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Rumbo al 2024
by AMIB
Alejandra Marcos Iza Directora de Análisis y Estrategia en Intercam LinkedIN: Alejandra Marcos Iza Twitter: @alemarcosi
El 2023 ha sido un año caracterizado por las constantes revisiones al alza en las estimaciones sobre la actividad económica internacional, más específicamente en Estados Unidos, y con ello el desempeño esperado para la economía mexicana.
Si bien se han diluido las estimaciones sobre una recesión económica del principal motor de crecimiento económico global: Estados Unidos, casi se puede asegurar con total certidumbre que se enfrentará una marcada desaceleración originada por el intenso ciclo restrictivo que ha implementado la Reserva Federal desde marzo del 2022. El incremento en las tasas de fondos federales ha sido el más rápido y elevado de los últimos 23 años.
Por esto, los mercados habían anticipado que la economía mundial crecería a un ritmo más moderado de lo mostrado en la última década. Así lo señalaban los principales organismos internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la OCDE. No obstante, y pese a un panorama plagado de riesgos, todos y cada uno de los pronosticadores han revisado de manera importante las previsiones sobre la actividad económica en este 2023, luego que los datos indican que la economía estadounidense sigue mostrando solidez.
De acuerdo con las cifras del PIB en el segundo trimestre del año, la economía de Estados Unidos y México parece no mostrar signos de desaceleración; incluso algunos componentes de la demanda agregada señalan que la actividad económica se ha acelerado y estamos lejos de entrar en una recesión.
La economía de Estados Unidos creció a un ritmo de 2.4% en el segundo trimestre en términos anuales, mientras que en México el PIB fue de 3.6%, ligando un primer semestre con crecimientos superiores al 3%. Muy lejos de los pronósticos que planteaban una trayectoria de marcada desaceleración y cuyo promedio se situaba en 1.0%.
Aunque la economía mexicana fue una de las grandes del mundo que más tardíamente recuperó los niveles de actividad económica previos a la pandemia —hasta el tercer trimestre de 2022—, durante el primer semestre de este año el crecimiento ha tomado vigor, principalmente por un consumo interno que se mantiene ante los elevados niveles de las remesas y el apretado mercado laboral, cuya tasa de desempleo está en mínimos históricos. El crecimiento responde también al repunte en la inversión que, de acuerdo con los datos más recientes, creció más de 28% apoyado en la construcción sobre todo no residencial.
En Estados Unidos, el consumo también ha sido un factor medular detrás del crecimiento. Pese a los elevados niveles de las tasas de interés y a una inflación que se mantiene lejos del objetivo de la FED, el consumo creció 1.6% en el segundo trimestre, siendo el principal contribuidor al crecimiento económico. Los indicadores económicos adelantados señalan que los servicios se mantienen muy fuertes.
Si bien es cierto que la economía global parece ser más resistente a este ciclo restrictivo, considero que tarde o temprano veremos una desaceleración en la economía. De momento, las estancias restrictivas de los principales bancos centrales parecen no haber tenido el efecto deseado de afectar la demanda agregada.
Pese a que la política monetaria en Estados Unidos no ha dejado una huella importante en los niveles de actividad económica, hay importantes divergencias entre sectores. En tanto las manufacturas ligan ocho meses en contracción los servicios —consumo— se mantienen fuertes.
Así también es la tónica en la economía global, donde los indicadores adelantados sobre actividad económica señalan que la manufactura es la que ha resentido el ciclo restrictivo, mientras que los servicios siguen mostrando una expansión en prácticamente todo el mundo.
Asimismo, podríamos pensar que la invasión Rusia-Ucrania, pese a las enormes pérdidas humanas, en realidad no parece haber cobrado una factura tan importante en materia económica como se esperaba. La Eurozona creció moderadamente en el segundo trimestre del año, salvo por Alemania, pareciera que el bloque se mantiene a flote.
Por otro lado, nos seguimos enfrentando a ciertas distorsiones que dejó la pandemia, particularmente en Estados Unidos, como el cambio en patrones de consumo, los aún elevados niveles de ahorro y las estrechas condiciones del mercado laboral. Además, mientras la FED ha puesto un freno subiendo las tasas de fondos federales en 5.25 puntos porcentuales, la importante postura acomodaticia fiscal del gobierno tiene puesto el pie en el acelerador, por lo que el efecto restrictivo de la política monetaria ha sido muy limitado.
Todo esto, en medio de una inflación que irremediablemente está muy por encima de lo que quisiera ver la Reserva Federal. Si bien es cierto que el pico de inflación ha quedado atrás, y en los últimos 12 meses ha caído 6 puntos porcentuales, la inflación subyacente (que es más estructural y que es la que marca la inflación de mediano y largo plazo) se encuentra a más del doble del objetivo.
Es necesario mantener la tónica restrictiva más tiempo. En Estados Unidos, las tasas han alcanzado niveles de 5.5%, pero tendrán que mantenerse elevadas también durante la primera mitad del 2024. La realidad es que no podemos hablar de un proceso desinflacionario cuando los salarios en ese país están en niveles superiores al 4%, muy por encima de lo que pudiera ser considerado neutral.
Para ver que los salarios crecen a un ritmo más moderado y se evita caer en una espiral salarios-precios es necesario ver una destrucción de la demanda agregada. De lo contrario, las expectativas sobre la inflación podrían comenzar a revisarse al alza, originando un daño todavía más severo.
El siguiente año será fundamental para tratar de dilucidar lo que sucederá de cara al siguiente quinquenio.
Muchos agentes han señalado que el escenario central es de un aterrizaje suave, mientras que estos niveles de tasas de interés inevitablemente comenzarán a ralentizar el crecimiento.
Adicionalmente, existen varios riesgos en el panorama, por lo que hay que señalar que el trabajo de la Reserva Federal no está hecho.
En México, aunque el panorama inflacionario es menos complejo, sí presenta varios retos. La inflación general ha disminuido 3.98 puntos porcentuales en comparación del 8.77% alcanzado en agosto del año pasado. Parte de este efecto se debe a la base comparable que facilita los menores niveles de precios; otra parte es atribuible a las menores presiones inflacionarias alrededor del mundo ante la dilución de choques de oferta.
Pese a ello, resulta evidente que la inflación muestra señales de tener un carácter más estructural. Al interior, las mercancías han descendido de 11.09% a 7.82%, aún elevadas, en tanto los servicios se muestran renuentes a bajar, al situarse en 5.24%. Pareciera que los riesgos están inclinados al alza.
Seguimos enfrentando distorsiones que dejó la pandemia, como el cambio en patrones de consumo, elevados niveles de ahorro y estrechas condiciones del mercado laboral.
Sin embargo, es posible que al Banco de México se le abra un espacio para ceder moderadamente la postura restrictiva. La tasa de referencia no es lo único que se debe de considerar a la hora de medir la postura monetaria; el tipo de cambio juega un factor toral en las condiciones monetarias de una economía.
El índice de Condiciones Monetarias desarrollado por el Banco de Canadá, es usado frecuentemente por los bancos centrales alrededor del mundo para medir cómo las condiciones monetarias afectan la economía a través de las tasas de interés y el tipo de cambio. La política monetaria actúa fundamentalmente a través de dos canales: 1) desalentar el gasto y a la postre afectar la demanda agregada, y 2) mantener ancladas las expectativas de inflación.
Pero en este entorno el efecto más sensible en nuestra economía ha sido en el tipo de cambio. Un peso más fuerte implica condiciones monetarias más restrictivas porque los importadores y exportadores tienen un incentivo a aumentar la oferta interna y consecuentemente bajar los precios.
La tasa real al final del año pudiera ser mucho más restrictiva, si no comenzaran a ceder ligeramente. Considerando que el Banco de México espera lograr la convergencia al objetivo a finales del 2024 o principios del 2025, sumado a una desaceleración en la economía estadounidense que afectará irremediablemente la actividad en México y los niveles de inflación. Por lo tanto, no habría necesidad de mantener las tasas de referencia en estos niveles por mucho tiempo más.
Sin embargo, el panorama para el año entrante es complejo. Las tasas de interés en Estados Unidos, México y el mundo seguirán en niveles elevados —los más altos en las últimas dos décadas—. La actividad económica se espera que sea menor a la que hemos presenciado en los últimos años. Las posibilidades de ver un escenario recesivo en Estados Unidos no son una cuestión menor.
Sin embargo, más allá de intentar dibujar el escenario económico del 2024, lo más relevante es que el siguiente año será fundamental para tratar de dilucidar lo que sucederá de cara al siguiente quinquenio.
Tendremos elecciones presidenciales en México y en Estados Unidos, lo que augura un panorama de fuerte volatilidad, constantes debates, y comenzarán a esbozarse los primeros embates entre ambas economías, las políticas públicas que proyectan los intereses y prioridades de cada país, así como las urgencias sobre cuestiones fiscales.
En ese tenor, y considerando la fuerte apreciación del peso, no podemos dejar de señalar que ante épocas de incertidumbre la primera variable de ajuste es el tipo de cambio, pudiendo perder terreno si existiera agitación política local ointernacional.
Además, dados los niveles del peso, que ha alcanzado una sobrevaluación considerable, es posible prever un ajuste. Sin embargo, al final de cuentas, si el balance de fuerzas se mantiene como hasta ahora, con un déficit de cuenta corriente moderado, totalmente financiado por la inversión extranjera directa y un diferencial de tasas importante, aunque menor, deberíamos de ver un peso aún con fortaleza.
En ese sentido, habremos de abrocharnos los cinturones que el 2024 promete ser muy entretenido, por decir lo menos. •