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Pugna legal por créditos contributivos
Conservación (Ley 183 del 2001), se otorga un incentivo contributivo que consiste en una deducción contributiva a la persona que dona dicha servidumbre a una entidad gubernamental o a una organización sin fines de lucro dedicada a la conservación del ambiente.
Stephanie L. López >slopez@elvocero.com @stephanieelyy
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Una década ha transcurrido desde que el Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico (FCPR) -ahora Para la Naturaleza- le informó al empresario José Rafael Benítez, que se beneficiaría de $750,000 en créditos contributivos por donarles la servidumbre de conservación de su finca, acuerdo firmado por el cual sigue esperando, ya que ahora resulta que no es elegible para la exención.
El 20 de noviembre de 2013, Benítez firmó una escritura que establecía una servidumbre de conservación a favor de la Para la Naturaleza sobre su propiedad “Finca Gulín” que se ubica en Fajardo y colinda con El Yunque, cuyo terreno es de 35 cuerdas y posee importantes atributos ecológicos respaldados científicamente por la entidad.
Según la Ley de Servidumbre de
Sin embargo, el Departamento de Hacienda rechazó la transacción porque la propiedad del señor Benítez era un negocio en curso, tras contar con un hotel operante y la propiedad fue hipotecada con préstamos comerciales.
No obstante, Benítez alega que esa información nunca le fue sometida, ya que de lo contrario, no hubiera donado la servidumbre.
“Yo siento que me han hecho la trampa más grande que hay. Yo pensé que estaba trabajando con gente seria, respetable y con moral y principio. Pero, no. El director ejecutivo del Fideicomiso, quien yo pensaba que era mi amigo y una persona seria, nunca me devolvió ni una llamada, ni a mí ni a mis abogados”, lamentó Benítez en entrevista con EL VOCERO, y dijo que hubo varios intentos de renegociar el contrato.
Es por esta razón que el pasado verano, Benítez sometió una demanda contra Para la Naturaleza, exigiendo que se le remunere por los $750,000 prometidos y los daños ocasionados, que ascienden a $500,000, tras miles de gastos en abogados y otras gestiones.
“Yo soy bueno, pero no le regaló un millón a nadie. No tengo
Yo siento que me han hecho la trampa más grande que hay. Yo pensé que estaba trabajando con gente seria, respetable y con moral y principio. Pero, no.
José Rafael Benítez propietario de Finca Gulín y El Hotelito ese dinero, Yo entendí que ellos ya habían hecho las gestiones con Hacienda y habían lidiado”, dijo Benítez.
Aunque dijo que realizó dicho acuerdo para ayudar a la conservación ambiental, la razón principal para firmar el contrato de servidumbre fue obtener los créditos, que tenía la intención de vender a un tercero en alrededor del 85% al 90% de su valor nominal, explicó Benítez.
Cabe destacar que era la primera vez que una propiedad con un negocio comercial en funcionamiento se consideraba para una servidumbre de conservación, con la aprobación adicional de valorarla como un crédito fiscal.
“Yo estaba confiando que tenían el conocimiento, que me llevaban de la mano y yo suplí todo lo que me exigieron. Yo no supe, y a lo mejor debía contratar un abogado que me verificara todo antes de firmar el acuerdo, pero no lo hice y me dejé llevar. Se hizo la escritura de conservación con un abogado créditos contributivos del Departamento de Hacienda. Sin embargo, aclararon que, en todo momento antes de firmar y del otorgamiento de la escritura, la entidad había informado al señor Benítez que no podía garantizar que recibiría los créditos fiscales previstos, ya que la obtención de estos dependía del cumplimiento de otras leyes y las reglas y reglamentos establecidos por el Departamento de Hacienda aplicables.
“Se perdió el norte del Fideicomiso” que ellos contrataron y se cerró”, confesó Benítez.
Durante el período de 2013 a 2021, Benítez intentó en numerosas ocasiones llegar a un acuerdo con la entidad, incluido el acuerdo de desalojar voluntariamente la servidumbre perpetua de conservación, propuesta que alega el Fideicomiso ha rechazado. Asimismo, el Fideicomiso expresó su interés en comprar la propiedad, pero al precio devaluado posterior a la servidumbre, en lugar del valor previo.
“La tasación de la propiedad sin tomar en cuenta que tengo un hotel allí salió en $1.7 millones -me imagino que para tratar de comprarme barato- cuando la tasación inicial fue de $3 millones”, informó Benítez.
Alegó, además, que, desde el principio, Para la Naturaleza sabía que la ley de créditos fiscales por servidumbre perpetua no se aplicaba a las propiedades comerciales.
Aunque es el donante quien solicita los créditos fiscales, su abogado informó -en la demanda- que Para la Naturaleza es la parte responsable de la evaluación de la propiedad propuesta, con el fin de determinar que califica para los créditos fiscales bajo el programa de servidumbre de protección ambiental.
nj Dato relevante
Actualmente, El Hotelito, que empleaba a 10 personas, mantenía un 75% de ocupación de habitaciones y generaba $300,000 anuales en ingresos, está inoperante, entre otras cosas por problemas de salud del propietario. Aunque tiene interés de venderlo, la servidumbre de conservación le imposibilita vender la propiedad, ya que no le podría asegurar al próximo propietario que tendría los beneficios contributivos que conlleva.
el Hotelito empleaba a 10 personas, mantenía un 75% de ocupación de habitaciones y generaba $300,000 anuales en ingresos.
Posición de Para la Naturaleza
No obstante, Para la Naturaleza planteó en su respuesta a la demanda, que, al momento de otorgarse la escritura, la Ley 183 del 2001, no prohibía las servidumbres de conservación sobre propiedades comerciales y afirmó que en el momento en que se otorgó la escritura, los donantes de las propiedades podrían recibir créditos fiscales bajo la ley.
Además, alegan que, realizaron una gestión de buena fe, brindado asistencia al empresario en el proceso de obtención de supuestos
Benítez informó que inclusive, la entidad intervino en negociaciones para la venta de otro posible comprador y, además, se negaron a aliviar las condiciones de la servidumbre para permitir desarrollos adicionales y un aumento en el valor de la propiedad.
“El dolor más grande que tengo es que no pude hacer tres cabañas independientes que tengo el permiso de la Junta de Planificación, y hubiera tenido el hotel ecológico más chulo en Puerto Rico”, añadió, ya que su negocio se energiza 100% con energía solar y se suplía de agua de lluvia. “Yo solo quiero que se haga justicia y se le saque provecho a lo que con mucho esfuerzo construí ahí”, añadió.
Actualmente, el caso se encuentra en la fase de descubrimiento de prueba. Este medio solicitó una entrevista con Para la Naturaleza, sin embargo, fue rechazada y solo concedieron la documentación de la respuesta a la demanda.