5 minute read

Sobre la politización del movimiento feminista

pasado, que si comparamos nuestra situación social con la de mujeres en otras partes del mundo deberíamos sentirnos agradecidas, conformarnos. Que los hombres siempre van a ser hombres, y que hay que disculpar las agresiones sexuales si estaban en un estado de ebriedad cuando se cometieron. Boys will be boys. Sois las mujeres las que no deberíais llevar ropa ajustada, las que no debéis andar solas de noche, las que no deberíais emborracharos de fiesta. “¿Qué llevaba puesta la víctima?” Es vuestra responsabilidad que no os agredan, que no os pase nada. Pero tampoco es lícito que digáis que le tenéis miedo a los hombres. Es injusto. No todos soniguales.

Desde los comienzos de la lucha en pos del sufragio femenino, ya en el siglo XIX, se han mediatizado críticasmuydiversasrespectoal movimiento feminista. Estas críticas no comenzaron realmente a la par que la reivindicación del derecho al voto de la mujer, vienen de mucho más atrás, desde que las mujeres comenzaron a exigir poder participar enel mundo laboralo vivir solteras, sin necesidad de someterse al yugo de un marido o un padre que coartara su libertad. Ya entonces se las menospreció y se las ridiculizó, apoyándose en la argumentación de que las mujeres eran seres endebles y emocionales. Donde ha habido una mujer que se ha rebelado contra el orden establecido, ha habido censura y exclusión social.

Advertisement

La mayoría de estos intentos por quitarle valor a la lucha feminista son los tópicos que acostumbramos a oír cada vez que nos manifestamos; que el machismo es cosa del

Yesciertoquenoloson,peromuchoscallan al ver la violencia cotidiana. O simplemente prefieren no fijarse, no escuchar. No conferirle importancia. Deshumanizar la figura femenina a través de los medios de comunicación, convirtiéndola en únicamente un interés romántico o sexual supeditado a un protagonista masculino. Cosificándola, sexualizándola,acallándola.

Formas invisibilizadas de violencia.

Podría ser interesante ahondar más en estas cuestiones, pero el objetivo de este artículo es tratar uno de los reprochesmáspopulares que se está haciendo constantemente a nuestro colectivo. La crítica, expuesta de forma sencilla, es que meter el feminismo en política va a arruinar todo lo que tiene de bonito del movimiento y de alguna manera lo vaaconvertirenalgomonetizable.

Esta crítica al feminismo se basa en la conjetura de que losmovimientos sociales se deben quedar donde comenzaron: en las calles. Se dice que de otra manera, si llegan a involucrar al gobierno, es probable que se corrompan y pierdan su esencia de lucha popular.

Es cierto que esta, como tantas otras, es una reivindicación que le pertenece al pueblo, a lagentede apie.Peroresultabastanteobvio que lo que busca cualquier intento de lucha social es, claramente, cambiar sus condiciones de vida. Pensar que este cambio puede realizarse solo en las calles, sin involucrar a la política, es idealista e ingenuo siendo amables. Cualquier revolución busca cambiar la ley, ya que aún en el improbable caso de que se consiguiera concienciar a toda la población sobre el problema que se reivindica, sigue existiendo la cuestión de que hay personas que nacen con ciertos privilegios sociales que no se pueden obviar ni alterar a corto plazo. Una persona blanca nunca tendrá que enfrentarse a la violencia del racismo, con lo cual tiene un privilegio. Una persona heterosexual nunca tendrá que enfrentarse a la homofobia, con lo cual tiene un privilegio. Solamente a través de la ley combinada con los movimientos de reivindicación se puede intentar subsanar estas diferencias sociales y redistribuir de formaequitativaelpoderenlasociedad. Las leyes determinan las sociedades. Un ejemplo muy claro de ello es la paulatina aceptación (aunque en algunos casos, reticente) que se dio en España del matrimonio homosexual desde que aprobaron la ley que lo permitía, el 2 de julio de 2005. Que exista una ley como esa permite que se normalice y se descriminalice el matrimonio entre personas de un mismo sexo a ojos de la sociedad, y es, por tanto, una parte importante de la lucha contra la homofobia. Por esto digo que la concienciaciónporcuentapropiapuedetener influencia, pero sin leyes que la respalden, sin autoridades estatales, es complicado mantenerelcambio.

Por supuesto, a muchas personas no les preocupa realmente que el movimiento se vaya a corromper al politizarse. Lo que les preocupaesqueelmovimientoganepoder.

Encuentro que hay muchas personas que se sienten amenazadas ante la lucha feminista, yaque esunacorrientequebuscaeliminar la desigualdad de género y desarticular el patriarcado. Y como cualquier estructura social injusta, siempre va a haber un colectivo dentro de la misma que se ve beneficiado por tal situación de desigualdad. En este caso, lo que resulta amenazante del feminismo es la posibilidad de perder esos privilegios de los que goza el género masculino a expensas de las mujeres. Privilegios, que no derechos. El problema con esta distinción es que cuando vives toda tu vida con un privilegio, acabas por considerarlo un derecho, y cuando te lo intentan arrebatar te sientes como si estuvieran coartando tu libertad, aunque no seaasí.

Algunos privilegios que han tenido los hombres cis a expensas de las mujeres hastahacepocosaños,hansidocosascomo la que originó el movimiento #MeToo en 2017, es decir, la posibilidad de acosar y agredir sexualmente a mujeres en su puesto de trabajo aprovechándose de una posición de superioridad laboral y social, ya que las mujeres agredidas no solían salir bien paradas en caso de que se atrevieran a denunciar. No solo perdían así su puesto de trabajo, si no que se enfrentaban (y se enfrentan) a un sistema legal corrupto fácilmente manipulable por hombres con influencia mediática y económica. Las chicas podían perderlo todo y enfrentarse a la posibilidad de ser vilipendiadas públicamente en el probable caso de que su demanda fueradesestimada,haciéndolasquedarcomo mentirosas.

Otros privilegios más cotidianos que tienen los hombres cis en España pueden ser la posibilidad de tener varias parejas sexuales sin que por ello se les mire como objetos sin valor, el no sufrir acoso sexual callejero diariamente y el no tener que estar constantemente preocupados por si van a ser víctimas de una violación o agresión sexual por parte de algún conocido. La Delegación del Gobierno contra la Violencia de Género nos proporciona las alarmantes estadísticas de que el 57,2% de las mujeres ha sufrido violencia por su género y dos millones ochocientas mil mujeres han sufrido violencia sexual en España, en el 99,6% de los casos perpetrada por un hombre, y en un 60,9% de los casos ese hombre siendo un familiaroamigo.

Hay que tener también en cuenta que se estima que solo el 40% de las víctimas reconocen haber sufrido dicha violencia, y que únicamente un 8% de ellas presenta una denuncia. Y, entrando en otra de las grandes críticas al movimiento feminista, añado que sólo hubo7denunciasfalsasporviolenciade género de las 168.057 presentadas durante 2019.

Elfeminismo, desdesus orígenes,hasidoun movimiento político. Desde los esfuerzos de las sufragistas en todo el mundo para cambiarlaley queno lespermitía votar,alas mujeres que lucharon en España hasta que en 1983 se les permitió el acceso al aborto en condiciones dignas. Siempre se ha luchado por crear un código legal justo y beneficioso, pero justo para todos, no solo paraaquellosqueredactanlaley.

Decir que politizar el feminismo implica corromperlo es únicamente una manera más de tratar de frenar su avance, de relegarlos a un plano más manejable, más cómodo para aquellos a los que nuestro silencio les viene bien. Pero ya no nos vamos a callar, eso es unhecho.Lesguste,ono.

Sofía DanailovEsteban. 2B6

This article is from: