Chapo Guzman. El Juicio del Siglo en Nueva York

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Suplemento Especial de Mirror magazine

El Juicio del Siglo en Nueva York


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Conozcamos al “chapo” Guzmán Para el gobierno federal mexicano, es inmejorable el momento de la detención de uno de los líderes más importantes del narcotráfico en México y en el mundo, Joaquín Guzmán Loera, alias El Chapo. Mediáticamente fue el mismo presidente Enrique Peña Nieto quien confirmó su captura a través de twitter. “El medio es el mensaje”, decía Marshall Mcluhan, y es precisamente en twitter en donde las críticas al sistema han sido constantes y duras desde que Peña asumió el poder, quizás porque aún es el medio de comunicación más libre en donde la sociedad puede manifestarse sin ataduras. Así que el anuncio de la aprehensión del líder del cártel de Sinaloa lleva en sí mismo un mensaje presidencial para los usuarios de esa red social, congraciarse con ese grupo twittero que no cree en nadie ni en nada, que exige justicia y cero impunidad, que lo mismo pide encarcelar a los corruptos que libertad para indígenas presos injustamente, o mejoras en los servicios de salud, educación, vivienda. Es a ellos a quienes se dirigió Peña Nieto, como una petición de tregua para su gobierno. Fue la Secretaría de Marina, en coordinación con las agencias policiales y de inteligencia de Estados Unidos, la encargada del operativo que llevó a la captura del delincuente más buscado en México y en Estados Unidos, al menos desde hace un año que hubo cambio de poderes, pues es claro que los dos presidentes mexicanos anteriores le dieron protección a Guzmán Loera. Primero Vicente Fox lo dejó escapar del penal de seguridad más fuerte que hay en el país, después Felipe Calderón y su superpolicía Genaro García Luna le dieron impunidad y protección a cambio de beneficios económicos. Sin embargo mediáticamente sería más relevante para Peña llevar a juicio a Fox y Calderón por liberar y proteger a ese narcotraficante que en los dos últimos sexenios vivió su máximo expansión territorial y económica. Pero de eso ni hablar, porque en México hay una tradición que se ha convertido en ley: no tocar a exmandatarios sin importar los delitos que hayan cometido, así se trate de genocidio, miseria extrema, enriquecimiento ilícito, abuso de poder y hasta traición a la patria. Pero de vuelta a la captura de Guzmán Loera, lo cual justifica a la revista Time con su portada dedicada a Peña Nieto y la cabeza “Salvando a México”, es claro que habrá un nuevo reacomodo en las estructuras del crimen organizado, lo cual no significa que éste desaparecerá y mucho menos que la industria que genera miles de millones de dólares vaya a entrar en crisis. Por ello hay que insistir en que mientras las autoridades mexicanas, entiéndase Procuraduría General de la República, Secretaría de Hacienda, Unidad de Inteligencia Financiera, Procuraduría Fiscal y Centro de Investigación y Seguridad Nacional, sigan sin combatir el lavado de dinero producto del tráfico de drogas y otros delitos, esta onerosa industria del crimen organizado seguirá boyante y en expansión.


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Por ningún motivo el asesinato o captura de los integrantes de las mafias de las drogas, así sea El Chapo o cualquiera de los otros líderes, detendrá o disminuirá el poder de esos grupos delincuenciales, pues en cuanto alguno de sus líderes es eliminado, de inmediato surgen los sustitutos. Así que prácticamente no hay nada que festejar mientras políticos corruptos, policías sobornables y empresarios lavadores de dinero sigan en las calles, pues son éstos quienes permiten y promueven, y en ocasiones hasta dirigen, a las bandas del crimen organizado. El poderío del crimen organizado Las mafias de la droga han dado muchas muestras de su poderío y mediante la violencia ha incrementado su confrontación contra el Estado mexicano. En muchos estados del país siguen los asesinatos, secuestros y extorsiones, mientras que los cárteles se presentan como benefactores de la población, incluidos los cuerpos policiales, la iglesia, las autoridades municipales y gubernamentales, los partidos políticos y los empresarios. Este problema de la violencia incrementado en los gobiernos de Fox y Calderón, llevó al primero de estos expresidentes a declarar que lo enfrentaría con toda la fuerza del Estado y al segundo a decir que se trataba de una “guerra” con las fuerzas federales. Pero más allá de los desatinos constantes de ambos exmandatarios panistas, lo único que se revela fue su incapacidad para gobernar, su complicidad con esas mafias y la impunidad en la que ahora viven. El país entonces sigue atrapado en una espiral que durante la última década no encuentra el camino y que ahora se traduce en agudos problemas sociales que dificultan todos los días la vida a su población. Los líderes del crimen organizado en México ahora son el peligroso narcotraficante que en estos días poco se menciona Vicente Carrillo Fuentes, quien comanda otro grupo posesionado en Ciudad Juárez, Chihuahua, y que también lucha por apoderarse de la zona de Tamaulipas. Uno más, calificado como el “padrino” de la droga, es Juan José Esparragoza Moreno, alias “El Azul”, a quien extrañamente nadie busca y tal vez sea porque en los tiempos en que Fox gobernaba Guanajuato, ese jefe de capos vivía tranquilamente, sin ser molestado, en esa entidad gobernada por el PAN. Seguramente quien sustituirá a Guzmán Loera es Ismael Zambada García, alias El Mayo, otro de los líderes legendarios del Cártel de Sinaloa. El perfil psicológico de El Chapo Antes de sufrir aquel accidente que lo llevó a perder la vida cuando viajaba en el avión que cayó por el rumbo de Las Lomas en el Distrito Federal, en donde también falleció Juan Camilo Muriño, el amigo personal de Felipe Calderón, el entonces subprocurador José Luis Santiago Vasconcelos, principal responsable del combate contra la delincuencia organizada en el sexenio pasado, se refirió a El Chapo Guzmán como un hombre muy inteligente y de extraordinaria capacidad de reacción, lo que le había permitido convertirse en un “héroe” en las comunidades en donde opera y era protegido por el apoyo económico que da a la población.


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Esa declaración le valió al jefe policiaco fuertes críticas de la prensa, pero lo que sí es cierto, según el perfil criminológico de Guzmán Loera, elaborado por expertos psicólogos en criminología, es que este pequeño hombre de 1.55 metros de estatura acumula un gran odio contra la sociedad, es vengativo, calculador, inteligente y, ojo, cuando él y su familia son agredidos utiliza todos los medios a su alcance para vengarse en el momento más oportuno, es decir su reacción es calculada para hacer el mayor daño posible. Pero pasemos al expediente que Vasconcelos le entregó a este reportero y que define con claridad la personalidad y el pensamiento del criminal más buscado en estos momentos en el país: tiene 47 años, nació en Culiacán, estudió hasta el 6º grado de primaria, es casado y está acusado de ser autor intelectual y material de los delitos de homicidio, cohecho, asociación delictuosa, evasión de preso y delitos contra la salud como posesión de cocaína y de psicotrópicos (Diazepan). Por ser el narcotraficante de moda, vale la pena dar a conocer su perfil criminológico de este jefe de la mafia, elaborado por peritos de la PGR: es considerado un individuo de alta peligrosidad, que define claramente sus metas y la forma de alcanzarlas, utilizando sus habilidades de planeación, organización, negociación y proyección al futuro; siendo él mismo responsable directo de la planeación y seguimiento de sus acciones para concretar exitosamente sus objetivos. Su tenacidad es producto del sentimiento de inferioridad que le produce el factor endógeno concerniente a su baja estatura de 1.55 metros, que refleja mediante una expresión de superioridad intelectual y de ambición desmedida por el poder. Destaca su alta capacidad de reacción con raciocinio; tiene necesidad de liderazgo, controla de manera adecuada su entorno, es obsesivo pero mesurado durante sus actos vindicativos, que son orientados al fortalecimiento de la estructura. Se considera una persona estable emocionalmente. En su realidad interna no existe la culpa; se reconoce a sí mismo como un líder con buenos sentimientos; su rol en la organización criminal se perfila como autor intelectual, pero sin necesidad de la operación directa, esto con el objeto de mantenerse a salvo de detenciones y atentados. El éxito de sus acciones radica en sus habilidades para manipular su entorno y anticiparse a las reacciones de sus antagonistas. Lo caracteriza su egocentrismo, lo que lo lleva a pretender mantenerse en el centro de atención e importancia al interior de su grupo, para conservar el mando y al exterior para denotar superioridad. Encuentra fortaleza en la generación natural de sentimientos de dependencia y lealtad hacia su persona, para crear un entorno de complicidad en el que él resulta ser el más beneficiado, a grado tal que el compromiso de sus dominados podría llevarlos a sacrificar su propia integridad física por resguardar la de él o la de su familia.


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La traición es un factor detonante de la agresividad que imprime a sus acciones, no le interesa ocultar su autoría, pero es reservado para aceptar su responsabilidad directa o indirecta. Su carácter afable le reditúa un convencimiento natural de las personas con las que interactúa, especialmente de aquellos con los que mantiene vínculos orientados a su protección. Cumple sus compromisos, pero también sus acciones de venganza, utilizando cualquier método violento si se siente amenazado. Es seductor, en apariencia espléndido y protector, genera círculos de confianza, garantiza el éxito de la estructura mediante la identificación y permanencia del grupo. Sin embargo, no es indulgente con sus detractores y no vacila en romper alianzas; este factor pasa desapercibido entre su círculo principal por las muestras de solidaridad que tiene con ellos; infundiendo al mismo tiempo al resto del grupo temor reverencial. Una de sus fortalezas es la tolerancia a la frustración, por lo que la venganza no es un hecho que ejecute con la inmediatez de una persona impulsiva, su respuesta es calculada, pero insistente, su visión es dañar a su adversario utilizando sus debilidades para producir el mayor daño posible. Su capacidad de análisis y de recuperación es elevada, por lo que sus debilidades las transforma en fortalezas que le permiten superar inmediatamente los problemas que enfrenta. En ese sentido se observa que algunas de sus debilidades son el temor a la pérdida de lo que considera sus logros, en primera instancia su libertad, lo que le produciría un estado depresivo; en segundo lugar la pérdida de algún miembro de su núcleo primario podría desencadenar una venganza planeada pero devastadora y ejemplar para los responsables. Su necesidad de convivencia social puede llevarlo a la pérdida de su bien más preciado, que es la libertad. Objetivos de Guzmán Loera De acuerdo con informes de la PGR, la finalidad de “El Chapo” era debilitar la alianza entre la organización Arellano Félix-Osiel Cárdenas Guillén, a fin de expandir su dominio territorial ejecutando a sus operadores y de defensa legal; esto en respuesta a la ejecución de su hermano Arturo Guzmán Loera alias “El Pollo”, en el penal de máxima seguridad de La Palma, mediante la concreción de mecanismos que le permitan denigrar o destruir a quienes visualiza como culpables de ese hecho. El propósito de Guzmán Loera es adquirir un status de omnipotencia que le permita consolidar alianzas internacionales; en el mediano plazo delegará las funciones de


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supervisiĂłn para disfrutar de los recursos financieros que ha obtenido, ya que sus actividades delictivas iniciaron a la corta edad de 20 aĂąos y con un bajo nivel jerĂĄrquico, procediendo de un bajo estrato social.


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Su Compañera, Emma Coronel La esposa del narcotraficante mexicano “El Chapo” ha estado viviendo una vida de lujo mientras su esposo está en una prisión de Nueva York en espera de juicio. Emma Coronel, una ex reina de belleza, exhibe regularmente su vida glamorosa en fotos publicadas en su cuenta de redes sociales, informa el Daily Mail. En los últimos meses, la joven de 29 años ha compartido fotos de sí misma en un bikini en la playa, tomando el Sol en Los Cabos y mostrando sus bolsos de Prada. Emma Coronel Aispuro es la esposa del narcotraficante mexicano preso en Estados Unidos, Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán, con quien tiene dos niñas gemelas que llevan por nombre María Joaquina y Emali Guadalupe. -Emma Coronel nació el 2 de julio de 1989 en la ciudad de Los Ángeles, California. Actualmente tiene 29 años. -A pesar de haber nacido en los Estados Unidos, ella creció en la ciudad Angostura, un pueblo remoto en el Estado de Durango. -Emma es hija de Blanca Estela Aispuro e Inés Coronel Barrera. -Diversos medios señalan que el padre de Emma, Inés Coronel Barreras, fue socio de su esposo. -Desde pequeña poseía una gran belleza por lo que se le dio por participar en diversos concursos. -Se menciona que así conoció a Joaquín Guzmán Loera en el 2007. Ella fue Reina de Belleza de la Feria del Café y la Guayaba, la cual se celebra cada año en el municipio de Canelas, Durango. -Así se unieron Emma Coronel, de 18 años, y Joaquín Guzmán, de 53 años.


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De cabello negro, lacio e impresionantes curvas, la esposa del capo narco impacta cada vez que acude a las audiencias en Nueva York sobre el caso de Joaquín "El Chapo" Guzmán Loera, uno de los capos más famosos del mundo. "El Chapo" actualmente se encuentra tras las rejas en una prisión de máxima seguridad en el centro de detención de Manhattan, donde espera ser juzgado por cargos de homicidio y tráfico de drogas. Actualmente Emma Coronel es el rostro visible de la defensa de su esposo que se encuentra detenido en Estados Unidos, donde el gobierno mexicano lo extraditó en enero de 2017.


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El Chapo, la historia de un niño maltratado que pasó a ser líder del narco A comienzos de los 90 la DEA consideraba a Joaquín Guzmán Loera, uno de los 10 capos más peligrosos de México, aunque por entonces las organizaciones mexicanas no preocupaban tanto como los cárteles en Colombia

CIUDAD DE MÉXICO.- Una noche de mayo de 1990, en el momento de mayor fulgor del tráfico ilegal de cocaína hacia Estados Unidos, unos 20 agentes de la policía federal mexicana y un puñado de agentes del servicio de aduanas de Estados Unidos, siguiendo una pista que habían recibido, irrumpieron en una residencia de Agua Prieta, en México, pegada casi a la frontera con Arizona. "¡La policía!", gritaron, armas en mano, antes de romper la puerta principal. La casa estaba vacía, pero daba la sensación de que había gente viviendo allí, con platos en la cocina y juguetes en el jardín. Los agentes se dirigieron prestamente a una sala de juegos con un bar y una mesa de billar, que se encontraba sobre una estructura de cemento en el piso, de tres metros por tres metros (10 x 10 pies). Un informante les había dicho que lo que buscaban estaba debajo de la mesa de billar. La hicieron a un lado y con un taladro comenzaron a trabajar. Acto seguido tuvieron un golpe de suerte. Un agente hizo girar una canilla y de repente el piso y la mesa de billar se elevaron, como si se tratase de una plataforma hidráulica de un taller mecánico, o algo salido de una película de


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James Bond. Una escalera metálica conducía hacia algo sorprendente: Debajo de la casa había un túnel subterráneo con luz, salidas de aire y rieles en el piso para transportar carros llenos de drogas. Tenía una extensión de unos 100 metros (300 pies) y desembocaba del otro lado de la frontera, en territorio estadunidense. El nivel de sofisticación era algo nunca visto hasta entonces en la guerra contra los Cárteles mexicanos y colombianos que transportaban toneladas de cocaína y marihuana a Estados Unidos todos los años. "Una obra maestra", comentó el agente de aduanas retirado Terry Kirkpatrick, quien participó en esa operación, al recordar el túnel, que fue bautizado "Cocaine Alley", o el Callejón de la Cocaína. "(Pero) Ninguno de nosotros pensó que este iba a ser el futuro del contrabando de drogas", declaró el ex agente. Ni sabían quién estaba detrás de todo esto, un individuo al que llamaban "Chapo" (o "chaparro") por su baja estatura (1,70 metros, o 5.6 pies), de origen humilde y sin educación formal, que empezó como un productor de mariguana en pequeña escala y que pasó a ser el jefe del cártel del narcotráfico más fuerte del mundo. El túnel marcó el inicio de una nueva era en el tráfico de drogas, moderna y letal: Eran los albores del reinado de "El Chapo". Inicios en el narcotráfico Una semana después de su captura en la ciudad costera de Mazatlán, Joaquín "El Chapo" Guzmán está preso en una celda de la prisión de máxima seguridad de México, un complejo rodeado por alambres de púa en las afueras de la Ciudad de México, donde es retenido junto con otros capos importantes.


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Atrás quedaron su vida como jefe del cártel del Pacífico y sus orígenes en La Tuna de Badiraguato, un pueblo de montaña del estado de Sinaloa. Guzmán fue uno de al menos seis hijos de un supuesto ganadero que, según las autoridades, en realidad se dedicaba a la principal industria de la zona, el cultivo y contrabando de opio y mariguana. De niño, Guzmán fue maltratado por su padre, según Michael Vigil, ex agente del Departamento Estadunidense Antidrogas. Sin embargo, sin una educación que le ofreciese otras alternativas, Guzmán siguió los pasos de su padre y se dedicó al comercio de las drogas. Comenzó a cultivar mariguana en forma independiente, sin la intervención del padre, con quien mantuvo una relación fría. Hacia fines de la década de 1970, cuando todavía no tenía 30 años, el capo Héctor Luis Palma Salazar le encargó el traslado de drogas de las ciudades costeras de Sinaloa hacia el norte, hacia Estados Unidos, de acuerdo con "El último narco", una biografía de Guzmán del periodista Malcolm Beith. Hombre al que no le gustaba llamar la atención y menos apegado a las casas y los autos fastuosos que la mayoría de los traficantes, Guzmán escaló posiciones rápidamente. A comienzos de los 80 supervisaba la logística de Miguel Ángel Félix Gallardo, fundador del Cártel de Guadalajara. Guzmán fue la mano derecha de Gallardo por años, hasta convertirse en una de las figuras dominantes del narcotráfico. Gallardo fue finalmente arrestado en 1985 por el asesinato del agente Enrique "Kiki" Camarena. "Surgió de repente, de la noche a la mañana", dijo Edward Heath, quien dirigió la oficina de la DEA en México en la época en que fue asesinado Camarena. "El tipo era lo suficientemente inteligente como para aprender cómo se hacen las cosas".


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Guzmán era también brutal, según Heath. "Si alguien no rendía o pasaba a ser una amenaza, lo eliminaba. Mucha gente fue asesinada. O terminó presa". A medida que consolidaba su poder Guzmán comenzó a experimentar con formas novedosas de contrabando. Fiscales estadunidenses dicen que creó una empresa de taxis aéreos y usó dos aviones Learjet para transportar drogas. Alquiló depósitos en el sur de California, en Chicago, Newark (Nueva Jersey) y San Antonio para almacenar sus productos. En 1989 escondió cocaína en cajas de jabón enviadas al sur de California. En 1992 abrió una ferretería cerca de Los Angeles para importar rollos de alambrado mezclados con compartimientos de fibra de vidrio llenos de cocaína. En una ocasión fue arrestado un camionero en México con mil 400 cajas de pimientos jalapeños dirigidos a Los Angeles, cada una de las cuales contenía un kilo de cocaína. En total había 7,3 toneladas. Luego aparecieron los túneles. "Se puede decir que fue el padrino de los túneles en la frontera", expresó Kirkpatrick, el agente de aduanas que encontró el pasaje subterráneo. Ese pasaje fue el primero de muchos usados por Guzmán. En los años siguientes fueron hallados media decena de túneles en California y Arizona, que se extendían cientos de metros y estaban equipados con plataformas hidráulicas y carros de carga eléctricos. Uno se extendía más de 400 metros (1400 pies), desde Tijuana, en México, hasta un depósito en San Diego, según documentos judiciales. Los narcos de México no preocupaban A comienzos de los 90 la DEA consideraba a Guzmán uno de los 10 capos más peligrosos de México, aunque por entonces las organizaciones mexicanas no preocupaban tanto como los cárteles de Medellín y Cali en Colombia, según Robert Bonner, quien dirigió la DEA entre 1990 y 1993. Los mexicanos


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eran simples "transportistas" de los colombianos, dijo. Eso cambió cuando el grupo de Gallardo decidió aceptar cocaína como pago, en lugar de efectivo, apoderándose lentamente del control de la cadena entre América del Sur y Estados Unidos. Pablo Escobar fue muerto por la policía a fines de 1993 y pronto los mexicanos le habían arrebatado el control del negocio a los colombianos. Guzmán y sus socios llegaron a ser conocidos como el cártel del Pacífico, y libraron una cruenta guerra contra una agrupación de antiguos aliados, el cártel de Tijuana, comandado por los hermanos Arellano Félix. La pugna cobró notoriedad a nivel internacional en mayo de 1993 cuando un grupo de hombres armados abrieron fuego contra el vehículo en que viajaba un cardenal, acribillando al religioso con 14 impactos de bala. El asesinato obligó a las autoridades mexicanas a abandonar su tolerancia y complicidad con Guzmán y sus secuaces. Ofrecieron una recompensa de 5 millones de dólares para cualquier información que llevase a su captura. Guzmán huyó a Guatemala, donde fue arrestado menos de un mes después de la muerte del cardenal. El expediente de Guzmán abarcaba 14 tomos, con abundantes pruebas de diversos delitos, incluyendo tráfico de drogas, asesinato e involucramiento en la muerte del cardenal. En 1995, Guzmán fue convicto y enviado a una prisión en Guadalajara donde, muchos pensaron, pasaría el resto de sus días. Pero se equivocaron. La fuga del capo El 19 de enero del 2001, cuando le faltaban 12 años para cumplir una condena de 20, Guzmán se escondió en un carrito de lavandería y un guardia lo sacó de la cárcel, según Vigil, el ex agente de la DEA. Guzmán le ordenó al guardia detenerse frente a una tienda, y allí desapareció en la oscuridad de la noche.


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La fuga intensificó el mito que rodeaba la imagen de Guzmán, con lo que se hizo más fuerte. Consolidó su poder sobre las redes de distribución en Los Angeles y Chicago, que se convirtieron en las principales centrales para el Cártel de Sinaloa. Expandió sus operaciones hacia Europa y Australia, a donde envió emisarios para desarrollar contactos locales que conocían a los funcionarios corruptos y sabían cómo construir los canales para el tráfico. A fin de transportar la cocaína que provenía de Colombia, la traía por aire a pistas de aterrizaje en Guatemala, y de allí las trasladaba por tierra a Estados Unidos, donde las autoridades dicen que controlaba aproximadamente la mitad de la frontera de tres mil 100 kilómetros. Usó un avión Boeing 747, camiones, carros, lanchas y vagones para transportar los narcóticos según uno de los casos pendientes en Chicago. Desde esa ciudad, estiró sus tentáculos hacia Vancouver, en Canadá, Filadelfia y Nueva York. Después de que Estados Unidos lanzó una fuerte ofensiva contra la producción de metanfetaminas, Guzmán incursionó en ese mercado, importando ingredientes desde Asia y Europa para operar enormes laboratorios en Sinaloa. Las autoridades mexicanas iban capturando o arrestando a sus rivales, pero Guzmán sobrevivió, su poder afianzado aún después de que el entonces presidente Felipe Calderón lanzara una ofensiva contra los cárteles en 2006. Durante todo ese tiempo evadió captura, gastando enormes sumas de dinero para adquirir equipos de comunicaciones ultramodernos y desarrollando una maquinaria de seguridad capaz de retar a las fuerzas policiales de algunos países, dijo una fuente policial estadunidense. Con ese apoyo, se movía sin dificultad, asistiendo a eventos familiares y casándose con una reina de belleza, Emma Coronel, en 2007 en un concurrido festín en Sinaloa. (En total, se estima que Guzmán tuvo por lo menos nueve hijos con tres mujeres


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distintas). Guzmán sobrevivió gracias a alianzas temporales con otros delincuentes y a la entrega de información a agentes del gobierno, que los mataban o capturaban, dice David Shirk, profesor de ciencias políticas de la Universidad de San Diego. "El cártel tenía la capacidad financiera y organizativa pero, lo más importante, sabían cómo eliminar a su competencia", dice Shirk. "Para tener éxito en esto se necesita más que saber cómo esconder un alijo de drogas. Hay que saber cómo conseguir información, cómo cultivar las relaciones con las autoridades". Guzmán era también cuidadoso con su imagen, y evitaba los métodos brutales empleados por otros cárteles. La revista Forbes lo calificó como "Uno de los hombres más poderosos del mundo" en 2009, suscitando protestas del gobierno mexicano. Durante varios años fue incluido en la lista de multimillonarios que publica esa revista, junto con Bill Gates y otros. Tan es así que se puede decir que administraba su grupo como si fuera una gran corporación. Según grabaciones secretas, Guzmán aceptaba una pérdida de 20% en una operación, dijo Anthony Coulson, ahora retirado pero quien fue jefe de la filial de la DEA en Tucson, Arizona, pero si la pérdida superaba esa cifra, exigía otros métodos. "Era un matón que tenía la capacidad de emplear una violencia brutal pero a la vez tenía un gran talento organizativo y estratégico", afirmó Coulson. El enemigo público número uno En febrero del año pasado, la Comisión contra el Delito de Chicago convocó a una rueda de prensa en que anunció un nuevo "Enemigo Público Número Uno", lo que no hacía desde 1930, cuando el mafioso Al Capone se mereció el


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título. Se trataba de Joaquín "El Chapo" Guzmán, dijo la comisión, y era mucho más peligroso que Capone. "Lo que era Al Capone para la cerveza y el whiskey durante la Prohibición, es Guzmán para las drogas", dijo Art Bilek, vicepresidente ejecutivo de la comisión. "De los dos, Guzmán es de lejos la mayor amenaza y tiene mucho más poder y dinero de lo que Capone siquiera soñó". Capone fue capturado, convicto y encarcelado menos de dos años después de que se le describió como el "Enemigo Público Número Uno". La esperanza era "que lo mismo pasaría" con Guzmán, dijo Bilek. El final llegó súbita y calladamente. El 22 de febrero, gracias a una grabación secreta de agentes estadunidenses, marinos mexicanos allanaron un apartamento en el cuarto piso de un condominio en Mazatlán. Guzmán (que según las autoridades tendría entre 56 y 59 años de edad) fue hallado en el baño, junto con su esposa y dos hijas mellizas de dos años y medio. No hubo un solo disparo. Por lo menos siete tribunales estadunidenses tienen expedientes contra Guzmán, y varios de ellos ya están solicitando la extradición. Enfrenta cargos de crimen organizado en cuatro estados mexicanos, además de Ciudad de México. Potencialmente si es que no vuelve a escaparse podría pasar el resto de su vida tras las rejas. En cuanto a su organización, algunos vaticinan que sobrevivirá. Al fin y al cabo los capos de drogas van y vienen, pero sus imperios perduran. Además, no todos en México opinan que el cártel de Guzmán era tan siniestro.


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Piden sea liberado Un día miércoles por la noche, cientos de personas salieron a las calles de la capital de Sinaloa en apoyo del narcotraficante, a quien consideran un salvador. "Apoyamos a Chapo Guzmán porque es el que nos da trabajo y nos ayuda en las montañas", dijo Pedro Ramírez, uno de los manifestantes. Artistas de la música norteña tocaron sus trompetas mientras jóvenes en uniformes escolares alzaban cárteles exigiendo la libertad de su paisano quien, a ojos de algunos, logró tanto a pesar de su captura final. Uno de los carteles decía: "Amamos al Chapo".


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El Chapo recuerda su infancia: “Me decían hínquese ahí y me daban de golpes con una vara para las vacas” El último informe psicológico sobre Guzmán Loera muestra a un preso derrotado, con pérdidas de memoria y trastorno de ansiedad

Cárcel de Ciudad Juárez. El preso 3912 se ha sentado frente al psicólogo. Le custodian tres guardias. Tiene 59 años y los ojos hundidos por el triazolam. El especialista le pide que recuerde. El hombre recuerda. Nació en el poblado de la Tuna (Badiraguato, Sinaloa). Su padre, un agricultor hipertenso, murió en 1982 de un infarto cerebral. Su madre, de 88 años, aún vive y es una mujer de respeto. Sacó adelante a la familia y siempre le ha defendido. Incluso cuando ha sido acusado de los peores crímenes. Y no son pocos. Él es Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, El Chapo. El segundo de ocho hermanos, el primero de los narcotraficantes del mundo. El líder del cártel de Sinaloa se mueve en la silla. Cada media hora deja de hablar. Se agota, hace pausas, se recupera. Los informes psicológicos a los que ha tenido acceso Mirror magazine le dibujan como un ser abatido, inseguro. El facultativo considera que sufre un trastorno de ansiedad generalizado. Guzmán Loera, 110 de coeficiente de inteligencia, 66 latidos por minutos, lo explica de otra forma: “Nunca había tomado medicamentos y ahora tomo muchos. Eso me está haciendo mal. Si esto sigue así, creo que para diciembre no voy a estar bien”. Los pocos momentos de alegría le vienen de sus recuerdos. Los más antiguos se remontan a cuando tenía cinco años. Corta leña, cuida el ganado, siembra maíz y frijol. Esa memoria le reconforta. “Mi infancia fue muy bonita”, llega a decir el hombre que puso su pistola en la sien de México. “Es seductor, espléndido, genera sentimiento de lealtad y dependencia hacia su persona. Pero no es indulgente con sus detractores y no vacila en romper alianzas. Cumple compromisos, pero también sus venganzas, empleando cualquier método si se siente amenazado”, señalaba un informe de 2005 elaborado por la fiscalía.


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Ahora, las tornas han cambiado. El último estudio psicológico, fechado el 11 de octubre, no habla de violencia. Eso se evita. El documento tiene como fin fundamentar su defensa frente a la extradición. Todos los recursos presentados hasta la fecha han fracasado. La expulsión a Estados Unidos, su gran pesadilla, ya es inminente. Su última esperanza radica en alegar malos tratos carcelarios.Una vía que puede retardar su salida y mantenerle en una tierra que sabe corromper y donde cada día ganado supone una oportunidad. Por eso habla y recuerda ante el psicólogo. De niño en La Tuna. La abuela tenía ganado y ordeñaba; él desgranaba las mazorcas para dar de comer a las gallinas y preparar nixtamal. El cuadro es casi idílico, pero pronto se oscurece. La abuela tenía una vara para golpear a los animales. “Me mandaba a por una vaca y si no la traía, con una baqueta para las vacas me daba; me decía hínquese ahí y había que hincarse, si no me iba peor”. Esa fue su época más feliz. Lo que vino después pertenece a la historia más negra de México. En su relato ante el psicólogo, El Chapo rechaza analizar su conducta y crípticamente cita la fábula de la zorra y el cuervo como motivo de su silencio. Habla de sus tres esposas (Alejandrina, Griselda y Emma), de sus 10 hijos reconocidos y de los otros vástagos fruto de “amigas circunstanciales” a las que, insiste El Chapo, manda dinero para su manutención. Pero no menciona, o al menos no consta, su amistad con el terrible Héctor Salazar Palma, El Güero Palma, ni sus inicios a las órdenes de su maestro, ex policía Miguel Ángel Félix Gallardo, El Padrino, líder del cártel de Guadalajara. Nada de eso recuerda. El núcleo de su confesión son sus problemas mentales. Sufre cefaleas, náuseas, estrés, insomnio. Los medicamentos le sirven “para controlar”, pero en su cabeza se agolpan “muchas cosas pasadas, pero no las recientes”. “Me siento mal del cerebro, se me están olvidando las cosas, no me acuerdo de la toalla para ir al baño”, afirma. Sometido a un régimen especial de aislamiento por temor a una nueva fuga, sólo pisa tres veces a la semana el patio, tiene limitada la correspondencia y no puede hablar con sus guardianes. Sus abogados consideran que se trata de tortura por deprivación sensorial. El Gobierno lo niega. Los jueces, de momento, tampoco lo aceptan. El Chapo, diluido en los días iguales del presidio, ve correr el reloj en su contra. Fuera, pese a las guerras desatadas en su ausencia, le esperan una


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fortuna, mujeres y cientos de sicarios dispuestos a dar la vida por él. Pero eso queda lejos. Tras los barrotes, el espacio se va estrechando. “No tengo televisión, radio, nada… Siempre estoy en la celda, acostado en la cama baja”. El preso 3912 se siente asfixiado. Su tiempo toca a su fin.


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Edificio de la Corte, en Nueva York


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Chapo Guzmán: la aterradora infancia de un niño campesino que acabó como capo

La historia de Joaquín Guzmán Loera ha sido contada desde diferentes puntos de vista, por lo que para muchos, el narcotraficante que llegó a ser el más buscado del mundo es un héroe. Según la misma madre del Chapo, desde pequeño Guzmán Loera tenía grandes aspiraciones por salir adelante, aunque en aquel entonces cualquiera desconocía los alcances que ese niño podría llegar a tener.


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Me acuerdo que venían muchos billetitos que de 50, 100 y él juntaba y juntaba y hacía montoncitos y los amarraba y me decía: ‘mamá guárdemelos’, eran de esos de colores pero al verse así parecían de veras billetes. Desde chiquillo aspiraba él a buscarle a la vida”.

El Chapo Guzmán empezó a trabajar en el campo desde pequeño, pero nadie imaginaba que en su búsqueda por la supervivencia terminaría por convertirse en el dueño de uno de los imperios más poderosos en el mundo del narcotráfico. La infancia del Chapo Guzmán puede ser la clave de lo que vino después, pues tuvo una vida llena de carencias económicas. Según Badabun, la cuna del Chapo fue una caja de tomates y solo llegó hasta el tercer año de primaria, pues al cumplir oc ho años empezó a trabajar en la sierra para contribuir con su familia para poder comer. Joaquín Guzman ayudaba a su padre, quien se dedicaba a la siembre de opio, por lo que desde pequeño estuvo familiarizado con el cultivo de drogas, además, creció en un ambiente violento, pues su papá era alcohólico y constantemente agredía física y verbalmente a su madre, sus hermanos y a él. A los quince años, el Chapo Guzmán decidió seguir los pasos de su padre y empezó a sembrar mariguana, creando su propio negocio, pero su inteligencia y capacidad de organización lo llevaron a la cima. En plena adolescencia, el Chapo fue reclutado por grandes narcotraficantes de quien aprendió lo suficiente para formar su propio imperio de las drogas, que también sirvió como fuente de trabajo para las comunidades más necesitadas de Sinaloa. Para las autoridades, Joaquín Guzmán es el cabecilla y autor intelectual del tráfico ilegal de drogas, guerras entre cárteles, matanzas y corrupción, pero para la gente de Sinaloa, El Chapo es la persona que ha sacado adelante a cientos de familias y le ha extendido la mano a quienes menos tienen.


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Él siempre se portó muy bien conmigo, como los hombres. Le ayudaba a la gente, le daba trabajo, les hacía el bien por eso lo querían al Chapo en la sierra.


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