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Eixample

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Ciutat Vella

Ciutat Vella

Plano del Eixample. Dibujo: Gisela Domènech Solanes

Tabula rasa, chaflanes, interiores de manzana

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Las líneas de escorrentía del llano de Barcelona suelen ser sensiblemente rectas, perpendiculares al mar, paralelas entre sí y bastante abundantes. Conectan Collserola con la costa mediante ramblas, rieras y torrentes: cursos de agua discontinuos, estacionales, capaces de absorber un flujo de agua tempestuoso, rápido y violento en unas pocas horas. Este llano, todavía virgen a mediados del siglo XIX, es el tablero de juego que configura el Ensanche. La Ciudad Vieja, atiborrada dentro de sus murallas, más los pueblos satélites que la circundan, son las preexistencias a manejar para la ampliación de la ciudad. Este panorama está documentado en el plano topográfico trazado en 1855 por el ingeniero Ildefons Cerdà, con la ayuda del maestro de obras Josep Fontserè, como base para su Proyecto de Reforma y Ensanche, en realidad una propuesta de refundación de la ciudad. Josep Fontserè aprovechará los conocimientos que le da la redacción del plano para convertirse él mismo en un urbanista remarcable, capaz de llegar a contraprogramar el Plan Cerdà para, finalmente, incorporar de manera natural los terrenos de la Ciudadela a la ciudad como una de las obras más importantes de su carrera.

Ildefons Cerdà definirá, como base de su plan, una malla ortogonal de 133 por 133 metros entre ejes de calle que se extiende homogéneamente por todo el llano de la ciudad. La malla sigue la dirección de las pendientes de escorrentía del llano de modo natural. Su módulo permitirá geometrizar los contornos de la Ciudad Vieja y de todos los pueblos satélite que la rodean para incorporarlos a la ciudad sin estridencias. La resultante de este plan son unas manzanas cuadradas de 113 por 113 metros a construir mediante coronas perimetrales que se conciben para ser ocupadas con viviendas pasantes, que en virtud de la orientación de la malla (cuarenta y cinco grados respecto del norte), las dejará siempre bien orientadas. Dichas manzanas construyen una línea de cornisa continua que define una sección de calle cuadrada. La vegetación, inicialmente plátanos crecidos, se hace imprescindible para conformar la atmósfera característica de estas calles. La malla admitirá fácilmente deformaciones y especificidades: el Paseo de Gràcia, de sesenta metros de ancho, conserva su recorrido original como vía previa al Ensanche. La avenida Diagonal debe su directriz al vector que conecta el mayor número posible de ciudades satélite que rodean Barcelona: Les Corts, Gràcia, Sant Gervasi, Sant Martí. Lo mismo sucede con el Paral.lel y la Meridiana, orientadas norte-sur. La Avenida Mistral absorbe el antiguo camino de Madrid. La Gran Vía conecta el curso de los dos ríos Llobregat y Besós. Le Corbusier, en su propuesta para Barcelona, prolongará la Gran Vía hasta la ciudad de reposo de Castelldefels, consiguiendo a través de ella conectar el aeropuerto con la ciudad, que todavía se mantiene.

Todas estas vías, en su irregularidad, tendrán una enorme capacidad para estructurar y animar la ciudad y a sus habitantes pero serán los chaflanes, vacíos cuadrados girados cuarenta y cinco grados respecto de la trama y por lo tanto orientados a los puntos cardinales, que funcionan a modo de plazas. Estos chaflanes ritman la luz y el viento, y con su presencia constante permiten al paseante identificarse con Barcelona, se encuentre donde se encuentre. No serán las excepciones a la trama o los edificios espectaculares sino la propia continuidad del tejido lo que singulariza la ciudad. Los patios interiores de manzana, que nacieron con vocación de ser públicos, se restringieron al uso privado en un primer momento para, a partir de la democracia, irse recuperando paulatinamente como espacios para el peatón asociados a la vegetación y a los equipamientos. La apertura a concurso de estos espacios interiores ha sido clave para la transformación del carácter de las calles, para su dulcificación, e incluso para su recuperación como espacio público a través de la peatonalización en curso actualmente en algunas de ellas.

Lleno y vacío

Regulación

Los llenos y vacíos del Ensanche se estructuran en función de dos ritmos, el ritmo que resulta de seccionar por el medio de una manzana: calle-patio interior de manzanacalle, y el ritmo que resulta de seccionar longitudinalmente una calle: calle-chaflán-calle. El Ensanche, con su trama orientada cuarenta y cinco grados respecto del norte, no define jerarquías entre las calles perpendiculares o paralelas al mar.

Geometría

Retícula

La trama del Ensanche es homogénea y universal, una sucesión de calles y chaflanes que se pueden entender como la construcción de un sistema de plazas. Esta trama se adapta al llano de Barcelona y se encuentra con las irregularidades de los tejidos existentes del Casco Viejo y de las ciudades satélite. El Paral·lel, la Meridiana o la Diagonal serán las conexiones que Cerdà crea para que los diferentes tejidos se integren con la nueva trama de ciudad, muchas veces dispuestas a cuarenta y cinco grados respecto de la trama original. Las vías de tren también dejan ver su traza en el Ensanche, así como las vías históricas de los caminos a Madrid o Francia. Las excepciones a la trama acotan el Ensanche y lo encajan en su ubicación actual, todavía obra en curso con puntos a resolver como la definición de lo que el Plan Cerdà planteaba como centro de la ciudad, la Plaza de les Glòries Catalanes.

Luz y sombra

Ritmo

La dirección principal del Ensanche y su morfología orientan las viviendas para recibir sol todo el día. Las viviendas tienen que ser pasantes respecto de la corona de edificación que define las manzanas, de manera que los cuarenta y cinco grados respecto del norte posibiliten que cualquier fachada interior o exterior reciba suficientes horas de sol al día. La trama tiene una nueva rotación de cuarenta y cinco grados en los chaflanes, que orientan sus caras hacia los cuatro puntos cardinales, adquiriendo carácter de recinto urbano al recibir mejor la luz. El espacio público de calidad del Ensanche, más allá de la animación de los chaflanes y de lo ancho de las aceras, se debe a sus excepciones: la Plaza de Cataluña, el Paseo de Gràcia, la Avenida Gaudí o las plazas adyacentes al Mercado del Ninot. Mención aparte merece la recuperación de los interiores de manzana, ahora convertidos en plazas íntimas segregadas de la circulación, que funcionan en cul-de-sac y son susceptibles de recibir equipamientos tranquilos, como escuelas de primera enseñanza o bibliotecas.

Perfil

Cuadratura

El perfil del Ensanche es constante y regular. Está pautado, con alturas de cornisa continuas, alteradas tan solo por la especulación de los años setenta. El Plan Cerdà propuso alturas de planta baja y tres pisos, con una previsión de crecimiento medio de hasta cinco pisos. Las plantas bajas tienen una altura de techo suficiente como para soportar altillos. Este perfil urbano se modifica en las excepciones de calles más anchas, como la de Muntaner, de treinta metros, o el propio Passeig de Gràcia, de sesenta metros. No se producen, fuera de estos casos excepcionales, grandes variaciones.

Público y privado

Distribución

El Ensanche se consigue llevar a término en base a una renuncia: Ildefons Cerdà privatiza los patios interiores de manzana, manteniendo esta condición hasta su recuperación a partir de la democracia, acelerada después de las Olimpiadas. Esto deja la trama básica con las calles, los chaflanes públicos y el resto de la trama de uso privado y clasificado en función de la altura. Las excepciones del Ensanche -bordes, calles especiales- concentran el uso público del mismo, así como fenómenos difíciles de explicar solo desde el punto de vista urbanístico, como el uso secular del Paral·lel y sus teatros o ejes cívicos actuales, como las calles Parlament o Enric Granados.

Usos

Comercio

El Eixample condensa en planta baja una enorme variedad de usos. En el siglo XIX albergaba el mayor polígono industrial de Cataluña y actualmente está ocupado por oficinas, comercios y escuelas, entre otros equipamientos e instituciones. Las diversas parcelas han soportado gran variedad de usos a lo largo de la historia, incluso alojando edificios de un solo uso entre medianeras. Desde hospitales públicos o privados a cuarteles militares o iglesias. Cuando la ciudad no ha sido capaz de incorporar un gran equipamiento, se han unido varias manzanas para producir una mega manzana del tamaño suficiente para el programa que se quería incorporar. Ejemplos de este modelo son los antiguos cuarteles, la Universidad Industrial, el Hospital Clínico o la Cárcel Modelo. Edificaciones como el Edificio Mediterráneo o las viviendas de José Antonio Coderch en la Sagrera han sido capaces de cuestionar la propia existencia de la manzana cerrada, ocupando mediante alfombras de edificación toda su superficie.

Eixample, calle de la Diputació y calle Roger de Llúria. Fotografía: Nicanor García

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