Vecino Saludable 51

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VECINO SALUDABLE

r e p o rt a j e

pues es una característica genéticamente determinada, es decir, el peso normal de un individuo es un rango (no un valor fijo) y está biológicamente determinado; para que estemos sanos necesitamos estar dentro de ese rango. Cuando nos salimos del peso biológicamente determinado ponemos en riesgo nuestra salud biológica y psicológica. Adicionalmente, a la delgadez se han asociado características positivas (belleza, elegancia, disciplina, autoestima elevada, aceptación social, higiene, juventud, ‘estar en forma’, ‘ser saludable’ y, finalmente, el éxito en la vida), lo cual hace que sin darnos cuenta se le atribuyan características negativas al sobrepeso. Nuestra cultura ha convertido la delgadez en ‘la manera’ para conseguir todos los valores deseables en la vida, y consecuentemente se ha convertido en un fin en sí mismo, por tanto es reforzada por sus resultados, es decir, que el fin justifica los medios, haciendo que cualquier método para adelgazar esté aceptado. Esto es gravísimo, pues el peligro de la salud no es tomado en cuenta como un elemento importante a considerar al intentar adelgazar.

L

a psicólogo Carla Márquez, del Centro Estético Láser Los Naranjos (CELAN) y especialista en trastornos de alimentación, asegura que las dietas son el mayor factor de riesgo para la aparición de trastornos como la anorexia y la bulimia nerviosas: “La mayoría de esas dietas ‘milagrosas’ requieren de restricción de alimentos –síntoma fundamental de la anorexia nerviosa–, lo cual puede generar una baja de peso inicial que conlleva malestar psicológico por transgredir los límites individuales de peso, elemento que suele ser el culpable del fracaso de las dietas y genera culpa por la sensación de fracaso y de pérdida de control, pues se vuelve a ganar el peso rápidamente, la ingesta alimenticia se incrementa y se vuelve compulsiva, porque aparece la ansiedad y se alteran las señales de saciedad, facilitando que la persona coma mucho más allá de sus necesidades”.

Márquez igualmente afirma que“las dietas son intentos de controlar la alimentación y el peso y al fracasar aparece la culpa por percibir falta de autocontrol; esto irremediablemente genera la aparición de la ansiedad ante cualquier situación de ingesta y se busca nuevamente el control con otra restricción (dieta). Se piensa que es necesario restringir porque hay excesos en la ingesta, pero en realidad hay excesos en la ingesta porque se restringe. Estos episodios de ingesta compulsiva –síntoma fundamental del trastorno por atracón y de la bulimia nerviosa– suelen alternarse con la restricción de alimentos o ayunos, y aparecer especialmente cuando hay descenso en el estado de ánimo, situaciones estresantes, aburrimiento y desinhibición inducida por alcohol o sustancias tóxicas”. ¿Por qué delgados? La psicóloga asegura que “tenemos 30

un grave problema sociocultural” y sobre ello nos dio sus reflexiones, las cuales compartimos íntegras con ustedes: Nos dice que “primero, la belleza está vista como un valor sumamente importante. Segundo, en nuestra cultura el ideal de belleza está muy ligado a la delgadez. Entonces el anhelo de adelgazar o de mantenerse delgado se ha convertido en un valor central de nuestra cultura. Nuestros niños crecen viendo como sus padres y familiares, pares, ídolos o modelos sociales adoran la delgadez y la convierten en un objetivo en la vida, haciendo sacrificios para conseguirla, y, quizás sin darse cuenta, reforzando (halagando) a quien la tiene y castigando (juzgando) a quienes no. Esto es algo que los niños van interiorizando y que es reforzado por el bombardeo publicitario, pero nadie se toma el tiempo de explicarles que el peso no es una variable que se puede ni se debe manipular a gusto del consumidor,

La delgadez se percibe como una condición básica para sentirse aceptado, por lo tanto también es condición básica para aceptarse a sí mismo, de aquí viene su influencia en la autoestima y la insatisfacción con el propio cuerpo. Ahora hacen dieta las personas obesas, las que tienen sobrepeso, las que tienen un peso normal y hasta las delgadas; esto suena absurdo, pero es lo que está sucediendo. Nadie está conforme con el cuerpo que le tocó y lo quieren cambiar meramente por causas estéticas; son pocos los casos de personas que se someten al sacrificio de las dietas y demás procedimientos por razonas médicas. La dificultad para conseguir éxito en este buscar cambiar su cuerpo y mantener ese cambio hace que experimenten fracaso y la presión social hace que busquen otra dieta”. Entonces… Para Aguilar “seguir una dieta de moda solo va a generar mayor frustración al ver que el régimen es insostenible y posteriormente ganará más peso del perdido; además, con el paso del tiempo, si insiste en repetir la dieta en

varias ocasiones, puede tener daños irreversibles a la salud. No hay fórmula mágica; para perder peso hay que comer mejor, hacer ejercicio y consultar siempre con un nutricionista”. “Lo más recomendable –de acuerdo con la Dra. Rossana De Jongh– es visitar al médico nutrólogo para evaluar los antecedentes de enfermedades, realizar examen físico y exámenes de laboratorio, entre otros, junto con una evaluación nutricional que incluya la evaluación antropométrica (peso, talla, índice de masa corporal, circunferencias, área muscular y porcentaje de grasa corporal), interrogatorio de hábitos alimenticios, el cálculo de los requerimientos nutricionales y se establezcan metas a alcanzar de peso y grasa corporal, los cuales varían según sexo, edad, estatura y composición corporal”. Querer estar en forma no está mal, es sumamente saludable, pero no permita que “el fin justifique los medios”. Vaya al nutricionista para que le indique un plan de alimentación personalizado que se ajuste a sus necesidades reales y, además, para que le ayude a modificar sus hábitos de alimentación definitivamente.

¡Cuidado con los trastornos de alimentación!

Consecuencias de las FAD

La psicóloga clínico Carla Márquez indica algunas señales para que los padres puedan detectar en sus hijos problemas alimentarios: • Preocupación excesiva por el peso, la figura, las calorías y el ejercicio físico. • Disminución o aumento importante de peso. • Cambio negativo del estado de ánimo y valoración personal relacionada con el peso o la alimentación. • Intentos frecuentes de controlar la apariencia física y la alimentación (realizar dietas con frecuencia y sin asistencia médica o nutricional, pesarse con frecuencia, leer toda la información nutricional de los alimentos, contar las calorías que consume). • Rechazo total a determinados alimentos que “no son sanos”. • Irritabilidad y discusiones en torno a la comida. • Rituales al comer (cortar la comida en pedacitos muy pequeños, “jugar” con la comida, esconderla, tomarse demasiado tiempo para comer). • Tendencia al aislamiento. • Uso frecuente del baño inmediatamente después de la comida. • Sospechas de un familiar de que la persona pueda estar sufriendo de un trastorno de alimentación. ¿Qué hacer?: buscar ayuda psicológica, ¡porque estos trastornos son curables!

• Problemas del corazón y del tracto digestivo, como la gastritis. • Agotamiento, debilidad, ansiedad • Daños en los riñones e hígado. • Colesterol alto. • Efecto rebote.

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“No hay fórmula

mágica; para perder peso hay que comer mejor, hacer ejercicio y consultar siempre con un nutricionista…” Daniela Aguilar


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