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Opinión
Trump: Abusador sexual
en el tribunal estatal de Nueva York. Aparentemente, en aquel momento Trump entendía que estos dos “escándalos sexuales” extramaritales, pudiesen afectar su presidencia. El machismo endiosa a los “picaflores” y “mujeriegos”. Rodeados de mujeres calificadas como bellezas universales, hacen su agosto considerándoles como el epítome del “playboy”. Sin embargo, dicha “galantería” masculina, no puede ser el camuflaje para hacer acercamientos no deseados en aras de someter sexualmente a mujeres en contra de su voluntad. Eso se llama violencia sexual en su diversidad de modalidades. Hace décadas se intenta concientizar en torno a la degradación mediante objetualización sexual para someter a las mujeres a la merced del poder masculino. Bajo la presidencia de Bill Clinton se aprobó política pública que prohíbe la violencia contra la mujer (Violence Against Women Act, 1994), para intentar contrarrestar la prevalencia que 1 de cada 3 mujeres en los EE.UU. es víctima de violación, violencia o acoso. Líderes políticos en EE.UU. como John F. Kennedy, Edward Kennedy, Bill Clinton, entre otros, revestidos de su poder socioeconómico, han estado involucrados en actos nebulosos contra mujeres. Las muertes de Marilyn Monroe (1962) y Mary Jo Kopechne en Chappaquidick (1969) rondan la historia de los hermanos Kennedy. En el caso de Monica Lewinsky, becaria, víctima de hostigamiento sexual en el trabajo de parte del presidente Bill Clinton, provocó el trámite de su residenciamiento ante el Congreso de EE.UU. por mentir en cuanto a que “nunca he tenido relaciones sexuales en mi vida con esa mujer, Miss Lewinsky” (enero 1998). Cada quien es dueño de su intimidad, siempre y cuando, no utilice su posición política para imponerse sexualmente a las mujeres. La gama de actos sexuales no deseados, van desde piropos, miradas lujuriosas, tocar, hasta incurrir en contacto sexual en contra de la voluntad de la mujer.
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Por ello, la hoja de votación para los jurados en el caso de E. Jean Carroll contra Trump distinguía entre tres modalidades de agresión sexual: violación, abuso sexual o tocar a la fuerza. Para tratar de entender por qué el jurado no adjudicó la violación, tomaremos en cuenta que entre la evidencia presentada hubo una entrevista televisada a Carroll (Lawrence O’Donnell, MSNBC, 21/junio/2019).
En su relato de lo ocurrido, la también libretista de “Saturday Night Live”, dijo que durante su encuentro con Trump en la tienda justo antes de la agresión sexual, se sentía como si formara parte de un sketch de sátira.
A raíz de información en cuanto a que la violación en primer grado no prescribe en Nueva York, O’Donnell le preguntó si ella radicaría una querella criminal. Carroll entró en una disquisición sobre el uso de la palabra “rape”, luego de responder un rotundo “no”. “Sería una falta de respeto a las mujeres en la frontera que están siendo violadas continuamente, sin ninguna protección”.
Carroll procedió a distanciarse de estas mujeres vulnerables en la frontera y alrededor del mundo. Se percibe como una mujer madura, que ha continuado con su vida utilizando como herramienta el sentido del humor. Sin embargo, tras cuatro años de esa entrevista, Carroll declaró ante un tribunal federal en una acción civil por difamación contra Trump para reclamarle daño ocasionado. Parece que el impacto a través de los años, con la ayuda del empoderamiento del movimiento “me too”, la fortaleció para revisitar la violencia sexual sobrevivida que no ha logrado archivar como un mero “chiste de mal gusto”. Y ahora, ¿el electorado republicano repudiará a Trump o no le importará?
Nuevo presidente en el PPD ¿Y ahora qué?
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En pasado viernes en horas de la noche fue anunciado finalmente el nuevo presidente electo del PPD. En una votación extremadamente cerrada, el representante a la Cámara Jesús Manuel Ortiz, obtuvo el favor de una escasa pluralidad de los votos emitidos hace dos domingos. Tal y como habíamos anticipado, una elección abierta para escoger un presidente de partido, el cual con toda probabilidad tendrá retador dentro de siete meses cuando se radiquen las candidaturas a la primaria de ley, fue un no-no para el PPD. Según advertido, la pobre participación desde ya ha sido utilizada por opositores al PPD como signo de debilidad. La lentitud del proceso de recuento ha sido otro elemento utilizado para provocar burla y comentarios desalentadores sobre el futuro del PPD. Eso sin contar, que aparte de a los que por una u otra razón nos interesan los temas político-electorales, la elección pasó sin son ni ton para el resto del País.
Lo cerrada de la elección y el sentimiento de deslegitimación que eso pudiera provocar en algunos, junto con los hechos antes descritos, añaden un reto adicional a los que ya se desprendían anteriormente para cualquiera que pretendiera y resultara electo como presidente de la colectividad. Los cuales son atender y resolver (1) la precaria situación financiera del PPD, (2) el enmohecimiento de una estructura política abandonada desde el 2013, (3) la desmembrada maquinaria electoral según reflejaron las dos elecciones anteriores, (4) las divisiones internas, (5) la carencia de una ideología clara tras la cual aglutinar respaldo ciudadano, (6) la mancha de corrupción que empaña la visibilidad sobre las cosas positivas que pudieran estar pasando en el partido y (7) los mercaderes del templo. No en el sentido bíblico literal, sino en referencia a aquellos que oscilan alrededor de quien dirige al partido para adelantar sus negocios de cabildeo, incluso a favor de enemigos del PPD.
El nuevo presidente del PPD Jesús Manuel Ortiz es una buena persona. Su juventud y experiencia de alrededor de dieciocho años en asuntos públicos del País -desde el 2005 cuando laboró en DACO bajo la secretaría de Alejandro García Padilla, pasando por el Senado y la posterior gobernación de éste último, así como su paso por la legislatura– en algún momento futuro junto con la depuración de algunas de sus debilidades, le podría posicionar para ser un candidato idóneo a la gobernación. Ahora bien, al pan pan y al vino vino. En la coyuntura histórica que le ha tocado presidir al PPD y ante los problemas antes enumerados, el actual presidente de la Pava tiene una de dos opciones; posicionarse con algún tipo de ventaja para incrementar sus posibilidades de ser candidato a gobernador en el 2024 o realizar los cambios y ajustes urgentemente necesarios al interior del PPD para que en algún momento futuro pudiera ser una alternativa real de cambio sustancial para Puerto Rico. Ambas cosas son mutuamente excluyentes. Los cambios estructurales, operacionales, filosóficos e ideológicos que necesita el PPD, por obligación, conllevan el pisar cayos y cortar por lo sano con grupos de buscones que como vampiros se han chupado la pava tal roja como es cual si se tratara de un coagulo de sangre.
Además de eso, más allá del tema del estatus político, respecto al cual hay que actuar firme y urgentemente, exis- ten el interior del PPD mezcolanzas de visiones económicas, políticas y sociales contradictorias entre sí, así como diametralmente opuestas. Para posicionarse como candidato a gobernador en el 2024 Jesús Manuel no podrá hacer bien lo primero. En ocho meses restantes para radicar candidaturas se vería obligado a un comportamiento similar al reflejado en las comparecencias públicas en medio del proceso de elección anterior. El de hablar mucho y no decir nada para no incomodar a nadie al interior del PPD. Además, tendría que eludir los cambios estructurales necesarios en el partido porque eso conllevaría detener el modo de actuar de muchos mercaderes del templo los cuales se molestarían con él. Si hace los cambios que hay que hacer limitaría sustancialmente sus posibilidades de ser candidato a gobernador en el 2024. Así pues, éste se encuentra entre la disyuntiva de encaminar al PPD de cara a un futuro con posibilidad plausible de convertirse en opción de cambio o pensar a corto plazo y en la inmediatez del próximo año. En la primera podría trascender a futuro en la segunda podría convertirse en un nombre más en la lista. Ya Jesús Manuel se convirtió en presidente del PPD ¿Y ahora qué?
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