la cuerda. Veo a mi abuela, poniendo grabaciones de mi hermana y yo cuando éramos pequeñas. Veo a mis amigas desayunando en un restaurante, hablando tal vez un poco más alto de lo que deberíamos. Veo esos momentos en los que, de la risa, se viaja a un silencio de lo más agradable a la vez que confortante. Me veo a mí, conociendo a varios de mis ídolos. Me veo a mí, haciendo reír a la gente. Me veo a mí, reconociendo que yo también soy capaz de alegrar a otros. No sé si es por el drástico cambio de sentirme frustrada a sentir este tipo de felicidad, o si es porque esos recuerdos, desde el momento en que sucedieron, siempre han sido los que más feliz me han hecho, pero me lleno de emoción que recorre todo mi cuerpo y acelera mi corazón. Me paro en el centro a admirar todo aquello por lo que me siento tan agradecida, completamente conmocionada. Alcanzo a notar otras escaleras a mi derecha. Incluso cuando quiero quedarme a ver otros momentos increíbles, la curiosidad es demasiado fuerte como para permanecer aquí. Sin mencionar que no tengo idea de qué pasaría si llegara al final de tantas memorias. 22