Está ante tus ojos, lector, lectora, un libro de poemas escrito por personas muy distintas, pero que las une, además de la poesía, la realidad de que ninguna de ellas es árabe o descendiente de árabe.
Te invito a disponerte y entregarte a una lectura de textos que combinan la sinuosidad de las danzas árabes tradicionales con la fuerza enorme de las raíces del Dabke, aquel baile en que la fuerza de los golpes sobre el suelo reivindica la importancia de la tierra y las manos unidas de los bailarines resalta la unidad necesaria para el éxito de la tarea.
Poetas, hombres y mujeres, con procedencias y experiencias muy diferentes, de varias nacionalidades, muchos de los cuales viven en Alemania, han sido capaces de identificarse desde su integridad personal, desde la emoción y la mente, con la causa del pueblo palestino.
El dolor que provoca la tragedia por la injusta invasión de sus tierras y la matanza de sus habitantes queda reflejado en los poemas que tenemos en este libro.
Emociones fuertes, como la desesperación, la sensación de inutilidad al ver las imágenes de la actual tragedia, esta ofensiva por exterminar a un pueblo entero, por hacer desaparecer de la faz de la tierra a los habitantes históricos de esa franja sagrada.
“Sin detener el genocidio /nada de lo que hagamos tú y yo /nada de lo que haga la sociedad dormida /… /¡nada es suficiente!”, clama con desesperanza el texto.1 El llanto y la ira se alzan como respuesta: “Somos hermanos /tomo el rifle y disparo / mi hijo ha muerto /mi esposa, mi familia entera /bajo tu mano”. 2
El camino a veces parece ser enfrentar al agresor o al silencioso cómplice de quien conduce la “limpieza étnica” destinada a eliminar a todo habitante palestino: “Abre los ojos, si puedes, y atrévete a mirar / atrévete a enfrentarte al horror que siembras”.3 Encara la poeta duramente al que acepta o provoca tanta dolor y desazón. Y
1María Angélica Muñoz Jiménez
2Ana Luisa Tapia
3Mercedes Pérez García
vemos que hay reacción: miles de israelitas salen a las calle y judíos de todo el mundo levantan la voz diciendo “No en nuestro nombre”.
“Es preciso despertar a Dios”,4 reclaman voces de esperanza, olvidando que tantas veces parece que Él se pone de lado de los que hacen daño cuando tienen más armas que sus víctimas. Y las palabras parecen insuficientes: no basta con poner nombre a las realidades, porque se calla, se censura, se oculta la verdad.5
“No volveremos a callar”,6 es la proclama de esta poesía que nos invita a actuar, aunque pueda parecer que no sirve. “Nadie gana y todos pierden /si una guerra vale más que una palabra”7 . Pero la historia puede cambiar. El dolor se esparce por la tierra que es regada con la sangre y las lágrimas de niños y adultos, de mujeres y de hombres que resisten lo irresistible por su amor a su lugar, a su hogar de siempre, a su historia, a su cultura. ¡No todo está perdido! “El cielo, una mancha de hollín sobre escombros /se viste de esperanza”,8 porque siguen naciendo niños que juegan y adultos que se besan en medio del dolor. “Un niño se viste de rojo /con un lirio en la mano”, 9 porque su dolor no ciega la decisión y la confianza de seguir allí, porque es el derecho de vivir. La poesía continúa alzando voces: “Sin embargo resiste aún la vida /la tierra guardan en germen su protesta /y denuncia al poder que todo arrasa”10 . “Escribo un poema roto / desmembrado de sueños”11, como esa primavera rota de Benedetti que dio cuenta de los horrores en nuestra América. En la misma línea otra voz nos dice: ”El niño descansa sin ancla /sin timón, como barca perdida que bosteza /entre lágrimas de un océano roto”12 .
4Juan Colón Castillo
5María Teresa González Osorio
6Gabriela Álvarez Jurgenson
7Sonia Rosillo Sánchez
8Mario Toro Vicencio
9Edith Contador Villegas
10Blanca del Río Vergara
11Hellen Frenzel
12Reynaldo Lacámara Calaf
Entonces releo el libro por tercera vez. Cuarta vez. Siento desde el fondo de mí que se ilumina un espacio escondido, donde un niño invisible recorre los campos de escombros y de muerte, saludando a los suyos con una sonrisa.
Lo que estamos haciendo, poetas del mundo, hombres y mujeres que escriben y proclaman, es juntar la energía suficiente para que de pronto la violencia termine porque los agresores entienden, porque la paz se abre como un nuevo río que riega los desiertos más secos.
¿La paz y la justicia se instalarán en Palestina, esa tierra por la que profetas y dioses han transitado, unos dejando huellas de dolor y otros entregando su vida por la redención de una especie obstinada, en la que muchos quieren mandar, sacrificando a los que rechazan la guerra?
Nosotros diremos que así será.
Primavera, 2025
Jaime Hales Escritor
Camino hacia la paz
ALEMANIA
María Angélica Muñoz Jiménez
Doctora rer. nat. Escritora y poeta chilena residente en Alemania. Libros: La Mágica Emoción de Ser Humano (2018), Puro Impuro Chile (2019; 2022, coautora Patricia Lagos), Peregrina de Octubre (2021), Tiempos de Pandemia, Memorias (2022), Inspiración y Pensamientos (2023), Mensajes de los Seres de Luz (2024). Mención honorosa: Los chicos que nunca lloran (Santiago en 100 palabras, 2012), No te aferres (Feria del Libro Brindisi, 2023); primer lugar: Portal de Vida (Coquimbo, 2023), segundo lugar: La mujer del desierto (Coquimbo, 2023).
¡Urgente Palestina!
Inmersa en mis rutinas, quiero hacer y no hago nada, mientras dudo, en Palestina mueren humanos deshumanizados.
Distraída entre mis sombras, no sé si me ayuda o me hace daño, sucumbir a este miedo de manipulación y amenazas, miedo que se introduce por donde quiere, y me nubla integridad y palabra.
En mi hogar imagino miles de huecos, cada vez que a una vida la atraviesa una bala, cada vez que un corazón se para. Y me pregunto si la Tierra se debilita con tantos latidos apagados por la fuerza.
Me siento inútil en un mundo sin sentido, ciego de ambición y podredumbre, acorralada en esta inercia anónima de moral ambigua y dogmas.
Me pesan los inocentes, los asesinados y sobrevivientes, todos aquellos que luchan por no morir de sed y hambre. Son mis hermanos los que mueren en otra piel, idioma y creencias diferentes, mueren sin consuelo y no quiero ignorar sus gritos.
Decadente, mi humanidad superflua, dominada por la tecnología, sino cómo entender el acero en lugar de piel, más cables que venas y arterias y el derecho a la vida hecho trizas.
¡Cómo justificar lo injustificable! La muerte de niños y ancianos, de mujeres embarazadas y madres...
Escribir, mi última licencia, me amputan manos y lengua, dolor en carne viva por este silencio impuesto tras la marcha de botas negras.
¡Palestina agoniza! Aguijones de avispas enloquecidas acribillan gente, tradición y justicia. Sin detener el GENOCIDIO, nada de lo que hagamos tú y yo, nada de lo que haga la sociedad dormida, la sociedad masa, corrupta y cobarde, ¡nada es suficiente!, ¡nada!, ¡nada!, ¡nada!
Luisa Tapia
Nací en la ciudad de México, vine a Alemania para estudiar en filología en la Universidad libre de Berlín. Participante también del programa de traductores del Colegio de México. Trabajé en la editorial científica Reichenberger en diferentes proyectos. En mayo de 2023 publiqué mi primer libro de cuentos, Binomios Literarios, ed. Universo Letras, Planeta, que se presentó en la Feria del libro de Madrid. Mi segundo libro, Loteria literaria, ed. Nitro/Press, se presentará en la Feria del libro de Guadalajara, México. Actualmente participo con un grupo de poetas latinoamericanas con las que publicaremos una antología de poemas este año.
Ana
Hermanos
Somos hermanos, sentimos lo mismo vemos lo mismo comemos igual.
Somos hermanos, tomo el rifle y disparo.
Una palabra nos separa de nuestra humanidad. Una palabra, una creencia, que nos ciega y nos excluye de lo que podemos ser.
Somos hermanos tomo el rifle y disparo. mi hijo ha muerto, mi esposa, mi familia entera bajo tu mano.
Territorio ocupado
–¿Qué es el infierno?
le pregunta el niño al padre, le da miedo que se entere la madre que pregunta por un lugar tan terrible.
–¿El infierno?
Está aquí en la tierra
En la Tierra Prometida que no conoce pausa, ni tregua, ni es libre, que está seca y dividida.
La muerte es su Dios. La venganza, su ceguera. No existe el amor, ni el perdón.
Solo ven la frontera y exigen con su mano extranjera que se marchen los que ahí han nacido.
¿Qué es el infierno?
Ese se lleva dentro, como alimento, como un vestido que creen piel que no da sentido, ni al débil ni al cruel. Es el epicentro de aquel, que, como un poseso, mata al que es igual a él.
Mercedes vive en Alemania, en Frankfurt, desde hace 28 años, pero añora su ciudad natal es Bilbao, en España. Estudió filología alemana en Heidelberg y Frankfurt y en la actualidad, trabaja en una escuela como profesora de español. Además, en su tiempo libre, le gusta leer, escribir y hacer música… todo por igual. Mercedes es co-fundadora de la revista digital “Por Amor al Arte” que se publica una vez por trimestre. Su poesía es visual y algunas veces crítica, cuando la imagen se presta.
Mercedes Pérez García
La memoria de las piedras
Abre los ojos, si puedes, y atrévete a mirar, atrévete a enfrentarte al horror que siembras, a regar de bombas tierras prometidas, a enterrar con manos de madre a los hijos que matas. Atrévete a mirar.
Abre los ojos, si puedes, y atrévete a olvidar, olvidar esa mirada perdida que busca entre las piedras, olvidar que fuiste alma, hombre, vida, y que ahora eres muerte.
Atrévete a mirar.
Abre los ojos si puedes y atrévete a ignorar, atrévete a decirle al mundo que no te importa, atrévete a expandir el infierno en tierra robada, a llenar de escombros tu historia.
Atrévete a mirar.
Abre los ojos, si puedes, y atrévete a hablar, atrévete a justificar las ruinas que dejas, a difundir tu historia, sin olvidarte de esta verdad, porque las piedras también tienen memoria.
Atrévete a mirar.
Juan Colón Castillo
Nacido el 02 de agosto de 1962 en Cabrera, República Dominicana. Poeta, narrador, ensayista e historiador dominicano. Autor del libro “El milagro de la luz” (IL Miracolo Della Luce) publicado por la editorial Italiana Rayuela Con el libro “Las manos del silencio” obtuvo el primer lugar del concurso internacional de poesía Ciudad de Milán 2022. (Único latinoamericano en obtener este premio). Dicha obra tiene el prefacio del filólogo e hispanista Gabrielle Morelli. Recibió el premio Excelencia literaria otorgado por la Agencia de prensa italiana TCG News 2022. En 2023, fue elegido padrino de la Feria del Libro de Brindisi y panelista en la sede de la ONU. En 2025 fue distinguido por el Congreso de EE.UU. por su aporte cultural.
La palabra HOMICIDIO
No puedo con la carga de la palabra HOMICIDIO, es un hierro candente sobre la lengua, un campanario donde repican las ausencias. Demasiadas perplejidades con rostros sin rostros de los niños, cuerpos que la razón no pudo proteger, ojos que no aprendieron a cerrar la noche. Demasiado el silencio cómplice, un silencio de sótanos sin ventanas, de conciencias humedecidas por la podredumbre, de poderes que fingen estar dormidos. Demasiadas las sombras sobre el género humano, una espesura que devora los pasos, ninguna sombra oculta esta vergüenza. Demasiado progreso reaccionario, máquinas que se alimentan de carne viva, manos que construyen altares para la nada. No puedo con el peso de la palabra HOMICIDIO, está en ella toda la humanidad claudicada.
Tengo la voz de una semana de niños
Tengo la voz de una semana de niños -miles de zapatos huérfanoscruzados en mi garganta. Se desangran a la intemperie del dolor, sobre la indiferencia, bajo los escombros, en los hospitales, entre los ojos ciegos de la impunidad de una luna llena. Tengo los ojos arrastrados, descalzos del hambre ya sin voz de unas niñas -miles de rosas recién nacidas sin pétalosque no puedo callar.
¿Cuál es el color de la esperanza de estos sin tierra -perdón, quise decir, sin cielodonde se destruyeron las ventanas? Es preciso el coro universal de las manos unidas, romper el torniquete. Es preciso despertar a Dios antes que también sea una víctima más del genocidio.
María Teresa González Osorio
Originaria de Oaxaca, México, radica en Alemania. Es licenciada en Derecho por la Universidad Autónoma ”Benito Juárez” de Oaxaca, UABJO. También se licenció como Psicóloga en la UNAM. Ha participado en diversos talleres de poesía. Actualmente trabaja como asesora psicológica y coach sistémica en Alemania para la población hispanohablante (presencial y online). Ofrece entre otros talleres, el de escritura creativa. Ha publicado cuatro poemarios y un libro sobre la crianza parental.
No es Genocidio, dicen
El cuerpo de una niña cuelga del lenguaje.
La palabra genocidio es demasiado larga para decirla en televisión.
En Gaza, los escombros aprenden nombres, el polvo tiene edad, la piel se vuelve mapa de metralla.
Pero no, no es genocidio, dicen, es respuesta, es autodefensa, es inevitable, como si la muerte tuviera diplomáticos.
Un hombre recoge el brazo de su hijo, lo envuelve como si fuera pan, nadie lo ve porque el horror no entra en los algoritmos.
La censura se maquilla con estadísticas y la verdad es una cuerda de piano, tensa invisible pero letal. No es genocidio dicen, es una guerra difícil, es una narrativa, es una pena.
Como si los cráteres fueran poesía concreta como si un útero enterrado en una ambulancia fuera metáfora.
Como si los cadáveres apilados en la escuela fueran montaje.
¿Cómo se llama el crimen cuando el asesino sigue recibiendo armas?
¿Cómo se llama el crimen cuando la víctima grita y nadie traduce su voz?
No es genocidio dicen, entonces ¿qué es?
Es la muerte de la palabra, es la victoria de la cobardía, es el silencio hecho política.
Y Gaza respira por las grietas de los escombros, esperando que el mundo deje de mirar hacia adentro.
Y le ponga nombre a lo innombrable.
Gabriela Alvarez Jurgenson
Ingeniera química y doctora en Fisicoquímica, con una trayectoria industrial de casi dos décadas. Escritora, poeta y coach en procesos de transformación, que integra lo ciencia con la sabiduría corporal, el Qigong y cosmovisiones ancestrales. Autora del poemario Confieso que he muerto (2023), ha participado en diversas antologías internacionales de poesía, relatos y desarrollo humano, así como en ferias del libro en Alemania y España. Nacida en Venezuela, actualmente vive en Alemania, donde cultiva su voz creativa y su labor de acompañamiento.
Una ventana
En mi ventana cantan aún los pájaros, anunciando el alba que en otras no llega. En mi cielo se pasean serenas las nubes. Bajo el mismo firmamento, los nubarrones de muerte se ciernen sobre los olivos de una tierra «prometida». En mi tierra el silencio ahoga a los corazones muertos, mientras en Palestina se acalla la vida. En mis huesos siento el miedo de siglos de imperio, imperio que impera y no espera a que llores a tus ancestros. En mi alma convergen los llantos de antaño y de este presente sangriento.
Y entonces, casi sin aliento, casi sin miedo, regresamos al eco de nuestros cuerpos. Gritamos:
¡Hemos vuelto! Decididos a recordar, a reclamar y a mirar a estos esperpentos a la luz de nuestros muertos. ¡No volveremos a callar!
Salvajes en corbata
Este mundo de salvajes encorbatados puede engullirte en su selva de cemento con reuniones interminables para asegurar no parecer ignorantes
—¿o será por falta de valentía para asumirla?— Todos van corriendo para lograr hacer más, en una carrera contra el tiempo que no lleva a ningún lugar. Solo para complacer el insaciable apetito de los que parecen sus dueños: los inversores
—¿o será mejor llamarlos invasores?— Estos lobos hambrientos no son más que piel sin huesos, porque de tanto vivir huyendo se olvidaron de habitar en sus propios tuétanos. Ya no recuerdan que son aullido, ni barro, ni tampoco magma; se dedican a desmembrar a quien los pare, en aras de ser los alfa. No son sino espectros, simples titiriteros de muertos, clamando reinos sobre lágrimas de las desesperadas madres cuyos hijos estallaron bajo escombros, aplastados por guerras de codicia y grandezas ficticias. ¡Salvemos el mundo de estos civilizados salvajes!
Sonia Rosillo Sánchez
Nace en Alicante, España; pero se hace en muchos lugares, entre ellos Alemania. Actriz, cuenta cuentos, payasa y profesora de lengua y literatura. Se inicia a escribir poemas desde bien pequeña, se inicia a expresarlos desde bien mayor. Sus obras más relevantes han sido de teatro dentro de sus compañías. Su pasión por el arte y por mejorar el mundo, la llevan a crear acciones de visualización del arte comprometido, como PalestinArte.
Sueño sonámbulo
Y, desplegarán las alas una vez más, buscando un sueño tras esa realidad.
Y, verán de nuevo un arcoíris dibujar; triste, lejano, inalcanzable y esperanzado; persiguiendo blancas palomas tras migas de pan; y no de la paz.
Y, se callarán: mudas.
Y, no cantarán: mudas.
Y, morirán: mudas.
Y todos dirán: ¡allá iba el sueño volando!
Sonámbulo y sin humanidad.
¿allá iba el sueño sonámbulo?
Sí, sin despertar. Esa era la verdad.
¡Y qué fácil desde el sofá!
Prosigue, persigue, persiste y resiste.
Sobrevive.
¿Qué poder nos inunda?
¿Qué costado nos duele?
¿Qué epidemia nos ciega?
Que sonámbula el arma, y el alma, Que singular belleza de una verdad, profunda y olvidada.
¡Qué gran pérdida de todas las batallas!
Nadie gana y todos pierden si una guerra vale más que una palabra.
¿Lo has visto? Ha pasado sonámbulo un sueño, Sin dormir y sin llorar.
Y, a mí, me ha hecho despertar.
Flis, flis, flus
Flis, flis, flus,
Fluye el río al mar,
Fluye canto a la roca,
Fluye paz a la libertad.
Flus, flus, flus.
Y se convierte en piedra, en arena, en religión, en historia. Magia acartonada tras el cristal.
Flus, flus, flus,
Canta alegre la canción de la amistad: “escucha hermano”,
Y, al taconeo, ¡olé!
Cierro los ojos de miedo.
¿Quién será?
Flus, flus, flus; retumba en el viento la mirada de la crueldad: sombras. Hombres.
Y en el fondo solo, un niño; un niño solo.
Flis...y ya nada, no se escucha, no se oye, no se toca. Frialdad.
Mujeres. Sola ella, niña sola.
¿Qué es la humanidad?
Corazón latiendo al uno, al uno, al uno Palestina, al uno mundial.
Seamos uno y uno, y todo, y más.
Flis, flis, flus. Final.
Hellen Frenzel
Comunicadora social, máster en Comunicación y Educación en la Red. Ha publicado cuatro libros de poesía De los cuatro vientos (2015), Palabras sueltas (2017), Retazos (2022) y Diosas, amores y adioses (2024).
Poema roto
Escribo un poema roto desmembrado de sueños después del silencio de la muerte con la urgencia del sosiego que no llega
Escribo un poema roto después del miedo evaporando la esperanza después del horror que borra de los niños la alegría y tiñe de sangre sus cuerpos inocentes que aniquila la memoria con pesada artillería
Escribo un poema roto amargo grito de madres buscando a sus hijos desaparecidos entre los escombros entre la desgracia cargando a sus niños cercenados en cuerpo en alma despojados de hogar de historia
Escribo un poema roto para madres des-hijadas des-hojadas huérfanas que sin tregua sobreviven en doloroso quebranto porque sus manos no curan heridas
ni cobijan porque su abrazo no es armadura ni refugio porque sus lágrimas no alivian la existencia ni devuelven la vida porque su voz no arrulla cuando se impone la bomba y el fusil porque su amor no protege del tanque y el misil madres atrapadas en medio de un conflicto que desgarra el vientre creador mutila el pecho que nutre
Escribo en sobresalto un poema que duele y es lamento
Escribo un poema urgente y roto un poema que aun marchito se hunde en las entrañas de mujeres laceradas donde descansa el anhelo de dar vida y se niegan ofrecer más hijos a la muerte
CHILE
Escritor y poeta. Editorial Planeta publicó dos de sus libros en Europa y Latinoamérica “PoeMario Opino” (2019) y “La Urgencia de Un Sueño” (2021) y la Editorial Letrame publicó en Europa y Latinoamérica “Mas Allá de Todo” (2023). Tres de sus libros están en el Museo de la Memoria, Chile. Nominado al Premio Nacional de Literatura, 2020 y 2022
Mario Toro Vicencio
Cuna de Arena, Grito Ahogado (Testamento del Silencio)
En el corazón de la arena, una llaga abierta donde la semilla de un futuro germina. El eco de un llanto que se pierde en el aire se transforma en canto.
El cielo, una mancha de hollín sobre escombros se viste de esperanza. Una cuna de niño se mece con fuerza un confín que nace, sin que se desvanezca.
El poder, una sombra que pinta la nada, con su aliento de acero y su corazón crudo.
Aunque devora los sueños, su voz se marchita, succiona la voz.
La herencia atroz se convierte en memoria, un espejo roto donde se forja el mañana.
En Gaza la trinidad no es Padre, Hijo y Espíritu Santo, sino el padre, la madre, y el niño que fueron masacrados.
Desde el norte, la voz sin rostro en idioma de hierro y cifra, organiza el silencio de todas las naciones sin que importe el sentir de sus pueblos
Así, la humanidad da paso a los ex humanos.
Los cuerpos pequeños, sin nombre ni historia son la sombra que se alza, de una nueva gloria.
Cada vida que se apaga, un fracaso, un grito, Una mancha en la conciencia que nos despierta. Una marca en la piel que nos une y nos llama a sanar las heridas, a juntar las almas.
Y el mundo, absorto, contempla desde lejos, Las almas que vuelan, los cuerpos perplejos.
La hambruna, un fantasma que abraza rostros de niños, muerde el frío, desgarro con un calor, con un abrazo que deja el dolor. Cuando la esperanza se hace pan.
La inacción global, un desierto helado muchos pueblos convierten en acción, se quiere un oasis de unión.
Donde cada muerte es un grito que llama, un testamento de lo que hemos ganado.
En el eco del grito sin boca, una bandera blanca se levanta. en la mirada de un sol que se apaga, pero amanece, un dolor de cien lunas rotas, una grieta que no se espanta. Y en la madeja de la mentira, en la máscara del engaño, un faro de luz que suspira, rompe el espejo del daño.
Que la verdad sea un río que corra, un río de sangre que fluya, un cauce que borre la pena. Que el amor sea la mano que socorra, y el alma que el universo llena.
Y la justicia, un eco en un pozo sin fondo, es eco que no olvida su lugar en el mundo.
Se duerme una verdad que nadie se traga y en la garganta de la arena, un clamor que se hace viento. Una plegaria que se serena, un trueno que es el único aliento.
Que el grito se vuelva un relámpago, un sismo que sacuda al mundo. Que la súplica, un canto mágico, llegue al confín más profundo.
Edith Contador Villegas
Poeta y kinesióloga, su trayectoria literaria se traduce en la edición de dos libros de poesía: “Este Subterráneo Secreto” y “Estallido Poético”. Ha participado en diferentes antologías y revistas literarias. Actualmente, pertenece a la Sociedad de Escritoras y Escritores de Chile.
Libro de cuentos
(Poema a los niños de la guerra)
Los ogros a puerta cerrada desayunan. Sentados devoran el pan del genocidio. Adornan la mesa del Acuerdo-des-Acuerdo.
En el techo del cielo cuelgan móviles, trenzas, juegos, brazos de niño, semilla desperdigada en el aire.
Un bufón trajeado de negro mastica pan, relame huesos fracturados.
Los zapatos quedan solos, míransolos, ándansolos.
El desgarro se pliega a la herrumbre. Pobre-niño Pobre-muerte.
Hasta tu voz difunta se estremece.
Allá por la puerta cerrada del mundo, sale un niño al pórtico de la geografía.
Yace en mi ocio la misericordia. Yace, con un bronceado perfecto, con un cáliz seductor de licor dulce, las olas rompen como ráfagas.
¡Ah, que perezosa humanidad la mía!
Sórdidos Acuerdos-des-Acuerdos en Siria, Norteamérica, Afganistán, Francia, Israel, La misericordia en mi regocijo se enreda. Duermo en sábana blanca, niño blanco.
¡Qué irónica humanidad la mía!
La mesa del genocidio deja entrar la muerte. Un vademécum de éxodos, migraciones, huidas.
Recostada en la hamaca leo y releo un libro de cuentos.
Y entre lívidas páginas, la Franja de Gaza en separata, reporta la partida inasible de un niño sacro.
Un niño vestido de rojo
La mano de un niño recoge lirios, el ruido del misil hace temblar la flor.
Pánico de sepulcros gime en la noche.
Corren los genes por áridas tierras
Busca el pueblo palestino el espacio usurpado.
Hay monstruos paridos por la ambición.
Gaza es la gruesa cuerda del ahorcado.
Duerme eterna una mano, guarda arena entre los dedos.
De sangre se viste el olivo, de sangre los mares, de sangre se viste Palestina.
El genocida abre la puerta.
Los retamos hablan del horror al viento.
La humillación hace al guerrero.
La avaricia al asesino.
Un niño se viste de rojo, con un lirio en la mano.
Blanca Del Río Vergara
(Molina Chile)
Escritora, poeta y educadora chileno-española. Ha publicado en Chile y en el extranjero más de una decena de libros que abarcan poesía, narrativa, ensayo y estudios en el ámbito de la educación y de la lengua. Su obra, reconocida y comentada en diversos países, se caracteriza por un diálogo constante entre culturas, fruto de más de cuatro décadas de docencia universitaria y labor literaria en América Latina, África y Europa.
Poemas contra la guerra y la crisis humanitaria
La poesía nace como un acto de memoria y de resistencia. El primer poema, “Guerras”, escrito en un tono universal, recoge la tragedia de los pueblos frente a la violencia y la destrucción. El segundo, “Soneto por Gaza”, sitúa esa misma mirada en el presente, en la herida abierta de un pueblo que sufre bombardeos, hambre y despojo. Ambos textos se unen aquí como denuncia y como llamado a no olvidar que, incluso en medio de la barbarie, la vida insiste en florecer.
Guerras
El sudor del soldado impregna puertas y ventanas.
Noche y día los aviones los llevan al frente.
Maquinaria de guerra se acumula en los puertos, armas químicas causan espanto.
Los árboles perdiendo su follaje gimen en vano, las costras del planeta supuran el odio.
Lloran los pájaros como seres humanos.
De horror en horror perecen hombres, mujeres y niños. El soldado muere inútilmente, sin saber por qué la guerra comienza ni cómo ni cuándo acaba.
El viento se lleva los suspiros de madres y esposas. El perfume de las flores de las novias.
Huele a muerto.
Sobre los cadaveres.
Cuervos y aguilas oscurecen el cielo y rehusando partir a otros mundos.
Vagan los espiritus de los soldados muertos.
Soneto por Gaza
En Gaza llueve fuego sobre el niño, la noche se desploma en llamaradas, los cuerpos claman voces silenciadas, y el mundo gira ciego en su dominio.
No hay pan ni luz ni agua en el camino, las madres ven sus cunas despojadas; sus cantos son plegarias desgarradas que interrogan al cielo sin destino.
¿Hasta cuándo la infancia será herida?
¿Hasta cuándo el bloqueo, la violencia robarán a un pueblo toda esencia?
Sin embargo, resiste aún la vida. La tierra guarda en germen su protesta y denuncia al poder que todo arrasa.
Reynaldo Lacámara Calaf
Poeta chileno-español, forma parte de la Generación del 80. Columnista en medios digitales, conferencista y gestor cultural. Nació el 19 de abril 1956 en la ciudad de Santiago de Chile. Hijo de padre argentino y madre catalana, tiene más de una decena de libros publicados y su obra está antologada en Chile, como en el extranjero. Ha sido presidente de la Sociedad de Escritores de Chile en tres períodos, vicepresidente de la Casa de Arte y Cultura Delia del Carril, de la Academia de Literatura Infantil ACHLI, Director de la Unión Nacional de Artistas, UNA, miembro del Consejo Nacional del Libro y la Lectura. Es un activo promotor de la cultura nacional, gestando festivales y encuentros literarios. Ha sido invitado a una diversidad de encuentros, festivales y ferias del libro en Chile y en el extranjero. En el año 2025 ha efectuado recitales poéticos. Tiene varias obras publicadas y múltiples distinciones.
Huesos descarnados
Cuando la carne desaparezca el viento ejercerá su dominio y una mano arreglará la flor Seré extranjero en país de origen
Aspirarás lo que deje descansarás mi cabeza bajo esos árboles beberás agua nueva
para pensar en mí como ahora pienso en ti transitando selvas que son desiertos.
Cuando los huesos desaparezcan un grano de mi polvo silbará en la línea del corazón entonces cerrarás un puño latiente y el amor no se perderá.
El niño dormido
(en una playa de Siria)
El niño se baña en lodo salado respira el ingrato perfume de la tierra: su pequeña nariz olfatea el reverso de las cosas
Al aroma enrejado lo acompaña una flor negra envuelta en periódicos de óxido y telaraña que permanece en la noche quemándose como nieve
El niño descansa sin ancla sin timón, como barca perdida que bosteza entre lágrimas de un océano roto
Logró llegar hasta la orilla resuelto como algas entre las ingles del buey