Vera + Crux 2012

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Las calles están oscuras y la luz de las velas os ilumina. Os acompaña una multitud de gentes, de aquí muchas, y otras, como yo, haciendo un alto en el camino con la esperanza de encontrarme contigo. Vais custodiados, rodeados de muchachos que con pisadas firmes hacen que vuestro paso por las calles resuene más en los corazones de los que os buscamos… Otros, anónimos, tapando sus caras de las miradas de los espectadores, iluminan vuestros rostros con la tenue luz de la cera, trasformando la oscuridad de la noche en Luz de Vida. Pero lo que más me impresiona es que desde cualquier rincón donde yo me haya escondido de miradas ajenas, tú me buscas, me encuentras y me regalas tu ser. Quieres que te acompañe en esta última entrega de tu Hijo. Quieres que mis manos se alcen al cielo y que mi voz grite en el silencio de la noche que sé que por mí, tu Hijo ha entregado su vida; que por mí tú has soportado el dolor de ver cómo le atravesaban el pecho; que por mí, has recogido su sangre y en ella me entregas la esperanza del que nunca muere. Recorres cada calle, las anchas y luminosas, para todos los que llenos de alegría esperan. También las estrechas, las que carecen de luz alguna, las pedregosas y las que lentamente alcanzan el final de la cuesta, para todos aquellos que te buscamos en lo más profundo de nuestro ser a cada instante. Ni los unos ni los otros podemos entender nuestra existencia sin tu presencia. Esa presencia que pacifica, que nos hace más humanos. Esa presencia que nos enseña a reconocer el dolor en las lágrimas del hermano. Esa presencia que nos hace consolar, porque hemos recibido tu consuelo. Esa presencia que nos hace sentirnos hijos, porque Jesús, ese Hombre al que no dudas en acompañar, nos hace ser hijos tuyos, nos ha regalado

Mirada desde la Cruz del Cristo de Zacatecas.

tu ser de Madre y el nuestro de hijos amados, predilectos. …Vuelves a Casa, de donde hoy has salido para buscar a los que no te conocíamos, o a los que cada día pueden acercarse a verte… Custodiada una vez más por todos los que nos sentimos abrazados por tu Hijo, amados por ti. Y allí nos esperas, cada día, dispuesta cada instante a acogernos de nuevo en tu mirada, en la soledad y el silencio del que busca un momento para estar contigo, para poner en tus manos su existencia, su ser más íntimo,…la vida que hoy, tú me has regalado. Madre, hoy, gracias a Cristo, puedo pronunciar de otra manera esta palabra. Esa palabra que resuena en mi corazón, esas letras que unidas sólo pueden significar algo grande: amor incondicional, entrega, dolor, sufrimiento, alegría, paz, serenidad… MADRE.


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