El 2025 cierra como un año que nos recordó la importancia de mirar la infraestructura y el desarrollo urbano no solo como obras, sino como decisiones de país. A lo largo de estos doce meses conversamos con especialistas, líderes gremiales, académicos, funcionarios y actores clave que están definiendo el rumbo de México. Hablamos de movilidad, agua, vivienda, energía, innovación y planeación; analizamos los grandes proyectos y reflexionamos sobre los desafíos que impactan directamente en la competitividad, la sustentabilidad y la calidad de vida. Lo hicimos con un compromiso editorial claro: ofrecer información que ayude a entender el sector con mirada crítica, técnica y humana. Ese compromiso no termina aquí. En 2026 seguiremos impulsando las conversaciones que importan, conectando voces expertas y abriendo espacio para el análisis que fortalece a nuestra comunidad profesional.
Al mismo tiempo, quisimos recordar que construir país también significa construir cultura, curiosidad y disfrute. Por eso, nuestra sección Más allá de la construcción continuará creciendo en 2026 con temas que acompañan la vida cotidiana de nuestros lectores: automovilismo, gadgets, lifestyle, historia, turismo y esas historias que amplían la mirada más allá del plano arquitectónico o la obra civil. La construcción es un universo amplio, y desde aquí seguiremos explorándolo en todas sus dimensiones: las que levantan ciudades y las que alimentan la inspiración. El siguiente año traerá nuevos retos y nuevas historias, y estaremos ahí para contarlas.
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La revolución energética que empieza en los techos.
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28 INNOVACIÓN EL AGUA VUELVE A CASA Nuevo León construye su futuro gota a gota.
58
OPINIÓN HACIA UNA CALIFICACIÓN De la infraestructura en México.
ORGANISMOS
4 FEMCIC
50 Reunión Nacional en Guanajuato.
PERFILES
12 ING. JOSÉ DOZAL
Un gremio que late unido.
16 ING. CLEMENTE POON
El rumbo de un ingeniero.
20 ING. ENRIQUE CERVERA
La ingeniería que se construye con humildad
INFRAESTRUCTURA
28 EL SOL QUE IMPULSA EL MAÑANA
Energía limpia para un México imparable.
REAL ESTATE
32 MONTERREY
Crece hacia el cielo, sin perder el suelo.
INNOVACIÓN
38 EL AGUA VUELVE A CASA
Nuevo León construye su futuro gota a gota
42 MONTERREY - LAREDO
La ruta donde México acelera su futuro.
INGENIERÍA
48 CIUDADES QUE PIENSAN
BIM y la infraestructura verde.
52 MEDIACIÓN EN LA CONSTRUCCIÓN
Gestionar conflictos sin detener la obra Parte 1
54 MÉXICO IMPULSA LA MOVILIDAD del futuro del PIARC
CONSTRUYENDO OPINIÓN
58 HACIA UNA CALIFICACIÓN
De la infraestructura en México.
68 DESARROLLO Y PLANEACIÓN
Urbana en México.
MÁS ALLÁ DE LA CONSTRUCCIÓN
78 AUTOS: XIAOMI SU7.
80 TURISMO: Viajes de fin de año
84 LIFESTYLE: Los mejores vinos para celebrar.
86 HISTORIA: El cuatro veces histórico Puerto de Veracruz
90 GADGETS: Tecnología para disfrutar la navidad.
Guanajuato
la ciudad que abrazó a la ingeniería
50 años de FEMCIC mirando al futuro
Entre historia, innovación y visión de futuro, el gremio celebró cinco décadas de unidad, conocimiento y compromiso con México.
Guanajuato capital, ciudad Patrimonio de la Humanidad, fue mucho más que sede de la 50.ª Reunión Nacional de la Federación Mexicana de Colegios de Ingenieros Civiles: se volvió símbolo. Del 19 al 22 de noviembre, sus callejones, su tradición minera y su memoria histórica se enlazaron con los desafíos de la ingeniería del siglo XXI. El Colegio de Ingenieros Civiles de Guanajuato imprimió un sello de calidez, orden y profesionalismo que marcó el tono de un encuentro his-
tórico, guiado por un eje claro: sustentabilidad e innovación como presente —no solo como futuro— de la infraestructura en México.
La sesión inaugural definió el espíritu de la reunión. Se subrayó que la verdadera sustentabilidad es, antes que nada, social y humana, y que la innovación florece donde hay inclusión, diversidad y colaboración. Desde el llamado a sumarse al decálogo por la inclusión hasta la invitación a reducir y reciclar residuos, el mensaje fue
contundente: cada ingeniera e ingeniero también es guardián del entorno. La Rectora General de la Universidad de Guanajuato, Dra. Claudia Susana Gómez López, recordó que la ingeniería civil conecta personas, territorios y oportunidades, y la vinculó directamente con los Objetivos de Desarrollo Sostenible: agua, energía limpia, infraestructura, trabajo digno y alianzas, insistiendo en que lo importante es avanzar con acciones concretas.
El presidente nacional de la FEMCIC, Ing. José Guillermo Dozal Valdéz, destacó la trascendencia de reunir a
63 colegios del país en un mismo espacio de diálogo, actualización y certificación. Invertir en infraestructura sostenible —dijo— es apostar por el crecimiento económico de México, y ese reto solo se logra con una alianza real entre gobierno y sociedad civil organizada. La Arq. Samantha Smith, presidenta municipal de Guanajuato capital, dio uno de los mensajes más emotivos: “La ingeniería cambia vidas”. Habló de puentes que transforman comunidades, sistemas de agua que mejoran la salud de las familias y proyectos de movilidad que redefinen la dinámica de una ciudad. La representación del gobierno estatal reafirmó que Guanajuato apuesta por movilidad integral, conectividad regional e infraestructura resiliente con las personas al centro.
La Región Centro-Occidente tuvo también un papel destacado. En sus trabajos se puso sobre la mesa el papel estratégico de la inteligencia artificial y la digitalización de procesos para construir una industria más eficiente y sustentable. Los colegios presentaron sus actividades, logros y el crecimiento de sus membresías, demostrando que la capacitación se consolida como la principal fortaleza del gremio. El momento más emotivo fue la develación de la placa del Salón de Plenos del CIC Guanajuato, que ahora lleva el nombre del Ing.
Guillermo Smith Guerrero, en homenaje a quien donó el predio donde se erige la sede del Colegio: un gesto que honra la memoria y refuerza la identidad del gremio.
El componente humano y gremial estuvo presente desde el inicio. La noche de rompehielos permitió que ingenieras e ingenieros de todo el país se reconocieran como parte de una misma comunidad. Más adelante, una callejoneada por las calles iluminadas de Guanajuato se convirtió en una experiencia entrañable: música, historia y tradición al servicio de algo muy simple y poderoso a la vez, la convivencia. La ciudad se volvió escenario vivo de la fraternidad gremial, recordando que la ingeniería también construye vínculos y memorias compartidas.
En el plano académico y técnico, la reunión ofreció un programa robusto. El Dr. Sergio Antonio Silva Núñez habló de las competencias del ingeniero civil en la era de la inteligencia artificial, subrayando que la IA no es una moda, sino un cambio de paradigma en la forma de diseñar y planear la infraestructura. La conferencia y mesa redonda sobre regeneración de aguas residuales mostró el primer proyecto de reúso potable indirecto en América Latina, evidenciando que
la ingeniería mexicana está marcando precedentes en soluciones hídricas sustentables. El Dr. Salvador Botello Rionda explicó cómo los métodos numéricos y el cómputo avanzado permiten optimizar materiales, incrementar seguridad estructural y reducir impactos ambientales.
Otro de los momentos clave fue la conferencia sobre reciclado y optimización de materiales del Dr. Julio César Leal Vaca, acompañada de una mesa redonda con especialistas que abordaron economía circular, asfaltos, estabilización de suelos y la traducción de la innovación desde el laboratorio hasta la obra. El Dr. Francisco Javier Castañeda Garay sorprendió con una ponencia centrada no en fórmulas ni especificaciones, sino en valores, ética, hábitos y carácter como cimientos del desarrollo profesional. Y el
Ing. Mario Alfonso Bonal Rodríguez, del Instituto de Innovación de Guanajuato, mostró cómo los datos se han convertido en el nuevo insumo estratégico: sin buena información, no hay movilidad eficiente ni ciudad sustentable posible.
El panel Sustentabilidad e innovación, el presente y futuro de México tejió una visión integral. Se habló de ciudades inteligentes, big data, movilidad sustentable, energías limpias, nuevas leyes y, sobre todo, de ética,
paridad y liderazgo humanista. La idea de que “diseñar es un acto de amor y de esperanza” resonó como una brújula moral para el gremio. Paralelamente, las coordinaciones de la FEMCIC presentaron resultados en temas de movilidad, capítulos estudiantiles, peritos, certificación, ordenamiento territorial, costos, vinculación y participación de mujeres en la ingeniería civil. El mensaje fue claro: la Federación se fortalece cuando sus regiones, colegios, capítulos jóvenes y comités trabajan alineados.
La vida institucional tuvo también sus momentos clave. La tradicional reunión de expresidentes, encabezada junto con el Ing. José Guillermo Dozal, reforzó la idea de continuidad y memoria: quienes ya dirigieron la Federación hoy acompañan, orientan y aconsejan al liderazgo actual. En la Asamblea, el presidente presentó su informe de actividades, resaltando la presencia de la FEMCIC en reuniones regionales, foros nacionales e instancias de gobierno, así como la certificación obtenida ante China–México y el trabajo con el Senado en temas de desarrollo urbano y ordenamiento territorial. Cada región presentó su propio informe, reportando incremento en membresías, fortalecimiento de la capacitación y necesidades específicas, construyendo una radiografía precisa del estado de la ingeniería civil organizada en el país.
El cierre estuvo a la altura de la ocasión. La Cena de Gala y clausura de la 50.ª Reunión Nacional fue una noche de gratitud, abrazos y orgullo gremial. Presidentes de colegios, líderes del sector, expresidentes y representantes de todo México celebraron juntos una edición que combinó rigor técnico, reflexión ética y calidez humana. Entre brindis y conversaciones, se reafirmó la convicción de que la ingeniería civil transforma territorios, pero también comunidades y desti-
nos personales.
Cuando las luces de la gala comenzaron a apagarse, una nueva expectativa ya estaba en marcha: la 51 Reunión Nacional se llevará a cabo en febrero de 2026 en la Ciudad de México, teniendo como sede al Colegio de Ingenieros Civiles de México. Guanajuato entregó la estafeta habiendo demostrado que una ciudad puede ser al mismo tiempo memoria y laboratorio de futuro. La historia continúa, y el siguiente capítulo promete profundizar lo aprendido aquí: que el país se construye con técnica, sí, pero solo será verdaderamente habitable si se construye también con ética, visión y humanidad.
UN GREMIO QUE LATE UNIDO
la visión de José Dozal para la ingeniería civil que sostendrá el futuro de México
En Guanajuato, una ciudad que parece hecha de historia y destino, la ingeniería civil mexicana vivió un momento que quedará grabado en la memoria del gremio. Durante la 50ª Reunión Nacional de la FEMCIC, los ingenieros civiles se reencontraron con su propósito más profundo: servir al país. Entre abrazos de reencuentro, presentaciones técnicas, discusiones apasionadas y noches que cerraron con la sensación de que algo grande estaba renaciendo, José Guillermo Dozal Valdéz, presidente del XI Consejo Directivo de la Federación, expresó con convicción el alma de este encuentro: “Volver a Guanajuato es volver a casa.”
Lo dice con un orgullo que contagia. Guanajuato fue testigo de tres días donde sesenta colegios, distribuidos en ocho regiones, compartieron sus mejores prácticas, innovaciones, fracasos que enseñan y logros que inspiran. Para Dozal, esa es la esencia de la FEMCIC: una comunidad que crece cuando abre el corazón y la experiencia, una familia técnica que se fortalece cuando sabe escucharse. “Aprendemos unos de otros; crecemos juntos. Ese es el espíritu gremial que nos define”, asegura con la serenidad de quien ha visto cómo la unión transforma.
La innovación también tuvo rostro humano. La visita al Distrito de Innovación sacudió ideas, despertó in -
quietudes y recordó que, aunque la inteligencia artificial avanza con rapidez, el ingeniero civil sigue siendo el guardián del criterio, del sentido común, de la ética profesional. “El capital intelectual es lo más valioso que tenemos. La IA es una herramienta; el gremio es el corazón de todo”, afirma Dozal. Ese equilibrio —entre tecnología y humanismo, entre lo nuevo y lo esencial— marcó la identidad de la reunión.
Esa fuerza gremial no se queda en el presente. Tiene rumbo. Tiene destino. Y tiene fecha: 26 y 27 de febrero de 2026 en la Ciudad de México. La próxima Reunión Nacional será, en palabras de Dozal, “un acto de unidad y visión estratégica”. En alianza
con la Secretaría de Economía y bajo el cobijo del Colegio de Ingenieros Civiles de México, se abordarán temas que definirán el futuro del país: los Corredores del Bienestar, el Plan México, los Polos de Desarrollo, la reconfiguración territorial y la urgente actualización de la ley para que peritos especializados participen en obras federales. Nada de eso es técnico solamente; son decisiones que cambian la vida de millones de personas.
Lo dice con fuerza: “Queremos recuperar nuestro peso específico en la toma de decisiones. México necesita la voz técnica de sus ingenieros”. Y en ese deseo no hay ego, hay servicio. No hay protagonismo, hay responsabilidad. La FEMCIC quiere es-
tar en las mesas donde se decide el rumbo de la infraestructura, la vivienda sustentable, la movilidad del futuro y la resiliencia del país. Quiere ser convocada, escuchada, considerada. Quiere ser la brújula técnica en un momento donde el país necesita claridad.
La Federación también tendrá un papel clave dentro del Consejo de Políticas de Infraestructura. Compartirán mediciones, diagnósticos y datos que permitirán evaluar obras con criterios serios. Dozal lo resume con una frase que resonó fuerte entre los asistentes: “Lo que no se mide no se mejora.” Y en la voz de un ingeniero civil, esa frase adquiere un carácter casi moral: medir es cuidar; medir es hacer bien; medir es construir para que dure.
“El capital intelectual es lo más valioso que tenemos. La IA es una herramienta; el gremio es el corazón de todo”, afirma Dozal. Ese equilibrio —entre tecnología y humanismo, entre lo nuevo y lo esencial— marcó
la
identidad de la reunión.”
Pero donde el tono se vuelve más emotivo es cuando habla del gremio como familia. “Sesenta colegios, treinta mil ingenieros… todos distintos, todos con historias propias, pero todos con el mismo compromiso: construir México.” En ese “nosotros” cabe todo: los ingenieros jóvenes que llegan con hambre de aprender, los ingenieros veteranos que comparten décadas de experiencia, las mujeres que hoy ocupan más espacios de liderazgo, los profesionistas que vuelven a reencontrarse con colegas de vida. No es solo técnica. Es identidad.
Por eso, cuando el ingeniero Dozal reflexiona sobre el futuro, su mirada se llena de emoción. Y lo que dice deja un eco que trasciende la entrevista:
“Somos la ingeniería civil mexicana. Somos quienes abrimos caminos donde no los hay, quienes damos agua donde falta, quienes levantamos hospitales, puentes, viviendas y escuelas. Somos quienes transformamos territorio en oportunidad. Cuando estamos unidos, no hay proyecto que nos quede grande. Y cuando hablamos con una sola voz, el país escucha.”
El cierre es épico, inevitable y profundamente inspirador:
“Hoy más que nunca, el gremio está vivo. El gremio está de pie. Y el gremio está listo para construir, con técnica, con corazón y con unidad, el México que vendrá.”
“La Federación también
tendrá un papel clave dentro del Consejo de Políticas de Infraestructura. Compartirán mediciones, diagnósticos y datos que permitirán evaluar obras con criterios serios. Dozal lo resume con una frase que resonó fuerte entre los asistentes: “Lo que no se mide no se mejora.”
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EL RUMBO DE UN INGENIERO
la vida, las obras y la visión futura de Clemente Poon
“El de
Mexicali, el de Oaxaca, el de Cancún… todos somos iguales”, cuenta con entusiasmo. Habla de esas reuniones como encuentros entre amigos, sin jerarquías duras, donde el afecto profesional se mezcla con la camaradería que solo se construye entre quienes comparten una misma vocación.”
El diálogo con Clemente Poon se abre como quien abre una ventana a medio siglo de ingeniería mexicana. Su voz tiene esa mezcla de firmeza y serenidad que solo da la experiencia. Se graduó como ingeniero civil en 1979 en la Universidad Autónoma de Guadalajara, aunque su historia comenzó mucho antes, cuando un joven de Sinaloa tuvo que dejar su hogar para estudiar sin más brújula que sus propias decisiones. Recuerda que aquella independencia forzada lo marcó profundamente: le enseñó a sostenerse solo, a mirar el futuro y a trabajar con disciplina. “Un joven de dieciocho años se fue de su casa a vivir y a estudiar… eso me ayudó a formarme”, comparte, como quien mira el pasado con gratitud.
Su vida profesional inició de inmediato. El día después de su graduación, ya estaba trabajando en la Secreta -
ría de Comunicaciones, impulsado por un maestro que vio en él el brillo de los ingenieros que no se quedan quietos. Le tocó, siendo estudiante, participar en la carretera Hidalgo – Mazatlán en Guadalajara, casi un presagio de lo que vendría después. Lo narra con cierta sorpresa, como si aún le impresionara que aquella casualidad definiera tanto su destino.
Las décadas siguientes fueron un viaje por algunas de las obras más complejas del país, especialmente durante sus periodos como director general de carreteras. Ríe cuando recuerda que, para esos años, muchos ingenieros experimentados ya se habían retirado y su generación tuvo que tomar el timón. Entre esas obras emblemáticas está la carretera Hidalgo–Mazatlán, levantada al filo de la Sierra Madre Occidental, donde cada decisión tenía un peso ecológico. “Tuvimos que aprender
cómo salvaguardar flora y fauna, cómo moverla y reinstalarla. Y también tuvimos que hacer túneles… México tenía años sin hacer túneles”, explica. Aquella carretera sumó 61 túneles y más de 30 kilómetros de estructuras entre puentes y excavaciones. Fue, dice, una escuela viviente donde los ingenieros mexicanos demostraron que podían alcanzar retos de talla mundial.
El otro capítulo de su vida se escribió en la trinchera gremial. Ha sido presidente de tres organizaciones distintas, cada una con su propio carácter. En la Asociación Mexicana de Vías Terrestres convivió con especialistas de carreteras y puertos; en el Colegio de Ingenieros Civiles de México abrió el abanico a disciplinas de agua, estructuras y edificación; y en la Federación Mexicana de Colegios de Ingenieros Civiles encontró algo que valora enormemente: la horizontalidad. “Somos pares. El de Mexicali, el de Oaxaca, el de Cancún… todos somos iguales”, cuenta con entusiasmo. Habla de esas reuniones como encuentros entre
amigos, sin jerarquías duras, donde el afecto profesional se mezcla con la camaradería que solo se construye entre quienes comparten una misma vocación.
La academia también forma parte de su ruta. Ingresó a la Academia Mexicana de Ingeniería tras presentar un estudio de los túneles de la Hidalgo–Mazatlán, un homenaje implícito a la obra que marcó su carrera. Hoy participa en la comisión de admisión, revisando expedientes y buscando, como dice, “gente de valor”, ingenieros cuyo currículum vaya más allá de lo ordinario.
Cuando la conversación se vuelve hacia los jóvenes presidentes de colegios y asociaciones, su respuesta emerge casi paternal. Les aconseja aprender, escuchar a los ingenieros con experiencia y aprovechar una sabiduría que, si no se transfiere, se pierde. “Treinta y nueve años en la Secretaría… cuarenta y tres años en este trabajo. Ese valor se pierde si los jóvenes no nos aprovechan.”
“Las décadas siguientes fueron un viaje por algunas de las obras más complejas del país, especialmente durante sus periodos como director general de carreteras.”
Habla con la convicción de quien entiende que el conocimiento no es para guardarse, sino para heredarse. Su visión para México es tan pragmática como profunda. Antes de construir lo nuevo, dice, el país debe preservar lo que ya tiene. Más de cincuenta mil kilómetros de carreteras requieren atención urgente: mantenimiento, conservación y modernización.
Carreteras en buenas condiciones abaratan costos logísticos, reducen emisiones, mejoran la seguridad y dinamizan la economía. Después vendrán las ampliaciones, los tramos nuevos, los libramientos que liberen a las ciudades del tránsito pesado y mejoren la calidad de vida urbana. “Las carreteras son el inicio de todo. Habiendo carreteras, hay salud, hay educación, hay desarrollo.” Con esa frase resume toda una filosofía de infraestructura.
El futuro, reconoce, también implica abrazar nuevas herramientas. La inteligencia artificial está transformando la ingeniería y reta especialmen -
te a quienes, como él, pertenecen a generaciones previas a la era digital. Propone usarla con criterio, como instrumento al servicio de las personas y no al revés. Y señala que los colegios y asociaciones serán clave para capacitar al gremio y mantenerlo actualizado.
La conversación termina, pero queda la sensación de que hablar con Clemente Poon es mirar un mapa del país desde la perspectiva de quien ha caminado cada kilómetro. Su historia no es solo una trayectoria profesional; es una metáfora del ingeniero mexicano que se hace a sí mismo, que aprende de otros, que construye en comunidad y que mira siempre hacia adelante. Cuando se despide, deja un mensaje que resume su espíritu: “Nunca dejemos de prepararnos. Siempre hay que estar al día”. En sus palabras, México parece no solo un territorio, sino una obra en proceso continuo. Una obra que, como él, se levanta con paciencia, visión y la certeza de que el futuro se construye paso a paso.
“Las carreteras son el inicio de todo. Habiendo carreteras, hay salud, hay educación, hay desarrollo.” Con esa frase resume toda una filosofía de infraestructura.”
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ENRIQUE CERVERA
la ingeniería que se construye con humildad, mar y memoria
El Ingeniero Enrique Cervera Aguilar —Quique, como le llaman quienes lo conocen desde los días jóvenes en Mérida— conversa con Revista Construye con la serenidad de quien ha vivido la ingeniería como vocación, oficio y destino. Graduado en 1985 como ingeniero civil con especialidad en hidráulica, su historia inicia con un gesto casi íntimo: un niño que acompañaba a su abuelo, abogado constructor, a las obras para jugar con la grava y respirar el polvo del futuro. De ese sencillo ritual nace un gusto que con los años se volvería oficio, compromiso social y una vida entera dedicada a la infraestructura, la vivienda y la formación de nuevos profesionistas.
Cuenta que la hidráulica fue su puerta de entrada al mundo técnico, pero que el universo laboral en Yucatán pronto lo empujó a abrazar la obra civil y la vivienda con naturalidad. “Me fui encariñando con lo que hacía. Meter agua potable, llevar electricidad, construir espacios dignos. Sentir que proveíamos satisfactores básicos a nuestra sociedad fue siempre un lema para mí”, recuerda. Ese espíritu humanista lo acompañó desde sus primeros trabajos y lo llevó a involucrarse de inmediato en los gremios del sector. Desde 1985 es socio del Colegio de Ingenieros Civiles de Yucatán y con orgullo relata que ha ocupado prácticamente todos los cargos en la CMIC estatal. Además, es fundador de la delegación de CANADEVI en Yucatán, donde impulsó proyectos que transformaron la vivienda en la región.
Sigue vinculado a este ámbito. Hoy participa en un programa nacional de vivienda que está en marcha, afinándose en sus detalles, pero ya en operación. Y cuando habla de sus años profesionales, aparece un hilo conductor: el compromiso con la organización gremial. “La unidad y la fortaleza que da pertenecer a un gremio es invaluable. No solo es capacitación o actualización, es convivencia, alianzas estratégicas, visión compartida”, afirma. Para él, la ingeniería civil florece cuando los ingenieros se reconocen parte de una comunidad que piensa, discute, aprende y se prepara de manera permanente.
No sorprende que su visión del país mire hacia la necesidad de integrar más ingenieros civiles en posiciones donde se definen políticas públicas. Lo dice sin rodeos: la planeación está
en el ADN del ingeniero. Por eso considera indispensable que el Estado recupere la voz técnica para decidir obras, priorizar recursos y anticipar cómo una infraestructura puede cambiar el destino de una comunidad. Lo vivió de cerca cuando fue director general del Consejo Estatal de Infraestructura de Yucatán, donde su tarea era diagnosticar qué obras eran necesarias, urgentes o estratégicas, y determinar su impacto local, regional o nacional. “Planear, ejecutar y prever incluso qué sucederá cuando una obra llegue al final de su vida útil… todo eso es ingeniería”, resume.
Su mundo gremial es amplio: pertenece a la Asociación Mexicana del Asfalto, a ANALISEC y a la Asociación de Supervisores de Construcción donde cada pieza aporta a la calidad de la infraestructura nacional. Supervisión, laboratorios, estándares, control, cumplimiento… Cervera traza un mapa donde los engranes técnicos
solo funcionan si están acompañados de unión y colaboración.
Pero el ingeniero también tiene mar. Navega, vela, se asoma al silencio nocturno de los océanos para recordarse a sí mismo que somos “un granito” en un mundo inmenso. En ese espacio encuentra una claridad particular: el mar le enseña humildad, proporción y perspectiva. Ese recordatorio de que hay fuerzas más grandes que uno mismo lo acompaña al tomar decisiones profesionales. No es casual que hable de admiración ante la imponencia del océano, ni que lo relacione con su forma de trabajar: “El mar te hace entender tu exacta dimensión. Te coloca en tu realidad.”
Además del gremio y el mar, está la academia. Fue maestro durante veintidós años y confiesa que una de sus mayores satisfacciones fue ver a sus estudiantes ingresar a la Facultad de
“La unidad y la fortaleza que da pertenecer a un gremio es invaluable. No solo es capacitación o actualización, es convivencia, alianzas estratégicas, visión compartida”
Ingeniería. A pesar de que un evaluador alguna vez lo consideró “mercenario de la educación” por responder que dar clase también es un trabajo, él lo hacía sin cobrar un solo peso. “A mí me enseñaron que debía escoger un trabajo que me hiciera levantarme con ganas todos los días. Eso es la ingeniería para mí.” Hoy comparte ese mensaje con los jóvenes: que elijan una carrera que les despierte pasión, no una moda o la opinión de sus amigos, porque será el oficio que los acompañará toda la vida.
Sobre el futuro, su deseo es simple y contundente: que la ingeniería civil recupere el reconocimiento social que merece y que los ingenieros vuelvan a ser consultados al definir la dirección técnica del país. Que se les escuche. Que se les convoque. Que se tome en serio la voz del conocimiento. Al final de la entrevista, Cervera agradece la oportunidad de compartir su historia con una modestia que lo
acompaña desde niño, cuando jugaba con grava en las obras de su abuelo. Entre gremios, viviendas, infraestructura, aulas y noches de navegación, su vida profesional ha sido una suma de compromisos: con la técnica, con la sociedad, con la formación de nuevas generaciones. Y con la certeza de que construir —en cualquiera de sus formas— es siempre un acto de servicio. Entre risas dice que a veces la memoria le falla, pero cada recuerdo que narra revela una vida plena, dedicada a dejar huella sin necesidad de buscar reflectores.
Su mensaje final es tan sencillo como poderoso: seguir trabajando. Porque en su voz se entiende que para él la ingeniería no ha sido solo una profesión, sino una forma de vivir el mundo, de tocarlo y mejorarlo, un proyecto que se construye todos los días, igual que los cimientos que lo vieron crecer.
“A mí me enseñaron que debía escoger un trabajo que me hiciera levantarme con ganas todos los días. Eso es la ingeniería para mí.”
LA REVOLUCIÓN ENERGÉTICA QUE
EMPIEZA EN LOS TECHOS
Las nuevas reglas eléctricas de 2025 cambiaron el tablero: la generación distribuida se convierte en la pieza estratégica para la industria de Nuevo León, mientras las alianzas público-privadas encuentran un nuevo rol en la infraestructura de red.
La transición energética en Nuevo León vive un giro decisivo. Las reglas eléctricas de 2025 no solo reordenaron el mercado, también redibujaron el mapa de oportunidades para la industria. La generación distribuida —los sistemas solares instalados directamente en techos industriales y naves dentro
de parques— se convirtió en la pieza estratégica del modelo, desplazando temporalmente el protagonismo de los grandes parques solares. La razón, explica Eleazar Rivera Mata, director general del Clúster Energético de Nuevo León, es simple: velocidad, certeza y una demanda urgente de energía limpia.
El estado combina un músculo industrial en expansión con la presión global por descarbonizar cadenas productivas. En ese contexto, los sistemas solares de hasta 0.7 MW por sitio ofrecen una ventaja incomparable: se desarrollan en tres a seis meses, evitan la burocracia que frena a los proyectos utility-scale y no dependen de refuerzos de transmisión que hoy se encuentran saturados. Rivera Mata resume el momento con precisión: “La industria necesita energía limpia inmediata, no promesas de capacidad futura.”
“La razón, explica Eleazar Rivera Mata, director general del Clúster Energético de Nuevo León, es simple: velocidad, certeza y una demanda urgente de energía limpia.”
Los megaproyectos solares no desaparecen, pero pierden ritmo frente a un entorno donde los nodos eléctricos están al límite y las autorizaciones tardan años. Mientras no exista una señal clara de inversión federal en transmisión, cualquier proyecto grande deberá entender que la red se ha convertido en su mayor restricción. Esa es la razón por la que las alianzas público-privadas siguen siendo relevantes, aunque su rol se transformó por completo. Hoy, las APP estratégicas no se enfocan en generar energía, sino en habilitarla:
subestaciones, líneas de subtransmisión, medición avanzada y almacenamiento.
En el terreno operativo, las oportunidades para la industria son inmediatas. Modelos como el leasing solar, los esquemas de pago por energía consumida y los fondos que financian techos industriales están despegando con rapidez. Para muchas empresas, la posibilidad de adoptar energía limpia sin invertir capital propio marca un punto de inflexión que democratiza la transición energética. Y, conforme crece la demanda, surgen modelos híbridos con baterías y esquemas de autoconsumo compartido entre compañías dentro de un mismo parque industrial.
No todo el panorama es luminoso. La saturación de la red, la incertidumbre regulatoria y el riesgo de que la tran -
sición beneficie solo a un segmento del mercado son advertencias que el clúster ya colocó en la agenda estatal. Rivera Mata es claro: sin inversión en infraestructura eléctrica, no habrá expansión solar sostenible. La transición energética solo funciona si la red crece al mismo ritmo que la industria.
En su visión, las recomendaciones están definidas. El gobierno estatal necesita acelerar permisos, coordinar ventanillas municipales y priorizar inversiones en capacidad eléctrica. Las empresas, por su parte, deben enfocar su estrategia 2025–2027 en generación distribuida, contratos on-site y soluciones sin CAPEX, integrando baterías desde el diseño. Este enfoque no es una moda: es una respuesta pragmática al momento histórico del estado.
“El corto plazo no pertenece a los grandes parques solares; la acción real está en los techos industriales”, afirma Eleazar Rivera Mata.
El mensaje es contundente: la revolución solar de Nuevo León ya no se imagina desde desiertos remotos, sino desde los techos industriales, los nodos eléctricos estratégicos y las alianzas para fortalecer la red. Miles de proyectos medianos, rápidos y medibles reemplazan la narrativa de los megaproyectos que tardan años en despegar. La generación distribuida dejó de ser alternativa y se convirtió en el camino natural para sostener la competitividad del estado.
En palabras de Rivera Mata, se trata de un cambio de paradigma que redefine quién puede producir energía, cómo se financia y qué significa hablar de transición energética en un territorio que no detiene su marcha. Nuevo León, una vez más, construye futuro desde la estrategia, la técnica y la urgencia industrial que lo caracteriza.
Las APP se vuelven estratégicas, pero en subestaciones, líneas y almacenamiento, no en generación utility-scale.
SOL QUE IMPULSA EL MAÑANA
energía limpia para un México imparable
Cuando el sol cae sobre los desiertos del norte, ilumina más que arena: revela el futuro energético de México. La energía solar, que durante años se percibió como promesa distante, hoy se consolida como una herramienta estratégica para hacer al país más competitivo, sustentable y resiliente. En
Sonora, Coahuila, Nuevo León y Chihuahua, su expansión muestra algo evidente: aprovechar nuestra luz es decisión inteligente para la industria, las ciudades y los hogares.
El emblema de esta transformación es Puerto Peñasco. La primera fase del megaproyecto solar ya está en
operación, y en su capacidad plena producirá 1,000 MW, perfilándose como el mayor parque de Latinoamérica. La CFE resume su impacto con contundencia: evitar la emisión de 1.4 millones de toneladas de CO₂ —equivalente a retirar 270 mil autos— y generar energía sin consumir agua en una región donde cada litro importa. Su tercera etapa, licitada en 2025, añadirá 300 MW solares y 103 MW en baterías capaces de almacenar energía por tres horas, un paso clave hacia un sistema eléctrico más flexible y confiable.
El impulso no es solo ambiental, es económico. IRENA documenta que más de tres cuartas partes de la capacidad renovable instalada en 2023 ya es más barata que los combustibles fósiles. En un país que compite por inversiones de nearshoring, donde las cadenas globales exigen energía limpia, esta ventaja se vuelve decisiva. Nuevo León lo vive de primera mano: el boom manufacturero detonó inversiones como el parque de 200 MW en Galeana, diseñado para reforzar la red hacia 2027. La tendencia es clara: empresas que firman contratos
de compraventa (PPAs) para asegurar precios estables por 10–15 años, blindarse contra la volatilidad y descarbonizar su producción. Gobiernos locales hacen lo propio instalando paneles en edificios públicos y alumbrado, integrando la energía limpia a la operación cotidiana.
Pero la verdadera revolución sucede más cerca del suelo. La generación distribuida convirtió techos en pequeñas centrales solares. Para 2024, este modelo ya sumaba 4,447.92 MW en México, con Nuevo León y Chihuahua entre los líderes. Cada hogar, fábrica o bodega con paneles reduce su factura, aligera la demanda de la red y genera una cultura energética más consciente. La transición deja de ser un asunto exclusivo de grandes parques y se convierte en una obra colectiva.
Detrás de esta expansión hay una alineación de voluntades. CFE construye parques con almacenamiento; municipios firman acuerdos de autoconsumo; industrias pactan PPAs que les permiten crecer con certidumbre; y NADBank impulsa un fondo de 400 millones de dólares para infraestructura hídrica que, al liberar recursos locales, también facilita inversiones solares. En el norte, energía, agua e industria funcionan como vasos comunicantes
.
El impacto se siente en la economía y en la vida diaria. La energía solar reduce costos variables, estabiliza la planeación industrial y genera empleos especializados: instaladores, electricistas, mantenedores, fabricantes de estructuras. Es conocimiento técnico que se queda en las comunidades. Socialmente, la energía limpia es bienestar: techos que bajan el recibo, aire más puro, ciudades menos dependientes de combustibles fósi -
les y, en zonas áridas, energía producida sin sacrificar agua.
Lo que emerge es un nuevo pacto energético: plantas ancla que generan y almacenan, contratos que dan certidumbre a la industria, techos solares que democratizan el acceso y financiamiento binacional que cierra brechas. Cada megawatt instalado —desde el imponente Puerto Peñasco hasta una pequeña bodega en
Chihuahua— es una apuesta por un norte más limpio, una industria más fuerte y familias que respiran mejor.
La transición energética no es un discurso técnico; es un cambio de vida. Implica convertir la luz que cae sobre nuestro territorio en motor económico y escudo ambiental. En el norte de México ya comenzó. Y ese resplandor, ahora sí, marca el camino hacia el país que queremos construir.
crece hacia el cielo, sin perder el suelo
Monterrey entendió que crecer hacia arriba no es solo una decisión arquitectónica, sino un acto de reconciliación con el tiempo y con la ciudad. En una metrópoli donde cada minuto parece escapar entre traslados interminables, la vivienda vertical dejó de ser tendencia para convertirse en una estrategia de supervivencia urbana: habitar donde la vida ya sucede, no donde apenas empieza. El impulso no es espontáneo. Entre el encarecimiento del suelo y el aumento en los precios de la vivienda —que en el primer trimestre de 2025 crecieron 8.2% a nivel nacional y hasta 11.8% en Monterrey, según la SHF— la ciudad se vio obligada a mirar hacia adentro. No se trata de extender más kilómetros de servicios ni de seguir empujando a las familias hacia los bordes; la apuesta es reconcentrar lo disperso.
Los números lo evidencian. Estudios de Tinsa muestran que la oferta vertical en Monterrey se multiplicó por cinco en apenas una década. Solo en el centro, al primer trimestre de 2024, había 39 proyectos en marcha y 7,669 viviendas nuevas, con superficies promedio de 64.6 metros cuadrados. La verticalidad regiomontana ya no se construye para el skyline: se construye para vivir, para
caminar, para disminuir distancias y, de paso, para reducir costos económicos y ambientales.
Este cambio tiene andamiaje institucional. Los Programas Parciales del Centro —de Purísima–Alameda a DistritoTec— definen densidades, alturas y lineamientos para detonar vivienda mixta en zonas estratégicas con infraestructura disponible. El Plan Mon
terrey 2040 discute mecanismos de aportación por densificación, un modelo donde cada desarrollo devuelve al barrio espacio público, banquetas seguras y movilidad eficiente. Es corresponsabilidad urbana en su expresión más pura: si la ciudad te abre la puerta, tú fortaleces la casa común.
También emerge una nueva sensibilidad. Desde universidades como la UDEM se impulsa un enfoque intermedio entre la casa horizontal tradicional y las torres de gran escala: vivienda vertical de baja densidad que reutiliza predios existentes, rehabilita estructuras y evita desplazar a los vecinos que
han construido la identidad de cada colonia. La redensificación, insisten sus investigadores, debe escucharse antes de levantarse. No es densificar con prisa, sino con pertenencia.
La sustentabilidad es el segundo motor de esta transformación. Certificaciones LEED y EDGE ganan terreno en la región, con desarrollos que
se comprometen a consumir menos agua y energía y a usar materiales de menor impacto ambiental. Monterrey demuestra que la eficiencia energética puede ser también una herramienta económica: menos gastos de operación, menos emisiones en una metrópoli industrial y más calidad de vida para quienes habitan estos espacios. Iniciativas como DistritoTec ya
“La densidad bien implementada trae vida a las calles: más ojos atentos, más actividad económica, más seguridad. No se trata de sumar puertas, sino de diseñar comunidad.”
comprobaron que el espacio público bien diseñado y la mezcla de usos pueden convertir calles duras en comunidades vivas.
El efecto económico es contundente. Cuando las personas viven cerca del empleo, el gasto en transporte disminuye, la productividad crece y la ciudad se vuelve más atractiva para nuevas inversiones. No es casual que Monterrey liderara la venta de vivienda a nivel nacional en el segundo trimestre de 2024, con clara predominancia de oferta vertical. Además, construir en zonas consolidadas reduce costos públicos: menos kilómetros de red eléctrica, hidráulica y vial; menos territorio que mantener; menos tiempo perdido en desplazamientos.
Cada hogar céntrico es, en términos urbanos, un ahorro estratégico.
El beneficio social corre en paralelo. La CONAVI recuerda que más del 3%
de los hogares mexicanos destina más del 30% de su ingreso a la vivienda, una proporción que presiona a las familias durante años. Ubicar oferta accesible en zonas con transporte, servicios y comercio es aliviar ese peso. La densidad bien implementada trae vida a las calles: más ojos atentos, más actividad económica, más seguridad. No se trata de sumar puertas, sino de diseñar comunidad.
Para evitar repetir errores históricos, la ciudad avanza con una visión más integral: normativas que vinculan densidad con espacio público y movilidad; modelos de reciclaje de suelo que facilitan la vivienda accesible en zonas centrales; trámites más ágiles; proyectos de barrio donde parques, ciclovías y banquetas reconfiguran el deseo de quedarse donde la vida ya fluye.
Monterrey no está eligiendo entre altura y humanidad. Está descubrien-
“Monterrey no está eligiendo entre altura y
humanidad.
Está
descubriendo que la verticalidad bien planeada puede ser una manera de volver a encontrarse: crecer hacia arriba mientras se crece hacia adentro, hacia la convivencia y la mezcla social, hacia la ciudad donde los días alcanzan.”
do que la verticalidad bien planeada puede ser una manera de volver a encontrarse: crecer hacia arriba mientras se crece hacia adentro, hacia la convivencia y la mezcla social, hacia la ciudad donde los días alcanzan. La vivienda, cuando se ubica donde está la oportunidad, es política económica
y social a la vez. Por eso la capital industrial escribe un nuevo capítulo urbano: uno donde la verticalidad no excluye, sino integra; donde los centros se revitalizan; donde vivir cerca significa vivir mejor. Es el Monterrey que se eleva sin despegarse de su gente.
El agua vuelve a casa:
NUEVO LEÓN CONSTRUYE SU FUTURO GOTA A GOTA
Nuevo León decidió que la crisis hídrica de 2022 no sería su destino. Aquellas semanas de incertidumbre encendieron una determinación colectiva: entender el agua no como un recurso infinito, sino como un patrimonio que se cuida, se gestiona y se renueva. De ese
compromiso nació el Plan Hídrico Nuevo León 2050, definido como un “mecanismo de planeación hídrica oficial… para que cada administración no parta de cero y el Estado alcance la seguridad hídrica”, impulsado por el Fondo de Agua Metropolitano de Monterrey junto con Consejo Nuevo
León, SADM y especialistas académicos. La ruta es clara: anticiparse, invertir con inteligencia y construir resiliencia social.
Ese futuro ya empezó. En 2023 se puso en marcha El Cuchillo II, un acueducto de 93 kilómetros que avanza hacia su meta de 5,000 litros por segundo para el área metropolitana. Su propósito se expresó sin rodeos: “impulsará el desarrollo y atraerá inversiones”, una verdad sencilla en un estado que aporta cerca del 8% del PIB nacional. A este pulmón se suma la Presa Libertad, diseñada para
aportar alrededor de 1,600 LPS y fortalecer la reserva estratégica; dos infraestructuras que, juntas, se convierten en una póliza de seguridad hídrica para hogares e industrias.
Pero la gran innovación ocurre bajo la superficie. El estado avanza en reúso potable indirecto, un proceso donde el agua tratada en Dulces Nombres — con capacidad de 7,500 LPS— pasa por tratamiento avanzado para reincorporarse al sistema con estándares superiores a los de norma. “El 100% del agua en Monterrey se trata por encima de la norma”, subraya SADM,
y la meta de 2,400 LPS en 2025 promete transformar el saneamiento en una nueva fuente segura.
El siguiente paso es cuidar cada gota. Nuevo León se propuso ahorrar 600 LPS por año y reducir el agua no contabilizada del 14% al 7%, mediante telemetría, sectorización, medición precisa y renovación de redes. Estas mejoras, aunque silenciosas, equivalen a construir presas invisibles que devuelven el agua a su gente sin perforar un solo pozo.
¿Por qué importa tanto? Porque el agua sostiene la vida… y también el empleo. En plena ola de nearshoring, la disponibilidad hídrica se ha vuelto factor decisivo para instalar industrias que dan trabajo, mueven la economía y fortalecen cadenas productivas. En un país donde la degradación y el agotamiento del agua costaron 0.32% del PIB en 2023, cada litro ahorrado se refleja en el bolsillo de familias y empresas. Sin agua, las
fábricas se detienen, los comercios pierden ingresos, las escuelas cierran y la vida se vuelve frágil.
El Plan 2050 también apunta a una gestión inteligente: tarifas que incentiven el ahorro, usuarios informados y herramientas de analítica avanzada para invertir donde el impacto sea mayor. Se trata de mezclar fuentes diversas —El Cuchillo II, Presa Libertad y reúso potable— con eficiencia de red y planeación técnica. La seguridad hídrica deja de ser un ideal para convertirse en una obra concreta, “abierta y participativa”, como define el propio documento rector.
Los desafíos no desaparecen. Habrá que acelerar la renovación de redes antiguas, garantizar financiamiento multianual y comunicar con transparencia los avances para fortalecer la confianza pública. Pero la dirección es firme: “tomar decisiones robustas y alcanzar la seguridad hídrica de Nuevo León”. En términos humanos,
“El Plan 2050 también apunta a una gestión inteligente: tarifas que incentiven el ahorro, usuarios informados y herramientas de analítica avanzada para invertir donde el impacto sea mayor.”
“Ese futuro ya empezó. En 2023 se puso en marcha El Cuchillo II, un acueducto de 93 kilómetros que avanza hacia
su
segundo
meta de 5,000 litros por
para el área metropolitana.”
significa que el agua vuelva a ser certeza cotidiana.
Cuando todo funciona, el impacto se siente en la vida diaria. La fábrica no se detiene; el pequeño negocio mantiene sus puertas abiertas; la escuela sigue recibiendo a sus alumnos; la familia ya no pasa horas en fila para llenar un tinaco. El agua, bien gestionada, distribuye futuro.
Nuevo León —con acueductos, presas, reúso avanzado y eficiencia— demuestra que la seguridad hídrica no es un sueño técnico, sino un acto de responsabilidad compartida. Cada litro recuperado vale doble: uno para la economía que crece… y otro para la ciudad que respira.
La ruta donde México acelera su futuro
Hay rutas que no solo conectan ciudades: enlazan aspiraciones. El corredor Monterrey–Laredo es hoy ese símbolo del norte mexicano donde la ingeniería, la política pública y la voluntad social se entrecruzan para demostrar que la infraestructura puede ser la chispa de una
transformación profunda. En menos de una década, esta franja industrial se consolidó como el epicentro del nearshoring, impulsando un cambio estructural que toca vidas, industrias, comunidades y paisajes. “En el tercer trimestre de 2024, Nuevo León aportó 27.5% del crecimiento económico
nacional”, documenta México Evalúa con datos del Inegi (2025), una cifra que enmarca una narrativa mayor: cuando el territorio se diseña con visión, la economía responde.
El corredor acelera, sobre todo, porque está bien concebido. La autopista Monterrey–Nuevo Laredo (85/85D) se potencia con nuevos ramales que desahogan congestiones históricas. La vialidad La Gloria–Colombia — conectada a la Texas State Highway 255— abrió un acceso más seguro y eficiente al Puente Colombia. Autoridades texanas refieren que los cruces comerciales “más que se han duplicado” desde su puesta en marcha, habilitando un flujo de comercio más
balanceado y resiliente. La expansión a 10 carriles en 8.3 kilómetros de la Carretera a Laredo, emprendida por el gobierno de Nuevo León en 2025, refuerza esa operación para una metrópoli donde la movilidad productiva es principio y destino; el beneficio de esta obra alcanza a 1.3 millones de usuarios.
Mientras la frontera se moderniza, Laredo y Texas ya piensan en grande. La ampliación del World Trade Bridge propone “ensanchar el puente existente y construir un segundo puente de ocho carriles para tráfico norte” con nuevas casetas y sistemas de escáner multi-energía, según la propuesta coordinada con TxDOT y la FHWA. Del lado
mexicano, la modernización del Puente Colombia —con más de 800 millones de pesos en inversión carretera y aduanera— persigue un objetivo estratégico: “romper la dependencia de un solo cruce y crear redundancia logística de clase mundial”, resumen autoridades estatales.
Esto no ocurre por accidente. Es el resultado de políticas públicas que apuestan por la planeación y del músculo técnico que lo hace realidad: proyectos ejecutivos sólidos, coordinación binacional, estándares de seguridad vial y financiamiento articulado entre gobiernos y sector privado. En términos simples: así se hacen bien las cosas.
En este tablero se juega también la descarbonización. El programa Green Corridors plantea un shuttle de carga electrificada por 250 km entre Monterrey y Laredo. Transportes y Turismo refiere que implicaría estaciones de recarga para camiones eléctricos entre México y Estados Unidos, con una inversión anunciada de miles de millones de dólares, de los cuales 11 se destinarían al lado mexicano. Más allá de montos exactos, el mensaje es contundente: la logística del futuro se medirá en emisiones, tiempos de ciclo y confiabilidad energética. Este corredor, además de mover mercancía, mueve la transición climática de un país que aspira a competir en cadenas globales más limpias.
La infraestructura por sí sola no cambia la historia; lo hace cuando se integra a un ecosistema productivo. Interpuerto Monterrey, en Salinas Victoria, opera como pulmón del corredor: conectado a KCSM, ofrece terminal de contenedores, instalaciones aduaneras y factibilidades de energía (600 MVA) y agua (110 l/s), cifras destacables en América Latina. Su trazado explica por qué corporaciones asiáticas, europeas y norteamericanas eligen instalar operaciones para exportación inmediata a la I-35. Aquí, la infraestructura se vuelve oportunidad: empleo, tecnología, vivienda cercana, movilidad metropolitana, seguridad carretera, servicios urbanos a la altura. Y la sociedad responde. La prensa financiera destaca una “reducción de 77% en pobreza extrema” en Nuevo León, resultado directo de una economía exportadora que permea los hogares. La frontera lo percibe también. Tras el salto de 1 a casi 3 millones de cruces de camiones desde 1996, la congestión tuvo costos visibles. “Es-
peramos demasiado”, admitió el alcalde de Laredo al diseñar un plan de capacidad de puentes con metas a 10, 20 y 30 años. La visión quedó clara: anticiparse, no reaccionar. Construir antes del dolor.
A futuro, el corredor se perfila como laboratorio de interoperabilidad con mirada sistémica. El proyecto federal La Gloria–San Fernando y los libramientos conectarán mejor el norte tamaulipeco; la propuesta férrea Saltillo–Nuevo Laredo, con contratos iniciales adjudicados por la SICT, promete impulsar un componente multimodal competitivo frente a estándares asiáticos y europeos. La clave estará en sostener una política pública que privilegie seguridad carretera, energía confiable y gestión ambiental.
Ese es el aprendizaje más valioso de esta ruta: la infraestructura debe imaginarse no como obra aislada, sino como un tejido vivo donde cada decisión de planeación, cada ingeniero en
“La frontera lo percibe también. Tras el salto de 1 a casi 3 millones de cruces de camiones desde 1996, la congestión tuvo costos visibles. “Esperamos demasiado”, admitió el alcalde de Laredo al diseñar un plan de capacidad de puentes con metas a 10, 20 y 30 años.”
sitio, cada consulta pública y cada soldadura en campo apuntan a un bien mayor. El corredor Monterrey–Laredo demuestra que sí es posible construir pensando en lo que viene; un norte que no solo exporta mercancía, sino innovación, trabajo formal y una apuesta por el bienestar.
El norte de México está enviando un mensaje claro: cuando territorio, gobierno, industria y comunidad reman en la misma dirección, el desarrollo sucede. Esta frontera no divide; une. Monterrey–Laredo es la carretera donde nace un país más rápido, más justo y verde. Y esta vez, la meta no está lejos: la estamos construyendo.
Ciudades que piensan
cómo el BIM y la infraestructura verde están redefiniendo la ingeniería civil
En un mundo donde la construcción enfrenta presiones inéditas por el cambio climático, la urbanización acelerada y la demanda de ciudades más humanas, el Dr. Alberto D. Porce, profesor e investigador de la Facultad de Ingeniería Civil de la Universidad Autónoma de Nuevo León, se ha convertido en una de las voces más lúcidas para entender hacia dónde se mueve el sector. En entrevista con Revista Construye, el especialista
desmonta la idea tradicional de que BIM es solo un modelo tridimensional o un método para organizar proyectos. Para él, este ecosistema digital es hoy una plataforma estratégica que permite planear ciudades más eficientes, resilientes y profundamente vinculadas con la naturaleza.
El Dr. Porce explica que el valor del BIM está en su capacidad para revelar el ciclo de vida de cada material y
sistema constructivo: su origen, sus estándares ambientales, su durabilidad y su impacto real en la operación del edificio. La posibilidad de anticipar escenarios —energéticos, hídricos, de mantenimiento o de comportamiento térmico— convierte a esta herramienta en una aliada para tomar decisiones más responsables desde la etapa de diseño. En su visión, un proyecto no sostenible no es un proyecto moderno, y cualquier obra que aspire a ser vigente en las próximas décadas debe integrar esta mirada desde los primeros trazos.
Sin embargo, el camino para incorporar esta metodología en la academia aún tiene barreras. El investigador reconoce que las universidades necesitan docentes más especializados, laboratorios equipados y acceso a licencias de software para que BIM y los sistemas de información geográfica (SIG) se conviertan en parte esencial de la formación de ingenieros y arquitectos. No se trata solo de enseñar a manejar un programa, sino de entender el territorio, vincular datos
urbanos con la infraestructura y plantear soluciones que respondan a los desafíos climáticos y sociales que ya se sienten en las ciudades mexicanas.
Ese puente entre tecnología y territorio es lo que lleva al Dr. Porce a hablar de una idea que aparece cada vez más en la discusión global: recuperar la sintonía de las ciudades con la naturaleza. En su planteamiento, la infraestructura verde deja de ser un adorno urbano para convertirse en un mecanismo activo de resiliencia.
Los techos verdes, afirma, no solo decoran: retienen agua de lluvia, regulan las escorrentías, reducen el calor ambiental y mejoran la eficiencia energética de los edificios. Más aún, la presencia del verde tiene efectos comprobados en la salud emocional y mental de las personas, lo que convierte estos elementos en infraestructura de bienestar.
En Monterrey, su equipo ha estudiado especies vegetales capaces de retener partículas contaminantes como PM2.5, un problema que afecta
“En su visión, un proyecto no sostenible no es un proyecto moderno, y cualquier obra que aspire a ser vigente en las próximas décadas debe integrar esta mirada desde los primeros trazos.”
a millones de habitantes en las grandes urbes. Integrar estas plantas en edificios y parques, combinadas con sistemas de captación de agua pluvial, abre la puerta a ciudades más limpias y autosustentables. “La infraestructura debe dejar de verse solo como concreto”, insiste, “y empezar a entenderse como un ecosistema donde cada decisión tiene efectos encadenados”.
A esta visión se suma otra tendencia mundial que el investigador considera crucial: las llamadas “ciudades azules”, donde ríos, canales y cuerpos de agua urbanos se incorporan como piezas sociales y ambientales, no únicamente hidráulicas. Espacios donde el agua no es un riesgo, sino un punto de encuentro. Un ejemplo que suele mencionar está en los Países Bajos, donde el impulso por la movilidad ciclista detonó la creación de corredores verdes capaces de transformar zonas completas de
la ciudad en espacios más seguros, limpios y humanos.
La entrevista avanza hacia ejemplos que demuestran que estos modelos no son utopías. Desde desarrollos corporativos como los campus de Amazon —edificios que integran vegetación en altura y funcionan como infraestructura ambiental— hasta el caso emblemático de Singapur, una ciudad que ha construido su identidad a partir de soluciones basadas en la naturaleza. Allí, la premisa es clara: no se adapta el entorno a la infraestructura, sino la infraestructura al territorio. Este enfoque ha permitido controlar inundaciones, optimizar el uso del suelo y mantener una gran presencia vegetal incluso en condiciones de altísima densidad.
La pregunta inevitable es: ¿cómo se inserta la ingeniería civil mexicana en este nuevo paradigma? Para el Dr. Porce, la respuesta comienza en
“La infraestructura debe dejar de verse solo como concreto”,
insiste,
“y empezar a entenderse como un ecosistema donde cada decisión tiene efectos encadenados”.
la academia. “La sostenibilidad debe formar parte del ADN del estudiante”, afirma. No basta con entenderla: debe vivirse como una responsabilidad ética que atraviesa lo ambiental, lo social y lo económico. Esta visión implica también un cambio en la forma en que se toman decisiones de obra pública y privada. El crecimiento económico, dice, no puede separarse de la calidad ambiental ni de la funcionalidad a largo plazo de los servicios urbanos. Ahí entran los marcos normativos, que deberán evolucionar hacia estándares de desempeño ambiental, certificaciones y la obligatoriedad del uso de BIM en proyectos estratégicos.
La UANL trabaja ya en varias iniciativas internacionales para incorporar inteligencia artificial como apoyo en procesos académicos y en la solución de problemas complejos. En paralelo, impulsa alianzas con casas de software, cámaras de la construc-
ción y asociaciones técnicas para democratizar el acceso a herramientas tecnológicas. En Nuevo León destacan espacios como “Impulsa”, que reúnen a autoridades, empresas y académicos para identificar retos y construir soluciones conjuntas. El investigador reconoce que este nivel de articulación aún no es común en todo el país, pero confía en que la fuerza industrial de la región puede convertirse en un modelo replicable.
Convencido de que BIM nació para modernizar la ingeniería civil, el Dr. Porce subraya que el futuro exige ir más allá de los límites tradicionales: investigar nuevos materiales, desarrollar soluciones basadas en la naturaleza, integrar datos en tiempo real y repensar el diseño urbano desde la resiliencia. La meta, dice, no es crear ciudades perfectas, sino ciudades capaces de adaptarse, proteger a sus habitantes y ofrecer entornos más saludables y humanos
“El investigador reconoce que este nivel de articulación aún no es común en todo el país, pero confía en que la fuerza industrial de la región puede convertirse en un modelo replicable.”
Mediación en la construcción
GESTIONAR CONFLICTOS SIN
DETENER LA OBRA 1ª PARTE
Por: Dr. Ángel Ervey Martínez Rodríguez
En casi cualquier obra mediana o grande hay algo que se repite como mantra: “si esto se va a juicio, se nos muere el proyecto”. Y no es exageración.
Los contratos de construcción implican grandes inversiones, plazos largos, alta complejidad técnica y múltiples actores, por lo que son especialmente vulnerables a conflictos por atrasos, cambios de alcance, re -
clamos de pago o condiciones imprevistas. Frente a estos problemas, las salidas tradicionales —demanda, arbitraje o rescisión— suelen ser tardías, costosas y no atienden el objetivo principal del sector: que la obra continúe y se termine en condiciones razonables.
En América Latina, Chile nos lleva la delantera en la incorporación de mecanismos modernos de gestión de
conflictos: allí ha crecido el uso de la mediación y de los Dispute Boards (DB) para manejar escenarios de incumplimiento imperfecto, donde mantener vivo el contrato resulta más valioso que romperlo. A nivel global, la experiencia internacional muestra que proyectos de infraestructura por cientos de miles de millones de dólares han incorporado Dispute Boards, reduciendo disputas formales y costos asociados al conflicto. Todo ello revela la urgencia de que países como México actualicen su caja de herramientas contractuales y transiten de la lógica “pleito–sentencia” hacia una cultura centrada en la prevención y la solución temprana de controversias.
En este contexto, el presente artículo se propone como un comparativo práctico entre Mediación y Dispute Boards, orientado a responder tres preguntas muy concretas: ¿cuándo conviene cada mecanismo? ¿cómo se complementan? y ¿por qué son especialmente relevantes para la realidad de la construcción en México y en la región latinoamericana?
Mediación en la Industria dela construcción: cuando el conflicto ya está sobre la mesa
En términos sencillos, la mediación es un procedimiento en el que un tercero imparcial ayuda a las partes a comunicarse mejor y a construir su propio acuerdo, sin imponer una decisión. Aplicada a la construcción, suele activarse cuando el conflicto ya está sobre la mesa: atrasos discutidos, estimaciones no pagadas, inconformidad con la calidad, cambios de proyecto o fricciones con la supervisión.
En ese escenario, la mediación se ha consolidado como una herramienta útil para:
Despresurizar la relación entre dueño de obra, contratista, subcontratistas y supervisores.
Reencuadrar posiciones rígidas en términos de intereses y posibilidades reales.
Negociar soluciones creativas que no caben fácilmente en una sentencia o en un lau.
“A nivel global, la experiencia internacional muestra que proyectos de infraestructura por cientos de miles de millones de dólares han incorporado Dispute Boards, reduciendo disputas formales y costos asociados al conflicto.”
México impulsa la movilidad del futuro en PIARC
avances clave desde Fez hacia un transporte más sostenible y resiliente
PIARC, la Asociación Mundial de la Carretera, continúa consolidándose como la red global más influyente en movilidad y transporte carretero. Su misión —compartir mejores prácticas, generar conocimiento técnico y promover herramientas que fortalezcan la administración vial, la movilidad, la segu -
ridad y la resiliencia— se materializa en sus Comités Técnicos, integrados por especialistas de todo el mundo que trabajan de manera permanente en cuatro temas estratégicos: administración de carreteras, movilidad, seguridad sostenible e infraestructura resiliente. Dentro de este ecosistema internacional, el Comité Técnico
de Movilidad se ha convertido en un espacio clave para entender y anticipar los desafíos actuales de las ciudades, con reuniones presenciales y virtuales durante todo el año en las que se discuten avances, retos y nuevas líneas de acción, compartiendo experiencias entre expertos, académicos, administradores y operadores de vialidades.
México mantiene una participación activa en este esfuerzo global a través de la Asociación Mexicana de Ingeniería de Vías Terrestres (AMIVTAC), representada en el Comité por la Ing. Wendy Casanova, del Instituto Mexicano del Transporte (IMT), y el
Ing. Eduardo Segura, de la Universidad Autónoma de San Luis Potosí (UASLP), miembro del CICSLP, AMIVTAC y FEMCIC. Su presencia ha permitido posicionar la experiencia mexicana en movilidad urbana y periurbana dentro de un diálogo técnico que hoy es internacionalmente indispensable.
La Universidad Privada de Fez, en Marruecos, fue sede del encuentro más reciente del Comité el 13 y 14 de octubre, donde especialistas de países como Alemania, Austria, Bélgica, Eslovenia, Francia, Italia, Portugal, Rumania, China, Corea del Sur, Japón, Sudáfrica, Túnez, Canadá, Méxi
co y Marruecos analizaron los avances del año y trazaron nuevas líneas de investigación y colaboración. De manera remota también participaron España, Suiza, Argentina, Estados Unidos y otros países. Durante esta reunión técnica se discutieron dos ejes centrales: optimizar la movilidad mediante una gestión más inteligente de activos viales y de la interacción multimodal entre transportes y usuarios, y avanzar hacia la descarbonización del sector a través de normas e instrumentos regulatorios que acompañen una transición ambientalmente responsable.
Además de revisar las ponencias principales del Seminario Internacio -
nal de Fez —celebrado del 15 al 17 de octubre como una extensión del encuentro técnico— los integrantes del Comité evaluaron el estado de los trabajos rumbo al Congreso Mundial de Vialidad Invernal, Resiliencia y Descarbonización de la Carretera, que tendrá lugar en Chambéry, Francia, en marzo próximo, un evento que reunirá a los tomadores de decisiones más influyentes en materia de infraestructura vial.
El Seminario Internacional de Fez permitió un intercambio profundo de conocimientos y experiencias sobre movilidad urbana y periurbana, con el objetivo de formular reco -
mendaciones prácticas, sensibles al contexto local y orientadas hacia la construcción de ciudades más equilibradas, inclusivas y respetuosas del medio ambiente. La participación de autoridades de alto nivel del Gobierno de Marruecos, junto al liderazgo de PIARC y al Comité de Movilidad, reforzó la importancia de un trabajo global coordinado para enfrentar los desafíos de transporte del siglo XXI.
Esta colaboración internacional confirma una vez más que el futuro de las ciudades dependerá de la capacidad de convertir el conocimiento técnico en políticas inteligentes, infraestructura resiliente y sistemas de movilidad capaces de responder a las necesidades de una población cada vez más dinámica. México, desde su trinchera técnica y académica, forma parte activa de esa transformación global.
HACIA UNA
“calificación”
DE LA INFRAESTRUCTURA EN MÉXICO
Por: Mtro. Óscar Coello H.
Si la infraestructura de México fuera un alumno… ¿aprobaría o reprobaría? Imaginemos una escena muy sencilla. Un gobernador, un secretario o un gran inversionista pregunta en una reunión: “Ingeniero, dígame en una hoja cómo está la infraestructura de este estado: ¿vamos bien, vamos mal, en qué estamos reprobados?”
La mayoría de quienes trabajamos en el sector podríamos responder con historias: la carretera que ya no aguanta otro ciclo de lluvias, la planta de tratamiento que no opera como fue diseñada, el puerto que llegó a su límite hace años, el parque industrial que creció más rápido que la red eléctrica que lo alimenta.
“Hace años, una idea empezó a perseguirme y aún no me suelta: ¿por qué no tenemos en México una calificación seria, periódica y hecha por ingenieros de nuestra infraestructura?”
Pero, si somos honestos, no tenemos una respuesta simple, clara y consensuada.
No contamos con una especie de “boleta de calificaciones” de la infraestructura mexicana y esa ausencia no es sólo un tema técnico, es un vacío que termina llenándose con discursos: “nunca habíamos estado mejor”, “todo está mal”, “antes se hacía, ahora no se hace”, según convenga al momento político.
Hace años, una idea empezó a perseguirme y aún no me suelta: ¿por qué no tenemos en México una calificación seria, periódica y hecha por ingenieros de nuestra infraestructura?
La chispa: una conversación entre gremios
Durante mi gestión como presidente de la Federación Mexicana de Colegios de Ingenieros Civiles (FEMCIC), esa pregunta tomó forma en una reunión regional en el centro del país. Éramos varios presidentes de colegios y representantes del gremio, hablando de lo que vemos todos los días: carreteras agotadas, sistemas de agua al límite, puentes con mantenimiento insuficiente y nuevos polos industriales presionando una infraestructura que envejece.
En ese contexto, el Ing. Luis Rojas Nieto, entonces presidente del
Colegio de Ingenieros Civiles de México (CICM), comentó el ejercicio que realizan los ingenieros civiles de la ASCE en Estados Unidos: el “Report Card for America’s Infrastructure”, un boletín donde, de forma periódica, se pone una calificación –de la A a la F– al estado de la infraestructura de ese país.
Yo salí de esa reunión con una pregunta muy clara en la mente:
“¿Y por qué nosotros no tenemos nuestra propia ‘calificación’ de la infraestructura en México?”
Desde entonces, esa pregunta ha
“En la escuela, una calificación no existe para humillar, sino para ubicarnos: para saber si vamos aprendiendo lo necesario, si estamos al borde del fracaso o si de plano no estamos logrando el objetivo.”
vuelto una y otra vez en mi práctica profesional, en el gremio y en los pasillos de los proyectos.
Dos Méxicos conviviendo en la misma infraestructura
Cuando me tocó encabezar la FEMCIC dimos un paso que considero valioso: organizamos el trabajo gremial en coordinaciones por tipo de infraestructura.
Carreteras, agua, energía, movilidad urbana, vivienda… cada coordinación con sus especialistas, su agenda y sus propuestas. Eso ayudó a orde -
nar mejor la voz técnica y a ver la infraestructura como sistemas, no sólo como obras sueltas.
Sin embargo, hay que reconocerlo: esa estructura todavía no se ha traducido en un documento claro, sintético y contundente que le diga al país, con lenguaje sencillo, cómo estamos en infraestructura.
Mientras tanto, en campo vemos todos los días dos Méxicos conviviendo:
Un México que sí construye ampliaciones portuarias, proyectos ferroviarios, corredores logísticos, parques industriales impulsados por el nearshoring, nuevos hospitales, nodos urbanos en crecimiento, obras carreteras importantes.
Y un México que no alcanza a mantener lo que ya tiene: redes de agua potable envejecidas y con fugas generalizadas, drenajes que se saturan con la primera lluvia fuerte, caminos rurales que llevan años sin conservación rutinaria, sistemas de transporte público saturados, desarticulados o francamente informales. infraestructura social profundamente desigual entre regiones y municipios.
Quienes leen esta revista lo conocen bien, hay datos, informes sectoriales, estadísticas de inversión, estudios académicos, reportes de competitividad, pero lo que no tenemos es una pieza que los junte y los traduzca en un mensaje simple para el país: “En este sistema vamos bien, en este vamos al límite, en este estamos reprobados.”
La palabra incómoda: “calificar”
Hablar de calificar la infraestructura suena, para algunos, agresivo. La palabra despierta miedos: ¿vamos a reprobar a alguien?, ¿a exhibir gobiernos?, ¿a señalar con el dedo?, pero yo prefiero verlo de otra manera.
En la escuela, una calificación no existe para humillar, sino para ubicarnos: para saber si vamos aprendiendo lo necesario, si estamos al borde del fracaso o si de plano no estamos logrando el objetivo.
Con la infraestructura pasa lo mismo, si no nos atrevemos a decir “esto
está en 8, esto está en 6, esto está en 4”, la conversación se queda en percepciones: “Nunca se había invertido tanto”, “Estamos peor que nunca”, “Antes sí se hacía planeación, ahora no”, o al revés.
El gremio de los ingenieros civiles tiene algo que ningún otro actor posee: credibilidad técnica y experiencia directa en territorio.
Por eso la pregunta de fondo es incómoda pero necesaria: ¿Vamos a seguir hablando de infraestructura sólo en términos de proyectos o anuncios, o nos vamos a atrever a construir una calificación del sistema completo?
Hacia una “calificación” hecha por ingenieros civiles organizados.
Más que copiar modelos de otros países, lo que propongo es algo muy simple en su formulación y muy profundo en sus implicaciones: Que los ingenieros civiles organizados asumamos la tarea de ponerle calificación a la infraestructura de México.
No se trata aquí de entregar un manual ni de definir tecnicismos; cualquier modelo serio tendría que construirse con calma, con muchas manos y muchas miradas: colegios, federaciones, academia, especialistas sectoriales, empresas y, eventualmente, organismos internacionales.
Lo importante, a mi juicio, es que esa “Calificación de la Infraestructura en México” tenga algunas características básicas, donde sea un diagnóstico periódico, y no solo un informe que aparece una vez y se archiva.
Y que ponga el foco en sistemas de infraestructura, no sólo en obras emblemáticas: que revisemos a fondo la movilidad y transporte, agua y saneamiento, energía y conectividad, infraestructura social, infraestructura para la resiliencia. Y que se base en criterios técnicos estables (capacidad, condición, financiamiento, operación, seguridad, resiliencia…), para que no cambien con cada administración.
Así mismo, que tenga una lectura independiente, en el sentido de que la metodología y la interpretación de los resultados estén en manos del gremio técnico, y no subordinadas al gobierno en turno.
Que se exprese en lenguaje entendible, para que un gobernador, un alcalde, un director de fondo, una empresaria o un ciudadano puedan leerlo en pocos minutos y entender dónde estamos parados.
“Más que copiar modelos de otros países, lo que propongo es algo muy simple en su formulación y muy profundo en sus implicaciones: Que los ingenieros civiles organizados asumamos la tarea de ponerle calificación a la infraestructura de México.”
No hablamos de una tesis especializada, sino de una boleta de calificaciones del país: un espejo construido con rigor técnico que nos diga, sin adornos, la situación de nuestra infraestructura.
Un nuevo contexto: gremios hablando de políticas, no sólo de obras
En los últimos meses he escuchado, en distintas conversaciones, que el CICM y la FEMCIC, junto con otros organismos del sector, participan en un espacio nacional orientado a dis-
cutir políticas de infraestructura: un consejo, mesa o comisión con ese enfoque.
No pretendo describir su funcionamiento ni hablar en su nombre; no me consta en lo personal la operación interna de ese espacio, pero sí alcanzo a ver una oportunidad relevante: Por primera vez en mucho tiempo, varios actores clave de la infraestructura se sientan a hablar de políticas públicas, no sólo de contratos ni de obras específicas.
Si ese tipo de espacios se consolida y madura, podrían convertirse (si así lo
decide el propio gremio) en un vehículo natural para discutir y, eventualmente, alojar un ejercicio de calificación de la infraestructura mexicana. No como producto de un gobierno, sino como resultado de un trabajo intergremial al servicio del país.
¿Por qué debería importar esto a lectores empresariales y directivos?
Una “calificación” seria de la infraestructura no es un capricho académico ni un lujo gremial. Es, en términos prácticos, una herramienta de negocio y de gobierno.
Para las empresas del sector (constructoras, consultoras, desarrolladoras, proveedores): permitiría identificar en qué sistemas y regiones la brecha de infraestructura se traduce en oportunidades de proyectos bien estructurados y ayudaría a anticipar riesgos: dónde la falta de infraestructura puede frenar inversiones productivas o elevar costos de operación.
Para los gobiernos estatales y municipales: Funcionaría como una hoja de ruta incómoda pero útil: muestra dónde se están acumulando pasivos, qué territorios requieren intervención prioritaria y qué decisiones ya no pueden seguir postergándose.
Para la banca, los fondos y los inversionistas: sería una pieza más en el análisis de viabilidad y riesgo país: la infraestructura deja de ser una “caja negra” y se convierte en un mapa claro de capacidades y carencias.
Y finalmente para la ciudadanía:
Hace visible que muchos problemas cotidianos como la falta de agua, inundaciones recurrentes, horas perdidas en el tráfico, clínicas incompletas, etc., no son hechos aislados, sino síntomas de sistemas de infraestructura mal cuidados, sub financiados o mal planeados.
Recordemos que una buena calificación no es un aplauso; una mala calificación no es una condena. En ambos casos, es una guía de acción.
Del orgullo de construir al deber de medir
Los ingenieros civiles mexicanos hemos demostrado, una y otra vez, que sabemos construir y que sabemos responder en momentos críticos. Esa parte está acreditada en cada obra compleja que se concluye, en cada infraestructura que resiste y en cada emergencia atendida.
Sin embargo, el momento histórico que vive México como el nearsho-
ring, presión urbana, cambio climático, brechas regionales, demanda social de mejores servicios, nos exige dar un paso más: pasar del orgullo de construir al deber de medir.
De ser solamente constructores de infraestructura, a convertirnos también en curadores del patrimonio público, capaces de evaluar, con rigor y de cara al país, el estado de esa infraestructura que hemos ayudado a levantar.
No propongo un nombre, una marca ni un organismo nuevo. Propongo algo más sencillo y, al mismo tiempo, más ambicioso: que el gremio de los ingenieros civiles se tome en serio la tarea de construir, de manera ordenada y periódica, una “calificación” de la infraestructura en México, hecha por ingenieros y al servicio de todos.
La primera calificación, probablemente, no nos va a gustar. Habrá más “6”
“En los últimos meses he escuchado, en distintas conversaciones, que el CICM y la FEMCIC, junto con otros organismos del sector, participan en un espacio nacional orientado a discutir políticas de infraestructura: un consejo, mesa o comisión con ese enfoque.”
y “5” de los que nos sentimos cómodos reconociendo. Pero sin ese primer corte de caja, todas las conversaciones seguirán flotando en el aire.
La pregunta no es si el país necesita este diagnóstico. La pregunta, más
directa, es: ¿Estamos dispuestos, como gremio, a asumir esa responsabilidad y mirarnos al espejo de la infraestructura que nosotros mismos hemos construido?
La planeación urbana en México ha sido un proceso complejo, marcado por continuas adaptaciones a modelos importados y por la tensión entre la normativa y la realidad urbana. Desde los primeros asentamientos prehispánicos hasta las transformaciones coloniales y
modernas, el territorio mexicano ha experimentado diversas configuraciones espaciales que reflejan cambios sociales, políticos y económicos.
Durante la colonia, la conformación urbana se constituyó bajo las Ordenanzas de Felipe II, que establecie -
ron una retícula regular organizada en torno a una plaza central. Este esquema generó una notable uniformidad en los centros urbanos hispanoamericanos (Chaparro, 2009). El trazo influido por principios neoclásicos priorizaba simetría, jerarquía y la articulación de espacios cívicos y religiosos.
Aunque el urbanismo latinoamericano del siglo XIX adoptó tendencias europeas—especialmente francesas, vinculadas a Haussmann—el primer ejercicio formal de planeación en México se atribuye a Ignacio Castera con el Plano Regulador de finales del
siglo XVIII, documento precursor del urbanismo moderno al enfatizar el ordenamiento funcional y estético del espacio (McMichael, 2002).
Modernización y transformación durante los siglos XIX y XX
En las últimas décadas del siglo XIX y la primera del siglo XX, durante el Porfiriato, México se abrió a la inversión extranjera y consolidó la industrialización a partir del ferrocarril. Este periodo provocó el crecimiento acelerado de las ciudades y la construcción de infraestructura pública de gran escala (Suárez, 2009). La
modernidad tomó impulso. Este proceso se detuvo abruptamente entre 1910 y 1920 debido a la Revolución Mexicana, aunque fue precisamente el periodo posrevolucionario el que detonó un cambio sustancial en la planeación urbana. La reconstrucción nacional permitió desarrollar un marco teórico basado en prácticas modernistas, lo que dio pie a la institucionalización de la planeación como herramienta para la intervención urbana (Chaparro, 2009).
Durante el siglo XX aparecieron los primeros planes reguladores y planes maestros, centrados en la zoni -
ficación, el control de densidades y la separación funcional del territorio. Carlos Contreras introdujo en los años veinte el primer plan regulador moderno, basado en principios funcionalistas similares a los promovidos por Le Corbusier. Este documento utilizaba la zonificación como medida de control para orientar el crecimiento ordenado de la ciudad según las funciones específicas de cada área (Sánchez, 2002).
Sin embargo, aunque la escala, complejidad y población urbana crecieron de manera exponencial, los métodos y enfoques de planeación
evolucionaron mucho más lentamente. La matriz funcionalista permaneció como eje rector durante décadas.
Planeación urbana contemporánea y sus limitaciones
En 1978 se elaboró el primer Plan Nacional de Desarrollo Urbano, respondiendo al rápido crecimiento inducido por la industrialización. El enfoque territorial se subordinó a metas económicas. La inversión y el desarrollo de infraestructura se destinaron a potenciar la productividad industrial, provocando una fuerte concentración de población y recursos en unos cuantos sitios dentro del territorio nacional (Chaparro, 2009).
La planeación urbana en México ha sido en gran medida una constante imitación, siguiendo patrones europeos y estadounidenses, adoptó modelos como la Ciudad Jardín, el urbanismo moderno, el funcionalismo corbusierano, y posteriormente el suburbio norteamericano. Todos estos enfoques privilegiaban la regulación del uso del suelo y la zonificación como instrumentos centrales.
Este enfoque espacial-funcional ha demostrado ser insuficiente para la realidad mexicana contemporánea. Este tipo de planeación ha fomentado la competencia territorial y la inversión enfocada en infraestructura dura, generando ciudades segrega -
das. Su carácter rígido y prohibitivo es una de las razones por las cuales los planes de desarrollo urbano en México han sido incapaces de afrontar los retos actuales (Chaparro, 2009).
Los desafíos urbanos presentes en México son mucho más complejos que hace un siglo. Las condiciones económicas y sociales de un país “en desarrollo” son radicalmente distintas a las de los países “desarrollados”; por ello, no es viable seguir basando la planeación en principios importados que respondieron a otras realidades (Carmona, Burgess y Badenhorst, 2009). Lo que las administraciones, organizaciones y gobiernos aún no comprenden es que, ante una complejidad creciente, se requiere una mejora urgente de los métodos de planeación, así como un enfoque que considere las relaciones inter e intramunicipales. Este país no puede seguir creciendo bajo los mismos fundamentos de planeación diseñados para circunstancias completamente distintas.
La Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) es el ejemplo más claro de esta complejidad. Su crecimiento, impulsado por mercados globalizados y políticas neoliberales, ha superado ampliamente la capacidad regulatoria del Estado, generando
CONSTRUYENDO
CONSTRUYENDO
una estructura metropolitana difícil de gobernar y planificar.
Nuevas tendencias
Ante este panorama, el desarrollo urbano en México ha comenzado a transitar hacia enfoques más integra -
les que incorporan criterios de sostenibilidad, movilidad, vivienda digna, resiliencia y equidad. Sin embargo, la brecha entre la planeación normativa y la ciudad realmente construida sigue siendo amplia. En este contexto, la gobernanza urbana surge como un
modelo indispensable para comprender y dirigir el desarrollo contemporáneo de las ciudades mexicanas.
De acuerdo con el marco conceptual del INEGI, la gobernanza comprende el conjunto de valores, instituciones, reglas y prácticas mediante los cuales una sociedad organiza sus procesos de toma de decisiones públicas. Incluye mecanismos de articulación de intereses, resolución de conflictos y ejercicio de derechos y obligaciones por parte de ciudadanos, instituciones y empresas. Trasladado al ámbito urbano, implica transformar la planeación del territorio—tradicionalmente vertical y normativa—en un proceso colaborativo,
transparente y eficaz, donde intervienen el Estado (federal, estatal y municipal), el sector privado, la sociedad civil y comunitaria, instituciones académicas y técnicas, así como los organismos metropolitanos.
Las ciudades contemporáneas ya no pueden gestionarse mediante modelos centralizados y sectoriales. Sus problemas son interdependientes. La movilidad, vivienda, seguridad, servicios, medio ambiente, cambio climático, economía local, gobernanza metropolitana… todos están conectados. Entonces, la gobernanza urbana permite coordinar decisiones más allá de límites municipales, integrar participación ciudadana real, no simbó-
lica, mejorar la legitimidad y eficacia de políticas urbanas, articular intereses públicos y privados bajo reglas claras, fortalecer capacidades institucionales locales, así como evaluar la calidad del gobierno con indicadores verificables (como propone el INEGI).
Para quienes diseñamos ciudad comprender la gobernanza es fundamental, pues redefine las reglas del juego bajo las cuales se negocia el suelo, se estructuran los proyectos, se asignan recursos y se gestiona la infraestructura. Más allá de un concepto administrativo, la gobernanza urbana constituye un marco operativo que impacta directamente en la forma en que se concibe, construye y habita la ciudad. Su adopción permite enfrentar los desafíos complejos del México contemporáneo con mayor coordinación, inclusión y legitimidad.
Conclusiones
El desarrollo urbano en México ha sido históricamente reactivo, influido por modelos externos y por procesos de crecimiento acelerado. A pesar de los avances normativos y la existencia de instrumentos de planeación, las ciudades continúan creciendo de manera desordenada, fragmentada y desigual.
Por ello, la transición hacia la gobernanza urbana representa no sólo
una actualización conceptual, sino un cambio estructural en la forma de pensar y gestionar el territorio. La colaboración interinstitucional, la participación ciudadana, la transparencia y la evaluación continua son componentes indispensables para construir ciudades más equitativas, resilientes y sostenibles.
Para los profesionales del espacio — arquitectos, urbanistas, diseñadores urbanos— la gobernanza no es un añadido teórico, sino una condición necesaria para que la planeación deje de ser un documento aspiracional y se convierta en una herramienta efectiva para transformar la realidad urbana del país.
XIAOMI SU7: EL SMARTPHONE
SOBRE RUEDAS QUE REINVENTA
EL SEDÁN ELÉCTRICO DE LA VELOCIDAD
LOS GADGETS PREMIUM MÁS DESEADOS PARA NAVIDAD 2025: TECNOLOGÍA PARA DISFRUTAR, CREAR Y VIVIR MEJOR
“EL CUATRO VECES HEROICO PUERTO DE VERACRUZ”
LOS MEJORES VINOS PARA CELEBRAR EL CIERRE DEL 2025: HISTORIA, ORIGEN Y CARÁCTER
VIAJES DE FIN DE AÑO: DESTINOS CON ARQUITECTURA IMPRESIONANTE
Xiaomi SU7
EL SMARTPHONE SOBRE RUEDAS QUE REINVENTA EL SEDÁN ELÉCTRICO
Xiaomi sorprendió al mundo al presentar el SU7, un sedán eléctrico que combina ingeniería, diseño y tecnología con la misma filosofía con la que la marca ha creado sus dispositivos más exitosos. El resultado es un vehículo que se siente como un smartphone sobre ruedas: intuitivo, veloz, elegante y profundamente conectado.
Diseño aerodinámico y presencia futurista
Con una silueta fastback y un enfoque completamente aerodinámico, el SU7 destaca por su estilo deportivo y su eficiencia. Sus líneas limpias, faros estilizados y postura baja transmiten velocidad incluso cuando está detenido. Xiaomi buscó crear un diseño que compitiera de tú a tú con los sedanes premium, y lo logró.
Rendimiento de alto nivel
Dependiendo de la versión, el SU7 puede montar uno o dos motores eléctricos, alcanzando potencias que superan los 600 caballos. Las configuraciones más altas aceleran de 0 a 100 km/h en menos de 3 segundos, situándolo en la categoría de los sedanes eléctricos de alto rendimiento. La velocidad máxima también sorprende, superando los 260 km/h en ciertos modelos.
Autonomía y carga ultra rápida
Xiaomi equipó al SU7 con baterías avanzadas que ofrecen autonomías que pueden llegar a superar los 800 km en ciertas versiones. Además, incorpora un sistema de carga rápida capaz de recuperar cientos de kilómetros en apenas minutos, convirtiéndolo en una solución real para quienes buscan energía, movilidad y eficiencia sin compromisos.
Un
interior 100% tecnológico
La cabina es un manifiesto de diseño digital:
- Pantalla central de gran formato - Panel de instrumentos completamente digital - Integración total con el ecosistema Xiaomi
El sistema operativo propio de la marca permite una experiencia fluida donde el vehículo, el smartphone y
el hogar inteligente se conectan de forma natural. Asistentes avanzados, navegación precisa y funciones de conducción asistida elevan la experiencia a un nuevo nivel.
Una nueva visión de ingeniería
El SU7 no es solo el primer auto de Xiaomi; es una declaración de intenciones. Representa una nueva era donde la tecnología de consumo, el diseño industrial y la ingeniería automotriz convergen para crear productos más inteligentes y eficientes.
Para lectores del mundo de la construcción y la arquitectura, el SU7 es un punto de encuentro entre dos universos: la arquitectura del diseño y la arquitectura de la movilidad. Un recordatorio de que las grandes ideas —sean edificios o vehículos— nacen de la misma esencia: funcionalidad, estética y visión.
VIAJES DE FIN DE AÑO
destinos con arquitectura impresionante
Cerrar el año viajando es más que un descanso: es una oportunidad para inspirarse. Y para quienes aman el diseño, la ciudad y los espacios que cuentan historias, hay destinos donde la arquitectura se convierte en la protagonista del viaje. Lugares que no solo se recorren… se sienten, se observan y se interpretan.
Tokio, Japón
Entre templos milenarios y rascacielos futuristas, Tokio es un diálogo permanente entre tradición y vanguardia. Desde el Tokyo International Forum de Rafael Viñoly hasta el minimalismo perfecto del Centro Omotesando de Tadao Ando, la ciudad es una lección viva de cómo la arquitectura puede coexistir con el caos y seguir siendo profundamente humana.
Dubái, Emiratos Árabes Unidos
El destino para quienes buscan lo extraordinario. El Burj Khalifa, el Museo del Futuro y Palm Jumeirah demuestran que la ingeniería puede desafiar límites y convertir lo imposible en experiencia. En diciembre, con un clima perfecto, la ciudad se vuelve un parque temático de innovación arquitectónica.
Ciudad de México, México
Sin salir del país, la CDMX ofrece un mundo entero de arquitectura: desde el brutalismo del UNAM Campus Central, hasta el Soumaya de Fernando Romero o la Casa Barragán, una obra maestra de color, luz y proporción. Es un destino ideal para escapadas cortas de fin de año.
Copenhague, Dinamarca
Capital global del diseño urbano. Sus bibliotecas, museos y espacios públicos son referencias mundiales de sostenibilidad, accesibilidad y belleza funcional. El edificio BLOX, el 8
House de Bjarke Ingels y sus barrios frente al agua muestran cómo la arquitectura puede hacer una ciudad más habitable y feliz.
Florencia, Italia
Para los amantes del arte y la historia, Florencia es una joya renacentista. La Cúpula de Brunelleschi, el Duomo, el Palazzo Vecchio y el Ponte Vecchio recuerdan que la arquitectura es un lenguaje que trasciende siglos.
Estos destinos comparten algo en común: son lugares donde cada edificio es un maestro, cada espacio una historia, y cada recorrido una oportunidad para volver a casa con ideas nuevas, perspectivas frescas y una inspiración que trasciende las vacaciones.
historia, origen y carácter para celebrar el cierre del 2025
Brindar en diciembre es un ritual que combina tradición, diseño y cultura. Y este 2025, el mundo del vino sigue sorprendiendo con etiquetas que destacan por su origen, técnica y carácter.
Los tintos de Burdeos continúan como referentes de elegancia, con mezclas estructuradas y taninos pulidos ideales para cenas especiales. España, con Rioja y Ribera del Duero, ofrece vino con personalidad: potentes, profundos y equilibrados gracias a su maduración en barrica.
Para quienes prefieren perfiles frescos, los blancos del Valle del Loira, Italia y
Nueva Zelanda entregan acidez vibrante, notas cítricas y perfiles minerales perfectos para climas templados o comidas ligeras. En Norteamérica, Napa Valley y México —especialmente Valle de Guadalupe y Querétaro— continúan consolidándose como regiones de prestigio internacional.
Y cuando la ocasión exige brillo, nada sustituye a un buen espumoso: desde los champagnes emblemáticos hasta propuestas brut nature más contemporáneas, una copa de burbujeante siempre eleva el ritual. Elegir un vino es elegir una historia. Y diciembre es el momento perfecto para celebrarlas.
EL CUATRO VECES HEROICO PUERTO DE VERACRUZ
Por:Dr. Ricardo Damián García Santillán
En la historia de México hay ciudades que no solo fueron escenarios de batalla, sino verdaderos símbolos de valor, dignidad y resistencia. Una de ellas es el Puerto de Veracruz, la puerta del país al mundo y, al mismo tiempo, su escudo ante la adversidad.
A lo largo de casi dos siglos, los veracruzanos defendieron su tierra en cuatro episodios que marcaron la historia nacional. Por ello, con toda justicia, se le conoce como “Cuatro Veces Heroico Puerto de Veracruz”.
A partir de aquí… historia pura.
Primera hazaña: la independencia total (1825)
Aunque México proclamó su independencia en 1821, la última bandera española seguía ondeando en el Fuerte de San Juan de Ulúa, frente a las costas de Veracruz. Durante cuatro años, aquel bastión colonial resistió el sitio mexicano.
El 18 de noviembre de 1825, las fuerzas nacionales lograron que los españoles capitularan definitivamente.
Ese día se selló la independencia total de México.
En reconocimiento a su heroísmo, el Congreso de la Nación otorgó a la ciudad el título de “Heroico Veracruz”, la primera distinción de su tipo en la historia del país.
Segunda defensa: la Guerra de los Pasteles (1838)
Apenas trece años después, el puerto volvió a ser escenario de una nueva agresión. Francia, bajo el reinado
de Luis Felipe de Orleans, exigía a México el pago de indemnizaciones absurdas, entre ellas, una reclamación de un pastelero galo, que dio nombre al conflicto: la “Guerra de los Pasteles”.
El 27 de noviembre de 1838, la flota francesa bombardeó el puerto. A pesar de los cañonazos, los veracruzanos resistieron con una valentía que asombró incluso al enemigo. Aunque la ocupación fue temporal, el coraje demostrado motivó a que el Congreso volviera a honrar al puerto con el título de “Dos Veces Heroico Veracruz”.
Tercera defensa: la invasión estadounidense (1847)
La historia repetiría su prueba en 1847, durante la intervención esta -
dounidense. Las tropas del general Winfield Scott desembarcaron con un poderoso ejército en las playas de Anton Lizardo.
Durante veinte días, el puerto soportó un bombardeo incesante por mar y tierra. Los habitantes, el ejército y la marina defendieron con determinación cada calle y cada muro, aun cuando la desventaja era abrumadora.
El valor demostrado por los veracruzanos llevó al Congreso a otorgar por tercera vez el título de heroica, consolidando su nombre como “Tres Veces Heroico Puerto de Veracruz”.
Cuarta epopeya: la defensa de 1914
La cuarta gesta se escribiría casi setenta años después, en plena Revo -
lución Mexicana. En abril de 1914, tropas de los Estados Unidos ocuparon Veracruz como represalia por el “Incidente de Tampico”.
El pueblo veracruzano y los cadetes de la Heroica Escuela Naval Militar ofrecieron una defensa que quedó grabada en la historia. Jóvenes como José Azueta y Virgilio Uribe cayeron defendiendo su bandera, convirtiéndose en símbolos del patriotismo mexicano.
Por su sacrificio, el Congreso de la Unión decretó en 1948, durante el gobierno del presidente Miguel Alemán Valdés, que la ciudad y puerto llevarían oficialmente el título de “Cuatro Veces Heroico Veracruz”.
Más que un nombre: un legado de identidad nacional
El Puerto de Veracruz es un símbolo vivo de la historia mexicana. Su título de Cuatro Veces Heroico no solo honra las batallas que resistió, sino la grandeza moral de su pueblo.
Recordarlo es reafirmar que México se construye —ayer y hoy— con valor, memoria y educación.
Porque las olas del Golfo seguirán rompiendo contra el malecón, y con cada golpe recordarán al mundo que hay pueblos que no se rinden, porque nacieron para ser heroicos.
LOS GADGETS PREMIUM MÁS DESEADOS PARA
tecnología para disfrutar, crear y vivir mejor
La temporada navideña es el momento ideal para consentirte con tecnología que eleva tu rutina cotidiana. Este 2025, los gadgets premium han alcanzado un nuevo nivel en diseño, portabilidad y experiencia, convirtiéndose en piezas indispensables para quienes disfrutan de la innovación.
Los drones 8K vuelven a dominar
la escena: cámaras más luminosas, vuelo inteligente y la posibilidad de capturar planos cinematográficos en cualquier entorno. En el hogar, los proyectores 4K de tiro corto siguen robándose la atención: basta acercarlos a una pared para crear una sala de cine de gran formato, sin instalaciones complicadas.
En audio, los audífonos de gama alta
con cancelación adaptativa ofrecen una inmersión total tanto para viajes como para trabajar o disfrutar música con calidad de estudio. Y para quienes buscan productividad, las tablets ultrapotentes del 2025 —capaces de correr software de diseño, render ligero y edición profesional— se han
vuelto herramientas clave para arquitectos, creativos y profesionistas móviles.
La tecnología se ha convertido en un lujo funcional: objetos que no solo facilitan el día a día, sino que lo embellecen.