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El creciente problema de los gusanos blancos en Argentina.

Ing. Agr. Daniel Igarzábal Facultad de Ciencias Agropecuarias. Universidad Católica de Córdoba.

EL TRIGO ES EL CULTIVO DE INVIERNO MÁS EXTENSAMENTE SEMBRADO EN ARGENTINA. LA FALTA DE BIODIVERSIDAD CULTIVADA CONLLEVA, COMO EN LOS CULTIVOS ESTIVALES, A DESEQUILIBRIOS BIÓTICOS COMO LAS PLAGAS. ES DECIR, POBLACIONES DE ORGANISMOS, ANIMALES O VEGETALES, QUE ALCANZAN NIVELES QUE MERECEN RECOMENDAR MEDIDAS PARA SU CONTROL.

En las distintas zonas del país el panorama no es igual en cuanto a las plagas de origen animal. Babosas en el sur, gorgojo del macollo en el centro, trips y arañuelas en el norte. Aunque dependiendo de razones climáticas, hay años en que es más homogénea la distribución de algunos insectos, como pulgones en temporadas secas.

Hace algunos años solamente se hablaba de pulgones y eventualmente de orugas en trigo. Hoy la situación ha cambiado. Hay nuevos organismos que afectan al cultivo, en muchos casos en forma determinante para el rendimiento si no se toman medidas de manejo. Entre las más destacadas se encuentran los gusanos blancos, los trips y las arañuelas.

Durante mucho tiempo el “bicho torito” era la única preocupación del productor triguero de siembra directa. Incluso en muchas zonas apenas se lo conocía como perjudicial. Pero el manejo que se efectúa de los insecticidas está influyendo, entre otros factores, para que las poblaciones de gusanos blancos, no solo bicho torito, empiecen a desarrollarse en forma tal que se están transformando en cuestiones que pueden determinar la decisión de no sembrar trigo.

Con un buen muestreo, es posible diferenciar zonas con altas y bajas poblaciones dentro de un mismo lote. Solo deberían tratarse con este método las zonas infestadas

El problema de gusanos blancos en trigo empieza con la misma siembra directa. Durante algunos años ocurrían en algunos lotes daños de importancia, pero sin generalizarse a zonas más extensas.

Hay varios factores que favorecieron el aumento de poblaciones de gusanos blancos. En primer término, causas climáticas, con inviernos más secos y cálidos. Barbechos sucios, con malezas gramíneas, fundamentalmente entre la soja y el trigo, que aseguran alimento antes de la implantación del cultivo. Uso de insecticidas en forma preventiva (solo porque son baratos y se piensa que “limpian” el lote antes de la siembra) contra quien sabe que plaga inexistente que lo único que hacen es disminuir la capacidad de los controladores biológicos de reducir las poblaciones de gusanos. Elección de lotes para siembra de trigo con bajo tenor de materia orgánica (alimento original estos insectos). Cuando varios de estos factores confluyen en una zona las poblaciones crecen desmedidamente y la densidad de larvas durante el invierno pone en riesgo el cultivo desde su implantación hasta la espigazón.

Cuando el problema se hace endémico, la estrategia tradicional de “qué le pongo y cuánto” ya no funciona. Porque la medida de “curar” semillas, aún con el mejor insecticida, falla cuando las poblaciones superan los 20 o 30 gusanos por metro cuadrado. Además el productor está poco dispuesto a pagar entre 15 y 20 dólares para prevenir este problema. Y no es lo mismo una expectativa de producción de 2000 kg/ha que 3500 kg/ha.

Aunque algunos especialistas como Ianonne (2004) han determinado umbrales de acción para decidir tratamientos, este nivel (5 a 6 gusanos por metro cuadrado) es útil en la zona húmeda de Argentina. Lo que cada lote pueda rendir está relacionado directamente con la erogación que el productor esté dispuesto a efectuar para controlar plagas u otros factores de disminución de rendimiento.

Es hora de empezar a generar programas de manejo para que la situación no se agrave. Muchos métodos son probados con la esperanza de que sean la salvación o la única solución posible. Entre ellos las pulverizaciones al rastrojo para disminuir la incidencia de esta plaga. Esta táctica de control, usada cada vez con mayor frecuencia, tiene un efecto visual más importante que el objetivo de disminuir el riesgo de daño. Luego de algunos tratamientos pueden verse sobre el lote miles de gusanos muertos y la percepción es que el problema fue controlado. Sin embargo luego se encuentran con daños de importancia en el cultivo. En ocasiones no hay daño y se toma la medida como realmente efectiva y se recomienda como solución barata y efectiva.

Habiendo recabado información de numerosos tratamientos en distintas zonas y en diversas situaciones, incluso ensayos de entidades oficiales y de empresas (más de 500 casos) se puede asegurar que los resultados son erráticos. No hay un patrón definido de éxito en este tipo de tratamiento, sea con pire- troides o con fosforados. Hay otros factores que influyen en el resultado de los tratamientos en cobertura para control de gusanos blancos en trigo.

De acuerdo a las condiciones climáticas y edáficas el comportamiento de los gusanos blancos es diferente. Puede ubicarse la mayoría de la población preferentemente a pocos centímetros del suelo o a profundidades superiores a los 40 centímetros dependiendo de la humedad, la temperatura del suelo y el tenor de materia orgánica. Un mismo tratamiento tendrá distintos resultados en un caso que en otro. Por eso a veces funciona y a veces no. Se han usado fosforados como clorpirifos en dosis altas (hasta 2 litros por ha) con buenos resultados en suelos húmedos y con ninguna efectividad en suelos secos. Incluso con buena humedad han fallado estos tratamientos. Aquí hay que sumar otra causa que es el rastrojo. Cuando insecticidas cuya formulación es EC (Concentrado Emulsionable), que poseen solventes orgánicos, una gran cantidad de dosis queda pegada al rastrojo, a veces más de un 90 %.

Los piretroides han sido los más usados para intentar bajar poblaciones de gusanos blancos en tratamientos de cobertura. Y los resultados son tan erráticos como con clorpirifos. Pero hay un patrón de buenos resultados que pueden, luego de investigaciones que lo reafirmen, transformarse en un método adecuado para bajar poblaciones, sin pensar que es la única solución, sino parte de un programa de manejo.

En las observaciones de aplicaciones de piretroides para el control de gusanos blancos la ubicación en el perfil sigue siendo determinante. Pero hay algunas cuestiones que coinciden con resultados menos erráticos a favor de esta técnica. Cuando el suelo está húmedo previo al tratamiento y ocurre posteriormente una lluvia (aunque no fuera de muchos milímetros), usando formulaciones sin solventes orgánicos, como los microencapsulados, se han observado mejores resultados que en otras condiciones y con otros productos. Hay casos donde la opinión del productor o del técnico es que los 200 de cipermetrina funcionaron muy bien. Para asegurar esto no hay otra posibilidad más que contar los gusanos antes y después del tratamiento. Porque muchos pueden morir y causar un buen efecto visual, pero los que quedan seguirán haciendo daño, que normalmente es atribuido a otros factores, ya que el tratamiento para gusanos “fue un éxito”.

De acuerdo a las condiciones climáticas y edáficas el comportamiento de los gusanos blancos es diferente

En resumen, la técnica de tratamientos totales en cobertura puede ser una buena herramienta, pero falta aún investigación y ensayos en distintas zonas y condiciones para tomarlo como válido. No deberá dejarse de lado el impacto que este tipo de tratamientos pueda tener sobre enemigos naturales, no solo de gusanos blancos, sino también de otras plagas que luego pudieran resurgir más rápidamente.

Con un buen muestreo, es posible diferenciar zonas con altas y bajas poblaciones dentro de un mismo lote. Solo deberían tratarse con este método las zonas infestadas.

Muchas especies de gusanos blancos (Coleoptera Scarabeidae) están presentes en los lotes. El comportamiento de estas diferentes especies no es igual en trigo que en maíz. Al menos algunas de ellas. No hay dudas que la especie más perjudicial es Diloboderus abderus (Bicho torito o Bicho candado), tanto para maíz como para trigo. Pero hay especies como alguna del género Bothinus que causa perjuicios al trigo. Otra especie, no determinada aún por los especialistas, de cabeza amarilla y tamaño reducido comparada con el resto de las especies, hace daños de importancia en maíz, pero hasta el momento no se han reportado perjuicios en trigo.

En un ensayo de laboratorio en la Facultad de Ciencias Agropecuarias de la Universidad Católica de Córdoba, seis especies de gusanos blancos en alta densidad por maceta, se testearon en cuanto al daño en trigo sembrado en estos recipientes de 0,5 metro cuadrado. Diloboderus abderus redujo el stand de plantas en un 100%, en tanto que Bothinus lo hizo en un 30%. Las otras 4 especies no produjeron daños (Cyclocephalla signaticollis, C. putrida, Anomala testaseispennis y la especie aún no determinada mencionada anteriormente)

Por tanto este es otro factor de gran importancia antes de tomar decisiones de control. Conocer la identidad de la población. Puede haber una gran cantidad de gusanos blancos, y no solo no causar perjuicios, sino beneficiar al suelo por mayor infiltración, aireación y reciclaje de materia orgánica.

Los insecticidas curasemillas siguen siendo el método de mayor seguridad para proteger las semillas y las plántulas, pero por un tiempo limitado. Salvo pocas excepciones, los insecticidas usados para “controlar” esta plaga, funcionan como repelentes, no permitiendo que los insectos se acerquen al área (rizósfera) protegida. Pero ninguno de estos productos tiene una protección que cubra al cultivo hasta cosecha (hay ataques importantes a veces con plantas espigadas). Y en otras oportunidades, a pesar de tener la protección del insecticida, el daño es evidente. Esto ocurre con altas poblaciones de gusanos blancos, donde algunos llegan a la semilla o plántula al explorar sitios que no están con insecticida.

Quiere decir que la cantidad de gusanos normalmente no decrece con este método. Y como pueden sobrevivir perfectamente alimentándose de materia orgánica, las poblaciones se van incrementando año tras año.

Insecticidas en distintas formulaciones (líquidos o granulados) son usados con éxito en otros países como Brasil, aplicados a la base del surco. Son muy pocas las experiencias en Argentina al respecto, pero es un método que además de producir la repelencia, al tener mayor dosis por volumen de suelo, provoca una mortalidad considerable.

A las medidas químicas habrá que sumarle las culturales en un plan de manejo para zonas endémicas. En lotes con baja proporción de materia orgánica el control de malezas es imprescindible para bajar poblaciones evitando la alimentación en períodos donde aún no está el cultivo. En los lotes que la humedad lo permita, no es mala idea “darle de comer” al gusano, aumentando la densidad de siembra en las zonas infestadas detectadas en el monitoreo.

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