Segundo Corral, Chile: ¿Una Zona Azul en la Patagonia?
Cristian Acevedo H. María Paz Blanco H. Erick Herrera Y.

![]()
Cristian Acevedo H. María Paz Blanco H. Erick Herrera Y.

Autores:
María Paz Blanco Herrera
Enfermera. Magíster en Administración y Negocios Orientados en Salud. Académica de Vinculación con el Medio, carrera de Medicina, Universidad San Sebastián, sede De la Patagonia.
Cristian Acevedo Herrera
Médico Cirujano, experiencias en el Instituto Nacional de Geriatría (INGER) y Residente de Geriatría en la Universidad San Sebastián, sede De la Patagonia.
Erick Herrera Yáñez
Médico Cirujano, Master of Business Administration (MBA) especializado en Gerencia de Servicios de Salud. Residente del Postítulo de Especialidad Médica en Geriatría de la Universidad San Sebastián, sede De la Patagonia.
Publicación emanada del Proyecto Colaborativo de Vinculación con el Medio de la Universidad San Sebastián; “Modelo de longevidad patagónica”. ID: 4516.
Octubre 2025

Proyecto Colaborativo: “Apadrinamiento de Postas de Salud Rural, Segundo Corral”. ID: 4168
Facultad de Medicina:
Catalina Cárdenas, académica de la carrera de Medicina.
Erick Herrera, estudiante de Posgrado de Geriatría.
Cristian Acevedo, estudiante de Posgrado de Geriatría.
Facultad de Odontología:
Dominique Mengin, directora de la carrera de Odontología.
Camille Duhart, estudiante de Odontología.
Sofia Salazar, estudiante de Odontología.
Roberto Ojeda, estudiante de Odontología.
Facultad de Ciencias para el Cuidado de la Salud:
Grace Droguett, directora de la carrera de Enfermería.
Sigrid Domke, directora de la carrera de Obstetricia.
Daniela Eichele, académica de Vinculación con el Medio de la carrera de Enfermería.
Camila Quintullanca, estudiante de Enfermería.
Pedro Villanueva, estudiante de Enfermería.
Camila Jara, estudiante de Obstetricia.
Fernanda Soto, estudiante de Obstetricia.
Vinculación con el Medio:
Patricio Solís, coordinador.
Proyecto Colaborativo: “Modelo de Longevidad, realizado en Segundo Corral”. ID: 4516
Facultad de Medicina:
Maria Paz Blanco, académica de Vinculación con el Medio de la carrera de Medicina.
Erick Herrera, estudiante de Posgrado de Geriatría.
Cristian Acevedo, estudiante de Posgrado de Geriatría.
Facultad de Medicina Veterinaria:
Pablo Gómez, académico de Vinculación con el Medio de la carrera de Medicina Veterinaria.
Carolina Santibáñez, docente anestesista.
Valentina Calbún, docente cirujana.
Iván Aguayo, docente veterinario especialista en equinos.
Romina Oyarzún, técnico veterinaria.
Fernanda Kortmann, estudiante de Medicina Veterinaria.
Katherine Núñez, estudiante de Medicina Veterinaria.
Paz Yaeger, estudiante de Medicina Veterinaria.
Prefacio 1. Puertas de entrada a Segundo Corral, la historia detrás del proyecto.
Prefacio 2. Longevidad en los confines del sur.
Testimonio: El transcurso de la vida en Segundo Corral. Nota sobre la iniciativa
Parte I: Descubriendo Segundo Corral; un viaje al corazón de la Patagonia
Capítulo 1: Un rincón olvidado del mundo; así es Segundo Corral.
Capítulo 2: Los protagonistas de nuestra historia; conociendo a los habitantes de Segundo Corral.
Capítulo 3: El día a día en Segundo Corral; entre el trabajo y la comunidad
Parte II: Los secretos de una vida larga en las Zonas Azules
Capítulo 4: ¿Qué son las Zonas Azules? Un viaje por los lugares más longevos.
Parte III: Aprendiendo de Segundo Corral del mundo
Capítulo 5: Los cinco pilares de las Zonas Azules.
Parte IV: Mirando al futuro; construyendo un envejecimiento saludable para todos
Capítulo 6: Los desafíos de la edad; afrontando las dificultades con valentía.
Capítulo 7: Un envejecimiento digno para todos; el rol de la sociedad y el Estado.
Capítulo 8: El legado de Segundo Corral; aprendizajes para una vida larga y feliz.
La estrategia de Vinculación con el Medio (VcM) de la Universidad San Sebastián (USS) busca fortalecer una cultura de apertura, conexión e integración con la sociedad. Esta estrategia impulsa la innovación abordando desafíos territoriales y conectando la docencia y la investigación, con el fin de dar pertinencia a su Proyecto Educativo y contribuir al desarrollo sostenible de las regiones y el país.
Esto se logra mediante la participación colaborativa y multidisciplinaria de estudiantes, académicos, organizaciones del territorio y empresas públicas y privadas en iniciativas que, en su conjunto, configuran y dan vida a un Programa Territorial Hito (PTH).
Así, bajo ese marco, se creó en la sede De la Patagonia, en la ciudad de Puerto Montt, el PTH “Más Salud, Más Cerca”, cuyo objetivo es “integrar la planificación de la salud de personas y animales, manteniendo comunicación constante y siendo sensibles a las necesidades del territorio para contribuir al desarrollo de nuestro país mediante la ejecución de proyectos pertinentes a la realidad social del territorio, con un enfoque multidisciplinario incorporando técnicas innovadoras y tecnológicas”.
En este contexto, es frecuente que distintos sectores productivos y sociales depositen su confianza en los equipos conformados por académicos y estudiantes para llevar a cabo diversas iniciativas de Vinculación con el Medio que contribuyan a mejorar el bienestar de la población.

Equipo del Proyecto Colaborativo de Vinculación con el Medio “Modelo de longevidad patagónica” (ID 4516), desplegado en la localidad de Segundo Corral. Participaron académicos y estudiantes de Medicina Veterinaria y del Postgrado en Geriatría USS y profesionales del Servicio de Salud del Reloncaví, de la Posta de Salud Rural de Segundo Corral y un agente comunitario de salud rural de la misma localidad.
Uno de los proyectos de VcM que tributa a este Programa Territorial Hito es “Modelo de longevidad patagónica” (ID: 4516), que desplegamos en la comuna de Cochamó, ubicada al sur de la provincia de Llanquihue, en la Región de Los Lagos.
Esta lejana zona del país recibe su nombre del mapudungun kocha-mo, que significa “donde se unen las aguas”, en referencia a la confluencia del estuario del Reloncaví con el mar. Posee una superficie de 4.165 km2. Según Álvarez (2022), en la serie “Libros Mágicos: Cochamó comuna del Reloncaví: historia natural, social y cultural del valle del Reloncaví que trepa por estuarios, volcanes y montañas hasta los límites con Argentina” [1], aunque el poblamiento de la zona se remonta a épocas prehispánicas, fue la explotación del alerce, a mediados del siglo XIX, lo que motivó la ocupación de la comuna a través del estuario del Reloncaví, con pequeños asentamientos en las faldas de los cerros. A fines de ese siglo, surgió el poblado de Cochamó, consolidando así la etapa de ocupación permanente.
Actualmente, las favorables condiciones tanto para la producción acuícola (centros salmoneros) como para el desarrollo de actividades turísticas, han impulsado el establecimiento de diversas empresas en la zona. Esto representa una oportunidad para dinamizar la economía local y mejorar la deficiente infraestructura vial, al menos hasta la localidad de Puelo. Cochamó es una de las 25 comunas de Chile clasificadas como de aislamiento crítico y se compone de cuatro localidades principales:
Estuario de Reloncaví: Sotomó, Isla Marimeli, Llaguepe, Yates, Río Puelo, Cascajal, Pucheguín, Pocoihuén, Caleta Chaparano.
Valle de Cochamó: Cochamó, La Junta. Valle del Río Puelo: Alto Puelo, Puelo Bajo, Las Gualas, Punta Canelo, Punta Maldonado, Llanada Grande, Primer Corral, Segundo Corral, Paso Río Puelo.
Valle del río Manso: El Manso, Steffen, Los Morros, Valle El Frío, Torrentoso, Paso El León, Paso Río Manso.
Dentro del Valle del Río Puelo, Llanada Grande es la localidad más cercana al cruce del lago Tagua Tagua en dirección al sector cordillerano. Desde allí, un distintivo camino de ripio permite acceder a Primer y Segundo Corral. Este último, según describe Álvarez (2022), es “un ensanchamiento del valle del curso superior del río Puelo en su margen izquierdo, presenta terrazas fluvio-glaciales y se encuentra a 195 metros de altitud, a corta distancia del lago Inferior”. Históricamente, estos sectores fueron estaciones de acopio donde se engordaba ganado para la venta, actividad principal a inicios del siglo XX.
Segundo Corral es un poblado fronterizo (a 11 km. de Argentina) que cuenta con una pista de aterrizaje, una posta de salud rural (PSR), un retén de Carabineros de Chile (con funciones de control aduanero), una escuela (operativa de septiembre a mayo) y una población de 168 habitantes, según el Censo de 2017 [2].
En junio de 2024, el Servicio de Salud del Reloncaví y la Ilustre Municipalidad de Cochamó, a través de su Departamento de Salud Municipal, nos contactaron para participar en un proyecto de salud multidisciplinario, cuyo objetivo era dar respuesta a la necesidad de llevar atención especializada a territorios rurales aislados. A partir de esta solicitud, surgió el desafío de priorizar a los pobladores de entornos rurales extremos. Se acordó enfocar el trabajo en la articulación de la red de salud, la implementación de procesos de atención remota y la gestión comunitaria, aprovechando la colaboración y experiencia técnica de los académicos de diversas carreras de nuestra Institución.

Puerto Montt - Cochamó: 111 km
Puerto Montt - Puelo: 140 km
Puerto Montt - Llanada Grande: 143 km
Puerto Montt - Segundo Corral: 162 km
El proyecto de Vinculación con el Medio (VcM) se denominó “Apadrinamiento de Posta de Salud Rural (PSR), Segundo Corral” (2024, ID: 4168) y su impacto en el territorio se midió a través de los siguientes logros:
El Departamento de Salud Municipal de Cochamó logró “poner al día” su lista de espera de atenciones en territorios de extrema ruralidad.
La posta de salud rural de Segundo Corral mejoró la cobertura de prestaciones a su población (incluyendo procesos diagnósticos, tratamientos, controles y tratamientos).
Se atendió a 147 usuarios de Segundo Corral (beneficiarios directos), en las especialidades de Enfermería, Obstetricia, Odontología y Geriatría.
Internamente, el proyecto representó una valiosa experiencia de trabajo colaborativo en equipo, incluyendo la logística del traslado a zonas remotas. Asimismo, permitió a los estudiantes aplicar los conocimientos adquiridos en el aula, lo cual se documentó en un video de difusión (tipo nota de prensa).


Conoce el proyecto ID 4168
La experiencia de este proyecto inicial trascendió la mera asistencia sanitaria. El contacto directo con la comunidad de Segundo Corral inspiró una nueva pregunta: ¿podría este rincón de la Patagonia chilena compartir características con esas esquivas “Zonas Azules”, (término popularizado por Dan Buettner), aquellos lugares donde los secretos de la longevidad se manifiestan en el día a día de sus habitantes?
Fue precisamente la notable presencia de personas mayores en esta remota localidad lo que despertó la curiosidad, especialmente entre los becarios de la Especialidad de Geriatría participantes en la intervención inicial. Intrigados por sus condiciones de vida, vislumbraron una posible conexión con el concepto de las “Zonas Azules”: aquellos lugares del mundo en donde las personas disfrutan de una longevidad excepcional.
Esta interrogante dio origen a un nuevo Proyecto Colaborativo de Vinculación con el Medio, denominado “Modelo de longevidad patagónica” (2025, ID: 4516), enfocado en explorar el “habitar” (las condiciones y estilos de vida) de las personas mayores en esta zona de ruralidad extrema. A través de esta exploración, nos adentraremos en las “huellas” de la longevidad en Segundo Corral, conociendo las particularidades de su entorno, sus costumbres, su red social y otros factores que podrían explicar la vitalidad y la prolongada existencia de sus residentes. Este libro es el fruto de esa exploración, una inmersión en la vida de Segundo Corral para develar si, en este rincón austral, se palpita el secreto de una vida larga y plena.
María Paz Blanco Herrera
Académica de Vinculación con el Medio
Carrera de Medicina, Facultad de Medicina
Universidad San Sebastián, sede De la Patagonia


Conoce el proyecto ID 4516
Líder del Programa Territorial Hito “Más Salud, Más Cerca”.

de salud en camino a visita domiciliaria.
El ritmo frenético de la vida moderna, con su constante bombardeo de estímulos y su implacable búsqueda de la eficiencia, a menudo nos hace olvidar una verdad fundamental: el ser humano no está diseñado para la velocidad, sino para la profundidad. Anhelamos una existencia plena, significativa, que se extienda más allá de la mera supervivencia y nos permita saborear cada instante, incluso en la vejez. Esa es la promesa que se esconde tras la idea de las “Zonas Azules”, aquellos rincones del planeta donde la longevidad no es una rareza, sino una forma de vida.
Este libro nació de la inquietud por comprender qué hace que algunas personas, en ciertos lugares del mundo, vivan más y mejor. Pero en lugar de viajar a las lejanas islas de Okinawa (Japón) o a las montañas de Cerdeña (Italia), decidí buscar las respuestas en mi propio país, en un rincón apartado de la Patagonia chilena: Segundo Corral, un sector cordillerano de la comuna de Cochamó, ubicado en la región de Los Lagos.
Como equipo investigador, nos propusimos analizar comparativamente las características de longevidad presentes en Segundo Corral con aquellas identificadas en las Zonas Azules conocidas y, de esta manera, conocer el rol fundamental que juega el personal de salud en la atención de adultos mayores en contextos rurales extremos.
Si bien este proyecto inicialmente no contemplaba realizar un estudio científico exhaustivo, sino más bien escuchar, observar y aprender, a través de las voces de sus protagonistas, nos motivamos por explorar cómo se vive y se envejece en un lugar cordillerano extremo. ¿Qué secretos de longevidad se esconden en los aspectos culturales de las raíces mapuches-gaucha-campesinas de Segundo Corral? ¿cómo influye la presencia o ausencia del personal sanitario en la calidad de vida de las personas mayores respecto de las limitaciones geográficas y de acceso?
Segundo Corral, accesible principalmente por vía fluvial a través del río Puelo, es una comunidad que parece haber quedado suspendida en el tiempo. Allí, entre imponentes montañas y bosques milenarios, la vida transcurre a un ritmo diferente, dictado por las estaciones y las necesidades de la tierra. Sus habitantes, lejos de las comodidades y el estrés de la vida urbana, han forjado una existencia basada en la conexión con la naturaleza, el trabajo arduo y el apoyo mutuo.
A lo largo de estas páginas, conoceremos un tributo a los residentes de Segundo Corral y su estilo de vida. Es una invitación a reflexionar sobre nuestras propias vidas y a cuestionar la idea de que el progreso siempre va de la mano de la velocidad y la tecnología. Es una oportunidad para aprender de la sabiduría de aquellos que han sabido envejecer con dignidad, en armonía con la naturaleza y en comunidad. Los invito a acompañarme en este viaje al corazón de la Patagonia, tras las huellas de un secreto que quizás siempre estuvo ahí, esperando ser redescubierto: el secreto de una vida larga, plena y, sobre todo, significativa.
Dr. Cristian Acevedo Herrera
Residente Especialidad de Geriatría
Universidad San Sebastián

Soy Claudia; nacida y criada en Segundo Corral. Por buscar nuevos rumbos me establecí en Puerto Montt, pero hace 3 años me encuentro radicada definitivamente en la localidad. Desde entonces participo activamente en la Junta de Vecinos de Segundo Corral y hace 1 año me desempeño como Agente Comunitario de Salud Rural (primera agente rural en Chile) contratada por el Servicio de Salud del Reloncaví (SSdR).
En la zona cordillerana es normal ver envejecer y compartir hasta muy avanzada edad con los vecinos. Como experiencia personal, después de haber vivido tantos años en la ciudad, donde la población de tercera edad casi no se ve en el área productiva ni social, logro darme cuenta y comparar a las personas de Segundo Corral que siguen activas, llevan una “rutina” que se ha traspasado de generación en generación y que prácticamente se ha transformado en una manera de honrar a sus “mayores”. Lo cotidiano es más lento, en menor escala, pero con más recuerdos e historias que contar. Todo está relacionado con el trato con los animales, tanto los de corral, como los de cordillera. Las experiencias de vida, el recuerdo con mucho cariño de muchos que ya no están y con una memoria envidiable, se van contando como relatos que motivan a la atención.
Pareciera que “la vida de antes” como le llaman, era “con menos”, pero se “disfrutaba más”. Se visitaban, se juntaban para las fiestas especiales y había más acompañamiento entre las familias. Hoy, muchas generaciones migraron por nuevas oportunidades, pero siempre con la nostalgia de “volver al hogar”.
Mi apreciación siempre fue darle valor a los “abuelos”, muchos solos y sin grandes comodidades. A muchos se les ve solo una vez al mes, cuando llegan a cobrar su pensión de vejez, pagadas por el Instituto de Previsión Social (IPS), que llega en una aeronave comercial muy cerca de la posta de Segundo Corral. Ese día hacen vida social, se encuentran con sus pares, pasan a la posta, compran sus cosas y se regresan de a caballo los de más lejos o caminando los que deban hacerlo. Dentro de las conversaciones con los directivos del SSdR, captaron la necesidad de una atención especial a la tercera edad en la cordillera. Así fue como nació la alianza con la Universidad San Sebastián con sede en Puerto Montt.
Desde mi perspectiva, es un privilegio contar con una gran cantidad de profesionales, en general muy empáticos y respetuosos para dialogar con la comunidad. A su vez, los abuelos también se sintieron tomados en cuenta, abrieron las puertas de sus hogares y también de sus corazones. Fueron muy receptivos en las visitas, sintiéndolos como uno más del lugar. Unas de sus mejores percepciones son la compañía y sus charlas del autocuidado.
Creo que estas visitas engrandecen a las personas de la tercera edad, dan vida y sentido a lo que hacen, se sienten valorados y por, sobre todo, dignifican lo que ha sido ocultado por las grandes urbes de las comunicaciones.
Claudia Alegría Urrutia Agente Comunitario de Salud Rural Servicio de Salud del Reloncaví

Para la elaboración de este libro se realizaron entrevistas semiestructuradas a los pobladores de Segundo Corral, bajo su consentimiento informado. Con el objetivo de resguardar su privacidad e identidad, se han utilizado únicamente sus nombres de pila, omitiendo deliberadamente sus apellidos y cualquier otra información que pudiera identificarlos plenamente.
Agradecemos profundamente su disposición a compartir sus historias y experiencias.
La investigación se guio por la pregunta fundamental: “¿En qué medida las características de longevidad presentes en Segundo Corral se alinean o contrastan con los principios fundamentales de las Zonas Azules, considerando el rol crítico del personal de salud en la atención de personas mayores en zonas rurales extremas?” Este enfoque permitió analizar comparativamente las prácticas de vida locales con los pilares de longevidad identificados internacionalmente, prestando especial atención a cómo las limitaciones geográficas y de acceso afectan la implementación de prácticas saludables en este contexto.
Las entrevistas siguieron una metodología cualitativa con una guía conversacional flexible, diseñada para favorecer diálogos naturales sobre cinco áreas principales: vida cotidiana, historias de vida y comunidad, salud y cuidados, bienestar emocional y sentido de vida, y adaptación a la tecnología y modernidad. Este enfoque permitió que las narrativas personales emergieran orgánicamente, priorizando la escucha activa sobre el cumplimiento rígido de un cuestionario.
Adicionalmente, se recopilaron datos sistemáticos mediante una ficha de registro individual que abarcó información sociodemográfica, situación económica, entorno habitacional, actividades de subsistencia, salud y autocuidado, conectividad y tecnología, y redes de apoyo y calidad de vida. También se realizaron evaluaciones médicas generales y se aplicaron escalas validadas para valorar aspectos como la fragilidad física y el estado cognitivo, ajustándolas según el nivel de escolaridad de cada participante, para obtener una visión más completa de su estado funcional.
Este abordaje metodológico integral nos permitió obtener una comprensión profunda de los factores que influyen en la longevidad y el bienestar en esta comunidad rural, constituyendo un valioso aporte para la comprensión de los determinantes del envejecimiento saludable en la Patagonia chilena.
Los testimonios recogidos reflejan las experiencias personales y la visión sobre la vida de los pobladores de Segundo Corral, documentando tanto sus fortalezas como los desafíos que enfrentan en su vida diaria.


Ubicado en la comuna de Cochamó, en la región de Los Lagos, al sur de Chile, Segundo Corral es un poblado rural situado en el valle del río Puelo. Según el Censo de Población de 2017 (Instituto Nacional de Estadísticas - INE, 2017 [3]), esta localidad contaba con 670 habitantes, representando el 16,7% de la población total de la comuna. La distribución por género era de 282 mujeres (42,1%) y 388 hombres (57,9%), con una notable presencia de personas mayores: 153 personas (22,8%) tenían 60 años o más, mientras que solo 83 personas (12,4%) eran menores de 14 años, evidenciando el envejecimiento poblacional característico de muchas zonas rurales de Chile, que experimentaron el rápido aumento de la esperanza de vida al nacer (EVN) implicando el crecimiento de los grupos de mayor edad, pero también el aumento en la frecuencia de enfermedades crónicas y degenerativas.
Se encuentra aproximadamente a 83 kilómetros al sureste del poblado de Río Puelo y a unos 11 km. del paso El Bolsón, en la frontera con Argentina. Para llegar allí, tradicionalmente se navegaba por las aguas del río Puelo, el principal afluente del estuario de Reloncaví, o había que aventurarse por intrincados senderos de montaña, transitables solo a pie o a caballo. Si bien el acceso ha mejorado en los últimos años con la construcción de caminos (Diálogo Sur, 2021; Ramírez, 2024) [4] [5] y la existencia de un aeródromo que facilita el transporte aéreo, la conexión con el exterior sigue siendo limitada. Para muchos habitantes, el río continúa siendo un cordón umbilical esencial por donde llegan provisiones y visitantes.
Aquí, en este rincón fronterizo de la Patagonia, la vida transcurre con un pie en Chile y otro en Argentina, creando una identidad cultural única que no reconoce límites geopolíticos (Bandieri, 2022; Santiesteban, 2020b) [6] [7]. Su cercanía al paso El Bolsón y al Parque Nacional Lago Puelo, en Argentina, ha facilitado un intercambio cultural constante. La influencia trasandina se percibe en cada aspecto de la vida cotidiana: desde el característico acento patagón de sus habitantes (Santiesteban, 2020a) [8], hasta las tradiciones gauchas en el manejo del ganado, las técnicas de construcción de sus viviendas y la gastronomía local, donde no faltan el asado al palo o el mate. En sus alrededores se encuentran otras localidades como Primer Corral y Llanada Grande, además de impresionantes atractivos naturales como los lagos Inferior, Azul, Las Rocas y el arroyo Barrancas, que hacen de esta zona un paraíso para los amantes de la naturaleza y la pesca recreativa.
Las casas, construidas principalmente de madera, se distribuyen a lo largo del valle separadas entre sí por amplios terrenos donde pastan animales y se cultivan huertas familiares. No hay grandes tiendas ni centros comerciales; solo la inmensidad del paisaje, la camaradería entre vecinos y una profunda conexión con la tierra.
La electricidad llegó a Segundo Corral hace relativamente poco, y el acceso a Internet aún es limitado. Sin embargo, sus habitantes no parecen extrañar las comodidades de la vida moderna. Aquí, la vida se organiza en torno a las estaciones, el cuidado de los animales y los frutos de la tierra. Los
conocimientos sobre el clima y las técnicas de supervivencia en este entorno agreste se transmiten de generación en generación, formando parte de ese acervo cultural patagónico que trasciende fronteras. La comunidad, forjada por la necesidad y la solidaridad, es el pilar fundamental de la vida en Segundo Corral.
La junta de vecinos, que en otros tiempos fue el corazón palpitante de la vida social, ha ido perdiendo fuerza en los últimos años debido al envejecimiento poblacional y la migración juvenil. Sin embargo, aún sigue siendo un espacio de encuentro y toma de decisiones. Paradójicamente, mientras su fuerza disminuye, las necesidades de la comunidad persisten o aumentan. La figura del bote comunitario adquiere una relevancia especial. Esta embarcación municipal no es solo un medio de transporte, sino el nexo que une a familias y permite acceder a servicios básicos río abajo. Su funcionamiento es un ejemplo de colaboración e ingenio esenciales para la supervivencia.
Los habitantes de Segundo Corral, en su mayoría personas mayores, son guardianes de una forma de vida en peligro de extinción. A través de sus historias, descubriremos los secretos de una comunidad que ha sabido encontrar el equilibrio entre hombre y naturaleza, ofreciendo lecciones sobre cómo vivir una vida larga, plena y significativa. Estudios como los de Poulain, Herm y Pes (2013) [9] y Rosero-Bixby (2023) [10] han destacado cómo el aislamiento geográfico y los estilos de vida tradicionales pueden contribuir a un envejecimiento saludable, un fenómeno que podría observarse en Segundo Corral.

Este pequeño asentamiento, aunque hoy parezca suspendido en el tiempo, posee una rica historia entrelazada con la colonización, las dinámicas fronterizas y la evolución de la Patagonia norte chilena. Sus orígenes datan de principios del siglo XX, hacia 1910, cuando llegaron las primeras familias de zonas agrícolas como Río Bueno y Osorno, buscando nuevas tierras en la frontera.
El nombre “Segundo Corral” probablemente alude a antiguos sitios de encierro de ganado de arrieros. Antes de los colonos, la zona fue habitada por huilliches (riberas del Reloncaví) y poyas (cordillera interior).
Un hecho clave ocurrió en 1911: la represión de la “policía fronteriza” argentina contra pobladores chilenos en su lado, provocó que muchas familias cruzaran y se refugiaran en Segundo Corral y Llanada Grande, aumentando la población. En 1932, el gobierno chileno facilitó la llegada de unas 50 familias del centro-sur para colonizar los valles de Puelo y El Manso, buscando poblar y asegurar la soberanía (Biblioteca Nacional de Chile [BN Chile], n.d.; Martinic, 2005) [11] [12].
La economía inicial se basó en ganadería y madera. Tras el abandono de la Sociedad Frigorífica y Ganadera de Cochamó en 1913, la región se aisló económicamente, quedando relegada a la subsistencia. El aislamiento se reforzó por la falta de infraestructura: durante gran parte del siglo XX el acceso era navegando el lago Tagua Tagua y continuando a caballo o a pie por senderos del Puelo. La cultura local es resultado de esta colonización y carácter fronterizo. Migraciones de Chile y Argentina forjaron una identidad “gaucha-campesina” única, visible en celebraciones como la Semana Corraleña (fiestas criollas) y los encuentros de hermandad chileno-argentina en Paso El León (jineteadas, asados, folclore) (Bandieri, 2022; Santiesteban, 2020a, 2020b) [6] [7] [8]. Las Fiestas Patrias también tienen un carácter especial, mezclándose con tradiciones locales.
En las últimas décadas, Segundo Corral ha cambiado. La construcción reciente de un camino (Diálogo Sur, 2021; Ramírez, 2024) [4] y un aeródromo rural han reducido su aislamiento histórico. El turismo de naturaleza (pesca con mosca, senderismo, cabalgatas, rafting en lagos como Azul, Inferior y Las Rocas) diversifica la economía.
Estos cambios coinciden con el envejecimiento poblacional y la emigración juvenil, transformando la dinámica social. Pese a los desafíos, Segundo Corral mantiene su esencia rural, donde resiliencia y adaptación son inherentes. Sus habitantes valoran la vida tranquila y en armonía con la naturaleza. Su evolución es testimonio de la capacidad de supervivencia y reinvención de una comunidad que encuentra en su aislamiento y conexión con el entorno las claves de su singular forma de vida.
Detrás de cada puerta en Segundo Corral hay una historia que espera ser contada. Historias de vida marcadas por la dureza del clima, la generosidad de la tierra y la calidez de la comunidad. En este capítulo conoceremos a algunos de los habitantes de este rincón de la Patagonia, cuyas experiencias de vida son el corazón de este libro. Ellos son los guardianes de la memoria de Segundo Corral, los protagonistas de una forma de vida que, aunque desafiante, encierra lecciones sobre la longevidad y el bienestar.
Para conocer estos valiosos testimonios, nuestro equipo recorrió diferentes sectores de este vasto territorio, recogiendo diversas perspectivas de la vida en el lugar.
Cada una de estas personas mayores representa una página viva de la historia local, con experiencias y perspectivas únicas que enriquecen nuestra comprensión de lo que significa envejecer en las profundidades de la Patagonia chilena.
Ariela: fuerza y vitalidad en el valle
Ariela, de 67 años, es la viva imagen de la energía y la resiliencia. Hija de Orfelina, su rostro surcado por el sol refleja una vida de trabajo arduo y conexión con la naturaleza. Su casa está rodeada por una huerta que cultiva con esmero, fuente de gran parte de su sustento. “Aquí uno no para”, confiesa. Las labores diarias, el cuidado de animales y el trabajo en la tierra llenan sus días. La falta de empleo formal y una pensión escasa la obligan a complementar ingresos vendiendo productos que obtiene de su huerta y animales. A pesar de las dificultades, no se queja; su mirada muestra determinación. Participa activamente en la junta de vecinos, demostrando su compromiso comunitario. Vive orgullosa de su autosuficiencia: “nosotros comemos lo que da la tierra... Todo es natural”. Representa la transmisión de sabiduría práctica y resistencia de su madre.
Arsenio: la soledad del pionero y la fe
Arsenio, a sus 88 años, es uno de los más longevos. Vive solo en una mediagua precaria. Su historia es compleja: nacido en Llanada Grande, vivió décadas en Argentina trabajando en construcción. Regresó a Chile hace poco más de un año. Su vida actual es tranquila y valora la paz del lugar. Afirma no tener bienes (“No tengo nada, absolutamente nada”), pero considera su salud una “riqueza que me dio Dios mismo”. Es un hombre de fe evangélica profunda, que le da propósito y fortaleza. Vive aislado, su relato puede ser a veces místico o adornado, trabaja en su huerta y ayuda a su sobrina (que vive relativamente cerca) en temas de construcción, para lo que camina diariamente varios kilómetros. Recibe una pensión y medicamentos de la posta de Segundo Corral. Actualmente no tiene animales a su cargo. Su caso ilustra la vulnerabilidad del aislamiento extremo en la vejez.
Orfelina: la sabiduría en la oscuridad
Orfelina, de 83 años, es una figura matriarcal. A pesar de no ver bien, mantiene una sorprendente lucidez y tiene una memoria envidiable. Vive con su hermana Rosalía, su principal apoyo y dos de sus sobrinos, hombres adultos. Su día a día transcurre en casa, tejiendo, pero siempre activa mentalmente. Es consciente de su dependencia para ciertas tareas, pero vive con una actitud positiva. Su presencia es central en el hogar.
Rosalía: tejiendo resiliencia entre raíces y desafíos
Rosalía, de 77 años, vive con su hermana Orfelina y sus dos hijos. Originaria de la zona, pero con 42 años vividos en Argentina, regresó a Chile hace 25 años. Es una mujer mapuche profundamente arraigada a su cultura y tierra. Superó la pérdida reciente de seres queridos, así como un Accidente Cerebrovascular (ACV), que trajo como consecuencia la disminución del campo visual. Mantiene una dura lucha por la tierra ancestral que le genera preocupación. Pese a lo anterior, ofrece una amplia sonrisa en cada uno de nuestros encuentros, encuentra su propósito y sustento en su trabajo: cría animales (chivos, gallinas, chanchos, perros), cultiva su huerta y el amor en su familia, produce lana y además la teje a telar hermosas creaciones que son fuente de ingreso y expresión de su cultura mapuche.
Víctor: el gaucho trabajador de 86 años
Víctor, de 86 años, esposo de Leontina, es un hombre forjado en el trabajo rural. Nacido en Llanada Grande y criado en Segundo Corral, su vida ha sido una constante labor física con diversos animales (vacas, chivas, ovejas, chanchos, caballos). Fumó mucho en el pasado, lo que le dejó problemas bronquiales. A pesar de su edad y caminar menos que antes, sigue muy activo: corta leña, trabaja en el granero, cuida animales y tiene un caballo de más de 23 años. Valora la vida de campo y la comida natural. Enfrenta la vejez y la muerte con estoicismo. Ha sufrido pérdidas, pero sigue adelante. El amor por su esposa Leontina es fundamental, así como el respeto por la naturaleza. Recibe la pensión básica, que administra con previsión. Su principal motivación diaria es la responsabilidad hacia su hogar y animales.
Leontina: amor, pérdida y fortaleza a los 83
Leontina, de 83 años, vive junto a su marido, Víctor. Nacida en la zona, lleva más de 60 años casada. Juntos construyeron su hogar y enfrentaron las durezas de la vida patagónica, incluyendo la dolorosa pérdida de tres hijos. A pesar de la edad y las penas, mantiene una notable vitalidad. Valora enormemente el amor de pareja como soporte. Aunque reconoce sentir menos energía, sigue activa y participando en la vida familiar. Toma medicamentos para la presión y el corazón. Sus tareas habituales incluyen hacer conservas, cuidar su huerta y a sus animales, con quienes tiene una profunda conexión, especialmente con las ovejas, por las que siente un cariño particular al punto de afirmar que no podría imaginar una vida sin ellas.
Uberlinda: la matriarca de 80 años
También conocimos a Uberlinda, una mujer de 80 años que ha dedicado su vida al cuidado de su extensa familia y al trabajo en el hogar. Vive rodeada de hijos y nietos. Enviudó hace ocho meses, pero enfrenta la pérdida con fortaleza: “Hay que aguantarnos... tirar adelante para no aflojar”. Es la matriarca indiscutible: “mando con mis cosas todo”. Defiende apasionadamente su territorio y estilo de vida. Su día comienza temprano con mate compartido y se mantiene muy activa tejiendo a telar y a palillo, cuidando pollos, gallinas, pavos, gansos, vacas y caballos, recogiendo manzanas y participando en la vida doméstica. Tuvo un caballo regalón llamado Mariachi, al que cuidaba y herraba ella misma. Considera que el trabajo duro y la vida conectada a la tierra y los animales son claves para su bienestar. Valora la autosuficiencia alimentaria y su salud es buena, sólo con dolores ocasionales. Va poco a la posta porque duerme bien, tiene buen ánimo y se siente bien; participa en la junta de vecinos y mantiene contacto con su hermana. Es creyente de un dios, pero no asiste a la iglesia. Enfrenta la muerte sin temor. Recibe la pensión básica. Se siente feliz en su hogar, aunque le gustaría tener una “casita mejor”.
Es una mujer de carácter fuerte que ha dedicado su vida a preservar las tradiciones locales. A través de su testimonio, apreciamos la importancia de las raíces culturales en la construcción de una identidad. Uberlinda nos habló con orgullo de su huerto y de cómo los conocimientos sobre el cultivo se transmiten de generación en generación. “Aquí uno tiene que sembrar para tener”, explica con la sabiduría práctica de quien vive del fruto de su trabajo. Su conexión con la tierra es una forma de honrar a sus antepasados y preservar una forma de vida que resiste. A pesar de sus dolencias físicas, mantiene una rutina diaria que incluye el cuidado de sus animales, especialmente sus gallinas, y valora la conexión que esto le brinda.
Estos son solo algunos de los rostros que dan vida a Segundo Corral. Cada uno, con sus historias únicas, nos ofrece una ventana a un mundo que resiste. En los próximos capítulos, profundizaremos en sus experiencias, buscando desentrañar los hilos que tejen la longevidad en este rincón patagónico.
El sol se alza lentamente sobre las montañas, tiñendo de oro las aguas del río Puelo. En Segundo Corral, la jornada comienza temprano. No hay despertadores estridentes ni tráfico caótico, solo el canto de los gallos y el suave murmullo de la naturaleza despertando. “Ojalá todos mis chicos se vinieran… Pasa que la vida de la ciudad es más cómoda, pero se pasan más necesidades. El campo es más difícil porque hay que trabajarlo, hay que trabajar la tierra y criar los animales no es fácil. Les gusta la comodidad…”, dice Rosalía.
El despertar de la tierra: las rutinas matutinas
Para Uberlinda y Leontina, el día comienza entre las 7:00 y 8:00 de la mañana con la primera cebada de mate. Una infusión tradicionalmente compartida que marca el inicio de la jornada. Rosalía arranca aún más temprano, a las 6:00 o 6:30 de la mañana, priorizando el alimento de sus animales, “y en el horario de descanso hay que estar, con el huso para hilar, atenta a la huerta y un día lo que se siembra, hay que cosechar las habas, arvejas, chalotas y las papas…”. Víctor y Arsenio también madrugan para atender sus labores, enfrentando el amanecer con determinación, reavivando el fuego de las brasas que quedaron de la noche anterior. Estas rutinas acompañan el amanecer y la llegada de la luz del día a las casas.
El ritmo de las estaciones: trabajo y subsistencia
La vida en Segundo Corral está intrínsecamente ligada a los ciclos naturales. Aquí, el ritmo de vida está marcado por las necesidades de la tierra y los animales, por las estaciones que se suceden y por la cadencia tranquila de una comunidad que ha aprendido a vivir en armonía con su entorno. La primavera y el verano son de siembra y cuidado de huertas. “Uno tiene que sembrar para tener”, dice Uberlinda.
El mantenimiento de senderos es una tarea comunitaria constante. El otoño trae la cosecha, la preparación de conservas y el acopio de leña. La faena de animales como chivos y chanchos sigue este ciclo, asegurando carne para el invierno. “El invierno es bravo”, dice Víctor, exigiendo previsión y resistencia. “Yo mientras tenga lana para trabajar y huerta, no hay penas” dice Rosalía.
La comunidad como red de apoyo
La interacción vecinal es constante y la solidaridad, una práctica cotidiana. “Aquí todos nos conocemos y nos cuidamos”, afirma Uberlinda. El apoyo y sostén mutuo es esencial. La familia es el núcleo principal, pero en ausencia de eso, es frecuente visitar a un vecino (mediado por varios kilómetros de distancia) y sólo cultivar el arte de la conversación, posiblemente en torno al mate. El bote comunitario municipal es un nexo vital para el transporte y la comunicación entre la comunidad y para el exterior.
La posta de salud es un punto de referencia básico y también una organización que se preocupa de mantener el contacto y bienestar de sus vecinos. Conocen las problemáticas de salud de cada uno, pero también las dificultades personales entre los vecinos. Es por ello que la responsabilidad de la labor del Técnico de Enfermería de Nivel Superior (TENS) de la Posta de Salud Rural de Segundo Corral es mucho más que la de un trabajador de la salud: es un vecino cercano, preocupado, proactivo, capaz de anteponerse a las situaciones de salud y de cualquier otra índole en su comunidad. Es también un promotor de información de otras materias, necesarias para conectar con el exterior. Además, tiene un desafío personal de habitar en su lugar de trabajo. La junta de vecinos, aunque debilitada, sigue siendo un espacio de encuentro y organización comunitaria.
Los desafíos cotidianos: superando las adversidades
La vida en Segundo Corral, aunque tranquila, implica desafíos diarios. Las responsabilidades rurales son ineludibles. El acceso a servicios básicos es una lucha constante debido a la distancia, el transporte difícil y las limitaciones económicas.
El clima impone sus propias dificultades, especialmente en invierno. Sin embargo, la capacidad de sobrellevar estas barreras, encontrar belleza en lo simple y apoyarse mutuamente define la riqueza de Segundo Corral.
“El entorno incluye los elementos del mundo exterior y de las condiciones de vida macro y micro de una persona, entre las cuales podemos considerar, por ejemplo, la conformación familiar, la estructura societal, las características de la vivienda y el entorno construido, las políticas y sistemas de un país que sostienen la vida de sus habitantes, etc.” (Albala C, 2021) [13] por esto resulta inquietante la historia de Rosalía que nos cuenta que “siempre tengo la preocupación de que me quieren correr de mi casa, de acá…, de la tierra, porque esto fue vendido por mi cuñado. Cuando yo pude venir desde Argentina, ni siquiera nos dejaron la casa, vendieron y desarmaron todo. Su dueño nos tiene toda la costa marcada que es propiedad privada. Esa es mi lucha y mi pelea”.


¿Qué son las Zonas Azules? Un viaje por los lugares más longevos del mundo
La búsqueda de la fuente de la eterna juventud ha sido una constante en la historia de la humanidad. Mitos, leyendas y elixires mágicos han alimentado el imaginario colectivo, reflejando el anhelo de una vida larga y libre de enfermedades.
Hoy, la ciencia ha tomado el relevo de la fantasía, y aunque la inmortalidad sigue siendo un sueño lejano, sí ha logrado identificar ciertos lugares en el mundo donde la longevidad es una realidad. Estos lugares, denominados “Zonas Azules”, se han convertido en verdaderos laboratorios a cielo abierto, donde investigadores de diversas disciplinas buscan descifrar los secretos de una vida larga y saludable.
El concepto de Zona Azul fue introducido originalmente por Michel Poulain y Gianni Pes en su investigación sobre longevidad en Cerdeña (Poulain, Herm & Pes, 2004) [14]. Posteriormente, el término fue popularizado por el investigador y divulgador Dan Buettner, quien, en colaboración con National Geographic [15] y un equipo de científicos, identificó cinco regiones del mundo con una concentración inusualmente alta de centenarios, personas que han superado los cien años (Buettner, 2008; Buettner, 2012) [16]. Estas zonas no solo se caracterizan por la longevidad de sus habitantes, sino también por su vitalidad, su bajo índice de enfermedades crónicas y su alta calidad de vida en la vejez.
Un viaje a las cinco Zonas Azules originales •
Okinawa, Japón: este archipiélago, ubicado al sur de Japón, es conocido por su "ikigai", un concepto que se traduce como "razón de ser" o "propósito de vida". Los habitantes de Okinawa practican una dieta rica en vegetales, soja y pescado, y mantienen una vida social activa, integrados en redes de apoyo llamadas "moais".
Cerdeña, Italia: en las montañas de esta isla mediterránea, los pastores sardos caminan largas distancias a diario, llevando una vida físicamente activa hasta edades avanzadas. Su dieta se basa en productos locales, como el queso de cabra, el pan integral y el vino tinto.
Nicoya, Costa Rica: la península de Nicoya, en Costa Rica, es un paraíso tropical donde la vida transcurre a un ritmo pausado. Sus habitantes se alimentan principalmente de maíz, frijoles y frutas tropicales, y mantienen fuertes lazos familiares y comunitarios.
Icaria, Grecia: esta isla bañada por el mar Egeo, es famosa por su estilo de vida relajado y su dieta mediterránea, rica en aceite de oliva, verduras y legumbres. Los icarianos también son conocidos por sus siestas reparadoras y su fuerte sentido de comunidad.
Loma Linda, California, EE.UU.: esta comunidad, ubicada en el sur de California, alberga una gran concentración de Adventistas del Séptimo Día, una religión que promueve un estilo de vida saludable, con una dieta vegetariana, abstinencia de alcohol y tabaco, y un fuerte énfasis en la fe y la comunidad. •
A partir del estudio de estas cinco regiones, Buettner y su equipo identificaron siete principios comunes que parecen contribuir a la longevidad y al bienestar de sus habitantes:
1. Alimentación sabia: una dieta principalmente basada en vegetales, rica en frutas, verduras, legumbres, granos integrales y frutos secos. El consumo de carne es moderado y a menudo limitado a ocasiones especiales.
2. Actividad física natural: el movimiento no se limita a un gimnasio, sino que está integrado en la vida diaria, a través de caminatas, trabajo en el campo, jardinería y otras actividades cotidianas.
3. Reducción del estrés: estas comunidades han desarrollado mecanismos para manejar el estrés de manera efectiva, ya sea a través de la meditación, la oración, la siesta o simplemente la convivencia social y un ritmo de vida más pausado.
4. Familia: los lazos familiares son fuertes y se da prioridad al cuidado de los mayores dentro del núcleo familiar o la comunidad cercana.
5. Comunidad: existe un fuerte sentido de pertenencia y de apoyo mutuo entre los miembros de la comunidad. Las redes sociales son robustas y activas.
6. Propósito de vida (Ikigai): los habitantes de las Zonas Azules tienen una razón para levantarse cada mañana, un sentido de propósito que los motiva a seguir adelante y a contribuir.
7. Espiritualidad o religiosidad: la fe, en sus diversas manifestaciones, juega un rol importante en la vida de estas personas, brindándoles consuelo, esperanza, un marco de valores y pertenencia a una comunidad de fe.
Es importante destacar que estos principios no son recetas mágicas, sino más bien un conjunto de prácticas y valores que, en interacción con factores genéticos y ambientales, parecen favorecer una vida larga y saludable.
Más allá de la observación: creando nuevas Zonas Azules
La investigación de las Zonas Azules no se ha limitado a la mera observación. En los últimos años, se han desarrollado proyectos ("Blue Zones Project") que buscan replicar los principios de las Zonas Azules en otras comunidades, creando lo que se podría denominar "Zonas Azules artificiales" o "Zonas Azules 2.0".
Estas iniciativas, que se están llevando a cabo en ciudades de Estados Unidos y otros países, buscan transformar el entorno urbano y promover cambios en el estilo de vida de sus habitantes para fomentar un envejecimiento más saludable.
Las Zonas Azules y Segundo Corral: un puente entre dos mundos
Si bien el sector de Segundo Corral, comuna de Cochamó, en la región de Los Lagos, no es una Zona Azul oficialmente reconocida, presenta sorprendentes similitudes con estas regiones en varios aspectos clave, aunque también enfrenta desafíos únicos derivados de su extremo aislamiento.
En los próximos capítulos, exploraremos cómo los principios de la longevidad observados en las Zonas Azules se manifiestan —o se ven limitados— en la vida cotidiana de los habitantes de esta comunidad patagónica. ¿Será posible que Segundo Corral sea una Zona Azul en potencia, o sus características son más bien el resultado de la necesidad y la adaptación a un entorno agreste? ¿Qué podemos aprender de sus habitantes sobre el arte de vivir una vida larga, plena y en armonía con la naturaleza, a pesar de las adversidades? Las respuestas a estas preguntas nos esperan en las páginas que siguen.



1° Pilar ZA.
Moverse naturalmente: la actividad física como estilo de vida
Olvídese de los gimnasios. En las Zonas Azules y en Segundo Corral, la actividad física es parte intrínseca de la vida cotidiana. Es un movimiento natural, arraigado en labores diarias, conexión con la tierra y necesidad de desplazarse. “El campo es más difícil porque hay que trabajar y agacharse”, resume Rosalía.
La vida aquí es activa por definición: caminar en distintas superficies, alturas y pendientes, tomar impulso para subir al caballo, agacharse para cultivar la tierra, la fuerza para cuidar de los animales, recolectar o cortar leña, mantener senderos, adecuar las viviendas y los cercos. Son actividades básicas que es necesario dividir entre hombres y mujeres. “Aquí uno no para”, dice Ariela. Personas como Víctor (86 años), Leontina (83), Uberlinda (80), Rosalía (77) y Arsenio (88) se mantienen activos a través de sus responsabilidades diarias, enlenteciendo las destrezas por limitaciones propias de la edad, pero sin detenerse.
La propia geografía invita al movimiento, conserva el equilibrio, fortalece la musculatura asociada al equilibrio y a generar la energía vital necesaria para llevar a cabo las actividades. Como en las Zonas Azules, la actividad física en Segundo Corral está integrada naturalmente en la vida. No es una opción, sino una necesidad impuesta por el entorno.
“Las capacidades visuoespaciales y visuoconstructivas son aquellas necesarias para percibir y comprender el espacio bi y tridimensional, incluyendo la habilidad para apreciar la localización física de objetos solos o en relación con otros objetos o para agrupar mentalmente partes individuales en un todo coherente. Por lo general estas no decaen con la edad” según lo descrito en el libro “Envejecimiento y Salud: las claves de un camino natural” (Albala C, 2021) [13]. Sin embargo, el clima, el terreno difícil y la falta de infraestructura adecuada dentro y fuera de sus casas, dificultan la movilidad, especialmente para los mayores.
De esta manera, la combinación de las capacidades físicas y mentales que observamos en ellos forma parte de lo que la Organización Mundial de la Salud [16] denomina “capacidades intrínsecas” de la persona a medida que envejece, las cuales constituyen un mejor predictor de salud y bienestar que la mera presencia o ausencia de enfermedad.
La lección es clara: podemos integrar el movimiento en nuestra vida diaria de múltiples formas significativas relacionándonos con el medio ambiente que nos rodea, desplegando en nosotros aquellas capacidades intrínsecas en base a dominios de locomoción, cognición, funciones sensoriales, vitalidad y psicológicas.
2° Pilar ZA.
Comer con sabiduría: los frutos de la tierra y los desafíos de la distancia
La alimentación en las Zonas Azules es uno de los pilares de longevidad. En Segundo Corral la comida proviene mayormente del trabajo de los mismos habitantes.
La huerta familiar es el corazón de la alimentación, donde se cultivan vegetales básicos de forma natural. “Nosotros comemos lo que da la tierra”, explica Ariela. Consiste desde el almacenamiento de generación tras generación de semillas que dan origen a verduras y hortalizas cada vez más orgánicas que son sembradas de manera rigurosa en invernaderos y al aire libre, que son cuidadas con esmero por sus propios dueños hasta el momento de la cosecha, para luego poder alimentarse.
La crianza de animales (gallinas, cerdos, ovejas, chivos, vacas) complementa la dieta con proteínas y grasas, aprovechando la mayor cantidad de los animales faenados, según la temporada.
Finalmente, aunque los alimentos más importantes de la pirámide alimentaria los encuentran en sus hogares, acuden al supermercado de Llanada Grande para abarrotes básicos. Esta influencia externa introduce también el riesgo en alimentos procesados.
La dieta local comparte con las Zonas Azules el énfasis en alimentos frescos y locales, pero difiere en el elevado consumo de carnes con grasa animal y menor consumo de pescado. Aun así, la alimentación en Segundo Corral es un ejemplo de conexión con la tierra y saberes ancestrales. Sembrar, cuidar y cosechar y comer, saber su origen y compartirlo nutre cuerpo y alma. Es también una expresión de paciencia, dedicación y cultura.
3° Pilar ZA.
Vivir en comunidad: el poder de los lazos sociales
En contraste con el individualismo moderno de las urbes repletas de habitantes, las Zonas Azules demuestran el poder de la conexión humana, develando la forma más sencilla de la humanización: empatizando y colaborando en la vida del otro. En Segundo Corral es vital mantenerse conectado, a veces por radios, por visitas a caballo o botes dentro de senderos y lagos que separan a los vecinos. La comunidad es una red de apoyo tangible. “Aquí todos nos conocemos y nos cuidamos”, afirma Uberlinda. La ayuda mutua es cotidiana.
La familia es el núcleo principal. Leontina y Uberlinda están siempre acompañadas. Rosalía encontró refugio entre sus hijos y su hermana Orfelina, tras enviudar. El bote comunitario y la posta de salud actúan como puentes sociales y de servicios básicos. La junta de vecinos sigue siendo un espacio de encuentro y organización.
Esta interdependencia contrasta con la soledad e indolencia que encontramos en las ciudades y sobre todo, protege contra sus riesgos que para la salud esto implica. Sin embargo, la realidad de Arsenio es más vulnerable: vive aislado, podrían pasar días sin hablar, a no ser que sea visitado por su sobrina. Él nos recuerda que la exclusión es posible dentro de estas comunidades pese a mantener un vínculo sólido y que requiere de nuestra atención.
Mantenerse en contacto con otras personas no es tan solo deber de otros, sino que es necesario educarlo como parte de los conocimientos de autocuidado.
Al igual que en las Zonas Azules, mantener la conexión social en Segundo Corral constituye una necesidad básica, un pilar fundamental del bienestar y la longevidad. Tal como señala Albala (2021) [13], esto implica “destacar la sabiduría, el conocimiento atemperado por la experiencia, la prudencia, la paz que proviene de carecer de mayores ambiciones, la posibilidad de reconocimiento por logros pasados y el respeto de la familia y conocidos”. De este modo, comprendemos que conservar la cognición no solo permite mantener la independencia, sino que también contribuye a un círculo virtuoso que refuerza la comunicación efectiva de la persona con su entorno social.
Es normal encontrar el enlentecimiento tanto intelectual como físico. En cambio, a razón de los años se manifiesta en nosotros la inteligencia cristalizada, aquella vinculada a destrezas y conocimientos aprendidos y practicados.
Encontrar un propósito: la clave para una vida plena
El “ikigai” o propósito de vida es clave en las Zonas Azules. En Segundo Corral, este principio resuena en las vidas de sus habitantes, quienes encuentran sentido profundo en el trabajo, la familia, la comunidad y la conexión con la naturaleza, ya que “la vida humana nunca está exenta de dificultades, No es su ausencia sino la capacidad de afrontarlas lo que significa estar bien” (Albala C, 2021) [13].
El propósito se encuentra en las labores diarias: cuidar la huerta (Ariela), mantener el hogar y las tradiciones (Leontina, Uberlinda), el trabajo continuo en el campo (Víctor), el arte del tejido y la lucha por la tierra que habitan (Rosalía). El amor y responsabilidad hacia la familia y los animales es un motor de motivaciones y entusiasmos constantes. Para Arsenio, la fe profunda parece ser su principal ancla de sentido.
Como en las Zonas Azules, en Segundo Corral el propósito se construye día a día a través de acciones significativas y relaciones. Ya sea cuidar la tierra, la familia, las tradiciones o mantener la fe, cada habitante encuentra su razón para seguir. Segundo Corral demuestra que encontrar un propósito es fundamental y posible para todos.
“La salud del adulto mayor debe considerarse desde la perspectiva de la trayectoria de la funcionalidad en vez de las enfermedades presentes” (Albala C, 2021) [13]. Desde este punto de vista, las personas mayores de Segundo Corral no pueden entenderse sin la profunda e intrínseca conexión de sus habitantes con el testigo silencioso del entorno. Naturaleza y vida silvestre en completa armonía en su día a día.
Esta relación, forjada por generaciones de adaptación a la Patagonia, es más que un simple telón de fondo; es un componente activo que moldea su estilo de vida, su bienestar y, potencialmente, su longevidad.
Animales como compañeros y sustento
La presencia de animales es una constante. Vacas, ovejas, chivos, caballos, cerdos, gallinas, perros y gatos pueblan el paisaje y acompañan las vidas de los residentes. “Vaca, chiva, oveja, chancho, que todavía andan por chancho, chiva”, enumera Víctor, reflejando la diversidad animal con la que ha convivido. Estos animales cumplen un doble rol fundamental. Por un lado, son fuente de sustento, porque proporcionan carne, lana, huevos, y a veces ingresos por venta y, por otro, se establece un vínculo que va más allá de lo utilitario.
Leontina expresa un cariño especial por sus ovejas y siente la pérdida si muere. Uberlinda recuerda con afecto a su caballo regalón, “Mariachi”, a quien cuidaba y herraba ella misma. Los perros, como el “pastor” de Rosalía, son compañeros de trabajo y guardianes. “Tener un animal le motiva a moverse más o a mantenerse activo de alguna manera”, confirma Leontina, añadiendo que “al tener animales anda uno más ocupada y anda más bien”.
La tierra como fuente de vida
La conexión con la tierra es igualmente vital. La huerta es el corazón de la alimentación y una fuente de orgullo y actividad. El conocimiento de los ciclos de siembra y cosecha, el uso de técnicas naturales y el consumo de lo producido localmente son prácticas arraigadas que conectan a los habitantes con los ritmos de la naturaleza y promueven una alimentación más saludable, similar en principio a la de las Zonas Azules.
Víctor describe su motivación diaria en términos de responsabilidades para y con la tierra. Esta actividad constante, integrada en el cuidado del entorno, es un pilar de su estilo de vida. Naturaleza como motivación y estructura.
Vínculo emocional y respeto
Aunque la relación con los animales de producción incluye la necesidad práctica de la faena, existe un vínculo emocional y un respeto general por la naturaleza. Leontina siente la pérdida de un animal, y Uberlinda recuerda con cariño a su caballo. Esta coexistencia implica aceptar los ciclos naturales, incluso los más duros, como la depredación por pumas (“Aquí me comió este año más de 20 ovejas”, lamenta Víctor) o la necesidad de aceptar la muerte de un animal de trabajo.
Impacto en la comunidad
La vida ligada a los animales y la tierra también fomenta la interacción social. “Uno ya conversa de sus animales y la otra persona también conversa... Es un tema de conversación de acá al campo, porque no hay otro tema que conversar”, explica Leontina. Compartir experiencias sobre siembras, cosechas o el cuidado animal fortalece los lazos comunitarios y vemos que “la interacción de las capacidades intrínsecas con el ambiente físico y socioeconómico determina finalmente la capacidad funcional de la persona. Las limitaciones funcionales surgen entonces no solo como consecuencia de procesos patológicos, sino también como resultado de conductas o factores sociales” (Albala C, 2021) [13].
¿Vivir sin animales?
Para muchos, imaginar una vida sin animales es difícil, casi imposible. “Yo no podría vivir sin animales”, afirma Leontina enfáticamente. Uberlinda, aunque cree que “uno está para aguantar todo”, reconoce la profunda costumbre y el vacío que dejarían. Esta dependencia mutua, donde los humanos cuidan a los animales y estos proporcionan sustento, compañía y estructura, es fundamental para su identidad y bienestar.
En resumen, la relación simbiótica con los animales y la naturaleza en Segundo Corral es un factor determinante en el estilo de vida de sus habitantes mayores. Les proporciona alimento, motivación para la actividad física, estructura diaria, un sentido de propósito y pertenencia, y una conexión profunda con su entorno. Aunque diferente en sus detalles a las Zonas Azules más conocidas, esta integración con el mundo natural parece ser un componente esencial de la resiliencia y longevidad observada en esta comunidad patagónica.


Parte IV: Mirando al futuro: construyendo un envejecimiento saludable para todos

Los desafíos de la edad: afrontando las dificultades con valentía
La longevidad en Segundo Corral es admirable, ya que coexiste con desafíos significativos, propios del envejecimiento en un entorno rural extremo. El aislamiento geográfico limita el acceso a servicios básicos e interacción social, favoreciendo de manera constante al aislamiento y a la soledad, sobre todo en meses invernales.
La salud física se ve afectada por dolencias propias de las edades avanzadas como: movilidad reducida, dolores crónicos osteoarticulares, problemas respiratorios, visuales, entre otras y cuyo manejo se complica por el difícil acceso a cuidados médicos especializados. También existen problemáticas de salud mental como casos de depresión y posibles deterioros cognitivos por causas multifactoriales o problemas de ánimo sin el adecuado apoyo especializado.
La precariedad habitacional y la inseguridad económica añaden vulnerabilidad. A esto se suman conflictos sociales, como la disputa por las tierras.
A pesar de estas dificultades, desde hace muchos años han logrado funcionar como una gran comunidad, adaptándose, buscando soluciones creativas y se apoyan mutuamente. Su fortaleza individual y colectiva es un testimonio de su capacidad para enfrentar la adversidad, pero subraya la necesidad de apoyo externo.
Garantizar un envejecimiento digno en Segundo Corral requiere de un esfuerzo conjunto de la sociedad y, especialmente, del Estado, reconociendo las barreras del aislamiento extremo. Se necesitan políticas públicas con enfoque rural que garanticen:
1. Acceso a la salud: fortalecer la posta, facilitar rondas médicas y especialistas, mejorar telemedicina.
2. Seguridad social: asegurar pensiones dignas y simplificar su cobro.
3. Vivienda: programas de mejora y adaptación rural.
4. Transporte y conectividad: mejorar caminos, asegurar transporte fluvial/terrestre, ampliar telecomunicaciones.
5. Envejecimiento activo: apoyar espacios comunitarios y valorar el saber local.
6. Financiamiento de salud rural: implementar modelos diferenciados y flexibles.
7. Apoyo legal y social: brindar asesoría y apoyo.
8. Servicios veterinarios: gestionar apoyo regular.
La sociedad civil puede complementar con voluntariado, investigación, proyectos innovadores y fortalecimiento de redes. La colaboración entre todos los actores es fundamental. Las lecciones de resiliencia de Segundo Corral deben informar estas acciones, potenciando sus fortalezas.
El legado de Segundo Corral: aprendizajes para una vida larga y feliz
Nuestro viaje a Segundo Corral concluye dejándonos lecciones perdurables sobre longevidad, resiliencia y conexión en un entorno extremo. Las vidas de sus habitantes mayores nos muestran cómo los principios de las Zonas Azules se reflejan y adaptan aquí: movimiento natural constante, alimentación procedente de la tierra, comunidad y familia como pilares, propósito en lo cotidiano y resiliencia admirable (“Hay que aguantarnos... tirar adelante para no aflojar”, Uberlinda).
Sin embargo, estos pilares coexisten con desafíos significativos: aislamiento, acceso precario a salud y servicios, vulnerabilidad económica y social. La longevidad existe, pero requiere apoyo para ser sinónimo de bienestar pleno. La tecnología ofrece potencial, pero debe implementarse cuidadosamente.
Segundo Corral nos invita a repensar el envejecimiento, valorando la sabiduría ancestral, la conexión natural y la fortaleza comunitaria. Sus lecciones sugieren prioridades claras: fortalecer la atención primaria rural integral, mejorar la conectividad y el acceso a servicios, promover el envejecimiento activo, apoyar la economía sostenible y preservar el entorno natural.
El futuro de comunidades como Segundo Corral depende de un compromiso colectivo. Es vital que “las autoridades se acuerden de nosotros”, como expresó Leontina; que sus historias inspiren acciones concretas para que envejecer en la ruralidad sea una experiencia digna y plena.

En el ámbito de la Educación Superior ya conocemos un poco más sobre el impacto de las experiencias de aprendizaje significativo en entornos reales. Estos no son los primeros pasos de la Universidad San Sebastián en cuanto a vinculación de la comunidad académica con el territorio. Sabemos los beneficios de insertar a nuestros estudiantes y académicos en escenarios reales donde la realidad social y la problemática muestran toda su complejidad y la resolución adquiere la premura de quienes la padecen. Es aquí donde el estudiante es capaz de empatizar en un aprendizaje experiencial a veces desconocido, tomando relevancia su proceso formativo, ayudando a consolidar su compromiso social, fijando el conocimiento de forma duradera, desplegando las herramientas adquiridas en el aula, desarrollando el trabajo interdisciplinar y descubriendo talentos de manera temprana. Desde una perspectiva socioemocional estas instancias le permiten mejorar rendimiento académico; desarrollar la empatía, colaboración, comunicación, adaptación y flexibilidad; contribuir a su bienestar y mejorar sus relaciones interpersonales.
Desde el punto de vista de los académicos, los diversos equipos pudieron experimentar la relevancia del conocimiento aprendido en realidades locales y, en efecto, resultó una sorpresa el impacto que este lugar y sus vecinos, tendrían en nuestros docentes. Este documento recopiló parte de ello. Estos entornos rurales tan usuales en la Región de Los Lagos resultaron una experiencia transformadora que hizo atesorar la vida y cultura campesina cordillerana como un lugar que conserva las bondades de la vida, como el vivir en comunidad, la alimentación saludable y consciente de las huertas domiciliarias y los animales criados; la fuerte conexión a la naturaleza como expresión de espiritualidad, temporalidad y realidad; disfrutar del tiempo en compañía, así como el tiempo de contemplación, entre tantas lecciones aprendidas. Esto nos llevó a querer conservar nuestra experiencia en este relato.
La misión de documentar este proceso generador de conocimiento de trabajo sinérgico interdisciplinar en el cual todos aquellos que participaron se vieron beneficiados, nos instó a ampliar la redes de colaboración para poder dar respuesta a la necesidad planteada. Por ejemplo, con la empresa privada Austral Pack, representada por Saúl Soto (quien nos apoyó para lograr las evaluaciones y cirugías de animales) y hasta la experiencia misma en terreno fue de gran aprendizaje, confirmado nuestro compromiso público.
En ese sentido, pudimos objetivar el impacto en la comunidad dentro de estos 2 años de proyectos que no habría sido posible, sin contar con una comunidad unida y cohesionada liderada por Claudia Alegría Urrutia, capaz de convocar a colaborar desde su cariño por Segundo Corral. También encontramos a diferentes líderes dentro de la localidad con roles diversos y conscientes de la regla primordial de vivir en lugares tan extremos, como conductores de lancha, Carabineros de límites fronterizos y encargados de posta de salud rural, entre otros; todos capaces de anteponerse, proponer y potenciar las actividades que puedan generar bienestar a la comunidad. Esta publicación es testimonio de la incesante labor que refleja la cohesión comunitaria con el apoyo de los generadores de sus propios domicilios, improvisando espacios de trabajo, de cocinas que preparan comidas para 30 personas desconocidas que vienen a ofrecer una labor a la comunidad, en rutas a caballo, en rutas de bote y caminatas.
Establecimos una relación seria, pero sensible, capaz de aportar en el ámbito de salud humana: las evaluaciones de salud para niños, adultos y personas mayores; evaluaciones ginecológicas, odontológicas, control de enfermería para crónicos y agudos; y seguimiento de controles geriátricos. En el ámbito de la salud animal, evaluaciones médicas de equinos y esterilizaciones y castraciones felinas.
La Universidad San Sebastián se vio impactada desde la generación de productos académicos innovadores, como esta publicación o la articulación de este proceso con la investigación en entornos rurales y la presentación del Dr. Eric Herrera (estudiante del posgrado de Geriatría) en el Congreso de Geriatría 2025. Se establecieron nuevas y mejores conexiones dentro de nuestro territorio, se potenció nuestra reputación con organizaciones como la Municipalidad de Cochamó y el Servicio de Salud del Reloncaví y ayudó a fortalecer nuestra política de Vinculación con el Medio en USS.
Por último, dentro de nuestra reflexión de mejora continua, consideramos que debido a las brechas geográficas en conformidad con la priorización presupuestaria de entornos más populosos, probablemente continúen subestimando este tipo de iniciativas, lo que hace difícil plantear una solución de continuidad. Para nosotros resultó generador de mucho conocimiento visibilizar en estos entornos de extrema ruralidad, características que puedan hacer que las personas vivan de mejor manera y más. Es por esto que, dentro de la innovación que proponemos, se considera la dotación de recursos que hagan más eficiente las prestaciones de servicios en salud o alimentos al alcance de sus vecinos. Pero, ¿es este mismo alcance el que hace que en entornos urbanos posterguemos o invisibilicemos la conexión con la naturaleza como parte de nuestro bienestar?
Segundo Corral no es una réplica exacta de las Zonas Azules, pero sí un extraordinario laboratorio de longevidad en condiciones extremas. Nos enseña el valor del movimiento natural, la alimentación consciente, la comunidad solidaria y un propósito vital. Pero también nos advierte que estos elementos necesitan un soporte desde una estructura social –acceso a salud, seguridad económica, conectividad– para florecer plenamente.
Desde este punto de vista es necesario pensar que “la vida laboral incide de manera positiva en la salud de y el bienestar de las personas mayores, ya que la actividad productiva es una instancia de participación, como es de suponer, en el mercado, pero también en el vínculo con otras personas. Dentro de la actividad laboral, podemos destacar:
(a) Mejor funcionamiento cognitivo
(b) Mejores hábitos de vida saludable
(c) Mejor percepción de felicidad
(d) Aumento en la percepción de bienestar (Albal C, 2021) [13].
Su legado es una mezcla de esperanza, por la fortaleza del espíritu humano, y un llamado urgente a la acción para asegurar que la dignidad acompañe a la longevidad en cada rincón. La conexión profunda con “la cordillera, lo que uno produce, los animales”, como dijo Rosalía, resuena como un eco de sabiduría simple pero profunda, invitándonos a reflexionar.
Agradecemos la gestión de Claudia Alegría, agente comunitario de salud rural de la comuna de Cochamó, quien coordinó, gestionó y facilitó todas las acciones de este proyecto. Sin su ayuda nada de esto sería posible.
Al Servicio de Salud del Reloncaví, con su equipo de Atención Primaria de Salud, a la Ilustre Municipalidad de Cochamó con su alcalde, Francisco Donoso Oyarzún y su Departamento de Salud Municipal.
A la empresa Austral Pack y su representante, Saúl Soto, quienes respaldaron y financiaron estas actividades con aportes pecuniarios y en recursos humanos.
Al vicerrector de la sede De la Patagonia de la Universidad San Sebastián, Sergio Hermosilla; a la Vicerrectoría de Vinculación con el Medio; a los equipos de académicos y estudiantes participantes de las carreras de Enfermería, Odontología, Obstetricia, Medicina Veterinaria y Medicina y del Posgrado de Geriatría, por su participación en estos dos años de trabajo, quienes confiaron en la iniciativa y dispusieron recursos para poder ejecutarla.
Y de manera muy especial a: Javiera, Felipe, Vicente y nuestras familias por todo su apoyo y amor.


1] Álvarez (2022), “Libros Mágicos: Cochamó comuna del Reloncaví: historia natural, social y cultural del valle del Reloncaví que trepa por estuarios, volcanes y montañas hasta los límites con Argentina”, Chile. Serie Pueblos Mágicos del Sur.
[2] Censo Nacional de Población Chile (2017). https://regiones.ine.cl/documentos/default-source/ region-x/historico/infograf%C3%ADa-censo-final.pdf?sfvrsn=70c6d560_3
[3] Instituto Nacional de Estadísticas (INE). (2017). Censo de Población y Vivienda 2017. Resultados definitivos. Recuperado de https://www.ine.gob.cl/docs/default-source/censo-de-poblacion-y-vivienda/publicaciones-y-anuarios/2017/publicaci%C3%B3n-de-resultados/sintesis-de-resultados-censo2017.pdf?sfvrsn=1b2dfb06_6
[4] Diálogo Sur. (2021, 22 de marzo). El Cuerpo Militar del Trabajo (CMT) anuncia nuevos proyectos para el 2021. Diálogo Sur – Noticias. Recuperado de https://dialogosur.cl/2021/03/el-cuerpo-militar-del-trabajo-cmt-anuncia-nuevos-proyectos-para-el-2021/
[5] Ramírez, Y. (2024, 30 de diciembre). Chile: Proyectan terminar ruta entre zona fronteriza de Cochamó y Carretera Austral en el 2026. Perú Construye. Recuperado de https://peruconstruye. net/2024/12/30/chile-ruta-zona-fronteriza-2026/
[6] Bandieri, S. O. (2022). La integración fronteriza entre la Norpatagonia argentina y el sur chileno: Prácticas socioeconómicas, posicionamientos políticos y proyectos inconclusos. Revista Española de Desarrollo y Cooperación, 49(1), 81–94. https://doi.org/10.5209/redc.81945
[7] Santiesteban, P. (2020b, 20 de diciembre). Gauchos chilenos, su estampa y su herencia (Parte III). Diario Regional Aysén. Recuperado de https://www.diarioregionalaysen.cl/ (Historias DiarioSur)
[8] Santiesteban, P. (2020a, 18 de diciembre). Gauchos chilenos, su estampa y su herencia (Parte I). Diario Regional Aysén. Recuperado de https://www.diarioregionalaysen.cl/ (Historias DiarioSur)
[9] Poulain, M., Herm, A., & Pes, G. (2013). The Blue Zones: Areas of exceptional longevity around the world. Vienna Yearbook of Population Research, 11(1), 87–108. https://doi.org/10.1553/populationyearbook2013s087
[10] Rosero-Bixby, L. (2023). The vanishing advantage of longevity in Nicoya, Costa Rica: A cohort shift. Demographic Research, 49(27), 723–736. https://doi.org/10.4054/DemRes.2023.49.27
[11] Biblioteca Nacional de Chile (BN Chile). (n.d.). Exploradores y colonos en Aysén (1870–1927). Memoria Chilena. Recuperado de https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-620.html
[12] Martinic, M. (2005). De la Trapananda al Aysén: Una mirada reflexiva sobre el acontecer de la Región de Aysén desde la prehistoria hasta nuestros días. Santiago, Chile: Pehuén Editores.
[13] Albala, C. (2021). Libro “Envejecimiento y salud: las claves de un camino natural”
[14] Poulain, M., Herm, A., & Pes, G. M. (2004). The blue zones: areas where people live longer. Journal of aging health, 16(6), 109-126.
[15] Buettner, D. (2008). The Blue Zones: Lessons for Living Longer from the People Who’ve Lived the Longest. National Geographic Books.
[16] Buettner, D. (2012). The Blue Zones Solution: Eating and Living Like the World’s Healthiest People. National Geographic Books.
[17] Organización Mundial de la Salud (OMS). Década del envejecimiento saludable 2020-2030, Primer informe de progreso 2019. Recuperado de https://www.who.int/docs/default-source/documents/decade-of-health-ageing/decade-healthy-ageing-update1-es.pdf?sfvrsn=d9c40733_0