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LOS HOMBRES Y MUJERES DEL MAÑANA
Si alguna vez has postergado una tarea importante para, digamos, arreglar tu cajón del escritorio o borrar los mensajes de los cientos de WhatsApps recibidos, sabes que no sería justo describirte como flojo. No es pereza o mala gestión del tiempo. Es procrastinación.
Etimológicamente, “procrastinación” deriva del verbo en latín procrastinare , postergar hasta mañana. Entender esto es por lo qué procrastinar nos hace sentir mal. Cuando procrastinamos, no solo estamos conscientes de que estamos evadiendo la tarea en cuestión, sino también de que hacerlo es una mala idea. Y aun así, lo hacemos de todas maneras, sabiendo que tendrá consecuencias negativas. La procrastinación es la tendencia de nuestra mente a dar prioridad a necesidades a cor to plazo en vez de las de a largo plazo.
La procrastinación no es un defecto del carácter o una mala habilidad para administrar el tiempo, sino una manera de enfrentar las emociones y los estados de ánimo negativos generados por ciertas tareas: aburrimiento, ansiedad, inseguridad, frus tración o resentimiento. La procrastinación es enfocarse más en la urgencia inmediata de administrar los estados de ánimo negativos, que en dedicarse a la tarea.
Nuestra aversión depende de la tarea asignada o la situación. Podría ser debido a que la tarea misma es poco placentera, como tener que hacer un inventario de llantas u organizar una aburrida y larga hoja de cálculo con reportes para el jefe. Sin embargo, también podría resultar de sentimientos más profundos relacionados con la tarea, como dudar de uno mismo, tener baja autoestima, sentir ansiedad o inseguridad. Cuando fijas la mirada en un documento en blanco, tal vez estás pensando: “No soy lo suficientemente inteligente para escribir esto, ¿qué opinará la gente? Escri- bir es tan difícil. ¿Qué pasa si lo hago mal?”. Todo esto puede llevarnos a pensar que hacer a un lado el documento y en cambio arreglar el cajón del escritorio es una muy buena idea.
Por supuesto, eso solo engloba las asociaciones negativas que tenemos con la tarea, y esos sentimientos todavía estarán ahí cuando volvamos a ella, junto al estrés y ansiedad aumentados, sentimientos de baja autoestima y de c ulpabilidad.
Los pensamientos recurrentes y sentimientos de culpabilidad que muchos de nosotros tene mos a raíz de la procrastinación, son conocidos como Cogniciones Procrastinatorias. Los pensamientos que tenemos sobre procrastinación suelen exacerbar nuestra angustia y es trés, lo que contribuye a todavía más procrastinación.

No obstante, el alivio temporal que sentimos cuando procrastinamos es lo que realmente hace muy vicioso el círculo. En el presente inmediato, suspender una tarea brinda alivio, has sido recompensado por procrastinar. Esta conducta nos ha enseñado que cuando somos recompensados por algo, tendemos a hacerlo de nuevo. Esta es precisamente la razón por la que la procrastinación tiende a no ser un comportamiento, sino un círculo, uno que fácilmente se convierte en un hábito crónico. Con el paso del tiempo, la procrastinación crónica tiene costos no solo en la productividad, sino efectos destructivos medibles en nuestra salud mental y física, incluidos estrés crónico, angustia general psicológica y baja satisfacción con nuestra vida, síntomas de depresión y ansiedad, hábitos deficientes de salud, enfermedades crónicas e incluso hipertensión y enfermedades cardiovasculares.
Debemos darnos c uenta de que, en esencia, la procrastinación es un asunto de emociones, no de productividad. La solución no involucra descargar una aplicación de gestión de tiempo o aprender nuevas estrategias de autocontrol. Tiene que ver con manejar nuestras emociones de una manera diferente. Nuestros cerebros siempre están buscando recompensas. Si tenemos un círc ulo de hábitos alrededor de la procrastinación pero no hemos encontrado una mejor recompensa, nues tro cerebro continuará haciéndolo una y otra vez hasta que le demos algo mejor que hacer. Es por ello por lo que la solución debe ser interna, y no dependiente de cualquier cosa excepto nosotros mismos.
Cómo dejar de procrastinar
1Elimina las excusas de tu vida; lo principal que debes hacer para dejar de procrastinar es, precisamente, eliminar las e xcusas de tu vocabulario. La próxima vez que pienses «mañana será otro día» o «tengo que hacerlo», cambia tu lenguaje a: «yo elijo hacerlo», «sacaré provecho a esta tarea» o «esto me ayudará a lograr una rutina mucho más productiva».
2Establece un plan en tu rutina; la organización es otro punto clave en el camino para dejar a un lado la dilatación. Procura dividir esas actividades que tanto te cuestan cumplir en tareas más cor tas, define metas claves y concretas que te permitirán tener un plan mucho más flexible.
3Dile adiós al miedo o fracaso; si estás pensando en dejar a un lado la postergación de tareas tienes que eliminar la preocupación de tu vida. Las palabras «miedo» o «fracaso» no deben convertirse en un obstáculo, si flexionas sobre todo lo que has logrado en tu vida, te darás cuenta de que eres capaz de todo y mucho más. Adoptar un pensamiento más positivo sobre la vida despertará tu potencial para alcanzar todo lo que te propongas. Y si no es suficiente piensa, ¿qué es lo peor que puede pasar si no logramos lo que queremos? Como dice la famosa frase, de los errores se aprende.
4Cambia tu gratificación instantánea; no evadas esas responsabilidades incómodas o aburridas. En su lugar, busca alcanzarlas y premia tu esfuerzo con alguna recompensa personal, esto te dará la motivación extra que necesitas para culminar tus proyectos. Procura establecer tus propios límites y descansar c uando lo necesites. De esta manera el trabajo será menos abrumador y lograrás una mayor concentración en tus tareas. Disfruta de manera responsable de esas pequeñas distracciones que te permitan descansar y reponer energías. Eso sí, en tu horario establecido para trabajar, procura dejar a un lado el WhatsApp, las redes sociales o c ualquier otra actividad que te desconcentre.
5Gestiona tus objetivos y, ¡disfruta el proceso!; el seguimiento y revisión de tus metas te permitirá definir qué tareas necesitas completar en tu día a día. Y nunca olvides acompañar tu gestión de responsabilidades con alegría y motivación. La adopción de nuevos hábitos saludables será el motor para alcanzar todo lo que te propongas.
Recuerda que todo cambio requiere de buena actitud y que el mejor momento para comenzar, ¡es el hoy!