Conéctate, junio de 2025: La providencia divina

Page 1


Año 26 • Número 6

CONFIAR EN LA PROVIDENCIA DIVINA

Estamos en Sus

manos

Hoy

Un don divino

La eficacia de orar con fe

Las promesas de Dios son válidas

Hermanas gemelas

Fe y paz

Año 26, número 6

A NUESTROS AMIGOS

el amor de nuestro padre

De niño yo era muy inseguro. Para que se hagan una idea, una vez salí de vacaciones con mi familia y se me ocurrió esconderme en unos arbustos a orillas de un lago a ver si alguien notaba mi ausencia. ¿Se preocuparían de mí? ¿Me buscarían? Les tardó una eternidad, pero ya a boca de noche me encontraron para alivio de mi angustiada madre.

En esa época yo no sabía que tenía un padre celestial que conocía al milímetro mi paradero y comprendía mi íntimo deseo de que me vieran y me amaran sin reservas. Ahora soy un hombre mayor y mis padres ya pasaron a mejor vida; pero Dios sigue a mi lado, siempre velando por mí, omnipresente y eterno, y Su amor jamás se extingue (1 Corintios 13:8 nvi).

Hoy mismo Sally y yo conocimos a un muchacho que nos dijo que se había alejado del Señor, pero que ya se estaba acercando otra vez. Le aseguramos que aunque él se hubiera apartado del Señor, Dios nunca se había separado de él. Siempre había estado bajo la mirada atenta de Dios, como lo refleja la parábola del Buen Pastor, que dejó las 99 ovejas resguardadas en el redil y salió a rescatar a la extraviada entre las zarzas (Mateo 18:10–14). Dios gustosamente lo ayudará en su compromiso con una nueva vida de obediencia a Su Palabra. Jesús dijo que anhelaba reunir a la gente bajo el amparo de Sus brazos como la gallina resguarda a sus pollitos bajo sus alas (Mateo 23:37). Se comparó a sí mismo con un pastor que pone su vida en riesgo para proteger a sus ovejas ( Juan 10:11). Nos llamó amigos ( Juan 15:15), prometió iluminarnos el camino ( Juan 8:12) y acompañarnos para siempre (Mateo 28:20).

Declaró que nos mostraría al Padre (Mateo 11:27) para que pudiéramos hacernos uno con ellos ( Juan 17:21). Observó que si acudíamos a Él, por muy sobrecargados y agotados que estuviéramos, hallaríamos descanso para nuestra alma (Mateo11:28–30). Nos ofrece el agua del espíritu y el pan de vida para que no volvamos a padecer hambre ni sed en el alma ( Juan 4:14; 6:35). Con Él encontramos perdón para todos nuestros pecados y transgresiones (1 Juan 1:9). Nos da oportunidad de empezar de nuevo (2 Corintios 5:17) y nos otorga vida eterna con la promesa de guardarnos para siempre ( Juan 10:28).

El presente número de Conéctate gira en torno al cuidado que Dios tiene de nosotros y nos recuerda que si andamos junto a Él nunca nos perderemos en las zarzas, pues Él conoce siempre nuestro paradero.

Si deseas información sobre Conéctate , visita nuestro sitio web o comunícate con nosotros.

Sitio web: activated.org/es/ E-mail: activated@activated.org

Chile:

E-mail: gabrielconectate@gmail.com

España:

E-mail: conectate@esfuturo.com

Tel: (34) 658 64 09 48 www.esfuturo.com

México:

E-mail: conectate@conectateac.com

Tel: (01-800) 714 4790 (nº gratuito) +52 (81) 8123 0605

© Activated, 2025. Es propiedad. Diseñado por Gentian Suçi.

A menos que se indique otra cosa, todos los versículos de la Biblia proceden de la versión Reina-Valera, revisión de 1995, © Sociedades Bíblicas Unidas, 1995, y de la versión Reina-Varela Actualizada 2015 (RVA-2015), © Casa Bautista de Publicaciones/Editorial Mundo Hispano. Utilizados con permiso.

HOY

Hoy me desperté temprano. El despertador me sacó de mis sueños y aunque me hubiera gustado dormir un poco más, era hora de empezar la jornada.

Debido a las nuevas restricciones que imperan en nuestro país tuvimos que cerrar nuestro negocio. Mi marido está buscando un nuevo empleo. Nuestro presupuesto es ajustado, pero no hemos dejado de comer y las facturas están pagas. Aunque tengamos que prescindir de algunos lujos, tenemos todo lo necesario.

Así las cosas, me dedico a mi ejercicio matutino de gratitud. En lugar de fijarme en lo que me falta, me centro en las cosas buenas, me focalizo en el presente.

El pasado al olvido sea dado; no puedo volver atrás y rehacerlo, por más que quisiera. El futuro no existe aún. Hoy es todo lo que tengo para sacarle el máximo provecho a la vida: amar, atender a otros, salir adelante. Si fallo, mañana volveré a empezar el proceso, pero con más prudencia y quizá más valor.

Aprecio el momento, es como un tesoro valioso: espléndido, precioso, dorado. Es todo lo que tengo, todo lo que importa.

Dejé de malgastar energías preocupándome del mañana. Dejé de llenar mi agenda con múltiples tareas hasta que ya no queda espacio para escribir. En lugar

de eso, establezco mis prioridades y dejo que Dios las reorganice como Él considere oportuno.

Me impongo objetivos a medio y largo plazo, pero concentro mis energías en el día de hoy. Y de pronto me siento en paz.

Me fijo en todo lo que Dios me ha dado y, gracias a la bondad con que me trata, puedo empezar el día con gratitud en los labios, alegría en mi andar y una canción en el alma.

Hoy, nada más que hoy, es todo lo que necesito para cumplir la voluntad de Dios, para trabajar en pos de mis metas, para aprender, para dar y, sobre todo, para amar.

Hoy cuento con la gracia de Dios y con la guía y provisión divinas, tal como ha sido durante las últimas cuatro décadas. Él nunca me ha fallado; por eso no quiero yo fallarle a Él.

Hoy es un regalo divino.

«Dios hizo todo hermoso en su tiempo. Todo tiene su momento oportuno; hay tiempo para todo lo que se hace bajo el cielo» (Eclesiastés 3:11,1).

¡Y para mí ese momento oportuno es hoy!

Victoria Olivetta está afiliada a la Familia Internacional. Vive en Argentina. ■

Victoria Olivetta

CONFIAR EN LA PROVIDENCIA DIVINA

En el Sermón del Monte Jesús entregó a Sus seguidores principios clave sobre confiar en la providencia divina. Les dijo: «No se afanen por su vida, qué han de comer o qué han de beber; ni por su cuerpo, qué han de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?» (Mateo 6:25.)

El conocimiento de que Dios es nuestro Padre, que nos ama y nos proporcionará lo que nos haga falta, promueve en nosotros una profunda confianza en Él, la que a su vez contrarresta la ansiedad o preocupación sobre las necesidades y tareas cotidianas. El vocablo griego que se traduce como angustiarse o preocuparse significa estar atormentado por preocupaciones, andar ansioso. El mensaje de Jesús es que tengamos fe en el Padre, que creamos que Él es el creador y dador de vida, y que confiemos en que proveerá para Sus hijos.

Jesús emplea sencillas analogías de la naturaleza para ilustrar que debemos depositar nuestra confianza en Dios y no en nuestros bienes ni fuentes de ingresos ni en las cosas de este mundo. Expresa el temor y preocupación que abrigamos de que no podremos satisfacer las necesidades del día de hoy ni las del futuro.

«Miren las aves del cielo, que no siembran ni siegan ni recogen en graneros; y su Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas? ¿Quién de

Peter Amsterdam

ustedes podrá, por más que se afane, añadir a su estatura un milímetro? ¿Por qué se afanan por el vestido? Miren los lirios del campo, cómo crecen. Ellos no trabajan ni hilan; pero les digo que ni aun Salomón, con toda su gloria, fue vestido como uno de ellos. Si Dios viste así la hierba del campo, que hoy está y mañana es echada en el horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?» (Mateo 6:26–30).

Si bien las aves quizá no siembran ni siegan, tampoco es que Dios les ponga la comida en el pico; tienen que esforzarse por buscarla. De todos modos es Él quien las alimenta. Seguidamente, Jesús usa un argumento de menor a mayor para dar fuerza a Su afirmación: Si Dios alimenta las aves, ¿no te va a alimentar a ti, que vales más que ellas?

El concepto de que la creación humana de Dios es más importante para Él que la no humana se aprecia desde un principio en el relato de la creación, en el que el ser humano es concebido a imagen de Dios y se le otorga dominio sobre la Tierra y todas sus criaturas (Génesis 1:26-28). Posteriormente eso se evidencia en el hecho de que Dios amó tanto a los seres humanos que dio a su Hijo unigénito para que muriera por nuestros pecados, de manera que todo el que creyera en él no pereciera sino que alcanzara la vida eterna ( Juan 3:16).

Entre el ejemplo de las aves y el de las flores Jesús hace una afirmación que pone de manifiesto la inutilidad de preocuparse. ¿Quién de ustedes, por mucho que se preocupe, puede añadir una sola hora al curso de su vida?» (Mateo 6:27.) La respuesta a la pregunta es, por supuesto, evidente: No tiene sentido preocuparse; no cambia nada.

Tras señalar que con preocuparse no se gana nada, Jesús pregunta: «Si Dios viste así la hierba del campo, que hoy está y mañana es echada en el horno, ¿no hará mucho más por ustedes, hombres de poca fe?» (Mateo 6:30.) En el Evangelio de Mateo, Jesús emplea varias veces la expresión «hombres de poca fe» para referirse a los que tienen miedo o se angustian en vez de confiar en Dios (Mateo 8:26, 16:8). El empleo que se da aquí a la palabra fe entraña confianza en que Dios no solo tiene poder para intervenir en defensa de Su pueblo, sino que en efecto lo hará.

Habiendo establecido que el Dios que alimenta a los animales y viste la Tierra es nuestro Padre que nos ama

y provee para nuestras necesidades, Jesús reitera que por tanto —tomando estas cosas en consideración— no hace falta que nos afanemos ni nos preocupemos. «Por tanto, no se afanen diciendo: “¿Qué comeremos?” o “¿Qué beberemos?” o “¿Con qué nos cubriremos?” Porque los gentiles buscan todas estas cosas, pero el Padre de ustedes que está en los cielos sabe que tienen necesidad de todas estas cosas» (Mateo 6:31,32).

Jesús establece en estas líneas una comparación entre lo que hacen los incrédulos y lo que debieran hacer los creyentes. El vocablo griego traducido aquí por «buscan» expresa el concepto de procurar algo intensamente o ansiarlo. Aunque otros prioricen las cosas materiales de este mundo, a los cristianos se nos insta a buscar primeramente el reino de Dios: «Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas. Así que, no se afanen por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propio afán. Basta a cada día su propio mal» (Mateo 6:33,34).

Jesús nos exhorta a no preocuparnos hoy por los posibles males del día de mañana, sino a encomendar a Dios las dificultades de hoy y dejar el mañana en Sus manos. Cada día tendrá sus males; así y todo, tenemos la certeza de que Dios, por Su gracia, nos ayudará a superarlos. Jesús no enseña que no vamos a pasar apuros, que nuestra vida va a ser siempre coser y cantar; más bien nos exhorta a encarar las penalidades con fe en que nuestro Padre velará por nosotros.

Dios es nuestro Padre y nosotros, los creyentes, Sus hijos. Por ser hijos Suyos y por el hecho de que lo buscamos y procuramos Su justicia, podemos tener la confianza de que Él nos proveerá de todo lo que necesitemos, conforme a las gloriosas riquezas que tiene en Cristo Jesús (Filipenses 4:19 nvi). Con frecuencia suple de sobra nuestras necesidades elementales, puesto que «es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o pensamos, según el poder que actúa en nosotros» (Efesios 3:20).

La mayoría no somos ricos, pero a todos se nos insta a poner el dinero y los bienes materiales en su debido lugar en nuestra escala de prioridades. Se nos convoca a mantener a nuestra familia, hacer todo lo posible por gozar de seguridad financiera a fin de satisfacer sus necesidades, y al mismo tiempo poner cuidado para que nuestros objetivos económicos no tengan precedencia sobre nuestra relación con Dios. Los creyentes tenemos el deber de emplear nuestros recursos económicos para la gloria de Dios, de preocuparnos por nuestros seres queridos y también de ayudar al prójimo, ser generosos, devolverle una parte a Dios a modo de diezmos y ofrendas y compartir con los necesitados los bienes económicos que hemos recibido. El mensaje que nos entrega este pasaje no es que los cristianos nunca conoceremos tiempos difíciles o de escasez, ni que nuestra vida estará siempre exenta de problemas, ni que podemos dar por sentado que Dios proveerá abundantemente para nosotros en todo momento y lugar, ni que no hace falta que trabajemos para ganarnos el sustento. El mensaje es que los creyentes no debemos afanarnos, inquietarnos ni turbarnos por las cosas de esta vida, sino más bien confiar en la providencia

divina sabiendo que Dios conoce nuestras necesidades y es perfectamente capaz de proporcionárnoslas.

Podemos disfrutar de paz interior y quietud de espíritu, conscientes de que Dios lo tiene todo en Sus manos, vela por nuestros intereses, nos ama y cuidará de nosotros. Caben aquí las palabras del apóstol Pablo: «Nada debe angustiarlos; al contrario, en cualquier situación, presenten a Dios sus deseos, acompañando sus oraciones y súplicas con un corazón agradecido. Y la paz de Dios, que desborda toda inteligencia, guardará sus corazones y sus pensamientos por medio de Cristo Jesús» (Filipenses 4:6,7 blph). Las promesas de Dios son veraces, ya si gozamos de estabilidad y seguridad, ya si pasamos por momentos de pérdida, apuros económicos, enfermedad, malestar político o catástrofe natural. Estamos en Sus manos. Él nos ama, vela por nosotros, es nuestro fiel proveedor y nuestro pronto auxilio.

Independientemente de la situación en que nos encontremos o del estado del mundo que nos rodea, podemos depositar nuestra plena confianza en Dios, sabiendo que Él nos ama, que somos Sus hijos y que viviremos para siempre con Él.

Peter Amsterdam dirige juntamente con su esposa, María Fontaine, el movimiento cristiano La Familia Internacional. Esta es una adaptación del artículo original. ■

HERMANAS GEMELAS

Cuando nuestra fe es firme podemos tener paz aun en medio de una tormenta, como Jesús, que dormía en la popa de la barca mientras Sus discípulos entraban en pánico porque los engullían las olas (Marcos 4:38,39). Cuando pidieron ayuda a Jesús, Él ordenó a los vientos: «¡Paz, haya calma!» Entonces se produjo una gran quietud, y dirigiéndose a los discípulos, Él les preguntó: «¿Todavía tienen tan poca fe?» Es decir, que deberían haber rogado a Dios que los socorriera en lugar de desesperarse.

La fe y la paz son como hermanas gemelas. Van de la mano.

La fe nos da paz, que disipa las preocupaciones por el pasado y el futuro. Cuando sabemos que Dios nos ama incondicionalmente y se ocupa de todo, podemos estar tranquilos y disfrutar de los favores de Dios, de los placeres y trabajo diarios. Si hacemos la parte que nos corresponde, sabemos que Dios hará la Suya. Podemos concentrarnos en lo único que está en nuestras manos cambiar —el aquí y ahora— y vivir conscientemente el presente.

La paz es un bien preciado. Los psicólogos nos dicen que los dos grandes ladrones de paz son: primero, el remordimiento y los traumas del pasado; y segundo, la ansiedad y el miedo al futuro. En su famoso Sermón de la Montaña Jesús nos enseñó a no preocuparnos por ninguno de los dos. (Véanse los capítulos 5, 6 y 7 de Mateo.)

La mejor manera de intimar con estas benditas hermanas gemelas es pasar tiempo con el Señor en

Puedes recibir a Jesús rezando esta sencilla oración: Jesús, creo en Ti como Hijo de Dios. Agradezco que hayas dado Tu vida en la cruz por mí para que, gracias a Tu sacrificio, pueda vivir eternamente contigo en el Cielo. Te abro mi corazón. Por favor, perdona mis pecados. Lléname de Tu Espíritu Santo y ayúdame a seguirte. Amén.

oración, acción de gracias, adoración y en la lectura y meditación de Su Palabra. La Biblia abunda en promesas de protección, provisión, sanidad, gracia y toda suerte de bendiciones. Puedes estar seguro de que «El que en ustedes comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús» (Filipenses 1:6).

Así que descubre hoy a estas encantadoras hermanas gemelas. Puedes empezar pidiendo a Jesús que entre en tu corazón, perdone tus faltas y defectos y llene tu vida de fe y paz. Las gemelas tienen otros hermanos y hermanas: amor, alegría, esperanza, gracia, bondad, mansedumbre, paciencia y la lista continúa. ¡Entre todos conforman una gran familia feliz! Ah, y también pueden formar parte de tu vida por medio de Cristo.

Rosane Cordoba vive en Brasil. Es escritora independiente, traductora y productora de textos didácticos para niños basados en la fe y orientados a la formación del carácter.  ■

LA EFICACIA DE ORAR CON FE

Aunque Jesús no prometió librarnos de todos los trances y tri bulaciones, dijo que a la postre Él sería el vencedor (v. Juan 16:33). Creo que en tiempos particularmente difíciles Dios puede fortalecer nuestra fe cuando lo invocamos. El Salmo 50:15 la angustia; yo te libraré, y tú me glorificarás». Les relato a continuación una experiencia personal que demuestra el poder, el amor y el desvelo que manifiesta Dios por los necesitados.

Durante nuestras labores de socorro tras el devastador tifón Yolanda de 2013, que causó más de 6.000 muertos y una destrucción generalizada en todas las Filipinas, trabajamos en la ciudad de Tacloban, que sufrió graves daños y donde se produjeron la mayoría de las muertes. Nuestra primera visita fue chocante, ya que aún yacían cadáveres en las veredas y todos los días sacaban a cientos de personas de entre los escombros. Tras mi regreso a casa no podía dejar de pensar en las penurias por las que pasaba la gente. Como nos seguían llegando donaciones de alimentos y medicinas, decidí volver a Tacloban la semana siguiente.

aeropuerto de la ciudad se había quedado sin electricidad y habían tenido que limitar el número de vuelos que recibían.

Como iba en un camión grande que me habían prestado, decidí seguir conduciendo hasta la terminal. Mientras descargaba toda la mercancía, el jefe de carga salió a hablar conmigo. Me mostró la enorme cantidad de suministros que ya tenían allí. Me dijo que podrían pasar semanas o hasta meses antes que recibieran permiso para volar a Tacloban.

Me había comunicado con una compañía aérea que se comprometió a transportarnos tres toneladas de

Entré en la oficina para firmar unos papeles y me puse a conversar con algunos de los empleados que estaban ahí. Les comenté que no creía que fuera voluntad de Dios que su aerolínea dejara de volar para allá, dado

que la necesidad era tan grande y la gente, sin exagerar, carecía de alimentos y agua potable, así como de casi todas las demás necesidades básicas. Mientras hablaba, todo el personal dejó de trabajar y se dispuso a prestar atención.

Les dije que iba a rezar en ese mismo momento para que Dios revirtiera la

y rezar conmigo. Cuando terminé de orar les dije que sabía que Dios respondería a nuestras plegarias y les pedí que me llamaran cuando les permitieran volar de nuevo. Sonrieron y aceptaron, aunque me di cuenta de que lo hacían mayormente por cortesía.

A la noche siguiente, cuando volvía de un estudio bíblico, recibí una llamada de un número desconocido. Contesté y me atendió un señor que parecía muy sorprendido. Me dijo:

—Soy la persona a la que usted dio su número ayer en el aeropuerto. Las autoridades acaban de llamar para decir que nos han vuelto a dar permiso para volar a Tacloban. Así pues, pasado mañana reanudaremos nuestros vuelos.

A veces miramos las promesas de Dios como aquella mujer ingenua que miraba los bonitas figuras que le enviaba su hijo. La anécdota dice así:

Una anciana vivía en la más absoluta pobreza y su iglesia la ayudaba cada mes con el dinero justo para arreglárselas. Un día, hablando con su pastor, mencionó a su hijo, que vivía en otro país y tenía una buena carrera. Le dijo que le escribía todas las semanas y que siempre incluía lindas figuritas en sus cartas. Al pastor le picó la curiosidad. Le extrañaba que un hijo que amaba a su madre y pensaba en ella tan a menudo, no la mantuviera. Entonces pidió ver las cartas y, cuando la señora le enseñó las pilas de correspondencia, descubrió que las «lindas figuritas» eran en realidad moneda extranjera equivalente a una cuantiosa suma.

La Palabra de Dios es veraz. Sus promesas son reales, no «lindas figuritas». Él quiere que pongamos nuestra confianza en Su Palabra. «Esta es la confianza que tenemos delante de él: que si pedimos algo conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho» (1 Juan 5:14,15).

Simon Bishop realiza obras misioneras y humanitarias a plena dedicación en las Filipinas. ■

INSTRUMENTOS DEL AMOR DE DIOS

Cuando ponemos en práctica nuestra fe pasamos de ser creyentes nominales a ser instrumentos del amor de Dios. Un farmacéutico amigo mío llamado Jamal me contó una de sus recientes experiencias en ese sentido. Fue así.

Un día, un joven al que llamaremos Alex, le entregó a Jamal su receta para tratar el insomnio. Jamal comprobó la lista de medicamentos que Alex tomaba y se quedó estupefacto.

—¿Estás seguro de que quieres tomar todos estos medicamentos? —le preguntó.

—Claro que sí —respondió—. ¡No puedo dormir y me está arruinando la vida!

Jamal respiró hondo y le dijo:

—¿Estás al tanto de que algunos de estos remedios tienen fuertes efectos secundarios? Si no te importa que

pregunte, ¿por qué no puede dormir un tipo de aspecto saludable como tú?

—Porque desde el momento en que apoyo la cabeza en la almohada —respondió Alex preocupado— no puedo dejar de pensar en mi futuro.

—¿Y qué te preocupa de eso? —preguntó Jamal.

Alex procedió a explicar sus problemas en detalle y Jamal lo escuchó con paciencia. Luego le dio un consejo paternal:

—Nuestro futuro está en manos de Dios. Podemos encontrar paz interior y dejar de preocuparnos del porvenir encomendándoselo a Él.

Alex asintió, pero seguía inmerso en sus problemas.

—Mi médico también quiere tratarme una vez a la semana con descargas eléctricas —dijo como si nada.

—¿Qué! —reaccionó Jamal con una mueca—. Tiene que haber una mejor solución.

—¿Pero cuál? —inquirió Alex.

Jamal inclinó la cabeza en oración pidiendo a Dios una solución para el insomnio de Alex y entonces se le ocurrió una idea.

—Tengo un amigo que trabaja como entrenador en un gimnasio y creo que podría ayudarte. Te recomiendo que vayas a verlo.

A Alex le pareció buena idea y se fue derecho al gimnasio.

Un par de horas después Jamal telefoneó al entrenador para saber cómo le había ido a Alex.

—Lo puse en una rueda de andar (máquina trotadora) en cuanto llegó —dijo el entrenador— y ahí sigue. Tiene tanta energía reprimida que no me extraña que no pueda dormir.

Varios días después Alex volvió a la farmacia y le contó entusiasmado a Jamal:

—¡Empecé a ir al gimnasio todos los días y desde entonces duermo a pierna suelta todas las noches!

—¿Y tu receta? —preguntó Jamal.

La tiré. Y por cierto, tenías razón. Dios sabía exactamente lo que necesitaba.

«Confía en el Señor con todo tu corazón y no te apoyes en tu propia inteligencia. Reconócelo en todos tus caminos y él enderezará tus sendas» (Proverbios 3:5,6).

Curtis Peter van Gorder es guionista y mimo . Dedicó 47 años de su vida a actividades misioneras en 10 países. Él y su esposa Pauline viven actualmente en Alemania. ■

PAZ EN VEZ DE TEMOR

Me quedé atrapado en un ascensor. Me había subido en el aparato y me dirigía hacia arriba cuando se detuvo entre la segunda y la tercera planta. Al ver lo ocurrido recé por mi protección. Intentaba mantener la calma, pero de repente me sentí intranquilo y en un instante pasé de la oración a la angustia. Aunque pedí paz al Señor, seguía nervioso. En aquel reducido espacio me bombardeaban muchos pensamientos, desde el miedo a quedarme atrapado por mucho tiempo, hasta quedarme repentinamente sin aire y asfixiarme.

Intenté abrir el ascensor manualmente, pues había oído decir que alguien que había tenido una experiencia parecida logró abrir la puerta tirando de una palanca situada en la parte superior del ascensor. Busqué la palanca, pero no la encontré. Traté de abrir la puerta con todas mis fuerzas. El panel interior se abrió, pero el exterior permaneció cerrado, salvo una rendija por la que grité pidiendo auxilio. Grité una y otra vez con todas mis fuerzas, pero era domingo y no había nadie cerca. Ni guardias de seguridad, ni conserje. No había vecinos en casa. Todo estaba

en silencio. Para colmo, la alarma del ascensor no funcionaba.

Oré fervientemente pidiendo calma y confianza, y poco a poco el Señor me llenó de Su paz. Volví a orar y pulsé uno de los botones. Milagrosamente la puerta interior que había estado abierta se cerró. El ascensor volvió a funcionar y me llevó al piso correspondiente. ¡Qué alivio!

Lo que saqué como enseñanza de aquella situación fue permanecer tranquilo y confiar en Jesús. En una situación así es muy fácil caer en la angustia y el nerviosismo, pero es importante no dar lugar al miedo o la ansiedad. Después que alcancé esa calma interior y la paz del Señor, Él me envió Su serenidad y confianza, y finalmente el ascensor echó a andar de nuevo.

«Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera, porque en ti ha confiado» (Isaías 26:3). «Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por eso no temeremos» (Salmo 46:1,2).

Alfredo Carrasco vive en Venezuela, donde realiza labores misioneras. ■

¿Y SI NO?

Éranse una vez tres hombres, funcionarios en la corte de un rey muy poderoso. Aquellos cortesanos gozaban del respeto de su pares, que los considerados sabios.

Un día el rey decidió hacer una enorme estatua de oro, réplica de sí mismo, y exigió que todo el mundo se inclinara ante ella y le rindiera culto. Para motivar más a sus súbditos decretó que quien no lo hiciera, sería arrojado vivo a un horno ardiente.

Los tres hombres, sin embargo, creían en Dios y sabían que no debían adorar a nadie más que a Él. Por eso cuando llegó el momento de inclinarse, se negaron.

—¿Sabían —los interpeló el enfurecido rey— que si rehúsan a postrarse ante mi estatua los mandaré arrojar a un horno abrasador y morirán!

—Sabemos que nos arrojarás al fuego —intervino uno de ellos—. Pero sabemos que nuestro Dios es capaz de

librarnos de esa muerte. Y si no, aun así no adoraremos tu estatua de oro.

Quizá reconozcas este episodio de Daniel capítulo tres sobre Sadrac, Mesac y Abednego; en tal caso, seguramente conoces el desenlace. El rey hizo subir excesivamente la temperatura del horno y los hombres fueron arrojados al fuego. Pero entonces ¡los vio a todos andando por el horno, junto con una cuarta persona!, a la que describió como «el hijo de Dios». Les ordenó que salieran y descubrió que no se les había chamuscado ninguna parte del cuerpo ni de la ropa. ¡Ni siquiera olían a humo!

Entonces el rey Nabucodonosor dijo: «Bendito sea el Dios de Sadrac, Mesac y Abed Nego» (Daniel 3:28).

Si bien ese ha sido uno de los relatos bíblicas preferidos de los cristianos durante siglos, la parte del mismo que me parece muy potente es la frase Y si no... (Daniel 3:18).

LA VOLUNTAD DE DIOS

La voluntad de Dios nunca te conducirá a donde Su gracia no pueda guardarte, donde Sus brazos no puedan sujetarte, donde Sus recursos no puedan satisfacer tus necesidades, donde Su poder no pueda capacitarte.

La voluntad de Dios nunca te conducirá a donde Su Espíritu no pueda obrar por medio de ti, donde Su sabiduría no te pueda dirigir, donde Sus huestes no te puedan cubrir, donde Sus manos no te puedan esculpir.

La voluntad de Dios nunca te conducirá a donde Su amor no pueda envolverte, donde Sus misericordias no puedan socorrerte, donde Su paz no pueda de tus miedos deshacerse, donde Su autoridad no sea preeminente.

La voluntad de Dios nunca te conducirá a donde Su consuelo no pueda enjugar tus lágrimas, donde Su Palabra no sea una fuerza fantástica, donde Sus milagros no sean una opción válida, donde no cuentes con Su omnipresencia magnánima. Anónimo

A menudo nos falta esa confianza absoluta en Dios. Esperamos mucho de Él, y desde luego debemos invocarlo y depositar nuestra confianza en las promesas que nos hace en la Biblia. Y cuando le pedimos que haga cosas, con frecuencia vemos las respuestas a nuestras oraciones tal como lo esperábamos. Así y todo, nuestra fe no debe depender de que Él haga lo que creemos que debe hacer. Esa es una visión limitada.

Y si no…

Tendemos a encasillar a Dios y convencernos de que no va a hacer nada que desbarate nuestros planes. Es como si Dios fuera nuestro mago personal, que se hace presente para obrar portentos en nuestro favor y luego regresa a dondequiera que viva. En cambio, Sadrac, Mesac y Abednego estaban dispuestos a morir calcinados si Dios decidía no salvarlos, aceptando que esa sería la voluntad de Dios. Sabían que Dios podía salvarlos, podía librarlos

de ser quemados vivos, pero su fe no dependía de que lo hiciera. Su fe estaba puesta únicamente en Él, independientemente de las circunstancias o del desenlace.

En eso consiste la fe auténtica. Sabemos por la verdad de la Biblia que Dios quiere sanarnos, suplir nuestras necesidades y darnos una vida plena y abundante. En muchos casos hará precisamente eso y podremos hacer un recuento de todo lo que hace por nosotros.

Y si no, si decide no hacerlo, no por ello deja de ser Dios. Al fin y al cabo, Él tiene un motivo para todo. Confía en que Él todo lo hace bien.

Amy Joy Mizrany nació y vive en Sudáfrica. Lleva a cabo una labor misionera a plena dedicación con la organización Helping Hand . Está asociada a LFI. En su tiempo libre toca el violín. ■

TODO LO CRISTO TODO LO PUEDO EN CRISTO

«No lo digo porque tenga escasez, pues he aprendido a contentarme con lo que tengo. Sé vivir en la pobreza y sé vivir en la abundancia. En todo lugar y en todas las circunstancias he aprendido el secreto de hacer frente tanto a la hartura como al hambre, tanto a la abundancia como a la necesidad. ¡Todo lo puedo en Cristo que me fortalece!» (Filipenses 4:11–13.)

El apóstol Pablo sabía muy bien lo que era vivir al límite. Se movía en un mundo en que la política era sumamente veleidosa, un mundo de gran inestabilidad económica y en el que físicamente se padecían toda suerte de incomodidades. Pasó de llevar una vida estable como fariseo a embarcarse en una aventura que cada día le reportaba hechos impredecibles como discípulo de Jesús. Lidiar con la incertidumbre no es mi fuerte. Me gusta que todo sea estable y predecible. Voy por lo seguro. Cuando todo va como una seda me asalta de pronto la preocupación: ¿Cuándo surgirá la próxima dificultad? Y cuando las cosas van cuesta a arriba, me pregunto hasta cuándo podré lidiar con la dificultad. Generalmente ando insatisfecha.

Pablo no era así. Manifestó que fuera cual fuera la situación en que se encontrara, él estaría bien. Aprendió que en toda circunstancia Dios nos supliría las fuerzas que nos faltaran. Es interesante notar que tanto en la abundancia como en la necesidad hacen falta fuerzas. Es fácil pensar que solo precisamos fortaleza cuando pasamos por penurias; pero eso no es cierto. Si bien en momentos

de apuro es más patente mi necesidad de Dios, en los que no presentan mucha dificultad me urge tener la fortaleza divina para no distraerme y para recordarme que mi dicha y mi contento no se basan en circunstancias y que no debo preocuparme de lo que vendrá después.

Para todos es evidente que el mundo de hoy se mueve a una velocidad vertiginosa en lo político, económico y cultural. Es un poco inquietante. Es fácil enfocarse en las circunstancias y permitir que estas determinen qué tan contentos nos sentimos y cuánta paz interior abrigamos; no obstante, Pablo dijo:

«Por nada estén afanosos; más bien, presenten sus peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará sus corazones y sus mentes en Cristo Jesús» (Filipenses 4:6,7).

Sé que esta no es una prolija hoja de ruta para navegar por las aguas de este mundo en que vivimos, pero sí un modo de disponer nuestro corazón para que esté en sintonía con la verdad de Dios. Él promete guardar nuestros pensamientos y corazones en Cristo Jesús; y cuando estamos bien de corazón, vemos con mucha más claridad qué pasos prácticos hay que dar enseguida.

Marie Alvero ha sido misionera en África y México. Lleva una vida plena y activa en compañía de su esposo y sus hijos en la región central de Texas, EE.UU. ■

Marie Alvero

LA PALABRA, REMEDIO PARA LA ANSIEDAD

Se podría decir que cada vez que leo las noticias estos días encuentro un nuevo motivo de preocupación. Guerras, delincuencia, contaminación ambiental, enfermedades, productos químicos en el agua y la comida… La lista no termina nunca. A veces pienso en todo lo que acontece en el mundo y no se me ocurre qué podría hacer yo para mantener sana y salva a mi familia habiendo tantas cosas que escapan a mi control.

Así y todo, tras unos momentos de reflexión deduzco que con o sin esas circunstancias externas, la verdad es que nunca tengo las riendas de mi vida. Cantidad de cosas pueden pasar en un instante. Por eso, cuando me veo agobiada por afanes y temores, me detengo, respiro hondo y me acuerdo de quién representa el ancla de mi vida. Para ello tengo unos versículos a los que acudo sin falta para calmar mi espíritu y surtirme de fe. Enseguida algunos de mis preferidos:

La paz les dejo, mi paz les doy. No como el mundo la da yo se la doy a ustedes. No se turbe su corazón ni tenga miedo. Juan 14:27

¡Esfuércense y sean valientes! No tengan temor ni se aterroricen de ellos, porque el Señor tu Dios va contigo. Él no te abandonará ni te desamparará. Deuteronomio 31:6

Aunque ande en valle de sombra de muerte no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo. Tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Salmo 23:4

No temas; solo cree. Marcos 5:36

Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y cuando pases por los ríos, no te inundarán. Cuando andes por el fuego, no te quemarás ni la llama te abrasará. Isaías 43:2

No los dejaré huérfanos; volveré a ustedes. Juan 14:18

Nunca te abandonaré ni jamás te desampararé. Hebreos 13:5

Yo estoy con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo. Mateo 28:20

Les he hablado de estas cosas para que en mí tengan paz. En el mundo tendrán aflicción, pero ¡tengan valor; yo he vencido al mundo! Juan 16:33

Marie Knight es misionera voluntaria a plena dedicación en los Estados Unidos. ■

LA PRESENCIA DE DIOS EN TODO TIEMPO

Siempre que afrontes periodos de inestabilidad, apremios económicos o adversidad —ya en tu propia vida, ya en el mundo que te rodea— recuerda que Yo estoy siempre contigo (Mateo 28:20). Sean cuales sean los problemas o reveses que experimentes, nada te podrá separar de Mi amor: ni la muerte ni la vida, ni tus temores sobre el día de hoy ni tus preocupaciones sobre el mañana, nada en toda la creación (Romanos 8:38,39 ntv).

A todos los que me aman les he dicho que en este mundo pasarán trances y dificultades; les sobrevendrán tormentas y pruebas ( Juan 16:33). Lo bueno es que he prometido concederles Mi paz y Mi gozo, de los cuales nadie los puede privar ( Juan 16:22). Confía, pues, en Mí en cada etapa de tu vida, sea que experimentes abundancia, escasez o una medianía. Acuérdate de que Yo tengo un designio y un plan para tu vida, planes para tu bienestar a fin de darte un porvenir y una esperanza ( Jeremías 29:11).

Tráeme toda carga y toda inquietud, y confía en que haré que todo redunde en tu bien porque me amas y te he llamado conforme a Mi propósito (Romanos 8:28). Yo te creé y te conozco de pe a pa. Además tengo para ti un plan hecho a tu medida. Independientemente de las situaciones y circunstancias por las que pases, puedes regocijarte en el eterno amor que abrigo por ti. No solo te acompañaré en toda fase de tu vida, sino que te he prometido ¡un futuro pleno de paz, amor y gozo eterno en la vida venidera!

Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.
Conéctate, junio de 2025: La providencia divina by Activated - Issuu