DEPORTACIONES MASIVAS. UNA ENCRUCIJADA HUMANITARIA
La reciente decisión del presidente de EE. UU., Donald Trump, de aplicar la "expulsión inmediata" de millones de inmigrantes indocumentados ha generado temor e ... pág 10
ETIOPÍA. LA IGLESIA ESTÁ AL LADO DEL PUEBLO QUE SUFRE
El cardenal Berhaneyesus Demerew Souraphiel, arzobispo de Addis Abeba, capital de Etiopía, visitó recientemente Roma. Ahí hablamos con él. Nos recibió con tanta sencillez y también humildad. Fuimos nosotros, a solas con... pág 14
ENCUENTROS DE LA IGLESIA CON EL MUNDO
En esta número vamos a embarcarnos en un viaje a través de la historia de la Iglesia y su relación con diferentes culturas. Desde los tiempos de Jesús hasta los días de hoy, la Iglesia ha tenido un papel... pág 17
EL DINERO DIVIDE AL MUNDO
Director:
P. Bernardo Baldeón Santiago bbaldeon@gmail.com
Administración:
P. José Martín Ruiz admesp@consolata.net
Maquetación: Antonio Pareja Alonso
Equipo de redacción: Loreto Areal, Antonio García, Antonio Pareja, María Teresa Simón, Beatriz Tostado.
Colaboradores:
J. Altavista, Thalif Deen, Aurora Guainazzi, Francisco Martínez, Michele Raviart.
Fotos: Archivo IMC, Agencias
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Sumario
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CEl diálogo y la misión
on frecuencia se ha interpretado la misión evangelizadora de la Iglesia, especialmente entre los no cristianos, como una acción de captación, adoctrinamiento, imposición de nuevas creencias que suponían para esos pueblos y culturas la pérdida de su tradición.
Es verdad que en determinados momentos de la historia se ha actuado desde esa mentalidad. Se pensaba que “había que salvar su alma a cualquier precio”, aunque en el fondo había una “buena” intención, la forma era equivocada por no respetar a las personas.
Si volvemos al inicio de la misión, en el evangelio, descubriremos que Jesús siempre actuó desde un diálogo sumamente respetuoso. Si vamos a cómo se desarrolla la misión hoy, sin duda que el diálogo ha vuelto a ocupar su lugar central.
Un diálogo que no parte del hablar o predicar, sino que parte de escuchar al otro para comprenderlo y crecer juntos. Pero no toda forma de escuchar es base de un diálogo sincero.
Hace ya algún tiempo asistía a una charla donde el ponente decía algo más o menos así: Hay formas de “escucha” que no son auténticas disposiciones para la búsqueda en común. Por ejemplo, hay una escucha blindada: la del que dice “yo te conozco bien y pongo mis barreras”.
También está la escucha dialéctica: escucho tus argumentos para rebatirlos; no has terminado de hablar y ya se me han ocurrido treinta respuestas. Igual que hay una escucha en la que en el fondo nos oímos a nosotros en el otro, de lo que me dice selecciono aquello que confirma mi postura o mi punto de vista.
Escuchar implica disposición a recibir, paciencia para admitir el ritmo del otro, capacidad para asimilar
lo inesperado y sorprendente, delicadeza para valorar algo que puede haber dicho de forma torpe.
En todo caso la escucha que necesitamos ha de ser una escucha vulnerable: debo estar dispuesto a que lo que escuche cambie mis opiniones y mis prejuicios. Una actitud que reconozca en todos la capacidad de conocer la verdad, de ser mediaciones que nos transmitan la voluntad de Dios. Y cuando decimos todos, entendemos todos los que participan; y no hacemos una clasificación previa de los componentes que valoramos según las capacidades intelectuales, la experiencia, la preparación… o el grado de antipatía o simpatía que tiene con mi modo de ver la realidad.
Una vez que he escuchado, se trata de exponer la propia palabra y la propia postura con humildad. Eso sí, sin pretender “llevarnos el gato al agua” pensando que yo tengo la razón. Si acaso la tengo no necesito escuchar a nadie, simplemente puedo hablar con un espejo.
No hay que olvidar tampoco la oportunidad en el decir y en el momento de decir las cosas. Y actuar siempre con honestidad. No se trata de sorprender al otro para meterle un gol sin que tenga tiempo a reaccionar. El valor principal en el diálogo es la persona que tengo enfrente.
Nos convencieron de que íbamos hacia una sociedad globalizada, con un pensamiento globalizado. Pero cada día vemos más las diferencias y la necesidad del diálogo.
En la acción misionera de la Iglesia pasa lo mismo. El diálogo respetuoso es la base de una acción que nos ayude a todos a crecer como personas y como creyentes.
P. Bernardo Baldeón
La creciente desigualdad económica sigue siendo un obstáculo para erradicar la pobreza extrema, uno de los principales objetivos de la ONU para 2030. Un informe reciente de Oxfam revela cómo la acumulación desproporcionada de riqueza por parte de los multimillonarios frena los avances, destacando que el 60 % de su fortuna proviene de herencias, monopolios y conexiones de poder. Mientras tanto, la pobreza mundial apenas ha disminuido desde 1990, y se requieren acciones urgentes para revertir esta tendencia.
Thalif Deen
Tal vez uno de los proyectos más ambiciosos y de más larga data de las Naciones Unidas -los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)- apunta, entre otras cosas, a ayudar a las naciones en desarrollo a erradicar la pobreza extrema para 2030. Pero ese escurridizo objetivo apenas ha registrado avances significativos.
Y ahora llega un nuevo informe de la organización humanitaria internacional Oxfam, titulado en inglés Takers Not Makers (acumuladores y no creadores de riqueza), que concluye que solo en 2024, los multimillonarios acumularon dos billones (millones de millones) de dólares en riqueza, y se acuñaron casi cuatro nuevos multimillonarios cada semana.
El mismo informe, dado a conocer el 20 de enero, ha sido titulado por Oxfam en español como “El saqueo continúa. Pobreza y desigualdad extrema, la herencia del colonialismo”.
Oxfam publicó su estudio cuando las élites empresariales y políticas iniciaron el lunes 20 de enero su Foro Económico Mundial en la ciudad sui za de Davos, y el multimillonario Do nald Trump fue investido ese mismo lunes como presidente de Estados Unidos, respaldado por el hombre más rico del mundo, Elon Musk. «No solo se ha acelerado -tres veces- el ritmo de acumulación de ri queza de los milmillonarios, sino que también lo ha hecho su poder. El fra caso a la hora de frenar a esos mul timillonarios está engendrando ahora a los que pronto serán billonarios. A
este ritmo, no veremos un billonario en una década, sino al menos cinco», dice Oxfam.
Y algo peor, el 60 % de la riqueza de estos multimillonarios viene «de herencias, poder monopólico o contactos de amiguismo», resalta Oxfam. Destaca que «la riqueza extrema de los multimillonarios es en gran medida inmerecida».
Mientras tanto, el número de personas que viven en la pobreza (unos 3.500 millones) apenas ha variado desde 1990, según Oxfam.
Y la propia Organización de las Naciones Unidas (ONU) remarca que de persistir las pautas actuales, se calcula que 7 % de la población mundial -unos 575 millones de personas- podría seguir atrapada en la pobreza extrema en 2030, con una importante concentración en África subsahariana.
Nabil Ahmed, director de justicia económica y racial de Oxfam América, dijo que la consecución de los objetivos mundiales -y los esfuerzos para acabar con la pobreza- están siendo aplastados por los niveles extremos de desigualdad económica.
«Nuestro mundo, en el que el 1 % más rico posee más que el 95 % restante, en el que vamos camino de te-
ner cinco billonarios en una década, no está en camino de acabar pronto con la pobreza, ni de hacer frente a la magnitud de la crisis climática», se lamentó.
El número de personas que viven hoy por debajo del umbral de pobreza de 6,85 dólares diarios se aproxima de hecho al que había en 1990, afirmó.
Mientras tanto, el Banco Mundial calcula que si se mantienen las actuales tasas de crecimiento y no disminuye la desigualdad, se tardaría más de un siglo en acabar con la pobreza.
«No se puede seguir eludiendo lo que quedó claro al inicio de los ODS: los gobiernos, y todos nosotros, tenemos que hacer frente al poder y la riqueza inimaginable de los ultrarricos y las megacorporaciones para tener alguna posibilidad de éxito», afirma Ahamed.
Para el directivo de Oxfam, «necesitamos medidas que incluyan gravar a los ultrarricos, invertir en bienes públicos y no privatizarlos, acabar con los monopolios y reescribir las normas mundiales, desde la deuda soberana hasta las patentes».
Añadió que «como demuestra el propio Banco Mundial, si reducimos la desigualdad, se podría acabar con la pobreza tres veces más rápido».
En 2024, el número de multimillonarios ascendió a 2.769, frente a los 2.565 de 2023. Su riqueza combinada pasó de 13 a 15 billones de dólares en solo 12 meses. Según Oxfam, se trata del segundo mayor incremento anual de la riqueza de los multimillonarios desde que existen registros.
La riqueza de los 10 hombres más ricos del mundo creció una media de casi 100 millones de dólares al día: aunque perdieran 99 % de su riqueza de la noche a la mañana, seguirían siendo multimillonarios.
El año pasado, Oxfam predijo la aparición del primer billonario dentro de una década. Sin embargo, dado que la riqueza de los multimillonarios se acelera a un ritmo más rápido, esta previsión se ha ampliado drásticamente: al ritmo actual, el mundo va camino de ver al menos cinco billonarios en ese plazo.
Esta creciente acumulación y concentración de riqueza se ve favorecida por una concentración monopolística de poder, en la que los multimillonarios ejercen una influencia cada vez mayor sobre las industrias y la opinión pública.
Ben Phillips, autor de «Cómo combatir la desigualdad», dijo que las promesas
hechas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible, entre ellas la de acabar con la pobreza extrema, pueden cumplirse.
Pero hacerlo depende de que los líderes tomen la decisión de desafiar la riqueza extrema. Tienen que gravar y regular a los más ricos, no solo para recaudar ingresos esenciales, sino también para remodelar la economía de modo que funcione para todos.
«El dinero está ahí, y las políticas son conocidas, para garantizar que nadie, quede retenido en la pobreza extrema», dijo Phillips.
Recordó que el análisis económico que encargó a expertos el Grupo de los 20 (G20) «muestra que los impuestos sobre la riqueza desbloquearían miles de millones de dólares para hacer frente a la pobreza». También muestra, dijo, que gravar la riqueza de los superricos y frenar el poder de los oligarcas haría que la economía fuera más justa y segura.
Además, añadió Phillips, los estudios de opinión pública evidencian que acabar con el poder de los superricos, incluso gravándolos, sería muy popular entre los votantes de todo el espectro político.
«No hay ningún misterio sobre lo que hay que hacer frente a los males gemelos
de la pobreza extrema y la riqueza extrema. Lo difícil es conseguir que los líderes lo hagan», sentenció.
Consideró que el reto es el siguiente: la extrema concentración de riqueza ha traído consigo una extrema concentración de poder, por lo que conseguir que los líderes políticos rompan con los superricos requiere una presión pública que desborde la presión de los oligarcas.
«Hay esperanza, pero esa esperanza tiene que ser activa. Una economía justa que supere la pobreza extrema y la riqueza extrema no se le dará a la gente, pero puede ganarse con el poder popular», afirmó Phillips.
Daniel D. Bradlow, profesor e investigador principal del Centro para el Avance de las Becas de la sudafricana Universidad de Pretoria, dijo que, según la Campaña Única, la deuda externa total de África en 2023 era de 685.500 millones de dólares, lo que equivale a alrededor de 25 % del producto interno bruto (PIB) total del continente.
Eso se tradujo en que el servicio de la deuda total en 2024 era de unos 102.000 millones de dólares para África.
Los países africanos gastan más en el servicio de la deuda que en sanidad y educación. Esto significa que los aproximadamente 2.500 multimillonarios del mundo, podrían gastar menos de la mitad de sus dos billones de dólares de aumento de riqueza en 2024 para pagar el total de la deuda externa africana.
«Dada esta situación, es muy poco probable que África pueda cumplir los ODS sin que se corrija la enorme mala distribución de la riqueza, y del poder y la influencia que conlleva», pronosticó el profesor Bradlow.
El informe de Oxfam muestra cómo la riqueza inmerecida y el colonialismo -entendido no solo como una historia de brutal extracción de riqueza, sino también como una poderosa fuerza detrás de los niveles extremos de desigualdad actuales se erigen como dos de los principales motores de la acumulación de riqueza de los multimillonarios.
Algunas de las conclusiones son:
* 60 % de la riqueza de los multimillonarios procede ahora de la herencia, el poder de los monopolios o las conexiones entre amigos.
* La riqueza de los 10 hombres más ricos del mundo creció una media de casi 100 millones de dólares al día en 2024: aunque perdieran 99 % de su riqueza de la noche a la mañana, seguirían siendo multimillonarios.
* En 2023, el 1% más rico de los países del Norte global, como Estados Unidos, Reino Unido y Francia, extrajo 30 millones de dólares por hora del Sur global a través del sistema financiero.
* Los países del Norte global controlan 69 % de la riqueza mundial, 77% de la riqueza multimillonaria y son el hogar de 68 % de los multimillonarios, a pesar de que solo representan 21 % de la población mundial.
Oxfam pide a los gobiernos que actúen con rapidez para reducir la desigualdad y acabar con la riqueza extrema.
Reducir radicalmente la desigualdad
Los gobiernos deben comprometerse a garantizar que, tanto a nivel mundial como nacional, los ingresos del 10% más rico no sean superiores a los de 40% más pobre. Según datos del Banco Mundial, reduciendo la desigualdad se podría acabar con la pobreza tres veces más rápido.
Para lograrlo, es fundamental implementar políticas públicas inclusivas que garanticen el acceso equitativo a la educación, la salud y el empleo.
Los gobiernos también deben abordar y acabar con el racismo, el sexismo y la división que sustentan la actual explotación económica.
Gravar a los más ricos para acabar con la riqueza extrema
La política fiscal mundial debe basarse en una convención de la ONU que garantice que los más ricos paguen lo justo. Deben abolirse los paraísos fiscales. Oxfam señala que la mitad de los multimillonarios viven en países sin impuesto de sucesiones. Gravar las herencias es clave para desmantelar la nueva aristocracia.
Acabar con el flujo de riqueza del Sur al Norte
Anular las deudas ilegitimas y acabar con el dominio de los países ricos y las empresas sobre los mercados financieros y las normas comerciales. Esto significa acabar con los monopolios, democratizar las normas sobre patentes y regular adecuadamente a las empresas para garantizar que paguen salarios dignos y limitar la remuneración de los directivos.
Reestructurar los poderes de voto en el Banco Mundial, el Fondo Monetario Mundial (FMI) y el Consejo de Seguridad de la ONU para garantizar una representación justa de los países del Sur global. Las antiguas potencias coloniales también deben afrontar los daños duraderos causados por su dominio colonial, ofrecer disculpas formales y proporcionar reparaciones a las comunidades afectadas.
¿Quién
paga la factura?
Por J. Altavista
Recuerdo que comenzaron las reuniones internacionales sobre la contaminación, el cambio climático o las energías sostenibles, había una frase que se repetía con frecuencia: “Quien contamina que pague”. Pero eso es ya historia muy pasada.
Como tantas cosas en los últimos años, eso también ha dado la vuelta.
La pregunta hoy es quién está pagando de hecho la factura de los efectos de la contaminación que ponen en riesgo el futuro de nuestro planeta.
Hace unos meses aparecía en Europa un informe sobre el tema al que se dio bastante publicidad, básicamente porque era una defensa cerrada de los intereses de los países ricos.
El informe se tiñe de positivismo: “mejora”, “empleo”, “modernización” … poniendo en el centro de mira, como no podía ser de otra manera, la competitividad europea y lo que ésta implica: gobernanza, el mercado único, la formación en tecnologías, la sostenibilidad, la política comercial. Casualmente se olvida de hablar, cómo no, de valores esenciales para el bien común, tales como la justicia, la solidaridad y el respeto por la vida y la dignidad humana.
El informe sigue haciendo sonar la música que tanto nos gusta: una Europa verde, sostenible, descarbonizada… Pero de nuevo, ¿a costa de quiénes?
Para que nuestros suelos se regeneren y se mantengan cuidados e impolutos, a nadie le importa de dónde sacamos los recursos para hacer la “transición energética” y poder desplazarnos con coches eléctricos, y poder vivir en viviendas y con electrodomésticos de alta y sostenible eficacia energética. Para eso está el suelo, el agua y la biodiversidad de las naciones más pobres que luego, mira tú por dónde, se ven en la necesidad de migraciones forzadas,
ante las cuales conviene reforzar nuestras murallas fronterizas.
Y luego está la otra cara. A esos países de los que sacamos minerales y materias primas de gran valor y mal pagadas, les enviamos buena parte de nuestros residuos más contaminantes que se amontonan en sus campos y cerca de sus casas. Eso, luego nos dará la excusa para decir que quienes más contaminan son los países pobres, es verdad que, con nuestros deshechos, luego se les da una pequeña cantidad de euros o de dólares y así compramos su silencio.
Por supuesto que estamos de acuerdo con la transición ecológica. El problema es quién paga la factura. ¿Seguiremos usando abusivamente el tiempo y la calidad de la vida humana de los más pobres del planeta para vivir nosotros un poco mejor y poco más de tiempo?
Cuando los intereses económicos entran en conflicto con los más elementales valores éticos y humanos, creemos que es necesario planteárselo en serio. O acaso ¿es mejor vivir de forma inhumana?
"Primero santos luego misioneros"
José Allamano, fue un hombre profundamente convencido de que la santidad personal debía preceder cualquier labor misionera. Su conocida frase "Primero santos, luego misioneros" no solo capturaba la esencia de su pensamiento, sino que también establecía una prioridad clara para todos aquellos que, inspirados por su ejemplo, se sentían llamados a llevar el Evangelio a las tierras más remotas.
Para Allamano, la santidad no era un ideal inalcanzable reservado para unos pocos elegidos, sino una meta necesaria para todos los cristianos, y en especial para aquellos que deseaban dedicarse a la misión. Consideraba que la misión, en su sentido más pleno, no podía reducirse a una simple actividad o un conjunto de tareas. La misión era, ante todo, una extensión del amor de Dios hacia los demás, y solo podía ser llevada a cabo de manera auténtica por aquellos que vivían una profunda comunión con Él. Según Allamano, "No se puede dar lo que no se tiene". Si el misionero no estaba lleno del amor y la gracia de Dios, su labor misionera carecería de la fuerza y el impacto necesarios para transformar vidas.
En sus numerosas conferencias y escritos, Allamano enfatizó que el misionero debía ser un "otro Cristo", es decir, alguien que reflejara a Cristo no solo en sus palabras, sino en toda su vida. La santidad, por lo tanto, no era un adorno o una cualidad adicional, sino el núcleo mismo de la identidad del misionero. La eficacia de la misión dependía de la santidad del misionero, ya que solo un corazón transformado por la gracia de Dios podía llevar a cabo una verdadera obra de evangelización.
La Santidad y la Ciencia:
Dos Pilares Indisolubles
José Allamano también subrayó la importancia de la preparación intelectual junto con la santidad. Para él, un misionero debía
estar bien formado no solo en la vida espiritual, sino también en el conocimiento de las ciencias humanas, la teología, y la cultura del lugar donde serviría. Sin embargo, siempre dejó claro que, aunque la ciencia era importante, debía estar al servicio de la santidad. En su famosa expresión "El misionero ignorante es un ídolo de tristeza y amargura" (Conf. I, 165), Allamano recordaba que el conocimiento sin santidad podía llevar al orgullo y la vanidad, alejando al misionero de su verdadera misión.
Por lo tanto, en su visión, la ciencia debía estar enraizada en la santidad. Un misionero bien formado en ambas dimensiones sería capaz de comprender y responder a las necesidades de aquellos a quienes servía, no solo con competencia técnica o académica, sino con el amor y la compasión de Cristo.
La Misión como Extensión de la Vida Interior
La misión, por lo tanto, es inseparable de la vida espiritual; es la vida de Cristo en el misionero la que se derrama hacia los demás.
José Allamano nos dejó un legado que va más allá de sus palabras: nos dejó un camino claro hacia la misión, un camino que comienza en el interior del corazón. La frase "Primero santos, luego misioneros" no es solo una directriz para aquellos que desean servir en las misiones, sino un recordatorio para
Otro aspecto crucial de la enseñanza de Allamano sobre la relación entre santidad y misión es la idea de que la misión no es un fin en sí mismo, sino una expresión de la vida interior del misionero. Para él, la misión era la manifestación externa de la santidad interior. Un misionero santo, lleno de amor por Dios, naturalmente buscaría compartir ese amor con los demás. De este modo, la misión se convierte en una extensión de la vida interior del misionero, un reflejo de su unión con Dios.
Allamano veía la misión como un acto de amor, en el que el misionero, movido por la compasión, se acerca a aquellos que aún no conocen a Cristo. Pero este amor solo puede nacer en un corazón purificado por la gracia, un corazón que vive en constante comunión con Dios.
todos los cristianos de que nuestra primera y más importante misión es buscar la santidad. Solo cuando hemos sido transformados por el amor de Dios, estamos verdaderamente equipados para llevar ese amor al mundo.
Al reflexionar sobre las palabras de Allamano, se nos recuerda que la verdadera transformación comienza en el corazón. No se trata solo de lo que hacemos, sino de quiénes somos. En un mundo que a menudo valora la acción sobre la introspección, Allamano nos invita a priorizar el crecimiento interior, sabiendo que solo desde una vida plena en el amor y la virtud, nuestras acciones podrán tener un impacto duradero en los demás. Que este sea un tiempo para nutrir esa vida interior, sabiendo que cada paso en el camino de la santidad es también un paso hacia un mundo mejor.
La misión auténtica nace de un corazón lleno del amor de Dios, como enseñó Allamano
La reciente decisión del presidente de EE. UU., Donald Trump, de aplicar la "expulsión inmediata" de millones de inmigrantes indocumentados ha generado temor e incertidumbre en las comunidades migrantes y en los países vecinos. México, en particular, busca proteger a sus ciudadanos y mantener la estabilidad regional ante un escenario que se repite en la historia. Más allá del debate político y económico, esta situación nos interpela como sociedad. La migración es una realidad constante: hombres, mujeres y niños cruzan fronteras en busca de un futuro mejor, huyendo de la pobreza y la violencia. ¿Cómo respondemos ante estos desplazamientos?
El miedo al "otro" y la falta de empatía
El miedo al "otro" ha sido un tema recurrente en las sociedades humanas, especialmente en momentos de crisis o incertidumbre. Cuando nos enfrentamos a situaciones que percibimos como una amenaza para nuestra seguridad o estabilidad, nuestra reacción natural suele ser de defensa, buscando proteger lo que consideramos nuestro. Sin embargo, cuando ese miedo se convierte en desconfianza hacia aquellos que son diferentes a nosotros, se erigen barreras invisibles que separan a los individuos y comunidades. Este temor al "otro" no solo es una construcción política, sino una respuesta visceral que ha sido alimentada por la historia, los prejuicios y las representaciones erróneas de quienes migran.
Un ejemplo claro de esto es el trato que han recibido los inmigrantes en diferentes partes del mundo, donde las narrativas sobre "invasiones" o "competencia por empleos" han sido usadas para justificar políticas restrictivas y duras. En Estados Unidos, por ejemplo, los inmigrantes latinos han sido históricamente retratados como una amenaza para el tejido social, a pesar de que muchos de ellos han jugado un papel esencial en la economía del país. La inmigración, vista a través del lente del miedo, ha sido etiquetada como un problema, cuando en realidad es una oportunidad para el crecimiento cultural y social.
La falta de empatía, por otro lado, puede verse reflejada en la indiferencia ante las historias personales de aquellos que emigran en busca de una vida mejor. Un niño que es separado de su familia, una madre que cruza el desierto con la esperanza de encontrar
un futuro para sus hijos, o un padre que deja su tierra natal por la violencia, son solo algunos ejemplos de las experiencias humanas que a menudo pasan desapercibidas. La empatía requiere que nos pongamos en el lugar del otro, que reconozcamos su humanidad y que respondamos a sus necesidades de manera compasiva. Cuando olvidamos que cada migrante tiene una historia y un sueño, reducimos su existencia a un estatus legal o a una cifra estadística, perdiendo de vista la riqueza que la diversidad aporta a nuestras comunidades.
Las consecuencias humanas de la deportación masiva
Las consecuencias humanas de las deportaciones masivas son profundas y complejas, afectando no solo a los migrantes, sino también a las comunidades que los reciben y a las que los deportados dejan atrás. La política de deportación implementada por el gobierno de Donald Trump, bajo su programa de "expulsión inmediata" de inmigrantes indocumentados, refleja una visión que reduce la migración a un tema de seguridad nacional y control de fronteras. Trump justificó su postura con la idea de proteger la economía y los valores estadounidenses, pero las repercusiones humanas de esta política van mucho más allá de las estadísticas y las fronteras físicas.
En primer lugar, las personas deportadas enfrentan una ruptura irreversible de sus vidas. Muchos de ellos, como María, que vivió 15 años en Estados Unidos, han formado familias, establecido vínculos sociales y construido una vida en su nuevo país. La deportación no solo representa la pérdida de un hogar, sino la separación de seres queri-
dos, especialmente en casos de familias que son separadas, como ocurrió con miles de niños que fueron arrebatados de los brazos de sus padres durante las redadas ordenadas en hospitales, colegios e iglesias. Según un informe de Human Rights Watch (2020), la separación familiar tiene un impacto psicológico profundo y duradero, tanto para los deportados como para sus familiares. Los hijos nacidos en Estados Unidos, como los de María, se enfrentan a una identidad fragmentada, divididos entre dos países, dos lenguas y dos culturas. Este tipo de desarraigo puede afectar la salud mental y el bienestar emocional de generaciones enteras. Además de los impactos personales, las deportaciones masivas generan efectos devastadores en las comunidades receptoras, aquellas que reciben a
Redacción
los deportados, así como en las comunidades que los migrantes dejan atrás. Las ciudades y pueblos que acogen a los deportados a menudo enfrentan la presión de integrar a personas que no tienen redes sociales establecidas ni recursos para comenzar de nuevo.
Estados Unidos, en su esencia, es una nación de migrantes. Los padres fundadores del país fueron, en su mayoría, inmigrantes que llegaron en busca de libertad y oportunidades. La historia de Estados Unidos es una historia de integración, en la que diferentes culturas y pueblos han contribuido a formar lo que el país es hoy. Desde los primeros colonos europeos hasta los migrantes de África, Asia y América Latina, la identidad estadounidense ha sido moldeada por la diversidad. Ignorar esta realidad es olvidar las raíces del país y el papel fundamental que los migrantes han jugado en su desarrollo económico, social y cultural.
El papel de la solidaridad
¿Qué significa ser solidarios? ¿Es la solidaridad un simple acto de caridad o es algo mucho más profundo que conecta nuestros corazones más allá de cualquier división? Frente a las políticas de exclusión y los discursos de odio que buscan señalar al "otro" como una amenaza, la solidaridad se presenta como la verdadera fuerza transformadora. La solidaridad no solo combate la indiferencia, sino que nos invita a ver al prójimo como alguien digno de ser escuchado, comprendido y acompañado.
¿No nos enseña el Evangelio, en sus múltiples pasajes, que todos somos hermanos y hermanas, sin importar el lugar de origen, el color de piel o la situación económica? En el Evan-
gelio, Jesús nos llama a amar al prójimo como a nosotros mismos, a ir más allá de las apariencias y a extender una mano a quienes más lo necesitan. No se trata de dar lo que sobra, sino de compartir lo que tenemos, porque en ese compartir, crecemos como comunidad y como seres humanos. ¿Acaso no es esta una invitación a ir más allá de las fronteras físicas y mentales que separan a las personas?
Las organizaciones como la Cruz Roja o ACNUR han demostrado cómo la solidaridad puede generar un cambio real. No se limitan a ofrecer una mano amiga en tiempos de necesidad, sino que luchan por un mundo donde las políticas sean más humanas, donde el respeto a los derechos de las personas no dependa de su estatus migratorio. Pero, ¿qué pasa cuando no estamos frente a una organización, sino ante un migrante en nuestra calle, en nuestra comunidad? La solidaridad no debe ser un acto solo de grandes instituciones, sino de cada uno de nosotros. ¿No podemos todos aportar algo, aunque sea un gesto de apoyo emocional, un espacio para escuchar o simplemente una sonrisa que demuestre que el migrante no está solo?
La reciente decisión relativa a la expulsión de millones de migrantes en situación irregular en Estados Unidos, nos invitan a una reflexión profunda. Si bien cada país tiene el derecho y el deber de regular su territorio, también es cierto que detrás de cada migrante hay una historia de sacrificio, de sueños y de búsqueda de una vida mejor. Millones de personas han apoyado estas medidas con la esperanza de proteger su bienestar, pero ¿no nos invita esto también a cuestionarnos cómo pode-
"Desde los primeros colonos europeos hasta los migrantes de África, Asia y América Latina, la identidad estadounidense ha sido moldeada por la diversidad"
mos encontrar soluciones que no dejen de lado la dignidad y el respeto hacia los demás?
Más allá de la caridad, la solidaridad nos llama a trabajar por un cambio estructural. ¿Podemos, como sociedad, ser verdaderos agentes de cambio, luchando no solo por aliviar las consecuencias de la migración, sino también por eliminar sus causas? La solidaridad no es solo una respuesta temporal, sino una llamada a transformar las estructuras que perpetúan la pobreza y la exclusión.
La humanidad ha demostrado, a lo largo de la historia, que cuando nos unimos, somos capaces de superar incluso los mayores desafíos. ¿Acaso no es este un momento para construir puentes, no muros? Puentes de comprensión, de diálogo y de cooperación. Si realmente creemos en la igualdad de todos los seres humanos, deberíamos esforzarnos por derribar las barreras que nos dividen y construir un mundo donde las fronteras no nos separen, sino que nos unan.
Al final, la solidaridad no es solo un acto, es una forma de vivir, de construir juntos un futuro más justo, inclusivo y humano. Si cada uno de nosotros, en nuestro día a día, actuamos con empatía y solidaridad, ¿no estaríamos contribuyendo a crear un mundo en el que no haya "extraños", sino simplemente seres humanos compartiendo el mismo planeta y buscando un futuro mejor? Como cristianos, este es el desafío que tenemos por delante: construir un mundo más justo, más humano, más solidario, donde todos puedan sentirse parte de algo grande, de algo hermoso. El futuro es nuestro para crearlo, y es un futuro más humano, inclusivo y justo.
Si quieres colaborar puedes enviar tu aportación a nombre de: “Misioneros de la Consolata” Mediante giro postal o cheque bancario a c/ Pablo Aranda 18 – 28006 MADRID O mediante transferencia o ingreso en el Banco Santander en la cuenta
ES19 0075 7007 89 0603882903
Indicando siempre: “ESCUELA TANZANIA”
ETIOPÍA: La Iglesia está del lado del pueblo que sufre
El cardenal Berhaneyesus Demerew
Souraphiel, arzobispo de Addis Abeba, capital de Etiopía, visitó recientemente Roma. Ahí hablamos con él.
Monseñor, ¿cómo fue el encuentro con el Papa?
Nos recibió con tanta sencillez y también humildad. Fuimos nosotros, a solas con el Papa y le explicamos nuestra situación en Etiopía. También le agradecimos su apoyo durante las guerras y los conflictos en el país, del que habló en los llamamientos posteriores al Ángelus. Le dimos las gracias y le pedimos que siguiera orando por nosotros.
¿Qué dijo sobre la realidad de Etiopía?
Presentamos la situación en Etiopía desde el punto de vista de los jóvenes, porque de 120 millones, el 70% de la población está formada por jóvenes que quieren mejorar su vida y la de sus familiares. Ven en la televisión y en las redes sociales cómo viven en otras partes del mundo y muchos van a países árabes y lamentablemente sufren allí porque no están preparados para trabajar como sirvientes domésticos. Otros quieren ir a Sudáfrica, donde las cosas están un poco mejor, pero allí también hay problemas. Los demás van al norte y cruzan Sudán y Libia para intentar llegar a Europa. En el siglo XIX muchos europeos emigraron y había algunos lugares en Europa disponibles para recibirlos y apoyarlos, pero ahora todo esto falta. El Papa Francisco lo sabe.
El primer lugar que visitó, tras las elecciones, fue Lampedusa, donde ofreció flores a todos los que murieron
en el mar y donde dijo a los que gobiernan Europa que la migración es importante. Debemos hacer algo para ayudar a la gente, ya sea en África, Siria u otros países. Cuando algo concierne a los pobres, nos dijo, debemos estar cerca de ellos. Estamos cerca de los niños,
Michele Raviart
La juventud de Etiopía representa la esperanza para el futuro del país
"Nosotros como Iglesia Católica no apoyamos ni a uno ni a otro, pero estamos con la gente que sufre"
que sufren mucho cuando no van a la escuela porque las escuelas están destruidas, estamos cerca de las madres que no pueden ir a los hospitales porque están destruidas y de los ancianos que son desplazados de sus pueblos. y vivir como extranjeros. Le explicamos todo esto y nos dijo que siguiera estando cerca de la gente, entre la gente, para poder oler las ovejas. Un obispo debe ser así. No debe huir, sino estar entre el pueblo. Aunque no se puedan lograr grandes cosas, la fraternidad y la presencia paterna son importantes. Él lo dijo.
¿Cómo es la vida de la Iglesia católica en Etiopía, que es una comunidad minoritaria en el país?
Somos una minoría, alrededor del 2% de 120 millones de personas. La mayoría de los habitantes son cristianos: más del 45% son ortodoxos, luego vienen los protestantes, alrededor del 18-20%. Tenemos la responsabilidad de ser luz y sal en este gran país. Los desafíos son la pobreza y los conflictos y nosotros, gracias al apoyo de la Iglesia universal, estamos en segundo lugar en los servicios sociales que ofrecemos, como escuelas, centros de salud o centros gestionados por las monjas de la Madre Teresa o centros de desarrollo. En todo esto estamos llamados a ser luz y sal, como nos dijo Jesús. No es fácil, pero lo intentamos. También habló de los conflictos que afectan a Etiopía, como el ocurrido en Tigray.
¿Cuáles son las repercusiones para la población?
El conflicto en Tigray fue entre el gobierno regional y el gobierno federal. Una cosa política, pero el que sufre es el pueblo. Gracias a Dios, después de dos años hicieron las paces
Etiopía enfrenta los retos de sanar las heridas de la guerra
en Pretoria. El otro está en Oromía. El Ejército de Liberación Oromo lleva cuatro años luchando con el gobierno federal e incluso allí quien sufre es el pueblo. Empezaron a hablar en Tanzania, pero todavía no pudieron hacer las paces. El tercer frente, que continúa desde hace más de un año, se encuentra en la región de Amhara. Incluso allí hay movimientos en conflicto con el gobierno federal. Ojalá lleguen a una solución. Nosotros como Iglesia Católica no apoyamos ni a uno ni a otro, pero estamos con la gente que sufre.
Más bien, estamos a favor de la asistencia social y de la reconciliación para el período de posguerra, cuando no solo se debe lograr la paz, sino que también se debe sanar del trauma a quienes han sufrido directamente en la guerra, como las mujeres víctimas de abusos y los niños que han visto morir a sus familias. Esto es importante y no se hace solo a nivel de una Iglesia pequeña, sino con el apoyo de la Iglesia universal. Se puede hacer junto con los muchos misioneros que trabajan con nosotros y que vienen de todo el mundo.
¿Y QUIÉN ES MI PRÓJIMO?
Chema Álvarez. San Pablo Ediciones 2025. 183 págs.
Como sucede con las demás parábolas del Evangelio, la parábola de El buen samaritano nos abre las puertas del entendimiento a esos misterios arcanos que supuestamente envuelven a Dios y que algunos pretenden descubrir por caminos enigmáticos y complejos. Pero la grandeza de este mensaje está precisamente en su sencillez, claridad y ausencia de misterios. El autor escribe desde la vida: cada página trasluce la experiencia de quien ha sufrido el papel de convaleciente y de samaritano.
EL HOMBRE QUE MALDIJO AL VIENTO Y OTROS CUENTOS
Editorial Zenda 2023. 208 págs,
Esta es una selección de relatos tradicionales e historias de vida de las comunidades contemporáneas del Alto Karoo surafricano, la región históricamente conocida como Bushmanland, "la tierra de los bosquimanos".
Fueron los antepasados de estos hombres y mujeres los que hacia 1870 colaboraron con dos estudiosos europeos para documentar su lengua y tradiciones, dando lugar a uno de los archivos esenciales de la humanidad. Los relatos contemporáneos entroncan con los recogidos hace siglo y medio y testimonian la resiliencia, tenacidad y creatividad de un pueblo cuya extinción física y cultural llegó a darse por consumada.
El astuto Chacal y la malvada Hiena, la imprevisible Serpiente del Agua y los inquietantes forajidos Dirk Ligter y Jan Thomas, entre otros personajes que pueblan estas páginas, hacen del Karoo un paisaje animado por la sabiduría y las creencias de sus habitantes.
ELOGIO ESPIRITUAL DE LA PAZ.
Guillaume Le Floch. San Pablo Ediciones 2025. 111 págs.
La paz, la paz… Oímos tanto hablar de ella que, a veces, lo único que queremos es que nos “dejen en paz”. Sin embargo, en los tiempos que corren la paz resulta algo indispensable. ¿Pero qué es realmente la paz? ¿Un deseo piadoso o un ideal inaccesible?
A veces resulta difícil encontrarla y conviene conservarla en la vida cotidiana, en nuestra vida interior y en la vida que compartimos con los demás. Aun así ¿debemos buscar siempre la paz? Jesús dijo que había venido a traer “el fuego a la tierra”. ¿Qué debería ser entonces el cristiano, un “artífice de la paz”, o un “misionero incendiario”?
HACIA LA CUMBRE MUNDIAL
SOBRE DESARROLLO SOCIAL
2025
¿Qué futuro queremos construir para las generaciones venideras en un mundo marcado por la desigualdad? Esta pregunta se vuelve cada vez más urgente a medida que la brecha entre las oportunidades y los recursos disponibles sigue ampliándose a nivel global. En este contexto, la Segunda Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social se presenta como una oportunidad crucial para reflexionar y actuar sobre las disparidades persistentes en términos de desarrollo. Programada para celebrarse en noviembre de 2025 en Qatar, la cumbre busca renovar los compromisos internacionales para abordar los desafíos sociales que afectan a millones de personas en todo el mundo.
Han pasado tres décadas desde la primera Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social, celebrada en 1995, la cual marcó un hito en la cooperación global para erradicar la pobreza, promover el empleo pleno y productivo, y fomentar la inclusión social. Sin embargo, a pesar de los avances logrados, las desigualdades siguen siendo una realidad latente, y nuevas crisis, como la pandemia de COVID-19 y los efectos del cambio climático, han intensificado los retos que enfrentan las naciones más vulnerables. Así, la Cumbre de 2025 se perfila como un momento decisivo para reformular y reforzar los compromisos globales, en busca de un futuro más justo y equitativo para todos.
El rápido avance de la tecnología y la digitalización ha transformado profundamente las dinámicas económicas y sociales, generando tanto oportunidades como nuevos desafíos para el desarrollo inclusivo.
Objetivos de la Cumbre
La Segunda Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social tiene como propósito revitalizar el compromiso global con los objetivos establecidos en la primera cumbre de 1995, al mismo tiempo que aborda los nuevos desafíos que han surgido. El contexto global actual está marcado por situaciones de crisis sanitaria, desigualdades crecientes y una profunda transición económica hacia economías más verdes y tecnológicas, lo que hace más urgente la necesidad de revisar las estrategias para el desarrollo social. Entre los objetivos más destacados de la cumbre se encuentran: reducir las desigualdades sociales y económicas, promover el empleo digno y sostenible, fomentar la inclusión social y abordar el impacto del cambio climático en las comunidades más desfavorecidas.
La Cumbre Mundial de 1995, celebrada en Copenhague, marcó un hito en la historia de la cooperación inter-
Redacción
nacional al establecer un conjunto de compromisos para mejorar las condiciones sociales a nivel global. Entre sus principales objetivos estaban la erradicación de la pobreza, la promoción del empleo pleno y productivo, y la integración de los derechos humanos y la equidad de género en las políticas sociales. A más de 30 años de ese encuentro, aunque algunos avances se han logrado, las desigualdades sociales y económicas
"Las desigualdades sociales y económicas siguen siendo una de las principales barreras para el desarrollo global"
Sembrando juntos las raíces de un futuro más justo y sostenible para las generaciones venideras
siguen siendo una de las principales barreras para el desarrollo global, lo que resalta la necesidad de renovar el impulso para alcanzar estos objetivos de manera más efectiva. En este sentido, la Segunda Cumbre busca no solo reafirmar estos principios fundamentales, sino también adaptarlos a los nuevos contextos globales.
Uno de los objetivos más apremiantes es reducir las desigualdades sociales y económicas, que siguen siendo una de las principales barreras para el desarrollo global. Los países participantes buscarán diseñar estrategias que aseguren el acceso equitativo a recursos esenciales como la educación, la salud y la vivienda. El informe de Amina J. Mohammed, Vicesecretaria General de la ONU, subraya que "las necesidades humanitarias también se están disparando y las inversiones sociales necesarias para construir una auténtica resiliencia y promover la igualdad de oportunidades siguen siendo insuficientes". Esta afirmación resal-
El acceso a la educación es la clave para construir un mundo más equitativo y lleno de oportunidades para todos
ta la necesidad de que los países más desarrollados asuman compromisos concretos en términos de financiación para el desarrollo social.
Otro de los grandes ejes de la cumbre será la promoción del empleo digno y sostenible, como base para el desarrollo económico y la inclusión social. En un mundo en constante transformación debido a la automatización y la digitalización, será esencial generar oportunidades laborales que no solo sean justas, sino también respetuosas con el medio ambiente y socialmente responsables. A su vez, se buscará integrar la justicia climática en las políticas de desarrollo sostenible, como subraya Uganda en nombre del Grupo de los 77 y China: "La comunidad internacional puede proporcionarlos a través de mecanismos multilaterales... hay una necesidad imperiosa de reestructurar la deuda y revisar los programas de austeridad para apoyar los esfuerzos globales hacia el desarrollo sostenible".
Expectativas y retos
Se espera que esta cumbre sea un punto de inflexión para la colaboración multilateral, pero también enfrenta retos significativos. Uno de los obstáculos más relevantes es el financiamiento insuficiente para llevar a cabo políticas efectivas en los países en desarrollo. Tal como señala Uganda, "los países en desarrollo necesitan un apoyo financiero de al menos entre 3,3 y 4,5 billones de dólares anuales para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) en 2030". Sin una financiación adecuada y comprometida, será muy difícil materializar los objetivos de la cumbre.
Además, existe una gran preocupación por lograr compromisos reales y no simbólicos. La sociedad civil ha expresado su desconfianza en que los acuerdos alcanzados durante la cumbre sean implementados de manera efectiva. En este sentido, Irlanda enfatiza la importancia de "abordar realmente las cau-
sas profundas de la desigualdad, las divisiones sociales, y abordarlas realmente para lograr un cambio genuino". La presión para que los resultados de la cumbre se traduzcan en acciones tangibles será alta, y será fundamental que los líderes mundiales cumplan con las promesas adquiridas.
Otro desafío importante será garantizar la participación activa de todos los actores clave. Si bien la inclusión de organizaciones de la sociedad civil, movimientos juveniles y comunidades locales es un aspecto innovador de esta cumbre, también representa un desafío logístico y político. Como señala Barbados, "es necesario que los PEID (Pequeños Estados Insulares en Desarrollo) y otros países en desarrollo estén representados y puedan participar en la toma de decisiones de las instituciones económicas mundiales". Este es un paso crucial para asegurar que las decisiones no solo reflejen los intereses de las grandes po-
tencias, sino que también aborden las realidades y necesidades de los países más vulnerables.
La importancia de la colaboración
El éxito de la Segunda Cumbre Mundial dependerá de la colaboración entre diversos actores: gobiernos, sector privado, organizaciones internacionales, sociedad civil y ciudadanos. Cada uno tiene un papel fundamental que desempeñar para lograr el cambio que se busca. Los gobiernos deben comprometerse a implementar políticas públicas que pongan a las personas en el centro del desarrollo, no solo como receptores de ayuda, sino como agentes activos en la construcción de un futuro más inclusivo.
El sector privado también tiene una responsabilidad crucial en este proceso. No se trata solo de generar beneficios económicos, sino de adoptar prácticas empresariales que promuevan el bienestar social y ambiental. A través de la adopción de principios como la sostenibilidad y la responsabilidad social corporativa, las empresas pueden contribuir al progreso global. Por su parte, las organizaciones internacionales, como la ONU, tienen un rol vital en la coordinación de esfuerzos globales y en la provisión de los recursos necesarios para cumplir con los compromisos acordados en la cumbre.
La sociedad civil juega un papel esencial en este proceso. Actúa como vigilante y promotora de los derechos sociales, exigiendo transparencia, responsabilidad y justicia en la implementación de las políticas acordadas. Como destaca Irlanda, es fundamental que el sistema multilateral funcione efectivamente para garantizar la paz, la estabilidad y el respeto por los derechos humanos en todas sus formas, incluyendo los económicos, sociales y culturales.
La Segunda Cumbre Mundial sobre Desarrollo Social no es solo un evento; es una oportunidad única para redefinir nuestra forma de relacionarnos como comunidad global. Solo con colaboración, compromiso y acción conjunta podremos avanzar hacia un mundo más justo y equitativo para todos.
Cuando pensamos en la obra misionera, a menudo imaginamos a los misioneros: las figuras visibles que llevan esperanza y fe a comunidades remotas. Sin embargo, detrás de cada misión hay un esfuerzo colectivo, una red de manos y corazones trabajando juntos. En el corazón de esta red se encuentran las comunidades locales, cuyo conocimiento, fortaleza y dedicación son esenciales para hacer realidad cada proyecto.
En Wamba, al norte de Kenia, entre la comunidad Samburu, la misión es un esfuerzo compartido. Aquí, el padre Joseph Omondi Omollo, keniano, y el padre Ansoni Camacho Cruz, mexicano, lideran una misión que sería imposible sin la participación activa de hombres y mujeres locales. Estas personas hacen más que ayudar; apoyan, enseñan y enriquecen. Desde su trabajo en las escuelas y la evangelización hasta sus contribuciones a proyectos actuales y futuros, son la fuerza impulsora silenciosa detrás del éxito de la misión. Su participación va mucho más allá del apoyo práctico. A través de ellos se produce un continuo intercambio de culturas y conocimientos. En sus palabras, sus gestos y sus tradiciones, se puede rastrear la influencia de pasados misioneros que pasaron por aquí. Aprenden nuevas palabras en diferentes idiomas, preparan platos de tierras lejanas
ROVOCACIÓN MISIONER
y, sin salir de este pequeño rincón del mundo, amplían sus horizontes, transformando cada encuentro en un momento de crecimiento mutuo.
El comienzo de cada año ofrece una oportunidad especial para fortalecer estos vínculos con una reunión de misioneros y trabajadores locales. Esto es más que una simple celebración; es una reafirmación de la unidad que sostiene la misión. Es un momento para renovar el compromiso de viajar juntos y recordar que la misión no se basa en el individualismo, sino en la comunidad.
El trabajo de estos hombres y mujeres va mucho más allá de lo visible. Su esfuerzo diario, a menudo silencioso, es la base sobre la que se construye cada proyecto. Son el corazón vivo de la misión, transformando los desafíos en oportunidades y las pequeñas acciones en semillas de esperanza.
Este año, la misión mira hacia adelante con la firme convicción de que el progreso se logra fortaleciendo los vínculos. Reconocer la contribución de cada persona y aprender unos de otros es la manera de construir un futuro lleno de promesas.
Reconocemos el papel esencial de todos los que trabajan en la misión, tanto en Wanba como en todo el mundo.
Son ellos quienes hacen de la obra misional un acto vivo de humanidad, un puente entre culturas y una expresión concreta de amor al prójimo. A través de su dedicación y esfuerzo, cada misión se convierte en un espacio de conexión, solidaridad y esperanza.
¡Juntos inspiramos!
Francisco Martínez
HAITÍ BAJO EL YUGO DE LAS PANDILLAS
Al menos 5601 personas murieron en Haití el año pasado como consecuencia de la violencia de las pandillas, otras 2212 resultaron heridas y 1494 fueron secuestradas, según cifras verificadas por la oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (Acnudh).
Estas cifras por sí solas no pueden reflejar los horrores absolutos que se perpetran en Haití, pero muestran la violencia incesante a la que está sometida la población”, dijo el alto comisionado, Volker Türk.
El número de asesinatos en 2024 representa un aumento de más de 1000 de esos crímenes con respecto al año precedente, indicativo de la persistente inseguridad que además ha forzado el desplazamiento de sus hogares de unas 700 000 personas, en ese país caribeño de 11,5 millones de habitantes.
En uno de los incidentes más mortíferos e impactantes de 2024, al
menos 207 personas fueron asesinadas a principios de diciembre en una masacre orquestada por el líder de la poderosa banda Wharf Jérémie en la zona de Cité Soleil de Puerto Príncipe, la capital haitiana.
Muchas de las víctimas eran personas mayores acusadas de causar la muerte del hijo del líder mediante supuestas prácticas de la religión vudú. Para borrar las pruebas, los miembros de la banda mutilaron y quemaron la mayoría de los cuerpos, mientras que otros cuerpos fueron arrojados al mar.
Acnudh documentó 315 linchamientos de pandilleros y personas presuntamente asociadas con pandillas, en algunas ocasiones presuntamente
facilitados por agentes de policía haitianos, en 2024.
Además, hubo 281 casos de presuntas ejecuciones sumarias en las que participaron unidades policiales especializadas entre el 1 de enero y el 31 de diciembre de 2024.
“Desde hace tiempo está claro que la impunidad por las violaciones y abusos de los derechos humanos, así como la corrupción, siguen prevaleciendo en Haití y constituyen impulsores de la crisis multidimensional que enfrenta el país, junto con las arraigadas desigualdades económicas y sociales”, dijo Türk.
Afirmó que “se necesitan esfuerzos adicionales por parte de las autoridaRedacción
des, con el apoyo de la comunidad internacional, para abordar estas causas profundas”.
“El restablecimiento del Estado de derecho debe ser una prioridad. Para ello, la Misión Multinacional de Apoyo a la Seguridad en Haití (Mmas) necesita el apoyo logístico y financiero que requiere para cumplir con éxito su mandato”, añadió.
La Mmas, una fuerza multinacional liderada por Kenia que espera sumar hasta 2500 efectivos, se activó el año pasado junto con el Consejo Presidencial de Transición, que junto a un Ejecutivo provisional conduce el país hasta nuevas elecciones para que un gobierno estable pueda iniciarse en febrero de 2026.
A inicios de este 2025 llegó a Haití un contingente de 150 policías militares de Guatemala y ocho de unidades aéreas de El Salvador para sumarse a la Mmas que ya tiene más de medio millar de efectivos, en su mayoría de Kenia, pero también de Belice, Benín y Jamaica, en apoyo a la Policía Nacional de Haití.
Türk dijo que la Policía Nacional haitiana también debería fortalecer su
mecanismo de supervisión para exigir cuentas a los agentes de policía presuntamente implicados en violaciones de los derechos humanos.
El alto comisionado reiteró su llamamiento a la plena aplicación del régimen de sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU, así como del embargo de armas, crucial para impedir el suministro de armas de fuego y municiones al país.
“Las armas que fluyen hacia Haití a menudo terminan en manos de bandas criminales, con resultados trágicos: miles de muertos, cientos de miles de desplazados, infraestructuras y servicios esenciales, como escuelas y hospitales, interrumpidos y destruidos”, destacó Türk.
El 1 de enero, al conmemorar los 221 años de la independencia de Haití, el presidente del Consejo Presidencial de Transición, Leslie Voltaire, afirmó que “en 2025, declaramos la guerra a todas las pandillas que asesinan al pueblo haitiano”.
“Queremos pacificar el país para facilitar la organización de elecciones. Inevitablemente habrá elecciones en el país a finales de año”, añadió Voltaire.
La Mmas, fuerza multinacional liderada por Kenia
SUDÁN ¿UNA CRISIS SIN RETORNO
Desde abril de 2023, Sudán ha sido devastado por una sangrienta guerra civil. El ejército gubernamental, liderado por el general Abdel Fattah al-Burhan, jefe de Estado oficial del país, y las Fuerzas de Apoyo Rápido, un grupo paramilitar comandado por el general Mohamed Hamdan Dagalo, su principal rival, se enfrentan en un conflicto que parece no tener fin.
Mientras ambos bandos se disputan el control de Sudán e ignoran cada vez más los intentos de mediación de la comunidad internacional, la población civil sufre las consecuencias de una violencia sin tregua. Más de diez millones de personas han sido desplazadas internamente o han buscado refugio en países vecinos. La ayuda humanitaria encuentra enormes dificultades para ingresar al país: las facciones enfrentadas bloquean el acceso de operadores y organizaciones internacionales. Como resultado, en los últimos meses, solo una de cada diez personas necesitadas ha recibido la asistencia alimentaria necesaria. Según las Naciones Unidas, Sudán atraviesa la peor crisis alimentaria de su historia.
Para evaluar las condiciones alimentarias de un país, se utiliza un sistema de vigilancia internacional conocido como Clasificación Integrada de Seguridad Alimentaria (IPC, por sus siglas en inglés). Este mecanismo divide las situaciones en cinco niveles: el primero indica
Aurora Guainazzi
disponibilidad alimentaria suficiente, mientras que el quinto corresponde a hambruna. Los niveles intermedios reflejan situaciones de estrés alimentario (nivel 2), crisis (nivel 3) y emergencia (nivel 4).
En el caso de Sudán, las encuestas más recientes, publicadas en julio, muestran que entre junio y septiembre de 2024 más de 25 millones de personas (casi la mitad de la población del país) han vivido o vivirán en condiciones de crisis o peores. La situación empeora rápidamente: comparado con las estimaciones de diciembre de 2023, el número de personas en situación de crisis aumentó un 45 %, alcanzando los 16,3 millones. Además, el nivel de emergencia afecta ya a 8,5 millones de personas, un aumento del 74 %.
Lo más alarmante son los datos relativos al nivel de hambruna. En diciembre de 2023 no se había registrado a ningún sudanés en esta categoría, pero ahora se estima que 755.000 personas, dispersas en diez regiones del país, sufren inseguridad alimentaria extrema.
Esto significa una grave y prolongada escasez de alimentos, que lleva a malnutrición, hambre y altas tasas de mortalidad. En febrero, Naciones Unidas advirtió que hasta 220.000 niños podrían morir en los meses siguientes por falta de alimentos. Más recientemente, el Instituto Clingendael, un centro de investigación holandés, estimó que 2,5 millones de sudaneses podrían perder la vida debido a la inseguridad alimentaria antes de octubre de 2024.
Actualmente, las áreas más afectadas por el riesgo de hambruna incluyen 14 provincias, entre ellas Gran Darfur, Gran Kordofán y Al Jazirah, así como zonas que albergan a desplazados y refugiados, especialmente en Jartum, la capital. Aunque las Naciones Unidas aún no han declarado oficialmente el estado de hambruna, la combinación de múltiples factores—conflictos, desastres naturales recurrentes y un colapso económico generalizado—hace que esta posibilidad sea cada vez más inminente.
Según el IPC, si los enfrentamientos no cesan ni disminuyen su impacto en la población civil, la inseguridad alimentaria continuará extendiéndose por todo el país. La
violencia ha obligado a millones de sudaneses a abandonar sus hogares y actividades económicas, refugiándose en campamentos donde la ayuda humanitaria apenas logra llegar debido a bloqueos y saqueos. La infraestructura del país también está colapsando. Muchas redes viales y rutas comerciales han quedado inutilizables, y la producción agrícola se ha desplomado: campos, herramientas y cadenas de suministro han sido destruidos. Como resultado, los precios de los alimentos, tanto nacionales como importados, han subido de forma exorbitante, con un aumento del 83 % en los precios de productos básicos desde el inicio del conflicto, según datos de la Oficina de Coordinación de Asuntos Humanitarios de la ONU (OCHA).
Los desastres naturales, como las recientes inundaciones, agravan aún más un contexto socioeconómico ya extremadamente frágil, aumentando la vulnerabilidad de la población desplazada, que a menudo vive en condiciones precarias. Sudán, desgarrado por esta guerra de poder, parece acercarse cada vez más al abismo.
Fuente: revista Misiones Consolata
Cuando sobrevivir se convierte en el único sueño posible
EL PUENTE INVISIBLE
icen que aquella isla llevaba allí desde el principio de los tiempos. No era una isla grande ni pequeña, digamos que tenía el tamaño justo para que sus habitantes vivieran en paz. La isla de Isabela era conocida por su diversidad étnica: los Taoríes, agricultores nativos; los Andelinos, pescadores; y los Maratis, comerciantes.
La paz, frágil como una mariposa, fue finalmente rota cuando un desacuerdo sobre la gestión de los recursos naturales se transformó en un conflicto abierto. Los líderes de cada comunidad, cegados por el miedo y la desconfianza, se encerraron en sus propios prejuicios, y la isla se sumió en una espiral de violencia y desolación.
En medio del caos, surgió una figura inesperada: María, una joven mestiza cuyas raíces abrazaban todas las comunidades de la isla. Habiendo crecido con las historias y tradiciones de los Taoríes, Andelinos y Maratis, María comprendía el inmenso valor de la diversidad. Decidida a restaurar la paz, propuso un encuentro en el antiguo templo, un lugar sagrado que había sido testigo de innumerables ceremonias de unidad.
Convencer a los líderes no fue fácil. Desconfiaban unos de otros, pero la desesperación los llevó a aceptar. Bajo el cielo estrellado de Isabela, se reunieron en el templo, cada uno con su propio bagaje de dolor y resentimiento.
María, con una serenidad que contrastaba con la tensión palpable en el aire, comenzó a hablarles de su visión. Les recordó las antiguas historias que compartían, aquellas que hablaban de una época en la que la isla era un faro de paz y cooperación. Les pidió que escucharan, no con los oídos, sino con el corazón, las voces de sus antepasados que clamaban por la unidad.
Para facilitar el diálogo, María propuso una actividad simbólica: la creación de un "puente invisible". Este puente no sería hecho de piedra ni madera, sino de palabras y gestos de entendimiento. Cada líder, a su turno, compartiría una historia, una canción o una tradición de su pueblo que simbolizara la paz y la reconciliación.
El líder Taorí, un anciano sabio llamado Huaroco, fue el primero en hablar. Narró una antigua leyenda de su pueblo, en la que dos enemigos mortales, tras un encuentro inesperado en el bosque, descubrieron que compartían la misma pena y se convirtieron en hermanos de alma. Su voz, llena de emoción, resonó en el templo, evocando imágenes de compasión y redención.
A continuación, Amalio, el líder Andelino, cantó una antigua canción marinera que hablaba de la necesidad de los marineros de depender unos de otros para sobrevivir en el vasto océano. Su voz profunda y melancólica unió a todos en un sentimiento de comunidad y solidaridad.
Finalmente, Zaira, la líder Marati, contó una historia de su tierra natal sobre un comerciante que, a pesar de ser estafado repetidamente, nunca perdió la fe en la bondad humana y eventualmente fue recompensado con la amistad y el respeto de todos. Su relato, lleno de esperanza y perdón, tocó los corazones de los presentes.
El intercambio de historias, canciones y tradiciones continuó durante toda la noche. Poco a poco, las barreras invisibles comenzaron a desmoronarse. Los líderes, al compartir sus experiencias y escuchar las de los demás, descubrieron que sus diferencias eran superficiales comparadas con los lazos profundos que los unían.
Con las primeras luces del amanecer, María, con lágrimas de gratitud en los ojos, contempló el milagro que había acontecido: un "puente invisible" se erigía majestuosamente entre los corazones de los presentes. Los líderes, transformados por el mágico poder del diálogo intercultural, hicieron un solemne juramento de trabajar unidos para restaurar la paz en Isabela. Decidieron crear un consejo intercomunitario, una alianza que abordaría los problemas comunes con sabiduría y compasión.
La noticia de este pacto se esparció como una brisa benigna por toda la isla, y los habitantes de Isabela, inspirados por la luminosa guía de sus líderes, empezaron a colaborar con renovada esperanza. Los conflictos menguaron, y la isla, antaño fragmentada, resurgió como un símbolo brillante de convivencia pacífica y armonía, recordando a todos que la verdadera magia reside en la unión de los corazones.
Y así, en la pequeña isla de Isabela, el diálogo intercultural se convirtió en la piedra angular de una paz duradera, enseñando al mundo que la diversidad, cuando se entiende y se valora, es una fuente inagotable de fuerza y unidad.
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