casi desespera. No siempre fue así. Tuvo una infancia feliz. No había guerra, madre de los mayores padecimientos. La injusticia hecha acción abusiva sobre la indefensa población civil. Ese alguien responde con un mensaje de denuncia. Ese alguien nota su cara húmeda ante las imágenes de terror presenciadas. Ese alguien cree que sus sentimientos se han derrumbado en su interior. Su nombre: Jeremías. Alias, el profeta llorón. Pero, no siempre fue así. Motivos tenía para venirse abajo, pero fue un niño prodigio. Su personalidad antes de nacer ya fue elogiada por el mismísimo Dios. De hecho, lo eligió de entre toda la pirámide de natalidad que se produjo en Judá hacia finales del siglo VII a. C. Alguien llora. Alguien gime. Un bebé nace. Hay alegría en una familia. Dios tiene planes de futuro para él. Lo «contrata» para darle un sentido a su existencia. Su destino, escrito está, Jeremías 1, 5. Para los padres esto provoca un constante fluir de alegría, y seguridad. La salud física, mental, y su desarrollo ético será buenísimo.


506| Abba, una oración inacabada Dios se ocupa de su educación. Es enseñado y criado con una esperanza mejor. Es criado y amado. Es sensible e inteligente. La humildad le permite absorber las enseñanzas de la vida. Pero ¿se sabe capacitado para cumplir con las expectativas divinas? Cree que no. Ante las explicaciones de su misión, le dice al mismo Dios que tiene grandes argumentos para cuestionar dicha elección. Verás Señor. Soy joven en una sociedad donde se obvia la importancia social y la responsabilidad de cargos de los de mi generación. Le llaman abismo generacional. Además, no he estudiado retórica como Demóstenes. No tengo facilidad de palabra. Esos son mis miedos y mis excusas, para no poder ser tu profeta. Lo siento. No importa Jeremías. Lo sé. Cuento con la realidad. No soy un iluso. Soy pragmático. Hay mucho del destino de muchísimos en juego. Tus contemporáneos, y sus descendientes, deben saber lo que les va a venir si siguen con su conducta consumista, superflua y alejada del bien. La desgracia puede ser evitada. Necesito de ti para avisarles. Te prometo que te sentirás como un guerrero invencible en mi compañía. Alusión a Jeremías 20, 11. En mis manos pueden ser modelados como el alfarero realiza su trabajo. Tú sabes que educar a la sociedad es posible. El alfarero escoge con precisión su materia prima. Yo también. La mía, tus vecinos, el pueblo de mi heredad. La niña de mi ojo sufre conjuntivitis. Quiero curarla con mi colirio. El alfarero hace girar el torno a gran velocidad. Los acontecimientos políticos también harán que mi pueblo sea exiliado y Yo me exiliaré con él. Hemos de trabajar con aceleración y


Anexo I: Las oraciones en los libros de Jeremías y Lamentaciones |507

planificación para pulir sus inclinaciones, gravar mis sentimientos en sus huesos esqueléticos y holocausticos, raspar su superficialidad religiosa y ponerles asas para que sean capaces de transportarme en su interior de la manera más eficaz posible. ¡Rápido!, hemos de darles un baño de barniz para que estén presentables antes los reyes poderosos que los oprimirán. Babilonia se acerca. Persia todavía espera. El exilio está a las puertas. ¡Corre! que se acuerden de mi mensaje de protección al profeta Isaías ante la amenaza asiría. Señor, lo siento. Me hundo. Se burlan de mí. Tengo miedo al ridículo. Mi autoestima se ha resentido. Me deprimo. Abandono la misión. «Recuerdo mi tristeza y soledad, mi amargura y sufrimiento; me pongo a pensar en ello, y el ánimo se me viene abajo». Ya sé que es mi tercera lamentación. Ya sé que llevo entre 17 y 20 quejas pero es que no puedo. «Casi ha muerto mi firme esperanza» en ti, Señor. La vida pacífica ha huido de mí. Mi cuerpo ha sido derribado y he masticado el polvo. Este se ha hecho barro como el del alfarero en mi boca. Tu pueblo ha dimitido de ti. No se creían que vendrían las vacas flacas. «Tienen tanta sed los niños de pecho que la lengua se les pega al paladar. Piden los niños pan, pero no tienen a nadie que les dé» (Lamentaciones 4, 4). Ya sé que no es una moda. Tristemente en el siglo XXI habrá lamentos semejantes, gravados y comercializados en el espacio televisivo, llamados informativos, que más que sensibilizar, al contrario, adormecerán la retina de la conciencia por la repetición superfluamente instrumentalizada de las imágenes, con el único fin de


508| Abba, una oración inacabada impresionar a la audiencia. ¡Qué barbaridad más bárbara, y macabra! Señor, quiero abandonarte a causa de las injusticias de los violentos y los malvados pero siento en mis huesos tu amor convertido en misión hacia los desesperados. Sigo contigo pese a mí debilidad. Alusión a Jeremías 20, 7-11. Transfórmame de arcilla delicada a óxido de hierro. Frágil igualmente pero con forma estable en su relación con la realidad. Señor, no quieren huir de ningún castigo porque su corazón te desprecia. Se saben hijos de Abraham y sus vestidos lujosos no les dejan transpirar las miserias interiores. Creen que su religiosidad histórica les da licencia para no reformarse en su interior. Jeremías, tranquilo. Mi Hijo, tu Señor, también les profetizará sobre mi reino. Tampoco le creerán en un primer momento. Mi semilla, Jesús de Nazaret, será enterrada para producir un gran árbol de vida justa, buena y bella. El paraíso no es vanidad y vacuidad. Existe para los hijos de mujer. Su mensaje –como el nuestro– también hablará por boca de su primo Juan de entrega y arrepentimiento. El poder religioso y sociopolítico lo tratará como si de un fanático apocalíptico se tratase. Un tumor marginal a extirpar. También habrá desolación en Jerusalén. Alusión a la apocalíptica de Mateo 25, 31-46 y 26, 3-4. También llorará por el rechazo de su pueblo. Tampoco le entenderán ni lo respetarán. Ejercerán presiones de gran violencia física y psicológica. Lo tratarán como si fuese un terrorista. ¡Qué ridículo! Alusión a Isaías 53. Creerán que Yo, su Padre, lo rechazo como maldito. No se darán cuenta de que es mi


Anexo I: Las oraciones en los libros de Jeremías y Lamentaciones |509

Hijo Amado, mi viva imagen. Temblarán los cimientos del monte al ser clavada la cruz. Me rasgaré de dolor mis vestidos como Job mediante el símbolo del velo del Templo. Ese será mi rechazo y mi denuncia velada a los sacerdotes, a Caifás y a Anás, criminales de guerra con cargos por daños colaterales hacia la humanidad. Mi dolor como Padre hará que el astro Sol no ilumine sus vergüenzas. Protegeré su dignidad oscureciendo el día, ya que no podré iluminar con mi mirada su rostro al verlo sudar su sangre, resquicios de la verdadera vida. Te juro que pagarán por ello si no lo reconocen como Señor y Dios. Te lo prometo que el mal será aniquilado por completo. Ya, ya sé que deseas que sea ya, pero quiero moldearlos como el alfarero para que brillen como estrellas en la eternidad. Sí, sí, sé que no lo ponen fácil, Elías sabe de ello, y ya camina conmigo y con Moisés. Aguanta. Resiste. Tú también cantarás con alegría el Canto de Moisés, y del Cordero (Apocalipsis 5). Señor, soy un hombre que cree en Ti en la sociedad occidental en el siglo XXI. Mi nombre, Tú lo conoces bien. Mi sensibilidad la he de proteger de las malas nuevas, llamadas informativos. Me frustra tanta desgracia. Me pesa la angustia y la existencia. No, no, ya sé que he leído a Kierkegaard, pero es más la identificación con lo explicado por Ti en las bienaventuranzas. Se sufre en presente y tan solo se dará la plenitud con tu futuro. Alusión a Mateo 5. Señor, el hombre occidental tampoco mayoritariamente practica tus palabras. Sí, sí, ya sé que vive y data su historia haciendo mención a tu Nombre. Pero no creen que tus palabras apocalípticas se vayan a realizar. Ni siquiera que sean dignas de fe. Alusión a Apocalipsis


510| Abba, una oración inacabada 21, 5 y 22, 6. Como mucho las consideran interesantes, y utópicas. ¿Sabes una cosa? ¿Quieres que te confíe una intuición? Han pasado casi 2000 años y no has vuelto. Tu pueblo se queja de la espera. Empieza a creerlo de labios, pero no es acción motivadora de misión. Sí, ya sé que Tú dices que vuelves pronto, pero somos seres impacientes. Sí ya sé que es tu último mensaje a tu último apóstol, Juan, para que exprese tu amor ecuménico. Está declarado a todas las iglesias (Apocalipsis 22). Ya sé que mereces exclusiva adoración por ello. Ya sé que traes un premio para recompensar la espera activa y positiva. Pero es que vivo en la sociedad de los puntos estrella, de los reyes magos, de los premios de la lotería, de las quinielas, de la bonoloto o primitiva, de variados regalos plastificados por comprar un huevo Kinder o por masticar hamburguesas en centros comerciales, y qué decir de los premios por enviar sms y bajarse politonos, o de ser premiado por llamar a los concursos o reality shows. Ya, ya, sé que les dicen premios basura, pero matan las expectativas de grandes regalos. Ya no hay ilusión ante la novedad de tu gratuidad hecha regalo. Sí, sí, lo sé. Lo material acapara los sentidos. Atonta y obnubila. Señor, siempre nos quedará la fe como actitud de resistencia y resiliencia. Sé que seré ciudadano del reino futuro. Sé que mis vestidos lavados por Ti me otorgarán tácitamente el derecho de derechos. Sí, ya sé que el primer Derecho Humano es el derecho a una vida digna. Tú crearás el árbol de la vida en tu ciudad, la Nueva Jerusalén. Allí no crecerá el árbol del bien y del mal. Alusión a Génesis 3. Hoy dicho árbol tiene raíces en la actual Jerusalén, símbolo


Anexo I: Las oraciones en los libros de Jeremías y Lamentaciones |511

de partidismo político y de confrontación religiosa. Hay una incómoda opresión e indefensión en los territorios ocupados. Hay también un miedo real a más atentados dicen los que protegen el muro de Jeremías, perdón de las Lamentaciones. Todo bastante lamentable, por cierto. Todo fruto de la intolerable intolerancia. Señor, conozco tu promesa de que el mal y los malos, los hombres ensuciados de injusticias desaparecerán en la no existencia, de igual manera que el Diablo y sus ángeles caídos, llamados vulgarmente demonios. Es decir, no habrá engaño en las relaciones familiares ni laborales ni espirituales. Alusión a Apocalipsis 22, 15 ¡Eureka! He encontrado tu mensaje más repetido por Ti. Firmado en primerísima persona. Comprometido con el mandamiento de no utilizar tu Nombre indebidamente. Te cito en Apocalipsis 22,16 «Yo, Jesús he enviado mi ángel para declarar todo esto a las iglesias». ¿Cuál es ese mensaje angelical? ¿Cuál es de entre todos tus mensajes el más relevante para «el Espíritu Santo y la esposa»? Tú exclamas «¡vengo pronto!» (Apocalipsis 22, 7) y nosotros, tu esposa, y tu Espíritu respondemos lo mismo que tu apóstol del amor: ¡ven Señor Jesús! Queremos ser destinatarios del encuentro contigo en gloria, poder y juicio. Esta sociedad ha perdido los parámetros de espera confiada, y de búsqueda del bienestar moral. Hay crisis económica generada por ejecutivos irresponsables más amantes del dinero que de Ti –como decía Pablo a Timoteo–. Las religiones mayoritarias se han inventado el camino hacia Ti, mediante productos de la imaginación humana como la inmortalidad del alma o la reencarnación, desesperadas por tu tardanza. Su


512| Abba, una oración inacabada credo lo enseña pero no te esperan en vida. Nos pasa como a Noé al afirmar que Tú vienes por segunda vez a juzgar a los vivos y a los muertos. Les produce risa irónica. A tu pueblo que llevamos desde mediados del siglo XIX enseñándolo, nos produce cierta incomodidad no saber a ciencia cierta si tendremos el privilegio concedido a Simeón, a Ana la profetisa y a Juan el Bautista. Nos identificamos con el segundo Elías. Nos gustaría pensar que nuestros jóvenes mantendrán la esperanza activada como mantienen actualizado su antivirus para seguir comunicándose en los muros actuales. No, Señor, ya sé que no son muros de piedra como el de las lamentaciones. Solo que a través de dichos muros la espera se les hace más entretenida. Ya, ya sé que se pueden evadir del encuentro contigo. Claro que, por otro lado, les encantan las historias cinematográficas que acaban con final feliz. Sí, yo también creo que todos imaginamos ser el protagonista de una historia de amor. Señor, como Jeremías, yo también quiero identificarme contigo a través de tu cantar romántico sobre tu Segunda Venida. Me gusta saberme amado por Ti. Me gusta saber que mi nombre está escrito en el libro de la vida del Cordero. Alusión a Apocalipsis 21, 27. Como los verdaderos héroes quiero seguir defendiendo las buenas acciones y la fidelidad a Ti que implica gran valentía porque supone ir a contracorriente. Es todo un movimiento contracultural. Es desafiar la globalización del pensamiento único. Señor, soy José, y sé que vendrás a por mí. En tu historia de amor los protagonistas, tu iglesia y Tú, interpretan un guion con todos los elementos para un final feliz. El amor vence. El amado


Anexo I: Las oraciones en los libros de Jeremías y Lamentaciones |513

encuentra a la amada. El chico se enamora incondicionalmente de la chica. Esta es rescatada del infierno ocasionado por todo tipo de opresión. En un último diálogo, ante las expectativas de una audiencia universal, Tú te expresas así: Mi amada –las personas escritas en tu libro de amor vital y eterno– es entre todas las mujeres, como una rosa entre los espinos (Cantares 2, 2). ¡Qué hermosa eres, amor mío! ¡Qué hermosa eres! ¡Tus ojos son como dos palomas! […] ¡En ti no hay defecto alguno! […] Me robaste el corazón, hermanita, novia mía, Me robaste el corazón (Cantares 4,1; 7 y 9 Prometedme, mujeres de Jerusalén, no interrumpir el sueño de mi amor. ¡Dejadla dormir hasta que quiera despertar! […] ¡Déjame oír tu voz, nuestros amigos esperan escucharla! (Cantares 8, 4; 13).

Nosotros sentimos como iglesia-esposa así el inminente encuentro contigo: ¡Ya viene mi amado! […] ¡Ya escucho su voz! Mientras llega el día Y huyen las sombras, Vuelve, amado mío… (Cantares 2, 8 y 17). Yo soy de mi amado: Los impulsos de su amor lo atraen a mí (Cantares 7, 8)


514| Abba, una oración inacabada ¡Llévame gravada en tu corazón! ¡Llévame gravada en tu brazo! El amor es más fuerte que la muerte […] ¡El fuego ardiente del amor es una llama divina! (Cantares 8, 6) Por eso, a los ojos de Cristo, Ya he encontrado la felicidad (Cantares 8, 10)

Por todo ello, Señor, volverás. Por todo ello, como Jeremías y Noé, lo anunciaré. No concibo la solución a esta vida sin Ti. Tu salvación sí que es un auténtico lujo. Verdadera BUENA NOTICIA, digna de ser anunciada en los informativos de máxima audiencia. Cambia la trilogía de noticias que abren los telediarios: sangre, violencia y muerte, verdadero filón informativo. En tu despedida, en tu última carta, obtenemos la trilogía siguiente: amor, paz y vida esperanzada.


Anexo II ORACIONES EN EL LIBRO DE JONÁS



La odisea de Jonás Jonás, hijo de Amitay, escribe este breve episodio de su vida como si de una odisea homérica espiritual se tratase. Al igual que Ulises necesitará de un naufragio a la deriva en las turbulentas aguas de Poseidón rumbo a Ítaca, también nuestro profeta se hunde en las aguas del gran mar Mediterráneo, creado por Elohim, destino a Tarsis. Ambos han desafiado a sus respectivas divinidades y aparentemente cada uno de ellos sufrirá el castigo de su errática actitud. En manos de Poseidón el héroe griego visitará el abismo, territorio infernal de Hades o mundo de los muertos. El antihéroe hebreo tendrá que clamar a YHWH desde las profundidades del reino de los muertos. Cada uno encontrará respuestas diferentes para reorientarse en la vuelta a la vida con propósito y poder concluir su travesía existencial llegando a buen puerto. El primero recibirá la hoja de ruta del vidente ciego, Tiresias, sorteando bajo la protección de los dio-


518| Abba, una oración inacabada ses olímpicos infinidad de peligros y encantamientos. Su tripulación será sacrificada por su pecado de hybris. El orgullo humano cuando usurpa el lugar de la divinidad crea víctimas inocentes. Así, incapaz de salvar a sus hermanos de armas, súbditos, experimentados lobos de mar, curtidos en mil batallas, aprenderá la humildad pero no la compasión. Nunca más podrá atribuirse ninguna hazaña de guerra. Troya cayó gracias al favor de Poseidón y no a la sola inteligencia humana. Jonás es el único profeta que gasta su dinero para alejarse del Señor. Sin embargo, ni uno ni otro podrán por sí mismos escapar de la divinidad por más empeño que le pongan a su misión. Nadie puede derrochar de peor manera el fruto de su trabajo ni su plan de pensiones. Su crucero de placer a punto de naufragio ante la omnipotencia de la presencia del Dios creador del Universo. Siguiendo con el relato bíblico, el librito de Jonás nos presenta personajes anónimos, marineros, que creían seguramente en los mismos dioses grecorromanos narrados por Homero en la Odisea en la misma época histórica. Se sabe por el profeta Amós que los filisteos provenían de Creta. Conocida por todos es esta isla por la historia de Perseo y el Minotauro. También por la alusión literaria del apóstol Pablo en el libro de los Hechos a un poeta cretense. Estos no salen bien parados que digamos. Sin embargo, no ocurre así con estos marineros politeístas ya que se esfuerzan titánicamente para salvar sus vidas de la ira de los dioses cosmogónicos. No dudan en tirar por la borda los víveres. Las mercancías son un


Anexo II: Las oraciones en el libro de Jonás |519

peso inútil innecesario. ¿Para qué mantenerlas a flote? La inmediatez de la tormenta bajo el azote húmedo de las olas les hace desesperar en la tortura de la frágil supervivencia. Están a punto de pronunciar el sálvese quien pueda, cuando el capitán, agobiado por su responsabilidad de mantener su barco surcando las aguas enfurecidas, seguro de que puede aligerar más la nave deshaciéndose de pesos muertos en la bodega, no da crédito a lo que ven sus ojos. Un turista durmiente. Se queda pasmado. Ver para creer. Creía saberlo todo de la enrevesada naturaleza humana. A su edad aún tiene que educar a un inconsciente, y volverlo a sacudir con sus duras palabras. ¡Emergencia! Clama a tu Dios por si tiene más poder y amor por nuestra vida que los nuestros. Despierta no es tiempo de indiferentes. Hay mucho en juego. Mi tripulación está desahuciada, agotada, frustrada por el silencio divino. Se buscan culpables. Se quieren depurar responsabilidades y culpas encubiertas. Unos a otros se reprochan las causas de dicha maldición. ¿Quién como Ulises ha ofendido en su comportamiento interior a los dioses Zeus y Poseidón? ¡Rayos y truenos! Vientos huracanados impiden el buen gobierno de la nave. Sus vidas aún tienen un valor incalculable a sus propios ojos. Echan suertes y Jonás confiesa a regañadientes que su Dios, creador del cielo, mar y tierra le ha enviado este mensaje inapelable. El mar quedará en calma mediante un sacrificio humano. El suyo propio. No quiere llevar un mensaje de arrepentimiento y juicio compasivo a sus enemigos. Desea más su muerte si así Dios es condicionado a destruir a personas crueles que han oprimido, torturado,


520| Abba, una oración inacabada saqueado y violado a los de la nación judía. Sus hermanos. A la manera de Sansón, desea morir con los asirios antes que abrazar la remota posibilidad de que Dios se revele como un Padre lleno de ternura para ellos, tal y como describió Moisés en los libros de la Ley: «¡El Señor! ¡El Señor! ¡Dios compasivo y bondadoso, lento en airarse y rico en amor y fidelidad, que mantiene su amor a lo largo de mil generaciones y perdona la desobediencia, la rebeldía y los pecados, aunque no los deja impunes…»93 Esto estaba bien con Israel, pero con los demás pueblos enemigos de su propiedad se imponía en su mente un airado grito de venganza. ¡Aniquílalos! ¡Haz llover fuego del cielo! ¡Quémalos en sacrificio vivo! He huido hacia esta situación en la que estoy sintiendo tu enfado hecho gotas de mar sobre mi piel, ya que estoy cayendo de la nave. He sido arrojado por marineros frustrados ante sus improductivas fuerzas sin conseguir llegar a tierra para salvarme, siendo un gafe para ellos. Lo siguiente que sintió fueron unas algas enredadas en su pelo. En cuestión de segundos sus pulmones se encharcarían de agua salada y los asirios morirían con él. Israel estaría a salvo. Renacería después de tanta opresión política. Él estaba siendo un mártir incomprendido por YHWH. Con el milagro de sacrificar a este profeta rebelde, el mar se había aplacado de repente. Tras la tempestad se había hecho el silencio. Las olas habían dejado de amenazar sus vidas. El profeta

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Éxodo 34, 6-7.


Anexo II: Las oraciones en el libro de Jonás |521

hebreo no era un suicida. Dios se había comportado como el creador de las fuerzas y espacios dominados por dioses falsos. Homero y Hesíodo los habían engañado con sus relatos míticos y teogónicos. La naturaleza solo obedecía a la voz de su amo. Delante del Dios de Jonás, Padre de toda la humanidad, prometían promesas de adoración verdadera, con gran reverencia y profundo respeto. Esto es propio de quien se sabe pequeño, y asustadizo sobreviviente, ante la fuerza desatada del mar. Así sellaron este pacto ecuménico mediante un sacrificio cruento, –según sus culturas religiosas–, Jonás. Pidieron perdón por entregar en holocausto líquido a uno en favor de la tripulación. Prometieron el mayor de todos los sacrificios, que consistía en renunciar a los falsos dioses, hechos culturalmente a su imagen y semejanza. Así nacieron a una nueva relación con el único Dios verdadero. Estaban asombrados y estupefactos por la asociación causa-efecto, ya que la tormenta perfecta había sido reducida a cálida bonanza. Los débiles rayos del sol se comenzaban a abrir paso entre las densas nubes grises. Caer a la oscuridad opaca de ese líquido amenazador, ser tragado por esa ola fatal, y quedarse la mar calma fue todo uno. Sus corazones fueron inundados de alegría al saber que vivirían para contarlo y abrazar a los suyos. Grandes vivencias extremas para relatar alrededor del fuego del hogar junto a sus nietos. Educación, paideia, transmitida verbalmente. En otro momento histórico, en otro mar menor, llamado Genesaret, ocurrirá algo parecido en una barcaza de pesca. Esta vez será


522| Abba, una oración inacabada el mismo Hijo de Dios, Jesús de Nazaret, galileo, el que se encontrará durmiendo por su desgaste físico y espiritual. Este ha sido ocasionado en su servicio compasivo a favor del gentío de su pueblo. Vivir el reino de Dios, y anunciarlo proféticamente, conlleva un agotamiento interior intenso. Su cuerpo necesita como el de cualquier mortal renovarse a través del sueño. A diferencia de Jonás, su estado de ánimo está satisfecho. Su gozo ha sido cumplido. Su humildad ante el Padre le hace digno de ser oído, a diferencia de los altivos héroes homéricos. Su hazaña milagrosa ha generado vida a su alrededor. Su semblante sereno es interpelado por unos pescadores aterrorizados, sus discípulos. Desean que despierte. Desean no ser tragados por el salvaje oleaje y los consiguientes remolinos a lo profundo del abismo nocturno, lugar lleno de espíritus demoniacos encadenados por el mismo Dios en su imaginario religioso. Verán cerdos endemoniados caer al mar de manera ineludible como Jonás. Además, al igual que el capitán le ordenó orar al profeta rebelde, no comprenden como el miedo no moviliza a su Maestro a pedir a Dios, al Abba, una solución eficaz. Al igual que los marineros, los apóstoles quedan maravillados ante la voz del Hijo de Dios. El mar se ha calmado. Ya no hay amenaza líquida ni demoníaca para sus vidas. El abismo ha retrocedido ante la voz del Creador, hecho criatura humana. No ha necesitado hacer una petición al Padre, porque el Padre y Él mismo son uno en propósito de amar al prójimo. Dada la desesperada situación, ha actuado como Hijo de Dios en favor del necesitado. Jesús los confronta con una pregunta


Anexo II: Las oraciones en el libro de Jonás |523

incómoda que el asombro y el miedo no les deja contestar. ¿Dónde está vuestra fe en el amor de Dios Padre a favor de vuestras vidas?94 Ellos como buenos «marineros gallegos», perdón por la licencia, se respondían con otra pregunta más inverosímil todavía: «¿Quién es este, que da órdenes a los vientos y al agua y lo obedecen?»95 Volviendo a Jonás, tipo y señal del ministerio profético del Mesías Príncipe, al que los lugares espaciotemporales ocupados por otras falsas imágenes grecorromanas de lo religioso, obedecen y enmudecen, nuestro enfadado profeta se encuentra a salvo por poco tiempo en un submarino biológico. Dios le ha prolongado –en su infinita gracia compasiva con la terquedad humana– una nueva etapa de reflexión para que recapacite. Tiene que experimentar lo dicho por Moisés sobre la esencia del amor de YHWH. Su experiencia será su fuerza en la misión si finalmente, y por motu proprio, la hace suya interiorizándola. Nuestro profeta está aturdido, y eso le inquieta, le estresa, sufre un ataque de angustia. Teme quedarse de nuevo sin oxígeno, y le cuesta llenar de aire sus pulmones. Huele a hedor de tripa de pescado. Se siente moribundo. Se encuentra desorientado. No sabe hacia dónde está el templo de Jerusalén. No sabe orar según los moldes rituales del buen gusto y la ortodoxia. Se cree expulsado de la presencia divina. Oye la voz de la maltratada conciencia decirle que es indigno de la compasión divina. Se reprocha sus malas

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Lucas 8, 25.

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Lucas 8, 25.


524| Abba, una oración inacabada decisiones producto del ansia odiosa y del más vil deseo de venganza. Así, al igual que los ignorantes y supersticiosos marineros, decide orar a Dios. Lo hace hacia su trono de santidad en los cielos. Allí reside su santuario celestial, y por ello, promete sacrificios de obediencia para anunciar el mensaje de perdón a sus enemigos ninivitas. La idolatría vacua consiste en lo religioso desvestido de amor, esencia de la naturaleza del Abba, según el mensaje del profeta galileo. Recuerdos desesperados desde las tripas del gran pez y un ruego de fe. El mismo de los aprendices de apóstoles. La salvación se halla en el Señor Jesús. Diferentes tradiciones religiosas. Diferentes épocas. Mismas amenazas de sucumbir a la despiadada muerte. Mismas manifestaciones de la debilidad del vestido religioso. Tan solo un grito eficaz convertido en ruego al Señor. ¡Sálvanos de nuestra vana palabrería con tu poder! Revienta nuestras teorías teológicas y asómbranos ante la manifestación de tu aceptación. Inclina nuestra mente en adoración ante la manifestación de tu amor sacrificado en nuestro favor. Calma nuestros miedos y nuestro entorno de crisis socioeconómicas. Es un maremágnum de caos y vientos huracanados que destrozan nuestra barca-empresa y amenaza con enviarnos al abismo del paro, de los desahucios y del hambre. Nuestros derechos laborales son papel mojado por las tempestades bursátiles del FMI. Y pese a todo esto, Tú, desde la tumba vacía y desde el templo sublime de los cielos, habitando la santidad y la majestad, nos llevas al agradecimiento hecho himno


Anexo II: Las oraciones en el libro de Jonás |525

de alabanza por ser quien eres. Amor sin exclusiones. Amor a la raza humana en Cristo. Mi Dios, al que yo clamo soluciones esperanzadas en tu bondad. Señor, aumenta mi fe en quién eres y no en los discursos teóricos sobre Ti. ¡Quiero saber qué es vivir rodeado de tu amor en una sociedad posmoderna! Esta sociedad no cree mayoritariamente en Noé ni en Lot. Esta sociedad que amo para que viva contigo en tu reino, no cree en tu Segunda Venida en gloria y majestad. No cree en juicios divinos y mensajes de cambio de conducta. Su concepto clave no es el amor sino la nada «nadeando» de Sartre. No buscan recapacitar en tumbas vivas de peces, sino que se hacen más expertos en la corrupción telemática cuanto más poder ostentan. Son superhéroes como Ulises. Quieren recuperar su bienestar desde la aniquilación del rival. Lo llaman proletario, clase media europea. Tercer y Cuarto Mundo. El palacio de Ítaca bañado por la sangre de los injustos nobles opresores. Nuestras urbes también recogen lloros y lágrimas ensangrentadas por el hastío del humano deshumanizado. La indiferencia se convierte en una imagen sin espíritu, transformada en imaginario cómodo apático, parásito mortal de materia humana inerte, llevada a la fatalidad del absentismo de todos hacia toda forma de bien. Esta sociedad mediatiza en los mass media nuestras tristezas en el atomismo social de la globalización económica. La indiferencia crea víctimas inocentes e indefensas como tuvo que aprender Jonás. Zombis adolescentes que adolecen en la


526| Abba, una oración inacabada carencia de una vida ególatra psicoanalizada en el espejo de su red de contactos virtuales. La no indiferencia de Dios produce transformación en los corazones que reciben su voz. Sus mensajes apaciguan nuestro temor a no ser capaces de gobernar eficazmente nuestra vida de navegantes en la cresta de la ola. Su compromiso en Cristo genera un entorno apacible en el que experimentar su paz. Equilibrio gravitatorio de la personalidad en suspense ante la expectativa de abrirse a la fuente de bondad verdadera. Así Jesús abre nuestra mente, como si de una puerta se tratase con su grandiosa promesa: mi paz os doy y nadie os la podrá quitar. Vivir en paz con Dios es ver al otro como un amigo. Una posibilidad de enriquecimiento personal. Una decisión de amarlo con independencia de cuál sea su actitud ante nuestra presencia y ascendencia en su persona o círculo de influencia. Un vivir con los cinco sentidos. Sí, el del olfato y tacto también nos aportan inputs de información realmente relevante. No estamos hechos para mutilarnos, y castrarnos, en nuestra torre de marfil extraplana y ultrarrápida de fibra óptica, sin riesgo de contagio en la travesía de la vida, sin riesgos en la consideración hacia el otro, hecho rostro, hecho prójimo en vivo y en directo. ¿Qué lección extraer de estos relatos? Jonás y Ulises viven su personalidad vengativa sin límites. El israelita no entiende que Dios lo silencie y le argumente el amor a los enemigos desde su esencia. Prefiere perdonar al ser humano que no sabe dónde tiene su mano derecha ni izquierda, para referirse a su falta de criterio moral. Este se hace evidente en las


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relaciones de fuerza, sometimiento y violencia extrema en su empeño de esclavizar al pueblo de Dios, Israel. Del griego mejor ni hablar. Contraejemplo de piedad. Ansioso de cobrar venganza. Altivo, y pagado de su gran habilidad para conseguir triunfar en la vida. Prototipo de héroe que consigue el sueño americano. Su inteligencia le basta para recuperar lo perdido. Su cólera es infinita, y transmitida a toda su casa, comenzando por su hijo Telémaco. Está a años luz de la ética de la ley del talión. En sus excesos al derramar sangre tendrá que venir una diosa Atenea, producto de la imaginación humana, y, por lo tanto, con sus mismas pasiones, a poner tregua entre ofensor y ofendidos. Un tercer grupo, los apóstoles que fueron capaces de desafiar tempestades nacionalistas; exclusivistas por su baja clase socioeconómica e intelectual; brechas denominacionales al ser tratados de sectarios –seguidores de un crucificado llamado nazareno–; y además afrontar el desafío de que todo ser humano es digno de saberse amado por el único Dios verdadero, hecho hombre mortal en Jesús de Nazaret; de publicar a los cuatro vientos del pórtico del Templo de Jerusalén y, más tarde, en las iglesias sinagogas de Antioquía, que Jesús ha sido resucitado al igual que Jonás señaló. Uno vomitado por el submarino biológico, diseñado por el Creador. El Otro, despertado por la voz del Abba, al que confiadamente entregó su destino eterno, en su ausencia. La Vida tiene una muesca mortal en su cómputo de tres días. La tierra no pudo retener a su Señor como el mar no pudo ahogar al enviado de Dios a


528| Abba, una oración inacabada los ninivitas. Ambos eran señal del triunfo de la misericordia divina. Uno a regañadientes y murmurando quejas hacia el cielo, el Otro gritando a pleno pulmón: ¡Abba, perdónalos! Haz que este sacrificio de amor hacia ellos sea productivo y se entusiasmen en adoración, en espíritu verdadero, sin muros de separación ni incomunicación autista de falsa religiosidad farisaica. De ahí que Saulos inquisidores sean transformados en Pablos, apóstoles del Resucitado a los griegos que siguen esquemas de falsa religiosidad. Negar la resurrección para Pablo es recordar la crítica al pueblo de Israel que el profeta Isaías le hace por pecado de idolatría.96 Por eso prefiere ser ridiculizado por los intelectuales atenienses del Areópago, antes que renunciar a Cristo resucitado en su gloria junto al Padre celestial, «Padre misericordioso y Dios que siempre consuela»,97 hasta de las burlas y menosprecios más hirientes para ese intangible llamado dignidad propia o autoestima, base de toda religiosidad New Age. No para Pablo, cuyo fundamento para su dignidad era expandir la noticia del regreso del Resucitado con poder y juicio sobre las naciones. Así muchos podrían huir del desastre al arrepentirse de corazón como el rey de Nínive y sus súbditos. Jonás tuvo éxito en su misión. Jesús, ¡cómo no! Amó hasta sudar sangre y enseñó a amar incluso a los que silencian el amor a pedradas físicas o ideológicas, mediante sátiras mediáticas del statu quo de incredulidad oficial.

96

Ver Isaías 22, 13-14 relacionado con Romanos 15, 32 «Si los muertos no

resucitan, ¡comamos y bebamos, que mañana moriremos!». 97

2 Corintios 1, 3.


Anexo II: Las oraciones en el libro de Jonás |529

Finalmente, ¿Y yo? ¿Dónde estoy? ¿Cuál es mi mensaje a otras naciones religiosas del supermercado espiritual? ¿Oro al Padre de toda misericordia y compasión que revele a su Hijo en mí? ¿Duermo deseando que la tormenta no se desate en mi vida para que no se resquebraje mi comodidad? ¿Me molestan los gritos de otros que sus dioses no les contestan? ¿Creo que debo predicar que Cristo vuelve a juzgar a todos? Unos para gloria eterna y otros para aniquilación por su menosprecio al amor de Dios en Cristo. ¿Me parezco a Ulises y a esos marineros con falsas concepciones del Jesús Resucitado? ¿Me parezco a Jonás y me incomoda tener que anunciar el reino que está a las puertas a otros porque los considero indignos y un fastidio para mi bienestar espiritual en algún modo? O, por el contrario, como a Lot, ¿me pesa el mal de la sociedad contemporánea con sus injustos repartos bajo la ley del neodarwinismo socioeconómico? ¿Me dedico a construir el arca de la Segunda Venida ante la lluvia de energía nuclear que precederá a la presencia gloriosa del Hijo del Hombre? ¿Qué dilema vivo? ¿Tibio, frío o caliente? ¿Veo por fe que Cristo es la respuesta para cualquier ser humano posmoderno, moderno, medieval o primitivo? ¿De aquí o de allí? ¿Podré decirle lo entregué todo y me entregué del todo como Noé? Creí, y, por lo tanto, hablé –como el apóstol Pablo–. Esta generación ha sido educada para no hundirse en las tormentas de los océanos y además amar hasta lo sumo incluso a los que se burlan de lo que se espera con convicción pero que no se ve con los ojos sino de la fe, sabiendo que es cierta la Segunda


530| Abba, una oración inacabada Venida del Señor en breve y de manera sorpresiva para todos aquellos que estamos llamados a amarla y a crear una cuña interpretativa en la hermenéutica del Espíritu. Somos templos vivos y epístolas con audio-guía para iluminar el mensaje más esperanzador en las horas más desesperanzadas del fin de la historia, tal y como se vienen sucediendo hasta ahora. ¡Consumado es! Pronto, muy pronto, en breve, podremos exclamar a pleno pulmón llenos de alegría desbordada en los rostros que una vez fueron esculpidos por el dolor del desánimo ante la impaciencia de ver disfrutar al malvado. Seamos como Jonás instrumentos del amor de Dios, sin quejas ni cuestionamientos pues a nosotros nos es nacido un Príncipe de Paz, Padre Eterno, Héroe Divino, Consejero Admirable, Un Hijo se nos ha dado.98 Me despido de todos vosotros queridos lectores, citando al apóstol que hizo tronar el amor de Cristo en su vida deseándoos «Gracia y paz de parte del que es, del que era y del que está a punto de llegar […] Y de parte de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los resucitados»,99 tras la Odisea de su vida, de la tuya y de la nuestra, llamada historia universal. Amén.

98

Isaías 9, 5 (versión La Palabra al igual que todas las otras citas bíblicas).

99

Apocalipsis 1, 4-5.




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