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José Martí en la poesía puertorriqueña: Julia de Burgos • Silvia M. Alberti Cayro

José Martí en la poesía puertorriqueña: Julia de Burgos

Silvia M. Alberti Cayro

“Yo vengo de la tierra mitad de tu destino” Julia de Burgos

“Julia de Burgos es una de las voces poéticas más auténticas y originales en la literatura puertorriqueña. Es punto de referencia obligada respecto de lo que fue y ha sido, antes y después de ella, la creación lírica femenina nacional” Edgar Martínez Masdeu

“Estudiar, leer, hablar de Julia de Burgos no es un ejercicio académico, sino una forma de dialogar, o mejor, de entrar en un momento de hacer silencio para escuchar una voz querida, en el salón privilegiado de la palabra poética. El nombre, el recuerdo, el signo de Julia generan en Puerto Rico una corriente de simpatía que debe extenderse, cuando menos, por el mundo hispánico” Manuel de la Puebla

Resumen

Este artículo gira en torno a la estancia que Julia de Burgos tuvo en Cuba de 1940 a 1942, experiencia que fue determinante en su vida. Se analizaron dos escritos dedicados a José Martí: “A José Martí (Mensaje)” y “Canto a Martí”, vistos desde el contenido y de la expresión.

Palabras claves

Julia de Burgos, José Martí, Cuba

Abstract

The article focuses on Julia de Burgos’s stay in Cuba from 1940 to 1942, resulting in an extremely important experience in her life. Two poems dedicated to José Martí: “A José Martí” (Mensaje) and “Canto a Martí”, were analyzed based on their content and expression.

Keywords

Julia de Burgos, José Martí, Cuba

Estos juicios obligan a indagar en la obra de Julia de Burgos, de quien celebramos el centenario de su natalicio (1914-1953) para reconocer cuáles méritos la hacen merecedora de tales criterios. En estas páginas que brindamos, se hará énfasis en su estancia en suelo cubano, tierra inspiradora de los dos exponentes de su obra dedicados al cubano de todos los tiempos y espacios, José Martí: “A José Martí (Mensaje)” y “Canto a Martí”. Acerca de estos poemas, se muestran nuestras consideraciones en los planos del contenido y de la expresión.

Julia de Burgos en Cuba

En la mañana del 26 de junio de 1940 llega Julia de Burgos a Cuba. En carta a su hermana Consuelo, el 27, escribe extensamente sus impresiones. Carta en la que afloran su espíritu y sus ideales patrióticos:

“Aunque tú no lo creas, ya estoy en Cuba, la hermosa tierra de Martí. ¡Quién hubiese pensado hace tres años que iba a recorrer yo tierras de América! […] La experiencia de Nueva York, prólogo de nuestra peregrinación, no puede haber sido más grotesca.

Pero ello ha servido para hacernos absorber con más ansiedad y vehemencia, todo el encanto dulce y suave de otras cosas más suaves, más bellas y más nuestras. Tal

Cuba. Cuando en la mañana de ayer apareció a mis ojos esta bendita tierra, en un marco de palmeras sobre alfombra de verde claridad, se me regaron las pupilas y se me ensanchó el corazón.

¡Consuelín, por primera vez he pisado tierra libre de América Indo-hispánica! Es algo grandioso. Invoqué a Martí, y recordé tanta sangre puertorriqueña vertida en Cuba por la causa de la Independencia. ¡Dónde estarán esos hombres hoy! La bandera cubana, tendida por todos los horizontes me produjo una enorme sensación de tristeza. Es tan parecida a su hermana, la nuestra. Sin embargo, esa última ondula en unos cuantos corazones puros que han sabido guardarla del ventarrón fatal que ha arrancado la vergüenza a la mayor parte de nuestro pueblo. Consuelín, nunca olvides

Julia frente a la entrada de la Universidad de La Habana, donde estudió.

que para hacer verdadera justicia social en nuestra tierra, llámese comunismo o lo que sea, tiene que ondear libremente, y sola, sobre cada edificio y sobre cada palma, una vez cruzado todo corazón, la bandera monoestrellada que nos define hispanoamericanos en América […].

[…] ¡Qué bella es La Habana! Es una vida parisina, elegante, reposada, la que se lleva aquí. Caminamos ayer en guagua y en tranvía conociendo parte de la ciudad, que es inmensa. La llaman El Pequeño París. […]. Anoche fuimos a dar un paseo a pie. Nos sentamos en un café al aire libre, en aceras muy anchas. Aquí hay muchas así, estilo París. Hay orquestas de mujeres, especialmente mulatas. Pasamos un ratito agradable viendo pasar la gente. Luego seguimos caminando y me enseñó (J.I.J.M) el monumento a Martí y el monumento a Máximo Gómez. Recorrimos el Paseo Martí, elegante y espiritual paseo con árboles y bancos a ambos lados, que se extiende por varias cuadras. El paseo da al mar y por ahí cerca es que está el monumento a Gómez, héroe dominicano de la independencia de Cuba. Imagínate, Consuelito, cuánta emoción sentiría mi espíritu al palpitar lo que nunca había palpitado: el acer-

camiento a monumentos de eternidad, que simbolizan hombre, representan patrias [sic]. Ebrios de elevación patriótica, seguimos hacia la Catedral. Es algo maravilloso, construida por España en el siglo 18. Imagínate Consuelo, ¡qué contraste de emociones y hasta qué punto qué paradoja! De los héroes de la revolución pasamos a admirar y a beber en otro monumento de la tierra que dio motivo a esos héroes de la independencia. Cuba y España se fundieron en nuestros ojos y en nuestras emociones. Y de ambas salimos altos, impresionados, mudos. Porque si Cuba, no América, se libertó del brazo o del yugo de España, jamás podrá libertarse del alma. Y en el arte también está el alma de España. Si las instituciones únicas responsables de la protesta, ya no existen, ¿por qué no admirar el cauce espiritual y artístico que nos dejó la madre Patria corriendo en nuestros suelos para siempre? Pues bien, fuimos hacia la Catedral que queda enredada en un enjambre de callejuelas estrechas y en forma de zig zag. Se alumbran con faroles y de cada uno surgen casitas con balcones, añejas y borrosas. Entre medio de ellas está la Plaza de la Catedral, con tres edificios a los otros lados. En uno de ellos hay un restaurante… que es el sitio de reunión de algunos poetas y literatos, tales como Guillén. Absortos nos quedamos mucho tiempo contemplando todo aquello. Los ojos de (X) inundaban el río de la noche, sobre los edificios, y desembarcaban en los míos, bien atrás de esta época. Estábamos en España” (Jiménez de Baéz 39).

La perspectiva de múltiples actividades –entrevista para la revista Carteles, un recital en la Escuela Libre de La Habana– y el conocer a Juan Marinello, Juan Bosch y Raúl Roa, amplía el cuadro inicial optimista y estimula la creación poética. Las palabras son de honda reafirmación puertorriqueña cuando comenta los elogios que de su poesía hace Raúl Roa:

“[…] Él está encantado con mi obra, y me llama superior a la Ibarbourou. Yo sabía que saliendo de Puerto Rico el mundo cambiaría para mí. Juan Boch opina lo mismo que Roa, y donde quiera se me presenta como la mejor poetisa de las Antillas. Yo estoy por creerlo, ¡ja, ja! En verdad cada día me siento más satisfecha de mi obra y descubro nuevas fuerzas en mí. Me alegra por Puerto Rico, pues doquiera que vaya seré puertorriqueña […]”.

El 2 de julio se encuentra Julia en Trinidad desde donde afirma: “Seré mensajera de la entraña de mi tierra indo hispánica”. Es uno de los primeros lugares que visita –antes ha estado en Santa Clara– en su peregrinación de carácter político por la Isla. La imagen de Trinidad queda en su poema “Presencia de amor en la isla” (El mar y tú). Y en una carta fechada en ese 2 de julio de 1940 expresó:

“Trinidad es un pueblo colonial muy antiguo. Todas las casas son de tejas, las calles son empedradas y torcidas, hay enormes patios y palacios vetustos. Todo se conserva intacto a su origen […]. De aquí salió Cortés a conquistar a México, y fue sitio de ataque de los piratas. Cuidad inmensamente rica entre el monte y el mar. No se puede ir sino en tren, y apenas se ve uno o dos carros en la ciudad. Remonta a una muchos años atrás. Es como un museo antiguo, sin destrozarse nada viejo ni construirse nada nuevo […]” (Jiménez de Báez 41-42).

De Trinidad seguirán en su peregrinación para Caibarién, cuidad al norte de Cuba, a doce horas de La Habana.

En los primeros días de julio recibe el dinero correspondiente al premio del Instituto de Literatura por su libro Canción de la verdad sencilla. En carta a Consuelo, fechada La Habana, el 9 de agosto de 1940, describió su vivienda. Ocupó en un séptimo piso, el departamento D-2 del Edificio Carreño:

“[…] estoy viviendo ahora frente a un paisaje precioso. Es en el mismo edificio de 2,000 personas, en el séptimo piso, en una habitación amplísima, que se eleva casi sobre el mar, frente al hermoso Atlántico. Sólo se ve desde aquí mar y cielo pues queda a orillas del malecón, en la misma playa. Aquí escribiré mucho […]” (Jiménez de Báez 45).

Es, sin dudas, el marco ideal para El mar y tú. Ya el 25 de septiembre el libro estaba en proceso. A fines de octubre comenzó el libro Campo que pensaba someter al Congreso de Escritores Americanos que se celebraría en Puerto Rico el 24 de abril de 1941, pero que nunca llegaría a concluir. Con el “Poema de la cita eterna” se abrió el Congreso.

El 22 de octubre habla sobre un recital dedicado a Puerto Rico por la declamadora Dalia Iñiguez quien recita el poema de Julia, “Agua, amor y tierra”. Participó en programas radiales y así conoció a Serafina Núñez, Herminia del Portal y Renée Pollo, entre otros.

Ofreció una conferencia a los niños del Instituto Cívico-Militar. Comentó esta actividad en carta a su hermana Consuelo, fechada el 22 de octubre de 1940:

“Yo les hice dar un viaje conmigo en la imaginación, hasta Puerto Rico, vía Nueva York y Miami. Gozaron muchísimo… Además les hice un poema patriótico que te enviaré […]” (“Mensaje de un niño puertorriqueño a un niño cubano” 48).

En Manzanillo, ciudad que visita después de recorrer algunas poblaciones orientales, conoce a Manuel Navarro Luna. En carta a Consuelo, fechada el 2 de agosto de 1940: “No me conocía, pero al leer mis libros me llamó una de las más altas poetisas de América. Le encantó el ‘Ay, Ay, Ay’”. (“Mensaje de un niño puertorriqueño a un niño cubano” 49).

Los padres de su amante se resistían a recibirla como hija. Con esta pena llega en enero de 1941 a Santiago de Cuba a encontrarse con él para permanecer allí hasta agosto, que es cuando regresan ambos a La Habana. El día 28 fue publicado en Oriente el soneto “A Martí”. El 11 de junio ya es definitiva la idea de partir hacia La Habana, pues en Julia se renueva la esperanza de estudiar en la Universidad. En julio, escribe el poema inédito “A Santiago de Cuba”.

En La Habana aspira a cuatro doctorados y a dos licenciaturas a terminar en cinco años. Le atraen Filosofía y Letras, Ciencias Sociales, Leyes y Pedagogía. Se inscribe para el primer curso con doce asignaturas: griego, latín, francés, biología, antropología, sociología, psicología, higiene mental, didáctica […]. Le encantan los idiomas y participa activamente en actividades culturales en la Universidad. Se hace miembro de la Universidad Espiritual de Artes Dramáticas, participa en seminarios públicos por la independencia de Puerto Rico, por la redención social del mundo y por otras causas que considera “nuestras”. Escribió tres poemas sobre la guerra (Segunda Guerra Mundial) para participar en un Concurso Pro Democracia a celebrarse en La Habana en 1941. Dos de los poemas son “Canto a Rusia” y “Las voces de los muertos”, este último premiado en el Concurso Nacional auspiciado por la Alianza Cubana por un Mundo Libre. Conoce a Pablo Neruda, quien de paso por La Habana lee y aplaude este poema. En marzo de 1942 se han resuelto ya los tropiezos de índole legal que impedían la realización del matrimonio. El hecho precipita el desenlace porque desnuda la realidad de la situación insostenible en que viven. La decepción íntima se acentúa en Julia y piensa en afirmarse mediante los estudios. Desgraciadamente, la salida precipitada es hacia Nueva York.

Poemas dedicados a José Martí

Sobre las composiciones a José Martí escritas por Julia de Burgos habría que señalar que solo aparecen en algunas recopilaciones, siendo la más difundida el soneto “A José Martí”, publicado el 28 de enero de 1941 en Oriente, diario de la tarde, en Santiago de Cuba. “Canto a Martí” se publicó el 20 de mayo de 1944 en Pueblos Hispanos, en su segundo año, en el número 66, en la página 9. Este fue un semanario fundado en Nueva York en febrero de 1943 por doña Consuelo Lee Tapia y Juan Antonio Corretjer (puertorriqueños), el cual tuvo veinte meses de existencia. En este semanario trabajó Julia.

Yvette Jiménez de Báez considera que “con Cuba se estrecha el vínculo con su cercanía en raza y tradición. Allí siente el dolor de la patria irredenta”. Su Mensaje [sic] (A José Martí)” es el testimonio lírico del hecho. (Jiménez de Baéz 135).

A José Martí (Mensaje)

Yo vengo de la tierra mitad de tu destino; del sendero amputado al rumbo de tu estrella; el último destello del resplandor andino, que se extravió en tu sombra, perdido de tu huella.

Yo vengo de una isla que tembló por tu trino, que hizo tu alma más fuerte, tu llamada más bella; a la que diste sangre, como diste camino (que al caer por tu Cuba, ya caíste por ella).

Y por ella, la América debe un soplo a tu lumbre; su tiniebla hace un nudo de dolor en tu cumbre, recio Dios antillano, pulso eterno, Martí.

Porque tengamos cerca de la muerte, un consuelo, Puerto Rico, mi patria, te reclama en su suelo, Y por mi voz herida, se conduce hasta ti! (Agueros 364).

La forma singular de expresar el título del soneto, al cual se caracteriza como una composición poética formado por dos cuartetos y dos tercetos, es decir, catorce versos de once sílabas, los cuales están ordenados en cuatro estrofas. Entre estas, se encuentran dos cuartetos y dos tercetos (de cuatro y tres versos respectivamente), la rima se establece entre el primero y el cuarto verso y el segundo y el tercero, devela la intención de la poeta de sostener una comunicación con el Apóstol en carácter de emisora: [“Mensaje a José Martí”].

En la primera estrofa la poeta caracteriza metafóricamente a Puerto Rico y alude a la situación política de las dos islas como únicas colonias de España en América a finales del siglo XIX: “la tierra mitad de tu destino”. El paso de Puerto Rico de la dominación española a la dependencia de los Estados Unidos se releja en la prosopopeya “[el] sendero amputado al rumbo de tu estrella” que significó la frustración de la intensión de Martí de “fomentar y auxiliar la [independencia] de Puerto Rico”. El “último destello del resplandor andino / que se extravió en tu sombra, perdido de tu huella” alude a las guerras de independencia de la América continental contra la metrópoli española y es una reincidencia del lamento ante el fracaso de las intención martiana con respecto a la libertad de Puerto Rico.

De Burgos se refiere a la labor proselitista de Martí y a la incorporación de puertorriqueños a la causa de la independencia de Cuba. Por solo nombrar algunas figuras de patriotas recordemos a Juan Rius Rivera, Gonzalo (Pachín) Marín, y Sotero Figueroa cuando expresó: “que hizo tu alma más fuerte, tu llamada más bella”. La poeta hermanó las tierras de Cuba y de Puerto Rico en el ideal independentista de ambas representado por la acción martiana cuando expresó: “a la [isla] que diste sangre como diste camino / (que al caer por tu Cuba, ya caíste por ella). En el primer terceto, su primer verso: “Y por ella (la Isla), la América debe un soplo a tu lumbre” es un reclamo al Continente de solidaridad hacia la lucha por la independencia de Puerto Rico. La imposibilidad de haber conquistado la independencia en la Isla bajo el auxilio de los patriotas seguidores del ideario martiano, se refleja en el verso: “su tiniebla hace un nudo de dolor en tu cumbre”. Y concluye con dos epítetos referentes a Martí: “recio Dios antillano, pulso eterno, Martí”. En el segundo terceto concluyente el mensaje, el reclamo se hace tangible: “Porque tengamos cerca de la muerte, un consuelo, / Puerto Rico, mi patria, te reclama en su suelo”. Finaliza el poema declarándose como mensajera adolorida de la tierra puertorriqueña irredenta, que reclama la presencia martiana para su lucha libertaria: “Y por mi voz herida, se conduce hasta ti!”.

La intención de Julia de Burgos de comunicarse con el lector de una manera viva se manifiesta en los poemas que dedicara a José Martí identificándose como ‘una voz’, recurso que revela su aptitud para establecer comunicación. Así se manifestó en “A José Martí (Mensaje)” y también en “Canto a Martí”.

Canto a Martí

Con una voz apenas comenzada, Apenas recogida, apenas hecha: con una voz flotando entre horizontes

de ansiada libertad sin poseerla

con una voz de llanto circundando de uniformes robustos, y de estrellas; con una voz que se escapa por las olas, de un pasado cansancio de cadenas; con una voz herida que se arrastra bajo el grito de la América incompleta, con una voz de angustia desoída

por donde rueda el alma de mi tierra

con una voz de suelo exasperado,

vengo a decirte, santo, que despiertes…

Que despiertes del aire de la espiga de la cumbre y el sol, y de las yerbas; que despiertes del labio que te canta, y del himno de amor que te rodea; que despiertes del beso conmovido y de la fiel palabra que te eleva; que despiertes de pie sobre tu mármol y sobre toda paz que te sostenga; que despiertes el culto de los mártires, y vuelvas nuevamente a tu pelea; que despiertes de Cuba y te adelantes hacia tu hija menor, la Borinqueña. La que en tu sangre vio rodar su sangre cuando hundiste en Dos Ríos tu primavera la que en tu voz herida viera herirse la patria que en tus labios se le fuera; la que en tu brazo vio perder su brazo e indefensa quedó sobre la tierra; la que en tu corazón paró sus ímpetus, y se perdió del pecho de tu América; la que enlutada y rota y solitaria entregara su muerte a otra bandera; que al desterrarte, santo, de los hombres, desterraste también tu isla pequeña. (Puerto Rico y Martí: sed de Dos Ríos, una lápida misma los alberga.) Sin embargo no has muerto, sólo duermes; la tierra te pidió como bandera; las raíces quisieron escudarte, y las rosas llamaron a tu senda.

Pero no has muerto, no, desde tu nombre tú presides la vida, y la sustentas; tu canción fue más alta que los pájaros y tu sangre más honda que la idea. Hasta aquí, hasta tu nombre, toda en llantos, con tu Antilla menor toco a tu puerta, en este día de luto por tus hijos, en este día de muerte por mi tierra. Más que una voz que llega de otra orilla, soy en tu propia carne, herida abierta. Más que débil sollozo que te llora, soy un grito de sangre que te espera. A tu pecho, Martí, toco entre lágrimas, en esta hora del hombre y de la guerra, para que llegues, a la paz, despierto, sobre el dolor más grande de la América.

En el título del poema queda implícito un homenaje: “Canto a Martí”. En los primeros versos del canto hay una doble metáfora: es “la voz” la obra “apenas comenzada” de Julia de Burgos. Con una prosopopeya alude a su estancia en distintas localidades de Puerto Rico, tierra natal, Nueva York, Santo Domingo y La Habana. En “con una voz de llanto circundado/de uniformes robustos, y de estrellas”, considero que se refiere a su afiliación al Partido Nacionalista. Escribió “Una canción a Pedro Albizu Campos”. Se refiere a su obra, escrita en las varias ciudades con costa donde se radicó: “una voz que se escapa por las olas” donde sintió tristeza por el largo período colonial en Puerto Rico: “de un pasado cansancio de cadenas”. La América está “incompleta” sin la posibilidad de una nación puertorriqueña oficialmente como parte de América Latina. Hace referencia además, a que la labor política a favor de la independencia de Puerto Rico no rindiera los frutos esperados: “una voz de angustia desoída”. Asume la voz colectiva de quienes desean ardientemente la libertad para Puerto Rico e invita a Martí a que cobre vida: “que despiertes”, para que luche, otorgándole el epíteto de “santo”. La petición es desde la naturaleza: “[el] aire de la espiga”, “de la cumbre y el sol, y de las yerbas” y desde ella que le rinde homenaje a través de su obra: “[el] labio que te canta”, “[el] himno de amor que te rodea”, “[el] beso conmovido”, “de la fiel palabra que te eleva”.

Se hizo realidad el deseo de la poeta en la continuidad de la lucha de los cubanos por la liberación de todo yugo opresor: “que despiertes el culto de los mártires, / y vuelvas nuevamente a tu pelea”. Se refleja, con una personificación, el deseo de la poeta de que Martí siguiera con-

Carné de estudiente de Julia de Burgos en la Universidad de La Habana.

tribuyendo con la independencia de “[su] hija menor, la Borinqueña”. Nótese la relación que la poeta establece entre el quehacer político martiano y sus propias ansias de un Puerto Rico libre, cuando metafóricamente señala: “La [Borinquen] que en tu sangre vio rodar su sangre”, “la [Borinquen] que en tu voz herida viera herirse”, “e indefensa quedó sobre la tierra”, “la que en tu corazón paró sus ímpetus”. En el verso “la patria que en tus labios se le fuera; / la que en tu brazo vio perder su brazo” se declara la poeta como puertorriqueña.

Con valor documental y también metafóricamente apunta: “cuando hundiste en Dos Ríos tu primavera”. Refiriéndose a la exclusión oficial de Puerto Rico del Continente que Martí identifica como Nuestra América, a partir de la colonización de la Isla por parte de los Estados Unidos, escribió: ”se perdió del pecho de tu América; / la que enlutada y rota y solitaria / entregara su muerte a otra bandera”. Establece una metáfora entre el destierro y la desaparición física y le concede el epíteto de “santo” al prócer: “al desterrarte, santo, de los hombres, / desterraste también tu isla pequeña” y considerando que sin Martí no habría de lograrse la independencia de Puerto Rico, y coincidiendo con el nombre geográfico en que produjo la caída en combate del Apóstol, explícitamente manifestó: “(Puerto Rico y Martí: sed de Dos Ríos,/una lápida misma los alberga.)”.

Pero seguidamente Julia de Burgos reconsidera su descripción sw un Marí muerto: “Sin embargo no has muerto, sólo duermes”. El siguiente verso, otra personificación: “la tierra te pidió como bandera”, se refiere a la tierra que cubriera sus restos mortales, mas hoy al ser reconocido como hombre universal podría escribirse: ‘la Tierra te pidió como bandera’. Otras personificaciones aparecen en los versos: “las raíces quisieron escudarte, / y las rosas llamaron a tu senda”. Recuérdese el deseo martiano expresado en los versos: “Yo quiero, cuando me muera, / Sin patria, pero sin amo, / Tener en mi losa un ramo / De flores,- y una bandera” (Martí 330). Insiste la poeta en la inmortalidad y universalidad de José Martí, otorgándole supremacía: “Pero

no has muerto, no, desde tu nombre / tú presides la vida, y la sustentas; / tu canción fue más alta que los pájaros / y tu sangre más honda que la idea”. La desolación de la poeta, “toda en llantos”, otorgándole la forma de un individuo y declarando con un sentido de pertenencia con respecto a Martí: “con tu Antilla menor toco a tu puerta”.

Por otro lado, aludiendo a la luctuosa fecha del 19 de mayo, caída en combate de José Martí refiere: “en este día de luto por tus hijos, / en este día de muerte por mi tierra”; este último verso lamenta la caída del Apóstol, considerando el compromiso martiano para con la independencia de Puerto Rico. Con dramatismo superior se identifica como “un grito de sangre que te espera”. Y concluye el poema con un explícito y doloroso reclamo en una sobrecogedora imagen que recrea el tiempo, considerando la posición de colonia de Puerto Rico como “el dolor más grande de la América: “A tu pecho, Martí, toco entre lágrimas, / en esta hora del hombre y de la guerra, / para que llegues, a la paz, despierto, / sobre el dolor más grande de la América”.

Demos fin a este diálogo entre dos géneros cultivados por Julia de Burgos: la epístola y la poesía, con las con las consideraciones de Manuel de la Puebla quien señala que:

“La de Julia de Burgos es una poesía llana, comunicativa, que gana con prontitud y firmeza al lector. Es viva, muy personal; es ella misma. […] […] Al igual que la de José Martí o la de Sor Juana Inés de la cruz, la poesía de

Julia de Burgos trasciende las circunstancias, amasada con la sustancia puramente humana. No es una crónica, ni es un análisis, sino la exposición sincera y desde adentro; cada poema es como un acto existencial, una toma de conciencia. Los lectores de Julia no pueden ser pasivos, se convierten de inmediato en acompañantes de su itinerario humano-poético, muy íntimo. Ese proceso interior –fuerte, doloroso, intenso- es el eje central de su poesía” (De la Puebla 13-14).

Bibliografía

Agüeros, J. (Compilator and Translater). (1997). Song of the Simple Truth; Obra completa poética/The complete poems/Julia de Burgos. Willimantic, CT: Curbstone Press, xiv, 364, 386, 388. Durán, A. L. (1984, mayo). Julia de Burgos. Caguas, (Puerto Rico): El Cóndor; Revista de la Universidad del Turabo, 9, 1, 64. Jiménez de Báez, Y. (1966). Julia de Burgos: vida y poesía. San Juan: Editorial Coquí. 39-60 y 135. Martínez Masdeu, Edgar. (1993). Introducción. Actas del Congreso Internacional Julia de Burgos. San Juan: Ateneo Puertorriqueño, 3. Puebla, M. de la. (2002). “Bajo el ala de sus versos”. Julia; Revista de poesía, 3, 9-10, 3. Puebla, M. de la. (2009). Julia de Burgos, amor y soledad. San Juan: Ediciones Puerto, Inc., 17. S. A. El soneto, historia y características > Poemas del Alma. Recuperado de http://www.poemas-del-alma.com/ blog/especiales/el-soneto-historia-y-caracteristicas#ixzz2qmL4qz3W Varela-Portas de Orduña, J. (ed.) (2009). Julia de Burgos: Obra poética II. Madrid: Ediciones de la Discreta, S. L., 241-246.

Julia íntima

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