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Rayito de esperanza Ariana Torres Ventura (Mención honorífica
Rayito de esperanza
Autora: Ariana Torres Ventura Categoría: 9no. a 10mo. Escuela de procedencia: CIMATEC Grado: 9no. Mención honorífica
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Estar encerrado es algo que a nadie le gusta. Estar encerrado me trae memorias horribles que llegan como golpes de castigo a esta dimensión. Todo empezó cuando llegué a la enorme puerta metálica de la celda. - Señor, por favor, tenga piedad, no me encierre, ayúdeme a que me saquen de esta celda, por favor, se lo ruego. - Perdóneme señor, pero temo que no lo puedo ayudar en nada, la decisión ya ha sido tomada.
(El oficial procedió a encerrarlo en la celda) Cuando entró a ese lugar aterrador, lo primero que vi fue la suciedad. Era asqueroso, la cama estaba llena de piojos y pulgas, el piso lleno de insectos, polvo, tierra y uno que otro roedor, el techo tenía manchas de hongo, y las ventanas pequeñas, las cuales estaban a seis pies de mi cabeza, estaban cubiertas con cartón. Lo único que me mantenía con vida en ese lugar era un rayo de luz que pasaba por un pequeño agujero en una de las ventanas que para mí significaba otros días más de vida. Contaba los días hasta que me sacarán de ese lugar horrible. Cuando oía a los oficiales hablar de mí, justo afuera de mi celda me emocionaba porque sentía que en algunas de esas conversaciones estuarían de acuerdo en dejarme libre. Pero, ese día de felicidad nunca llegó, en cambio el día más inesperado sí. Mientras me sacaban de mi horrorosa y oscura celda sentí felicidad, sentí liberación, sentí que después de todo ese tiempo me habían perdonado, pero ese no fue el caso, ellos tenían otros planes para mí. ya no iba por un camino de paz y liberación, si no que ahora iba por una larga e infinita pasarela de una condena eterna. Tenía miedo, todos me miraban mientras caminaba hacia mi fin. Subí a una gran tarima donde todos me esperaban, me dieron un collar y ahí me quedé con una cara triste y asustada mirándolos a todos por última vez. Viví días que
nadie espera vivir, sufrí lo que nadie espera sufrir, y después de todo ese dolor, deciden castigarme una vez más. El 3 de agosto de 1916 fue el último día que vi ese maravilloso rayito de luz.