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VOLVER SOBRE LO ANDADO

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Una sana costumbre

Una sana costumbre

Recuperando lo reflexionado a partir de la situación de no presencialidad durante el 2020 y parte del 2021, fueron muchos los interrogantes que se plantearon, más aún, teniendo en cuenta que una de las características principales del Nivel Inicial es la importancia de realizar experiencias educativas en un ambiente flexible, a través del juego como posibilidad de interacción entre lo individual y lo social. Claramente, nos posicionamos desde una perspectiva sociocultural de la educación, es decir, desde una mirada que presta atención a la construcción del conocimiento mediado por diferentes perspectivas, saberes y habilidades que se ponen en juego en la interacción social. El espacio de lo íntimo, lo privado, como lo es el hogar y la dinámica familiar, se mezcló con lo público como lo es la vida escolar. La falta del espacio particular/personal y a la vez, público de la sala como lugar de cuidado, atención, creativo, libre y en contacto con otros y otras se vio interrumpido. Hoy, nos encontramos nuevamente habitando el Jardín y volvemos a poner en valor lo fundamental del espacio compartido. La sala, permite a los niños y niñas apropiarse de nuevas dinámicas y reglas, convivir con sus pares, explorar su propia identidad (gustos, preferencias) en situaciones lúdicas cotidianas y de experiencias didácticas planificadas en torno a los contenidos propios del Nivel. La sala, como espacio de lo común y de encuentro presencial en un ambiente de escucha, no sólo con los oídos, sino con la mirada y el cuerpo. Permanecer en un mismo entorno, que contiene de manera respetuosa y cuidadosa, desde lo corporal como aspecto primordial. Un ámbito donde pueden expresar y defender sus gustos y deseos. Donde se habilitan espacios de participación y crecimiento compartido más allá de los saberes y capacidades puntuales que pueden aprender tanto en la presencialidad como mediados por la virtualidad. Como afirma Brailovsky (2020) sobre la función del Jardín:

“No hay que olvidar que en el jardín especialmente, los aprendizajes puntuales no son el punto de llegada, sino un medio para forjar en las personas una disposición al asombro, a la curiosidad, al encuentro, que perdura más allá de cualquier saber específico. Cuando proponemos jugar, habilitamos un territorio (con sus tiempos, sus espacios, sus reglas, sus estéticas, su lengua propia) para que sea transitado en forma personal.”

Desde esta perspectiva, la vuelta a las salas, a los actos, a los rituales escolares tan presentes en el día a día fueron vividos con mucha alegría y como si nunca los hubiéramos perdido. Volvieron los abrazos como forma de contención, las peleas por los juguetes, las meriendas en ronda.

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