Vino y Literatura

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LENGUA Y LITERATURA EN ARAGÓN Profesor: JUAN CARLOS ARA TORRALBA

EL TEMA DEL VINO EN ALGUNAS OBRAS DE LA LITERATURA ARAGONESA

Alumna: CIELO ENTRENA FERNÁNDEZ Humanidades, curso 2007-2008

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INTRODUCCIÓN El vino ha estado presente en la literatura aragonesa a lo largo de la historia. En este trabajo se analiza su presencia y significado en las obras de algunos de nuestros principales escritores, desde la época romana hasta nuestros días, a partir de una selección de textos de Valerio Marcial, Pedro de Alfonso, Alfredo Gómez Pérez, Juan Blas y Ubide, Luis López Allué, Manuel Bescós Almudévar, Pascual Queral y Formigales y José Vicente Torrente. Sobre cada texto hay unas líneas biográficas del autor, sobre la obra de la que forma parte y una reflexión específica sobre el tema del vino, cómo está tratado, en qué contexto aparece, qué connotaciones tiene... Veremos, pues, que la presencia del vino en la literatura es tan constante como en la vida misma, pero cada autor destaca de él unos aspectos determinados que aportan al contenido matices subjetivos, que ayudan a conocer la psicología de los personajes, a crear atmósferas especiales, a recrear la cotidianidad, a configurar paisajes, a expresar críticas o sátiras... Este trabajo, por otra parte, es una forma distinta de acercarse a la literatura aragonesa y de conocer algunas de sus obras emblemáticas a través del eje común del vino. Está relacionado con el Programa de Innovación Docente “El mundo del vino en Aragón” de la Universidad de Zaragoza en el que esta asignatura participa.

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M. VALERIO MARCIAL: EPIGRAMAS Marco Valerio Marcial (Bílbilis, h. 40 - h. 104) fue educado en Hispania, pero pasó casi toda su vida en Roma, desde el año 64, donde entabló relación con los también hispanos Séneca y Lucano. Allí permaneció bajo la protección de diversos patronos, hasta que, gracias a la fama de sus epigramas, pudo adquirir un mayor estatus económico e incluso fue nombrado tribuno militar y recibió honores sociales por parte de algunos emperadores, como el de “padre de tres hijos”, institución política romana que favoreció su carrera. Tuvo amistad con otros hombres de letras, como Frontino, Juvenal, Quintiliano, Silio Itálico y Plinio el Joven. Los epigramas de Marcial -Epigrammaton libri- fueron escritos entre los años 86 y 98, en Italia, Galia e Hispania, y publicados bajo el reinado de Nerva en una antología autocensurada y libre de obscenidades; pronto adquirieron una gran fama. Estos poemas, más de mil quinientos, recuerdan desenfadada y magistralmente a la sociedad romana sus aspectos más reprobables. Otras obras suyas son Liber Spectaculorum, sobre los espectáculos del recién inaugurado coliseo romano, y Xenia y Apophoreta, sobre la ida cotidiana. El vino es el protagonista de varios epigramas de Marcial, en los que nos muestra con toda su sagacidad e ingenio aspectos tales como los efectos de su consumo excesivo o los comportamientos deshonrosos de algunos taberneros. El vino es para Marcial, y para la sociedad romana de su tiempo, sobre todo, fuente de placer sensitivo, por eso se centra en los aspectos más terrenales. Lo hace con frases claras, contundentes y cargadas de ironía y crítica, de contenido muy gráfico, y dirigidas a una segunda persona, un interlocutor muchas veces con nombre propio. En sus frases destapa la verdadera voluntad de la gente, las intenciones ocultas, resalta los defectos, los engaños... En algunos epigramas, centrados en el consumo inmoderado de vino, reprocha palabras dichas y luego no cumplidas por una persona ebria (nº 27-Palabras entre el vino y nº 12-Bebe a todas horas); o alude al sueño que provoca la bebida (nº 71-Brindis); o bien aparece el vino como remedio para olvidar las penas y desengaños de amor

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(nº 106-Ahogar las penas en vino). Otros los dedica a algunos taberneros, que engañan, utilizan trucos y excusas para vender vino aguado, mientras ellos beben vino viejo y bueno (nº 56-Vino aguado, nº 69-Los vinos de Papilo y nº 49-Oro, vino y amatistas). También dedica otro epigrama a aspectos más elevados, donde recrea una villa bucólica y amena, en la que, entre otras cosas, hay en los rincones tinajas con olor a “vino de viejos otoños” y un podador que recoge en noviembre las uvas tardías; allí todos, anfitriones, invitados y criados se sacian de comer y beber cada día (nº 58-La villa de Faustino).

PEDRO DE ALFONSO: DISCIPLINA CLERICALIS Pedro de Alfonso (Huesca, h. 1062 - principios s. XII), llamado originalmente Moshé Sefardí, fue un escritor judeoconverso, y también recopilador de cuentos orientales, polemista antijudío, médico y científico. Fue bautizado en 1106 y apadrinado por Alfonso I el Batallador en una época de renovación cultural y de convivencia de las tres religiones, cristiana, judía y musulmana bajo una misma monarquía. La fama de Pedro de Alfonso se difundió por toda Europa. Sus obras capitales son Disciplina clericalis y Dialogi. Compuso los “Diálogos” para defenderse de las críticas y recelos de los “cristianos viejos” por su conversión, y fueron impresos por primera vez en 1536 en Colonia. La Disciplina clericalis o “Aprendizaje estudiantil” tuvo una gran difusión europea a través de manuscritos. En esta obra, Pedro de Alfonso, está dividida en treinta apólogos, que proporcionan materiales al predicador, para captar la atención popular, y al clérigo (que en la Edad Media era también el erudito o estudioso), una rica recopilación de cuentos de origen oriental que fueron la base para las nacientes literaturas nacionales en el género narrativo. Estos cuentecillos y sentencias se incorporaron a los usos de la predicación eclesiástica de entonces a modo de “ejemplos” con finalidad didáctica y moralizante. El vino tiene un papel negativo y pernicioso para Pedro Alfonso, ya que el consumo de esta bebida provoca en los hombres el desenfreno de pasiones que los llevan a cometer actos estúpidos, de los que salen bien escarmentados. El autor reprocha

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estos excesos, los comportamientos consecuencia de ellos, y termina con una moraleja o enseñanza edificante. El vino protagoniza algunos de los “ejemplos”, pequeñas historias a modo de fábulas, que siguen ese esquema: un personaje realiza una acción inapropiada a la moral cristiana y por ese error sufre un castigo. Estas situaciones se presentan el diálogos entre un filósofo y un joven discípulo que espera alcanzar la perfección y la virtud. En el Ejemplo de un clérigo que entró en la casa de unos bebedores, (del apartado I. “Vicios y virtudes humanas”) explica cómo un clérigo impulsivo e inconsciente decidió entrar en una taberna, allí sucumbió al la bebida y, a causa de haberse dejado llevar por malas compañías, acabó en la horca. Escribe también, o aconseja, sobre las “malas mujeres” (apartado II. “Relación del hombre con sus semejantes: las mujeres, los vecinos y el rey”), aquellas que, con su “ingenio” y toda clase de artimañas, engañan a los hombres y se aprovechan de ellos, de estas mujeres conviene guardarse para evitar problemas. Expone el Ejemplo de vendimiador, en el que una mujer engaña a su marido con otro hombre mientras ése estaba vendimiando tranquilamente su viña; aunque a punto estuvo de descubrirlo todo. Aparece, pues, en este caso, una viña como elemento contextual. Es quizás el Ejemplo del pozo el que mayor protagonismo da al vino, que es utilizado por una “mala mujer” para emborrachar a su prometido por las noches y evitar que se enterase de que ella se iba con su amante. Al final, por supuesto, el incauto esposo se dio cuenta de los tejemanejes de la mujer, pero, a pesar de intentar poner remedio a la situación, acabó siendo el más perjudicado. En estos textos se ve, en definitiva, como el consumo abusivo del vino, ya sea por decisión propia y voluntaria o inducida por engaños, acaba ocasionando daños irreversibles en los protagonistas, que pagan los pecados que otros han cometido. El vino es un buen pretexto y ejemplo para hacer una enseñanza moral.

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BERNABÉ MORERA PABLO, “Alfredo Gómez Pérez":

HUESCA POR FUERA Bernabé Morera Pablo (Albalate de Cinca, 1862 - ¿?) vivió en Huesca desde su adolescencia, a donde se trasladó para montar una confitería. De ideología republicana, tuvo amistad con otros progresistas demócratas. También llevaba una vida pública inquieta, participó en alguna logia masónica y colaboró en “La Brújula”, el periódico de Pascual Queral, así como en otros periódicos republicanos. Además fue uno de los promotores del ciclismo en España. A finales de siglo se exilió a Buenos Aires, donde desarrolló una labor de aragonesismo muy loable. Huesca por fuera es una compilación de doce poemas que Morera Pablo publicó bajo el pseudónimo de Alfredo Gómez Pérez. Los había ido escribiendo para “La Brújula”, y recrean de forma alegre y sentimental, los alrededores de la capital, a través del vivir dominical de la juventud oscense de la Restauración. El título hace alusión a la Huesca por dentro de su rival político Luis López Allué. El vino en estos textos es un elemento muy prosaico dentro de un contexto poético y delicado. Mediante una poesía sencilla, Alfredo Gómez Pérez recrea lugares del entorno de la ciudad de Huesca, parajes campestres solitarios en los que un joven puede, tras una buena comilona y con buena compañía, ahogar sus penas en alcohol cuando le engaña un falso amigo o le traiciona una novia. El vino es, pues, un medio eficaz para olvidar las penas de la vida. En otro poema, tras enaltecer en unos versos el esplendor y belleza de la primavera, describe la romería a la ermita de Loreto, a la que acude toda la ciudadanía y aprovechan los vendedores para vender, entre otras cosas, vino blanco y licores. Da cuenta del cariz de negocio que ha tomado ese evento religioso y social, en el que incluso las mujeres van dispuestas a busca novio a sus hijas.

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JUAN BLAS Y UBIDE: SARICA LA BORDA Juan Blas y Ubide (Calatayud, Zaragoza, 1852 - id., 1923), escritor y político, se educó con un cisterciense exclaustrado por la desamortización del monasterio de Piedra, y cursó estudios de Derecho en Zaragoza, experiencias que se reflejan en sus novelas. De ideología conservadora, huyó a Francia en 1873, cuando se proclamó la república, y regresó en 1875 con la Restauración. Trabajó en Madrid como profesor de Retórica en la Fiscalía de Imprentas; y, ya en Calatayud, fue jefe local de los conservadores, fundador del Círculo Católico de Obreros y creador del bisemanario “La Derecha”. Entre sus obras, destacan Sarica la borda y El licenciado de Escobar, novela ésta de tintes autobiográficos. Tenía un gran interés por su ciudad, a la que dedicó una Guía y numerosos escritos inéditos sobre costumbres, folclore y historia. La novela Sarica la borda, que decidió escribir tras la lectura de Capuletos y Montescos de López Allué, fue publicada en 1903 por la “Revista de Aragón”, y consagra a Blas y Ubide como el mejor narrador aragonés de su generación. El relato, ambientado en Cerrillares (Maluenda), recoge la trágica historia de una inclusera que ve morir a su hijo y encarcelado a su marido, Juan, por la muerte de un rico pretendiente de sus favores, Jenaro, y que acaba regresando a la inclusa de que salió. La historia de Sarica la borda se desenvuelve en un ambiente rural y agrícola, así pues, el autor describe minuciosamente aspectos de la vida cotidiana en el campo, de las labores agrícolas, de los sentimientos de los labradores... Vemos cómo, en ese contexto, los jóvenes se cortejan cantándose jotas mientras faenan, cuyas letras hacen alusión a veces a las uvas; por ejemplo, la chica, al responder a su pretendiente, compara su juventud con un racimo de uvas madurando. Y las labores propias del campo relacionadas con la vid y el vino, como la vendimia, la fermentación del mosto en los lagares..., también sirven de marco para la narración. La elaboración del vino, al llegar el otoño, coincide con el momento cumbre de la boda de unos personajes. Por otra parte, los viñedos forman parte del paisaje en el que se desarrolla la historia, que Blas y Ubide describe con detalle y sensibilidad. Dentro de esta recreación del paisaje, es especialmente interesante y original una imagen en la que compara los afluentes del Jalón con los nervios de una gigantesca hoja de parra.

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El vino acompaña también en los quehaceres diarios a los protagonistas. Así, para la fiesta de San Roque, la gente va a merendar a las viñas, junto a la ermita del santo, donde se bebe en abundancia y se toman de postre uvas emberadas. El vino, las uvas, la vendimia, los viñedos... están muy presentes en esta historia, la acompañan continuamente.

LUIS LÓPEZ ALLUÉ: CAPULETOS Y MONTESCOS Luis María López Allué (Huesca, 1861 - id., 1928), escritor, licenciado en Derecho por la Universidad de Zaragoza, pasó su vida en Barluenga y Huesca, donde dirigió “El Diario de Huesca” desde 1912; en cuyas páginas publicó numerosos escritos menores en prosa y en verso, firmados con el pseudónimo “Juan del Triso”. Tenía una intensa actividad periodística, política y literaria, y alcanzó gran prestigio por su amplia producción narrativa, de novelas (Capuletos y Mostescos y el relato Pedro y Juana) y cuentos (Martín el Donado, El pedrisco, Mosén Froilán, El amor a la tierruca y El angelico, entre otros muchos) ambientados en las tierras del Somontano y del Alto Aragón, dentro de la corriente del realismo regionalista. Capuletos y Montescos es una novela jurídica, relacionada con el nacimiento de la política liberal y los códigos civiles. Describe los comicios y carreras políticas, el valor de la independencia personal, las consecuencias de las relaciones familiares o matrimoniales, las tribulaciones de dinero y sus deudas... En este texto, los viñedos forman parte de un paisaje idílico del Somontano descrito con gran belleza, se extienden por las laderas al llegar el verano. El vino es una bebida también presente en la obra. Los labradores, cuando descansan de sus faenas, se pasan la bota para echar un trago. El vino añejo sirve a un personaje de la oligarquía para deleitar a sus convidados e intentar manipular su voluntad aprovechando la embriaguez. También escribe sobre la producción del vino en noviembre, el trabajo intenso durante esos días y las fiestas y alegrías que acompañan esta tradición, en las que, por descontado, el vino es el protagonista.

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El tratamiento y la presencia del vino tiene en esta obra connotaciones costumbristas, de manera muy similar al de Blas y Ubide, quien, de hecho, se inspiró en Capuletos y Montescos. Los acontecimientos se desarrollan a lo largo de un tiempo determinado y en ese transcurrir del tiempo, de las costumbres tradicionales, sucede una historia.

MANUEL BESCÓS ALMUDÉVAR, “Silvio Kossti”:

LAS TARDES DEL SANATORIO Manuel Bescós Almudévar (Escanilla, Huesca, 1866 - Huesca, 1928) fue escritor y discípulo y amigo de Joaquín Costa, con el que mantuvo una larga correspondencia sobre temas de carácter intelectual, artístico y político, ámbito éste en el que ambos coincidían. Se enmarca en el movimiento del regeneracionismo aragonés, pertenecía a la burguesía mercantil y profesional. Entre otras cosas, fue alcalde de Huesca. Publicó dos novelas, Las tardes del sanatorio (Madrid, 1909) y La gran guerra (1917), una crítica antibelicista; además de una colección de poesías, Epigramas, dedicada a Marcial, y que decidió retirar por temor a que resultara demasiado escandalosa. Su obra forma parte del “renacimiento literario aragonés” de finales de siglo, junto a autores como Luis López Allué, Juan Blas y Ubide, Rafael Pamplona Escudero, Mariano Baselga y Gregorio García-Arista, entre otros. Las tardes del sanatorio es la obra más importante de Manuel Bescós Almudévar, una novela sobre temas progresistas, científicos, de evolución, con una crítica incisiva de las costumbres y moral de la época. Es un libro misceláneo, donde escribe de antropología criminal y de experimentos médicos, se defiende un ateísmo combativo y se postula una filosofía vitalista y “científica”; todo ello ilustrado con chistes e historietas picantes, poemas y dramatizaciones. Fue considerada anticlerical e incluida en el “Índice” por las autoridades eclesiásticas, que incluso amenazaron de excomunión a los lectores de sus artículos en un periódico local. Bescós Almudévar dedica el capítulo 7 de esta obra al vino, bajo un título muy explícito: “sagrada bacanal”. En este breve texto realiza una simbiosis mordaz de dos temas totalmente opuestos, como son una ceremonia católica y piadosa con una fiesta pagana e insolente cargada de referencias clásicas, superponiendo e integrando

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ambos. La fiesta cristiana del pueblo se asemeja a las saturnales romanas. El vino está presente de manera implícita por el contexto festivo, por su uso litúrgico y, en contraposición, por la bacanal, no en vano, Baco es el dios romano de esa bebida, y la bacanal es la fiesta en su honor donde hombres y mujeres sucumben a los placeres sensuales.

PASCUAL QUERAL Y FORMIGALES: LA LEY DEL EMBUDO Pascual Queral y Formigales (Lérida, 1848 - Huesca, 1898), pasó su juventud y cursó estudios en Barbastro; cuando sacó por oposición plaza de escribano para el Juzgado de Huesca, se trasladó a esta ciudad y empezó a conocer sus entresijos políticos. De espíritu progresista, fue miembro de varias logias republicanas, fundó el periódico “La Brújula” y se implicó directamente en política. Queral y Formigales escribe en La ley del embudo, dentro de la tendencia del Regeneracionismo español, sobre las miserias políticas de la Restauración. Es una novela política en la que narra el ascenso político de uno de los más famosos caciques de España, Manuel Camo y Nogués, en ella plasma el odio contra Camo y sus secuaces y la fe en la nueva “religión” costista. Queral y Formigales se burla aquí de quienes fingen ser de elevado rango social sin serlo realmente, y que ponen todo su empeño en aparentar. El vino que consumen los anfitriones, y que ofrecen a los invitados, es malo, por supuesto, pero disfrazado de exquisitez, como el resto del menú, mediante nombres pomposos y lujosos recipientes. El autor narra la cena con un tono jocoso, resaltando los contrastes entre las actitudes fingidas de refinamiento y opulencia frente a la cruda realidad, entre el lenguaje culto y la vulgaridad de los hechos y los personajes. Todos los comensales se beben el vino en porrón mientras sus efectos van produciendo gran alegría y desinhibición, y, en ese estado, poco importan las distinciones sociales. El vino es un elemento que contribuye en este texto a realzar la crítica social y política, se utiliza para destapar la doble cara de algunos.

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JOSÉ VICENTE TORRENTE: EL PAÍS DE GARCÍA José Vicente Torrente Secorún (Huesca, 1920 - id., 2006), diplomático y escritor. En su época de estudiante de Derecho en la Universidad de Madrid comenzó a colaborar en la prensa madrileña como redactor de artículos de tema económico y financiero. Amplió estudios en el extranjero y, en 1948, entró por oposición en el cuerpo diplomático; desde entonces, ha simultaneado el desarrollo de sus funciones profesionales con el cultivo de la narrativa. En su obra destacan las novelas IV grupo del 75-27, sobre la guerra civil, En el cielo nos veremos, El becerro de oro, El país de García, Los sucesos de Santolaria y Tierra caliente. El país de García (1972) es una mezcla de libro de viajes, guía histórica-artística y novela picaresca, a través de un recorrido por la provincia de Huesca en el que se alterna el trabajo de documentación con un humor sin prejuicios típicamente aragonés. La acción se desarrolla en la época contemporánea, aunque con una aureola arcaizante. Dentro del capítulo “El embajador bienhumorado” está muy presente el vino, su consumo y exceso, y también los viñedos formando parte del paisaje. Unos personajes entran en una posada y comienzan a beber vino. El autor describe los efectos que les va provocando poco a poco, desde la dificultad para comprender lo que otros dicen, el aturdimiento y malestar, la facilidad para discutir, el envalentonamiento, las ganas de pelear, hasta la somnolencia. Además, el vino forma parte del ambiente en que se desenvuelve la escena y de las acciones y comentarios de los personajes: el establecimiento huele a vino, el posadero limpia el vino derramado en una mesa..., en fin, el día a día en una posada... Aparece también una expresión alusiva al carácter agresivo de una persona cuando ha bebe demasiado: “tener mal vino”. El vino aquí aparece en el contexto típico de una taberna y de las relaciones que se entablan allí: unos trabajan mientras otros beben hasta emborracharse, se canta, se habla, se discute... alrededor de unas jarras de vino.

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BIBLIOGRAFÍA ALFONSO, Pedro: Disciplina clericalis [introducción y notas de María Jesús Lacarra, traducción de Esperanza Ducay]. Zaragoza, Guara Editorial, 1980. pp. 57-58, 59-60, 65-66. BESCÓS ALMUDÉVAR, Manuel, “Silvio Kossti”: Las tardes del sanatorio [introducción de José-Carlos Mainer]. Zaragoza, Guara Editorial, 1981. pp. 185-186. BLAS Y UBIDE, Juan: Sarica la borda. Zaragoza, La Val de Onsera, 1993. pp. 30-31, 7783, 126-128, 134-136. GEA = Fernández Clemente, Eloy, director: Gran Enciclopedia Aragonesa. 12 volúmenes, Zaragoza, UNALI, 1980 - 1982. GEA on line: http://www.enciclopedia-aragonesa.com/ GÓMEZ PÉREZ, Alfredo: Huesca por fuera [edición de Juan Carlos Ara]. Huesca, La Val de Onsera, 1996. pp. 63-72. LÓPEZ ALLUÉ, Luis: Capuletos y Montescos. Zaragoza, La Val de Onsera, 1993. pp. 2123, 44-50, 191. MARCIAL, M. Valerio: Epigramas [traducción, introducción y notas de Esperanza Ducay]. Zaragoza, Guara Editorial, 1986. pp. 36, 41, 45, 48, 79-81, 98, 160161, 182. QUERAL Y FORMIGALES, Pascual: La ley del embudo [edición, introducción y notas de Juan Carlos Ara Torralba]. Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 1994. pp. 274-275, 280-289. TORRENTE, José Vicente: El país de García [edición, introducción y notas de Javier Barreiro]. Zaragoza, Prensas Universitarias de Zaragoza, Departamento de Educación, Cultura y Deporte del Gobierno de Aragón; Huesca, Instituto de Estudios Altoaragoneses, 2004. pp. 72-78.

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