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EL VOCERO / lunes, 26 de marzo de 2012
El Caribe, frontera imperial José Garriga Picó Profesor de Ciencias Políticas UPR-Río Piedras
ace 43 años el patriota dominicano Juan Bosch publicó su obra más importante, ‘De Cristóbal Colón a Fidel Castro: El Caribe, Frontera Imperial’, tratando de dar, en medio de la Guerra Fría, una interpretación general del devenir histórico del Caribe desde 1492 hasta 1969. Desde que ese libro se publicó, el mundo ha cambiado: se terminó la Guerra Fría con la derrota del ‘Imperio del Mal’ (en palabras de Ronald Reagan); se erigió un Nuevo Orden Mundial (en palabras de George Bush, padre); se desataron ataques terroristas que redefinieron los retos y metas estratégicas de Estados Unidos y la OTAN, definiéndose un ‘Nuevo Eje de la Maldad’ (en palabras de George Bush, hijo); se globalizó la economía y se tendió el manto global instantáneo de la Internet sobre toda (o casi toda) la población de la Tierra; se unificó Europa, se detuvo el crecimiento de Japón, y China va emergiendo como la nueva superpotencia con pretensiones hegemónicas. Podemos preguntarnos, entonces, si ante todos estos cambios, sigue siendo el Caribe frontera imperial. Veamos la historia. En el Siglo 16, el Caribe fue frontera entre los conquistadores provenientes de las tribus aruacas (los Caribes) del Sur y los provenientes de España. Dominados los aborígenes por españoles, el control español del Caribe se vio amenazado por los piratas, corsarios y bucaneros con patentes de corso de Francia e Inglaterra. Esa Francia e Inglaterra, junto a otras potencias europeas establecieron múltiples colonias en el área. Desde esas colonias se lanzaron ataques para dominar nuevos territorios, como la lucha infructuosa de siglos de los ingleses por conquistar a ‘Crab Island’ (Vieques). En 1797, Henry Harvey y Ralph Abercrombey, al mando de más de 60 barcos y 6 mil soldados ingleses, desembarcaron en Cangrejos (Santurce) con intención de conquistar a Puerto Rico para Inglaterra pero tuvieron que desistir ante la resistencia de los locales. En el Siglo 19, el imperio español en el continente americano se esfumó como consecuencia del ejemplo dado por las 13 colonias americanas, el debilitamiento de España debido a la Revolución Francesa junto a las Guerras Napoleónicas y las ideas que se diseminaron por estos eventos. Sin embargo, en el Caribe, el imperio español siguió intacto y cumpliendo su función de frontera imperial hasta 1898, cuando las fuerzas militares de la nueva potencia imperial, Estados Unidos, zurraron a lo que quedaba del poderío español en “una espléndida guerrita”. Estados Unidos sustituyó a España en esa frontera imperial. El Caribe pasó a ser el lago en el patio de la casa americana. Puerto Rico pasó a ser la principal colonia americana en el Caribe y en el mundo. A pesar de que Cuba, República Dominicana, Nicaragua, Colombia (Panamá), Haití y Venezuela eran países formalmente independientes, Estados Unidos se reservó el derecho de intervenir con los Marines para poner orden en esas sociedades siempre que fuera necesario para su seguridad nacional o intereses económicos. Así lo hicieron en múltiples ocasiones hasta 1965 con mucho éxito, a excepción de la invasión de Bahía de Cochinos en 1961, algo que se subsanó parcialmente en 1962 mediante el bloqueo de la llamada Crisis de los Misiles Cubanos. Las intervenciones en Cuba respondían al hecho de que en esa isla se había instalado un nuevo imperio, el
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ruso, que a tenor con su ideología comunista aspiraba a la dominación sobre América y el mundo. La confrontación ahora era entre superpotencias nucleares con el poder de destruir la Tierra entera con la fuerza de sus armas. Hoy es claro que (excepto en los intersticios mentales de algún que otro intelectual requedado en el siglo pasado) el Comunismo pereció bajo el peso de su propia opresión. Sin embargo, increíblemente, los déspotas que gobiernan a Cuba siguen manteniendo artificialmente esa frontera con el único y vil propósito de mantener su control político y los beneficios que de él derivan ellos, sus familias y sus compinches. Cuba y Puerto Rico, dos alas de un pájaro, al decir de José Martí, fueron la frontera entre imperio ruso de opresión política comunista, negación fundamental de los derechos civiles y humanos, y hambre y necesidad para las masas, y el imperio que instauró en Puerto Rico una economía desigualmente integrada a la americana mantenida por la transferencias de fondos de beneficencia, en el marco de un régimen político que promovía la observancia de los derechos civiles pero le negaba la plenitud de los políticos manteniendo la población impotente para asegurarse la igualdad en derechos y deberes, cargas y beneficios. La lucha fue mayormente de ideología y propaganda pero en ocasiones contó con la fuerza de las armas. Hoy, las nuevas fronteras altamente armadas en el Caribe las demarcan las bandas de narcotraficantes que intentan convertir nuestras sociedades en narcoestados. Varias sociedades caribeñas y centroamericanas, es conocido, ya tienen sus gobiernos controlados por dinero y agentes del narcotráfico. Las increíbles batallas armadas que se han escenificado en estos años en el norte de México demuestran que estamos ante un fenómeno que impacta la seguridad nacional
no solo de ese país, sino de Estados Unidos. Por eso, el gobierno americano ha reforzado militarmente la frontera con México. Si se les cierra la frontera mexicana, los traficantes tienen que buscar nuevas rutas para sus nefastos productos y Puerto Rico es su mejor sustituto. Una vez entra la droga a nuestra isla, ya está en suelo americano y se les hace relativamente fácil transportarla. El dinero que se recaude puede lavarse en bancos americanos, haciéndolo más difícil de detectar y de gastar. Por esa desgraciada realidad sufrimos en Puerto Rico, el año pasado, un número récord de asesinatos, mayor proporcionalmente que la tasa de México. El gobernador Luis Fortuño y el comisionado residente Pedro Pierluisi responsablemente le han llevado el mensaje al Presidente Obama y al candidato Republicano Romney: el Gobierno federal tiene que proveerle a Puerto Rico en las guerras del narcotráfico la misma cantidad de protección que le da a los estados que tienen frontera con México, no solo por el derecho de los ciudadanos americanos residentes en Puerto Rico a recibir protección de las fuerzas armadas de su nación, sino, además, porque de poco vale sellar la frontera con México si se abre una mayor aún por Puerto Rico El Caribe y Puerto Rico seguimos siendo frontera imperial. Todos debemos unir nuestras voces a las del Gobernador y el Comisionado Residente exigiendo del Gobierno federal la ayuda militar necesaria para defender la frontera caribeña de Estados Unidos. ¡Cuánto nos convendría con ese propósito contar hoy con las instalaciones que en otro momento tuvo el US Navy en Roosevelt Roads y en Vieques! Démosle otra vez las gracias a Sila y Aníbal por perderlas. Comentarios a: GarrigaPico@Yahoo.com