CAPÍTULO 4.- COMO UN RASTAFARI Me incorporé sentado en el suelo y me vi frente a mí mismo, frente a Félix... esto es, el que debía de ser Félix sin mí, o más bien, el que os cuenta esto debía de ser yo fuera de él, de Félix. Me aventuré a averiguar qué había pasado. Más bien a corroborar si había pasado lo que yo me temía. Y lo que me temía era aquello de que os hablaba al comienzo de esta historia, que no quería adelantaros. Ahora ha llegado el momento; vais a conocer o recordar cuáles son mis mágicos poderes. – –
Perdona, no me he dado cuenta de que venías corriendo en dirección contraria -le dije-. ¿Cómo?,... ¿qué dices?... -se le veía, se me veía, asustado-.
En seguida descubrí desde dónde estaba hablando a mí mismo, o sea, a mi propio cuerpo. De quién era la voz que estaba hablando por mí. Era la voz de Tiago; me había chocado con él y nuestros “yoes”, nuestros espíritus se habían intercambiado entre nuestros cuerpos. Miré sus piernas y sus brazos con sus ojos, aunque con mi mente. Sé que es un lío explicarlo, pero imaginaos además sentiros así. Te chocas contra alguien y cuando te despiertas se han intercambiado vuestros cuerpos. –
… ¿qué... qué ha pasado? -él no salía de su asombro, le costaba hablar-. Le expliqué como pude lo que creía que había sucedido:
–
No te preocupes, Tiago, creo que esto es reversible, que volveremos cada uno a nuestros cuerpos. esto ya me ha sucedido en alguna ocasión, aunque en esas otras veces me ha sucedido con animales. Mi espíritu se ha trasladado al cuerpo de distintos animales.. Sin
58