Conéctate, julio de 2025: Tomar buenas decisiones

Page 1


DECISIONES ACORDES CON LA VOLUNTAD DE DIOS

Crecer y aprender

Cuando la vida exige valentía

Hallar paz en Dios

Decisiones cotidianas

Una vida bien vivida

Salir de nuestra zona de confort

Un mundo de oportunidades

A

NUESTROS AMIGOS

la facultad de elegir

Mi esposa y yo supimos una vez de un señor que había vivido en la misma casa toda su vida. Comía siempre lo mismo de desayuno mientras leía el periódico. Se vestía con el mismo estilo de ropa clásico y realizaba mecánicamente las mismas actividades día tras día. ¿Por qué?

—Así la vida es más sencilla —decía—. Me ahorro tener que tomar tantas decisiones.

Ahora bien, la vida en el mundo actual con todos los ingenios tecnológicos avanza a un ritmo vertiginoso. Vivimos atareados y a diario se nos presentan incontables decisiones. Algunas son de poca monta, vinculadas a nuestras tareas habituales; mas a veces afrontamos decisiones de mayor envergadura. Y de cuando en cuando nos vemos ante una alternativa que puede llegar a ser crucial.

He ahí el tema de nuestra revista de julio: tomar decisiones acertadas. Uno de los dones con que Dios agració a la humanidad es la soberana facultad de elegir. Aprendemos y evolucionamos en la medida en que tomamos decisiones basadas en los principios contenidos en la Palabra de Dios. Tomar buenas decisiones puede ser cosa seria y las consecuencias, muchas veces, fuente de preocupación. No obstante, quienes seguimos a Jesús poseemos una ventaja. Siempre que Dios tenga primacía en nuestra vida y nos esforcemos por seguir la verdad de la Biblia, podemos reposar en la promesa de que «para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien» (Romanos 8:28).

La indecisión, motivada por temor a un desenlace indeseado, puede ser paralizante. No te asustes. Tómate un tiempo para buscar al Señor y pedirle orientación. Así también, muéstrate receptivo al consejo de otras personas de confianza. Pero habiendo hecho esto, toma tu decisión y confía en que Dios se encargará de los resultados. Si la pifias y tomas la decisión equivocada, Dios puede redirigirte y de alguna manera sacar partido de ello. Al fin y al cabo, estás en Sus amorosas manos.

La tecnología nos ofrece un buen ejemplo. Cuando vas conduciendo un auto conectado a alguna una aplicación que te dirige hacia tu destino, ocurre a veces que no giraste por donde debías o te pasaste una calle. ¿Qué haces? En lugar de entrar en pánico, simplemente continúas escuchando las instrucciones que te ofrece la App. Esta hace un nuevo cálculo y te reorienta por una nueva ruta que a la larga te llevará a tu destino. En ciertos aspectos la Palabra de Dios se parece a esa aplicación. Si te pasas del cruce indicado o tomas la calle equivocada, Su Palabra y la voz apacible del Espíritu de Dios te indicarán un nuevo trayecto para que llegues de todos modos a destino.

Que tomes buenas decisiones con la App del Espíritu Santo.

Gabriel

Si deseas información sobre Conéctate , visita nuestro sitio web o comunícate con nosotros.

Sitio web: activated.org/es/ E-mail: activated@activated.org

Chile:

E-mail: gabrielconectate@gmail.com

España:

E-mail: conectate@esfuturo.com

Tel: (34) 658 64 09 48 www.esfuturo.com

México:

E-mail: conectate@conectateac.com

Tel: (01-800) 714 4790 (nº gratuito) +52 (81) 8123 0605

© Activated, 2025. Es propiedad. Diseñado por Gentian Suçi.

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995, y de la versión Reina-Varela Actualizada 2015 (RVA-2015), © Casa Bautista de Publicaciones/Editorial Mundo Hispano. Utilizados con permiso. Año 26, número 7

SALIR DE NUESTRA ZONA DE CONFORT

Todos tenemos una zona de confort, esas circunstancias dentro de las cuales nos sentimos cómodos o el círculo de personas con las cuales hemos aprendido a interactuar con facilidad sin tener que hacer demasiado esfuerzo. En muchos casos los límites de esa zona los determinan varios factores, entre ellos nuestras pasadas experiencias, nuestros temores y lo que pensamos que será aceptable para los demás y que a nuestro juicio exigirá un esfuerzo prudencial de nuestra parte sin generar estrés o ansiedad.

Nuestra zona de confort es agradable y acogedora. El problema es que si permitimos que esta rija nuestras decisiones, puede terminar por dejarnos poco espacio para crecer y desarrollarnos. Hasta es posible que sofoque nuestra capacidad de experimentar todo aquello que la vida nos ofrece. Y a menos que sigamos creciendo y exigiéndonos más, corremos el riesgo de ponernos cómodos y terminar satisfechos de nosotros mismos en corazón, mente y espíritu.

al máximo nuestra capacidad a menos que estemos dispuestos a exigirnos más allá de lo que consideramos nuestros límites.

El peligro de permanecer dentro de nuestra zona particular de confort en circunstancias en que el Señor quiere ampliar nuestros horizontes es que gradualmente nos vamos aletargando de manera que acabamos conformándonos con mucho menos,

en lugar de esmerarnos por alcanzar nuestro pleno potencial. Podemos perder la capacidad de descubrir cuánto podemos lograr, al punto en que dejamos de dar pasos de fe que nos conduzcan por nuevos rumbos. Es incómodo traspasar los linderos con los que estamos familiarizados, y por supuesto existen riesgos al no saber qué desenlace tendrán las cosas. Con todo y con eso, la satisfacción, el sentimiento de realización y la emoción de toparse con nuevas personas, nuevas ideas y nuevas oportunidades es lo que hace de nosotros personas más profundas y motivadas. Jamás desarrollaremos

Peter, mi esposo, me contaba que una vez visitó un centro de rehabilitación física y observó a un hombre que estaba aprendiendo a caminar otra vez. Ese señor no daba sino unos pequeños pasos arrastrando los pies. Sin embargo, los terapeutas decidieron que ya era hora de que avanzara un poco más. Él protestó, temiendo que sería imposible y que se caería. No obstante, con un terapeuta a cada lado ayudándolo a caminar cada vez más rápido, se dio cuenta de que sí podía. Puede que nunca se hubiera aventurado fuera de su zona de confort y nunca hubiera mejorado el paso si otros no lo hubieran animado y estimulado.

El Señor a veces trastoca nuestra zona de confort y nos pone nuevos retos en la vida para llevarnos a rebasar los límites de la situación en que nos encontramos y que nosotros mismos a veces nos imponemos. Aunque al principio rebasar esos confines puede desestabilizarnos, descubriremos nuevas oportunidades, relaciones y posibilidades que antes no hubiéramos creído posibles.

María Fontaine dirige juntamente con su esposo, Peter Amsterdam, el movimiento cristiano La Familia Internacional. Esta es una adaptación del artículo original. ■

DECISIONES ACORDES CON LA VOLUNTAD DE DIOS

Todos hemos tenido que tomar incontables decisiones a lo largo de nuestra vida, entre ellas las que alteran nuestra trayectoria y afectan nuestro futuro; por ejemplo, dónde viviremos, con quién nos casaremos, qué carrera seguiremos, qué compromiso haremos con respecto a nuestra fe y de qué modo participaremos en la obra de Dios. Cada oportunidad de superarnos, cada prueba y cada empresa difícil que enfrentamos puede implicar una decisión trascendental. La cuestión es cómo tomamos decisiones acertadas que obtengan los mejores resultados y den buen fruto en nuestra vida.

Uno de los misterios del plan de Dios para la humanidad es que al ser creados a Su imagen, Él nos ha dado a cada uno la prerrogativa del libre albedrío (Génesis 1:26,27). Eso incluye la capacidad de tomar decisiones y la responsabilidad por las consecuencias de esas decisiones. Parte de nuestro proceso de crecimiento cristiano reside en aprender a discernir la voluntad de Dios y tomar decisiones que estén en armonía con Dios, basándonos en la relación personal que tenemos con Él, nuestro conocimiento de Su Palabra y el amor que abrigamos por Él y los demás.

En la vida, cada uno de nosotros tiene que optar continuamente entre el bien y el mal, entre lo correcto

o lo equivocado, entre servir a Dios o nuestros propios intereses. En el proceso aprendemos los beneficios de servir a Dios, modelando nuestra vida según Su Palabra y adorándolo y agradeciéndole por Su amor y Su bondad. Como hijos agradecidos de nuestro Padre celestial tenemos el privilegio de creer en Él, confiar en Él y en Su Palabra, y experimentar Sus bendiciones a medida que nos esmeramos por andar en Su voluntad y glorificarlo por medio de nuestra vida (Romanos 10:9,10).

Reconocer en Jesús a nuestro Salvador y recibir Su regalo de la salvación es la decisión más importante que podemos tomar en esta vida, puesto que determina el lugar que ocuparemos eternamente con respecto a Dios y Su reino. Una vez que entregamos nuestra vida a Cristo iniciamos una nueva vida y enfrentamos a diario otra importante cantidad de decisiones.

Para los cristianos la toma de decisiones parte por aprender a discernir la voluntad de Dios, lo que Él considera que será la mejor decisión acorde a la situación. Solo Dios sabe lo que va a ocurrir y solo Él puede abarcar el panorama global: pasado, presente y futuro. En Su Palabra ha prometido instruirnos y guiarnos: «Mis ojos están puestos en ti. Yo te daré instrucciones, te daré consejos, te enseñaré el camino que debes seguir» (Salmo 32:8 dhh).

El acto de discernir la voluntad de Dios está concebido como un proceso relacional entre nosotros y Dios. En el libro de Isaías leemos: «“Vengan ahora, y razonemos”, dice el Señor» (Isaías 1:18 nbla), lo cual indica el deseo de Dios de comunicarse con nosotros. Un punto de partida para encontrar la voluntad de Dios y tomar buenas decisiones es encomendarle a Él todos nuestros caminos. «Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos y Él enderezará tus sendas» (Proverbios 3:5,6). «Encomienda al Señor tu camino, confía en Él, que Él actuará» (Salmo 37:5 nbla).

Si procuramos tener una relación cercana con el Señor, en obediencia a las enseñanzas de la Biblia, y de verdad buscamos Su voluntad en nuestra vida, podemos confiar en que Dios nos guiará y pondrá Sus deseos en nuestro corazón. La Biblia enseña: «Deléitate en el Señor, y Él te concederá los deseos de tu corazón» (Salmo 37:4 ntv).

El punto de partida, no obstante, es reverenciar a Dios y desear Su voluntad por encima de todo. Nos urge tomar

decisiones con la misma mentalidad que tuvo Jesús cuando dijo: «No se haga Mi voluntad, sino la Tuya» (Lucas 22:42 nbla).

La Biblia nos enseña un principio que es la piedra angular para discernir la voluntad de Dios. Dice en Romanos 12:2: «No se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto». Encontrar la voluntad de Dios y tomar decisiones que se ajusten a Sus deseos empieza con la Palabra de Dios, interiorizándonos de Sus caminos, las enseñanzas de Su Palabra, y procurando vivir en consonancia con Sus preceptos. El Salmo 119:105 (nbla) dice: «Lámpara es a mis pies Tu palabra, y luz para mi camino».

Cuando día a día nos decantamos por opciones que amolden nuestra vida a las enseñanzas de la Biblia, Él ha prometido concedernos sabiduría para tomar buenas decisiones. «Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, que se la pida a Dios, quien da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada» (Santiago 1:5 nbla). A veces Dios nos habla por medio de un versículo o pasaje de la Escritura, que nos parece como si estuviera escrito justo para la situación que enfrentamos. Otras veces Dios nos

habla al corazón con un «silbo apacible» o un susurro, que nos encamina hacia Su voluntad y Su verdad (véase 1 Reyes 19:11–13).

Es posible que tengamos una convicción interna de que algo por lo que oramos es la voluntad de Dios. En nuestro interior sabemos que determinada decisión o acción es la voluntad de Dios y lo que debemos o no debemos hacer. Su Palabra dice: «Tus oídos oirán detrás de ti la palabra que diga: “Este es el camino, andad por él”» (Isaías 30:21). En ciertas ocasiones es posible que Dios nos hable en un sueño o con un mensaje profético para orientarnos de manera explícita; después podemos solicitarle que nos lo reconfirme.

Cuando de cara a una decisión buscamos la voluntad de Dios, con frecuencia es prudente también pedir orientación a otras personas. Proverbios 15:22 (nbla) dice: «Sin consulta, los planes se frustran, pero con muchos consejeros, triunfan». Claro que al momento de tomar una importante determinación es conveniente sopesar y tratar de corroborar el asesoramiento que nos ofrecen otras personas. Así tendremos mayor seguridad de que estamos tomando la decisión acertada. Si algo es la voluntad de Dios, con frecuencia Él abrirá la puerta para hacerlo posible. Podemos preguntarnos: «¿En qué dirección nos está guiando Dios, abriéndonos camino o proporcionándonos los medios para hacerlo?» De acuerdo, las circunstancias y oportunidades no

necesariamente son los criterios para tomar decisiones que se ajusten a la voluntad de Dios, pero pueden ser un indicio de cómo guía el Señor. A veces Él nos encauza cerrando una puerta y abriendo otra. Dios puede ingeniar ciertas situaciones mientras nos va guiando conforme a Su plan y a lo que Él sabe que más nos conviene.

Un factor importante a la hora de tomar decisiones es procurar que estas cumplan los designios de Dios y le atribuyan la gloria. Lo que sea que hagamos, la Biblia dice: «Háganlo todo para la gloria de Dios» (1 Corintios 10:31 nbla). Su Palabra nos enseña a tomar decisiones que reflejen Su bondad y promuevan la justicia: «Él te ha declarado, oh hombre, lo que es bueno. ¿Y qué es lo que demanda el Señor de ti, sino solo practicar la justicia, amar la misericordia, y andar humildemente con tu Dios?» (Miqueas 6:8 nbla).

Una vez que has tomado una decisión, encomiéndala al Señor y confía en que Él actuará conforme a Sus buenos propósitos. Si hiciste lo posible para tomar la decisión con oración y consejo bíblico, ten fe en Dios para el resultado (Hebreos 11:6). Si con el tiempo se comprueba que tu decisión fue equivocada o que hace falta un cambio de rumbo, reconoce tu error y pide a Dios que te guíe y te reencamine.

Qué reconfortante es saber que podemos discernir la buena voluntad de Dios, aceptable y perfecta (Romanos 12:2). Siempre que procuremos andar en Su voluntad y habitar en Su presencia estaremos en el lugar más seguro de este mundo. Por más que estalle una guerra a nuestro alrededor, o suframos una tragedia o pérdida personal o afrontemos las inevitables tormentas de la vida, siempre estaremos a salvo en las manos de Dios y contaremos con que Él nos guiará y nos guardará.

¡Que Dios te bendiga! Y lo hará a medida que estudies la Biblia, procures tomar decisiones inspiradas por Dios, te conduzcas según Su voluntad y lo ames con todo tu corazón, toda tu alma y toda tu mente (Mateo 22:37).

Adaptación de un artículo de Tesoros, publicado por La Familia Internacional. ■

DECISIONES

COTIDIANAS

Leí una frase de C.S. Lewis que encontré muy acertada: «Cada vez que tomamos una decisión transformamos nuestra parte esencial, aquella que decide, en algo ligeramente diferente de lo que era». ¿Podría ser esto cierto hasta en las pequeñas alternativas que se nos presentan todos los días?

Lewis añadió: «Tanto el bien como el mal aumentan a interés compuesto. Esa es la razón por la que las decisiones que tomamos cada día son de infinita importancia. La más pequeña de nuestras buenas acciones de hoy implica ocupar una posición estratégica, desde la cual unos meses más tarde quizás podamos alcanzar triunfos con los que nunca soñamos. Ceder hoy de manera aparentemente trivial a la lujuria o a la ira es la pérdida de un cerro o una línea férrea o una cabeza de puente desde la que el enemigo puede lanzar un ataque que de otra manera habría sido imposible».1

Voy entendiendo. La bondad engendra bondad. Crea un efecto dominó. Me doy cuenta de que cuando me desvío un poco de mi camino para mostrar interés por los demás, me resulta más fácil, como si estuviera fortaleciendo un músculo. Antes me costaba entablar conversación con desconocidos, pero ahora disfruto mucho de las charlas amistosas que mantengo cuando salgo. Muchas cobraron profundidad y derivaron en buenas amistades.

Cristianismo y nada más, de C.S. Lewis

Y por el contrario, cada vez que me impaciento con mi marido, abro una rendija para que la desunión y la desconfianza entren en mi matrimonio. ¿Cuántos matrimonios empiezan a agriarse por insultos y discusiones que no se enmendaron?

Cuando era niña me tenía sin cuidado decir pequeñas mentiras de vez en cuando. «¡Yo no fui! No sé quién rompió eso». Ese tipo de cosas. En la adolescencia, sin embargo, ya era una mentirosa habitual, descarada y audaz con los cuentos que inventaba y sin ningún tipo de reparo. Tardé años en superar ese hábito, ya que se había convertido en parte de mi naturaleza.

Así que tal vez lo importante no sea la ropa que decida ponerme hoy o el menú de la cena de esta noche; pero sí, hay pequeñas decisiones que poco a poco incidirán en mi futuro y hasta en mi carácter. ¿Seré más egocéntrica o más Cristocéntrica?

A medida que voy entrando en años, ¿tendré la paz y la satisfacción de una vida bien vivida? ¿A lo mejor no una vida con importantes realizaciones y grandes hazañas, sino una edificada sobre las muchas pequeñas decisiones que tomé para amar primero a Dios y servir al prójimo? De ser así, me doy por satisfecha.

Sally García es docente, mentora, escritora y traductora. Realiza asimismo labores misioneras. Vive en Chile con su esposo Gabriel y está afiliada a la Familia Internacional.  ■

CUANDO LA VIDA EXIGE VALENTÍA

«Estén quietos y reconozcan que yo soy Dios» (Salmo 46:10).

Este pujante versículo bíblico ha sido para mí una fuente de consuelo y fortaleza en momentos en que me topé con duras alternativas. Tomar decisiones susceptibles de alterar el curso de tu vida puede ser intimidante, sobre todo cuando los resultados son inciertos. Sin embargo, cuando reflexiono sobre mi trayectoria, veo que esos momentos cruciales —que a veces me sobrevinieron de golpe— al final resultaron para bien.

Permítanme que les cuente mi vivencia.

Hace dieciocho años uno de mis hijos que vivía en el extranjero necesitaba mi ayuda. Hacía poco que me

había mudado con otro de mis hijos para ayudar con mis nietos pequeños; además había estado muy envuelta en un trabajo que me encantaba. Dejarlo todo y viajar al otro lado del mundo era un panorama escalofriante. Empero, la decisión se aclaró cuando me enteré de las circunstancias que rodeaban el cuidado de mi nieto de seis meses.

Hice las maletas y viajé al extranjero creyendo que la estancia sería corta. No obstante, tres meses después me enfrenté a un dilema que alteraría mi vida: ¿Debía solicitar la residencia permanente y quedarme; o volver a «casa», a mis otras obligaciones, mi trabajo y mis pertenencias?

La añoranza de un entorno familiar me pesaba mucho, pero también lo hacía la innegable atracción de quedarme donde más me necesitaban.

Normalmente habría enumerado los pros y los contras. Desde luego los contras pesaban muchísimo: quedarme significaba dejar atrás mi trabajo, mi seguridad económica y todas mis pertenencias terrenales excepto lo que cabía en mi maleta. Pero luego estaba el innegable pro: mirar a mi nieto a los ojos. Los sacrificios pasaban a un segundo plano en comparación con estar presente para él cuando más me necesitaba.

Así que me quedé.

Dieciocho años después puedo afirmar con seguridad que fue la decisión acertada. Aunque los retos eran reales, dieron lugar a crecimiento personal y a nuevas oportunidades que nunca imaginé. Encontré apoyo —emocional y económico— de fuentes inesperadas, y el camino que tenía por delante, aunque poco claro al principio, se fue iluminando y despejando a cada paso.

Resulta que ese niño es autista. Me dediqué plenamente a cuidarlo durante sus primeros años y más tarde a jornadas reducidas una vez que sus padres se ocuparon más

DAR EL SALTO

En la vida muchas veces he dado el salto, sobre todo en los últimos años. En uno de esos saltos me mudé a Nebraska (bueno, tal vez en ese caso se puede decir que me llevaron contra mi voluntad). Di un salto hacia la fe.  Di un salto y me lancé a escribir.  Más recientemente di un salto y me lancé a hablar en público. En algún punto, en medio de todos esos saltos, choqué contra un muro: un muro de desilusiones, dudas, fracasos, contrariedades y temor. Da miedo dar el salto. Sin embargo, también creo que a pesar de los riesgos y el susto, es necesario. Porque si uno no salta y no se lanza, jamás sabrá lo que hubiera podido pasar, y eso quizás habría tenido trascendencia.

Para mí, saltar, lanzarme, marcó la diferencia entre la incredulidad y la fe. Fue el factor determinante entre vivir pasivamente y vivir con vehemencia. Marcó la diferencia entre una existencia cómoda, encuadrada en mi limitada realidad, y crecer y desarrollarme en campo abierto. Es cierto, a veces uno se cae cuando da el salto; a veces se golpea con fuerza contra un muro y se queda sin aire. Pero otras veces, uno vuela. Es posible que uno no se dé cuenta en el momento, pero al pegar el salto remonta vuelo y emprende algo nuevo, bello, que cambia la vida y es bueno.

Todo comienza con el salto.  Michelle DeRusha, “It Begins with the Leap,” The Lincoln Journal Star, 15 de mayo de 2015.

La medalla al valor no exige que atravesemos por algún peligro. Requiere simplemente que sigamos entregando el amor de Dios dondequiera que estemos. Tom White

de él. Hace casi cinco años, justo cuando me planteaba retirarme para ir a visitar y ayudar a mis otros hijos, la vida me presentó otra decisión crucial.

Ese mismo niño —para entonces adolescente— volvió a necesitar mis cuidados a plena dedicación. En agosto de 2020 reorganicé mi vida y mi casa para que pudiera vivir conmigo. Fue un nuevo capítulo, lleno de curvas de aprendizaje y desafíos, pero también de profunda alegría y motivación.

Hoy ese adolescente ha progresado muchísimo. Terminó la secundaria y se está especializando en soporte informático mientras trabaja a media jornada. Su trayectoria me inspira a diario y me recuerda la importancia de decir «sí» cuando se nos pide, aun cuando el futuro no se presente muy claro.

Por mi parte, las experiencias que tuve con él me llevaron a nuevas oportunidades. Me diplomé en especialista en recursos para el autismo y ahora pongo mis conocimientos

y experiencia al alcance de familias, tutores y docentes. Gracias a la instrucción, promoción y divulgación aprendí que, aunque el camino del autismo puede ser difícil, el amor, la paciencia y la comprensión pueden liberar el potencial de cada niño.

Al reflexionar sobre aquellas decisiones trascendentales, me tranquiliza saber que, sean cuales sean los obstáculos que enfrentamos los cristianos, «[tenemos plena confianza] en que Dios [que se preocupa profundamente por nosotros] hace que todas las cosas [según Su plan] redunden en bien de quienes lo aman y son llamados conforme a Su designio y propósito» (Romanos 8:28 amp). Cuando la vida exige valentía, podemos encontrar la paz reconociendo a Dios y confiando en Él.

Lilia Potters es escritora y especialista titulada en recursos para el autismo. Vive en los Estados Unidos. ■

Respuestas a tus interrogantes

¿TIENE DIOS UN PLAN?

Q : ¿Realmente tiene Dios un designio para mí, como he oído decir una y otra vez? Muchas veces, cuando pienso en mi vida, me da la sensación de que estoy en una pista de carritos chocadores (coches de choque). Me topo con un obstáculo tras otro. Me impactan por un lado y me estrellan por el otro.

R: En efecto, Dios tiene un plan para cada uno de nosotros, que se ajusta perfectamente a nuestra forma de ser, aptitudes e intereses. Es más, Él quiere revelarnos ese plan y ayudarnos a hacerlo realidad.

«Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos y él enderezará tus sendas» (Proverbios 3:5,6).

Ahora bien, eso no quiere decir que todo vaya a ser fácil ni que vaya a salir a nuestro antojo. Por el contrario, a veces nos parece que cada circunstancia que Dios permite que vivamos es dificultosa. ¿Nos pide acaso Dios demasiado alguna vez? En ciertos momentos puede que nos dé esa impresión.

Dios quiere lo mejor para nosotros, mas con frecuencia el camino que nos lleva a eso está sembrado de triunfos y batallas, alegrías y penalidades. Puede que desde nuestra óptica una situación o suceso no nos parezca favorable; sin embargo, la Palabra de Dios nos promete que a «los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, a los que son llamados conforme a Su propósito»

(Romanos 8:28 nbla). Él ve más allá de nuestro limitado horizonte, y Sus designios son mejores y más cabales que los nuestros (v. Isaías 55:8,9).

En tiempos del profeta Jeremías, los israelitas sufrieron una derrota militar que los condujo a la diáspora y al exilio. Probablemente se preguntaron qué había sido del futuro prometido por Dios a Su pueblo. Él les explicó que vivirían en el exilio 70 años en castigo por su rebeldía y desobediencia. Una noticia nada halagüeña. No obstante, les aseguró que continuaría apoyándolos. «Yo sé los planes que tengo acerca de ustedes, dice el Señor, planes de bienestar y no de mal, para darles porvenir y esperanza» ( Jeremías 29:11).

Total que si te encuentras en una situación similar, como alma perdida y sin saber qué fue del plan que Dios había dispuesto para ti, no te desesperes. Si sigues obedientemente a Dios, Su designio se cumplirá en ti.

«¡Si supiéramos qué va a ocurrir!», decimos a menudo.

Mas Dios nos suele encubrir nuestro futuro.

Al no saber qué va a pasar, a Él nos aferramos más. Hasta el final nos guiará. Yo no lo dudo.

Norman Clayton ■

EL MEJOR PLAN DE JUEGO

Acababa de cumplir 13 años y mi vida empezó a desmoronarse. Mis padres se habían separado y mi hermana mayor se había casado y mudado. Un buen amigo murió en un accidente de tránsito y para colmo, entré en la pubertad. Me volví rebelde, no solo en casa, sino también con mis profesores. La única persona a la que temía era la directora del colegio, una mujer alta y elegante que no toleraba ninguna tontería.

Con el tiempo mis profesores se hartaron de mí y me mandaron a hablar con la directora. Entré en su despacho temblando, pero, oh sorpresa, me recibió con una sonrisa y me recomendó unas sesiones con la orientadora escolar. La orientadora era una señora muy amable y bien preparada, que después de oír todas mis quejas, me preguntó si me gustaban los deportes.

—Sí —respondí. En aquella época jugaba en el club deportivo de mi barrio. Éramos las campeonas del torneo juvenil de voleibol de Río de Janeiro.

—Si quieres jugar y ganar —continuó ella—, ¿haces tus propias reglas o te atienes a las reglas del juego?

—Me atengo a las reglas del juego —respondí—; de lo contrario me descalificarán y perderé mi oportunidad de jugar.

—Pues lo mismo ocurre con el juego de la vida —concluyó—. Si quieres jugar bien y salir triunfadora, debes respetar las reglas.

De pronto lo entendí. Lo que había aprendido en el deporte sobre el trabajo en equipo, animar a las demás cuando cometían un error, seguir las instrucciones del entrenador o lanzarme por un balón que parecía perdido y anotar un punto inesperado, podía aplicarse a la vida. Pronto volví a ser la estudiante feliz y bien educada que

había sido antes. ¡Qué gran influencia puede tener un adulto comprensivo en un adolescente!

Cora Coralina, famosa escritora brasileña, decía: «Aun cuando todo parezca derrumbarse, depende de mí decidir si lloro o me río, si me voy o me quedo, si me rindo o sigo luchando, pues he descubierto que en el incierto camino de la vida lo más importante es decidir».

Nuestra vida se construye a punta de decisiones. Dios creó un mundo hermoso para que lo habitemos y lo disfrutemos, pero debemos priorizarlo a Él y Su voluntad; y como cualquier juego, requiere práctica. A veces tenemos que dejar de lado nuestros propios planes y simplemente seguir por donde nos indique, aun cuando no entendamos. Eso requiere fe y confianza en que Él tiene el mejor plan de juego para cada uno de nosotros.

Rosane Cordoba vive en Brasil. Es escritora independiente, traductora y productora de textos didácticos para niños basados en la fe y orientados a la formación del carácter. ■

Sabiduría en la Palabra de Dios

Estábamos en un restaurante y mi hija se vuelve hacia mí y me dice:

—Mamá, ¿qué quiero comer?

Como soy madre curtida, le respondo:

—¡No lo sé!

Esta adolescente sabe leer, conducir y trabajar, no necesita que yo tome esa decisión por ella.

A veces pienso que intentamos tomar las decisiones de la vida del mismo modo que mi hija. Cuando nos enfrentamos a un dilema, decimos: «¡Dios, indícame qué debo hacer!», como si Dios fuera a intervenir en todas nuestras pequeñas decisiones. Más bien, Dios podría decirnos: «Nanay, ya te puse límites y tienes acceso a los conocimientos que necesitas para tomar esta decisión». Como cualquier buen padre, Dios quiere que nos hagamos cargo de nuestras decisiones, que nos manejemos de acuerdo con nuestra fe, que aprendamos, crezcamos, probemos, fallemos, nos exijamos y nos desarrollemos según nuestra capacidad.

Esto puede sonar contradictorio a la promesa de Dios de que Él dirigirá nuestros caminos (Proverbios 3:6) o de que nos concederá los deseos de nuestro corazón (Salmo 37:4). Pero creo que es muy parecido a cómo enseñé a mis hijos a comer bien. Cuando eran pequeños les daba a propósito alimentos ricos en nutrientes y evitaba la comida chatarra. Poco a poco los fui exponiendo a una

gran variedad de alimentos y sabores. Los ponía a trabajar en la cocina junto a mí, los llevaba al supermercado conmigo y, en general, los hacía participar en todos los aspectos de la alimentación de una familia. Ahora que ya son adolescentes y adultos jóvenes, todos son capaces de trabajar en la cocina y hacer la compra, por lo que ya no intervengo demasiado en sus decisiones sobre la comida. Esto es análogo a la forma en que Dios nos dio Su Palabra. Nos reveló Su corazón, captamos lo que ama y lo que aborrece, y gracias a ello podemos llegar a comprender Su voluntad. ¿Significa eso que abordamos cada decisión con claridad? No. Implica que mientras no nos desviemos de los límites de la Palabra de Dios, tenemos la libertad de aprender, probar, reintentar y exigirnos. Santiago 1: 5 (nvi) dice: «Si a alguno de ustedes le falta sabiduría, pídasela a Dios y él se la dará, pues Dios da a todos generosamente sin menospreciar a nadie». El primer lugar donde acudir en busca de buen juicio es la Biblia. Por lo general la voluntad y la sabiduría de Dios no nos van a llegar por revelación milagrosa, sino más bien a través de la dirección que Él ya nos proporcionó en Su Palabra.

Marie Alvero ha sido misionera en África y México. Lleva una vida plena y activa en compañía de su esposo y sus hijos en la región central de Texas, EE.UU. ■

Marie Alvero

¿Urgente, importante o supérfluo?

Todos los días veo titulares de noticias sobre acontecimientos desalentadores y deprimentes, y a veces recibo información contradictoria sobre cosas que afectan mi vida cotidiana, mi economía, mi presupuesto y mis planes a futuro.

En medio de esa incertidumbre, tengo una alternativa. Decido mantenerme conectada a lo que es importante en lugar de a hechos que las noticias califican aleatoriamente de «urgentes». Opto por modelar mi vida según los principios de la Biblia para poder ser portadora de la luz y la esperanza divinas en mi entorno.

Decido que mi desarrollo personal y espiritual sean mi fuente de esperanza y armonía. Así me mantengo conectada con mi identidad, mi propósito y mi misión.

Preocuparme por lo que ocurre en el mundo me quita energía y tiempo para pensar de forma proactiva en lo que realmente me incumbe: mis actividades, mi productividad, mi bienestar, mi salud, mi familia, mis compañeros de trabajo y mi relación con el Señor.

Para minimizar los efectos negativos de las noticias que ofrecen los medios de comunicación selecciono los titulares de las que están relacionadas concretamente con mis intereses y mi profesión, y hago caso omiso del resto. Además, me uno a grupos en línea en los que las noticias se clasifican según lo relacionado con mi profesión o mis intereses. Son fuentes fiables que realizan la ardua labor de hurgar para separar lo importante de lo superfluo.

No dejo pasar un día sin leer la Biblia o a un autor que sea creyente, y los fines de semana aprovecho para escuchar a mentores cristianos en sus canales de YouTube. También disfruto regularmente de mis cómicos favoritos. El humor me hace bien al alma.

En momentos de inseguridad recuerdo que no se me pedirá nada que no pueda soportar y gestionar, y que junto con las adversidades, están a mi disposición las aptitudes que necesito para superarlas. Por intensas que parezcan las circunstancias, mañana será otro día, un nuevo comienzo en que lo viejo ha pasado y todas las cosas son hechas nuevas.

«Ustedes no han pasado por ninguna tentación que otros no hayan tenido. Y pueden confiar en Dios, pues él no va a permitir que sufran más tentaciones de las que pueden soportar. Además, cuando vengan las tentaciones, Dios mismo les mostrará cómo vencerlas, y así podrán resistir» (1 Corintios 10:13 tla).

[Jesús]me ha dicho: «Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad» (2 Corintios 12:9).

Descubrí que la sencillez puede conducir a la sabiduría, pues va de la mano de la humildad. Declarar mis necesidades y carencias a mi Padre celestial es la clave para encontrar soluciones y abrir puertas previamente selladas.

Victoria Olivetta está afiliada a La Familia Internacional. Vive en Argentina. ■

¿QUÉ ASPECTO TIENE LA VOLUNTAD DE DIOS?

¿Qué debo estudiar? ¿Dónde debería vivir y qué tipo de trabajo debería conseguir? ¿Debo casarme con esa persona, tener hijos, tomar esa clase suplementaria, o mudarme a una nueva ciudad o país? Esas son preguntas que la gente suele hacerse, y al tratar de determinar cuál la voluntad de Dios, acude a Él para buscar orientación. Sé que yo le he planteado a Él algunas de esas mismas preguntas y otras más específicas. Sin embargo, al querer determinar el camino más auspicioso en la vida es fácil que los árboles nos impidan ver el bosque.

A Dios no le preocupa tanto qué casa compramos, en qué empresa trabajamos o siquiera qué estudiamos en la universidad; le conciernen más otros aspectos relevantes de Su voluntad. Eso no significa que no vaya a responder a nuestras preguntas y ni orientarnos en esos asuntos; al contrario, Jesús dijo que si nuestro Padre se preocupa por los gorriones (Mateo 10:29–31), cómo no va a darnos orientación y perspicacia cuando dedicamos tiempo para pedirle ayuda y atender a Sus consejos. No obstante, dado que Dios es un ser eterno,

Él tiene la mejor visión panorámica de lo que es Su voluntad para nosotros, la cual en realidad es bastante sencilla:

1) «Esta es la voluntad de mi Padre: que todo aquel que mira al Hijo y cree en él tenga vida eterna» ( Juan 6:40).

La máxima voluntad de Dios para cada persona es que viva para siempre con Él. No obstante, debemos posibilitarlo abrazando la convicción de que Jesús es el Hijo de Dios que resucitó de entre los muertos (Romanos 10:9).

2) «El Señor te ha dicho lo que es bueno, y lo que él exige de ti: que hagas lo que es correcto, que ames la compasión y que camines humildemente con tu Dios» (Miqueas 6:8 ntv).

Este versículo concuerda con la afirmación de Jesús en Mateo 22 de que todos los mandamientos se basan en amar a Dios y amar a los demás (Mateo 22:37–40). Pablo lo resumió en Gálatas 5 cuando dijo que «toda la ley se cumple en una sola palabra: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”» (Gálatas 5:14). En pocas palabras, el

La Biblia dice: «De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito para que todo aquel que en él cree no se pierda mas tenga vida eterna» ( Juan 3:16). Si aún no has entablado una relación personal con Jesús, invítalo a entrar en tu vida rezando esta sencilla oración:

Jesús, creo de corazón que Tú eres el Hijo de Dios y que entregaste la vida en la cruz por mí para que a través de Tu sacrificio pueda vivir para siempre contigo en el Cielo. Te pido que perdones mis pecados. Te abro la puerta de mi corazón. Te ruego que me llenes de Tu Espíritu Santo y obres en mí para que lleve una vida que te glorifique. Encamíname y ayúdame a seguirte. Te lo pido en Tu nombre. Amén.

amor es la vara de medir por la que debemos tomar todas nuestras decisiones. El título universitario que obtengas no importa tanto como aprovechar tus conocimientos para ayudar al prójimo. El lugar donde vives no es tan importante como la forma en que vives. Cuánto dinero ganas no importa tanto como tus hábitos a la hora de gastarlo.

En cierto sentido esos parámetros primordiales nos facilitan la vida. No tenemos que preocuparnos de que nos hayamos perdido la voluntad suprema de Dios por no haber obtenido determinado título o por no habernos mudado a cierta ciudad o por no habernos casado con tal persona. No necesariamente te pierdes el plan de Dios para tu vida si tienes un trabajo con sueldo mínimo, sigues soltero, no tienes hijos o no estudiaste para ser pastor. Por otra parte, a veces es más fácil elegir entre un trabajo, un título o una vivienda que amar a un compañero de trabajo o a un vecino molesto, compartir con los pobres y necesitados el dinero ganado con esfuerzo o sacrificar un buen trabajo, unos buenos estudios o una buena oportunidad de vivienda para cuidar de un padre anciano. Necesitamos imperiosamente la ayuda de Dios para cumplir Su voluntad en nuestra vida. Afortunadamente Él está más que dispuesto a ayudarnos.

«Busca su voluntad en todo lo que hagas, y él te mostrará cuál camino tomar» (Proverbios 3:6 ntv).

«El Señor dice: “Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti”» (Salmo 32:8 nvi).

«Si alguno de ustedes no tiene sabiduría [para afrontar una decisión o circunstancia], pídasela a [nuestro benevolente] Dios. Él se la da a todos [generosamente y] en abundancia, sin [reprenderlos y] echarles nada en cara» (Santiago 1:5 tla amp)

Es más, a largo plazo las recompensas de cumplir la voluntad de Dios merecen con creces el sacrificio:

«Considero que los padecimientos del tiempo presente no son dignos de comparar con la gloria que pronto nos ha de ser revelada» (Romanos 8:18).

«A los que salgan vencedores les daré que sean columnas en el templo de mi Dios, y nunca más saldrán de allí; y en ellos escribiré el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén que viene del cielo» (Apocalipsis 3:12 dhh).

Lori Lynch se ha desempeñado como docente en tres continentes. También es escritora. Actualmente vive en EEUU, donde escolariza a sus hijos en casa. ■

¿EN UNA ENCRUCIJADA?

Cuando te encuentres en una encrucijada y no sepas qué rumbo tomar, recuerda que me complazco en guiarte y obsequiarte con cosas buenas (Mateo 7:11). Búscame de todo corazón y me hallarás. Asimismo verás cuál es Mi voluntad para ti, y el camino que debes recorrer se te hará más claro ( Jeremías 29:13).

La sabiduría del mundo declara que para averiguar qué es lo que te conviene necesitas abrir tu propio camino y seguir tus propios deseos. En cambio, la verdadera sabiduría se halla poniendo tu mano en la Mía y dejando que Yo te conduzca por la senda que debes seguir en vez de afanarte por dar con tu propio camino o avanzar a trompicones por caminos equivocados para luego tener que desandar lo andado.

Te he prometido que si pides, recibirás; si buscas, hallarás, y si tocas, la puerta se te abrirá (Mateo 7:7). Por eso, al momento de tomar decisiones, acude a Mí, busca Mi voluntad en el asunto, y confía en que estaré contigo y te dirigiré por los caminos indicados (Salmo 23:3 tla).

El camino de los justos —todos los que me aman y procuran andar en Mis sendas— es como la luz de la aurora que va aumentando en resplandor hasta que es pleno día (Proverbios 4:18).

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.