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Piedad & Justicia: Capítulo V

El viaje a través de las montañas zodiaco fue demandante. El monje guiaba a la velocidad del grupo, pero la única con la capacidad de seguirle el paso de ser necesario era Yideana. El prefecto no dudó en acompañarlos a pesar de las heridas, pero temiendo morir por ellas, llevó a Albin para que pudiera dar testimonio de lo que sucediera. Y fue gracias a eso, que no se notó que la reducida velocidad del grupo era a causa del marqués.

El monje aún dudaba de lo que sucedería, pero tenía claro que este era el primer paso para algo mejor que seguir combatiendo muchos frentes. Tal como dijo, ya que el levantamiento de los ogros comenzó en las laderas de las montañas, las personas que huían aterradas pidieron la piedad de los monjes y estos salieron a combatir a los ogros. Pero cuando la Alianza de Reyes respondió, los grupos insurrectos fueron masacrados por la disciplina e inteligencia de las Legiones. En muchos sentidos, La Orden había sido la principal responsable de aquella victoria, pero también de la brutalidad ejercida, así que cuando llevaron la guerra a los grupos en huida, a los hogares de los ogros y donde quiera que los encontraran, estos también clamaron piedad, por lo que los monjes, se pusieron de su lado.

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Al principio los monjes se bastaban de usar su presencia intimidante, su carácter mediador, su conocimiento para guiar grupos por rutas de escape o sencillamente entorpecer la marcha de las Legiones, evitando a toda costa la lucha de frente. Mas desde el inicio fue obvio que tarde que temprano las cosas saldrían mal, pero igual no había ninguna razón para dejar a los ogros a su suerte, por lo que los monjes se comprometieron a pelear del lado que los necesitaban. No había exageración en ello, pues los ogros estaban siendo exterminados.

Este monje en específico había tenido la oportunidad de platicar la situación con otros cofrades y parecía que todos estaban de acuerdo que La Orden se había propuesto no dejar a ninguno con vida. Una severidad desproporcionada a la justicia que predicaban, aunque tampoco inapropiada, pues muchos grupos ogros habían elevado el nivel de brutalidad natural de su especie. Cual fuera la situación, muchos monjes habían muerto en el campo peleando por el derecho a vivir de los brutos, mientras en la capital, los juegos de la política pretendían extinguir a la iglesia de Narshe, encontrando aliados solo en los druidas de Alma por su afinidad al servicio de la vida, y los menstat de Crysta por el pragmatismo que significaría un vacío de poder en la intrincada red de influencias en la Alianza de Reyes.

Al final no lo lograron, y eso que ningún monje se presentó a defender a su iglesia en las audiencias ante el Lyonesse, pues contrario a lo que todos piensan, solo hay una distinción entre un monje y otro; si es maestro, es decir, si enseña las técnicas y las filosofías que las mantienen vivas. Porque estudiantes todos son.

Como sea, ya estaba todo en marcha, y el monje sencillamente no sabía si hacía lo correcto, mas admitiendo que todo lo que seguía lo rebasaba, no perdió la oportunidad de charlar, pues raramente podía hacerlo: ¿Quiere que bajemos el paso, señoría? preguntó al marqués, quien se avergonzó sin contestar, pues no tuvo aliento para contestar de inmediato.

Señor es más apropiado, monje, señoría se reserva para aquellos en el circuito de justicia como mi pensó rápidamente prometida.

Me disculpo. No fui educado en los tratamientos nobiliarios, ¿me pregunto si debo seguir alguno para felicitar a la feliz pareja?

La ley es la marca de la sociedad. Y no es necesario seguir un protocolo, agradezco de antemano sus felicitaciones.

Les deseo lo mejor, Narshe les colme de bendiciones, y les entregue hijos solemnes y piadosos. Yideana, que tu mano sea tan justa como siempre pero piadosa en sus travesuras . Sonrió el monje.

Yideana respondió un “gracias” tan seco, que fue interrumpido por su prometido.

Por ejemplo, lo apropiado es que se dirija a ella como su señoría.

Nuevamente me disculpo. La trato como la prima que es, pues al fin somos hijos de nuestras Divinas Madres que son hermanas entre ellas.

El marqués hubiera querido contravenir, pero sabía muy poco sobre los monjes, excepto que eran máquinas de guerra que por algún motivo no querían pelear.

Nosotros no nos vemos como hijos de Demerit. La Orden es sólo una herramienta, un arma afilada para hacer su voluntad.

¿Eso eres, solo un arma?

Orgullosamente, no necesito ser más. Damos nuestro juicio cuando se nos indica hacerlo y solo bajo las reglas que nos dieron, no somos tan afortunados como “otros” para darnos el lujo de aspirar a la vanidad de “tomar partido”.

¿Cómo sabes qué haces su voluntad? preguntó el monje sin mirarla.

Demerit nos dijo que observemos La Ley, así lo hacemos. Al margen de nuestros sentimientos u opiniones, mientras lo hagamos, hacemos su voluntad.

El monje echó la cabeza para atrás pensando lo que estaba por decir:

Marqués, señor, usted sabe de leyes ¿qué futuro le espera a los ogros según las vigentes?

El que se buscaron. Las leyes pueden ser duras pero así es la ley.

¿Existe alguna forma de cambiar ese futuro?

El marqués sabía que contestar, pero primero pensó la respuesta que le agradaría más a su prometida . Habiendo reflexionado su respuesta contestó con seguridad.

Las leyes las dictan los hombres según un orden natural y mayor que es La Ley, como tal, aquello que deviene de La Ley es inmutable y perfecto, pero las leyes que surgen de ella sí varían, porque los hombres las hacen, y como no son eternos, los tiempos de su sociedad cambian. Así que sí, todo sería diferente, si los ogros fueran capaces de apegarse a las leyes.

Es una respuesta complicada para un ogro. Déjeme entenderlo; ¿El apego a qué leyes podría cambiar el futuro de los ogros?

Yideana se distrajo de sus procesos mentales para escuchar esa respuesta. Hasta este momento todo lo que había escuchado del marqués le gustaba, pero esa respuesta era una que ella misma no estaba segura que podría responder.

Sí se rindieran, y se presentaran ante las autoridades, podrían ser procesados según la Ley.

¿Conoce usted alguna autoridad que viendo a un contingente de ogros acercándose, no daría la alarma de ataque y formaría a sus ejércitos antes de siquiera ponderar la posibilidad de comunicarse con ellos? Porque a mí se me ocurre uno se interrumpió mientras miraba a Yideana ¿Concediendo el derecho que tienen de juzgar sumariamente, porque La Ley se los confiere, habría un Ordenado que en cambio permitiera un proceso, un juicio que separara al ogro de su naturaleza, y evaluara sus acciones como individuo?

El marqués estaba por intervenir, cuando Yideana decidió hacerlo.

Los ogros no son individuos. No tienen nombre, su organización ni siquiera es una tribu, son erráticos y violentos por naturaleza. No es una percepción personal. Los menstat tienen estudios formales de su espantoso origen y sus crueles costumbres. Son peligrosos.

La vida es peligrosa Yideana levantó la voz el monje como representante de ella . Pero si temes a la espina, jamás te alimentarás del fruto, es por eso ejercemos la piedad; porque que tengas el poder de matar, no implica que debas usarlo...

Yideana tomó un respiro. Quería evitar admitir que le gustaba lo que pensaba y decía este monje, tan diametralmente diferente a lo que creía, y sin embargo, tan… sanador. Así que, se detuvo y trató de salvar la vida del monje.

Servidor de Narshe. Has estado cerca de ellos, y seguramente has aprendido cosas que los estudiosos en sus torres no pueden entender, pero debes admitir que un cocodrilo sacado del campo y llevado a la ciudad, sigue siendo un cocodrilo. La realidad es que lo que has logrado ver, lo que te han dejado ver, se basa en que te temen. Aquello a lo que no temen, lo destruyen. Son peones demasiado peligrosos para dejarlos... pausó libres.

Vivos. El problema no es que estén libres, es que están vivos ¿por qué? Te lo ruego, mi querida Yideana, ¿por qué quieren exterminarlos? solicitó humilde pero retador.

La ordenada no podía responder la pregunta, sus juramentos de obediencia se lo impedían, pero necesitaba decirlo, necesitaba salvar la vida de este monje.

Están siendo usados… por entidades terribles.

La Causa Holtz. La conozco, pero no puedes poner la vida de miles, en teorías de cazadores paranormales extintos hace milenios.

La conoces, pero no la entiendes. Ya no es una teoría, los milenios que repudias hacen que las señas sean claras, sus acciones obedecen a lo descrito… son peligrosos.

Los quieren usar como herramientas… jamás una espada ha cobrado una vida por sí misma. Depende de quien la blande, no puedes culpar al filo por la perfidia de su portador sonrió el monje al darle la opción de ser más que una espada.

Yideana perdió los estribos. Pero antes de que sucediera cualquier cosa, su prometido salió al rescate.

Monje, el debate es ocioso, produce un ogro que entienda y aplique las leyes, y yo mismo lo presentaré ante Toscana. Lo juro por mi futura esposa aquí presente.

El monje miró a un lado. El sargento era pragmático, no tenía que creer nada, verlo le bastaría para creerlo. Albin por su parte, a pesar del exabrupto estaba emocionado de haber escuchado el debate, era un joven prometedor, con la rara habilidad de escuchar y no engañarse con sus propios prejuicios. La posibilidad de que más que escuchar, haya aprendido, le daba consuelo al monje pues dotaba a toda esta ordalía de un poco de posibilidad. Solo restaba la parte difícil, convencer a este bruto.

El monje se volteó y hablando con la garganta conversó en el misterioso lenguaje de los ogros. Sus acompañantes se exaltaron, pero tanto la ordenada como el prefecto, se armaron listos para la batalla, pues estaban rodeados

Entre las piedras apareció el ogro rapado de largos bigotes. Sus ojos negros dejaban ver un destello dorado que distraía de su malvada sonrisa.

¿Es su líder? preguntó Yideana, pero el monje no contestó, solo continuó una conversación imposible.

El ogro hablaba con los otros ogros escondidos entre el paraje rocoso, todos armados con lanzas y hachas rudimentarias hechas de piedra. El concepto más peligroso visto hasta la fecha.

El monje y el ogro siguieron intercambiando palabras, mas no se requería conocer el idioma para saber en que terminaría la conversación, así que no pudiendo cambiar lo inevitable, el monje les dijo a sus compañeros.

Tendré que pelear. Mantengan una posición defensiva, no se preocupen por mí. Sé que no será fácil, pero no los maten. Tenemos una oportunidad de parar esto, pero no podremos intentarlo si comenzamos derramando sangre.

Pero señor, ese ogro es con el que empató la vez pasada, si lo agarran entre todos Albin no terminó.

Sobreviviré contestó el monje mientras oraba a Narshe por fuerza para contenerse cuando las cosas se complicaran ¡Por favor, no los maten!

Es una necedad, ¿por qué quieres salvar a los que te quieren muerto? . Inquirió el marqués mientras preparaba la saeta en su ballesta.

Porque son solo un grupo. Porque no hablan por todos. Porque como ustedes, temen lo que podemos lograr, pero mientras que ustedes pueden elegir a pesar del temor, cuando temen…

El ogro de largos bigotes gruñó, exaltando a sus hombres que comenzaron a avanzar.

Podemos salvar al mundo de nosotros mismos. Solo tenemos que mantenernos piadosos terminó el monje justo en el momento que el jefe ogro lanzó un enorme tronco afilado.

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