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Las deudas no se pagan con utopías
from Algo Más 2022
by AlgoMás 2023
Por Mercedes Ruberto
No es necesario irse lejos para detectar las carencias de igualdad en la sociedad. Sólo hay que recordar el objetivo más básico de la Ley Nacional N°26.743 de Identidad de Género y preguntarnos: ¿cuán concreta ha sido su implementación?
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Las palabras de un papel no alcanzan si no hay acciones reales que las sostengan. El primer artículo del documento implanta el derecho a que cada persona sea reconocida y tratada según su percepción individual de género y pueda desarrollarse libremente conforme a su identidad. La espera para que estas líneas sean visibles parece eterna. Por supuesto que hay que celebrar la cantidad de personas beneficiarias de este derecho fundamental, pero no se puede permitir el silencio ante ese “cada persona” que todavía es una meta lejana. En cuanto al reconocimiento, trato justo y libre desarrollo que exige la ley, no hace falta más que enfrentar nuestra sociedad y reflexionar si les travestis, trans y no binaries gozan de aquellos en plenitud. Una cita del libro
Las Malas, de la escritora travesti Camila Sosa Villada, es una forma útil de pensar en esto: “Aquella vida donde siempre fui extranjera, donde no era dueña de nada. Una mierda de vida, con el deseo perpetuamente reprimido. Así aprendí a mentir, a ocultar mi secreto, a preservarme de los ojos de los demás”. Estos fragmentos de juventud disidente que narra Villada aplican para describir la situación de incontables niñes y adolescentes que se enfrentan cada día a un mundo hostil que castiga a quienes se salen de la normatividad.
Por otro lado, la implementación de la Educación Sexual Integral sigue quedando retardada. Hay una deuda de las instituciones educativas, en las cuales hasta el día de hoy se insiste en imponer las formas de ser hombre o mujer, no se muestran otras opciones de identificación y ni siquiera se da la posibilidad de elegir. Todavía se comienza la jornada escolar remarcando la división de género, formando niñas y niños separades, con una asignación que se rige por aspectos biológicos. Menos que menos se apuesta a instruir a las niñeces y las juventudes en las implicancias culturales de la categoría de género y se olvida por completo la responsabilidad que hay en todos los niveles de acompañar la construcción de una identidad que nos haga sentir más libres.
La única estadística de condiciones de vida travesti-trans realizada en Paraná fue llevada adelante en 2018 y en ella se demuestra que, de 60 entrevistades, el 77% estaba en búsqueda de un trabajo formal y un 68% no tenía cobertura de salud.
Además, siete de cada diez dijeron haber tenido que recurrir a la prostitución para subsistir y casi el total de los casos creía que la identidad disidente dificultaba conseguir un empleo digno. La situación no demuestra haber cambiado mucho, pero el gobierno provincial parece haber desechado la ordenanza N°9.834 que desde 2019 apuntaba a integrar la comunidad a un 2% de los puestos municipales. Futuros históricamente soñados que todavía tienen cara de utopía.
Entonces, tenemos Ley de Identidad de Género, pero, ¿refleja en efecto lo que pregona? Tenemos Ley de ESI, ¿cuántos de nosotres afirmamos haber recibido la educación sexual integral que por derecho debería estar en nuestros programas desde 2006? Tenemos Ley de cupo laboral trans, ¿dónde está cumplido? ¿Perciben las personas trans y travestis una mejora en sus posibilidades de empleo? La deuda persiste con las bases mismas de un compromiso que se acomoda entre palabras y promesas.