DICIEMBRE 2024

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DESAPARICIONES FORZADAS EN KENIA

Kenia lidia con una crisis persistente y oscura: las desapariciones forzadas. Una desgarradora violación de los derechos humanos que ha dejado a innumerables familias angustiadas, buscando a sus seres queridos mientras... pág 4

LAS MUJERES EN LA IGLESIA

Recogemos el testimonio del cardenal Giorgio Marengo, Misionero de la Consolata, prefecto apostólico de Ulán Bator, de cómo las mujeres fueron, en la parroquia de Arvaikheer, las primeras en ser bautizadas y cómo llegaron primero, trayendo... pág 14

BIENAVENTURADOS

LOS QUE LUCHAN POR CONSEGUIR LA PAZ

La paz es un anhelo universal que todos compartimos en este mundo lleno de desafíos y conflictos. La búsqueda de la paz no es solo una aspiración personal, sino un compromiso que abarca la ... pág 17

LA EDUCACIÓN COMO FRENO A LA GUERRA

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Sumario

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LEsta Navidad puede ser diferente

a Navidad es tiempo de compartir, de celebrar y de decirnos lo mucho que nos queremos. Pero, ¿qué pasa cuando nuestras palabras se quedan en el aire? ¿Cuando decimos “Feliz Navidad” sin realmente sentirlo? Este año, te invitamos a reflexionar sobre el verdadero significado de la Navidad y a descubrir cómo nuestras palabras pueden tener un impacto real, profundo y transformador.

¿Cuántas veces hemos dicho “Feliz Navidad” sin pensar en lo que realmente significa? Las palabras, a veces, se repiten sin más, sin tocar el corazón de quienes las reciben. Sin embargo, Jesús nos mostró que las palabras pueden ir más allá de ser solo sonidos: pueden ser vida. En su Evangelio, Juan lo dice claramente: “La Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros”. Dios no solo habló, sino que se hizo presente, se acercó a nosotros de manera tangible y cercana.

Además, en un mundo donde las palabras parecen perder su valor, estamos llamados a recordar lo esencial. No se trata de cumplir con las formalidades navideñas, de enviar el mensaje correcto o de adornar nuestras palabras para que suenen bien. Se trata de algo mucho más profundo: convertir nuestras palabras en acciones que generen amor, solidaridad y un cambio real. ¿Te has dado cuenta de que nuestras palabras pueden hacer más que sonar bonito? Pueden convertirse en herramientas poderosas para construir puentes entre personas, para curar heridas, para iluminar las vidas de aquellos que viven en la oscuridad de la soledad o la desesperanza. Nuestras palabras tienen el poder

de levantar al caído, de dar consuelo al que sufre, y de ofrecer esperanza al que ya la ha perdido. Pueden ser semillas de esperanza, de comprensión y de vida para quienes más lo necesitan, si las hacemos germinar con nuestras acciones. La Navidad nos invita a esto: a hacer de nuestras palabras algo que transforma, que da vida, que renueva.

Sin embargo, no podemos hacerlo solos. La Iglesia Misionera lo sabe bien. Estamos aquí para ser vida, para llevar el mensaje de Jesús a cada rincón del mundo, y para recordar que cada palabra puede cambiar una realidad, si va acompañada de compromiso y acción.

Tú, yo, todos formamos parte de esta misión. Si nuestras palabras se hacen carne, si realmente creemos en lo que decimos y lo ponemos en práctica, seremos capaces de transformar no solo nuestra Navidad, sino también la vida de quienes nos rodean.

Por lo tanto, en esta Navidad, no dejemos que nuestras palabras se queden en saludos de rutina. Hagamos que nuestras palabras sean gestos concretos de amor y servicio, que nuestras acciones reflejen el verdadero espíritu de la Navidad. Jesús nos mostró el camino. Ahora nos toca a nosotros seguirlo.

Que esta Navidad no se quede solo en palabras, sino que sea una oportunidad para hacer del mundo un lugar más justo, más humano y más fraterno. Porque cuando nuestras palabras se convierten en vida, podemos desearnos con todo el corazón una verdadera Feliz Navidad.

P. Bernardo Baldeón

Kenia lidia con una crisis persistente y oscura: las desapariciones forzadas. Una desgarradora violación de los derechos humanos que ha dejado a innumerables familias angustiadas, buscando a sus seres queridos mientras luchan contra un muro de negación e indiferencia del gobierno y los demás poderes institucionales.

Robert Kibet

La desaparición forzada está contemplada en el derecho internacional, concretamente en la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas, vigente desde 2010. Pero Kenia aún no ha ratificado este crucial tratado suscrito en el marco de las Naciones Unidas, lo que deja un vacío legal que agrava el problema.

Un caso inquietante ocurrió en 2021, cuando la zona del río Yala, antaño un área tranquila y apartada, se convirtió en un lugar de horror. En pocas semanas se descubrieron 26 cadáveres en un tramo de 50 metros. Los cadáveres, muchos de ellos varones, se encontraron lejos del lugar donde habían desaparecido originalmente.

Los activistas de derechos humanos participaron inicialmente en las investigaciones, pero pronto fueron apartados por la policía.

Boniface Ogutu, uno de los activistas que trabajaban en el caso, declaró a los medios: «Encontramos cadáveres con las manos atadas con cuerdas. Algunos estaban envueltos en bolsas de polietileno. Muchos de los cuerpos mostraban signos de traumatismo grave, incluidas cicatrices similares a quemaduras con ácido, y la mayoría parecían haber sido torturados antes de ser arrojados al agua».

Ogutu informó además de que los aldeanos habían observado un vehículo negro de la marca Subaru, a menudo asociado con las fuerzas de seguridad, que se dirigía a toda velocidad a la orilla del río con cuatro ocupantes que se deshacían apresuradamente

de los cadáveres antes de marcharse.

A principios de la década de 2010, el gobierno de este país de África oriental concedió amplios poderes a los organismos de seguridad para combatir el terrorismo, lo que provocó un aumento de los secuestros, las torturas y las ejecuciones extrajudiciales, incluso por delitos menores.

Los llamados escuadrones de la muerte empezaron a perseguir a sospechosos, y durante las épocas electorales, cuando las concentraciones y protestas eran frecuentes, se dispararon los informes de desapariciones y asesinatos.

Tan solo en 2021, los grupos de derechos humanos documentaron al menos 170 ejecuciones extrajudiciales y numerosas desapariciones atribuidas a la policía.

Una de las víctimas halladas en el río Yala fue Philemon Chepkwony, residente en Kipkelion, en la occidental provincia del Valle del Rift. Había sido acusado de robo de automóviles y estaba en libertad bajo fianza a la espera de juicio cuando desapareció en diciembre de 2021.

«Asistimos a una preocupante tendencia de jóvenes como Philemon que desaparecen sin dejar rastro, para luego ser encontrados muertos en los ríos», lamentó Hillary Kosgey, legisladora por Kipkelion Occidental, en el entierro de Chepkwony. «Nadie tiene derecho a arrebatarnos estas vidas. Si se les encarcela, podrán reformarse», añadió.

En condados costeros de Kenia como el oriental Mombasa los grupos terroristas han reclutado a hombres jóvenes, lo que ha llevado a la policía a realizar frecuen-

El río Yala, convertido en símbolo de la impunidad y el horror, guarda los silencios de un país donde las desapariciones forzadas siguen dejando huellas profundas.

Las familias en Kenia se siguen enfrentando el doloroso vacío de la incertidumbre, mientras buscan justicia y respuestas por la desaparición de sus seres queridos.

Las fuerzas de seguridad, señaladas por su implicación en numerosos casos de desapariciones forzadas, permanecen en el centro de una crisis de derechos

tes redadas y a elaborar perfiles de estas comunidades.

El reciente descubrimiento de cadáveres mutilados envueltos en bolsas de polietileno en una cantera a cielo abierto de Mukuru Kwa Njenga, uno de los mayores barrios pobres del este de Nairobi, desató la ira pública en medio de semanas de protestas contra el gobierno por una ley de finanzas que desde entonces se mantiene en suspenso.

Tras asumir el poder, el presidente William Ruto declaró repetidamente en mítines públicos que no habría casos de desaparición forzada ni ejecuciones extrajudiciales.

Mwangi esboza los escalofriantes componentes de la desaparición forzada en Kenia, un país de 55,2 millones de habitantes.

«Comienza con la privación del derecho a la libertad, a menudo sin el consentimiento o el conocimiento de la víctima. Este acto lo llevan a cabo funcionarios del gobierno, que luego ocultan o niegan todo conocimiento del paradero de la persona», explica.

Añade, subrayando el impacto duradero de estos delitos, que «la desaparición forzada no es una cuestión pasajera; puede durar años, incluso décadas. Es un estado permanente de limbo para las víctimas y sus familias hasta que se encuentra a la persona».

El Informe Anual sobre Voces Desaparecidas 2023, elaborado por Amnistía Internacional sobre el problema en Kenia, indica una ligera reducción de las ejecuciones extrajudiciales entre 2022 y 2023, de 130 a 118, y un descenso de las desapariciones forzadas, de 22 a 10.

«Los hombres siguen siendo las principales víctimas, representando el 94% de las ejecuciones extrajudiciales, con una notable concentración entre los hombres de 19 a 35 años», señala el informe. En África, las desapariciones forzadas, sobre todo en regiones políticamente inestables, suelen producirse en el contexto de la represión estatal. La República Democrática del Congo (RDC) es un claro ejemplo, donde una masacre llevó al Tribunal Africano de Derechos Humanos y de los Pueblos a responsabilizar al gobierno de actos de desaparición forzada.

«Para que se produzca una desaparición forzada, deben estar implicados funcionarios del gobierno, y el Estado debe tener pleno conocimiento del paradero de las personas desaparecidas», aclaró Mwangi.

En Kenia, la situación se mantiene como grave

Mwangi recuerda un caso tramitado por Imlu en el que dos personas, tras ser puestas en libertad, fueron presuntamente secuestradas por agentes de seguridad. «Hoy en día, el gobierno niega

La recopilación de pruebas se ve gravemente afectada: los policías implicados son conocidos en la comunidad, pero el miedo a represalias silencia a los testigos, que evitan testificar en los tribunales.

humanos que Kenia aún no ha resuelto.

En los barrios marginales de Nairobi, la pobreza y la violencia se entrelazan, convirtiendo a sus habitantes en víctimas frecuentes de abusos y desapariciones forzadas.

conocer su paradero», lamentó, subrayando la omnipresente cultura de impunidad.

El tristemente célebre incidente del río Yala es un sombrío recordatorio de la magnitud del problema. Mwangi señala el fallo sistémico del poder judicial, donde una puerta giratoria de excarcelaciones bajo fianza perpetúa el ciclo de delincuencia y violencia.

«Crece la idea de que los tribunales no hacen su trabajo, lo que lleva a la policía a tomarse la justicia por su mano», dijo.

Tras las elecciones generales de Kenia de 2007-2008, se produjeron importantes violaciones de derechos humanos, lo que llevó a la formación del Grupo de Trabajo Ransley para abordar las reformas policiales necesarias para poner fin a sus excesos.

El grupo de trabajo hizo recomendaciones contundentes, entre ellas la necesidad de separar estas entidades, ya que en aquel momento la policía era la autora de los delitos, la fiscalía y la investigación.

Este sistema defectuoso impedía que se hiciera justicia y ponía de relieve la necesidad de mecanismos que garantizaran la justicia y la rendición de cuentas.

Roselyn Odede, presidenta de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Kenia, informó en 2023 de que la comisión había recibido informes de 22 ejecuciones extrajudiciales y nueve casos de desaparición forzada entre enero de 2022 y junio de 2023.

Peninah Koome, presidenta de Campeones Kenianos por la Justicia, una organización de base comunitaria relató su desgarradora experiencia. Su marido fue detenido, brutalmente

golpeado por el oficial al mando en la comisaría de Ruaraka, un suburbio de Nairobi. Terminó muriendo a consecuencia de la paliza en el Hospital Nacional Keniata.

«No tenía dinero para pagar abogados, pero Ipoa e International Justice Mission (IJM) intervinieron. Sin embargo, como testigo del caso de mi marido, me convertí en un objetivo. Vinieron a por mí al día siguiente de testificar. Ipoa e IJM tuvieron que proporcionarme protección. Después de tres años, por fin conseguimos justicia», detalló.

Houghton Irungu, director ejecutivo de Amnistía Internacional Kenia, expresó su preocupación por el regreso de la misma cultura opresiva, a pesar de la promesa del gobierno de Ruto de poner fin a las desapariciones forzadas.

«Disolvieron la Unidad de Servicios Especiales, renovaron el Servicio Nacional de Policía, cambiaron al director de Investigaciones Criminales y reestructuraron la Unidad de Policía Antiterrorista. Esperábamos que esto condujera al respeto del Estado de derecho, pero los viejos hábitos parecen estar resurgiendo», afirmó.

Irungu subraya la importancia de identificar a tiempo a las personas desaparecidas y la necesidad de que las organizaciones de derechos humanos y los organismos de protección de testigos actúen con rapidez para proteger a los testigos y a sus familias.

«Como país, aún no hemos ratificado la Convención Internacional para la Protección de Todas las Personas contra las Desapariciones Forzadas. Han pasado cinco años desde que el Parlamento aprobó la Ley de Servicios Forenses y, sin embargo, seguimos careciendo de capacidad forense independiente para enjuiciar estos casos», lamentó Irungu.

Añadió que «ni siquiera tenemos una base de datos nacional sobre personas desaparecidas».

La incapacidad del gobierno para abordar esta cuestión de las desapariciones forzadas viola los derechos humanos, además de erosionar la confianza pública en las instituciones del Estado. Para las familias de los desaparecidos, la búsqueda de la verdad y la rendición de cuentas sigue siendo una tarea pendiente.

El mundo arde

Guerras y conflictos crecientes incendian nuestro mundo. Y esto no puede ser solo analizable desde el punto de vista del valor económico o geopolítico. Las consecuencias humanas son terribles.

El principal motor de los desplazamientos forzados que necesariamente nos afectan a todos es la incapacidad de preservar la paz en el mundo. A finales de 2023 había 117,3 millones de personas desplazadas por la fuerza en el mundo debido a persecuciones, conflictos, violencia y violaciones a los derechos humanos. Estas personas no huyen de sus países por la guerra, sino que son expulsadas de sus hogares. Huir es alejarse deprisa, por miedo o por otro motivo, para evitar un daño, disgusto o molestia. Expulsar es echar a alguien, de forma violenta, de un lugar. Hablamos de expulsiones forzosas. Pero hay algo que hace de esta expulsión un drama mucho más doloroso: la proporción de menores expulsados.

Las cifras se han duplicado desde el año 2010. Estos niños no tienen acceso a itinerarios migratorios seguros y sistemáticos y la gran mayoría recurren con frecuencia a rutas irregulares y peligrosas donde con toda seguridad serán víctimas de vejaciones, abuso y explotación. Eso sin contar a los que mueren en ellas, ahogados en el mar o perdidos en el desierto. Ellos son “los nadie”: sus muertes a menudo ni se denuncian ni se contabilizan. Insistimos: las mayores víctimas de las guerras son los niños. Son niños, niñas y ado-

lescentes, acompañados, no acompañados o separados. Niños y niñas que llegan a las puertas de Europa sin referentes familiares. Son niños y niñas, no son “MENAS” como despectiva o con “corrección política”, los seguimos llamando.

Hablamos de personas, de seres humanos. Y es completamente asumible una regulación viable que garantice la seguridad de estos desplazamientos y defienda su dignidad proporcionándole acogida, integración y una promoción real como persona. Y, junto a ello, la necesidad de luchar porque exista de facto el derecho a no migrar. Un derecho tan importante desde la perspectiva de los derechos humanos como el derecho a moverte si no tienes condiciones para poder continuar en tu país. Todos tenemos derecho a vivir en paz. (Fuente Autogestión)

Palabra

al mundo de hoy

Seguimos recogiendo algunos fragmentos de discursos o escritos del Papa Francisco y que nos parecen importantes para que nuestro mundo de hoy pueda llegar a ser un poco más humano.

Volver al corazón

En este mundo líquido es necesario hablar nuevamente del corazón, apuntar hacia allí donde cada persona, de toda clase y condición, hace su síntesis; allí donde los seres concretos tienen la fuente y la raíz de todas sus demás potencias, convicciones, pasiones, elecciones. Pero nos movemos en sociedades de consumidores seriales que viven al día y dominados por los ritmos y ruidos de la tecnología, sin mucha paciencia para hacer los procesos que la interioridad requiere.

En la sociedad actual el ser humano «corre el riesgo de perder su centro, el centro de sí mismo». «El hombre contemporáneo se encuentra a menudo trastornado, dividido, casi privado de un principio interior que genere unidad y armonía en su ser y en su obrar. Modelos de comportamiento bastante difundidos, por desgracia, exasperan su dimensión racionaltecnológica o, al contrario, su dimensión instintiva». Falta corazón. Tomar en serio el corazón tiene consecuencias sociales. Como ense-

ña el Concilio Vaticano II, «tenemos todos que cambiar nuestros corazones, con los ojos puestos en el orbe entero y en aquellos trabajos que todos juntos podemos llevar a cabo para que nuestra generación mejore». Porque «los desequilibrios que fatigan al mundo moderno están conectados con ese otro desequilibrio fundamental que hunde sus raíces en el corazón humano». Ante los dramas del mundo, el Concilio invita a volver al corazón, explicando que el ser humano «por su interioridad es, en efecto, superior al universo entero; a esta profunda interioridad retorna cuando entra dentro de su corazón, donde Dios le aguarda, escrutador de los corazones, y donde él personalmente, bajo la mirada de Dios, decide su propio destino». Esto no significa confiar excesivamente en nosotros mismos. Tengamos cuidado: advirtamos que nuestro corazón no es autosuficiente; es frágil y está herido. Tiene una dignidad ontológica, pero al mismo tiempo debe buscar una vida más digna. Dice también el Concilio Vaticano II que «el fermento evangélico ha despertado y despierta en el corazón del hombre esta irrefrenable exigencia de la dignidad», aunque para vivir conforme a esa dignidad no nos basta conocer el Evangelio ni cumplir mecánicamente lo que nos manda. Necesitamos el auxilio del amor divino.

(De la última encíclica del Papa Francisco)

Lara Deneuve Global Voices

El acceso a la educación es un derecho fundamental que se ve gravemente afectado en situaciones de guerra y conflicto armado. En zonas de conflicto, los niños y jóvenes enfrentan un futuro incierto, ya que las escuelas son destruidas o se convierten en refugios inseguros, privándolos de su derecho a aprender y a desarrollarse en un ambiente protegido. Organizaciones como Education Cannot Wait (ECW) y el Global Partnership for Education (GPE) trabajan incansablemente para garantizar que la educación no sea una víctima más de los conflictos armados.

El impacto devastador de los conflictos en la educación

Las cifras actuales son alarmantes: más de 222 millones de niños y adolescentes en todo el mundo requieren apoyo educativo en situaciones de emergencia, y 78 millones de ellos no tienen acceso a ninguna forma de educación. Esto es especialmente evidente en regiones afectadas por conflictos, donde la destrucción de escuelas, el desplazamiento forzoso y el reclutamiento infantil son una constante. Por ejemplo, en África, más de 14.000 escuelas han cerrado debido a conflictos armados, afectando a unos 2,8 millones de niños, quienes se ven cada vez más vulnerables a la explotación, el reclutamiento forzoso por grupos armados y el matrimonio infantil, como ocurre en países como Burkina Faso, Somalia y la República Centroafricana (Global Partnership for Education) (UNICEF).

Los efectos de la guerra no solo impactan la infraestructura escolar, sino que también crean un ciclo de pobreza y violencia que es difícil de romper. En muchas zonas de conflicto, la falta de acceso a la educación empuja a los jóvenes hacia la explotación laboral o a ser reclutados por grupos armados, perpetuando así la inestabilidad. Un claro ejemplo se encuentra en el Sahel, donde los niños desplazados por la violencia a menudo no pueden regresar a la escuela, y las niñas corren un riesgo elevado de ser víctimas de matrimonios forzados (UNICEF).

Además, iniciativas como la Declaración de Escuelas Seguras, firmada por más de 120 países, buscan proteger las escuelas de ataques y garantizar que los niños puedan acceder a una educación segura, pero aún queda mucho por ha-

cer para implementar estas medidas de manera efectiva en zonas de conflicto. Organizaciones como UNICEF y la Asociación Mundial para la Educación están trabajando para garantizar que estos niños no se queden atrás, proporcionando refugios temporales, suministros escolares y apoyo psicológico (Global Partnership for Education) (UNICEF).

Respuestas globales para restaurar la educación

Ante la crisis educativa en zonas de conflicto, organizaciones como Education Cannot Wait (ECW) y el Global Partnership for Education (GPE) han implementado respuestas urgentes para restablecer el derecho a la educación de millones de niños afectados. La intervención de estas entidades se enfoca en la reconstrucción de infraestructuras escolares, la provisión de materiales di-

dácticos y el apoyo psicosocial, lo cual ha generado resultados tangibles en países devastados por la guerra, como Afganistán, Somalia, Siria y Yemen. Un ejemplo significativo del impacto de ECW se encuentra en Afganistán, un país donde las escuelas han sido objetivos recurrentes de ataques tras décadas de conflicto armado. En este contexto, la organización ha trabajado con agencias locales e internacionales para construir refugios temporales que sirvan como aulas seguras, permitiendo que miles de niños continúen su educación a pesar de las adversidades. En la provincia de Helmand, una de las más afectadas por la guerra, ECW ha proporcionado kits escolares y formación a docentes para restablecer el acceso a la educación de manera rápida. En 2022, se estima que más de 300.000 niños afganos se beneficiaron de estas medidas de emergencia .

Estos niños, sentados sobre las ruinas de su mundo, aún encuentran en el aprendizaje un refugio para el futuro que merecen

Somalia, devastada por el conflicto, ha sido un foco de atención para ECW. Además de crear espacios de aprendizaje seguros, se ha implementado una estrategia para que los niños desplazados no pierdan acceso a la educación. En Baidoa, donde el conflicto y la sequía han generado desplazamientos masivos, ECW ha creado más de 100 aulas temporales. Los docentes, en su mayoría de las mismas comunidades, reciben formación continua y apoyo financiero para garantizar una educación de calidad en medio de circunstancias adversas.

Por su parte, el Global Partnership for Education ha sido clave en el financiamiento de la educación en emergencias. Su esquema de financiamiento acelerado permite que países en conflicto reciban fondos urgentes para reconstruir escuelas y pagar a los maestros, evitando el colapso del sistema educativo. En Yemen, GPE ha proporcionado más de 70 millones de dólares desde 2017, permitiendo que 1,5 millones de niños continúen su educación en plena guerra. Además, el financiamiento ha permitido distribuir alimentos en las escuelas, asegurando la asistencia de los estudiantes.

Tanto ECW como GPE abordan la necesidad de apoyo psicosocial. Los niños en zonas de conflicto enfrentan traumas profundos, y las escuelas son vistas no solo como espacios de aprendizaje, sino como lugares donde pueden recuperar cierta normalidad. En Siria, el programa de ECW incluye sesiones de apoyo emocional y psicológico, ayudando a miles de niños a procesar el trauma de la guerra y reintegrarse a la sociedad con mayor resiliencia.

A través de estas iniciativas, la educación en zonas de conflicto se convierte en una herramienta para romper ciclos de violencia y pobreza. La intervención de ECW y GPE no solo permite que los niños sigan aprendiendo, sino que ofrece esperanza y fomenta la inclusión, abriendo una vía hacia un futuro más seguro y digno.

La voz de los niños y educadores en zonas de conflicto

Detrás de las estadísticas de la educación en zonas de conflicto, hay historias que muestran la valentía de niños y educadores que luchan por mantener viva la esperanza a través del aprendizaje. Amina, una niña desplazada de Sudán, resume este sentimiento en pocas palabras: "Quiero aprender a leer y escribir, y dejar de tener miedo". Como miles de niños en su situación, Amina ha visto cómo su vida cambió drásticamente debido a la guerra, pero sigue aferrada a la idea de que la educación es su camino hacia un futuro mejor.

Los testimonios como el de Amina humanizan los desafíos que enfrenta la educación en zonas de conflicto. En Siria, por ejemplo, se han documentado testimonios de estudiantes y docentes que describen la escuela no solo como un lugar de aprendizaje, sino como un refugio psicológico en medio del caos. Majd, una profesora que ha trabajado en escuelas improvisadas en campamentos de desplazados, explica cómo las sesiones de apoyo emocional han sido clave para que los niños puedan lidiar con el trauma de la guerra: "No solo les enseñamos a leer y escribir; también les ayudamos a procesar sus miedos y a recuperar la confianza en ellos mismos" (Education Cannot Wait)

Estas iniciativas, implementadas por organizaciones como Education Cannot Wait y UNICEF, van más allá de proveer materiales escolares. Ofrecen a los niños un espacio donde pueden reconstruir su autoestima y desarrollar habilidades emocionales necesarias para enfrentar su realidad. En Yemen, por ejemplo, el apoyo psicosocial ha sido un componente esencial en las escuelas, donde niños como Sami narran cómo las clases de apoyo emocional les han permitido "sentirse más fuertes" y mantener la esperanza de un futuro más seguro, lejos de la violencia.

A medida que reflexionamos sobre la situación de millones de niños y niñas atrapados en zonas de conflicto, es difícil no preguntarse si estamos haciendo lo suficiente para proteger su derecho fundamental a la educación. La guerra no solo arrasa con sus escuelas, sino también con su inocencia, con sus esperanzas de un futuro distinto. Sin embargo, en medio de esta devastación, la escuela sigue siendo uno de los pocos espacios donde la vida parece tener la posibilidad de continuar. Allí, entre escombros y carencias, los niños encuentran la oportunidad de reconstruir no solo su aprendizaje, sino también su sentido de identidad y comunidad.

Las voces de los niños y educadores en estos contextos nos recuerdan que la educación no es un lujo, sino un salvavidas. Es un ancla que les permite soñar con algo más allá de la violencia que los rodea, una herramienta poderosa para romper los ciclos de pobreza y desesperanza. Mientras leemos sus historias, no podemos evitar cuestionar qué tipo de mundo estamos dejando para las próximas generaciones si no logramos garantizar el acceso a una educación segura y de calidad, incluso en los rincones más olvidados del planeta. Tal vez el verdadero reto no sea solo reconstruir escuelas, sino reconstruir la confianza en que la educación puede ser la puerta hacia un futuro más pacífico y justo. Los esfuerzos de organizaciones como ECW y GPE son un recordatorio de que, incluso en los lugares más sombríos, la voluntad de aprender sigue siendo inquebrantable. Pero depende de todos nosotros, como comunidad global, asegurar que esa voluntad no se apague.

Sus sueños y su futuro siguen en pie, incluso cuando las paredes que lo rodean han caído.

Si quieres colaborar puedes enviar tu aportación a nombre de: “Misioneros de la Consolata” Mediante giro postal o cheque bancario a c/ Pablo Aranda 18 – 28006 MADRID O mediante transferencia o ingreso en el Banco Santander en la cuenta

ES19 0075 7007 89 0603882903

Indicando siempre: “URGENCIA MARALAL”

Recogemos el testimonio del cardenal Giorgio Marengo, Misionero de la Consolata, prefecto apostólico de Ulán Bator, de cómo las mujeres fueron, en la parroquia de Arvaikheer, las primeras en ser bautizadas y cómo llegaron primero, trayendo consigo a sus maridos, hijos y padres.

Cardenal Giorgio Marengo, IMC Prefecto Apostólico de Ulán Bator (Mongolia).

El don de la misión está en el corazón de la Iglesia. Desde aquella mañana en que la piedra rodó del sepulcro, pasando por la experiencia vibrante de Pentecostés, la comunidad creyente se sintió guiada a compartir la inmensa alegría de la resurrección y a ofrecer a personas de todas las culturas la posibilidad concreta de experimentar esta nueva realidad en su propia vida. Eran hombres y mujeres de aquel primer grupo de discípulos misioneros y son todavía hombres y mujeres que continúan hoy la misma dinámica de anuncio y testimonio. La vida misionera puede ayudar a tener una visión amplia y enriquecedora de lo masculino y lo femenino en la Iglesia.

Mi experiencia en este sentido es muy positiva y lo agradezco. Desde pequeño, la presencia compartida de lo masculino y lo femenino ha formado parte de la normalidad de la vida cotidiana, empezando por la familia -en la que siempre ha habido una relación muy constructiva y enriquecedora con mi hermana-, luego en la escuela y a través del Movimiento Scout (niños y niñas), que marcó mis años de juventud.

Después de graduarme de la escuela secundaria, entré en los Misioneros de la Consolata, un instituto fundado por José Allamano para formar religiosos y religiosas para la misión ad gentes. Un solo fundador dio vida a una congregación con rostro masculino y femenino, impartiendo a ambos las mismas enseñanzas, pensando precisamente en una familia, en el pleno respeto a la diversidad, pero en la convicción de que para alcanzar el fin último (la primera evangelización) necesitamos, sin duda, hombres y mujeres consagrados a Dios para este propósito. No solo uno u otro, sino juntos.

Y personalmente sentí que José Allamano tenía razón desde el primer día que pisé Mongolia; de hecho, incluso antes, dado que hubo una preparación cercana a la partida en la que tuvimos la oportunidad de conocernos y profundizar en la inspiración original de nuestro

carisma. En el primer grupo de la Consolata en Mongolia éramos cinco: tres monjas, otro sacerdote y yo.

Una misión como ésta, caracterizada por condiciones extremas: un número muy pequeño de católicos en comparación con toda la población (menos del 1 por ciento), un clima que oscila entre -40 grados en invierno y +40 grados en verano, un idioma difícil al aprendizaje- requiere cierto sacrificio y mucha sinceridad consigo mismo. Los rasgos de carácter, tanto buenos como malos, aparecen bajo la luz transparente del cielo de Mongolia, ya seas un hombre o una mujer. En esta experiencia del desierto, trabajamos juntos, hombres y mujeres, en la diversidad de vocaciones, pero en esencial armonía, porque nos sentimos humildes, iguales en nuestras necesidades ante la tarea que se nos ha confiado (el anuncio del Evangelio), que solo puede lograrse en la fe, durante un largo período de tiempo y con total libertad, ya seamos sacerdotes, religiosas u obispos.

Para mí la misión compartida ha sido y sigue siendo fuente de humanización integral. Es también una de las condiciones para la vitalidad de la misión, porque el respeto mutuo y la estima que los misioneros se tienen unos a otros son parte del testimonio dado en nombre del Evangelio. En la remota parroquia de Arvaikheer, donde estoy desde hace varios años, los primeros grupos de bautizados estaban formados íntegramente por mujeres. Al igual que en la tumba, las mujeres llegaron primero, trayendo consigo a sus maridos, hijos y padres. Muchas mujeres también soportan solas la carga de sus familias. Durante la adoración eucarística, en la iglesia redonda en forma de ger, rezamos juntos, religiosos y religiosas, alrededor del Santísimo Sacramento.

En la diversidad de nuestros respectivos roles, llevamos adelante juntos el discernimiento y la labor misionera, encontrando en la oración la fuente viva de nuestro ser hijos e hijas de Dios.

"La misión compartida une culturas y fortalece la fe en cada rincón del mundo"

"El fruto de la misión: una Iglesia viva y diversa"

CON SABOR A EVANGELIO. EL REINO DE DIOS.

Pablo Cirijeda. San Pablo Ediciones 2024. 85 págs. El padre Cirujeda, con esta pequeña obra. Nos lanza al peliagudo y radical envite de que pongamos nuestra vida al servicio del Evangelio, Hay que dejar atrás las excusas y las reinterpretaciones interesadas sobre qué es verdaderamente el reino de Dios y ponernos a trabajar en la senda que su Hijo nos señaló hace más de dos mil años, pues esa es la única manera de conseguir que se haga realidad en la tierra, aquí y ahora. En su obra, nos impulsa a repensar nuestras convicciones sobre aspectos fundamentales de la vida, como el poder y la espiritualidad. Con una prosa clara y desafiante, invita a dejar atrás interpretaciones acomodadas y a vivir una fe auténtica y comprometida con el Evangelio.

LAS LUCES DE UJDÁ

Marc Alexandre Oho Bambe. Casa de África 2024. 297 págs

Tras haber intentado su propia aventura migratoria en Roma, el héroe de esta novela es repatriado a Camerún, su país natal. En busca de sentido a su vida y llevado por el amor de Sita, su abuela, se compromete con una asociación que pugna por evitar las salidas «hacia los cementerios de arena y de agua». En Marruecos, se encuentra con el padre Antonio, que acoge refugiados, e Imana, cuya mano no soltará jamás.

Al ritmo de esta epopeya coral y luminosa, los itinerarios se enredan, los destinos se entremezclan entre África, madre fundamental y Europa, tierra de exilios.

ELOGIO ESPIRITUAL DE LA GENEROSIDAD.

Martí Colom. San Pablo Ediciones 2024. 118 págs.

“Hay más dicha en dar que en recibir” (He 20,35), con estas palabras se nos anima desde los evangelios a incardinar nuestra vida en la generosidad, no solo para seguir con fidelidad la principal norma de nuestra fe, sino con el objetivo claro de poder llegar a alcanzar la dicha en nuestra existencia dentro de este mundo terreno, que hoy en día se define esencialmente por el egoísmo y el consumismo extremo.

Si la verdad que encierra aquella cita se convierte en la guía de nuestras acciones, es cierto que no se solucionarán de repente todos los problemas que acucian a nuestras sociedades actuales, pero sí que se podría conseguir mejorar las cosas para todos.

Apostar por la paz frente a la amenaza nuclear

En julio de 2017, la comunidad internacional adoptó un tratado histórico: el Tratado sobre la Prohibición de las Armas Nucleares (TPAN). Con el apoyo de una amplia mayoría de países –122 votos a favor– y ante la arrogante y elocuente ausencia de las potencias nucleares y sus países aliados, entre ellos los miembros de la OTAN, quienes, a excepción de Países Bajos, no participaron en la votación, la Asamblea General de las Naciones Unidas alcanzaba un hito que ponía broche a décadas de activismo de la sociedad civil.

Finalmente, el enfoque humanitario sobre el problema que supone este tipo de armamento se plasmaba en el ordenamiento jurídico internacional. Hasta ese momento, las armas nucleares eran las únicas armas de destrucción masiva que, a diferencia de las armas químicas o biológicas, no estaban prohibidas a pesar de sus catastróficas consecuencias. En este logro jugó un papel clave la Campaña Internacional para la Abolición de las Armas Nucleares (ICAN) que, meses después, sería galardonada con el Premio Nobel de la Paz.

El activismo antinuclear se dotaba así de una valiosa herramienta con la que impulsar su trabajo. En vigor desde enero de 2021, el tratado marcaba el camino para seguir avanzando hacia un fin último: el de vivir en un mundo libre de armas nucleares. El TPAN, a su vez, venía a ser también un acto de justicia y reconocimiento frente al dolor y el profundo legado que estas armas han dejado en la vida de las personas que, durante generaciones, han sufrido sus impactos: los hibakusha y las víctimas de los ensayos nucleares.

«Nunca pensé que vería este momento. He esperado este día durante siete décadas. Estoy tan feliz de que finalmente haya llegado. Es el principio

del fin de las armas nucleares. Las armas nucleares han sido siempre inmorales. Ahora, también son ilegales», decía con emoción la japonesa Setsuko Thurlow tras la aprobación del texto. Era difícil suponer entonces que, unos pocos años más tarde, el fantasma nuclear volvería a campar a sus anchas, más vivo que nunca. Aquello que parecía descansar en la memoria colectiva como algo del pasado –Hiroshima y Nagasaki– se ha instalado de nuevo en los discursos del poder y los medios de comunicación, reactivando el temor a una posible guerra nuclear. La invasión rusa en Ucrania ha colocado en el primer plano del escenario

mundial la narrativa sobre las armas nucleares.

En los últimos dos años hemos asistido a una escalada en la retórica de su amenaza de uso, agravada por la ruptura de acuerdos bilaterales entre Rusia y Estados Unidos. Se ha convertido en algo habitual escuchar a líderes políticos, desde posiciones profundamente irresponsables, que recurren a ellas como instrumentos de coacción. Al mismo tiempo, lejos de responder desde la diplomacia, las potencias occidentales parece que han optado por sumergirse en una espiral militarista que, en conjunto, puede acabar abocándonos a un desastre sin punto de retorno. Es más

necesario que nunca deslegitimar ese modelo de seguridad militar y los sistemas de violencia que nos imponen y retroalimentan.

Acción ante un escenario de alto riesgo nuclear

En la actualidad el mundo se enfrenta a una amenaza nuclear sin precedentes, la situación de mayor tensión desde la Segunda Guerra Mundial. Las armas nucleares, junto a la crisis climática, son dos realidades conectadas que se influyen y que constituyen un riesgo existencial para la vida y el planeta, como han evidenciado multitud de investigaciones. Así lo constata, por ejemplo, el Reloj del Apocalipsis, una iniciativa del Boletín de Científicos Atómicos. En sus análisis de medición de riesgos, por segundo año consecutivo, ubican a la humanidad a tan solo 90 segundos de la medianoche, es decir, de una catástrofe global.

La realidad es que nueve países (Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido, Pakistán, India, Israel y Corea del Norte) poseen un total de 12.512 armas nucleares, el noventa por ciento de las cuales pertenecen a Rusia y Estados Unidos. Se estima que 3.844 ojivas están desplegadas en misiles o aviones, y unas 2.000 se encuentran en estado de máxima alerta, listas para apretar el botón. El mundo tiene sobrada capacidad para autodes-

truirse varias veces.

La más pequeña de estas bombas es unas diez veces más potente que la que se lanzó sobre Hiroshima. La detonación de una sola de estas armas nucleares «tácticas» tendría efectos

"El TPAN marcaba el camino para seguir avanzando hacia un fin último: el de vivir en un mundo libre de armas nucleares"

devastadores. Un intercambio, una guerra nuclear a pequeña escala, comprometería el futuro del planeta. Sería un suicidio colectivo. En palabras de Melissa Parke, directora ejecutiva de ICAN, «todas las especies sufrirían los daños de una guerra nuclear, pero solo una especie puede evitarlo».

Sin embargo, lejos de desarmarse, las principales potencias nucleares –con el beneplácito de sus aliados– están sumidas en una carrera por modernizar y ampliar sus arsenales. Solo en 2022, los nueve estados que poseen

armamento nuclear gastaron 82.900 millones de dólares en sus arsenales, 157.664 dólares por minuto, una cifra que aumentó por tercer año consecutivo. Más de la mitad del total del gasto correspondió a Estados Unidos, seguidos por China y Rusia. Por otro lado, e infringiendo todo tipo de acuerdos de no proliferación suscritos, tales como el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), algunos países europeos se plantean volver a alojar armamento nuclear en su territorio, como es el caso del Reino Unido, con armas de Estados Unidos, o de Bielorrusia, con armamento nuclear ruso. Esta deriva va incluso más allá tras la apertura del debate en Alemania y otras instancias europeas sobre si la UE debería tener su «propia Bomba». Ante este panorama, desde el Instituto Internacional de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés) nos advierten: «Nos adentramos en uno de los periodos más peligrosos de la historia de la humanidad».

Responder a la oscuridad: acción civil en alianza a favor del TPAN

No hay lugar para un pesimismo paralizante. La existencia de un tratado que prohíbe las armas nucleares y que en tan poco tiempo ha conseguido un sólido respaldo (93 países lo han firmado y 70 lo han ratificado) es un foco

La firma del TPAN simboliza una esperanza compartida por un futuro sin la sombra de la amenaza nuclear

El juego de la disuasión nuclear, alimentado por la carrera armamentística y la retórica de poder, sigue empujando al mundo hacia un riesgo existencial que desafía cualquier promesa de paz

de luz. Los cimientos sobre los que construir un nuevo orden están ahí; quienes lo defienden, también. La acción civil organizada consiguió lo impensable: la adopción del TPAN,

imponiéndose incluso a los esfuerzos de las potencias nucleares para que las negociaciones fracasaran. Quienes abogábamos por el TPAN éramos considerados «ilusos» y «poco realistas». Pero el TPAN existe y está en vigor. Las armas nucleares están legalmente prohibidas a nivel internacional, y desde la sociedad civil podemos y debemos interrogar a nuestros representantes políticos: ¿de qué lado están? Como afirma Carlos Umaña, copresidente de la Asociación Internacional de Médicos para la Prevención de la Guerra Nuclear (IPPNW, por sus siglas en inglés), ante el TPAN no caben las medias tintas: ¿son o no son aceptables las armas nucleares? Esa es la pregunta que plantea la existencia del tratado. La respuesta es firmarlo o no. España sigue dándole la espalda. Es por ello por lo que, el pasado año, un grupo de entidades y organizaciones sociales decidimos unir nuestros esfuerzos, experiencia y enfoques para trabajar conjuntamente por lograr que el gobierno español firme el tratado. Tras una ilusionante experiencia inicial, la campaña «10 razones por las que firmar el TPAN», promovida por la

Asociación Española de Investigación para la Paz (AIPAZ), el Centre Delàs d’Estudis per la Pau y la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (WILPF España, por sus siglas en inglés), y a la que enseguida se sumaron decenas de entidades, decidimos dar un paso más allá y constituirnos formalmente como Alianza por el Desarme Nuclear. La Alianza nació oficialmente en mayo de 2023. Actualmente, está integrada por sesenta organizaciones de diferentes ámbitos y la impulsa un grupo motor del que forman parte AIPAZ, Alcaldes per la Paz, Alternativa Antimilitarista MOC, APDHA, Centre Delàs, Comisión General de Justicia y Paz, Desarma Madrid, Ecologistas en Acción, Fundación Cultura de Paz, Fundipau, Greenpeace, Mujeres de Negro, Pressenza, Soka Gakkai de España y WILPF España. Somos un movimiento colectivo, abierto y plural. Trabajamos en red en acciones de incidencia política, comunicación y sensibilización para dar a conocer a la sociedad española el problema que supone la existencia de las armas nucleares e implicarla en la búsqueda de soluciones, porque los riesgos de su existencia nos afectan a todos. Tratamos de contribuir a la formación de una ciudadanía crítica y activa que participe en la petición de la firma del tratado por parte de nuestro gobierno, como un primer paso inaplazable ante la urgencia del reto global que se nos plantea.

Desde la alianza somos conscientes de la necesidad inmediata de deslegitimar en el discurso público, de una vez y por todas, el apoyo a una estrategia de seguridad basada en la disuasión nuclear. La disuasión no es la solución, sino el problema. Armarse nuclearmente no evitará una guerra, sino que pone en peligro a toda la humanidad y a nuestro planeta. Si esa guerra no se ha producido todavía es una cuestión de suerte y, como ha dicho a este respecto el secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, «la suerte no es una estrategia» y el día que falle no habrá vuelta atrás. Vivir en un mundo libre de esta amenaza nos incumbe a todos.

APOSTAR POR LA PAZ

Prueba del discípulo misionero

Cuando los jóvenes en el ministerio pastoral sienten curiosidad por saber por qué elegí la vida sacerdotal como mi proyecto de vida, casi siempre me hacen las mismas preguntas como, por ejemplo, cómo me di cuenta de que ese "era mi camino", si estoy "seguro de esta elección”, cómo reconocer tu vocación vocacional o “si voy a la iglesia desde niño para ayudar en misa” y si por eso decidí ingresar al seminario…

Preguntas para las que, después de buscar muchas veces una buena respuesta que coincidiera con la verdad y explicara lo que pensaba, finalmente encontré una forma más directa de responderlas y así lo explico ahora: después de comprender la propuesta de Jesús y reconocer su Reino aquí en la tierra, no podía quedármelo sólo para mí, pero sentía la necesidad de compartirlo con otras personas para que les hiciera el mismo bien que a mí. E inmediatamente surgen más preguntas, como cuál es la propuesta de Jesús y cómo es el Reino de Dios, y así comienza una amena conversación de animación misionera en la que me descubro como un aprendiz “discípulo misionero”.

Soy Cristhian Alarcón, seminarista misionero de la Consolata colombiano, y me gustaría invitarte a hacerte varias preguntas para poder reconocer en qué punto de tu discipulado misionero te encuentras.

Primera etapa

Lo primero que caracteriza a un discípulo misionero es el hecho "lógico" de tener un Maestro y los cristianos católicos, por excelencia, reconocemos a Jesús como nuestro Maestro, y no es sólo porque es el Hijo de Dios, sino también porque sus enseñanzas son tan notables para nosotros que queremos aprenderlos y hacer como Él hizo: compartir el Pan con los más necesitados, dar esperanza a los marginados de la sociedad, mostrar a Dios como un Padre que guía y una Madre

La misión comienza con el primer paso junto a Jesús.

que protege, traer reunir a todas las personas en un solo credo y vivir juntos sin importar raza, idioma, riqueza o color y, sobre todo, recordarnos que el amor es el más importante de los mandamientos. Reconocer a Jesús como Maestro significa dejarse iluminar por su vida y seguir sus huellas. ¿Alguna vez has reconocido a Jesús como Maestro? Si lo reconoces, ya has pasado la primera etapa.

Segunda etapa

El segundo paso es conocerte como discípulo misionero. ¿Te reconoces como discípulo misionero de Jesús? Digo conócete a ti mismo porque es un ejercicio permanente que no se hace solo una vez en la vida, somos muchos los que creemos que ya somos “discípulos fieles” por nuestro bautismo, pero abandonamos nuestra gran tarea de dar testimonio de Jesús. Por eso debemos hacer el ejercicio de saber diariamente cuánto estamos aprendiendo del Maestro; es decir, tener repetidamente esta experiencia de preguntarnos si también estamos haciendo nuestro tra-

bajo como discípulos. La palabra discípulo proviene del latín discipulus, derivado de discreto “aprender”, “conocer” y si cada día estás dispuesto a conocer un poco más de la persona de Jesús y aprender de sus enseñanzas has pasado al siguiente. etapa, el final de la etapa.

Cada

Tercera etapa

Éste es el último paso y podrías pensar, en este punto, que estoy haciendo que esta conversación sobre el discipulado misionero sea demasiado fácil, pero no lo es tanto porque éste es el paso más complicado, el último nivel. El tercer paso implica responsabilidad porque nos recuerda nuestra vocación de discipulado, que es ser misioneros. ¿Cómo es tu trabajo misionero? Ser misionero es una oportunidad para todos los bautizados, pero no es una obligación y eso lo quiero dejar muy claro, porque lo pensamos como una “tarea” y en realidad es más una vocación, es decir, algo eso se hace con ganas, con amor. La misión es ese don que hace que los discípulos se sientan realizados porque los invita a compartir con los demás lo que saben y viven, a reconocer a Jesús como Maestro, a reconocerse como discípulos y a aprender de Él y también a compartir la labor de realizar sus propuestas en la vida cotidiana nos da alegría misionera.

En los Hechos de los Apóstoles (Hechos 4:20) la alegría de ser misionero se narra en pocas palabras: “No podemos dejar de hablar de lo que vimos y oímos” es lo que siente un discípulo y es lo que debes sentir si ya habéis superado las tres etapas de esta prueba y si todavía pensáis que no es suficiente, oremos juntos para que cada bautizado se comprometa con la Evangelización, disponible para la misión, a través de un testimonio de vida con sabor a Evangelio.

semilla plantada es una promesa de misión y futuro
Cuando se entrega con amor, se multiplica la esperanza

EL AUTÉNTICO PARAÍSO ESTÁ EN TU MENTE, ESTÁ EN TI

Ousman Umar nació en África un martes de 1988, en un pueblo llamado Fiaso (Ghana). Escuché su historia hace poco y no pude menos que conmoverme. Con su propia voz relata todo lo que tuvo que pasar desde que salió de su pueblo hasta que logró llegar a España.

Juan Gustavo Benítez Molina Médico y escritor

Salió de Ghana con tan solo 12 años (corría el año 2000) y hasta el 24 de febrero de 2005 no consiguió arribar a Barcelona. En cuanto a lo que sucedió en esos 5 años... seguro que todo lo que imagines se queda muy corto.

Se sobrecoge, especialmente, al rememorar lo que tuvo que padecer para atravesar el desierto del Sáhara. Según relata: "quien conseguía mear para después beberlo era el más afortunado... No existen palabras que puedan describir lo que vivimos en aquel infierno. De 46 personas que

empezamos la andadura, solo 6 sobrevivimos".

Ousman, cuando aún se encontraba en su pueblo natal, concebía al hombre blanco como a un Dios. Para él y los suyos, Europa era considerada como el paraíso. Pensaba que "hombre blanco" era sinónimo de inteligencia, médico, ingeniero... En resumen, de un ser superior.

¿Cómo podían volar por el cielo en aquellos extraños aparatos llamados aviones? ¿Qué mentes habían sido capaces de construir semejantes naves voladoras?

Sin embargo, años más tarde, cuando ya llevaba un tiempo viviendo en Barcelona, se dio cuenta de cuán equivocado estaba. Sus hermanos y amigos de Ghana le preguntaban y le pedían consejo. Querían saber si debían ellos también lanzarse a la aventura, a riesgo de acabar con sus vidas en el intento.

A lo que Ousman les respondía siempre: "Hermano, el auténtico paraíso está en tu cabeza, está en tu casa. Alimenta tu mente y llegarás donde quieras. La solución depende de ti. El auténtico paraíso está allí, en tu casa, no aquí en España ni mucho menos".

Bajo el sol implacable del desierto, cada paso es una lucha por la supervivencia en un viaje donde no todos llegan al destino soñado

Muchos le hicieron caso y, en lugar de lanzarse a lo desconocido, decidieron cultivar su mente y aprender un oficio. Para Ousman es de suma importancia el hecho de cultivar y alimentar la mente.

Tanto es así que, en 2012, fundó la ONG "NASCO Feeding Minds", con el lema de "alimenta mi mente, no me alimentes solo la barriga". Con ella intenta, por todos los medios posibles, proporcionar acceso a la información y a la educación en su país, reduciendo así la brecha digital.

Uno de sus objetivos es evitar que los jóvenes de Ghana se embarquen en viajes mortales como el que él mismo

realizó. Muchos amigos fallecieron en el intento. Todos y cada uno de ellos tenían un nombre y apellidos, una historia, unos padres, unos hermanos, un novio o una novia, unos sueños por cumplir.

Según refiere Ousman: "si hubiera sido consciente de las distancias, los riesgos y la ubicación de Europa, nunca habría dejado Ghana como lo hice. La educación es la herramienta para cambiar cualquier sociedad".

Hay muchas personas que emprenden largos viajes hacia lo desconocido, pensando que allí hallarán la paz y la felicidad. Pero recuerda lo que dice Ous-

man: "el auténtico paraíso está dentro de ti, en tu mente". No intentes huir de la realidad. La solución la tienes tú, está en ti. Alimenta tu mente y no habrá límites que valgan.

¡Qué equivocados podemos estar ante el desconocimiento! ¿Es el hombre blanco un Dios? ¿Es Europa el paraíso? Por muy lejos que vayamos buscando la felicidad, jamás la hallaremos si no sabemos dónde podemos encontrarla. Ousman lo tiene claro.

* Tomado del libro "En un rincón oscuro, o de luz, de mi pensamiento", publicado por Editorial Granada Club Selección

En la Amazonía ecuatoriana, una mujer indígena, Ninawá Tselim, comparte su perspectiva sobre la lucha de su comunidad frente a la explotación de sus recursos naturales. La comunidad Kichwa, a la que pertenece Ninawá, es una de las principales etnias indígenas de Ecuador, conocida por su conexión profunda con la tierra y sus saberes ancestrales. A través de su experiencia, se refleja la dura realidad que enfrentan los pueblos indígenas, luchando por mantener su identidad y derechos frente a un mundo cada vez más amenazante. Su historia es un testimonio de resistencia y esperanza en medio de la adversidad.

Para empezar, ¿puedes compartir cómo fue tu niñez en la comunidad Kichwa y qué enseñanzas recibiste de tus mayores?

Desde que era niña, crecí en la selva, rodeada por los árboles, los ríos, los animales... todo eso. Mi niñez fue muy diferente a lo que ven en las ciudades. Aquí no es que te levantas y vas a la escuela en un carro o en bus. Aquí te levantas con el canto de los pájaros, con el susurro del río, y ya sabes que el día va a ser largo, pero siempre lleno de aprendizajes.

Mis abuelos siempre me enseñaron que nosotros no somos dueños de la tierra. 'La tierra no te pertenece, tú le perteneces a ella', me decían. Eso se quedó conmigo desde pequeña. Ellos me enseñaban que los ríos, los árboles, los animales, todo lo que nos rodea,

tiene vida, tiene espíritu. Yo recuerdo claramente a mi abuelita diciéndome que cada río tiene su propio canto, y que cada árbol guarda las historias de nuestros antepasados. No es algo que se olvida.

Cuando era niña, me llevaban a la chacra a sembrar yuca, y también íbamos a pescar al río. Pero no era solo ir a buscar comida. Todo tenía un sentido, una conexión profunda con la tierra. Yo entendí desde muy joven que la tierra es nuestra madre, nuestra Pachamama, y que todo lo que ella nos da, lo hace con generosidad, pero también con la expectativa de que la cuidemos.

Una vez, en una ceremonia a la Pachamama, me llevaron al centro del bosque sagrado. Yo era pequeña, pero me acuerdo como si fuera ayer. Estaba rodeada de los árboles más grandes

que había visto en mi vida, y en ese momento me di cuenta de que nuestras raíces no solo están en la tierra física, sino en todo lo que nos rodea. Esos árboles eran como nuestros abuelos, y el río que corría por ahí era como el latido de nuestro pueblo.

Esa es la enseñanza más importante que recibí: que nosotros no podemos vivir desconectados de la naturaleza. Que si la dañamos, nos dañamos a nosotros mismos. Es por eso que, hoy en día, nuestra lucha por defender la selva no es solo por los recursos o por el agua, es por nuestra vida, por nuestras almas.

En la actualidad, ¿cuáles son los principales desafíos que enfrenta tu comunidad en relación con la explotación de recursos naturales?

Jose Luis Guamán La voz amazónica

La lucha que vivimos hoy no es nueva. Desde hace años, las empresas mineras y petroleras han venido a nuestra tierra, como buitres, a sacarle todo el jugo sin importarles lo que nos hacen. No es solo que están llevándose nuestros recursos, es que están destruyendo todo lo que somos, nuestra esencia, nuestra razón de ser. Es como si estuvieran desollando viva a nuestra tierra, arrancándole la piel sin misericordia. Nos duele en lo más profundo del alma.

Cuando estas empresas llegan, no solo cambian el paisaje, cambian nuestras vidas. Las aguas del río se llenan de veneno, los animales empiezan a desaparecer, los cultivos ya no crecen igual. Y la gente de mi comunidad… estamos sufriendo. Es como si nos estuvieran arrancando el corazón.

Una de las cosas que más me duele es ver cómo algunas familias se ven obligadas a irse porque ya no pueden vivir de la tierra. Eso nos debilita, porque nuestra fuerza está en la comunidad, en la unión. Y cada familia que se va es un golpe más. Perdemos más que personas, perdemos la conexión con nuestra historia, nuestras tradiciones, porque esas familias son las que transmiten todo lo que somos a los más jóvenes.

Lo peor es que no nos preguntan. Llegan, ponen su maquinaria, destruyen, y cuando nos damos cuenta, ya es tarde. Hemos intentado resistir, pero no es fácil cuando el gobierno se pone de lado de las empresas. A veces siento que estamos solos en esta lucha, aunque sé que hay gente afuera que nos apoya. Pero aquí, en el día a día, es una pelea constante.

Hay días en que siento que el mundo nos ha olvidado, que a nadie le importa lo que pasa en nuestra selva. Y sin embargo, seguimos luchando, porque sabemos que si no lo hacemos, lo perderemos todo. No solo se trata de recursos naturales; se trata de nuestras vidas, de nuestras almas. La tierra no es solo un pedazo de suelo, es nuestra madre, nuestra casa, nuestra historia, y sin ella, no somos nada.

A pesar de los desafíos, ¿qué esperanzas tienes para el futuro de tu comunidad?

Yo sí tengo esperanzas, sobre todo en nuestros jóvenes. Ellos son la semilla que algún día será el árbol fuerte que necesitamos. Ahora los muchachos ya no son como antes, ellos están aprendiendo de la lucha, de sus derechos, están más despiertos. Hemos hecho varias capacitaciones sobre nuestros derechos como pueblos indígenas, y fue bonito ver cómo, al final de uno de esos talleres, se pararon algunos jóvenes y dijeron: 'Ya no vamos a dejar que nos sigan quitando lo que es nuestro'. Eso, te digo sinceramente, me llenó el corazón de esperanza.

Ahora los muchachos también usan las redes sociales, ya no es como antes que no teníamos voz, que nadie nos escuchaba. Ahora ellos están contando nuestra historia por allá, en el internet, y poco a poco nos van conociendo en otras partes. Eso es una herramienta poderosa, porque si nadie te escucha, no existes, ¿verdad?

Además, poco a poco vamos haciendo alianzas con organizaciones de otros países. Hace poco vinieron unos jóvenes de Europa, no sabían nada de cómo vivimos nosotros, pero cuando llegaron, vieron nuestra realidad con sus propios ojos. Hasta plantamos ár-

boles juntos, y cuando los vi ahí, con sus manos en la tierra, entendí que sí, el mundo está empezando a escucharnos, poquito a poco.

Nosotros somos un pueblo fuerte, de mucha historia y cultura. La unión es lo que nos hace grandes, y mientras estemos unidos y haya más gente que se sume a nuestra causa, yo creo firmemente que podremos proteger nuestras tierras, nuestras aguas, nuestras costumbres. La lucha no es fácil, pero seguimos adelante, porque lo que está en juego es nuestra vida, nuestro futuro.

Para finalizar, ¿qué mensaje te gustaría compartir con quienes lean esta entrevista?

Mi mensaje es simple: escuchen a la tierra. Escuchen a los pueblos indígenas. No somos invisibles; luchamos por nuestros derechos y por la salud de nuestro planeta. Cuando defendemos nuestra tierra, estamos defendiendo el futuro de todos. Invito a cada persona a unirse a nuestra lucha, a aprender de nuestra cultura y a ser parte del cambio. Juntos, podemos construir un mundo más justo y respetuoso. No dejen que nuestros gritos se pierdan en el viento. Recuerden que la tierra es nuestra madre y, como tal, debemos cuidarla con amor y respeto.

La voz de nuestra tierra vive en quienes la protegen con el alma

ÁFRICA

- Las familias sin hogar, un problema creciente y sin atención en Zimbabue

marzo p.10

- La guerra en Sudán desplaza a seis millones de personas marzo p.30

- Madres migrantes de África a Europa julio p.4

- Madagascar, misión imposible (o casi) julio p.10

- De la mina al smasrtphone: El costo humano del Coltán septiembre p. 30

- Desapariciones forzadas en Kenia diciembre p.4

AMÉRICA

- El rostro humano de la inflacción enero p.4

- Perú: desnutrición infantil en aumento mayo p.4

- La radio: La voz de los indígenas amazónicos septiembre p.4

- Voces que luchan por la tierra diciembre p.30

ASIA

- Perseguidas dos veces por ser mujeres marzo p.4

- Cachemira: una mujer frente al patriarcado. septiembre p. 28

EUROPA

- Más allá de la adversidad, una historia de esperanza y logros marzo p.28

- Pastoral con los migrantes latinos en Elche mayo p.10

- Trampa mortal: Migrantes entre Bielorusia y la U.E julio p.28

VARIOS

- Energía renovable ¿A qué costo? enero p.10

- Desafiando a las oscuridad, proyectos que iluminan el tercer mundo enero p.28

- La lucha antiterrorista amenaza derechos de gente inocente enero p.28

- Aumentan las ganacias por el trabajo forzoso en el mundo mayo p.30

- El hambre aguda persiste en 59 países julio p.30

- Vayan e inviten a todos al banquete septiembre p.10

- ¡José Allamano Santo! septiembre p.14

- Más allá de la guerra, la fuerza de la educación diciembre p.10

- El auténtico paraíso está en tu mente, está en tí diciembre p.28

EDITORIALES

- Cuando solo lo grande se considera útil enero p.3

- Crear esperanza marzo p.3

- Conocer a Dios, es practicar la justicia mayo p.3

- Escuchar al pobre julio p.3

- Dar voz a los últimos septiembre p.3

- Esta Navidad puede ser diferente diciembre p.3

DESDE OTRO ÁNGULO

- El diálogo en la diversidad enero p.8

- Inteligencia artificial mayo p.8

- Aprender a des-andar caminos julio p.8

- Cuando sólo lo grande se considera útil septiembre p.8

- El mundo arde diciembre p.8

PALABRA DE LA IGLESIA

- Cuando solo lo grande se considera útil enero p.9

- Inteligencia artificial y paz marzo p.9

- Coloquio sobre el diálogo interreligioso mayo p.9

- La Justicia julio p.9

- La esperanza septiembre p.9

- Volver al corazón diciembre p.9

TESTIMONIO MISIONERO

- Un enfermero Embera Chami al servicio de su pueblo enero p.14

- Joaquín Pinzón, obispo en la amazonía colombiana marzo p.14

- Diálogo y Esperanza en Venezuela mayo p.14

- Voces desde la periferia julio p.14

- Mongolia. Las mujeres en la Iglesia diciembre p.14

LA PALABRA SE HIZO PUEBLO

- Es verdad enero p.16

- No invoco tu nombre en vano marzo p.16

- Defender la justicia mayo p.16

- No te rindas julio p.16

- La Palabra septiembre p.16

- Solidaridad entre hermanos diciembre p.16

ESCUELA DE ANIMACIÓN

- Bienaventurados los ignorados de la sociedad enero p.17

- Bienaventurados los que no son esclavos de ideologías marzo p.17

- Bienaventurados los que conviertan su edad en juventud mayo p.17

- Bienaventurados los que valoran el cariño humano en tiempos tecnológicos julio p.17

- La fidelidad en un mundo cambiante septiembre p.17

- La Paz: Un camino para todos diciembre p.17

EN DEFENSA DEL SER HUMANO

- Nuevas ciudades africanas preparadas para el futuro enero p.22

- Derechos indígenas siguen bajo fuego en el congreso de Brasil marzo p.22

- Bosque azul de Kenia mayo p.22

- Ignorar el hambre es más costoso que combatirla julio p.22

- La ayuda a África desde una perspeciva comunitaria y local septiembre p.22

- Apostar por la paz, frente a la amenaza nuclear diciembre p.22

LIBROS

- Cartas del viejo jefe indio enero p. 21

- Níger: Otro golpe de estado... o la revolución panafricana enero p. 21

- El evangelio de las actitudes, decálogo para cristianos perplejos enero p. 21

- Bioética y vulnerabilidad marzo p. 21

- Breve historia del frente polisario marzo p. 21

- El camino hacia la libertad: una mirada bíblica a la aventura de la vida marzo p. 21

- El abecé del corazón mayo p. 21

- El sistema africano de derechos humanos mayo p. 21

- Elogio espiritual de la ternura mayo p. 21

- Jesús, libertad y servicio julio p. 21

- Gaza, crónica de una Nakba anunciada julio p. 21

- El Padrenuestro explicado frase por frase julio p. 21

- El tren azul septiembre p. 21

- ¡Una vida gastada por el Evangelio! Francisco Lerma Martínez Misionero Obispo septiembre p. 21

- La Providencia: ¡Un Dios tan cercano! septiembre p. 21

- Con sabor a Evangelio, el Reino de Dios diciembre p. 21

- Las luces de Ujdá diciembre p. 21

- Elogio espiritual de la generosidad diciembre p. 21

ÚLTIMA PÁGINA

- Luz en la oscuridad enero p.34

- El encuentro de las tres fes marzo p.34

- El sueño de Jemal mayo p.34

- El té del diálogo julio p.34

- El poder de las pequeñas acciones septiembre p.34

- El poder de las pequeñas acciones diciembre p.34

PROVOCACIÓN MISIONERA

- Tres mil Kilómetros al sur de la frontera enero p.26

- Los jóvenes, protagonistas de la misión de la Iglesia marzo p.26

- La catequésis y la evangelización mayo p.26

- La misión en un mundo que cambia julio p.26

- La Catequésis abarca a toda la persona septiembre p.26

- Prueba del discípulo misionero diciembre p.26

ROSTROS OLVIDADOS

- El viaje de Katya hacia la esperanza enero p.32

- Vida en las sombras marzo p.32

- Gritos desde la tierra mayo p.32

- Sueños robados, esperanza renacida julio p.32

- La lucha de una mujer Rohingya septiembre p.32

EL RENACER DE LA EMPATÍA

En un pueblo anónimo, donde el tiempo parecía deslizarse sin prisa, la vida había comenzado a desmoronarse bajo el peso de la rutina. Las conversaciones que antes llenaban las calles ahora se limitaban a murmullos ocasionales, y los rostros, antes alegres, se habían endurecido con el paso de los años. La prisa, como una epidemia silenciosa, había invadido las vidas de los habitantes, convirtiéndolos en sombras de lo que alguna vez fueron.

Ana, una joven de sonrisa cálida, era una de las pocas personas que aún se detenía a mirar a los demás a los ojos. En su interior, un eco constante le recordaba la promesa incumplida de su niñez: la de volver para ver a su abuelo antes de que fuera demasiado tarde. Desde entonces, la culpa la acompañaba, marcando cada paso que daba, y haciéndola sensible a la fragilidad del tiempo y las relaciones humanas.

Una mañana, mientras recorría el mercado del pueblo, Ana observó a una anciana que luchaba por sostener sus bolsas. Era Doña Rosa, la vieja comadrona que había traído a tantas personas al mundo, pero que ahora parecía haber sido olvidada por todas ellas. Sus manos, arrugadas y temblorosas, apenas podían con el peso de los víveres. Ana sintió un pinchazo en el corazón, una conexión inmediata, y se acercó sin dudarlo.

—¿Le ayudo, Doña Rosa? —preguntó Ana, con una sonrisa. La anciana alzó la vista sorprendida, sus ojos brillaron con agradecimiento. Juntas caminaron lentamente hacia la casa de Doña Rosa, un hogar modesto, marcado por el tiempo y las pérdidas. Durante el trayecto, la anciana compartió recuerdos de un pueblo más unido, donde los vecinos se apoyaban en todo. El tiempo, sin embargo, había desdibujado esa comunidad. Ana escuchaba en silencio, sintiendo el eco de sus propias preocupaciones: el temor a una vida vacía y sin conexión. Al llegar, Doña Rosa le sonrió agradecida, y Ana sintió una paz profunda.

En los días siguientes, la bondad de Ana comenzó a inspirar a otros, aunque no todos aceptaban el cambio con facilidad.

Don Manuel, el comerciante más antiguo del pueblo, veía con recelo cómo Ana inspiraba a otros a detenerse, a conversar, a preocuparse por los demás. Para él, la indiferencia de los vecinos había sido su mayor aliada. Cuanto menos hablaban, más rápido hacían sus compras, y eso significaba más ventas. Pero ahora, las personas parecían pasar más tiempo charlando que comprando.

—Estas nuevas ideas solo retrasan todo —murmuraba Don Manuel entre dientes, mientras observaba desde su mostrador cómo los clientes se demoraban en su tienda.

A pesar de la resistencia, la transformación avanzaba. La amabilidad de Ana germinaba en pequeños gestos: un saludo, una mano amiga, una sonrisa. Aunque algunos, como Don Manuel, se aferraban a la prisa, poco a poco los corazones se ablandaban. El pueblo, antes un páramo de indiferencia, empezó a despertar. Las calles se llenaron de vida y el aire, de empatía. Ana comprendió que el cambio no era mágico, sino fruto de acciones constantes. Aunque la indiferencia aún acechaba algunos días, la semilla estaba plantada. No todos aceptaban el cambio con facilidad, pero quienes lo hacían encontraron una paz renovada. Ana, con su corazón abierto, seguía siendo el faro del nuevo despertar. No era un final, sino un principio. Mientras existiera una chispa de empatía, habría esperanza.

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