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SUMINISTRADA
Natalia Vázquez López sufre de perlesía cerebral. Sin embargo, está segura que de pequeña, un milagro la libró de que la enfermedad fuera más severa.
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EL VOCERO/ÁNGEL L. VÁZQUEZ
Natalia en Diriamba, Nicaragua, mientras le lee la Biblia a un grupo de niños.
La misionera ayuda a un grupo de niños a realizar unas manualidades.
Cuando hablas con Natalia ella te “pompea”, pues es súper positiva a pesar de las adversidades. Una de estas fue la pérdida de su padre, víctima de cáncer, cuando ella tenía 6 años. “Yo sabía de la enfermedad de mi papá, estaba muy consciente de lo que le pasaba. Aun así fue un momento de mucho vacío porque a esa edad es vital que tengas a tus padres. Sin embargo, Dios llenó ese vacío”, expresó la joven de 23 años, quien comenzó a asistir de niña, junto a su mamá, a la Iglesia Bautista y luego a la Iglesia Catedral de la Esperanza, de la Alianza Cristiana y Misionera. Pero, además de esa importante pérdida a tan temprana edad Natalia ha batallado, como toda una titana, su enfermedad de perlesía cerebral que la obliga a desplazarse con un andador. “Realmente la vida no acaba en el entorno en donde tú estás. Si yo, con mi condición, he llegado hasta aquí es porque Dios es real y existe. En mi caso, sé que soy un milagro y que Dios tiene algo para mi vida porque mi condición casi no se nota. En lo que más me ha afectado es en la movilidad motor fina y motor gruesa”, comentó la chica
a ESCENARIO WEEKEND. A pesar de su diagnóstico Natalia es muy activa. Por ejemplo, a principios de año pasó casi dos meses en Nicaragua y Panamá dándoles clases a niños y apoyando a jóvenes maltratadas. Los pequeñines y adolescentes mostraron curiosidad por su andador, así que aprovechó para dar su testimonio sobre todo lo que ha logrado en su vida personal y profesional. Narró que desde pequeña había dicho que sería misionera. “A los 13 años Dios confirmó mi llamado. Un pastor oró y me dijo que Dios tenía una tarea para mí, que me veía trabajando con él como voluntaria en la República Dominicana”, detalló. Poco a poco la vida la fue llevando al lugar en el que se encuentra ahora. Ella vive y estudia en la Universidad de las Naciones, Recinto de Puerto Rico, ubicada en Juncos. Pertenece a la organización Juventud con una Misión y realiza trabajo comunitario voluntario en la institución sin fines de lucro We All Care. Fue como parte de su preparación en la Universidad de las Naciones que viajó este año como misionera.
“Yo uso un andador pero realmente el trabajo misionero no es fácil para nadie, independientemente de que tengas o no una condición. Pero hago este trabajo segura, sabiendo que Dios me llamó. Dios quiere que las personas vean que El es real y que vive. Dios siempre está ahí para apoyar a uno”, manifestó la joven, quien tiene cinco hermanos.
Disciplina ante todo
La chica completó el pasado mayo un bachillerato en artes, con concentración en educación especial de la Universidad Interamericana de Puerto Rico. Se graduó Magna Cum Laude y su destacada labor voluntaria le mereció la medalla John Will Harris 2011, que otorga la institución al graduando más distinguido del sistema de la Universidad por su trabajo comunitario, compromiso con la fe cristiana y excelencia académica. “A corto plazo quiero hacer uso de mi profesión para llevar libertad a niños con necesidades especiales. Además, quiero entregar mi corazón y llevar el amor de Dios a través de las misiones”, manifestó entusiasmada.
ESCENARIO WEEKEND / DOMINGO, 13 DE MAYO DE 2012 / P39