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Agua & Vida: Epílogo

Edrissa no se despidió. Nunca lo hacía. Después de impactar a todos los legionarios que la vieron, perfecta y peligrosa mientras iban con la Gobernadora Ducase, antes de entrar a verla solo le dio los dos mejores besos de su vida a Riuben, encargándose que se los entregue a Avallach y a Néstor respectivamente. Jamás cruzó el umbral de la tienda.

Los legionarios de guardia juraban que no la vieron pasar, porque sería imposible no notarla, y también aseguraron que no pasó ninguna serpiente, porque hasta se escuchaba un ave cantando en los alrededores, y es bien sabido que las aves guardan silencio cuando la muerte se arrastra bajo ellas.

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Exter y Roger declararon exactamente lo que sucedió frente a testigos, y ya que checaba a la perfección con el reporte del grupo de expedición que los encontró, Riuben solo tuvo que redactar un papel que decía que la Gobernadora Ducase, estaba considerando la posibilidad de investigar sobre el “cazador supremo”, un mito que podría explotarse a su favor en esta guerra, y que el joven Alajar, a la altura de su apellido, se ofreció a investigar, partiendo en solitario antes de que se formara el grupo de exploración.

Con ese papel. Riuben y los dos primos regresaron a Toscana por barco. No hablaron mucho, todo lo dicho se dijo. El resto, sería la voluntad del Lyonesse.

Luego, contra todo pronóstico, por el papel de Rogerbar Fortelo hijo, y sus primos en la expedición de Las Colmenas, el Lyonesse lo invitó públicamente a él y a su padre a beber una copa con él. El recibimiento, además de caluroso fue público, mostrando y fortaleciendo la aventajada posición que Don Rogerbar Fortelo tenía, contra cualquier otro competidor que se dedicara al mismo giro. Sin embargo, entre la charla de arte y política, el Lyonesse los invitó al balcón de su cuarto, donde encontraron también al Conde Rotena, y a su secretario Exter Fortelo, ahora buscando ordenarse shaman para alegría de su tío abuelo, y empacho de su primo.

Los cuatro bebían y charlaban mientras Riuben ensalzaba al muchacho Fortelo, pues si bien le faltaba mucho por aprender para ser la cabeza de un sindicato que mantuviera en control a ciertos elementos criminales, el valor y la lealtad, así como una nada despreciable medida de ingenio, las tenía y de sobra.

El Lyonesse y Don Fortelo desde luego tenían una charla más cerebral, que por momentos parecía solo charla, pero que de hecho era una encarnizada negociación de términos y condiciones.

Solo digo que un hombre debe hacer lo que debe por su familia. Pero todos los presentes somos padres. No siempre es tan sencillo tomar medidas cuando la familia y los hijos no van del mismo lado ¿Cuándo el conflicto surge?, ¿Qué se elige; La familia o los hijos? preguntó el Lyonesse.

Los hijos Contestó Roger sin duda, con un puro increíblemente fino en la boca.

Riuben y Rogerbar fueron más precavidos. Así que Avallach los increpó de frente.

Riuben, supón por favor ¿Si pudieras elegir cualquier cosa para tu hijo? ¿Qué sería?

Riuben puso atención. Barajeó las cartas mientras articulaba con cuidado su largamente pensada respuesta.

Mi hijo tiene todo lo que necesita. Su padre es quien quiere cosas que él no sabe que necesita.

¿Por ejemplo? preguntó Avallach mientras repartía las cartas.

¿Cualquier cosa?

Cualquier cosa el tono de Avallach era tan firme, que de hecho significaba exactamente lo que decía.

Me gustaría que tuviera la oportunidad de enmendar cualquier malentendido que haya tenido en el pasado. Para que pueda dejarlo atrás y seguir adelante.

Perfectamente razonable ¿no lo cree Rogerbar?

Así lo creo.

Y conozco a mi ahijado Néstor, sé que teniendo la oportunidad, lo logrará… Riuben sonrió pero no le duró mucho Pero ¿qué sucede cuando las ambiciones de la familia de su padre, los acercan a lugares peligrosos ¿Qué va primero, la familia o los hijos?

Supongo que es la ventaja de no tener familia contestó el shaman temiendo el rumbo de la conversación. Digamos lo que Evelin pretende para él, o lo que tus hermanos pretenden para ti.

No sabía que tuvieras hermanos Riuben exclamó Roger, terminando de servirse la copa. Tengo un amigo que considero como tal dijo aterrado.

¿Qué sucede ahí? ¿Dejarías pasar las intenciones de tu hermano de darte un imperio, por beneficiar a tu hijo? No hablo de sacrificio. Hablo de costo-beneficio.

Estoy seguro que mi hermano sabría que solo paso la oportunidad porque estoy seguro que le puedo ser útil en otras muchas cosas.

Sin duda. Entonces, Roger y Riuben eligieron hijo por encima de la familia. Yo por el contrario, pienso que la familia es primero. Porque la sangre es por definición un precio. La familia en cambio, se escoge. Cualquier cosa menos que eso, implica que un hombre no conoce lo que es una familia, y quien solo mide los sacrificios en virtud del parentesco de sangre, en realidad nunca tuvo nada valioso que sacrificar, y por tanto no merece nada con esas severas palabras, Avallach tomó la botella y le sirvió a Rogerbar, Riuben y así mismo, contento que Roger se acabaría la suya.

Qué más da. Más para nuestros hijos contestó Roger riendo con la copa que acababa de vaciar. Qué descuido. Riuben, podrías por favor pasarme la botella verde en el librero.

Riuben se paralizó por lo que aquella botella era. Deja le hablo al servicio para que traiga varias. Con esa bastará contestó Avallach mirando a los ojos a Rogerbar Fortelo.

Riuben se rehusó, le había jurado a Rogerbar que de su mano no provendría mal alguno. Pero no importó, porque de un salto y con cero aplomo, Roger se levantó y la trajo, saboreándose con solo verla.

Con la botella verde en la mesa. Avallach insistió. Tu Rogerbar, tú que te dedicaste a hacer una familia ¿Qué eliges?

Riuben miró a Rogerbar y el anciano miró a su hijo que miraba la copa, borracho, pero no tanto para saber que no debía servirse el mismo.

Amo tanto a mi hijo, que me temo que escogería a la familia… porque eso es lo que le voy a dejar a él y sus hijos Rogerbar acompañó sus palabras con el acto de abrir la botella y servirle a Roger, quien invocó el brindis. Lo dicho. Por los hijos. Más para mí.

Todos levantaron las copas y Riuben incluso tuvo la desfachatez de decirle a Roger que quizá ya había tomado demasiado, pero aquel, solo contestó.

Si no me mataron Las Colmenas no me va a matar una copa más bebió hasta el fondo.

Riuben se levantó, disculpándose para retirarse. Antes de irse, estrechó la mano ensangrentada de Don Fortelo que ni siquiera pudo mirarlo a los ojos, y luego

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