Conéctate, mayo de 2025: Pautas para vivir más feliz
ÁRBOLES EN EL DESIERTO
Echar raíces profundas
Claves para una vida más feliz
Dónde hallar fuerzas y esperanza
El profesor itinerante
Descansar para sanar
Año 26 • Número 5
A NUESTROS AMIGOS
cambio de planes
Íbamos camino a visitar a una amiga en el hospital. Teníamos por delante un largo trayecto en bus y en metro y no queríamos llegar tarde, cuando terminaran las horas de visita. Antes de entrar en el metro, nos detuvimos a comprar unos cafés para llevar. Rondaba por ahí un hombre pidiendo limosna. Ya en varias ocasiones habíamos hablado con él. Le pregunté si quería una taza de café. Esbozó su típica sonrisa, un poco desdentado, y aceptó con gusto nuestra invitación. Ahí caí en la cuenta de que él supuso que lo habíamos invitado a sentarse a tomar un café con nosotros. Pues bien, cambio de planes.
Nos acomodamos en una pequeña mesa y él se animó contarnos su historia. Años atrás se había herido la cabeza en un accidente de trabajo y quedó discapacitado. Desgraciadamente le diagnosticaron una esquizofrenia que le produjo inestabilidad y a la postre lo dejó en situación de calle. Percibiendo que aquella conversación era importante para él no le mencionamos nunca que teníamos prisa. El tiempo pareció detenerse mientras disfrutaba de una taza de café con amigos.
Así la cosas, llegamos bastante tarde al hospital. Todas las visitas de nuestra amiga ya se habían marchado y ella se quedó dormida. Mientras la acompañábamos en silencio sentados junto a su cama, inseguros, sin saber qué hacer, de repente abrió los ojos y se puso muy contenta de vernos. Pasamos un rato estupendo y tranquilo a su lado, sin la distracción que hubiéramos tenido en medio del tumulto de gente que horas antes desfiló por su habitación. Dios lo sincronizó todo a la perfección. Qué dicha que ese día flexibilizamos nuestros planes.
¿Te da a veces la impresión de que la vida se te va patinando, empujada por una interminable lista de obligaciones y tareas, la mayoría de las cuales urgentes y pugnando por tener primacía sobre las demás? Justamente la revista de este mes contiene varias notas sobre prioridades. El artículo de Marie Alvero ofrece interesantes perspectivas y consejos prácticos sobre cómo sortear las exigencias de la vida.
Luego, ¿cómo debemos reaccionar cuando, sin sospecharlo, nuestros planes quedan suspendidos? Eso le puede pasar a cualquiera. ¿Bajamos la velocidad?¿Cambiamos de ritmo? Joy Suttin nos cuenta su vivencia personal el día en que se le canceló su lista de tareas pendientes. El artículo de fondo, Claves para una vida más feliz, trata de las pruebas y obstáculos que todos enfrentamos y las soluciones que nos ofrece la Palabra de Dios para proporcionarnos fuerzas y orientación. ¡Y hay mucho más!, incluidas varios reseñas que invitan a reflexionar sobre el siempre vigente tema del perdón. Que disfruten de este número multitemático en el que articulistas de diversas partes del mundo nos narran sus experiencias y reflexiones. ¡Dios los bendiga!
Gabriel y Sally García
Si deseas información sobre Conéctate , visita nuestro sitio web o comunícate con nosotros.
Se deleitan en la ley del Señor meditando en ella día y noche. Son como árboles plantados a la orilla de un río, que siempre dan fruto en su tiempo. Sus hojas nunca se marchitan, y prosperan en todo lo que hacen. Salmo 1:2,3 ntv
Árboles en el desierto
Al llegar a Oriente Medio me sorprendió el contraste entre el terreno rocoso imperante ahí y el exuberante verdor de la selva tropical de Uganda (África), donde viví una vez. Mirara donde mirara, mis ojos divisaban rocas con sutiles variaciones del mismo matiz color tierra. Me contaron que aquí se habían rodado algunas películas de temas espaciales, por el parecido que el terreno tiene con Marte. Sin embargo, a pesar de la desolación, esta tierra posee una belleza única.
Algo que el desierto consigue es que uno aprecie cualquier cosa que sea verde. En esta zona los jardineros suelen dejar crecer las malas hierbas siempre que no estorben a otras plantas, pues se estima que cualquier cosa verde es un alivio de todo el tono marrón que llena los ojos.
Unas semanas después de nuestra llegada nos invitaron a un campamento beduino para distribuir paquetes de asistencia humanitaria. Después de conocer a aquella gente hospitalaria y recursiva tuvimos la oportunidad de pasear por el entorno montañoso. Una característica del paisaje que me llamó la atención fue el roble ocasional que crecía en ángulos extraños en afloramientos del suelo rocoso.
Esos robles prosperan a pesar de la rigurosidad del terreno, en el que solo llueve unos pocos días al año.
¿Cómo lo hacen? El secreto son sus raíces de gran alcance. ¿Y para qué sirven esas islas de verdor en un océano de roca? Más tarde descubrí que las flores y los frutos de los robles sirven de sustento a muchos tipos de fauna. También proporcionan sombra, hacen las veces de cortavientos o se emplean como setos. Y, por supuesto, también ayudan a reforestar zonas y a prevenir la erosión.
Esos árboles demuestran un alto grado de resiliencia, dado que toleran condiciones duras como la sequía. Se regeneran rápidamente tras un incendio. También vuelven a brotar tras ser talados o cuando sirven de pasto para los animales. Por sorprendente que parezca, florecen en suelos áridos de piedra caliza.
Tal vez fue un susurro en el viento que me habló al alma: «Asume el papel de roble y entrégale algo de verde a este mundo desértico en el que vives. Para ello, es preciso que eches profundas raíces».
Curtis Peter van Gorder es guionista y mimo . Dedicó 47 años de su vida a actividades misioneras en 10 países. Él y su esposa Pauline viven actualmente en Alemania. ■
Curtis Peter van Gorder
CLAVES PARA UNA VIDA MÁS FELIZ
El hecho de ser cristianos no nos exime de problemas, adversidades y situaciones de apuro cada día, amén del estrés que estos nos producen. La diferencia reside en que nosotros contamos con la esperanza cristiana, cimentada en nuestra relación personal con Dios, nuestra salvación por medio de la fe en Cristo y la promesa de que gozaremos de un futuro eterno en el Cielo. Sabemos cómo termina el relato, aun cuando nos hallamos en medio de un capítulo difícil (1 Tesalonicenses 4:13–18). Además, tenemos claro que Dios tiene un propósito en todo lo que experimentamos y ha prometido hacer que todo lo que acontezca redunde en nuestro bien (Romanos 8:28).
En el Evangelio de Juan leemos dentro del mismo versículo que Jesús dijo a Sus discípulos —y a Sus seguidores de todos los tiempos— que en Él gozarán de paz, pero «en el mundo tendrán aflicción» Enseguida los alentó diciéndoles que cobraran ánimo porque Él ha vencido al mundo ( Juan 16:33). La Historia demuestra que las épocas de apuro, calamidad o adversidad suelen
derivar en grandes progresos y actos de suma valentía y sacrificio. El escritor inglés Caleb Colton (1777-1832) afirmó: «El más puro mineral se produce en el horno más ardiente y el más brillante rayo de luz emana de la más oscura tormenta».
Circula una antigua crónica griega acerca de un soldado del ejército de Antígono (382-301 a.C.) que padecía una enfermedad sumamente dolorosa, la cual amenazaba con quitarle la vida en cualquier momento. En todas las campañas marchaba siempre en la primera línea, donde la lucha era más encarnizada. La inminencia de su propia muerte lo hacía actuar con absoluta intrepidez, a tentar a la muerte en el campo de batalla y realizar acciones heroicas.
El general Antígono sintió tanta admiración por la bravura de aquel hombre que lo hizo ver de un médico afamado, el cual lo curó de su mal. A partir de ese momento el valiente soldado no volvió a ser visto en el frente. Evitaba el peligro en lugar de buscarlo y le interesaba más resguardar su vida que arriesgarla en batalla. Su tribulación había hecho de él un gran luchador, de
gran coraje; su salud y bienestar, en cambio, minaron su rendimiento como soldado.
La Biblia enseña que «tales dificultades serán una gran prueba de su fe, y se pueden comparar con el fuego que prueba la pureza del oro […]. Dará alabanza, gloria y honor a Jesucristo cuando él regrese» (1 Pedro 1:7 pdt). Tal vez, de ser instantáneamente relevados de cierta carga o sanados de alguna enfermedad o librados de alguna preocupación, nos extraviaríamos del camino por donde Dios quiere llevarnos a fin de cumplir Sus buenos designios en la vida de cada uno de nosotros (Filipenses 2:13 nvi).
Cómo afrontar las pruebas de la vida
Cuándo nos vemos superados por las pruebas y dificultades de la vida y no podemos mantenernos a flote en el mar de tareas y obligaciones que nos anegan, ¿de dónde sacamos fuerzas y esperanzas para no sucumbir? La respuesta se halla en una estrecha relación personal con Jesús, que no solo nos promete vida eterna en el Cielo, sino que estará con nosotros cada hora de cada día hasta
que arribemos allá. Nos ha prometido un futuro lleno de esperanza, gozo, paz, libertad y amor eterno. La Biblia nos exhorta a pensar en «todo lo honorable, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre» (Filipenses 4:8).
¡Dios está a favor de nosotros, está con nosotros —y lo mejor de todo—, está dentro de nosotros y nunca nos dejará ni nos desamparará! (Hebreos 13:5.) El sacrificio que hizo Jesús en la cruz nos libró del peso del pecado y nos permitió «participar de la herencia de los santos en luz». Dios «nos ha trasladado al reino de su Hijo amado, en quien tenemos redención», y ahora Cristo mora en nosotros, «la esperanza de gloria» (Colosenses 1:12–14, 27). Dios nos ama, vela por nosotros y nos acompaña en toda situación por la que pasamos en la vida.
Durante una época de gran incertidumbre y ante la perspectiva de la guerra en 1939, en su alocución navideña, el Rey Jorge VI de Inglaterra citó el preámbulo del poema Dios sabe, escrito por Minnie Louise Haskins, que sigue hablándonos hoy en día: «Dije al guardián apostado a la entrada del año: “¡Dame una luz para internarme sin peligro en lo desconocido!” Él me respondió: “Cuando te adentres en la oscuridad pon tu mano en la mano de Dios. Te será más útil que una luz y te brindará más seguridad que andar por un camino conocido”».
Jesús es la luz del mundo, y prometió que si lo seguíamos, no andaríamos nunca en tinieblas, sino que la luz de la vida nos guiaría ( Juan 8:12).
Dedicar tiempo al Maestro
Cuando da la impresión de que hay mucho más que hacer que tiempo para hacerlo, es fácil caer bajo presión. En momentos así es factible que pospongamos el tiempo dedicado a la Palabra de Dios, la oración y la comunión con Él.
Como Marta en la Biblia, podemos llegar a preocuparnos «con muchos quehaceres». Jesús le recordó dulcemente a Marta que «solo una cosa es necesaria» y que esa es «la buena parte» que nadie nos quitará. ¿Cuál es esa buena parte? María, la hermana de Marta, la ejemplificó así: «Se sentó a los pies del Señor y escuchaba su palabra» (Lucas 10:38–42).
Así también el estrés nos puede afectar en varios sentidos. Nos hace más susceptibles de cometer errores o tomar malas decisiones. Sofoca nuestra inspiración. Nos puede poner irritables. Quizá a la gente le resulte más difícil trabajar con nosotros. Nos puede privar de la alegría de vivir y ser contraproducente en muchísimos aspectos. Reconocer en qué momento estamos quedando bajo presión y dar pasos firmes para revertir la situación es un hábito importante que debemos cultivar. Lo primero que hay que hacer es presentar todas nuestras cargas y preocupaciones al Señor en oración y buscar Su ayuda y Su orientación. La Biblia dice: «Dejen en las manos de Dios todas sus preocupaciones, porque él cuida de ustedes» (1 Pedro 5:7 nbv).
Cuando nos vemos sometidos a presión, generalmente lo primero que queda relegado en nuestra apretada agenda es justamente lo que más falta nos hace: el tiempo de comunión diario con el Señor y Su Palabra. Debemos aprender a poner en manos de Dios todas nuestras inquietudes sobre el pasado, con todos sus yerros y faltas, amén de todos nuestros temores y angustias sobre el futuro.
La Biblia nos instruye: «Echa tu carga sobre el Señor, y él te sostendrá» (Salmo 55:22). Si aprendemos a tomar momentos de quietud en oración a lo largo del día y a dedicar tiempo para comulgar con Dios y leer Su Palabra, nuestras cargas se aligerarán. Al allegarnos a Él con nuestras pesadas cargas, descubriremos que Él dará descanso a nuestra alma y renovará nuestras esperanzas
y alegría. Todo gracias a que confiamos en Él (Mateo 11:28–30).
Reflexionemos...
• Reza el dicho que la vida es una carrera de resistencia, no de velocidad. La Biblia por eso nos enseña que hace falta perseverancia para correr la carrera que se nos brinda, con los ojos puestos en Jesús (Hebreos 12:1,2 nvi).
• Por muy ocupado que estés, acuérdate de la fórmula que proporcionó Jesús: Busca primeramente el reino de Dios y todo lo demás se te añadirá (Mateo 6:33).
• Toma tiempo para comulgar con Dios, lee un capítulo de la Biblia, encomiéndale tu jornada, y «Él dirigirá tus caminos» (Proverbios 3:6 nbv).
Lo que dice la Biblia…
• Por nada estén afanosos; más bien, presenten sus peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús (Filipenses 4:6,7).
• El Señor es mi pastor; tengo todo lo que necesito. En verdes prados me deja descansar; me conduce junto a arroyos tranquilos. Él renueva mis fuerzas (Salmo 23:1-3 ntv).
De la serie «Claves para una vida más feliz», publicado por la Familia Internacional. ■
EL PROFESOR ITINERANTE
Joyce Suttin
Estaba escuchando un podcast cuando me llamó la atención la siguiente frase: «El dolor es un profesor itinerante. El dolor llama a la puerta y el sabio dice: “Entra, siéntate conmigo. Enséñame lo que debo aprender”».1
Andaba preocupada por la semana que se me venía. No sabía cómo iba a hacer todo lo que tenía en mis listas de tareas y deseos por cumplir. Me apresuré a entrar en la lavandería y vi unos papeles en el suelo. Me agaché para recogerlos, pero calculé mal la distancia que me separaba de un armario y al levantarme bruscamente me golpeé la cabeza con la esquina del armario.
Al sentir la punzada de dolor me llevé la mano a la cabeza, percibí la humedad y vi la sangre. Tomé unas toallitas de papel y hielo para atender el chichón que se me estaba formando. No atiné a hacer otra cosa que tumbarme, ponerme hielo y tratar de averiguar qué ocurría. ¿Será que Dios se proponía reorganizar mi agenda y cancelar todo excepto lo más importante? Y de ser así, ¿qué era lo más importante?
Llamé al quiropráctico y esa misma mañana en la consulta me dijo que me había dado un mini latigazo cervical. Si no le hacía caso, tardaría mucho en sanarse. En cambio, si suspendía todo y lo atendía bien, pronto me sentiría mejor.
Así que mis planes para la semana cambiaron. No más clases de gimnasia. No más paseos por la mañana temprano. No más recados que hacer. No más logros. No más preparativos. No más buenas acciones. Mis listas
de obligaciones y de aspiraciones de golpe se borraron. Apenas podía abordar las tareas más esenciales. Sobre todo tenía que estarme quieta.
De a poco me fui sintiendo agradecida de no haberme hecho más daño y empecé a escuchar lo que suele enseñar quietud. Gran parte del malestar que sentía no era por haberme golpeado la cabeza, sino por tener que explicar mi repentina ausencia a los demás, por sentir que me estaba perdiendo cosas que quería hacer o que creía que debía hacer, o por reprocharme mi torpeza.
Al darme oportunidad de estar en silencio y descansar, sentí que un nuevo tipo de curación me embargaba el alma. Comprendí que era justo lo que necesitaba. Me había sentido presionada y había sido incapaz de decir que no a las tareas de la lista que me rebasaban. Me di cuenta de que esa nueva inmovilidad forzada debía haber sido el ítem más importante de mi lista desde el principio.
Joyce Suttin es docente jubilada y escritora. Vive en San Antonio, EE.UU. Visita su blog: joy4dailydevotionals.blogspot.com ■ 1. Glennon Doyle
«EQUILIBRIO» NO ES LA PALABRA INDICADA
Marie Alvero
Leí un artículo de un mentor personal sobre el mito de «la vida equilibrada». Decía que la expectativa de hacer malabares para obtener la cantidad precisa de sueño, trabajo, esparcimiento, ejercicio, estudios, intimidad, momentos provechosos con los hijos y cualquier otra exigencia que se presente en un día es ridícula y encima, imposible. Cuando leí eso como que se me encendió un foco en el alma y entendí por qué jamás lograría alcanzar esos objetivos y mucho menos mantener la tan mentada pero escurridiza «vida equilibrada». ¡Es francamente una empresa ridícula e imposible!
El equilibrio no consiste en fraccionar los días de 24 horas dedicando la cantidad de tiempo exacto a cada categoría; es mucho más dinámico e intencional. Se añade un poquito más de esto, se resta un poco de lo otro, de tal modo que las necesidades queden satisfechas y las condiciones no resulten tóxicas. Varía de una persona a otra y de una temporada a otra.
He llegado a la conclusión de que el buen criterio para saber qué hacer y cuándo es algo para lo que siempre tendré que recurrir a Jesús. Mi vida jamás estará tan racionalizada como para no necesitar la claridad que Él me puede dar para establecer el orden de prioridades. No digo que no haga falta una estructura. Trabajo en determinadas horas, el pago de las cuentas no es opcional y en mis prioridades y asuntos no negociables existe cierta jerarquía, a saber:
• Fe: dedicar tiempo a Jesús; que la Palabra de Dios conduzca mi vida
• Familia: el matrimonio y los hijos
• Economía: el trabajo; mantener la empresa a flote
• Estado físico: buen sueño y ejercicio; comida sana
• Amigos: el círculo de personas que nos rodean, gente de la iglesia, amigos y vecinos; además, ser consciente de las necesidades de todos ellos.
• Diversión: puede tratarse de cosas grandes o pequeñas. Algo de diversión tiene que haber en todo lo demás, pero igual se debe destinar un tiempo fijo a este aspecto.1
Desde que mis hijos eran chiquitos siempre me he hecho estas preguntas: ¿Cuáles son las cosas primordiales? Y ¿qué circunstancias se dan cuando acertamos?
Por ejemplo, cuando andábamos super ocupados, concentrados en una mudanza o en el trabajo y los niños no recibían la debida atención, con frecuencia yo me preguntaba: «¿Están felices? ¿Seguros y estables?» Si la respuesta era sí, entonces sabía que estaban bien. Si era no, teníamos que alterar nuestras prioridades.
En caso de que mi marido y yo estuviéramos excepcionalmente ocupados y no pasáramos tiempo juntos como lo solemos hacer, yo me preguntaba si los dos todavía éramos felices y cariñosos el uno con el otro. Si la respuesta era sí, quería decir que estábamos bien; de ser no, teníamos que hacer algún reajuste.
1. Para mayor información, véase «What Really Works: Blending the Seven Fs for the Life You Imagine by Paul Batz and Tim Schmidt.
Si era capaz de sosegar mi espíritu y la Palabra de Dios todavía dialogaba conmigo, sabía que mi conexión con Jesús andaba bien. Si no estaba calmada y la voz de los asuntos estresantes ahogaban la de la paz que Él nos promete, sabía que tenía que reordenar mis prioridades. Jesús es un magnífico ejemplo de eso. Si repasas los Evangelios verás que Él no se concentraba en las mismas cosas todos los días. A veces se enfocaba en predicar y sanar a las multitudes. Luego se retiraba a orar a solas. En otros momentos, una persona era el centro de su atención. A veces hacía cosas ínfimas; a veces, cosas gloriosas. Fuera cual fuera la situación en que se encontrara, ahí estaba puesta Su atención. No era amigo de las multitareas ni andaba con hoja de Excel y lista de control. Enfrentaba las necesidades que se le presentaban concentrado en la tarea que tenía adelante y confiaba en Su Padre para lo que le hiciera falta cada día.
VENCER EL ESTRÉS
Pongan todas sus preocupaciones y ansiedades en las manos de Dios, porque él cuida de ustedes. 1 Pedro 5:7 ntv
La ansiedad no consume las angustias del mañana; consume únicamente las fuerzas del día hoy. Charles Haddon Spurgeon
Para obtener un alivio rápido, prueba ir más despacio. Lily Tomlin
Descansa. Un campo que ha descansado proporciona una abundante cosecha. Ovidio (43 a.C.-17 d.C.)
El estrés no es lo que nos acontece, sino la manera en que respondemos a lo acontecido. Y esa respuesta es algo que podemos elegir. Maureen Killoran
Para el estresado todo es urgente. Natalie Goldberg
El arma más eficaz contra el estrés es nuestra capacidad de escoger ciertos pensamientos y descartar otros. William James
Marie Alvero ha sido misionera en África y México. Lleva una vida plena y activa en compañía de su esposo y sus hijos en la región central de Texas, EE.UU. ■
En cualquier situación, si nos concentramos en lo negativo, podemos esperar altos índices de estrés. En cambio, si tratamos de buscar el lado bueno, se reduce enormemente la tensión. Catherine Pulsifer
Echaré todas mis cargas sobre Dios. A Él no le pesarán. Joseph Hall
EL PERDÓN
Rafael Holding
—Si mi hermano me ofende, ¿cuántas veces he de perdonarlo? —le preguntó un hombre a Jesús; acto seguido aventuró una respuesta—: ¿Siete veces?
—No; ¡setenta veces siete! —respondió Jesús (Mateo 18:21,22).
Dicho de otro modo: nunca debemos dejar de perdonar.
Eso es amor. Jesús no se refería solamente a perdonar con amor y paciencia a nuestros hermanos, cónyuges y amigos íntimos, sino también a jefes y compañeros de trabajo dominantes, a subalternos intratables, a vecinos cascarrabias… Es decir, a todos. Esta disposición benevolente es tan contraria a la naturaleza humana que solo puede provenir de Dios.
¿Acaso no nos ha perdonado Dios a nosotros setenta veces siete? ¿No nos motiva ello a ofrecer ese perdón y misericordia a los demás para que ellos también lleguen a conocer a Dios y se acojan a Su perdón?
«El amor es sufrido, es benigno» (1 Corintios 13:4). «El siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido; que con mansedumbre corrija a los que se oponen» (2 Timoteo 2:24,25). ■
Algunas personas son recelosas de perdonar, porque piensan que si olvidan el mal sufrido no aprenderán de la experiencia. La verdad está más bien en las antípodas: El perdón deshace la opresión o dominio emocional que el agravio ejerce sobre nosotros y nos permite sacar lección de la experiencia. Mediante el poder y la inteligencia del corazón, el efecto liberador del perdón da lugar a una expansión de la inteligencia que nos posibilita lidiar más eficazmente con la situación. David and Bruce McArthur, The Intelligent Heart, 1997
Al momento de perdonar debo abstenerme de guardar algunas balas para más adelante. Debo deshacerme de todos mis explosivos, de todos mis cartuchos de ira y venganza. No debo guardar ningún rencor (Levítico 19:17,18).
Me resulta imposible cumplir esta exigencia. Supera mi fuerza de voluntad. Puedo pronunciar palabras de perdón, pero no logro hacer gala de un despejado cielo azul sin que en alguna parte se esté formando una tormenta. Con todo y con eso, el Dios de la gracia puede hacer lo que a mí me está vedado. Es capaz de mejorar la condición del tiempo. Puede crear un nuevo clima. Puede renovar un espíritu recto dentro de mí (Salmo 51:10), y en esa nueva atmósfera no sobrevivirá nada que pretenda envenenar o destruir. Los rencores morirán y la venganza será desplazada por la buena voluntad, esa fuerte presencia cordial que se aloja en el nuevo corazón. John Henry Jowett (1864–1923)
Respuestas a tus interrogantes:
¿POR QUÉ TENGO QUE PERDONAR?
P: ¿Por qué tengo que perdonar a quienes me han herido? Eso sería absolverlos de toda culpa, ¿o no? ¿Por qué dejar que se salgan con la suya?
R: Por muy difícil que te resulte perdonar, tu situación no mejorará hasta que des ese paso trascendental.
Para empezar hay que entender que el perdón no es algo que se practique entera o siquiera primordialmente para beneficio del otro. También por tu propio bienestar emocional y espiritual debes perdonar a la persona que te agravió; es condición imprescindible del proceso de sanación. Hay tres razones para ello:
En primer lugar, te ayuda a neutralizar el efecto tóxico que tiene una actitud rencorosa en la persona que la adopta. La negativa a perdonar a quienes te han ofendido abona tu mente y tu espíritu para que proliferen toda suerte de sentimientos malos y destructivos, tales como el odio, el resentimiento, la ira y la sed de venganza. Con ese estado de ánimo nunca llegarás a ser feliz. El antídoto es el perdón, un agente de cambio que con el tiempo contrarresta el daño sufrido.
En segundo lugar, aunque esos sentimientos te parezcan justificados a la luz de las circunstancias, si actúas motivado por la hostilidad o incluso si te empeñas en revivir la injuria mentalmente, te vuelves tan culpable como la persona que te hirió. Dos malas no hacen una buena.
Por último, en el Padrenuestro Jesús nos enseña a pedir perdón y ser clementes. «Perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros deudores. [...] Porque si perdonan a los hombres sus ofensas, su Padre celestial también les perdonará a ustedes. Pero si no perdonan a los hombres, tampoco su Padre les perdonará sus ofensas» (Mateo 6:12,14,15).
El perdón no altera el pasado, pero sí propicia un futuro mucho más dichoso. ■
AUTODESTRUCCIÓN
Una serpiente de cascabel, al sentirse acorralada, a veces se agita tanto que sin querer se clava a sí misma sus mortales colmillos. De la misma manera, quien alberga resentimiento y odio, las más veces se emponzoña a sí mismo con el veneno de su malevolencia. Puede estar convencido de que con su despliegue de cólera hiere a sus enemigos, cuando en realidad se hace un profundo daño interior. No se gana nada cediendo a oscuras pasiones como el rencor y la ira.
Es preciso que aprendamos a perdonar los agravios y pidamos a Dios que nos llene de amor el corazón. Solo así evitaremos que el resentimiento y la ira nos lastimen. Henry Bosch
EN ARAS DE LA PAZ
Visité a un amigo que me pidió consejo sobre un problema que tenía. Un antiguo colega se había marchado y había montado su propio negocio en competencia directa. Se había llevado parte de la clientela de mi amigo. Mi amigo estaba preocupado por la baja de actividad comercial, pero sobre todo por la rabia y las emociones negativas que experimentaba cada vez que pasaba por delante del negocio de su antiguo colega, o siquiera cuando pensaba en la situación. Me recordó algo que viví hace años, cuando un grupo de misioneros de otro país nos escribió para preguntarnos si podían unirse a nuestra misión aquí en las Filipinas. Después de mucho pensarlo, decidimos invitarlos, aunque eso significaba buscar una casa más grande, pues necesitaríamos más espacio para acomodarlos. Encontré una casa grande, pero necesitaba reparaciones de envergadura. A la postre tuvimos que cambiar todos los suelos por los daños causados por las termitas, todas las tuberías de agua, todas las mosquiteras y pare usted de contar. Invertimos todos los ahorros de nuestra misión en esa casa. No obstante, poco después que llegaron se hizo evidente que teníamos
proyectos e ideas muy dispares sobre el tipo de labor misionera que nos sentíamos llamados a realizar.
Puesto que ellos eran nuevos en el país, consideré que lo correcto sería permitirles quedarse en la casa que habíamos reformado, a la que nos habíamos mudado recientemente y que nos había costado un mundo. Así lo hicimos y Dios obró un milagro por nosotros. Aunque nos había tardado meses encontrar esa casa y luego meses repararla, limpiarla y prepararla, me puse de nuevo a buscar casa y en una semana encontramos una fantástica, en buen estado y buena ubicación, con todo lo que necesitábamos.
Cuando caí en la cuenta de que no íbamos a poder trabajar juntos con el grupo recién llegado, se me turbaron los pensamientos y emociones. Estas oscilaban entre la tristeza y el desespero, pasando por la preocupación de tener que volver a empezar de cero.
Leyendo mi Biblia me encontré con la narración de Génesis 26 sobre el patriarca Isaac (hijo de Abraham). A lo mejor te interesa todo el capítulo, pero aquí tienes un resumen:
Simon Bishop
Yo sé los planes que tengo acerca de ustedes, dice el Señor, planes de bienestar y no de mal, para darles porvenir y esperanza. Jeremías 29:11
Dios es dueño de la situación. Puede que no nos retire las pruebas que se nos presentan o no nos indique cómo esquivarlas, pero sí nos fortalece a través de ellas. Billy Graham
Nunca tengas miedo de confiarle un futuro inseguro a un Dios seguro. Corrie ten Boom
Si el Señor está con nosotros, no tenemos por qué temer. Tiene puesta Su mirada en nosotros, Su brazo nos protege, Su oído está atento a nuestra oración, Su gracia nos basta, Su promesa es inmutable. John Newton
Cada uno de nosotros puede estar seguro de que si Dios nos envía por caminos pedregosos nos dotará de calzado resistente y no nos enviará en ningún viaje para el que no nos proporcione los medios necesarios. Alexander Maclaren
La tribu de Isaac no tenía tierra propia. Arrendaban tierras o vivían de huéspedes de diferentes reyes y gobernantes de Canaán. El agua escasea en esa parte del mundo; pero el Señor bendijo a Isaac de modo que donde cavaba pozos encontraba agua en abundancia. Solía suceder, sin embargo, que la gente de los alrededores se ponía celosa y se peleaba por la fuente de agua. Para evitar conflictos Isaac emprendió de nuevo la marcha una y otra vez, y en cada ocasión el Señor bendecía sus esfuerzos por encontrar agua y proveía para él. Finalmente, uno de los reyes que al principio había expulsado a Isaac de su territorio, se acercó a él para proponerle un pacto de paz, pues veía que Dios estaba con él y siempre lo bendecía. Además el rey quería participar de esas bendiciones. Este episodio me infundió fe en que estaba haciendo lo correcto al esforzarme por mantener la paz, aunque ello supusiera una importante pérdida personal. También me impulsó a no caer en sentimientos de amargura o enojo por la situación, sino a centrarme en hacer todo lo posible por servir y obedecer a Dios. Y así se sucedieron las bendiciones. ¡Fue asombroso!
En los tiempos que corren, cuando parece que todo el mundo se empeña en luchar por lo que considera justo, en no dejarse intimidar o en buscar resarcimiento por las injusticias, me parece importante recordar que Jesús dijo: «Bienaventurados los que hacen la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios». Más adelante, en el mismo sermón, dijo: «Al que quiera llevarte a juicio y quitarte la túnica, déjale también el manto» (Mateo 5:9, 40 ).
Si bien no creo que esté mal defender nuestros derechos o velar por nuestros intereses, los cristianos debemos recordar que Dios está al mando. Aunque a veces dé la impresión de que salimos perdiendo por defender nuestra fe y valores cristianos, Dios es más que capaz de compensar cualquier pérdida, y no nos hace ningún bien albergar rencor o amargura hacia los demás. Al fin y al cabo, ¡todo está en manos de Dios!
Simon Bishop realiza obras misioneras y humanitarias a plena dedicación en las Filipinas. ■
LUZ EN LAS TINIEBLAS
Era finales de 1974. Yo tenía 18 años y había hecho el viaje por tierra de Londres a la India con unos amigos, por la llamada «ruta hippie». Pasamos por Estambul, Teherán, Kabul, Cachemira, Hyderabad y finalmente llegamos a Goa, donde nos alojamos durante unas semanas en una cabaña cerca de la playa. Yo era una joven adulta muy insegura, temerosa del futuro, que buscaba desesperadamente un sentido a mi vida.
Siempre tuve debilidad por los niños, así que me hice amiga de una niña que vivía con sus padres hippies y otros jóvenes franceses en una casa a unos 400 metros por el camino que llevaba de la playa a nuestra pequeña villa. Con el consentimiento de su madre, la recogía todas las tardes para jugar en la placidez de la playa y luego la llevaba de vuelta a casa antes de la puesta de sol. Siempre me aseguraba de llevar a mi amiguita a casa antes del anochecer. En esa zona apartada no había electricidad y yo le tenía mucho miedo a la oscuridad. Se acercaba el invierno y los días se hacían más cortos. Un día perdí la noción del tiempo y cuando emprendimos el camino de regreso, el sol ya se había puesto. Lo único que podía ver era una pequeña vela a lo lejos que me condujo a su casa. Al entrar por la puerta trasera, la
vivienda estaba en completo silencio, pero alcancé a ver a su madre y sus amigos sentados en círculo alrededor de esa pequeña vela, contemplando su luz y meditando. Una sensación de paz impregnaba toda la casa, y hasta mi animada y joven amiguita entró de puntillas por respeto a lo que pasaba allí.
Me quedé unos minutos empapándome del ambiente y luego emprendí el regreso a casa sola. A pesar de la densa oscuridad que me rodeaba, en aquella ocasión no tuve miedo. La visión de aquella vela centelleante caló en mi mente y supe que todo iba a salir bien.
Unas semanas después conocí a un grupo de jóvenes cristianos que me ayudaron a encontrar el camino de la verdad y la alegría que solo Jesús puede brindar. Me liberé de la confusión y el miedo. Había encontrado la razón de ser. Era como si una vela se hubiera encendido en mi alma y nunca más me quedaría sola en la oscuridad.
La Biblia habla mucho de la luz. A continuación cito algunos de los numerosos versículos sobre el tema:
«Jesús les habló otra vez […] diciendo: —Yo soy la luz del mundo. El que me sigue nunca andará en tinieblas sino que tendrá la luz de la vida» ( Juan 8:12).
Rosane Cordoba
¿Sientes que vas a la deriva? ¿Te embargan el miedo, la soledad y la desesperanza? Jesús te ama y quiere ser tu compañero constante. Él dijo: «He aquí, yo estoy a la puerta [de tu corazón] y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él, y él conmigo» (Apocalipsis 3:20).
Jesús prometió entrar en tu vida y llenarte de Su alegría, paz y amor.
Si aún no has acogido a Jesús como Salvador, puedes hacerlo rezando esta oración:
Jesús, creo sinceramente que Tú eres el Hijo de Dios, que moriste por mí y resucitaste de entre los muertos. Te ruego que me perdones todos mis pecados. Te invito a entrar en mi corazón y en mi vida.
Lléname de Tu amor y de Tu Espíritu Santo y concédeme el don de la vida eterna. Amén.
«Los que a él miran son iluminados; sus rostros no serán avergonzados. Este pobre clamó, y el Señor lo escuchó y lo libró de todas sus angustias» (Salmo 34:5,6).
“El Señor es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? El Señor es la fortaleza de mi vida; ¿de quién me he de atemorizar?» (Salmo 27:1.)
«Ciertamente tú eres mi lámpara, oh Señor; el Señor ilumina mis tinieblas» (2 Samuel 22:29).
«Has librado mi vida de la muerte y mis pies de la caída para que ande delante de Dios en la luz de la vida» (Salmo 56:13).
«Lámpara es a mis pies tu palabra y lumbrera a mi camino» (Salmo 119:105).
¿Has perdido el rumbo y la esperanza? ¿Tienes miedo de la oscuridad que te rodea y de todos los problemas que te depara la vida? Busca la luz que te lleve a tu destino. Jesús es la luz y en Él no hay tinieblas.
Rosane Cordoba vive en Brasil. Es escritora independiente, traductora y productora de textos didácticos para niños basados en la fe y orientados a la formación del carácter. ■
De Jesús, con cariño
ALIVIA TUS CARGAS
Ven a Mí con todas tus cargas, preocupaciones e inquietudes y encuentra el reposo que prometí para tu alma (Mateo 11:28,29). Puede que tus cargas sean demasiado pesadas para ti, pero no lo son para Mí. Mis hombros son tan anchos como para llevar cualquier carga que me encomiendes.
Mi Palabra te enseña que eches todas tus preocupaciones y ansiedades sobre Mí, sabiendo que Yo cuido de ti (1 Pedro 5:7).
Tal vez te preguntes, sin embargo: «En la práctica, ¿cómo hago para echar mis preocupaciones sobre Ti, Señor?»
Empieza por tomarte unos minutos para reflexionar sobre tu situación.
¿Cuáles son las cargas que llevas?
¿Qué te causa ansiedad y estrés?
Luego tómate un tiempo para confiarme esas cargas una por una, pidiéndome que me encargue de todo lo que te inquieta. Recuerda Mi promesa de que Yo te sostendré y no permitiré que resbales ni te abatas (Salmo 55:22). Una vez que Me hayas dado a conocer tus peticiones en oración y acción de gracias, confía en que Mi paz guardará tu corazón y tu pensamiento (Filipenses 4:6,7).
Cualquiera que sea la causa de tus preocupaciones, si las depositas en Mí se aligerará tu carga. Así pues, acude a Mí con todas tus cargas y confía que en tiempos de estrés o de apuro Yo siempre estoy contigo. Mi alegría te dará fuerzas; y Mi paz que sobrepasa tu entendimiento humano, te sostendrá (Nehemías 8:10).