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Responsabilidad y compromiso con la comunidad: Un desafío de las empresas contemporáneas

La responsabilidad social empresaria (RSE) constituye un tema que viene resonando en los últimos años:

cada vez más empresas incorporan a su gestión programas que demuestran el compromiso corporativo con temáticas relevantes para la sociedad.

La RSE puede ser vista, en este sentido, como una oportunidad para reforzar los valores de cada empresa, en línea con su propia identidad y propósito. Porque se trata de una acción que busca un modo ético y empático de relacionarse con la comunidad de la cual forma parte, bajo la premisa de que el crecimiento solo es posible en un horizonte de mejora para todos. Contrariamente a algunas visiones, no se trata meramente de retribuir o realizar donaciones a la comunidad, sino de poder aportar algo al interés común, desde el propio lugar como empresa.

Es necesario entonces diferenciar los programas de RSE de las iniciativas que se ubican desde un lugar asistencial. Un enfoque de responsabilidad social perfila a la comunidad como protagonista, de la cual forma parte la empresa como un actor comprometido que agrega valor al bienestar común.

Existe un conocido cuento sobre un reino de vid, en el que el monarca pide como único tributo que cada cual aporte una jarra de vino de su cosecha. Por picaresca o desinterés, un súbdito lleva una jarra de agua, asumiendo que se iba a disipar su contribución errática en el conjunto. Pero no advierte que son varios los que han pensado como él, y el vino de la comunidad resulta finalmente una bebida pobre y mayormente acuosa.

El relato ratifica que el famoso “granito de arena” jamás es una contribución insignificante y que las buenas cosas requieren del trabajo mancomunado de quienes forman parte de un todo.

Por eso, tomando la metáfora del cuento, una empresa que decide ser responsable socialmente es aquella que busca su mejor blend de valores para aportar al vino de la comunidad.

Sabiendo que es necesario dar lo mejor de sí para generar transformaciones en pos del bienestar, la RSE se convierte en una oportunidad para empoderar la propia identidad corporativa y reforzar el propósito de la empresa.

El modo de traducir todo esto en acciones y programas comporta una compleja trama de búsqueda y decisiones que adquiere modalidades diversas como diversas, en efecto, son las identidades y las empresas (¡lo que constituye en sí mismo un valor!). Emprender esta tarea es de por sí un camino gratificante para dar con la manera singular y única de poder expresar que hacemos esto porque somos una empresa socialmente responsable.

Las iniciativas resultantes son variadas en escala, en temáticas, en formatos y modalidades.

Un programa de RSE puede encararse desde la educación y desplegar acciones en las escuelas, o puede contemplar activaciones en espacios públicos. También las empresas pueden articular sus programas con organizaciones sociales para aportar allí su conocimiento o desplegarlas desde las propias oficinas con una estrategia de voluntariado corporativo. Otro camino posible puede consistir en la producción de recursos educativos temáticos o en el diseño de eventos o stands en los que se proponga un itinerario para el cambio cultural.

Asimismo, las iniciativas pueden enfocarse en diferentes destinatarios, tanto por su pertenencia a ciertos grupos poblacionales o con criterio etario orientarlas a niños, adolescentes, adultos y/o adultos mayores.

Más allá de sus diferentes formas, toda iniciativa de RSE se caracteriza por su compromiso social, por el respeto a la diversidad y el cuidado ambiental, en tanto dimensiones que atraviesan a todas las comunidades. Asimismo, este horizonte común puede entreverse tanto en las dimensiones locales -el barrio, el departamento, las ciudades- como en planos más amplios -los países, las regiones e -incluso- la agenda mundial-. Porque sabemos que vivimos en un planeta interconectado y que tenemos una agenda compartida hacia el Desarrollo Sostenible que solo es posible, como aquel vino del reino, con los pequeños aportes de cada cual.

La potencia generada por un buen programa de RSE, impacta tanto en la comunidad como así también en la empresa que la lidera, mejorando el engagement entre colaboradores y para con la empresa, construyendo credibilidad en el mercado y reduciendo el impacto ambiental. Por eso, posicionarse desde la RSE en vistas a la transformación social convierte a las empresas en una referencia en valores, para que todos desplieguen su mejor versión y podamos crecer en comunidad.

Lic. Romina Seltzer

Directora FORO 21Lic. en Organización y Dirección Institucional con más de 20 años de experiencia en el diseñoy coordinación de programasde Transformación Socialen Latinoamérica.

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